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y Navidad
Materiales Ciclo B
Compilación elaborada por el P. Francisco Mejía Montoya,
Director del Departamento de Catequesis y Animación Bíblica.
Conferencia Episcopal de Colombia
CONTENIDO
El Adviento: Una invitación a la vigilancia. Ciclo B
Una invitación a la vigilancia
Ciclo B
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San Carlos Borromeo. Carta Pastoral Adviento: Acta Ecclesiae Mediolanensis, t. 2, Lyon 1683, 916-917.
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nosotros mirando muy de cerca a nuestro mundo, y sintiendo como propias las
angustias que en él se viven (la vida dura para muchos en nuestro país) y también las
esperanzas que avanzan (promovidas por cristianos o por quienes no lo son: ¡son
todas presencia del Señor!). Él viene, y su presencia se nota en todo amor que actúa, y su
presencia es llamada a la plenitud que tan sólo Él puede dar.
Para tener en cuenta:
La ambientación de la Iglesia. Que, al entrar, todo el mundo note que
iniciamos un tiempo nuevo. Eso, como dice el refrán, “vale más que mil palabras”. Un
póster grande y visible con una frase alusiva (“¡Ven, Señor Jesús!” u otra semejante),
austeridad en las flores (mejor una ornamentación de sólo plantas) y en las luces, un
gran paño morado (o verde, por la esperanza) colgado del techo, una música que al
entrar invite ya a la oración (el gregoriano es ideal para este tiempo)...
Los cantos. Un elemento clave para dar el tono de las celebraciones es el
tipo de cantos que se escogen. Cada tiempo litúrgico tiene sus cantos propios, que el
solo hecho de cantarlos hace penetrar ya en la sintonía del tiempo. De modo que
habría que procurar cantar cantos muy propios de Adviento. De un modo especial, eso
vale para el canto de entrada: un canto de entrada largo, que se repita los cuatro
domingos, ayudará mucho a situar la celebración desde el principio; en este sentido,
sería deseable aprender el canto de entrada de Adviento (“A ti, Señor, levanto mi
alma”); pero, naturalmente, si no se sabe este, se puede cantar cualquier otro canto
significativo de este tiempo. Recordemos también que en el Adviento se suprime el
Gloria. Y que sí se canta el Aleluya, aunque, si disponemos de dos melodías, bueno será
guardar la más vibrante para la Navidad y utilizar ahora la más sencilla.
La corona de Adviento. Este rito, importado del norte de Europa, se ha
ido introduciendo en nuestras celebraciones con buen acierto y contribuye a resaltar la
peculiaridad de este tiempo. Se trata, como se sabe, de una corona con ramas verdes que
se sitúa junto al ambón o en otro lugar adecuado, y en el que se fijan cuatro velas
vistosas. También puede utilizarse la imaginación y crear algún otro tipo de soporte
para las velas, siempre que sea digno y agradable. Al empezar la misa, se enciende el
número de velas correspondiente a aquel domingo (el primero una, el segundo dos...).
Pueden hacerlo cada domingo personas distintas: un matrimonio, un niño, una
religiosa, el celebrante...
La homilía. El Adviento es esperanza, agradecimiento, oración confiada,
alegría ante el Señor que se acerca a nosotros. Es, también, reconocimiento de que
necesitamos su salvación porque nosotros somos débiles y porque el mundo es también
débil, con mucho dolor e injusticia. Y es, finalmente, cambio en el corazón y en las
actitudes ante la vida, para que el Señor nos encuentre preparados para recibir su
salvación y para colaborar con él en su obra salvadora. La predicación será, por tanto,
intensa, convencida, vital... y, muy especialmente, amable.
Un salmo después de comulgar. Para ayudar al clima de oración propio de
este tiempo, puede introducirse la práctica de rezar, después del silencio de la
comunión y antes de la poscomunión, un salmo, entero o en parte. Puede recitarlo un
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lector (sin introducción, sin que la asamblea se una con ninguna antífona, y sin gloria
final: la asamblea se une con su silencio), o puede recitarlo toda la asamblea.
Repartir algún recuerdo-plegaria. Para marcar el primer domingo de
Adviento, se podría distribuir una estampa sencilla (media cuartilla hecha con
fotocopia), con una frase que diga “Adviento 2016” y el texto de la primera lectura de
este día, que en los tres ciclos es siempre un texto de mucha fuerza.
La Virgen María y san Juan Bautista. El Adviento es un tiempo mariano,
sobre todo en la segunda parte (desde el día 17). El domingo cuarto de Adviento
conviene que haya en el presbiterio, convenientemente resaltada, una imagen de María
madre; también podría estar colocada todos los domingos. E igualmente, los domingos
segundo y tercero podría destacarse una imagen o un póster de Juan Bautista.
La misa diaria. La misa diaria, con su tono más pacífico, puede ayudar a
saborear más este tiempo: el saludo, las invocaciones del acto penitencial, la oración de
los fieles tendrían que escogerse adecuadamente; una breve homilía ayudará a ir
viviendo lo que este tiempo significa; rezar un salmo después de la comunión...
El rezo de Laudes o Vísperas. Una forma de destacar el clima de oración
puede ser introducir en este tiempo el rezo de Laudes o Vísperas, en la forma que
resulte más adecuada: los domingos o los días laborables, como una celebración
independiente o unidos a la misa, en una misa o en todas... En cada lugar se verá lo
más conveniente.
Un encuentro de oración. Puede ser una buena oferta invitar a un
encuentro de oración durante este tiempo. Se podría realizar de dos maneras. Una,
como el inicio de un encuentro periódico todo el año: por ejemplo, fijarlo
definitivamente el primer y tercer miércoles de cada mes. Otra, como una invitación
más intensiva sólo para este tiempo, por ejemplo una vez a la semana. En todos los
casos hay que avisar la hora de empezar pero también la de acabar (media hora puede ser
una buena duración), y ser fiel a ello. La plegaria puede consistir en algún salmo, alguna
lectura bíblica, algún texto de reflexión, espacios de silencio, algún canto si se puede...
Aunque venga poca gente, será útil.
Una catequesis sobre Isaías. El tiempo de Adviento es el tiempo de los
oráculos mesiánicos, sobre todo de Isaías. Los leemos cada domingo y también los
días laborables. Por eso, se podría pensar en convocar (mejor diversas parroquias
juntas) algunos encuentros de catequesis sencilla repasando estos oráculos. Estaría
bien leer los textos (más extensamente como figuran en el leccionario), comentar la
época (de los tres autores de Isaías) y el sentido primitivo, ver el sentido mesiánico y el
sentido cristiano, hacer alguna aplicación... No hace falta una exposición de
especialista, basta con una presentación hecha por alguien que se lo haya preparado
leyendo alguna introducción.
Retiros y encuentros de reflexión. Otra posibilidad: organizar un retiro de
una tarde o una mañana. Y otra, un encuentro de reflexión sobre las angustias y
esperanzas de nuestro mundo, u otro tema similar.
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Canto
LEVANTATE4
https://open.spotify.com/track/0NOlHtWX7DpdPyfVrSmHSs
Coro
Levántate que está llegando el
Señor viene ya (bis)
Nos traerá su resplandor, nos
traerá la luz, la paz (bis)
En el Señor confiaré
Él nos dará la salvación (bis)
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ALDAZÁBAL, José. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona:
España. 2001. (Inspirado en “Spas” 54 y en “Paroisse et Liturgie).
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Letra y música de Cesareo Gabaráin
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Lo prometió, lo cumplirá
El Dios de amor nos salvará (bis)
Canto:
VEN, VEN SEÑOR NO TARDES6
https://youtu.be/5iyrNb-KaHA
Ven, ven, Señor, no tardes, ven,
ven, que te esperamos. Ven, ven,
Señor no tardes, ven pronto,
Señor.
Invocaciones:
Uno. Vienes de noche
pero en nuestro corazón es siempre de noche, por
eso ven siempre, Señor.
Vienes en silencio,
pero nosotros nunca sabemos qué decirte, por
eso ven siempre, Señor.
Todos. Ven, ven, Señor, no tardes…
Uno. Vienes en la soledad,
pero nosotros siempre estamos solos,
por eso ven siempre, Señor.
Vienes como hijo de la paz,
pero nosotros no sabemos qué es paz,
por eso ven siempre, Señor.
Todos. Ven, ven, Señor, no tardes…
Uno. Vienes a liberarnos,
y nosotros nos sentimos esclavos,
por eso ven siempre, Señor.
Vienes a consolarnos,
y nosotros estamos siempre tristes, por
eso ven siempre, Señor.
Vienes a buscarnos,
y nosotros siempre estamos perdidos, por
eso ven siempre, Señor.
Todos. Ven, ven, Señor, no tardes…
(Aquí se podría encender, si se quiere, la primera de las velas o lámparas de la
“corona de Adviento”).
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Letra y música: Cesareo Gabárain
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La corona en casa
En casa, la corona se pone sobre una mesa, o colgada del techo, o en algún
otro lugar destacado. También se puede poner a los pies de una imagen de la Virgen.
El primer domingo de Adviento es el domingo que cae entre el 27 de
noviembre y el 3 de diciembre (o sea, cuatro domingos antes de la Navidad). Ese día,
antes de comer (o el sábado anterior por la noche, o en cualquier otro momento que
resulte adecuado), se enciende una vela de la corona; el segundo domingo dos; el
tercero tres; y el cuarto, las cuatro.
Este rito se acompaña de una oración, como la que aquí indicamos a
continuación; también se puede cantar un canto y la oración; o la oración, el
padrenuestro y el avemaría. También se puede leer la primera lectura de la misa de
aquel domingo, o el texto de reflexión que ofrecemos también aquí, o las oraciones
propuestas para el encendido en la Iglesia.
Si hay niños en casa, el rito de la corona les puede ayudar a vivir más
cristianamente la preparación de la Navidad. Y si no los hay, también será una buena
ocasión para la oración familiar adulta: o bien los esposos solos, o bien los esposos con los
hijos mayores u otros miembros de la familia.
Oración
Ven, Jesús, hermano,
Señor.
Queremos preparar tu venida.
Queremos recibirte.
Te esperamos,
para que transformes nuestras vidas y
nos des tu luz,
tu paz, tu amor. Amén.
Texto de reflexión
Desde muy antiguo, el profeta Isaías anunciaba:
– Vendrá el Señor,
y juzgará a los pobres con justicia,
y nunca más alzará la espada pueblo contra pueblo,
porque los corazones estarán llenos
del conocimiento del Señor.
Allí en el Jordán, el último profeta, Juan el Bautista, proclamaba:
– Preparen el camino del Señor, allanen
sus senderos.
Conviértanse,
porque está cerca el Reino de los cielos.
Y en Nazaret empezó todo:
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Abramos nuestro corazón para vivir esta primera parte de la eucaristía - el pan de la
Palabra – que hoy nos invita a vigilar, estar despiertos y atentos para comenzar el camino
del adviento.
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Textos elaborados por el Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal de Colombia para el Plan de Predicación de Adviento
a Pentecostés, Ciclo B, 2017-2018
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del Adviento: “Lo que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Velen!”. (Mc 13,37). Es una gran
llamada de atención, una invitación a la vigilancia.
Con el paso del tiempo corremos el riesgo de quedarnos adormilados, instalados en lo que
ya tenemos, y descuidamos la meta y el proyecto de vida que nos habíamos propuesto.
Tambié n nos prepara el Adviento a la "venida sacramental" que sucederá́ , con gracia
siempre nueva, en la Navidad de este añ o. La Navidad está en medio de la primera venida,
que ya sucedió́ hace dos mil añ os en Belé n, y la ú ltima, que no sabemos cuá ndo tendrá́ lugar.
La Navidad condensa en sı́ misma el pasado y el futuro, con una gracia que siempre es
actual y presente: el Dios que quiere hacerse, una vez más, con renovada ilusión por su
parte, Dios-con-nosotros.
Sigamos escrutando el sentido de la palabra vigilancia y pensemos que esto es lo que nos
manda el Señor: “Estén alertas, vigilen”, como quien pasa la noche haciendo guardia y
atento a cualquier ruido nocturno. Pidamos en oración que podamos tener los ojos y los
oídos atentos para percibir dónde está y dónde nos llama el Señor a colaborar en la obra de
la evangelización.
Vigilar será siempre poner el reloj espiritual en la hora correcta, reorientar nuestra marcha
por la vida y estar sintonizados con la Palabra que en este primer domingo de Adviento
tiene una petición especial y la encontramos en el salmo 79: “Oh Dios, restáuranos que brille
tu rostro y nos salve”. Estar vigilantes. No se trata solamente de creer, sino de estar alerta,
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mirar hacia delante sin olvidar el pasado, mirar al futuro como hacen los que se preocupan
de que nuestro mundo, nuestro medio ambiente, no vaya deteriorándose, sino que lo
podamos dejar en herencia a nuestros sucesores en las mejores condiciones posibles. O
como el jardinero que cuida su jardı́n, porque sabe que si lo descuida crecerá n las malas
hierbas y se estropeará progresivamente. O como el deportista que no sabe cuá ndo va a ser
el momento decisivo para atacar o responder al ataque del adversario.
Hoy damos inicio a un nuevo año litúrgico donde somos convocados a celebrar, en un único
y progresivo movimiento, el Adviento, la Navidad y la Epifanía, o sea, la venida, nacimiento
y manifestación que apunta a lo mismo: que el Hijo de Dios, Cristo Jesús, se ha querido
hacer presente en nuestra historia para comunicarnos su salvación. Este camino que hoy
comienza es un itinerario de fe y de esperanza, porque desde hoy hasta el día del Bautismo
del Señor, el domingo siguiente a la Epifanía, van a ser unas seis semanas de "tiempo fuerte"
en que celebramos la misma Buena Noticia: la venida del Señor.
Es bien interesante pensar, como para muchas personas estas son las últimas semanas del
año, cuando se comienza a preparar las fiestas navideñas y se respira un aire de despedida
y finalización de todas las labores realizadas durante el año. Pero para los católicos
realmente son las primeras semanas del año donde nos centramos en la gran noticia de que
nuestro Dios ha querido ser Dios con nosotros.
Los signos nos ayudan también a adentrarnos en la celebración del misterio cristiano, por
eso durante el Adviento, las lecturas, las oraciones, la ambientación especial del templo, los
cantos y también las velas de la “corona de Adviento”, que iremos encendiendo
sucesivamente a lo largo de estas semanas y con el verde y la luz de las velas nos habla
simbólicamente de la esperanza y de la alegría por la venida del Señor.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: después de escuchar la Palabra de Dios, presentemos al Padre nuestras
intenciones, diciendo:
1. Por la Iglesia, el Papa, los obispos, sacerdotes, diáconos, para que guíen a su pueblo al
encuentro con el Señor.
2. Por los gobernantes de todas las naciones, para que reconozcan la necesidad de buscar
en Cristo la razón de ser de sus gobiernos en la lucha por la paz verdadera.
3. Por los pobres, marginados, enfermos y desamparados que no tienen pan, techo ni con
que abrigarse, para que compartamos con ellos lo que tenemos, no lo que nos sobra.
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4. Por los padres e hijos, para que construyan la unidad familiar con Cristo como centro de
sus vidas.
5. Por todos nosotros, para que la presencia de Cristo en esta celebración nos mueva a
estar vigilantes y en oración esperando su llegada.
Oración conclusiva
Monición introductoria de la Misa
La Virgen María, fue concebida sin la mancha del pecado original; este fue el primer
privilegio que Dios le otorgó para que fuera digna de ser la madre de su Hijo Jesús. Que en
este tiempo de Adviento la Inmaculada Virgen María sea nuestra compañera e intercesora
para prepararnos a celebrar y vivir en plenitud el nacimiento de Jesús en nuestros
corazones y en nuestra historia.
