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DOCTRINA CHRISTIANA
DE N. G. P.
S. AUGUSTIN.
ATíÁYTFimO AWi./í'jQI.
/r .v: :a na
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LOS LIBROS
DE LA DOCTRINA CHRISTIANA
DE N. G. P.
S. JLlTGVSTXJSr
SEGÚN LA EDICIÓN Vy
DE S. MAURO,
en que se dan reglas para entender,
i enseñar las santas Escrituras:
Traducidos del Latin al Castellano , é ilus
trados con algunas Notas
Por ez P. M. Fe. Evgekio de Z.ebal¿.QjS^
del Orden de N. P. S. Augustin , Maestro
en sagrada Theologia , del Número de la Pro
vincia de Castilla , i Etc -Difinidor General , en
su Cimiento de S. Phelipe el Real
de Madrid.
TOMO I.
•
' s'i. ".
J >...
.1 O.M..OT
-
Al Excelentísimo Señor
D. PEDRO DE ALCÁNTARA,
X
signe Orden del Toyson de Oro,
Gran-Cruz de la Real i distin
guida Española de CARLOS
TERCERO : Gentil-Hombre de
Camara de S. M. con egercicio;
con honores de Caballerizo ma
yor de la Princesa ( hoy Reyna
nuestra Señora) , i Presidente del
Real Consejo de las
Ordenes.
Excmo, Señor,
SEÑOR.
"Exento. Señor,
,i
Criado i Capellán
Q.S.M.B. \
PRO-
PROLOGO
DEL TRADUCTOR.
Sí" b 2
VIH
es Justo aprovecharnos de lo que
haya de bueno en los Philosophos
i Autores paganos. Luego señala
con mucha precision que' faculra-
des i ciencias pueden contribuir pa
ra que entendamos las Escrituras:
í cómo nos hemos de servir de ellas;
concluyendo este Libro segundo con
un cotejo entre los Libros santos i
los de los Gentiles. -•. : •.- iVj
6. En el Libro tercero dá re1
glas para vencer las dificultades que
consisten en las palabras , i en su
pronunciacion i ambigüedad. L>es-
pues hace ver , que no se há de
entender á la letra lo que se dice
en la Escrituraiéguradamente. Trar
ta de la utilidad de las figuras, de
su hermosura , m.ysterios i efectos*.
Toca las ceremonias de los Judios,
i la.; idolatria de los Gentiles, i el
modo diferente qon que los unos i
los otros han sido; llamados á la re*
ligion de Jesu-Christo : porque pa
ra reducir á los primeros r-. no ,ha-
s4 via
u
via mas que hacer que quitar el
ye'lo que los impide ver la íuz de
la verdad; i para Jos segundos era
necesario derribar idolos , destruir
errores-, convencer entendimientos.
Señala despues unas reglas admira
bles para conocer las expresiones
proprias i metaphoricas de la Es
critura, , 1 para! entender lo que en
algunos pasages se. dice de Dios, de
lo* Prophetás , i Santos , que pa
rece cootcarío á nuestras virtudes
i loables costumbres. Últimamente
refiere i explica las reglas que es
cribio Ticonio- para entender los
pasages mysteriosos de la Escritu
ra ; insinuando desde luego la pre
caucion con que sé ha de leer la
Obra de aquel Donatista. " :! "
7. Si algunos Capitulos de estos
tres primeros Libros se miran solo
superficialmente , pareceran extra
ños al principal objeto de e'sta Obra;
pero á poca reflexion que se haga,
sci^eseubrira el enlace i conexion
-25 b 3 que
que tienen , i se verá que- tentarse
trata iseicoloca perfectamente bién^
como conviene,, : i rdónde corres-*-
ponde.. r . iKri^-i '. '•' i. f:t:\
8. Hasta aquí solamente haner*
piteado mi G. Pvlos medios de' tras-
car ?! descubrit el sentido de las
Escriturais; pero en el resto! de la
Obra enseña el modo dei predicar.
Todo, el Libro quarto es piopria-
mentü un, tratado ;de la elocuencia
evangelica i i es preciso confesar,
que. tiene gran derecho ádkr lec
ciones. de ¡ella i porque múypocos
ha havido que; hayan profundiza*
doíanCo en e'staMmáteria , ni la ha
ya^ tratado con tanta solidez I exac
titud-como mi P. S.AugustinL To
do quanto enseña ~f está fundado só+
bre -4a '. recta- razón. Da [excelentes
avisos para el úsod del acta defRhe*
tpricat recomendando como íéLmé-
jdip mas breve , mejor i mas! segu
ro;, la. lectura. e imitacion dcto$
Oradores antiguos i moderoos^qufe
c.■p 'c i es
estan tenidos f>or buenos modelos
de ^Oratoria sagrada. Supone, que
•lia detener ciertas prendas natu-
rales el que quiera hacerse Orador?
sin Jas qualeS> noble. aconseja que lo
intériie pi procure. Hace ver quán
poío Adfesta"- habjarr-¿con elocuencia,
a uh .eritendimienfp ilustrado con
las luettiAc la. sabiduria, porque há»
Ua. ena áu- píopria' elevacion las fuen
tes de J^.vecdaidtó» elocuencia. Pro-
pone,e«tiejasam«bie" varios egemplos
dfc el'©euenteia: sacados de la sagra
da. Estfitura: i de los Santos Padres,
señalando el artificio , hermosura,
i primores Rhetoticos que contie
nen• Concluye toda su obra con mu
chas; 'Instrucciones sumamente juy-
ílosas sobre el .modo con que se
han.i4e usar , variar, i ae¡omodar
tes.difefentes estilos de la elocuen-f
eia^i finalmente exhorta al Ora-
ik$ \ ái que recurra principalmen
te! á Dios á pedirle las luces i au
xilios necesarios para este ministe-
¿4 rio,
MI
rio , i a que no ensene ni persua
da á los oyentes cosa alguna que
no este bien expresada en su vida
I costumbres. *. i»ji <¿M ''J '".'
f 9. Ve' aqui todo el designio de
mi G. P. S. Augustin en cfsta Obra,
que, como dicen- los PP. Benedic
tinos de la Congregacion de S. Mau
ro (a), es digna de colocarse ¡por
Prefacio de la Sagrada Escritura." I
como en estos tiempos no "¿ola-
mente se ha avivado mucho en el
corazon de los Fieles el deseo de
manejar i leer estos divinos Libros,
sino que tambien se ha facilitado
k todos su lectura , por me'dio de
la Traduccion que se va publican
do de toda la Biblia en lengua
Castellana : parece consiguiente f
Oportuno , que tambien se publi*
quen traducidos al Castellano estos1
Libros , que son ó deben ser- un
Prefacio legitimo de aquellos: i que
''(] !os
(a) En su Prefacio á ésta Obra. -il ¿" '
km
los mismos Fieles que se dedican a
aquélla lectura i estudio tan salu
dable , reciban con aprecio la tra
duccion de esta Obra , en que ha
llarán , dictadas por todo un San
Augustih , las instrucciones i reglas
necesarias para la recta inteligencia
de la divina Escritura, que son otras
tantas antorchas encendidas , que
les ponen clarisimo el camino, por.
donde sin tropiezo , sin confusion,
sin error , puedan llegar á descu
brir , entender , i penetrar sus mas
profundos arcanos , i reconditos
mysterios. i?
10. Por lo mismo es utilisima e's-
ta Obra , i necesaria tambien , pa*
ra todos los que se dedican al mi
nisterio de la predicacion : porque
ademas de facilitarlos la inteligen
cia de la Escritura , contiene sin
gulares lecciones i egemplos de elo
cuencia sagrada , que los deben sa
ber , e imitar los Oradores Chris-
tianos , si han de cumplir digna i
truc-
XIV
>
XXIII
. > . - • f ;* ;í
- ( , *il
'•'i '
.! . -/ai
XXXI
Retractaciones de N. P. S, Augustin
acerca de ésta Obra.
-
-. . '. . . . . '. - . ' 4 fl« w ;.;. :^c,j
* . . fc K\V •"'..'-'i 1-J i ....• ^ul .
• l '. • V . S..-\:. .... '.V^TO
• • i f ,:•' ''¿\¿ .:í- .qr.D
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?!;?•''- '. .'. Vi . MI .qO
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oto. ''.''<' oinn? h
-a a'-* - TABLA
LÍBRO II.
