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Sentidos del término “Objeto”

Un saber es un hábito, aunque no en el sentido de: “costumbre


conseguida a fuerza de repetición”. Aristóteles decía que los hábitos
eran virtudes y las clasificaba en morales y dianoéticas o intelectuales.
Así, la metafísica, la teología, la filosofía, la ciencia, son hábitos;
determinadas especializaciones de la inteligencia en torno a ciertos
objetos. Porque si el saber es un hábito intelectual, dicho hábito no
tiene sentido sin la referencia a un objeto tal. Entonces, en cuanto
hábito, por sí mismo dice una relación constitutiva con determinados
objetos.

Por lo tanto, si la ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA es un saber, debe


guardar una relación constitutiva con un objeto que debemos precisar
con seguridad. Esto nos lleva a pretender entender bien qué es lo que
debemos comprender por el término ‘objeto’.

Hay cinco sentidos de “objeto”.

1- Objeto como cosa. Con el sentido de cosa se contrapone a


persona (sujeto)

En latín, “cosa” se denomina con una palabra de gran tradición que es


RES. Como esta palabra la traducimos al castellano por “cosa”, de allí
que debamos prevenirnos de no caer en un lenguaje cosificante
cuando hablamos por ejemplo de una persona humana.

Res, en su sentido fuerte, expresa la esencia de algún ente, es decir,


aquella realidad de cuanto tiene una existencia ratificada y firme.
Cuando Cicerón quiere decirnos el objeto de la filosofía, nos habla de
las “res divinæ et humanæ”. Esto se traduce por ‘las cosas divinas y
humanas’, quizá por influencia del lenguaje jurídico.

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Sin embargo, la significación primera de objeto es objectum, que
significa: opuesto a, frente a. Por esto mismo, objetar significa:
“oponer a una afirmación un juicio contrario”. Etimológicamente,
objectum significa lo que está frente a cualquier tipo de acto, ya sea
de amor, de conocimiento, etc. Siempre se habla de un acto que
apunta a otra cosa puesta enfrente que es el objeto.

En síntesis, la contraposición acto-objeto nos enseña a oponer


correctamente objeto-persona u objeto-sujeto sin el costo de cosificar.
Así, cuando en un acto reflexivo yo pienso en mí, soy a la vez mi
objeto, pero no por eso me convierto en una cosa.

2- Objeto como objetivo, esto es, como sentido, indicando dirección

El objeto que perseguimos como fin o propósito de nuestra tarea es un


objetivo. El objeto intrínseco de un saber, al que necesariamente
apunta ese saber, es al mismo tiempo su objetivo, su fin. Por ejemplo,
si yo soy metafísico tengo como objeto intrínseco de la metafísica el
develar los objetos metafísicos. Pero, por ser hombre libre, puedo
también proponerme otros objetos que pueden coincidir o no con los
propios de la ciencia metafísica, como puede ser estudiar metafísica
para ganar dinero. Este último fin es un fin extrínseco, es un fin del
operante y no un fin de la ciencia metafísica y se lo denomina finis
operantis.

Así, se nos plantea como algo necesario distinguir entre:


Un fin intrínseco del saber (finis operis: En singular)
El fin o fines extrínsecos del hombre que maneja tal saber
(En plural)

Lo que se considera en un saber es su fin inmediato, intrínseco a él,


que siempre será el objetivo al que apunta el saber.

Ahora bien, podemos tomar el objetivo de un saber como definición de


ese saber, porque la definición de un saber se realiza por relación al
objeto. Pero, podemos tomar un saber como un conjunto entrelazado
de enunciados, aunque esta pluralidad de enunciados siempre serán

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predicados de una misma realidad objetiva, ya que de no ser así no
habría ciencia por haberse multiplicado el objeto.

En todo saber se habla clásicamente de sujeto y objeto, aunque nada


que ver con lo que entendemos por sujeto y objeto desde el s. XX.
Dicho siglo XX se refiere a sujeto y objeto en sentido gnoseológico: yo
(sujeto) estoy percibiendo determinados objetos. Así, el filósofo, al
estudiar la conciencia humana, dirá que el estudioso (sujeto) también
estudia su conciencia como objeto. Y aquí se da la relación sujeto-
objeto, aunque más no sea con distinción de razón y no real.

