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Adviento

y Navidad
Materiales Ciclo B
Compilación elaborada por el P. Francisco Mejía Montoya,
Director del Departamento de Catequesis y Animación Bíblica.
Conferencia Episcopal de Colombia
CONTENIDO
El Adviento: Una invitación a la vigilancia. Ciclo B

1. El sentido del tiempo del Adviento 5


2. Sugerencias y propuestas para el Adviento 8
3. Celebración de apertura del Adviento 12
4. La corona del Adviento en la Iglesia y en la casa 18
5. Los domingos del Adviento y las Solemnidades 22
5.1. Primer domingo del Adviento 22
5.2. Solemnidad de la Inmaculada Concepción
de la Santísima Virgen María 27
5.3. Segundo domingo del Adviento 31
5.4. Tercer domingo de Adviento 35
5.5. Cuarto domingo de Adviento 39
6. Celebración penitencial del Adviento 44
7. El acto penitencial 49
8. Moniciones para el Padrenuestro 51
9. Oración universal - Hasta el 16 de diciembre - 53
10. Oración universal - Del 17 al 24 de diciembre - 57
11. Lucernario - En honor de la Inmaculada Concepción de María
7 de diciembre – 61
12. Novena en honor de Nuestra Señora de Guadalupe
- Patrona de América Latina - 66
13. Rosario guadalupano 70
14. Novena de Navidad 76

La Navidad: Un camino para el encuentro. Ciclo B

1. Navidad y Epifanía 101


2. Navidad: algunas observaciones 105
3. Bendición del árbol de Navidad 107
4. Inauguración del pesebre 108
5. Vigilia para antes de la misa de medianoche 111
6. La calenda: El pregón de Navidad 114
7. Oración universal – 26 de diciembre al 12 de enero 115
8. Octava de Navidad: sugerencias para la homilía 123
9. Vigilia de fin de año 125
10. Celebración del fin de año 133
11. Noche vieja: año nuevo. Celebración cristiana en familia 135












Una invitación a la vigilancia
Ciclo B

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1. EL SENTIDO DEL TIEMPO DE ADVIENTO



Adviento: el tiempo de la venida del Señor. Eso significa la palabra latina
adventus: venida, advenimiento. Una palabra que se aplicaba especialmente a la llegada
de algún personaje importante, y que ahora nosotros dedicamos al único personaje
realmente importante, Jesús.
Al inicio del año litúrgico, preparando la
celebración de la Navidad, dedicamos unas
semanas a contemplar esta venida: a esperarla, a
desearla, a prepararla en nuestras vidas y, en
definitiva, a celebrarla. Porque, ciertamente, al
tiempo que anhelamos que venga el Señor, y nos
queremos convertir para ser para él «un pueblo
bien dispuesto», ya podemos también vivir la alegría de su presencia en nuestras
vidas.
Porque esta venida del Señor no es la ficción de estar esperando como si
fuésemos los hombres y mujeres del Antiguo Testamento que no habían visto aún al
Mesías. Nosotros sí lo hemos visto, nosotros hemos conocido ya su venida en nuestra
historia, hace dos mil años, en Belén. Pero esta venida histórica, que conmemoramos en
la Navidad, deja en nosotros el anhelo de una venida más plena. Y por ello, decimos que
el Adviento celebra una triple venida del Señor: en primer lugar, la histórica, cuando
asumió nuestra misma carne para hacer presente en el mundo la Buena Noticia de Dios;
en segundo lugar, la que se realiza ahora, cada día, a través de la Eucaristía y de los
demás sacramentos, y a través de tantos y tantos signos de su presencia,
comenzando por el signo de los hermanos, y de los hermanos pobres; y finalmente, en
tercer lugar, la venida definitiva, al final de los tiempos, cuando llegará a plenitud el
Reino de Dios en la vida eterna.
Todo esto celebramos en el tiempo de Adviento. Y lo celebramos como en
una gradación: primero, los primeros días, el interés principal se dirige hacia la venida
definitiva al final de los tiempos, con la llamada a la vigilancia para estar bien
dispuestos; luego, nos centramos más en la venida cotidiana, que vemos marcada por los
anuncios del precursor Juan Bautista y su invitación a preparar el camino del Señor;
y finalmente, sobre todo a partir del día 17 de diciembre, nuestra mirada se fija ya de
lleno en la espera del nacimiento de Jesús en Belén, acompañados por la figura amorosa
de María y también de su esposo José. Y todo ello, acompañado a lo largo de todo el
tiempo por los oráculos de Isaías y de los demás profetas, que nos hacen vivir en
constante actitud de gozosa espera.

La organización del tiempo de Adviento
El tiempo de Adviento es el más tardío de todos los tiempos litúrgicos: no
existió hasta el siglo V o VI. La fiesta de Navidad nació a principios del siglo IV, y
consta por primera vez en un calendario del año 354; la de la Epifanía, quizá algunos
años antes. Y a partir de la existencia de esas fiestas, los cristianos quisieron dedica

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un tiempo a su preparación. Un tiempo, sin embargo, que tuvo distintas extensiones y


características según cada lugar, hasta que quedó fijado como ahora lo tenemos.
Actualmente, el tiempo de Adviento comienza el cuarto domingo antes de
Navidad. Ello conlleva que no tenga siempre la misma extensión. Porque como el día de
Navidad, el 25 de diciembre, no se corresponde con un día fijo de la semana, si
resulta por ejemplo que la Navidad cae en domingo, entonces el Adviento comienza el 27
de noviembre y tiene cuatro semanas justas; y en cambio, si cae en lunes, entonces el
cuarto domingo antes de la Navidad es el 3 de diciembre, y el Adviento tiene sólo tres
semanas y un día. Entre estas dos fechas, por tanto, el 27 de noviembre y el 3 de
diciembre, puede comenzar el Adviento.
Lo que marca, naturalmente, con mayor fuerza el sentido y la vivencia de
este tiempo son los domingos, con la distribución de sus lecturas en tres ciclos:
– En el evangelio, el primer domingo de los tres ciclos está centrado en la venida
definitiva del Señor al final de los tiempos, para realizar la plenitud de su Reino; el
segundo y tercer domingo, el protagonista es Juan Bautista, que nos invita a preparar
la venida del Señor; y el cuarto domingo, el evangelio nos presenta las escenas
preparatorias del nacimiento de Jesús (el sueño de José, la anunciación, la visitación).
– En la primera lectura, leemos cada domingo textos de Isaías y de los demás profetas,
que nos anuncian la obra del Dios salvador y la venida de su Mesías: los tres primeros
domingos estas profecías evocan las grandes esperanzas de Israel, mientras que el
cuarto, en sintonía con el evangelio, presentan las promesas más directas del
nacimiento del Hijo de Dios.
– Y finalmente, están los textos de la segunda lectura, tomados de san Pablo o de las
otras cartas apostólicas, que nos exhortan a preparar y a vivir la venida del Señor.
Además de las lecturas de los domingos, cabe destacar también la gran
riqueza del leccionario ferial marcado por las dos grandes etapas en las que se divide el
tiempo: hasta el 16 de diciembre hablando de forma más general de la venida del
Señor, y a partir del 17 de diciembre, preparando más directamente el nacimiento de
Jesús.

Un tiempo de gracia
El Adviento es un tiempo de gracia. Todos los tiempos lo son, desde luego,
pero este quizá tiene un particular tono de calidez humana y cristiana que nos lo hace
especialmente próximo. La promesa de salvación de Dios se encuentra con lo más
valiosas y auténticas esperanzas humanas, y su fruto es el Reino que se abre paso en
medio de nosotros.
Merece la pena aprovechar y vivir este tiempo. Personajes especialmente
queridos nos acompañan en el trayecto: el profeta Isaías, el precursor Juan Bautista, los
últimos patriarcas como Zacarías, Isabel, José... y, sobre todo, naturalmente, la Virgen
María.

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San Carlos Borromeo lo propone de modo admirable en una de sus cartas


pastorales:1

Ha llegado, amadísimos hermanos, aquel tiempo tan importante y solemne, que,
como dice el Espíritu Santo, es tiempo favorable, día de la salvación, de la paz y de la
reconciliación; el tiempo que tan ardientemente desearon los patriarcas y profetas y
que fue objeto de tantos suspiros y anhelos; el tiempo que Simeón vio lleno de
alegría, que la Iglesia celebra solemnemente y que también nosotros debemos vivir en
todo momento con fervor, alabando y dando gracias al Padre eterno por la
misericordia que en este misterio nos ha manifestado.

El Padre, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envió a su Hijo único,
para librarnos de la tiranía y del poder del demonio, invitarnos al cielo e
introducirnos en lo más profundo de los misterios de su reino, manifestarnos la
verdad, enseñarnos la honestidad de costumbres, comunicarnos el germen de las
virtudes, enriquecernos con los tesoros de su gracia y hacernos sus hijos adoptivos y
herederos de la vida eterna.

La Iglesia celebra cada año el misterio de este amor tan grande hacia nosotros,
exhortándonos a tenerlo siempre presente.

A la vez nos enseña que la venida de Cristo no sólo aprovechó a los que vivían en el
tiempo del Salvador, sino que su eficacia continúa, y aún hoy se nos comunica si
queremos recibir, mediante la fe y los sacramentos, la gracia que él nos prometió, y si
ordenamos nuestra conducta conforme a sus mandamientos.


1
San Carlos Borromeo. Carta Pastoral Adviento: Acta Ecclesiae Mediolanensis, t. 2, Lyon 1683, 916-917.

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2. SUGERENCIAS Y PROPUESTAS PARA EL ADVIENTO2



El Adviento es un tiempo especialmente agradable. Después del largo período del
tiempo ordinario, gusta encontrarse con la novedad de empezar algo diferente, y
experimentar el empuje espiritual que esta novedad aporta.
Pero también es agradable por más motivos. Lo que significa el Adviento y la
espiritualidad que invita a vivir están en un nivel muy cercano a la realidad humana, a la
vida de cada día: son, en el fondo, una invitación a vivir nuestra realidad (la de cada
uno de nosotros y la del mundo entero) de una manera atenta, intensa, con
objetivos. El Adviento nos dice: eso que vivimos, y eso que viven nuestros hermanos,
hombres y mujeres de todas partes, no es sólo lo que nosotros vemos, o hacemos, o
deseamos; es, también y sobre todo, lo que vive, y hace, y desea, Dios mismo. Porque
Dios viene a esta historia y se implica en ella, la vive con nosotros, y le pone delante,
como objetivos, sus mismos objetivos. Y ya sabemos cuáles son los objetivos de Dios: la
luz para todo el mundo, el amor para todo el mundo, la vida para todo el mundo.
Tres momentos
Primer momento: El Adviento es un tiempo que necesita ser saboreado,
que debe impregnar el alma. Es un tiempo que no puede ser seco, que ha de contener
una punta viva de emoción y de sentimiento. Sacerdotes, diáconos, monitores,
lectores, cantores, equipos de liturgia... necesitan muy especialmente tener espacios
(individuales o colectivos) para gustar las lecturas de la misa (dominicales y diarias), o
la liturgia de las horas, o un libro adecuado... para ejercer bien su misión.

Segundo momento: Desde el primer domingo de Adviento, e incluso antes,
el ambiente navideño se respira por todas partes: la televisión, las tiendas, las calles...
ponen en marcha el frenesí navideño. En este contexto, de poco sirve ponerse en plan
fustigador; más bien lo útil será ayudar a discernir. Y valorar todos los buenos elementos
que hay detrás de todo esto, recordar la llamada de Jesús, alegrarse de esta llamada,
invitar a vivir el ambiente con signos cristianos (por ejemplo, enviando felicitaciones o
llevando regalos a aquellos que no los tendrían, o promoviendo algún proyecto solidario
mediante aportaciones de muchos...). E invitando a luchar para no dejarse atrapar (y,
aquellos que tienen hijos pequeños, ayudándoles a que no queden excesivamente
atrapados) por todo lo que de perverso hay en este ambiente. Y, finalmente, combatir el
falso “espíritu navideño” consistente en simular que no hay conflictos ni en casa ni en el
mundo.

Tercer momento: La venida del Señor es la respuesta que Dios da a la
situación de este nuestro mundo. El Señor nos invita a dirigir la mirada hacia él, y a
prepararle el camino. Porque la venida del Señor no es una transformación mágica: él
viene para estar con nosotros, para hacer que caminemos hacia él y para hacer
caminar a la humanidad hacia él. Deberemos hablar de la salvación de Dios que viene a

2
LLIGADAS SORRIBAS, Josep. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92.
Barcelona: España. 2001.

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nosotros mirando muy de cerca a nuestro mundo, y sintiendo como propias las
angustias que en él se viven (la vida dura para muchos en nuestro país) y también las
esperanzas que avanzan (promovidas por cristianos o por quienes no lo son: ¡son
todas presencia del Señor!). Él viene, y su presencia se nota en todo amor que actúa, y su
presencia es llamada a la plenitud que tan sólo Él puede dar.
Para tener en cuenta:
La ambientación de la Iglesia. Que, al entrar, todo el mundo note que
iniciamos un tiempo nuevo. Eso, como dice el refrán, “vale más que mil palabras”. Un
póster grande y visible con una frase alusiva (“¡Ven, Señor Jesús!” u otra semejante),
austeridad en las flores (mejor una ornamentación de sólo plantas) y en las luces, un
gran paño morado (o verde, por la esperanza) colgado del techo, una música que al
entrar invite ya a la oración (el gregoriano es ideal para este tiempo)...

Los cantos. Un elemento clave para dar el tono de las celebraciones es el
tipo de cantos que se escogen. Cada tiempo litúrgico tiene sus cantos propios, que el
solo hecho de cantarlos hace penetrar ya en la sintonía del tiempo. De modo que
habría que procurar cantar cantos muy propios de Adviento. De un modo especial, eso
vale para el canto de entrada: un canto de entrada largo, que se repita los cuatro
domingos, ayudará mucho a situar la celebración desde el principio; en este sentido,
sería deseable aprender el canto de entrada de Adviento (“A ti, Señor, levanto mi
alma”); pero, naturalmente, si no se sabe este, se puede cantar cualquier otro canto
significativo de este tiempo. Recordemos también que en el Adviento se suprime el
Gloria. Y que sí se canta el Aleluya, aunque, si disponemos de dos melodías, bueno será
guardar la más vibrante para la Navidad y utilizar ahora la más sencilla.

La corona de Adviento. Este rito, importado del norte de Europa, se ha
ido introduciendo en nuestras celebraciones con buen acierto y contribuye a resaltar la
peculiaridad de este tiempo. Se trata, como se sabe, de una corona con ramas verdes que
se sitúa junto al ambón o en otro lugar adecuado, y en el que se fijan cuatro velas
vistosas. También puede utilizarse la imaginación y crear algún otro tipo de soporte
para las velas, siempre que sea digno y agradable. Al empezar la misa, se enciende el
número de velas correspondiente a aquel domingo (el primero una, el segundo dos...).
Pueden hacerlo cada domingo personas distintas: un matrimonio, un niño, una
religiosa, el celebrante...

La homilía. El Adviento es esperanza, agradecimiento, oración confiada,
alegría ante el Señor que se acerca a nosotros. Es, también, reconocimiento de que
necesitamos su salvación porque nosotros somos débiles y porque el mundo es también
débil, con mucho dolor e injusticia. Y es, finalmente, cambio en el corazón y en las
actitudes ante la vida, para que el Señor nos encuentre preparados para recibir su
salvación y para colaborar con él en su obra salvadora. La predicación será, por tanto,
intensa, convencida, vital... y, muy especialmente, amable.

Un salmo después de comulgar. Para ayudar al clima de oración propio de
este tiempo, puede introducirse la práctica de rezar, después del silencio de la
comunión y antes de la poscomunión, un salmo, entero o en parte. Puede recitarlo un

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lector (sin introducción, sin que la asamblea se una con ninguna antífona, y sin gloria
final: la asamblea se une con su silencio), o puede recitarlo toda la asamblea.
Repartir algún recuerdo-plegaria. Para marcar el primer domingo de
Adviento, se podría distribuir una estampa sencilla (media cuartilla hecha con
fotocopia), con una frase que diga “Adviento 2016” y el texto de la primera lectura de
este día, que en los tres ciclos es siempre un texto de mucha fuerza.
La Virgen María y san Juan Bautista. El Adviento es un tiempo mariano,
sobre todo en la segunda parte (desde el día 17). El domingo cuarto de Adviento
conviene que haya en el presbiterio, convenientemente resaltada, una imagen de María
madre; también podría estar colocada todos los domingos. E igualmente, los domingos
segundo y tercero podría destacarse una imagen o un póster de Juan Bautista.
La misa diaria. La misa diaria, con su tono más pacífico, puede ayudar a
saborear más este tiempo: el saludo, las invocaciones del acto penitencial, la oración de
los fieles tendrían que escogerse adecuadamente; una breve homilía ayudará a ir
viviendo lo que este tiempo significa; rezar un salmo después de la comunión...

El rezo de Laudes o Vísperas. Una forma de destacar el clima de oración
puede ser introducir en este tiempo el rezo de Laudes o Vísperas, en la forma que
resulte más adecuada: los domingos o los días laborables, como una celebración
independiente o unidos a la misa, en una misa o en todas... En cada lugar se verá lo
más conveniente.

Un encuentro de oración. Puede ser una buena oferta invitar a un
encuentro de oración durante este tiempo. Se podría realizar de dos maneras. Una,
como el inicio de un encuentro periódico todo el año: por ejemplo, fijarlo
definitivamente el primer y tercer miércoles de cada mes. Otra, como una invitación
más intensiva sólo para este tiempo, por ejemplo una vez a la semana. En todos los
casos hay que avisar la hora de empezar pero también la de acabar (media hora puede ser
una buena duración), y ser fiel a ello. La plegaria puede consistir en algún salmo, alguna
lectura bíblica, algún texto de reflexión, espacios de silencio, algún canto si se puede...
Aunque venga poca gente, será útil.

Una catequesis sobre Isaías. El tiempo de Adviento es el tiempo de los
oráculos mesiánicos, sobre todo de Isaías. Los leemos cada domingo y también los
días laborables. Por eso, se podría pensar en convocar (mejor diversas parroquias
juntas) algunos encuentros de catequesis sencilla repasando estos oráculos. Estaría
bien leer los textos (más extensamente como figuran en el leccionario), comentar la
época (de los tres autores de Isaías) y el sentido primitivo, ver el sentido mesiánico y el
sentido cristiano, hacer alguna aplicación... No hace falta una exposición de
especialista, basta con una presentación hecha por alguien que se lo haya preparado
leyendo alguna introducción.

Retiros y encuentros de reflexión. Otra posibilidad: organizar un retiro de
una tarde o una mañana. Y otra, un encuentro de reflexión sobre las angustias y
esperanzas de nuestro mundo, u otro tema similar.

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Resaltar la segunda parte del Adviento. El 17 de diciembre comienza la


segunda parte del Adviento, “la semana santa que prepara la Navidad”. Se puede
resaltar de distintas maneras según los lugares, las posibilidades y las costumbres.

La colecta para los pobres. La colecta que se acostumbra a hacer a finales de
Adviento para los pobres (y que puede tomar distintas formas según los lugares) es una
de las grandes tradiciones de este tiempo, y conviene darle relieve. Porque esta es una de
las mejores maneras de recibir al Señor, que se manifiesta en el rostro de los
abandonados de este mundo.

Y en casa. Habría que sugerir, en las celebraciones litúrgicas, la importancia
de que en casa se note también el tiempo de Adviento. Colocar la corona de Adviento en
casa y encender las sucesivas velas mientras se reza una oración o se canta un canto
(adecuándolo en función de si hay niños pequeños o no) es una práctica encomiable
También, bendecir la mesa. Y, en la última semana, preparar el pesebre.


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3. CELEBRACIÓN DE APERTURA DEL ADVIENTO3



a. Nuestras esperanzas y miedos
(ambiente: poca luz; silencio)
Voz 1: Señor, ¿por qué me has convocado esta tarde?
¿no tienes ojos para ver ni oídos para oír?
¿no oyes los lamentos de los que son golpeados por la vida y gritan:
nuestros huesos están secos y nuestra esperanza muerta?
Hay muchos que dicen: el Señor no hace nada, ni el bien ni el mal (So 1,12)

Voz 2: Señor, ¿por qué me has convocado esta tarde?
¿no tienes ojos para ver ni oídos para oír?
¿no ves que nuestras palabras se estrellan contra un muro?
Hay muchos que dicen con el salmista:
ya no hay ningún profeta,
y nadie sabe hasta cuándo durará esto (Sal 74,9).

Voz 3: Señor, ¿por qué me has convocado esta tarde?
¿no tienes ojos para ver ni oídos por oír?
¿no ves la confusión y el desánimo de tu pueblo?
¿no ves nuestras filas desordenadas, las
reformas frenadas
y las estructuras que ahogan tu evangelio?
Hay muchos que dicen dudosos: sobrevivirá
un pequeño resto?

Canto

LEVANTATE4
https://open.spotify.com/track/0NOlHtWX7DpdPyfVrSmHSs

Coro
Levántate que está llegando el
Señor viene ya (bis)

Nos traerá su resplandor, nos
traerá la luz, la paz (bis)

En el Señor confiaré
Él nos dará la salvación (bis)



3
ALDAZÁBAL, José. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona:
España. 2001. (Inspirado en “Spas” 54 y en “Paroisse et Liturgie).
4
Letra y música de Cesareo Gabaráin

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Lo prometió, lo cumplirá
El Dios de amor nos salvará (bis)

(Aquí se puede tener un momento de reflexión personal: ¿cuáles son nuestras


ilusiones, nuestras esperanzas, nuestros miedos? y también, si se quiere, una
breve comunicación de las mismas).

b. Proclamación del mensaje de Adviento
Voz 4. Escuchen, ustedes, los sordos.
Miren y vean, ustedes los ciegos
¿quién es ese ciego, sino mi siervo
y quién es ese sordo, sino el que yo he enviado? Has
visto muchas cosas, pero sin atención.
Has oído demasiadas cosas, pero sin entenderlas.
¿Hay alguien entre ustedes que escuche?
¿quién presta atención para comprender el futuro? (Is 42).

Voz 5. Insensatos y lentos de corazón,
para creer lo que los profetas anunciaron.

Voz 6. Ya no recuerdan lo que sucedió antes, ya
no prestan atención a lo pasado.
Miren, he aquí que yo hago nuevas todas las cosas, ya
está brotando, ¿no lo notan? (Is 43).

Voz 4. Siempre he callado, he estado en silencio,
me he contenido.
Pero ahora voy a gritar como mujer parturienta,
soplaré y me desahogaré de repente (Is 42,14).

Voz 5. Huesos secos, escuchen la Palabra del Viviente.
Así habla el Señor, el viviente, a los huesos:
he aquí que haré penetrar el espíritu en ustedes y vivirán. Les
daré nervios y haré crecer la carne en ustedes.
Les haré salir la piel y les daré mi espíritu y vivirán. Así
descubrirán que yo soy el Viviente.
Así habla el Señor: ven, Espíritu, de los cuatro vientos,
sopla sobre estos muertos para que vivan.
He aquí que voy a abrir sus tumbas
y los haré salir de sus sepulcros, pueblo mío. Les
infundiré mi espíritu y vivirán (Ez 37).

Voz 6. No temas, pueblo mío, no
dejes caer tus brazos.
Tu Dios está en medio de ti como guerrero vencedor.
Él rebosará de júbilo por ti y

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te renovará con su amor.


Bailará por ti con gritos de alegría
como en los días solemnes de fiesta (So 3).
Levántate y resplandece,
porque viene tu luz
y sobre ti se alza la gloria del Viviente (Is 60).

Canto (al comenzar el canto, encender todas las luces).
AMANECERÁ EL SEÑOR5
https://open.spotify.com/track/5a8tlZL9vnYbasPxIfQNN7

Amanecerá el Señor, sobre ti
Jerusalén amanecerá el
Señor,
amanecerá sobre ti Jerusalén
amanecerá el Señor, amanecerá
sobre ti Jerusalén.

1.- Sobre ti Jerusalén, amanecerá el Señor
amanecerá, levanta tu mirada contempla su
grandeza
tu salvador, tu salvador,
te viene a liberar.

2.- Sobre ti Jerusalén una estrella brillará,
amanecerá la luz de la mañana,
la aurora reluciente,
tu Salvador, tu Salvador, te
viene a liberar.

3. En Belén nos va a nacer;
la esperanza de Israel amanecerá.
Dará la vista al ciego, salud a los enfermos tu
Salvador, tu Salvador,
te viene a liberar.

Presidente: homilía (momentos de reflexión)

c. Oración
Invitación: El Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que escucha repite: Ven. Quien tenga
sed, venga. Quien quiera, tome gratuitamente el agua de la vida. Ven, Señor Jesús.


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Letra y música de Mariano Fuertes

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Canto:
VEN, VEN SEÑOR NO TARDES6
https://youtu.be/5iyrNb-KaHA

Ven, ven, Señor, no tardes, ven,
ven, que te esperamos. Ven, ven,
Señor no tardes, ven pronto,
Señor.

Invocaciones:
Uno. Vienes de noche
pero en nuestro corazón es siempre de noche, por
eso ven siempre, Señor.
Vienes en silencio,
pero nosotros nunca sabemos qué decirte, por
eso ven siempre, Señor.

Todos. Ven, ven, Señor, no tardes…

Uno. Vienes en la soledad,
pero nosotros siempre estamos solos,
por eso ven siempre, Señor.
Vienes como hijo de la paz,
pero nosotros no sabemos qué es paz,
por eso ven siempre, Señor.

Todos. Ven, ven, Señor, no tardes…

Uno. Vienes a liberarnos,
y nosotros nos sentimos esclavos,
por eso ven siempre, Señor.
Vienes a consolarnos,
y nosotros estamos siempre tristes, por
eso ven siempre, Señor.
Vienes a buscarnos,
y nosotros siempre estamos perdidos, por
eso ven siempre, Señor.

Todos. Ven, ven, Señor, no tardes…
(Aquí se podría encender, si se quiere, la primera de las velas o lámparas de la
“corona de Adviento”).


6
Letra y música: Cesareo Gabárain

16

Uno. Ven, luz que ahuyentas la oscuridad del corazón,


brilla en medio de nosotros y disipa la tiniebla del egoísmo.
Ven, paz serena, que anima al desilusionado,
cura nuestras heridas y desengaños.
Ven a socorrer a los que tiene miedo del mañana, porque
sin tu ayuda no podemos emprender el vuelo. Ven amigo
siempre fiel,
y danos tu mano a pesar de nuestra infidelidad.
Ven tú que moriste y resucitase para que nosotros vivamos.
Vuelve a liberarnos de nuestras esclavitudes.

Todos. Ven, ven, Señor, no tardes…

Presidente: A cuantos esperan la vuelta de tu Hijo,
concédeles, Padre de todos los vivientes, que
sepan discernir en el tiempo
los signos de tu incesante venida, en
cada árbol seco
la savia antigua que volverá a brotar;
la caña torcida no será cortada, sino que se revestirá de vida; la
luz tambaleante no será apagada,
sino que brillará con nueva fuerza;
los problemas de nuestra vida se superarán
con la esperanza que procede de ti y conduce a ti, ahora y
por siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Canto final:

LA VIRGEN SUEÑA CAMINOS7
https://open.spotify.com/track/3lyPJ2r7dV5Z8r7g2H3RlU

La Virgen sueña caminos, está a la espera; la
Virgen sabe que el niño, está muy cerca. De
Nazaret a Belén hay una senda;
por ella van los que creen, en las promesas.

Los que sueñan y esperan, la buena nueva, abran
las puertas al Niño, que está muy cerca. El Señor,
cerca está; él viene con la paz
El Señor cerca está; él trae la verdad.

En estos días del año, el pueblo espera
que venga pronto el Mesías, a nuestra tierra. En

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Letra y música de Carmelo Erdozáin

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la ciudad de Belén, llama a las puertas, pregunta


en las posadas, y no hay respuesta.

La tarde ya lo sospecha: está alerta.
El sol le dice a la luna, que no se duerma. A la
ciudad de Belén, vendrá una estrella,
vendrá con todo el que quiera, cruzar fronteras

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4. LA CORONA DE ADVIENTO EN LA IGLESIA Y EN LA CASA



El rito de la corona de Adviento se ha ido introduciendo acertadamente en los
distintos ámbitos de la vida cristiana, contribuyendo a
resaltar la peculiaridad de este tiempo. Se trata, como se
sabe, de una corona de
ramas verdes (sin flores, que serán más propias de la
Navidad), en la que se fijan cuatro velas vistosas.
También podemos emplear la imaginación y crear algún
otro tipo de soporte, siempre que resulte digno y
agradable. Y cada semana se realiza el rito de encender
las velas correspondientes: el primer
domingo de Adviento una, el segundo dos, el tercero tres, el cuarto y último las cuatro.
Este itinerario, acompañado de alguna oración o canto, nos marcará los
pasos que nos acercan hasta la fiesta de la Navidad, y nos ayudará a tener más presente el
tiempo en que nos encontramos.

La corona en la Iglesia
En la Iglesia, la corona se puede poner sobre una mesa, o sobre un tronco de
árbol, o colgada del techo con una cinta elegante; no se pone encima del altar, sino junto
al ambón o en otro lugar adecuado.
El rito de encendido de la corona se hace en todas las misas dominicales
(incluyendo la vespertina del sábado). En las comunidades religiosas, en cambio, será
mejor hacerlo en la celebración que inaugure cada semana: primeras vísperas, laudes o
Eucaristía.
En la Eucaristía, se pueden encender las velas sencillamente durante el
canto de entrada, o bien con mayor relieve después del saludo y de una breve monición.
En este segundo caso, el mismo celebrante, o bien distintas personas de la asamblea
(una semana un niño, otra una religiosa, otra un matrimonio...) encienden la vela o velas
correspondientes. Y entretanto se canta alguna otra estrofa del canto de entrada, o se
dicen las invocaciones del acto penitencial, o se dicen las oraciones siguientes (que
puede recitar la asamblea conjuntamente, en una hoja previamente repartida).

Primer domingo
Encendemos, Señor, esta luz,
como aquél que enciende su lámpara
para salir, en la noche,
al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana del Adviento
queremos levantarnos para esperarte preparados,
para recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven.

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Muchos halagos nos adormecen.


Queremos estar despiertos y vigilantes,
porque tú nos traes la luz más clara,
la paz más profunda y la alegría mas verdadera.
¡Ven, Señor Jesús. Ven, Señor Jesús!

Segundo domingo
Los profetas mantenían encendida
la esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas.
El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto.
La humanidad entera se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas
y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador!

Tercer domingo
En las tinieblas se encendió una luz,
en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar.
Preparen sus caminos, porque ya se acerca.
Adornen su alma
como una novia se engalana el día de su boda.
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya
para que brilles, lama para que calientes.
¡Ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!

Cuarto domingo
Al encender estas cuatro velas, en el último domingo,
pensamos en ella, la Virgen,
tu madre y nuestra madre. nadie te esperó con más ansia,
con más ternura, con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.
Te sembraste en ella
como el grano de trigo se siembra en el surco.
En sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.
¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos!