."'V n^'i
PRO*
XLV
PRÓLOGO
DEL MISMO SANTO DOCTOR.
r
Propheta Isaias , fue por sugestion
divina remitido al Eunuco , i sen
tado con e'i le fue explicando con
voces i lengua humanas lo que se
contenia i ocultaba en aquel pasa-
ge de la Escritura. Nó es tambien
cierto , que el mismo Dios habla
ba con Moyses , i que no obstan
te eso , como próvido de todos
modos (a) , i de ninguno soberbio,
tomó el consejo que le dió su sue
gro , aunque gentil , para regir i
administrar aquel pueblo tan gran
de i numeroso (b) ? I es que Moyse's
sa
soh los mas laudables , pues fue Enriado por
Dios , i por los Apostoles. San Lacas en el
cap. ai. de los Hechos Apostolicos vers; 8. 1©
dá el título de Evangelista , porque asi se lla
maban todos los que seguían el Evangelio de
Jesu-Christo.
(a) La contraposicion del máxime próvidus,
et mínimé supérbus , que■ usa aqui el Santo Doc
tor, hace mas elegante i hermosa la sentencia;
pero en el Castellano no se le puede dar toda
esa gracia.
(¿; Exod. i8. 19. •> •.
^
xvn
sabia , que él consejo acertado i
verdadero , de qualquiera persona
que provenga , no es ella i quien
se debe atribuir , sino al mismo
Dios que es la summa é incommu-
table verdad.
8. Finalmente , qualquiera que
se gloria de que sin estar preveni
do de reglas i preceptos , solamen
te con la ilustracion divina entien
de todos los pasages que hay obs-*
euros en las Escrituras , hace bien
de creer ( porque es muy cierto )
que esa facilidad no la tiene por
si mismo , sino que es dadiva espe
cial de Dios : porque de esa ma
nera busca la gloria de Dios , i no
la suya. Pero quando lee i entien
de la Escritura , sin que hombre
alguno se la decláre ó exponga;
porque' el mismo afecta declararla
á otros , i no los remite á Dios,
para que tambien ellos la entiendan
sin enseñanza ni direccion de algun
hombre , sino solo enseñandolos
Dios
¿VIH
Dios interiormente ? Lo hace sin
duda , porque teme que el Señor
le diga , O mal siervo , debieras ba-
vtr dado a ganancias mi caudal (a). Pues
asi como estos explican á. otros de
palabra ó por escrito aquellas cosas
que entienden ; asi yo tambien en
e'sta Obra no debo ser reprendido
porque no solamente les declaro las
cosas que entiendo {b) , sino tam
bien los preceptos que han de ob
servar para que las entiendan ellos
por sí mismos 5 aunque nadie debe
atribuirse cosa alguna como suya
propria , sino la falsedad i la men
tira. Porque todo lo verdadero pro
viene de aquel que dijo , To soy la
ver
tía) Matth. ag. 17.
. (b) Aunque en la edicion de San Mauro se
prefiere 'la voz intelligant á la palabra intélligot
no obstante hallarse ésta autorizada - con veinti
tres MS. } á mí me ha parecido mas conforme
i la mente del Santo , i a todo el contexto la
palabra intélligo , por la contraposicion que
hace al intélligmt que precede. ( ....'...
verdad (a). I que es lo que tenemos-,
que no lo hayamos recibido? I sí
lo hemos recibido ; para que nos
gloriamos , como si no lo huviera-
mos recibido ? (b)
9. El que Ice para otros que le
estan oyendo , pronuncia las letras
que sabia e'l ya antes 5 pero el que
enseña esas mismas letras , hace
con esto que tambien los otros se
pan leer ; pero el uno i el otro dá
i comunica aquello que ha recibi
do. Asi tambien el que explica a
los oyentes lo que el tiene ya en
tendido en las sagradas Escrituras,
es como el que lee a otros las le
tras que el ya conoce ; pero el que
da reglas para entender las Escri
turas , es semejante al que enseña
las primeras letras , esto es , al que
dá reglas de cómo se ha de leer:
para que asi como el que sabe leer,
flo necesita de otro que le lea quan-
.*. t .. ; • . ¡; . do
(*) Joan, 14, 6. (b) i. Corinth. 4. 7.
.do encuentra un libro , I le decla
re 'lo que está allí escrito ; asi el
que aprendiese las reglas que inten
le, to dat , quando hallase algun lugar
obscuro en los Libros sagrados , ( te-
k¿r' hiendo el ya ciertas reglas sabidas,
al modo que el lector las letras)
no tenga que buscar otro que lo en
tienda i le descubra lo que está allí
oculto i sino que el mismo cami
nando sobre ciertas huellas , pueda
sin extraviarse llegar al verdadero
sentido que estaba ocúlto , ó por lo
menos librarse de caer en el absur
do de alguna mala doctrina. Por la
qual (aunque tambien en el discur
so de e'sta Obra constará bastante
mente que ninguno se opone con
razon á. e'ste nuestro trabajo oficio
so ) si con e'ste Prologo pareciere
haverse respondido suficientemente
4 todos los contrarios ; el exordio
que me ocurre para el rumbo, que
quiero emprender en esta Obra , es
el siguiente. - •
LIBRO PRIMERO.
nineramente se hace division de
toda Ja Obra , para que el que se de
dique al estudio de las Escrituras to
me algunos principios , ya para inv.es-:
tigar el sentido de ellas , ya tambien
para saber explicarlas. Despues , ob
servada la distincion de todo lo que
se ha de enseñar , jque se divide en
Signos , i en Cosas , se emprende en és
te primer libro el tratado "de las Cosas:
Que éstas son en dos maneras* unas , de-
las quales hemos de gozar¿^- otras , de
las que solamente nos fes permitido
usar : Que solamente á Dios se ha de
unir el hombre con éste gozo 6 frui
ción : a lo qual nos promueve la En
carnacion del mismo Verbo , las co
sas que temporalmente egecutó en el
mundo , i las llaves que entregó á
su Iglesia ; pero que entre las cosas
de que podemos usar , hay algunas en
- Tom. I. A que
a Doctrina Christiana
que justamente empleamos nuestro amor,
refiriendole i ordenándola a Dios cómo
a nuestro ultimo fin. Despues de expli
car todo esto , enseña el Santo Doctor,
que el complemento i fin de toda la sa
grada Escritura es el duplicado amor,
de Dios por sí mismo , i del progimo
por Dios. *•'' c >
.S.'Aí .i
•tt 1
::. i ,
í
\ 'í : .¿'C . .J
«- . .1 .'. CA-
de S. Augusfm "' 3
CAPÍTULO PRIMERO.
A* CA-
6
r
Doctrina Christiana
CAPITULO II.
Qué sean Cosas , i qué sean
Signos.
CAPÍTULO III.
CAPÍTULO IV.
CAPÍTULO V.
CAPÍTULO VI.
CAPÍTULjO VIL
CAPITULO VIII.
CAPÍTULO IX.
B$ CA-
as Doctrina Christiana
CAPÍTULO X.
CAPÍTULO XI.
Haviendose hecho hombre la Sabiduría
de Dios , nos S'rve de egempla* pa
ra purificar nuestro corazon.
CA-
de S. Augustin. 25
CAPÍTULO XII.
Cómo vino a nosotros la Sabiduría de
Dios.
s
26 Doctrina Christiana
dad de la predicacion (a) á los que
havian de creer en el. Asi quando
se dice que la Sabiduria de Dios vi
no á nosotros , np.se ha de imagi
nar que vino atravesando grandes
espacios , sino apareciendo en car
ne mortal a los mortales. Con que
vino allí mismo en donde estaba,
pues estaba en este mundo que ia*
via sido hecho por ella. M«s como
I los hombres , ll^Ps mas deI de.
seo de goza„r.de «« criaturas que
del mi*-° Criador , i que por ser
t-.* conformes á este mundo exte
rior
(a) Per stultftiam pnedicaliSnis : son pa
labras de San Pablo en la citada epístola á los
Corinthios alusivas á lo que decían los Gentiles,
quando los predicaba el Apostol á Christo cru-
' ducado , que si era escandalo para los Judios,
era para los Gentiles locura i necedad : Prf
dicámus Cbristum crucifixum , Judiéis quident
scándalum, Géntibus autem stultftiam. Alli,
vers. %$. I asi aquella expresion Necedad de
la predicacion , equivale á decir , Por eso que
les predicamos , que ellos llaman necedad j i
por esa necedad predicada por San Pab lo.
de S. Augustin. 27
ñor í terreno > son llamados coa
mucha congruencia con el nombre
de mundo , no la conocieron ; por
eso dijo oportunamente el Evange
lista , que el mundo- no le conoció (a).
I asi en la Sabiduria de Dios no po-
dia el mundo conocerle por medio
de humana sabiduria (b). Pues por
que vino , estando ya aquí , sino
porque plugo á Dios salvar á los
que creyesen en el, por una predi
cacion tenida i calificada de los
hombres por necedad?
