Sunteți pe pagina 1din 17

CIENCIAS SOCIALES

El periodo clásico (Siglos I - X d.C.)

Recuerde que:

• En el periodo preclásico surgió y tuvo su esplendor la cultura olmeca. Los


olmecas rindieron culto al jaguar y a la serpiente.

• Entre los pueblos mesoamericanos, la guerra tuvo un carácter sagrado.

Sabía que:

• Era creencia que en Teotihuacan había tenido lugar la creación del quinto sol y la
luna que alumbra a la humanidad. Según la vieja tradición: “Cuando aún era de
noche, cuando aún no había día, cuando no había luz, se reunieron los dioses
allá en Teotihuacan. Dijeron, hablaron entre sí: venid acá, oh dioses. ¿Quién tomará
sobre sí, quién se hará cargo de que haya días, de que haya luz? Dos fueron los
dioses que se ofrecieron. El primero fue el arrogante Tecuciztécatl, “Señor de los
caracoles”; el segundo el humilde Nanahuatzin, “el purulento”. Ambos se prepararon
para lanzarse a la hoguera y salir transformados en sol. Llegado el momento del
sacrificio, Tecuciztécatl hizo cuatro intentos de arrojarse pero siempre se retrajo
con temor. Nanahuatzin, en cambio, se precipitó en el fuego hasta consumirse en
él. Su destino fue transformarse en el sol que comenzó a existir en Teotihuacan y
que preside a la quinta edad, “la de movimiento”. Tecuciztécatl que, avergonzado,
tardíamente entró en la hoguera, se convirtió en luna.”

• Los antiguos mexicanos estaban orgullosos de su lengua, amaban sus libros,


les agradaba la poesía. Los cantos de Netzahualcóyotl son un ejemplo de su
gran inspiración:

“Yo Netzahualcóyotl pregunto:


¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí. Aunque sea de jade se quiebra,
aunque sea de oro se rompe,
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.”1

1
Gómez, Arvizu y Ramírez. Historia 3. Tiempos de México. México D.F. 1996. Prentice-Hall Hispanoamericana.

45
EL PERIODO CLÁSICO (SIGLOS I - X d.C.)

Propósito:

Con el estudio de este tema conoceremos algunas de las características más so-
bresalientes del periodo clásico, así como el surgimiento de la civilización represen-
tativa del inicio de dicho periodo, Teotihuacan. Además, penetraremos en las
civilizaciones más sobresalientes del periodo clásico en diversas regiones de
Mesoamérica, con la finalidad de valorar los intercambios e influencias culturales
entre los habitantes de las vastas regiones de México y Centroamérica.

El esplendor del periodo clásico

A lo largo del periodo clásico existió gran heterogeneidad en los modos y niveles de
cultura entre los pueblos que habitaban las diferentes regiones de lo que llegó a ser
territorio mexicano. De hecho, se acentuaron los contrastes entre el ámbito mesoame-
ricano, donde prosperaba la alta cultura, y las distintas regiones norteñas, con po-
blaciones de mucho menor desarrollo. Aunque a su vez, algunos grupos norteños
practicaban ya la agricultura, había otros que seguían manteniéndose por medio de
la recolección y la caza. Lo anterior evidenció una especie de gran frontera cultural
entre lo mesoamericano y norteño.

Mesoamérica alcanzó su mayor expansión en la época clásica, donde logró concretar


cinco extensas regiones, con grandes variantes y afinidades. Tales zonas son: la del
Altiplano central, del Golfo, de Oaxaca, del Occidente, y del ámbito mayense.

Se cree que a partir del último milenio a.C. comenzaron a desplazarse los pue-
blos norteños, cuya residencia fue lo que hoy son Utah y buena parte de Arizona, exten-
diéndose por el rumbo del suroeste hacia Chihuahua, Durango, Nayarit, Sinaloa y
Sonora. Estos pueblos hablaban lenguas del tronco lingüístico uto-azteca (como el
náhuatl).

Desde varios siglos antes de la era cristiana, la mayoría de los grupos uto-azte-
cas practicaban ya la agricultura y empezaban a elaborar trabajos de cerámica. Sin
embargo, ninguno de estos pueblos había creado centros de importancia, ni desa-
rrollado formas complejas y eficientes de organización social, económica, política y
religiosa. Además, no conocieron la escritura ni otras creaciones culturales como la
escultura o la pintura mural.

