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RECUERDOS

ESCRITOS

SOBRE

EL

MANTEL
José Ramón
Muñoz De Morales Corral

RECUERDOS ESCRITOS
SOBRE EL MANTEL

Libro inscrito en el Registro de la


propiedad intelectual el 03.09.04
con el Nº, CR-117-04.

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A Adán y Eva.
Padres de Alba, abuelos de
Alma.

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PROLOGO

Dime…
¿Cómo te cuento este cuento si
no puedo verte…?

Dime…
¿Cómo buscarte entre el álbum de fotos, si no te
conozco…?.

Dime…
¿Cómo puedo hacerte reír, si no puedo oír el eco
de tu voz…?.

Dime…
¿Cómo puedo dejar de pensar en Ti, si estás dentro
de mi mente…?.

Dime…
¿Cómo puedo olvidar tu nombre, si esta en el aire,
en el agua, en la Tierra…?.

Dime…
¿Cómo puedo recordarte, si nunca estuve
contigo…?.

Y dime…
¿Cómo puedo sentir tanto amor por Ti, si solo me
queda tu nombre?
… ALMA

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Para TI, joven princesa. Este diario
comenzó cuando te Conocí…y en la
última página, en la última línea, la
última palabra te la diré al oído el
día que nos separemos…

Cuando tomemos el último


sorbo de vida, entonces y Solo
entonces habrá concluido este
diario.

Solo pido a Dios que me


de la lucidez suficiente para no
olvidar quien en el fondo soy; Unas
veces fui ángel, otras diablo, pero
siempre conservé mis raíces,
siempre cuidé de mis ramas,
siempre alimenté los frutos de mi
vida, eso creo. Solo te pido años
de luz para seguir viéndote en todo
tu Esplendor…PRINCESA.

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La mesa situada en el oscuro rincón del
comedor, compañera fiel todos estos años de miserias
e incertidumbres, al igual que la oscura botella de
líquido agrio que endulza mi amarga y mísera
existencia dentro de esta pensión.

En mi maleta están preparadas las pocas


pertenencias de que dispongo, preparado para cenar
y después realizare un largo viaje por los confines de
mi mente. Encima de la mesa, un mantel de papel
blanco, sin dibujos. Cojo el viejo lápiz a modo de guía
y empiezo a escribir los recuerdos de mi vida, que no
siempre fue así. Tratando de entender por qué he
llegado a esto, a este lugar de mierda, putrefacto,
lleno de mendigos y drogatas, de universitarios en
paro, de curas que un día canjearon su fe por la
botella o el vicio. A lo largo de mi existencia he vivido
tantas vidas y de tantas formas diferentes, que ahora
en el umbral del fin, solo me queda una por vivir,
¿Pero cuál?

Está amaneciendo, llevo toda la noche


pensando, la mente confundida por el wisky, no
consigo poner en orden mis ideas. Una a una, las
líneas blancas de la vida pasan a mi lado. Una a una
las dudas también. Las preguntas asaltan mi mente,
¿por qué? La musa de mi vida, el soporte de mi
existencia esa misma mañana… ¿o fue ayer?, o tal
vez nunca existió, siendo una alucinación de mi
mente.

Solo recuerdo sus últimas palabras dirigidas


al vacío, al espejo de las mil caras hecho añicos en el
suelo del cuarto de baño, dirigidas a la suave brisa del
amanecer que recorre la habitación donde yo estaba

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durmiendo la última borrachera. A solas, sin ella, se
fue lentamente, fotograma a fotograma, como
dándome tiempo a que la frenara, que la sujetara,
impidiendo que se fuera.

Despierto por el tremendo dolor de cabeza


que me produce la resaca, ella se encuentra a mi
lado, placidamente dormida. Su rostro refleja una paz
angelical. Las arrugas de su cara han desaparecido
por arte de magia. Su pelo corto, antes de color
blanco por los años ahora es de un negro azabache,
duerme plácidamente…, en el suelo una cuartilla del
color de sus labios, su color preferido. Lentamente la
cojo para leerla. Qué letra más bonita. No consigo
adivinar lo que pone, entre otras cosas, porque estoy
sin gafas, en mi cara y en mi alma.

-“Te dejo solo, amor mío.


Te quiero, pero no puedo seguir
agarrada de la mano a tu lado…
hace tiempo dejaste de ser la
calma que ahogaba mis
tormentas. Tengo que dejarte,
este viaje tengo que hacerlo
sola, sin ti, ¡adiós amor mío! “.

Que forma más sencilla de ahogar las


tormentas interiores. Una y otra vez la misma pregunta
martillea mi aturdida mente; ¿Cómo he llegado a esto?.
A esta miseria, al alcohol y las drogas. No recuerdo
quién se llevó mi voluntad. Posiblemente aquél ángel
negro de antaño, o tal vez, en algún momento de mi

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existencia, comí, de la manzana prohibida, cambiando
así mis sentimientos, mi alma y mi espíritu por otras
treinta monedas de plata. No pensé en ella, y eso hizo
que se marchara de mi lado, que emprendiera ese viaje
hacia ninguna parte. Tengo que ir a buscarla. Eso fue lo
que paso, cambié todo por poder, y no pensé en el
amor.

Ella pensó que los besos son compromisos y


los regalos promesas. Conmigo se equivocó. Pensó
que cuando agarras unas manos agarras un corazón.
Ella hizo todo eso, y yo me equivoqué”

Toda la noche llevo sentado en esta mesa con


mi última amiga inseparable, la botella. Línea a línea,
su amargo sabor va endulzando el camino haciéndolo
más liso, más llevadero. Con el tiempo, comprobé que
con cada trago de licor que tomas acabas con cientos
de células del cerebro. Primero acabas con las de la
tristeza. Poco a poco empiezas a sonreír. Luego
mueren las del silencio y hablas sin parar. Pero eso
nada importa, porque luego mueren las de la
estupidez, y es en ese momento cuando empiezas a
hablar con coherencia, con inteligencia, y por ultimo,
mueren las de los recuerdos…Aunque esas son las
más difíciles de matar.

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AÑO CERO

Todo comenzó en el principio de los


tiempos. Dios creó el infinito dentro del cual
dispuso los planetas de los cuales uno fue la
tierra. A vista de pájaro desde donde se
situó, puso el paraíso, un bello lugar
poblado de grandes cordilleras, profundos
valles repletos de frondosos bosques, ríos
de aguas cristalinas surcaban las verdes
praderas, el cielo era del mismo color de los
mares y océanos como si de un espejo se
tratara. En el centro de todo creo el más
bello jardín que pudo imaginar para su
propio deleite, lleno de bellas flores de un
aroma tan penetrante…. Al sexto día de tan
ardua tarea y, a la vez, tan fatigosa, se
percató que necesitaba alguien que cuidara
de tan bello jardín, y me creó a mí.
Mezclando agua y arcilla creó el jardinero
del Edén. Lo de Adán y Eva vino después,
cuando los árboles frutales, sobre todo los
manzanos, comenzaron a florecer. Como
venía diciendo. El Creador con agua y arcilla
me modeló. Con el paso del tiempo me fui
humanizando hasta el punto que, al ver un
nuevo amanecer, se me saltan las lágrimas.

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- Tu serás, amigo mío, la primera
“criatura de este nuevo mundo. Te he
creado para que cuides el más bello
jardín que jamás existirá. En él vivirás
eternamente, cuidarás de las plantas
que en él nazcan, tus lágrimas serán
su alimento y tus preocupaciones su
abono.

Pues ya ven, en mi primera vida yo


fui jardinero, cuidaba de las flores y plantas
más bellas del jardín del Edén. A diario las
regaba mientras les cantaba bellas
melodías. Todas las semanas las abonaba
con cuentos y leyendas de caballeros y
princesas, de Ángeles blancos y caballeros
negros. Tan bonitas y sublimes eran mis
historias, que ellas abrían sus pétalos para
mí.

Ahora recuerdo que cuidar de las


flores era como ser un niño. Al oler sus
fragancias, me imaginaba que serían como
las caricias de una madre que nunca hasta
entonces conocí. El jardín era como la
inocencia de la infancia, la ignorancia de la
pubertad, la serenidad del adulto o la
liberación de la muerte, que cuando
aparece se acaban los miedos de la vida.

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Al amanecer, una flor estaba a los
pies de la cama. Apareció de la nada, en la
oscuridad de la noche.
-¡Cielo santo!- exclamé. Esa
florecilla estaba mustia, marchita, casi
sin vida.- ¡¿Qué te han echo pequeña?!-
.

Ella alargó su frágil tallo


rozando mi mano exclamando con débil
voz. -¡Ayúdame por favor!...

-¿Qué puedo hacer yo?. No ves


que soy un anciano, la llama de mi vida
se está extinguiendo, demasiadas
lágrimas derramadas, demasiadas
plantas por regar.

Sus suaves y sedosos pétalos


acariciaron mis viejas y arrugadas manos.

-¡Por favor, cuida de mi! He


hecho un largo viaje buscándote,
media vida ha pasado hasta
encontrarte, mil penas he soportado,
una eternidad de dudas me he
planteado y salvado sólo por
encontrarte.

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Empecé a cuidarla. Con el paso del
tiempo se convirtió en mi preferida, jamás
vertí tantas lágrimas por cuidar de una flor.
La regaba a diario. Poco a poco fue
recobrando las energías. Por el contrario,
las mías flaqueaban.

-¿Cuál es tu nombre?...- Le
pregunté.-Tu variedad no la conozco.

-¿Mi nombre?...-Guardó silencio,


como queriendo ocultarlo.

-¿Mi pasado?...Desengaño. ¿Mi


presente?...Soledad. ¿Mi futuro?...-Por
un instante, sus pensamientos vagaron
hacia un lugar desconocido. Unos de sus
pétalos rozó por un instante mis labios.- ¿Mi
futuro?...Tú.

Pasé una eternidad cuidándola, la


llama de mi existencia se estaba
extinguiendo.

En mi lecho estoy esperando que la


muerte venga a buscarme. Ella está a mi
lado. Mirándola, los recuerdos del pasado
asaltan mi mente… Aquella flor mustia y
marchita que de la nada apareció, es ahora

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una bella doncella de pelo negro azabache
y ojos de miel.

-¡Gracias!...- Me dijo – Por cuidar


de mí, no mereces morir sin llevarte mi
nombre entre tus labios.

Puso su mejilla rozando la mía. Su


piel suave, aterciopelada, acariciaba mi
rostro arrugado. Una suave brisa inundó mis
fatigados pulmones.

- Amigo mío, durante años


cuidaste de mí mientras tus lágrimas
apagaban el fuego cálido de tu
corazón. A mí me daban algo que perdí
en el tiempo…esperanza. Querido
amigo, mi nombre es…

Toda la luz que estos largos años


revoloteaba en mis ojos, poco a poco fue
levantando el vuelo como mariposas
multicolores sacadas de un arco iris. No
quedaban más lágrimas que derramar, sólo
las de ella que lentamente resbalaban por
sus mejillas. La oscuridad fue creciendo
dentro de mí, tapando cada poro de mi piel,
abriendo los cerrojos para dejar salir los
pétalos de mi existencia. El señor de la
oscuridad esperaba tranquilamente a los

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pies de la cama, solo yo era capaz de
sentirlo, sonreía feliz esperando el
inminente final.

- Pronto serás mío, jardinero.


Una a una todas las criaturas de este
paraíso formarán parte de mí.

- No corras tanto, Diablo – Le


contesté entre desvelos – Porque yo otros
cuerpos ocuparé, otras vidas
suplantaré, la lucha será larga y
fatigosa, pero siempre triunfará la
existencia, tu solo eres un episodio de
nuestra propia historia.-

Un último suspiro salió de mi ser, un


alud de luciérnagas envolvieron mi alma y
mi espíritu, el Ángel negro lanzó una
maldición rojo de cólera.- ¡Algún día serás
mío! Quedan muchas existencias y YO
poseeré los cuerpos necesarios para
derrotarte, crearé guerras, inventaré
enfermedades, buscaré aliados en toda
la eternidad!, ¿y TU jardinero, que
harás…?.

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UN AMIGO Y… ELLA

Por aquel entonces gateaba por el


jardín un muchacho que, según el jefe lo
creó a su imagen y semejanza con una
nueva técnica. La verdad el “tío” debía
tener mucha memoria al acordarse de como
era él, pues realmente es más viejo que el
sol. ¡Menuda memoria!

Como venia diciendo el crío gateaba


entre las plantas. La verdad, el tiempo pasa
aquí muy deprisa, en menos de un
parpadeo de ojos el renacuajo se convirtió
en un apuesto joven de cabellos dorados
como un querubín de cara taciturna. Yo creo

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que le falto un hervor a la masa. Eso sí,
cuando conoció a Eva deshojó todas las
margaritas del jardín. Aun recuerdo
(todavía no estoy muy grogui) cómo el
jefe creó a Eva, una noche mientras el
muchacho dormía.

-No hagas ningún ruido


jardinero, esta noche voy a crear una
compañera para nuestro apuesto
joven.- Poniendo cara filosófica añadió.- No
es bueno que el hombre esté solo.-
Dicho esto sacó una costilla del costado de
Adán; “¡Cojones!, pensé, ¡Joder con la
nueva técnica!”. Y modeló una preciosa
muchacha con un cuerpazo de escándalo.
La verdad, pensando la sensación que me
hizo la muchacha siendo yo de piedra, me
imaginaba la cara de capullo que pondría
Adán cuando la viera, ¡la ostia!

Cuando su piel se tornó sonrosada,


abrió unos grandes y negros ojos como el
pez. Sus cabellos eran pinceladas de rayos
de sol. Esa linda criatura parecía la flor más
bella del lugar. El aroma que desprendía a
su paso rivalizaba con cualquiera de las
flores que yo cuidaba. Lo peor es que ella lo
sabía.

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Enseguida, por la dulzura y frescura
de su carácter, empezó a simpatizar con
cuantos habitantes estaban en el paraíso,
algunos de los cuales no eran del agrado
del jefe. ¡Ja, ja, ja! Tendríais que haber visto
la cara de Adán cuando la vio, parecía un
poema, claro que la de ella no fue menos…
Presentí que las reservas de margaritas se
agotarían cuando Adán pusiera sus manos
en ellas.

“YO CREARE EL EJERCITO


DEL MAL”

Cuando la luna consiguió abrirse


camino entre la espesa humareda que
desprendía la ardiente tierra y sus rayos
lograron alumbrar el inesperado
camposanto. Nadie comprendía el horror
que allí se vivió horas antes. La crueldad de
la batalla no tenia nombre ni sentido, los
supervivientes huyeron despavoridos ante
tanto horror.

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Más de mil cadáveres estaban
diseminados en el angosto terreno, ríos de
sangre se abrían paso a través de los cuerpos
inertes. Una centena de siervos del Señor
oscuro rondaban por allí absorbiendo los
espíritus que, saliendo de los cuerpos,
viajarían hacia el infinito, hacia su ultima
morada. Los siervos como aves de carroña
trataban de impedirlo.

Entre los cuerpos, una siniestra y


encorvada figura se deslizaba con soltura
como si flotara en el aire Andaba rondando
entre los cadáveres, buscando algunos en
especial, los decapitados servirían para sus
propósitos.

Posando sus huesudas manos sobre el


pecho absorbía el alma de ellos robándoles la
poca humanidad que en ellos habitaba,
rompiendo así el círculo de la vida celestial,
rociando cada poro de sus cuerpos con una
loción para impedir que el espíritu saliera de
ellos.

Los siervos dejaban que hiciera su


trabajo. Ella era la nodriza del señor oscuro y
su cometido era muy particular: crear un
ejército de maldad para su amo.

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Uno a uno los cuerpos fueron
colocados sobre un amplio triángulo de tierra.
Iluminados por negras antorchas, la luz que
desprendían oscurecía los rayos de la luna
haciendo la noche más lúgubre de lo que era.

Cuando los cuerpos estuvieron


preparados dentro del triángulo de maldad,
apareció el Señor oscuro junto a dos
hechiceros. La bruja preparó en un recipiente
una espesa mezcla, a basa de sangre y
cenizas traídas de las tierras del mismísimo
infierno por los hechiceros.

La luz de las antorchas se apagaron a


una orden del Señor. La bruja empezó a unir
las cabezas a los cuerpos con la mezcla,
mientras repetía los fragmentos satánicos que
los hechiceros lanzaban a las estrellas.

