El Derecho disciplinario es una rama esencial al funcionamiento del
Estado, enfocando su aplicación a regular el comportamiento disciplinario de su personal, fijando los deberes y obligaciones de quienes lo integran, las faltas, las sanciones respectivas, y su debido procedimiento de aplicación; en últimas, la función disciplinaria garantiza que la conducta se los servidores públicos se adecue a los fines y funciones del Estado.
Si nos apegamos a lo establecido en la Ley 734 de 2002, pareciera que
el Derecho disciplinario tiene una íntima relación tanto con la Función pública como con el Derecho administrativo, penal y procesal penal. Pues comparte en esencia el objetivo de cumplir los fines del Estado, así como regular la relación del Estado con sus administrados, aspectos propios del Derecho administrativo. Comparte de igual forma con el Derecho penal, algunos tipos de sanciones a conductas reprochadas por la sociedad, mientras en el primero se protege el orden social en abstracto y su ejercicio persigue fines retributivos, preventivos y resocializadores, la potestad sancionatoria de la administración se orienta más a la propia protección de su organización y funcionamiento. No obstante lo anterior, el Derecho disciplinario tiene su propio marco normativo y régimen de aplicación como para inferir erróneamente que es una rama del derecho transversal a las anteriormente mencionadas.
Si bien el mismo Código Disciplinario Único nos hace una remisión
normativa al derecho administrativo, penal y civil, esto no es corolario para que pertenezca inequívocamente a una de éstas remas, pues la naturaleza misma de la figura de la remisión normativa es la de suplir los vacíos que existan en determinadas ramas del derecho, permitiendo, por ejemplo, la aplicación de normas civiles como las contenidas en el Código General del Proceso, a procedimiento propios del Derecho Administrativo.
De lo anterior, se puede afirmar la postura que pese a que se hace
remisión normativa a otras ramas del derecho, pese a que en principio proviene de un Derecho administrativo, el Derecho disciplinario es, en efecto, una rama del Derecho autónoma e independiente, con objetivos y características propias.
No obstante lo anterior, si se encuentran algunas críticas a realizar
respecto del proceso disciplinario; el artículo 3 de la Ley 734 de 2002 Luis Ernesto Vásquez Villamil. Código: 110450462015
estipula que la Procuraduría General de la Nación es titular del ejercicio
preferente del poder disciplinario en cuyo caso podrá iniciar, proseguir o remitir cualquier investigación o juzgamiento de competencia de los órganos de control disciplinario interno de las entidades públicas. Igualmente podrá asumir el proceso en segunda instancia. Lo anterior quiere decir, en otras palabras, que la Procuraduría podrá obtener el conocimiento de cualquier proceso disciplinario, en cualquier etapa del procedimiento, cuando así lo considere pertinente.
Dejando claro este aspecto, el artículo 21 del Código Único Disciplinario
nos indica que en la aplicación del régimen disciplinario prevalecerán los principios rectores contenido en ésta ley y en la Constitución Política. Respecto de éste aparte, la competencia preferente de la Procuraduría en cualquier etapa del proceso estaría configurando una vulneración al Debido Proceso, máxime si se tiene en cuenta que en lo no previsto en el Código Único Disciplinario se aplicará los dispuesto en los Códigos Contencioso Administrativo, Penal, Procesal Penal y General del Proceso, constituyendo con éste actuar una vulneración a principios como el de Inmediación, porque en aquellos casos en que una autoridad distinta a la Procuraduría ya haya decretado y practicado las pruebas necesarias, faltando exclusivamente la valoración de éstas para emitir un sentido del fallo, y en ésta etapa procesal la Procuraduría General de la Nación haga uso de su Competencia preferente y proceda a emitir decisión al respecto, estaría decidiendo con base en la valoración de una pruebas que no decreto ni practicó.
Lo anterior constituye una clara inseguridad jurídica para los
investigados disciplinariamente, pues de ser otro funcionario el que valora las pruebas decretadas y practicadas por otro vulnera sustancialmente el Debido proceso y principios transversales en las ramas del derecho como el de la Inmediación de la prueba.