La Palabra nos revela la presencia y el designio salvador de Dios a través de toda la historia
de la humanidad. Siguiendo el ejemplo de María, escuchemos atentos esta Palabra,
acojámosla en el corazón y demos una respuesta alegre y generosa. Escuchemos con fe
} Primera lectura: Gn 3,9-15.20
} Salmo Sal 98(97),1.2-3ab.3cd-4 (R. Lc 1,49)
} Segunda lectura: Ef 1,3-6.11-12
} Evangelio: Lc 1,26-38
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Introducción
La celebración del año litúrgico se orienta a la implantación del Reino de Dios en el corazón y
en la vida de los creyentes; busca que el Reino de Dios llegue a ser realidad en cada bautizado;
y es lo que Jesucristo nos enseñó a pedir diariamente en el Padrenuestro: «venga a nosotros tu
Reino». La Virgen María es el modelo perfecto de esta realización del Reino de Dios en su
propia vida. En Ella se cumplió a cabalidad el Reino de Dios. Ella es su fruto maduro y
primerizo. Desde el primer momento de la existencia personal de María, aparece como figura
y modelo del destino de quienes constituimos la familia de Dios, que es la Iglesia, toda santa,
sin mancha ni arruga.
La Solemnidad de la Inmaculada Concepción no es un «paréntesis» en el tiempo de
Adviento, no es algo extraño, sin relación con el Adviento, con la venida del Salvador. Al
contrario, su significación cristológica es clara y explícita: «ni Cristo sin María, ni María
sin Cristo».
1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
La lectura del Génesis que se lee hoy, nos trae la primera promesa de salvación: “Pongo
hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la
cabeza cuando tú la hieras en la talón” (Ge. 3,15). Aquella promesa que surge de la primera
caída del hombre en el pecado. Cristo es el que vence al demonio y al pecado, y por Cristo lo
vence también María, ya desde el primer instante de su existencia personal. El salmo está
lleno de júbilo: «canten al Señor un cántico nuevo… aclame al Señor toda la tierra, griten,
vitoreen, toquen».
La segunda lectura de la carta de san Pablo a los Efesios, nos recuerda que Dios Padre «nos
eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo», para hacernos parte de su Reino.
Damos gracias a Dios porque él nos ha bendecido con toda clase de bendiciones, como es
habernos destinado a ser sus hijos, herederos con Cristo Jesús.
El Evangelio, en la escena de la anunciación a María (Lc 1,26-38) se nos revela la iniciativa
de Dios en la historia de la salvación: Dios actúa por su Espíritu y envía como Salvador a su
Hijo, Jesús. En esta iniciativa Dios interpela a la Virgen, la cual responde con su «SÍ»
generoso, plenamente abierta a la Palabra y disponible para la misión que se le encomienda,
de ser colaboradora en la Redención del mundo.
2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?
Nuestros primeros padres quisieron ser como Dios y por eso se dejaron tentar por la
serpiente, esta desobediencia nos apartó a todos de las puertas del paraíso, de hacer parte
del Reino de Dios, de la Vida Eterna.
En María, vemos remediada esa desobediencia, pues ella realiza sin vacilación la voluntad
de Dios, en ella se nos abre nuevamente la puerta al Reino, a la salvación, se nos acoge
nuevamente como hijos de Dios, ella nos permite conocer al Redentor. María como discipula
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Oración conclusiva
Padre celestial,
escucha las oraciones de los que te invocan
llenos de alegría por esta celebración
para que la Iglesia,
te sirva con generosa voluntad.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.
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Monición introductoria de la Misa
El Señor vendrá para salvar a su pueblo y nosotros nos congregamos para celebrar su
misericordia en este segundo domingo del tiempo de adviento. Dispongamos nuestros
oídos para escuchar y nuestro corazón para celebrar con fe el misterio del amor de Dios,
que se nos regala en esta Eucaristía. Participemos con fe.
Oración segundo cirio de la corona
Los profetas mantenían encendida la
esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo,
encendemos estas dos velas.
El viejo tronco está rebrotando,
florece el desierto.
La humanidad entera se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas
y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador!
El Señor hará oír la gloria de su voz para que nos alegremos de corazón. Dispongamos
nuestro ser para recibir esta Palabra y dejemos que el Señor nos allane el sendero y que
podamos vivir la conversión en una adhesión permanente a su voluntad.
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Este segundo domingo del tiempo de Adviento me llama a saber que la preparación no es
externa, que los detalles y adornos no bastan para disponer la llegada del Señor.
Necesitamos una disposición interior y una decisión personal y comunitaria que sólo
pueden nacer de la escucha atenta de la Palabra de Dios. El adviento será posible si, y sólo
sí, hay un corazón que en búsqueda de Dios se dispone en el amor para preparar con obras
y acciones concretas, lo que significa la verdadera conversión, que me saca de mis
seguridades para abandonarme bajo la sombra del Buen Pastor, que me dice que no hay
dolor tan grande que no pueda ser tocado y sanado por la presencia del Señor.
Adviento no solamente es tiempo de espera, es también de preparación alegre de la venida
del Señor y por ello me grita que hay sectores de mi vida que necesitan ser tocado por el
Señor y que su Palabra debe transformar, para lograr llegar a ser un discípulo fiel, estable y
fecundo.
3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad?
Colombia ha sufrido durante mucho tiempo el rigor de la violencia y se ha dispuesto a
emprender un camino de paz con algunos de los actores armados que se han querido meter
en este camino de esperanza, pero no será posible entrar en una nueva tierra sin una
reconciliación verdadera y sin un propósito cierto de renovación.
Es necesario que el Adviento suscite acciones concretas de cambio y por eso, a la luz de esta
liturgia y de esta Palabra, debemos comprometernos en la construcción de un nuevo país,
de un nuevo territorio donde pueda habitar la paz que sólo el Señor nos puede conceder y
que requiere de una respuesta mancomunada en la búsqueda de condiciones de justicia
para todos.
El pueblo colombiano es una comunidad que necesita ser consolada y para ello debe abrir el
corazón, día a día, para aceptar la voz del Señor. En este contexto habló el Papa Francisco en
las palabras que pronunció en el Gran Encuentro de Oración por la Reconciliación Nacional,
en el Parque de Las Malocas, en Villavicencio: “¡Colombia, abre tu corazón de Pueblo de Dios,
déjate reconciliar. ¡No le temas a la verdad ni a la justicia!”. (Gran encuentro de oración por la
reconciliación nacional, Villavicencio, 8 de septiembre de 2017). Para esta consolación
debemos ser ante todo un verdadero pueblo, unidos todos en la búsqueda de un nuevo
porvenir y de tiempos nuevos con luz de esperanza. Si hay fe en que Dios puede hacer
nuevas todas las cosas, se podrá entender que la oscuridad no tiene la última palabra y que
cuando en la noche de Navidad resuene Isaías diciendo que “El pueblo que caminaba en
tinieblas vio una luz grande; habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló” (Is
9,1), entonces sabremos que el amor de Dios jalona nuestra existencia y que reconciliados
en el amor podremos vivir cielos nuevos y tierra nueva.
4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?
La liturgia continúa en la vida diaria si la Palabra y el encuentro con el Señor nos llevan a no
encerrarnos y a descubrir que los dones y la gracia que Dios nos concede, deben ser
comunicados y entregados a los demás.
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Somos discípulos misioneros y en la liturgia hemos celebrado que el Señor viene a consolar
a su pueblo, pues la misión de anuncio de la Buena Noticia es un imperativo para cada
creyente y cada persona que se ve convocada en la liturgia, pues deberíamos hacer propias
las palabras dirigidas a Pedro: “cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos” (Lc
22,32).
Una misión que no parte de la conversión está condenada al fracaso porque se volverá
proselitismo y conquistas personales de gloria, pero no es camino de salvación.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: con la fe puesta en el Señor que viene, presentemos nuestras oraciones
suplicantes a Dios, nuestro Padre. Respondemos:
R. Ven, Señor Jesús
1. Por el Papa, los obispos y todos los ministros de la Iglesia, para que no callen su voz y
hagan siempre la llamada apremiante de la conversión. Oremos al Señor.
2. Por los gobernantes de las naciones, para que en este tiempo del adviento se dispongan
a ejercer sus funciones en la justicia y la equidad, para que la paz llegue a todos los
rincones de nuestra nación. Oremos al Señor.
3. Por los que sufren y viven en la tiniebla, para que experimenten nuestra caridad viva y
eficaz y así descubran la cercanía del Señor que viene. Oremos al Señor.
4. Por quienes celebramos esta liturgia, para que dispongamos nuestra vida en acciones
concretas de seguimiento fiel del Señor y ayudemos a otros a preparar la segunda
venida del Señor. Oremos al Señor.
5. Por nuestro país, para que el eco de la venida del Papa Francisco a Colombia, resuene en
todos los rincones y así continuemos dando pasos firmes hacia la reconciliación y la paz.
Oremos al Señor.
Oración conclusiva
Atiende, Padre santo,
las oraciones que este pueblo te presenta en la fe
y concédenos a todos un corazón dispuesto
para recibir al Señor que llega,
vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén
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Monición introductoria de la Misa
El Señor está cerca y la alegría que nos produce esta noticia nos congrega hoy para celebrar
la Eucaristía y en ella disponer nuestro corazón para experimentar la alegría que nos trae el
Altísimo cuando toca nuestra historia y se acerca en cada hombre y en cada acontecimiento.
Participemos con gozo de este banquete eucarístico.
Oración tercer cirio de la corona
En las tinieblas se encendió una luz, en el
desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar.
Preparad sus caminos, porque ya se acerca.
Adornen su alma
como una novia se engalana el día de su boda. Ya
llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz, sino el
que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles, llama
para que calientes.
¡Ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!
Monición a la Liturgia de la Palabra
La alegría del Señor permanece en el corazón de quien dispone su vida como una digna
morada para el Señor. Hoy llamados a ser testigos y mensajeros de la luz, abramos nuestros
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oídos para escuchar la palabra de la vida, que trae una Buena noticia que llena de alegría.
} Primera lectura: Is 61,1-2a.10-11
} Salmo Sal Lc 1,46b-48. 49-50.53-54 (R. Cfr. Is 61,10b)
} Segunda lectura: 1Ts 5,16-24
} Evangelio: Jn 1,6-8.19-28
Introducción
El tercer domingo de adviento, llamado también “Gaudete” es un domingo especial en este
itinerario de esperanza y preparación y nos habla de estar siempre alegres en el Señor,
por ello desde el comienzo de la celebración el ambiente nos habla de un día especial, los
signos nos comunican y, de manera especial el color rosa en este día (en la corona de
adviento y en la casulla), nos remiten a la alegría y al gozo en el Señor.
Toda la liturgia de este domingo nos hace un llamado tener un ánimo dedicado y jubiloso
para alcanzar la alegría de la salvación y por ello este domingo, que nos habla ya de la
llegada de una nueva etapa en el adviento y de la proximidad de las ferias privilegiadas del
17 al 24 de diciembre, serán de una preparación intensa y más directa a la venida del
Señor en la navidad.
1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
El cántico del Magnificat, puesto en labios del salmista en este día, es un canto a la grandeza
de Dios, que hace maravillas y conduce la historia para que su salvación siempre sea luz
para todos los pueblos. Inspirados en este cántico, nuestra asamblea alcanza a descubrir
que la alegría debe darse en el Señor que es nuestro Salvador y desde el salmo descubrimos
que toda salvación toca los aspectos internos y externos de la vida, de tal manera que no es
un ideal sino una realidad que se concretiza en una vida diferente y siempre feliz.
El texto del profeta Isaías nos llena de alegría en este día porque nos habla de una buena
noticia que trae transformación y vida nueva y que hace que todo se vuelva en traje de
fiesta. Cuando Israel comprendió que el futuro de su nación solo podía darse si colocaba su
confianza absoluta en las manos de su Dios, entendió que el futuro sería grande si era
cimentando en el Señor.
En la segunda lectura, Pablo en su carta a los tesalonicenses nos recuerda la importancia de
estar alegres en Señor, pero siempre con el discernimiento necesario para elegir el bien y
huir de aquello que se convierte en obstáculo para acoger al Señor en la existencia. Además,
finaliza con una promesa en la fidelidad de Dios que cumple todo lo que promete.
En el Evangelio, el texto de Juan nos cuenta el anuncio del Bautista que dice que él no es el
Mesías ni es la luz, sino un testimonio de la luz y que él ha sido enviado para preparar el
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camino del Mesías, por tanto, la aparición repetida del Bautista en la liturgia nos pone en
tónica de alerta por la cercanía del Señor y nos recuerda que nada ni nadie debe distraernos
frente a la que es la verdadera alegría: la llegada del Salvador.
2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?
El tercer domingo de adviento es un canto alegré por la proximidad del Mesías y eso nos
lleva a descubrir que esta Palabra de hoy tiene un mensaje de salvación para cada uno de
nosotros, a tal punto, que se vuelve una palabra eficaz cuando es proclamada en asamblea y
nos trae lo que ella produce el gozo de saber que el Señor está cerca y habitará en nuestra
casa.
El adviento va llegado al final de su primera etapa y empezará a disponer de manera
inmediata a los creyentes para la navidad. Esta primera etapa había sido un anuncio de la
segunda venida del Señor y ahora se acerca la navidad y el gozo que ella produce en la
comunidad cristiana, pero eso exige de cada uno de nosotros la respuesta fiel de quien
quiere ser testigo y no roba el protagonismo del Señor.
3. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad?
Vivimos en un ambiente que está tocado por la tentación del protagonismo y de la
necesidad de aparecer y eso nos distrae de las cosas que son verdaderamente importantes,
llegando incluso a pasar por encima del bien de los demás para el logro de nuestros
propósitos y la vanagloria que nos esquiva el verdadero camino de la felicidad.
Esta Palabra es un llamado a la comunidad cristiana de hoy y de este lugar, para que con
fuerza se centre en lo que vale la pena: tener los ojos fijos en él y no en sus mensajeros,
buscar la gloria del Señor y no la fama, servir a los hermanos y no utilizarlos, etc.
Esta liturgia es un grito a la búsqueda de la verdadera alegría, al verdadero gozo y ese no se
halla en nada ni nadie, sólo en el Dios con nosotros, por eso dice la Escritura: Sea el Señor tu
delicia y él te dará lo que pide tu corazón (Sal 36).
4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?
Cuando el corazón está lleno de la alegría del Señor, nos hace saltar de gozo y nos hace
buscar a los demás para compartir aquello que llevamos en el corazón y por eso resuenan
aún las palabras del Papa Francisco dirigidas a los jóvenes desde el Balcón del Palacio
Cardenalicio, en Bogotá: “Mantengan viva la alegría, es signo del corazón joven, del corazón
que ha encontrado al Señor. Y si ustedes mantienen viva esa alegría con Jesús, nadie se las
puede quitar” (Saludo del Santo Padre al pueblo colombiano, Bogotá, 7 de septiembre de
2017)
La misión no es posible sino en la alegría del encuentro con el que sabemos que es nuestra
alegría y debemos comunicar lo que llevamos enraizado en el corazón para que nunca
38
Monición introductoria de la misa
El Adviento ha sido un camino de preparación a la Navidad. Pidamos al Señor que esta
Celebración Eucarística sea para nosotros la puerta que abre nuestro corazón, para recibir
al Rey que viene a salvarnos.
Oración cuarto cirio de la corona
Al encender estas cuatro velas, en el último domingo,
pensamos en ella, la Virgen,
tu madre y nuestra madre.
Nadie te esperó con más ansia,
con más ternura, con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.
Te sembraste en ella
como el grano de trigo se siembra en el surco.
En sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.
¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos!