La irradiación cultural proveniente del centro de México dejó huella más profun-
da entre los llamados indios Pueblos, establecidos en el norte de Chihuahua y
en territorios de Arizona y Nuevo México. La difusión cultural mesoamericana, en
el caso de los grupos uto-aztecas, no rebasó lo que hoy es Sinaloa. Mientras que
los pueblos hokanos que no se encontraban tan apartados del ámbito meso-

46
CIENCIAS SOCIALES

americano, como los de Nuevo León y Tamaulipas, asimilaron escasamente o nada


la alta cultura.

Rasgos más sobresalientes del clásico en Mesoamérica

Entre los aspectos más sobresalientes resaltan los siguientes: las técnicas agrí-
colas se depuraron; las terrazas para cultivos se hicieron más frecuentes, al igual
que diversas maneras de sistemas de regadío; se aprovecharon los beneficios de
las plantas como el algodón; la dieta de las distintas comunidades dependía ca-
da vez más del trabajo organizado en el campo; y hubo un incremento en la pobla-
ción.

Las aldeas fueron creciendo hasta que en el centro de los poblados comenzaron a
cimentarse nuevos tipos de edificaciones debidamente planificadas (con calzadas y
plazas). Se levantaron pirámides truncadas y escalonadas, santuarios, palacios, juegos
de pelota, escuelas y mercados. Proliferaron así en la regiones mesoamericanas (del
Golfo, en el Altiplano, en las zonas de Oaxaca y mayense) múltiples y suntuosos centros
ceremoniales donde, algunos de ellos, llegaron a convertirse en importantes metrópolis
con verdaderos núcleos de organización política y sistemas administrativos.

En los lugares antes mencionados, los sistemas de organización: social, econó-


mica, política y religiosa se transformaron en formas mucho más complejas y efi-
cientes. Aparecieron ya diferentes clases sociales: los gobernantes y sacerdotes,
los grandes jefes guerreros (integrantes de la nobleza); los artistas, artesanos y
comerciantes; y la gente del pueblo (dedicada a la agricultura, a las faenas de la
construcción y a otras tareas en provecho del culto religioso, el Estado y los gober-
nantes).

Con respecto a las creencias y rituales religiosos, hubo ajustes y creaciones por
parte de los sacerdotes: se fortalecieron diferencias regionales, así como similitudes
en el culto y tradiciones en las distintas zonas. Ninguna ciudad se construyó sin la
existencia de un núcleo en el que destacaban los elementos jerárquico-religiosos.
Los templos y palacios estaban circundados por espacios abiertos.

Uno de los vestigios que muestran el gran refinamiento logrado en el periodo


clásico son las creaciones artísticas como la escultura y la pintura mural.

Uno de los grandes logros del clásico mesoamericano, fue el perfeccionamiento


de los sistemas calendáricos, los cuales llegaron a tener extraordinaria precisión; y
de escritura. Gracias a esta última, pudo preservarse a través de inscripciones en
piedra y en libros o “códices”, el recuento del pasado, así como los conocimientos
religiosos y mundanos.

47
EL PERIODO CLÁSICO (SIGLOS I - X d.C.)

Teotihuacan: seis siglos de esplendor

Los arqueólogos han dividido la evolución cultural teotihuacana en cuatro etapas o fases:

Etapa Fechas Características

Etapa I 300 a.C.- 0 • Coincide con el


preclásico superior
• Etapa formativa

Etapa II 0-300 d.C. • Esplendor clásico

Etapa III 300-650 d.C. • Esplendor clásico

Etapa IV se extiende hasta • Lapso de decadencia


el siglo IX d.C. y abandono

Para valorar la significación y grandeza de Teotihuacan pueden adoptarse dos


puntos de vista:

• El primero se apoya en los descubrimientos de la arqueología.

• El segundo atiende a testimonios de tiempo posteriores pero que dejan ver


lo que otras personas de idioma náhuatl expresaron sobre lo que consideraban
como una “Ciudad de los Dioses”.

La ciudad de Teotihuacan fue la más grande de Mesoamérica. Prueba de ello la


dan sus monumentales pirámides, sus palacios, templos, conjuntos habitacionales,
talleres, mercados y avenidas.