CAPÍTULO XIII.
*
ad Doctrina. Christiana
f'Ai modo que , quando nosotros
hablamos , para que nuestro pen
samiento interior pase por los oi-
.dos corporales hasta llegar al áni
mo de quien nos oye , ei verbo 6
concepto que tenemos en nuestra
,alma , se hace un sonido que se
.llama palabra ; sin que nuestro pen
samiento se mude ó convierta en
aquel sonido ¿ antes bien perma
neciendo en si entero (a) i sin que
se haga en e'l alguna mutacion , to
ma forma de voz para poder insi
nuarse á los oidos : asi el Verbo
de Pios , sifi mutacion suya i sin
dejar de ser lo que antes era , se
• hizo hombre para habitar entre
nosotros. . .
(a) Viu^ ... , _ . ,"'. ''
" Ub. ig. de Tnnit. cap. ir.
!
.-
CA
>
de S. Augustin. 29
, CAPÍTULO XIV.
De qué modo sanó al hombre la Sabi
duría de Dios.
14 Como la curacion es el ca
mino para la sanidad , determinó
la divina Sabiduria curar á los pe
cadores para sanarlos i fortalecerlos.
I asi como los medicos , quando po
nen ligaduras ó vendas á las llagas,
no lo hacen desaliñadamente , sino
con aptitud i propriedad , para
que á la utilidad del vendage acom
pañe tambien cierta hermosura : asi
la medicina que usó la divina Sabi-
duria!tomandola naturaleza humana,"
se adaptó i acomodó á nuestras do
lencias , ya curándolas con cosas
contrarias , ya tambien con otras
que eran semejantes á las dolencias
mismas. Asi como el que cura al
guna llaga del cuerpo , aplica cosas
contrarias á la enfermedad , corno
lo
3<>: Doctrina Christiana
lo frío á lo calido , lo humedo á lo
seco , i á este modo en las demas
qualidades : i ademas de esto aplica
tambien otras cosas que tienen al
guna semejanza con la misma dolen
cia , como un parche ó un defensivo
redondo á la llaga redonda, i uno
largo á la larga ; i ahun la ligadura
6 vendage no la hace del mismo
modo en todos ios miembros , sino
que la acomoda i asemeja á cada
uno de los miembros que cura : así
tambien la Sabiduria de Dios cu
rando al hombre , ella se aplicó á
si misma para sanarle , ella misma
fue el medico , ella misma fue la
medicina. I porque el hombre ca-
( yó por la soberbia 5 aplicó la hu-
1 mudad para sanarle. Si fuimos en
gañados por la sabiduria (a) de la
serpiente ; Dios para libertarnos se
valio de la dicha necedad : mas co
mo aquella se llamaba sabiduria,
sien-
(a) Eritis skut dii , sciéntes. Genes. 3. $.
de S. Augustin. 31
siendo verdaderamente necedad en
los que menospreciaban á Dios : asi
esta , que se llamó necedad , es
sabiduria en los que vencen al dia
blo. Nosotros usando mal de la im
mortalidad, incurrimos en la muer
te > i Jesu-Christo usando bien de
la mortalidad , nos dio la vida.
Siendo corrompido el ánimo de
una muger , entró al mundo nuestra
enfermedad ; i quedando incorrup
to el cuerpo de otra muger , salió
nuestra salud. Finalmente tambien
pertenece á e'sta misma se'rie de los
medicamentos contrarios á la do
lencia , el que con el egemplo e
imitacion de las virtudes de nues
tro Salvador se curan nuestros vi- '
cios. Veamos ya quales son las co
sas que aplicó semejantes i nues
tras dolencias , al modo que lo son
los vendages i ligaduras á nuestros
miembros i heridas corporales. Es
tas son , que Christo Señor nues
tro nacido de una muger libertó á'
los
r
32 Doctrina Christiana
los engañados por otra : que he
cho hombre libertó á los hombres;
que hecho mortal salvó ajos mor
tales : i que con su muerte dio vi
da á los muertos. La precision de
continuar e'sta obra comenzada no
me permite referir otras muchas
cosas a éste modo , ya contrarias,
ya semejantes á nuestras dolencias,
que para curarlas aplicó nuestro
medico Jesu-Christo , i las echa
rán de ver los que puedan consi
derarlas despacio i con atencion.
CAPÍTULO XV.
.. CA
d?S. Augustin. 35
CAPÍTULO XVI.
La Iglesia de Jesu-Christo es su Cuer
po i su Esposa , /- la purifica con mo
lestias i aflicciones saludables.
r
36 Doctrina Christiana
como Esposa sin mancha , arruga,
ni defecto alguno.
CAPÍTULO XVII.
CAPITULO XVIII.
CAPITULO XIX.
C4 CA-
4o Doctrina Cbristiana
CAPITULO XX.
>
. de S. Augustin. 41
CAPITULO XXI.
CA-
de S. Augustin. 43
CAPITULO XXII.
CAPÍTULO XXIIL
CAPÍTULO XXIV.
Tojpil. D
So Doctrina Cbristiana
porque lo que aborrecen no es su
cuerpo , sino su pesadez i corrup
cion. Asi lo que ellos quieren no
es carecer de cuerpo , sino tenerle
incorrupto i agilisimo ; pero ima
ginan que entonces no seria cuer
po , porque les parece que esas
qualidades solamente convienen al
espiritu. Aunque algunos parece que
tambien aborrecen sus cuerpos, por
que los afligen con ayunos , mor
tificaciones i trabajos : quando lo
egecutan con rectitud i prudencia,
no lo hacen para destruirle i ca
recer de cuerpo , sino para domar
le, i tenerle sujeto i preparado pa
ra las obras necesarias del espiritu.
Asi con esta especie de servidum
bre penosa para el cuerpo procu
ran apagar el fuego de aquellos ape
titos que abusan del cuerpo mis
mo , esto es , las costumbres i ma
las inclinaciones que adquirio , por
querer gozar el alma de estos bie
nes sensibles e inferiores. No es pues
es-
de S. Augustin. 51
esto quitarse la vida , sino cuydar
de su mejor {a) salud.
26 Pero los que egecutan esto
con desorden , declaran guerra á
su cuerpo , como si naturalmente
fuera su enemigo ; entendiendo mal
aquellas palabras del Apostol : La
carne desea centra el espíritu , i el es
píritu contra la carne : / mutuamente
son contrarios (b). Porque esto se di
jo por la indomita costumbre de la
carne ; contra la qual proceden los
deseos del espiritu , no para des
truir al cuerpo , sino para que do
mada su concupiscencia i mala cos
tumbre , esté sujeto i subordinado
al espiritu , como lo pide el mis- I
íno orden natural. I como despues
de la resurreccion se verificará es
to , de modo que gozando el cuer
po
(a) No solamente de la espiritual , sino tam
bien de la corporal, que es mejor quando el
cuerpo está sano , pero no rebelde i vicioso.
(f>) Galat. 5. 17.
Da
52 Doctrina Christiana
po de un vigor inalterable , estará
totalmente i con summa paz subor
dinado al espiritu : tambien en es
ta vida se ha de procurar , que se
muden i mejoren las desordenadas
Inclinaciones de la carne , para que
no se mueva ni rebe'le contra el es
piritu. Pero en el interin que esto
no se logra , tiene la carne apeti
tos contrarios al espíritu , I el es
piritu los tiene contrarios á la car
ne ; no porque el espiritu se opon
ga á ella con aborrecimiento, sino
egerciendo la superioridad i domi
nio que le corresponde : i por lo
mismo que la ama , quiere que es
te' subordinada al espiritu que es
mejor que ella. Ni tampoco la re
sistencia que la carne hace al es
piritu proviene de aborrecimiento,
sino de su mala disposicion enve-
gecida i heredada de nuestros pa
dres , que se ha hecho como ley
de la naturaleza. Asi lo que hace
el espiritu domando la carne , es
pa-
de S. Augustin. 53
para romper los lazos de su mala
costumbre , i establecer en ella una
paz i tranquilidad que la conviene.
No obstante , ni ahun estos que en
gañados con su falsa opinion de
testan sus mismos cuerpos , esta
rian prontos á perder un ojo , aun
que fuese sin sentir dolor, i aun
que en el otro les quedase tanta
perspicacia como tenian en los dos;
á. no ser que á ello les obligase el
amor de otra cosa que les impor
tase mas. Esta reflexion , e'ntre otras
á e'ste modo , basta para monstrar
á los que buscan la verdad sin per
tinacia , quán cierta es la senten
cia del Apostol , que dice : Ningu
no jamas aborrecio a< su carne ; i aña-
dio tambien : Sino que la alimenta i
la abriga , como Jesu-Cbristo a su Igle
sia, (a).