20

La corona en casa
En casa, la corona se pone sobre una mesa, o colgada del techo, o en algún
otro lugar destacado. También se puede poner a los pies de una imagen de la Virgen.
El primer domingo de Adviento es el domingo que cae entre el 27 de
noviembre y el 3 de diciembre (o sea, cuatro domingos antes de la Navidad). Ese día,
antes de comer (o el sábado anterior por la noche, o en cualquier otro momento que
resulte adecuado), se enciende una vela de la corona; el segundo domingo dos; el
tercero tres; y el cuarto, las cuatro.
Este rito se acompaña de una oración, como la que aquí indicamos a
continuación; también se puede cantar un canto y la oración; o la oración, el
padrenuestro y el avemaría. También se puede leer la primera lectura de la misa de
aquel domingo, o el texto de reflexión que ofrecemos también aquí, o las oraciones
propuestas para el encendido en la Iglesia.
Si hay niños en casa, el rito de la corona les puede ayudar a vivir más
cristianamente la preparación de la Navidad. Y si no los hay, también será una buena
ocasión para la oración familiar adulta: o bien los esposos solos, o bien los esposos con los
hijos mayores u otros miembros de la familia.

Oración
Ven, Jesús, hermano,
Señor.
Queremos preparar tu venida.
Queremos recibirte.
Te esperamos,
para que transformes nuestras vidas y
nos des tu luz,
tu paz, tu amor. Amén.

Texto de reflexión
Desde muy antiguo, el profeta Isaías anunciaba:
– Vendrá el Señor,
y juzgará a los pobres con justicia,
y nunca más alzará la espada pueblo contra pueblo,
porque los corazones estarán llenos
del conocimiento del Señor.
Allí en el Jordán, el último profeta, Juan el Bautista, proclamaba:
– Preparen el camino del Señor, allanen
sus senderos.
Conviértanse,
porque está cerca el Reino de los cielos.

Y en Nazaret empezó todo:

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– Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.


No temas, María:
concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le
pondrás por nombre Jesús.

Esta es la historia del amor de Dios. Y nosotros cada año, cada Adviento, la
recordamos y la renovamos.
– Como Isaías, deseamos un mundo nuevo, transformado, lleno de Dios, en el que no
haya mal, ni dolor, ni injusticia, ni pobreza, ni corazones cerrados;
– siguiendo la llamada de Juan Bautista, queremos preparar el camino del Señor:
queremos transformar nuestro corazón y queremos transformar nuestro mundo;
– y como María, con toda la confianza, con todo el amor, con un hondo espíritu de fe y de
oración, esperamos el nacimiento de aquel niño que renovará nuestras vidas; aquel
niño que nace en Belén y que nos llama a compartir un día su vida para siempre.


22

5. LOS DOMINGOS DEL ADVIENTO Y LAS SOLEMNIDADES8



5.1. PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
Diciembre 3 de 2017

Monición introductoria de la Misa

Con alegría y fe dispongámonos a celebrar el banquete eucarístico, donde hoy con la


inauguración del año litúrgico y del tiempo del Adviento se nos pide estar en actitud
vigilante para prepararnos a la venida del Señor.

Oración primer cirio de la corona

Encendemos esta luz
como aquel que enciende su lámpara
para salir en la noche
al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana del Adviento
queremos levantarnos para esperarte preparados,
para recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven,
muchos halagos nos adormecen,
queremos estar despiertos y vigilantes,
porque tú nos traes la luz más clara,
la paz más profunda, la alegría más verdadera.
¡Ven, Señor Jesús. Ven, Señor Jesús!

Monición a la Liturgia de la Palabra

Abramos nuestro corazón para vivir esta primera parte de la eucaristía - el pan de la
Palabra – que hoy nos invita a vigilar, estar despiertos y atentos para comenzar el camino
del adviento.


8
Textos elaborados por el Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal de Colombia para el Plan de Predicación de Adviento
a Pentecostés, Ciclo B, 2017-2018

23

} Primera lectura: Is 63,16b-17.19b; 64,2b-7


} Salmo Sal 80(79), 2ac+3b.15-16.18-19 (R. Cfr. 4b)
} Segunda lectura: 1Co 1,3-9
} Evangelio: Mc 13,33-37

Introducción

La Palabra de Dios para el domingo I de Adviento nos sugiere tres ideas fundamentales:
• La perseverancia en la espera del Señor
• El retorno del Hijo del hombre
• La liberación, la justicia y la paz.

En este domingo desarrollaremos el primer tema y acentuaremos la actitud de vigilancia en
la espera del Señor.

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

Navegando por las lecturas que este domingo nos propone, encontramos que el punto
nuclear está en la actitud vigilante entre la espera y la esperanza. Es interesante
detenernos en varios elementos: el evangelio repite por tres veces la palabra “vigilen”, pues
no saben cuándo es el momento, cuándo vendrá el señor de la casa. En la primera carta a
los Corintios san Pablo habla de esperar la manifestación de nuestro Señor Jesucristo que
“los mantendrá firmes hasta el final”. La bellísima innovación a Dios del tercer Isaías
expresa el deseo de que el Señor irrumpa con su poder en la historia, como si se tratase de
un nuevo Éxodo, recordando que ¡Tú, eres nuestro padre!

Profundicemos concretamente en la lectura del evangelio. Miremos cómo comienza y


concluye con la misma invitación: “Vigilen” (vv. 33.37). En la primera invitación está el
“por qué” de la vigilancia: “Vigilen, pues no saben cuándo es el momento”. Pongamos los ojos
en las palabras y el corazón en el sentido. Jesús no revela el día ni la hora, porque todas las
horas son buenas para abrirse a la Palabra de Dios y a su mensaje de conversión.

En la segunda invitación está el estilo de la vigilancia. Cuando el evangelista nos narra la


parábola del hombre que se va de viaje lejos, indica que deja su casa al cuidado de los
criados. Esta es la imagen que exhorta al cristiano a cuidar la comunidad, la casa que el
Señor le ha confiado a cada uno.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?



Continuemos buscando en el verbo vigilar el sentido de la celebración de este primer
domingo de Adviento.

No nos resulta cómodo que nos despierten y nos inviten a velar, a vigilar. Pues eso es lo que
hace Jesús con nosotros. Muchas comunidades cristianas escuchan hoy la llamada inicial

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del Adviento: “Lo que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Velen!”. (Mc 13,37). Es una gran
llamada de atención, una invitación a la vigilancia.

Con el paso del tiempo corremos el riesgo de quedarnos adormilados, instalados en lo que
ya tenemos, y descuidamos la meta y el proyecto de vida que nos habíamos propuesto.

El Adviento es como un despertador espiritual. Nos estimula a la vigilancia orientando


nuestra mirada, ante todo, hacia adelante: a la última venida, al final de los tiempos, la
venida gloriosa del Señor como Juez de la historia. La primera parte del Adviento, hasta el
día 16 de diciembre, tiene esta perspectiva "escatológica", de mirada hacia el final de los
tiempos. Se nota en los prefacios y en las oraciones.

Vigilar es no dejarse vencer por el sueño, no caer en la pereza o en lo reiterativo de la vida.


Vigilar es estar atentos a Dios, a su venida continuada a nuestras vidas, y acogerle cada dı́a.
Vigilar es darse cuenta de que no sabemos cuá ndo acabará nuestro camino personal, ni el
de la humanidad, ni el del universo. Dios puede "venir" a nosotros a cualquier hora,
cualquier día, "al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer", como dice
la parábola de Jesús. Lo importante no es saber cuándo vendrá, sino cómo tenemos que
preparar nuestra casa para que nos encuentre dispuestos a recibirle.

Tambié n nos prepara el Adviento a la "venida sacramental" que sucederá́ , con gracia
siempre nueva, en la Navidad de este añ o. La Navidad está en medio de la primera venida,
que ya sucedió́ hace dos mil añ os en Belé n, y la ú ltima, que no sabemos cuá ndo tendrá́ lugar.
La Navidad condensa en sı́ misma el pasado y el futuro, con una gracia que siempre es
actual y presente: el Dios que quiere hacerse, una vez más, con renovada ilusión por su
parte, Dios-con-nosotros.

Nosotros como discípulos misioneros debemos estar permanentemente vigilando sobre


nuestro punto de partida del ministerio sacerdotal para que no languidezcan los rasgos del
Maestro en el rostro de nuestras comunidades, para que la misión no se atasque y
disminuya la conversión pastoral, que no es otra cosa que rescatar aquella urgencia de
anunciar el Evangelio de la alegría hoy, mañana y pasado mañana. (Cfr. Discurso del Santo
Padre Francisco a los Obispos de Colombia, jueves 7 de septiembre de 2017).

3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad?

Sigamos escrutando el sentido de la palabra vigilancia y pensemos que esto es lo que nos
manda el Señor: “Estén alertas, vigilen”, como quien pasa la noche haciendo guardia y
atento a cualquier ruido nocturno. Pidamos en oración que podamos tener los ojos y los
oídos atentos para percibir dónde está y dónde nos llama el Señor a colaborar en la obra de
la evangelización.

Vigilar será siempre poner el reloj espiritual en la hora correcta, reorientar nuestra marcha
por la vida y estar sintonizados con la Palabra que en este primer domingo de Adviento
tiene una petición especial y la encontramos en el salmo 79: “Oh Dios, restáuranos que brille
tu rostro y nos salve”. Estar vigilantes. No se trata solamente de creer, sino de estar alerta,

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mirar hacia delante sin olvidar el pasado, mirar al futuro como hacen los que se preocupan
de que nuestro mundo, nuestro medio ambiente, no vaya deteriorándose, sino que lo
podamos dejar en herencia a nuestros sucesores en las mejores condiciones posibles. O
como el jardinero que cuida su jardı́n, porque sabe que si lo descuida crecerá n las malas
hierbas y se estropeará progresivamente. O como el deportista que no sabe cuá ndo va a ser
el momento decisivo para atacar o responder al ataque del adversario.

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?

Hoy damos inicio a un nuevo año litúrgico donde somos convocados a celebrar, en un único
y progresivo movimiento, el Adviento, la Navidad y la Epifanía, o sea, la venida, nacimiento
y manifestación que apunta a lo mismo: que el Hijo de Dios, Cristo Jesús, se ha querido
hacer presente en nuestra historia para comunicarnos su salvación. Este camino que hoy
comienza es un itinerario de fe y de esperanza, porque desde hoy hasta el día del Bautismo
del Señor, el domingo siguiente a la Epifanía, van a ser unas seis semanas de "tiempo fuerte"
en que celebramos la misma Buena Noticia: la venida del Señor.

Es bien interesante pensar, como para muchas personas estas son las últimas semanas del
año, cuando se comienza a preparar las fiestas navideñas y se respira un aire de despedida
y finalización de todas las labores realizadas durante el año. Pero para los católicos
realmente son las primeras semanas del año donde nos centramos en la gran noticia de que
nuestro Dios ha querido ser Dios con nosotros.

Los signos nos ayudan también a adentrarnos en la celebración del misterio cristiano, por
eso durante el Adviento, las lecturas, las oraciones, la ambientación especial del templo, los
cantos y también las velas de la “corona de Adviento”, que iremos encendiendo
sucesivamente a lo largo de estas semanas y con el verde y la luz de las velas nos habla
simbólicamente de la esperanza y de la alegría por la venida del Señor.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: después de escuchar la Palabra de Dios, presentemos al Padre nuestras
intenciones, diciendo:

R. Ven, Señor Jesús

1. Por la Iglesia, el Papa, los obispos, sacerdotes, diáconos, para que guíen a su pueblo al
encuentro con el Señor.

2. Por los gobernantes de todas las naciones, para que reconozcan la necesidad de buscar
en Cristo la razón de ser de sus gobiernos en la lucha por la paz verdadera.

3. Por los pobres, marginados, enfermos y desamparados que no tienen pan, techo ni con
que abrigarse, para que compartamos con ellos lo que tenemos, no lo que nos sobra.


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4. Por los padres e hijos, para que construyan la unidad familiar con Cristo como centro de
sus vidas.

5. Por todos nosotros, para que la presencia de Cristo en esta celebración nos mueva a
estar vigilantes y en oración esperando su llegada.

Oración conclusiva

Atiende, Padre del cielo,


los deseos de tu Iglesia en oración;
para que tu misericordia nos conceda
lo que no podemos esperar por nuestros méritos.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.



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5.2. LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA


Diciembre 8 de 2017



Monición introductoria de la Misa

La Virgen María, fue concebida sin la mancha del pecado original; este fue el primer
privilegio que Dios le otorgó para que fuera digna de ser la madre de su Hijo Jesús. Que en
este tiempo de Adviento la Inmaculada Virgen María sea nuestra compañera e intercesora
para prepararnos a celebrar y vivir en plenitud el nacimiento de Jesús en nuestros
corazones y en nuestra historia.

Con esperanza y alegría participemos de esta santa Eucaristía.

Monición a la Liturgia de la Palabra

La Palabra nos revela la presencia y el designio salvador de Dios a través de toda la historia
de la humanidad. Siguiendo el ejemplo de María, escuchemos atentos esta Palabra,
acojámosla en el corazón y demos una respuesta alegre y generosa. Escuchemos con fe

} Primera lectura: Gn 3,9-15.20
} Salmo Sal 98(97),1.2-3ab.3cd-4 (R. Lc 1,49)
} Segunda lectura: Ef 1,3-6.11-12
} Evangelio: Lc 1,26-38

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Introducción

La celebración del año litúrgico se orienta a la implantación del Reino de Dios en el corazón y
en la vida de los creyentes; busca que el Reino de Dios llegue a ser realidad en cada bautizado;
y es lo que Jesucristo nos enseñó a pedir diariamente en el Padrenuestro: «venga a nosotros tu
Reino». La Virgen María es el modelo perfecto de esta realización del Reino de Dios en su
propia vida. En Ella se cumplió a cabalidad el Reino de Dios. Ella es su fruto maduro y
primerizo. Desde el primer momento de la existencia personal de María, aparece como figura
y modelo del destino de quienes constituimos la familia de Dios, que es la Iglesia, toda santa,
sin mancha ni arruga.

La Solemnidad de la Inmaculada Concepción no es un «paréntesis» en el tiempo de
Adviento, no es algo extraño, sin relación con el Adviento, con la venida del Salvador. Al
contrario, su significación cristológica es clara y explícita: «ni Cristo sin María, ni María
sin Cristo».

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

La lectura del Génesis que se lee hoy, nos trae la primera promesa de salvación: “Pongo
hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la
cabeza cuando tú la hieras en la talón” (Ge. 3,15). Aquella promesa que surge de la primera
caída del hombre en el pecado. Cristo es el que vence al demonio y al pecado, y por Cristo lo
vence también María, ya desde el primer instante de su existencia personal. El salmo está
lleno de júbilo: «canten al Señor un cántico nuevo… aclame al Señor toda la tierra, griten,
vitoreen, toquen».

La segunda lectura de la carta de san Pablo a los Efesios, nos recuerda que Dios Padre «nos
eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo», para hacernos parte de su Reino.
Damos gracias a Dios porque él nos ha bendecido con toda clase de bendiciones, como es
habernos destinado a ser sus hijos, herederos con Cristo Jesús.

El Evangelio, en la escena de la anunciación a María (Lc 1,26-38) se nos revela la iniciativa
de Dios en la historia de la salvación: Dios actúa por su Espíritu y envía como Salvador a su
Hijo, Jesús. En esta iniciativa Dios interpela a la Virgen, la cual responde con su «SÍ»
generoso, plenamente abierta a la Palabra y disponible para la misión que se le encomienda,
de ser colaboradora en la Redención del mundo.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?

Nuestros primeros padres quisieron ser como Dios y por eso se dejaron tentar por la
serpiente, esta desobediencia nos apartó a todos de las puertas del paraíso, de hacer parte
del Reino de Dios, de la Vida Eterna.

En María, vemos remediada esa desobediencia, pues ella realiza sin vacilación la voluntad
de Dios, en ella se nos abre nuevamente la puerta al Reino, a la salvación, se nos acoge
nuevamente como hijos de Dios, ella nos permite conocer al Redentor. María como discipula

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nos lleva a Jesucristo y su Reino.



Como María, también nosotros somos elegidos por Dios para ser portadores del mensaje de
Jesucristo, para ser herederos del Reino de Dios. Y, efectivamente, para llegar a este estado
debemos ser como María, estar siempre dispuestos a dar todo por aquel que es nuestro
Salvador y Redentor, por aquel que vino a este mundo a través de una mujer, para ser tan
humano como cada uno de nosotros, para estar con nosotros. Se trata, en verdad, de
acogernos diariamente a la voluntad divina, que es el modo como decimos, a ejemplo de
María, sí y acogemos su plan de salvación en este momento histórico concreto que vivimos.

3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad?

Es bien claro y hasta evidente el mensaje que para nuestra vida espiritual nos trae la fiesta
de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María: se nos pide «ser santos e
irreprochables por el amor, con una vida propia de hijos adoptivos, glorificadores de Dios
Padre y herederos suyos». Por eso pedimos a Dios Padre: «llegar a ti limpios de todas
nuestras culpas» (Colecta) y «guárdanos también a nosotros, limpios de todo pecado»
(Ofrendas) para ser alabanza de su gloria.

Como familia de Dios tenemos que sentirnos felices porque no somos huérfanos, sino que
tenemos por madre a la Madre Dios, desbordante de santidad y hermosura. Felicitémosla, y
con toda razón alegrémonos porque Dios «ha hecho grandes obras» en nuestra Madre,
llenándola de su gracia y preparándola para ser la digna Madre del Salvador.

María, la nueva Eva, la verdadera madre de los vivientes, la que aceptó con limpio corazón
el plan salvador de Dios, es nuestro mejor modelo para vivir el Adviento y la Navidad,
sintiéndonos impulsados a trabajar en la construcción del Reino de Dios, y dispuestos a que
la encarnación del amor salvador de Dios siga en cada uno de nosotros, diciendo siempre
«sí», como María Inmaculada, al designio salvador de Dios.

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?

La misión es una entrega total de todo lo que somos y que vamos a compartir con los
hermanos, es entregar a cabalidad a Jesús con quien nos encontramos cada día en la
Eucaristía. Entregar nuestra vida al servicio de los demás es la manera adecuada de
transmitir el mensaje de Jesús y de María, cuando ella siendo una joven se entregó sin
medida.

Así como en la celebración del sacrificio de salvación que es la santa Misa, confesamos que
la gracia de Dios preservó a la Virgen María de toda mancha de pecado, también a nosotros
nos conceda estar libres de todas las culpas para poder acoger a Cristo en nuestras vidas. En
este sentido nos habló el Papa en su visita: “María es el primer resplandor que anuncia el
final de la noche […] Su nacimiento nos hace intuir la iniciativa amorosa, tierna, compasiva,
del amor con que Dios se inclina hasta nosotros y nos llama a una maravillosa alianza con Él
que nada ni nadie podrá romper. María ha sabido ser transparencia de la luz de Dios y ha
reflejado los destellos de esa luz en su casa […] en su pueblo, su nación y en esa casa común a

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toda la humanidad que es la creación. (Homilía, Catama, Villavicencio, 8 de septiembre de


2017).

Es siguiendo el ejemplo de María y acogiéndonos a su poder intercesor, como nosotros
podemos ser discípulos misioneros de Jesucristo en el Reino de Dios Padre.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: al proclamar las maravillas que Dios realizó en María, preservándola de toda
mancha, invoquemos desde nuestro corazón a Dios nuestro Padre, diciendo:

R. Mira a la llena de gracia y escúchanos.

1. Por la Iglesia, para que cada día resplandezca más su santidad inmaculada.

2. Por nuestro presidente, para que ame siempre la justicia, cumpla fielmente el encargo
recibido y guíe a los colombianos hacia la paz y el justo desarrollo.

3. Por todos los hombres, para que aprecien en todo su valor y sentido la santidad de la
vida, y encuentren en María una invitación a la perfección cristiana.

4. Por todos los que sufren, para que la mirada misericordiosa de María Inmaculada se
vuelva con piedad hacia ellos y les alcance de Dios fortaleza, esperanza y paz.

5. Por los niños de nuestra Parroquia N., para que, imitando a la Virgen Inmaculada, lleven
una conducta que resplandezca por la santidad de las costumbres y la pureza de la vida.

Oración conclusiva

Padre celestial,
escucha las oraciones de los que te invocan
llenos de alegría por esta celebración
para que la Iglesia,
te sirva con generosa voluntad.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.




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5.3. SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO


Diciembre 10 de 2017



Monición introductoria de la Misa

El Señor vendrá para salvar a su pueblo y nosotros nos congregamos para celebrar su
misericordia en este segundo domingo del tiempo de adviento. Dispongamos nuestros
oídos para escuchar y nuestro corazón para celebrar con fe el misterio del amor de Dios,
que se nos regala en esta Eucaristía. Participemos con fe.

Oración segundo cirio de la corona

Los profetas mantenían encendida la
esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo,
encendemos estas dos velas.
El viejo tronco está rebrotando,
florece el desierto.
La humanidad entera se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas
y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador!

Monición a la Liturgia de la Palabra

El Señor hará oír la gloria de su voz para que nos alegremos de corazón. Dispongamos
nuestro ser para recibir esta Palabra y dejemos que el Señor nos allane el sendero y que
podamos vivir la conversión en una adhesión permanente a su voluntad.

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} Primera lectura: Is 40,1-5.9-11


} Salmo Sal 85(84), 9ab+10.11-12. 13-14 (R. 8)
} Segunda lectura: 2P 3,8-14
} Evangelio: Mc 1,1-8

Introducción

En este segundo domingo de adviento, la Liturgia de la Iglesia nos presenta una llamada
para continuar nuestro camino de encuentro con el Señor, evitando los tropiezos externos.

El camino del adviento no es de negación sino de gran expectativa y por ello se hace
prioritario preparar, abrir caminos, allanar y disponer el corazón para que la Palabra
se haga carne en la vida de cada ser humano y de cada comunidad. El llamado de Juan el
Bautista es un grito de conversión y de retorno a lo que Dios quiere, por eso el adviento
debe ser un espacio providencial para la conversión, de tal manera que el Hijo de Dios
venga en la humildad de nuestra carne, pero cuando estemos dispuestos y listos para su
llegada.

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

En el salmo de este domingo cantamos la misericordia y la salvación que viene de Dios y de
esa manera podemos entender que la Palabra nos presente un camino de esperanza en la
segunda venida del Señor.

El texto de Isaías parte de la consolación que necesita el rebaño cuando se reúne bajo la
sombra del Pastor y por ello hace el llamado de la preparación expectante de la venida del
Señor. Este texto de Isaías nos pone en tónica de retorno, en tónica de reconstrucción (por
la circunstancia histórica del regreso del Exilio) y ello nos traza motivos fuertes de
esperanza, en que Dios nos consolará y nos llevará como un pastor a su rebaño, para llegar
a la tierra prometida, a la prueba de su amor y de su misericordia.

En la segunda lectura se nos hace una llamada a la espera de la manifestación de Jesucristo
y a la espera de un cielo nuevo y de una tierra nueva, que no sabemos cuándo vendrán, pero
que ciertamente nos hablan de un futuro posible y del gozo de la comunión con el Señor.

El Evangelio de Marcos comienza afirmando que Jesucristo es la Buena Noticia que llega a
los hombres e inmediatamente nos muestra que la recepción de esta Buena Noticia implica
la apertura del oído para la obediencia de la fe, que sabe disponerlo todo y renunciar a lo
que se vuelve obstáculo en el Seguimiento. Juan el Bautista anuncia una palabra de
conversión y penitencia, que ratifica con su estilo de vida, para que sus oyentes descubran
el verdadero camino y se dispongan a la llegada del Reinado de Dios.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?


33

Este segundo domingo del tiempo de Adviento me llama a saber que la preparación no es
externa, que los detalles y adornos no bastan para disponer la llegada del Señor.
Necesitamos una disposición interior y una decisión personal y comunitaria que sólo
pueden nacer de la escucha atenta de la Palabra de Dios. El adviento será posible si, y sólo
sí, hay un corazón que en búsqueda de Dios se dispone en el amor para preparar con obras
y acciones concretas, lo que significa la verdadera conversión, que me saca de mis
seguridades para abandonarme bajo la sombra del Buen Pastor, que me dice que no hay
dolor tan grande que no pueda ser tocado y sanado por la presencia del Señor.

Adviento no solamente es tiempo de espera, es también de preparación alegre de la venida
del Señor y por ello me grita que hay sectores de mi vida que necesitan ser tocado por el
Señor y que su Palabra debe transformar, para lograr llegar a ser un discípulo fiel, estable y
fecundo.

3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad?

Colombia ha sufrido durante mucho tiempo el rigor de la violencia y se ha dispuesto a
emprender un camino de paz con algunos de los actores armados que se han querido meter
en este camino de esperanza, pero no será posible entrar en una nueva tierra sin una
reconciliación verdadera y sin un propósito cierto de renovación.

Es necesario que el Adviento suscite acciones concretas de cambio y por eso, a la luz de esta
liturgia y de esta Palabra, debemos comprometernos en la construcción de un nuevo país,
de un nuevo territorio donde pueda habitar la paz que sólo el Señor nos puede conceder y
que requiere de una respuesta mancomunada en la búsqueda de condiciones de justicia
para todos.

El pueblo colombiano es una comunidad que necesita ser consolada y para ello debe abrir el
corazón, día a día, para aceptar la voz del Señor. En este contexto habló el Papa Francisco en
las palabras que pronunció en el Gran Encuentro de Oración por la Reconciliación Nacional,
en el Parque de Las Malocas, en Villavicencio: “¡Colombia, abre tu corazón de Pueblo de Dios,
déjate reconciliar. ¡No le temas a la verdad ni a la justicia!”. (Gran encuentro de oración por la
reconciliación nacional, Villavicencio, 8 de septiembre de 2017). Para esta consolación
debemos ser ante todo un verdadero pueblo, unidos todos en la búsqueda de un nuevo
porvenir y de tiempos nuevos con luz de esperanza. Si hay fe en que Dios puede hacer
nuevas todas las cosas, se podrá entender que la oscuridad no tiene la última palabra y que
cuando en la noche de Navidad resuene Isaías diciendo que “El pueblo que caminaba en
tinieblas vio una luz grande; habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló” (Is
9,1), entonces sabremos que el amor de Dios jalona nuestra existencia y que reconciliados
en el amor podremos vivir cielos nuevos y tierra nueva.

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?

La liturgia continúa en la vida diaria si la Palabra y el encuentro con el Señor nos llevan a no
encerrarnos y a descubrir que los dones y la gracia que Dios nos concede, deben ser
comunicados y entregados a los demás.

34


Somos discípulos misioneros y en la liturgia hemos celebrado que el Señor viene a consolar
a su pueblo, pues la misión de anuncio de la Buena Noticia es un imperativo para cada
creyente y cada persona que se ve convocada en la liturgia, pues deberíamos hacer propias
las palabras dirigidas a Pedro: “cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos” (Lc
22,32).

Una misión que no parte de la conversión está condenada al fracaso porque se volverá
proselitismo y conquistas personales de gloria, pero no es camino de salvación.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: con la fe puesta en el Señor que viene, presentemos nuestras oraciones
suplicantes a Dios, nuestro Padre. Respondemos:

R. Ven, Señor Jesús

1. Por el Papa, los obispos y todos los ministros de la Iglesia, para que no callen su voz y
hagan siempre la llamada apremiante de la conversión. Oremos al Señor.

2. Por los gobernantes de las naciones, para que en este tiempo del adviento se dispongan
a ejercer sus funciones en la justicia y la equidad, para que la paz llegue a todos los
rincones de nuestra nación. Oremos al Señor.

3. Por los que sufren y viven en la tiniebla, para que experimenten nuestra caridad viva y
eficaz y así descubran la cercanía del Señor que viene. Oremos al Señor.

4. Por quienes celebramos esta liturgia, para que dispongamos nuestra vida en acciones
concretas de seguimiento fiel del Señor y ayudemos a otros a preparar la segunda
venida del Señor. Oremos al Señor.

5. Por nuestro país, para que el eco de la venida del Papa Francisco a Colombia, resuene en
todos los rincones y así continuemos dando pasos firmes hacia la reconciliación y la paz.
Oremos al Señor.

Oración conclusiva

Atiende, Padre santo,
las oraciones que este pueblo te presenta en la fe
y concédenos a todos un corazón dispuesto
para recibir al Señor que llega,
vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén



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5.4. TERCER DOMINGO DE ADVIENTO


“Gaudete”
Diciembre 17 de 2017



Monición introductoria de la Misa

El Señor está cerca y la alegría que nos produce esta noticia nos congrega hoy para celebrar
la Eucaristía y en ella disponer nuestro corazón para experimentar la alegría que nos trae el
Altísimo cuando toca nuestra historia y se acerca en cada hombre y en cada acontecimiento.
Participemos con gozo de este banquete eucarístico.

Oración tercer cirio de la corona

En las tinieblas se encendió una luz, en el
desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar.
Preparad sus caminos, porque ya se acerca.
Adornen su alma
como una novia se engalana el día de su boda. Ya
llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz, sino el
que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles, llama
para que calientes.
¡Ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!

Monición a la Liturgia de la Palabra

La alegría del Señor permanece en el corazón de quien dispone su vida como una digna
morada para el Señor. Hoy llamados a ser testigos y mensajeros de la luz, abramos nuestros

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oídos para escuchar la palabra de la vida, que trae una Buena noticia que llena de alegría.

} Primera lectura: Is 61,1-2a.10-11
} Salmo Sal Lc 1,46b-48. 49-50.53-54 (R. Cfr. Is 61,10b)
} Segunda lectura: 1Ts 5,16-24
} Evangelio: Jn 1,6-8.19-28

Introducción

El tercer domingo de adviento, llamado también “Gaudete” es un domingo especial en este
itinerario de esperanza y preparación y nos habla de estar siempre alegres en el Señor,
por ello desde el comienzo de la celebración el ambiente nos habla de un día especial, los
signos nos comunican y, de manera especial el color rosa en este día (en la corona de
adviento y en la casulla), nos remiten a la alegría y al gozo en el Señor.

Toda la liturgia de este domingo nos hace un llamado tener un ánimo dedicado y jubiloso
para alcanzar la alegría de la salvación y por ello este domingo, que nos habla ya de la
llegada de una nueva etapa en el adviento y de la proximidad de las ferias privilegiadas del
17 al 24 de diciembre, serán de una preparación intensa y más directa a la venida del
Señor en la navidad.

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

El cántico del Magnificat, puesto en labios del salmista en este día, es un canto a la grandeza
de Dios, que hace maravillas y conduce la historia para que su salvación siempre sea luz
para todos los pueblos. Inspirados en este cántico, nuestra asamblea alcanza a descubrir
que la alegría debe darse en el Señor que es nuestro Salvador y desde el salmo descubrimos
que toda salvación toca los aspectos internos y externos de la vida, de tal manera que no es
un ideal sino una realidad que se concretiza en una vida diferente y siempre feliz.

El texto del profeta Isaías nos llena de alegría en este día porque nos habla de una buena
noticia que trae transformación y vida nueva y que hace que todo se vuelva en traje de
fiesta. Cuando Israel comprendió que el futuro de su nación solo podía darse si colocaba su
confianza absoluta en las manos de su Dios, entendió que el futuro sería grande si era
cimentando en el Señor.

En la segunda lectura, Pablo en su carta a los tesalonicenses nos recuerda la importancia de
estar alegres en Señor, pero siempre con el discernimiento necesario para elegir el bien y
huir de aquello que se convierte en obstáculo para acoger al Señor en la existencia. Además,
finaliza con una promesa en la fidelidad de Dios que cumple todo lo que promete.

En el Evangelio, el texto de Juan nos cuenta el anuncio del Bautista que dice que él no es el
Mesías ni es la luz, sino un testimonio de la luz y que él ha sido enviado para preparar el

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camino del Mesías, por tanto, la aparición repetida del Bautista en la liturgia nos pone en
tónica de alerta por la cercanía del Señor y nos recuerda que nada ni nadie debe distraernos
frente a la que es la verdadera alegría: la llegada del Salvador.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?