Poco se sabe de los antecesores del pueblo teotihuacano; sin embargo, según
algunos de los textos en náhuatl, fueron grupos que habían vivido por el rumbo de
las costas del Golfo de México.

Su economía se basó principalmente en la agricultura, el comercio y el tributo.


Cultivaban maíz, frijol, calabaza y chile, para lo que empleaban avanzados métodos
agrícolas. La cercanía de ciertas minas de obsidiana facilitó la elaboración de su
instrumental como cuchillos, navajas, puntas de flecha, entre otros; permitiendo un
activo comercio con estos objetos.

En un principio, Teotihuacan fue un Estado Teocrático, es decir, gobernado por


sacerdotes, quienes se habían apropiado de la alta cultura y conocimientos

48
CIENCIAS SOCIALES

superiores. En la época de auge, los militares adquirieron gran importancia


(encargados de guardar las fronteras y de la recaudación de tributos), por lo que
compartieron el poder con los sacerdotes. En esta sociedad estratificada, los
comerciantes tenían una posición privilegiada, mientras que los estratos bajos estaban
integrados por agricultores, pequeños comerciantes y artesanos.
En el centro de la ciudad se construyeron los grandes templos dedicados al
culto, así como los principales palacios de los sacerdotes y funcionarios encargados
del gobierno. Este centro ceremonial está rodeado por palacios de menor tamaño,
que fueron habitados por las clases ricas y privilegiadas de la ciudad. En la periferia
se localizaban las casas de los artesanos y otros especialistas, los cuales se
agrupaban en barrios; y diseminadas se encontraban las chozas de los campesinos,
construidas con materiales perecederos.
Entre las edificaciones del centro ceremonial destacan la Calzada de los Muertos,
la Pirámide de la Luna, el Palacio de Quetzalpapálotl, la Ciudadela, La Pirámide de
Quetzalcóatl y la del Sol.
La arquitectura es imponente; alternaron taludes con tableros. Todos los monu-
mentos se construían de piedra y se recubrían con una capa de estuco, que en
muchos casos permitía decorarlos con pinturas murales. La abundancia de pintura,
es extraordinaria. Entre los murales más importantes se encuentra el Tlalocan o
paraíso de TIáloc, de Tepantitla.
Los testimonios acerca de la religiosidad teotihuacana afloran en muchas par-
tes: monumentos arquitectónicos, esculturas, pinturas murales y cerámica; permi-
tiéndonos conocer las principales deidades de adoración y algunas ceremonias ri-
tuales; veneraban a TIáloc (dios de la lluvia), Quetzalcóatl (serpiente emplumada), a
Huehuetéotl (dios del fuego), etc.
Los teotihuacanos desarrollaron una forma de escritura ideográfica y conocieron asi-
mismo los sistemas calendáricos. Se sabe que se valieron del tonalpohualli, cuenta de
los destinos, sistema de 260 días y del cómputo de Xíhvitl, calendario solar de 365 días.
La influencia teotihuacana se manifestó en todo el territorio mesoamericano y
aún fuera de éste, pues se han encontrado abundantes rasgos de esta cultura en los
actuales estados de Nayarit, Durango, Zacatecas y Chihuahua.
Aproximadamente hacia la segunda mitad del siglo VII d.C. vino la decadencia y
completo abandono de la gran metrópoli teotihuacana. De ese tiempo datan los
hallazgos de lo que fue tal vez un gran incendio que destruyó gran parte de esta ciudad.
Diversas hipótesis se han formulado para tratar de explicar la ruina de esta civiliza-
ción (alteraciones climáticas, invasiones procedentes del norte, conflictos internos,
o la suma de varios de estos factores).

49
EL PERIODO CLÁSICO (SIGLOS I - X d.C.)

El periodo clásico más allá del Altiplano central

Como vimos en el tema anterior, la irradiación de Teotihuacan influyó en las regio-


nes del norte hasta alcanzar los indios Pueblos; sin embargo, también propagó ele-
mentos de su cultura hacia el oriente, poniente y sur, penetrando en las zonas
veracruzanas, oaxaqueñas y mayas.

Irradiación cultural teotihuacana

El clásico en la región central de Veracruz

La alta cultura olmeca influyó de múltiples formas en la región de Veracruz y en las


zonas vecinas de lo que hoy es el estado de Puebla. Este amplio territorio recibe el
nombre indígena de Totonacapan, que significa “lugar de luz y calor”, y es, asimis-
mo, el lugar donde habitaron los totonacas.