Monición a la Liturgia de la Palabra
La Palabra de Dios en el día de hoy nos sumerge en el gran milagro de la encarnación ya
prometida desde el Antiguo Testamento, escuchemos.
} Primera lectura: 2S 7,1-5.8b-12.14a.16
} Salmo Sal 89(88),2-3. 4-5.27+29 (R. Cfr. 2a)
40
Ojalá escuche hoy Dios una respuesta sincera y profunda de nuestra parte: "há gase en mı́
segú n tu palabra". Ojalá acojamos sinceramente en nuestra vida ese amor salvador de Dios.
4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?
En vísperas ya de la fiesta de Navidad, los cristianos recibimos ánimos de esta Eucaristía
para que nos preparemos debidamente a ella.
No se trata tanto de preparar cosas, que tambié n habrá que prepararlas, sino de
prepararnos nosotros. Marı́a y José́ no pudieron ofrecer al Hijo ni una cuna hermosa ni una
casa limpia para su nacimiento: pero se ofrecieron ellos mismos y le acogieron desde de la
fe, que es la mejor acogida.
Que no nos suceda a los cristianos lo que por desgracia parece a veces que pasa con otros:
que se acuerdan de todos los detalles de la fiesta, pero tal vez se olvidan del Invitado
principal: Dios.
Celebrar en cristiano la Navidad es superar la perspectiva de una "fiesta en familia", que son
cosas muy saludables, pero no suficientes. Celebrar la Navidad en cristiano es acoger lo
profundo de ese Dios que se hace Dios-con-nosotros y quiere cambiar nuestra historia, de
ese Cristo Jesús que se ha hecho nuestro Hermano y que permanece con nosotros todos los
días, hasta el final de los tiempos.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Dirijamos, hermanos, nuestras súplicas a Dios Padre, por la intercesión de
María, modelos de fe y esperanza, para que la venida del Salvador haga florecer la justicia, la
paz y el amor en nuestro mundo.
R. Oh Señor, escucha y ten piedad.
1. Dios de la vida, te pedimos por tu Iglesia. Concede al Papa y a nuestros Obispos la alegría
de seguir anunciando la paz y la esperanza.
2. Dios de la paz, concede a todos los pueblos el regalo de la paz y haz que cuantos viven en
tinieblas y en sombras de muerte encuentren en tu amor consuelo y gozo para sus vidas.
3. Dios de la esperanza, sigue despertando en el corazón de todos la caridad fraterna que
nos permite compartir, en estos días, bienes y vida con los más necesitados. Danos el
gozo de servirnos con amor.
4. Dios siempre fiel, haz que cuantos ya gozan de tu reino nos acompañen con su
intercesión y nos motiven a seguir trabajando por la unidad y por la reconciliación de
todos.
43
Oración conclusiva
Acoge paternalmente nuestras súplicas,
oh Señor de la esperanza,
y haz que estos días de alegría
nos renueven en la fe.
Por Cristo nuestro Señor.
R. Amén
44
9
GOMIS, J. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona:
España. 2001.
10
Letra y música Carmelo Erdozáin
45
7. Canto
“Vamos cantando al Señor” (estrofas 2 y 3)
8. Monición al Evangelio
Para darnos a su Hijo Jesús, Dios refuerza la relación personal con María. Y ésta, llena del
Espíritu de Dios, refuerza su relación con cuantos la rodean y se pone a servirles. Nos lo
dirá ahora el Evangelio. Dispongámonos a escucharlo de pie, cantando el aleluya.
9. Aleluya
10. Evangelio
Lucas 1, 39-45
11. Homilia
12. Monición al canto penitencial
Cuando contemplamos la grandeza del Amor de Dios, nos sentimos pecadores.
Expresémoslo juntos con las palabras del canto.
13. Canto penitencial
Perdón, Señor, hemos pecado (u otro canto penitencial)
14. Introducción a las plegarias penitenciales
Con sinceridad de corazón, dirijamos nuestra oración al Padre y pidásmosle el perdón de
nuestros pecados, diciendo: Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.
15. Plegarias penitenciales
Cada frase, puede decirla un lector distinto (A, B,C), y la invitación (Oremos juntos), el
celebrante. Hay que decirlas lentamente.
1. A. Porque vivimos en el mundo, sin ganas de transformarlo,
B. porque somos tan poco solidarios de los demás,
C. porque no vivimos como hijos de Dios.
Oremos juntos.
2. A. Porque ponemos el propio “yo” como centro de nuestras relaciones,
B. porque queremos ser como pequeños dioses,
C. porque queremos ser protagonistas sin estar al servicio de los demás.
Oremos juntos
47
7. EL ACTO PENITENCIAL11
Lunes
Somos gente pecadora, pueblo cargado de culpas, que hemos abandonado al Señor;
purifiquémonos, pues, de nuestras malas acciones y quedaremos blancos como la
nieve.
- Oh Sabiduría que brotaste de los labios del Altísimo y vienes a mostrarnos el camino de
la salvación. ¡Señor, ten piedad! R/. Señor…
- Oh Pastor de la casa de Israel, que vienes a librarnos con el poder de tu brazo. ¡Cristo,
ten piedad! R/. Cristo…
- Oh renuevo del tronco de Jesé que vienes a salvar a todas las naciones. ¡Señor, ten
piedad! R/. Señor…
Martes
Arrepentidos de nuestros pecados, pidamos al Señor que renueve la vida de su
pueblo para que con su venida nos llenemos de gozo y de paz.
- Tú que descendiste del cielo para traernos el perdón del Padre, ¡Señor, ten piedad! R/.
Señor…
- Tú que vienes a visitarnos, para que en tu presencia encontremos la paz, ¡Cristo, ten
piedad! R/. Cristo…
- Tú que volverás con gloria al fin de los tiempos para pedirnos cuenta del trabajo que nos
encomendaste, ¡Señor, ten piedad! R/. Señor…
Miércoles
Vendrá el Señor, iluminará lo que esconden nuestras tinieblas y perdonará lo que
merecían nuestros pecados; con espíritu humillado y contrito pidamos perdón.
- Gran profeta que vienes a renovar Jerusalén. ¡Señor, ten piedad! R/. Señor…
- Resplandor de la luz eterna, que vienes a iluminar todos los hombres, ¡Cristo, ten
piedad! R/. Cristo…
- Deseado de las naciones, que vienes a salvar a los que están perdidos, ¡Señor, ten
piedad! R/. Señor…
Jueves
Humillémonos, hermanos, bajo la poderosa mano de Dios que él, en el día de su
venida, nos levantará y nos perdonará:
- Tú que vienes con gran poder, ¡Señor, ten piedad! R/. Señor…
- Tú que purificas el mundo con el fuego de tu Espíritu, ¡Cristo, ten piedad! R/. Cristo…
- Tú que vienes para crear un cielo nuevo y una tierra nueva, ¡Señor, ten piedad! R/.
Señor…
11 P. Farnés. El Adviento. CPL
50
Viernes
No temas, pueblo mío, que vengo a redimirte; con amor tierno te amé y por eso
quiero prolongar mi misericordia contigo; conviértete, pues, a mí de todo corazón:
- Luz del mundo, que vienes a iluminar a los que viven en las tinieblas del pecado, ¡Señor,
ten piedad! R/. Señor…
- Buen Pastor, que vienes a guiar a tu rebaño por las sendas de la verdad y de la justicia.
¡Cristo, ten piedad! R/. Cristo…
- Deseado de las naciones, que vienes a salvar el hombre que tú mismo formaste del
fango, ¡Señor, ten piedad! R/. Señor…
Sábado
Convirtámonos, hermanos, y llevemos una vida honrada y religiosa, mientras
esperamos la aparición gloriosa del gran Dios:
- Enviado del Padre para anunciar la Buena Noticia a los pobres, ¡Señor, ten piedad! R/.
Señor…
- Mensajero de la paz, Luz del mundo, Deseado de las naciones, ¡Cristo, ten piedad! R/.
Cristo…
- Hijo de David, que volverás un día para dar cumplimiento a las promesas del Padre,
¡Señor, ten piedad! R/. Señor…
51
Día 13
Oremos, hermanos, para que aquel Reino que Dios tiene preparado desde el comienzo del
mundo para los que le aman, venga ya a nosotros:
Día 14
Deseamos, Señor, que venga el Reino de tu Hijo: Reino de verdad y de vida, Reino de
santidad y de gracia, Reino de justicia, de amor y de paz, y por eso, llenos de confianza, te
decimos:
53
9. ORACIÓN UNIVERSAL
HASTA EL 16 DE DICIEMBRE
LUNES
Presidente: Mientras esperamos la venida definitiva del Señor, cuando acogerá en su
Reino a toda la humanidad redimida, oremos para que su amor, su paz, su luz,
transformen ya ahora nuestras vidas y las de todos nuestros hermanos. Oremos
diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Para que llegue un día en que todos los hombres y mujeres de toda la tierra, puedan
vivir en paz, con esperanza, confiados ante el futuro. Oremos.
2. Para que la luz y la fuerza del Evangelio haga desaparecer el egoísmo, la dureza de
corazón, la mentira. Oremos.
3. Para que los gobernantes, los políticos, los que tienen el poder económico o militar,
trabajen sinceramente por el bienestar de todos, y especialmente de los más pobres y
débiles. Oremos.
4. Para que el pueblo de Israel, que recibió desde muy antiguo la llamada del Señor, se
esfuerce en buscar la paz y muestre ante el mundo el rostro amoroso de Dios.
Oremos.
5. Para que la Iglesia entera, y cada uno de nosotros, vivamos con alegría nuestra fe y la
vida nueva que hemos recibido. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús, escucha nuestra oración. Ven y renuévanos, a
nosotros, a toda la Iglesia, y a la humanidad entera. Tú que vives y reinas por los siglos de
los siglos. R. Amén.
MARTES
Presidente: En este tiempo de preparación de la venida del Señor, oremos para que el
amor de Dios se derrame en nuestro mundo. Oremos diciendo:
R. Padre, escúchanos.
1. Por la Iglesia y por cada uno de los cristianos. Que seamos siempre portadores de
esperanza, de amor, de misericordia. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Que ningún pueblo alce ya más la espada contra
otro, y se terminen las guerras y las violencias. Oremos.
3. Por los que son víctimas de la violencia y de cualquier opresión. Que encuentren el
apoyo que merecen, para poder liberarse de esa injusticia. Oremos.
4. Por los niños. Que con nuestro ejemplo y nuestra palabra sepamos educarlos en la
generosidad, la sencillez, y el amor a Jesús. Oremos.
54
5. Por los que no tienen trabajo, o tienen trabajos precarios que les hacen vivir en la
inseguridad y la angustia. Oremos.
6. Por nuestros familiares y amigos difuntos. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Padre, nuestra oración, y haz que, como María,
tengamos el corazón bien dispuesto para recibir a tu Hijo Jesús. Que contigo vive y
reina por los siglos de los siglos. R. Amén.
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DÍA 19
Presidente: Llenos de alegría porque el Señor está cerca, oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Para que la Iglesia, como Juan Bautista, anuncie la salvación de Dios y dé testimonio de
fe y de esperanza en el Señor que viene a nuestras vidas. Oremos.
2. Para que no falten en nuestro mundo profetas capaces de hacer que crezcan en
todos los corazones sentimientos de generosidad, de justicia y de fraternidad. Oremos.
3. Para que los pobres sean protegidos y salvados de su dolor, y toda persona tenga lo
necesario para vivir. Oremos.
4. Para que los matrimonios que no pueden tener hijos vivan con paz y confianza.
Oremos.
5. Para que nuestra comunidad llegue a ser un pueblo bien dispuesto para recibir al
Señor. Oremos.
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús. Ven en medio de nosotros y da tu consuelo a los
afligidos, tu fortaleza a los que te queremos seguir, tu luz a los que no te conocen, y un
corazón nuevo a los que viven encerrados en el egoísmo. Tú, nuestro hermano y
nuestro Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
DÍA 20
Presidente: A Jesús, el Emmanuel, el Dios con nosotros, el hijo de María, orémosle
diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia, por cada uno de los cristianos. Para que seamos portadores de paz en los
conflictos, y nos esforcemos en la búsqueda de soluciones cuando se planteen
tensiones y problemas. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Para que las fiestas de Navidad hagan crecer la
justicia, la libertad, la paz. Oremos.
3. Por las madres y los padres que esperan el nacimiento de un hijo. Para que lo
puedan vivir con mucha felicidad, y el niño crezca sano de cuerpo y de espíritu.
Oremos.
4. Por los pobres y por todos los que vivirán estas fiestas en el dolor y la tristeza. Para que
reconozcamos en ellos la presencia del Dios hecho hombre, y les demos toda nuestra
ayuda. Oremos.
5. Por nosotros. Para que vivamos estos días de espera del nacimiento de Jesús con un
gran espíritu de fe y de oración. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús: A nosotros, que por el anuncio del ángel hemos
conocido tu encarnación, condúcenos, por tu pasión y tu cruz, a la gloria de la
resurrección. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
59
DÍA 21
Presidente: El Señor está cerca. Con fe, con esperanza, orémosle diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por los obispos, por los sacerdotes, por los diáconos. Que, como María, que trajo la
alegría a la casa de Isabel, sean fuente de alegría para todo el pueblo cristiano.
Oremos.
2. Por los que dudan y los que desfallecen en la fe. Que estas fiestas de Navidad les
ayuden a encontrar al Dios que se ha hecho nuestro hermano. Oremos.
3. Por los que trabajan en los servicios sociales y la atención a los pobres, tanto en
instituciones civiles como en instituciones de Iglesia. Que Dios les dé la fortaleza y el
amor que necesitan para llevar a cabo su labor. Oremos.
4. Por los que sufren hambre y miseria, en nuestro país. Que reciban la ayuda y la
solidaridad que necesitan, por parte nuestra y de todas las personas de buena
voluntad. Oremos.
5. Por los que nos hemos reunido a celebrar la Eucaristía, en estos últimos días del
tiempo de Adviento. Que estemos siempre bien dispuestos para recibir al Señor que
viene a nuestras vidas. Oremos.
Oración conclusiva: Escúchanos, Señor, y ven a salvarnos. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos. R. Amén.
DÍA 22
Presidente: Unidos con María, que canta la alegría de la salvación, y dispuestos, como ella,
a llevar a Jesús a nuestros hermanos, oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia. Que esté siempre a favor de los pobres y los débiles, y se oponga a los
opresores. Oremos.
2. Por los creyentes de las religiones no cristianas: judíos, musulmanes, budistas,
hinduistas. Que Dios les ilumine en la búsqueda del bien y del amor. Oremos.
3. Por todos los que, en cualquier lugar del mundo, trabajan al servicio de la justicia y la
igualdad entre los hombres. Que sus esfuerzos sean eficaces, y den fruto para el bien
de todos. Oremos.
4. Por los maestros y los educadores. Que con su labor ayuden a construir un mundo de
hombres y mujeres libres, conscientes y generosos. Oremos.
5. Por nosotros. Que sepamos reconocer agradecidos las maravillas que el Señor obra en
nuestras vidas. Oremos.
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús, y danos tu amor inagotable. Tú, el Hijo de Dios,
nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
60
DÍA 23
Presidente: A las puertas ya de la Navidad, cuando está a punto de nacer entre
nosotros aquel que nos muestra la bondad de Dios y su amor a todos los hombres y
mujeres del mundo entero, orémosle diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Para que pronto llegue la unidad de todos los cristianos bajo la guía del único
pastor, Jesús, el Hijo de Dios. Oremos.
2. Para que en el corazón de todas las personas crezcan sentimientos de amor, de
generosidad, de perdón. Oremos.
3. Para que todos los niños y niñas tengan casa, escuela, y una familia que les quiera.
Oremos.
4. Para que aquellos que viven pensando sólo en sí mismos, se conviertan y aprendan a
amar. Oremos.
