Sunteți pe pagina 1din 9

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA | HUME 1.

DAVID HUME (1711 - 1776)


CRÍTICA A LAS IDEAS DE SUBSTANCIA Y
CAUSALIDAD

1. CONTEXTUALIZACIÓN
1. 1. CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA

Nacido en Edimburgo en 1711 y fallecido también en la capital de Escocia en 1776, la


vida de David Hume transcurrió a lo largo de la tres primeras partes del siglo XVIII. La
situación socio política de Inglaterra en el siglo XVII y XVIII es absolutamente original
en el contexto europeo de la época. La burguesía, clase social ascendente dueña del
dinero y conocedora de su valía, se asoció a la nobleza rural para batir conjuntamente al
enemigo común, el absolutismo monárquico. Las pretensiones burguesas se resumen en
las siguientes reclamaciones: derechos individuales, fiscalización de los presupuestos
públicos, abolición de los monopolios del Estado, intervención del pueble en la
legislación. Por ello, tras muy diversas vicisitudes políticas (entre ellas una guerra civil
y una revolución) se terminó estableciendo una monarquía parlamentaria constitucional
que consagraba la supremacía del Parlamento y proclamaba una “Declaración de
derechos” (“Bill of rights”).
Inglaterra se convirtió a lo largo del siglo XVIII en la primera potencia
comercial y capitalista y su sistema político parlamentario, basado en la doctrina del
“contrato social” y no en la monarquía de derecho divino, en el envidiado modelo
político a imitar para la burguesía ilustrada del continente. Los principales
acontecimientos históricos de los que fue testigo directo fueron los siguientes:
• la unión definitiva de los reinos de Escocia e Inglaterra tras la firma en 1707
del Acta de Unión (en virtud del cual el Parlamento de Edimburgo se
trasladó a Londres y se fusionó con el Parlamento inglés; las coronas de
Inglaterra y Escocia ya se habían unido en la figura de Jacobo I Estuardo
en el siglo XVII) dando lugar al nacimiento del reino de la Gran Bretaña.
Poco después, tras la muerte de la reina Ana, se extingue la dinastía
Estuardo y el Parlamento entroniza como rey de Gran Bretaña a Jorge I de
la casa de Hannover-Brunswick. Durante todo el siglo XVIII, como dijimos
más arriba, se consolidó el peculiar régimen monárquico parlamentario
constitucional implantado tras la “Revolución Gloriosa” de 1688. Así
mismo, Gran Bretaña se hizo dueña de los océanos y comenzó la creación
de su gran imperio colonial en ultramar.
• el siglo XVIII es el siglo del “despotismo ilustrado”, una forma de gobierno
en la que el Estado absolutista emprende reformas conducentes a la
modernización y mejora de las sociedades. Modelo de déspotas ilustrados
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA | HUME 2.

fueron los reyes de las nuevas potencias emergentes Federico II de Prusia y


Catalina II de Rusia.
• en 1776, año del fallecimiento de David Hume, dará comienzo la
Revolución Americana, revolución que concluirá con la independencia de
13 colonias británicas de ultramar y la proclamación de la Constitución de la
República de los Estados Unidos de América. Con ella se pone en marcha el
gran ciclo revolucionario dieciochesco cuyo cénit se alcanzará tras el
estallido de la revolución en Francia en 1789.