Di CA-
..---
54 Doctrina Christiana
CAPÍTULO XXV.
D4 CA-
56 Doctrina Christiana
CAPÍTULO XXVI.
lT
58 Doctrina Christiana
dejó de Intimarse al mismo tiempo
el amor que cada uno debe tenerse
4 sí mismo.
CAPÍTULO XXVII-
: •
,
...'.- 1
CA-
6o Doctrina Christiana
CAPÍTULO XXVIIL
- .• • j
CAPÍTULO XXIX.
CA-
de S. Augustln. 6$
CAPÍTULO XXX.
CAPÍTULO XXXI.
CA-
(a) Psal. ig. i.
de S. Augustin. 73
CAPÍTULO XXXII.
r
74 Doctrina Christiana
ne el ser primitivo í sumamente
perfecto , que es totalmente immu
table , i que absolutamente pudo
decir á Moyse's , To soy el que soy:
esto les dirás , El que és , ese me bi
enviado i vosotros (a). De modo que
todas las cosas que existen , ni pue
den existir sino por e'I , ni parti
cipan de bondad sino en quanto
han recibido o participado de ser.
Con que el uso , que se dice que
Dios hace de nosotros , no se or
dena á su utilidad , sino á la nues
tra , i tiene por fin solamente su
bondad. Mas quando nosotros usa
mos de misericordia con alguno, í
le hacemos algun bien , es cierto
que lo hacemos para su provecho
i utilidad , i á e'sta miramos quan
do le favorecemos ; pero no se' có
mo se hace por consiguiente tam
bien la nuestra , porque Dios no
deja sin premio aquella misericor
dia
(a) Exod 3. 14.
de S. Augustin. 75
«lia que hemos tenido del necesi
tado. Este premio es el -summo i
mayor que puede haver , pues con
siste en gozar del mismo Dios con
cuya posesion sucedera , que todos
los que le gocemos , en el mismo
Dios gozaremos mutuamente los
unos de los otros.
CAPÍTULO XXXIII.
WkJm
GA-
de S. Augustln. 79
CAPÍTULO XXXIV.
- Tym. I.
82 Doctrina Christiana
apego ni adhesion á las cosas tem*
porales , aunque sean de aquellas
que por nuestra salud hizo , usó, í
trató el Señor en esta vida ; sino
que pasemos pronta i alegremente
por ellas , corriendo sin detencion,
para que merezcamos ser lleva
dos (a) i conducidos' hasta llegará
aquel que libertó á nuestra natura
leza de todas estas cosas temporales
i pasageras , i la colocó ala dies
tra del eterno Padre.
CA-
de S'. Augustin. \ 83
CAPÍTULO XXXV.
>.
de S. Augustin.'. 85
CAPÍTULO XXXVI.
r
<oo Doctrina Cbristiana
' el que miente , hace una injusticia*
) i si á alguno le parece , que es util
i la mentira alguna vez , podra tam-
j bien parecerle , que es util alguna
vez la injusticia. Porque todo el que
miente , en esto mismo es infiel á
otro ; i el quiere que el otro á
quien miente , le de credito i ten
ga fe' en el , siendo asi que e'l .min
tiendo , no le guarda fe: i es muy
cierto que el que falta á otro en la
fidelidad , es injusto. Con que 6 la
injusticia es util alguna vez (lo qual
es imposible ) ó la mentira no pue
de ser util nunca.
41 Pero sí alguno entiende en
las santas Escrituras otra cosa dis
tinta de la que entendio su autor,
se engaña el mismo , sin que mien
tan ellas ; pero no obstante eso,
como dige al principio , si se en
gaña de modo que aquella su inte
ligencia aproveche para el edificio
de la caridad , que es el fin de to-
da la Ley , su error 6 engaño vie
ne
i de S. Augustin. or
he a ser como el de un caminante,
que haviendo errado el camino,
atravesase un campo , i viniese a
parar al mismo sitio , adonde le
huviera conducido tambien el ca
mino derecho que dejó. Es verdad,
que se le debe corregir , i demons
trarle quánto mejor es no apartarse
del camino ; aunque no sea mas que
por evitar que la costumbre de ege-
cutarlo le obligue alguna vez á se
guir otro rumbo adverso ó contra
rio a Ja verdad , i asi perverso (a).
i •
• . . :•• 1 i• • I
o: .'ii
CA-
9« Doctrina Cbristiana
>¿
!
CAPÍTULO xxxvn.
Qué cosas debe temer el que expone las
Escrituras temerariamente.
(«) a. Corioth. 5. 7,
CA-
94 Doctrina Christiana
CAfÍTU'fO XXXVIIL ;
1;
/
Aunque en la Gloria falten la F¿ y i¡li
Esperanza ; :la Garidad permar. ',
,'. "' .'-:! si neee i st- aumenta. • '•¡:^ < ;,
-; , • . •jti " : ' . ,".';iT)U 'íp O 'w- ' •)
- . vr..i ¡^ - r.7<ir;..; 1-./ :-- .'. : ¡ú -ó
43; J~L la Ec que tenemos éri
esta vida, sucederá la especie (a)
que veremos en la otra ; i d la
Esperanzala felicidad eterna á que
hemos; de llegar ; pero aunque ce
sen alli Fe, i Esperanza, no. ce*
sa la Caridad, antes bien se au
mentará i hará mas perfecta. Porque
si mediante la Fe amamos lo que
ahun no vemos j' quánto mas lo
amáre'mos quando lo comenzáre
mos á ver ! i si por medio de Ja
Es-
i i CAPITULO XXXIX.
r-. . ;.: ..A
El hombre firme en la Fe , Esperim
za , i Caridad , no ztectsita de las
Escrituras para su instruccion.
.tO.i -•
'.'.
44. Üil hombre pues que está
bien firme en la fe';, esperanza, i
caridad , i que inconcusamente Jas
retiene , no necesita de las Escri
turas sino para instruir á los otros.
Asi muchos hombres gobernados
por estas tres virtudes , viven en
el retiro i soledad sin el auxilio
de los Libros santos. Por lo qaal
júzgo que en ellos se ve' cum
plido ya lo que dijo el Apos
tol : ha Caridad persevera siemprei
aunque las prophecias se evacúen , las
lenguas cesen , i la ciencia se destruí
- i.* y*
de S. Augustin. 97
ya (a). Porque egercitados en aque*
Has virtudes , i usando de ellas co
mo de máquinas espirituales , sa
bio tanto en ellos la. fábrica de su
instruccion en quanto pertenece á
ia fe' , excita ala esperanza , i. or
dena la caridad , que como tenien
do ya lo perfecto , no buscan las
otras instrucciones parciales (b). Pe
ro quando digo que. tienen .ya) lo
perfecto , se entiende la perfeccion
á que se puede llegar en esta vi
da : pues comparada con la per
feccion de los Santos en la otra
vida , la de ningun Justo i santo
es aqui vida perfecta. Por eso di
ce el mismo Apostol : Ahora per-
ma-
(a) 1. Corinth. 13. 8.
(b) Las palabras del Santo son éstas : Per-
féctum áliquid tenantes , ea qute sunt ex parte
non quxrant : aludiendo á lo que añade el
Apostol en la misma Epístola , v. 9. ex parte
cognóscimus , & ex parte prophetñmus. Chm
autem vénerit , quod perféctum est , svocuábi-
tur quod ex parte est,
Tom. 1. G
98 Doctrina Cbristiana
manteen éstas tres virtudes , fe , «■*
peranza , i caridad ; pero la mayor de
éstas es la caridad (a): pues ahun
quando lleguemos á la bienaven
turanza eterna , cesarán e'stas dos
fe' , í esperanza , i permanecerá la
caridad mas firme , mas segura , í
mas perfecta. .
CA-
/.
dé S. Augustin. '.- 99
CAPITULO XE. f
Qué disposición deba tener el que se dedica
d leer la sagrada Escritura.
- - !-• '- i
LU
^
de S. Augustin.' ^ ror
t» -.r -/ jl.- . . r
LIBRO SEGUNDO. .■'
• t . .~ '
s CA
de S. Augustin. 103
CAPÍTULO PRIMERO.
Qué sea Signo : i de quántas mane
ras es.
