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Tratando...

fobia a la
oscuridad
en la infancia y adolescencia
Mireia Orgilés Amorós
profesora titular del área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento
Psicológico de la Universidad Miguel Hernández

Tratando...
fobia a la
oscuridad
en la infancia y adolescencia

EDICIONES PIRÁMIDE
RECURSOS TERAPÉUTICOS

Directora:
Aurora Gavino
Catedrática de Psicología.
Universidad de Málaga

Edición en versión digital

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de este libro electrónico, su transmisión, su
descarga, su descompilación, su tratamiento
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quier medio, ya sea electrónico, mecánico,
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so escrito de los titulares del copyright.

© Mireia Orgilés Amorós, 2014


© Primera edición electrónica publicada por Ediciones Pirámide (Grupo Anaya, S. A.), 2014
Para cualquier información pueden dirigirse a piramide_legal@anaya.es
Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid
Teléfono: 91 393 89 89
www.edicionespiramide.es
ISBN digital: 978-84-368-3106-1
A Olivia,
que ilumina mis noches y mis días.
Índice

Introducción................................................................................................. 13

1. Psicopatología de la fobia a la oscuridad................................................ 15


1.1. Diferencias entre los miedos evolutivos y las fobias.......................17
1.2. Características de la fobia a la oscuridad......................................20
1.3. Adquisición y mantenimiento de la fobia a la oscuridad...............21
1.4. Repercusiones de la fobia a la oscuridad.......................................22

2. Evaluación de la fobia a la oscuridad...................................................... 25


2.1. La entrevista.................................................................................27
2.2. Cuestionarios................................................................................30
2.2.1. Cuestionarios para los padres............................................ 30
2.2.2. Cuestionarios para el niño................................................. 32
2.3. Observación..................................................................................37
2.4. Análisis funcional.........................................................................37

3. Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad.............................. 45


3.1. Psicoeducación.............................................................................47
3.2. Control de estímulos.....................................................................51
3.3. Exposición en vivo........................................................................52
3.4. Pautas de modificación de conducta.............................................61
3.5. Práctica de la respiración profunda...............................................65
3.6. Reestructuración cognitiva............................................................68
3.7. Estrategias útiles para los miedos a situaciones imaginarias..........72
3.8. Estrategias útiles para los miedos a situaciones reales...................75

4. Protocolo de intervención...................................................................... 77

5. Dificultades durante la intervención...................................................... 91


5.1. El niño no quiere ir a terapia.........................................................93
5.2. El niño tiene dificultades para completar los cuestionarios...........95
5.3. Los padres manifiestan pensamientos negativos sobre su ejecu-
ción como padres..........................................................................95
9
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

  5.4. Los padres dicen que el tratamiento que el terapeuta les propo-
ne ya lo han aplicado..................................................................97
  5.5. Los padres no entienden por qué tienen que reforzar a su hijo...97
  5.6. Los intentos sin éxito de manejar la fobia del  niño  ocasionan
discusiones en la pareja que provocan que el hijo reciba pautas
contradictorias...........................................................................98
  5.7. La ansiedad se transmite de un hermano a otro..........................100
  5.8. Los padres modifican las indicaciones del terapeuta...................101
  5.9. Ocurre una situación inesperada durante el  tratamiento y la
fobia del niño se intensifica.........................................................102
5.10. Los padres se quejan de que el miedo a la oscuridad no se
reduce.........................................................................................102
5.11. Los padres manifiestan su cansancio cuando se  intensifica el
miedo durante la primera semana de exposición a la oscuridad..104
5.12. Los padres están divorciados o no viven juntos..........................105
5.13. Uno de los padres considera inútil aplicar el tratamiento y des-
motiva al otro a seguir con la intervención.................................105
5.14. Uno de los padres tiene un problema psicológico que le impide
aplicar la intervención de forma correcta....................................106

Epílogo......................................................................................................... 109

Referencias bibliográficas............................................................................. 111

10
Las situaciones que aparecen en este libro corresponden en su ma-
yoría a casos reales que han sido tomados de la experiencia clínica de
la autora. Los nombres y otros datos se han modificado para preser-
var el anonimato de los pacientes.
Introducción

La fobia a la oscuridad es uno de los problemas más frecuentes


por los que los padres1 solicitan tratamiento psicológico para sus
hijos. La mayoría de los niños tienen miedo a dormir solos en algún
momento de su vida, especialmente entre los 3 y los 6 años, cuando
no son capaces de diferenciar la realidad de la fantasía. El niño no
teme a la ausencia de luz, sino a los peligros reales o imaginarios
que pueden existir en la oscuridad. Este miedo evolutivo, de baja
intensidad y poco frecuente, no desaparece con la edad en algunos
niños. Al contrario, persiste, aumentando su intensidad y frecuen-
cia, y repercute negativamente en su desarrollo. Los niños con fobia
a la oscuridad tienen síntomas somáticos cada vez que se aproxima
la hora de dormir; notan un nudo en el estómago, les cuesta respi-
rar y tienen ganas de llorar. Tratan de retrasar el momento de ir a la
cama y piden a los padres que les acompañen hasta que se duer-
man. Si se despiertan en mitad de la noche, no se atreven a moverse
de la cama, creen escuchar ruidos e imaginan seres escondidos en la
oscuridad dispuestos a hacerles daño. Aproximadamente un 2 % de
los niños españoles entre 5 y 8 años tienen fobia a la oscuridad. Al-
gunos adultos que no lograron superar su miedo de niños conti-
núan manifestando temor durante la noche.
La fobia a la oscuridad es un trastorno con importantes reper-
cusiones en el ámbito familiar. Las reacciones fóbicas del niño tie-
nen lugar en el hogar y afectan por ello a todos los miembros de la
familia. Los niños con fobia a la oscuridad duermen con sus padres
y, en el caso de dormir solos, les despiertan con frecuencia durante
la noche para que permanezcan con ellos hasta que logran conciliar
de nuevo el sueño. El miedo patológico del niño irrumpe negativa-

1
  Para agilizar la lectura se utilizará el género masculino de forma genérica. Los
términos padre, niño e hijo hacen referencia por tanto a ambos sexos.
13
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

mente en el funcionamiento familiar generando además otros pro-


blemas. Algunos padres manifiestan su estrés al sentirse incapaces
de manejar el problema de su hijo. Otros discuten con frecuencia al
estar en desacuerdo con las pautas que deben aplicar, mostrando
un estilo educativo inconsistente. El problema repercute en los her-
manos, quienes mediante aprendizaje por observación pueden ma-
nifestar también señales de miedo.
El tratamiento de la fobia a la oscuridad es sencillo y eficaz. La
técnica de elección es la exposición en vivo, que se complementa
con el aprendizaje de estrategias para ayudar al niño a exponerse a
la oscuridad. A pesar de tratarse de un problema muy específico, no
todos los niños con fobia a la oscuridad temen a los mismos es-
tímulos. Las variables que mantienen la fobia son también diferen-
tes en cada caso, por lo que es importante evaluar adecuadamente
el problema y planificar el tratamiento. Este libro tiene como obje-
tivo exponer el proceso terapéutico para la fobia a la oscuridad en
la infancia. Está dirigido a profesionales del ámbito infanto-juve-
nil, que con frecuencia se enfrentan a este trastorno en sus consul-
tas. Se describen en primer lugar sus características, detallándose
los procesos de génesis y mantenimiento con énfasis en la contribu-
ción de los padres en la etiología del trastorno del niño. En el se-
gundo capítulo se aporta información sobre las entrevistas, cuestio-
narios y registros que deben ser utilizados para su evaluación, y se
indica brevemente cómo realizar el análisis funcional del caso.
A continuación se detalla la intervención que el psicólogo lleva a
cabo con el niño y con sus padres. En el capítulo cuarto se propone
un protocolo de intervención. En el último capítulo se proporcio-
nan pautas de actuación ante determinados problemas que pueden
surgir durante la terapia.

14
1
Psicopatología de la fobia
a la oscuridad

Sumario

1.1.  Diferencias entre los miedos evolutivos y las fobias.


1.2.  Características de la fobia a la oscuridad.
1.3.  Adquisición y mantenimiento de la fobia a la oscuridad.
1.4.  Repercusiones de la fobia a la oscuridad.

15
1.1. Diferencias entre los miedos evolutivos y las fobias
El miedo es una emoción básica que se caracteriza por un au-
mento de la activación del organismo ante una amenaza real o perci-
bida. Se trata de una reacción normal que tiene una función adapta-
tiva, ya que nos prepara para evitar correr riesgos innecesarios. La
mayoría de los miedos remiten de forma espontánea y no precisan
de intervención terapéutica. Conocer las características y el curso de
estos miedos evolutivos es necesario para diferenciarlos de otros
miedos patológicos o fobias que sí requieren tratamiento ­psicológico.
Los miedos evolutivos, que se asocian a determinadas edades o
fases del desarrollo, son de poca intensidad y transitorios. Existen
estímulos que atemorizan al niño en una etapa concreta de su desa-
rrollo, pero que dejan de suscitar en él esa emoción conforme su
edad aumenta. Surgen a partir de los seis meses de vida y su natura-
leza varía, siendo comunes los miedos físicos en los primeros años
de vida y los miedos sociales en la adolescencia. Durante el primer
año de vida son frecuentes las reacciones de miedo al estar el niño
separado de los padres y frente a la presencia de personas o de ob-
jetos extraños, así como el miedo a determinadas situaciones o ele-
mentos físicos, como las alturas, la pérdida de apoyo o los ruidos
fuertes. El miedo a la separación de los padres, uno de los más fre-
cuentes, se intensifica entre los 9 y los 13 meses de vida y se debilita
a partir de los 2 años y medio, cumpliendo una función claramente
protectora. Durante la infancia aparece el miedo a los insectos y a
los animales pequeños, así como a fenómenos y elementos de la na-
turaleza como el mar o las tormentas. El miedo a la oscuridad y a
los seres imaginarios, como fantasmas o brujas, surge en la niñez
temprana. Son también comunes en esta etapa evolutiva los miedos
17
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

a todo tipo de animales. En la niñez media aparece el miedo a situa-


ciones que tienen lugar en el ambiente escolar y a estímulos relacio-
nados con el daño físico y la muerte. A partir de la preadolescencia
son más frecuentes los miedos sociales que los miedos a estímulos
físicos. Por ejemplo, cobran relevancia los vinculados a situaciones
sociales.

Tabla 1.1
Miedos comunes en cada etapa evolutiva
Infancia: Niñez Niñez Adoles-
Primer Preado­
Hasta tempra- media: cencia:
año de lescencia:
los 3 na: 6-11 13-18
vida 11-13 años
años 3-6 años años años
Estar separado de los
padres
Personas u objetos
extraños
Ruidos fuertes
Alturas
Pérdida de apoyo
Fenómenos o elemen-
tos de la naturaleza
Animales pequeños e
insectos
Oscuridad
Animales
Daño físico y muerte
Situaciones escolares
Relaciones sociales

Frente a los miedos evolutivos, que surgen en una etapa concreta


y desaparecen con la edad, las fobias carecen de una función adapta-
tiva y repercuten negativamente en el desarrollo del niño y del ado-
18
Psicopatología de la fobia a la oscuridad

lescente. Una fobia es por tanto un miedo muy intenso y desadapta-


tivo. La Asociación Americana de Psiquiatría define la fobia
específica como una respuesta de miedo acusado o de ansiedad ante
la presencia de un objeto específico o situación. El organismo reac-
ciona con una activación fisiológica intensa que le dirige a evitar la
situación que percibe como amenazante. Cuando no es posible la
evitación, su malestar es considerable. El niño con fobia específica
teme a un estímulo concreto, fácilmente identificable, que al evitarlo
provoca la desaparición de su malestar. La reacción es despropor-
cionada a la amenaza o peligro actual que supone la situación temi-
da. En los niños la exposición al estímulo fóbico puede provocar
manifestaciones como llantos, rabietas, inhibición o un apego físico
excesivo. Su diagnóstico requiere una duración de al menos 6 meses,
diferenciando de ese modo un miedo transitorio de una fobia.

Tabla 1.2
Criterios diagnósticos de las fobias específicas según el DSM-5
Criterio Criterio específico para niños
A. Miedo acusado o ansiedad ante un objeto El miedo o la ansiedad pueden
específico o situación. expresarse mediante llantos, berrin-
ches, inhibición o apego excesivo.
B. El objeto fóbico o situación provoca casi

siempre miedo o ansiedad de forma inmediata. 
C. El objeto fóbico o situación se evita activamen-

te o se soporta con intenso miedo o ansiedad.
D. El miedo o la ansiedad son desproporciona-
dos al peligro actual que supone la situación u —
objeto específico y al contexto sociocultural.
E. El miedo, la ansiedad o la evitación son per-

sistentes, con una duración de al menos 6 meses.
F. El miedo, la ansiedad o la evitación causan
estrés clínicamente significativo o discapacidad

en el área social, laboral o en otras áreas impor-
tantes de funcionamiento.
G. El malestar no se explica mejor por los sínto-

mas de otro trastorno mental.

19
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

1.2. Características de la fobia a la oscuridad


El miedo a la oscuridad es uno de los más comunes en la infan-
cia, sobre todo entre los 3 y los 6 años. Suele aparecer en torno a los
3 años, momento en que el niño es capaz de imaginar, pero no de
distinguir entre la fantasía y la realidad. A partir de los 9 años em-
pieza a desaparecer en la mayoría de los niños, pero persiste en al-
gunos casos. En niños españoles la prevalencia del miedo patológi-
co o fobia a la oscuridad se ha estimado en torno al 2 %, tratándose
de una de las fobias específicas más frecuentes en la infancia.
La oscuridad produce desorientación. Ante la ausencia de vi-
sión nocturna, la mente del niño inventa imágenes, como mons-
truos y seres malvados. No poder desplazarse con seguridad en la
oscuridad incrementa el miedo. Perciben su habitación como un lu-
gar peligroso en el que se sienten vulnerables. Con la presencia de
sus padres el niño se siente seguro. Hasta los 6 años los niños no
son capaces de diferenciar entre las pesadillas y los hechos reales,
de modo que creen que los personajes de sus sueños pueden estar
presentes en su habitación. La reacción fóbica ante la oscuridad va-
ría de un niño a otro. Mientras que algunos niños manifiestan que
su miedo se debe a que imaginan un ser atemorizante o a que un in-
truso aparezca en la oscuridad, otros temen sentirse solos. Escu-
char ruidos en casa puede ser por ello un motivo de tranquilidad si
el niño percibe que esos ruidos proceden de sus padres, pero tam-
bién generar miedo si los interpreta como una señal de la presencia
de un extraño en casa. Las respuestas de afrontamiento al miedo
también varían de un niño a otro. Algunos utilizan estrategias de
control emocional, desviando su pensamiento hacia imágenes que
les tranquilizan. Otros reaccionan evitando permanecer a oscuras y
buscando protección en sus padres; encienden la luz, van a la cama
de los padres en mitad de la noche o retrasan el momento de ir a
dormir. Tener consigo un objeto de seguridad, como un muñeco,
una manta o la almohada, tranquiliza a otros niños.
La ansiedad por separación, la ansiedad generalizada y las fo-
bias específicas comparten respuestas comunes. Llevar a cabo un
diagnóstico diferencial es importante para la planificación del tra-
20
Psicopatología de la fobia a la oscuridad

tamiento. Tener miedo a la oscuridad suele ser un síntoma frecuen-


te en los niños con ansiedad por separación. Además, los pensa-
mientos intrusivos de algunos niños con fobia a la oscuridad pueden
confundirse con las preocupaciones excesivas características de la
ansiedad generalizada. Sin embargo, a pesar de compartir caracte-
rísticas comunes, la fobia a la oscuridad, la ansiedad por sepa­ración
y la ansiedad generalizada poseen características diferenciadoras.
El niño con fobia a la oscuridad teme específicamente permanecer
a oscuras, mientras que en el trastorno de ansiedad por separación
el miedo excesivo se vincula con la ausencia de los padres o con la
anticipación de su separación con independencia del momento del
día o las condiciones de luz. El niño con ansiedad generalizada
puede preocuparse durante la noche y tener dificultades para dor-
mir solo, pero sus preocupaciones no se limitan exclusivamente a
estas situaciones, sino que se vinculan a diversidad de aconteci-
mientos y lugares.

Tabla 1.3
Diagnóstico diferencial de la fobia a la oscuridad
Trastorno Estímulo o situación temida
Fobia específica. La oscuridad.

Trastorno de ansiedad por separación. Permanecer sin las figuras de apego o


anticipación de su separación.

Trastorno de ansiedad generalizada. Diversidad de eventos y situaciones.

1.3. Adquisición y mantenimiento de la fobia


a la oscuridad

En la génesis de las fobias específicas en la infancia contribuye


la preparatoriedad de la especie humana y la predisposición del
niño. Los humanos estamos especialmente predispuestos para
aprender respuestas fóbicas a estímulos que filogenéticamente han
21
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

sido amenazantes para nuestra supervivencia. La oscuridad, uno


de los estímulos más temidos por los niños, constituía una amenaza
para nuestros antepasados debido a que los depredadores tenían vi-
sión nocturna, lo que suponía una ventaja frente al ser humano.
Por otro lado, la sobreprotección paterna aumenta la vulnerabili-
dad psicológica del niño a desarrollar conductas fóbicas. Cuanto
más dependiente de sus padres es el niño, menos recursos posee
para afrontar situaciones atemorizantes y más probabilidad tiene
de reaccionar con miedo.
En la aparición y mantenimiento de las fobias específicas inter-
vienen además procesos de condicionamiento. Un estímulo, en
principio no atemorizante, adquiere carácter fóbico cuando se aso-
cia con una experiencia negativa, por ejemplo, la oscuridad cuando
el niño se sobresalta ante un apagón de luz en casa. Durante la no-
che, al escuchar los gritos o sollozos de su hijo por una pesadilla, la
madre acude y enciende la luz de la habitación de inmediato produ-
ciéndose un doble proceso de asociación. La luz se asocia con la lle-
gada de la madre y la protección que ofrece al niño, mientras que la
oscuridad se vincula con el miedo que producen las pesadillas.
Mediante condicionamiento operante se mantienen las conduc-
tas fóbicas por reforzamiento positivo del miedo, por ejemplo, con
la atención que los padres prestan al hijo al despertarse asustado
por la noche, y por reforzamiento negativo de las conductas de evi-
tación, que le alivian su malestar. La observación y transmisión de
experiencias negativas también contribuyen a la aparición del mie-
do. En las películas que ven y en las historias que escuchan y leen
los niños los personajes atemorizantes como brujas o monstruos
aparecen por la noche. También los sucesos dañinos, como raptos o
robos, ocurren en la oscuridad.

1.4. Repercusiones de la fobia a la oscuridad


La fobia a la oscuridad es una de las fobias específicas con ma-
yor demanda asistencial. Interfiere en la vida del niño y le impide
disfrutar de actividades habituales a su edad como dormir en casa
22
Psicopatología de la fobia a la oscuridad

de un amigo o pasar la noche fuera de casa durante una excursión


del colegio. Al anochecer y aproximarse el momento de ir a la cama,
manifiestan su malestar si tienen que dormir solos; tratan de retra-
sar el momento de acostarse o buscan la compañía de los padres
hasta que se duermen. Además de las repercusiones que tiene en el
niño, es un problema que irrumpe fuertemente en el funcionamien-
to familiar, ya que muchos niños con fobia a la oscuridad requieren
de la presencia de su madre o padre durante la noche. A determina-
das edades la fobia a la oscuridad puede ser altamente disruptiva,
con discusiones, rabietas del niño e insistencia en dormir con los
padres. Un niño con fobia a la oscuridad tarda en irse a la cama
casi una hora más que un niño sin miedo, lo que interfiere en las ru-
tinas de los padres. En comparación con las madres de niños sin
problemas a la hora de dormir, las que tienen hijos con fobia a la
oscuridad informan de más estrés. Además, es común la falta de
acuerdo entre la pareja sobre cómo afrontar el problema del niño,
así como una mayor irritabilidad y sentimientos negativos hacia su
hijo.