Una inmensidad de nubarrones


apagaron la poca luz de la luna que en
conjugación con las estrellas, trataban de
impedir que la claridad se perdiera en aquel
camposanto, comenzando a desatarse una
tormenta de rayos tratando de luchar contra
la maldad existente. La tierra comenzó a
temblar provocando el temor entre los siervos
que empezaron a desenvainar sus espadas.

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La luz se acercaba por el horizonte,
posiblemente Ángeles blancos.

El señor oscuro empezó a rezar


juntando las manos invertidas. Se dirigió a los
cuerpos inertes que yacían en el suelo. Los
hechiceros se unieron a él, y mirando al
infinito exclamaron:

-“Nosotros, siervos de la
oscuridad, hijos de Lucifer, invocamos a
las luciérnagas negras y a su pastor,
vengan con sus almas a socorrer a estas
criaturas que aquí yacen entre dos
mundos”.

Los allí congregados hicieron un


circulo alrededor de los cadáveres, de pronto
de entre las sombras apareció Lucifer; el
Arcángel Negro, hizo la señal de la cruz
invertida a los cadáveres y uno a uno fueron
despertando del sopor en el que se
encontraban.

El señor oscuro esbozó una amplia


sonrisa de triunfo.-“Jardinero, ¿Dónde
estas?, sal a la oscuridad, mira mí
ejercito de criminales, violadores y
terroristas. Ellos serán los progenitores

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del mal sobre la tierra, ellos traerán el
terror a miles de familias, violarán bellas
doncellas y asesinarán a todos los que
en la pila bautismal sean ungidos con la
señal de la cruz. ¡Jardinero, mira mi
ejército!. Y Tú ¿Qué tienes?.

HOLOCAUSTO

El paso del tiempo erosionó mi ser y


me convertí en polvo. Mi alma, junto con mi
espíritu, viajó durante más de mil años.
Cuando los señores de la oscuridad
entraron en el paraíso, la desdicha cayó
como una losa sobre Adán, Eva y todos sus
descendientes. La oscuridad asoló todo a su

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paso, el pueblo quedó bajo el yugo de la
tiranía y la opresión.

El creador abatido se dio cuenta de


su error. El hombre es débil, la carne
también, el pensamiento oscurece con
suma facilidad y las voluntades se tuercen
como frágiles tallos.

Con el paso de las lunas, uno a uno


los tiranos fueron derrotados, pero…
¿Cuántas vidas rebeldes hacen falta para
acabar con ellos? Siglo a siglo la luz
avanzaba, poco a poco la oscuridad era
derrotada. Los pueblos se amotinaron. El
hambre es la mejor arma para el pobre y el
ansia de libertad su mejor escudo.

Mil y una guerra he vivido. El llanto


de las madres por sus hijos, de las esposas
por sus maridos regó la tierra, ¿Cuántas
lagrimas hacen falta para levantar un
jardín?. Los hombres y mujeres las
vertieron, y hermosos jardines fueron
apareciendo a lo largo y ancho de este
planeta. El hambre se fue erradicando en
casi todos los rincones, las enfermedades
también. Los cuatro jinetes, siervos del
señor oscuro, fueron desapareciendo… La

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luz va llenando los corazones de las gentes.
Es la hora de volver.

Hace horas la pensión quedo atrás. Hace


horas estoy aquí sentado apurando, vaso tras vaso, el
licor que paulatinamente va quemando mi garganta
Hace horas los clientes abandonaron el local, los
camareros se marcharon hace rato. Mi buen amigo, el
dueño de este antro, sin mediar palabra alguna, dejó
las llaves encima de la barra. Un gran amigo. Su
rostro pálido y su semblante de preocupación denota
que sufre por mí. Fuimos, hace años, amigos de
juergas en nuestra juventud. Ahora, cuando somos

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dos adultos, sólo somos hermanos del alma,
compañeros de penas.

- “Te espero en casa, cierra al salir “-. Dijo


mientras se marchaba. Hace años tenía tantas casas,
tantos refugios como amigos. Fui perdiendo los
amigos, los refugios también. Sólo el último refugio
está de pie a mi lado. Apuré el ultimo trago de la
botella, su sabor amargo me hizo vomitar cantidad de
recuerdos, todas las desilusiones acaecidas salieron a
flote, a la superficie… ¿Y por qué no?, ¿Por qué no
acabar para siempre?- “¿Dónde te encuentras? “.-
Esa voz la recuerdo vagamente, ¿Ese perfume?,
estoy solo, aquí no hay nadie más.- “Hace tiempo
que no sé nada de ti, amigo mío”-. La siento en mi
mente y en mí alma, no la puedo mirar a los ojos, ¿De
miedo, tal vez?

- “Ella se marchó sola, sin equipaje,


supongo que para no volver. Salí a buscarla y
sólo encuentro la frialdad del invierno. Pero…
¿Quién escucha mis palabras?”-.
-“Ven a casa, duermes un rato y después si
quieres, hablamos, pero no sigas buscando, ese
camino no lleva a ninguna parte, ven por favor… a
casa”. Su cálida voz denotaba un temor al dolor, el
dolor del Alma que te parte el corazón en dos.

- Por mí no te preocupes amiga mía, estoy


acabado, demasiadas vidas, demasiados pactos
con el diablo, pactos sellados con sangre,
brindados con el amargo sabor del licor. Amiga
mía no esperes al que nunca está, nunca pidas
más de lo que puedes dar y nunca deberás nada.
Por favor, olvida a este acabado amigo, que
nunca pudo ser más”.

–“Te espero despierta, amigo mío”.

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Mientras esa sutil fragancia se desvanece,
escribo en una cuartilla. Amigo mío, haz que
escriban esto sobre la lápida que envuelve mi
corazón, que arropa mi vida. “Despierto de un largo
y atormentado sueño, lleno de sensaciones y
sentimientos; Mil y una incertidumbre asaltan las
almenas de mi mente. De repente, mi castillo de arena
se tambalea. Abro los ojos y la claridad borra toda
duda, todo pesar, siento de repente que al fin y al
cabo… Sin ELLA, solo me queda una vida, la otra
acabo de perderla”.

Salgo a la calle a encontrarme tal vez con la


muerte, el señor oscuro seguro que
aparecerá.-“Adiós querido amigo”.

EL AÑO DE MI NACIMIENTO

Estoy en medio de la oscuridad,


flotando en un mar en calma, una brisa de
dudas me inunda, ¿Dónde estoy?, ¿Quién
soy?... Sólo un leve recuerdo ocupa mi
mente. El aroma de una fragancia especial,
el dulce sabor de un nombre en mis labios y
esos ojos de miel alejándose, mezclándose
con las estrellas.

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Un murmullo proviene de alguna
parte, una voz cálida y sensual me
despierta, habla de tiempos pasados, de
soledad y tristeza, de amarguras y
desengaños… ¿De aquel anciano? También
habla de esperanza…Una caricia recorre mi
ser… ¿Seré yo, la esperanza?

Me siento a salvo, protegido. Alguien


cuida de mí, alguien me protege. ¿Dónde
estoy?. Está oscuro, pero tengo la certeza
que nada debo temer, noto una sensación
nueva, diferente, un cosquilleo recorre todo
mi cuerpo….

No estoy solo, un millar de lucecitas


blancas traspasan cada poro de mi piel. Mi
cuerpo se trasforma y mi mente empieza a
recordar plenamente quien soy.

¡¡ ¿Qué ocurre, Qué esta


pasando?!!... Mi pequeño mundo se
tambalea, me arrastra la corriente hacia un
túnel oscuro, estrecho. Alguien en la lejanía
llora, un torbellino me obliga a seguir. A
medida que avanzo, una luz viene a mi
encuentro, empiezo a comprenderlo todo…
La alegría desborda todos mis sentimientos,
voy irremediablemente hacia Ti.

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Unos brazos me atrapan, tiran de mí
hacia la luz, cada vez más blanca, más
cegadora. Oigo un murmullo a mi alrededor,
una brisa fresca inunda mis pulmones. No
veo nada, pero la sensación de no estar
solo, desamparado, me produce unas
tremendas ganas de llorar de felicidad
cuando esos brazos me arropan con
ternura.

- No llores mi amor- “Esa voz”…-


No tengas miedo- “Esa fragancia”…- El
viaje ha sido largo, no sufras, estamos
juntos...- Sus ojos de miel brillaron como
dos perlas.-… Otra vez, mi niño.- Su
último suspiro fue como una liberación para
su Ser. En la lejanía unos cascos de caballos
se alejan, tengo hambre y frío, los caballos
han silenciado su paso, el hambre puede
conmigo, el sueño también.

Los años fueron pasando, no en


balde, claro. Mi infancia transcurrió entre el
amor de una madre y la ignorancia
consentida de un padre. De ella aprendí que
la poesía se encuentra en las palabras que
se pronuncian de corazón. De él sólo supe
que era un soldado del Rey y que nos
abandonó en busca de un sueño, una

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venganza, en ella vi. La belleza serena de
su mirada, en él no vi nada. De ella supe
que fue traicionada, abandonada en falsas
promesas, de él supe que fue el traidor;
Nada mas supe de él y si mucho de ella.

Largas noches pasó entre sollozos,


pero siempre, para mí, había un nuevo
amanecer. Nunca la vi llorar, pero las
arrugas de su rostro la delataban. Vivía
entre la desdicha y la esperanza, entre el
pasado y el futuro. Más tarde comprendí
que en su corazón brotaba un bello jardín y
que su jardinero dormía plácidamente en
sus brazos.

Con el paso del tiempo su pelo


negro azabache se fue plateando y sus ojos
de miel reflejaban una placida paz,
acogedora. Se despidió con un tierno beso
hacia un largo viaje, su castillo de arena, un
anochecer… Se derrumbó.

La emotividad del duelo,(toda la


aldea estuvo presente), dio paso a una
soledad a duras penas sofocada por el
amargo sabor de los recuerdos. Todas las
noches, sentado en el porche de la vieja y
destartalada casa, pensaba en sus
enseñanzas sobre la vida y las emociones.

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Es como si estuviera a mi lado
diciéndome…-“Vive la vida con los más
puros sentimientos.- (Si me viera ahora).-
Riega tu jardín a diario con la
esperanza de algún día verlo florecer”.

Ella poseía el más bello jardín. La


fragancia que emanaba de cada poro de su
piel, salía directamente de su corazón para
clavarse como flechas en el mío. En
primavera, no faltaron amapolas ni
margaritas sobre su lapida. Sus
enseñanzas, algún día, las reflejaré sobre
lienzos de tela, contándolas de aldea en
aldea. Al final del camino me espera un
castillo con un hermoso jardín, con la
esperanza de encontrar lo que toda mi vida
llevo buscando.

Nunca he entendido al género


humano. Entre sus deseos más prioritarios,
más deseados (según me contó un genio

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una vez), ha sido el ser inmortal. A lo largo
de la historia ha torturado y matado por
ello, y todo por tener pánico a la muerte. Se
investiga tanto en alargar la vida que se
olvidan de lo más importante: vivirla en
plenitud, en cuerpo y alma.

Cada día que amanece es un nuevo


sorbo que hay que paladear lentamente. Y
hacemos lo contrario, nos la bebemos tan
deprisa que cuando llega la hora de morir,
deseamos ser inmortales. A nadie se lo
aconsejo. Hay nada más que soledad, a
nuestro alrededor mueren las personas que
nos quieren y a las que queremos. Lo mejor
es ser inmortal en los recuerdos de las
gentes que nos importan.

He vagado por tantos tiempos que


he comprobado que el Alma de las personas
es siempre la misma. Sólo cambian los
escenarios y los personajes, el autor y su
punto de vista, pero la comedia en
cualquier parte del universo terrenal es
siempre la misma.
He encontrado a lo largo de la
historia infinidad de personajes que me
recordaban a otros que conocí
anteriormente, otras caras, otras miserias.
El atuendo cambia, pero el Alma siempre es

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la misma: Aquella joven de cabellos negro
azabache tantas veces recordada, o aquella
geisha de ojos rasgados y pelo como un
chicote, o aquel amigo que un lejano día
puse mi vida en sus manos… Tantos
recuerdos, tan poco tiempo para recordar.

Todas esas Almas siguen vagando


en el amplio universo de la vida, esperando
un cuerpo que los acoja.

Cuántas veces nos preguntamos al


ver a alguien…¿de que te conozco?...En ese
momento no estamos mirando el gesto,
estamos mirando en el interior, detrás de la
mirada de la persona que nos acaban de
presentar. Es como si absorbiéramos un
pedazo del espíritu de esa persona para
compararla con los recuerdos vividos junto
a otra. Yo soy de los que piensan, cada vez
somos más, que la reencarnación existe, no
de la persona sino del Alma del ser amado,
del ser apreciado, solo que vivimos tan
deprisa que no miramos a los ojos de nadie,
y todo el mundo nos parecen unos perfectos
desconocidos, incluso los de nuestra
sangre.

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….ALBA. ¿Y SI FUERA ELLA?

“Dando un paseo por las nubes


coincidí con una joven sentada sobre una de
ellas, con los pies colgando bajo la luz de la
estrella polar. Escribiendo en una especie
de cuaderno de piel negra con

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incrustaciones de perlas de ámbar se leía la
palabra ”diario”.

-¿Qué haces?- Le
pregunté

- Estoy escribiendo en este


diario, recuerdos vividos en el pasado,
tal y como le prometí un día a mi
anciano padre.

- ¿Cómo puedes escribir sin


usar palabra alguna?. Las letras están
para ser plasmadas sobre el papel.

Ella levantó la mirada. Sus ojos de


miel y sus largos cabellos negros me
recordaban a alguien que antaño conocí. Me
miraba sonriente como si me recordara de
algún momento, de algún lugar.

- Es un diario y en él se plasman
los recuerdos, vividos o soñados, los
deseos y voluntades. Para eso no
hacen falta las palabras. Ven, siéntate
a mi lado, que voy a contarte la
historia de alguien que en un pasado
fue muy querido por ti, viejo
jardinero...

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-“Hace mucho tiempo fui una
princesa nacida en el seno de una gran
familia, no por el tamaño de sus
componentes, si no de su corazón. Vivíamos
en un enorme castillo en lo alto de una
loma, custodiado por fornidos soldados y
atendido por infinidad de criados y
sirvientes. A lo largo y ancho del castillo
varias aldeas estaban, desde tiempos
remotos, asentadas, formando un circulo.
Parecía una fortaleza que protegía a los
aldeanos de los señores oscuros. Un reino a
pocas jornadas del nuestro, y que
constantemente intentaban romper la
férrea voluntad de los habitantes de nuestro
reino, para así implantar la oscuridad del
suyo, como ya había ocurrido
anteriormente.

Todos los días, cuando amanecía, los


rayos del sol traspasaba la suave brisa que
se formaba en lo alto del castillo, creándose
el más bello de los arco iris existentes. Su
luz traspasaba las vidrieras del castillo,
dando a éste el aspecto de un perpetuo
jardín de ensueño. Mi padre era un
apasionado de las flores. Cuenta la leyenda
de los lugareños que un ángel blanco Puso
sus manos sobre su frente el día de su

34
nacimiento, y que el espíritu de ese ángel
inundó todo su ser.

En el centro del castillo poseía el


jardín más bonito de la comarca. En él
cultivaba todas las flores existentes. En un
rincón, en lo alto de un pedestal, el busto
esculpido sobre arcilla y agua, de un señor
bastante anciano. En la base del pedestal
entre margaritas y amapolas, se podía leer,
cuando un rayo de sol lo iluminaba la
frase:”Al anciano jardinero, gracias por
cuidar de mí, amigo mío. Fuiste el
bálsamo del pasado y la esperanza del
futuro. Tus lágrimas fueron mi
sustento y tu fortaleza mi sostén.”

- En el momento de mi
nacimiento, justo en el mismo instante, en
el otro extremo del país donde se sitúa el
bosque oscuro, un niño recubierto con
harapos, casi muerto de frío y hambre, es
recogido por un apuesto caballero. Con
dulzura lo toma entre sus fuertes manos
encallecidas por las duras batallas espada
en mano. Después de humedecer sus
pequeños labios con leche de cabra,
arropado con ternura en una confortable
manta, fue puesto a lomos de Lluvia, el
precioso y noble corcel de mi padre, el rey.