46 x3LsI como en el Libro an
tecedente tratando de las Cosas, tu
ve cuydado de prevenir , que no
se atendiese ni buscase en ellas , si
no lo que son en sí mismas, pres
cindiendo de que ademas de lo que
son , tengan tambien el significar
alguna otra cosa distinta de ellas;
asi por el contrario , tratando aho
ra de los Signos , prevengo tambien
que no se atienda ni conside're en
ellos lo que son 6 el ser que tie
nen , sino solamente á que son Sig
nos , esto es , que significan otra
cosa distinta de sí. Porque Signo es
todo aquello que ademas de la es
pecie que de sí mismo dá á nues
tros sentidos , hace que nos venga
al pensamiento otra cosa distinta.
G4 Así,
i©4* Doctrina Christíána
rAsi , quando vemos una huella, pen
samos que ha pagado por alli aquel
determinado animal que la estam
pó : quando vemos el humo, co
nocemos que -debajo hay fuego:
oyendo la voz de un animal , ve
nimos en conocimiento de su afec
cion ; i finalmente al sonido del
clarin conocen los soldados si se
les manda avanzar , ó retirarse, 6
hacer otra evolucion ó movimien
to que convenga egecutar en la ba-•
talla.
47 De aqui se infiere^ que hay
idos generos de signos : unos son
naturales ; otros son dados ó ins
tituidos por los hombres. Los na
turales son aquellos, que sin que
Intervenga voluntad alguna ni de
seo de significar , hacen que co-'
nozcamos alguna otra cosa distin
ta de ellos , como sucede con el
humo que nos significa al fuego,
sin que él quiera significarle; pero
nosotros con la observacion i ex-
.! pe-
de S. Augustin. ioy
periencia que tenemos de las co
sas, conocemos que en tal parage
hay fuego , aunque alli solamente
Se descubra el humo. Tambien per
tenece á e'ste genero de signos na
turales la huella que deja impresa
eí animal que pasa : como tambien
el semblante de uno que está tris '\>
te ó ayrado , naturalmente signifi
ca la afeccion ó pasion de su áni
mo , ahün sin quererlo significar
el mismo que se halla ayrado 6
triste : i lo mismo digo de qual-
quiera otra afeccion ó movimien
to del alma que se manifieste en
él semblante , ahun sin hacer nos
otros que se manifieste. No es mí
intento tratar ahora de e'ste genero
de signos > mas cómo tambien per
tenecen á la division que hemos he
cho , no se pudo omitir enteramen
te el hablar de ellos : para lo qual
es bastante lo que hasta aquí deja
dos anotado.
.; i
CA^
xo6 Doctrina acristiana
CAPÍTULO II.
De quégenero de signos se haya de tratar:
en éste Libro* -•
CA-
io8 Doctrina Christiana
CAPÍTULO III.
Que entre los signos dados o instituidos
tienen fUs palabras él primer
,' ; lugar.
49 JU>e los' signos pues con que
los hombres se comunican mutua
mente sus pensamientos, unos per
tenecen al sentido de la vista, mu
chos al del oído , i otros muy
pocos á los demas sentidos. Por
que quando hacemos serias coh la
cabeza ó los ojos , solamente da
rnos signo á los ojos de aquella1
persona, á quien por me'dio de aque
lla seña queremos comunicar nues
tra volunt id. Tambien hay algunos
que significan i dan á entender mu
chas cosas con el movimiento de
las manos : i los .Pantomimos
.*'..' coa
(a)
y
no Doctrina Christiana
número, especialmente los que cori¿
sisten en las palabras. Pues aunque
el clarin , la cithara , i la flauta
den muchas veces un sonido no so
lamente suave i grato , sino tam
bien significativo ; todos estos sig
nos en comparacion de las palabras
son muy pocos : porque las pala
bras han logrado ser e'ntre los hom
bres los signos mas principales pa
ra dar á entender todos los pensa
mientos de nuestra alma , siempre
que cada uno quiera manifestarlos.
Tambien Christo Señor nuestro dio
algun signo, proprio del olfato, con
el olor de aquel ungüento , derra
mado sobre sus pies sacratisimos (a)$
al sentido del gusto dio otro sig
no con el Sacramento de su cuer
po 'i sángre (b) , con el qual sig
nificó lo que quiso: i tambien por
el sentido del tacto quiso signifi
car alguna cosa , quando aquella
mu-
Co) Joan. i a. 3. 7. (Jb) Matth. 26. 28.
de S. Augustin. 111
muge* recibio salud tocando la ex
tremidad de su vestidura (a). Pero
la innumerable multitud de signos
con que los hombres manifiestan sus
pensamientos , consiste en las pa
labras. Pues ahun todos estos sig
nos que he tocado brevemente , i
que pertenecen á diferentes generos
i sentidos , los he podido dar á en
tender con las palabras; pero de nin
gun modo podria dar á entender to
das estas palabras con aquellos sig
nos.
CAPÍTULO IV.
"Del origen de las letras , con que signifi
camos las palabras.
5:0 Mas como las palabras pa
san , i se deshacen ó desvaneced,
luego que herido el ayre se pro
nuncian , i no duran ni existen si
no mientras suenan; se inventaron
las letras para que fuesen signos de
las
(a) Matth. 9. 91.
X
ii2 Doctrina Christiana
las palabras. De este modo se lo
gra, que las voces se muestren á los
ojos , no por sí mismas , sino por
medio de ciertos signos proprios de
ellas. Pero estos signos no pudieron
hacerse comunes á todas las Nacio
nes , á causa de aquel pecado de so
berbia que introdujo en los hom
bres la discordia , queriendo cada
uno de ellos usurparse la superiori
dad i dominio sobre los otros. De
cuya soberbia es signo indubitable
aquella torre que edificaban con áni
mo de que llegase al Cielo (a) ; en
la qual merecieron aquellos hom
bres impíos no tener solamente Jqs
ánimos discordes , sino también las
voces i palabras diferentes, ..
_,-- .. ;. :...-, , ..
(«) Genes. n. 7.
•... !
CA«
de S. Augustin. 113
CAPÍTULO V.
De la diversidad de las lenguas.
CAPÍTULO VI.
Cómo es util la obscuridad que en algunos
lugares tiene la Escritura , d causa de
sus tropos ifiguras.
CAPÍTULO VII.
i
122 Doctrina Christiana
otros mismos , se ordene i refiera
á Dios. De estos dos preceptos ya
hemos hablado en el Libro ante
cedente , tratando de las cosas. Es
to supuesto , todo el que se de
dique al estudio de las Escrituras,
desde luego hallará necesariamen-
* i te en ellas , que estando enredado
en el amor de e'ste siglo , esto es,
en el amor de las cosas tempora
les , está muy apartado de aquel tan
grande i perfecto amor de Dios i
del progimo , como el que pres
cribe la Escritura misma. Entonces
aquel temor que le hace pensar en
el Juycio de Dios , i aquella Pie-
,& dad que le precisa á creer i some
terse á la autoridad de aquellos Li
bros santos f le obligan á llorar i
lamentarse de si mismo. Porque e's
ta Ciencia de buena esperanza no
hace al hombre jactancioso , sino
lamentador de si mismo : con cu
yos afectos i frecuentes oraciones
logra ser consolado con el auxilio
/ t ... , t " •' di-
de S. Augustin. .12,3
'divino , para que no incurra en la
desesperacion ; i entonces comien
za á e.ctar en el quarro grado, que
es el de la Fortaleza (a), en el qual
se tiene hambre i sed de la justi
cia. Gon este afe'cto se desprende
de toda la mortal alegria i gúsro
de estas cosas transitorias i pere
cederas , i separándose de ellas , se
convierte i vuelve su corazon acia
• los bienes eternos , amando á la
Immutable unidad i Trinidad.
56 Quando en el modo posible
la alcanzare á ver desde muy le
jos , despidiendo rayos de su infi
nita luz hasta lo mas distante , i
reconociere queja flaqueza de su
vista no puede aguantar el golpe Vf,yi. <>
de tanta luz, entonces llega al quin
to
(a) Quarto grado la fortaleza : donde se co-
. mienza á tener hambre i sed de la justicia : lo
. qual supone fortaleza , porque no se puede dejar
t sin dolor , lo que se posee con amor , como dice
el mismo Santo. Allí.'