23
2
Evaluación de la fobia a la oscuridad

Sumario

2.1.  La entrevista.
2.2. Cuestionarios.
2.3. Observación.
2.4.  Análisis funcional.

25
2.1. La entrevista
Mediante la evaluación obtenemos información del problema e
identificamos las variables que explican su mantenimiento y cuyo
conocimiento nos ayuda a planificar el tratamiento. El proceso de
evaluación comienza con una entrevista con los padres y con el niño
por separado. Con los padres, el psicólogo recoge el motivo de con-
sulta e indaga en las situaciones que anteceden a la conducta fóbica,
en las características de la respuesta ansiógena y en las consecuen-
cias que acontecen después. Obtiene información sobre cómo reac-
cionan los padres y otros miembros de la familia cuando el niño ma-
nifiesta su miedo, así como las repercusiones que el problema infantil
tiene en el ámbito familiar. En la tabla 2.1 se presenta una guía para
la entrevista a los padres, que puede servir de ayuda en la recogida de
la información más relevante sobre el problema del niño1.

Tabla 2.1
Guía para la entrevista con los padres
Áreas Preguntas
Motivo de ­consulta ¿En qué puedo ayudaros?
Estímulo fóbico ¿Vuestro hijo tiene miedo sólo por la noche o también durante
el día?
¿En qué momento de la noche suele tener miedo? (al ir a dor-
mir, en mitad de la noche, etc.).
¿En qué momento del día tiene miedo? (si está solo en casa, si
empieza a anochecer, si está solo en su habitación, etc.).

1
  Teniendo presentes las diferencias entre los miedos evolutivos y las fobias, a partir de
este capítulo se usarán los términos miedo y fobia de forma indistinta, haciendo referencia
en todo momento a problemas que requieren tratamiento psicológico.
27
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Áreas Preguntas
Reacción del niño Cuando tiene miedo:
ante la oscuridad • ¿Cómo reacciona? (os despierta, va a vuestra cama, enciende
la luz de su habitación, etc.).
• ¿Qué dice que le ocurre? (tiene una pesadilla, ha escuchado
ruidos, ve sombras en la habitación, etc.).
• ¿Qué síntomas físicos observáis en vuestro hijo? (el corazón
late deprisa, respiración acelerada, sudoración, etc.).
¿Cómo calificaríais la intensidad de su miedo? De 0 a 10, ¿cómo
es de «fuerte» o «intenso»?
¿Con qué frecuencia suele tener miedo? (cada noche, de vez en
cuando, cuando se acuesta solo, etc.).
Reacción de los ¿Qué hacéis cuando tiene miedo? (os acostáis con él, le acompa-
padres ñáis hasta que se duerme, le dejáis dormir en vuestra cama,
habláis con él sobre su miedo, etc.).
Historia del pro- ¿Desde cuándo le ocurre?
blema ¿Ocurrió algo en concreto y a partir de entonces empezó a tener
miedo a la oscuridad? (una pesadilla, dormir fuera de casa,
ver una película, ir de campamento, etc.).
¿Cómo ha evolucionado su miedo? (siempre la intensidad ha
sido igual, a veces ha empeorado, a veces ha mejorado, etc.).
¿Es la primera vez que buscáis ayuda para este problema? (posi-
bilidad de tratamientos anteriores).
Repercusiones ¿Cómo le afecta el miedo a la oscuridad? (problemas en el cole-
negativas gio, con los amigos, rendimiento escolar, etc.).
¿Cómo os afecta a vosotros? (diferencias entre los padres sobre
cómo afrontar el problema, preocupación, cansancio, etc.).
Rutinas para ir a ¿Cuáles son sus hábitos para dormir? (a qué hora se acuesta,
dormir qué hace antes de ir a la cama, condiciones de luz en su habi-
tación, cercanía de su habitación con la de los padres, se
duerme solo o acompañado, etc.).
Describid la rutina exacta del niño al irse a la cama (por ejemplo: se
da la orden de ir a la cama, se pone el pijama, va al baño, etc.).
Diagnóstico dife- ¿Evita quedarse en casa con otros familiares que no seáis voso-
rencial con ansie- tros? ¿Se queja por las mañanas porque no quiere separarse
dad por separación de vosotros para ir al colegio? ¿Se preocupa si le decís que os
y ansiedad genera- vais a cenar fuera o que os vais de viaje y tiene que quedarse
lizada con otro familiar o con una cuidadora?
¿Alguna vez se ha mostrado preocupado por si os pasa algo?
¿Suele preocuparse por cualquier cosa? ¿Está nervioso con fre-
cuencia? ¿Suele tener síntomas físicos, como respirar acelera-
damente, sudoración, palpitaciones, dolores de barriga, etc.?

28
Evaluación de la fobia a la oscuridad

Con el niño, uno de los objetivos de la entrevista es establecer


una relación positiva y motivarle para iniciar el tratamiento. Ade-
más, se pretende conocer la experiencia subjetiva de ansiedad, com-
plementando y confirmando la información proporcionada por los
padres sobre las situaciones ansiógenas, la respuesta fóbica y sus
consecuencias. Los niños menores de 6 años suelen tener problemas
para expresarse adecuadamente, por lo que la entrevista con el psi-
cólogo debe ser breve y limitarse a aspectos esenciales que el tera-
peuta desea conocer o que quiere transmitir al niño. A partir de esa
edad, aunque su comprensión y expresión mejoran, el terapeuta
debe adaptar la entrevista a su capacidad verbal y cognitiva. Algu-
nas preguntas que pueden ayudarnos en la entrevista con el niño se
presentan en la tabla 2.2.

Tabla 2.2
Guía para la entrevista con el niño
Áreas Preguntas
Motivo de consulta Se entabla una relación positiva durante unos minutos
(Qué bonita la muñeca que traes. ¿Cómo se llama tu
profesora del colegio? ¿Qué asignatura es la que más te
gusta? ¿Cuál es tu deporte favorito? etc.).
Se le explica que vas a ayudarle para que deje de tener
miedo y que te gustaría que te contara lo que le pasa
cuando tiene miedo a la oscuridad.
Estímulo fóbico ¿A qué tienes miedo? (seres imaginarios, intrusos en casa,
etcétera).
¿En qué momento de la noche tienes miedo? (en el
momento de ir a dormir, en mitad de la noche, etc.).
Respuesta del niño ante Cuando tienes miedo:
el estímulo temido • ¿Qué haces? (llamas a tu madre o a tu padre, vas a su
habitación, intentas tranquilizarte tú solo, etc.).
• ¿Qué piensas cuando tienes miedo? (que te va a pasar
algo malo, que no vas a poder dormirte, etc.).
• ¿Qué sientes en tu cuerpo? (el corazón latiendo deprisa,
respiración acelerada, dolor de barriga, etc.).
¿Cuánto miedo te da la oscuridad? 
¿Con qué frecuencia tienes miedo? (todas las noches, de
vez en cuando, etc.).

29
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Áreas Preguntas
Reacción de los padres y ¿Qué hacen tu madre y tu padre cuando tienes miedo? (se
otros familiares acuestan contigo, se quedan en tu habitación hasta que
te duermes).
¿Y tus hermanos?

Repercusiones negativas En el colegio, ¿tienes algún problema con tus amigos por
tener miedo a la oscuridad? (se burlan de ti por ser
miedoso, te cuentan historias de miedo para a­ sustarte).
¿Y con tus profesores? (te riñen por notarte cansado en
clase).
¿Y en casa? (te riñen si les despiertas por la noche, te dicen
que tener miedo es de niños pequeños).

2.2. Cuestionarios
2.2.1. Cuestionarios para los padres
La Escala de evaluación del miedo a la oscuridad (EMO) de Mén-
dez y Santacruz (1996) puede ayudar en el diagnóstico de fobia a la
oscuridad. Está formada por 10 ítems basados en los criterios diag-
nósticos del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales e incluye una escala de estimación de once puntos que os-
cila de nada de miedo a la oscuridad (0) a muchísimo miedo a la
oscuridad (10). Evalúa la intensidad del miedo del niño (criterio
A), sus reacciones ante la oscuridad (criterio B), la evitación de si-
tuaciones de oscuridad o el malestar en situaciones de oscuridad de
las que no puede escapar y/o imprevistas (criterio C), las repercu-
siones negativas o interferencia del miedo a la oscuridad a nivel
personal, familiar, escolar y social, y el malestar clínico (criterio F).
El último ítem del inventario requiere la valoración global de la
gravedad del miedo. En la tabla 2.3 se presentan los ítems de la es-
cala y el criterio diagnóstico en el que se basa cada ítem. Se cum-
plen los criterios diagnósticos de la fobia específica cuando se al-
canzan puntuaciones iguales o mayores a 6 en los ítems 1 (intensidad
del miedo), 2 (respuesta inmediata de ansiedad), 3 o 4 (respuesta de
evitación o malestar) y uno de los ítems 5, 6, 7, 8 o 9 (interferencia).
Además, la fobia debe tener una duración de al menos 6 meses.
30
Evaluación de la fobia a la oscuridad

Tabla 2.3
Escala de evaluación del miedo a la oscuridad
Criterio del DSM Ítems de la escala Rango
Criterio A: Inten- Ítem 1 0-10
sidad del miedo Evalúa la intensidad del miedo a la oscuridad de tu
hijo.
Criterio B: Reac- Ítem 2 0-10
ciones del niño Evalúa la presencia de reacciones de miedo de tu hijo
cuando está a os- cuando está a oscuras (grita, llora, se queja, tiene
curas rabietas, apego excesivo, etc.).
Criterio C: Res- Ítem 3 0-10
puestas de evita- Evalúa si tu hijo evita quedarse a oscuras (pide la luz
ción o malestar encendida, compañía de los padres, etc.).
Ítem 4 0-10
Evalúa el grado de miedo de tu hijo cuando de repen-
te se queda a oscuras.
Criterio F: Reper- Ítem 5 0-10
cusiones a nivel Evalúa si el miedo repercute negativamente en tu hijo
personal, familiar, a nivel personal (tiene pesadillas, no se atreve a estar
escolar y social. en un lugar a oscuras, etc.).
Malestar clínico
significativo Ítem 6 0-10
Evalúa si el miedo repercute negativamente en tu hijo
a nivel familiar (discusiones a la hora de dormir, con-
tagio del miedo a otros hermanos, problemas entre la
pareja, etc.).
Ítem 7 0-10
Evalúa si el miedo repercute negativamente en tu hijo
a nivel escolar (bajo rendimiento académico, falta de
concentración en el colegio, etc.).
Ítem 8 0-10
Evalúa si el miedo repercute negativamente en tu hijo
a nivel social (no duerme en casa de amigos, no va a
excursiones del colegio, etc.).
Ítem 9 0-10
Evalúa el grado de sufrimiento de tu hijo por su
miedo a la oscuridad.
Evaluación global Ítem 10 0-10
Evalúa la gravedad del miedo a la oscuridad de tu hijo.

31
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

2.2.2. Cuestionarios para el niño


Mediante los autoinformes el psicólogo puede contrastar la in-
formación proporcionada por el niño con la de los padres y obtener
mediciones cuantitativas para conocer la mejora terapéutica al fi-
nalizar el tratamiento. El Inventario de miedo a la oscuridad (Mén-
dez, Orgilés y Espada, 2009) está formado por 45 ítems relaciona-
dos con la oscuridad y permite conocer a qué tipo de estímulos o
situaciones relacionadas con la oscuridad teme el niño:

a) Miedo a estímulos imaginarios, como los fantasmas, las bru-


jas o los zombis.
b) Miedo a estímulos reales que el niño teme por percibirlos
dañinos para su integridad física, como a los asesinos o a
permanecer en lugares extraños.
c) Miedo a fenómenos o características sensoriales, como rui-
dos o sombras.
d) Miedo relacionado con situaciones que puedan separarle de
sus padres, como la muerte o la enfermedad.

El niño debe señalar la intensidad de su miedo para cada situa-


ción, indicando si siente nada (0), algo (1) o mucho (2) miedo. En la
tabla 2.4 se presentan las situaciones y estímulos incluidos en cada
subescala del Inventario de miedo a la oscuridad, así como el rango
de puntuación posible alcanzada en cada una de ellas.
Los hábitos del niño al ir a dormir y los problemas relacionados
con el sueño pueden examinarse mediante el Autoinforme de sueño
infantil (Orgilés, Owens, Espada, Piqueras y Carballo, 2013). Está
formado por 16 ítems y cuatro subescalas que recogen información
sobre:

a) Las rutinas diarias para ir a dormir y las ayudas que el niño


necesita.
b) El miedo por la noche, que incluye las conductas de evita-
ción o de afrontamiento que el niño lleva a cabo (por ejem-
plo, ir a la cama de los padres) y las conductas de seguridad
(por ejemplo, dormir con un objeto especial).
32
Evaluación de la fobia a la oscuridad

Tabla 2.4
Situaciones y estímulos del Inventario de miedo
a la oscuridad
Tipos de miedos Situaciones atemorizantes Rango
Miedo a estímulos imagi- Fantasmas. 0-28
narios y no reales Zombis.
Vampiros.
Películas de terror.
El demonio.
Momias.
Monstruos.
Brujas.
Ovnis.
Extraterrestres.
Cosas misteriosas.
Historias de miedo.
Escenas de miedo de la televisión.
Atracciones, como la casa del terror.

Miedo a estímulos posi- Personas de aspecto sospechoso. 0-26


bles y reales Personas con cara de malos.
Que un ladrón entre en casa.
Que alguien vaya a herirme o estrangularme.
Tener pesadillas.
Los asesinos.
Que me rapten.
Preocupación por si me despertaré.
No poder respirar.
Una habitación o lugar oscuro.
Acostarme con la luz apagada.
Un desconocido en mi habitación.
Lugares extraños.

Características sensoriales Los truenos. 0-12


Ruido de pasos.
Golpes misteriosos.
Sombras en la habitación.
Ruido del viento.
Ruidos fuertes, como explosiones.

33
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Tipos de miedos Situaciones atemorizantes Rango


Ansiedad por separación Que mis padres se vayan y me dejen solo. 0-24
Que a alguien de mi familia le pase algo malo.
Ir solo al baño.
Perderme en un lugar desconocido.
Que mis padres se despidan de mí hasta la
mañana siguiente.
Que alguien de mi familia se ponga enfermo.
La muerte.
Que muera alguien de mi familia.
Estar solo en casa.
Dormir solo en mi habitación.
Despertarme a medianoche.
Quedarme en casa solo con la canguro.

c) La calidad del sueño, entendida como la experiencia subjeti-


va que incluye la sensación de haber descansado y la satis-
facción con el sueño.
d) El rechazo a ir a la cama y permanecer acostado por la ­noche.

El niño informa sobre la frecuencia con la que ocurre cada si-


tuación: normalmente (de 5 a 7 días a la semana), algunas veces (de
2 a 4 días a la semana) y pocas veces (nunca o una sola vez a la se-
mana). Los ítems se puntúan con el valor 2 (si ocurren normalmen-
te), 1 (si ocurren algunas veces) o 0 (si ocurren pocas veces). Obte-
ner una puntuación total igual o mayor a 16 implica hábitos
inadecuados para dormir y problemas de sueño. El Autoinforme de
sueño infantil se ha aplicado sin dificultad a niños españoles a partir
de 8 años. Con niños menores de esta edad, el terapeuta puede uti-
lizar el autoinforme en forma de entrevista facilitando de este modo
la comprensión de los ítems. En la tabla 2.5 se presentan las situa-
ciones que incluye cada subescala del Autoinforme de sueño infantil,
así como el rango de puntuaciones y el punto de corte para consi-
derar que existen hábitos inadecuados o problemas relacionados
con el sueño.
Para llevar a cabo el diagnóstico diferencial de la fobia a la oscu-
ridad con el trastorno de ansiedad por separación o con el trastor-
34
Evaluación de la fobia a la oscuridad

Tabla 2.5
Autoinforme de sueño infantil
Punto de
Subescala Situaciones que evalúan los ítems Rango
corte
Rutinas para ir a Dormir todas las noches en la misma 0-6 3
dormir cama*.
Dormir solo*.
Dormir en la cama de tus padres o
hermanos.

Ansiedad rela- Dormir con algo especial (muñeca, 0-10 6


cionada con dor- manta, etc.).
mir Tener miedo a la oscuridad.
Tener miedo a dormirte solo.
Tener pesadillas.
Ir a la cama de alguien durante la
noche.

Calidad del sueño Dormir poco. 0-10 7


Estar despierto cuando tus padres
creen que estás durmiendo.
Dificultad para dormirte de nuevo si
te despiertas por la noche.
Despertarte con algún dolor por la
noche.
Sentir sueño durante el día.

Rechazo a dor- Discutir con tus padres cuando hay 0-6 4


mir que ir a la cama.
Rechazo a ir a la cama.
Levantarte por la noche cuando tus
padres creen que estás dormido.

* Ítem inverso.

no de ansiedad generalizada, cuando existen síntomas que pueden


confundir el diagnóstico, resulta útil utilizar un instrumento de cri-
bado. La Escala de ansiedad infantil de Spence (SCAS; Orgilés,
Méndez, Spence, Huedo-Medina y Espada, 2009; Orgilés, Spence,
Marzo, Méndez y Espada, 2013) está formada por 45 ítems que
evalúan los seis trastornos de ansiedad más frecuentes en la infan-
cia y adolescencia: ansiedad generalizada, ansiedad por separación,
35
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

pánico/agorafobia, fobia social, trastorno obsesivo-compulsivo y


miedo al daño físico. Las subescalas para la ansiedad por separa-
ción y para la ansiedad generalizada constan de seis ítems cada
una. Para cada síntoma, se debe indicar la frecuencia de ocurrencia
en una escala de cuatro valores: nunca (0), a veces (1), muchas veces
(2) y siempre (3). La versión en español puede descargarse para ser
utilizada gratuitamente de la página web www.scaswebsite.com.
Con muestra española una puntuación igual o mayor a 8 y a 7 en
las subescalas de ansiedad por separación y ansiedad generalizada
indican síntomas elevados de cada trastorno, lo que podría sugerir
que el miedo a la oscuridad del niño es un síntoma de dichos trastor-
nos o que la fobia específica es comórbida a otro trastorno de ansie-
dad y puede ser recomendable una evaluación más exhaustiva. En la
tabla 2.6 se presentan los ítems, rango y punto de corte de las subes-
calas de ansiedad por separación y ansiedad generalizada de la SCAS.

Tabla 2.6
Subescalas de ansiedad por separación y ansiedad generalizada
de la SCAS
Punto
Subescala Ítems Rango
de corte
Ansiedad por Tendría miedo si me quedara solo en casa. 0-18 8
separación Me preocupo cuando estoy lejos de mis padres.
Me preocupa que algo malo le suceda a alguien
de mi familia.
Me da miedo dormir solo.
Estoy nervioso o tengo miedo por las mañanas
antes de ir al colegio.
Me daría miedo pasar la noche lejos de mi casa.

Ansiedad gene- Hay cosas que me preocupan. 0-18 7


ralizada Cuando tengo un problema noto una sensa-
ción extraña en el estómago.
Tengo miedo.
Cuando tengo un problema mi corazón late
muy fuerte.
Me preocupa que algo malo pueda pasarme.
Cuando tengo un problema me siento nervioso.

36
Evaluación de la fobia a la oscuridad

2.3. Observación
Los registros de observación recogen información sobre la res-
puesta de ansiedad, sus antecedentes y sus consecuentes en el me-
dio en que ocurre. Para que ofrezcan al psicólogo información de-
tallada es necesario definir adecuadamente qué variables se van a
registrar. Conocer la frecuencia de la respuesta de ansiedad, su du-
ración, intensidad, situación que la antecede y la reacción de las
personas que se encuentran con el niño, entre otros aspectos, es im-
portante para planificar el tratamiento. Los padres, o el familiar
que complete los registros, deben conocer con exactitud el tipo de
información que han de anotar, por lo que el psicólogo debe darles
instrucciones concretas y asegurarse de que se resuelven todas las
dudas. En la tabla 2.7 se presenta el registro de sueño infantil que
los padres deben completar cada mañana según haya transcurrido
la noche anterior. Se recoge información sobre la hora en la que se
indica al niño que debe ir a dormir, la hora en la que se duerme y la
hora en la que se despierta. Con ello se pretende conocer el tiempo
transcurrido desde que se le da la orden de ir a dormir hasta que se
duerme. También se pide a los padres que registren las ayudas que
necesita para dormir: si se duerme en su habitación o en la cama
con ellos; si se acuesta solo o necesita compañía hasta que se duer-
me, y la intensidad de luz en la habitación. Por último, se recoge in-
formación sobre los episodios de miedo durante la noche y una
evaluación global del miedo que han percibido en su hijo.