Se han hecho diversas divisiones sobre el florecimiento del clásico en Veracruz.


Nosotros sólo distinguiremos entre un clásico temprano (300-650 d.C.) y otro más
tardío (650-900 d.C.).

Se han realizado estudios en varios sitios de dicha región, entre éstos encon-
tramos las excavaciones hechas en Nautla, Remojadas, Yohualichan y el Tajín.

50
CIENCIAS SOCIALES

El ámbito de las culturas del Golfo

Una característica peculiar del Tajín son sus edificaciones, las cuales se yerguen
en una superficie que sobrepasa a las setenta y cinco hectáreas. Muchas de sus
construcciones fueron objeto de constantes transformaciones, un ejemplo claro de
esto lo observamos en la conocida pirámide de los nichos (que emana del clásico
tardío), en la cual se encierra una estructura más pequeña (que es varios siglos más
antigua).

Los resultados de las investigaciones realizadas sobre el desarrollo del clásico


en Veracruz, no han dejado un conocimiento profundo de la cultura de dicha región,
sin embargo, es posible destacar algunos rasgos característicos de la fisonomía
cultural de esta área: edificaron importantes centros ceremoniales, debidamente
planificados; conocieron y utilizaron los sistemas calendáricos y las formas de
escritura; adoptaron el juego de pelota, ligándolo al culto religiosos; y entre sus

51
EL PERIODO CLÁSICO (SIGLOS I - X d.C.)

deidades estaban Huehuetéotl “dios viejo”; TIáloc, conocido por los totonacas con el
nombre de Tajín; Quetzalcóatl, serpiente emplumada; y otros.

Se han encontrado tres tipos de objetos característicos de la región, los cuales


parecen estar asociados con el ritual del juego de pelota. Éstos son unas esculturas
en piedra designadas como palmas, yugos y hachas. Otro tipo de creación típica es
la que se conoce como “cerámica de Remojadas” (nombre de la localidad); se trata
de cabezas y figuras completas, con sonriente expresión, las cuales han sido
interpretadas como testimonio de la alegría de vivir.

Florecimiento clásico de los huastecos

En la región comprendida entre el norte de Veracruz, sur de Tamaulipas y áreas


colindantes de San Luis Potosí e Hidalgo, se consolidó otra importante forma de
desarrollo cultural. Dicho grupo era de filiación lingüística mayense, el cual quedó
separado de sus hermanos del sur.

Desde el preclásico inferior, se estableció en la zona costera (particularmente


en las orillas del río Pánuco), gente emparentada de diversas formas con los pueblos
mayas meridionales (olmecas y totonacos); dicho grupo más tarde se conoció con el
nombre de huastecos.

Al igual que en las regiones anteriores, los estudiosos dividen esta zona en dos
fases o periodos: la del clásico temprano (300-650 d.C.), y otra posterior (650-900 d.C.).

En sus orígenes, el clásico huasteco recibió influencias de las culturas sureñas


de Veracruz (la cual se refleja en la adopción del juego de pelota, los yugos y las
palmas), así como de la civilización teotihuacana (se percibe en el arte de la cerámica
y en la arquitectura),

Algunos de los recintos ceremoniales más importantes de la cultura huasteca se


erigen en la región del Pánuco, El Ébano, Tamposoque (Tamaulipas), Tamuín,
Tancanhuitz y Huaxamá (San Luis Potosí), Huilocintla (Veracruz), Vinasco (Hidalgo)
y Ajalpan (Querétaro), entre otros.

Testimonio de que los huastecos participaron de modo sobresaliente en la gran


etapa del clásico mesoamericano, lo observamos en sus extraordinarios conjuntos
planificados de edificaciones, tumbas, pinturas murales, lápidas con inscripciones y
esculturas (la más famosa es la escultura conocida como “adolescente huasteco”,
sacerdote de Quetzalcóatl). A su vez se singularizaron por ser considerados como
los supuestos o reales inventores del arte de interpretar los sueños. Elaboraron su
propio sistema de escritura y cómputo calendárico.
52
CIENCIAS SOCIALES

El clásico entre los zapotecas

Área de Oaxaca

El estudio de la cultura zapoteca se divide en cinco etapas:

Etapa Fechas Características

Monte Albán I2 700-300 a.C. • Recibió influencia procedente del


Golfo.