5. Para que todos nosotros nos preparemos para la celebración de la Navidad
mediante la oración y el amor sincero. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús, ayúdanos a vivir estos días con los ojos muy abiertos
a nuestro alrededor, sin escondernos de los problemas, y con ganas de poner en ellos
todo el amor de que seamos capaces. Te lo pedimos a ti, hombre como nosotros, que vives
y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
DÍA 24
Presidente: Ya se cumple el tiempo en el que Dios envió a su Hijo a la tierra. Con fe, le
decimos:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por todos los pueblos de la tierra. Que la luz del Evangelio siembre en ellos semillas de
esperanza, de fe y de amor. Oremos.
2. Por los países que sufren la tragedia de la guerra. Que la venida del Príncipe de la
paz transforme los corazones y sea posible alcanzar soluciones de justicia y de
concordia. Oremos.
3. Por los pobres y por todos los que vivirán estas fiestas en el dolor y la tristeza. Que
reconozcamos en ellos la presencia del Dios hecho hombre, y les demos toda nuestra
ayuda. Oremos:
4. Por la Iglesia. Que sea siempre testimonio transparente del amor y la bondad de
Dios que hemos conocido en Jesús, el Niño de Belén. Oremos:
5. Y por todos nosotros. Que la alegría de la Navidad transforme nuestros corazones.
Que, como María, la Madre de Dios, vivamos estas fiestas poniendo a nuestro
alrededor todo el amor de que seamos capaces. Oremos:
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y
fortalezca a los que esperan todo de tu amor. Tú, la Palabra hecha carne, el Hijo de
Dios, nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén
61
11. LUCERNARIO12
En honor de la Inmaculada Concepción de María
7 de diciembre de 2017
Se disponen en el presbiterio, cerca al altar la Imagen de la Virgen Santísima con dos o más candeleros, El celebrante,
revestido de alba y estola y también pluvial blanco o azul (allí donde esté concedido), venera el altar y va a la sede desde
donde dice:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.
El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
Amados hermanos en la fe:
Hemos venido a honrar al Señor de la gloria, luz de luz, y a recordar la bondad de Dios en
este signo humilde de las luces que se encienden en la vigilia de la Solemnidad de la
Inmaculada.
En Éfeso, la ciudad a la que San Pablo dirigió su carta y la que fue protagonista de
tantos sucesos en el Nuevo Testamento, durante el año 431 se celebraba el Concilio
Ecuménico en el que, entre importantísimas definiciones, se proclamó la Maternidad
Divina de María, esto es, que la Santísima Virgen María es madre de Dios, y que al dar a
luz al Salvador, Dios y hombre verdadero, debe ser honrada con especial afecto por la
Iglesia con éste título único y glorioso.
Los habitantes de Éfeso, para animar a los Obispos del Concilio y para hacer
sentir su voz, la que asegura la vinculación del Pueblo de Dios a las definiciones de los
dogmas de la Iglesia, encendieron en sus casas luces con las que indicaban su adhesión a
la verdad revelada en la que se apoya la afirmación de María como Madre de Dios.
Llena la ciudad de las luces de los fieles, resonó luego la definición dogmática
con la que se proclamaba la Maternidad Divina.
El Papa Pío Noveno, quiso retomar este signo la víspera de la definición del
Dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854.
12
Texto elaborado por el P. Diego Albero Uribe Castrillón, profesor Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín.
62
ios y Padre nuestro,
que, por la maternidad de la Virgen María, quisiste
revelar al mundo el esplendor de tu gloria,
concédenos poder celebrar con fe íntegra y
generosa entrega el admirable misterio de la
Encarnación de tu Hijo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y
es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Lectura de la Palabra de Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 28-30
Hermanos: Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo
aman, de aquellos que él llamó según su designio. En efecto, a los que Dios conoció de
antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el
Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
Palabra de Dios.
Salmo Sal 97, 1. 2-3b. 3c-4 (R.: 1a)
R. Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas.
Canten al Señor un canto nuevo, porque
él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo le
obtuvieron la victoria. R.
El Señor manifestó su victoria,
63
13
San Efrén de Ciro Himno De Nativitate 11, 6-8.
64
14
San Cirilo de Alejandría, Homilía en el Concilio de Éfeso.
15
Santa Laura Montoya, Obsequios a María Inmaculada. Manual de Oraciones.
65
12. NOVENA EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
PATRONA DE AMÉRICA LATINA
Señal de la Cruz
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos
quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos
ofendido. Propongo enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco cuanto hiciere en
satisfacción de mis pecados, y confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que me
perdonéis y me des gracia para nunca mas pecar. Así lo espero por intercesión de mi
Madre, nuestra Señora la Virgen de Guadalupe. Amén.
Hágase la petición...
Récese cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones y luego se reza la oración de
cada día.
Primer Día
Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus sagradas cienes
publica que eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como Hija, como Madre y
como Esposa del altísimo tienes absoluto poder y justísimo derecho sobre todas las
criaturas. Siendo esto así, yo también soy tuyo; también pertenezco a tí por mil títulos;
pero no me contento con ser tuyo por tan alta jurisdicción que tienes sobre todos;
quiero ser tuyo por otro título mas, esto es, por elección de mi voluntad. Ved que, aquí
postrado delante del trono de tu Majestad, te elijo por mi Reina y mi Señora, y con este
motivo quiero doblar el señorío y dominio que tienes sobre mí; quiero depender de tí y
quiero que los designios que tiene de mí la Providencia divina, pasen por tus
manos. Dispón de mí como te agrade; los sucesos y lances de mi vida quiero que todos
67
PRIMER MISTERIO
Se medita en la primera aparición.
1. El 9 de diciembre de 1951 Juan Diego iba a México a oír Misa y estudiar la
Doctrina. AVE MARÍA…
2. Al pasar por El Tepeyac, oyó en la cumbre una música que semejaba el canto de
muchos pajaritos. AVE MARÍA…
3. Juan Diego sube a la cumbre del cerrito. AVE MARÍA…
4. Allí ve una princesa resplandeciente de luz hermosísima. AVE MARÍA…
5. Que le dice: Hijito mío, Juan Diego, a quien amo como a tiernecito y delicado. AVE
MARÍA…
6. Yo soy la Madre de Dios, ve al Señor Obispo y dile que “es mi deseo que en este
lugar se me edifique una templo”. AVE MARÍA…
7. “En el que me mostraré Madre tuya y de tus semejantes”. AVE MARÍA…
8. Juan Diego, obediente, va a ver al Señor Obispo. AVE MARÍA…
9. Después de mucho trabajo es conducido a presencia del Señor Obispo. AVE
MARÍA…
10. Ya en su presencia le da el recado de la Santísima Virgen. AVE MARÍA…
Gloria al Padre etc.
71
SEGUNDO MISTERIO
Se medita en la Segunda Aparición
1. El Señor Obispo no le da crédito a Juan Diego. AVE MARÍA…
2. El indio, desconsolado, se regresa a su pueblo la tarde de ese mismo día. AVE
MARÍA…
3. Al pasar por el cerrito, en el mismo lugar vuelve a ver a la Santísima Virgen. AVE
MARÍA…
4. Le comunica lo sucedido. AVE MARÍA…
5. Y le ruega que envíe con el Señor Obispo a otra persona de más representación.
AVE MARÍA…
6. La Santísima Virgen le ordena que vuelva él mismo. AVE MARÍA…
7. Lo que hace el indio al día siguiente, 10 de diciembre, después de oír Misa. AVE
MARÍA…
8. El Señor Obispo examina bien a Juan Diego. AVE MARÍA…
9. Y no se resuelve a poner manos a la obra. AVE MARÍA…
10. Le exige una señal como prueba de su misión. AVE MARÍA…
Gloria al Padre etc.
TERCER MISTERIO
Se medita en la Tercera Aparición
1. Juan Diego se retira del palacio episcopal. AVE MARÍA…
2. El Señor Obispo manda a dos personas que lo vigilen. AVE MARÍA…
3. Al llegar al cerrito, Juan Diego se les pierde. AVE MARÍA…
4. Los espías lo acusan con el Señor Obispo de brujo y hechicero. AVE MARÍA…
5. Entre tanto el indio sube al cerito. AVE MARÍA…
6. Allí ve por tercera vez a la Santísima Virgen. AVE MARÍA…
7. Le dice que el Señor Obispo pide una señal. AVE MARÍA…
72
8. La Santísima Virgen dice al indio que vuelva al día siguiente para darle la señal. AVE
MARÍA…
9. Pero sucedió que Juan Diego, no pudo volver. AVE MARÍA…
10. Debido a la enfermedad de su tío Juan Bernardito. AVE MARÍA…
CUARTO MISTERIO
Se medita en la Cuarta Aparición
1. Juan Diego tiene necesidad de volver a México. AVE MARÍA…
2. Para buscar a un Sacerdote que auxilie a su tío.
AVE MARÍA…
3. Como va de prisa toma otro camino. AVE MARÍA…
4. Pero la Santísima Virgen le sale al encuentro. AVE
MARÍA…
5. Juan Diego avergonzado se disculpa con la
enfermedad de su tío. AVE MARÍA…
6. La Virgen no le reprende, le dice que su tío
en ese momento está sano. AVE MARÍA…
7. En ese momento al Virgen se le aparece a Juan
Bernardito y lo sana. AVE MARÍA…
8. Y le dice que envió a su sobrino a México con el Señor Obispo. AVE MARÍA…
9. A llevarle unas flores a una Imagen en tilma, como señal. AVE MARÍA…
10. Y que dijese él, al Señor Obispo, que la Imagen había que llamarse Santa María de
Guadalupe. AVE MARÍA…
Gloria al Padre, etc.
QUINTO MISTERIO
Se medita que la Santísima Virgen se quedó estampada en la Tilma de Juan Diego.
1. La Santísima Virgen mandó a Juan Diego llevar la señal al Señor Obispo. AVE
MARÍA…
73
2. La Señal consistía en una rosas y flores que mandó cortar a Juan Diego, en las
rocas donde se le apareció la primera vez. AVE MARÍA…
3. Aunque Juan Diego sabía que en aquel lugar no había rosas fue a buscarlas. AVE
MARÍA…
4. En las peñas habían brotado hermosísimas rosas y flores. AVE MARÍA…
5. Juan Diego las corta, las pone en su Tilma y vuelve a presentárselas a la
Santísima Virgen. AVE MARÍA…
6. La Santísima Virgen toma algunas rosas y vuelve a ponerlas en la Tilma diciendo:
que ellas eran la señal. AVE MARÍA…
7. Juan Diego se va a llevar las flores al Señor Obispo y con trabajo logra hablar con él.
AVE MARÍA…
8. Ya en su presencia del Señor Obispo, Juan Diego desdobla la Tilma y al caer las
rosas queda estampada la Virgen María de Guadalupe. AVE MARÍA…
9. El Señor Obispo sorprendido se arrodilla ante la Augusta Imagen. AVE MARÍA…
10. Este prodigio se verificó entre 9 y 10 de la mañana del martes 12 de diciembre de
1531. AVE MARÍA…
Gloria al Padre etc.
LETANÍAS
Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María de Guadalupe, Ruega por nosotros y por el mundo entero.
Reina de México, Ruega por nosotros. Sol
de Anáhuac, Ruega por nosotros. Rosa del
Tepeyac, Ruega por nosotros.
Baluarte de nuestra fe, Ruega por nosotros
Faro de nuestra esperanza, Ruega por nosotros
Llama viva de ardiente caridad, Ruega por nosotros
Patrona de las Naciones Latinoamericanas, Ruega por nosotros
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PRESENTACIÓN
La novedad de Dios no es como tantas novedades del mundo, que pasan cada día, que hay
que buscarlas constantemente. La novedad que Dios da a nuestra vida con su venida es
definitiva, no sólo para el futuro sino para hoy. Dios a pesar de tantas realidades difíciles,
negativas, que vivimos hoy en nuestros hogares y en nuestra sociedad está haciendo todo
nuevo, está haciendo nacer realidades nuevas en nuestro país.
Permanecer fieles en el camino de la fe con la esperanza puesta en el Señor, es el secreto del
camino que está reemprendiendo nuestra nación.
Las dificultades, los momentos de crisis que vivimos, la epidemia de las polarizaciones y las
injusticias, la corrupción, los ataques a la vida, a la familia, no nos deben llenar de temor si
permanecemos unidos a Dios, si perseveramos en la amistad con Él, y le abrimos espacio en
el corazón.
En esta Navidad los invito a tener puesta la confianza en la acción de Dios. Con Él, seremos
capaces de hacer grandes cosas, nos hará sentir la alegría de ser sus discípulos y sus
testigos.
Así, la espera de la Navidad no solo ilumina nuestra sociedad desde lo alto, sino desde
dentro de nuestros corazones, desde nuestra Iglesia Colombiana, y por tanto, dentro de
toda la sociedad. La esperanza que Jesús enciende consiste en que a pesar de las tinieblas en
que vivimos, los sufrimientos, y la violencia, podemos seguir confiando que “algo nuevo está
por nacer”.
Los exhorto a que “vayamos al encuentro del Señor, porque la Navidad no es sólo un
acontecimiento temporal o un recuerdo de una cosa bonita. La Navidad es algo más: vamos
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por este camino para encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos
para encontrarlo: encontrarlo con el corazón; con la vida; encontrarlo vivo, como Él es;
encontrarlo con fe” (Papa Francisco).
Deseándoles a todos que siempre crezca la esperanza en el corazón, renuevo a Colombia, en
unión con todos los Obispos y sacerdotes, el deseo de una Feliz Navidad.
Los bendigo,
+Óscar Urbina Ortega
Arzobispo de Villavicencio
Presidente Conferencia Episcopal de Colombia
ORIGEN DE LA NOVENA DE NAVIDAD
Las novenas o novenarios son una costumbre muy antigua que tiene sus raíces en la
época colonial. Se utilizaban como un elemento para evangelizar a las comunidades y
preservar el fervor religioso. La novena forma parte importante de las costumbres
religiosas de los católicos y se dedican a la Virgen María o algún santo. Su nombre proviene
precisamente porque durante nueve días, generalmente de noche, los vecinos se reúnen
para rezar el Rosario y entonar cantos de alabanza y súplica.
Desde mucho tiempo atrás, San Francisco de Asís impulsó la devoción al Niño Dios,
cuando en el año de 1224 celebró una pintoresca Navidad en Greccio, un pueblo de la
Umbría – Italia. Instaló rústicas imágenes de la Sagrada Familia en un pesebre, donde un
asno y un buey descansaban y ante ellas él mismo cantó el Evangelio de la Natividad.
Ya en nuestro continente, la devoción navideña se incrementó por obra de Fray
Fernando de Jesús Larrea, un franciscano, nacido en Quito en 1700. Luego de su ordenación
sacerdotal, en 1725, ejerció como predicador en muchos lugares del Ecuador y de Colombia.
A este misionero le debemos la primera novena de Navidad que circuló en nuestras
tierras. Escrita, según parece, por petición de doña Clemencia Caicedo, fundadora del
convento de las religiosas de La Enseñanza (Compañía de María), en la capital colombiana.
Dicho texto fue después adaptado por la madre María Ignacia (Bertilda Samper), religiosa
de la misma orden de doña Clemencia.
Con el correr del tiempo, la Novena de Aguinaldos ha sido objeto de variados
retoques, para adaptarla a los tiempos y las circunstancias de los fieles. Cada año se puede
reflexionar sobre un tema y desarrollarlo en la oración de los nueve días. Es lo que vamos a
hacer este año: tomamos la expresión “cultura del encuentro” del Papa Francisco y con el
evangelio de cada día presentamos una meditación, que nos ayudará a prepararnos para
celebrar el nacimiento del Niño Dios.