El tercer domingo de adviento es un canto alegré por la proximidad del Mesías y eso nos
lleva a descubrir que esta Palabra de hoy tiene un mensaje de salvación para cada uno de
nosotros, a tal punto, que se vuelve una palabra eficaz cuando es proclamada en asamblea y
nos trae lo que ella produce el gozo de saber que el Señor está cerca y habitará en nuestra
casa.

El adviento va llegado al final de su primera etapa y empezará a disponer de manera
inmediata a los creyentes para la navidad. Esta primera etapa había sido un anuncio de la
segunda venida del Señor y ahora se acerca la navidad y el gozo que ella produce en la
comunidad cristiana, pero eso exige de cada uno de nosotros la respuesta fiel de quien
quiere ser testigo y no roba el protagonismo del Señor.

3. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad?

Vivimos en un ambiente que está tocado por la tentación del protagonismo y de la
necesidad de aparecer y eso nos distrae de las cosas que son verdaderamente importantes,
llegando incluso a pasar por encima del bien de los demás para el logro de nuestros
propósitos y la vanagloria que nos esquiva el verdadero camino de la felicidad.

Esta Palabra es un llamado a la comunidad cristiana de hoy y de este lugar, para que con
fuerza se centre en lo que vale la pena: tener los ojos fijos en él y no en sus mensajeros,
buscar la gloria del Señor y no la fama, servir a los hermanos y no utilizarlos, etc.

Esta liturgia es un grito a la búsqueda de la verdadera alegría, al verdadero gozo y ese no se
halla en nada ni nadie, sólo en el Dios con nosotros, por eso dice la Escritura: Sea el Señor tu
delicia y él te dará lo que pide tu corazón (Sal 36).


4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?

Cuando el corazón está lleno de la alegría del Señor, nos hace saltar de gozo y nos hace
buscar a los demás para compartir aquello que llevamos en el corazón y por eso resuenan
aún las palabras del Papa Francisco dirigidas a los jóvenes desde el Balcón del Palacio
Cardenalicio, en Bogotá: “Mantengan viva la alegría, es signo del corazón joven, del corazón
que ha encontrado al Señor. Y si ustedes mantienen viva esa alegría con Jesús, nadie se las
puede quitar” (Saludo del Santo Padre al pueblo colombiano, Bogotá, 7 de septiembre de
2017)

La misión no es posible sino en la alegría del encuentro con el que sabemos que es nuestra
alegría y debemos comunicar lo que llevamos enraizado en el corazón para que nunca

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olvidemos que Dios siempre se acuerda de sus promesas.



La Eucaristía no termina como acto salvífico de Dios, se perpetúa y sus efectos nos hacen
fieles a las promesas de Dios, nos convierten en testigos del Dios con nosotros y nos lanzan
a construir un futuro en el que la humanidad se descubra amada, protegida y salvada por el
amor de un Dios que ha decidido jugársela toda por aquellos que ama.


Oración Universal o de los Fieles

Presidente: El Señor está cerca y escucha nuestras plegarias, oremos llenos de confianza.
Respondemos:

R. Ven, Señor Jesús

1. Por la Iglesia y sus ministros, para que nunca se dejen robar el gozo del Evangelio y
comuniquen la alegría del Señor a todos los hombres. Oremos al Señor.

2. Por los líderes y gobernantes de nuestra nación y nuestros pueblos, para que nunca se
dejen robar la esperanza y sirvan con generosidad a sus comunidades en la alegría que
produce la entrega. Oremos al Señor.

3. Por los pobres y abandonados, por los que han perdido la fuerza para que nunca se
dejen robar la alegría que les regala el Señor. Oremos al Señor.

4. Por los que estamos reunidos en la escucha de la Palabra y en la fracción del pan, para
que no nos dejemos robar el gozo del Evangelio que nos llena de la verdadera alegría.
Oremos al Señor.

5. Por nuestro país, para que, en la vivencia de las enseñanzas del Papa Francisco a
Colombia, resuenen en los corazones y nunca nos dejemos robar la alegría del Señor.
Oremos al Señor.

Oración conclusiva

Señor, Dios nuestro, escucha nuestras plegarias
y llena nuestro corazón de la alegría del Evangelio
para que seamos tus testigos fieles.
Por Jesucristo, nuestro Señor

R. Amén





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5.5. CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO


Diciembre 24 de 2017



Monición introductoria de la misa

El Adviento ha sido un camino de preparación a la Navidad. Pidamos al Señor que esta
Celebración Eucarística sea para nosotros la puerta que abre nuestro corazón, para recibir
al Rey que viene a salvarnos.

Oración cuarto cirio de la corona

Al encender estas cuatro velas, en el último domingo,
pensamos en ella, la Virgen,
tu madre y nuestra madre.
Nadie te esperó con más ansia,
con más ternura, con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.
Te sembraste en ella
como el grano de trigo se siembra en el surco.
En sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.
¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos!

Monición a la Liturgia de la Palabra

La Palabra de Dios en el día de hoy nos sumerge en el gran milagro de la encarnación ya
prometida desde el Antiguo Testamento, escuchemos.

} Primera lectura: 2S 7,1-5.8b-12.14a.16
} Salmo Sal 89(88),2-3. 4-5.27+29 (R. Cfr. 2a)

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} Segunda lectura: Rm 16,25-27


} Evangelio: Lc 1,26-38

Introducción

La Palabra de Dios para el domingo IV de Adviento nos sugiere tres ideas fundamentales de
reflexión: el anuncio del nacimiento del Señor Jesús, la revelación del misterio de
Jesucristo, manifestado en las Escrituras y la Historia de la Salvación que Dios teje con
nosotros, su pueblo elegido.

Hoy nos detendremos a descubrir cómo Dios convierte nuestra historia en historia de
salvación.

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

Detengamos en cada una de las lecturas y busquemos los elementos que las relacionan y
descubramos cómo Dios convierte nuestra historia en Historia de Salvación.

Dios tiene métodos muy sorprendentes para crear la Historia de Salvación: elige a personas
que según los criterios del mundo no parecerían las más adecuadas, pero que con su ayuda
han realizado admirablemente la misión que se les encomendaba y han sido colaboradores
muy eficaces de la salvación de la humanidad. Destaquemos los que hoy aparecen en las
lecturas del domingo:

David: expresa el deseo de construir una casa para Dios, pero Dios, sin embargo, rechaza la
oferta. ¿Cuáles son los planes de Dios? Le promete al rey David una descendencia real y
duradera, de la cual vendrá el Salvador. Los descendientes de David serán la casa en que
Dios viva y El mismo la edificará. (1L)

María: Dios no ve las apariencias, sino que mira la calidad de la persona. Se fijó en una
mujer de la periferia, sencilla y humilde que estaba desposada con José, que era
precisamente de la “estirpe de David”, y allí comenzó a escribir una Historia importante:
por obra del Espíritu, María va a dar a luz al Hijo de Dios. Jesús será “hijo de David”, pero,
sobre todo, “Hijo de Dios”. (E)

San Pablo: De manera sorprendente acondiciona nuestro corazón para prepararnos a
escuchar con más sentido el relato de la anunciación a la Madre del Mesías,
proclamándonos el Himno de Alabanza que resume el plan divino de salvación: “Cristo
Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante los siglos”. (2L)

El espíritu de las lecturas de este día se sella con una alabanza agradecida a Dios y cantada
por el Salmo 89 ("cantaré eternamente las misericordias del Señ or"), y tambié n con un
recuerdo de la promesa hecha a David ("sellé una alianza con mi elegido... te fundaré un
linaje perpetuo").


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2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?



En la homilía del Santo Padre, en la Misa del parque Simón Bolívar, en Bogotá, nos dijo que
“la Palabra de Dios es fecunda y nos saca de las tinieblas y nos lleva a la luz y a la vida”. Esto
es precisamente lo que experimentamos cuando nos detenemos en la Palabra de hoy y no
paramos de admirar los matices tan significativos de este diálogo salvador entre Dios y la
humanidad que nos va llevando de la oscuridad a la luz.

El “sí” de Dios nos alcanza a todos en la persona de María de Nazaret. El “sí” de María a Dios
también representa, de algún modo, a todos los que a lo largo de la historia han dicho “sí” a
los planes de Dios sobre sus vidas.

“Su sí es un ‘sí’ pleno, sin condiciones. Y como el 'no' de los orígenes había cerrado el paso del
hombre a Dios, ahora el ‘sí’ de María ha abierto el camino a Dios entre nosotros”. “Es el ‘sí’ más
importante de la historia, el ‘sí’ humilde que derrota el 'no' del soberbio de los orígenes, el ‘sí’
fiel que sana la desobediencia”. (Papa Francisco, Solemnidad de la Inmaculada Concepción,
diciembre 8 de 2016).

3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad?

Descubrimos hoy en la Palabra cómo Dios nos revela sus planes de salvación, gratuitos y
llenos de amor. Lo que Dios ha hecho en María y se ha prolongado en la casa de su prima
Isabel es el signo más claro de que también ha hecho obras grandes en cada uno de
nosotros, que quiere nacer en cada una de las realidades del mundo de hoy: la familia, el
trabajo, la escuela, etc.

La iniciativa siempre es de él, no nuestra. Así nos lo decía el Papa Francisco al visitar
Colombia “Dios es el Señor del primer paso, él siempre nos primerea”. Lo descubrimos en las
lecturas de hoy: David recibió una buena lección de parte de Dios: no somos nosotros, los
hombres, los que le hacemos un favor a Dios con nuestro culto (o con la idea de levantar un
Templo, cosa que finalmente haría el hijo de David, Salomón), sino que es Él, Dios, quien
siempre se nos adelanta y nos llena de sus bendiciones. También en nuestro caso es Dios
quien toma la iniciativa. Se puede decir que el Adviento lo está́ celebrando é l má s que
nosotros, que es é l quien nos está preparando para la Navidad y está deseando "venir" en
plenitud a nuestra vida. Esa es la experiencia para vivir en esta Navidad: la de un “Jesús que
sale a nuestro encuentro, que nos primerea y que de ese modo nos capta el corazón”. (Papa
Francisco, encuentro con sacerdotes, religiosos, consagrados, seminaristas y sus familias,
Medellín, 9 de septiembre de 2017).

Podemos preguntarnos, como preguntó Marı́a: ¿có mo puede ser esto? Porque tal vez no
acabamos de creer que este mundo tenga remedio y que sea posible su evangelización. La
respuesta es la misma que se le dio a ella: con nuestras solas fuerzas no podremos ni salvar
el mundo ni transformarlo, pero con la fuerza del Espı́ritu de Dios, sı́. Tambié n a nosotros
nos dice el á ngel que no tengamos miedo, porque Dios nos ayudará y para é l "no hay nada
imposible", porque Él nos “primerea” en toda la acción pastoral.


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Ojalá escuche hoy Dios una respuesta sincera y profunda de nuestra parte: "há gase en mı́
segú n tu palabra". Ojalá acojamos sinceramente en nuestra vida ese amor salvador de Dios.

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?

En vísperas ya de la fiesta de Navidad, los cristianos recibimos ánimos de esta Eucaristía
para que nos preparemos debidamente a ella.

No se trata tanto de preparar cosas, que tambié n habrá que prepararlas, sino de
prepararnos nosotros. Marı́a y José́ no pudieron ofrecer al Hijo ni una cuna hermosa ni una
casa limpia para su nacimiento: pero se ofrecieron ellos mismos y le acogieron desde de la
fe, que es la mejor acogida.

Que no nos suceda a los cristianos lo que por desgracia parece a veces que pasa con otros:
que se acuerdan de todos los detalles de la fiesta, pero tal vez se olvidan del Invitado
principal: Dios.

Celebrar en cristiano la Navidad es superar la perspectiva de una "fiesta en familia", que son
cosas muy saludables, pero no suficientes. Celebrar la Navidad en cristiano es acoger lo
profundo de ese Dios que se hace Dios-con-nosotros y quiere cambiar nuestra historia, de
ese Cristo Jesús que se ha hecho nuestro Hermano y que permanece con nosotros todos los
días, hasta el final de los tiempos.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: Dirijamos, hermanos, nuestras súplicas a Dios Padre, por la intercesión de
María, modelos de fe y esperanza, para que la venida del Salvador haga florecer la justicia, la
paz y el amor en nuestro mundo.

R. Oh Señor, escucha y ten piedad.

1. Dios de la vida, te pedimos por tu Iglesia. Concede al Papa y a nuestros Obispos la alegría
de seguir anunciando la paz y la esperanza.

2. Dios de la paz, concede a todos los pueblos el regalo de la paz y haz que cuantos viven en
tinieblas y en sombras de muerte encuentren en tu amor consuelo y gozo para sus vidas.

3. Dios de la esperanza, sigue despertando en el corazón de todos la caridad fraterna que
nos permite compartir, en estos días, bienes y vida con los más necesitados. Danos el
gozo de servirnos con amor.

4. Dios siempre fiel, haz que cuantos ya gozan de tu reino nos acompañen con su
intercesión y nos motiven a seguir trabajando por la unidad y por la reconciliación de
todos.



43

Oración conclusiva

Acoge paternalmente nuestras súplicas,
oh Señor de la esperanza,
y haz que estos días de alegría
nos renueven en la fe.
Por Cristo nuestro Señor.

R. Amén







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6. CELEBRACIÓN PENITENCIAL DE ADVIENTO9



El esquema de celebración está especialmente pensado para los últimos días de Adviento,
en el umbral de la Navidad.
En muchos lugares era una arraigada costumbre: “confesarse” antes de Navidad. En la
realidad actual, estas celebraciones penitenciales pueden ser, además, como un
resumen/culminación de lo vivido durante el Adviento, abriéndonos a la “gracia” de la
Navidad (que es más un don sorprendente de Dios que esfuerzo nuestro).
En algunos ambientes, con alto nivel de práctica –por ejemplo, comunidades religiosas,
asistentes a la misa diaria–, quizá podría organizarse esta celebración penitencial de
Adviento en dos partes: una invitatoria, inicial, en la primera semana, dejando espacio para
la conversión/renovación personal durante las siguientes semanas, y la otra, conclusiva,
más centrada en el don/perdón de Dios, convocada en los últimos días prenavideños.

1. Monición antes de empezar

El tiempo del Adviento ya llega a su fin. Durante cuatro semanas hemos escuchado
repetidas veces este anuncio: “El Señor está cerca”. Pero nosotros, ¿l?e hemos preparado
los caminos?. ¿le hemos abierto las puertas?

Pronto empezaremos la celebración gozosa de la Navidad: “Dios ya está en medio de
nosotros”. Pero nosotros ¿vivimos de su Reino?.

El Reino de Dios se halla en cuanto hay de verdad, de justicia y de amor entre los hombres y
las mujeres. Pero nosotros, ¿qué hacemos para que crezcan la verdad, la justicia y el amor?.

El pecado es todo lo que obstaculiza el crecimiento del Reino de Dios. Y nosotros (tenemos
que reconocerlo) le hemos puesto obstáculos. Por ello es preciso admitir que somos
pecadores al iniciar un proceso de conversión.

Hagámoslo todos juntos: no tengamos miedo de reconocer el propio pecado ante Dios y los
hermanos. Que su Palabra fortalezca hoy nuestra esperanza. Y pidamos intensamente “que
venga a nosotros su Reino”.

Empecemos esta celebración poniéndonos de pie y cantando:

2. Canto de entrada
VAMOS A PREPARAR10
https://youtu.be/l5NzBkYW3KI


9
GOMIS, J. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona:
España. 2001.
10
Letra y música Carmelo Erdozáin

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Vamos a preparar el camino del Señor, vamos a


construir la ciudad de nuestro Dios. Vendrá el
Señor con la aurora,
él brillará en la mañana, pregonará la verdad,
vendrá el Señor con su fuerza,
él romperá las cadenas, él nos dará la libertad.

El estará a nuestro lado, él guiará nuestros pasos,
él nos dará la salvación.
Nos limpiará del pecado, ya no seremos esclavos,
él nos dará la libertad.

Visitará nuestras casas, nos llenará de esperanza,
él nos dará la salvación.
Compartirá nuestros cantos, todos seremos hermanos,
él nos dará la libertad.

Caminará con nosotros nunca estaremos ya solos,
él nos dará la salvación.
Él cumplirá la promesa y llevará nuestras penas
Él nos dará la libertad.

3. Saludo

Que Dios, que viene al mundo para salvarnos, esté con todos ustedes.

4. Oración

Padre santo: nos queremos preparar para celebrar nuevamente la venida constante de
Jesucristo a nuestra vida. Pero sabemos que hay demasiados obstáculos, demasiado miedo,
demasiado egoísmo… para abrirnos a la verdad, a la esperanza, al amor que eres Tú. Te
pedimos que nos ayudes a renovarnos: que venga a nosotros tu Reino, aleja de nosotros
todo pecado y danos un corazón nuevo que ame como Jesucristo, tu Hijo. Que vive y reina
por los siglos de los siglos.

5. Monición a la primera lectura

Dios, porque nos ama, ha querido rehacer la relación personal con la humanidad, que el
pecado había roto. Y el restablecimiento de las relaciones se ha hecho por un hombre
concreto: Jesús de Nazaret. Eso pide por parte nuestra un cambio de vida, que de
respuesta a la relación de amor que se nos ofrece.

6. Primera lectura

Tito 2, 11-14 (Navidad, misa de medianoche)

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7. Canto

“Vamos cantando al Señor” (estrofas 2 y 3)

8. Monición al Evangelio

Para darnos a su Hijo Jesús, Dios refuerza la relación personal con María. Y ésta, llena del
Espíritu de Dios, refuerza su relación con cuantos la rodean y se pone a servirles. Nos lo
dirá ahora el Evangelio. Dispongámonos a escucharlo de pie, cantando el aleluya.

9. Aleluya

10. Evangelio

Lucas 1, 39-45

11. Homilia

12. Monición al canto penitencial

Cuando contemplamos la grandeza del Amor de Dios, nos sentimos pecadores.
Expresémoslo juntos con las palabras del canto.

13. Canto penitencial

Perdón, Señor, hemos pecado (u otro canto penitencial)

14. Introducción a las plegarias penitenciales

Con sinceridad de corazón, dirijamos nuestra oración al Padre y pidásmosle el perdón de
nuestros pecados, diciendo: Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.

15. Plegarias penitenciales

Cada frase, puede decirla un lector distinto (A, B,C), y la invitación (Oremos juntos), el
celebrante. Hay que decirlas lentamente.

1. A. Porque vivimos en el mundo, sin ganas de transformarlo,
B. porque somos tan poco solidarios de los demás,
C. porque no vivimos como hijos de Dios.
Oremos juntos.

2. A. Porque ponemos el propio “yo” como centro de nuestras relaciones,
B. porque queremos ser como pequeños dioses,
C. porque queremos ser protagonistas sin estar al servicio de los demás.
Oremos juntos

47

3. A. Porque queremos que todos se pongan al servicio de nuestras necesidades,


B. porque dedicamos poco tiempo de reflexión a nuestra vida
C. porque no leemos el Evangelio que nos ayuda a ser críticos.
Oremos juntos

4. A. Porque no somos optimistas, aun sabiendo que Dios nos ha creado,
B. porque no somos realistas, al contemplar nuestras limitaciones,
C. porque no tenemos puesta la esperanza en Jesucristo, nuestro libertador.
Oremos juntos

5. A. Porque no acogemos lo suficiente el amor de Dios, que quiere salvarnos a todos,
B. porque todavía no abandonamos el pecado,
C. porque falta en el mundo una vida de justicia y de verdad.
Oremos juntos

6. A. Porque a diferencia de María no nos dejamos llenar de la gracia de Dios,
B. porque nos gusta ser amos y no servidores del Señor,
C. porque preferimos que nos sirvan, en lugar de servir nosotros a los hermanos.
Oremos juntos

16. Introducción al padrenuestro

Pidásmole al Padre que perdone nuestros pecados, así como nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.

17. Padrenuestro

18. Conclusión de las plegarias

Padre, Tú que estás lleno de misericordia, escucha estas plegarias y derrama tu perdón
sobre los hijos que esperan la llegada de Jesucristo. Y haz que tu amor y perdón nos hagan
experimentar que la salvación está muy cerca. Por Jesucristo, nuestro Señor.

19. Monición al “Yo confieso”

Y ahora, antes de recibir el perdón sacramental de Dios, confesemos nuestro pecado.
Hagásmolo diciendo:

20. Yo Confieso

Yo confieso ante Dios Todopoderoso,


y ante ustedes hermanos
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén.

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21. Monición a la confesión y absolución



Ahora, los que deseen recibir el perdón sacramental de Dios, puedan acercarse a los
sacerdotes presentes para manifestar sus pecados brevemente y recibir la absolución.

22. Confesión y absolución

Mientras tanto, se pone música ambiental

23. Gesto de paz

Y, como signo de que hemos acogido el amor y el perdón de Dios, expresemos nuestro
amor y perdón a los hermanos: Dense fraternalmente la paz.

24. Oración final

Oremos agradecidos al Señor.
Dios y Padre nuestro:
Nos has perdonado los pecados
y nos has concedido tu paz;
haz que sepamos perdonarnos unos a otros
y que, desde ahora trabajemos
por conseguir una sociedad más justa.
Te lo pedimos a ti, que nos has dado a Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.

25. Penitencia

Como signo de conversión y penitencia, les propongo leer antes de terminar el año los
capítulos 1 y 2 del evangelio de san Lucas, que nos narran los hechos que rodearon el
nacimiento de Jesús (muy lentamente y convirtiendo la lectura en oración).

26. Bendición

Acojan la bendición respondiendo “Amén” a cada una de las invocaciones:
– Que Dios los bendiga abundantemente y los guarde del mal.
– Que Dios los conserve la fe integra, les dé una larga esperanza y los llene de su amor
que no se agota.
– Que Dios escuche su oración en esta Navidad y los conduzca a la vida que no se
acaba.
– Que los bendiga Dios, que nos ama y perdona: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

27. Canto final

El Señor es mi fuerza.



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7. EL ACTO PENITENCIAL11

Lunes
Somos gente pecadora, pueblo cargado de culpas, que hemos abandonado al Señor;
purifiquémonos, pues, de nuestras malas acciones y quedaremos blancos como la
nieve.
- Oh Sabiduría que brotaste de los labios del Altísimo y vienes a mostrarnos el camino de
la salvación. ¡Señor, ten piedad! R/. Señor…
- Oh Pastor de la casa de Israel, que vienes a librarnos con el poder de tu brazo. ¡Cristo,
ten piedad! R/. Cristo…
- Oh renuevo del tronco de Jesé que vienes a salvar a todas las naciones. ¡Señor, ten
piedad! R/. Señor…

Martes
Arrepentidos de nuestros pecados, pidamos al Señor que renueve la vida de su
pueblo para que con su venida nos llenemos de gozo y de paz.
- Tú que descendiste del cielo para traernos el perdón del Padre, ¡Señor, ten piedad! R/.
Señor…
- Tú que vienes a visitarnos, para que en tu presencia encontremos la paz, ¡Cristo, ten
piedad! R/. Cristo…
- Tú que volverás con gloria al fin de los tiempos para pedirnos cuenta del trabajo que nos
encomendaste, ¡Señor, ten piedad! R/. Señor…

Miércoles
Vendrá el Señor, iluminará lo que esconden nuestras tinieblas y perdonará lo que
merecían nuestros pecados; con espíritu humillado y contrito pidamos perdón.
- Gran profeta que vienes a renovar Jerusalén. ¡Señor, ten piedad! R/. Señor…
- Resplandor de la luz eterna, que vienes a iluminar todos los hombres, ¡Cristo, ten
piedad! R/. Cristo…
- Deseado de las naciones, que vienes a salvar a los que están perdidos, ¡Señor, ten
piedad! R/. Señor…

Jueves
Humillémonos, hermanos, bajo la poderosa mano de Dios que él, en el día de su
venida, nos levantará y nos perdonará:
- Tú que vienes con gran poder, ¡Señor, ten piedad! R/. Señor…
- Tú que purificas el mundo con el fuego de tu Espíritu, ¡Cristo, ten piedad! R/. Cristo…
- Tú que vienes para crear un cielo nuevo y una tierra nueva, ¡Señor, ten piedad! R/.
Señor…



11 P. Farnés. El Adviento. CPL

50

Viernes
No temas, pueblo mío, que vengo a redimirte; con amor tierno te amé y por eso
quiero prolongar mi misericordia contigo; conviértete, pues, a mí de todo corazón:
- Luz del mundo, que vienes a iluminar a los que viven en las tinieblas del pecado, ¡Señor,
ten piedad! R/. Señor…
- Buen Pastor, que vienes a guiar a tu rebaño por las sendas de la verdad y de la justicia.
¡Cristo, ten piedad! R/. Cristo…
- Deseado de las naciones, que vienes a salvar el hombre que tú mismo formaste del
fango, ¡Señor, ten piedad! R/. Señor…

Sábado
Convirtámonos, hermanos, y llevemos una vida honrada y religiosa, mientras
esperamos la aparición gloriosa del gran Dios:
- Enviado del Padre para anunciar la Buena Noticia a los pobres, ¡Señor, ten piedad! R/.
Señor…
- Mensajero de la paz, Luz del mundo, Deseado de las naciones, ¡Cristo, ten piedad! R/.
Cristo…
- Hijo de David, que volverás un día para dar cumplimiento a las promesas del Padre,
¡Señor, ten piedad! R/. Señor…



51

8. MONICIONES PARA EL PADRENUESTRO




Días 30 y 15
Pidamos, hermanos, que el Reino de Dios venga a nosotros y que en nosotros arraigue,
fructifique y llegue a su plenitud:

Días 1 y 16
Que el pecado no impere en nosotros sino que en nosotros se manifieste sólo el Reino de
Dios:

Días 2 y 17
Hermanos, anhelando que llegue la hora en que manifestará plenamente nuestra condición
de hijos, pidamos la llegada de aquel Reino que Dios ha prometido:

Días 3 y 18
Sintiéndonos salvados por la esperanza, pidamos a Dios que llegue para todos los hombres
el Reino que se nos prometió:

Días 4 y 19
Oremos, hermanos, para que el Reino de Dios venga a nosotros y así ni la muerte ni el
pecado tengan dominio sobre nosotros:

Días 5 y 20
Oremos, hermanos, para que llegue la hora en que el Príncipe de este mundo sea expulsado
y llegue a nosotros el Reino de Dios:

Días 7 y 22
Padre, deseamos que tú reines sobre nosotros y anhelamos que llegue aquel Reino que nos
tienes dispuesto desde el comienzo del mundo, y por eso te decimos:

Días 9 y 23
Pidamos ahora con confianza la venida del Reino de Dios con las mismas palabras que nos
enseñó el Señor:

Días 10 y 24
Pidamos al Señor juez justísimo, que venga su Reino y reciban así la corona merecida todos
los que desean su venida:

Día 11
Pidamos al Señor que venga a visitarnos, que llegue su Reino y que podamos así alegrarnos
en su presencia:

Día 12
Porque deseamos tu Reino, porque suspiramos, Señor, por un mundo nuevo alejado de toda
esclavitud y de todo pecado, por eso te decimos:

52

Día 13
Oremos, hermanos, para que aquel Reino que Dios tiene preparado desde el comienzo del
mundo para los que le aman, venga ya a nosotros:

Día 14
Deseamos, Señor, que venga el Reino de tu Hijo: Reino de verdad y de vida, Reino de
santidad y de gracia, Reino de justicia, de amor y de paz, y por eso, llenos de confianza, te
decimos:


53


9. ORACIÓN UNIVERSAL
HASTA EL 16 DE DICIEMBRE

LUNES
Presidente: Mientras esperamos la venida definitiva del Señor, cuando acogerá en su
Reino a toda la humanidad redimida, oremos para que su amor, su paz, su luz,
transformen ya ahora nuestras vidas y las de todos nuestros hermanos. Oremos
diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Para que llegue un día en que todos los hombres y mujeres de toda la tierra, puedan
vivir en paz, con esperanza, confiados ante el futuro. Oremos.
2. Para que la luz y la fuerza del Evangelio haga desaparecer el egoísmo, la dureza de
corazón, la mentira. Oremos.
3. Para que los gobernantes, los políticos, los que tienen el poder económico o militar,
trabajen sinceramente por el bienestar de todos, y especialmente de los más pobres y
débiles. Oremos.
4. Para que el pueblo de Israel, que recibió desde muy antiguo la llamada del Señor, se
esfuerce en buscar la paz y muestre ante el mundo el rostro amoroso de Dios.
Oremos.
5. Para que la Iglesia entera, y cada uno de nosotros, vivamos con alegría nuestra fe y la
vida nueva que hemos recibido. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús, escucha nuestra oración. Ven y renuévanos, a
nosotros, a toda la Iglesia, y a la humanidad entera. Tú que vives y reinas por los siglos de
los siglos. R. Amén.


MARTES
Presidente: En este tiempo de preparación de la venida del Señor, oremos para que el
amor de Dios se derrame en nuestro mundo. Oremos diciendo:
R. Padre, escúchanos.
1. Por la Iglesia y por cada uno de los cristianos. Que seamos siempre portadores de
esperanza, de amor, de misericordia. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Que ningún pueblo alce ya más la espada contra
otro, y se terminen las guerras y las violencias. Oremos.
3. Por los que son víctimas de la violencia y de cualquier opresión. Que encuentren el
apoyo que merecen, para poder liberarse de esa injusticia. Oremos.
4. Por los niños. Que con nuestro ejemplo y nuestra palabra sepamos educarlos en la

generosidad, la sencillez, y el amor a Jesús. Oremos.

54

5. Por nosotros. Que en esta celebración de la Eucaristía vivamos con mucha fe la


venida del Señor a nuestras vidas. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Padre, estas peticiones, y envíanos a tu Hijo, el salvador del
mundo. Él que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. R. Amén.

MIÉRCOLES
Presidente: A Jesús, la luz del mundo, el Príncipe de la paz, orémosle diciendo:
R. Ven, Señor Jesús
1. Por el papa, por nuestro obispo, por los sacerdotes y los diáconos, por los religiosos y
religiosas, por todos los que tienen responsabilidades en la comunidad cristiana.
Oremos.
2. Por todos los hombres y mujeres que se esfuerzan trabajando al servicio de los
demás. Oremos.
3. Por los que sólo piensan en sí mismos, por los que tienen el corazón cerrado a la
compasión, por los que buscan por encima de todo ser ricos y poderosos. Oremos.
4. Por las familias rotas, por los ancianos abandonados, por los niños que no conocen el
cariño de unos padres. Oremos.
5. Por nosotros y por todos los cristianos, que queremos abrir un camino al Señor en
nuestras vidas y preparar la llegada de su Reino. Oremos.
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús. Ven en medio de nosotros y da tu consuelo a los
afligidos, tu fortaleza a los que te queremos seguir, tu luz a los que no te conocen, y un
corazón nuevo a los que viven encerrados en el egoísmo. Tú, nuestro hermano y
nuestro Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.