/ Cí.J' ---i ' i J •. . -CC'S- O' .'.. ,. .'..<>•«• •
124 Doctrina Christiand
to grado , que es el de Consejo (a)f
donde con obras de misericordia
purifica su alma de las manchas que
contrajo mientras estuvo como tu
multuada contra sí misma , i des
asosegada con el apetito de estas
cosas inferiores. En este grado es
donde se egercita valerosamente en
el amor del progimo , i se perfec
ciona en el : i lleno ya de espe
ranza i de fortaleza , hasta llegar
á el amor de los enemigos , sube
al sexto grado , donde adquiere la
Pureza de corazon (b) , que es la vis
ta con que Dios puede ser visto,
quan-
(a) Quinto grado el Consejo : donde se eger
cita mucho el hombre i sí mismo practicando
las obras de misericordiauporque es justo, que
el que quiere ser socorrido , i conoce la nece
sidad que tiene de serlo, asista tambien á aque
llos á quienes puede socorrer i ayudar en sus
trabajos. S. August. allí.
(é) Sexto grado la Pureza de corazon : por
que con las buenas obras practicadas en el gra
do antecedente , quedó purificado el corazon.
S. August. alli.
de S'. Augustin, 125
quanto es posible que le vean, aque
llos que hacen quanto pueden por
morir á este mundo. Porque en tan
to le ven , en quanto mueren á es
te siglo ; i quanto viven conformes
á e'l , tanto dejan de ver á Dios.
Asi , aunque ya entonces aquella
infinita luz comience át parecer no
solamente mas cierta i mas tole
rable , sino tambien mas agradable
i gustosa , se dice no obstante que
todavia se la ve' enigmaticamente
i como por un espejo (a) , porque ,
mientras mas peregrinamos en e'sta
vida (b) , mas caminamos por la fe',
que por h especie (c), aunque nues
tra conversacion i trato sea celes
tial. En este sexto grado de tal
modo purifica el hombre la vista!
de su alma , que todo lo pospon
ga á la Verdad ; de modo que ni
al progimo prefiera, ni ahun le com-
pá-
(á) 1. Corinth. 13. ia. (¿) a. Corinth. 5.7.
[c) Philip. 3. 20.
r (!?!., ... -.J- •. • O t ..
JAl
izo Doctrina Christiana
pare con ella : i por consiguiente
ni á sí mismo se prefiera ni com-
fúrc con ella , pues no prefiere nr
ahun compara con ella al que ama
tanto como á sí mismo. Tendra pues
este justo un corazon tan sencillo
i tan purificado , que no se apar
te nunca de la verdad ni por el
cuydado de agradar á los hombres,
ni por la mira de evitar todo lo
que se opone á sus commodidades
en esta vida. Un tal hijo de Dios
sube al grado septimo i ultimo, que
es la Sabiduría (a) , de la qual go
za tranquilo i sosegado. Pues como
El principio de la sabiduria es el te
mor de Dios (V) ; desde el hasta la
Sabiduria se camina i se llega por
estos grados,
CA-
de S. Augustin. 127
CAPÍTULO VIII.
CA-
^
de S. Augustin. 1 35
>
de S. Augustin. 337
CAPÍTULO X.
CA-
>
de S. Augustin. 139
CAPÍTULO XI.
CAPÍTULO XII.
CA-
de S. Augustin. 149
CAPÍTULO XIII.
>
:d? S, Augttstin. 153
thtdades , en que ellos habitan en
«lias (a). El qual modo de hablar,
mas bien juzgo que es proprio de la
lengua extraña de que se tradujo,
que el que contenga algun sentido
mas alto i mysterioso. Lo mismo
digo de aquella otra locucion , que
ya no la podemos quitar de la bo
ca de los pueblos , quando cantan
los psalmos , Super ipsum autem flá-
riet sanctificátio mea (b) ; la qual ver-
da-
Ca) jQUee est térra , in qua isti ínsidunt su
per eam , si bona est , an nequam ; et qutg sunt
civitátes , in qaibus ipsi inhábitant in ipsis.
Nmn. 13. 20. Asi la version que cita San Au—
gustin i pero la Vulgata no usa de aquel mcdo
de hablar redundante en el lugar citado , pues
dice , vers. 19. i ao: Considérate Terram, qua-
lis sit : et pópulum qui babitñtor est ejus , ....
ipsa térra , bona an mala : urbes quales, mu—
vátte an absque muris , &c.
(¿) Psalm. 131. v. 18. El qual Barbarismo '
viene áser como si en castellano digesemos : So
bre él florirá mi santificacion , en lugar de de
cir florecerá. Ya podemos asegurar que se.
hizo la deseada correccion , pues ninguno di
ce ya de aquel modo : sino , Super ipsum au
tem efflorébit sanctificátio metu
154 Doctrina Cbristiana
daderamente nada quita á la sen
tencia ; pero el que Ja oye i sabe
latin , quisiera que se emendára
aquella voz , i no se digera fiórlet
sino florebit : ni hay inconvenien
te para que se haga esta correc
cion , sino la costumbre que tie
nen de cantarlo asi. Estos defec
tos que nada quitan del verdadero
sentido , el que no quisiere preca
verlos , con facilidad puede des
preciarlos. Pero en aquel pasage del
Apostol donde dice , Quod stultum
est Dei , sapiénttus est homínibus ; et
quod infírmum est Dei , fórtius est ho
mínibus (a) , si huviera querido al
guno conservar la locucion grie
ga , diciendo , Quod stultum est Deit
sapiéntius est hóminum ; et quod infír
mum est Dei , fórtius est hóminumy
el que lo leyese con cuydado , lle
gada a descubrir el verdadero sen
tido de estas palabras ; pero algu
no
(«) i. Cor. i. a$.
-
de S. Augustin. T??
no otro que fuese menos perspicaz,
ó no Tas entenderia , ó las enten
deria malamente. Porque semejante
locucion no solamente es defectuosa,
en la lengua latina sino que tambien
Induce ambigüedad ó equivocacion:
pues se pudieran entender de modo
que la necedad i flaqueza delos hom
bres pareciera mas sábia i mas fuer
te , que la sabiduria i fortaleza
de Dios. Bien que ahun la otra
expresion sapiéntius est homínibus , no
carece de ambigüedad , aunque ca
rezca de solecismo : pues si no fue
ra por la luz que dá la sentencia
misma , no se conoceria si el bis
homínibus se deducia de buic hómini,
6 'de áb boc bómine (a). Por lo qual
se explicaria mejor , diciendo : Sa
piéntius est qudm bómines ; i fórtius est
quam bómines.
(a) Esto es , No se sabría si el bis botnfni~
bus está en Dativo , ó en Ablativo , si no lo
declarara
i i.la sentencia
.'.- misma.
v-i • '.,•.'.-
-..i" CA-
156 Doctrina Cbristiana
CAPITULO XIV.
"De dónde se ha de sacar el conoc-mten-
to de las palabras i locuciones que
no se entienden.
ca:^
de S. Augustin. 159
CAPITULO XV.
Excelencia de la version latina Itálica,
i de la griega de los Setenta.
CAPÍTULO XVI.
>
de S..Augustin. 177
ciertos hereges (a) , á que con
fiesen.' que el Hijo de Dios no
se vistio de un cuerpo aparen
te- i falso., sino humano i verda
dero ; pero no hay duda en que á
los numeros i á la música los ha
llamos puestos ó citados con honor
i dignidad en muchos lugares de las
santas Escrituras. . >> .
Tom. I. M CA-
178 Doctrina Cbristiána
CAP ÍT UH O XVIL-._.
. i-.u .: -'-*v ;.
Origen de la fábula de las nueve
Musas. [ ; ':••-:>
CA-
de S. Augustin. 181
CAPÍTULO XVIII.
.'j M4 CA-
f
184 Doctrina Christiana
CAPÍTULO XIX.
CA
de S. Augustin. í8j
"Ni.
de S.Augustin. 189
ñero son aquellas otras vanas ob
servancias de pisar el umbral de la
puerta quando uno pasa por delan
te de su casa : volverse á la cama,
si estornuda estándose calzando: vol
verse á casa , si al ir andando tro
pieza ; i quando los ratones le han
roído el vestido , temer mas el mal
que sospecha venidero , i sentir me
nos el presente daño. Asi estuvo
bien dicho aquello de Caton , que
haviendole consultado un supersti
cioso , acerca de lo que significa
rla el haverje roído los ratones sus,
calzados ; le respondio , que aque
llo no era cosa extraordinaria ni
-. ;;-., '.'.. - v¡ .' •.."'. por
do éste pasage como él le traduce : pues ademas
de lo que acabo de notar , traduce esto ultimo;
asi : Car souvent ce iiain remede envote celui qtii
le frape au'verifable medecin. SanAugnsfift no'
dice que el vano remedio envia al que hirió al
perro , á que busque al médico , sino Ule, el per
ro , mittit percussórem suum (3c. Lo qual se ad
vierte , no tanto por la importancia de la mate-*
ria , como por la exactitud de la traduccion , i'
para que no se atribuya al Santo lo que no dijo, i
ipo Doctrina Christiana
portentosa ; pero que seria verda
deramente portento , que las calzas
huvieran roído á los ratones. •»
CAPÍTULO XXI.