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METODOLOGÍA
Se sugiere que para cada día de la novena se sigan los siguientes pasos:
1. Villancico
2. Ambientación
• Disponer previamente el lugar donde se va a realizar la novena y favorecer un
clima comunitario y de confianza.
• Preparar con anticipación un signo que ayude a la reflexión de cada día.
• Brindar a los participantes una bienvenida afectuosa y cordial en la que
perciban la cercanía y el ambiente de familia en el que se desarrollará la novena
de Navidad.
3. Oración para todos los días
4. Lectura de la Palabra de Dios
5. Meditación
6. Gozos
7. Oraciones: a la Virgen María, a san José y al Niño Jesús.
8. Compromiso
9. Villancicos
ORACIÓN PARA TODOS LOS DIAS
Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu hijo la
mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en
un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy
infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él te ofrezco la pobreza,
humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por
las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre,
dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal
desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more
eternamente. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo (3 veces).
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste
que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y
dispongas de mi alma y de la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el
nacimiento de tu adorable Hijo.
¡Oh dulcísima madre! comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que
le agradaste tu, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la
79
eternidad. Amén.
(Se reza tres veces el Ave María)
ORACIÓN A SAN JOSÉ
¡Oh Santísimo José! Esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios
porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones
proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego por el amor que le tuviste al divino
Niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente mientras en
su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
(Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria al Padre)
ORACIÓN AL NIÑO JESÚS
Acuérdate ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo
Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para
nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los
méritos de mi infancia, y nada te será negado”.
Llenos de confianza en Ti ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! venimos a exponerte toda
nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad
bienaventurada. Concédenos, por los méritos infinitos de tu Encarnación y de tu infancia, la
gracia, de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! seguros de
que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que, en virtud de tu divina promesa,
acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo (3 veces).
GOZOS
Dulce Jesús mío, mi Niño adorado,
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!
¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano,
que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡Oh Niño divino, ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios!
¡Oh, Adonaí potente que a Moisés hablando,
de Israel al pueblo diste los mandatos!,
Ah, ven prontamente para rescatarnos,
y que un niño débil muestre fuerte brazo.
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El Papa Francisco lo dice así: “hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y
la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un
anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es
exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre.
Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más
fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación,
grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes,
sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede
usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que, además, se promueve.
Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo
nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la
que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está
fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes».” (EG 53).
Día segundo: 17 de diciembre
Seamos lámparas para iluminar la cultura del encuentro
Signo: Una lámpara encendida
Lectura de la Palabra de Dios Jn 1, 6-8.19-28
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
este venía como testigo, para dar
testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que
daba testimonio de la luz.
Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde
Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?». El confesó y no negó;
confesó: «Yo no soy el Mesías». Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No
lo soy». «¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No». Y le dijeron: «¿Quién eres, para que podamos
dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Él contestó: «Yo soy la
voz que grita en el desierto: “Allanen el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías». Entre
los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el
Mesías, ni Elías, ni el Profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de ustedes
hay uno que no conocen, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa
de la sandalia». Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba
bautizando. Palabra del Señor.
Meditación
Preparar el camino al que viene es una actitud comprometida y activa. Estas son las
actitudes que encontramos en Juan el Bautista como protagonista del evangelio de hoy.
Ante las preguntas, un poco nerviosas, que le dirigen las autoridades de su época, Juan
contesta claramente que él no es el Mesías esperado, sino la voz que anuncia su llegada. No
es la luz, sino testigo de la luz, que ha sido enviado a preparar el camino al Mesías. Juan es
honesto: no se apropia en beneficio propio su misión profética, sino que orienta a todos
hacia el verdadero Salvador, Jesús. Su vida es ya un testimonio luminoso, pero el sol de su
existencia declina para que Cristo luzca. Es una Lámpara que sabe que su vida se extingue
cuando nace el sol.
83
Nosotros somos llamados a ser testigos de la Luz que es Cristo. Y como Juan no se presentó
a si mismo como el salvador, así nosotros tampoco, tenemos la misión de anunciarnos, sino
de anunciar a este mundo que la verdadera Luz está en Cristo Jesús.
A los cristianos se nos encarga la misión de ser testigos de la luz en medio de la noche, en
medio del desierto, en medio de un mundo que no ve o no quiere ver esa luz, un mundo a
veces desconcertado y que camina inseguro, palpando en las tinieblas o en la penumbra. En
la sociedad en la que vivimos se puede decir también hoy con mucha razón, como en el caso
del Bautista: "en medio de ustedes hay uno a quien no conocen", porque el mundo no sabe
descubrir los signos de la presencia del Salvador en su historia.
¿Cómo lograremos los cristianos ser testigos eficaces de la Luz de Cristo en nuestra familia,
en nuestro medio de trabajo, en nuestra sociedad, en nuestro país? Sobre todo, con nuestras
obras, con nuestro estilo de vida. Seremos convincentes si también nosotros, como
anunciaba el profeta, animamos a los que sufren, vendamos los corazones desgarrados,
brindamos la liberación a los cautivos y prisioneros, y proclamamos, no una fe cristiana
triste y angustiosa, sino positiva y esperanzadora, centrada en el mensaje del amor y de la
gracia de Dios. Hoy debemos convencer a todos que es posible otro mundo mejor, con más
justicia y esperanza para todos. Por eso nuestro compromiso es orar, trabajar por la justicia
y luchar contra toda forma de maldad, en nosotros y en la sociedad.
En su reciente visita a Colombia, el Papa Francisco nos invitó a ser “lámparas para dar el
primer paso. Nos animó a no cansarnos de hacer de la Iglesia un vientre de luz, capaz de
generar, aun sufriendo pobreza, las nuevas creaturas que esta tierra necesita… es una
urgencia trabajar sin cansarse para construir puentes, abatir muros, integrar la diversidad,
promover la cultura del encuentro y del diálogo, educar al perdón y a la reconciliación, al
sentido de la justicia, al rechazo de la violencia y al coraje de la paz."16
Día tercero: 18 de diciembre
La justicia, camino hacia la cultura del encuentro
Signo: Una balanza
Lectura de la Palabra de Dios Mt 1, 18-24
La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y,
antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su
esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas
había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José,
hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del
Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: «Miren: la
16
Discurso del Santo Padre a los Obispos de Colombia. Jueves, 7 de septiembre de 2017. Discurso del Santo Padre en
Encuentro con el Comité Directivo del CELAM. Jueves, 7 de septiembre de 2017.
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virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-
con-nosotros”». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y
acogió a su mujer. Palabra del Señor.
Meditación
Hoy nos detenemos a contemplar una imagen muy sugestiva en el Evangelio, porque el
anuncio del ángel a José nos lleva a entender que está muy próxima la venida del Mesías.
Estamos ante el Custodio del Redentor, ante el celoso custodio del templo del Espíritu Santo
que es María. Por eso el personaje que nos roba toda la atención es José, el hombre justo,
que dedicó su vida a sostener y defender al niño y su esposa en los momentos más difíciles.
El ángel le asegura, ante todo, que el hijo que espera María es obra del Espíritu. Pero que él,
José, no debe retirarse. Dios le necesita. Cuenta con él para una misión muy concreta:
cumplir lo que se había anunciado, que el Mesías sería de la casa de David, como lo es José, y
poner al hijo el nombre de Jesús, que era la misión propia del padre.
“Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel”. José, sin discursos, sin
interrogantes, sin posturas heroicas, obedece los planes de Dios, por sorprendentes que
sean. Acepta esa paternidad tan especial, con la que colabora en los inicios de la salvación
mesiánica, a la venida del Dios con nosotros. Deja todo el protagonismo a Dios: el Mesías no
viene de nosotros. Viene de Dios: concebido por obra del Espíritu. ¿Acogemos así nosotros,
en nuestras vidas, los planes de Dios?
Dios nos quiere salvar, a cada uno de nosotros de nuestras pequeñas o grandes
esclavitudes. Durante todo el Adviento nos ha estado llamando a vivir en la esperanza,
invitándonos a que preparemos los caminos de su venida. Él nos acepta a nosotros.
Nosotros tenemos que aceptarle a él y salirle al encuentro.
El Papa Francisco en su reciente visita nos decía: “Aun cuando perduren conflictos,
violencia o sentimientos de venganza, no impidamos que la justicia y la misericordia se
encuentren en un abrazo que asuma la historia de dolor de Colombia. Sanemos aquel dolor
y acojamos a todo ser humano que cometió delitos, los reconoce, se arrepiente y se
compromete a reparar, contribuyendo a la construcción del orden nuevo donde brille la
justicia y la paz.” 17
En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de
Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel. Los dos eran justos ante
Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque
Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. Una vez que oficiaba delante de Dios con el
grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el
santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando
durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del
altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel
le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un
hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su
nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del
Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios.
Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los
padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor
un pueblo bien dispuesto». Zacarías replicó al ángel: «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo
soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada». Respondiendo el ángel, le dijo: «Yo soy Gabriel, que
sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia.
Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado
fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno». El pueblo, que estaba
aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía
hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba
por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo, volvió a casa.
Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir de casa cinco meses, diciendo: «Esto es
lo que ha hecho por mí el Señor, cuando se ha fijado en mí para quitar mi oprobio ante la
gente». Palabra del Señor.
Meditación
"No temas Zacarías, no tengas miedo". Por más que el ángel se esfuerza por tranquilizarle
no lo logra. Y la historia que le cuenta sobre su futuro hijo aún le pone más nervioso y acaba
reaccionando como quien no se la cree del todo. A Zacarías Dios lo ha sorprendido
desprevenido. Hasta cierto punto es un contrasentido que esto le ocurra a un sacerdote en
el momento en que se dispone a ofrecer el sacrificio en el Templo. Y entonces, el mensaje de
Dios en vez de alegría provoca desconfianza.
Los mensajes de Dios son motivo de paz y serenidad. Es verdad que en determinados casos,
puede costar aceptar su voluntad, pero siempre al fin se dará la paz. Por eso, cuando hay
temores y desconfianza, nos cerramos a la voz de Dios y la paz se "esfuma". Nos cuesta ser
humildes y entender que el designio de Dios no obedece a nuestra lógica. Porque ¿en qué
lógica humana cabe este anuncio del nacimiento de Juan, sino es desde Dios? Para Él no hay
nada, absolutamente nada imposible.
Zacarías estaba en la Casa de Dios, en el lugar más sagrado del Templo, donde la intimidad
con Él debía ser mayor, es el representante de un pueblo orante, del Israel que, incluso en
los tiempos en que se alejaba de Dios, soñaba con volverlo a encontrar en el deslumbrante
esplendor de la gloria del Templo.
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“La oración nos libera del lastre de la mundanidad, nos enseña a vivir de manera gozosa, a
elegir alejándonos de la superficialidad, en un ejercicio de verdadera libertad. En la oración
crecemos en libertad, en la oración aprendemos a ser libres. La oración nos saca de estar
centrados en nosotros mismos, escondidos en una experiencia religiosa vacía y nos lleva a
ponernos con docilidad en las manos de Dios para realizar su voluntad y hacer eficaz su
proyecto de salvación. Y en la oración, yo les quiero aconsejar una cosa también: pidan,
contemplen, agradezcan, intercedan, pero también acostúmbrense a adorar. No está muy de
moda adorar. Acostúmbrense a adorar. Aprender a adorar en silencio. Aprendan a orar
así.”18
18 Papa Francisco. Encuentro con sacerdotes, religiosos, consagrados, seminaristas y sus familias. Coliseo La Macarena,
Meditación
En este día quinto de nuestra novena, que nos prepara al nacimiento del Niño Jesús,
abrimos la página de la anunciación, que es una de las más significativas del evangelio, la
experiencia más trascendental en la historia de una persona y el símbolo del diálogo con la
humanidad. Dios dice su “sí” salvador y la humanidad, representada en María, responde
con su “sí” de acogida: “hágase en mí según tu palabra”. Del encuentro de estos dos “sí”,
brota, por obra del Espíritu, el Salvador Jesús, el verdadero Dios con nosotros.
María, la humilde virgen de Nazaret, es la elegida por Dios para ser la madre del Esperado.
El ángel la llama “llena de gracia”, “bendita entre las mujeres”, y le anuncia una maternidad
que no viene de la sabiduría o de las fuerzas humanas, sino del Espíritu Santo, porque su
Hijo será el Hijo de Dios.
Su vida entera esta marcada por su SÍ que la hace pasar no solo por valles de gozo y de paz
sino también por la oscura noche del dolor, llevándola hasta la misma cruz en la que el que
fuera su niño amado, se entregó por todos.
La Virgen María es ya desde ahora la mejor maestra de vida cristiana. El modelo de todos
los que a lo largo de los siglos han dicho “sí” a Dios y han hecho el camino del discipulado
misionero. El modelo de la mujer capaz de salir de sí misma para donarse totalmente a
Dios, dejar de ser autoreferencial para entregarse totalmente al servicio del Señor.
Cada uno de nosotros, hoy, escucha el mismo anuncio del ángel. Y es invitado a contestar
que sí, que acojamos a Dios en nuestra vida, que vamos a celebrar la Navidad, superando las
visiones superficiales de nuestra sociedad para estos días.
El Papa Francisco, en la conclusión del mes mariano del año 2013, oraba así:
María, mujer de la escucha, abre nuestros oídos; haz que sepamos escuchar la Palabra de tu
Hijo Jesús entre las mil palabras de este mundo; haz que sepamos escuchar la realidad en la
que vivimos, cada persona que encontramos, especialmente aquella que es pobre,
necesitada, en dificultad.
María, mujer de la decisión, ilumina nuestra mente y nuestro corazón, para que sepamos
obedecer a la Palabra de tu Hijo Jesús, sin titubeos; dónanos el coraje de la decisión, de no
dejarnos arrastrar para que otros orienten nuestra vida.
María, mujer de la acción, haz que nuestras manos y nuestros pies se muevan "sin demora"
hacia los otros, para llevar la caridad y el amor de tu Hijo Jesús, para llevar, como tú, en el
mundo la luz del Evangelio. Amén”.
88
Meditación
Hoy es el día para detenernos a contemplar la visita de la Virgen María a su prima Isabel.
María que acaba de recibir del ángel la trascendental noticia de su maternidad divina, corre
presurosa, por la montaña, a casa de Isabel, a ofrecerle su ayuda en la espera de su hijo.
Llena de Dios y a la vez servicial para con los demás. María es portadora en su seno del
Salvador, ella misma es Arca de la Alianza, y es por tanto evangelizadora: la Buena Noticia la
comunica con su misma presencia y llena de alegría a Isabel y al hijo que salta de gozo en
sus entrañas, el que será el precursor de Jesús, Juan Bautista.
El encuentro entre Isabel y María es muy significativo. Dos mujeres sencillas del pueblo,
que han sido agraciadas por Dios con una inesperada maternidad y se muestran totalmente
disponibles a su voluntad. Son el hermoso símbolo de la cultura del encuentro, de los
tiempos de la espera y de la plenitud de la venida. Ellas, en la puerta de la casa de Zacarías,
son profecía de los brazos abiertos y disponibles de nuestras mujeres, de las que como
madres, hermanas, consagradas, nos acogen con alegría.
Llena de alegría, Isabel canta a voz en grito - María lo hará mañana – las alabanzas de Dios y
de su prima, en quien reconocen a “la madre de mi Señor”. Con su alabanza, Isabel traza un
buen retrato de su prima: “dichosa tú, que has creído”.
¿Sabremos experimentar nosotros esta alegría que Dios nos quiere comunicar? Para ello
debemos tener ojos de fe, y saber reconocer la presencia de Dios en las personas y los
acontecimientos de la vida, como Isabel y María supieron reconocer la presencia del
misterio en sus respectivas experiencias. Saber ver a Dios actuando en nuestra vida de cada
día, en las personas que nos rodean. ¿Viviremos la Navidad con gozo interior, o sólo de
palabras, con cantos y signos externos?.
