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La desaparición forzada de María Claudia vulneró la integridad psíquica y moral de su hija, y además
desencadenó en la sustracción ilegal de la menor por agentes estatales, también considerada como una
forma de desaparición forzada. Este es un hecho violatorio de múltiples derechos, pero primariamente el
Derecho a la Identidad. A pesar de no estar contenido en la Convención americana, este derecho cobija
un conjunto de características que permite el ejercicio de la personalidad jurídica y conjuntamente es
intrínseco a la dignidad humana. El desconocimiento de su identidad eliminó el vínculo de origen y el
contacto de María Macarena con su verdadera familia. El Estado no estaba solamente obligado a
proteger a la familia, sino también a permitir su amplio desarrollo.
Juan Gelman, vio su integridad psíquica gravemente afectada por la pérdida de su núcleo familiar. La
imposibilidad de encontrarles y las constantes negativas del Estado a su petición de investigar, violan el
deber estatal de investigación de violaciones de derechos humanos. Los entes estatales consideraban que
el caso se enmarcaba en la Ley 15.848 y por ello caducaba el ejercicio de la pretensión punitiva, pero
como lo ha reiterado jurisprudencia anterior, estas leyes son incompatibles con la convención. El olvido
es contrario a la dignidad humana. No conocer la verdad es casi tan cruel como el hecho mismo de la
desaparición.