1. 2. CONTEXTUALIZACIÓN FILOSÓFICA

David Hume es una de las figuras más prominentes de la corriente filosófica que recibe
el nombre de “empirismo británico”. El programa filosófico empirista, programa
elaborado por John Locke, tiene como objetivo la determinación de las capacidades,
límites y campo de aplicación de la razón humana con el fin de asegurar el
conocimiento. El objetivo era muy similar al del proyecto filosófico racionalista
cartesiano, la búsqueda de un saber seguro, pero el empirismo sostendrá, en una fuerte
polémica con el racionalismo, que la base de ese saber seguro es la experiencia y no la
existencia de ideas innatas, de verdades a priori al margen de la experiencia como por el
contrario sostenían los racionalistas. Pero el empirismo no se agotó en una crítica del
conocimiento que hiciese de la experiencia tanto su única fuente como la piedra de
toque de su verdad. Por un lado, el empirismo desplegó una severa crítica de todo el
pensamiento metafísico en tanto construcción especulativa desgajada de la observación.
Por otro lado, mostró un interés por los problemas del mundo humano (la ética, la
política, la religión) a los cuales intentó clarificar mediante el análisis crítico de la
razón. Esta defensa de la razón como el único recurso eficaz para resolver los problemas
de la vida social humana así como su escepticismo con respecto a todo intento de
fundamentar el orden social en instancias externas y ajenas a la razón (como la
tradición, la autoridad o la fe) puede considerarse como el acta de nacimiento y la
puesta en marcha del movimiento ilustrado, vasta corriente ideológica que desde
Inglaterra y Escocia se extenderá primero a Francia y desde allí al resto del mundo y
cuyo espíritu racionalista y crítico será el dominante en el siglo XVIII.

2. CUESTIÓN TEMÁTICA
CRÍTICA A LAS IDEAS DE SUBSTANCIA
Y CAUSALIDAD

La tesis fundamental del racionalismo cartesiano es la afirmación de que el


entendimiento posee ideas innatas y que es posible a partir de ellas deducir el edificio
entero de nuestros conocimientos fundamentales acerca de la realidad sin necesidad de
recurrir a la experiencia. La doctrina empirista niega la existencia de ideas innatas a la
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA | HUME 3.

mente y por ello se configura como la teoría opuesta al racionalismo. Para el empirismo,
todo el conocimiento procede de la experiencia y nuestro entendimiento es antes de ser
impresionado por ella como una página en blanco en la que no hay nada escrito
(principio de la “tabula rasa”).
Si no hay ideas innatas, entonces todas nuestras ideas tienen que proceder de la
experiencia (si queremos que esas ideas no sean meras ficciones, productos de la
imaginación). De ello se deducen tres importantes tesis:
1. ¿Cómo se originan todas nuestras ideas (hasta las más complejas y
abstractas como la idea de sustancia o de causa/efecto) a partir de la
experiencia? Las ideas se originan a través de los mecanismos psicológicos
de asociación y combinación (psicologismo) a partir de las impresiones
sensibles obtenidas a través de la experiencia (por lo tanto, si queremos
dilucidar la validez de una idea no nos quedará más remedio que
descomponerla hasta encontrar las impresiones simples de la que procede).
2. Nuestro conocimiento es limitado y no puede ir más allá de la experiencia.
3. Sólo podemos conocer con certeza aquello de lo que tenemos experiencia
directa o procede directamente de ella.
Todo este planteamiento es común a la corriente empirista. Veamos ahora cuál fue el
punto de vista particular mantenido por David Hume sobre todas estas cuestiones:
a) Respecto a los elementos del conocimiento, para Hume todo contenido de
la mente debe denominarse “percepción”. Hay dos tipos de percepciones:
1. las impresiones (percepciones que proceden de los sentidos; su
rasgo más característico es su viveza) y
2. las ideas (percepciones que son copias de las impresiones y que son
menos vivas que éstas; las ideas son imágenes o representaciones
de las impresiones).
b) Respecto a los tipos de conocimiento, existen dos modos:
1. Conocimiento de hechos (questions of facts “hoy llueve”). El
conocimiento de hechos se formula en proposiciones sintéticas
contingentes. Es un conocimiento no necesario sino factual y por
ello no puede tener otra justificación que las impresiones, la
experiencia.
2. Conocimiento de relaciones entre ideas (relation of ideas “el todo
es mayor que la parte”). Con respecto a la verdad de las relaciones
entre ideas, Hume concede que aún cuando todas las ideas procedan
de la experiencia, la relación entre ellas es independiente de los
hechos (que el todo es mayor que las partes es verdad
independientemente de que haya todos y partes). Por ello, las
relaciones entre ideas se formulan en proposiciones analíticas y
necesarias. A este tipo de conocimientos pertenecen la lógica y las
matemáticas.
Analicemos seguidamente de qué conocimientos de hechos poseemos certeza:
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA | HUME 4.