Monte Albán III 300 a.C.-100 d.C. • Coincidió en Oaxaca con los últi-
mos siglos del preclásico superior
y el primero de esplendor clásico
en Teotihuacan.
• Se considera como periodo forma-
tivo.

Monte Albán III-A 200-500 d.C. • Máximo florecimiento en el esplen-


dor zapoteca.
2
Se designa como Monte Albán no por estar restringida a este sitio, sino por ser el más conocido en el ámbito zapoteca.

53
EL PERIODO CLÁSICO (SIGLOS I - X d.C.)

Monte Albán 500-800 d.C. • Máximo florecimiento en el esplen-


III-B dor zapoteca.

Monte Albán IV • Rebasa el periodo clásico.

Monte Albán V • Rebasa el periodo clásico.

Hacia 100 d.C., Monte Albán y otros lugares de los valles centrales de Oaxaca,
se sometieron a diversos cambios favorables. Es perceptible la influencia de
Teotihuacan, la cual se manifiesta en la cerámica, la arquitectura y en el sentido de
planificación. Ambos pueblos tuvieron contacto a través de un intercambio comercial;
lo anterior propició un trueque cultural. Un ejemplo de lo anterior es el hallazgo
encontrado en un recinto teotihuacano, en una pequeña casa con una tumba y
diversas ofrendas, todo ello con características correspondientes a Monte Albán-lll.

Sin embargo, la fase de Monte Albán III-A es la que marca el inicio de una
evolución cultural con características propias. Un ejemplo de ello son la aparición de
las urnas funerarias zapotecas, utilizadas en las ofrendas, que son vasos decorados
con símbolos y con frecuentes representaciones de figuras humanas, deidades y
animales. Este tipo de urnas son una característica particular de los zapotecas, ya
que no se encuentra una producción igual en Mesoamérica o en cualquier otro sitio.

El estudio de sus representaciones realizadas en las urnas funerarias y las


pinturas de las tumbas, ha contribuido al conocimiento de las deidades veneradas
por los zapotecas. Entre los destacados encontramos Cocijo, señor de la lluvia
(equivalente al TIáloc del Altiplano); Quetzalcóatl, como serpiente emplumada y dios
del viento; Xipe-Tótec, el señor desollado, y otros.

A lo largo de Monte Albán lll-A el sentido de planificación había logrado realiza-


ciones como la del gran centro ceremonial de Monte Albán o los de Yagul, Zaachila
y Teotitlán.

Su gobierno era teocrático, es decir, representado por los sacerdotes, aunque


posteriormente adquirió carácter militarista. El grupo dominante de la sociedad estaba
integrado por sacerdotes, militares y comerciantes, y la clase dominada, por
campesinos y artesanos. La clase dirigente vivía en habitaciones de mampostería,
mientras que el pueblo lo hacía en casas de materiales perecederos.

Se dedicaron a la agricultura, la producción artesanal, el comercio, la caza, la pesca


y la recolección; utilizaron el sistema de terrazas para sus cultivos, y en época tardía, el
riego artificial por medio de canales, lo que les permitió obtener abundantes cosechas.

54
CIENCIAS SOCIALES

La plenitud del clásico era una realidad entre los zapotecas en Monte Albán III-B.
Se desconoce si lograron formar una especie de imperio o Estado más o menos
unificado, sin embargo, consta que sí alcanzaron una considerable expansión. La
arqueología nos muestra, en las construcciones de carácter religioso y administrativo,
la serie de terrazas construidas en las laderas y en los vestigios de las casas-
habitación, que existía allí una auténtica metrópoli.

Hacia 800 d.C. se inició la decadencia de Monte Albán. Sus recintos nunca fueron
abandonados; la gente que se quedó, se mezcló con los grupos dominadores de
buena parte de tierras oaxaqueñas (mixtecos), cuyo florecimiento ocurrió en el periodo
posclásico.