Pero, la relación clásica de sujeto-objeto se da en sentido lógico. Todos


los enunciados teológicos, biológicos, físicos o matemáticos son
enunciados que se atribuyen a un sujeto de inherencia o predicación.
Sujeto es la realidad que soporta todos los enunciados predicados,
tanto los reales como los posibles, siendo estos últimos aquello que se
pretende descubrir de un objeto.

Con precisión escolástica decimos que, en un campo objetivo, está lo


que es conocido como fundamental y es el subjectum, y hay otra parte
del campo objetivo que la ciencia quiere develar conformando el
objectum.

De esta manera, puedo definir a una ciencia como el hábito que busca
un conjunto de predicados para atribuirlos a un sujeto.

3- El objeto como objeto material de un saber

Es el objeto como materia de estudio, la materia de la cual una ciencia


se ocupa. Esto no quiere decir que el saber se ocupe de cosas
materiales, no hablamos necesariamente de algo material. Acá se
toma material en contraposición a formal y no a espiritual.

La primera determinación del objeto es la materia, lo que acostumbra


a llamarse objectum materiale. Objeto material no implica objeto
corpóreo, sino que implica ‘temática’, materia sobre la cual versa una

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ciencia. En lenguaje escolástico se dice materia de qua; asimismo se
distinguen la materia ex qua, materia a partir de la cual, como por
ejemplo podría ser el bronce y materia in qua, como la materia en
donde. Sin embargo, esta determinación no es una especificación
precisa y acabada, sino una determinación global y básica. Por
ejemplo, si digo que la sociología estudia ‘lo social’ voy a tener, por
insuficiencia de especificación, una variedad de disciplinas que van a
coincidir en el mismo objeto material y voy a precisar más
determinaciones para entender el lugar que cada una de esas ciencias
toma para estudiar dicho repartido objeto. De esta forma, una ciencia
se especifica por un objeto material, pero debe a su vez determinarse
más por la determinación del objeto formal.

4- El objeto como objeto formal

Aquí nos encontramos con el objeto formal como aquello que


formalmente estudia un saber. Es el objectum formale quod, el objeto
formal al que (es el que en definitiva divide las distintas ciencias)se
considera en el mismo objeto material, y, por eso, es una nueva
especificación, pues, al determinarse más un objeto material por la
forma, se lo va distinguiendo y perfilando cada vez más de otros
objetos posibles.

Un ejemplo: Si digo, la pared, las sillas, el pizarrón, todo ello es objeto


de mi vista. Pero cada cosa que nombré, tiene una dureza y un calor
determinado, que no son objeto de mi vista. Lo que yo veo es el color.
Formalmente hablando lo que mi vista registra es el color y es en
virtud del color que distingo los cuerpos. Esto lo podemos ampliar a los
demás sentidos. Cada uno tiene su propia y específica formalidad.

Transfiriendo esto al terreno de la inteligencia, cuando hablamos del


objeto formal de un hábito de ciencia nombramos aquello que es lo
primero que se capta en la realidad y es el aspecto fundamental por el
cual un ente se hace cognoscible. Si ponemos como ejemplo la filosofía
de la naturaleza como un hábito intelectual que considera la totalidad
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de los cuerpos del universo y lo hace bajo la razón de movilidad,
entonces, el objeto formal de la Filosofía de la Naturaleza es el ens
mobile, y su objeto material, la totalidad de los cuerpos. Por lo tanto,
¿Qué es lo que yo conozco en la realidad corpórea, primero y
fundamentalmente? La movilidad. ¿Y qué más conozco? Todo lo que la
movilidad pueda hacerme conocer: composiciones de sustancia y
accidentes; composiciones materio-formales. Ahora, ¿Me dice todo
sobre la substancia corpórea? No, sólo aquello que me revela la
movilidad y sólo a través de ella. Por lo cual, no puede decirse que el
objeto de la metafísica sea Dios, que queda fuera de este planteo por
ser inmutable. Pero sí debe afirmarse que hay muchas cosas que
quedan fuera de lo que la movilidad puede hacerme conocer, como
ser: la estructura del ente como esencia y esse, la contingencia, el
ente creatural y el ente infinito. Asimismo, hay aspectos del ente que
la metafísica tampoco puede darme a conocer como la Trinidad de
Dios o el hecho de la Encarnación divina, etc.

Esto es así por dos cosas fundamentalmente. En cuanto al objeto,


porque es una realidad que porta tantas perfecciones en multiplicidad
de aspectos que son muy difíciles de abarcar.