35
Aquel caballo de crines negras y ojos de
perlas de miel, cuidaría del pequeño en su
regreso a casa, al igual que durante largas
y frías noches cuidaba de su amo. Mientras
la comitiva del rey se alejaba del bosque
oscuro, en la lejanía en lo más profundo del
bosque, un grito desgarrador cortó el
silencio de la plácida noche, al mismo
tiempo se escuchaba el sonido de unos
cascos al galope, acercándose detrás del
ejército del rey, buscando venganza,
olfateando sangre.
.
Cuando empezaron a vislumbrarse
los primeros colores del arco iris, el ejército
del rey llegó a las puertas de la fortaleza.
Los mozos de las cuadras recogieron los
caballos para limpiarlos y darles de comer.
Acto seguido se presentó el jefe de las
caballerizas, el único que podía acercarse a
Lluvia.

Mi padre lo apartó hacia un lado, y


en un rincón le enseñó el bulto que
dulcemente dormía entre sus brazos. El
encargado que, a la vez, era amigo de mi
padre, puso los ojos de par en par, y le
suplicó al rey que le dejara coger al
pequeño entre sus brazos. Su mujer no
podía tener hijos a causa de las palizas

36
recibidas por algún que otro bestia siendo
ella una niña.

- El todopoderoso ha puesto
este crío en mi camino para ti, cuida de
él, hazlo un hombre de provecho. No
quiero que sea ni soldado ni sirviente
de nadie. Con mi ayuda y vuestro amor,
haremos de él alguien que plasme en
papel de plata y letras de oro las más
bellas historias de la comarca, para
deleite de sus gentes. Con el tiempo,
será el maestro de nuestros nietos.
Amigo mío, a ti y a tu mujer os lo
encomiendo.

Montando a lomos de Lluvia enfiló


el sendero del castillo a conocer el primer
rayo de sol que endulzara su vida, a MÍ.

Acurrucada en sus fornidos brazos


me miraba con los ojos vidriosos por la
alegría. Las lágrimas pugnaban por salir,
pero él era el REY y estos nunca lloran. En
algún momento se daría cuenta que
además de ser Rey, también era un hombre
dulce y sensible, y que las lágrimas algún
día, acabarían por salir.

37
- Al alba naciste, pequeña
princesa. Con los primeros rayos del
sol pusiste los pies en este mundo de
oscuridad. No temas, la luz del que
algún día será tu pueblo proviene de
ese Arco iris de flores que nos ilumina.
Has traído la dicha a mi pobre corazón.
Al alba naciste y ese será tu nombre,
ALBA.

Dijo esto mirando, a través del


estrecho ventanuco, hacia los grandes
prados que empezaban a recibir finas gotas
de rocío, como si alguien en las alturas
estuviera llorando de felicidad doradas
lágrimas por los rayos del sol. Al volverse
hacia mi madre, para darle el más tierno
beso por hacerle el más bello regalo, y
dejarme entre sus brazos, una sombra
oscureció su rostro, un pánico
indescriptible se apoderó de su ser. A los
pies de la cama estaba un caballero que no
era del castillo. Su rostro y su larga túnica
eran de color negro. Pero lo que más miedo
daba eran sus ojos de color rojo como el
fuego, el rostro del infierno, el caballero de
la muerte. En él no existía ningún ápice de
luz.

38
En una mano empuñaba como
única arma una Guadaña. Sus ojos de ira se
posaron sobre mi padre. De la garganta de
él no salió palabra alguna. Nadie hablaba al
señor de la muerte, ni siquiera el Rey.

- Majestad -. El caballero hizo una


profunda reverencia.- ya sabes lo que me
trae a tu castillo, la hora de tu amada
esposa está próxima. He venido a
recoger el último suspiro que salga de
sus pulmones, acompañaré su espíritu
en su último viaje hacia la eternidad.
He venido a cobrar una deuda
de vida. Hoy has recibido una y en lo
profundo del bosque salvaste otra.
Debes devolver una de ellas, tú
decides cual: la que salvaste en el
bosque, la de tu hija, ésta que
proteges entre tus brazos…-
Volviéndose hacia mi madre, terminó de
decir…- O la de tú amada esposa. Tú
decides Majestad cuál de ellas puedo
llevarme.

Mi madre se incorporó de la cama


con pesadez, todavía estaba débil por los
esfuerzos. Se abalanzó sobre el señor
oscuro con rabia, pero en sus ojos sólo se
vislumbraba la dulzura que durante años

39
conquistó los corazones de los habitantes
del castillo. El caballero se volvió
bruscamente hacia ella y partió con la
afilada guadaña su pecho en dos. De su
interior salieron miles de lucecitas
brillantes, como luciérnagas asustadas. El
señor de la muerte abrió su negra capa y
envolvió las lucecitas, como padre que
arropa a sus hijos.

Mi madre quedó tendida sobre la


cama con el rostro sereno, como dando
gracias a DIOS por ser ella la elegida.
Cuando el señor de la muerte desapareció
entre las sombras, llevándose con él el
espíritu de mi madre, se hizo de nuevo la
luz en el dormitorio, y se empezó a
escuchar el dulce cántico de los gorriones.
Una parte de las sombras del caballero
negro se quedaron incrustadas en el
corazón de mi padre, haciéndolo envejecer
de pronto. Me apretó contra su pecho y
empezó a llorar amargamente.

El paso del tiempo, después


de la muerte de mi madre, la reina, nos
llevó a una tristeza sin fin. Mi padre, aquel
rey bondadoso y alegre se convirtió en un
ser huraño, cruel, que trataba a todos con
desprecio, como culpándonos de su

40
desdicha. Día a día, el corazón se le fue
ennegreciendo, el azul brillante de sus ojos
se le fue apagando, su mirada de antaño,
penetrante y decidida, se le fue
oscureciendo… como su vida.

Los días iban acortándose, la luz del


sol cada vez lucía menos, dando menos calor
a los corazones. El Arco iris se desvaneció en
las sombras de la noche y nunca más volvió
a salir. Una espesa niebla vagaba por la
comarca oscureciendo los corazones de los
habitantes, antaño tan alegres, que el simple
nacimiento de un gorrión en primavera era
suficiente para celebrarlo. Al atardecer, todo
el mundo se refugiaba en sus casas. La
oscuridad y las nieblas hacía temer a los
aldeanos la presencia de fieras salvajes que
bajaban de las montañas a cazar el escaso
rebaño que pastaba por la ladera. La aldea
estaba quedándose cada vez más triste, sola
y deprimida, como el corazón de su Rey. Los
sirvientes empezaron a marcharse a otros
castillos y yo, impasible, veía como todo a mí
alrededor, mi pequeño hogar se desvanecía,
quedándome sola ante el mundo.

Tras largos años de oscuridad, con la


llegada de la primavera, un sin fin de
gorriones empezaron a poblar los bosques

41
de la aldea. La esperanza empezó a abrirse
camino en nuestras almas, y un aire
renovado empezó a llenar nuestros
pulmones, algo parecía que estaba
cambiando.

Los pocos que quedábamos en la


aldea, todos los amaneceres mirábamos al
cielo esperando algún día ver salir el Arco
iris, el cual nunca aparecía. Necesitábamos
verlo, que volviera a renacer la esperanza
tantos años ausente. Necesitábamos que
sus colores se reflejaran en nuestras oscuras
almas. Si pronto no aparecía, el espíritu de la
aldea sería del Señor Oscuro y de sus
Ángeles de la Muerte.

El último atardecer del mes de Mayo


nos trajo a los patios del castillo un
caminante joven, guapo y apuesto. En el
cinturón, en el lugar que ocuparía una
espada y un puñal, portaba una flauta de
madera y en su sombrero de tela, una bonita
pluma de pavo real, el ave del paraíso.

Nada más llegar a la fuente del patio,


donde beben los caballos del rey, y
habiéndose lavado la cara del polvo del
camino, se subió a lo alto de la fuente para
que todo el mundo oyera lo que tenía que

42
decir. Los pocos niños que quedaban hicieron
corro alrededor de él. Mi doncella y yo desde
lo alto de la torre observábamos los
preparativos de tal joven,

Cuando empezó a relatar su historia


todos callaron como queriendo aspirar la
suave fragancia de su voz…-“La historia
que les voy a relatar, mis buenos
aldeanos, no es de princesas y apuestos
caballeros, ni tampoco de héroes que
llenan las lápidas del camposanto. No
señores, mi historia trata de un
caballero cualquiera y una noble dama
de palacio. Al caballero sólo le quedaba
por conquistar el corazón de una bella
dama. Sería la verdad lo único que
conquistaría desde que tuvo uso de
razón.

Un buen día el Caballero, a


lomos de un bello corcel de crines
negras, siendo el muchacho algo feote
y desgarbado, conquistó el corazón de
una bella doncella de cabellos negros
azabache y ojos de miel. Juntos
formaron un gran reino, levantando un
castillo donde, según las leyendas,
antaño fueron los jardines del paraíso.
En ese lugar, a pesar de las dificultades

43
acaecidas, siempre era primavera,
gracias a la férrea voluntad de los
habitantes del reino. Con el tiempo,
fueron levantándose aldeas alrededor
del castillo, y siempre, cuando
amanecía un gran Arco iris cubría, las
aldeas bañando los campos con
infinidad de colores.”

-Todos escuchábamos boquiabiertos,


alucinados de tan bellas palabras llenas de
esperanza. Miré a mi padre sentado en su
trono de miseria, con la voluntad totalmente
perdida. Estaba secándose las lágrimas de
sus ojos tanto tiempo estériles por la
tristeza.

Al amanecer, los prados, como si de


un óleo se tratara, se tildaron de bellos
colores. Los árboles frutales se llenaron de
flores. Parecía que el tiempo corría a la
velocidad de la luz, como queriendo
recuperar lo perdido. El río, tantos años
seco, empezó a llenarse de peces de
colores y plantas. Sus aguas estaban más
cristalinas que nunca. El rocío de la mañana
empezó a dar pinceladas de colores
dibujando en el cielo el más grande de los
Arco iris. La vida empezaba de nuevo en la
aldea.

44
Al abrirse el portón del castillo, el
joven trovador se dirigió a palacio para
pedir audiencia al Rey. Portaba una carta de
agradecimiento y dos presentes que serian
del agrado de su Majestad. Los guardias lo
escoltaron a sus aposentos privados. El Rey
lo esperaba con ansiedad. Sabía que tarde o
temprano vendría a verle. Las arrugas de su
rostro, paulatinamente, fueron
desapareciendo. Al entrar el joven trovador
y encontrarse ante mi padre hizo una larga
y torpe reverencia, mientras que a mí me
dedicaba una sincera sonrisa, de las que
van acompañadas con un trocito de alma.

Le fue entregado a mi padre, de


manos de su ayuda de cámara, una carta
escrita con letras de plata, tan bonitas que
no hacía falta leerlas para saber lo que
decían, lo que susurraban…” Majestad,
gracias por recibir a este humilde
trovador, que camina de aldea en
aldea, alegrando los corazones de sus
gentes a través de los cuentos y
leyendas que relata. Tal vez Vos no lo
reconozcáis, ha pasado mucho tiempo.
Es aquel niño que, envuelto en
harapos, salvasteis de una muerte

45
segura allá, en el bosque oscuro,
¿Recordáis…?.

Todos saben el gran sacrificio


que originó aquel acto de valentía y
amor por parte de su amada esposa, y
las penurias que el pueblo ha sufrido”.
Un momento dejó de leer el manuscrito
para secarse las lágrimas que resbalaban
por sus mejillas. “Aceptad la pluma que
os entrega el trovador, en ella, se
reflejan todos y cada uno de los
colores del Arco iris. Y este diario de
piel marrón con incrustaciones en
ámbar”. (El trovador sacó de la alforja este
diario y esta pluma que, como ves, aún
conservo).” Para que escribáis los
recuerdos más entrañables vividos
junto a su bella esposa. Sólo le pido un
favor a cambio de tales presentes,
Majestad, que sembréis alrededor de
la estatua que tenéis en el jardín, un
sin fin de amapolas y margaritas. Os
aseguro que ella, esté donde esté, lo
entenderá. Aquel anciano jardinero,
hace muchos años, desde el principio
de los tiempos, vela y cuida el ALMA de
tu amada esposa”.

46
De pronto la habitación se iluminó
con una luz cegadora, mientras un aroma a
rosas nos deleitaba. Tan cegadora fue la luz,
que nadie se percató de la ausencia del
trovador. Sólo vimos una paloma blanca que
levantaba el vuelo saliendo por el
ventanuco. La vimos alejarse hacia el
horizonte. Posiblemente, algún día, vuelva
aquel trovador. Mientras tanto, en mi
corazón, conservo un vació para El. Algún
día lo llenará”.

47
Estoy sumido en un largo y profundo sueño.
Los brazos cruzados, tumbado sobre la arena de la
playa, hacen de mullidas almohadas. Los sueños
asaltan las almenas de los recuerdos…” No hay
nada más humilde que ver un amanecer
tumbado en la fina arena de la playa. El sol,
con todo su esplendor, nos muestra su
fuerza, su casta, como si de un pura sangre
se tratara, cabalgando por los confines de
la tierra.

El mar en calma se deja bañar por


sus rayos que parecen acariciar con
suavidad una alfombra azul. Al fondo, los
barcos de pesca comienzan a faenar,
lanzando sus redes en busca del sustento
de cientos de personas, de cientos de
almas. Dentro de nosotros mismos, de lo
que realmente somos, hay algo que no tiene
nombre. Lo más sincero, sin escudos ni
armaduras, eso es lo que somos. Cuando el
espíritu sale del cuerpo, en ese mismo

48
instante, el alma es recogida por nuestro
Ángel guardián. Viaja con EL hasta
encontrar otro pequeño mundo en el que
habitar. Es el triángulo de nuestra propia
existencia:

CUERPO

ALMA ESPIRITU

Sin los dos últimos, sólo seriamos, al


final de nuestra existencia, lo que yace
debajo de la losa, o bien las cenizas dentro
de una vasija de barro”.

Sentado en la playa, unos pensamientos


viajan por mi mente, una pregunta martillea mi
dolorida sien. ¿De cuándo esa amistad?. No lo
recuerdo, el wisky ha realizado bien su trabajo,
empieza a matar las células de los recuerdos. Me
incorporo a la luz del sol. Una niña está sentada a mi
lado, mirándome con los ojos como platos. Su pelo
oscuro balancea al aire. No consigo verle bien la cara
con el sol enfrente.

- “¿Tan senil estás que no me


recuerdas?...”- . Su suave y cálida voz de mujer hace
que cierre los ojos para poder verla. Esa voz
escuchada tantas veces a lo largo de los tiempos, De
pronto, un sopor hace que me recueste en su regazo.
Otro sueño dentro de éste me traslada a una amplia
habitación blanca, iluminada, una cama mullida con

49
esmero y unos brazos que me arropan con ternura,
con cariño.

-“No llores mi niño, mamá cuidara de TI, el


camino ha sido largo pero esta vez, estamos
juntos otra vez”.

Abro los ojos mientras viajo dentro de un


laberinto de sensaciones. Los sueños paralelos se
repiten unos tras otro. El tiempo corre hacia atrás…,
de pronto frena en seco. Miro a través de las rendijas
de una cabaña de madera, antigua como la propia
existencia del hombre. En el cielo brillan las estrellas
alrededor de infinidad de planetas alineados. Entro en
la cabaña. Un anciano está tumbado encima de una
cama hecha de hojas, sus sábanas están tejidas con
un sinfín de mariposas de colores. ¡Cielo Santo!, el
anciano es mi propio reflejo, como si de un espejo se
tratara. Siento la flaqueza de mi existencia, estoy a
punto de morir, las fuerzas hace tiempo que se fueron,
las ganas de vivir también.

Al lado del anciano se encuentra una hermosa


doncella de cabellos negro azabache. Besa su mejilla,
mientras unas lágrimas de rocío corren por las suyas.

- “Gracias por cuidar de Mí, amigo mío”.-


¿Esa voz?- “Sin Ti sólo sería una flor mustia y
marchita, sin futuro ni esperanza. No mereces
morir sin llevarte mi nombre entre tus labios”.

Ahora recuerdo de dónde y cuándo viene esa


amistad, ciega, sin nombre ni condiciones: de
siempre. Miles de recuerdos reaparecen de pronto. No
consigo ponerlos en orden, pero ahí están, a mi lado.

La “Niña” duerme plácidamente. Sus mejillas


sonrosadas por el sol, es una tentación para una

50
caricia, para un beso. Duerme tranquila, sin miedo,
como antaño, sabiéndose cuidada, protegida.

Pasado un tiempo comprendí lo que fui. El


Creador hizo de Mí, primero un jardinero de flores,
lo más bello que hay en un jardín y, después,
dispuso hacerme jardinero de almas, lo más bello
de esos otros jardines, los jardines del espíritu, el
fruto de las personas. Lo que nos hace fuertes es
que somos capaces de las mayores hazañas y de
los más negros vicios. Dentro de nosotros hay
algo que no tiene nombre, y eso es lo que
somos…Ángeles y Diablos.