JUEVES
Presidente: Presentemos a Dios, el Padre, nuestros anhelos y deseos para el bien de
nuestros hermanos cristianos y de todos los hombres y mujeres del mundo entero.
Oremos diciendo:
R. Padre, escúchanos.
1. Para que este tiempo de Adviento sea un estímulo de renovación para la Iglesia, a fin
de que con sus palabras y sus obras transmita alegría y esperanza a toda la
humanidad. Oremos.
2. Para que el Señor, con su venida, nos dé ánimo para hacer realidad las grandes
aspiraciones humanas de un mundo más justo, más libre, más fraterno. Oremos.
3. Para que todos los que se sienten tristes y desanimados encuentren fortaleza en
Dios, y una mano amiga que les ayude a superar sus angustias y dolores. Oremos.
4. Para que los terroristas y todos los que actúan con violencia, se conviertan y aprendan
a amar a los demás como Jesús nos ama a todos. Oremos.
5. Para que todos nosotros tengamos viva conciencia de nuestra debilidad, y sintamos la
necesidad de que el Señor venga a salvarnos del pecado. Oremos.

55

Oración conclusiva: Escucha, Padre, nuestra oración. Transforma nuestros corazones


para que preparemos la venida de tu Hijo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

VIERNES
Presidente: A Jesús, que vino por primera vez en Belén, hecho hombre como nosotros,
y que vendrá de manera definitiva en la plenitud de los tiempos para cumplir todas las
esperanzas, pidámosle que venga ahora entre nosotros a transformar nuestras vidas y la
vida de la humanidad entera. Oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia, por cada uno de los cristianos. Que demos ejemplo de comprensión y
acogida hacia los inmigrantes que vienen a nuestro país buscando una vida digna.
Oremos.
2. Por los que no comparten la fe de Jesucristo pero tienen el corazón abierto al amor y
al servicio a los demás. Que Dios venga a sus vidas, y puedan encontrar un día la
alegría y la luz del Evangelio. Oremos.
3. Por los que viven en los países ricos. Para que estén dispuestos a solidarizarse con los
países pobres. Oremos.
4. Por los más necesitados, por los que no tienen trabajo, por los enfermos. Que a
nadie le falte el apoyo y la ayuda necesaria. Oremos.
5. Por nosotros, que celebramos la Eucaristía en este tiempo de espera de la venida del
Señor. Que renovemos nuestra fe en la vida definitiva que Dios nos ofrece más allá de
este mundo. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Señor, nuestra oración, y haz que sepamos descubrirte y
esperarte en todos los acontecimientos de la vida. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos. R. Amén.


SÁBADO
Presidente: En este tiempo de Adviento experimentamos de un modo especial el
amor y la ternura de Dios para con nosotros. Él nos ama y nos envía a su Hijo, para
que nos acompañe en nuestro camino y nos dé fuerza y esperanza. Por eso podemos
acercarnos a él y presentarle nuestras peticiones. Así pues, oremos diciendo:
R. Padre, escúchanos.
1. Por nuestra parroquia, y por todos los que en ella dedican tiempo y esfuerzo al
servicio de la comunidad cristiana. Oremos
2. Por los distintos movimientos cristianos, de jóvenes y de adultos. Oremos.
3. Por los que se preparan para el sacerdocio y para la vida religiosa, y por sus
responsables y formadores. Oremos.
4. Por los enfermos, por los que más fuertemente experimentan la debilidad y el
dolor. Oremos.

56

5. Por los que no tienen trabajo, o tienen trabajos precarios que les hacen vivir en la
inseguridad y la angustia. Oremos.
6. Por nuestros familiares y amigos difuntos. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Padre, nuestra oración, y haz que, como María,
tengamos el corazón bien dispuesto para recibir a tu Hijo Jesús. Que contigo vive y
reina por los siglos de los siglos. R. Amén.



57

1O. ORACIÓN UNIVERSAL


Del 17 al 24 de diciembre

DÍA 17
Presidente: Cuando están ya muy cerca las fiestas de Navidad, oremos con fe para
que la venida del Señor renueve a la Iglesia y a toda la humanidad. Oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia, por todos los cristianos. Que seamos siempre portadores de amor y de
esperanza. Oremos.
2. Por el pueblo de Israel, el pueblo del que nació Jesús. Que quiera caminar siempre a la
luz del Dios salvador y misericordioso. Oremos.
3. Por los gobernantes de nuestro mundo. Que tengan como objetivo hacer posible
una justa distribución de la riqueza. Oremos.
4. Por los que trabajan en entidades y asociaciones al servicio de la justicia, la paz y la
igualdad. Que Dios les bendiga, y encuentren el apoyo que necesitan a su labor.
Oremos.
5. Por nosotros. Que vivamos con mucha fe las fiestas de Navidad. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús, ven entre nosotros, y renuévanos con tu luz. Tú, el
Hijo de Dios, nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.

DÍA 18
Presidente: Con mucha fe y mucha esperanza, oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús
1. Para que, como san José, todos los cristianos estemos abiertos a escuchar las
llamadas que Dios nos dirige. Oremos.
2. Para que los que se preparan para el sacerdocio o la vida religiosa vivan muy
unidos a Jesús para poder dar testimonio de él en nuestro mundo. Oremos.
3. Para que, en nuestro país y en todos los países, reinen la justicia y el derecho.
Oremos.
4. Para que las familias que sufren divisiones y rupturas, se esfuercen con buena
voluntad para superar los rencores y los agravios mutuos. Oremos.
5. Para que los que hoy nos hemos reunido en esta Eucaristía, nos preparemos de
todo corazón para las fiestas que se acercan. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús, Dios con nosotros, que vienes a salvar a tu pueblo de
los pecados, escúchanos y danos tu amor y tu gracia. Tú que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R. Amén.

58

DÍA 19
Presidente: Llenos de alegría porque el Señor está cerca, oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Para que la Iglesia, como Juan Bautista, anuncie la salvación de Dios y dé testimonio de
fe y de esperanza en el Señor que viene a nuestras vidas. Oremos.
2. Para que no falten en nuestro mundo profetas capaces de hacer que crezcan en
todos los corazones sentimientos de generosidad, de justicia y de fraternidad. Oremos.
3. Para que los pobres sean protegidos y salvados de su dolor, y toda persona tenga lo
necesario para vivir. Oremos.
4. Para que los matrimonios que no pueden tener hijos vivan con paz y confianza.
Oremos.
5. Para que nuestra comunidad llegue a ser un pueblo bien dispuesto para recibir al
Señor. Oremos.
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús. Ven en medio de nosotros y da tu consuelo a los
afligidos, tu fortaleza a los que te queremos seguir, tu luz a los que no te conocen, y un
corazón nuevo a los que viven encerrados en el egoísmo. Tú, nuestro hermano y
nuestro Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.

DÍA 20
Presidente: A Jesús, el Emmanuel, el Dios con nosotros, el hijo de María, orémosle
diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia, por cada uno de los cristianos. Para que seamos portadores de paz en los
conflictos, y nos esforcemos en la búsqueda de soluciones cuando se planteen
tensiones y problemas. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Para que las fiestas de Navidad hagan crecer la
justicia, la libertad, la paz. Oremos.
3. Por las madres y los padres que esperan el nacimiento de un hijo. Para que lo
puedan vivir con mucha felicidad, y el niño crezca sano de cuerpo y de espíritu.
Oremos.
4. Por los pobres y por todos los que vivirán estas fiestas en el dolor y la tristeza. Para que
reconozcamos en ellos la presencia del Dios hecho hombre, y les demos toda nuestra
ayuda. Oremos.
5. Por nosotros. Para que vivamos estos días de espera del nacimiento de Jesús con un
gran espíritu de fe y de oración. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús: A nosotros, que por el anuncio del ángel hemos
conocido tu encarnación, condúcenos, por tu pasión y tu cruz, a la gloria de la
resurrección. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.


59

DÍA 21
Presidente: El Señor está cerca. Con fe, con esperanza, orémosle diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por los obispos, por los sacerdotes, por los diáconos. Que, como María, que trajo la
alegría a la casa de Isabel, sean fuente de alegría para todo el pueblo cristiano.
Oremos.
2. Por los que dudan y los que desfallecen en la fe. Que estas fiestas de Navidad les
ayuden a encontrar al Dios que se ha hecho nuestro hermano. Oremos.
3. Por los que trabajan en los servicios sociales y la atención a los pobres, tanto en
instituciones civiles como en instituciones de Iglesia. Que Dios les dé la fortaleza y el
amor que necesitan para llevar a cabo su labor. Oremos.
4. Por los que sufren hambre y miseria, en nuestro país. Que reciban la ayuda y la
solidaridad que necesitan, por parte nuestra y de todas las personas de buena
voluntad. Oremos.
5. Por los que nos hemos reunido a celebrar la Eucaristía, en estos últimos días del
tiempo de Adviento. Que estemos siempre bien dispuestos para recibir al Señor que
viene a nuestras vidas. Oremos.
Oración conclusiva: Escúchanos, Señor, y ven a salvarnos. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos. R. Amén.

DÍA 22
Presidente: Unidos con María, que canta la alegría de la salvación, y dispuestos, como ella,
a llevar a Jesús a nuestros hermanos, oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia. Que esté siempre a favor de los pobres y los débiles, y se oponga a los
opresores. Oremos.
2. Por los creyentes de las religiones no cristianas: judíos, musulmanes, budistas,
hinduistas. Que Dios les ilumine en la búsqueda del bien y del amor. Oremos.
3. Por todos los que, en cualquier lugar del mundo, trabajan al servicio de la justicia y la
igualdad entre los hombres. Que sus esfuerzos sean eficaces, y den fruto para el bien
de todos. Oremos.
4. Por los maestros y los educadores. Que con su labor ayuden a construir un mundo de
hombres y mujeres libres, conscientes y generosos. Oremos.
5. Por nosotros. Que sepamos reconocer agradecidos las maravillas que el Señor obra en
nuestras vidas. Oremos.
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús, y danos tu amor inagotable. Tú, el Hijo de Dios,
nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.


60

DÍA 23
Presidente: A las puertas ya de la Navidad, cuando está a punto de nacer entre
nosotros aquel que nos muestra la bondad de Dios y su amor a todos los hombres y
mujeres del mundo entero, orémosle diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Para que pronto llegue la unidad de todos los cristianos bajo la guía del único
pastor, Jesús, el Hijo de Dios. Oremos.
2. Para que en el corazón de todas las personas crezcan sentimientos de amor, de
generosidad, de perdón. Oremos.
3. Para que todos los niños y niñas tengan casa, escuela, y una familia que les quiera.
Oremos.
4. Para que aquellos que viven pensando sólo en sí mismos, se conviertan y aprendan a
amar. Oremos.
5. Para que todos nosotros nos preparemos para la celebración de la Navidad
mediante la oración y el amor sincero. Oremos.

Oración conclusiva: Señor Jesús, ayúdanos a vivir estos días con los ojos muy abiertos
a nuestro alrededor, sin escondernos de los problemas, y con ganas de poner en ellos
todo el amor de que seamos capaces. Te lo pedimos a ti, hombre como nosotros, que vives
y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.

DÍA 24
Presidente: Ya se cumple el tiempo en el que Dios envió a su Hijo a la tierra. Con fe, le
decimos:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por todos los pueblos de la tierra. Que la luz del Evangelio siembre en ellos semillas de
esperanza, de fe y de amor. Oremos.
2. Por los países que sufren la tragedia de la guerra. Que la venida del Príncipe de la
paz transforme los corazones y sea posible alcanzar soluciones de justicia y de
concordia. Oremos.
3. Por los pobres y por todos los que vivirán estas fiestas en el dolor y la tristeza. Que
reconozcamos en ellos la presencia del Dios hecho hombre, y les demos toda nuestra
ayuda. Oremos:
4. Por la Iglesia. Que sea siempre testimonio transparente del amor y la bondad de
Dios que hemos conocido en Jesús, el Niño de Belén. Oremos:
5. Y por todos nosotros. Que la alegría de la Navidad transforme nuestros corazones.
Que, como María, la Madre de Dios, vivamos estas fiestas poniendo a nuestro
alrededor todo el amor de que seamos capaces. Oremos:
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y
fortalezca a los que esperan todo de tu amor. Tú, la Palabra hecha carne, el Hijo de
Dios, nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén

61

11. LUCERNARIO12
En honor de la Inmaculada Concepción de María
7 de diciembre de 2017



Se disponen en el presbiterio, cerca al altar la Imagen de la Virgen Santísima con dos o más candeleros, El celebrante,
revestido de alba y estola y también pluvial blanco o azul (allí donde esté concedido), venera el altar y va a la sede desde
donde dice:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.

El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

Amados hermanos en la fe:
Hemos venido a honrar al Señor de la gloria, luz de luz, y a recordar la bondad de Dios en
este signo humilde de las luces que se encienden en la vigilia de la Solemnidad de la
Inmaculada.

En Éfeso, la ciudad a la que San Pablo dirigió su carta y la que fue protagonista de
tantos sucesos en el Nuevo Testamento, durante el año 431 se celebraba el Concilio
Ecuménico en el que, entre importantísimas definiciones, se proclamó la Maternidad
Divina de María, esto es, que la Santísima Virgen María es madre de Dios, y que al dar a
luz al Salvador, Dios y hombre verdadero, debe ser honrada con especial afecto por la
Iglesia con éste título único y glorioso.

Los habitantes de Éfeso, para animar a los Obispos del Concilio y para hacer
sentir su voz, la que asegura la vinculación del Pueblo de Dios a las definiciones de los
dogmas de la Iglesia, encendieron en sus casas luces con las que indicaban su adhesión a
la verdad revelada en la que se apoya la afirmación de María como Madre de Dios.

Llena la ciudad de las luces de los fieles, resonó luego la definición dogmática
con la que se proclamaba la Maternidad Divina.

El Papa Pío Noveno, quiso retomar este signo la víspera de la definición del
Dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854.


12
Texto elaborado por el P. Diego Albero Uribe Castrillón, profesor Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín.

62

Pero ya el pueblo fiel, especialmente en España y en América Latina,


retomando la costumbre de los pueblos antiguos, había hecho de las luces encendidas un
modo de proclamar su fe.

Ahora también nosotros, queriendo honrar a la Madre del Señor, vamos a
bendecir y encender estas luces que nos recuerdan la Misericordia de Dios realizada de
modo admirable en María Virgen.

Unámonos con fe y con devoción.

ORACIÓN COLECTA


ios y Padre nuestro,
que, por la maternidad de la Virgen María, quisiste
revelar al mundo el esplendor de tu gloria,
concédenos poder celebrar con fe íntegra y
generosa entrega el admirable misterio de la
Encarnación de tu Hijo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y
es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Lectura de la Palabra de Dios

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 28-30

Hermanos: Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo
aman, de aquellos que él llamó según su designio. En efecto, a los que Dios conoció de
antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el
Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
Palabra de Dios.

Salmo Sal 97, 1. 2-3b. 3c-4 (R.: 1a)

R. Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas.

Canten al Señor un canto nuevo, porque
él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo le
obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria,

63

reveló su justicia a los ojos de las naciones: se


acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado el
triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos. R.

Aleluia Cf. Lc 1, 28

Aleluia.
¡Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo,
bendita tú eres entre las mujeres!
Aleluia.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 39-47

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de
Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en
su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:«¡ Bendita eres entre todas las
mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que venga a visitarme la
madre de mi Señor? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Dichosa tu
que has creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.» María dijo
entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en
Dios, mi Salvador.» Palabra del Señor.

Alabanzas a la Madre de Dios

El Celebrante dice ahora una de las siguientes alabanzas a la Madre de Dios:

San Efrén de Ciro13 cantaba así a la Madre del Señor:

«El Señor vino a ella para hacerse siervo. El
Verbo vino a ella para callar en su seno. El
rayo vino a ella para no hacer ruido.
El pastor vino a ella, y nació el Cordero, que
llora dulcemente.
El seno de María ha trastocado los papeles:
El que creó todas las cosas las posee, pero en la pobreza. El
Altísimo vino a ella (María), pero entró humildemente. El
esplendor vino a ella, pero con vestido de humildad.
El que lo da todo experimentó el hambre. El que da de beber a todos sufrió la sed. El que
todo lo reviste (de belleza)


13
San Efrén de Ciro Himno De Nativitate 11, 6-8.

64

salió desnudo de ella»



O bien,

San Cirilo de Alejandría14 le dice:

«Te saludamos, María, Madre de Dios, tesoro digno de ser venerado por todo el orbe,
lámpara inextinguible, corona de la virginidad, trono de la recta doctrina, templo
indestructible, lugar propio de aquel que no puede ser contenido en lugar alguno,
madre y virgen, por quien es llamado bendito, en los santos evangelios, el que viene en
nombre del Señor.

Te saludamos, a ti, que encerraste en tu seno virginal a aquel que es inmenso e
inabarcable; a ti, por quien la santa Trinidad es adorada y glorificada; por quien la
cruz preciosa es celebrada y adorada en todo el orbe; por quien exulta el cielo; por
quien se alegran los ángeles y arcángeles; por quien son puestos en fuga los demonios;
por quien el diablo tentador cayó del cielo; por quien la criatura, caída en el pecado, es
elevada al cielo; por quien toda la creación, sujeta a la insensatez de la idolatría, llega al
conocimiento de la verdad; por quien los creyentes obtienen la gracia del bautismo y el
aceite de la alegría; por quien han sido fundamentadas las Iglesias en todo el orbe de la
tierra; por quien todos los hombres son llamados a la conversión».

O bien,

Santa Laura Montoya15, en sus obsequios a María Inmaculada, dice:

«Gloria a Vos tan bella! Amada
Madre, poderosa Reina, sonrisa
de la vida humana!
Amanecer del claro día de la fe! Flor
del campo, Rosa de Jericó,
caricia de los cielos, hechizo de corazones, oriente
de nuestra esperanza,
consuelo en las tristezas de este mundo, Maná
del alma sedienta de ternura, Medicina del
enfermo corazón… Perfumado huerto que nos
produjo a Jesús, Puerto de los náufragos del
pecado, retoño de Adán que encierra el Cielo,
Cielo del mismo Cielo…»





14
San Cirilo de Alejandría, Homilía en el Concilio de Éfeso.
15
Santa Laura Montoya, Obsequios a María Inmaculada. Manual de Oraciones.

65

ORACIÓN DE BENDICIÓN DE LAS LUCES



El sacerdote, enciende uno de los cirios y luego pasa la luz a los fieles. Luego, con las manos extendidas, dice:

Oremos.
Dios que eres luz, mira la humilde ofrenda y
Ben+dice con tu gracia la luz de estas velas que
encendemos hoy y recibe amoroso
nuestro deseo de amarte y glorificarte con nuestra vida. Que
con la intercesión de María Inmaculada,
sigamos preparando el corazón
para que se encienda la luz de Jesús, tu Hijo,
en el corazón de los discípulos misioneros del Salvador, Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amen.

Luego asperja las velas con agua bendita. Luego toma de las luces encendidas y enciende los cirios junto a la Imagen de
la Virgen Santísima.

CANTO DE LA SALVE
Toma luego el incensario y tras incensar la Cruz que preside el Presbiterio, inciensa también la Imagen de María mientras
que entona la Salve. Terminada la Salve bendice al pueblo diciendo:

El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

El Dios de toda gracia, que los ha llamado en Cristo a su eterna gloria, los afiance y los
conserve fuertes y constantes en la fe.
R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, del
Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.

Pueden ir en Paz.
R. Demos gracias a Dios.

Y se concluye todo con un canto apropiado.

66


12. NOVENA EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
PATRONA DE AMÉRICA LATINA



Señal de la Cruz

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos
quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos
ofendido. Propongo enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco cuanto hiciere en
satisfacción de mis pecados, y confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que me
perdonéis y me des gracia para nunca mas pecar. Así lo espero por intercesión de mi
Madre, nuestra Señora la Virgen de Guadalupe. Amén.

Hágase la petición...

Récese cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones y luego se reza la oración de
cada día.

Primer Día

Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus sagradas cienes
publica que eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como Hija, como Madre y
como Esposa del altísimo tienes absoluto poder y justísimo derecho sobre todas las
criaturas. Siendo esto así, yo también soy tuyo; también pertenezco a tí por mil títulos;
pero no me contento con ser tuyo por tan alta jurisdicción que tienes sobre todos;
quiero ser tuyo por otro título mas, esto es, por elección de mi voluntad. Ved que, aquí
postrado delante del trono de tu Majestad, te elijo por mi Reina y mi Señora, y con este
motivo quiero doblar el señorío y dominio que tienes sobre mí; quiero depender de tí y
quiero que los designios que tiene de mí la Providencia divina, pasen por tus
manos. Dispón de mí como te agrade; los sucesos y lances de mi vida quiero que todos

67

corran por tu cuenta. Confío de tu benignidad, que todos se enderezarán al bien de mi


alma y honra y gloria de aquel Señor que tanto se complace en todo el mundo. Amén. Un
Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Segundo Día

Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Que bien se conoce que eres Abogada nuestra en el
tribunal de Dios, pues esas hermosísimas manos que jamás dejan de beneficiarnos las
juntas ante el pecho en ademán de quien suplica y ruega, dándonos con esto a ver que
desde el trono de gloria como Reina de Ángeles y hombres haces también oficio de
abogada, rogando y procurando a favor nuestro. Con qué afectos de reconocimiento y
gratitud podré pagar tanta fineza? Siendo que no hay en todo mi corazón suficiente
caudal para pagarlo. A tí recurro para que me enriquezcas con los dones preciosos de
una caridad ardiente y fervorosa, de una humildad profunda y de una obediencia pronta
al Señor. Esfuerza tus súplicas, multiplica tus ruegos, y no ceses de pedir al Todopoderoso
me haga suyo y me conceda ir a darte las gracias por el feliz éxito de tu intermediación en
la gloria. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Tercer Día

Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Qué puedo creer al verte cercada de los
rayos del sol, sino que estás íntimamente unida al Sol de la Divinidad, que no hay en tu
casa ninguna cosa que no sea luz, que no sea gracia y que no sea santidad! Qué puedo
creer sino que estás anegada en el piélago de las divinas perfecciones y atributos, y
que Dios te tiene siempre en su corazón! Sea para bien, Señora, tan alta felicidad. Yo,
entre tanto, arrebatado del gozo que ello me causa, me presento delante del trono de tu
soberanía, suplicándote te dignes enviar uno de tus ardientes rayos hacia mi corazón:
ilumina con su luz mi entendimiento; enciende con su luz mi voluntad; haz que acabe
yo de persuadirme de que vivo engañado todo el tiempo que no empleo en amarte a Tí y
en amar a mi Dios: haz que acabe de persuadirme de que me engaño miserablemente
cuando amo alguna cosa que no sea mi Dios y cuando no te amo a Tí por Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Cuarto Día

Oh Santísima María de Guadalupe! Si un ángel del cielo tiene por honra tan grande
suya estar a tus pies y que en prueba de su gozo abre los brazos y extiende las alas
para formar con ellas repisa a tu Majestad, qué deberé yo hacer para manifestar mi
veneración a tu persona, no ya la cabeza, ni los brazos, sino mi corazón y mi alma para
que santificándola con tus divinas plantas se haga trono digno de tu soberanía?
Dígnate, Señora, de admitir este obsequio; no lo desprecies por indigno a tu soberanía,
pues el mérito que le falta por mi miseria y pobreza lo recompenso con la buena
voluntad y deseo. Entra a registrar mi corazón y verás que no lo mueven otras alas
sino las del deseo de ser tuyo y el temor de ofender a tu Hijo divinísimo. Forma trono
de mi corazón, y ya no se envilecerá dándole entrada a la culpa y haciéndose esclavo del

68

demonio. Haz que no vivan en el sino Jesús y María. Amén.


Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Quinto Día

Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Qué otro vestido le correspondía a quien es un
cielo por su hermosura, sino uno todo lleno de estrellas? Con qué podía adornarse una
belleza toda celestial, sino con los brillos de unas virtudes tan lucidas y tan
resplandecientes como las tuyas? Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo
unir en ti hermosura tan peregrina con pureza tan realzada, y gala tan brillante y rica
con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de hermosura tan amable, y
quisiera que mis ojos se fijaran siempre en Tí para que mi corazón no se dejara
arrastrar en otro afecto que no sea el amor tuyo. No podré lograr este deseo si esos
resplandecientes astros con que estás adornada no infunden una ardiente y fervorosa
caridad, para que ame de todo corazón y con todas mis fuerzas a mi Dios, y después de mi
Dios a Tí, como objeto digno de que lo amemos todos. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Sexto Día

Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Que bien dice a tu soberanía ese tapete que la
luna forma a tus sagradas plantas! Hollaste con invicta planta las vanidades del
mundo, y quedando superior a todo lo creado jamás padeciste el menguante de la mas
ligera imperfección: antes de tu primer instante estuviste llena de gracia. Miserable de mí,
Señora, que no sabiéndome mantener en los propósitos que hago, no tengo estabilidad
en la virtud y solo soy constante en mis viciosas costumbres. Duélete de mí, Madre
amorosa y tierna; ya que soy como la luna en mi inconstancia, sea como la luna que está
a tus pies, esto es, firme siempre en tu devoción y amor, para no padecer los menguantes
de la culpa. Haz que esté yo siempre a tus plantas por el amor y la devoción, y ya no
temeré los menguantes del pecado sino que procuraré darme de lleno a mis
obligaciones, detestando de corazón todo lo que es ofensa de mi Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Séptimo Día

Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Nada, nada veo en este hermosísimo retrato
que no me lleve a conocer las altas perfecciones de que dotó el Señor a tu alma
inocentísima. Ese lienzo grosero y despreciable; ese pobre pero feliz ayate en que se ve
estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que le sirvió
de cabeza y fundamento a tu asombrosa santidad. No te desdeñaste de tomar la pobre
tilma de Juan Diego, para que en ella estampase tu rostro, que es encanto de los ángeles,
maravilla de los hombres y admiración de todo el universo. Pues, cómo no he de esperar
yo de tu benignidad , que la miseria y pobreza de mi alma no sean embarazo para que
estampes en ella tu imagen graciosísima? Yo te ofrezco las telas de mi corazón. Tómalo,
Señora, en tus manos y no lo dejéis jamás, pues mi deseo es que no se emplee en otra
cosa que en amarte y amar a Dios. Amén.

69

Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.



Octavo Día

Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Qué misteriosa y que acertada estuvo la mano del
Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa orla de oro finísimo que le sirve de
guarnición. Aludió sin duda a aquél finísimo oro de la caridad y amor de Dios con que
fueron enriquecidas tus acciones. Y quién duda, Señora, que esa tu encendida caridad y
amor de Dios estuvo siempre acompañada del amor al prójimo y que no, por verte
triunfante en la patria celestial, te has olvidado de nosotros? Abre el seno de tus
piedades a quien es tan miserable; dale la mano a quien caído te invoca para
levantarse; traete la gloria de haber encontrado en mí una miseria proporcionada,
mas que todas, a tu compasión y misericordia. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria

Noveno Día

Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Que cosa habrá imposible para tí, cuando
multiplicando los prodigios, ni la tosquedad ni la grosería del ayate le sirven de
embarazo para formar tan primoroso tu retrato, ni la voracidad del tiempo en mas de
cuatro siglos ha sido capaz de destrozarle ni borrarle? Que motivo tan fuerte es este
para alentar mi confianza y suplicarte que abriendo el seno de tus piedades,
acordándote del amplio poder que te dio la Divina Omnipotencia del Señor, para
favorecer a los mortales, te dignes estampar en mi alma la imagen del Altísimo que
han borrado mis culpas! No embarco a tu piedad la grosería de mis perversas
costumbres, dígnate solo mirarme, y ya con esto alentaré mis esperanzas; porque yo no
puedo creer que si me miras no se conmuevan tus entrañas sobre el miserable de mí. Mi
única esperanza, después de Jesús, eres tú, Sagrada Virgen María. Amén.
Hágase la petición...
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

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12. ROSARIO GUADALUPANO




PRIMER MISTERIO
Se medita en la primera aparición.

1. El 9 de diciembre de 1951 Juan Diego iba a México a oír Misa y estudiar la
Doctrina. AVE MARÍA…

2. Al pasar por El Tepeyac, oyó en la cumbre una música que semejaba el canto de
muchos pajaritos. AVE MARÍA…

3. Juan Diego sube a la cumbre del cerrito. AVE MARÍA…

4. Allí ve una princesa resplandeciente de luz hermosísima. AVE MARÍA…

5. Que le dice: Hijito mío, Juan Diego, a quien amo como a tiernecito y delicado. AVE
MARÍA…

6. Yo soy la Madre de Dios, ve al Señor Obispo y dile que “es mi deseo que en este
lugar se me edifique una templo”. AVE MARÍA…

7. “En el que me mostraré Madre tuya y de tus semejantes”. AVE MARÍA…

8. Juan Diego, obediente, va a ver al Señor Obispo. AVE MARÍA…

9. Después de mucho trabajo es conducido a presencia del Señor Obispo. AVE
MARÍA…

10. Ya en su presencia le da el recado de la Santísima Virgen. AVE MARÍA…

Gloria al Padre etc.





71

SEGUNDO MISTERIO
Se medita en la Segunda Aparición

1. El Señor Obispo no le da crédito a Juan Diego. AVE MARÍA…

2. El indio, desconsolado, se regresa a su pueblo la tarde de ese mismo día. AVE
MARÍA…

3. Al pasar por el cerrito, en el mismo lugar vuelve a ver a la Santísima Virgen. AVE
MARÍA…

4. Le comunica lo sucedido. AVE MARÍA…

5. Y le ruega que envíe con el Señor Obispo a otra persona de más representación.
AVE MARÍA…

6. La Santísima Virgen le ordena que vuelva él mismo. AVE MARÍA…

7. Lo que hace el indio al día siguiente, 10 de diciembre, después de oír Misa. AVE
MARÍA…

8. El Señor Obispo examina bien a Juan Diego. AVE MARÍA…

9. Y no se resuelve a poner manos a la obra. AVE MARÍA…

10. Le exige una señal como prueba de su misión. AVE MARÍA…

Gloria al Padre etc.

TERCER MISTERIO
Se medita en la Tercera Aparición

1. Juan Diego se retira del palacio episcopal. AVE MARÍA…

2. El Señor Obispo manda a dos personas que lo vigilen. AVE MARÍA…

3. Al llegar al cerrito, Juan Diego se les pierde. AVE MARÍA…

4. Los espías lo acusan con el Señor Obispo de brujo y hechicero. AVE MARÍA…

5. Entre tanto el indio sube al cerito. AVE MARÍA…

6. Allí ve por tercera vez a la Santísima Virgen. AVE MARÍA…

7. Le dice que el Señor Obispo pide una señal. AVE MARÍA…


72

8. La Santísima Virgen dice al indio que vuelva al día siguiente para darle la señal. AVE
MARÍA…

9. Pero sucedió que Juan Diego, no pudo volver. AVE MARÍA…

10. Debido a la enfermedad de su tío Juan Bernardito. AVE MARÍA…

Gloria al Padre etc.

CUARTO MISTERIO
Se medita en la Cuarta Aparición

1. Juan Diego tiene necesidad de volver a México. AVE MARÍA…

2. Para buscar a un Sacerdote que auxilie a su tío.
AVE MARÍA…

3. Como va de prisa toma otro camino. AVE MARÍA…

4. Pero la Santísima Virgen le sale al encuentro. AVE
MARÍA…

5. Juan Diego avergonzado se disculpa con la
enfermedad de su tío. AVE MARÍA…

6. La Virgen no le reprende, le dice que su tío
en ese momento está sano. AVE MARÍA…


7. En ese momento al Virgen se le aparece a Juan
Bernardito y lo sana. AVE MARÍA…

8. Y le dice que envió a su sobrino a México con el Señor Obispo. AVE MARÍA…

9. A llevarle unas flores a una Imagen en tilma, como señal. AVE MARÍA…

10. Y que dijese él, al Señor Obispo, que la Imagen había que llamarse Santa María de
Guadalupe. AVE MARÍA…

Gloria al Padre, etc.