• en primer lugar, tenemos certeza de todas las impresiones, es decir, de todas


las impresiones actuales (“esta puerta está cerrada” o “en clase hay tres
alumnos rubios”).
• en segundo lugar, de todas las ideas de las que poseemos la impresión
correspondiente de la que es copia, es decir, de todos nuestros recuerdos
actuales de impresiones pasadas (“ayer nevó copiosamente”).
Si por el contrario, no podemos encontrar la impresión, nos encontramos ante una idea
que es una mera ficción (un producto de nuestra imaginación). De este tipo de ideas son
la práctica mayoría de nuestras afirmaciones (“creencias”) básicas sobre la realidad y
sobre nosotros mismos:
➡ la afirmación de que existe un mundo exterior a mi mente.
➡ la afirmación de que mis impresiones sensibles no sólo tiene un correlato
real sino que me informan objetivamente acerca de las propiedades de las
cosas.
➡ la afirmación de que existen las cosas mismas (las sustancias corpóreas)
como soporte de dichas propiedades.
➡ la afirmación de que las cosas que se asemejan comparten una misma
naturaleza (nominalismo).
➡ la afirmación de la existencia de mi yo pensante como sustancia que
permanece frente a la sucesión de impresiones e ideas.
➡ todas nuestras afirmaciones acerca del futuro, de hechos no observados
porque aún no se han producido (“mañana lloverá”, “mañana saldrá el sol
por el este”, “si acerco la mano al fuego, me quemaré”, etc.).
Analicemos en primer lugar estas últimas (las afirmaciones acerca del futuro) pues es
incuestionable que en nuestra vida contamos con que en el futuro se producirán ciertos
hechos. ¿Cómo podemos estar tan seguros de que nuestras predicciones se cumplirán?
Hume observó que en todos estos casos nuestra certeza acerca de lo que
sucederá en el futuro se basa en una inferencia causal (un razonamiento en el que
utilizamos la idea de causa/efecto): estamos seguros de que el fuego quemará
basándonos en que consideramos que el fuego es una causa que produce como efecto la
quemadura). La idea de causa/efecto es, por lo tanto, la base de todas nuestras
predicciones acerca del futuro. Pero ¿es la idea de causa una idea válida, legítima, es
decir, corresponde a ella alguna impresión?
Para empezar, por la idea de “causa/efecto” entendemos una relación de
conexión necesaria entre aquello que es causa y aquello que es efecto, es decir, que la
causa (en determinadas condiciones) produce necesariamente el efecto (el fuego es la
causa que en determinadas condiciones, cuando acerco la mano, produce
necesariamente un efecto, la quemadura). Pero, se pregunta Hume ¿Conocemos con
certeza tal “conexión necesaria” entre la causa y el efecto? (es decir, ¿tenemos una
impresión sensible que corresponda a cómo la causa produce el efecto y otra impresión
de la necesidad de dicha producción?). La respuesta de Hume es una rotunda negación.
Lo único que hemos observado es una sucesión constante en el pasado entre la causa y
el efecto (que siempre que sucedió la causa luego sucedió el efecto). Que además de una
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA | HUME 5.