51
DE GHEISA A… ¿falsa salida?

El amanecer se estaba retrasando,


los nubarrones negros no dejaban salir el
brillante sol que en la aldea estaban
acostumbrados a saludar cada mañana de
primavera. El sol hacia grandes esfuerzos
por dar luz y calor a la aldea vecina del
océano. Grandes olas amenazaban con
engullir la pequeña flota que, amarrada en
puerto, esperaba impaciente los rayos del
sol para salir a por el sustento de los
habitantes del lugar.

El primero que logró traspasar los


negros nubarrones fue a parar a la humilde
casa del carpintero del pueblo. La vivienda,
un poco apartada de la aldea se encontraba
en lo alto de una loma rodeada de un gran
prado de diminutas flores, como si de un
césped multicolor se tratara.

En el interior de la vivienda, un
ángel blanco dormitaba en el cabecero de la
cama del matrimonio. Estaba esperando la
llegada del pastor de luciérnagas para que
se pudiera producir el tan esperado
alumbramiento. La joven madre se disponía

52
por segunda vez a dar a luz una preciosa
niña, como aseguraban las ancianas, de
ojos rasgados y piel dorada. Pasó toda la
noche en vela vigilando el mar.”Los
hombres no podrían salir a faenar”-
Pensó, mientras miraba los negros y
amenazantes nubarrones.

En el interior de su vientre
revoloteaban miles de mariposas, el bebé
estaba a punto de nacer. Otra nueva
esperanza para la cada vez más solitaria
aldea. El marido, acompañado de la hija
mayor, bajó a la aldea a avisar a la
comadrona. El bebé estaba a punto de
nacer y todo debía estar preparado para el
recibimiento.

Encontraron a la anciana rezando


delante de una imagen, para ella sagrada.
Siempre repetía el mismo rito: rezar a las
ALMAS para que el bebé recibiera la más
blanca de todas las disponibles. Mientras
subían el sendero, la respiración de la
matrona se hizo cada vez más pesada. La
sal del mar la estaba matando lentamente.
En su fuero interno sabía que ese sería el
último alumbramiento que asistiría. Una
sombra se reflejó en su semblante al
amanecer.

53
Subiendo la ladera, la matrona
mascullaba frases que ella sola entendía.
Miraba a la pequeña que correteaba por el
prado y una luz iluminó su cara pensando
en la cantidad de niños de la aldea que
había traído a este mundo. “Todos”, pensó,
recordando el pacto realizado con el Ángel,
que una noche soñó cuando dormía con los
ojos abiertos. Ella sería la única que
recibiría las luciérnagas portadoras de
Almas. Pero habría un sacrificio para
poseer ese don: ella no podría tener hijos, o
serían maldecidos por los señores de la
oscuridad, sus hijos nacerían ciegos de
espíritu. Ahora, la edad había hecho mella
en su espíritu. Se la veía cada día más
decaída, más apagada, la tristeza estaba
empañando su Alma.

Desperté sobresaltado. Una sombra,


de pronto, oscureció los pocos rayos de sol
que lograban traspasar los nubarrones. Dos
Ángeles oscuros entraron en la casa, sin
llamar. En sus manos portaban sendas
espadas, venían a por dos Espíritus, a por
dos vidas.

- “¿Qué trae a vuestras


mercedes?”- Pregunté en tono sarcástico y

54
amenazador- “Aquí no hay sitio para
vosotros, sólo para la esperanza”.

- Negros nubarrones están ahí


fuera amenazando lluvia. Venimos de
muy lejos y buscamos un refugio
donde cobijarnos, y al paso poder
alimentarnos…”- El ángel oscuro me
enseñó el arma que portaba al tiempo que
miles de luciérnagas se adentraban en el
cuerpo que estaba saliendo de la mujer
encinta. Portaban el Alma que acompañaría
al bebé durante toda su existencia. Sólo el
pastor y yo sabíamos su procedencia y a
nadie se lo debíamos decir jamás.

- “¡Eh, pastor!, ¿Tienes alguna


luciérnaga débil para nosotros?,
estamos hambrientos”-.El más joven se
encaró al pastor.

-“¡¡Sois carroña!! Ningún ángel


negro que se precie buscaría comida
en un lugar impregnado por la
esperanza. El ángel blanco es dueño
del lugar.¡¡Salir inmediatamente o las
luciérnagas os robarán vuestra oscura
Alma!! Quedaréis tan transparentes
que ni el señor oscuro os reconocerá.

55
-“No se enfade, pastor.- Dijo el
mayor de los oscuros.- Se aproxima por
el sendero una anciana. Tiene muchas
sombras en su alma y está pidiendo a
gritos que alguien la libere. Su espíritu
nos vendría bien para alimentarnos.
Esperaremos a que nazca la criatura y
las libélulas hagan su trabajo. Ángel
blanco, podrás llevarte el Alma de la
anciana a cambio de su putrefacto
Espíritu. Está pidiendo a tu Dios que la
muerte venga a buscarla. Además, el
Ángel de la anciana ha caído, sus alas
fueron cortadas el día que ella perdió a
su hijo. Hazle un favor Pastor y deja
que nos alimentemos de ella”.

En ese mismo instante, la anciana


matrona entró en la casa. La mujer encinta
en ese mismo instante rompió aguas. Las
libélulas entraron en el vientre, rodearon
con su luz a la pequeña criatura y
empezaron a introducir el alma del bebé por
cada poro de su piel, la cual empezó a
teñirse de rosa. Poco a poco, fueron
empujando al bebé con la ayuda de la
madre para que saliera a la luz del día. La
anciana matrona empezó a tirar de ella,
dando gracias a las libélulas de la ayuda
que durante tantos años le propiciaron.

56
De pronto sintió un agudo dolor en
su vientre. La enfermedad, que durante
tantos años la estaba consumiendo
paulatinamente, empezó a dar pasos de
gigante. Sintió cómo millones de libélulas la
traspasaban y, sin detenerse, se
introdujeron, a través de los dedos dentro
del cuerpo de la mujer encinta.
Rápidamente, el Alma de la anciana se posó
en el cuerpo de la niña que acababa de
nacer. Miró al cielo y, con una sonrisa en los
labios, se desplomó contra el suelo mientras
los Ángeles oscuros, que esperaban el
desenlace entre las sombras, saltaron sobre
el cuerpo inerte y absorbieron el Espíritu de
la anciana. Cuando hubieron saciado su
hambre desaparecieron en un haz de
oscuridad.

El Ángel blanco ungió la frente de la


pequeña que acababa de tomar el primer
sorbo de aire fresco, y abriendo sus
rasgados ojos comenzó a llorar.

El pastor de libélulas también


desapareció, quedándose solo el Ángel
blanco. Estaba nervioso, la verdad era su
primera misión desde que abandonó el
Jardín del Edén. Durante miles de años fui

57
jardinero y eso era más fácil que cuidar de
un ser tan pequeño y frágil. Protegería a la
pequeña, de por vida, seria su Ángel de la
guarda y, en el fin de los días de mi
protegida, buscaría otra vida para ella.

Ahora esa niña de ojos rasgados y


pelo corto no esta con El, El se ha
convertido en un Ángel caído, desprovisto
de sus alas. Pero esa es otra historia, en
otro lugar, en otra vida, la MIA.

Las manos empiezan a flaquear. Llevo


muchas horas buscándola, indago entre los recuerdos
el camino que ella recorrió. El comedor está vacío.
Sólo una niña está en el rincón del fondo, sentada en
una mesa, jugando con una muñeca de trapo. De
pronto, se sienta y chupándose el más gordo de los
dedos, mira como escribo sobre el mantel blanco. Las
preguntas llenan por completo mi mente…-“¿Existió
alguna vez esa mujer…?.No hay rastro de ella, nadie
llama preguntando, ni amigos, ni familiares.
Posiblemente será que no se interesan por mí. Tal vez
al irse los metió en su equipaje, o simplemente nada
existió, solo la soledad. No he visto amanecer,
-“¿Cuántos me he perdido?”-. El blanco mantel está
lleno de garabatos, de frases sin sentido. En el
exterior no hay nadie, las calles están vacías y la
niña,-“¿Dónde está?, hace rato que se marchó,
pero se dejó su muñeca de trapo, volverá”.

58
El sabor amargo del café despierta algunas
neuronas de mi cabeza. Posiblemente no queden
muchas con vida después del tiempo que llevo
ahogándolas en wiskhy. El dolor de cabeza empieza a
ser insoportable, como si formara parte de mi ser, de
mi cuerpo. Alguien solloza en un rincón oscuro, no sé
quién es.-“¡Hola!”-. Es la niña de los ojos de
esperanza y cabellos rubios. Sale a la luz, unas
lagrimillas de cristal resbalan por sus sonrosadas
mejillas.-“¿Quién eres?”.-Le pregunté.-“Me he
quedado sola, mi tata se olvidó de mí, ¿sabes
dónde está?...

EMPEZAMOS A APRENDER…

- “Llevamos viajando juntos una


eternidad - Dijo el muchacho para romper
el hielo – Y no me cuentas nada de Ti “.

El muchacho tenia razón. Desde


que salió de ese cuerpo, sólo había recibido
frases de alivio, sólo le había explicado que,
cuando alguien muere, su Alma y su
Espíritu salen del cuerpo y toman caminos
diferentes. El Espíritu es recogido por un
Ángel oscuro, siervo del señor de la muerte,
y trasladado a un lugar indeterminado.
Según viejas leyendas, provocadas por las
supersticiones de la religión, existen dos

59
lugares para los Espíritus: el infierno dónde
los Espíritus impuros son arrojados, y el
paraíso donde son acogidos los buenos
Espíritus. Pero eso son leyendas, nadie sabe
dónde van a parar. Tal vez viajen
eternamente, de pensamiento en
pensamiento.

El Alma toma caminos diferentes, es


recogida por un Ángel blanco, le comenté
que la traslada a través de los confines
hasta que la deposita dentro de un cuerpo
que ha sido engendrado para la vida. El
trabajo de un Ángel blanco requiere mucha
responsabilidad. El Alma ha de ser
depositada en un cuerpo, cuyo Espíritu ha
de ser compatible con dicha Alma. Unas
veces, demasiadas, se producen errores y
el Alma no es aceptada por el Espíritu, es
rechazada por él: guerras, asesinatos y
violaciones. Otras, es el Espíritu el que es
rechazado por el Alma: enfermedades de
todo tipo en el cuerpo y en la mente, Ha de
existir un equilibrio entre el Espíritu y el
Alma, una armonía.

Pero lo peor es cuando el cuerpo


rechaza Alma y Espíritu. Todo se pierde, el
ciclo se rompe. Sólo un cuerpo sale del

60
vientre de la madre para ser guardado
eternamente en el camposanto.

- “Tienes toda la razón pequeño,


lo que ocurre es que poseo tantas
vidas dentro de mí, que realmente no
me acuerdo cuál de ellas es la mía.
Haré un esfuerzo en recordarla para
poder contártela… Escucha
atentamente”.

Mientras caminábamos entre las


nubes, buscando el lugar al que nos
dirigíamos, empecé a contarle una historia
que bien podría ser la mía, ¡Quién sabe!
–“Nací en el seno de una humilde
familia. Estando mi madre encinta de
mí se tuvieron que trasladar de una
aldea a otra, a arreglar unos papeles
del padrón, cosas de los impuestos,
viajábamos a lomos de una borriquilla
mi madre, y por supuesto yo”.

El muchacho dio una leve carcajada


por mi ocurrencia y abrió los ojos como
platos queriendo captar toda la historia.-
“Mi padre era carpintero, muy popular
en la aldea, y mi madre se dedicaba a
cuidar de él y de la pequeña casa que
tenían, los padres de mi madre se

61
llamaban: Joaquín y Ana. Viajábamos
en medio de una tormenta. Mi padre le
dijo a mi madre que tendrían que
buscar un refugio para pasar la noche,
pues quedaba mucho trayecto, y
tendrían que refugiarse en el primer
cobertizo que encontraran, y así lo
hicieron”.

Miramos hacia la tierra y vimos el


lugar donde se encontrarían los tres
elementos de la vida: El cuerpo de un niño a
punto de nacer y el Alma que caminaba
pegado a mi lado, era un lugar lúgubre, la
esperanza florece en los lugares mas
insospechados.

Había bastante gente congregada.


Parecía que los padres eran populares, o
tan pobres como los presentes. Quedaba
bastante rato para el alumbramiento, el
Espíritu ya estaba dentro del pequeño, el
pastor de luciérnagas se estaba retrasando.
– “Crecí arropado por mis padres
cuando fui un jovencito, como eras tú,
ayudaba a papá en la carpintería. Pero
mi Espíritu, día a día, se revelaba
contra mi mente. El quería ser algo
más que un carpintero, quería servir a
la gente, abriéndoles los ojos para que

62
lucharan por ellos mismo., La
oscuridad de mi pueblo era mayor que
la luz que recibíamos del sol”.

Pobre gente, estaban helados de


frío. La tardanza del pastor de luciérnagas
empezaba a preocuparme. La madre
soportaba en silencio los dolores que
padecía. Solo quedaban las luciérnagas por
aparecer, y se estaban demorando
demasiado. Esta noche debería ser de
esperanza, no de tristeza y desasosiego.

- “Un buen día me escapé de


casa con un montón de libros en la
talega.- Le seguí relatando al Alma que me
acompañaba.- Me llevé la borriquilla
para transportarlos. En el camino, me
encontré con mi inseparable amigo de
la escuela. Le dije lo que había hecho
y, sin pensárselo dos veces, recorrimos
juntos el sendero hacia la aventura
mas grande de nuestras vidas”.

De pronto, miré al muchacho,


estaba palideciendo por momentos.-
“Viajábamos por las aldeas relatando
los escritos de los libros, a modo de
cuentos, y sacábamos unas monedas

63
para ir tirando del carro de nuestras
vidas”.

-¿Qué me está pasando?, me


empiezo a debilitar, ¿Algo no marcha
bien, verdad?”.- El muchacho comenzaba
a oscurecerse y las luciérnagas no
aparecían.- “No te preocupes pequeño,
el pastor aparecerá.

- Con el tiempo, se nos fueron


uniendo más gentes, de todas las
clases sociales, que conocían nuevas
historias de otros libros o inventadas
por ellos mismos, y formamos una
trouppe. Hacíamos verdaderas
representaciones teatrales, incluso
teníamos nuestro club de fans que nos
seguían a todas partes.
Representábamos parodias del
gobierno o del Sanedrín, y todos al
final reíamos sin parar. Un buen día,
llegamos a un templo que estaba
abarrotado de mercaderes y
prostitutas. Allí se vendía de todo. Eso
me enojó bastante, una luz encendió
mi cólera y empecé a destrozar todos
los puestos de los mercaderes- El
muchacho abrió unos ojos como platos, no
se creía que un Ángel pudiera montar en

64
cólera, no era propio de personas que
posteriormente , en otra vida, fueran de los
elegidos.-“ Y a echar a la gente a la
calle. Mis amigos estaban convencidos
que estaba representando algo de mi
propia cosecha y se unieron a mí, sin
guión, sin ensayos, algo espontáneo.

Cuando nos quedamos solos las


puertas se cerraron de golpe. Una luz
iluminó todo el templo. Detrás de la
mesa de celebraciones salió un anciano
vestido de raídas ropas, portando un
cayado y una vieira en lo alto. Empezó
a aplaudir y a reírse con sonoras
carcajadas Lo cierto es que fue El, el
guionista de tan extraña
representación”.

En el horizonte se divisaba un haz


de luces. Era el pastor de luciérnagas. Venia
guiado por una estrella. En la tierra, una
caravana de camellos empezó a divisarse.
Parecían gente importante por las ropas
que vestían. Eran Reyes venidos de los más
lejanos confines. El niño que estaba a punto
de nacer sería bastante famoso, pero ¿Por
qué?.

65
-“Les dije a mis amigos que
aquel anciano era mi verdadero padre
y que había llegado la hora de dejar de
representar historias de otros para
empezar con la nuestra. Comenzaba la
revolución”. Los dolores de la mujer eran
insoportables, el cuerpo y el espíritu
luchaban por salir, sin el Alma.-“Esperar
un poco mas”- Les dije.-“Pronto llegará
la luz”, las luciérnagas estaban cerca.