El clásico en el área del occidente de Mesoamérica

Al hablar del “occidente mesoamericano” nos estamos refiriendo al territorio que


comprende actualmente los estados de Colima, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Nayarit
y Sinaloa. La diversidad de la situación geográfica en esta vasta extensión presenta
rasgos y diferencias regionales de considerable interés. Encontramos una faja
costera, que contrasta con las grandes elevaciones de la Sierras Madre Sur y Occi-
dental, asimismo destacan las extendidas mesetas, varias cuencas lacustres y co-
rrientes fluviales.

Región del occidente

55
EL PERIODO CLÁSICO (SIGLOS I - X d.C.)

El conocimiento sobre lo que ocurrió en el periodo clásico en las regiones del


occidente mesoamericano sigue siendo limitado. A grandes rasgos puede afirmarse
que el desarrollo del clásico no alcanzó aquí el esplendor como el que tuvo las áreas
del Altiplano central, de Oaxaca o la del ámbito maya. Se presentan influencias y
penetraciones culturales de la civilización teotihuacana. Tales influencias no se
manifestaron en la creación de centros urbanos o de importantes recintos
ceremoniales. Se han encontrado tan sólo pequeñas edificaciones entre las que
cabe citar, las de El Otero, cerca de Jiquilpan, en Michoacán.

En esta zona no se ha descubierto vestigio alguno de la existencia o conocimiento


de la escritura. Sin embargo, no hay duda de que la alfarería de occidente tiene
personalidad inconfundible. Dado que aquí no se emplearon moldes, cuanto se
produjo fue obra que salía individualizada de las manos del alfarero. Ejemplo de
esto son la gran cantidad de vasijas, figuras de plantas, animales, seres humanos e
incluso escenas de la vida diaria, o de ceremonias rituales.

Con respecto a la religión, se han hallado representaciones de deidades con los


atributos de Huehuetéotl, “dios viejo”; de la diosa madre; y de la divinidad de la lluvia.
Realizaban culto a sus muertos y concebían la idea de la supervivencia en el más
allá. Un ejemplo de esto son las tumbas encontradas frecuentemente en la zona. En
algunas de ellas, sobre todo en el valle de Colima, junto con otras ofrendas, han
aparecido representaciones en barro de perrillos, los famosos xoloitzcuintli. Su
presencia al lado del muerto ha sido interpretada a veces en términos de la creencia
de que quienes morían iban al más allá acompañados por un perrillo.

El esplendor clásico de los mayas

Durante el periodo clásico, probablemente fueron los distintos pueblos de cultura y


lengua mayenses los que alcanzaron mayor desarrollo en diversos aspectos. El
ámbito geográfico en el que se desarrolló la cultura maya, comprende los actuales
estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, así como en
Guatemala, Belice y algunas porciones del occidente de Honduras.

Puede describirse la gran zona habitada por los mayas, desde dos puntos de
vista: por una parte cabe hablar de tierras altas y bajas; y por otra suelen establecerse
tres divisiones regionales: del sur, del centro y del norte. Nosotros tomaremos en
cuenta los dos criterios.

56
CIENCIAS SOCIALES

El área maya

La región sur

En la región sur se hallan las tierras altas, las cuales se localizan a lo largo de la
Sierra Madre de Chiapas y de los Andes Centroamericanos y sus estribaciones. La
vertiente del Pacífico abarca una planicie o faja costera. En las tierras altas (predo-
minan los bosques y algunos lagos elevados), hasta hoy viven grupos mayas como
los tzeltales, tzotziles, quichés, cakchiqueles, mames, kekchís y pokomanes.

El interés de la región sur (tanto la costa como las tierras altas) proviene de que
allí tuvo lugar un temprano florecimiento, antecedente del esplendor clásico maya,
así como haber sido camino de penetración de algunos grupos de idioma náhuatl,
procedentes del centro de México en los tiempos que siguieron a la ruina de
Teotihuacan. Este hecho, dejó atributos en la gente de origen mayense, que para
siempre los distinguieron de sus hermanos de tierras bajas. Así, por ejemplo, sus
centros de culto, y las representaciones de sus dioses nos remontan al ámbito
teotihuacano que a los del mundo maya.

57
EL PERIODO PRECLÁSICO (2300 - 0 A.C.)

La región central

La región del centro comprende las tierras bajas en la gran cuenca del río Usumacinta,
al norte de Guatemala; desde Tabasco hasta el Sur de Campeche y de Quintana Roo;
Belice y el occidente de Honduras. Sobresale la selva y una intrincada red de ríos.