2.4. Análisis funcional


El éxito de un tratamiento psicológico depende en gran parte de
llevar a cabo una adecuada evaluación del caso y de ese modo po-
der diseñar la intervención más eficaz. El análisis funcional del pro-
blema permite conocer las variables implicadas en cada caso par-
ticular, así como las relaciones funcionales entre dichas variables.
Sirve para establecer una hipótesis sobre la adquisición y el mante-
nimiento de la fobia, y para definir adecuadamente las variables so-
37
38
Tabla 2.7
Registro de sueño infantil
Tiempo de sueño Ayudas para dormir Episodios de miedo
Se duer- Luz en la
me en su habita-
habita- ción: Número Número Miedo del
Día de la Se acues-
Hora de Hora en Hora en ción / en encendi- de llama- de visitas niño
semana ta solo /
ir a la que se que se la cama da, apa- das noc- a la cama (0 – 10)
necesita
cama duerme levanta de los gada, turnas a de los
compañía
padres / lamparita los padres padres
en otro encendi-
lugar da, etc.

Lunes

Martes
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Miércoles

Jueves

Viernes

Sábado

Domingo
Evaluación de la fobia a la oscuridad

bre las que se debe intervenir. Facilita además la organización de la


información procedente de la evaluación del niño o adolescente de
una forma gráfica, mediante diagramas analítico-funcionales, iden-
tificando el tipo de relación entre cada variable así como su impor-
tancia y modificabilidad2. El análisis funcional es dinámico, es de-
cir, puede cambiar con la información que se recoge del paciente a
lo largo del tratamiento.
Para elaborar el análisis funcional en un caso de fobia a la oscu-
ridad se pueden seguir los siguientes pasos:

a) En primer lugar, se debe especificar el problema, en este caso


la fobia a la oscuridad, y cómo se manifiesta: Si la respuesta
del niño ante la situación temida es principalmente motora,
por ejemplo, evitando dormir solo; si es cognitiva, con pre-
dominio de pensamientos negativos acerca de posibles peli-
gros en la oscuridad; o si es también fisiológica, con cambios
somáticos como un aumento en el ritmo de su respiración.
En el diagrama, el problema y sus manifestaciones se ubican
en un rectángulo.
b) Una vez que se han concretado las características de la fobia
a la oscuridad, se identifican sus efectos o consecuencias,
­representados en el diagrama mediante rectángulos. Por
ejemplo, el impacto que la fobia tiene sobre el rendimiento
académico del niño, sobre la conducta de los hermanos al
dormir o sobre la relación entre sus padres.
c) Posteriormente, se identifican tanto las variables causales,
que provocaron la respuesta fóbica en su inicio, como las va-
riables moderadoras y mediadoras, que mantienen el proble-
ma en la actualidad. Con frecuencia las variables causales
son inmodificables. La fobia a la oscuridad de un niño pue-
de estar causada por un robo en casa mientras la familia
dormía. Sin embargo, puesto que no es posible modificar ese
suceso, el tratamiento se focaliza en las variables que man-

2
  Para aprender cómo llevar a cabo el análisis funcional puede consultarse el manual
Cómo elegir el mejor tratamiento psicológico (Haynes, Godoy y Gavino, 2011).
39
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

tienen la fobia en la actualidad, por ejemplo, la sobreprotec-


ción materna. Las variables que no se pueden modificar se
representan en el gráfico mediante un rombo y las que sí son
modificables mediante un círculo. El terapeuta debe estimar
para las variables que causan y mantienen la fobia a la oscu-
ridad en el niño:
• El tipo de relaciones entre las variables, en concreto si su re-
lación es unidireccional, de modo que una variable influye
en otra; si es bidireccional, es decir, si dos variables se influ-
yen mutuamente, o si es correlacional y por tanto no existe
relación causal entre ellas. Al representar las variables en el
diagrama, se debe tener en cuenta las relaciones temporales
entre ellas, de modo que las que se sitúan a la izquierda han
ocurrido antes que las que se dibujan a la derecha. La rela-
ción unidireccional o bidireccional se representa en el gráfico
mediante una flecha con una o dos puntas, respectivamente.
• La fuerza de las relaciones entre las variables, es decir, si se
trata de una relación débil o fuerte, que se representa en el
gráfico con un mayor o menor grosor de las flechas.
• Si las relaciones son positivas (+) o negativas (–), de modo
que el aumento de una variable se asocia a la disminución
de la otra.
• La importancia de las variables, que se indica en el diagra-
ma con un grosor mayor del círculo o rectángulo.
d ) En algunos casos, el paciente puede tener otros problemas
además de la fobia a la oscuridad, por ejemplo, enuresis noc-
turna o celos de un hermano, que deben detallarse en el aná-
lisis funcional. En estos casos, se estima la importancia de
cada uno de los problemas del niño, y se determina el tipo y
la fuerza de las relaciones funcionales entre ellos.

A continuación se presenta como ejemplo el análisis funcional


del caso de Diana, de 13 años. La fobia a la oscuridad de la niña se
manifestaba principalmente a nivel cognitivo, con pensamientos
ansiógenos sobre la posibilidad de encontrar a alguien escondido
40
Robo en casa
de un vecino Falta de concentración
en las clases

Rendimiento
Atención
académico bajo
especial a noticias
en la televisión Fobia a la oscuridad Mal comportamiento
sobre robos (piensa que hay un extraño en clase las noches en
en su habitación, evita dormir sola, que no duerme bien
llamadas nocturnas a los padres,
problemas para respirar)

La madre
duerme
Discusiones
con ella
con su madre

Figura 2.1.  Análisis funcional de la fobia a la oscuridad de Diana, de 13 años.


Evaluación de la fobia a la oscuridad

41
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

por la noche en su habitación. También presentaba respuestas mo-


toras, sobre todo conductas de evitación a permanecer a oscuras y
llamadas nocturnas a la madre. A nivel fisiológico destacaba la di-
ficultad para respirar cada vez que tenía un pensamiento ansióge-
no. La fobia de Diana influía en su rendimiento académico, ya que
las noches en que dormía menos horas de las necesarias su capaci-
dad de concentración en las clases era menor. También influía en
las relaciones con su madre, ya que el mal comportamiento de Dia-
na en clase suponía discusiones entre ambas. El conflicto con su
madre influía a su vez en su miedo, ante la falta de respuesta de la
madre a sus llamadas nocturnas al día siguiente. El robo en casa de
un vecino causó la fobia a la oscuridad en su inicio. Desde ese mo-
mento, la niña prestaba especial atención a las noticias de la televi-
sión relacionadas con robos en hogares. En el momento actual, la
fobia a la oscuridad de Diana se mantenía por el refuerzo de las
conductas de miedo, principalmente debido a que la madre dormía
con la niña los días en que Diana la llamaba por la noche y no po-
día conciliar el sueño.
La figura 2.2 representa la hipótesis explicativa de la fobia a la
oscuridad de Andrea, de 6 años. Se manifestaba principalmente a
nivel motor, con conductas de evitación a dormir sola, y a nivel
cognitivo con pensamientos ansiógenos sobre la presencia de espíri-
tus en su habitación. La fobia de Andrea influía en su hermana pe-
queña, que comenzaba a tener miedo a dormir sola por la noche.
También influía en la relación entre los padres, que discrepaban
respecto a las pautas que debían seguir con la niña. En su inicio,
una historia de miedo que le contaron otras niñas en el colegio cau-
só la fobia. Durante las noches siguientes, Andrea tenía pesadillas y
se imaginaba la presencia de espectros que le asustaban en su habi-
tación. En la actualidad, la fobia se mantiene por el refuerzo positi-
vo de las conductas de miedo, ya que la madre duerme con la niña
desde que comenzó a manifestar señales de miedo.

42
Escuchar
historias de
miedo
Miedo de la hermana
pequeña

Pesadillas
Fobia a la oscuridad
(evita dormir sola, piensa que
hay espíritus en su habitación)

Discusiones
entre los padres

Dormir
con la madre
Evaluación de la fobia a la oscuridad

Figura 2.2.  Análisis funcional de la fobia a la oscuridad de Andrea, de 6 años

43
3
Técnicas de tratamiento para la fobia
a la oscuridad

Sumario

3.1. Psicoeducación.
3.2.  Control de estímulos.
3.3.  Exposición en vivo.
3.4.  Pautas de modificación de conducta.
3.5.  Práctica de la respiración profunda.
3.6.  Reestructuración cognitiva.
3.7.  Estrategias útiles para los miedos a situaciones imaginarias.
3.8.  Estrategias útiles para los miedos a situaciones reales.

45
Con frecuencia los padres piensan que los niños pequeños son
miedosos por naturaleza y basta con dejarlos crecer para que estas
respuestas emocionales remitan espontáneamente. Aunque los mie-
dos a determinados estímulos son evolutivos y desaparecen con la
edad, cuando su intensidad es muy alta o el malestar del niño es
muy elevado es aconsejable la terapia. En algunos casos, el trata-
miento consiste en proporcionar a los padres unas sencillas pautas
para que aprendan a extinguir las conductas fóbicas y reforzar las
conductas de afrontamiento. En otros casos, el terapeuta instruye
al niño para desarrollar habilidades de afrontamiento y a los padres
para que intervengan con su hijo en casa. Cuando la respuesta fóbi-
ca del niño es muy intensa y el contacto con el estímulo temido le
provoca un elevado malestar, se recomienda el tratamiento.

3.1. Psicoeducación
Con los padres
Los niños con fobia a la oscuridad duermen con sus padres o re-
quieren su presencia con cada despertar nocturno. Proporcionar
información a los padres sobre la génesis y mantenimiento de la fo-
bia a la oscuridad facilita el cambio de las pautas educativas que
emplean con sus hijos. En concreto, en la fase educativa la informa-
ción que se debe transmitir a los padres es la siguiente:

1.  El miedo a la oscuridad es un miedo evolutivo


Forma parte del desarrollo normal del niño. Se trata de un mie-
do muy común en la infancia sobre todo entre los 4 y los 6 años.
47
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

A esas edades es también frecuente el miedo a los seres imaginarios,


como brujas o fantasmas. A partir de los 9 años el miedo a la oscu-
ridad comienza a disminuir hasta que desaparece. En algunos niños
dicha remisión espontánea no ocurre y el miedo comienza a reper-
cutir negativamente en el bienestar personal y familiar. Cuando el
niño crece, el miedo pierde su carácter adaptativo y deja de ser útil,
entorpece su autonomía y el aprendizaje de habilidades de afronta-
miento considerándose un problema que requiere tratamiento.

2.  Por qué su hijo tiene miedo en la oscuridad


En la adquisición y mantenimiento de la fobia a la oscuridad in-
tervienen diversos procesos de aprendizaje:

• La fobia a la oscuridad puede adquirirse por observación. Ob-


servar el comportamiento temeroso de un hermano o películas
en las que ocurren por la noche sucesos atemorizantes facilita
que el niño no quiera dormir solo. Si observa que la madre o el
padre reaccionan con temor cuando están a oscuras, aprende
que la oscuridad es un estímulo peligroso que es conveniente
evitar.
• La transmisión de información contribuye al miedo a la oscu-
ridad. Escuchar relatos de contenido aterrorizador promueve
que el niño se muestre temeroso. Es fácil que recuerde por las
noches las escenas que le han asustado y no quiera dormir
solo.
• Los procesos de asociación también intervienen en la adquisi-
ción de las fobias. Una experiencia negativa en la oscuridad,
por ejemplo, un repentino apagón de luz en casa estando el
niño solo en su habitación o recibir un susto con la luz apaga-
da, contribuye a que el niño tenga miedo. Cuando los padres
acuden a la habitación del niño, si se despierta en mitad de la
noche por una pesadilla, encienden la luz para tranquilizarlo
asociándose de ese modo la oscuridad con el miedo que pro-
ducen las pesadillas y la luz con la seguridad que proporciona
la llegada de los padres.
48
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

• El miedo a la oscuridad tiene beneficios. El momento de ir a


dormir es aversivo para el niño, ya que supone dejar activida-
des que le gustan, como ver la televisión o jugar, y permanecer
solo en su habitación hasta que concilia el sueño. Las pautas
educativas contribuyen al problema. Un estilo educativo so-
breprotector fomenta la dependencia del niño. Por ejemplo,
cuando los padres ceden rápidamente ante el malestar y exi-
gencias del pequeño, éste no aprende a afrontar por sí mismo
situaciones que le disgustan o le resultan atemorizantes. Cuan-
do los padres actúan de forma permisiva y sobreprotectora,
retrasando el momento de ir a dormir o permitiendo que se
acueste con ellos, el miedo a la oscuridad reporta ventajas al
niño.

3.  ¿Se puede superar el miedo a la oscuridad?


Superar el miedo a la oscuridad implica que el niño se enfrente
poco a poco a situaciones de oscuridad hasta que logre dormir
solo y sin ayudas. Para reducir su malestar y ayudarle a superar el
miedo, el psicólogo enseña al niño técnicas como el entrenamiento
en respiración o técnicas cognitivas. Los padres, además de planifi-
car adecuadamente cada noche las condiciones de dormir y aplicar
las pautas que el psicólogo les indique ante los despertares noctur-
nos, deben reforzar al día siguiente las conductas de valentía de su
hijo.

Con el niño
Explicar al niño por qué siente miedo a la oscuridad es necesa-
rio para lograr su colaboración con la terapia y para eliminar falsas
creencias. La información que se puede proporcionar al niño es la
siguiente:

a) Tener miedo a la oscuridad es frecuente y adaptativo.


b) La fobia a la oscuridad se debe a diversos factores, entre
ellos a procesos de aprendizaje.
49
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

c) Del mismo modo que se aprende a ser miedoso, se puede


aprender a ser valiente.

En la tabla 3.1 se presenta un ejemplo sobre cómo explicar a un


niño la adquisición y el mantenimiento de la fobia a la oscuridad.

Tabla 3.1
Explicación a un niño de la adquisición de la fobia
a la oscuridad en la fase educativa
Tener miedo a la oscuridad es algo muy común que ocurre a muchos niños. Aproxi-
madamente un 30% de los niños tiene miedo a dormir solo, lo que quiere decir que de
cada diez niños que conoces tres han tenido alguna vez problemas para dormir. Pocos
niños dicen a sus amigos que les da miedo dormir solos, pero muchos buscan ayuda
para no pasarlo mal por las noches. Tener algo de miedo es normal porque el miedo
nos ayuda a ser precavidos. Eso quiere decir que nos hace tener cuidado en algunas
situaciones que pueden ser peligrosas. Por ejemplo, cuando de repente se apaga la luz
en casa, el miedo a la oscuridad nos hace que permanezcamos sin movernos o que
vayamos con cuidado hasta que vuelva la luz. Si no tuviéramos miedo, no seríamos
tan cuidadosos y podríamos hacernos daño al no poder ver en la oscuridad. El miedo
evita que corramos peligro porque nos activa, pone todo nuestro cuerpo en alerta y
nos ayuda en situaciones que pueden ser peligrosas. Lo que ocurre es que a veces el
miedo tiene el efecto contrario. Cuando es muy intenso, en lugar de ayudarnos nos
produce malestar. Un miedo muy intenso hace que, cuando de repente se va la luz en
casa, en lugar de ser precavidos y permanecer sin movernos a la espera de que regrese
la luz, nuestro cuerpo se active demasiado y decidamos hacer algo que pueda ser peli-
groso, como movernos por la casa buscando a nuestros padres. El miedo nos hace
llorar o gritar y nos impide tomar buenas decisiones. Tener un poco de miedo nos
ayuda, pero tener mucho miedo nos perjudica. ¿De qué depende que unos niños ten-
gan miedo a la oscuridad y otros no? Hay varias razones. El miedo es una emoción,
como estar triste o estar contento. Igual que hay niños más alegres que otros, hay
niños más miedosos que otros. Además, tener poco o mucho miedo también depende
de las experiencias que hemos tenido en nuestra vida. Por ejemplo, si alguna vez lo
hemos pasado mal por tener una pesadilla o no poder dormirnos, es posible que al
día siguiente tengamos miedo pensando que eso va a ocurrir de nuevo. Ver películas o
escuchar historias de miedo también puede hacer que pasemos una mala noche.
¿Puede un niño muy miedoso ser menos miedoso? Del mismo modo que teniendo
una mala experiencia en la oscuridad, como una pesadilla o que te den un susto con
la luz apagada, aprendes a ser más miedoso, se puede aprender a ser menos miedoso
con un poco de esfuerzo. Muchos niños han aprendido a no tener miedo en la oscuri-
dad. Al principio puede costar un poco pero cualquier niño con ayuda puede conse-
guirlo.

50
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

3.2. Control de estímulos


Con frecuencia, en los niños con fobia a la oscuridad, las condi-
ciones para dormir no facilitan la inducción del sueño, bien por
una falta de rutinas o porque éstas no son adecuadas. Algunos as-
pectos que deben tenerse en cuenta son los siguientes:

a) Las horas necesarias de sueño en función de la edad del


niño.
Según la Asociación Española de Pediatría, un niño en
edad preescolar (de 3 a 5 años) necesita dormir entre 11 y 12
horas al día; en edad escolar (de 6 a 12 años) entre 10 y 11
horas, y a partir de los 12 años aproximadamente unas 9 ho-
ras. Para asegurar que el niño duerme las horas necesarias
para no sentirse cansado al día siguiente, se debe concretar
con los padres la hora de ir a la cama teniendo en cuenta el
tiempo que el niño necesita para dormirse.
b) Quién y cómo se indica al niño que es el momento de ir a la
cama.
Que el aviso de ir a dormir sea dado siempre por la mis-
ma persona sirve como estímulo discriminativo que ayuda al
niño a obedecer esa indicación.
c) La rutina que se sigue antes de ir a la cama.
Seguir el mismo hábito cada noche facilita que el mo-
mento de ir a dormir no se prolongue.
d ) Las condiciones de la habitación del niño.
Una luz tenue y una temperatura adecuada ayudan a in-
ducir el sueño.

Si son inadecuadas o inexistentes, se debe establecer una planifi-


cación de las rutinas del niño a la hora de dormir. En la tabla 3.2 se
presenta una guía que puede ser útil para los padres.

51
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Tabla 3.2
Planificación de rutinas a la hora de dormir
Hora de ir
21 h 21.15 h 21.30 h 21.45 h 22 h 22.15 h 22.30 h 22.45 h 23 h
a la cama
Orden de ¿Quién indica al niño que es hora de dormir? …. Mamá …. Papá
ir a
dormir
1.º Ponerse el pijama.
2.º Ir al baño.
3.º Preparar las condiciones para dormir: muñeco de compañía, luz,
Rutina
temperatura en la habitación, etc.
antes de ir
4.º Leer un cuento o realizar una actividad relajante durante 15-30
a dormir
minutos. Indicar la actividad: ………….......………………………….
5.º Dar las buenas noches.
6.º Apagar la luz.
Hora de
7h 7.15 h 7.30 h 7.45 h 8h 8.15 h 8.30 h 8.45 h 9h 9.15 h
despertar

3.3. Exposición en vivo


El tratamiento de elección para la fobia a la oscuridad es la ex-
posición en vivo. Se complementa con otras técnicas, como la prác-
tica de la respiración profunda, que ayudan al niño a exponerse y
reducen el malestar por la interacción con el estímulo fóbico. La
exposición se lleva a cabo en casa, lugar donde ocurre el problema,
lo que requiere un papel activo de los padres. El psicólogo, junto
con los padres y el niño, elabora una jerarquía de exposición que se
aplica cada noche. La jerarquía varía en función de la línea base de
la que se parte. Algunos niños duermen en la cama de sus padres,
otros en su habitación con la compañía de la madre, y otros duer-
men solos con la luz encendida, o llaman o visitan frecuentemente
la cama de los padres. Las condiciones en las que duerme el niño
deben tenerse en cuenta a la hora de elaborar la jerarquía de expo-
sición. Conocer la situación de la habitación del niño en la casa y la
luz que llega a través de la ventana o del pasillo también es impor-
tante para planificar la graduación de los ítems.
52
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

Para elaborar y aplicar una jerarquía de exposición a la oscuri-


dad se pueden seguir los pasos siguientes:

1.  Conocer con detalle las condiciones en las que duerme el niño
Durante la fase de evaluación se obtiene información que debe
tenerse presente a la hora de elaborar la jerarquía de exposición.
Las entrevistas a los padres y al niño y el registro de sueño infantil
nos ayudan a establecer la línea base. La información obtenida en
la fase de evaluación se revisa de nuevo con los padres y el niño
para asegurarnos de que la línea base de la que partimos para cons-
truir la jerarquía es correcta. Dibujar un plano de la casa, con la
ayuda del niño y de los padres, facilita que el terapeuta conozca
exactamente la situación de la habitación de los padres y del niño,
así como las fuentes de luz en la habitación de éste, logrando que la
jerarquía de exposición se adecue correctamente a las condiciones
de la vivienda (véase la figura 3.1).