Que estos días de Navidad seamos portadores de alegría para los demás. Como María en su
visita, cada uno de nosotros debemos ser portadores de la Buena Noticia de Jesús para
todos los que nos rodean y posibilitar así una cultura del encuentro.
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Así nos insistió el Papa Francisco cuando le habló a los jóvenes en Colombia:
“ustedes pueden enseñarnos a los grandes que la cultura del encuentro no es pensar, vivir,
ni reaccionar todos del mismo modo ―no, no es eso―; la cultura del encuentro es saber que,
más allá de nuestras diferencias, somos todos parte de algo grande que nos une y nos
trasciende, somos parte de este maravilloso país. Ayúdennos a entrar, a los grandes, en esta
cultura del encuentro que ustedes practican tan bien.”19
La escena de la visitación, no es más, que un bello ejemplo de lo que es la cultura de la
encuentro: una nueva forma de vida y modo de actuar con relación a los otros en
comunidad.
El Papa Francisco nos dice:
«El encuentro» entre María e Isabel. «Estas dos mujeres se encuentran y se encuentran con
alegría, como cuando se encuentran las mujeres que se quieren: se abrazan, se dan un
beso...». Un encuentro, en definitiva, caracterizado por la «fiesta». Así, pues, «el encuentro es
otro signo cristiano». «Una persona que dice ser cristiana y no es capaz de ir al encuentro de
los demás, de encontrarse con los demás, no es totalmente cristiana». «Tanto el servicio
como el encuentro requieren» la actitud «de salir de sí mismo: salir para servir y salir para
encontrar, para abrazar a otra persona». «Si nosotros aprendiésemos esto –servicio e ir al
encuentro de los demás, no rechazar los encuentros–, si nosotros aprendiésemos esto,
¡cuánto cambiaría el mundo!». «Dos cosas solamente, servir y encontrarse, y
experimentaremos la alegría, esta alegría grande de la presencia de Dios en medio de
nosotros».20
19 Bendición a los fieles, saludo del Santo Padre al pueblo colombiano. Jueves 7 de septiembre de 2017.
20 Misa matutina en la capilla de la Domus Sanctae Marthae. Martes 31 de mayo de 2016.
90
Meditación
María en la casa de Isabel, después de escuchar las alabanzas de su prima, canta de
admiración, alegría y gratitud a Dios, el Magnificat, que la Iglesia ha seguido cantando
generación tras generación hasta nuestros días.
María canta agradecida lo que Dios ha hecho en ella, y sobre todo lo que ha hecho y sigue
haciendo por Israel, con el que ella se solidariza plenamente. Le alaba porque “dispersa a
los soberbios, derriba del trono a los poderosos, enaltece a los humildes, a los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”.
Esta oración que el evangelista Lucas pone tan acertadamente en labios de María, es un
magnífico resumen de la actitud religiosa de Israel en la espera mesiánica, como hemos ido
viendo a lo largo del Adviento, y es también la mejor expresión de la fe cristiana ante la
historia de la salvación que ha llegado a su plenitud con la llegada del Mesías, Salvador y
liberador de la humanidad. Jesús con su opción por los pobres y humildes, los oprimidos y
marginados, es el mejor desarrollo práctico de lo que dice el Magnificat. Esta palabra, que
brota como un torrente gozoso del corazón purísimo de María, no sólo la retrata en su
jubilosa esperanza, sino que se vuelve nuestro canto agradecido cada atardecer.
Debemos aprender a alabar a Dios, con alegría agradecida, porque es una de las principales
actitudes cristianas. María lo hizo desde las circunstancias concretas de su vida. Ella es la
maestra de la espera del Adviento y de la alegría de la Navidad, es también la maestra de
nuestra oración agradecida a Dios, desde la humildad y la confianza.
De manera reiterativa el Papa Francisco en su reciente visita nos insistió en la necesidad de
no perder la alegría, y nos lo decía así:
“Por favor mantengan viva la alegría, es signo del corazón joven, del corazón que ha
encontrado al Señor. Y si ustedes mantienen viva esa alegría con Jesús, nadie se la puede
quitar, ¡nadie!.
No se dejen vencer, no se dejen engañar, no pierdan la alegría, no pierdan la esperanza, no
pierdan la sonrisa, ¡sigan así!.21
Día octavo: 23 de diciembre
En la familia vivimos el verdadero encuentro
Signo: Una silueta de la familia
Lectura de la Palabra de Dios Lc 1,57-66
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y
parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella. A los
ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la
21 Primeras palabras del Papa Francisco: Llegada a la Nunciatura Apostólica. Miércoles 6 de septiembre de 2017.
91
madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan». Y le dijeron: «Ninguno de tus parientes
se llama así». Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió
una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los
vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de
Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque la
mano del Señor estaba con él. Palabra del Señor
Meditación
Hoy asistimos a escuchar el relato del nacimiento de Juan, el precursor, que se completará
mañana con el cántico de su padre Zacarías y nos preparará así próximamente a celebrar el
nacimiento de Jesús.
Dios ha decidido que ha llegado ya la plenitud de los tiempos y empieza a actuar. La voz
corre por toda la región y todos se llenan de alegría. Tiene razón los vecinos: ¿qué será de
este niño? Juan será grande. Durante bastantes días, en este Adviento, hemos ido leyendo
pasajes en que se cantan las alabanzas de este personaje, decisivo en la preparación del
Mesías: testigo de la luz, voz que clama en el desierto y prepara los caminos del Señor, que
predica la conversión y anuncia el día del Señor.
La figura de Juan nos invita también a nosotros a la conversión, a volvernos hacia ese Señor
que viene a salvarnos, y a dejarnos salvar por él. La voz de Juan en este Adviento, nos invita
a la vigilancia, a no vivir dormidos, aletargados, sino con la mirada puesta en el futuro de
Dios, y el oído atento a escuchar la Palabra de Dios.
Es la voz que necesitamos todos en esta tierra bendita, admirable y dramática, para que
luzca la esperanza, para que la alegría de la salvación sea bálsamo consolador en cada
familia nuestra. Estamos urgidos de hacer viva la tarea de reconstituir la familia, de darle su
identidad, de hacer de cada hogar un espacio sagrado de afecto, de ternura, de misericordia.
Muchos y con la razón que les da la sabiduría, insisten en que la familia es el espacio en el
que se vive la esperanza y en el que se aprende a estar atentos al amor de Dios, a la vida de
gracia, a la familiaridad en la que se aprende a vivir.
Ojalá que surjan entre nosotros y sean escuchadas las voces de profetas como el Bautista
que clamen la llegada de la salvación y convoquen eficazmente a una Navidad
auténticamente cristiana.
El Papa Francisco nos dice:
«En la mesa, en familia, cuántas veces se come y se mira la televisión o se escriben mensajes
con el teléfono. Cada uno es indiferente a ese encuentro. Tampoco en el núcleo de la
sociedad, como es la familia, hay encuentro. Que esto nos ayude a trabajar por esta cultura
del encuentro, como hizo simplemente Jesús. No sólo ver: mirar. No sólo oír: escuchar. No
sólo cruzarse: detenerse. No sólo decir ‘qué pena, pobre gente’, sino dejarse llevar por la
compasión. Y acercarse, tocar y decir en la lengua en que cada uno sienta en ese momento -
92
la lengua del corazón - ‘no llores’ y dar al menos una gota de vida».22
Día noveno: 24 de diciembre
La cultura de la misericordia y del encuentro
Signo: Un corazón
Lectura de la Palabra de Dios Lc 1, 67-79
Entonces Zacarías, su padre, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo: «Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza
de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo
por boca de
sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos
los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos que, libres
de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su
presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación
por el perdón
de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de
lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros
pasos por el camino de la paz». Palabra del Señor.
Meditación
Hoy, víspera de la Navidad, después de una preparación de cuatro semanas de Adviento,
este himno que llamamos Benedictus y que San Lucas ha puesto en boca de Zacarías, es un
cántico que nos llena particularmente de alegría, pregustando ya la celebración del
nacimiento del Señor.
Anteayer el cántico del Magnificat, en boca de María, resumía la historia de salvación
conducida por Dios. Hoy es el cántico del Benedictus que nos ayuda a comprender el
sentido que tiene la venida del Mesías. Los nombres de la familia del Precursor son todo un
programa: Isabel significa “Dios juró”, Zacarías, “Dios se ha acordado”, y Juan, “Dios hace
misericordia”. En el Benedictus cantamos que todo lo anunciado por los profetas se ha
cumplido “en la casa de David, su siervo”, con la llegada de Jesús. Que Dios, acordándose de
sus promesas y su alianza, “ha visitado y redimido a su pueblo”, nos libera de nuestros
enemigos y de todo temor, y que por su entrañable misericordia “nos visitará el sol que
nace de lo alto” en el nacimiento de Jesús es cuando definitivamente se ha mostrado la
fidelidad y el amor de Dios.
El Benedictus es un hermoso cántico que la Iglesia ha cantado desde hace dos mil años.
Cada día que rezamos en la mañana con la oración de Laudes, recordamos que para
nosotros Cristo Jesús, es el centro de la vida, que quiere iluminar a todos los que
caminamos en la tiniebla o en la penumbra, y comprometiéndonos a servirle “en santidad y
22
Homilia del Papa: vencer la indiferencia construir la cultura del encuentro. 13 de septiembre de 2016.
93
justicia en su presencia todos nuestros días”, y “guiar nuestros pasos en el camino de la paz”
a lo largo de la jornada.
Con alegría aprendamos a entonar este cántico de alabanza a Dios, que proclama la
misericordia y la credibilidad, el poder de Dios que ayuda a su pueblo y lo conduce hasta la
plenitud de la vida.
Descubramos en este hermoso himno lo que debe ser la clave de lectura de toda la obra de
Jesús: la misericordia de Dios y cantémosle con gozo porque continuamente estamos
recibiendo sus dones y aprendamos a vivir nuestros días, en su presencia, llenos de
confianza y fidelidad. Hoy, cuando las campanas de nuestras Iglesias anuncien la Navidad,
cuando al canto del Gloria rompa el silencio del Adviento, cuando las palabras angélicas se
sobrepongan al ruido del mundo, celebremos el amor entregado, la vida de bendición y de
paz. Incluso, hoy cuando nuestra vida decida algún gesto de fraterna alegría, una sola
palabra de cariño, estaremos dando vida en nosotros al gozo del Encuentro con el Señor de
la esperanza.
El Papa Francisco nos dice:
Vayamos al encuentro del Señor, porque la Navidad no es sólo un acontecimiento temporal
o un recuerdo de una cosa bonita. La Navidad es algo más: vamos por este camino para
encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos para encontrarlo:
encontrarlo con el corazón; con la vida; encontrarlo vivo, como Él es; encontrarlo con fe.
Pero más allá de ser nosotros los que encontremos al Señor, es importante "dejarnos
encontrar por Él". Cuando somos nosotros solos los que encontramos al Señor, somos
nosotros los dueños de este encuentro; pero cuando nos dejamos encontrar por Él, es Él
quien entra en nosotros, es Él el que vuelve a hacer todo de nuevo, porque esta es la venida,
lo que significa cuando viene Cristo: volver a hacer todo de nuevo, rehacer el corazón, el
alma, la vida, la esperanza, el camino. Nosotros estamos en camino con fe… para encontrar
al Señor y, sobre todo, ¡para dejar que Él nos encuentre!
Pero se necesita un corazón abierto:¡para que Él me encuentre! Y me diga aquello que Él
quiere decirme, ¡que no es siempre aquello que yo quiero que me diga! Él es Señor y Él me
dirá lo que tiene para mí, porque el Señor no nos mira a todos juntos, como una masa. ¡No,
no! Nos mira a cada uno a la cara, a los ojos, porque el amor no es un amor así, abstracto: ¡es
un amor concreto! De persona a persona: el Señor persona me mira a mí persona. Dejarse
encontrar por el Señor es precisamente esto: ¡dejarse amar por el Señor!.23
23 Homilía del Papa Francisco en Santa Marta el 2 de diciembre 2013.
94
VILLANCICOS
A LA NANITA NANA
A la nanita nana, nanita nana, nanita ea,
mi Jesús tiene sueño, bendito sea, bendito sea.
Fuentecilla que corres clara y sonora
ruiseñor que en la selva cantando lloras
callad mientras la cuna se balancea
a la nanita nana, nanita ea.
Manojito de rosas y de alelíes
¿qué es lo que estás soñando que te sonríes?
cuales son tus sueños, dilo alma mía
más, ¿qué es lo que murmuras? Eucaristía.
Pajaritos y fuentes, auras y brisas
respetad ese sueño y esas sonrisas
callad mientras la cuna se balancea
que el niño está soñando, bendito sea.
EL TAMBORILERO
El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió
los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón
rom pom pom pom rom pom pom.
Ha nacido en un portal de Belén, El Niño Dios.
Yo quisiera poner a tus pies
algún presente que te agrade, Señor,
mas tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
rom pom pom pom rom pom pom.
¡En tu honor frente al portal
tocaré con mí tambor!
El camino que lleva a Belén
yo voy marcando con mi viejo tambor,
nada mejor hay que yo pueda ofrecer,
su ronco acento es un canto de amor,
rom pom pom pom rom pom pom.
Cuando Dios me vio tocando ante él, me sonrió.
95
VAMOS PASTORES
Vamos pastores, vamos,
vamos a Belén,
a ver en ese Niño
la gloria del Edén (bis).
Si, la gloria del Edén.
Este precioso Niño
yo me muero por él
sus ojitos me encantan,
su boquita también,
el Padre le acaricia,
la Madre mira en él,
y los dos extasiados
contemplan aquel ser (bis).
Es tan lindo el chiquito
que nunca podrá ser
que su belleza copien
el lápiz y el pincel;
pues el eterno Padre
con inmenso poder.
Hizo que el Hijo fuera
excelso como El (bis).
Yo pobre pastorcillo,
al niño le diré,
no la buenaventura:
eso no puede ser.
Le diré me perdone
lo mucho que pequé
y en la mansión eterna
un ladito me dé (bis).
TUTAINA
Tutaina tuturumá
tutaina tuturumaina
tutaina tuturumá turumá
tutaina tuturumaina.
Los pastores de Belén
96
yo me remendaba yo me remendé
yo me eché un remiendo yo me lo quité,
los pañales le han cambiado.
María, María ven acá volando,
que los pañalillos los están lavando.
CANTAD, CANTAD
Cantad, cantad, cantad
que la nochebuena
¡ya se llegó, ya se llegó, ya se llegó!
qué linda, linda noche tan serena
jamás se vio, jamás se vio,
jamás se vio, jamás.
Quién nace en esta noche,
noche de amor? Jesús.
Quién llena cielo y tierra
de resplandor? Jesús.
Jesús, Jesús, encanto de mi vida,
que naces hoy en un pesebre
por mi amor;
tus ojos son luceros que hechizan
y roban, ¡ay! con su mirar
mi corazón, Jesús.
Qué pides Niño amado,
con tu reír? Amor.
Qué pides Niño amado,
con tu llorar? Amor.
Amor, amor, amor,
mira Niño amado,
todo mi amor,
todo mi amor es para Ti.
Amarte quiero siempre y sin medida,
ir al Edén (bis) y amarte allí sin fin.
100
LA NAVIDAD
Un camino para el encuentro
Ciclo B
101
1. NAVIDAD Y EPIFANÍA24
ALDAZÁBAL, José. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona: España.
24
2001.