sucesión constante exista una conexión necesaria entre ambos hechos es una suposición
incomprobable. Y como nuestro conocimiento acerca de los hechos futuros solamente
tendría justificación si entre la causa y el efecto hay una conexión necesaria, entonces
resulta que propiamente hablando no sabemos que el fuego vaya a quemar sino que
simplemente creemos que el fuego quemará. Que nuestro pretendido conocimiento de
los hechos futuros por inferencia causal no sea en rigor conocimiento sino suposición y
creencia no significa que no estemos absolutamente ciertos acerca de los mismos
(todos tenemos certeza absoluta de que el fuego nos quemará). Pero esta certeza
proviene no de la razón sino del hábito, de la costumbre de haber observado en el
pasado que siempre que sucedió lo primero, sucedió también lo segundo.
Nuestra “certeza acerca de hechos no observados” no se apoya en la razón (en
un conocimiento de estos) sino en la creencia. En la práctica, esto no es realmente grave
ya que tal creencia y certeza nos bastan y sobran para vivir. Pero ¿Hasta dónde es
posible extender esta certeza y creencia basada en la inferencia causal? Sólo entre
aquellas impresiones de las que hemos tenido repetidamente experiencia (hábito y
costumbre) de que se dan unidas. Lo que no es legítimo es querer pasar de una
impresión a algo de lo que nunca ha habido impresión, experiencia. ¿Quién comete este
error? El pensamiento metafísico. ¿Cuándo lo comete?:
1. cuando afirma categóricamente la existencia de una realidad distinta de
nuestras impresiones sensibles y exterior a ellas (la afirmación de que “la
realidad extramental es la causa de nuestras impresiones” es una inferencia
inválida ya que apela a la idea de causa aplicada no “entre dos impresiones”
sino “entre las impresiones y una pretendida realidad que está más allá de
ellas y de la cual no tenemos experiencia alguna”. ¿De dónde vienen
entonces nuestras impresiones? La respuesta de Hume es que no lo
sabemos. Tenemos impresiones, no sabemos de dónde proceden, eso es
todo.
2. cuando afirma la existencia de Dios (como causa de la existencia del mundo
y de mi existencia).
3. cuando afirma la existencia de mi “yo” como una sustancia que subyace a
mis impresiones e ideas y que es distinto de ellas. Su existencia era
considerada tanto por Descartes como por Locke objeto de una certeza
intuitiva directa (tengo una experiencia interna directa de mi yo, una
intuición inmediata de mi yo como una sustancia cognoscente distinta de
sus actos). Para Hume, en cambio, no tenemos impresión alguna que
corresponda a mi yo como sustancia, una intuición directa de mi yo como
sujeto permanente de nuestros actos psíquicos. Sólo tenemos intuición del
fluir de nuestras ideas e impresiones (ninguna de las cuales es además
permanente sino que se suceden unas a otras ininterrumpidamente).
Entonces ¿Cómo todos tenemos la conciencia de nuestro yo, de nuestra
identidad personal a través de las sucesivas y distintas impresiones e ideas
(soy el mismo, ahora que estoy estudiando estos apuntes que antes que
estaba escuchando música)? No a través de ninguna experiencia pues la
conciencia de la propia identidad, la certeza de que tengo un yo (como
ocurría en la certeza de que el fuego quema) se basa también en la memoria:
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA | HUME 6.

gracias a la memoria conectamos las distintas impresiones que se suceden


(gracias a la memoria, las impresiones pasadas no se pierden para siempre,
siguen existiendo y se van conectando con las que se suceden; es decir, mi
yo no es otra cosa que mi memoria, mi capacidad para traer el pasado al
presente, nada más, ni ningún sujeto permanente que subyace por debajo de
mis actos psíquicos y les da unidad).

EN CONCLUSIÓN: los principios empiristas de la filosofía de Hume llevaron a éste


en último término a mantener una postura fenomenista y una actitud escéptica ante el
conocimiento. Las impresiones (tomadas una a una) son los datos primitivos a los
cuales ya no cabe buscar justificación alguna pues constituyen para una filosofía
empirista consistente el punto de partida absoluto. Ahora bien, si las percepciones
aparecen asociadas entre sí es por efecto de los mecanismos psicológicos de la mente
pues no es posible descubrir conexiones reales entre ellas sino solamente su sucesión y
contigüidad.
¿Por qué? Porque no experimentamos directamente 1º una realidad exterior
distinta de las percepciones ni 2º conocemos una sustancia pensante como sujeto de las
percepciones.
No nos es posible encontrar un fundamento real de la conexión de las
percepciones, un principio de unidad (la sustancia corpórea o la sustancia pensante), un
principio que nos permita unirlas y que sea distinto de ellas mismas, argüirá
escépticamente Hume. Por ello, concluirá que sólo conocemos las percepciones y que
por lo tanto la realidad queda reducida a las percepciones. A esta postura se la denomina
tradicionalmente fenomenismo pues la realidad queda reducida a los fenómenos, a lo
que se muestra, a las impresiones.