2.  Elaborar los ítems de la jerarquía


La jerarquía de exposición se crea con la ayuda del niño y los
padres. Como guía para la elaboración de los ítems y la aplicación
de la exposición pueden seguirse las siguientes pautas:

a) Si el niño necesita compañía para dormir, bien durmiendo en


la cama de los padres o en su habitación con la madre, en los
primeros ítems de la jerarquía se permite que la madre o el pa-
dre permanezca con el niño en su habitación hasta que se
duerma. La distancia física entre la persona que le acompaña
y el niño aumenta cada noche y el tiempo de acompañamien-
to disminuye. Se advierte a los padres que las primeras noches
el niño puede mostrar rechazo a dormir solo, sobre todo si
anteriormente dormía en la cama con ellos. Si el niño dormía
en la cama de sus padres y le resulta muy aversivo volver a
dormir en su habitación, se puede sugerir a los padres que
previamente lleven a cabo un cambio en la distribución de los
muebles o en la decoración, para evitar que éstos sean estímu-
53
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

los discriminativos de malestar para el niño. En la tabla 3.3 se


presenta un ejemplo de jerarquía para esta situación.

Habitación
de la hermana de Ana

Habitación
de los padres de Ana

Habitación de Ana

Baño

Figura 3.1.  Dibujo de la situación de la habitación de Ana, que ayuda al terapeuta a pla-
nificar los ítems de la exposición.

b) Cuando el niño duerme en su habitación pero necesita la luz


encendida para dormirse, la jerarquía de exposición debe
elaborarse reduciendo poco a poco la intensidad de la luz
(tabla 3.4). Una forma sencilla es mediante una lámpara que
permita graduar cada noche la oscuridad de la habitación.
Si no se dispone de ella, la intensidad lumínica se puede con-
trolar aumentando la distancia de la fuente de luz a la cama
del niño. En el primer ítem de la jerarquía, en lugar de dejar
al niño la luz de la habitación encendida, se enciende la lam-
54
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

Tabla 3.3
Jerarquía de exposición
Línea base:
• El niño duerme en la habitación de los padres.
• El niño duerme en su habitación con la madre.

Ítems de la jerarquía:
1. Acostado en su habitación. Mamá sentada en una silla al lado de la cama. Puerta
abierta. Luz del pasillo encendida.
2. Acostado en su habitación. Mamá sentada cerca de la cama (a un metro). Puerta
abierta. Luz del pasillo encendida.
3. Acostado en su habitación. Mamá sentada cerca de la cama (a dos metros). Puer-
ta abierta. Luz del pasillo encendida.
4. Acostado en su habitación. Mamá sentada cerca de la cama (al lado de la puerta).
Puerta abierta. Luz del pasillo encendida.
5. Acostado en su habitación. Puerta abierta. Luz del pasillo encendida. Mamá visi-
ta cada cinco minutos la habitación del niño hasta que se duerme.
6. Acostado en su habitación. Puerta abierta. Luz del pasillo encendida. Mamá visi-
ta cada diez minutos la habitación del niño hasta que se duerme.
7. Acostado en su habitación. Puerta abierta. Luz del pasillo encendida. Mamá visi-
ta cada quince minutos la habitación del niño hasta que se duerme.
8. Acostado en su habitación. Puerta abierta. Luz del pasillo apagada. Mamá visita
cada quince minutos la habitación del niño hasta que se duerme.
9. Acostado en su habitación. Puerta abierta. Luz del pasillo apagada.

Tabla 3.4
Jerarquía de exposición
Línea base: El niño duerme en su habitación con la luz encendida.

Ítems de la jerarquía:
1. Luz de la lamparita de la mesilla encendida.
2. Luz de la lamparita encendida a medio metro de distancia de la cama del niño.
3. Luz de la lamparita encendida a un metro de distancia de la cama del niño.
4. Luz de la lamparita encendida a dos metros de distancia de la cama del niño.
5. Luz del pasillo encendida. Puerta abierta.
6. Luz del pasillo encendida. Puerta entornada un palmo.
7. Luz del pasillo encendida. Puerta entornada dos palmos.
8. Luz del pasillo apagada. Puerta abierta.

55
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

parita de la mesilla de noche. Una vez superado ese ítem, se


reduce la intensidad de la luz en la habitación encendiendo
la luz del pasillo. Para lograr mayor oscuridad de forma gra-
dual, se puede distanciar la posición de la lámpara de la
cama del niño, de forma que cada vez la luz sea más tenue.
En los siguientes ítems la fuente de luz puede proceder del
pasillo o de una habitación contigua, de forma que la luz lle-
gue a la habitación del niño de modo cada vez más tenue.
c) La intensidad del miedo a la oscuridad de algunos niños es
tan elevada que necesitan compañía para entrar en su habita-
ción o en otras dependencias de la casa durante el día si ha
oscurecido o la luz en la vivienda es tenue. Otros niños se nie-
gan a llevar a cabo la jerarquía de exposición por el malestar
que anticipan al tener que dormir en su habitación reducien-
do la cantidad de luz cada noche. Cuando la intensidad del
miedo es muy alta, si el niño tiene miedo durante el día o si se
niega a dormir solo en su habitación sin luz, puede ser conve-
niente aplicar durante el día una jerarquía de exposición que
sirva para aumentar su seguridad (tabla 3.5). Una vez que se
ha reducido ligeramente su miedo, se modifican de forma
gradual las condiciones a la hora de dormir, aplicando la je-
rarquía correspondiente a su línea base. La jerarquía de ex-
posición se aplica a media tarde, cuando ha anochecido. Se
pide al niño que se acueste en su cama como si fuera a dor-
mir, y se modifican las condiciones de luz con la ayuda de una
lámpara que permita graduar la intensidad de luz o aumen-
tando la oscuridad mediante la luz de la lamparita de noche y
del pasillo. El tiempo de exposición se aumenta g­ radualmente.

3.  Normas para la aplicación de la jerarquía de exposición


Se explica previamente al niño cómo se va a llevar a cabo la expo-
sición. En la tabla 3.6 puede verse un ejemplo de dicha explicación.
Para poner en práctica un ítem de la jerarquía, el anterior debe
ser realizado al menos en dos ocasiones sin manifestar señales de
miedo. Se indica a los padres y al niño que debe repetirse un paso
56
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

Tabla 3.5
Jerarquía de exposición
Línea base:
• El niño se niega a modificar las condiciones de luz en su habitación por la noche.
• El niño tiene miedo durante el día.

Ítems de la jerarquía:
  1. El niño acostado en su cama. Luz de la lamparita de la mesilla encendida. Tiem-
po de exposición: 30 segundos.
  2. El niño acostado en su cama. Luz de la lamparita de la mesilla encendida. Tiem-
po de exposición: 60 segundos.
  3. El niño acostado en su cama. Luz de la lamparita encendida a un metro de dis-
tancia de la cama del niño. Tiempo de exposición: 30 segundos.
  4. El niño acostado en su cama. Luz de la lamparita encendida a un metro de dis-
tancia de la cama del niño. Tiempo de exposición: 60 segundos.
  5. El niño acostado en su cama. Luz de la lamparita encendida a dos metros de
distancia de la cama del niño. Tiempo de exposición: 30 segundos.
  6. El niño acostado en su cama. Luz de la lamparita encendida a dos metros de
distancia de la cama del niño. Tiempo de exposición: 60 segundos.
  7. El niño acostado en su cama. Luz del pasillo encendida. Puerta abierta. Tiempo
de exposición: 30 segundos.
  8. El niño acostado en su cama. Luz del pasillo encendida. Puerta abierta. Tiempo
de exposición: 60 segundos.
  9. El niño acostado en su cama. Luz del pasillo encendida. Puerta entornada un
palmo. Tiempo de exposición: 30 segundos.
10. El niño acostado en su cama. Luz del pasillo encendida. Puerta entornada un
palmo. Tiempo de exposición: 60 segundos.
11. El niño acostado en su cama. Luz del pasillo encendida. Puerta entornada dos
palmos. Tiempo de exposición: 30 segundos.
12. El niño acostado en su cama. Luz del pasillo encendida. Puerta entornada dos
palmos. Tiempo de exposición: 60 segundos.
13. El niño acostado en su cama. Luz del pasillo encendida. Puerta abierta. Tiempo
de exposición: 30 segundos.
14. El niño acostado en su cama. Luz del pasillo encendida. Puerta abierta. Tiempo
de exposición: 60 segundos.

de la jerarquía las veces necesarias hasta que el niño logra permane-


cer en esa condición de oscuridad sin manifestar malestar. Cuando
la jerarquía se aplica durante la noche, el terapeuta entrega a los
padres un registro en el que deben anotar cada noche o a la mañana
siguiente el ítem que se ha aplicado y si se ha superado o no. Si la
57
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Tabla 3.6
Explicación al niño del tratamiento de exposición
Todos los miedos se superan enfrentándote a ellos. Por ejemplo, el miedo a subir en
bicicleta se supera practicando con frecuencia. El miedo a nadar se vence pasando
tiempo en el agua hasta lograr disfrutar y darte cuenta de que no ocurre nada malo.
Seguro que conoces a alguien que tenía mucho miedo a algo y que ha conseguido
superarlo. Por ejemplo, algunos adultos tienen miedo a conducir, otros tienen miedo a
los ascensores, otros a algunos animales… Es posible que a ti no te dé miedo algo que
asusta mucho a tu madre, a tu padre o a alguno de tus amigos. Si preguntas a algún
conocido cómo ha superado su miedo, seguramente te diga que poco a poco se ha ido
desvaneciendo al enfrentarse día a día a él. El miedo a la oscuridad es como el resto de
los miedos. La forma de vencerlo es plantarle cara. Hay que permanecer en la oscuri-
dad para darse cuenta de que nada malo va a ocurrir. Como al principio plantarle cara
a la oscuridad puede hacerte sentir mal, lo hacemos poquito a poco. El primer día
dejaremos más luz en tu habitación, y tu madre o tu padre estarán cerca de ti para
comprobar que estás bien. Cada día iremos reduciendo la cantidad de luz, conforme
tú te vayas sintiendo más valiente y más capaz de dormir con la luz apagada. Además,
te voy a enseñar algunos trucos que te van a ayudar a ser más valiente cuando tengas
que enfrentarte a la oscuridad. Tu madre o tu padre te irá diciendo cómo duermes
cada noche. Al principio te va a costar un poquito, pero es normal. Todos los niños
consiguen ser más valientes y vencen su miedo con un poco de esfuerzo.

Tabla 3.7
Registro de ítems de la jerarquía

Día de la ¿Se ha superado?


Ítem de la jerarquía
semana Sí No
Lunes

Martes

Miércoles

Jueves

Viernes

Sábado

Domingo

58
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

exposición se aplica durante el día, los padres completan el registro


cada tarde al finalizar la intervención. Si el niño se niega a exponer-
se a un ítem determinado o lo hace manifestando una elevada an-
siedad en repetidas ocasiones, se puede introducir un ítem interme-
dio que sea menos aversivo y pueda afrontar con más éxito. Los
padres deben registrar cada día el ítem de la jerarquía que han apli-
cado y si el niño lo ha superado (tabla 3.7).
En la tabla 3.8 se presentan las observaciones anotadas por una
preadolescente de 13 años con fobia a la oscuridad y por su madre
durante el tratamiento de exposición. La niña dormía en la habita-
ción de sus padres desde hacía cinco años. Fueron necesarias siete
noches para superar el primer ítem de la jerarquía: Acostada en su
habitación. Mamá sentada en una silla al lado de la cama. Puerta
abierta. Luz del pasillo encendida.
Con niños pequeños la exposición puede aplicarse mediante
juegos1. Las emociones positivas que el niño siente durante el jue-
go reducen el carácter aversivo de la oscuridad. Se indica a los pa-
dres que jueguen con el niño todas las tardes durante aproximada-
mente 15 minutos, variando cada día el juego elegido. Los juegos
en la oscuridad pueden llevarse a cabo cuando se está aplicando
una jerarquía de exposición durante la noche, como estrategia que
refuerza las conductas de afrontamiento del niño. También pueden
emplearse los juegos en la oscuridad en una primera fase del trata-
miento, antes de aplicar la exposición gradual en el momento de ir
a dormir con el fin de que el cambio en las condiciones de luz du-
rante la noche no resulte tan aversivo. Algunos juegos recomenda-
dos para lograr la exposición del niño a la oscuridad son los si-
guientes:

a) Crear sombras chinescas.


En la habitación del niño, con la luz apagada, se coloca
la luz de una lámpara, de un flexo o de una linterna enfocan-

1
  Utilizando el juego como contexto en el que se desarrolla la exposición, el programa
de tratamiento Escenificaciones emotivas es adecuado para niños pequeños. Su aplicación
puede consultarse en el manual Miedos y temores en la infancia (Méndez, 2009).
59
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Tabla 3.8
Anotaciones de Noelia, de 13 años, y de su madre durante la
primera semana de aplicación de la exposición
Día de la
Ítem Observaciones de la madre Observaciones de la niña
semana

Lunes 1.º Valoración positiva. Me sentí nerviosa al dormir-


Han sido 4 llamadas nocturnas. me, pero respirando lenta-
Me he sentado a su lado hasta mente me relajé y me quedé
que se ha dormido de nuevo. dormida. Cuando me des-
Al acostarse se muestra nervio- pertaba estaba nerviosa, pero
sa, pero en las llamadas siguien- al final me relajaba y me dor-
tes está un poco más relajada. A mía. Me siento contenta por-
las 6 de la mañana se ha relajado que he pasado una noche en
del todo y no ha vuelto a llamar. mi habitación durmiendo.

Martes 1.º Valoración muy positiva. Dos Me pasó como en la primera


llamadas, una por la noche y noche. Al principio me sen-
otra al amanecer. No la he visto tía nerviosa, pero al final me
nerviosa. En la llamada al ama- dormí.
necer sólo le he dicho que se dur-
miera un poco más.

Miércoles 1.º Valoración muy positiva. Ha Al principio un poco nervio-


dormido toda la noche sin des- sa, pero al final me dormí sin
pertarse. Para acostarse sigue llamar a mi madre en toda la
necesitando mi presencia. noche.

Jueves 1.º Valoración positiva. Necesita Al principio siempre nervio-


darme la mano para dormirse. sa. Anoche peor que la
Me ha llamado cuatro veces. Las segunda noche. Estaba muy
dos últimas veces le ha costado nerviosa.
dormirse.

Viernes 1.º Valoración muy positiva. Sólo Al principio nerviosa, pero


ha llamado dos veces. consigo dormirme. Sí que
llamé a mi madre.

Sábado 1.º Valoración positiva. No le he Muchísimo mejor que la


dado la mano para acostarse. Se noche anterior, sin llamadas
ha dormido enseguida. No me y sin despertarme.
ha llamado en toda la noche.

Domingo 1.º Igual que la anterior. Sin despertarme y sin llamar


a mi madre.

60
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

do hacia la pared. Con las manos entre la luz y la pared, el


padre crea formas que el niño debe adivinar y que debe imi-
tar a continuación. Un perro, un pato, un pájaro, una jirafa
o un gato son algunos ejemplos de figuras que pueden crear.
b) Buscar tesoros escondidos.
El niño debe encontrar un juguete que el padre previa-
mente ha escondido en su habitación. Al principio, se escon-
de en un lugar donde el niño lo pueda encontrar fácilmente,
por ejemplo, encima de su cama o de la mesita de noche.
Cada vez debe resultar más difícil encontrar el juguete y, por
tanto, el tiempo de exposición a la oscuridad aumenta gra-
dualmente.
c) Adivinar sonidos.
En su habitación, con la luz apagada, el niño debe adivi-
nar los sonidos que su padre emite desde fuera de la habita-
ción. Puede tratarse de sonidos de animales como un perro o
un gato, de medios de transporte como una moto o un tren,
sonidos de la naturaleza como la lluvia, etc.
d) Juegos con linternas.
Con la luz apagada y la ayuda de una linterna, el niño
debe iluminar en su habitación los objetos que su padre le va
indicando. Por ejemplo, ¿dónde está el armario?, ¿dónde
está el osito?

3.4. Pautas de modificación de conducta


Cuando un niño tiene fobia a la oscuridad, los padres suelen ce-
der ante su insistencia en dormir con ellos. Con el paso del tiempo,
los intentos de que el niño duerma solo se convierten en situaciones
altamente disruptivas. La persistencia de los padres al aplicar las
pautas recomendadas por el psicólogo es imprescindible para el
éxito del tratamiento. Es conveniente instruirles en la extinción de
las quejas en el momento de ir a dormir y durante los despertares
nocturnos. Si el niño se despierta por la noche con una pesadilla,
no deben encender la luz de su habitación mientras le tranquilizan.
61
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Si lo hacen, el niño asocia la oscuridad con las pesadillas que le dan


miedo y la luz con la seguridad que le proporciona la llegada de los
padres. Si acude por la noche a la habitación de los padres, se le in-
dica que vuelva a su habitación o se le acompaña a su cama de for-
ma firme y tranquila.
Establecer un sistema de economía de fichas motiva al niño a
afrontar su miedo y ayuda al éxito de la terapia. Se trata de una téc-
nica de modificación de conducta basada en los principios del con-
dicionamiento operante. Facilita que el niño o adolescente lleve a
cabo conductas que no realiza de forma espontánea con la frecuen-
cia deseada. Consiste en la utilización de fichas como reforzadores
inmediatos para promover las conductas que se quiere instaurar o
aumentar. Para planificar una economía de fichas se pueden seguir
los pasos siguientes:

1.º  Se definen las conductas que van a reforzarse.

Mediante la economía de fichas pretendemos reforzar las conduc-


tas de afrontamiento del miedo. El niño gana una ficha cada vez que
consigue llevar a cabo un ítem de la jerarquía de exposición sin mani-
festar señales de miedo. Tanto los padres como el niño deben saber
con exactitud qué conducta se va a reforzar. Por ejemplo, se entrega
al niño una ficha cuando logra permanecer en su habitación durante
30 segundos con la luz del pasillo encendida. Las conductas de valen-
tía del niño para afrontar su miedo se premian con una ficha, pero la
entrega siempre va acompañada de una alabanza o frase positiva.

2.º  En función de la edad del niño se elige el tipo de fichas que


van a utilizarse.

Por ejemplo, pueden entregarse pegatinas que el niño debe colo-


car en un registro de fichas o tarjetas que puede ir guardando den-
tro de un sobre. Los niños más mayores o adolescentes pueden pre-
ferir señalar ellos mismos en el registro si han logrado cumplir o no
el ítem indicado. El registro también sirve para controlar las fichas
ganadas, canjeadas y ahorradas (tabla 3.9).
62
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

Tabla 3.9
Registro de fichas
Día de la semana ¿Gano una ficha?
Lunes
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
Domingo
Fichas ganadas esta semana
Fichas gastadas esta semana
Fichas ahorradas

3.º  Se establecen los premios que se pueden conseguir canjeando


las fichas.

Los premios pueden ser juguetes, pero también privilegios o ac-


tividades que el niño desee realizar. Para facilitar las conductas de
afrontamiento del niño deben elegirse premios que únicamente
pueda obtener si muestra un comportamiento valiente y autónomo.
Los premios deben ser variados y nuevos para el niño; no es ade-
cuado retirar al niño un juguete para emplearlo como refor­zador.

4.º  Se diseña el sistema de canje.

Es decir, el número de fichas que cuesta conseguir cada premio,


así como el momento y lugar en que se darán las fichas. Cada pre-
mio debe tener un precio en fichas, en función de lo valioso que para
el niño sea conseguirlo. Por ejemplo, se pueden ofrecer premios que
cuesten al niño dos fichas, cuatro fichas, ocho fichas, etc. Es impor-
tante que durante las primeras semanas resulte fácil al niño conse-
63
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

guir un premio; por tanto, se deben incluir premios que impliquen


canjear pocas fichas. Ante la ausencia de conductas de miedo du-
rante la noche se entrega al día siguiente una ficha con la que el niño
podrá obtener un premio atractivo. Si la jerarquía de exposición se
aplica durante el día, las fichas se entregan justo después de la con-
ducta de afrontamiento. El niño debe conocer el número de fichas
que necesita para conseguir cada premio. Para ello, es útil disponer
de una tabla en la que se detalle el coste en fichas de los premios.
En la tabla 3.10 se presenta un ejemplo de premios para una
niña de 5 años, así como el número de fichas necesarias para conse-
guir cada uno de ellos.