De la supersticion de los Astrólogos
. Genethlíacos. . ¡ t
- 77. JlSI o deben excluirse de e'ste
genero de. supersticion perniciosa
aquellos que se llaman Genethlía-
eos , porque observan la posicion
de los astros en los dias del naci
miento de alguna criatura , i vul
garmente ahora (a) s& llaman Ma-
themáticos. Porque aunque ellos in
daguen la verdadera situacion que
tienen las estrellas quando alguno
nace , i lleguen á averiguarla tarn-
.•-.\> bien
(0) Desde el tiempo de Aulo Gelio (que flo
recio por Jos afios 130 de Jesu-Christo) dice el
Traductor Frances , que el Vulgo daba el nom
bre de Mathemática i la Astróloga judiciaria. .
dé S. Augustin. 191
bidn alguna vez 5 no obstante, es
muy grande error , querer infe-
fir de aqui i prognosticar las ac
ciones de nuestra vida , i los su
cesos! prosperos ó adversos consi
guientes á ellas : i con esto ven
den á los hombres ignorantes una
infeliz servidumbre. Porque qual-
quiera que entra libre á la casa de
uno de estos Mathemáticos , paga
su dinero pata salir de alli escla
vo de Marte, ó de Venus , ó por
mejor decir , de todos los astros á
quienes los primeros que erraron ea
esta -materia , i dieron á beber su
error á sus sucesores , les impusie
ron hombres ya de bestias por al
guna. semejanza (a) , ya de hombres
para honrar i ensalzar á los hom
bres mismos (b). Ni esto debe cau
sar admiracion , pues ahun en es-
c •." : , • ■ tos
i*.:' . iA-1 , ,. . . ,
(a) Gomo Aries, Tauro, Cancer, Leo^Scor-
pion. ' ...(..
- (¿) Como Saturno, Mercurio, Marte, &c
igz. Doctrina Christiana
tos ultimos tiempos intentaron losf
Romanos dedicar ti astro que ILa-
mamos Lucero de la: mañana!^ al
nombre i honor de Cesar (a). I aca
so lo huvieran conseguido , i hu-.
viera pasado ya a ser cosa autori
zada i antigua , si su avuela Ve
nus (b) no estuviera antes en po
sesion de este nombre ; sin que por
ningun derecho pudiese transferir
le á sus herederos , porque ni le
poseyo en vida , ni pretendio po
seerle. Pues donde havia lugar va
cante .(0-, esto es , no estaba ya
..; t . ocu-
--•.•ii ! . :o- - .„ .
(a) Asi dijo Virgilio , Écloga 9. v. 47. : Eece
Dionusi procéssit desaris attrum.
(¿>) La familia Julia , de donde era el César,'
descendía de Julo hijo de Eneas , i éste fue hi
jo de Venus i Anquíses ; i por eso dice el San
to, que Venus era Avuela de César , esto es , as
cendiente suyo. ; ;
(c) El Frances tradujo esto diciendo: Luego
que vacaba una plaza , &c. j lo qual en ésta
materia de que se va hablando, es imposible ve
rificarse , porque el título ó nombre que impu
sieron á un planeta , astro , ó constelacion, siem
pre
de S. Jíugustin. 193
ocupado con el nombre de alguno
de sus heroes ya difuntos , hicie
ron lo mismo que en semejantes
ocasiones havian acostumbrado. Asi
en lugar de nombrar a los meses quin
to! sexto Quintil i Sextíl , como an
tes (a) , los nombramos Julio i Agos
to /tomando estos nombres de las
honras hechas por los Romanos á
los Cesares Julio i Augusto. De
aquí fácilmente entenderá qualquie-
ra , que tambien todos los astros
tenían su movimiento en los cielos
antes que se les impusiesen los nom
bres
\ pre le retuvo , i no era posible que huviese tai
bacante ; i asi lo que el texto dice es que el as
tro que veían que no tenia nombre de alguno
de sus héroes, le imponían el de aquel sujeto á
quien querían celebrar.
(«) Quintil i Sextíl llamaban antes á los ne
jes Julio i Agosto , porque eran el quinto i el
sexto . del año entre los Romanos , comenzando
3. contar desde Marzo.
, CAPÍTULO XXIII.
v-
de S. Augustin. 203
victimas a los demonios , i no a Dios;
i yo no quiero que tengáis sociedad con
¡os demonios (a). Esto que dijo el
'Apostol acerca de los idolos , i de
las victimas que se ofrecian en hon
ra suya , eso mismo se ha de de
cir de todos esos signos imagina
rios , que inducen al culto de los
idolos , ó á tributar á las criaturas
el honor i reverencia que se debe
solamente á Dios ; ó pertenecen k
ese genero de remedios , i vanas
observancias que hemos dicho : to
das las quales cosas no son publi
camente instituidas por Dios para
conducirnos al amor de Dios i del
progimo , sino que por medio de
privados apetitos i deseos de cosas
temporales disipan el corazon de al
gunos desdichados ó infelices. Asi
en todas estas suertes de ciencias se
ha de temer i evitar qualquier pácto
I sociedad de los demonios, que con
su
(a) >• Coriat. 10. 19.
204 Doctrina Christiana
su principe el diablo no intentan'
otra cosa que cerrarnos el paso por
donde hemos de volver al paraíso.
Pero no solamente de las estrellas
que Dios ha criado i ordenado,
han sacado los hombres sus falsas
i engañosas conjeturas ; sino que
tambien muchos de ellos , de to
das quantas cosas nacen , í de
qualquier modo existen por dis
posicion de la divina Providencia,
han sacado sus conjeturas , i las
han escrito i propuesto como re
glas para sus predicciones i prog-
nosticos , quando alguna de las ta
les cosas no es comun ó sucede ra
ra vez , como , por egemplo , si
pario una muía , 6 cayó un rayo
sobre alguna cosa.
i . ;i
eA-
de S. Augustin. 205
CAPITULO XXIV.
- !
\
CA-
de S. Augustin. 209
* - * • y.' •
CAPÍTULO XXV. ;
En ¡as instituciones humanas n¿ supers
ticiosas hay algunas c¡ s'as superfluas^
otras utiles , i otras necesarias.
>
• de S. Augustin. 211
por mas atento que estuviese á aque
llos movimientos i visages , no los
podria entender , si alguno, otro rio
le decia lo que significaban. Por eso
desean todos que haya alguna- se
mejanza entre el signo i el signa
do , de modo que los signos , en
quanto sea posible , se parezcan k
las cosas significadas. Pero como
una cosa puede ser semejante á otra
de muchos modos , no es constante
la significacion de los tales signos,
si no se añade el consentimiento de
los hombres.
84. En las pinturas , estatuas , i
otras obras á este modo , hechas
para representar algun original, nin
guno se engaña , ni deja de cono
cer á quienes se parecen i represen'
tan , especialmente quando estan
trabajadas por artifices diestros. To
das
admitir ésta version , me parece mas germina
.poniendo el nughrum regido del imperitus, con
forme va traducido.
Oí
ni Dootrina Cbrtstiana
das estas cosas se han de contar
entre las invenciones superfluas de
los hombres $ á no ser quando im
portan o por su fin , ó por la cau
sa i motivo que huvo para hacer
las , ó por el lugar i tiempo en que
se hicieron , 6 por la autoridad de
quien mandó hacerlos. Finalmente
son tambien instituciones humanas
todas esas fábulas i falsedades sin
número , con cuyas mentiras se di
vierten i deleytan los hombres. I á
la verdad , ningunas invenciones se
han de juzgar mas proprias de los
hombres , que las falsedades i men
tiras : que es lo que tienen de su <
yo , i por sí mismos (j). Otras co
sas hay en que han convenido mu
tuamente los hombres , los quales
no solamente son utiles , sino tam
bien necesarias , como la diferen
cia en el vestido i adorno del cuer
po,
(o) Nemo hahtt de sito nísi mendácium it
peceátum. • .'-- -
de S. Augustins ?i$
po , ya para distincion de los sexos,
ya para distincion de tos empleos,
honores , i dignidades - como tam
bien una - infinidad de signos que
han establecido x sin los quales dé
ningun modo havria tráto i socie
dad humanado no la havria con
tanta commodidad ; i finalmente los
pe^os i medidas , las señales i vaT
lor de la moneda , que son pro-
prias i peculiares de cada Ciudad
i pueblo , i otras cos,s á este mor
do ,; que si no fuesan. instituciones f
humanas, ni serian^tan diferentes
en diferentes pueblos , ni se altera-
.tian 6 mudarian en cada uno de
ellos segun el arbitrio de sus res
pectivos Principes, -:, -. , • ¿
sil* • ;
7** • -.1
o3 cÁ-
íi4 Doctrina Christiana
,.i.•;' - *' '.' ' -Ii . J • ' .. : .•",'":
CAPÍTULO XXVI.