QUINTO MISTERIO
Se medita que la Santísima Virgen se quedó estampada en la Tilma de Juan Diego.

1. La Santísima Virgen mandó a Juan Diego llevar la señal al Señor Obispo. AVE
MARÍA…


73

2. La Señal consistía en una rosas y flores que mandó cortar a Juan Diego, en las
rocas donde se le apareció la primera vez. AVE MARÍA…

3. Aunque Juan Diego sabía que en aquel lugar no había rosas fue a buscarlas. AVE
MARÍA…

4. En las peñas habían brotado hermosísimas rosas y flores. AVE MARÍA…

5. Juan Diego las corta, las pone en su Tilma y vuelve a presentárselas a la
Santísima Virgen. AVE MARÍA…

6. La Santísima Virgen toma algunas rosas y vuelve a ponerlas en la Tilma diciendo:
que ellas eran la señal. AVE MARÍA…

7. Juan Diego se va a llevar las flores al Señor Obispo y con trabajo logra hablar con él.
AVE MARÍA…

8. Ya en su presencia del Señor Obispo, Juan Diego desdobla la Tilma y al caer las
rosas queda estampada la Virgen María de Guadalupe. AVE MARÍA…

9. El Señor Obispo sorprendido se arrodilla ante la Augusta Imagen. AVE MARÍA…

10. Este prodigio se verificó entre 9 y 10 de la mañana del martes 12 de diciembre de
1531. AVE MARÍA…

Gloria al Padre etc.


LETANÍAS

Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María de Guadalupe, Ruega por nosotros y por el mundo entero.

Reina de México, Ruega por nosotros. Sol
de Anáhuac, Ruega por nosotros. Rosa del
Tepeyac, Ruega por nosotros.
Baluarte de nuestra fe, Ruega por nosotros
Faro de nuestra esperanza, Ruega por nosotros
Llama viva de ardiente caridad, Ruega por nosotros
Patrona de las Naciones Latinoamericanas, Ruega por nosotros

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Madre de los Mexicanos., Ruega por nosotros


Tú que te dignaste descender a nuestro suelo, Ruega por nosotros Tú
que te dignaste descender a nuestro suelo, Ruega por nosotros Tú
que te apareciste a Juan Diego, Ruega por nosotros
Tú te mostraste circundada del sol, Ruega por nosotros
Tú que con luz eclipsaste la luna, Ruega por nosotros
Tú que tienes por peana un querubín, Ruega por nosotros
Tú que vistes la usanza india, Ruega por nosotros
Tú que quisiste volverte morena y mexicana, Ruega por nosotros
Tu a cuyo contacto los nopales y piedras se miraron brillantes como el oro,
Ruega por nosotros

Tú que quisiste que se te edificara un templo, Ruega por nosotros
Tú que dijiste que serías Madre del Indio y de todos sus semejantes y de todos los que te
invoquen, Ruega por nosotros
Tú que prometiste escuchar nuestros ruegos, Ruega por nosotros
Tú que hiciste brotar rosas en las áridas rocas del Tepeyac, Ruega por nosotros.
Tú que enviaste al Señor Obispo las Rosas, Ruega por nosotros
Tú que quedaste estampada en la Tilma de Juan Diego, Ruega por nosotros
Tú ante quien se postró el Sr. Obispo, Ruega por nosotros
Tú que quisiste llamarte Santa María de Guadalupe, Ruega por nosotros
Tú que volviste la salud a Juan Bernardino, Ruega por nosotros Tú
que disipaste las tinieblas de la idolatría, Ruega por nosotros Tú
que trajiste la fe a nuestro suelo, Ruega por nosotros
Tú que en Dolores fuiste Bandera de Nuestro Pueblo, Ruega por nosotros

Tú que fuiste esperanza de los insurgentes, Ruega por nosotros
Tú que fuiste venerada por nuestros mayores, Ruega por nosotros
Tú a quien nuestros padres nos enseñaron a llamarte Madre, Ruega por nosotros
Tú que eres la patrona del indio, Ruega por nosotros
Tú que eres patrona de los mexicanos, Ruega por nosotros
Tú que eres patrona de los latinoamericanos, Ruega por nosotros
Tú que eres patrona de los filipinos, Ruega por nosotros
Tú que eres más hermosa que las rosas de castilla, Ruega por nosotros
Tú que tienes tus ojos maternales, inclinados hacia nosotros, Ruega por nosotros Tú
de quien dependen nuestras felicidades, Ruega por nosotros
Tú que has permanecido con nosotros desde hace 500 años, Ruega por nosotros
Tú que no nos abandonarás nunca, Ruega por nosotros Tú
que eres la gloria del Anáhuac, Ruega por nosotros Tú que
eres la esperanza de México, Ruega por nosotros
Tú de quien Benedicto XIV dijo que no habías hecho cosa igual con otra nación,
Ruega por nosotros

Tú a quien tanto hemos ofendido, Ruega por nosotros
Tú que siempre nos has perdonado, Ruega por nosotros

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Tú que detienes el brazo justiciero de tu Hijo, Ruega por nosotros


Tú que escuchas nuestros ruegos, Ruega por nosotros
Tú que eres nuestro iris de Alianza, Ruega por nosotros
Tú que eres nuestra medianera con Dios, Ruega por nosotros Tú
que intercedes siempre por nosotros, Ruega por nosotros Tú
que nos amas tiernamente, Ruega por nosotros
Tú que serás nuestra defensora en el tribunal de Dios, Ruega por nosotros
Tú que conducirás nuestras almas al cielo, Ruega por nosotros
Tú a quien contemplaremos eternamente, Ruega por nosotros

Cordero de Dios que quietas los pecados del mundo.
Ten misericordia de México (Colombia) y del mundo entero
Cordero de Dios que quietas los pecados del mundo.
Perdona a México (Colombia) y al mundo entero.
Cordero de Dios que quietas los pecados del mundo.
Salva a México (Colombia) y al mundo entero.

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14. NOVENA DE NAVIDAD 2017


Un Camino para el Encuentro


PRESENTACIÓN

La novedad de Dios no es como tantas novedades del mundo, que pasan cada día, que hay
que buscarlas constantemente. La novedad que Dios da a nuestra vida con su venida es
definitiva, no sólo para el futuro sino para hoy. Dios a pesar de tantas realidades difíciles,
negativas, que vivimos hoy en nuestros hogares y en nuestra sociedad está haciendo todo
nuevo, está haciendo nacer realidades nuevas en nuestro país.

Permanecer fieles en el camino de la fe con la esperanza puesta en el Señor, es el secreto del
camino que está reemprendiendo nuestra nación.

Las dificultades, los momentos de crisis que vivimos, la epidemia de las polarizaciones y las
injusticias, la corrupción, los ataques a la vida, a la familia, no nos deben llenar de temor si
permanecemos unidos a Dios, si perseveramos en la amistad con Él, y le abrimos espacio en
el corazón.

En esta Navidad los invito a tener puesta la confianza en la acción de Dios. Con Él, seremos
capaces de hacer grandes cosas, nos hará sentir la alegría de ser sus discípulos y sus
testigos.

Así, la espera de la Navidad no solo ilumina nuestra sociedad desde lo alto, sino desde
dentro de nuestros corazones, desde nuestra Iglesia Colombiana, y por tanto, dentro de
toda la sociedad. La esperanza que Jesús enciende consiste en que a pesar de las tinieblas en
que vivimos, los sufrimientos, y la violencia, podemos seguir confiando que “algo nuevo está
por nacer”.

Los exhorto a que “vayamos al encuentro del Señor, porque la Navidad no es sólo un
acontecimiento temporal o un recuerdo de una cosa bonita. La Navidad es algo más: vamos

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por este camino para encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos
para encontrarlo: encontrarlo con el corazón; con la vida; encontrarlo vivo, como Él es;
encontrarlo con fe” (Papa Francisco).

Deseándoles a todos que siempre crezca la esperanza en el corazón, renuevo a Colombia, en
unión con todos los Obispos y sacerdotes, el deseo de una Feliz Navidad.

Los bendigo,


+Óscar Urbina Ortega
Arzobispo de Villavicencio
Presidente Conferencia Episcopal de Colombia

ORIGEN DE LA NOVENA DE NAVIDAD

Las novenas o novenarios son una costumbre muy antigua que tiene sus raíces en la
época colonial. Se utilizaban como un elemento para evangelizar a las comunidades y
preservar el fervor religioso. La novena forma parte importante de las costumbres
religiosas de los católicos y se dedican a la Virgen María o algún santo. Su nombre proviene
precisamente porque durante nueve días, generalmente de noche, los vecinos se reúnen
para rezar el Rosario y entonar cantos de alabanza y súplica.

Desde mucho tiempo atrás, San Francisco de Asís impulsó la devoción al Niño Dios,
cuando en el año de 1224 celebró una pintoresca Navidad en Greccio, un pueblo de la
Umbría – Italia. Instaló rústicas imágenes de la Sagrada Familia en un pesebre, donde un
asno y un buey descansaban y ante ellas él mismo cantó el Evangelio de la Natividad.

Ya en nuestro continente, la devoción navideña se incrementó por obra de Fray
Fernando de Jesús Larrea, un franciscano, nacido en Quito en 1700. Luego de su ordenación
sacerdotal, en 1725, ejerció como predicador en muchos lugares del Ecuador y de Colombia.

A este misionero le debemos la primera novena de Navidad que circuló en nuestras
tierras. Escrita, según parece, por petición de doña Clemencia Caicedo, fundadora del
convento de las religiosas de La Enseñanza (Compañía de María), en la capital colombiana.
Dicho texto fue después adaptado por la madre María Ignacia (Bertilda Samper), religiosa
de la misma orden de doña Clemencia.

Con el correr del tiempo, la Novena de Aguinaldos ha sido objeto de variados
retoques, para adaptarla a los tiempos y las circunstancias de los fieles. Cada año se puede
reflexionar sobre un tema y desarrollarlo en la oración de los nueve días. Es lo que vamos a
hacer este año: tomamos la expresión “cultura del encuentro” del Papa Francisco y con el
evangelio de cada día presentamos una meditación, que nos ayudará a prepararnos para
celebrar el nacimiento del Niño Dios.

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METODOLOGÍA

Se sugiere que para cada día de la novena se sigan los siguientes pasos:

1. Villancico
2. Ambientación
• Disponer previamente el lugar donde se va a realizar la novena y favorecer un
clima comunitario y de confianza.
• Preparar con anticipación un signo que ayude a la reflexión de cada día.
• Brindar a los participantes una bienvenida afectuosa y cordial en la que
perciban la cercanía y el ambiente de familia en el que se desarrollará la novena
de Navidad.
3. Oración para todos los días
4. Lectura de la Palabra de Dios
5. Meditación
6. Gozos
7. Oraciones: a la Virgen María, a san José y al Niño Jesús.
8. Compromiso
9. Villancicos

ORACIÓN PARA TODOS LOS DIAS

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu hijo la
mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en
un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy
infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él te ofrezco la pobreza,
humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por
las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre,
dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal
desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more
eternamente. Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo (3 veces).


ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste
que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y
dispongas de mi alma y de la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el
nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima madre! comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que
le agradaste tu, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la

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eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Ave María)


ORACIÓN A SAN JOSÉ

¡Oh Santísimo José! Esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios
porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones
proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego por el amor que le tuviste al divino
Niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente mientras en
su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

(Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria al Padre)

ORACIÓN AL NIÑO JESÚS

Acuérdate ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo
Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para
nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los
méritos de mi infancia, y nada te será negado”.

Llenos de confianza en Ti ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! venimos a exponerte toda
nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad
bienaventurada. Concédenos, por los méritos infinitos de tu Encarnación y de tu infancia, la
gracia, de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! seguros de
que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que, en virtud de tu divina promesa,
acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo (3 veces).

GOZOS

Dulce Jesús mío, mi Niño adorado,
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano,
que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡Oh Niño divino, ven para enseñarnos

la prudencia que hace verdaderos sabios!

¡Oh, Adonaí potente que a Moisés hablando,
de Israel al pueblo diste los mandatos!,

Ah, ven prontamente para rescatarnos,

y que un niño débil muestre fuerte brazo.


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¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto


presentas al orbe tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño que has sido llamado
lirio de los valles, bella flor del campo!

¡Llave de David que abre al desterrado
las cerradas puertas del regio palacio!
¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano,
de la cárcel triste que labró el pecado!

¡Oh lumbre de oriente, Sol de eternos rayos,
entre las tinieblas, tu esplendor veamos!
Niño tan precioso, dicha del cristiano,

luzca la sonrisa de tus dulces labios.

Espejo sin mancha, Santo de los santos,
sin igual imagen del Dios soberano.

Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y en forma de niño da al mísero, amparo.

Rey de las naciones, Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo, Pastor del rebaño.
¡Niño que apacientas, con suave cayado,
ya la oveja arisca, ya el cordero manso!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto,
bienhechor rocío como riego santo!

¡Ven, hermoso Niño, ven, Dios humanado!
¡luce, hermosa estrella! ¡brota, flor del campo!

Ven, que ya María, previene sus brazos,
do su Niño vean en tiempo cercano.

Ven, que ya José, con anhelo sacro,

se dispone a hacerse de tu amor sagrario.

¡Del débil auxilio, del doliente amparo,
consuelo del triste, luz del desterrado.
Vida de mi vida, mi dueño adorado,

mi constante amigo, mi divino hermano!

¡Véanse mis ojos, de ti enamorados!

¡Bese ya tus plantas! Bese ya tus manos.
Prosternado en tierra te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases, te dice mi llanto.

¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos;

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¡ven a nuestras almas! ¡ven, no tardes tanto!



Día primero: 16 de diciembre

Construyamos comunidad a través del encuentro

Signo: Un mapa con los cinco continentes.

Lectura de la Palabra de Dios Is 56, 1-3.6-8

Esto dice el Señor:
 «Observen el derecho, practiquen la justicia, porque mi salvación está por
llegar,
 y mi justicia se va a manifestar.
 Dichoso el hombre que obra así,
 el mortal que
persevera en esto,
 que observa el sábado sin profanarlo
 y preserva su mano de obrar el
mal.
 El extranjero que se ha unido al Señor no diga: “El Señor me excluirá ciertamente de su
pueblo”. No diga el eunuco: “Yo soy un árbol seco”.
 A los extranjeros
 que se han unido al
Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores,
 que observan el
sábado sin profanarlo
 y mantienen mi alianza, los traeré a mi monte santo,
 los llenaré de
júbilo en mi casa de oración;
 sus holocaustos y sacrificios
 serán aceptables sobre mi
altar;
 porque mi casa es casa de oración,
 y así la llamarán todos los pueblos».
 Oráculo del
Señor, que reúne a los dispersos de Israel: «Todavía congregaré a otros, además de los ya
reunidos». Palabra de Dios.

Meditación

Isaías es el profeta del Adviento que nos muestra el rostro de un Dios Salvador, que recorre
nuestros caminos y se preocupa de los pobres, los desvalidos, los que están en la orilla, los
que se quedaron en el camino. Su voz autorizada rompe el silencio y comunica a todos la
alegría del Mesías e iluminado por el Espíritu Santo, ve en el misterio del amor de Dios la
vida y la gloria del Salvador.

Hoy el profeta lanza dos invitaciones: vivir según Dios, practicando la justicia porque la
salvación está para llegar. Y en un segundo momento nos dice que para Dios no hay
extranjeros. Nadie tiene que sentirse excluido de su plan salvador. Todos los hombres de
buena voluntad, dispuestos a obrar el bien se salvarán, sean de la raza que sean, serán
admitidos. Para todos “mi casa es casa de oración”. Porque Dios quiere reunir a los
dispersos y formar con todos la nueva comunidad.

Sabemos que para Dios no hay extranjeros. ¿Y para nosotros? Él no hace acepción de
personas. ¿Y nosotros? Si Dios está preparando, de nuevo en esta Navidad, la manifestación
de su amor para con todos los de buena voluntad, ¿es así de universal también nuestra
actitud ante las personas? ¿No hacemos ninguna clase de discriminación nosotros en
nuestra vida cotidiana?

Queremos que este camino que hacemos hacia el portal de Belén, esté precedido por el
testimonio de apertura y esperanza. Por una verdadera cultura del encuentro donde no
descartemos a nadie, sino que seamos verdaderos artesanos del amor al prójimo.


82

El Papa Francisco lo dice así: “hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y
la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un
anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es
exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre.
Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más
fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación,
grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes,
sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede
usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que, además, se promueve.
Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo
nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la
que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está
fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes».” (EG 53).

Día segundo: 17 de diciembre
Seamos lámparas para iluminar la cultura del encuentro

Signo: Una lámpara encendida

Lectura de la Palabra de Dios Jn 1, 6-8.19-28

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
 este venía como testigo, para dar
testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
 No era él la luz, sino el que
daba testimonio de la luz.
 Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde
Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?». El confesó y no negó;
confesó: «Yo no soy el Mesías». Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No
lo soy». «¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No». Y le dijeron: «¿Quién eres, para que podamos
dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Él contestó: «Yo soy la
voz que grita en el desierto: “Allanen el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías». Entre
los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el
Mesías, ni Elías, ni el Profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de ustedes
hay uno que no conocen, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa
de la sandalia». Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba
bautizando. Palabra del Señor.

Meditación

Preparar el camino al que viene es una actitud comprometida y activa. Estas son las
actitudes que encontramos en Juan el Bautista como protagonista del evangelio de hoy.
Ante las preguntas, un poco nerviosas, que le dirigen las autoridades de su época, Juan
contesta claramente que él no es el Mesías esperado, sino la voz que anuncia su llegada. No
es la luz, sino testigo de la luz, que ha sido enviado a preparar el camino al Mesías. Juan es
honesto: no se apropia en beneficio propio su misión profética, sino que orienta a todos
hacia el verdadero Salvador, Jesús. Su vida es ya un testimonio luminoso, pero el sol de su
existencia declina para que Cristo luzca. Es una Lámpara que sabe que su vida se extingue
cuando nace el sol.

83

Nosotros somos llamados a ser testigos de la Luz que es Cristo. Y como Juan no se presentó
a si mismo como el salvador, así nosotros tampoco, tenemos la misión de anunciarnos, sino
de anunciar a este mundo que la verdadera Luz está en Cristo Jesús.

A los cristianos se nos encarga la misión de ser testigos de la luz en medio de la noche, en
medio del desierto, en medio de un mundo que no ve o no quiere ver esa luz, un mundo a
veces desconcertado y que camina inseguro, palpando en las tinieblas o en la penumbra. En
la sociedad en la que vivimos se puede decir también hoy con mucha razón, como en el caso
del Bautista: "en medio de ustedes hay uno a quien no conocen", porque el mundo no sabe
descubrir los signos de la presencia del Salvador en su historia.

¿Cómo lograremos los cristianos ser testigos eficaces de la Luz de Cristo en nuestra familia,
en nuestro medio de trabajo, en nuestra sociedad, en nuestro país? Sobre todo, con nuestras
obras, con nuestro estilo de vida. Seremos convincentes si también nosotros, como
anunciaba el profeta, animamos a los que sufren, vendamos los corazones desgarrados,
brindamos la liberación a los cautivos y prisioneros, y proclamamos, no una fe cristiana
triste y angustiosa, sino positiva y esperanzadora, centrada en el mensaje del amor y de la
gracia de Dios. Hoy debemos convencer a todos que es posible otro mundo mejor, con más
justicia y esperanza para todos. Por eso nuestro compromiso es orar, trabajar por la justicia
y luchar contra toda forma de maldad, en nosotros y en la sociedad.

En su reciente visita a Colombia, el Papa Francisco nos invitó a ser “lámparas para dar el
primer paso. Nos animó a no cansarnos de hacer de la Iglesia un vientre de luz, capaz de
generar, aun sufriendo pobreza, las nuevas creaturas que esta tierra necesita… es una
urgencia trabajar sin cansarse para construir puentes, abatir muros, integrar la diversidad,
promover la cultura del encuentro y del diálogo, educar al perdón y a la reconciliación, al
sentido de la justicia, al rechazo de la violencia y al coraje de la paz."16

Día tercero: 18 de diciembre
La justicia, camino hacia la cultura del encuentro

Signo: Una balanza
Lectura de la Palabra de Dios Mt 1, 18-24

La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y,
antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su
esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas
había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José,
hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del
Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: «Miren: la


16
Discurso del Santo Padre a los Obispos de Colombia. Jueves, 7 de septiembre de 2017. Discurso del Santo Padre en
Encuentro con el Comité Directivo del CELAM. Jueves, 7 de septiembre de 2017.

84

virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-
con-nosotros”». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y
acogió a su mujer. Palabra del Señor.

Meditación

Hoy nos detenemos a contemplar una imagen muy sugestiva en el Evangelio, porque el
anuncio del ángel a José nos lleva a entender que está muy próxima la venida del Mesías.
Estamos ante el Custodio del Redentor, ante el celoso custodio del templo del Espíritu Santo
que es María. Por eso el personaje que nos roba toda la atención es José, el hombre justo,
que dedicó su vida a sostener y defender al niño y su esposa en los momentos más difíciles.

El ángel le asegura, ante todo, que el hijo que espera María es obra del Espíritu. Pero que él,
José, no debe retirarse. Dios le necesita. Cuenta con él para una misión muy concreta:
cumplir lo que se había anunciado, que el Mesías sería de la casa de David, como lo es José, y
poner al hijo el nombre de Jesús, que era la misión propia del padre.

“Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel”. José, sin discursos, sin
interrogantes, sin posturas heroicas, obedece los planes de Dios, por sorprendentes que
sean. Acepta esa paternidad tan especial, con la que colabora en los inicios de la salvación
mesiánica, a la venida del Dios con nosotros. Deja todo el protagonismo a Dios: el Mesías no
viene de nosotros. Viene de Dios: concebido por obra del Espíritu. ¿Acogemos así nosotros,
en nuestras vidas, los planes de Dios?

Dios nos quiere salvar, a cada uno de nosotros de nuestras pequeñas o grandes
esclavitudes. Durante todo el Adviento nos ha estado llamando a vivir en la esperanza,
invitándonos a que preparemos los caminos de su venida. Él nos acepta a nosotros.
Nosotros tenemos que aceptarle a él y salirle al encuentro.

El Papa Francisco en su reciente visita nos decía: “Aun cuando perduren conflictos,
violencia o sentimientos de venganza, no impidamos que la justicia y la misericordia se
encuentren en un abrazo que asuma la historia de dolor de Colombia. Sanemos aquel dolor
y acojamos a todo ser humano que cometió delitos, los reconoce, se arrepiente y se
compromete a reparar, contribuyendo a la construcción del orden nuevo donde brille la
justicia y la paz.” 17

Día cuarto: 19 de diciembre


La fuerza de la oración, para vencer la indiferencia y construir la cultura del
encuentro

Signo: manos en oración

Lectura de la Palabra de Dios Lc 1, 5-25


17 Palabras del Santo Padre Gran Encuentro de Oración por la Reconciliación Nacional, Viernes, 8 de septiembre de 2017.

85

En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de
Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel. Los dos eran justos ante
Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque
Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. Una vez que oficiaba delante de Dios con el
grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el

santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando

durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del

altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel
le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un
hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su
nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del
Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios.
Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los
padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor
un pueblo bien dispuesto». Zacarías replicó al ángel: «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo
soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada». Respondiendo el ángel, le dijo: «Yo soy Gabriel, que
sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia.
Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado
fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno». El pueblo, que estaba
aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía
hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba

por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo, volvió a casa.
Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir de casa cinco meses, diciendo: «Esto es
lo que ha hecho por mí el Señor, cuando se ha fijado en mí para quitar mi oprobio ante la
gente». Palabra del Señor.

Meditación

"No temas Zacarías, no tengas miedo". Por más que el ángel se esfuerza por tranquilizarle
no lo logra. Y la historia que le cuenta sobre su futuro hijo aún le pone más nervioso y acaba
reaccionando como quien no se la cree del todo. A Zacarías Dios lo ha sorprendido
desprevenido. Hasta cierto punto es un contrasentido que esto le ocurra a un sacerdote en
el momento en que se dispone a ofrecer el sacrificio en el Templo. Y entonces, el mensaje de
Dios en vez de alegría provoca desconfianza.

Los mensajes de Dios son motivo de paz y serenidad. Es verdad que en determinados casos,
puede costar aceptar su voluntad, pero siempre al fin se dará la paz. Por eso, cuando hay
temores y desconfianza, nos cerramos a la voz de Dios y la paz se "esfuma". Nos cuesta ser
humildes y entender que el designio de Dios no obedece a nuestra lógica. Porque ¿en qué
lógica humana cabe este anuncio del nacimiento de Juan, sino es desde Dios? Para Él no hay
nada, absolutamente nada imposible.

Zacarías estaba en la Casa de Dios, en el lugar más sagrado del Templo, donde la intimidad
con Él debía ser mayor, es el representante de un pueblo orante, del Israel que, incluso en
los tiempos en que se alejaba de Dios, soñaba con volverlo a encontrar en el deslumbrante
esplendor de la gloria del Templo.

86

En este pasaje de la Escritura, lleno de revelaciones, de esperanzas, sabemos que es Dios


quien salva, también hoy. No debemos fiarnos de nuestras propias fuerzas. Nuestra actitud
debe ser la de una humilde confianza. Como Dios escuchó la oración de aquella buena
mujer israelita y le concedió un hijo que fue decisivo para la liberación de Israel; como se
fijó en aquel buen matrimonio de ancianos, Isabel y Zacarías, para hacerlos padres del
profeta precursor de Jesús: así se fija en nosotros, escucha nuestra oración, nos llena de su
alegría y además nos llama a ser colaboradores suyos en la gracia salvadora de esta
Navidad para con los demás, siendo evangelizadores del Salvador y liberadores de los males
de este mundo en que vivimos.

El Papa Francisco nos dice:

“La oración nos libera del lastre de la mundanidad, nos enseña a vivir de manera gozosa, a
elegir alejándonos de la superficialidad, en un ejercicio de verdadera libertad. En la oración
crecemos en libertad, en la oración aprendemos a ser libres. La oración nos saca de estar
centrados en nosotros mismos, escondidos en una experiencia religiosa vacía y nos lleva a
ponernos con docilidad en las manos de Dios para realizar su voluntad y hacer eficaz su
proyecto de salvación. Y en la oración, yo les quiero aconsejar una cosa también: pidan,
contemplen, agradezcan, intercedan, pero también acostúmbrense a adorar. No está muy de
moda adorar. Acostúmbrense a adorar. Aprender a adorar en silencio. Aprendan a orar
así.”18

Día quinto: 20 de diciembre


La mujer constructora de la cultura del encuentro

Signo: Una imagen de la Virgen María

Lectura de la Palabra de Dios Lc 1,26-38

En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada

Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre
de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué

saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se
llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la

casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso,
pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza
del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de
Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la
que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la
esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Palabra del Señor.



18 Papa Francisco. Encuentro con sacerdotes, religiosos, consagrados, seminaristas y sus familias. Coliseo La Macarena,

Medellín. Sábado 9 de septiembre de 2017.



87

Meditación

En este día quinto de nuestra novena, que nos prepara al nacimiento del Niño Jesús,
abrimos la página de la anunciación, que es una de las más significativas del evangelio, la
experiencia más trascendental en la historia de una persona y el símbolo del diálogo con la
humanidad. Dios dice su “sí” salvador y la humanidad, representada en María, responde
con su “sí” de acogida: “hágase en mí según tu palabra”. Del encuentro de estos dos “sí”,
brota, por obra del Espíritu, el Salvador Jesús, el verdadero Dios con nosotros.

María, la humilde virgen de Nazaret, es la elegida por Dios para ser la madre del Esperado.
El ángel la llama “llena de gracia”, “bendita entre las mujeres”, y le anuncia una maternidad
que no viene de la sabiduría o de las fuerzas humanas, sino del Espíritu Santo, porque su
Hijo será el Hijo de Dios.

Su vida entera esta marcada por su SÍ que la hace pasar no solo por valles de gozo y de paz
sino también por la oscura noche del dolor, llevándola hasta la misma cruz en la que el que
fuera su niño amado, se entregó por todos.

La Virgen María es ya desde ahora la mejor maestra de vida cristiana. El modelo de todos
los que a lo largo de los siglos han dicho “sí” a Dios y han hecho el camino del discipulado
misionero. El modelo de la mujer capaz de salir de sí misma para donarse totalmente a
Dios, dejar de ser autoreferencial para entregarse totalmente al servicio del Señor.

Cada uno de nosotros, hoy, escucha el mismo anuncio del ángel. Y es invitado a contestar
que sí, que acojamos a Dios en nuestra vida, que vamos a celebrar la Navidad, superando las
visiones superficiales de nuestra sociedad para estos días.

El Papa Francisco, en la conclusión del mes mariano del año 2013, oraba así:

María, mujer de la escucha, abre nuestros oídos; haz que sepamos escuchar la Palabra de tu
Hijo Jesús entre las mil palabras de este mundo; haz que sepamos escuchar la realidad en la
que vivimos, cada persona que encontramos, especialmente aquella que es pobre,
necesitada, en dificultad.

María, mujer de la decisión, ilumina nuestra mente y nuestro corazón, para que sepamos
obedecer a la Palabra de tu Hijo Jesús, sin titubeos; dónanos el coraje de la decisión, de no
dejarnos arrastrar para que otros orienten nuestra vida.

María, mujer de la acción, haz que nuestras manos y nuestros pies se muevan "sin demora"
hacia los otros, para llevar la caridad y el amor de tu Hijo Jesús, para llevar, como tú, en el
mundo la luz del Evangelio. Amén”.




88

Día sexto: 21 de diciembre



La cultura del encuentro como la acogida al hermano

Signo: Dos personas abrazadas.

Lectura de la Palabra de Dios Lc 1, 39-45

En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a

una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto

Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo

y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis

oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo
que le ha dicho el Señor se cumplirá». Palabra del Señor.

Meditación

Hoy es el día para detenernos a contemplar la visita de la Virgen María a su prima Isabel.
María que acaba de recibir del ángel la trascendental noticia de su maternidad divina, corre
presurosa, por la montaña, a casa de Isabel, a ofrecerle su ayuda en la espera de su hijo.
Llena de Dios y a la vez servicial para con los demás. María es portadora en su seno del
Salvador, ella misma es Arca de la Alianza, y es por tanto evangelizadora: la Buena Noticia la
comunica con su misma presencia y llena de alegría a Isabel y al hijo que salta de gozo en
sus entrañas, el que será el precursor de Jesús, Juan Bautista.

El encuentro entre Isabel y María es muy significativo. Dos mujeres sencillas del pueblo,
que han sido agraciadas por Dios con una inesperada maternidad y se muestran totalmente
disponibles a su voluntad. Son el hermoso símbolo de la cultura del encuentro, de los
tiempos de la espera y de la plenitud de la venida. Ellas, en la puerta de la casa de Zacarías,
son profecía de los brazos abiertos y disponibles de nuestras mujeres, de las que como
madres, hermanas, consagradas, nos acogen con alegría.

Llena de alegría, Isabel canta a voz en grito - María lo hará mañana – las alabanzas de Dios y
de su prima, en quien reconocen a “la madre de mi Señor”. Con su alabanza, Isabel traza un
buen retrato de su prima: “dichosa tú, que has creído”.