3. ANÁLISIS DE LOS TEXTOS


1. TEXTO DE HUME

Todos los razonamientos referentes a las cuestiones de hecho parecen estar


fundados en la relación de causa y efecto. Por medio de esta singular
relación superamos la evidencia de nuestra memoria y nuestros sentidos. Si
le preguntaras a una persona por qué cree en una cuestión de hecho que
está fuera de su alcance inmediato, por ejemplo, que un amigo suyo está
en el país, o en Francia, él te daría una razón, y esta razón consistiría a su
vez en otro hecho, como una carta que le ha mandado o el conocimiento de
sus primeras intenciones y promesas. El hombre que encuentra un reloj o
cualquier otra máquina en una isla desierta concluirá que alguna vez hubo
hombres en esa isla. Todos nuestros razonamientos con respecto a un
hecho son de la misma naturaleza. Y, de este modo, se supone
constantemente que hay alguna conexión entre el hecho presente y ese que
se deduce de él. Si no hubiera nada que los relacionase, la inferencia sería
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA | HUME 7.

del todo inexacta. La audición de una voz articulada y de un discurso


racional en la oscuridad nos confirma la presencia de una persona. ¿Por
qué? Porque estamos ante los más representativos efectos de la capacidad
productiva humana. Si analizamos todos los restantes razonamientos de
naturaleza semejante descubriremos que están fundados en la relación de
causa y efecto, y que esta relación es cercana o remota, directa o colateral.
El calor y la luz son efectos colaterales del fuego y uno de ellos puede ser
efectivamente deducido del otro.
Por tanto, si deseamos llegar a algo satisfactorio en lo referente a la
naturaleza de esa evidencia que nos ofrece confirmación de las cuestiones
de hecho, debemos entonces indagar cómo llegamos al conocimiento de la
causa y el efecto.
Me atrevo a sostener, a modo de proposición general que no admite
excepción, que el conocimiento de esta relación no se logra, en ningún
caso, mediante razonamientos a priori, sino que proviene enteramente de la
experiencia, cuando encontramos que los objetos particulares están
constantemente vinculados unos a otros.

D. HUME; Investigación sobre el conocimiento humano, trad. de A. Sánchez,


Madrid, Biblioteca Nueva, 2002, Sección IV (Dudas escépticas referentes a
las operaciones del entendimiento), Parte I, pp. 90-91

Ideas fundamentales del texto

1. Todas nuestras afirmaciones acerca de hechos que no hemos percibido


directamente a través de nuestros sentidos se basan en alguna clase de
inferencia causal.
2. La relación causa-efecto establece una conexión (necesaria) entre dos
hechos, el hecho presente y otro hecho que se conecta con él y por ello
puede ser de él inferido (en unos casos, el hecho experimentado será la
causa y el inferido el efecto; en otros casos ocurrirá lo inverso: el hecho
percibido directamente será el efecto y de él colegiremos su causa).
3. El fundamento de la verdad (de la evidencia) de nuestras afirmaciones
acerca de hechos no presentes (que no hemos experimentado
directamente) se basan en la validez del principio de la relación causa-
efecto.
4. El conocimiento de la relación causa-efecto no se alcanza a través de
ningún razonamiento a priori. La inteligencia humana no obtiene la idea
de causa y la idea de efecto (esto es, de la relación causa-efecto) a
través de un proceso de reflexión puramente mental sino que por el
contrario la infiere de la experiencia: después de percibir repetidamente
que ciertos fenómenos se dan siempre juntos, colige la existencia de una
conexión necesaria entre ellos, esto es, la idea de la relación causa-
efecto.