“Entramos en una gran ciudad.


Yo a lomos de la borriquilla. Las
personas allí reunidas nos dejaban
paso a modo de procesión, como si
alguien les hubiera alertado de nuestra
presencia. Hacía un calor insoportable.
Las gentes cubrían nuestras cabezas
con palmas para que el sol no nos
diese en los ojos, y así poder ver mejor.
La mayoría de los allí reunidos nos
aplaudía, éramos muy conocidos ya.
Pero algunos sacerdotes fruncían el
entrecejo cuando pasábamos por
delante de ellos, y hablaban entre sí”.

“Una día, después de cenar, nos


fuimos al monte a dormir. Hacía una
noche estrellada. Todos estábamos
contentos. De pronto, los soldados de

66
la ciudad nos rodearon y nos
escoltaron a casa del gobernador para
que nos acusaran de incitadores a la
violencia. Todos mis amigos fueron
puestos en libertad. A mí me
estuvieron interrogando y como no les
decía lo que les convenía, me azotaron.
Yo callaba. Todo estaba escrito. No
había nada más que añadir”.

De repente, las luciérnagas


envolvieron el Alma y empezaron a unirse
al cuerpo, mientras éste comenzaba a salir.
El alumbramiento había comenzado. El
lugar estaba lleno de gente. Los Reyes se
bajaron de sus camellos extrañados por el
gran resplandor que había en el cobertizo.
Dos ninfas comenzaron a tocar sus arpas en
honor del recién nacido.

-“Muy bonita la historia de tu


vida, Ángel blanco, poseías un gran
espíritu. Amigo mío, espero que nos
volvamos a ver en otra vida”. El
muchacho desapareció dentro del cuerpo
del recién nacido acompañado por las
luciérnagas.-“Adiós muchacho, ha sido
un placer viajar a tu lado, y un honor el
contarte esta historia”. Susurrando en
voz baja para que no me oyera,

67
comenté.”Pero esta no es la historia de
mi vida… si no de la tuya. Suerte
amigo mío, pronto volveremos a
vernos, no lo dudes”.

68
ENCUENTRO EN LA BESTIA
NEGRA.

El tren circulaba lentamente,


atravesando la oscuridad del valle. El sol
hace horas que se ocultó, negándose a ser
testigo de lo que estaba aconteciendo en
los vagones de carga. Alrededor de la luna,
un claro sin estrellas, señal inequívoca de
que pronto estaría acompañada por cientos
de luciérnagas brillantes.

Dentro de la máquina del tren, dos


operarios se afanaban en dar de comer a la
bestia negra. En un costado llevaba
plasmado el símbolo del poder, de la raza
aria. Un niño observaba desde un rincón
cómo los hombres alimentaban la tremenda
caldera con carbón. Mira al más adulto con
ojos de dulzura, esboza una amplia sonrisa,
dándose pronto cuenta que no es
correspondida por el hombre que se afana
en dar de comer a la bestia.

- “¿Por qué no me mira, y por


qué no me sonríe mi padre?” El pequeño
puso cara de preocupación, sus claros ojos
y su túnica blanca se tornó un tanto oscura,

69
debido a la contrariedad.- “El no puede
verte, no sabe que estás aquí, cree que
estás al lado de tu madre, no lo
culpes”. Le acaricié sus rubios cabellos,
consolándole, el pequeño comenzó a
sollozar…- “Pero yo quiero despedirme
de él, decirle que mamá está sola, que
ya no puedo cuidar de ella como hace
unos días le prometí “.

En ese mismo instante muy lejos de


allí, una mujer enlutada llora sin consuelo
sobre una pequeña lápida, mientras un
sacerdote reza una oración de difuntos.

-“No te preocupes pequeño, él


pronto regresará a casa a cuidar de
mamá”. Cientos de rayos envolvieron al
pequeño de la túnica blanca hacia el cielo,
mientras otras tantas lucecitas fui
guardando dentro de mi zurrón de Ángel.
Pronto serian de otra criatura, otra madre
las estaba esperando.-“ Adiós papá, no
sufras cuando no me encuentres, cuida
de mamá, te quiero”. El haz de luz
desapareció mientras una sensación de paz
inundó el corazón del hombre que, con
grandes esfuerzos, daba de comer a la
bestia.

70
“¡PADRE!, ¿Porqué me
entregaste?”

El sendero que conducía al Monte


Calvario se encontraba repleto de gente. La
procesión acababa de empezar. Un gran
jolgorio ponía de manifiesto que, los allí
presentes pasarían, un buen rato. Hacía
tiempo que los romanos no crucificaban a dos
malhechores y a un loco que decía ser el Rey
de los judíos. El día se despertó de una forma
bastante desapacible, unos inquietantes
nubarrones surcaban el cielo con furia.

Los soldados comenzaron a desfilar


sendero arriba, armados hasta los dientes,
dispuestos a sofocar cualquier rebelión de los
seguidores del “Rey”, aunque estos se
dispersaron entre la multitud para no ser
reconocidos,

Abría la comitiva el soldado de mayor


rango montado a caballo, seguido por los
sacerdotes del Sanedrín, los cuales fueron
quienes entregaron al Galileo a Poncio Pilatos
para que fuera ajusticiado.

71
Detrás de tan ilustres personalidades,
dos de los condenados, ayudados por
soldados, transportaban en sus hombros los
maderos de los cuales serían crucificados en
la empalizada que rodeaba el Monte Calvario.

A continuación, un solo hombre


portaba una pesada carga: su propio destino,
y cargaba sobre sus espaldas lo que después
sería el de muchos seguidores a lo largo de la
historia. Luchaba por no caer, por no
doblegarse al látigo de sus torturadores de la
noche anterior... -“¿No nos reconoces,
Galileo?, ¿Tu padre no té ha hablado de
nosotros?”. Los asistentes sólo veían toscos
soldados flagelando a un hombre. Sólo unos
pocos veíamos quienes en realidad eran:
servidores de Lucifer, el Ángel oscuro quien
azotaba al Galileo.

Mientras caminaba torpemente,


escuchaba todas las expresiones de rencor
que le dirigían los aldeanos. El les miraba a
los ojos y diciendo en voz baja le pedía al
silencio, “Perdónalos padre, están
poseídos por el odio”.

Cerrando la comitiva, un grupo de


mujeres vestidas con raídas ropas negras

72
rezaban sin cesar. El rostro compungido por el
dolor y el miedo. En el centro de ellas, se
encontraba María, la madre del tercer
condenado, el harapiento que decía ser el Rey
de los judíos. Andaba con paso firme, sereno.
Su rostro estaba en paz con su alma. En su
interior, una voz le decía que ese era su hijo,
aquél que de pequeño amamantó, aquél que
un día abandonó su casa para irse a correr
mundo. Esa voz le decía...”Todo se está
cumpliendo”.

A su lado, un caballero la
acompañaba, vestido de larga túnica blanca,
ocultando su rostro con un capuchón. Estaba
conversando con ella, sin prisas, intentando
detener el tiempo.

El caballero se presentó de
madrugada, con el primer rayo de luz. Las
mujeres estaban con los preparativos para el
largo y tortuoso día que les esperaba. En la
habitación contigua, Maria preparaba la
mortaja y los aceites olorosos para el entierro
de su único hijo.

De pronto, sintió un espasmo dentro


de su corazón y mis suaves manos se posaron
sobre los hombros de ella, que al parpadear
se encontró frente a Mí, vestido con una

73
túnica blanca y en el cinto una espada de luz.
La miré a los ojos y sonriendo le dije.

-“Ave Maria, ya sabes a lo que


vengo. Sólo quiero dejar tu alma en paz,
para que tu hijo deje este mundo y
ocupe su lugar entre los corazones de las
gentes.”

La mujer acarició mis negros cabellos


con dulzura. Miles de pequeñas lágrimas
afloraron de sus ojos de miel, llenando los
surcos que la vida le hizo en su linda cara,
tostada por el sol del desierto.

-“¿Cómo quieres que te entregue


a quien hace una vida me trajisteis?,
¿Eras Tú, el que impregnó mi corazón con
esa especial fragancia a amapolas y
margaritas, verdad?”.

-“Hace 33 años te entregué el


alma de un niño que no había conocido
vida alguna. Hoy, al final del día, debo
recoger su Espíritu para repartirlo entre
un ejército de soldados que luche por la
esperanza de una nueva vida. El señor
oscuro ya tiene el suyo repartido por
toda la humanidad. El pastor de

74
luciérnagas ya está en marcha, vamos
mujer”.

La comitiva llegó a lo alto del monte.


Los primeros reos ya estaban colgados de la
empalizada, implorando por sus vidas. El orín
caía madero abajo, las heces también. El Rey
de los judíos miraba al horizonte. Un rayo del
sol se posó sobre su cabeza, y un halo de luz
empezó a bajar del cielo. Las luciérnagas
estaban penetrando en su cuerpo, el final
estaba muy próximo, demasiado.

-“Lo siento, amigo mío, lamento


no haberte contado esta parte de la
historia, estoy en deuda contigo. Pensé
que nadie debe saber cuándo va a morir
y el por qué”.

Introduje mis dedos en su pecho y


empecé a extraerle el Espíritu mientras las
luciérnagas absorbían su alma. Cuando
desaparecimos, la tierra empezó a temblar, el
templo de los fariseos quedó reducido a
escombros, el Sanedrín desapareció, el Señor
Oscuro montó en cólera, había perdido parte
de sus generales. Una profunda sonrisa
apareció en su rostro.”Ya nos veremos
Galileo. Y Tú, jardinero, hoy has ganado,
pero mi ejército se fortalece día a día. Tú

75
solo acabas de empezar el tuyo, y
mañana… ¿qué?”.

“Cuántos caminos he recorrido, buscándola; a la


mente vienen imágenes de cuando hace unas vidas volví
a verla, la sensual geisha de rostro de Mármol y labios
de seda de antaño…”.

Está acurrucada en los brazos de su


madre, ajena a lo que ocurre a su alrededor,
en aquel tren lleno de estiércol y miseria.
Aquel ataúd sobre ruedas para miles de
personas, miles de almas. Su destino serian
los campos del señor de la muerte, mi
eterno rival.

76
Las gentes se apiñaban, unas contra
las otras, para hacer frente al frío invernar.
Sólo el roce con otra piel semejante era un
alivio al temor, a lo desconocido. Los
Ángeles de la muerte esperaban por todo el
tren. Más de un millar de Espíritus serían
liberados de sus cuerpos, sería un
verdadero triunfo para el señor de la
muerte y sus aliados mortales.

En el último rincón del vagón de


cola, una mujer sostenía a una niña en
brazos. Me situé de rodillas enfrente de las
dos para mirar en lo más profundo de sus
ojos de miel. Nadie podía ver al caballero
del traje blanco y una amapola en el ojal.
Pero esa mujer poseía un corazón
transparente y un alma de agua fresca de
lluvia. Ella percibió mi presencia en el justo
momento que fijé mis ojos en los suyos.
Mirándolos, percibí todo el miedo de una
madre por sus hijos. No tenía miedo a morir,
su temor era por la niña que dormía
placidamente en sus brazos.

-“¿Estas ahí, verdad?”.Sus ojos


de miel se volvieron trasparentes, estaba
mirándome con el alma. –“Tú no eres
como los otros que se mezclan entre
los moribundos, esos del traje negro,

77
¿tú quién eres, y qué haces aquí?
Escribí mis palabras dentro de su mente, en
lo más profundo de su pensamiento.-“Estoy
aquí para cuidar de tu pequeña, pero
tienes que dejar que coja su alma, la
necesito para una niña que muy pronto
verá un nuevo amanecer, más
brillante”. Ella esbozó una amplia sonrisa,
apretando aún más a la niña contra su
pecho, temiendo que se la arrebatara.

-“Si te llevas el alma de mi


pequeña, ellos se llevarán su espíritu,
y yo habré perdido la razón de mi vida,
de mi lucha”. Las lágrimas empezaron a
hacer surcos en sus mejillas cubiertas de
hollín.

-“El alma de tu pequeña viajará


a mi lado a otro tiempo, dará vida a
otra niña en una época que no es ésta,
una época donde cada día hay un
nuevo amanecer”.

Acaricié los negros cabellos de la


pequeña, su rostro empezaba a sonrosarse.
“Sabes el final que os espera a las dos,
¿verdad?. Solo tú puedes cambiar el
final que quieres para ella. Cuando
este tren llegue a su trayecto todo

78
habrá acabado, vuestras vidas
también. El Ángel oscuro se habrá
apoderado de vuestro Espíritu, y
vuestra alma se habrá perdido entre
las cenizas de vuestro cuerpo. Deja
que coja su alma antes que eso
ocurra”.

Las lágrimas seguían resbalando


por sus mejillas, mientras la pequeña abría
unos preciosos ojos rasgados. Ajena a todo
lo que acontecía esbozó una sonrisa fijando
sus ojos en mí.-“Mami, ¿Quién es este
señor vestido de blanco? La madre
cogiéndole la carita con las dos manos,
exclamó. –“¡Un Ángel, mi vida!, un
Ángel. Tendrás que hacer un viaje muy
bonito con él, mi niña. Él te enseñara
los colores del arco iris, la fragancia de
las amapolas y margaritas, esas flores
que tanto te gusta ver, y probar el
dulce sabor del caramelo.

-Mami tengo hambre…, tengo


tanto sueño”. Puse mis manos en lo alto
de su cabecita, los negros cabellos parecían
de algodón entre mis manos.”Duerme
pequeña, cuando despiertes estarás en
un país de azúcar y chocolate, las

79
nubes serán de dulce algodón, como
tus cortos cabellos”.

Un Ángel oscuro se situó detrás de


la madre, mientras un haz de luces salió de
su cuerpo proyectados hacia el cielo,”Dios
te bendiga, cuida de ella porque te
llevas el pilar de mi existencia, cuida
de ella jardinero”. Recogí el alma de la
pequeña en el justo momento que un fragor
de luz dio paso a la más absoluta oscuridad.

Madre e hija en un solo Espíritu


viajaban hacia el paraíso. Ese mismo día,
dos flores nacerían en los verdes prados del
Edén, allá en el cielo. El alma de la pequeña
se introdujo, épocas más tarde dentro de
una pequeña que estaba naciendo. Pronto
sería una bella doncella de largos cabellos y
ojos de miel, aquella que un día enamoró el
corazón de un joven trovador, aquella
doncella que en los confines de la mente,
del pensamiento, sigo buscando.

Los recuerdos me trasportan a los pies de


una escalera de mármol blanco. Enfrente de mis ojos,
una fastuosa mansión se levanta rozando las nubes,
acariciando las estrellas. La destartalada casa parece
construida desde el principio de los tiempos. En el
porche está una anciana sentada junto a un vaso de

80
limonada. Se la toma lentamente, como si estuviera
consumiendo el último sorbo de su vida.

Entre dos parpadeos veo salir de la casa un


anciano de cabellos blancos, el rostro arrugado por la
vida, por la edad. Ella le sonríe amablemente al
tiempo que sus ojos de perlas de miel se iluminan. El
le acaricia sus negros cabellos con la ternura de los
años vividos, con la suavidad de la amistad del Alma.

Un recuerdo más frío, más intenso, me sitúa a


la puerta que hace unos momentos dejé atrás. Unos
destrozados padres me miran con compasión, un
amigo se abraza a la esperanza de que todo es un
mal sueño. En el cielo, una fugaz estrella surca el
firmamento, otra más pequeña la sigue, las dos se
funden en una sola. A lo lejos, las sirenas de una
ambulancia rompen el silencio sepulcral de la noche.

¿¡¡Qué sucede!!? Un rayo penetra por mi


cuerpo, me traslada mentalmente a un Camposanto.
Decenas de personas tristes, de almas apagadas por
el llanto se arropan entre sí, en ese frío atardecer. Los
operarios se afanan en cubrir los ataúdes con prisas,
el cielo amenaza con llover, cientos de tallos se posan
sobre las lápidas, unidas por el amor de quienes las
ocupan. Nadie, claro, se percata del joven de traje
blanco que posa un ramillete de amapolas y
margaritas sobre una de las lápidas. Por arte de
magia, las flores son engullidas hacia el interior,
mientras un haz de luces blancas salen a introducirse
en el pecho del joven del traje blanco.

Sigo a los pies de la escalinata. La anciana


continúa tomando, sorbo a sorbo, los últimos
momentos de su vida, con la única compañía de ese
anciano jardinero que cuida de ella, como si de otra
flor se tratara. Han envejecido juntos como dos Almas

81
que no se pueden separar. Ella le está preguntando
que cómo lo hace, escuchar el llanto de las flores
cuando son cortadas.