Tabla 3.10
Sistema de canje para María, de 5 años
Premio Número de fichas
Pegatinas 1 ficha
Una calcomanía 1 ficha
Juego para hacer pompas de jabón 2 fichas
Ir una tarde a la piscina 2 fichas
Un yo-yo 2 fichas
Un helado 3 fichas
Un cuento 3 fichas
Una caja de colores 3 fichas
Una caja de plastilina 4 fichas
Ver una película en el cine 6 fichas
Una muñeca 10 fichas

Un ejemplo de premios que pueden utilizarse con adolescentes


para reforzar su conducta de afrontamiento de la oscuridad se pre-
senta en la tabla 3.11.
64
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

Tabla 3.11
Sistema de canje para Rocío, de 13 años
Premio Número de fichas
Una carpeta 1 ficha
Un póster para su habitación 2 fichas
Un portalápices 2 fichas
Un libro 2 fichas
30 minutos extra de Internet el fin de semana 3 fichas
Ver una película en el cine 3 fichas
Un cd de música 3 fichas
Una mochila 4 fichas
Una camiseta 6 fichas
Unas zapatillas 10 fichas

5.º  Una vez que se ha conseguido reforzar la conducta de afron-


tamiento del miedo, las fichas deben retirarse de forma gradual.

Para ello se puede reducir el número de fichas que el niño puede


conseguir al llevar a cabo la conducta de afrontamiento o aumentar
el número de fichas necesario para obtener un premio. Por ejemplo,
en lugar de conseguir una ficha por cada noche que duerme sin
conductas de miedo, se requieren tres noches consecutivas para ob-
tener una ficha. Además, si para conseguir un premio determinado
necesitaba, por ejemplo, cuatro fichas, una vez instaurada la con-
ducta objetivo necesitará un número de fichas mayor.

3.5. Práctica de la respiración profunda


El control de la respiración es fundamental para el afrontamien-
to del miedo. El psicólogo enseña al niño a realizar inspiraciones
lentas y profundas. Le explica que nuestra respiración se acelera
65
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

cuando sentimos miedo y es lenta y profunda cuando estamos tran-


quilos (tabla 3.12).

Tabla 3.12
Cómo explicar al niño la importancia de la respiración profunda

Cuando tenemos miedo ocurren una serie de cambios en nuestro cuerpo. Uno de ellos
es que la respiración se acelera y pasamos de respirar lenta y profundamente a respirar
deprisa y de forma agitada. Cuando respiramos muy deprisa no entra suficiente aire
en nuestro cuerpo y nuestros pulmones no se llenan completamente. Los pulmones
son los órganos más grandes de nuestro cuerpo y tienen una función muy importante.
Son los encargados de que el oxígeno llegue al corazón y una vez allí se reparta y
pueda ser utilizado por todas las células del cuerpo. Cuando respiramos de forma
acelerada, únicamente llenamos de aire la parte superior de nuestros pulmones. En
esos casos el oxígeno que entra en nuestro cuerpo puede ser insuficiente para llegar a
todas las células y algunas de ellas pueden no funcionar bien. La falta de oxígeno hace
que nuestros músculos estén más rígidos y tensos y que nuestro corazón también se
acelere. Un cuerpo que no recibe suficiente oxígeno es como un coche al que le falta
gasolina y que puede dejar de funcionar correctamente en cualquier momento. Respi-
rar lentamente es fundamental para que nuestro cuerpo funcione de forma adecuada.
Normalmente respiramos de forma automática. Esto quiere decir que no solemos
prestar atención a nuestra forma de respirar ni a la cantidad de aire que entra en nues-
tro cuerpo. Sin embargo, cuando tenemos miedo debemos observarnos para saber si
estamos respirando correctamente o de forma acelerada. Si cuando tenemos miedo
notamos que nos cuesta respirar y que no estamos llenando por completo nuestros
pulmones, tenemos que controlar nuestra respiración para que sea lenta y más profun-
da. Aprender a respirar bien es sencillo, pero es necesario practicar. Una vez que hayas
aprendido podrás controlar rápidamente tu forma de respirar cuando tengas miedo.
En pocos segundos lograrás cambiar tu respiración rápida y superficial a lenta y pro-
funda. Esta nueva forma de respirar que vas a aprender te ayudará a que tu cuerpo
esté más relajado y a que puedas controlar mejor tu miedo.

Podemos dibujar unos pulmones para mostrar al niño que cuan-


do respira de forma acelerada únicamente llena la parte alta y que
el oxígeno que entra puede ser insuficiente para que se sienta bien.
Seguidamente se le indica que tome aire por la nariz hasta llenar
por completo sus pulmones, y que lo expulse lentamente por la
boca. Para que el niño reconozca si está aprendiendo a respirar
adecuadamente, le pedimos que sitúe una mano sobre el abdomen y
66
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

observe cómo éste se eleva con cada inspiración y vuelve a su posi-


ción original al espirar.
Uno de los aspectos que favorece el éxito del entrenamiento en
respiración profunda es la práctica. Para asegurarnos de que el
niño practica en casa correctamente los ejercicios, se pide a los pa-
dres que supervisen su ejecución. Los padres reciben las mismas
instrucciones que el niño sobre cómo respirar profundamente.
Como ayuda, se puede instruir a los padres en juegos que faciliten
el control respiratorio. Por ejemplo, haciendo pompas de jabón el
niño aprende a dosificar el aire y a expulsarlo lentamente. También
puede utilizarse una vela, de forma que el niño debe inspirar pro-
fundamente y expulsar el aire moviendo la llama sin apagarla. Se
puede proporcionar al niño un registro para que anote cada vez
que practica la respiración en casa, y de este modo facilitar la su-
pervisión por parte del terapeuta (tabla 3.13).

Tabla 3.13
Registro de práctica de la respiración

¿Cómo me ¿Cómo me
siento antes de siento después
Problemas
Tiempo de practicar? de practicar?
Día durante la
práctica De 0 a 10 De 0 a 10
práctica
(0 tranquilo, 10 (0 tranquilo, 10
muy ansioso) muy ansioso)

Lunes

Martes

Miércoles

Jueves

Viernes

Sábado

Domingo

67
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

3.6. Reestructuración cognitiva


Los niños con fobia a la oscuridad se preocupan con frecuencia
por si les ocurre algo malo en la oscuridad. Si ven una sombra en la
habitación imaginan que hay alguien escondido que puede hacerles
daño. Un ruido por la noche lo perciben como la señal de que al-
guien ha entrado en casa. Suelen interpretar negativamente cual-
quier situación que acontece en la oscuridad.
La reestructuración cognitiva se aplica con éxito para sustituir
los pensamientos negativos y ansiógenos del niño por pensamien-
tos positivos y racionales. Se indica que ante una situación determi-
nada no hay un único punto de vista. La interpretación que se lleva
a cabo de la situación condiciona la emoción que se siente. Se utili-
zan ejemplos para que el niño entienda que, ante una misma situa-
ción, existen diferentes formas de pensar e interpretar lo ocurrido y
que en función de lo que piense se va a sentir de una forma u otra.
No es posible cambiar la situación, pero sí cambiar el pensamiento
para reducir la conducta de miedo.

Tabla 3.14
Según pienso, así me siento
Situación Si pienso…. Me voy a sentir…
Estoy acos- Alguien ha entrado en casa. Con miedo.
tado y escu-
cho ruidos. Deben de ser mis padres que están acostándose. Tranquilo.

En la tabla 3.15 se ejemplifica la explicación a un niño de cómo


sus pensamientos condicionan su emoción.
Una vez que se ha explicado al niño la importancia que tienen los
pensamientos en las emociones, le indicamos que es importante ano-
tar lo que pensamos cuando tenemos miedo. Se proporciona al niño
un registro de pensamientos para que lo complete cada vez que ocu-
rra algo que le haga sentir miedo. Se le pide que anote la situación
que ha ocurrido, lo que ha pensado y lo que ha sentido. En la tabla
3.16 se presentan los pensamientos registrados por Paula, de 12 años.
68
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

Tabla 3.15
Cómo explicar a un niño que su emoción depende de su pensamiento
Ante una misma situación podemos pensar de formas distintas. Por ejemplo, hay
niños que sacan un ocho en un examen y se ponen muy contentos mientras que otros
con un ocho se ponen tristes porque esperaban sacar una nota mejor. La situación es
la misma: sacar un ocho en un examen. Sin embargo, un niño se siente triste y el otro
contento. ¿Cuál es la diferencia para sentirse de una forma o de otra? La interpreta-
ción que cada niño hace de esa nota que ha obtenido, es decir, lo que piensa. Un niño
que se alegra porque saca un ocho piensa que es una buena nota, que está por encima
de la media. Un niño que se siente triste piensa que no es una buena nota, que no ha
obtenido la máxima nota, que podía haber tenido una nota mejor. La forma en que
pensamos condiciona cómo nos sentimos. Según pienso, así me siento. La situación es
la misma, sólo cambia mi pensamiento sobre ella. No tenemos por qué pensar de una
forma determinada, sobre todo si esa forma de pensar no nos hace felices o nos hace
sentir miedo. No podemos cambiar la situación, pero sí nuestra forma de interpretar-
la. Por ejemplo, si estoy en casa en mi habitación haciendo los deberes y de repente se
va la luz, puedo pensar que me va a pasar algo malo y en ese caso me pondré nervioso
y sentiré miedo, o puedo pensar que se trata de un apagón pasajero y que mis padres
se encargarán de encender una vela o una linterna y venir a mi habitación a buscarme.
De ese modo, en lugar de sentir miedo, me sentiré tranquilo y confiado.

Tabla 3.16
Registro de pensamientos ansiógenos de Paula, de 12 años
Emoción
Situación Pensamiento
De 0 a 10
Veo la película La bruja novata. Los muñecos de mi habitación Miedo (10)
van a cobrar vida y me van a
hacer daño.
Me acuerdo de una historia de Va a aparecer el fantasma de la Miedo (10)
miedo que me contaron cuando historia.
fui de campamento.
Se apaga la luz de repente en casa. Algo malo me va a pasar. Miedo (8)
Tristeza (7)
Estoy sola en casa y tengo que Me va a pasar algo. Miedo (10)
subir al piso de arriba a ducharme.
Estoy sola en mi habitación. Va a aparecer un fantasma o una Miedo (10)
muñeca y me va a matar.

69
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Una vez que se han identificado los pensamientos, el terapeuta


enseña al niño cómo cuestionarlos. Le indica que es normal que a
veces aparezcan en nuestra mente algunos pensamientos negativos,
que producen miedo, pero que la mayoría de los niños no les dan
importancia y rápidamente ese pensamiento desaparece. Cuando se
«alimenta» un pensamiento, éste coge fuerza, es decir, se hace cada
vez más grande y más intenso. No tenemos pruebas de que esos
pensamientos que nos molestan y nos hacen sentir miedo sean ver-
daderos; pensamos que pueden ocurrir, pero no tenemos ninguna
prueba de ello. Por ejemplo, si estamos solos en nuestra habitación
y pensamos que va a aparecer un fantasma, damos credibilidad a
ese pensamiento. Lo damos por válido sin cuestionarlo, pero en
realidad no tenemos ninguna prueba de que lo que pensamos pue-
da ocurrir. Además, esos pensamientos no son útiles. No nos ayuda
tener ese pensamiento; al contrario, nos hace perder mucho tiempo
y nos produce malestar. Con la ayuda del terapeuta, el niño debe
aprender a cuestionar sus pensamientos miedosos. Para ello, el te-
rapeuta plantea algunas preguntas que ayudan en la discusión de la
veracidad de los pensamientos (tabla 3.17).

Tabla 3.17
Preguntas para la discusión de pensamientos
De 0 a 10, ¿cuánta seguridad tengo en que lo que pienso va a ocurrir?
¿Qué pruebas tengo de que lo que pienso va a ocurrir?
¿Alguna vez ha ocurrido lo que he pensado?
¿Cuántas veces he pensado que iba a ocurrir?
¿Cuántas veces ha ocurrido?
¿Cuántas veces se ha cumplido mi pensamiento?
¿Me sirve de algo ese pensamiento?
¿Es verdad mi pensamiento?

Una vez que se ha cuestionado el pensamiento miedoso, se pide


al niño que indique un pensamiento alternativo. Se le dice que ha
comprobado que no tiene pruebas de que su pensamiento vaya a
ocurrir y que, aunque tiende a pensar de forma negativa y miedosa,
70
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

sus pensamientos nunca se han cumplido. Puesto que no hay una


única forma de pensar ante una situación determinada, se le indica
que cada vez que tenga un pensamiento ansiógeno debe cuestionar-
lo y cambiarlo por un pensamiento alternativo. De ese modo, en
lugar de sentir miedo, sentirá una emoción positiva. En la tabla 3.18
se presenta un ejemplo de discusión de pensamientos ansiógenos.

Tabla 3.18
Discusión de pensamientos con Paula, de 12 años
Terapeuta: Uno de los pensamientos que has anotado esta semana es «los muñecos de
mi habitación van a cobrar vida y me van a hacer daño». Ese pensamiento vino a tu
cabeza la noche después de ver la película La bruja novata (en la que algunos objetos
cobran vida por un hechizo). Lo has valorado con un 10 de miedo. Como ya vimos
en la sesión anterior, a veces tenemos pensamientos que nos provocan emociones
molestas, como el miedo, y creemos que lo que pensamos puede ocurrir aunque no
tenemos ninguna prueba de que sea posible. Para poder eliminar esos pensamientos
miedosos tenemos que cuestionarlos, en lugar de creer en ellos como si fueran cier-
tos. De 0 a 10, ¿cuánta seguridad tienes en que va a ocurrir lo que has pensado: que
los muñecos de tu habitación puedan cobrar vida y hacerte daño?
Paula: Ahora diría que un 3 o un 4, pero por la noche lo hubiera valorado con un 10.
Terapeuta: No podemos creernos cualquier pensamiento que venga a nuestra cabeza,
sobre todo si nos produce malestar y no nos resulta útil. Debemos cuestionarlo,
buscando pruebas que nos indiquen si realmente puede ocurrir eso que pensamos y
que tanto miedo nos da. ¿Qué pruebas tienes de que tu pensamiento va a ocurrir?
¿Qué pruebas tienes de que los muñecos de tu habitación pueden cobrar vida?
Paula: No tengo ninguna prueba.
Terapeuta: ¿Alguna vez has visto una muñeca moverse sola?
Paula: No, nunca.
Terapeuta: ¿Te ha contado alguien alguna vez que ha visto a sus muñecas moverse
solas?
Paula: No.
Terapeuta: ¿Tenemos entonces alguna prueba para poder creer que las muñecas pue-
den moverse por sí solas?
Paula: No, ninguna.
Terapeuta: ¿Cuántas veces has tenido ese pensamiento durante esta semana?
Paula: Lo he tenido todas las noches desde que vi la película.
Terapeuta: Así que han sido seis noches pensando que las muñecas iban a empezar a
moverse.
Paula: Sí, eso es.
Terapeuta: ¿Alguna de esas noches ocurrió eso que pensabas? ¿Se movieron tus muñecas?
Paula: No, nunca.

71
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Terapeuta: Por tanto, tuviste ese pensamiento seis noches y ninguna de esas noches se
cumplió, ¿verdad?
Paula: Sí.
Terapeuta: ¿Te ha servido de algo tu pensamiento? ¿Te ha ayudado en algo pensar así?
Paula: No. Al contrario. Tardo mucho en dormirme pensando en eso y al día siguiente
me cuesta levantarme.
Terapeuta: Según hemos visto, no tenemos ninguna prueba para creer que lo que pien-
sas puede ocurrir. De todas las veces que has tenido ese pensamiento nunca se ha
cumplido. ¿Podríamos decir entonces que tu pensamiento no es verdad?
Paula: Sí.
Terapeuta: Si una amiga te contara que por las noches tiene miedo porque piensa que
las muñecas de su habitación se van a mover y le van a hacer daño, ¿qué le dirías?
Paula: Que las muñecas no se mueven. Que eso sólo pasa en las películas.
Terapeuta: En lugar de ese pensamiento miedoso, ¿qué podrías pensar para tranquili-
zarte?
Paula: Podría pensar que las muñecas han estado en mi habitación desde que yo era
pequeña. Me encantaba jugar con ellas y nunca me han hecho daño. Al contrario,
son muy bonitas y he pasado ratos muy entretenidos con ellas.

El terapeuta ayuda al niño a cuestionar cada uno de sus pensa-


mientos ansiógenos. Una vez que el niño ha aprendido el procedi-
miento para hacerlo, se le pide que cada vez que tenga un pensa-
miento miedoso cuando esté en casa y sienta miedo, lo cuestione y
piense un pensamiento alternativo. El terapeuta revisa con el niño
cada semana los pensamientos que ha cuestionado y que debe ano-
tar durante la semana junto con un pensamiento alternativo.

3.7. Estrategias útiles para los miedos a situaciones


imaginarias

Es frecuente que los niños con fobia a la oscuridad crean ver


monstruos o seres extraños durante la noche. La exposición en
imaginación puede ser útil para los miedos imaginarios en niños
mayores y adolescentes. En estado de relajación se indica al niño
que trate de imaginar la escena que le atemoriza. Se le pide que
describa con detalle ese personaje atemorizante. El terapeuta le
guía para que lo modifique con su imaginación hasta proporcio-
narle un aspecto agradable. A los niños más pequeños o a aquellos
72
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

que pueden tener dificultades para recrear en su imaginación el


monstruo que les da miedo se les puede pedir que hagan un dibujo
en el que aparezca aquello que les asusta. Además, se pide al niño
que piense o dibuje alguna escena relajante o agradable y se le in-
dica que la recuerde durante la noche. No es aconsejable decir al
niño que los monstruos o los seres extraños que imagina desapare-
cerán si se duerme o si no se levanta de la cama, ya que de ese
modo damos credibilidad a sus pensamientos y se refuerza la idea
de que esos personajes imaginarios existen. En la tabla 3.19 se pre-

Tabla 3.19
El miedo imaginario de Ana
Ana, de 13 años, imaginaba cada noche un ser atemorizante que le impedía conciliar el
sueño y le asustaba de tal forma que pedía a su madre que se acostara con ella. La niña
describía ese personaje como una mujer con un camisón blanco que le cubría los pies.
Tenía el pelo largo, de color gris, y despeinado. Su cara estaba muy pálida. En su mejilla
derecha tenía una cicatriz de color rosado. Sus uñas estaban muy largas y sucias. Con la
ayuda de la terapeuta, Ana dibujó esa imagen que la asustaba. Una vez que el dibujo
estaba acabado, la terapeuta preguntó a Ana si se le ocurría alguna forma de cambiar
esa imagen para hacerla más agradable. La niña contestó que tendría que cambiar la
ropa, el peinado y quitar esa cicatriz. Se explicó a Ana que eso era posible. Del mismo
modo que era capaz de imaginar un ser con un aspecto físico atemorizante, sería capaz
de imaginar que ese ser cambiaba de aspecto con su ayuda. Se pidió a Ana que cerrara
los ojos e imaginara ese ser como lo había plasmado en el dibujo. A continuación se le
indicó que fuera cambiando cada aspecto de su físico que le daba miedo. Ana empezó
imaginando que le peinaba el pelo, dejándolo liso y retirado de su cara. Imaginó a con-
tinuación que cambiaba su color, de gris a un color castaño. Reemplazó el camisón por
un vestido azul, que dejaba ver parte de sus rodillas. Se imaginó que le maquillaba hasta
dar a su cara un color rosado que tapaba la cicatriz por completo. Por último, le cortó
las uñas. La terapeuta le preguntó a Ana si quería hacer algún cambio más y la niña
contestó que no. Se le pidió entonces que indicara qué pensaba ahora del nuevo aspecto
de ese ser que imaginaba y si ahora le resultaba atemorizante. La niña contestó que
ahora no le daba miedo, pero que no sabía si por la noche volvería a pensar en su ante-
rior aspecto. La terapeuta indicó a la niña que, si alguna noche volvía a recrear esa
escena que le asustaba, imaginara a ese ser con su nueva imagen. Además, se pidió a
Ana que indicara algunas escenas o recuerdos que le resultaran relajantes o agradables,
como, por ejemplo, el recuerdo de una excursión con sus compañeros de clase, un paseo
en la playa o una tarde de cine con sus amigas. Se le instruyó para que tratara de recor-
dar esos momentos a la hora de ir a dormir o en los despertares nocturnos, de forma
que desviara su imaginación a escenas agradables que competían con las escenas ansió-
genas y que le ayudarían a estar relajada y a evitar imaginar seres extraños.