2. TEXTO DE HUME
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA | HUME 8.

Me gustaría preguntar a esos filósofos que basan en tan gran medida sus
razonamientos en la distinción de sustancia y accidente, y se imaginan que
tenemos ideas claras de cada una de estas cosas, si la idea de sustancia se
deriva de las impresiones de sensación o de las de reflexión. Si nos es dada
por nuestros sentidos, pregunto: ¿por cuál de ellos, y de qué modo? Si es
percibida por los ojos, deberá ser un color; si por los oídos, un sonido; si
por el paladar, un sabor; y lo mismo con respecto a los demás sentidos.
Pero no creo que nadie afirme que la sustancia es un color, un sonido o un
sabor. La idea de sustancia deberá derivarse, entonces, de una impresión
de reflexión, si es que realmente existe. Pero las impresiones de reflexión
se reducen a nuestras pasiones y emociones, y no parece posible que
ninguna de éstas represente una sustancia. Por consiguiente, no tenemos
ninguna idea de sustancia que sea distinta de la de una colección de
cualidades particulares, ni poseemos de ella otro significado cuando
hablamos o razonamos sobre este asunto.
La idea de sustancia, como la de modo, no es sino una colección de
ideas simples unidas por la imaginación y que poseen un nombre particular
asignado a ellas, mediante el cual somos capaces de recordar —a nosotros
o a otros— esa colección. Pero la diferencia entre estas ideas consiste en
que las cualidades particulares que forman una sustancia son referidas por
lo común a un algo desconocido en que se supone inhieren; o bien,
concediendo que esa ficción no tenga lugar, se supone que al menos están
estrecha e inseparablemente conectadas entre sí por relaciones de
contigüidad y causalidad. El resultado de todo esto es que, cuando
descubrimos que una nueva cualidad simple —sea cual sea— guarda la
misma conexión con las demás, la incluimos entre ellas, aunque no entrara
en la primera concepción de la sustancia. Así, nuestra idea del oro puede
ser en principio la de color amarillo, peso, maleabilidad, fusibilidad; sin
embargo, al descubrir su solubilidad en agua regia, añadimos esta cualidad
a las restantes, y suponemos que pertenece a la sustancia, como si su idea
hubiera formado parte del compuesto desde el primer momento. Al ser
considerado el principio de unión como parte fundamental de la idea
compleja permite la entrada de cualquier cualidad que aparezca
posteriormente, y es comprendida bajo esa idea del mismo modo que las
otras, presentes desde el comienzo.

D. HUME; Tratado de la Natureza Humana, trad. de F. Duque, Madrid,


Editora Nacional, 1977, Libro I (Del entendimiento), Parte I (De las ideas:
su origen, composición, conexión, abstracción, etc.), Sección VI (De los
modos y la sustancia), pp. 104-106

Ideas fundamentales del texto

1. Hume se pregunta en este texto de qué tipo de impresión se obtiene (es


copia) la idea de substancia, si de una impresión de sensación (es decir,
si procede a través de los sentidos de una experiencia externa) o de una
impresión de reflexión (es decir, si procede de una experiencia interna al
sujeto).
2. Después de demostrar que la idea de substancia no puede proceder de
una impresión de sensación pues dicha idea no lo es de una cualidad
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA | HUME 9.

sensible (color, olor, etc.), arguye que tampoco puede obtenerse de


impresiones de reflexión pues éstas consisten exclusivamente en
pasiones y emociones.
3. La conclusión a que nos conduce el análisis del origen de la idea de
substancia es que dicha idea no es más que 1º un nombre
(nominalismo) 2ºque designa un conjunto de ideas simples de
cualidades particulares que han sido reunidas por la imaginación y que
se evocan conjuntamente cuando son nombradas con el término
substancial que las designa.
4. La diferencia entre las ideas de substancia y modo (accidente en la
tradición aristotélica) es que éstas últimas, las ideas de modo, se supone
que hacen referencia a cualidades particulares que o bien 1º no pueden
existir por sí mismas (a diferencia de la substancia) y por ello se
considera que “se refieren a un algo desconocido del cual son inherentes
(la substancia) o bien 2º se considera que están unidas y conectadas
entre sí inextricablemente por relaciones de contigüidad y causalidad.
5. La consecuencia epistemológica de esta forma de proceder es que
cuando con posterioridad experimentemos una nueva propiedad (por
ejemplo, la solubilidad en agua regia del oro), atribuiremos la idea de
esta nueva propiedad a la substancia a la que supuestamente
corresponde. Es decir, la idea simple de dicha propiedad (la solubilidad
en agua regia) será incluida en la idea compleja de su substancia (en la
idea de oro) como si formase parte de su concepto desde siempre
cuando de hecho no estaba incluida en ella anteriormente.
6. En conclusión, la idea de substancia es un principio de unión de
cualidades y propiedades y que comprende tanto a las propiedades que
de hecho ya se han dado (el color dorado o la maleabilidad del oro)
como a aquellas que pudiesen darse en el futuro (la solubilidad en agua
regia).

S-ar putea să vă placă și