Ella vivía sola, pero no siempre fue así. En


tiempos remotos fue una gran dama, una reina de la
noche, una mendiga del amor. Por su vida pasaron
pretendientes que darían su vida por ella. Pero,
cuando se alejaban entre la niebla del pensamiento, le
robaban un trozo de la suya, un rayo de su luz. Con el
tiempo se fue quedando más sola, más apagada.

Les sigo mientras pasean por el jardín cogidos de la


mano. Ella se sujeta sobre un bastón de nácar, que él
le regaló, recordando una de sus aventuras de
cuando eran más jóvenes. La escucho
detrás de ellos. Parece que ella ha destapado el baúl
de los recuerdos… Habla de los bailes de palacio, de
los sueños que luego se convirtieron en pesadillas, del
amor, cuando lo encontró…,veo resbalar por sus
mejillas las lágrimas que le producen los recuerdos, y
siento que las envidio. En ese momento me gustaría
ser como ellas, nacer en sus ojos y morir en sus
labios.

Han pasado muchos atardeceres, otra vida, el


mismo lugar. Suena un timbre, y ella abre la puerta.
La casa no es la misma, otra época, otra vida. Sé que
está casada, no sé si es feliz, pero el hombre con el
que vive cuida de ella, y eso, a estas alturas de la
vida, es lo que cuenta. Hace un rato hablé con ella,
me invitó a su casa, a descansar, pero es demasiado
tarde, tengo que seguir buscando el alma que perdí,
las alas que olvidé.

82
LAGRIMAS NEGRAS

El olor que emanaba por la puerta


del piso era nauseabundo. Una mezcla a
orín y miseria humana. Los vecinos no
daban crédito a sus ojos cuando los
sanitarios, alertados por ellos, entraron en
el lugar.

83
Todas las cortinas del dormitorio
estaban corridas, impidiendo el paso de
cualquier rayo de luz que se atreviera a
entrar. En el centro del habitáculo, tirada en
el suelo, una anciana yacía entre vómitos.
Tenía el rostro compungido por el miedo,
por el espanto causado, tal vez, por alguna
impresión no esperada. Vomitó y murió en
el acto, el miedo la mató.

“¿Pero qué pudo matar así de


repente a esta anciana, que había visto
de todo en su vida?”- Me pregunté.

- Yo – Un siervo del señor oscuro, un


Ángel negro salió de entre las sombras, su
escondite.- Yo la asusté, cuando notó mi
presencia empezó a llorar
desconsoladamente, a temblar, le dije
no temas mujer, sabes porqué estoy
aquí, esto no te dolerá, alguien ahí
arriba te está esperando.

La mujer se tapó la cara con las


manos, decía que no quería verme, que mi
presencia la hacía daño, que hacían brotar
recuerdos de antaño.
- No temas, volví a decirle, tu
Ángel blanco no tardará en venir. Él

84
acompañará tu alma por el infinito, no
habrás muerto en balde, tu alma dará
vida a otro ser, mujer no sufras, el final
está próximo.

Más tranquila se incorporó en el


sofá, todavía no podía verme, me
encontraba en otro plano, pero aún así me
invito a sentarme a su lado, y me dijo que
no iría a ninguna parte sin antes contarme
parte de su vida. Hacía mucho tiempo que
no hablaba con nadie, y necesitaba soltar
muchas cosas de su interior para irse en
paz”.

“Yo era muy joven” comenzó a


relatar la anciana “Cuando llegaron los
soldados estábamos cenando todos
alredededor de la mesa, una mesa
religiosa, una mesa feliz, ajenos a lo
que acontecía en el resto de la
humanidad.
Los soldados entraron en
tropel, tirando todo a su paso. En la
primera refriega de disparos mataron a
mi padre y al pequeño de mis
hermanos”. Varias lágrimas resbalaron por
sus mejillas, su mirada se dirigió al cielo
como si los recuerdos revolotearan por
encima de su cabeza.

85
“Después, uno de los soldados
acuchilló salvajemente en el vientre a
mi madre que estaba embarazada,
mientras el asesino exclamaba. - ¡¡Este
judío no va a ver la luz del día!!. Yo me
abalancé sobre El para proteger a mi
madre. Otro soldado me agarró por los
pelos y, arrastrando, me llevó a otra
habitación. Sin compasión se echó
encima de mí y el muy cabrón… Respiró
profundamente, como queriendo reunir
todas las fuerzas del universo.”¡¡Me
violó!!

“De aquel acto de cobardía


nació un bebé de cabellos rizados y
sonrisa serena. El llenó todo el vacío
que dejaron aquellos bestias en mi
alma. Sin padres ni hermanos a los que
abrazar en cada nuevo amanecer, El se
convirtió en el centro de mi pequeño
universo”.

Las lágrimas limpiaban a su paso


las arrugas de su rostro. “Una noche tuve
un sueño, un Ángel blanco se presentó
para llevarse a mi pequeño antes de
que la leucemia se comiera su ya
delicada alma…Me acarició los cabellos

86
haciendo que sintiera una paz olvidada
durante años. No protesté, sabia que
era lo mejor para mi pequeño. De
pronto el sueño se hizo realidad. El
Ángel se sentó a mi lado en la cama,
estuvimos hablando bastante rato
mientras mi hijo dormía en la
habitación de al lado.”

“De pronto, un haz de luces


brillantes iluminó toda la habitación”.
En ese momento la anciana miró hacia la
puerta señalándola con tembloroso gesto
en su rostro. “De repente, la habitación
se quedó a oscuras, el Ángel blanco se
precipitó con rabia hacia la puerta
abriéndola bruscamente de un golpe.
En el suelo un montón de cenizas
humeantes, clara señal de que allí
hubo un asesinato.

Sentado en la cama, al lado de


mi pequeño, un diablo sonreía con odio
en su mirada. Su rostro se iluminó
cuando me vio entrar detrás del Ángel
blanco.

- “Hola pequeña, ¿no me


recuerdas?, parece mentira, yo te
proporcioné el mejor rato de tu mísera

87
vida.- Di un grito y me abalancé sobre
el diablo, en el justo momento el Ángel
blanco me sujetó.- Si tocas un diablo,
este absorbe tu alma y tu espíritu
convirtiéndote en uno de ellos.- El
Ángel blanco desenvainó la espada y
poniéndosela en el cuello al diablo le
retó.

- Libera al pequeño para que


pueda dormir el sueño de los justos.
Diablo éste no es tu sitio, ¡¡Suelta al
pequeño, yo te lo ordeno!!

Mientras el Ángel blanco retaba


al diablo, de las sombras aparecieron
más. Los enrojecidos ojos estaban
llenos de odio, de venganza. Formaron
un griterío ensordecedor, era difícil
capturar un Ángel custodio, pero en
esa casa desde hace mucho tiempo
imperaba el odio, era una guarida para
ellos.

Se abalanzaron sobre el
Caballero blanco y lo redujeron a
cenizas. En la calle comenzó a llover, el
cielo estaba de luto, un Ángel había
caído, el alma y el espíritu de un niño
se habían perdido.

88
Los diablos se alejaron felices,
se llevaron los mejores tesoros de mi
niño, entregarían su botín al señor
oscuro, amo y señor de los Ángeles
oscuros, mi jefe, El a cambio los
premiaría con cientos de espíritus para
avivar su mundo de fuego, sustento
para muchas hogueras. Iban
jactándose de su hazaña. El diablo que
mandaba en esos bestias me miró
directamente a los ojos, y comprendí
porqué vino a por mi niño,¡era su
padre!!. Aquel asesino de inocentes
vino a reclamar la vida de su hijo”.

- Se quedó por un momento


dormida, comencé a acariciarle sus frágiles
cabellos, sus arrugadas mejillas, ella
comenzó a sonreír entre sueños, a
susurrar…”Mi niño, acaricia a mamá,
hazme cosquillas en las mejillas como
antes…”. De pronto comprendí el temor de
la anciana a mirarme. En ese momento
abrió los ojos de su alma y me vio, lanzó un
grito de terror, llamó a tu Dios traidor por
hacerle esto, comenzó a vomitar mientras
entre espasmos de dolor gritó.”¡¡Mi hijo
NO!! , ¡¡Mi hijo NO!!

89
- Luz blanca yo no sabía que era mi
madre, es mi primera misión. El señor
oscuro dijo que conocería a alguien
especial.

Las luciérnagas tomaron el alma y el


espíritu de la anciana, el pastor las condujo
al Edén. En ese lugar encontraría la paz que
tantos años le fue arrebatada. Allí
encontraría el verdadero amor, aquel que
antaño le regaló parte de su ser. Allí
encontraría a Adán, el primer amor de su
vida.

Del Ángel negro nunca más se supo,


alguien dijo que al borde del infierno se
cortó las alas, precipitándose al vacío como
una bala, mientras exclamaba, “¿Padre me
querías?, aquí me tienes”.

90
1963… Mi primer amanecer.

“ - ¿Que deseas jardinero ?.


Nacer

- Los humanos lloran.


Y ríen también.

- Los humanos se odian


Porqué se aman.

- Ellos mienten.
Pero saben cuando y como,
ellos deciden.

- Nunca son felices.


Yo quiero saber porqué.

91
- Como quieras, jardinero,
lánzate al vacío y serás uno de
ellos.
Quiero ver amanecer, conocer
el rostro de las gentes, mirar a los
ojos de los humanos y poder llorar y
reír como ellos, amar y ser amado,
odiar a mis enemigos y querer a mi
gente. Quiero vivir entre los que
tienen un alma y un espíritu… solo te
pido eso, vivir.

92
¿Sabes papi?, si fuese mayor,
seria un payaso para hacerte reír, Pero…
¿Cómo hacerlo, si no puedo ver ninguna
sonrisa dibujada en tus labios?

¿Sabes…? Si fuese mayor, te


cantaría la canción más “guay” del mundo.
Pero… ¿Cómo lo hago, si no puedes oír mi
voz?

Papi, si pudiera, pintaría tu rostro


sobre un lienzo blanco. Pero… ¿Cómo lo
hago, si eres para Mí un desconocido?

¿Sabes papi?, si pudiera, seria la


princesa de aquel cuento, ¿Recuerdas?... Sí
ese que contaste a mami mientras se hacia
la dormida, ¿Recuerdas?

93
Papi, siento cada lágrima tuya que
brota en soledad, como dagas afiladas por
no estar conmigo.

Siento cómo el corazón se te hiela,


siento la tristeza de tu Alma desgarrada,
mientras escribes esto para Mí.

Siento cada suspiro que sale de tus


labios, suspiros de amargura, de tristeza, de
derrota.

Siento el fuego abrasador que está


quemando tu Alma, mientras tus lágrimas
hacen lo imposible por sofocarlo, por
ahogarlo.

Papi siento… Siento el nudo de tu


garganta que estrangula el más
desesperado de los gritos. Siento cómo el
frío invernal de Tú corazón hiela la sangre
que corre por tus venas.

Papi, recuerdo cada beso, cada


caricia…Cada desaliento.

Papi, recuerdo cuando jugábamos


al escondite, siempre me encontrabas
cuando mirabas por el ombligo de mamá,
¿recuerdas?

94
Recuerdo cuando me cantabas
canciones y me quedaba dormida de lo mal
que lo hacías, pero Tú no lo sabias.

Recuerdo la noche que mámi y Yo


nos fuimos con esos señores vestidos de
blanco. Mámi dijo que eran Ángeles, que nos
llevarían a las estrellas. Papi esa noche te vi
llorar… Como ahora.

Papi, siento no poder secar tus


lágrimas desde este sepulcro blanco donde
me encuentro, lo siento.

(En la Navidad del 79, dos estrellas


fugaces surcaron el cielo…y allí se
quedaron. Estos días brillan más que
nunca)

“En memoria de Alba y


Alma”.
1979…Cuantas esperanzas
perdidas

95
Lo que hacía especial aquel antro
no era precisamente el servicio de
camareros y, por supuesto, tampoco la
limpieza reinaba en el local. Aquello más
bien parecía una cuadra medieval, (las
conocía bastante bien para saber como
eran). Cuando lograbas subir los tres
escalones y abrías, tras un chirrido, la vieja
y destartalada puerta, entrabas de lleno en
una cueva húmeda y sombría. La cutre
decoración la hacia eso, cutre. La única
iluminación que poseía aquel antro eran
unas velas puestas encima de las mesas, y
unos candelabros colgados del techo.

Los asientos eran serijos de color


negro. Total, que entre la decoración, la
suciedad que reinaba en cada rincón y el
olor a rancio que imperaba en todo el bar…,
lo dicho, una cuadra medieval. En ese lugar
los únicos lujos eran las personas que a
diario se juntaban a ver pasar la vida a
través de ojos verdaderos, gente verdadera,
colegas al fin y al cabo.

Aquella tarde de una estación


cualquiera, de una época sin importancia
hasta ese momento, me acerqué al antro a
estar un rato con los colegas del “Insti”, a
pasar unas horas en compañía, alejado por

96
un tiempo del papel y del lápiz. Acababa de
terminar una historia para un concurso
literario para noveles, Hasta entonces
escribía tonterías para mi gente, para el
club de “Los poetas muertos”, pero el tutor
se empeñó que me presentara, que tenía
posibilidades de ganar.

Después del sofocante esfuerzo de


subir los escalones y abrir la puerta de
aquel antro, llamado “La orejita de oro”,
¡Dios!, la oscuridad era total, sólo unas
cuantas lucecitas alumbraban el escenario.

Al fondo, en el rincón de la
izquierda, el lugar de los colegas, una
silueta difuminada se divisaba. Estaría con
los ojos cerrados porque cuando los abrió
una luz centelleante iluminó todo el local, al
menos eso creí yo. Sentada en la mesa se
encontraba la última integrante del “club”,
venía de lejos, de un lugar perdido en el
horizonte.

Solía decir que ella nació encima de


un gran jardín de amapolas y margaritas, y
que ese día un gran arco iris acompañó su
alumbramiento. Cosas de mujeres,
pensábamos los tíos. Ella sería la culpable

97
de alegrar mi espíritu, de entristecer mi
alma.

-“Hola, ¿Cómo estas?, aparte de


sola”.- Ella subió lentamente la mirada y
sonrió al verme. Siempre estaba sonriendo,
mostrando unos dientes perfectos
conjugados con unos labios jugosos como
fruta fresca, todo ello en perfecta armonía
con unos cabellos negros azabache, y por
ojos unas bonitas perlas de miel.

Siempre estaba sonriendo, sobre


todo cuando te miraba a los ojos, de frente.
Pero cuando su mirada se dirigía hacia el
lado oculto que todos tenemos, su rostro se
ensombrecía, una oscuridad llenaba su ser,
parecía como si su existencia tuviera dos
rincones: El rincón de la alegría, de los
colegas y el rincón de la soledad, de la
tristeza. Parecía como si su alma, su
corazón y su espíritu, no estuvieran en el
mismo cuerpo, en la misma mente.

-“¿Sabes?- Exclamó con su calida


voz.- Aquí sentada estaba pensando en
ti, y lentamente vino a mi mente una
historia en la que tú eras el personaje
principal. Esto es lo que estoy
haciendo, escribiendo tu historia. Esa

98
en la que eras un trovador de palacio,
¿recuerdas?. Yo era la hija de aquel
rey, que moribundo por la congoja,
dejó su reino en manos de los señores
oscuros, hasta que apareció aquel
joven trovador, nacido en lo más
oscuro del bosque. Cuando te conocí
yo estaba a los pies de esa escalera de
caracol, la que subía a los aposentos
del rey.- Ella al igual que yo inventaba
historias llenas de magia, repletas de
farándulas…Dos corazones unidos por los
mismos sueños, su historia sobre el
trovador era muy buena, pero no tanto
como la suya propia.

Al final de la tarde, cuando el sol


empezaba a ocultarse, salimos a ver la
ciudad. Había cambiado de repente, donde
hace unas horas había bombillas de neón,
ahora, como por arte de magia, la noche se
vistió de farolillos de colores, adornando las
ventanas por encima de nuestras cabezas.
La ciudad parecía más acogedora, más
autentica.

Le conté mis proyectos, parte del


cuento que terminé esa misma tarde, de la
poca ilusión que me hacía participar en ese
concurso. Ella escuchaba con interés, con

99
los ojos de la ilusión de un niño, como si
fuese de nuevo aquél trovador de palacio.