¿Sabremos experimentar nosotros esta alegría que Dios nos quiere comunicar? Para ello
debemos tener ojos de fe, y saber reconocer la presencia de Dios en las personas y los
acontecimientos de la vida, como Isabel y María supieron reconocer la presencia del
misterio en sus respectivas experiencias. Saber ver a Dios actuando en nuestra vida de cada
día, en las personas que nos rodean. ¿Viviremos la Navidad con gozo interior, o sólo de
palabras, con cantos y signos externos?.

Que estos días de Navidad seamos portadores de alegría para los demás. Como María en su
visita, cada uno de nosotros debemos ser portadores de la Buena Noticia de Jesús para
todos los que nos rodean y posibilitar así una cultura del encuentro.

89

Así nos insistió el Papa Francisco cuando le habló a los jóvenes en Colombia:

“ustedes pueden enseñarnos a los grandes que la cultura del encuentro no es pensar, vivir,
ni reaccionar todos del mismo modo ―no, no es eso―; la cultura del encuentro es saber que,
más allá de nuestras diferencias, somos todos parte de algo grande que nos une y nos
trasciende, somos parte de este maravilloso país. Ayúdennos a entrar, a los grandes, en esta
cultura del encuentro que ustedes practican tan bien.”19

La escena de la visitación, no es más, que un bello ejemplo de lo que es la cultura de la
encuentro: una nueva forma de vida y modo de actuar con relación a los otros en
comunidad.

El Papa Francisco nos dice:

«El encuentro» entre María e Isabel. «Estas dos mujeres se encuentran y se encuentran con
alegría, como cuando se encuentran las mujeres que se quieren: se abrazan, se dan un
beso...». Un encuentro, en definitiva, caracterizado por la «fiesta». Así, pues, «el encuentro es
otro signo cristiano». «Una persona que dice ser cristiana y no es capaz de ir al encuentro de
los demás, de encontrarse con los demás, no es totalmente cristiana». «Tanto el servicio
como el encuentro requieren» la actitud «de salir de sí mismo: salir para servir y salir para
encontrar, para abrazar a otra persona». «Si nosotros aprendiésemos esto –servicio e ir al
encuentro de los demás, no rechazar los encuentros–, si nosotros aprendiésemos esto,
¡cuánto cambiaría el mundo!». «Dos cosas solamente, servir y encontrarse, y
experimentaremos la alegría, esta alegría grande de la presencia de Dios en medio de
nosotros».20

Día séptimo: 22 de diciembre



Irradiar alegría es favorecer la cultura del encuentro

Signo: Una imagen de la Santísima Virgen

Lectura de la Palabra de Dios Lc 1,46-56

María dijo:
 «Proclama mi alma la grandeza del Señor,
 se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador;
 porque ha mirado la humildad de su esclava.
 Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
 su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su
brazo:
 dispersa a los soberbios de corazón,
 derriba del trono a los poderosos
 y enaltece a
los humildes, a los hambrientos los colma de bienes
 y a los ricos los despide vacíos.
 Auxilia a
Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres–

 en favor de Abrahán y su descendencia por siempre». María se quedó con ella unos tres
meses y volvió a su casa. Palabra del Señor.


19 Bendición a los fieles, saludo del Santo Padre al pueblo colombiano. Jueves 7 de septiembre de 2017.
20 Misa matutina en la capilla de la Domus Sanctae Marthae. Martes 31 de mayo de 2016.

90

Meditación

María en la casa de Isabel, después de escuchar las alabanzas de su prima, canta de
admiración, alegría y gratitud a Dios, el Magnificat, que la Iglesia ha seguido cantando
generación tras generación hasta nuestros días.

María canta agradecida lo que Dios ha hecho en ella, y sobre todo lo que ha hecho y sigue
haciendo por Israel, con el que ella se solidariza plenamente. Le alaba porque “dispersa a
los soberbios, derriba del trono a los poderosos, enaltece a los humildes, a los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”.

Esta oración que el evangelista Lucas pone tan acertadamente en labios de María, es un
magnífico resumen de la actitud religiosa de Israel en la espera mesiánica, como hemos ido
viendo a lo largo del Adviento, y es también la mejor expresión de la fe cristiana ante la
historia de la salvación que ha llegado a su plenitud con la llegada del Mesías, Salvador y
liberador de la humanidad. Jesús con su opción por los pobres y humildes, los oprimidos y
marginados, es el mejor desarrollo práctico de lo que dice el Magnificat. Esta palabra, que
brota como un torrente gozoso del corazón purísimo de María, no sólo la retrata en su
jubilosa esperanza, sino que se vuelve nuestro canto agradecido cada atardecer.

Debemos aprender a alabar a Dios, con alegría agradecida, porque es una de las principales
actitudes cristianas. María lo hizo desde las circunstancias concretas de su vida. Ella es la
maestra de la espera del Adviento y de la alegría de la Navidad, es también la maestra de
nuestra oración agradecida a Dios, desde la humildad y la confianza.

De manera reiterativa el Papa Francisco en su reciente visita nos insistió en la necesidad de
no perder la alegría, y nos lo decía así:

“Por favor mantengan viva la alegría, es signo del corazón joven, del corazón que ha
encontrado al Señor. Y si ustedes mantienen viva esa alegría con Jesús, nadie se la puede
quitar, ¡nadie!.
No se dejen vencer, no se dejen engañar, no pierdan la alegría, no pierdan la esperanza, no
pierdan la sonrisa, ¡sigan así!.21

Día octavo: 23 de diciembre
En la familia vivimos el verdadero encuentro

Signo: Una silueta de la familia

Lectura de la Palabra de Dios Lc 1,57-66

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y
parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella. A los
ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la

21 Primeras palabras del Papa Francisco: Llegada a la Nunciatura Apostólica. Miércoles 6 de septiembre de 2017.

91

madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan». Y le dijeron: «Ninguno de tus parientes
se llama así». Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió
una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los
vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de
Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque la
mano del Señor estaba con él. Palabra del Señor

Meditación

Hoy asistimos a escuchar el relato del nacimiento de Juan, el precursor, que se completará
mañana con el cántico de su padre Zacarías y nos preparará así próximamente a celebrar el
nacimiento de Jesús.

Dios ha decidido que ha llegado ya la plenitud de los tiempos y empieza a actuar. La voz
corre por toda la región y todos se llenan de alegría. Tiene razón los vecinos: ¿qué será de
este niño? Juan será grande. Durante bastantes días, en este Adviento, hemos ido leyendo
pasajes en que se cantan las alabanzas de este personaje, decisivo en la preparación del
Mesías: testigo de la luz, voz que clama en el desierto y prepara los caminos del Señor, que
predica la conversión y anuncia el día del Señor.

La figura de Juan nos invita también a nosotros a la conversión, a volvernos hacia ese Señor
que viene a salvarnos, y a dejarnos salvar por él. La voz de Juan en este Adviento, nos invita
a la vigilancia, a no vivir dormidos, aletargados, sino con la mirada puesta en el futuro de
Dios, y el oído atento a escuchar la Palabra de Dios.

Es la voz que necesitamos todos en esta tierra bendita, admirable y dramática, para que
luzca la esperanza, para que la alegría de la salvación sea bálsamo consolador en cada
familia nuestra. Estamos urgidos de hacer viva la tarea de reconstituir la familia, de darle su
identidad, de hacer de cada hogar un espacio sagrado de afecto, de ternura, de misericordia.

Muchos y con la razón que les da la sabiduría, insisten en que la familia es el espacio en el
que se vive la esperanza y en el que se aprende a estar atentos al amor de Dios, a la vida de
gracia, a la familiaridad en la que se aprende a vivir.

Ojalá que surjan entre nosotros y sean escuchadas las voces de profetas como el Bautista
que clamen la llegada de la salvación y convoquen eficazmente a una Navidad
auténticamente cristiana.

El Papa Francisco nos dice:
«En la mesa, en familia, cuántas veces se come y se mira la televisión o se escriben mensajes
con el teléfono. Cada uno es indiferente a ese encuentro. Tampoco en el núcleo de la
sociedad, como es la familia, hay encuentro. Que esto nos ayude a trabajar por esta cultura
del encuentro, como hizo simplemente Jesús. No sólo ver: mirar. No sólo oír: escuchar. No
sólo cruzarse: detenerse. No sólo decir ‘qué pena, pobre gente’, sino dejarse llevar por la
compasión. Y acercarse, tocar y decir en la lengua en que cada uno sienta en ese momento -

92

la lengua del corazón - ‘no llores’ y dar al menos una gota de vida».22

Día noveno: 24 de diciembre

La cultura de la misericordia y del encuentro

Signo: Un corazón

Lectura de la Palabra de Dios Lc 1, 67-79

Entonces Zacarías, su padre, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo: «Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
 porque ha visitado y redimido a su pueblo,
 suscitándonos una fuerza
de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo
 por boca de
sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
 y de la mano de todos
los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
 recordando su
santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos que, libres
de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
 le sirvamos con santidad y justicia, en su
presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
 porque irás
delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación
 por el perdón
de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
 nos visitará el sol que nace de
lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
 para guiar nuestros
pasos por el camino de la paz». Palabra del Señor.

Meditación

Hoy, víspera de la Navidad, después de una preparación de cuatro semanas de Adviento,
este himno que llamamos Benedictus y que San Lucas ha puesto en boca de Zacarías, es un
cántico que nos llena particularmente de alegría, pregustando ya la celebración del
nacimiento del Señor.

Anteayer el cántico del Magnificat, en boca de María, resumía la historia de salvación
conducida por Dios. Hoy es el cántico del Benedictus que nos ayuda a comprender el
sentido que tiene la venida del Mesías. Los nombres de la familia del Precursor son todo un
programa: Isabel significa “Dios juró”, Zacarías, “Dios se ha acordado”, y Juan, “Dios hace
misericordia”. En el Benedictus cantamos que todo lo anunciado por los profetas se ha
cumplido “en la casa de David, su siervo”, con la llegada de Jesús. Que Dios, acordándose de
sus promesas y su alianza, “ha visitado y redimido a su pueblo”, nos libera de nuestros
enemigos y de todo temor, y que por su entrañable misericordia “nos visitará el sol que
nace de lo alto” en el nacimiento de Jesús es cuando definitivamente se ha mostrado la
fidelidad y el amor de Dios.

El Benedictus es un hermoso cántico que la Iglesia ha cantado desde hace dos mil años.
Cada día que rezamos en la mañana con la oración de Laudes, recordamos que para
nosotros Cristo Jesús, es el centro de la vida, que quiere iluminar a todos los que
caminamos en la tiniebla o en la penumbra, y comprometiéndonos a servirle “en santidad y

22
Homilia del Papa: vencer la indiferencia construir la cultura del encuentro. 13 de septiembre de 2016.

93

justicia en su presencia todos nuestros días”, y “guiar nuestros pasos en el camino de la paz”
a lo largo de la jornada.

Con alegría aprendamos a entonar este cántico de alabanza a Dios, que proclama la
misericordia y la credibilidad, el poder de Dios que ayuda a su pueblo y lo conduce hasta la
plenitud de la vida.

Descubramos en este hermoso himno lo que debe ser la clave de lectura de toda la obra de
Jesús: la misericordia de Dios y cantémosle con gozo porque continuamente estamos
recibiendo sus dones y aprendamos a vivir nuestros días, en su presencia, llenos de
confianza y fidelidad. Hoy, cuando las campanas de nuestras Iglesias anuncien la Navidad,
cuando al canto del Gloria rompa el silencio del Adviento, cuando las palabras angélicas se
sobrepongan al ruido del mundo, celebremos el amor entregado, la vida de bendición y de
paz. Incluso, hoy cuando nuestra vida decida algún gesto de fraterna alegría, una sola
palabra de cariño, estaremos dando vida en nosotros al gozo del Encuentro con el Señor de
la esperanza.

El Papa Francisco nos dice:

Vayamos al encuentro del Señor, porque la Navidad no es sólo un acontecimiento temporal
o un recuerdo de una cosa bonita. La Navidad es algo más: vamos por este camino para
encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos para encontrarlo:
encontrarlo con el corazón; con la vida; encontrarlo vivo, como Él es; encontrarlo con fe.

Pero más allá de ser nosotros los que encontremos al Señor, es importante "dejarnos
encontrar por Él". Cuando somos nosotros solos los que encontramos al Señor, somos
nosotros los dueños de este encuentro; pero cuando nos dejamos encontrar por Él, es Él
quien entra en nosotros, es Él el que vuelve a hacer todo de nuevo, porque esta es la venida,
lo que significa cuando viene Cristo: volver a hacer todo de nuevo, rehacer el corazón, el
alma, la vida, la esperanza, el camino. Nosotros estamos en camino con fe… para encontrar
al Señor y, sobre todo, ¡para dejar que Él nos encuentre!

Pero se necesita un corazón abierto:¡para que Él me encuentre! Y me diga aquello que Él
quiere decirme, ¡que no es siempre aquello que yo quiero que me diga! Él es Señor y Él me
dirá lo que tiene para mí, porque el Señor no nos mira a todos juntos, como una masa. ¡No,
no! Nos mira a cada uno a la cara, a los ojos, porque el amor no es un amor así, abstracto: ¡es
un amor concreto! De persona a persona: el Señor persona me mira a mí persona. Dejarse
encontrar por el Señor es precisamente esto: ¡dejarse amar por el Señor!.23



23 Homilía del Papa Francisco en Santa Marta el 2 de diciembre 2013.

94

VILLANCICOS

A LA NANITA NANA

A la nanita nana, nanita nana, nanita ea,

mi Jesús tiene sueño, bendito sea, bendito sea.

Fuentecilla que corres clara y sonora
ruiseñor que en la selva cantando lloras
callad mientras la cuna se balancea

a la nanita nana, nanita ea.

Manojito de rosas y de alelíes

¿qué es lo que estás soñando que te sonríes?
cuales son tus sueños, dilo alma mía

más, ¿qué es lo que murmuras? Eucaristía.

Pajaritos y fuentes, auras y brisas
respetad ese sueño y esas sonrisas
callad mientras la cuna se balancea
que el niño está soñando, bendito sea.


EL TAMBORILERO

El camino que lleva a Belén

baja hasta el valle que la nieve cubrió
los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón
rom pom pom pom rom pom pom.
Ha nacido en un portal de Belén, El Niño Dios.

Yo quisiera poner a tus pies

algún presente que te agrade, Señor,
mas tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
rom pom pom pom rom pom pom.

¡En tu honor frente al portal

tocaré con mí tambor!

El camino que lleva a Belén

yo voy marcando con mi viejo tambor,

nada mejor hay que yo pueda ofrecer,

su ronco acento es un canto de amor,

rom pom pom pom rom pom pom.

Cuando Dios me vio tocando ante él, me sonrió.

95



VAMOS PASTORES

Vamos pastores, vamos,
vamos a Belén,

a ver en ese Niño

la gloria del Edén (bis).
Si, la gloria del Edén.

Este precioso Niño

yo me muero por él

sus ojitos me encantan,

su boquita también,

el Padre le acaricia,

la Madre mira en él,

y los dos extasiados
contemplan aquel ser (bis).

Es tan lindo el chiquito
que nunca podrá ser
que su belleza copien
el lápiz y el pincel;
pues el eterno Padre
con inmenso poder.
Hizo que el Hijo fuera
excelso como El (bis).

Yo pobre pastorcillo,
al niño le diré,

no la buenaventura:
eso no puede ser.
Le diré me perdone

lo mucho que pequé

y en la mansión eterna
un ladito me dé (bis).


TUTAINA

Tutaina tuturumá
tutaina tuturumaina
tutaina tuturumá turumá
tutaina tuturumaina.

Los pastores de Belén

96

vienen a adorar al Niño,


la Virgen y San José

los reciben con cariño.

Tres reyes vienen también
con incienso, mirra y oro,

a ofrendar a Dios su bien
como el más grande tesoro.

Vamos todos a cantar
con amor y alegría,
porque acaba de llegar
de los cielos el Mesías.


ZAGALILLOS DEL VALLE

Zagalillos del valle venid,
pastorcitos del monte llegad,

la esperanza de un Dios prometido,
ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá.

La esperanza, la gloria y la dicha,
la tendremos en él; quien lo duda,
desdichado de aquél que no acuda,
con la fe que le debe animar.

Nacerá en un establo zagala,
pastorcillos venid, adoremos;
Hoy venimos y luego volvemos,
y mañana nos puede salvar.

ANTON TIRULIRULIRU

Anton tiruliruliru

anton tirulirurá.

Anton tiruliruliru

anton tirurilurá

Jesús al pesebre vamos a adorar (bis).

Duérmete niño chiquito
que la noche viene ya
cierra pronto tus ojitos
que el viento te arrullará.

Duérmete niño chiquito

97

que tu madre velará


cierra pronto tus ojitos
porque la entristecerás.

SALVE REINA Y MADRE

Salve reina y madre, salve dulce amor,
del jardín del cielo la más bella flor. (bis).

En una colina, con la nieve fría
reposa la noche, la Virgen María (bis).

La malvada mula, con sus finos dientes
le comió la paja, al niño inocente (bis).

NOCHE DE PAZ

Noche de paz, noche de amor
todo duerme en derredor
sólo suenan en la oscuridad
armonías de felicidad
armonías de paz,
armonías de paz.

Noche de paz, noche de amor

ha nacido Jesús

pastorcillos que oís anunciar

no temáis cuando entrés a adorar
que ha nacido el amor (bis).

Noche de paz, noche de amor
todo duerme en derredor

sólo velan María y José

duerme el niño y durmiendo se ve
todo el cielo en su faz (bis).

PASTORES VENID

Pastores venid,
pastores llegad,
adorad al Niño, (bis)
que ha nacido ya.

San José al Niño Jesús,

un beso le dio en la cara,

y el Niño Jesús le dijo,


98

“Que me pinchas con las barbas”.



En el portal de Belén,

hay estrellas sol y luna,

la Virgen y San José,

y el niño que está en la cuna.

Ábreme tu pecho niño,
ábreme tu corazón

que hace mucho frío afuera,
y en ti solo hallo calor.

El niño miró a la Virgen,
a la Virgen San José,

el niño miró a los dos,

y se sonrieron los tres.

HACIA BELÉN VA UNA BURRA, RIN, RIN

Hacia Belén va una burra, rin, rin,

yo me remendaba yo me remendé

yo me eché un remiendo yo me lo quité,
cargada de chocolate;

lleva en su chocolatera rin, rin

yo me remendaba yo me remendé

yo me eché un remiendo yo me lo quité,
su molinillo y su anafre.

María, María, ven a acá corriendo,

que el chocolatillo se lo están comiendo.
En el portal de Belén rin, rin

yo me remendaba yo me remendé

yo me eché un remiendo yo me lo quité,
han entrado los ratones;

y al bueno de San José rin, rin,

yo me remendaba yo me remendé

yo me eché un remiendo yo me lo quité,
le han roído los calzones.

María, María... ven acá corriendo,

que los calzoncillos los están royendo.
En el Portal de Belén rin, rin,

yo me remendaba yo me remendé

yo me eché un remiendo yo me lo quité,
gitanillos han entrado;

y al niño que está en la cuna rin, rin


99

yo me remendaba yo me remendé

yo me eché un remiendo yo me lo quité,
los pañales le han cambiado.

María, María ven acá volando,

que los pañalillos los están lavando.

CANTAD, CANTAD

Cantad, cantad, cantad

que la nochebuena

¡ya se llegó, ya se llegó, ya se llegó!
qué linda, linda noche tan serena
jamás se vio, jamás se vio,

jamás se vio, jamás.

Quién nace en esta noche,
noche de amor? Jesús.
Quién llena cielo y tierra
de resplandor? Jesús.

Jesús, Jesús, encanto de mi vida,
que naces hoy en un pesebre
por mi amor;

tus ojos son luceros que hechizan
y roban, ¡ay! con su mirar
mi corazón, Jesús.

Qué pides Niño amado,
con tu reír? Amor.

Qué pides Niño amado,
con tu llorar? Amor.
Amor, amor, amor,
mira Niño amado,
todo mi amor,
todo mi amor es para Ti.

Amarte quiero siempre y sin medida,
ir al Edén (bis) y amarte allí sin fin.









100

LA NAVIDAD
Un camino para el encuentro
Ciclo B


101

1. NAVIDAD Y EPIFANÍA24

Lo mejor del Adviento es la Navidad. Desde el Adviento a la Epifanía y el


Bautismo del Señor, hay un único movimiento: la celebración de la
venida del Señor, que se prepara en la espera del Adviento, se celebra
en su inauguración de Navidad y en sus primeras manifestaciones o
epifanías, y se intenta siempre vivir en nuestra existencia cristiana,
camino de la manifestación definitiva del final de los tiempos.
Navidad y Epifanía celebran el mismo misterio. La Navidad
acentúa sobre todo el nacimiento: Dios se ha hecho hermano nuestro.
La Epifanía pone más énfasis en la manifestación de su divinidad, sobre
todo a los magos de Oriente, acontecimiento que la liturgia une al del
Bautismo de Jesús en el Jordán y las bodas de Caná con su primer
milagro.

El sacramento de la Navidad
Lo que celebramos los cristianos en estas dos o tres semanas del tiempo de
Navidad es el misterio de Cristo que se nos comunica sacramentalmente.
Cuando afirmamos que la Navidad es un sacramento queremos significar que la
gracia del Nacimiento del Hijo de Dios se nos hace presente y se nos comunica en la
celebración de esta fiesta. No se trata sólo de un recuerdo pedagógico, aleccionador, del
acontecimiento de Belén, entrañable por demás.
En estos días oímos muchas veces –en las oraciones, prefacios y antífonas de la
celebración– la palabra hoy: «hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor»; «hoy una
gran luz ha bajado a la tierra»; «hoy ha nacido Jesucristo, hoy ha aparecido el Salvador, hoy
en la tierra cantan los ángeles, hoy saltan de alegría los justos».
Lo mismo sucede en la fiesta de la Epifanía, en la que también se recuerda el
Bautismo de Jesús y las bodas de Caná: «hoy has revelado en Cristo, para luz de los pueblos, el
verdadero misterio de nuestra salvación»; «hoy la estrella condujo a los magos, hoy el agua se
convirtió en vino, hoy Cristo fue bautizado»; «hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo».
No es sólo un aniversario. Es actualización y nueva presencia del misterio
salvador de un Dios que se ha hecho de nuestra familia. De alguna manera nos hacemos
contemporáneos del nacimiento de Cristo y de su manifestación. El Señor Resucitado ha
roto las barreras del tiempo y actualiza la gracia de su Encarnación para nosotros.
Entre el ayer de Belén y el mañana de la parusía está el hoy de cada Navidad, el
Dios-con-nosotros que nos quiere comunicar su vida, su luz, su alegría.
En concreto, la gracia de la Navidad aparece descrita repetidas veces como
«nacer de Dios», ser sus hijos. Más aún, es la gracia de compartir con Jesús su divinidad, ya
que él ha querido compartir nuestra humanidad: «que renazca tu pueblo, Señor, al


ALDAZÁBAL, José. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona: España.
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2001.

102

conmemorar el nacimiento de tu Hijo»; «a los que le recibieron les dio el poder de hacerse
hijos de Dios»; «concédenos compartir la vida divina de aquél que hoy se ha dignado
compartir con el hombre la condición humana»

Los prefacios de la Navidad
Durante el tiempo de la Navidad y Epifanía, se proclaman unos prefacios que nos
ayudan a centrar nuestra gratitud en el misterio de ese Dios que ha querido venir a nuestra
historia.

Prefacio I de Navidad: Cristo, luz del mundo


La Navidad es la fiesta de la luz, como lo es también la Epifanía. Por eso se centra
la acción de gracias en esta luz verdadera que Dios nos ha enviado.
En las lecturas del Adviento, el profeta Isaías ya nos había anunciado al futuro
Salvador como la luz que iba a iluminar a todos los pueblos. Ahora, en Cristo, agradecemos a
Dios que nos haya dado la luz definitiva. En la noche de la Navidad le decimos a Dios: «has
iluminado esta noche santa con el nacimiento de Cristo, la luz verdadera».
La luz de Dios ya estaba entre nosotros, por la creación. Pero ahora, «por el
misterio de la Palabra hecha carne», esta luz brilla ante nuestros ojos «con nuevo resplandor».
En la noche de Pascua, en la solemne Vigilia, volveremos a cantar a Cristo como
luz, simbolizado por el cirio pascual. La Navidad y la Pascua celebran el único misterio de
Cristo, Luz del mundo.

Prefacio II de Navidad: La restauración del universo en la Encarnación


Es densa la teología de esta oración. Está construida a base de binomios
antitéticos, que ayudan a entender el misterio de la Encarnación: el que ya existía antes,
como Dios, se nos hace presente como hombre; el que era invisible, ahora se nos hace
visible y cercano; el que es eterno, ha querido entrar en nuestra historia.
La finalidad de esta Encarnación se dice que es: para asumir en sí todo lo creado;
para reconstruir y restaurar lo caído; para llamar al pecador de nuevo al reino de los cielos.
Alabamos a Dios por la reconciliación y la paz, por la restauración cósmica y
humana que ha realizado de modo admirable en la venida de Cristo en la Navidad y en la
plenitud de su Pascua.
Una de las bendiciones del formulario solemne de la Navidad, desea que “el que
por la encarnación de su Hijo reconcilió lo humano y lo divino, os conceda la paz a vosotros,
amados de Dios”.
Prefacio III de Navidad: El intercambio realizado en la Encarnación del Verbo
El intercambio que sucede en la Navidad –hoy, en esta Navidad– es en verdad
admirable, y plenamente favorable a nosotros. Dios se hace hombre (“el Verbo se hizo
carne”) y el hombre es hecho partícipe de la divinidad (“a los que le recibieron les dio el ser
hijos de Dios”).

103

Cristo Jesús asume nuestra debilidad, nuestra frágil condición, y así nos da una
dignidad divina y eterna. Tenemos motivos para dar gracias a Dios por el ministerio de esta
Navidad.

Las lecturas de la Navidad
Las lecturas de estas semanas quieren conducirnos a descubrir a Dios en ese
niño nacido en Belén y manifestado progresivamente a los hombres. Y a la vez, que
descubramos el valor del hombre, nuestro hermano, dado que Dios se ha querido hacer de
nuestra familia. El admirable intercambio de la Navidad.
Los aspectos fundamentales de este misterio se leen en las fiestas y domingos: la
Navidad, la Epifanía, el 1 de enero con la fiesta de Santa María, la Sagrada Familia, el
segundo domingo, el Bautismo de Jesús. Son los temas centrales como el Nacimiento, la luz,
la manifestación a los magos, la circuncisión, el episodio del niño perdido y hallado en el
Templo, las diversas reacciones de las personas (María y José, los pastores, los magos, las
autoridades y sabios de Jerusalén).
Las lecturas de las ferias, son un complemento de las festivas, para que
lleguemos a profundizar gradualmente en el don de ese Hijo de Dios que se ha hecho
hermano nuestro, y sepamos asumir las consecuencias que este acontecimiento comporta
para nuestras vidas.

La primera carta de Juan


Durante el tiempo de la Navidad, desde el 27 de diciembre hasta el 12 de enero
(aunque los últimos días a veces se omitan, porque el domingo del Bautismo del Señor cae
antes de esa fecha), leemos en lectura prácticamente continuada la primera carta de Juan.
Es un escrito de fines del siglo primero, una carta de reflexión teológica y
espiritual, que denuncia las corrientes gnósticas que no han sabido ver en toda su
profundidad el misterio de Jesús. Hay falsos doctores que se creen sabios, pero no han
captado la seriedad del amor de Dios encarnado en Jesús, ni sus consecuencias vivenciales
para nosotros: la comunión de vida con Dios y el amor a los hermanos.

Los evangelios
En el tiempo de Navidad los evangelios tienen dos temas: la infancia de Jesús y el
inicio de su ministerio. O sea, sus progresivas manifestaciones como Mesías. Naturalmente,
las escenas principales las leemos en las fiestas: Navidad, Sagrada Familia, Epifanía,
Inocentes.
En la octava de la Navidad, además de los evangelios que se refieren a san
Esteban y san Juan, escuchamos relatos de la infancia de Jesús, la presentación en el
Templo, con el testimonio de Simeón y de Ana, y la vuelta a Nazaret.
A continuación, y empezando por el día 31 de diciembre con su prólogo (y así
terminamos el año civil con este magnífico resumen de todo el misterio de Cristo y de
nuestra fe), se nos proclama antes de la Epifanía el primer capítulo del evangelio de Juan,
con el testimonio del Bautista y la llamada de los primeros discípulos por parte de Jesús.

104

En las ferias después de la Epifanía, del 7 al 12 de enero, escuchamos las


primeras manifestaciones del Mesías en el inicio de su ministerio: multiplicación de panes,
calma de la tempestad, etc. Y así nos damos cuenta de que no sólo celebramos en estos días
el nacimiento de un niño, sino el inicio de un camino de Buena Nueva.

El tiempo mariano por excelencia
Si ya en el Adviento, sobre todo en sus últimos días, nuestra oración tenía muy
presente a la Virgen María, durante el tiempo de la Navidad es todavía más intensa esta
acentuación.
La que podemos llamar «Santa María de la esperanza», la maestra de la espera
del Adviento, es sobre todo la Madre del Mesías, la que le dio a luz y lo manifestó al mundo
en la persona de los pastores y de los magos: la Maestra, por tanto, de la Navidad y de la
Epifanía, la que le acogió y la que mejor evangelizó al mundo mostrándole al Salvador.



105

2. NAVIDAD: ALGUNAS OBSERVACIONES25




Preparar la misa del gallo
La preparación de la misa del gallo es una buena ocasión para reunir y hacer
intervenir a gente diversa de la parroquia. No se trata, desde luego, de reunirse como si
todo tuviera que ser inventado de nuevo, sino que la preparación incluirá un primer
momento explicativo que ayude a los asistentes a conocer mejor cómo se configura la
celebración. Esto facilitará que todos entiendan el sentido de lo que celebramos, y les dará
pie a sugerir detalles y aspectos que acercarán la misa a la vida de la comunidad que la
celebra. También se concretará lo que se hará, se distribuirán servicios, se detallarán
horarios para preparar las cosas, etc.
Donde sea apropiado, puede realzar la fiesta alguna vigilia breve introductoria
de la misa: puede ser el Oficio de Lectura, puede ser una vigilia ya preparada, u otra creada
por los miembros de la parroquia. E incluso algo más sencillo: un canto y una poesía que
acompañen la colocación del Niño Jesús antes de la entrada del celebrante y los ministros.
También habría que potenciar la ornamentación de la Iglesia a partir de diversas
posibilidades: dibujo de un póster navideño, montar el pesebre, adornar el presbiterio... e
incluso organizar una brigada extraordinaria de voluntarios para hacer una limpieza
general especial.
Después, claro está, está la propia celebración, que merece todas las atenciones.
En este día se han de poner en juego todas las posibilidades y capacidades: ministros
suficientes para acompañar al presidente, cantos abundantes y conocidos, homilía bien
pensada y transmisora de la Buena Noticia... También la proclamación de la Calenda. Y al
acabar, la adoración del Niño Jesús con villancicos.
Potenciar el canto litúrgico y el canto popular
Un aspecto importante a tener en cuenta en la preparación de las celebraciones
es el tipo de cantos que se van a utilizar. En el tiempo de Navidad, ello implica saber
distinguir entre los cantos de contenido adecuado para la Eucaristía y las canciones
populares navideñas, o sea los villancicos. Y tener, por tanto, el suficiente y adecuado
repertorio de cantos para la Eucaristía, que ayuden a entrar en el sentido del misterio de la
Navidad: cantos que sean conocidos, y que ya de entrada y sin mucha dificultad ayuden, año
tras año, a revivir los sentimientos de fe y de amor con los que recibimos la venida entre
nosotros del Dios hecho hombre. Sin temor a repetir cada año esos mismos cantos, y al


LLIGADAS SORRIBAS, Josep. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona:
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mismo tiempo con ganas de ampliar, cuando sea necesario, el repertorio.