73
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

senta un ejemplo sobre cómo intervenir en el miedo a los seres


imaginarios.
Existen situaciones muy específicas que atemorizan al niño
con fobia a la oscuridad. Por ejemplo, algunos adolescentes rela-
tan que cuando avanzan por el pasillo sienten un miedo intenso a
que alguien les persiga. La exposición en vivo es una estrategia
útil para reducir el miedo. Se indica al niño que debe exponerse a
la situación ansiógena, planificando con él paseos por el pasillo
varias veces al día para que compruebe que su ansiedad se reduce.
Además, se le pide que cuando tenga la sensación de ser persegui-
do se gire, exponiéndose de ese modo a ese miedo imaginario y
comprobando que no existe tal persecución. En la tabla 3.20 pue-
de leerse un ejemplo sobre cómo aplicar la exposición en dicha si-
tuación.

Tabla 3.20
Exposición al miedo de Elena a que alguien la siga
por el pasillo
Elena, de 12 años, evitaba ir de una habitación a otra de la casa si sus padres no esta-
ban cerca porque decía notar que alguien la seguía. Si era inevitable, su respiración se
aceleraba, apretaba fuertemente los puños y entrecerraba los ojos mientras andaba
rápido por el interminable pasillo. Su miedo era tan intenso que a veces tenía que lla-
mar a su madre para que la acompañara a otro lugar de la casa. Se le explicó a la niña
que su conducta de evitación mantenía su miedo y hacía que éste cada vez fuera más
intenso. Se le indicó que para poder superar su miedo era necesario que se expusiera a
él. Se programaron dos sesiones de exposición al día durante la semana (a las 6 y a las
7 de la tarde) y cuatro el fin de semana (dos por la mañana y dos por la tarde). En cada
sesión de exposición, Elena debía recorrer el pasillo a un ritmo lento. El primer día se
le indicó que en cada sesión recorriera el pasillo dos veces, al día siguiente debía hacer-
lo tres veces, y así sucesivamente incrementaba el número de veces hasta que ella
misma valoraba su miedo como cero en una escala de cero a diez. Se le decía que cuan-
do tuviera la sensación de que alguien la seguía durante la exposición, debía girarse y
permanecer mirando el pasillo durante cinco segundos. De ese modo, Elena se exponía
a su miedo y comprobaba que su sensación de ser perseguida era producto de su ima-
ginación.

74
Técnicas de tratamiento para la fobia a la oscuridad

3.8. Estrategias útiles para los miedos


a situaciones reales

El miedo a los seres imaginarios decrece conforme el niño crece.


Sin embargo, al tiempo que disminuyen los miedos a seres imagina-
rios, aumentan los miedos a situaciones reales. Algunos niños in-
forman tener miedo a situaciones reales, por ejemplo, a que duran-
te la noche alguien entre en casa y les haga daño o a sufrir un robo
en el hogar. Exponer al niño en imaginación a ese miedo hasta que
su ansiedad se reduzca no sería una estrategia adecuada, ya que se
trata de un miedo a una situación real que puede ocurrir y cuya ex-
posición genera un malestar intenso. En estas situaciones, las técni-
cas cognitivas pueden ser de gran ayuda para conseguir conductas
de afrontamiento del miedo. Dos conceptos importantes que con-

Tabla 3.21
Intervención en el miedo a los ladrones de Gema, de 10 años
Después de escuchar varias noticias en la televisión sobre el aumento de los robos en
los hogares españoles, Gema comenzó a tener miedo a los ladrones. Dormía sola en su
habitación, pero desde entonces empezó a llamar a su madre por la noche. La niña, de
10 años, decía que tenía miedo porque había oído que últimamente había muchos
robos y no podía dormir pensando si alguien entraba en su casa por la noche. Como
medida de seguridad, decía que su padre había puesto un pestillo adicional en la puer-
ta de casa. Preguntamos a Gema si ella pensaba que era posible que alguien entrara en
su casa. La niña contestó que sí. La terapeuta le indicó que efectivamente eso podía
ocurrir, era posible que pasara. Seguidamente le preguntó si conocía a alguien que
hubiera sufrido un robo en casa. Gema contestó que un ladrón entró en la casa de un
vecino suyo. La terapeuta le preguntó a Gema que si sabía aproximadamente cuántos
vecinos vivían cerca de su casa y ella contestó que muchos porque vivía en un edificio
de siete plantas y en cada planta había cuatro viviendas. Además, decía la niña que en
la calle donde vivía había muchos edificios altos, así que tenía muchos vecinos. La
terapeuta le dijo a Gema que de todas las casas cercanas a la suya únicamente conocía
un caso de robo. Es verdad, le indicó, que es posible que ocurra un robo. Sin embargo,
según hemos visto, no es probable. Puede ocurrir, pero no es frecuente. Por tanto, se
indicó a la niña, es normal sentir cierta preocupación por si ocurre tal situación, pero
la probabilidad de que ocurra es tan baja que no resulta útil preocuparse excesivamen-
te por ello. Además, las medidas de seguridad tomadas en casa para evitar robos eran
un motivo más que debía tranquilizarla.

75
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

viene tener en cuenta son la posibilidad de que un suceso ocurra y


su probabilidad de ocurrencia. Determinadas situaciones que ate-
morizan a los niños con fobia a la oscuridad, como que un ladrón
entre en casa, pueden ocurrir. No podemos, por tanto, asegurar al
niño que nunca va a encontrarse en tal situación, ya que la posibili-
dad existe. Sin embargo, a pesar de ser un hecho posible, su proba-
bilidad de ocurrencia es baja. En la tabla 3.21 se presenta un ejem-
plo sobre cómo podemos intervenir en el miedo a los ladrones en
una niña de 10 años.

76
4
Protocolo de intervención

Sumario

Primera sesión.
Segunda sesión.
Tercera sesión.
Cuarta sesión.
Quinta sesión.
Sexta sesión.
Séptima sesión.
Octava sesión.
Siguientes sesiones.
Última sesión.

77
La intervención en la fobia a la oscuridad comienza con la evalua-
ción del caso. La recogida de información sobre el problema se lleva
a cabo principalmente mediante entrevistas, cuestionarios y registros
de observación. La información obtenida permite elaborar el análisis
topográfico y funcional, y plantear los objetivos terapéuticos.
El tratamiento comienza con una fase educativa. Las sesiones
siguientes se dedican a proporcionar al niño estrategias útiles para
el afrontamiento del miedo. Mediante el análisis funcional conoce-
mos el origen del problema y qué variables lo están manteniendo en
la actualidad. Cuando el niño manifieste activación fisiológica, el
tratamiento incluirá entrenamiento en respiración. Si informa de
pensamientos ansiógenos, se aplicarán técnicas cognitivas que le
ayudarán a sustituir esos pensamientos por cogniciones más positi-
vas. En el caso de que presente miedos a seres imaginarios, se utili-
zará la exposición en imaginación para reducir su temor a esos per-
sonajes inexistentes. Si, por el contrario, teme a situaciones reales,
se emplearán técnicas cognitivas. Una vez que el niño ha adquirido
habilidades de afrontamiento del miedo, se inicia la exposición gra-
dual en vivo, dirigida en casa por los padres y supervisada por el
terapeuta. La jerarquía de exposición se construirá en función de la
situación de partida (línea base). Para aumentar las conductas de
afrontamiento se emplea un programa de reforzamiento, pactado
previamente con los padres y el niño. Los padres, además, deben
aplicar determinadas pautas de modificación de conducta, por
ejemplo, la extinción de las quejas fóbicas.
Una vez que el niño ha superado todos los ítems de la jerarquía,
se evalúa de nuevo su conducta fóbica para conocer si se han cum-
plido los objetivos terapéuticos. La figura 4.1 resume el proceso de
intervención en la fobia a la oscuridad.
79
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

EVALUACIÓN

Recogida de información, análisis topográfico y funcional del caso,


y planteamiento de los objetivos del tratamiento

TRATAMIENTO

FASE EDUCATIVA

Activación Pensamientos Miedos Miedo a


psicofisiológica ansiógenos imaginarios situaciones reales

SÍ NO SÍ NO SÍ NO SÍ NO

Entrenamiento Técnicas Técnicas


Exposición
en respiración cognitivas cognitivas

EXPOSICIÓN GRADUAL EN VIVO

PROGRAMA DE REFORZAMIENTO PAUTAS A LOS PADRES

EVALUACIÓN

Evaluación de los logros terapéuticos

Figura 4.1.  Resumen del proceso de intervención en la fobia a la oscuridad.

80
Protocolo de intervención

A continuación se describe el Protocolo terapéutico para niños y


adolescentes con fobia a la oscuridad, una propuesta de intervención
que combina elementos educativos, conductuales y de terapia cog-
nitiva, y que aplicamos con niños a partir de los 6 años de edad. El
número de sesiones del tratamiento dependerá del ritmo con que se
consigan los objetivos planteados. En ocasiones será necesario un
número de sesiones mayor que las inicialmente propuestas para
conseguir un objetivo terapéutico. No se propondrá un nuevo obje-
tivo hasta que no se haya cumplido el objetivo planteado en la se-
sión previa. Por ejemplo, pueden ser precisas dos sesiones en lugar
de una para la fase educativa con los padres o con el niño. Del mis-
mo modo, en el caso de que las cogniciones ansiógenas del niño
sean muy frecuentes y numerosas, será necesario dedicar varias se-
siones únicamente a modificarlas.

Primera sesión

A la primera sesión acuden únicamente los padres. El objetivo


es la recogida de información sobre el problema. En primer lugar,
se lleva a cabo una entrevista para conocer con más detalle el moti-
vo de consulta y las características del problema del niño. Para ello,
puede utilizarse la guía para la entrevista con los padres que se pre-
senta en el capítulo dos de este libro (tabla 2.1). A continuación, se
pide a los padres que completen la Escala de evaluación del miedo a
la oscuridad (tabla 2.3) en presencia del terapeuta, quien resolverá
las dudas que puedan surgir. Por último, se les informa de que en la
siguiente sesión se llevará a cabo una entrevista al niño y que éste
completará unos cuestionarios que ayudarán a definir su problema
y a planificar el tratamiento. Como tareas para casa se les entrega el
registro de sueño infantil (tabla 2.7) que cumplimentarán cada día
de la semana.

81
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Segunda sesión

En la segunda sesión tiene lugar la recogida de información a


través del niño. Se inicia con una entrevista sin estar presentes los
padres, siempre que sea posible y en función de la edad del pacien-
te (se puede seguir el guión de la entrevista con el niño que se pre-
senta en la tabla 2.2). El objetivo de la sesión es recabar informa-
ción del problema y establecer una relación motivadora para lograr
la colaboración del niño en la terapia. Cuando el niño tiene difi-
cultad en contestar alguna de las preguntas que se plantean en la
entrevista se le puede poner ejemplos para ayudarle en sus respues-
tas. Una vez que se ha realizado la entrevista, se le pide que com-
plete el Inventario de miedo a la oscuridad (tabla 2.4) y el Autoin­
forme de Sueño Infantil (tabla 2.5) en presencia del terapeuta, que
puede orientarle en caso de tener alguna duda en sus respuestas. Si
el terapeuta considera que es necesario, puede pedir al niño que
conteste las subescalas de ansiedad por separación y ansiedad ge-
neralizada de la Escala de ansiedad infantil (tabla 2.6), para esta-
blecer un diagnóstico diferencial de la fobia a la oscu­ridad.
Al finalizar la entrevista con el niño y la cumplimentación de los
cuestionarios, se le indica que permanezca en la sala de espera y se
pide a los padres que entren en la consulta. Se recoge el registro de
sueño infantil y se les pregunta si han tenido alguna dificultad para
completarlo. Se les comunica que se examinará toda la información
proporcionada por ellos y por el niño, y que en la siguiente sesión
se les dará información sobre el problema y el tratamiento que se
llevará a cabo. Como tarea para casa, se les solicita que completen
de nuevo el registro durante la siguiente semana.

Tercera sesión

El objetivo de la tercera sesión es la devolución de información


y el inicio de la fase educativa. La sesión comienza con los padres
sin la presencia del niño. Sobre la base del análisis funcional del
82
Protocolo de intervención

caso realizado previamente por el terapeuta, se proporciona infor-


mación sobre la génesis y mantenimiento de la fobia a la oscuridad.
A continuación se plantea a los padres los objetivos del tratamiento
y se les explica en qué va a consistir. Posibles objetivos del trata-
miento serían: que el niño duerma solo en su habitación sin ayudas,
eliminar las llamadas nocturnas a los padres, instaurar hábitos ade-
cuados para el momento de ir a dormir, o eliminar los miedos
imaginarios. Se les informa de que para superar el miedo es necesa-
ria su colaboración, ya que el tratamiento va a llevarse a cabo en
casa. Se les indica que sus funciones son:

a) Planificar las condiciones de luz y realizar la exposición gra-


dual del niño a la oscuridad en el momento de ir a dormir.
b) Premiar las conductas de afrontamiento del niño, mediante
reforzamiento verbal y una economía de fichas.
c) Aplicar unas pautas básicas. Entre ellas, no encender la luz
cuando el niño les llame en mitad de la noche, no reforzar
las quejas fóbicas, no manifestar miedo delante del niño, etc.

Si en la evaluación del caso se han detectado rutinas para dor-


mir inadecuadas o inexistentes, se debe concretar la hora de ir a la
cama, determinar quién se encarga de dar la orden de ir a dormir,
planificar la rutina que se llevará cabo y acordar la hora de desper-
tar del niño. Para ello, puede servir de ayuda la planificación de ru-
tinas que se presenta en la tabla 3.2. Una vez que se ha proporcio-
nado a los padres información sobre la fobia, el tratamiento y las
tareas que deben llevar a cabo, se aclaran todas las dudas que sur-
jan. Por último, se recoge el registro de sueño infantil y se entrega
uno nuevo para la siguiente semana.
La segunda parte de la sesión se lleva a cabo con el niño sin la
presencia de los padres. Al niño se le explica en primer lugar por
qué teme a la oscuridad (tabla 3.1). A continuación se le plantean
los objetivos del tratamiento y se le indica por qué debe exponerse a
su miedo. Se explica al niño que previamente aprenderá estrategias
que le ayuden a vencer su miedo.

83
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Cuarta sesión

La cuarta sesión se centra en el trabajo con el niño. El objetivo es


que aprenda a respirar de forma adecuada. La sesión comienza expli-
cándole la importancia de la respiración lenta y profunda para redu-
cir la ansiedad (tabla 3.12). A continuación, el terapeuta enseña al
niño a respirar profundamente, mediante modelado y práctica de los
ejercicios de respiración. Los últimos minutos de la sesión se em-
plean para explicar al niño, junto con los padres, las tareas para casa.
Se indica a los padres, en presencia del niño, que éste ha aprendido
técnicas de respiración y que para automatizar la respiración profun-
da debe practicar en casa. Se le pide que realice los ejercicios de respi-
ración una vez al día. Se entrega a los padres un registro para que el
niño lo complete cada vez que practica la técnica (tabla 3.13). Al fi-
nal de la sesión, se recoge el registro de sueño infantil de la semana
anterior y se entrega el que deben cumplimentar la semana siguiente.

Quinta sesión

El objetivo de la quinta sesión es enseñar al niño a modificar sus


pensamientos ansiógenos. Al comienzo de la sesión se le pregunta si
ha practicado los ejercicios de respiración y si ha tenido algún pro-
blema al hacerlo. Se resuelven las dudas surgidas. A continuación se
averigua si ha tenido pensamientos ansiógenos en las últimas sema-
nas. Con la ayuda del terapeuta, el niño escribe en un registro los
pensamientos que ha tenido durante la semana, indicando la situa-
ción que ha ocurrido, el pensamiento y la emoción sentida (véase un
ejemplo de registro en la tabla 3.16). Una vez que se han anotado
los pensamientos, se explica al niño que éstos influyen en nuestras
emociones (tabla 3.15), y a continuación se cuestiona cada pensa-
miento (tabla 3.17). Por último, se entrega al niño un registro para
completar en casa cada vez que tenga un pensamiento ansiógeno.
En la última parte de la sesión se informa a los padres, en pre-
sencia de su hijo, del objetivo que ha tenido la sesión con el niño y
84
Protocolo de intervención

se plantean las tareas para casa. Se pide que durante esa semana el
niño practique de nuevo la técnica de respiración una vez al día y
que complete el registro de pensamientos ansiógenos. Por último, se
recoge el registro de sueño infantil y se entrega un nuevo registro
para completar durante la semana.

Sexta sesión

El objetivo de la sexta sesión es intervenir en los miedos imagi-


narios o en los miedos reales que pueda tener el niño. Previamente
se le pregunta si ha practicado los ejercicios de respiración y se co-
mentan los problemas surgidos. Además, se revisa el registro de
pensamientos ansiógenos y se discuten los pensamientos anotados
durante la semana. Si el niño tiene miedos imaginarios, a mons-
truos o seres extraños, la exposición en imaginación es una estrate-
gia útil en los niños mayores y adolescentes, y el dibujo lo es en ni-
ños pequeños. En la tabla 3.19 puede consultarse un ejemplo sobre
la intervención en el miedo a seres imaginarios. También puede uti-
lizarse la exposición en vivo para reducir el miedo a determinadas
situaciones imaginarias, como se indica en la tabla 3.20. Si los mie-
dos del niño son reales y no imaginarios, se emplearán técnicas cog-
nitivas durante la sesión, como se describe en la tabla 3.21.
Los últimos minutos se dedican a la entrega por parte de los pa-
dres del registro de sueño infantil y a la recogida de un nuevo regis-
tro que utilizarán la semana siguiente. Como tareas para casa, se
recuerda al niño y a los padres la práctica de la respiración lenta y
profunda.

Séptima sesión

La séptima sesión tiene como objetivo que los padres aprendan


a aplicar en casa la técnica de exposición gradual al miedo. La se-
sión comienza explicando a los padres, sin estar presente el niño, en
85
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

qué consiste la exposición y cuál es su función en esta parte del tra-


tamiento. Se elabora una jerarquía de exposición en función de las
condiciones en las que duerme el niño: en la habitación de los pa-
dres, o con la madre o el padre en su habitación (tabla 3.3), o en su
habitación con la luz encendida (tabla 3.4). Si el niño se niega a mo-
dificar por la noche las condiciones de luz en su habitación o tiene
miedo durante el día, se aplicará una jerarquía diferente (tabla 3.5).
Con niños muy pequeños, la exposición en vivo podría llevarse a
cabo mediante juegos (véase apartado 3.3). Además, se planifica
con los padres el sistema de reforzamiento que se va a emplear (véa-
se apartado 3.4).
En la segunda parte de la sesión, sin la presencia de los padres,
se revisa con el niño el registro de pensamientos ansiógenos. Se si-
gue el mismo procedimiento que en la sesión anterior, cuestionan-
do los pensamientos negativos y sustituyéndolos por pensamientos
positivos de afrontamiento. Se pregunta al niño si ha practicado la
respiración y se solucionan posibles problemas surgidos. La sesión
continúa explicando el terapeuta al niño en qué consiste la exposi-
ción (tabla 3.6). A continuación, se le indica que se empleará un
sistema de reforzamiento de sus conductas de afrontamiento. La
sesión finaliza con los padres y el niño, resumiendo brevemente lo
aprendido en la sesión. Se les entrega el registro de ítems de la je-
rarquía (tabla 3.7), el registro de fichas (tabla 3.9), se recoge el re-
gistro de sueño infantil y se entrega uno nuevo para la semana si-
guiente.

Octava sesión

El objetivo de la octava sesión es intervenir en los pensamientos


ansiógenos del niño y supervisar la exposición a la oscuridad. La
sesión comienza con los padres, revisando cómo han transcurrido
las tareas de exposición de la primera semana. Se resuelven las du-
das surgidas y los posibles problemas. Además, los padres entregan
el registro de sueño infantil y recogen uno nuevo.
86
Protocolo de intervención

A continuación, la sesión transcurre con el niño. Se revisa el re-


gistro de pensamientos ansiógenos y se interviene en los pensa-
mientos negativos. Se refuerzan sus logros en su exposición al mie-
do. Se motiva al niño para continuar con el tratamiento.

Siguientes sesiones

El objetivo de las sesiones siguientes es supervisar la aplicación


de la técnica de exposición y modificar los pensamientos ansióge-
nos del niño. El procedimiento a seguir es el mismo que el de la se-
sión octava. En primer lugar, se supervisa con los padres la aplica-
ción de la exposición al miedo. Se revisa el registro de sueño infantil,
se comenta con los padres los avances terapéuticos y se recoge in-
formación en caso de que los objetivos del tratamiento no se hayan
cumplido. Si se observa un retroceso, se analizan las posibles cau-
sas. Con el niño, interviene en sus pensamientos ansiógenos y se re-
fuerza su afrontamiento del miedo.