Ella en cambio habló de su único


proyecto, de su sueño más autentico: vivir,
poder luchar a diario para mantenerse en
pie. Es curioso, solo un sueño ocupaba su
mente, tomarse la vida de un solo trago…
Siempre decía que la vida consta de pasado
y presente, que el futuro no existe porque
no hay futuro… Algunos meses más tarde lo
comprendí todo.

El parque estaba completamente


iluminado, no era el mismo de ayer.-“¿Qué
ocurre”?.- Pensé, parecía como si la magia
hubiese puesto sus manos en el. El aroma
de las flores me era familiar. Callé, ese
aroma provenía del paraíso… Ella era la
magia y sus ojos la ilusión.

_” ¿Sabes…? si este país fuese


el de los corazones, los nuestros serian
los más solitarios”.

En ese mismo instante, nos


cogimos de la mano, con fuerza, con
compromiso. En ese mismo instante, ese
país imaginario se quedó sin corazones
solitarios.

100
Los meses que pasaron desde aquel
encuentro, fueron los más entrañables de
mi larga existencia. Había experimentado
todas las sensaciones de la raza humana: El
hambre, la ira, el odio, las alegría y las
penas… Por vez primera sentí el amor en
todas sus formas, tanto terrenales como
espirituales. Fueron tiempos felices,
emotivos.

Mi época de trovador también notó


los cambios. Mis historias eran más
humanas, más para mí gente. Inventaba
cuentos con nombres y apellidos, con
cuerpo y alma. Uno de ellos me llevó a
ganar el reconocimiento de personas que
antes sería impensable. El día que mi tutor
me regaló su pluma no me lo podía creer,
parecía estar en un sueño, del cual, pronto
despertaría…

El carácter de Alba paulatinamente


fue transformándose. Una sombra oscura
fue invadiendo su ser, la misma sombra que
hace una eternidad hizo sucumbir en la
tristeza a aquel rey de uno de mis
recuerdos.

101
La fogosidad de sus ojos de miel
lentamente, día a día, se fue apagando, los
claros sentimientos que tan sólo hace unos
meses mostraba su mirada, ahora, ese
veneno, parece migas de cristal clavándose
en mi piel. Fueron meses oscuros, días de
angustia.

Un amanecer, paseando por el


parque, me agarró la mano, estaba
temblando. Se situó enfrente de mí y
mirándome a los ojos vi. que unas lágrimas
corrían por sus mejillas. Exclamo:

-“No puedo seguir contigo,


acabaría mintiéndote y eso no podría
soportarlo… Un tumor está
desgarrando mis sienes, se está
comiendo todo lo que importa, todo lo
que mi alma guarda, y antes que
empiece a comerse el amor que siento
por ti, quiero que hagamos el amor
para, así, poder regalarte el más
bonito de los presentes. Dentro de
poco ni siquiera podré coordinar
palabra alguna”- Un balbuceo salió de su
garganta.-“Y antes que eso ocurra,
antes de convertirme en una sombra
sin estela…¡¡Por Dios, quiero morir con

102
dignidad!!”. Nuestras lágrimas se
mezclaron en un desgarrador beso.

Los meses siguientes los pasamos


encerrados en nosotros mismos, mimando
desde el interior de ella misma el más
precioso de los regalos. Se llamaría Alma.

La última noche su mano buscaba la


mía, algo a que aferrarse, una esperanza.
Lentamente se fue soltando, no le
quedaban fuerzas para seguir luchando por
su vida, por nuestro amor.

-“Buenas noches amor mío, este


beso no es una despedida, es un hasta
pronto”. Le acaricié el rostro mientras
unas lágrimas de seda resbalaban por mi
mano. “Amor mío, te espero en el
último rincón del cielo, aquel donde
nos miramos por vez primera a los
ojos”.

El resto de la noche caminé por


sombrías calles, ya no había farolillos de
colores ni guirnaldas colgadas de las
ventanas. Sin apenas luz, vagué por la
ciudad triste y abandonada. A lo lejos, unos
villancicos adornaban la fría noche, era
Nochebuena.

103
De pronto, una daga afilada
atravesó mi piel partiéndome el corazón. En
lo alto, dos estrellas fugaces surcaron el
oscuro cielo. Todo había acabado, su lucha
por la vida y mis sueños de escritor. La
última historia que escribí reposa en su
tumba, junto a Ella, en la lápida un último
epitafio, sus últimas palabras escritas en
un trozo de papel al lado de un frasco de
barbitúricos…”Amor mío, perdóname, mi
castillo de naipes…, se derrumbó”.

Espero algún día encontrarla


esperándome mientras escribe uno de sus
cuentos, en el último rincón del cielo.
Cuánto tiempo llevo buscándola, sabiendo que
nunca estuvo aquí. Sólo su recuerdo me hace viajar por
los más recónditos rincones del pensamiento, tratando
de buscar un indicio que sirva para convencerme que
esa mujer existió, ¿mi primer recuerdo?

“Su largo cabello azabache flotando en el


aire, mientras bajando esa escalera de caracol,
iluminaba mi alma con la luz de sus ojos de
miel.”. Ese sueño se repite todas las noches, todos los
años, una simple ilusión.

Las manos empiezan de nuevo a temblar, de


nuevo el agudo dolor recorre las venas hasta el corazón.
¿Qué fue de aquella geisha de ojos rasgados que rozó
mi corazón con sus pétalos de margarita, y de aquella
niña de largos cabellos que dejé en un país de caramelo

104
con nubes de algodón?, ¿Y el alma de aquella reina de
cabellos negros azabache y ojos de miel que dio su vida
por el amor que regó su espíritu el día qué… ¿Qué fue
de Ella?, No hay nada. >Sin Ella, nada existió.

La casa no se encuentra igual que cuando la dejé


años atrás. La fresca fragancia a flores silvestres de
años pasados ha desaparecido. Sólo un olor
nauseabundo a soledad y amargura impregna el
ambiente. Las flores que rebosaban en los floreros,
bellas y brillantes, están marchitas. Nada pude hacer por
ellas… El señor oscuro ha ganado la partida.

Las mil caras del espejo han desaparecido. La


carta donde un día escribió su despedida, ahora son
cenizas de amor.

Las sombras iluminan el amplio salón donde


antaño sentados, enfrente del cálido fuego, donde
nuestras promesas de entonces se hacían realidad,
donde todas las noches sobre la tupida alfombra, una
tempestad de pasión empapaba nuestros cuerpos,
donde cada amanecer era un proyecto de supervivencia,
de lucha por ese amor que a zancadas nos conducía al
final del camino, a la meta de nuestra propia existencia.
Esta partida la perdimos los dos. Sólo hubo un ganador,
aquel que siempre espera en las sombras…, el Señor
oscuro, solo El.

Presiento que se aproxima el final. El agudo dolor


se acrecienta. Cada latido de mi corazón produce un
desgarro en mi alma. El espíritu está impaciente por salir
de este cuerpo.

105
Una fugaz luz ciega mis ojos, una
sombra brillante se aproxima por el horizonte
del cielo. Mi gran amigo se acerca
lentamente, sin prisa. Está a mi lado. Su traje
blanco tranquiliza mi pensamiento, mientras
acaricia mis sienes.

-“Hola Amigo mío, cuánto tiempo.


¿Verdad? – Sentado a mi lado noto sus ojos
de dulzura mirarme, su luz impregna mi alma.

- Todavía no estoy preparado,


necesito mi vida. No la encontré, no hallé
su rastro, la mujer de mi sueño no está -.
Acaricié su rostro, no había cambiado después
de tantos años.

106
- No temas, sabes lo que es esto.
Piensa en los amigos que te esperan,
estamos todos, nuestros corazones
están abiertos para Ti. ¿Recuerdas?...
Tienes una cita en el último rincón del
cielo, alguien te espera.

El ritmo de las pulsaciones aumenta,


la piel se desgarra con rapidez, las heridas del
alma empiezan a sangrar.- “Espera un poco
más amigo mío”-. 150,160 pulsaciones, el
Pastor de luciérnagas se aproxima…, 165,
170. El alma se desgarra del cuerpo, más luz,
menos vida, 175, 180, El dolor aumenta, la
ansiedad aflora a flor de piel.

Las luciérnagas se acercan, 185, 190


pulsaciones sangrantes, de duelo.

El Señor oscuro mira satisfecho,


mientras sus siervos comienzan a sacar los
más remotos pensamientos. Los recuerdos
más profundos haciendo que la vida pase por
delante de mis ojos. –“Ya eres mío,
jardinero”.

195, 198, las luciérnagas están aquí,


el espíritu comienza a salir por cada poro de
mi piel. “¿Donde estás, amigo mío?”.

107
199,200… Al fondo la luz, el principio
del fin. Electro plano.

Un largo y profundo suspiro y el adiós.

PISANDO LA LINEA…, entre la


vida y la verdad.

El anciano mendigo parecía sacado


de una obra de teatro medieval, allá por los
caminos de Santiago como si de un
peregrino se tratara. Sus raídas ropas y su
sombrero con una pluma en lo alto le daban
un aspecto de haber salido por un oscuro
túnel del tiempo.

Portaba en una mano un cayado de


madera y, en la otra, una vieira para pedir
limosna a todo transeúnte que se cruzara con

108
él. Me topé con él al salir de una espesa
niebla, momentos antes creía haber estado en
una camilla de hospital, como si de un sueño
se tratara.

No conseguía mantenerme en pie de


la borrachera que nublaba mi mente. Me
senté en el banco de forja que esperaba
impasible que alguien hiciera uso de el. Esa
noche seriamos dos almas errantes en ese
pequeño mundo.

Cuando llegué al banco él ya estaba


allí tumbado, recubierto en hojas de periódico
y una mísera capa de esparto marrón.
Dormitaba intranquilo, como temiendo que
alguien le robara sus pobres pertenencias.

Cuando pasé junto a él, despertó


súbitamente, y mirándome a los ojos sonrió.

-“¿Qué ocurre joven, hoy no te


sientas junto a este peregrino? Siempre
estuve a tu lado, aunque veo que de
nada sirvió”.

-“Usted perdone anciano, no sé


quien es usted, es la primera vez que le
veo, aunque su presencia me hace
recordar algún lugar remoto, su

109
fragancia refresca mi sien. Usted no es
un mendigo, ¿verdad?”.

A duras penas se incorporó para


dejarme un sitio donde sentarme. Mis piernas
empezaban a flaquear, aunque aquel aroma a
flores hizo despertar todos mis sentidos.

-“Si me das unas monedas para


un mendrugo de pan y una cuartilla de
cerveza yo te daré un presente”.

Dicho esto descolgó la vieira que


llevaba en el Callao y la posó encima del
banco. Saqué unas monedas y, cuando las
dejé en la vieira, el mendigo puso sus manos
sobre las mías. Un chasquido eléctrico
recorrió mi espina dorsal haciéndome perder
el sentido.

Parecía un sueño cuando vi pasar


infinidad de luces delante de mis ojos. El
tiempo retrocedía a una velocidad de vértigo,
cientos de parajes pasaron delante de mis
narices mientras el mendigo apretaba mi
mano. Comenzó a hablar en una lengua
extraña, que yo conocía perfectamente, una
lengua tan antigua como la propia existencia
del hombre.

110
Noté cómo en la oscuridad de mi
alma, tanto tiempo ennegrecida como un
bosque quemado, empezaron a encenderse
lamparitas de cera. Todo mi espíritu se
iluminó pudiendo ver miles de caras
conocidas. Cuando se iluminó plenamente mi
alma, apareció un enorme jardín. La fragancia
que flotaba en el aire era la misma que la del
mendigo. A medida que escuchaba sus
palabras algo renacía dentro de mí.

-“Hace muchos años”.Comenzó a


relatar el mendigo.-“Fuí un gran arquitecto
y bastante bueno como escultor.
Construí un mundo perfecto, todo estaba
en orden, en armonía, existía una
conjunción perfecta entre los cinco
elementos de la vida. En el mundo que
construí todo tenia su espacio, las
plantas, los animales y las
personas”.Unas sinceras lágrimas resbalaron
por sus mejillas arrugadas.

-“Después de un tiempo las


personas empezaron a desviarse de la
luz del sendero de la vida y empezaron
los problemas. Las guerras y el hambre
hicieron mella en sus corazones, sus
almas empezaron a oscurecerse por las
envidias y el odio. Un Ángel empezó a

111
reclutar siervos para hacerse con el
control de mi mundo. El Señor oscuro
empezó a gobernar entre las tinieblas”.
-“Hubo un jardinero que lo
comprendió todo y se convirtió en un
Ángel blanco, un jardinero de almas, un
guía de espíritus”.

La visión de todo aquello pasaba por


delante de mis ojos, Él siguió sujetando mi
mano con firmeza.

- “Ese jardinero pasó una


eternidad vagando por el infinito,
recogiendo almas y poblando otros
cuerpos, otros humanos recién nacidos.
Pero algo volvió a fallar. Ese Ángel se
enamoró de una geisha de ojos
rasgados, su pelo negro azabache le
llamó la atención. Ella estaba a punto de
morir, alguien la maltrató hasta la
muerte de su espíritu. En su desvelo la
reconoció”.

-“Hola amigo mío, ¿vienes a por


mí?”.”Ella le ofreció una dulce sonrisa y
cerró los ojos sabiendo que estaba en
buenas manos”.

112
EL absorbió su alma y la guardó
en lo mas profundo de su ser.
Transcurrido un tiempo depositó el alma
de la geisha en una recién nacida, la cual
para desesperanza del Ángel moriría
pasados unos años en un sucio tren de
mercancías humanas”.

Unas lágrimas recorrían mis mejillas,


el corazón empezó a acelerarse dentro de mi
pecho. Una pesadumbre inundó mis
recuerdos, alguna vez vi. a esa niña y a su
madre. Un flash me hizo recordarlas, me hizo
amarlas.

-¿Qué buscas Ángel? Me preguntó el


mendigo. “Tienes todo lo que yo anhelo,
juventud y vida por gastar. Aquella niña
de cortos cabellos y ojos de perlas,
forman parte de tu corazón. ¿Qué buscas
jardinero?. Posees un gran jardín que
cuidar a diario, solo tienes que regarlo,
amarlo en cada momento”.

Aflojó la presión sobre mi mano


mientras recobraba la conciencia despertando
del sueño. Cuando abrí los ojos, decenas de
personas revoloteaban a mi alrededor, una
enfermera me tomó la muñeca.- “Tranquilo

113
joven, tranquilo”.Hacía un frío de
ultratumba.

Las sombras se alejaron entre la nada,


el presente del mendigo fue una nueva vida,
¡Por Dios!, una vida a cambio de unas
monedas.

Una voz alertó mi cerebro poniéndolo


a trabajar.-“Ahí tienes mi presente, yo
sigo mi camino. Busca tu senda y vive la
vida. Cuida el alma de aquella niña, y
que su recuerdo permanezca en tu
corazón, y su espíritu ilumine tu camino.

Mantén vivo el seco olmo, testigo


de tantas existencias, mudo y ciego
como este anciano al que ya nadie
reconoce, al que ya nadie reza con el
corazón a flor de piel. Yo también he
perdido algo; Las almas de los creyentes,
la fe de los guerreros fieles a las
creencias. Tal vez, alguna vez, recupere
la dignidad del padre que algún día fui”.

-“Alguien ha traído esto para ti”- La enfermera


dejó un cofre negro con incrustaciones en ámbar encima
de la mesita, al lado de la cama.

Al abrirlo un rayo de luz penetró por mis pupilas


dándome la claridad perdida todos estos años. En su

114
interior, había un montón de pergaminos atados entre sí
con innumerables cintas de colores, los colores del arco
iris.

Deposité los pergaminos encima de la cama. En


el fondo del cofre había muchas fotografías de amigos
olvidados a través de los tiempos. Eran sus corazones
los que me esperaban allá arriba.

Los pergaminos eran las historias de las almas


que recogí en mi anterior existencia. Todas las vidas que
conduje hacia la luz, hacia el infinito.

Envuelto en una cinta verde esperanza, un


paquete de cartas que a lo largo de mi vida envié y
recibí, cartas a mi gente. Ahora no se escriben cartas, y
no sabemos que los verdaderos sentimientos se reflejan
en las cartas que enviamos o recibimos.

En lo alto del paquete una nota decía…” Cartas


desde las estrellas”. Empecé a leer la primera de ellas.
No tenía remite, sólo decía…” Si cierras los ojos
sabrás quién soy, porque nunca me has visto, pero
siempre has sentido esa sensación de que alguien
está a tu lado, ¿verdad?”.