Pero ello no quita que también sean muy importantes los villancicos. Porque
ocurre que, como actualmente tenemos tanta música por todas partes, cada vez cantamos
menos nosotros. Y, durante estos días, la cabeza se nos llena de canciones más o menos
navideñas pero desnaturalizadas a través de la televisión o de los altavoces de los grandes
almacenes. O sea que sería muy conveniente promover en la parroquia o comunidad el
canto de los villancicos de siempre, e invitar también a cantarlos en las familias, en la
escuela, etc. Se puede editar una hoja con las letras y repartirla, y cantar villancicos al
terminar las misas, y aprenderlos en las catequesis, e incluso convocar, uno de los días del
tiempo de Navidad, un encuentro festivo para tomar algo juntos y cantar.

Después del día de Navidad


Es una constatación casi universal que las celebraciones cristianas del tiempo de
Navidad parece que se agoten el mismo día 25 de diciembre. Allí se orientan todos los
esfuerzos y capacidades de celebración del nacimiento del Hijo de Dios. Y después, en la
quincena de Navidad-Epifanía se nota muchísimo como baja el tono.
Los motivos son varios. Uno, que el protagonismo se lo llevan las diversas
celebraciones “civiles”: la fiesta familiar de Navidad y los encuentros navideños de grupos
diversos, el Año Nuevo, los regalos de Reyes... demasiadas cosas llaman la atención y hacen
difícil estar atentos a las celebraciones cristianas. Otro, el ambiente de vacaciones (aunque
mucha gente no haga), que invita a la dispersión. Y otro, aún, la sensación de “objetivo
cumplido” que se tiene el día de Navidad, después de la preparación del Adviento.
Eso no quiere decir, no obstante, que las celebraciones de estos días queden
abandonadas: no quedan abandonadas, sino que se mantiene la ornamentación festiva, los
cantos navideños, la comunicación amable del misterio que celebramos.
Las celebraciones no quedan abandonadas, pero sí se tiene la sensación de que
tienen poca vida. Y esa sensación, aunque es justificada, no debe obsesionarnos. Hay que
seguir ofreciendo unas celebraciones dignas, intentando organizar que en la medida de lo
posible no falten monitores, lectores y cantores, transmitiendo un tono de contemplación
gozosa y agradecida del Hijo de Dios hecho hombre para llevar a la máxima dignidad a toda
la familia humana...
Y también se podrían, quizá, imaginar algunas actividades concretas, como por
ejemplo:
- Una convocatoria festiva, durante la quincena de Navidad. Puede consistir en una
plegaria sencilla y después un refrigerio con villancicos.
- Una vigilia de oración de final de año. El día 31 a las 10 de la noche, por ejemplo
(para que la gente pueda después ir a celebrar “civilmente” el cambio de año).
- Sugerir que en las celebraciones familiares de Año Nuevo, un poco antes de la hora
de las uvas, se haga una breve oración de acción de gracias y petición (el
padrenuestro y un canto).
- Una “misa mayor” de Epifanía. No estaría mal intentar, el día de la Epifanía,
concentrar todos los esfuerzos en una misa, haciéndola más solemne y más
preparada, invitando a todos a asistir a ella.

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3. BENDICIÓN DEL ÁRBOL DE NAVIDAD




El Árbol navideño, más que una costumbre que para muchos no es cristiana, es un signo de la vida que
florece y se ilumina porque Cristo llena con su gozo la historia de la humanidad.

Las luces alegran, los adornos hablan de fiesta, la estrella que lo corona es signo de Jesús, luz del
mundo.

En familia, la cabeza del hogar dice, con fe:

Oremos
Bendito seas, Señor y Padre nuestro, que nos concedes recordar con fe en estos días de
Navidad los misterios del nacimiento del Señor Jesús. Concédenos, a quienes hemos
adornado este árbol y lo hemos embellecido con luces, con la ilusión de celebrar la navidad
del Salvador, que podemos vivir también a la luz de los ejemplos de la vida de tu Hijo y ser
enriquecidos con las virtudes que resplandecen en su santa infancia. Gloria a Él por los
siglos de los siglos.
R. Amén.

Al final, todos los presentes, santiguándose, dicen:

En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén

Invocación para encender las luces de la Vigilia de la Solemnidad de la Inmaculada


Concepción.

La humilde belleza de las pequeñas luces que arden pensando en la Madre de Jesús, nos comprometen a
recordar que del Vientre purísimo de la Reina Inmaculada nació el Señor.

Que la Señora de la Navidad prepare nuestros hogares para que llegue a todos la luz de Dios.

En familia, la cabeza del hogar dice, con fe:

Dios que eres luz, mira la humilde ofrenda de estas velas que encendemos hoy y recibe
amoroso nuestro deseo de amarte y glorificarte con nuestra vida. Que con la intercesión de
María Inmaculada sigamos preparando el corazón para que se encienda la luz de Jesús en
cada corazón, en esta familia que hoy proclama su esperanza, en el mundo entero sediento
de paz.

Al final, todos los presentes, santiguándose, dicen:
En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén

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4. INAUGURACIÓN DEL PESEBRE26




El pesebre no debería faltar en ningún hogar. Pequeño o grande, más artístico o más elemental, el
pesebre es el signo más visible de las fiestas del nacimiento del Hijo de Dios.
El solo hecho de tener el pesebre en casa ya es mucho, pero si además rezamos ante él, mucho mejor.
Aquí ofrecemos algunos modelos y posibilidades, según las distintas situaciones.
Inauguración del pesebre
Se puede hacer el mismo día en que lo hayamos puesto, o bien en la Nochebuena. Aquí proponemos leer
una lectura, decir una oración y cantar algún villancico.

Lectura del evangelio según san Lucas 2, 4-7
En aquel tiempo, José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en
Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse en el censo con su esposa
María, que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo
primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
Palabra del Señor.
Oremos (breve pausa de silencio).
Dios, Padre nuestro: tanto amaste al mundo que nos has entregado
a tu único Hijo Jesús, nacido de la Virgen María,
para salvarnos y llevarnos a ti.
Te pedimos que con tu bendición estas imágenes del nacimiento
nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría
y a ver a Cristo presente en todos los que necesitan nuestro amor.
Te lo pedimos en nombre de Jesús, tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Para terminar se canta un villancico (o varios). Y todos pueden acercarse a dar un beso al niño Jesús.
La oración de los niños
El pesebre da pie a ayudar a los niños a conocer más a Jesús. De todos modos, al explicar lo que el belén
significa, hay que procurar no mezclar historias fantásticas o ramplonas, que desfigurarían la fe y
podrían llevar al niño a dejarla de lado en cuanto creciera. Hay que resaltar lo básico, adaptándolo a
su capacidad de comprensión: a nuestro Dios lo reconocemos en un niño que nace pobre, sus padres
María y José son grandes ejemplos de fe y de amor, los primeros que lo adoran son una gente sencilla

LLIGADAS SORRIBAS, Josep. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona:
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(los pastores), luego vienen unos sabios de países lejanos que representan a todos los pueblos de la
tierra (los magos)...
El pesebre también ofrece una ocasión para rezar. Por ejemplo, todas las noches, antes de ir a dormir,
se puede decir esta oración y darle un beso al niño Jesús. De vez en cuando, cantarle algún villancico. Y
otras posibilidades que la imaginación sugiera.
Jesús, tú has venido a vivir aquí, con nosotros;
tú nos quieres mucho.
Tú estás aquí, muy cerca de nosotros,
con tus padres, con María y con José.
Yo también te quiero,
y quiero amarte más,
y quiero aprender a ser como tú. Amén.

La oración de los adultos


No sólo para los niños: también para los adultos el pesebre ofrece una buena ocasión para rezar.
Individualmente, o en pareja, o toda la familia, o cuando un grupo se reúne por el motivo que sea.
Puede rezarse la siguiente oración y se puede además leer un texto del evangelio (de los dos primeros
capítulos de Mateo o Lucas), cantar algún villancico, etc.
La luz de la Navidad nos llama también a nosotros,
Jesús, hermano, hijo de María, Hijo de Dios.
Nos llama como llamó a los pastores desconcertados,
y como llamó a los magos
para hacerles emprender aquel largo camino.
Porque en Belén, en tu carne tan débil,
en tu rostro de niño que aún no ha aprendido a mirar al mundo,
nosotros vemos reflejado todo el amor de Dios.
En tu carne, está aquel amor, aquella ternura, aquella esperanza confiada
que sólo Dios es capaz de dar.
En tu carne, Dios se ha hecho uno de los nuestros,
y eso es lo más grande que nadie
haya podido nunca llegar a soñar.
Contemplándote aquí, acostado en el pesebre,
acompañado del amor de María y José,
queremos poner en tus manos
nuestras ilusiones y nuestros temores,
nuestro deseo de fidelidad y también nuestro mal.
Y queremos poner también al mundo entero:
a los que más queremos y a los que no conocemos,
a los de cerca y a los de lejos;
y sobre todo, a lo que más sufren.
Jesús, hermano, hijo de María, Hijo de Dios,
danos el calor de tu amor,
llena el mundo entero con el calor de tu amor.

Bendición del pesebre

Es ya inmemorial la costumbre de instalar en las casas un “nacimiento”, llamado también “Pesebre”
que recuerda y ayuda a vivir el misterio de la Navidad. Para dar más sentido religioso para significar

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su inauguración puede hacerse este momento de oración familiar, que signifique el comienzo de, las
solemnes fiestas navideñas.

Reunida la familia, el padre o la madre dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén

Amada familia:
Durante estos días contemplaremos asiduamente en nuestro hogar este pesebre y meditaremos el
gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar con nosotros. Pidamos pues a Dios que el
pesebre colocado en nuestro hogar avive en nosotros la fe cristiana y nos ayude a celebrar más
intensamente estas fiestas de Navidad.

Escuchemos con fe las palabras del santo Evangelio según san Lucas (Lc 2, 4-7a)

En aquellos días José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en
Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que
estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito,
lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Palabra del Señor.

Oración de bendición

Señor Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos entregaste a tu Hijo único nacido de
María la Virgen, dígnate bendecir este nacimiento y a la comunidad cristiana, nuestra familia, que
está aquí presente, para que las imágenes de este Nacimiento nos ayuden a profundizar en la fe a los
adultos y a los niños y a vivir las virtudes del Hogar en que Jesús fue acogido con amor. Te lo
pedimos por Jesús, tu Hijo amado, que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén
Al final, todos los presentes, santiguándose, dicen:
En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén


111

5. VIGILIA PARA ANTES DE LA MISA DE MEDIANOCHE


(o para algún día antes de Navidad)

Habrá que tener dispuesto en lugar visible el pesebre sin el niño, o simplemente la cuna. Y repartir a los
asistentes algún elemento para ornamentarlo (ramas pequeñas, piedrecitas, papeles de colores) que se
utilizarán cuando se indique. También habrá que repartir una hoja con los cantos y el texto del
Magnificat.
Desde el principio estarán encendidas las cuatro velas de la corona de Adviento.

1. Ven, ven, Señor, no tardes. Ven, ven, que te esperamos.


Ven, ven, Señor, no tardes. Ven pronto, Señor.
El mundo muere de frío, el alma perdió el calor,
los hombres no son hermanos, el mundo no tiene amor.
Envuelto en sombría noche, el mundo, sin paz, no ve;
buscando va una esperanza; buscando, Señor, tu fe.
Al mundo le falta vida, al mundo le falta luz;
al mundo le falta el cielo, al mundo le faltas tú.

2. Lector 1: Desde muchos siglos atrás, desde el fondo de los tiempos, la llama de una esperanza ha
guiado el camino de la humanidad. Una llama encendida en el corazón de hombres y mujeres de
todo tiempo y lugar. Los hombres y mujeres de Israel, que habían conocido al Dios liberador y
habían creído en él, y los hombres y mujeres que, guiados en el silencio de su corazón por el
mismo Espíritu de Dios, habían sabido descubrir también que hay un amor más fuerte que todo
el mal y el dolor y el pecado, un amor capaz de renovarlo todo y llenarlo todo de vida.
Lector 2: Desde muchos siglos atrás, desde el fondo de los tiempos, la llama de una esperanza ha
guiado el camino de la humanidad. Y ahora, en la plenitud de los tiempos, esa llama se ha hecho
carne humana, carne nuestra, en el vientre de una muchacha, allí en Nazaret, un pueblo lejano,
casi desconocido.
Lector 1: Dios se ha hecho carne humana, carne nuestra, y todo ha cambiado. Dios se ha hecho
carne débil, carne pobre, y todo ha cambiado. Por eso nosotros hoy, preparándonos para celebrar
con toda la alegría el nacimiento del Dios hecho hombre, nos unimos a María de Nazaret, y
alabamos la fuerza y la gracia del Dios que viene en medio de nosotros. Digamos todos unidos:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

112

Auxilia a Israel, su siervo,


acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

3. Lector 1. Las palabras de María son nuestras palabras. Todos los grandes anhelos, todos los
buenos anhelos, tienen ahora una nueva fuerza, una fuerza distinta: ahora son los anhelos de
Dios, porque Dios mira la debilidad, Dios muestra su misericordia, Dios dispersa a los soberbios,
Dios colma de bienes a los pobres, Dios protege a su pueblo.
Las palabras de María son nuestras palabras. Y hoy, cuando nos disponemos a celebrar la
Navidad, son una invitación a mirar a nuestro alrededor y a comprometernos como el propio
Dios se ha comprometido.
Lector 2: En silencio, recordemos nuestro mundo, nuestro país, nuestro (pueblo, barrio, ciudad).
Ahí nace nuestro Dios. Recordémoslo y renovemos nuestra voluntad de contribuir a que haya
mejor convivencia, más justicia, más paz, más esperanza, más fe, más amor.
Silencio, con música suave de fondo.

4. Lector 1. Dice el profeta Isaías: “Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y sobre él se
posará el espíritu del Señor. Juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados.
Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito. Nadie hará daño, nadie hará
mal, porque el país estará lleno de conocimiento del Señor, como las aguas colman el mar” (11,1-
9).
Toda la tierra espera el Salvador:
viene a traer a los hombres la verdad,
a sembrar por el mundo semillas de amor.
A todos los pobres su brazo salvará.
Dice el profeta al pueblo de Israel:
Pronto la luz del Mesías brillará,
Dios se acerca a nosotros: su nombre, Emmanuel;
germine la tierra amor y libertad.
Lector 2. Ese es Jesús, el Hijo de María. Él es el Emmanuel, el Dios con nosotros. Con él la
esperanza, el deseo de vida nueva, el esfuerzo al servicio del amor, se hacen fuertes, vivos,
plenos. Y todo se llena de alegría.
Lector 1. Nosotros queremos que la Navidad sea una fiesta verdadera, auténtica. Queremos vivir
la alegría de Jesús. Y queremos que eso se note en todas nuestras actuaciones: en la amabilidad,
en el servicio, en la ayuda a los pobres, en todo. Y queremos, muy especialmente, agradecerle a
Jesús la fortaleza que nos da, el amor que nos da, la salvación que nos trae.
Lector 2: Para significar esa voluntad vamos a hacer ahora un pequeño signo. Nos acercaremos a
la cuna del niño Jesús aún vacía y dejaremos junto a ella la rama, la piedrecita, el papel de colores
que todos tenemos, como para darle ya desde ahora nuestra bienvenida agradecida.
Durante la procesión se puede poner música navideña (mejor sin texto, sólo instrumental).

5. Terminada la procesión, si el acto tiene lugar inmediatamente antes de la misa del gallo, se puede
leer algún poema navideño (o varios). Si es otro día, se lee un relato evangélico escogido entre los de
las ferias de la última semana de Adviento (por ejemplo Mateo 1,18-24; Lucas 1,26-38; Lucas 1,39-

113

45) y se puede hacer una breve homilía.

6. Invoquemos ahora a Jesús que nace entre nosotros. Responderemos a cada grupo de
invocaciones: R. Te adoramos oh divino Niño
– Jesús, luz del mundo; Jesús, sol de justicia; Jesús, estrella de la mañana.
– Jesús, camino hacia el Padre; Jesús, nuestra vida; Jesús, nuestra verdad.
– Jesús, buen pastor; Jesús, puerta de las ovejas; Jesús, que nos conoce y nos ama
personalmente.
– Jesús, nuestra paz; Jesús, nuestra alegría; Jesús, nuestra esperanza.
– Jesús, imagen del Dios invisible; Jesús, reflejo de la gloria del Padre; Jesús, Palabra hecha
carne.
– Jesús, el primero y el último, el que vive para siempre; Jesús, alfa y omega; Jesús, principio y
fin.
– Jesús, hermano; Jesús, amigo; Jesús, compañero.
– Jesús, Cordero de Dios; Jesús, Hijo de Dios; Jesús, Dios con nosotros.

Si la vigilia tiene lugar inmediatamente antes de la misa del gallo, ahora puede haber un espacio
de música mientras se encienden los cirios del altar, y seguidamente empieza la celebración con
el canto de entrada y la salida de los ministros. En cambio, si tiene lugar algún día antes de la
Nochebuena, al terminar se podría compartir un pequeño refrigerio.



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6. LA CALENDA: EL PREGÓN DE NAVIDAD27


Un buen elemento para la solemnización de la Navidad es la proclamación en todas las misas (de la
noche y del día) de este pregón, que proviene de la antigua liturgia romana. En las comunidades
religiosas, la Calenda puede tener su lugar propio en las primeras vísperas.
Este pregón se puede proclamar de distintas maneras. Por ejemplo esta: 1) entrada de los ministros
con un canto de entrada largo y vivo; 2) saludo del celebrante; 3) sube un lector y crea un breve
silencio expectante; 4) el lector proclama, con la solemnidad adecuada, el pregón. Y la misa prosigue
con el Gloria, sin ninguna monición inicial del celebrante (suficiente monición es ya el pregón...).En las
misas en las que sea difícil encontrar un lector adecuado, será mejor que lo lea el mismo celebrante.

Les anunciamos, hermanos, una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo;
escúchenla con corazón gozoso.
Habían pasado miles y miles de años
desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra
e hizo al hombre a su imagen y semejanza;
y miles y miles de años desde que cesó el diluvio
y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris,
signo de alianza y de paz;
en el año 752 de la fundación de Roma;
en el año 42 del imperio de Octavio Augusto,
mientras sobre toda la tierra reinaba la paz,
en la sexta edad del mundo,
hace 2016 años,
en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel,
ocupado entonces por los romanos,
en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada,
de María virgen, esposa de José,
de la casa y familia de David,
nació Jesús,
Dios eterno,
Hijo del eterno Padre y hombre verdadero,
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador que los hombres esperaban.



27 CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona: España. 2001.

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7. ORACIÓN UNIVERSAL28

26 de Diciembre. San Esteban
Presidente: Oremos, hermanos, por las necesidades de la Iglesia y del mundo, confiando en que san
Esteban, que en su martirio vio el cielo abierto, lleve nuestras súplicas hasta la presencia de Dios.
Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos
1. Por la Iglesia. Que, guiada por la luz de la mirada de Cristo y con las armas de la caridad, avive la
llama de la fe en toda la tierra. Oremos.
2. Por los pastores del pueblo de Dios. Que el Espíritu Santo ponga en toda ocasión en sus labios las
palabras adecuadas para anunciar a Cristo Redentor. Oremos.
3. Por los pueblos de toda la tierra. Que en todos haya paz, y en todos se pueda predicar con
libertad el mensaje del Evangelio. Oremos.
4. Por todos los que sufren. Que Cristo, que ha asumido nuestra debilidad, mire su dolor y sea su
roca salvadora. Oremos.
5. Por nosotros. Que nuestra vida responda de verdad a nuestro nombre de cristianos, y que
nuestras obras alaben a aquel que nos hace dignos de llevarlo. Oremos.
Oración conclusiva: Oh Dios, escucha la oración de tu Iglesia que en el mártir san Esteban te hizo
ofrenda de las primicias de la fe. Y, por su intercesión, concede a tu pueblo tu constante protección.
Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

27 de Diciembre. San Juan Evangelista
Presidente: Oremos, hermanos, al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su Hijo nos
concede gracia tras gracia, y digamos:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que, por la unidad y la comunión entre todos sus hijos, dé testimonio de la vida que
Cristo ha traído al mundo. Oremos.
2. Por los que gobiernan las naciones. Que se esfuercen por alcanzar, en la paz y la justicia, el
progreso de los hombres y de los pueblos. Oremos.
3. Por los que no tienen lo necesario para vivir. Que Cristo, que ha abierto nuestros ojos a la luz de
la fe, abra nuestro corazón a las necesidades de los hermanos. Oremos.
4. Por nosotros. Que vivamos la alegría de saber correr hacia donde Cristo, en la humildad de Belén
o en el silencio de un sepulcro vacío, se nos da a conocer como salvador. Oremos.

Oración conclusiva: Dios y Padre nuestro, escucha las súplicas de los que veneramos la memoria
de aquel apóstol que reclinó su cabeza en el pecho de Jesús; y concédenos, por su intercesión, vivir
siempre seguros en el seno de tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

28 de Diciembre. Los Santos Inocentes

28 URDEIX, J. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona: España. 2001.


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Presidente: Hermanos: invoquemos la ayuda del Señor, que en su Hijo Jesucristo nos ha iluminado
con la luz de su mirada. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Para que la Iglesia, en medio de las dificultades de su peregrinar en este mundo, experimente la
constante protección de Dios. Oremos.
2. Para que los que gobiernan las naciones realicen la tarea que tienen encomendada, de manera
que el mundo avance por los caminos de la voluntad de Dios. Oremos.
3. Para que los niños cristianos, con la bendición de Dios, crezcan hasta alcanzar la madurez de la
fe. Oremos.
4. Para que todos los niños que, en cualquier lugar del mundo, sufren por las guerras, el hambre o
las injusticias, sean liberados de su dolor. Oremos.
5. Para que todos nosotros caminemos siempre a la luz de la fe que profesamos. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Señor, la oración de tu Iglesia, que se alegra del triunfo, en el
martirio, de los santos niños de Belén; y a nosotros, que invocamos tu nombre, haznos experimentar
el don de tu misericordia, para que, a pesar de nuestra fragilidad humana, nos mantengamos firmes
y confiados en la misericordia divina. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

29 de Diciembre
Presidente: Hermanos: con la alegría en el alma, porque el cielo y la tierra se alegran del
nacimiento del Salvador, oremos a Dios por la Iglesia y por todos los hombres. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que en toda ocasión bendiga a Dios por el salvador que le ha sido dado, y lo
presente a todas las naciones como luz verdadera. Oremos.
2. Por los pueblos de toda la tierra. Que encuentren, en Cristo, la paz que es el anhelo de toda la
familia humana. Oremos.
3. Por los ancianos. Que puedan vivir su ancianidad rodeados del afecto de los suyos y con la alegría
de tener los ojos puestos en el Señor. Oremos.
4. Por todos nosotros. Que, siguiendo el ejemplo de la caridad de Cristo, sepamos amar de corazón a
nuestros hermanos, para no andar nunca en la oscuridad. Oremos.
Oración conclusiva: Oh Dios, tú quisiste que Cristo, nacido en Belén, se manifestase como luz de las
naciones. Concédenos caminar siempre a la luz de tu Hijo y dar testimonio de él ante el mundo. Por
Jesucristo nuestro Señor.

30 de Diciembre
Presidente: Hermanos, oremos a Dios para que la abundancia de su gracia dé fruto en la Iglesia y en
el mundo de nuestros días. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que, dando gracias a Dios por el don de la redención, anuncie al mundo entero la
venida del Salvador. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Que sus habitantes progresen en la paz y la justicia y se sientan
movidos a reconocer la grandeza de Dios y a venerar su nombre. Oremos.

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3. Por los pobres y los desvalidos. Que nuestro amor fraterno nos lleve a ayudarlos, y a hacerlo con
toda sencillez. Oremos.
4. Por todos nosotros. Que la Palabra de Dios habite en nuestros corazones y por ella aprendamos a
cumplir la voluntad del Padre, para tener vida para siempre. Oremos.
Oración conclusiva: Dios omnipotente y eterno, escucha nuestras súplicas. Tú nos has concedido
que tu Hijo, nacido de la Virgen María, participase de nuestra condición humana; concédenos
también participar de su divinidad en el reino de la gracia. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

Cuando el día 30 de diciembre se celebra la fiesta de la Sagrada Familia, la oración universal es la


siguiente:
Presidente: Hermanos, oremos a Dios y supliquémosle que derrame los dones de su amor sobre los
hijos de la Iglesia y sobre todos los que forman la gran familia humana. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia, la familia de los hijos de Dios. Que el Señor la bendiga y acoja con amor sus
súplicas. Oremos.
2. Por toda la familia humana. Que Dios le conceda el don de la paz que Jesús ha venido a traer al
mundo. Oremos.
3. Por las familias cristianas y por todas las familias del mundo. Que, siguiendo el ejemplo de la
santa familia de Nazaret, progresen en el amor que todo lo une y perfecciona. Oremos.
4. Por las familias que se encuentran lejos de su tierra, por las que no tienen casa y por las que
pasan necesidad. Que reciban la ayuda fraterna y solidaria que necesitan. Oremos.
5. Por los difuntos de nuestras familias. Que, como la Virgen María y los justos de todos los tiempos,
puedan contemplar, en la casa del cielo, la luz de la gloria de Dios. Oremos.
Oración conclusiva: Oh Dios, que como buen Padre cuidas de todos nosotros; escucha nuestras
súplicas y haz que, por tu gracia, todos los hombres, ya que tenemos el mismo origen, formemos una
sola familia en la paz y vivamos unidos por el amor fraterno. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

31 de Diciembre
Presidente: Hermanos: oremos por el bien de la Iglesia y del mundo que el Hijo de Dios ha venido
ha iluminar con la claridad de su luz, diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que anuncie fielmente, día tras día, que la salvación se encuentra sólo en Jesucristo.
Oremos.
2. Por la paz y la concordia en todos los pueblos. Que, en el nuevo año que estamos a punto de
empezar, los hombres y mujeres del mundo entero se sientan movidos a trabajar por el bien
común más que por sus propios intereses. Oremos.
3. Por los que viven angustiados por las tribulaciones del mundo presente. Que encuentren, en la
luz de Cristo, el norte que les guíe en su camino y les dé la fortaleza que necesitan. Oremos.
4. Por todos nosotros. Que la contemplación de la gloria de Cristo, que ha puesto entre nosotros su
morada, nos haga vivir con el corazón levantado hacia el Señor nuestro Dios. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Señor, la oración de tu pueblo. Protégelo y llénalo de la abundancia

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de tu gracia durante todo el año que nos disponemos a empezar; para que el consuelo de
contemplar tu presencia visible entre nosotros, nos lleve a amarte con todo nuestro corazón. Por
Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

2 de Enero
Presidente: Hermanos, oremos a Dios, en este principio de año, para que su nombre sea alabado en
toda la tierra por la salvación que ha derramado con el nacimiento de Jesús. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que dé a conocer a todos los pueblos la promesa de vida eterna que ha recibido de
Jesucristo. Oremos.
2. Por los que viven consagrados a Dios en la vida monástica. Que, siguiendo el ejemplo de san
Basilio y san Gregorio, dediquen su corazón a la virtud y a vivir según la esperanza futura.
Oremos.
3. Por los que gobiernan las naciones. Que lo hagan con espíritu de servicio, por el bien de su propio
pueblo y de todos los pueblos. Oremos.
4. Por los que no tienen trabajo y por los que sufren a causa de la pobreza. Que encuentren la ayuda
que necesitan, tanto de las personas que tienen a su alrededor como de las instituciones. Oremos.
5. Por los que estamos aquí reunidos celebrando la Eucaristía. Que la fuerza de este sacramento nos
mantenga siempre unidos a Cristo y fieles al Espíritu que de él hemos recibido. Oremos.
Oración conclusiva: Mira, Señor, al pueblo que te suplica confiado en tu amor de Padre. Concédele
los dones que de ti espera y haz que, bajo tu guía, te complazca en todo. Por Jesucristo nuestro
Señor. R. Amén

3 de Enero
Presidente: Hermanos, oremos a Dios, que en Jesucristo nos ha dado prueba de su amor, y
presentémosle nuestras necesidades y las de todos los hombres. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Para que la Iglesia muestre a Cristo, en nuestros días, como el Cordero de Dios que toma sobre sí
el pecado del mundo. Oremos.
2. Para que en todo el mundo se progrese en la colaboración entre las naciones y se vaya borrando
la diferencia entre los países ricos y los países pobres. Oremos.
3. Porque los que sufren a causa de las injusticias humanas se vean liberados de su situación.
Oremos.
4. Para que todos nosotros manifestemos nuestra esperanza en Jesucristo, viviendo una vida digna
del Evangelio. Oremos.
Oración conclusiva: Señor y Dios nuestro, por el misterio de la encarnación de tu Hijo, sé clemente
con nosotros, escucha nuestras súplicas, y enséñanos a pedirte lo que es agradable a tus ojos. Por
Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

4 de Enero
Presidente: Hermanos, con la confianza que nos da nuestra condición de hijos de Dios, pidamos por

119

el bien de la Iglesia y por la salvación de todos. Oremos diciendo:


R. Te rogamos, óyenos.
1. Para que la Iglesia siembre sin cesar en el mundo la buena semilla del Evangelio. Oremos.
2. Para que el bienestar de los pueblos se fundamente cada vez más en la paz y la concordia entre
todos los hombres y mujeres del mundo entero. Oremos.
3. Para que los que sufren en la soledad o se sienten desamparados, experimenten la protección
divina. Oremos.
4. Para que todos nosotros, conservando la semilla de la fe plantada en nuestro corazón, vivamos
siempre atentos a las enseñanzas de Cristo y practiquemos las buenas obras propias de los hijos
de Dios. Oremos.
Oración conclusiva: Dios y Padre nuestro, escucha misericordioso nuestras súplicas. Y así como
por el Salvador del mundo nos has concedido el don de la filiación divina, concédenos también por
él la gracia de la inmortalidad. Por Jesucristo nuestro Señor.

5 de Enero
Presidente: Hermanos, oremos a Dios, que en su Hijo nos ha mostrado el verdadero amor, y
confiémosle a su bondad de Padre las necesidades de todos los hombres. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Para que la Iglesia dé testimonio del amor de Dios, anunciando la entrega de su Hijo por
nosotros. Oremos.
2. Para que el amor, la paz, la justicia y la verdad fundamenten el progreso de los pueblos de toda la
tierra. Oremos.
3. Para que todos los que tienen lo suficiente para vivir sean sensibles para ayudar generosamente
a los que pasan necesidad. Oremos.
4. Para que todos los niños puedan vivir con ilusión y alegría la fiesta de Reyes; y puedan participar
también de la bendición que Jesús da a todos los que se le acercan con corazón sincero. Oremos.
5. Para que la sinceridad de nuestra vida cristiana sea una llamada que acerque a los hombres a
Jesús, y puedan reconocerlo como Hijo de Dios y Salvador. Oremos.
Oración conclusiva: Dios todopoderoso, mira misericordioso a tu pueblo y escucha nuestras
súplicas. Que la luz que ha resplandecido en el mundo con la venida de tu Hijo aleje de nosotros la
tiniebla del pecado y llene nuestros corazones de la verdad salvadora. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén

7 de Enero
Presidente: Hermanos, elevemos nuestras súplicas a Dios, que quiere que todos los hombres se
salven y compartan la misma herencia de Jesucristo. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la santa Iglesia de Dios. Que guíe a todas las naciones hacia la luz de Cristo, y reúna a todos
los pueblos en su paz. Oremos.
2. Por los que aún no han recibido la luz de la fe. Que también ellos lleguen a reconocer a Jesucristo

120

y lo adoren como Dios verdadero. Oremos.