102
conmemorar el nacimiento de tu Hijo»; «a los que le recibieron les dio el poder de hacerse
hijos de Dios»; «concédenos compartir la vida divina de aquél que hoy se ha dignado
compartir con el hombre la condición humana»
Los prefacios de la Navidad
Durante el tiempo de la Navidad y Epifanía, se proclaman unos prefacios que nos
ayudan a centrar nuestra gratitud en el misterio de ese Dios que ha querido venir a nuestra
historia.
Cristo Jesús asume nuestra debilidad, nuestra frágil condición, y así nos da una
dignidad divina y eterna. Tenemos motivos para dar gracias a Dios por el ministerio de esta
Navidad.
Las lecturas de la Navidad
Las lecturas de estas semanas quieren conducirnos a descubrir a Dios en ese
niño nacido en Belén y manifestado progresivamente a los hombres. Y a la vez, que
descubramos el valor del hombre, nuestro hermano, dado que Dios se ha querido hacer de
nuestra familia. El admirable intercambio de la Navidad.
Los aspectos fundamentales de este misterio se leen en las fiestas y domingos: la
Navidad, la Epifanía, el 1 de enero con la fiesta de Santa María, la Sagrada Familia, el
segundo domingo, el Bautismo de Jesús. Son los temas centrales como el Nacimiento, la luz,
la manifestación a los magos, la circuncisión, el episodio del niño perdido y hallado en el
Templo, las diversas reacciones de las personas (María y José, los pastores, los magos, las
autoridades y sabios de Jerusalén).
Las lecturas de las ferias, son un complemento de las festivas, para que
lleguemos a profundizar gradualmente en el don de ese Hijo de Dios que se ha hecho
hermano nuestro, y sepamos asumir las consecuencias que este acontecimiento comporta
para nuestras vidas.
Los evangelios
En el tiempo de Navidad los evangelios tienen dos temas: la infancia de Jesús y el
inicio de su ministerio. O sea, sus progresivas manifestaciones como Mesías. Naturalmente,
las escenas principales las leemos en las fiestas: Navidad, Sagrada Familia, Epifanía,
Inocentes.
En la octava de la Navidad, además de los evangelios que se refieren a san
Esteban y san Juan, escuchamos relatos de la infancia de Jesús, la presentación en el
Templo, con el testimonio de Simeón y de Ana, y la vuelta a Nazaret.
A continuación, y empezando por el día 31 de diciembre con su prólogo (y así
terminamos el año civil con este magnífico resumen de todo el misterio de Cristo y de
nuestra fe), se nos proclama antes de la Epifanía el primer capítulo del evangelio de Juan,
con el testimonio del Bautista y la llamada de los primeros discípulos por parte de Jesús.
104
Preparar la misa del gallo
La preparación de la misa del gallo es una buena ocasión para reunir y hacer
intervenir a gente diversa de la parroquia. No se trata, desde luego, de reunirse como si
todo tuviera que ser inventado de nuevo, sino que la preparación incluirá un primer
momento explicativo que ayude a los asistentes a conocer mejor cómo se configura la
celebración. Esto facilitará que todos entiendan el sentido de lo que celebramos, y les dará
pie a sugerir detalles y aspectos que acercarán la misa a la vida de la comunidad que la
celebra. También se concretará lo que se hará, se distribuirán servicios, se detallarán
horarios para preparar las cosas, etc.
Donde sea apropiado, puede realzar la fiesta alguna vigilia breve introductoria
de la misa: puede ser el Oficio de Lectura, puede ser una vigilia ya preparada, u otra creada
por los miembros de la parroquia. E incluso algo más sencillo: un canto y una poesía que
acompañen la colocación del Niño Jesús antes de la entrada del celebrante y los ministros.
También habría que potenciar la ornamentación de la Iglesia a partir de diversas
posibilidades: dibujo de un póster navideño, montar el pesebre, adornar el presbiterio... e
incluso organizar una brigada extraordinaria de voluntarios para hacer una limpieza
general especial.
Después, claro está, está la propia celebración, que merece todas las atenciones.
En este día se han de poner en juego todas las posibilidades y capacidades: ministros
suficientes para acompañar al presidente, cantos abundantes y conocidos, homilía bien
pensada y transmisora de la Buena Noticia... También la proclamación de la Calenda. Y al
acabar, la adoración del Niño Jesús con villancicos.
Potenciar el canto litúrgico y el canto popular
Un aspecto importante a tener en cuenta en la preparación de las celebraciones
es el tipo de cantos que se van a utilizar. En el tiempo de Navidad, ello implica saber
distinguir entre los cantos de contenido adecuado para la Eucaristía y las canciones
populares navideñas, o sea los villancicos. Y tener, por tanto, el suficiente y adecuado
repertorio de cantos para la Eucaristía, que ayuden a entrar en el sentido del misterio de la
Navidad: cantos que sean conocidos, y que ya de entrada y sin mucha dificultad ayuden, año
tras año, a revivir los sentimientos de fe y de amor con los que recibimos la venida entre
nosotros del Dios hecho hombre. Sin temor a repetir cada año esos mismos cantos, y al
LLIGADAS SORRIBAS, Josep. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona:
25
España. 2001.
106
El Árbol navideño, más que una costumbre que para muchos no es cristiana, es un signo de la vida que
florece y se ilumina porque Cristo llena con su gozo la historia de la humanidad.
Las luces alegran, los adornos hablan de fiesta, la estrella que lo corona es signo de Jesús, luz del
mundo.
En familia, la cabeza del hogar dice, con fe:
Oremos
Bendito seas, Señor y Padre nuestro, que nos concedes recordar con fe en estos días de
Navidad los misterios del nacimiento del Señor Jesús. Concédenos, a quienes hemos
adornado este árbol y lo hemos embellecido con luces, con la ilusión de celebrar la navidad
del Salvador, que podemos vivir también a la luz de los ejemplos de la vida de tu Hijo y ser
enriquecidos con las virtudes que resplandecen en su santa infancia. Gloria a Él por los
siglos de los siglos.
R. Amén.
Al final, todos los presentes, santiguándose, dicen:
En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén
El pesebre no debería faltar en ningún hogar. Pequeño o grande, más artístico o más elemental, el
pesebre es el signo más visible de las fiestas del nacimiento del Hijo de Dios.
El solo hecho de tener el pesebre en casa ya es mucho, pero si además rezamos ante él, mucho mejor.
Aquí ofrecemos algunos modelos y posibilidades, según las distintas situaciones.
Inauguración del pesebre
Se puede hacer el mismo día en que lo hayamos puesto, o bien en la Nochebuena. Aquí proponemos leer
una lectura, decir una oración y cantar algún villancico.
Lectura del evangelio según san Lucas 2, 4-7
En aquel tiempo, José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en
Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse en el censo con su esposa
María, que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo
primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
Palabra del Señor.
Oremos (breve pausa de silencio).
Dios, Padre nuestro: tanto amaste al mundo que nos has entregado
a tu único Hijo Jesús, nacido de la Virgen María,
para salvarnos y llevarnos a ti.
Te pedimos que con tu bendición estas imágenes del nacimiento
nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría
y a ver a Cristo presente en todos los que necesitan nuestro amor.
Te lo pedimos en nombre de Jesús, tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.
Para terminar se canta un villancico (o varios). Y todos pueden acercarse a dar un beso al niño Jesús.
La oración de los niños
El pesebre da pie a ayudar a los niños a conocer más a Jesús. De todos modos, al explicar lo que el belén
significa, hay que procurar no mezclar historias fantásticas o ramplonas, que desfigurarían la fe y
podrían llevar al niño a dejarla de lado en cuanto creciera. Hay que resaltar lo básico, adaptándolo a
su capacidad de comprensión: a nuestro Dios lo reconocemos en un niño que nace pobre, sus padres
María y José son grandes ejemplos de fe y de amor, los primeros que lo adoran son una gente sencilla
LLIGADAS SORRIBAS, Josep. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona:
26
España. 2001.
109
(los pastores), luego vienen unos sabios de países lejanos que representan a todos los pueblos de la
tierra (los magos)...
El pesebre también ofrece una ocasión para rezar. Por ejemplo, todas las noches, antes de ir a dormir,
se puede decir esta oración y darle un beso al niño Jesús. De vez en cuando, cantarle algún villancico. Y
otras posibilidades que la imaginación sugiera.
Jesús, tú has venido a vivir aquí, con nosotros;
tú nos quieres mucho.
Tú estás aquí, muy cerca de nosotros,
con tus padres, con María y con José.
Yo también te quiero,
y quiero amarte más,
y quiero aprender a ser como tú. Amén.
su inauguración puede hacerse este momento de oración familiar, que signifique el comienzo de, las
solemnes fiestas navideñas.
Reunida la familia, el padre o la madre dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén
Amada familia:
Durante estos días contemplaremos asiduamente en nuestro hogar este pesebre y meditaremos el
gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar con nosotros. Pidamos pues a Dios que el
pesebre colocado en nuestro hogar avive en nosotros la fe cristiana y nos ayude a celebrar más
intensamente estas fiestas de Navidad.
Escuchemos con fe las palabras del santo Evangelio según san Lucas (Lc 2, 4-7a)
En aquellos días José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en
Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que
estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito,
lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Palabra del Señor.
Oración de bendición
Señor Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos entregaste a tu Hijo único nacido de
María la Virgen, dígnate bendecir este nacimiento y a la comunidad cristiana, nuestra familia, que
está aquí presente, para que las imágenes de este Nacimiento nos ayuden a profundizar en la fe a los
adultos y a los niños y a vivir las virtudes del Hogar en que Jesús fue acogido con amor. Te lo
pedimos por Jesús, tu Hijo amado, que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén
Al final, todos los presentes, santiguándose, dicen:
En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén
111
2. Lector 1: Desde muchos siglos atrás, desde el fondo de los tiempos, la llama de una esperanza ha
guiado el camino de la humanidad. Una llama encendida en el corazón de hombres y mujeres de
todo tiempo y lugar. Los hombres y mujeres de Israel, que habían conocido al Dios liberador y
habían creído en él, y los hombres y mujeres que, guiados en el silencio de su corazón por el
mismo Espíritu de Dios, habían sabido descubrir también que hay un amor más fuerte que todo
el mal y el dolor y el pecado, un amor capaz de renovarlo todo y llenarlo todo de vida.
Lector 2: Desde muchos siglos atrás, desde el fondo de los tiempos, la llama de una esperanza ha
guiado el camino de la humanidad. Y ahora, en la plenitud de los tiempos, esa llama se ha hecho
carne humana, carne nuestra, en el vientre de una muchacha, allí en Nazaret, un pueblo lejano,
casi desconocido.
Lector 1: Dios se ha hecho carne humana, carne nuestra, y todo ha cambiado. Dios se ha hecho
carne débil, carne pobre, y todo ha cambiado. Por eso nosotros hoy, preparándonos para celebrar
con toda la alegría el nacimiento del Dios hecho hombre, nos unimos a María de Nazaret, y
alabamos la fuerza y la gracia del Dios que viene en medio de nosotros. Digamos todos unidos:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
112
5. Terminada la procesión, si el acto tiene lugar inmediatamente antes de la misa del gallo, se puede
leer algún poema navideño (o varios). Si es otro día, se lee un relato evangélico escogido entre los de
las ferias de la última semana de Adviento (por ejemplo Mateo 1,18-24; Lucas 1,26-38; Lucas 1,39-
113
6. Invoquemos ahora a Jesús que nace entre nosotros. Responderemos a cada grupo de
invocaciones: R. Te adoramos oh divino Niño
– Jesús, luz del mundo; Jesús, sol de justicia; Jesús, estrella de la mañana.
– Jesús, camino hacia el Padre; Jesús, nuestra vida; Jesús, nuestra verdad.
– Jesús, buen pastor; Jesús, puerta de las ovejas; Jesús, que nos conoce y nos ama
personalmente.
– Jesús, nuestra paz; Jesús, nuestra alegría; Jesús, nuestra esperanza.
– Jesús, imagen del Dios invisible; Jesús, reflejo de la gloria del Padre; Jesús, Palabra hecha
carne.
– Jesús, el primero y el último, el que vive para siempre; Jesús, alfa y omega; Jesús, principio y
fin.
– Jesús, hermano; Jesús, amigo; Jesús, compañero.
– Jesús, Cordero de Dios; Jesús, Hijo de Dios; Jesús, Dios con nosotros.
Si la vigilia tiene lugar inmediatamente antes de la misa del gallo, ahora puede haber un espacio
de música mientras se encienden los cirios del altar, y seguidamente empieza la celebración con
el canto de entrada y la salida de los ministros. En cambio, si tiene lugar algún día antes de la
Nochebuena, al terminar se podría compartir un pequeño refrigerio.
114
Un buen elemento para la solemnización de la Navidad es la proclamación en todas las misas (de la
noche y del día) de este pregón, que proviene de la antigua liturgia romana. En las comunidades
religiosas, la Calenda puede tener su lugar propio en las primeras vísperas.
Este pregón se puede proclamar de distintas maneras. Por ejemplo esta: 1) entrada de los ministros
con un canto de entrada largo y vivo; 2) saludo del celebrante; 3) sube un lector y crea un breve
silencio expectante; 4) el lector proclama, con la solemnidad adecuada, el pregón. Y la misa prosigue
con el Gloria, sin ninguna monición inicial del celebrante (suficiente monición es ya el pregón...).En las
misas en las que sea difícil encontrar un lector adecuado, será mejor que lo lea el mismo celebrante.
Les anunciamos, hermanos, una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo;
escúchenla con corazón gozoso.
Habían pasado miles y miles de años
desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra
e hizo al hombre a su imagen y semejanza;
y miles y miles de años desde que cesó el diluvio
y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris,
signo de alianza y de paz;
en el año 752 de la fundación de Roma;
en el año 42 del imperio de Octavio Augusto,
mientras sobre toda la tierra reinaba la paz,
en la sexta edad del mundo,
hace 2016 años,
en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel,
ocupado entonces por los romanos,
en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada,
de María virgen, esposa de José,
de la casa y familia de David,
nació Jesús,
Dios eterno,
Hijo del eterno Padre y hombre verdadero,
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador que los hombres esperaban.
27 CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona: España. 2001.
115
7. ORACIÓN UNIVERSAL28
26 de Diciembre. San Esteban
Presidente: Oremos, hermanos, por las necesidades de la Iglesia y del mundo, confiando en que san
Esteban, que en su martirio vio el cielo abierto, lleve nuestras súplicas hasta la presencia de Dios.
Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos
1. Por la Iglesia. Que, guiada por la luz de la mirada de Cristo y con las armas de la caridad, avive la
llama de la fe en toda la tierra. Oremos.
2. Por los pastores del pueblo de Dios. Que el Espíritu Santo ponga en toda ocasión en sus labios las
palabras adecuadas para anunciar a Cristo Redentor. Oremos.
3. Por los pueblos de toda la tierra. Que en todos haya paz, y en todos se pueda predicar con
libertad el mensaje del Evangelio. Oremos.
4. Por todos los que sufren. Que Cristo, que ha asumido nuestra debilidad, mire su dolor y sea su
roca salvadora. Oremos.
5. Por nosotros. Que nuestra vida responda de verdad a nuestro nombre de cristianos, y que
nuestras obras alaben a aquel que nos hace dignos de llevarlo. Oremos.
Oración conclusiva: Oh Dios, escucha la oración de tu Iglesia que en el mártir san Esteban te hizo
ofrenda de las primicias de la fe. Y, por su intercesión, concede a tu pueblo tu constante protección.
Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén
27 de Diciembre. San Juan Evangelista
Presidente: Oremos, hermanos, al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su Hijo nos
concede gracia tras gracia, y digamos:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que, por la unidad y la comunión entre todos sus hijos, dé testimonio de la vida que
Cristo ha traído al mundo. Oremos.
2. Por los que gobiernan las naciones. Que se esfuercen por alcanzar, en la paz y la justicia, el
progreso de los hombres y de los pueblos. Oremos.