Empecé a leer con los ojos cerrados y el alma


abierta de par en par… (.)

115
Carta de Alma desde las
estrellas…

Hola ¿Cómo estás?. Te


escribo desde los confines de tus
pensamientos, desde el abismo de
tus recuerdos. Yo no te conozco,
pero mi madre me habla a diario
de ti. Dice que, siendo yo muy
chiquitina, me contabas cuentos,
yo no te oía, pero siempre he
sentido esas historias como
sueños dentro de mí.

Mamá me contó que un día


enamoraste su corazón, que
iluminaste su alma con tus
cuentos e historias, que la que
más le gustó fue aquella en la que
tú eras un trovador y ella una
princesa.

Me cuenta tantas cosas de


ti que yo anhelo estar a tu lado,

116
viviendo tus historias contigo.
Pero sé que eso no es posible,
cambiaste tus alas de Ángel por
un sueño.

Sé que sigues buscando la


chica de la escalera de caracol. Tu
sueño de siempre, creías haberlo
encontrado cuando viste a mi
mami, ¿verdad?. Pero ella decidió
irse a las estrellas conmigo.

Ella me contó que tenía un


regalo especial para ti, un regalo
por el cual renunciaste a muchas
cosas bonitas: a seguir siendo
trovador. Ella te lo pidió. Luego, el
regalo se perdió entre las
estrellas con ella. Lamento no
haber podido ser tu regalo de
Navidad, lo siento.

Pero todavía quedan


muchas navidades por vivir. ¿Tal
vez en tu calendario no existe la
Navidad?

117
Mi madre me dice que, si
hubiera nacido, ahora tendría
veinticinco años. No sé qué
significan esas cifras. Aquí, el
tiempo no existe como en la
tierra, es diferente.

Ella me dio la dirección de


tus pensamientos antes de irse.
Un Ángel vino a por ella. Me dio
un beso para ti y, me dijo que ya
no estaría donde quedasteis,
¿recuerdas dónde?, en el ultimo
rincón del cielo, el de la izquierda.

Me hubiese gustado ser un


Ángel como tú. Hubiese aplacado
la tristeza de tu alma, la soledad
de tu corazón. Sé que hubieses
luchado por mí. Eres un luchador.
No dejes que mi recuerdo te haga
pensar en la derrota.

Tengo que despedirme, me


esperan las luciérnagas, un

118
cuerpo esta esperándome en tu
mundo, una vida nueva. No te
preocupes, no saldré de tu
pensamiento, ha sido mi cobijo
todos estos años.

Mami decía que de ti tengo


la paz de tu mirada, la dulzura de
tu sonrisa y el compromiso de tus
palabras.

Me tengo que despedir de


ti pero siempre estaré ahí, a tu
lado.

Si encuentras tu sueño
mira en el fondo de su mirada, tal
vez sólo sea un recuerdo, tal vez
una ilusión, no dejes de mirar sus
ojos. Tal vez sean los de mi
madre… tal vez.

ALMA..

119
PARA JAVIER… LO LAMENTO,
ME QUEDO.
Saqué del cofre un pergamino en blanco, una
pluma y el tarro de la tinta, con pulso tembloroso
comencé a escribir la última carta para El, para
JAVIER…

“Querido amigo, siento no


irme contigo a las estrellas. El
destino nos ha vuelto a separar,
debo quedarme aquí, el ángel
oscuro no puede ganar la partida.
Sé que dejé mis alas en aquel
antro, el día que nos separamos,
para volver a vernos hoy…

Fuiste mi alma gemela por


unos años. Puse mi vida en tus
manos tantas veces, aquellas
manos con las que cargaste por

120
Última vez la pistola con la Última
bala de plata.

¿Recuerdas amigo mío?,


han pasado más de 20 años y aún
hoy siento el tacto frío del metal
rozando mi sien. Aquél no fue un
buen año para morir, ¿verdad?

Hace poco estuve con tu


chica del ayer. Aquella que la luz
que desprendía sus ojos fue el
faro que nos iluminó aquel
invierno el oscuro acantilado
donde vivíamos. Hoy la tristeza ha
dejado huella en su alma, y su
rostro ya no se ilumina cuando un
rayo de sol lo acaricia.

Fueron tiempos muy tristes


amigo mío. Aún hoy, la estela de
aquella estrella fugaz, que una
noche apagó mi corazón, roza mi
piel, mis sentidos mientras
duermo.

121
Hoy otra muchacha de pelo
corto y ojos de miel está sentada
en un rincón de mi ser, de mi
corazón. Hace más de quince años
que cada mañana le pido a Dios
que no se la lleve, que me la deje
un día más, que con Alba pague
con creces todas las deudas
acumuladas en anteriores
existencias. Todas las noches
tengo un nuevo motivo para darle
las gracias, en mis oraciones.

Hoy amigo Javier, rindo


homenaje a tu memoria. Tu vida
valía más que aquella bala,
pagaste un alto precio por ella.

Hazme un favor, si ves a


Alba esperándome en el último
rincón del cielo, dile que la sigo
recordando a pesar que por
primavera ya no llevo amapolas ni
margaritas a su lápida. Su
recuerdo aún llena mi alma de
ansiedad, hoy después de tanto

122
tiempo me faltan razones para
arrancar su recuerdo de mi
mente…, tal vez algún día piense
que todo fue un sueño, una
pesadilla.

Siento de veras no haber


sido el Ángel que estuvo a tu lado
cuando apretaste el gatillo de la
pistola, posiblemente no lo
hubiera impedido, porque fue tu
decisión, igual que tú respetaste
las mías, pero al menos hubiera
acariciado tu corazón mientras te
alejabas. Tu alma hubiera sido
para mí el mejor regalo del mejor
amigo, al menos tu recuerdo llena
mi espíritu de paz.

Amigo mío estés donde


estés recibe un abrazo y una flor
de mi jardín. Siento que dejo
palabras en el tintero, pero esas
las guardo para cuando nos
volvamos a encontrar, en tu vida o
en la mía. Sé tú el Ángel que

123
recoja mi alma cuando decida
irme de aquí. Adiós amigo mío.

JOSHUA.

Carta de ALBA desde el


alma…

Perdóname amor mío


estos años de amargura… Lo
siento, no sabía cómo empezar
esta carta. Se que dentro de tu
alma aún me guardas, que con el
tiempo has levantado un muro en
ese rincón y que nadie sabe de mi
existencia. ¿Por qué lo has hecho,
amor mío, porqué no has hablado

124
de Mi a tu gente…?. Mi vida, haz
derribar ese muro, deja que pase
la luz a ese rincón de tu alma, tan
oscurecido, tan sombrío.

Con tus lágrimas has


dejado crecer un jardín de
amapolas y margaritas encima de
mi recuerdo.

Amor mío, deja que las


luciérnagas pasen a por mí, no te
pido que me olvides, ¡Por Dios!,
sería un sacrificio demasiado
grande para ti, sería la nada
dentro de tu mente, y eso no me
lo perdonaría.

¿Sabes?, un nuevo cuerpo


me espera, una nueva vida llena
de esperanza aguarda recibir el
alma que celosamente guardas
dentro de ti, amor mío.

Voy a nacer de nuevo


dentro de una preciosa criatura de

125
cabellos negro azabache y ojos de
miel. Volveré a ver la luz del sol.
Si tú quisieras, amor mío abre tu
alma, derriba el angosto muro que
me envuelve y déjame salir, el
pastor me espera, la vida
también.

Mi amor por ti es eterno.


Espero y deseo que el ángel del
destino nos vuelva a unir en el
tiempo, en otra ciudad, en otro
país, que más da, en otra vida.

Deseo volver a acariciar


tus cabellos mirándote a los ojos,
buscando en lo más profundo de
tu mirada esa paz que siempre
regalabas, mientras rozas mis
mejillas con tus labios susurrando
mi nombre al viento, ese viento
que trae tu fresca fragancia,
aquella que en tiempos remotos
me hacía encontrar la paz que
anhelaba.

126
A veces pienso que debería
caminar por el sendero que
separa nuestros mundos, y
arrojarme al acantilado para, así,
volver sin alas al cobijo de tu
corazón, a la seguridad de tus
brazos rodeando mi cuerpo y a la
luz de tus oscuros ojos de miel.

Está anocheciendo, pronto


un nuevo ser nacerá de mí. Amor
mío, duerme tranquilo. Por favor,
no cierres los cerrojos de tu alma,
las luciérnagas necesitan entrar a
por la mía. No te apures, que no
notarás vacío alguno. Mi sitio será
cubierto de miles de sueños
hechos realidad, los sueños de la
gente que cree en ti, los sueños
de tu gente.

Duerme tranquilo, mi
recuerdo seguirá contigo otra
eternidad. Cuando despiertes, un
nuevo rayo de sol iluminará tu

127
cielo azul. Hasta
siempre mi dulce trovador.

ALBA.

-“En breves segundos


despertarás…”. Tan lejanas las
palabras y tan cerca su sentido, un
chasquido estalla en mi mente.
–“¿Cómo te encuentras?”. Un
extraño me habla, no consigo
reconocerle… la memoria va

128
apareciendo…-¿Sabes quien soy?”.
Un nuevo chasquido recorre todo mi
cuerpo. De repente, el vacío y la
somnolencia.

-“No te preocupes, la
hipnosis a veces, hace que te
pierdas en tus recuerdos. Pronto
encontrarás el camino de vuelta a
la realidad”.
Siento frío. Hace un tiempo
invernal. La habitación vacía de color,
parece el polo norte. Hay gente que
vaga por todas partes…-“¿A dónde
vais?”. Pregunto al aire.-“A la
puerta”. Me contesta el eco. –“¿Qué
es este lugar?”.-“La nada”.

Abro los ojos con indecisión.


Estoy tumbado en un mullido diván,
observando la lámpara del techo.
Empiezo a recordar dónde estoy. Una
mesa y dos sillas completan el angosto
mobiliario. En la pared, unos cuantos
diplomas que no consigo distinguir,

129
algo referente a psiquiatría y sus
variedades.

¡¡ He vuelto a casa!! . Al otro


lado de la puerta se encuentran mis
amigos, gente que conviven
conmigo…, el señor oscuro, el pastor
de luciérnagas, los Ángeles oscuros e,
incluso, el mendigo del callao y la
vieira. Están todos aquí adentro.

¿Y Alba, estará, y mi
pequeña Alma,? Estoy en casa,
cuatro pasos y mi hogar.

Fuera de estos muros piensan


que estamos locos, ¡qué ilusos!. No
saben que la verdadera realidad la
viven las personas que están en un
perpetuo sueño. Aquí se cumplen
todas las esperanzas. Cada uno es lo
que es y lo que quiere ser… Dios,
mártir, diablo, ángel o jardinero.

Ahí afuera nada es real, nada


es lo que parece, nadie conoce a

130
nadie, no existen los valores
esenciales del ser humano, amor,
lealtad, respeto, amistad, sólo
hipocresía y falsas creencias, sólo
fariseos y déspotas vacíos de
esperanza. Son otra raza, los zombis
que encontré en mis viajes.

Aquí dentro somos libres.


Hacemos de la vida una historia
distinta cada día, un capitulo
inacabado, ¿Qué mas da?, ¡¡Estamos
locos!!... ¿O no?

Encima de la cama mi última


carta escrita, aquélla que nunca
llegará a su destino, aquélla que nunca
verá la luz del sol, ¿Para qué?...

131
Carta para una amiga, mi última
amiga.

Amiga. Cómo se lo digo,


desde la distancia, que cada amanecer
un pétalo de mi alma se marchita.

Amiga mía. Cómo le digo,


desde la penumbra, que la luz de su

132
mirada ya no ilumina el sendero de su
corazón.

Dime Tú, fiel amiga. ¿Qué


nos queda?, si hace tiempo hemos
enmudecido las palabras.

¿Cómo le digo? Que cada


beso que recibo de sus labios
atraviesa mi piel, clavándose en mi
alma como cristales afilados.

Y dime Tú, fiel amiga. ¿Qué


nos queda? Si cada amanecer es tan
triste como el anterior, si pasamos las
noches velando la esperanza. ¿Qué
nos queda? Si hemos metido nuestros
sentimientos en campos de
exterminio.
…De aquel primer beso
verdadero, sincero.

¿Cómo le digo? Que las


heridas ya no sanan cuando acaricia
mi piel, cuando susurra mi nombre.

133
Y dime Tú, mi única amiga.
¿Como le digo que ya se ha bebido el
último néctar de mi corazón, que ya
no queda nada, que está vacío?.

¿Qué nos queda? De las


noches vacías de sueño para no
perder los recuerdos, las sensaciones.

¿Cómo le digo? Sentado


frente a Ella con la mirada fija en sus
ojos… ¿Cómo le digo? Amiga
soledad, ¿Cómo le digo…?- “lo
siento… ya no te quiero.””.

Sois marionetas guiadas por los hilos


de vuestra conciencia reprimidas por años de
oscuridad. Los fariseos siguen mintiendo,
diciendo que después de la muerte existe otra
vida, ¡¡ MENTIRA!! Existen otras conciencias,
otras mentes… Las que están aquí dentro.

Ahí afuera nada es real, todo es


ficción. Sólo hay marionetas de mejillas
sonrosadas, de cabellos negro azabache y

134
ojos de perlas de miel. Marionetas de serrín y
trapos de colorines.Sólo eso… MARIONETAS.

Y ahora dime Tú querida amiga…


¿Donde están los locos?

Cuando este diario salga a la luz, los


amos de las marionetas dirán que cualquier
parecido con la vida real es pura
coincidencia. Lo siento, no es mi intención
confundir a nadie. Sólo son recuerdos del
subconsciente, sólo eso.

Comprendo que muchos de mis


recuerdos se quedan en el tintero, parte de mi
gente no sale de mi mente…. Su recuerdo es
tan profundo y está tan arraigado, que no
deseo separarme de ellos, no deseo
compartirlos con nadie que no comparta
conmigo los suyos. Mis recuerdos son de ellos
y para ellos.

Agradezco los años vividos que póblan


mi Ser. Sin ellos, sólo una lapida y un sepulcro
blanco en medio de un jardín de amapolas y
margaritas en el centro mi alma habría. Ellos
se han encargado, a lo largo de mi existencia,
de cuidarlo.

Pido perdón al viejo olmo que me dio


la vida, cuyo tronco me alimentó tantos años

135
de juventud. Su pequeña rama un día salio
volando posada en las alas de la oscura
mariposa, que es la vida. Si supiera en el
estado en que me encuentro, el viejo olmo
moriría de pena.

Algún día todos estaremos sentados


alrededor de la gran mesa celebrando la
última cena, todos juntos cogidos de la mano.
Allí no habrá marionetas de trapo, sólo almas
y espíritus. Cuando el “loquero” chasque sus
dedos, todos habremos despertado a la
realidad de nuestra existencia.

¿Preguntas?..., lo siento, no sabría


que contestarte.

EN MEMORIA…

De Alba y su hija Alma…


De Javier, hermano de
Alba… Mi ángel blanco.
De Santos…

136
De Alfredo y Mª Del
Mar…
Todos forman parte
importante de mis
recuerdos…

Y a vosotros AMIGOS DEL


ALMA, MI GENTE del
presente…, Hace unas
cañas…?.
¡NOS
VEMOS!

EPILOGO

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“- ¿Qué sucede hijo, a qué
viene esa tristeza?
- Padre. ¿ Por qué el abuelo se
suicidó?.
_ Nunca lo entendí. ¿A qué viene esa
pregunta?
_ Me está pasando lo mismo que a
El...”

Al borde del acantilado la


mente empieza a esclarecerse, los
pensamientos se alinean en una
sola pregunta… ¿Vivir, para qué?

- Hola amigo, otra vez tú por


aquí. Las alas que olvidaste están
dentro del cofre, justo donde las
dejaste la última vez.

- Deseo volver a oler la suave


fragancia de la nada, descansar en
los mullidos brazos del vacío. Estoy
tan cansado…

Sr. Juez. Dígale a mi gente


que no sufran por mí, que pronto

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volveré. Tengo una cita pendiente con
una bella princesa que hace
demasiado tiempo me está
esperando.

Deseo acariciar su largo cabello


azabache mientras envuelve mi alma
con su mirada de miel.

Deseo volver a ver cómo sus


lágrimas de cristal rozan su mejilla,
cómo mueren en sus labios mientras
me sonríe, siempre las envidié.

Dígales que estoy con mis dos


chicas en el último rincón del cielo,
el de la izquierda.

A MI GENTE.

MI DIARIO

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