3. Por los enfermos y por los que sufren. Que el Señor les acompañe, alivie su dolor, y les haga
experimentar el gozo de su bondad. Oremos.
4. Por nosotros, y por todos los que creen en Cristo. Que, iluminados por la fe, corramos hacia la
meta de la perfección cristiana. Oremos.
Oración conclusiva: Oh Dios, tú, por medio de tu Hijo, has iluminado a todas las naciones con tu luz
eterna. Escucha nuestras súplicas y concede a tu pueblo reconocer la gloria de su Redentor y llegar,
por su gracia, a la luz que nunca se apaga. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén

8 de Enero
Presidente: Oremos, hermanos, para que Dios, que tanto nos ama, llene con la abundancia de sus
dones a la Iglesia y a toda la familia humana. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que ofrezca amorosamente a toda la humanidad los tesoros de gracia que el Señor
le ha confiado. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Que Cristo, luz de las naciones, haga florecer en toda la tierra la
paz y el bienestar. Oremos.
3. Por los que sufren en el cuerpo o en el espíritu. Que sus necesidades sean atendidas por nuestra
caridad fraterna. Oremos.
4. Por nosotros. Que todo el mundo nos reconozca como discípulos de Cristo por nuestro amor
mutuo. Oremos.
Oración conclusiva: Dios y Señor nuestro, que nos has iluminado con la claridad de tu Hijo, pastor
de nuestras almas; escucha nuestras súplicas y haz que, alimentados con los dones de su gracia,
tengamos vida en su nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén

9 de Enero
Presidente: Hermanos: unidos por la fe en Cristo y movidos por el amor, oremos a Dios por
nosotros y por todos los hombres. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Para que la Iglesia, con maternal sabiduría, ayude a todos los cristianos a comprender
profundamente las palabras y los hechos de Jesús. Oremos.
2. Para que el Evangelio de Cristo sea proclamado a todos los pueblos y traiga la paz a toda la
humanidad. Oremos.
3. Para que Dios, en su misericordia, tenga piedad de los pobres y de los débiles. Oremos.
4. Para que el Espíritu Santo que hemos recibido fortalezca en nosotros la comunión con Dios y con
los hermanos. Oremos.
Oración conclusiva: Dios y Padre nuestro, escucha las súplicas de los que creemos que tu Hijo es el
Salvador del mundo, y concédenos dar siempre testimonio de él por la integridad de nuestra fe y
nuestra caridad sincera. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén


121

10 de Enero
Presidente: Hermanos: oremos a Dios, que en su Hijo nos ha manifestado el amor verdadero, y
confiemos a su bondad de Padre las necesidades de todos los hombres. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por los obispos, los sacerdotes y los diáconos. Que, como Jesús, y llenos del Espíritu del Señor,
lleven la Buena Noticia a los pobres y anuncien la gracia de Dios para todos. Oremos.
2. Por todos los que trabajan y sufren por la paz, por la reconciliación y por los derechos humanos.
Que su esfuerzo no sea en vano, sino que puedan lograr los frutos que desean. Oremos.
3. Por los que son marginados por nuestra sociedad. Que, por nuestra caridad, se vean atendidos y
socorridos en sus necesidades. Oremos.
4. Por los que estamos aquí reunidos celebrando la Eucaristía. Que la fuerza de este sacramento
nos mantenga siempre unidos a Cristo y fieles al Espíritu que de él hemos recibido. Oremos.
Oración conclusiva: Mira, Señor, al pueblo que te suplica confiado en tu amor de Padre. Concédele
los dones que de ti espera y haz que, bajo tu guía, te complazca en todo. Por Jesucristo nuestro
Señor. R. Amén

11 de Enero
Presidente: Oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, y pidámosle que bendiga abundantemente a
su Iglesia y muestre su salvación a todos los pueblos. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que se afane en dar a conocer a todos los pueblos la salvación de Dios, para que su
nombre sea venerado en toda la tierra. Oremos.
2. Por la paz del mundo. Que el esfuerzo por eliminar las causas de la pobreza, que oscurecen
nuestra sociedad, ayude a la edificación de una paz verdadera en todos los pueblos y naciones.
Oremos.
3. Por los enfermos, por los ancianos, por los que están solos y por todos los que sufren. Que
encuentren, en nuestra ayuda y en nuestra caridad, el consuelo que esperan recibir en sus
necesidades. Oremos.
4. Por todos nosotros. Que seamos capaces de manifestar a todos la nueva luz que Cristo ha
encendido en nuestras vidas. Oremos.
Oración conclusiva: Dios omnipotente, escucha nuestras súplicas y haz que nuestro Salvador nazca
en nuestros corazones y los renueve constantemente. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

12 de Enero
Presidente: Hermanos, oremos a Dios, que quiere salvar a todos los hombres, y supliquémosle que
derrame sobre nosotros y sobre toda la tierra los dones de su gracia. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia, el pueblo de los bautizados. Que, bajo la guía del Espíritu, dé siempre testimonio de
la vida nueva que ha recibido de Jesucristo. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Que el Señor les conceda vivir en paz y concordia, y los ilumine

122

con el Evangelio de la salvación. Oremos.


3. Por los que sufren a causa de las injusticias humanas. Que Dios les muestre su misericordia y
mueva nuestros corazones en su ayuda. Oremos.
4. Por nosotros. Que, a través de nuestro amor a Dios y a los hermanos, sepamos corresponder al
don de la fe que hemos recibido. Oremos.
Oración conclusiva: Oh Dios, tú quisiste que Cristo, nacido en Belén, se manifestase como luz de las
naciones. Concédenos caminar siempre a la luz de tu Hijo y dar testimonio de él ante el mundo. Por
Jesucristo nuestro Señor. R. Amén


123


8. OCTAVA DE NAVIDAD: SUGERENCIAS PARA LA HOMILÍA29
Día 26: San Esteban, protomártir
– El día siguiente del nacimiento del Hijo de Dios, celebramos la muerte del primer mártir. Y es que
este Niño que nace es aquel que, por fidelidad al camino de Dios, llegará hasta la cruz; y como él,
sus seguidores son llamados a ser testigos (“mártires”) de la Buena Noticia con la totalidad de su
vida.
– Este martirio, no obstante, lo celebramos como una fiesta gozosa: la muerte de Esteban es su
“nuevo nacimiento”, es la participación de la Pascua de Jesús.
– Recordamos hoy también quién fue Esteban y por qué lo mataron: él es el hombre abierto que
comprende que la Buena Noticia de la fe cristiana significa apertura a todo el mundo, rompiendo
el círculo de normas y leyes del judaísmo. Y eso, los “fundamentalistas” de su tiempo no se lo
podían tolerar.
– Y Esteban destaca también porque personalmente creía y vivía totalmente el mensaje de Jesús:
él, como Jesús, hace aquello tan difícil de amar a los enemigos (la oración nos hace pedir que
también nosotros lo sepamos hacer).

Día 27: San Juan, apóstol y evangelista


– El evangelio nos presenta lo que es fundamental de los apóstoles: seguidores de Jesús, testigos de
la resurrección, creyentes en Jesús resucitado y en todo su camino. Hoy, mientras contemplamos
al Niño de Belén, somos invitados a vivir esta misma fe plena.
– Juan (1. lectura) es testigo de lo que Jesús vivió e hizo, y nos invita a reconocer en Jesús la Palabra
del Padre. Y escribe su evangelio “para que creamos y tengamos vida”. Vale la pena que
valoremos la presencia de Jesús entre nosotros, a través de la Escritura. Y también todas las
demás presencias. Y que así tengamos alegría.
– Juan, en sus escritos, nos habla del amor-comunión de Dios con nosotros, y del amor que hemos
de tener a los hermanos. Que la fiesta de hoy nos ayude a revivirlo.

Día 28: Los santos Inocentes, mártires


– Como el día de san Esteban, nuevamente hoy contemplamos la dureza del camino de Jesús. La
fuerza de mal que hay en el mundo envuelve a Jesús desde el comienzo de su vida, y acabará
clavándolo en la cruz.
– La actuación de Herodes muestra el daño que puede hacer la defensa del propio poder sin pensar
en nada más, y las tragedias que eso provoca en los que están a merced de la voluntad
incontrolada de los poderosos: “¡Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes!”.
– Pero lo que más destaca en la fiesta de hoy es la fuerza del Dios que es más fuerte que todo el mal
que los hombres podamos hacer: los Inocentes, sin saberlo, han compartido la muerte de
Jesucristo y ahora comparten por siempre su gloria. En Dios, todo es gracia. Y al final del camino
humano está su vida.

Día 29: Día quinto dentro de la octava


– El evangelio nos trae ecos nuevamente de la Navidad. Jesús nos aparece plenamente encarnado
en la condición humana: es un niño que tiene que ser llevado en brazos como cualquier otro niño,

LLIGADAS SORRIBAS, Josep. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona:
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España. 2001.

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y su familia ha de someterse a la Ley como toda familia. Y es pobre: hace la ofrenda de los pobres.
– En esta condición humana normal, somos llamados a reconocer, como Simeón, al Salvador de
todos los pueblos. Eso quiere decir que Jesús es la luz de nuestra vida, y que vale la pena creer en
él; que el camino de la salvación está en el Evangelio, en lo que Jesús dirá y hará; y que vale la
pena hacer conocer esta luz a todo el mundo.
– La 1. lectura reafirma uno de estos aspectos: allí donde se verifica si conocemos y amamos a
Jesucristo, es en el caso que hacemos de lo que él ha dicho y hecho: es decir, si amamos a los
hermanos; si no, todo es comedia.

Día 30: Día sexto dentro de la octava


– La figura de Ana, que parece no tener relevancia alguna, nos puede hacer pensar en la dedicación
callada a Dios, en el espíritu atento a sus llamadas y manifestaciones, en la alegría de la salvación
que siempre se nos muestra. Y también en lo que todos podemos aprender de los ancianos.
– El final del evangelio nos hace mirar a Jesús que va creciendo y aprendiendo. Los largos años de
Nazaret son años de camino oculto: aprendiendo de sus padres y maestros, yendo a la sinagoga,
llenándose de Dios. Es una vida normal como la nuestra, que vale la pena vivir como él la vivió.
– La 1. lectura invita a revisar nuestros criterios en la vida normal: vencer al Maligno, conocer al
Padre, guiarse por aquello que viene del Padre y no por lo que viene del mundo.

Día 31: Día séptimo dentro de la octava


– El final del año resuena en nuestra celebración. El nacimiento de Jesús es “el principio y la
plenitud de toda religión”, dice la oración colecta; y el evangelio nos muestra a Jesús como punto
de referencia único de la historia. Hoy podemos hablar de que todo nuestro tiempo, en la vida
humana y en la fe, tiene un único centro y criterio: Jesús.
– El evangelio nos invita a contemplar a ese Jesús: en él está toda la gracia y el amor de Dios; y esta
gracia y amor los hemos visto en su hacerse hombre, en su “carne”. Sólo en la vida concreta de
Jesús podemos encontrar la gloria de Dios, el sentido de todo.
– Podemos dar gracias por el año que acaba, por la salvación que Dios nos ha continuado dando; y
pedir perdón por lo que hay de “anticristo” en nosotros (1. lectura): somos anticristos cuando
tenemos criterios de “mentira”, criterios que no son los de Jesús.










125

9.. VIGILIA DE FIN DE AÑO30



Esta vigilia probablemente lo mejor sea convocarla a las 9 o las 10 de la noche del día 31,
de modo que después pueda ir cada uno a celebrar la fiesta de fin de año en familia. La
vigilia la puede presidir un sacerdote o diácono, o también celebrarse sin presidencia. No
indicamos aquí cuando hay que estar de pie o sentados: en cada lugar se verá lo más
conveniente, y se indicará en su momento (durante los silencios y las lecturas, será mejor
estar sentados).
1. Canto
HOY SEÑOR, TE DAMOS GRACIAS

Hoy Señor, te damos gracias
por la vida, la tierra y el sol.
Hoy Señor queremos cantar las
grandezas de tu amor.

Gracias Padre, mi vida es tu vida, tus
manos amasan mi barro;
mi alma es tu aliento divino, tu
sonrisa en mis ojos está.

Gracias Padre, tu guías mis pasos, tú
eres la luz y el camino; conduces a ti
mi destino
como guías los ríos al mar.

Gracias, Padre, me hiciste a tu imagen, y
quieres que siga tu ejemplo; brindando
mi amor al hermano, construyendo un
mundo de paz.

2. Introducción: Estamos terminando este año 2017. Un año que ha marcado, como
todos los años, tanto la vida social como la vida de cada uno de nosotros. Un año en el
que hemos podido descubrir luces y oscuridades, alegrías y tristezas. Cada uno de
nosotros hemos caminado por el camino de nuestra vida, hemos trabajado y hemos
descansado, hemos sido felices y hemos sufrido, nos hemos esforzado en el
seguimiento de Jesucristo y hemos caído también en la desidia y la infidelidad.
Y a nuestro alrededor, también, hemos visto caminar a nuestros hermanos, a todos los
hombres y mujeres: desde los más cercanos, los de nuestra familia, nuestros amigos,

30
LLIGADAS SORRIBAS, Josep. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL
92. Barcelona: España. 2001.

126

hasta los más lejanos. Todos ellos, todos, forman parte de nuestra vida. Y hoy, al
terminar el año, es bueno recordarlos. De todos hemos podido aprender, todos
hansido para nosotros, de un modo u otro, estímulos para nuestra vida. Recordemos, de
todos ellos, las pequeñas y grandes felicidades vividas, y también las tristezas y dolores.
Y de un modo especial, porque de ninguna manera podríamos olvidarlos, recordemos
los rostros de dolor de nuestros hermanos que sufren por la guerra, por el hambre, por
todas las crueldades que los hombres sembramos o permitimos en este mundo.
Ahora, en silencio, oremos y pidamos perdón por todo lo que nosotros hemos
contribuido, a lo largo de este año, por acción o por omisión, a hacer más dolorosa la
vida de los demás.

3. Silencio prolongado

4. Petición de perdón
Oremos ahora juntos, reconociendo nuestro pecado y pidiendo perdón. (Se dice el “Yo
confieso” o se canta un canto de perdón).

Yo confieso ante Dios Todopoderoso,
y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de
pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por
eso ruego a Santa María siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén.

5. Oración
Padre, en esta noche del último día del año estamos aquí, ante Ti. Queremos compartir un
rato de paz, un encuentro de familia contigo. Somos tus hijos, y nos da felicidad
tenerte a ti como Padre. Te queremos agradecer este año que hoy termina, con todo lo
que hemos vivido, lo bueno y lo malo, porque en todo podemos experimentar la
llamada de tu amor. Y te queremos agradecer también todo lo que tenemos ante
nosotros, nuestro futuro en este mundo y nuestro futuro en el Reino que tú nos
prometes.
Padre, al terminar este año de 2017, y disponiéndonos a empezar un nuevo año, te
queremos pedir que estés siempre con nosotros y con todos nuestros familiares y
amigos. Y te queremos pedir, muy especialmente, que muestres tu rostro lleno de
ternura a todos los que sufren por la guerra o por el hambre, por la falta de justicia o de
libertad; y a todos aquellos que viven hundidos en el dolor o en el mal. Libéralos, Padre,
y haznos a nosotros colaboradores de esta liberación. Te lo pedimos por Jesucristo,
nuestro hermano, tu Hijo, que vive y reina contigo por los siglos. Amén.

127

6. Salmo 84
(Se recita a dos coros, habiendo repartido previamente el texto a todos)

Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados, has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.

Restáuranos, Dios Salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia y
danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón».
La salvación está cerca de los que le temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino.

7. Lectura de Isaías 9,1-6
Escuchemos ahora la palabra de los profetas. Es el anuncio de un niño que abrirá un
camino nuevo en la vida de los hombres. Es el anuncio de Jesús, el Mesías.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba
en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló. Acreciste la
alegría, aumentaste el gozo;
se gozan en tu presencia, como gozan al segar,
como se alegran al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor, el yugo de su carga,

128

el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.


Porque la bota que pisa con estrépito y
la túnica empapada de sangre serán
combustible, pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:
lleva a hombros el principado, y es su nombre:
«Maravilla de Consejero, Dios fuerte, Padre
de eternidad, Príncipe de la paz».
Para dilatar el principado, con una paz sin límites, sobre el
trono de David y sobre su reino.
Para sostenerlo y consolidarlo
con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre.
El celo del Señor del universo lo realizará. Palabra de Dios

8. Salmo 71
El salmo podría hacerse cantado. Puede cantar las estrofas un solista y la asamblea
responder con la antífona, o cantarlo todos todo. También puede leer las estrofas un lector e
ir intercalando la asamblea el canto de la antífona.

Tu reino es vida, tu reino es verdad; tu
reino es justicia, tu reino es paz; tu reino es
gracia, tu reino es amor: venga a nosotros
tu reino, Señor; venga a nosotros tu reino,
Señor.

Dios mío, da tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia, a
tus humildes con rectitud;
para que rija a tu pueblo con justicia, a
tus humildes con rectitud.

Que los montes traigan la paz, que
los collados traigan la justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo, que
socorra a los hijos del pobre;
que él defienda a los humildes del pueblo y
quebrante al explotador.

Que dure tanto como el sol, como
la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como rocío que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia y
la paz hasta que falte la luna.

129

Librará al pobre que suplica,


al afligido que no tiene protector; se
apiadará del humilde e indigente, y
salvará la vida de los pobres; salvará de
la violencia sus vidas,
pues su sangre es preciosa ante sus ojos.

Que su nombre sea eterno, que
su fama dure como el sol;
que sea bendición para los pueblos; que
las naciones los proclamen dichoso.
Bendito eternamente su nombre,
que su gloria llene la tierra.

9. Lectura de 1 Juan 1,1–2,3
Escuchemos ahora la palabra de los apóstoles. Juan, el apóstol que Jesús más quería, nos da
su testimonio: ahí, en nuestra vida de hombres y mujeres débiles, se ha hecho presente
alguien que nos ha transformado. Alguien que no es un sueño ni una idea, sino una
persona como nosotros. Alguien que nos llama a reconocer nuestra situación marcada
por el mal y el pecado, pero que al mismo tiempo nos empuja a seguir en el camino de la
fidelidad a su Evangelio.
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros
propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la
vida; pues la Vida se hizo visible, y nosotros hemos visto, damos testimonio y les
anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Eso que
hemos visto y oído se los anunciamos, para que estén en comunión con nosotros y
nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Les escribimos esto, para que
nuestro gozo sea completo. Palabra de Dios.

10. Lectura del Magisterio
Mensaje Mundial del Papa Francisco para la Jornada de la Paz 2018

11. Canto
DANOS UN CORAZÓN31
Danos un corazón ,grande para amar
Danos un corazón, fuerte para luchar.

Pueblos nuevos, creadores de la historia
Constructores de nueva humanidad.


31
Letra y música de Juan A. Espinosa

130

Pueblos nuevos, que viven la existencia


como riesgo de un largo caminar.

Pueblos nuevos, luchando en esperanza,
caminantes, sedientos de verdad.
Pueblos nuevos, sin frenos ni cadenas,
pueblos libres que exigen libertad.

Pueblos nuevos, amando sin fronteras, por
encima de razas y lugar.
Pueblos nuevos, al lado de los pobres,
compartiendo con ellos techo y pan.

12. Introducción al silencio
Vamos a hacer ahora un tiempo de silencio. Será un tiempo de oración personal en el
que podemos repasar dentro de nosotros este año que estamos acabando, y poner
ante Dios el camino que hemos recorrido, las personas con las que hemos compartido la
vida, los acontecimientos que nos han marcado, y dar gracias por todo ello. Y, al
mismo tiempo, pedir su bondad y su amor para el nuevo año. Para nosotros, y para
toda la gente que conocemos, y para todos los que sufren.

13. Silencio, a ser posible con música de fondo

14. Plegarias. (Respuesta cantada: “Señor, ten piedad”)
– Por cada uno de nosotros, por nuestras familias, por nuestros amigos.
– Por nuestro crecimiento en la fe y en la fidelidad al Evangelio.
– Por nuestros compañeros de trabajo y de estudio, por todos aquellos con quienes
compartimos nuestra vida.
– Por nuestra ciudad, nuestro pueblo y nuestro barrio y por todos los que aquí
vivimos.
– Por los pobres, los tristes, los abandonados que hay entre nosotros.
– Por nuestra parroquia, por nuestra diócesis, por la Iglesia entera.
– Por todos los hombres y mujeres, por todos los ancianos, los niños, los jóvenes; por
todos los pueblos de la tierra.
– Por todos los que, en cualquier lugar del mundo, sufren la guerra o la violencia.
– Por todos los que, en cualquier lugar del mundo, sufren la tragedia del hambre.
– Para que la paz y el amor de Dios transformen nuestro mundo.

15. Padrenuestro
Como hijos de Dios, como hermanos de todos los hombres, oremos como Jesucristo

131

nos enseñó:

Padre nuestro,
que estás en el cielo, santificado
sea tu Nombre; venga a nosotros
tu reino; hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo. Danos
hoy nuestro pan de cada día; perdona
nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a
los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y
líbranos del mal. Amén.

16. Gesto de paz
Con los mejores deseos para el año que comienza, hermanos, démonos fraternalmente la
paz.

17. Cántico de María
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su
nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de
generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa
a los soberbios de corazón, derriba del
trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a
los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

18. Despedida
Si preside un sacerdote o diácono, desea a todos un feliz año nuevo y da la bendición
solemne de Año Nuevo. Si no, el que haya dirigido la vigilia desea a todos un feliz año
nuevo.

132

19. Canto final

ANUNCIAREMOS TU REINO, SEÑOR


Anunciaremos tu reino, Señor, tu
Reino, Señor, tu Reino.

Reino de paz y justicia,
Reino de vida y verdad, tu
Reino, Señor, tu Reino.

Reino de amor y de gracia, Reino
que habita en nosotros, tu Reino,
Señor, tu Reino.

Reino que sufre violencia, Reino
que no es de este mundo, tu Reino,
Señor, tu Reino.

Reino que ya ha comenzado, Reino
que no tendrá fin,
tu Reino, Señor, tu Rein

133

10. CELEBRACIÓN DEL FIN DE AÑO32



En torno al 31 de diciembre y 1 de enero, muchas comunidades organizan una
celebración en la que se reflexiona a la luz de Cristo sobre el año que empieza. Y su reflexión
se convierte en oración.
El énfasis debería ponerse en la acción de gracias y en la esperanza cara al nuevo año.
Todos necesitamos ánimos, visión optimista de la historia.
Esta celebración quiere compartir la esperanza cristiana, con una visión cristiana del correr
del tiempo y de la tarea que a todos nos toca en la historia.

1. Saludo

2. Canto de entrada: “Marcha de la Iglesia”, “Juntos para soñar”, “Juntos como
hermanos” (un largo caminar), “Exodo y liberación” (peregrino, ¿a dónde vas?), “Iglesia
peregrina de Dios”, “Hacia ti, morada santa”... Si se quiere dar un tono mariano a la
celebración: “Santa María del camino” (ven con nosotros al caminar...), “Santa María
de la esperanza” (mantén el ritmo...).

3. Lectura bíblica: elegir una que refleje la marcha de la historia, la plenitud que ésta
adquiere en Cristo, o la confianza en Dios, conductor de la vida y del tiempo...
Proponemos éstas:
– Ef 1,3-14 (nos ha bendecido... antes de la creación... el designio que ha decidido
realizar en la plenitud de los tiempos...).
– Col 1,13-20 (Cristo, la imagen perfecta del Padre, plenitud de toda la historia...).
– Mt 5,1-12 (las bienaventuranzas).
– Mt 6,25-34 (fe en la providencia; no andar preocupados por el mañana...).
– Lc 12,16-48 (parábola del hombre rico y sus sueños... recomendación de confiar en la
providencia... parábola de los siervos vigilantes... parábola del administrador
infiel...).
– Eclo 18,1-14 (Dios dirige el universo... los días del hombre son contados... el Señor
comprende, tiene paciencia...).
– 2 Pe 3,1-18 (la historia y la promesa de la vuelta; nuevos cielos y nueva tierra...
vivir en la paz).

4. Pausa de silencio y meditación. Posible canto de respuesta, si parece oportuno:
Salmo 64 (Oh Dios, tú mereces un himno en Sión...), Salmo 89 (Señor tú has sido
nuestro refugio... los siembras año por año...). Si se elige el salmo 64, mejor alternar las

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ALDAZÁBAL, José. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92.
Barcelona: España. 2001.

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estrofas cantadas con otras leídas o proclamadas: por ej. “coronas el año con tus
bienes...”.

6. Aspectos esperanzadores del año que termina. Entre dos, enumerar brevemente los
acontecimientos más optimistas de la historia de este año: a nivel mundial, a nivel
nacional, a nivel de Iglesia y a nivel de la propia comunidad.

7. Canto de acción de gracias. Salmo 135: Porque su amor no tiene fin... O bien el
“Magníficat”.

5. Aspectos deficientes del año que termina, en clima de petición de perdón: todos
somos solidarios de la culpa. Entre dos, enumerar brevemente los acontecimientos y las
direcciones más lamentables del año, a los mismos niveles que los positivos de antes.

6. Canto de petición de perdón. Salmo 50: Perdón, Señor, perdón.

7. Reflexión personal: balance de la vida de cada uno en el año que termina:
aspectos positivos y negativos. ¿En silencio? ¿en diálogo de comunicación?

8. Oración final
– litánica, con intervenciones libres,
– oración presidencial (con o sin Padrenuestro)
– terminar con la bendición solemne del Misal Romano para el comienzo del año.

135

11. NOCHE VIEJA: AÑO NUEVO33


Celebración cristiana en familia
La despedida del año viejo y la entrada en el nuevo, suele ser un acontecimiento muy
emotivo en una familia, en un grupo o en una comunidad.
Se crea un ambiente entrañable. Evitando el lujo y la ostentación, y también el tono un
tanto parrandero al que a veces nos parece invitar el ambiente, es muy bueno que este
clima de alegría humana y familiar, sea de verdad comunicativo y feliz, tanto para los
mayores como para los jóvenes y niños.
Pero para una familia o comunidad cristiana, el paso al Año Nuevo es bueno que tenga
además un color claramente cristiano. Aparte de que se pueda participar en esa tarde/noche
en las Vísperas o en la Eucaristía (algunos grupos organizan esta noche una hora de
Adoración al Señor Eucarístico), aquí ofrecemos para el ambiente de familia un esquema
que se puede realizar en poco más de cinco minutos.
Se trata de un momento sencillo de oración, que en el clima familiar y en un momento
tan significativo puede resultar muy expresivo de nuestra fe.

1. Acción de gracias por el año que acaba
Monición (dicha por el padre o la madre)
Señor nuestro, Padre que estás en el cielo. Nos hemos reunido aquí, momentos antes de
terminar este año y empezar el nuevo. Queremos darte gracias por tantas cosas
buenas que han sucedido este año: para la humanidad, para la Iglesia, para nuestro
país, para nuestra familia, para cada uno de nosotros. Sabemos que estamos en tus
manos de Padre y te lo agradecemos (se pueden enumerar algunos de estos
acontecimientos del año).

Se puede elegir entre el canto o la oración de acción de gracias.
HOY SEÑOR, TE DAMOS GRACIAS
https://youtu.be/xac0bsvo4eq

Hoy Señor, te damos gracias
por la vida, la tierra y el sol.
Hoy Señor queremos cantar las
grandezas de tu amor.

Gracias Padre, mi vida es tu vida, tus
manos amasan mi barro;
mi alma es tu aliento divino, tu
sonrisa en mis ojos está.

33
ALDAZÁBAL, José. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92.
Barcelona: España. 2001.

136

Gracias Padre, tu guías mis pasos, tú


eres la luz y el camino; conduces a ti
mi destino
como guías los ríos al mar.

Gracias, Padre, me hiciste a tu imagen, y
quieres que siga tu ejemplo; brindando
mi amor al hermano, construyendo un
mundo de paz.

GRACIAS SEÑOR
Lector 1
Gracias Señor por todo cuanto me diste en el año que termina,
gracias por los días de sol y los nublados tristes,
por las tardes tranquilas y las noches oscuras.
Gracias por la salud y por la enfermedad, por
las penas y las alegrías.

Lector 2
Gracias por todo lo que me prestaste y luego me pediste.
Gracias Señor, por la sonrisa amable y por la mano amiga,
por el amor y por todo lo hermoso y por todo lo dulce, por
las flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las
almas buenas.

Lector 3
Gracias por la soledad, por el trabajo, por las inquietudes, por
las dificultades y las lágrimas.
Por todo lo que me acercó a Ti.
Gracias por haberme conservado la vida,
y por haberme dado techo, abrigo y sustento
Gracias Señor. Gracias Señor. Señor.

Lector 4
¿Qué me traerá el año que empieza?
Lo que Tu quieras Señor, pero te pido fe para mirarte en todo,
esperanza para no desfallecer, y caridad para amarte cada día más, y
para hacerte amar entre los que me rodean.
Dame paciencia y humildad, desprendimiento y generosidad, dame
Señor, lo que tu sabes que me conviene y yo no sé pedir.
Que tenga el corazón alerta, el oído atento, las manos y la mente activas, y
que me halle siempre dispuesto a hacer tu Santa Voluntad.
Derrama Señor, tus gracias sobre todos los que amo y

concede tu paz al mundo entero. Así sea.

137

Gracias Señor. Gracias Señor.



Todos rezan despacio el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria al Padre.
En un momento de silencio pensamos en los que ya han partido a la casa del Padre.

3. Las doce uvas
Invitar a los presentes a tomar las doce uvas como signo del año que termina y el que
empieza. Pensando en los logros alcanzados y en los compromisos nuevos para el año que
inicia.

4. Oración de año nuevo
Señor Dios, dueño del tiempo y de la eternidad. Tuyo
es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.

Al empezar un año mas,
detenemos nuestra vida ante el nuevo calendario, aun sin estrenar,
y te presentamos estos días que solo Tu sabes si llegaremos a vivirlos.

Hoy te pedimos para todos la paz y la alegría,
la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

Queremos vivir cada día con optimismo y bondad,
llevando a todas partes un corazón lleno de compresión y paz.

Cierra tus oídos a toda falsedad; nuestros labios o palabras mentirosas,
egoístas, mordaces o hirientes.

Abre, en cambio, nuestro ser a todo lo que es bueno.
Que nuestro espíritu se llene solo de bendiciones y las derrame a mi paso.

Cólmanos de bondad y de alegría
para que cuantos conviven con nosotros o se acerquen, encuentren
en nuestra vida un poquito de Ti.
Danos un año feliz, y enséñanos a repartir felicidad. Amen.

4. La copa de champán
Invitar a los presentes para hacer el brindis.

5. El abrazo
Con todos los presentes, para empezar el año con un compromiso de fraternidad y, si
hace falta, de perdón. Con un voto de confianza a todos. Olvidando lo desagradable del
año viejo y empezando el año nuevo con alegría y gozo .

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