Última sesión

El tratamiento finaliza cuando se han conseguido los objetivos


terapéuticos planteados en la tercera sesión. En concreto, según el
registro de sueño infantil, el tiempo de sueño sería adecuado a la
edad del niño, no serían necesarias ayudas para dormir, no ten-
drían lugar episodios de miedo y la valoración del miedo por parte
del niño sería muy baja. Una vez que ha finalizado el tratamiento,
se pide a los padres que completen de nuevo la Escala de miedo a la
oscuridad para examinar si el niño ya no muestra síntomas fóbicos.
Al niño se le refuerza por sus conductas de afrontamiento y se le in-
dica que, en caso de tener de nuevo episodios de miedo, debe em-
plear las estrategias aprendidas en la terapia, la respiración profun-
da y la sustitución de pensamientos ansiógenos por cogniciones
adecuadas. Si en episodios futuros de miedo no logra superar su
87
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

ansiedad con las estrategias aprendidas, se indica a los padres que


soliciten de nuevo tratamiento psicológico para intervenir en su re-
caída.
En la tabla 4.1 se presenta un resumen de la planificación de la
intervención sesión a sesión.

Tabla 4.1
Resumen del protocolo terapéutico para niños y adolescentes
con fobia a la oscuridad
Sesión Objetivo Contenido Tareas para casa
1.ª Evaluación: recoger Con los padres: Cumplimentar cada
información sobre Entrevista y aplicación noche el registro de
el problema. de la Escala de eva- sueño infantil.
luación del miedo a la
oscuridad.

Preparación de la sesión:
• Corrección de la Escala de evaluación del miedo a la oscuridad.

2.ª Evaluación: recoger Con el niño: Cumplimentar cada


información sobre Entrevista y aplicación noche el registro de
el problema. del Inventario de sueño infantil.
miedo a la oscuridad
y el Autoinforme de
sueño infantil.
Con los padres:
Revisión del registro de
sueño infantil.

Preparación de la sesión:
• Corrección del Inventario de miedo a la oscuridad, del Autoinforme de sueño infantil
y del registro de sueño infantil.
• Análisis funcional del caso.
• Planteamiento de los objetivos del tratamiento.

3.ª Evaluación: devolu- Con los padres: Cumplimentar cada


ción de información Información sobre la noche el registro de
y fase educativa. génesis y manteni- sueño infantil.
miento de la fobia.
Información sobre el
tratamiento.

88
Protocolo de intervención

Sesión Objetivo Contenido Tareas para casa

Pautas a los padres.


Con el niño:
Información sobre la
génesis y manteni-
miento de la fobia.
Información sobre el
tratamiento.

Preparación de la sesión:
• Planificación del entrenamiento en respiración.

4.ª Aprender técnicas de Con el niño: Cumplimentar cada


control de la ansie- Entrenamiento en téc- noche el registro de
dad. nicas de respiración. sueño infantil.
Práctica de respiración.

Preparación de la sesión:
• Planificación de la técnica de reestructuración cognitiva.

5.ª Modificar los pensa- Con el niño: Cumplimentar cada


mientos ansiógenos. Intervención en pensa- noche el registro de
mientos ansiógenos. sueño infantil.
Práctica de respiración.
Completar el registro
de pensamientos an-
siógenos.

Preparación de la sesión:
• Planificación de la técnica de exposición para los miedos imaginarios o técnicas
cognitivas para los miedos reales.

6.ª Modificar los pensa- Con el niño: Cumplimentar cada


mientos ansiógenos. Intervención en pensa- noche el registro de
Reducir los miedos mientos ansiógenos. sueño infantil.
imaginarios o mie- Exposición si los mie- Práctica de respiración.
dos reales. dos son imaginarios. Completar el registro
Técnicas cognitivas si de pensamientos an-
los miedos son reales. siógenos.

Preparación de la sesión:
• Elaboración de la jerarquía de exposición.
• Planificación del sistema de reforzamiento.

89
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Sesión Objetivo Contenido Tareas para casa


7.ª Aprender a aplicar la Con los padres: Cumplimentar cada
técnica de exposi- Entrenamiento en apli- noche el registro de
ción al miedo. cación de la exposi- sueño infantil.
Modificar los pensa- ción. Completar el registro
mientos ansiógenos. Información sobre el de pensamientos an-
sistema de reforza- siógenos.
miento.
Con el niño:
Intervención en pensa-
mientos ansiógenos.
Explicación de la técnica
de exposición y siste-
ma de reforzamiento.

8.ª y Supervisar la aplica- Con los padres: Cumplimentar cada


siguien- ción de la ­exposición. Supervisión de los resul- noche el registro de
tes Modificar los pensa- tados de la e­ xposición. sueño infantil.
mientos ansiógenos. Con el niño: Completar el registro
Reforzamiento de los de pensamientos an-
logros terapéuticos e siógenos.
intervención en pen-
samientos ansiógenos.

Última Evaluación de los re- Con los padres:


sesión sultados del trata- Se revisa el registro de
miento. sueño infantil.
Completan la Escala de
evaluación del miedo a
la oscuridad.
Con el niño:
Reforzamiento de los
logros terapéuticos.
Pautas de afrontamien-
to de las recaídas.

90
5
Dificultades durante la intervención

Sumario

  5.1. El niño no quiere ir a terapia.


  5.2. El niño tiene dificultades para completar los cuestionarios.
  5.3. Los padres manifiestan pensamientos negativos sobre su ejecución
como padres.
  5.4. Los padres dicen que el tratamiento que el terapeuta les propone ya
lo han aplicado.
  5.5. Los padres no entienden por qué tienen que reforzar a su hijo.
 5.6. Los intentos sin éxito de manejar la fobia del  niño  ocasionan
discusiones en la pareja que  provocan que el hijo reciba pautas
contradictorias.
  5.7. La ansiedad se transmite de un hermano a otro.
  5.8. Los padres modifican las indicaciones del terapeuta.
  5. 9. Ocurre una situación inesperada durante el  tratamiento y la fobia
del niño se intensifica.
5.10. Los padres se quejan de que el miedo a la oscuridad no se reduce.
5.11. Los padres manifiestan su cansancio cuando se intensifica el miedo
durante la primera semana de exposición a la oscuridad.
5.12. Los padres están divorciados o no viven juntos.
5.13. Uno de los padres considera inútil aplicar el tratamiento y desmotiva
al otro a seguir con la intervención.
5.14. Uno de los padres tiene un problema psicológico que le impide
aplicar la intervención de forma correcta.

91
5.1. El niño no quiere ir a terapia
Algunos padres manifiestan en la primera entrevista que su hijo
se ha mostrado nervioso o dudoso cuando le han dicho que tenía
cita con un psicólogo. La mayoría de los niños y adolescentes con
fobia a la oscuridad aceptan recibir ayuda terapéutica, pero algu-
nos manifiestan su disconformidad o preocupación ante su interac-
ción con el terapeuta. Los padres suelen expresar sus dudas sobre si
es conveniente dar detalles al niño antes de la primera sesión o si es
preferible no darles información.
Con el objetivo de establecer una relación positiva entre el tera-
peuta y el niño, y lograr su colaboración en las sesiones, pueden se-
guirse las siguientes recomendaciones. En primer lugar, los padres no
deben ocultar al niño que han solicitado ayuda terapéutica. El niño
debe saber que va a acudir a la sesión con el terapeuta con la suficien-
te anticipación. No es adecuado, como algunos padres proponen, es-
perar a que el niño llegue a la consulta para informarle de que, en
unos minutos, tendrá una sesión terapéutica para ayudarle a superar
su fobia. Los padres deben explicar a su hijo que han acudido a un
psicólogo para que le ayude a solucionar su problema con la o
­ scuridad.
En la primera sesión con el niño, el terapeuta debe explicarle
qué es un psicólogo y en qué puede ayudarle. Algunos niños y ado-
lescentes tienen la creencia de que quien acude a un psicólogo está
loco o sufre problemas mentales muy graves. Se imaginan en la sala
de espera rodeados de pacientes con síntomas psicológicos muy
acusados. El terapeuta, después de presentarse, debe preguntar al
niño si sabe qué es un psicólogo y en qué consiste su trabajo. Segui-
damente, le explica de qué modo un psicólogo ayuda a las personas
y los motivos por los que un paciente solicita ayuda.
93
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Javi tenía 9 años cuando acudió por primera vez con sus padres
a terapia por su fobia a la oscuridad. Sus padres manifestaron que
el niño se mostraba intranquilo los días previos a la consulta y que
le preocupaba cómo serían los pacientes que encontraría en la sala
de espera. En la tabla 5.1 se presenta la explicación que se propor-
cionó a Javi sobre la función del psicólogo y cómo éste puede ayu-
darle a superar sus miedos.

TABLA 5.1
Cómo explicar al niño en la primera consulta qué es y cómo
puede ayudarle un psicólogo
Terapeuta: Buenas tardes, Javi. Pasa, siéntate y ponte cómodo. Me llamo Mireia y,
como sabes, soy psicóloga. Antes de que hablemos sobre tu miedo a dormir solo, me
gustaría que me dijeras si sabes cuál es la función de un psicólogo.
Javi: Sí, creo que sí. Ayudar a la gente que tiene problemas.
Terapeuta: ¿Conoces a algún psicólogo?
Javi: Sí, al psicólogo de mi colegio.
Terapeuta: Muy bien. Como has dicho, los psicólogos tratamos de ayudar a las perso-
nas que tienen algún problema o que hay algo en su vida que quieren mejorar. Yo te
voy a explicar un poco mejor cómo lo hacemos. Lo primero que quiero contarte es el
tipo de problemas que tienen los niños que vienen aquí. Como habrás visto en la sala
de espera, aquí ayudamos a niños de todas las edades, como tú, más mayores y más
pequeños. Cada uno viene por un problema diferente. ¿Qué problemas son esos?
Verás, algunos vienen porque tienen problemas para estudiar y necesitan que les
ayudemos a concentrarse mejor; otros porque algunos días se notan muy nerviosos,
por ejemplo, cuando tienen un examen, y necesitan aprender a tranquilizarse; otros
porque discuten mucho con sus padres, por ejemplo, porque no quieren hacer los
deberes o recoger los juguetes de su habitación, y nosotros les ayudamos para que
eso no ocurra; otros niños vienen porque se encuentran tristes y quieren que les ayu-
demos a estar más felices; otros, como tú, porque tienen miedo a algo y quieren
aprender a ser más valientes. Como ves, ayudamos a niños con problemas de todo
tipo; algunos con problemas sencillos y otros con problemas un poco más importan-
tes. Ninguno de los niños que acude a un psicólogo está loco; simplemente tiene
alguna preocupación o algún problema. Son preocupaciones y problemas que pue-
den ocurrirnos a cualquiera, pero que a veces no somos capaces de resolver solos.
Los psicólogos o terapeutas ayudamos a los niños a solucionar esos problemas para
que se sientan mejor y sean más felices. La forma de ayudarles depende del problema
o de la preocupación que tengan. ¿Has entendido bien qué es un psicólogo?
Javi: Sí.
Terapeuta: ¿Tienes alguna duda que quieras preguntarme?

94
Dificultades durante la intervención

Javi: No. El psicólogo de mi colegio nos ayuda cuando tenemos algún problema con
alguna asignatura, con algún otro niño o cuando nos pasa algo en el colegio, pero
yo pensaba que el psicólogo que trabaja fuera de los colegios ayudaba a niños con
problemas mentales muy graves.
Terapeuta: Claro. Como nunca has conocido a un psicólogo fuera del colegio, es nor-
mal que pensaras eso. Ahora que ya sabes qué hacemos los psicólogos, vamos a
hablar de lo que a ti te preocupa y de cómo yo puedo ayudarte.

5.2. El niño tiene dificultades para completar


los cuestionarios

La mayoría de los cuestionarios dirigidos a evaluar la ansiedad


infantil, y de forma particular las fobias específicas, han sido dise-
ñados para ser completados por niños a partir de 8 años. Algunos
estudios informan de los problemas de comprensión de los niños
menores de esa edad que dificultan la aplicación de los autoinfor-
mes y aconsejan la utilización de pruebas de evaluación dirigidas a
los padres. Sin embargo, puesto que el miedo es una reacción subje-
tiva, es conveniente durante la evaluación conocer la experiencia
del niño respecto al estímulo que teme. Además, investigaciones lle-
vadas a cabo con niños con fobia a la oscuridad han demostrado
que la intensidad del miedo informado por los niños y el observado
en éstos por los padres difiere de forma significativa.
Con el objetivo de asegurarnos de que el niño comprende los
cuestionarios, es recomendable que los conteste delante del terapeu-
ta. Previamente, se le indica que avise si desconoce algún término o
no entiende algún ítem del autoinforme. Con los menores de 8 años,
o con niños que pueden tener dificultades con la comprensión y la
lectura, el terapeuta puede aplicar el autoinforme en modo de entre-
vista, preguntando en voz alta uno a uno los ítems del cuestionario.

5.3. Los padres manifiestan pensamientos negativos


sobre su ejecución como padres

Los padres, ante los primeros síntomas de fobia a la oscuridad


del niño, suelen ser más protectores. Más tarde advierten que la
95
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

reacción fóbica va en aumento. Algunos deciden entonces mante-


nerse firmes e impedir que el niño duerma con ellos, pero acaban
cediendo ante el malestar excesivo del pequeño. El sentimiento de
culpabilidad por no aplicar las pautas educativas correctas y por la
percepción negativa que en ocasiones tienen de su hijo es frecuente.
El psicólogo debe abordar las emociones negativas de los padres
para que no entorpezcan el tratamiento con el niño. Cometer erro-
res les permite aprender en su quehacer como padres. Las situacio-
nes que relatan como equivocaciones sirven al psicólogo para esta-
blecer pautas adecuadas y para que los padres aprendan a actuar
en situaciones semejantes.
Isabel, madre de Claudia, dormía con su hija en su habitación
desde hacía dos años. Las conductas fóbicas de la niña comenzaron
después del nacimiento de la hermana pequeña. La madre había
llevado a cabo numerosos intentos para que Claudia durmiera sola,
pero ninguno había tenido éxito. Algunas noches dejaba llorando a
la niña en su cama y, cuando ésta la seguía por el pasillo porque no
quería quedarse sola, la sujetaba fuertemente del brazo y la llevaba
de nuevo a su habitación. Los sollozos de Claudia la hacían sentirse
mal y finalmente consolaba a la niña y se acostaba a su lado. Isabel
decía sentirse incapaz de controlar las pataletas de Claudia y se sen-
tía culpable cuando se mostraba firme y la oía llorar desconsolada-
mente. Manifestaba a la terapeuta pensamientos como: «No sé
educar a mis hijas» o «No soy capaz de hacer algo tan sencillo
como educar a un hijo». Los pensamientos negativos de la madre
de Claudia eran frecuentes en las primeras sesiones del tratamiento,
incluso después de la fase educativa y de observarse mejorías en las
conductas fóbicas de la niña. Con el objetivo de modificar las creen-
cias que interferían con la actuación como coterapeuta de Isabel, se
dedicó una sesión de la intervención a la discusión de esos pensa-
mientos negativos. Mediante preguntas formuladas por la terapeu-
ta, Isabel descubrió la falsedad de su pensamiento extremista «No
sé educar a mis hijas», y lo sustituyó por una cognición racional po-
sitiva: «A veces cometo algún error, pero en general estoy teniendo
éxito con la educación que estoy dando a mis hijas». Se pidió ade-
más a Isabel que definiera el pensamiento «No sé educar a mis hi-
96
Dificultades durante la intervención

jas», tratando de concretar ese pensamiento general definiendo las


tareas que consideraba que no hacía correctamente como madre.
Isabel concretó su pensamiento como «No soy capaz de conseguir
que mi hija duerma sola». Finalmente se discutió la creencia de Isa-
bel de que educar a un hijo es sencillo, concluyendo que se trata de
una tarea difícil, en la que la mayoría de los padres encuentran difi-
cultades en alguna de las etapas evolutivas del niño.

5.4. Los padres dicen que el tratamiento que el terapeuta


les propone ya lo han aplicado

Cuando se informa a los padres de en qué consiste el tratamien-


to, algunos manifiestan que ese tratamiento ya lo han aplicado con
su hijo y que no ha funcionado. Esto suele ocurrir cuando los pa-
dres han acudido previamente a otros terapeutas y no han llevado a
cabo el tratamiento correctamente o lo han abandonado antes de
conseguir que el miedo remitiera. En estos casos conviene informar
a los padres de que el tratamiento que se va a aplicar con el niño es
un tratamiento eficaz, que científicamente se ha comprobado que
reduce la fobia a la oscuridad. La exposición en vivo es el trata-
miento de elección para las fobias específicas y ha demostrado su
eficacia en numerosos estudios. Se explica a los padres que, si si-
guen las instrucciones del terapeuta y aplican la intervención como
se les indica, el miedo del niño desaparecerá. Si abandonan el trata-
miento antes de finalizarlo o no lo aplican siguiendo de forma pre-
cisa las indicaciones del psicólogo, no se puede garantizar el éxito
terapéutico.

5.5. Los padres no entienden por qué tienen


que reforzar a su hijo

Uno de los sistemas de reforzamiento más potentes es la eco-


nomía de fichas. Algunos padres muestran su disconformidad
cuando se les indica que deben premiar a su hijo cada vez que
97
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

muestra una conducta valiente durante la noche. Consideran que


el niño debe dormir solo, como el resto de los niños, sin necesidad
de recibir un privilegio. Con el objetivo de que los padres com-
prendan por qué deben premiar a su hijo cuando afronta el miedo
conviene explicarles los principios del condicionamiento operante.
Se les informa de que, como la mayoría de las conductas, las res-
puestas de afrontamiento del miedo se aprenden. Reforzar una
conducta aumenta su frecuencia; cuando una conducta tiene una
consecuencia positiva tiene más probabilidad de repetirse. El obje-
tivo del tratamiento de la fobia a la oscuridad es aumentar las
conductas de afrontamiento del miedo. Si éstas van seguidas de
una consecuencia positiva, como un premio o un privilegio, el
niño tenderá a repetirlas. Se explica a los padres que, una vez ins-
tauradas las conductas deseadas, se retirará el sistema de reforza-
miento empleado.

5.6. Los intentos sin éxito de manejar la fobia


del niño ocasionan discusiones en la pareja
que provocan que el hijo reciba pautas
contradictorias

La inconsistencia educativa favorece el mantenimiento de la


fobia en los niños y crea en los padres un sentimiento de incompe-
tencia en el manejo del problema. Mostrar un estilo educativo
consistente, basado en el refuerzo de las conductas de afronta-
miento, beneficia al niño. Por el contrario, la aplicación de pautas
inconsistentes refuerza la conducta fóbica. El psicólogo debe
transmitir a los padres la importancia de que ambos apliquen las
mismas pautas, que pueden confrontarse ayudando el psicólogo a
que los padres adopten una postura común. También puede pac-
tarse la distribución de las funciones de supervisión de las tareas
para casa que son necesarias para que el tratamiento del niño ten-
ga éxito.
Rosa tenía 6 años cuando sus padres pidieron ayuda psicológica
por su fobia a dormir sola. La madre se mostraba más permisiva
98
Dificultades durante la intervención

con la niña, permanecía en su cama hasta que se dormía y volvía a


su habitación si la llamaba por la noche. El padre culpaba a la ma-
dre de impedir con su conducta protectora que la niña aprendiera a
dormirse sola cada vez que se despertaba. La madre era quien acu-
día semanalmente a consulta y quien iba a actuar como coterapeu-
ta en la intervención con su hija. Unas semanas después del co-
mienzo del tratamiento, el padre insistía en que la niña debía dormir
sola y cuestionaba que la madre permaneciera con la niña hasta
que se durmiera en las primeras sesiones de aplicación de la exposi-
ción gradual.
Con el objetivo de que los dos padres colaboren en la terapia y
que las creencias de uno de ellos no interfieran en la ejecución del
que actúa como coterapeuta, ambos deben recibir la misma infor-
mación. Es conveniente que el padre que no va a intervenir directa-
mente con el niño acuda al menos a la fase educativa del tratamien-
to. Si no es posible, se le debe proporcionar información por escrito
para que conozca el objetivo de cada pauta que el otro progenitor
aplica con el niño. En el caso de Rosa, por motivos laborales, el pa-
dre no podía acudir a ninguna sesión terapéutica, de modo que se
llevó a cabo lo siguiente:

a) Después de cada sesión se le informaba del objetivo semanal


mediante un documento escrito que se entregaba a la madre,
así como de las tareas que la niña realizaría en casa bajo la
supervisión de la madre.
b) Durante la fase educativa del tratamiento se le entregó a tra-
vés de la madre información por escrito sobre la génesis y
mantenimiento del problema de la niña, así como sobre el
tratamiento que iba a aplicarse.
c) Se explicó al padre por escrito la importancia de actuar de
forma consistente ante la conducta fóbica de Rosa, pidién-
dole que no interviniera y dejara que fuera la madre la que
aplicara las pautas proporcionadas por la terapeuta.
d) Se insistió a la madre en que compartiera con el padre la in-
formación que recibía en cada sesión, asegurándose de que
la niña no estaba presente.
99
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

e) Se ofreció al padre la posibilidad de contactar telefónica-


mente o a través de correo electrónico con la terapeuta para
aclarar sus dudas o ampliar información sobre la interven-
ción de su hija.

