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CONTENIDO DEL CURSO FITOPATOLOGÍA I

CAPÍTULO I: GENERALIDADES DE LAS ENFERMEDADES


JUAN DE DIOS JARABA NAVAS

Reseña histórica de la Patología Vegetal

El hombre ha sabido de las enfermedades de las plantas desde los primeros días de la
antigüedad. Esto se comprueba en el Antiguo Testamento, donde los mildius y tizones se
mencionan junto con la guerra y las enfermedades humanas, como los grandes azotes de
los pueblos. El gran filósofo Teofastro (370-286 a. de C.) fue el primero en estudiar y
escribir acerca de las enfermedades de árboles, cereales y leguminosas, aunque su estudio
se basó en observaciones y especulaciones más que en experimentos. Durante los
siguientes 2000 años hubo muy poco avance en el conocimiento de la fitopatología,
aunque hay varias referencias acerca de los estragos que ocasionaban las enfermedades
de las plantas, en los escritos de varios historiadores contemporáneos.

El descubrimiento del microscopio compuesto a mediados del s. XVII abrió una nueva
era en las ciencias de la vida. Se estudió y describió la anatomía de las plantas y se
descubrieron hongos, bacterias y muchos otros microorganismos.

En 1775, Tillet mezcló el polvo negro tomado de un trigo infectado por un carbón con las
semillas de un trigo sano y observó que el carbón era mucho más abundante en las
plantas producidas a partir del trigo infectado que en las semillas de trigo no
espolvoreadas. De esta forma Tillet demostró que el carbón apestoso del trigo es una
enfermedad contagiosa de las plantas. Demostró también que su abundancia disminuía al
someter las semillas a tratamientos. Sin embargo, Tillet pensó que la causa de la
enfermedad era una sustancia venenosa contenida en el polvo, y no microorganismos
vivos.

En 1807, Prevost demostró de una manera determinante que el carbón apestoso lo


ocasiona un hongo. Estudió las esporas del hongo, su producción y su germinación. Pudo
controlar la enfermedad al sumergir las semillas en una solución de sulfato de cobre y
señaló la importancia del medio ambiente en la inducción y desarrollo de la enfermedad.
Sin embargo los descubrimientos de Prevost se adelantaron a su época y fueron
rechazados por casi todos sus contemporáneos, quienes creían en la generación
espontánea.

La destrucción de los cultivos de patata (por el Mildiu de la patata) en Irlanda en 1845 y


1846 dio como resultado la difusión del hambre y como consecuencia la muerte de
cientos de miles de personas y la emigración de más de 1,5 millones de irlandeses a los
Estados Unidos. Algunos investigadores describieron varios aspectos de la enfermedad,
pero fue Anton De Bary (1853) quien finalmente demostró que el hongo Phytophthora
infestans era la causa de la enfermedad.

- 1860, Pasteur refuta la teoría de la generación espontánea.


- 1874, Soraeur "Handbook of plant diseases" hace hincapié en la predisposición del
huésped.

En 1876, Pasteur y Koch demostraron que la enfermedad del ántrax en los animales era
ocasionada por una bacteria.

En 1878 Burril demostró también que una bacteria era la causa del tizón del fuego del
peral y del manzano (primera bacteria fitopatógena).

En 1878 fue introducida en Europa una enfermedad originaria de los EEUU, conocida
como mildiu pubescente de la vid, donde tuvo una rápida difusión y amenazó con destruir
sus viñedos. En 1882, Millardet observó que los viñedos rociados con una mezcla blanco-
azulosa de cal y sulfato de cobre mantenían sus hojas durante toda la estación, mientras
que las hojas de las vides no tratadas eran destruidas por la enfermedad y caían sobre el
terreno. Después de varios experimentos de rociado, Millardet, en 1885, llegó a la
conclusión de que una mezcla de sulfato de cobre y cal hidratada podía controlar
eficientemente al mildiu pubescente de la vid. A esa mezcla más tarde se le denominó
mezcla bordolesa (o caldo bordolés) y se comprobó que tenía un éxito sumamente
notable en el control de los mildius pubescentes y de muchas otras enfermedades del
follaje de las plantas. Incluso en la actualidad, la mezcla bordolesa es uno de los
fungicidas más utilizados en el mundo.