-CAPÍTULO XXVIII.
CA-
>
de S". Augustin. 223
CAPITULO XXIX.
Qttánto contribuya a la ' inteligencia de
las Escrituras el conocimiento de las co
sas naturales , animales , plantasy
i astros.
^Udahle de la
2.i^iní «x
¡:opor
;- tú •
¡¡a* -
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te
o
al
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el
¡ue
JSti-
avia
ion i
naci-
.ugusr.
a) que
citado
224 Doctrina Cbristtana
situaciones i movimientos , no son
conocidos con certeza i sin error,
sino de muy pocos. Es verdad que
.este conocimiento por si solo, aun
que no nos enrede en alguna su
persticion , es poco ó quasi nada
lo que ayuda para el estudio e in
teligencia de las divinas Escrituras;
x puede ser mucho Jo que impide,
por la atencion infructuosa que re
quiere : por lo qual , i por la se
mejanza que tiene con el pernicio
so error de los que predicen I anun
cian los fatuos hados (a) , es mejor
l mas util despreciarle enteramen
te." Pero ademas de la demonstra-
cion de las cosas presentes, hay tam
bien en e'ste 'conocimiento de los
astros alguna cosa semejante á la
nar-
(Vi) En,el Original tiene mas gracia la expre
sion fatua fata , que la de'fatuos hados j pero
no se pueden traducir á nuestra lengua esas i
otras muchas gracias de la latina , i lo mismo.
sucede en la version de nuestro idioma al lati
no , a á otro cualquiera. "
de S'. Augustin. 225
narracion de las cosas ya pasadas:
porque de la posicion i movimienro
que ahora de presente tienen las es
trellas , se puede venir regularmen
te en conocimiento del movimien
to i situacion que tuvieron antes.
Tambien tiene e'ste estudio de los
astros exactas i puntuales conjetu
ras de cosas venideras , que ni son
dudosas , ni de mal presagio , sino
ciertas i seguras ; no para que in
tentemos traherlas i aplicarlas al
descubrimiento de nuestras acciones
i sucesos futuros , como hacen los
delirantes Genethliacos ( a ) , sino
para mayor conocimiento de los
mismos astros. Porque asi como el
CA-
de S. Augustin. 227
CAPÍTULO XXX.
CAPÍTULO XXXI.
CA-
de S. Augustin. 233
CAPÍTULO XXXII.
CA
236 Doctrina Christiana
CAPÍTULO XXXIII.
>
de S. Augustin. 237
Hido , i es verdadera la conexion
de esta conclusion con aquel ante
cedente. De modo que la verdad
de la sentencia depende de si mis
ma i pero la verdad de la conexion
depende de la opinion de aquel con
quien se disputa , i de lo que , tie
ne ya concedido. Por tanto , como
arriba digimos , se usa de e'ste mo
do de arguir infiriendo con verda
dera conexion una proposicion fal
sa , para que aquel cuyo error que
remos corregir , se arrepienta de
haver concedido i adoptado unos
antecedentes , cuyos consiguientes
el mismo conoce que deben des
echarse. De aqui es facil ya enten
der , que asi como en las senten
cias falsas puede haver conclusio
nes verdaderas ; asi por el contra
rio en sentencias verdaderas pue
de haver conclusiones falsas. De
mos el caso que uno propusiese es
te discurso : Si aquel es justo , es bue
no , i que esto se le concedio , I
sub-
y
238 Doctrina Cbristiana
subsumió despues : Es asi que aquel
no es justo ; i que concedido esto
tambien, infirio por conclusion: Lue
go aquel no es bueno. En el qual dis
curso aunque todas las proposicio
nes sean verdaderas , no es verda
dera la regla de la conclusion. Pues
aunque es verdad, que quitado el
consiguiente, por necesidad se qui
ta tambien el antecedente ; no lo
es , que quitado el antecedente , se
quite tambien el consiguiente. Asi
¿sta proposicion es verdadera : Si
aquel es orador , es hombre ; pero
subsumiendo esta otra : Es asi que
no es orador; no será legitima la con-
seqüencia , si infieres por conclu
sion : Luego no es hombre.
CA-
de S. Augustin. 2^p
CAPITULO XXXIV.
CA-
de S. Augustin. 241
CAPÍTULO XXXV,
Que no es falsa la Dialéctica , aunque
se abuse de ella para cosas
falsas.
CAPÍTULO XXXVI.
r
-{-
CAPÍTULO XXXVII.
De la utilidad de la Rhetorica , i de la
Dialéctica.
>
de S. Augustin. 247
hre rudo no echa de ver el defec
to de esa conseqíiencia , i mucho
menos los preceptos que se dan
acerca de ella. En todas estas re
glas mas es lo que nos deleyta el
descubrimiento de la verdad , que
*o que nos sirven quando disputa
mos , 6 quando decidimos sobre al
gun asunto > excepto que con ellas
se egercitan mucho mas los inge
nios , si al mismo tiempo no se
hacen mas malos i soberbios , esto
es , que tiren á engañar á otros con
razones aparentes , i qüestiortes cap
ciosas , ó que imaginen que sabien
do e'stas reglas han conseguido una
cosa grande , i por ella se prefieran
á los buenos e innocentes.
CA
248 Doctrina Cbristiana
CAPÍTULO XXXVIII.
é¿*
de S.Augustin. 251'
CAPÍTULO XXXIX.
CAPITULO XE.
f
'258 Doctrina Christiana
de la divina providencia , que es
tá por todas partes esparcida ,'• de
cuyas riquezas han abusado perver
samente con injuria de su Criador
en obsequio de los demonios ; i asi
quando un Christiano se separa de
todo $u corazon de la infeliz socie
dad de los infieles , debe quitarlos
esos bienes , i riquezas para emplear
las justa i debidamente en la pre
dicacion del Evangelio. Tambien
sus adornos i vestidos , esto es , sus
instituciones puramente humanas,
pero utiles á la sociedad de los hom
bres , sin la qual no podemos pasar
esta vida , es licito cogerlos i guar
darlos , paraaprovecharsede ellos ia<
virtiendolos en usos christianos.
106. Esto mismo ya lo han ege-
cutado muchos de nuestros fieles
buenos i famosos. Novemos de quin
to oro i plata , vestidos i riquezas
salio cargado de Egypto el suavisi
mo doctor i beatisimo martyr San.
Cypriano ? de quánto Lactancio,
.s
de S. Augustin. 259
Victorino , Optato , Hilario , sin
citar otros que ahun viven ? i quin
to de esas riquezas se trageron in
numerables Griegos que abrazaron
la Religion christiana ? Eso mismo
lo havia egecutado antes que todos
aquel fidelisimo siervo de Dios Moy-
sés , de quien está escrito , que es
taba instruido en. toda la sabiduria de los
.Egypcios (a). I es muy cierto que la
Gentilidad supersticiosa nunca hu-
viera prestadora aquellos grandes
hombres las artes i ciencias utiles
que tenia ( especialmente en aque
llos tiempos , en que resistiendose
á recibir ¿1 yügbvde Jesu-Christo,
perseguia cruelmente á los Chris-
tianos ) si ella huviera sospechado
que se .havian de servir de ellas
para el culto i veneracion del uni
co Dios verdadero , con lo qual se
aboliese i 'destruyese el vano cuitó
.os (.-' . R3 .-. i;; de
(a) Actv 7. at. Et eruditus est Moyiés om-
»i sapiéfitifl Egyptmum. ¡; •;'-?.: -.O uii 3¿•J
r
260 Doctrina Cbristiana
de los idolos ; pero fue dar al pue
blo de Dios que salia de Egypto s'vi
oro , su plata , sus vestidos I ri
quezas , sin saber que todo esto que
les daban , se havia de emplear en
obsequio i honor de Jesu-Christo.
Porque aquel hecho que realmente
sucedio á los Israelitas , i se nos
refiere en el Éxodo , sin duda fue
figura de e'ste otro , que tan anti
cipadamente le significaba ; lo qual
quiero que se entienda dicho sin
perjuycio de otra igual ó mejor in
teligencia.
CAPÍTULO XLT.v
CAPÍTULO XLIL
De- Va gran diferencia que hay entre los
Libros santos , i ios profanos.
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