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Luis Ernesto Vásquez Villamil.

Código: 110450462015

DERECHO DISCIPLINARIO, NATURALEZA Y CRÍTICA

El Derecho disciplinario es una rama esencial al funcionamiento del


Estado, enfocando su aplicación a regular el comportamiento
disciplinario de su personal, fijando los deberes y obligaciones de
quienes lo integran, las faltas, las sanciones respectivas, y su debido
procedimiento de aplicación; en últimas, la función disciplinaria
garantiza que la conducta se los servidores públicos se adecue a los
fines y funciones del Estado.

Si nos apegamos a lo establecido en la Ley 734 de 2002, pareciera que


el Derecho disciplinario tiene una íntima relación tanto con la Función
pública como con el Derecho administrativo, penal y procesal penal.
Pues comparte en esencia el objetivo de cumplir los fines del Estado, así
como regular la relación del Estado con sus administrados, aspectos
propios del Derecho administrativo. Comparte de igual forma con el
Derecho penal, algunos tipos de sanciones a conductas reprochadas por
la sociedad, mientras en el primero se protege el orden social en
abstracto y su ejercicio persigue fines retributivos, preventivos y
resocializadores, la potestad sancionatoria de la administración se
orienta más a la propia protección de su organización y funcionamiento.
No obstante lo anterior, el Derecho disciplinario tiene su propio marco
normativo y régimen de aplicación como para inferir erróneamente que
es una rama del derecho transversal a las anteriormente mencionadas.

Si bien el mismo Código Disciplinario Único nos hace una remisión


normativa al derecho administrativo, penal y civil, esto no es corolario
para que pertenezca inequívocamente a una de éstas remas, pues la
naturaleza misma de la figura de la remisión normativa es la de suplir
los vacíos que existan en determinadas ramas del derecho, permitiendo,
por ejemplo, la aplicación de normas civiles como las contenidas en el
Código General del Proceso, a procedimiento propios del Derecho
Administrativo.

De lo anterior, se puede afirmar la postura que pese a que se hace


remisión normativa a otras ramas del derecho, pese a que en principio
proviene de un Derecho administrativo, el Derecho disciplinario es, en
efecto, una rama del Derecho autónoma e independiente, con objetivos
y características propias.

No obstante lo anterior, si se encuentran algunas críticas a realizar


respecto del proceso disciplinario; el artículo 3 de la Ley 734 de 2002
Luis Ernesto Vásquez Villamil.
Código: 110450462015

estipula que la Procuraduría General de la Nación es titular del ejercicio


preferente del poder disciplinario en cuyo caso podrá iniciar, proseguir o
remitir cualquier investigación o juzgamiento de competencia de los
órganos de control disciplinario interno de las entidades públicas.
Igualmente podrá asumir el proceso en segunda instancia. Lo anterior
quiere decir, en otras palabras, que la Procuraduría podrá obtener el
conocimiento de cualquier proceso disciplinario, en cualquier etapa del
procedimiento, cuando así lo considere pertinente.

Dejando claro este aspecto, el artículo 21 del Código Único Disciplinario


nos indica que en la aplicación del régimen disciplinario prevalecerán los
principios rectores contenido en ésta ley y en la Constitución Política.
Respecto de éste aparte, la competencia preferente de la Procuraduría
en cualquier etapa del proceso estaría configurando una vulneración al
Debido Proceso, máxime si se tiene en cuenta que en lo no previsto en
el Código Único Disciplinario se aplicará los dispuesto en los Códigos
Contencioso Administrativo, Penal, Procesal Penal y General del Proceso,
constituyendo con éste actuar una vulneración a principios como el de
Inmediación, porque en aquellos casos en que una autoridad distinta a la
Procuraduría ya haya decretado y practicado las pruebas necesarias,
faltando exclusivamente la valoración de éstas para emitir un sentido
del fallo, y en ésta etapa procesal la Procuraduría General de la Nación
haga uso de su Competencia preferente y proceda a emitir decisión al
respecto, estaría decidiendo con base en la valoración de una pruebas
que no decreto ni practicó.

Lo anterior constituye una clara inseguridad jurídica para los


investigados disciplinariamente, pues de ser otro funcionario el que
valora las pruebas decretadas y practicadas por otro vulnera
sustancialmente el Debido proceso y principios transversales en las
ramas del derecho como el de la Inmediación de la prueba.

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