En 1886, Mayer reprodujo la enfermedad del mosaico del tabaco, al inyectar el jugo de
las plantas del tabaco infectadas en otras sanas. El jugo de las plantas enfermas siguió
infectando incluso después de un calentamiento continuo hasta los 60ºC, aunque perdió
su infectividad después de calentarlo varias horas a una temperatura de 80ºC. Debido a
que no se desarrollaron hongos en las plantas enfermas o en el jugo filtrado, Mayer llegó
a la conclusión de que probablemente una bacteria era la causa de la enfermedad del
mosaico del tabaco. En 1892, Ivanowski demostró que el agente que producía el mosaico
del tabaco podía pasar incluso a través de un filtro que retenía a las bacterias. Esta
observación le llevó a pensar que la enfermedad era ocasionada por una toxina secretada
por las bacterias o por pequeñas bacterias que pasaban a través de los poros del filtro.
Finalmente, Beijerinck, en 1898, llegó a la conclusión de que el mosaico del tabaco era
ocasionado no por un microorganismo, sino por un contagium vivum fluidum, el que
denominó virus.

Sin embargo, no fue hasta 1935 cuando Stanley obtuvo una proteína cristalina infecciosa
al tratar el jugo de las plantas de tabaco infectadas con sulfato de amonio, un experimento
que le permitió concluir que el virus podía ser considerado como una proteína
autocatalítica que tenía la capacidad de multiplicarse dentro de las células vivas. En 1936,
Bawden y cols. demostraron que las preparaciones cristalinas del virus de hecho estaban
constituidas por proteínas y ácidos nucleicos. Las primeras partículas virales fueron
observadas por Kausche y cols en 1939 con ayuda del microscopio electrónico. En 1956,
Gierer y Schramm demostraron que la proteína podía separarse del virus y que el ácido
nucleico sólo tenía la capacidad de infectar a una planta y de volver a reproducir el virus
completo.
En 1967, en Japón, Doi y colaboradores observaron cuerpos semejantes a los
micoplasmas en el floema de las plantas infectadas por varias enfermedades transmitidas
por chicharritas. El mismo año, Ishiie y colaboradores. demostraron que los síntomas y
los corpúsculos semejantes a los micoplasmas desaparecían temporalmente cuando las
plantas infectadas eran tratadas con antibióticos de tetraciclina. Desde entonces se han
encontrado corpúsculos semejantes en otras muchas enfermedades del tipo de las escobas
de bruja y amarilleamientos que con anterioridad se pensaba eran ocasionadas por virus.
En 1972, Davis y colaboradores observaron un microorganismo helicoidal y móvil
asociado con la enfermedad del achaparramiento del maíz y de otras enfermedades de las
plantas. Los espiroplasmas se asemejan a los micoplasmas y bacterias en algunos
aspectos, pero aún se desconoce la relación que tienen con ellos y con otros
microorganismos.

En 1971, Diener señaló que la enfermedad del tubérculo fusiforme de la patata era
ocasionada por una pequeña molécula de ARN infeccioso al que llamó "viroide". Los
viroides son demasiado pequeños para multiplicarse y constituyen los agentes infecciosos
más pequeños que se conocen. En la actualidad se sabe que varias enfermedades de las
plantas son ocasionadas por viroides.

En 1972, Windsor y Black observaron organismos parecidos a las rickettsias en el floema


de las plantas de trébol infectadas por la enfermedad de la hoja redondeada. Al año
siguiente se observaron organismos similares en la vid infectada por la enfermedad de
Pierce, en los duraznos infectados por el falso durazno, y en otros. Estos organismos
patógenos son transmitidos por las chicharritas y se encuentran, exclusiva o
primordialmente, en los elementos del floema o del xilema de las plantas. Al parecer
representan un nuevo tipo de bacteria del cual se sabe muy poco acerca de su naturaleza y
propiedades.

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