En esta región, probablemente desde el siglo III d.C., ocurrió el inicio del clásico
maya. El desarrollo de la civilización entre los ancestros de los actuales grupos
–chontales, choles, lacandones, chortís y mopanes– llegó a sus más altas cimas. Lo
anterior es evidente en el conjunto de las “creaciones descubiertas por los arqueó-
logos: en los centros y recintos, en el gran número de estelas con inscripciones, en
la precisión de los cómputos calendáricos, etc.

Algunas comunidades establecidas en el área de Petén, en la cuenca del Usu-


macinta o en la del Motagua, en Honduras, empezaron a transformarse. Su desa-
rrollo se vio influido por la aplicación de técnicas agrícolas. Al haber un aumento de
la población, se consolidaron formas más complejas de organización social, políti-
ca, económica y religiosa.

En la selva, en los alrededores de los grandes conjuntos de tierras taladas,


comienzan a surgir las edificaciones de los centros mayas. Formados por construc-
ciones planificadas, se observan estructuras piramidales con templos y santuarios,
palacios, juegos de pelota, todo ello en torno a plazas y calzadas. Alrededor de
dichos centros, solían encontrarse edificaciones frecuentemente residencia de nobles,
mientras que en un contorno más amplío estaban las chozas de materiales perecede-
ros, donde vivía la gente del pueblo. En los centros principales se realizaban las fiestas
y ceremonias rituales, de acuerdo siempre a las medidas del tiempo.

La fundación más importante del Petén fue Tikal. Ésta llegó a tener los templos
y pirámides más elevados en todo el ámbito maya. Además, dentro del área de
Petén, hubo otros centros con extraordinario florecimiento, entre los que sobresalen
Uaxactún, al norte de Tikal.

Los centros de Tikal y Uaxactún desplegaron una notoria influencia dentro de la


región central y norteña. Citaremos el caso de Kalahmul en Campeche, recinto maya
donde se ha descubierto el mayor número de estelas con inscripciones.

En el área del río Motagua, en la zona fronteriza entre Guatemala y Honduras,


encontramos los importantes centros Copán y Quiriguá, donde no se edificaron pi-
rámides o templos tan elevados como los de Tikal. Aquí son numerosas las escultu-
ras, con representaciones de personajes y deidades que aparecen incorporadas a
las estelas. En Copán hay, asimismo, extraordinaria, riqueza de inscripciones; ade-

58
CIENCIAS SOCIALES

más de que fue allí donde probablemente las mediciones del tiempo alcanzaron su
máximo desarrollo; por ejemplo, las mediciones de los ciclos de la luna y la medición
del año solar.

Otra área, también con múltiples vestigios arqueológicos, dentro de la región


central, es la cuenca del río Usumacinta en territorio de Guatemala, Chiapas y
Tabasco. Entre los principales centros sobresalen Yaxchilán (Chiapas); Piedras Negras
(Guatemala) y, algo más alejados, Bonampak, Palenque y Tonina.

La región norte

Esta región comprende la mayor parte de la península de Yucatán, aproximada-


mente a partir de la laguna de Términos y de la Bahía de Chetumal hacia el norte. Es
extremadamente seca, con montes bajos y numerosos pozos de agua, llamados
cenotes. Los grupos indígenas que hasta hoy habitan esta región hablan el maya
yucateco.

Los arqueólogos para su estudio dividen a esta región en algunas subáreas:

• La del Río Bec, que colinda con el extremo norte del Petén. En ella hay
numerosos centros, entre los que destacan los de Becan, Río Bec y Xpuhil.

• La de los Chenes, en el territorio de Campeche. Sus centros se distinguen por


la decoración bastante recargada que ostentan sus templos; por ejemplo, de
Hochob y Santa Rosa.

• La subárea de mayor interés es la Puuc, que significa “sierra” en lengua maya.


Se localiza cerca de las únicas elevaciones que hay en la península. En este
lugar se edificaron recintos, los cuales habrían de tener vida y pujanza hasta
los tiempos de la conquista española. Entre los centros principales encontramos
Uxmal, Labná, Kabah y Sayil. Adyacente a dicha área floreció Chichén-Itzá.

Los comienzos del clásico maya y la “cuenta larga”

Los inicios del clásico maya se sitúan aproximadamente hacia 300 d.C., cuando
aparecen en la región central inscripciones calendáricas según el complejo sistema
de la “cuenta larga”.