5.7. La ansiedad se transmite de un hermano a otro


Algunos padres observan conductas fóbicas de intensidad leve o
poco frecuentes en los hermanos del niño que tiene fobia a la oscu-
ridad. El hijo que duerme sin necesidad de ayudas empieza a reque-
rir la presencia de los padres por la noche si observa en su hermano
señales de miedo. La observación es un proceso de aprendizaje que
facilita que los hermanos manifiesten también síntomas de ansie-
dad. Para prevenir la fobia a la oscuridad en los otros hijos se indi-
ca a los padres que extingan las respuestas de miedo, que en un
principio suelen ser de leve intensidad, y que refuercen las conduc-
tas de afrontamiento del miedo. En los casos en que el miedo del
hermano aumenta, coincidiendo con el tratamiento psicológico del
otro hijo, se informa a los padres de la conveniencia de evaluar su
intensidad, frecuencia y malestar subjetivo con el objetivo de deter-
minar si requiere tratamiento.
Marta y Paula, dos hermanas de 7 y 5 años, dormían en la mis-
ma habitación. Marta tenía fobia a la oscuridad mientras que su
hermana solía dormir sin dificultad. Coincidiendo con las primeras
semanas de tratamiento de la fobia de Marta, Paula comenzó a lla-
mar a su madre por las noches y decía tener problemas para dor-
mirse. Las llamadas nocturnas eran diarias en la cuarta semana de
tratamiento de su hermana. La evaluación de la conducta fóbica de
la niña mostró una intensidad leve y malestar bajo. Paula manifestó
que tenía miedo como su hermana y que llamaba a su madre como
lo hacía su hermana cuando no se podía dormir. Al tiempo que se
continuó el tratamiento de la hermana mayor, se estableció con los
padres un sistema de refuerzo de las conductas de afrontamiento
del miedo de Paula. Se le proporcionaban cada noche antes de dor-
mir tres fichas, que correspondían a una llamada nocturna a la ma-
100
Dificultades durante la intervención

dre. Cada vez que Paula llamaba a su madre perdía una de las fi-
chas. Al día siguiente, la niña podía canjear las fichas que no había
utilizado por un premio pactado previamente. En cinco días, las
llamadas nocturnas desaparecieron y se retiró el sistema de reforza-
miento empleado.

5.8. Los padres modifican las indicaciones del terapeuta


Algunos padres modifican las indicaciones proporcionadas por
el terapeuta, de modo que interfieren en el tratamiento del niño.
Con el objetivo de lograr el éxito terapéutico se debe insistir en la
importancia de seguir adecuadamente las pautas e instrucciones
del psicólogo. Si los padres consideran que un ítem de la jerarquía
presenta una gran dificultad para el niño, deben informar al tera-
peuta para que éste considere introducir un paso intermedio que
facilite el afrontamiento. En ningún caso deben ellos mismos reali-
zar modificaciones, ya que de ese modo pueden alterar el proceso
terapéutico. Del mismo modo, nunca deben variar las condiciones
a la hora de dormir del niño, especialmente si supone un retroceso
en el afrontamiento del miedo.
En la tercera semana del tratamiento de Carmen, sus padres ob-
servaron que la niña lograba dormir todas las noches sin llamarles, a
pesar de que la intensidad de su miedo era muy elevada según se pre-
cisó durante el proceso de evaluación. Como premio a su esfuerzo
durante la semana, los padres decidieron dejarla dormir con ellos el
fin de semana. El miedo de la niña aumentó de forma considerable
la semana siguiente, con una media de cuatro llamadas por noche.
Los padres no entendían por qué el miedo había aumentado, ya que
decían haberle advertido a la niña que el lunes siguiente dormiría de
nuevo en su cama. La terapeuta explicó a los padres que no era ade-
cuado premiar la conducta de afrontamiento de la niña permitién-
dole dormir con ellos. Se les explicó que la conducta de dormir
acompañada era el comportamiento que se pretendía eliminar y por
ello permitirlo intermitentemente, aunque fuera como recompensa,
suponía un retroceso en la consecución de la conducta objetivo. No
101
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

se considera por tanto un reforzador adecuado, ya que se trata de


una conducta incompatible con la que se quiere instaurar.

5.9. Ocurre una situación inesperada durante


el tratamiento y la fobia del niño se intensifica

Durante el tratamiento de la fobia a la oscuridad pueden darse


situaciones inesperadas que retrasen el éxito terapéutico. Una de
ellas es que el niño esté enfermo y la madre o el padre deban perma-
necer con él durante la noche. En este caso, el tratamiento de la fo-
bia se detiene y se retoma una vez que el niño ya se ha recuperado.
Otro caso habitual surge durante el período vacacional, siendo fre-
cuente que los niños duerman en la habitación de sus padres si via-
jan y se hospedan en un hotel o si se desplazan a casa de un fami-
liar. Los padres muestran su preocupación por si el niño volverá a
manifestar fobia a la oscuridad después de las vacaciones al com-
partir la misma habitación que ellos. En situaciones en las que es
inevitable que el niño duerma con los padres, se debe informar al
niño de que se trata de una situación excepcional y de que al volver
a casa de nuevo dormirá solo en su habitación. En la medida de lo
posible, los padres deben mantener las rutinas para dormir y las
condiciones de luz en la habitación durante los días en que compar-
ten habitación con su hijo. Además, deben evitar reforzar la con-
ducta de apego con el niño durante la noche.

5.10. Los padres se quejan de que el miedo


a la oscuridad no se reduce

El número de sesiones de tratamiento necesarias para eliminar


las reacciones fóbicas del niño depende de la intensidad y frecuen-
cia del miedo, de los factores que mantienen el problema, así como
de determinadas variables como la implicación de los padres en la
terapia o las características del propio niño. En algunos casos, tres
102
Dificultades durante la intervención

semanas de tratamiento han sido suficientes para que el niño duer-


ma solo y sin ayudas, mientras que en otros casos ha sido necesario
un número de sesiones mayor.
Algunos padres muestran su extrañeza o decepción cuando,
transcurridas unas semanas, no observan en el niño la mejoría que
esperaban. Manifiestan que «el niño sigue igual» y que «sigue te-
niendo miedo». En estos casos debemos examinar los registros se-
manales de sueño infantil que los padres completan diariamente
para comprobar la evolución en las conductas de afrontamiento
del miedo. Con el objetivo de que observen los logros del trata-
miento, se muestra a los padres los registros completados durante
el proceso de evaluación y durante las semanas de tratamiento
transcurridas. Se compara el tiempo que el niño necesitaba para
dormirse antes de iniciarse la intervención, desde que se le indica-
ba que debía ir a dormir, y el que necesita ahora; las ayudas que se
le proporcionaban para dormir y las que se le ofrecen ahora; los
episodios de miedo antes del tratamiento y los actuales, así como
la valoración del miedo durante la evaluación y en el momento ac-
tual. De este modo, los padres perciben los cambios en las conduc-
tas de afrontamiento del niño y comprueban que éstas han aumen-
tado.
Durante el tratamiento, en ocasiones, el niño manifiesta de nue-
vo conductas de miedo, observándose un retroceso en su mejoría.
Examinando el registro semanal, se debe preguntar a los padres si
ha ocurrido durante la semana algún acontecimiento que pueda
haber influido en el miedo del niño. Si ha estado enfermo, ha pasa-
do la noche fuera de casa o ha visto una película que le ha asustado,
la intensidad del miedo puede haber aumentado. En estos casos se
debe informar a los padres de que se trata de un retroceso puntual
y de que es frecuente que ocurran determinados eventos, muchos de
ellos incontrolables, que pueden influir en el transcurso del trata-
miento. Es conveniente indicar a los padres y al niño que la mejoría
en la fobia a la oscuridad, así como en otros problemas de ansiedad
infantil, no es lineal, es decir, pueden existir pequeños altibajos de-
bido a factores personales y familiares que pueden influir de forma
puntual en el tratamiento.
103
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

5.11. Los padres manifiestan su cansancio cuando


se intensifica el miedo durante la primera semana
de exposición a la oscuridad

Cuando la fobia a la oscuridad es muy intensa, uno de los ­padres


suele dormir con el niño. Al comenzar el tratamiento, el niño debe
dormir de nuevo solo en su habitación, por lo que las llamadas noc-
turnas a los padres son frecuentes en las primeras semanas de trata-
miento. Se indica a los padres que cuando el niño les llame por la
noche pueden acudir a su habitación a tranquilizarle y permanecer
con él hasta que se duerma, pero no deben acostarse con él. El can-
sancio por las continuas visitas a la cama del niño hace que los pa-
dres se planteen si son capaces de seguir con el t­ ratamiento.
María tenía 6 años cuando comenzó el tratamiento por su fobia
a la oscuridad. Dormía en su habitación con su madre desde hacía
nueve meses. La niña accedió a dormir sola en su habitación, según
el primer ítem de la jerarquía de exposición que se aplicó, pero las
llamadas a la madre fueron muy frecuentes durante la primera se-
mana de tratamiento. Cada vez que María llamaba a su madre, ésta
acudía a su habitación, la tranquilizaba y se quedaba a su lado sen-
tada en una silla hasta que se dormía de nuevo. La primera noche,
María llamó a su madre en cuatro ocasiones. La segunda noche la
llamó tres veces. La tercera noche la madre registró catorce llama-
das de su hija. En la siguiente sesión, la madre dudaba de la eficacia
del tratamiento y se planteaba si debía continuar dado el esfuerzo
que le suponía llevarlo a cabo.
En la primera semana de tratamiento las señales de miedo sue-
len intensificarse, ya que el niño pasa de dormir acompañado a
dormir solo en su habitación. Frente al cansancio que les supone
aplicar el tratamiento es importante reforzar el esfuerzo de los pa-
dres. Se les informa, antes de aplicar el primer ítem de la jerar-
quía, de que las conductas fóbicas del niño aumentarán los prime-
ros días debido al cambio en las condiciones a la hora de dormir. Se
les recuerda que las señales de miedo, que pueden aumentar al ini-
cio del tratamiento, descienden conforme se avanza en la terapia.
Aplicar la exposición los primeros días del tratamiento supone un
104
Dificultades durante la intervención

gran esfuerzo para los padres, pero se trata de un esfuerzo puntual


que permite al finalizar la terapia que el niño logre dormir solo y
sea por ello más autónomo. La inversión en tiempo y esfuerzo se ve
compensada por el bienestar personal y familiar al finalizar la in-
tervención.

5.12. Los padres están divorciados o no viven juntos


Cuando los padres del niño están divorciados es posible que las
condiciones a la hora de dormir sean diferentes en la casa de cada
uno de ellos. Es habitual, cuando la ruptura de pareja es reciente,
que el niño duerma con la madre o el padre en su habitación. Du-
rante el proceso de evaluación, es conveniente obtener información
de ambos padres y lograr la colaboración de los dos en la terapia.
El tratamiento de exposición debe llevarlo a cabo el padre con el
que el niño vive habitualmente. En el caso en que la custodia del
niño sea compartida, los padres pueden decidir quién va a actuar
como coterapeuta en el tratamiento. Siempre que sea posible, los
dos padres deben colaborar durante el proceso terapéutico, de
modo que ambos estén informados sobre las condiciones de luz que
el niño debe tener en su habitación en función de los avances en el
tratamiento.

5.13. Uno de los padres considera inútil aplicar


el tratamiento y desmotiva al otro a seguir
con la intervención

Es habitual que sólo uno de los progenitores del niño acuda a la


consulta, y también es frecuente que uno de ellos se encuentre más
motivado para iniciar el tratamiento que el otro. Irene, madre de
una niña de 7 años, avisó a la terapeuta antes del inicio del trata-
miento de que no contaba con la colaboración del padre de la niña
para ayudarla en las tareas que debía realizar. En la primera sema-
na de tratamiento, las llamadas nocturnas ocasionaron discusio-
105
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

nes frecuentes entre ambos padres que desanimaron a la madre.


Irene decía «sentirse sola y poco apoyada». A pesar de ello, quería
continuar con el tratamiento. En este tipo de situaciones, el tera-
peuta debe intentar que ambos padres colaboren en la interven-
ción. Si uno de ellos no considera útil el tratamiento, se puede pac-
tar con él un tiempo determinado de confianza. Por ejemplo, se le
puede pedir que durante cuatro semanas colabore con la terapia y
si, transcurrido ese tiempo, no percibe ningún cambio en el com-
portamiento de su hijo, entonces puede dejar de colaborar con el
terapeuta. De este modo conseguimos su implicación durante un
período de tiempo mínimo en el que podrá percibir los logros te­
rapéuticos. Cuando no es posible conseguir la colaboración de
­ambos progenitores, el psicólogo debe reforzar intensamente los
logros terapéuticos alcanzados por el padre que va a aplicar el tra-
tamiento en casa, con el objetivo de que no se produzca el abando-
no. Se resalta su esfuerzo y se enfatiza su contribución a la mejoría
del niño.

5.14. Uno de los padres tiene un problema psicológico


que le impide aplicar la intervención de forma
correcta

El tratamiento de la fobia a la oscuridad se realiza en casa e im-


plica la colaboración activa de uno de los padres o de ambos. Cuan-
do la intervención no obtiene los resultados esperados, se deben
examinar los factores que pueden estar influyendo en su eficacia.
En ocasiones las características personales de los padres condicio-
nan el éxito terapéutico.
Después de dos semanas de tratamiento, la fobia a la oscuridad
de Sara, de 7 años, no disminuía. Durante el proceso de evaluación,
la madre de la niña informó a la terapeuta de que había estado en
tratamiento psicológico durante los últimos cuatro años por un
trastorno depresivo mayor. A pesar de que la motivación de la ma-
dre era muy alta, se comprobó que no aplicaba de forma consisten-
te las pautas indicadas por la terapeuta. Los días en que manifesta-
106
Dificultades durante la intervención

ba síntomas depresivos, era más permisiva con su hija y dormía con


ella si ésta se despertaba por la noche. Se sentía cansada durante el
día y a veces culpaba a la niña de ser la causa de su falta de sueño.
Debido a la necesaria implicación de los padres, es importante que
no exista ningún problema personal que interfiera en la aplicación
del tratamiento. Cuando esto ocurra, se debe interrumpir la inter-
vención para que la madre o el padre reciba ayuda terapéutica o so-
licitar la ayuda de otro familiar para que actúe de coterapeuta.

107
Epílogo

Dormir es vital para el bienestar del niño y del adolescente. Du-


rante el sueño se desarrollan importantes funciones que son necesa-
rias para un buen equilibrio físico y mental. No dormir bien se rela-
ciona con estar irritable, tener bajo estado de ánimo, sentirse
fatigado y somnoliento durante el día, manifestar problemas de
concentración, padecer cefaleas, y con un empeoramiento del ren-
dimiento académico, entre otros problemas. Una de las causas que
impide que algunos niños descansen adecuadamente por las noches
es el miedo a dormir solos sin luz en su habitación.
El protocolo terapéutico que se presenta en este libro pretende
servir de guía al psicólogo para ayudar a los niños y adolescentes
cuyo sueño se ve alterado debido a que tienen fobia a la oscuridad.
La intervención está dirigida a los padres y al niño, e incluye como
componentes psicoeducación, entrenamiento en respiración pro-
funda, reestructuración cognitiva, economía de fichas y exposición
gradual en vivo. El niño aprende a diferenciar los síntomas fóbicos
que experimenta y a conocer los mecanismos que influyen en que
sienta miedo por las noches. Finalizado el tratamiento, tendrá es-
trategias para controlar los cambios físicos en su cuerpo originados
por su ansiedad. Sabrá cómo hacer frente a todo aquello que, ima-
ginario o posible, para su mente se oculta en la oscuridad. Se senti-
rá capaz de dormir solo, sin ayudas y sin malestar.
Cada paciente es único y diferente. Por ello, cuando sea necesa-
rio, el terapeuta debe adaptar la intervención propuesta a la edad,
capacidad cognitiva, motivación y otras características del niño o
adolescente. Con seguridad podrán darse situaciones imprevistas a
las que no da respuesta este manual. Con mucho gusto la autora
queda a disposición de los lectores para responder a cualquier co-
mentario o duda que precisen resolver, a través de la dirección de
correo electrónico morgiles@umh.es.
109
Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia

Este libro es el resultado de una inquietud personal, pero tam-


bién de una ilusión compartida. Por ello agradezco a quienes han
contribuido a que hoy esté en tus manos. A Xavier Méndez, mi
maestro, impulsor y guía. A Aurora Gavino, que me animó a escri-
birlo. A José Pedro Espada, por regalarme cada día un sueño. A mis
padres, mi modelo de valentía.
Y en especial a mis pacientes, que me retan a diario imaginando
monstruos malvados capaces de desafiar cualquier tratamiento.

110
Referencias bibliográficas

Haynes, S., Godoy, A. y Gavino, A. (2011). Cómo elegir el mejor tratamiento psi-
cológico. Madrid: Pirámide.
Méndez, F. X. (2009). Miedos y fobias en la infancia. Madrid: Pirámide.
Méndez, F. X., Orgilés, M. y Espada, J. P. (2009). Tratamiento de un caso de fo-
bia a la oscuridad por medio de los padres. En F. X. Méndez, J. P. Espada
y M. Orgilés (Coords.), Terapia psicológica con niños y adolescentes. Madrid:
Pirámide.
Orgilés, M., Méndez, X., Spence, S. H., Huedo-Medina, T. B. y Espada, J. P.
(2012). Spanish validation of the Spence’s Children Anxiety Scale. Child Psy-
chiatry and Human Development, 43, 271-281.
Orgilés, M., Owens, J., Espada, J. P., Piqueras, J. A. y Carballo, J. L. (2013). Psy-
chometric properties of the Sleep Self-Report (SSR) in Spanish Children.
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Orgilés, M., Spence, S. H., Marzo, J. C., Méndez, X. y Espada, J. P. (2013). Psy-
chometric properties and factorial structure of the Spence’s Children Anxiety
Scale in Spanish adolescents. Journal of Personality Assessment. doi:10.1080/
00223891.2013.816716

111
títulos PUBLICADOS

Tratando... depresión. M.ª X. Froján Parga.

Tratando... depresión infantil. M.ª V. del Barrio.

Tratando... el proceso de duelo y de morir. L. Nomen Martín (coord.).

Tratando... esquizofrenia. Ese desconocido mal. M. Gar­cía-Merita.

Tratando... fobia a la oscuridad en la infancia y adolescencia. Mireia Orgilés.

Tratando... fobias específicas. C. D. Sosa y J. I. Ca­pafons.

Tratando... inestabilidad emocional. S. Santiago López.

Tratando... obesidad. J. I. Baile Ayensa y M.ª I. Gon­zález Calderón.

Tratando... pánico y agorafobia. A. Bados.

Tratando... problemas de pareja. J. I. Capafons y C. D. Sosa.

Tratando... situaciones de emergencia. Á. Sáinz Sordo y L. Nomen Martín


(coords.).

Tratando... trastorno de ansiedad generalizada. P. Ro­mero Sanchíz y A.


Gavino Lázaro.

Tratando... trastorno de ansiedad social. L. J. García López.

Tratando... trastorno de la personalidad por dependencia. M. Postigo.

Tratando... trastorno distímico y otros trastornos depresivos crónicos. A.


Jorquera y J. Guarch (coords.).

Tratando... trastorno obsesivo-compulsivo. Téc­nicas, estrategias genera-


les y habilidades terapéuticas. A. Gavino.

Si lo desea, en nuestra página web puede consultar el catálogo completo o descargarlo:

www.edicionespiramide.es

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