3. Por los que no tienen lo necesario para vivir. Que Cristo, que ha abierto nuestros ojos a la luz de
la fe, abra nuestro corazón a las necesidades de los hermanos. Oremos.
4. Por nosotros. Que vivamos la alegría de saber correr hacia donde Cristo, en la humildad de Belén
o en el silencio de un sepulcro vacío, se nos da a conocer como salvador. Oremos.
Oración conclusiva: Dios y Padre nuestro, escucha las súplicas de los que veneramos la memoria
de aquel apóstol que reclinó su cabeza en el pecho de Jesús; y concédenos, por su intercesión, vivir
siempre seguros en el seno de tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén
28 de Diciembre. Los Santos Inocentes
28 URDEIX, J. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona: España. 2001.
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Presidente: Hermanos: invoquemos la ayuda del Señor, que en su Hijo Jesucristo nos ha iluminado
con la luz de su mirada. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Para que la Iglesia, en medio de las dificultades de su peregrinar en este mundo, experimente la
constante protección de Dios. Oremos.
2. Para que los que gobiernan las naciones realicen la tarea que tienen encomendada, de manera
que el mundo avance por los caminos de la voluntad de Dios. Oremos.
3. Para que los niños cristianos, con la bendición de Dios, crezcan hasta alcanzar la madurez de la
fe. Oremos.
4. Para que todos los niños que, en cualquier lugar del mundo, sufren por las guerras, el hambre o
las injusticias, sean liberados de su dolor. Oremos.
5. Para que todos nosotros caminemos siempre a la luz de la fe que profesamos. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Señor, la oración de tu Iglesia, que se alegra del triunfo, en el
martirio, de los santos niños de Belén; y a nosotros, que invocamos tu nombre, haznos experimentar
el don de tu misericordia, para que, a pesar de nuestra fragilidad humana, nos mantengamos firmes
y confiados en la misericordia divina. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén
29 de Diciembre
Presidente: Hermanos: con la alegría en el alma, porque el cielo y la tierra se alegran del
nacimiento del Salvador, oremos a Dios por la Iglesia y por todos los hombres. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que en toda ocasión bendiga a Dios por el salvador que le ha sido dado, y lo
presente a todas las naciones como luz verdadera. Oremos.
2. Por los pueblos de toda la tierra. Que encuentren, en Cristo, la paz que es el anhelo de toda la
familia humana. Oremos.
3. Por los ancianos. Que puedan vivir su ancianidad rodeados del afecto de los suyos y con la alegría
de tener los ojos puestos en el Señor. Oremos.
4. Por todos nosotros. Que, siguiendo el ejemplo de la caridad de Cristo, sepamos amar de corazón a
nuestros hermanos, para no andar nunca en la oscuridad. Oremos.
Oración conclusiva: Oh Dios, tú quisiste que Cristo, nacido en Belén, se manifestase como luz de las
naciones. Concédenos caminar siempre a la luz de tu Hijo y dar testimonio de él ante el mundo. Por
Jesucristo nuestro Señor.
30 de Diciembre
Presidente: Hermanos, oremos a Dios para que la abundancia de su gracia dé fruto en la Iglesia y en
el mundo de nuestros días. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que, dando gracias a Dios por el don de la redención, anuncie al mundo entero la
venida del Salvador. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Que sus habitantes progresen en la paz y la justicia y se sientan
movidos a reconocer la grandeza de Dios y a venerar su nombre. Oremos.
117
3. Por los pobres y los desvalidos. Que nuestro amor fraterno nos lleve a ayudarlos, y a hacerlo con
toda sencillez. Oremos.
4. Por todos nosotros. Que la Palabra de Dios habite en nuestros corazones y por ella aprendamos a
cumplir la voluntad del Padre, para tener vida para siempre. Oremos.
Oración conclusiva: Dios omnipotente y eterno, escucha nuestras súplicas. Tú nos has concedido
que tu Hijo, nacido de la Virgen María, participase de nuestra condición humana; concédenos
también participar de su divinidad en el reino de la gracia. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén
de tu gracia durante todo el año que nos disponemos a empezar; para que el consuelo de
contemplar tu presencia visible entre nosotros, nos lleve a amarte con todo nuestro corazón. Por
Jesucristo nuestro Señor. R. Amén
2 de Enero
Presidente: Hermanos, oremos a Dios, en este principio de año, para que su nombre sea alabado en
toda la tierra por la salvación que ha derramado con el nacimiento de Jesús. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que dé a conocer a todos los pueblos la promesa de vida eterna que ha recibido de
Jesucristo. Oremos.
2. Por los que viven consagrados a Dios en la vida monástica. Que, siguiendo el ejemplo de san
Basilio y san Gregorio, dediquen su corazón a la virtud y a vivir según la esperanza futura.
Oremos.
3. Por los que gobiernan las naciones. Que lo hagan con espíritu de servicio, por el bien de su propio
pueblo y de todos los pueblos. Oremos.
4. Por los que no tienen trabajo y por los que sufren a causa de la pobreza. Que encuentren la ayuda
que necesitan, tanto de las personas que tienen a su alrededor como de las instituciones. Oremos.
5. Por los que estamos aquí reunidos celebrando la Eucaristía. Que la fuerza de este sacramento nos
mantenga siempre unidos a Cristo y fieles al Espíritu que de él hemos recibido. Oremos.
Oración conclusiva: Mira, Señor, al pueblo que te suplica confiado en tu amor de Padre. Concédele
los dones que de ti espera y haz que, bajo tu guía, te complazca en todo. Por Jesucristo nuestro
Señor. R. Amén
3 de Enero
Presidente: Hermanos, oremos a Dios, que en Jesucristo nos ha dado prueba de su amor, y
presentémosle nuestras necesidades y las de todos los hombres. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Para que la Iglesia muestre a Cristo, en nuestros días, como el Cordero de Dios que toma sobre sí
el pecado del mundo. Oremos.
2. Para que en todo el mundo se progrese en la colaboración entre las naciones y se vaya borrando
la diferencia entre los países ricos y los países pobres. Oremos.
3. Porque los que sufren a causa de las injusticias humanas se vean liberados de su situación.
Oremos.
4. Para que todos nosotros manifestemos nuestra esperanza en Jesucristo, viviendo una vida digna
del Evangelio. Oremos.
Oración conclusiva: Señor y Dios nuestro, por el misterio de la encarnación de tu Hijo, sé clemente
con nosotros, escucha nuestras súplicas, y enséñanos a pedirte lo que es agradable a tus ojos. Por
Jesucristo nuestro Señor. R. Amén
4 de Enero
Presidente: Hermanos, con la confianza que nos da nuestra condición de hijos de Dios, pidamos por
119
10 de Enero
Presidente: Hermanos: oremos a Dios, que en su Hijo nos ha manifestado el amor verdadero, y
confiemos a su bondad de Padre las necesidades de todos los hombres. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por los obispos, los sacerdotes y los diáconos. Que, como Jesús, y llenos del Espíritu del Señor,
lleven la Buena Noticia a los pobres y anuncien la gracia de Dios para todos. Oremos.
2. Por todos los que trabajan y sufren por la paz, por la reconciliación y por los derechos humanos.
Que su esfuerzo no sea en vano, sino que puedan lograr los frutos que desean. Oremos.
3. Por los que son marginados por nuestra sociedad. Que, por nuestra caridad, se vean atendidos y
socorridos en sus necesidades. Oremos.
4. Por los que estamos aquí reunidos celebrando la Eucaristía. Que la fuerza de este sacramento
nos mantenga siempre unidos a Cristo y fieles al Espíritu que de él hemos recibido. Oremos.
Oración conclusiva: Mira, Señor, al pueblo que te suplica confiado en tu amor de Padre. Concédele
los dones que de ti espera y haz que, bajo tu guía, te complazca en todo. Por Jesucristo nuestro
Señor. R. Amén
11 de Enero
Presidente: Oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, y pidámosle que bendiga abundantemente a
su Iglesia y muestre su salvación a todos los pueblos. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que se afane en dar a conocer a todos los pueblos la salvación de Dios, para que su
nombre sea venerado en toda la tierra. Oremos.
2. Por la paz del mundo. Que el esfuerzo por eliminar las causas de la pobreza, que oscurecen
nuestra sociedad, ayude a la edificación de una paz verdadera en todos los pueblos y naciones.
Oremos.
3. Por los enfermos, por los ancianos, por los que están solos y por todos los que sufren. Que
encuentren, en nuestra ayuda y en nuestra caridad, el consuelo que esperan recibir en sus
necesidades. Oremos.
4. Por todos nosotros. Que seamos capaces de manifestar a todos la nueva luz que Cristo ha
encendido en nuestras vidas. Oremos.
Oración conclusiva: Dios omnipotente, escucha nuestras súplicas y haz que nuestro Salvador nazca
en nuestros corazones y los renueve constantemente. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén
12 de Enero
Presidente: Hermanos, oremos a Dios, que quiere salvar a todos los hombres, y supliquémosle que
derrame sobre nosotros y sobre toda la tierra los dones de su gracia. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia, el pueblo de los bautizados. Que, bajo la guía del Espíritu, dé siempre testimonio de
la vida nueva que ha recibido de Jesucristo. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Que el Señor les conceda vivir en paz y concordia, y los ilumine
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8. OCTAVA DE NAVIDAD: SUGERENCIAS PARA LA HOMILÍA29
Día 26: San Esteban, protomártir
– El día siguiente del nacimiento del Hijo de Dios, celebramos la muerte del primer mártir. Y es que
este Niño que nace es aquel que, por fidelidad al camino de Dios, llegará hasta la cruz; y como él,
sus seguidores son llamados a ser testigos (“mártires”) de la Buena Noticia con la totalidad de su
vida.
– Este martirio, no obstante, lo celebramos como una fiesta gozosa: la muerte de Esteban es su
“nuevo nacimiento”, es la participación de la Pascua de Jesús.
– Recordamos hoy también quién fue Esteban y por qué lo mataron: él es el hombre abierto que
comprende que la Buena Noticia de la fe cristiana significa apertura a todo el mundo, rompiendo
el círculo de normas y leyes del judaísmo. Y eso, los “fundamentalistas” de su tiempo no se lo
podían tolerar.
– Y Esteban destaca también porque personalmente creía y vivía totalmente el mensaje de Jesús:
él, como Jesús, hace aquello tan difícil de amar a los enemigos (la oración nos hace pedir que
también nosotros lo sepamos hacer).
España. 2001.
124
y su familia ha de someterse a la Ley como toda familia. Y es pobre: hace la ofrenda de los pobres.
– En esta condición humana normal, somos llamados a reconocer, como Simeón, al Salvador de
todos los pueblos. Eso quiere decir que Jesús es la luz de nuestra vida, y que vale la pena creer en
él; que el camino de la salvación está en el Evangelio, en lo que Jesús dirá y hará; y que vale la
pena hacer conocer esta luz a todo el mundo.
– La 1. lectura reafirma uno de estos aspectos: allí donde se verifica si conocemos y amamos a
Jesucristo, es en el caso que hacemos de lo que él ha dicho y hecho: es decir, si amamos a los
hermanos; si no, todo es comedia.
125
hasta los más lejanos. Todos ellos, todos, forman parte de nuestra vida. Y hoy, al
terminar el año, es bueno recordarlos. De todos hemos podido aprender, todos
hansido para nosotros, de un modo u otro, estímulos para nuestra vida. Recordemos, de
todos ellos, las pequeñas y grandes felicidades vividas, y también las tristezas y dolores.
Y de un modo especial, porque de ninguna manera podríamos olvidarlos, recordemos
los rostros de dolor de nuestros hermanos que sufren por la guerra, por el hambre, por
todas las crueldades que los hombres sembramos o permitimos en este mundo.
Ahora, en silencio, oremos y pidamos perdón por todo lo que nosotros hemos
contribuido, a lo largo de este año, por acción o por omisión, a hacer más dolorosa la
vida de los demás.
3. Silencio prolongado
4. Petición de perdón
Oremos ahora juntos, reconociendo nuestro pecado y pidiendo perdón. (Se dice el “Yo
confieso” o se canta un canto de perdón).
Yo confieso ante Dios Todopoderoso,
y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de
pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por
eso ruego a Santa María siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén.
5. Oración
Padre, en esta noche del último día del año estamos aquí, ante Ti. Queremos compartir un
rato de paz, un encuentro de familia contigo. Somos tus hijos, y nos da felicidad
tenerte a ti como Padre. Te queremos agradecer este año que hoy termina, con todo lo
que hemos vivido, lo bueno y lo malo, porque en todo podemos experimentar la
llamada de tu amor. Y te queremos agradecer también todo lo que tenemos ante
nosotros, nuestro futuro en este mundo y nuestro futuro en el Reino que tú nos
prometes.
Padre, al terminar este año de 2017, y disponiéndonos a empezar un nuevo año, te
queremos pedir que estés siempre con nosotros y con todos nuestros familiares y
amigos. Y te queremos pedir, muy especialmente, que muestres tu rostro lleno de
ternura a todos los que sufren por la guerra o por el hambre, por la falta de justicia o de
libertad; y a todos aquellos que viven hundidos en el dolor o en el mal. Libéralos, Padre,
y haznos a nosotros colaboradores de esta liberación. Te lo pedimos por Jesucristo,
nuestro hermano, tu Hijo, que vive y reina contigo por los siglos. Amén.
127
6. Salmo 84
(Se recita a dos coros, habiendo repartido previamente el texto a todos)
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados, has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios Salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia y
danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón».
La salvación está cerca de los que le temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino.
7. Lectura de Isaías 9,1-6
Escuchemos ahora la palabra de los profetas. Es el anuncio de un niño que abrirá un
camino nuevo en la vida de los hombres. Es el anuncio de Jesús, el Mesías.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba
en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló. Acreciste la
alegría, aumentaste el gozo;
se gozan en tu presencia, como gozan al segar,
como se alegran al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor, el yugo de su carga,
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31
Letra y música de Juan A. Espinosa
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nos enseñó:
Padre nuestro,
que estás en el cielo, santificado
sea tu Nombre; venga a nosotros
tu reino; hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo. Danos
hoy nuestro pan de cada día; perdona
nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a
los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y
líbranos del mal. Amén.
16. Gesto de paz
Con los mejores deseos para el año que comienza, hermanos, démonos fraternalmente la
paz.
17. Cántico de María
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su
nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de
generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa
a los soberbios de corazón, derriba del
trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a
los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
18. Despedida
Si preside un sacerdote o diácono, desea a todos un feliz año nuevo y da la bendición
solemne de Año Nuevo. Si no, el que haya dirigido la vigilia desea a todos un feliz año
nuevo.
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estrofas cantadas con otras leídas o proclamadas: por ej. “coronas el año con tus
bienes...”.
6. Aspectos esperanzadores del año que termina. Entre dos, enumerar brevemente los
acontecimientos más optimistas de la historia de este año: a nivel mundial, a nivel
nacional, a nivel de Iglesia y a nivel de la propia comunidad.
7. Canto de acción de gracias. Salmo 135: Porque su amor no tiene fin... O bien el
“Magníficat”.
5. Aspectos deficientes del año que termina, en clima de petición de perdón: todos
somos solidarios de la culpa. Entre dos, enumerar brevemente los acontecimientos y las
direcciones más lamentables del año, a los mismos niveles que los positivos de antes.
6. Canto de petición de perdón. Salmo 50: Perdón, Señor, perdón.
7. Reflexión personal: balance de la vida de cada uno en el año que termina:
aspectos positivos y negativos. ¿En silencio? ¿en diálogo de comunicación?
8. Oración final
– litánica, con intervenciones libres,
– oración presidencial (con o sin Padrenuestro)
– terminar con la bendición solemne del Misal Romano para el comienzo del año.
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