El sistema de la cuenta larga se basaba en computar el tiempo, registrando con


su correspondiente número y jeroglífico los ciclos que habían transcurrido; se tomaban
en cuenta los siguientes:

59
EL PERIODO CLÁSICO (SIGLOS I - X d.C.)

Km día
Unial 20 días
Tun Año o suma de 18 uniales=360 días
Katun 20 tunes o años
Baktun 20 katunes o 144,000 días

Los mayas inscribían en sus estelas, en orden decreciente, de arriba a abajo, los
distintos ciclos transcurridos, tomando siempre como punto de referencia en sus
cómputos una especie de remoto principio de su cronología, situado, en términos de
nuestro calendario, hacia los 3 113 años a.C.

Con el sistema de la cuenta larga, los sabios mayas acertaron en sus cómputos
en un diezmilésimo más que el sistema gregoriano que hasta hoy nos rige.

La agricultura y el desarrollo de los mayas

El desarrollo de esta cultura, al igual que la de todos los pueblos, estuvo condiciona-
do a sus recursos naturales. La situación geográfica de los mayas (las tierras altas
y bajas dentro de esta zona), no constituían un medio ideal para la agricultura. Sin
embargo, practicaron en una forma lo que hoy se conoce como el “sistema de roza”,
que consiste en limpiar o desmontar un área determinada, cortando y posteriormen-
te quemando árboles y yerbas para fertilizar el terreno. De esta manera, puede
procederse a la siembra en el momento adecuado. Ésta puede ser el cultivo del
maíz, la calabaza, el frijol y el chile, y sólo podrá cultivarse, en ese sitio, por un
determinado número de años. La razón de ello es que el producto cultivado varias
veces comienza a ofrecer escasos frutos. Por lo tanto, es necesario buscar otro
lugar para iniciar el proceso de roza (limpia), desmonte y quema.

Tal vez los datos anteriores ayuden a comprender la frecuente y necesaria


movilidad de los mayas.

Podemos decir, en general, que en la organización social de los mayas, en un


principio, no había fuertes diferencias de clases, pero más tarde surgieron castas y
capas sociales bien definidas, y después se organizó una sociedad fuertemente
estratificada y jerarquizada, que prevaleció hasta la conquista española.

Las ciudades mayas eran gobernadas por un jefe guerrero o Halach Vinic, el
cual tenía funciones civiles, religiosas y militares; después estaban los nobles, quienes
integraban el Consejo de Estado y podían ser jefes locales, ayudantes, sacerdotes
mayores, administradores y jefes de guerra; muy cerca de éstos estaban los jueces,

60
CIENCIAS SOCIALES

comerciantes, sacerdotes menores, alguaciles y otros más. Para ellos se construían


las mejores habitaciones y se hacían ricos vestidos. En la escala inferior estaban los
artesanos, campesinos, cargadores, sirvientes y esclavos. Los prisioneros de guerra o
las personas que cometían actos considerados como delitos se convertían en esclavos.

Por lo que toca a los dioses adorados por los mayas del periodo clásico, se
veneraba a Kinich Ahau, “Señor del ojo solar”, el ser que gobierna el tiempo; Ek
Chuah, protector de los mercaderes, Yum Kimil, dios de los muertos; a Chaac, el
dios de la lluvia; así como los cuatro Bakabes que sostenían el mundo en los cuatro
rumbos del mismo. La tierra, que así recibía apoyo, se concebía como dividida en
cuatro grandes sectores, orientados hacia los distintos rumbos del Universo. Función
de suma importancia se concedía a los cómputos calendáricos, ya que basados en
el tiempo normaban su existencia.

El principal documento de la literatura maya es el Popol Vuh, libro sagrado de los


quichés. En éste se refieren los mitos, leyendas e historias de este antiguo pueblo. Los
libros de Chilam Balam (18 libros) recopilan cantos, poemas, profecías, acontecimientos
importantes. Entre los códices encontramos El Códice de Dresde (más interesante y
hermoso, donde se describen rituales y cálculos de los mayas en Chichén-Itzá); el Códice
Tro-Cortesiano (material para la adivinación) y el Códice Peresiano (ceremonial),

Una página del códice maya de Dresde.

61

S-ar putea să vă placă și