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Lo primero que uno debería debatirse es que está pasando en la educación musical en general

para poder establecer una serie argumentos, acerca de la influencia negativa modelos
cognoscitivos y la escasez de recursos personales que ayuden a los artistas a recuperar la esencia
práctica de la música y de la educación musical. En la pedagogía musical, la práctica es
fundamental, muchos de los nuevos artistas musicales comienzan a comprender que, si bien hay
muchas maneras diferentes de lograr un conocimiento pedagógico musical, por medio de las
ofertas tecnológicas que ofrece el mundo actual es necesario distanciarse de la polarización y
sesgo del talento que dichas herramientas brindan.

Sin embargo, las actividades musicales continúan siendo innatas y naturales, que llevan al músico
a vivir ciertas experiencias, y plasmarlas en una obra artística en este caso auditiva.
Probablemente, el desgaste y la búsqueda de encontrar un género musical al cual pertenecer y
sentirse identificados se vea obstaculizado por la gran cantidad y la calidad de las ideas que
circulan desde hace ya varias décadas en el mundo en el que vivimos.

Una educación no formal debería necesariamente corresponderle una pedagogía que, en lugar de
estar centrada en los contenidos teóricos y esquemáticos que contiene una pieza musical tales
como ritmo, melodía sonido entre otras, interponga como principio básico la identidad y esencia
que cada sujeto quiera inculcar en su obra. Una pedagogía actualizada intuye y a la vez indaga
acerca de las expectativas, necesidades y musicales del alumno. La incentivación del estudiante,
por distintos medios y a través de diferentes recursos, apunta a estimular sus energías y deseos de
participación en determinada dirección, para así incentivar y apoyar su talento logrando la
estimulación del interés, con ayuda claro de sus círculos sociales más cercanos como la familia y
los profesores de esa manera aprenderá más rápido y con menos dificultad la música que le atrae.

El estímulo más importante para el estudiante de música consiste, sin duda, en poder compartir en
forma espontánea, desde el comienzo de sus estudios musicales, la música que sabe hacer con
quienes lo rodean. Quién sabe cantar, bailar o tocar un instrumento posee un atributo extra que lo
vuelve más interesante y atractivo como persona para los demás. La mejor forma de lograr dicho
nivel de conexión entre un emisor musical y sus receptores es creando una conexión libre entre
profesor y alumno, libre sin prejuicios cognitivos ni conductuales explorando desde el mismo
talento, para así lograr conocer y lograr un moldeamiento del talento del estudiante e
incorporando el conocimiento y nivel teórico que tenga el profesor para explotar de la mejor
manera el potencial.

Un modelo pedagógico no puede ser una construcción arbitraria, sino un producto de la realidad,
para la realidad, desde un punto de vista personal que logre crear una relación entre la persona y
el entorno que lo rodea atravez de sus sentidos y percepciones de lo que el considere es la
realidad. Se suele anteponer la teoría (el pensar, el saber) a la práctica (el hacer, el jugar, el crear).
Lo cual no permite crear un lenguaje artístico asertivo en el proceso de aprendizaje. Cuando la
teoría está primero y antecede a la práctica, esta última resultará condicionada, forzada, por
aquella concepción previa, a la cual terminará acomodándose y pareciéndose.

Cuando no existe condicionamiento entre lo que pensamos y sentimos con el entorno que nos
rige, la persona está preparada para establecer naturalmente relaciones verdaderas, puentes,
entre aquéllas. Es función esencial del maestro estimular y colaborar para que se produzcan
naturalmente estos procesos de integración de experiencias significativas, verdaderas.

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