Del lado del sujeto, debemos admitir límites en la inteligencia, puesto


que capta algunos aspectos, pero deja otros de lado y al intentar
integrarlos, otra vez hace falta el mismo esfuerzo con otros tales
aspectos. La inteligencia va agregando aspectos esenciales que capta
en los entes pero no los ve todos de una sola y única vez.

Se dice que el objeto formal es lo que primero se capta, y en razón de


lo cual se capta todo lo que se capta. En el caso de la ANTROPOLOGÍA
FILOSÓFICA lo que vamos a afirmar del hombre no es todo lo que en él
se encuentra, sino todo lo que sobre él podemos alcanzar mediante el
análisis de su vitalidad.

De esta manera, un saber tiene un objeto material que se capta desde


un objeto formal determinado. Este acople de objetos propiamente se
llama subjectum. El subjectum es la realidad que estudiamos y en la

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que subsisten las propiedades que le predicamos, por lo que la
llamamos sujeto de inherencia y de predicación. Ejemplo: el viviente es
una realidad cognoscible por experiencia. La ANTROPOLOGÍA
FILOSÓFICA versa sobre el viviente. Puedo decir entonces que el
viviente es un subjectum de la ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

Recordando a los antiguos, para ellos la ciencia comenzaba acá, en la


adecuada definición del sujeto. Por eso la ciencia se denominaba como
el hábito de las conclusiones, que era el trabajo que seguía a
continuación de la delimitación correcta del sujeto. Lo mismo sucedía
en los medioevales. Pero, para los modernos, decimos que la ciencia
es todo, la primera delimitación del sujeto y el momento de las
conclusiones. ¿Por qué se consideraba así la ciencia en la antigüedad y
el medioevo? Porque la ciencia exige demostración, justificar lo
conocido por las causas, lo cual necesita de una adecuada delimitación
del sujeto. A este trabajo arduo, pero previo, los medioevales lo
llamaban præcognita.

5- El objeto considerado en cuanto al nivel de inteligibilidad


(profundidad, intensidad del saber)

Este es el objectum formale quo (objeto formal por el cual), o también


lumen sub quo (luz bajo la cual), que después se llamó objeto
formalísimo porque es la posibilidad del objeto formal quod,
recientemente estudiado.

En todo esto hay una idea fundamental que es la idea de medio o


instrumento. Es importante rescatar al ‘objeto formal quo’ como ratio o
lumen. La luz posibilita que el color sea apreciado, ya que es por el
color que identificamos la realidad que puede ser captada por la vista.
Aquí están presentes todos los elementos para que se de esa relación
entre sujeto y objeto que caracteriza al conocimiento, al que podemos
definir como una relación entre formas, la forma de la cosa conocida y
la forma del sujeto cognoscente en una unión que llamamos
intencional.
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Cosa real coloreada (objeto material)

Posibilidad (1) Sujeto de la ciencia

Coloreada (objeto formal quod


ciencia
del sujeto de la vista)
(2) proposiciones
o enunciados
o conclusiones

Objeto formal quo o formalísimo o ratio o


lu-
men: la ‘luz real’ como medio o
instrumento

Así, para que yo o alguien vea a los demás se requiere que los demás
estén y sean coloreados; y que yo o alguien esté, que los órganos o
potencias de percepción estén bien, y, además, que haya luz.

En el orden intelectual, hay algo análogo a la luz física que es la razón.


Esto para hacer ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA. Si uno realizara la ciencia
de la ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA, lo análogo de la luz física será la
Revelación.

Pero, en un saber no sólo basta determinar el objeto material y el


objeto formal, sino también el modo o el tipo de intensidad intelectual
mediante el cual los objetos son pensados y definidos. Ya no decimos
algo del objeto en sí, sino del objeto en cuanto pensado, cómo

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construimos conceptualmente los enunciados primarios y
fundamentales de los objetos. Por ejemplo, ¿Cómo define la ira un
retórico o un poeta? La ira es apetito de venganza. (Es incierta la
referencia a lo corporal o a lo espiritual) ¿Y cómo la define un filósofo
de la naturaleza? La ira es un movimiento de ebullición de la sangre en
el corazón con apetito de venganza. (Hay menos incertidumbre pues la
ebullición de la sangre es marcadamente corporal y el apetito de
venganza que lo acompaña parece ser espiritual o psicológico). La
definición del retórico es suficiente para él, pero no para el científico.
Si digo “apetito de venganza” no expreso bien, es decir, con precisión
científica. ¿Y que pasaría si al inicio de elaborar una ciencia comienzo
definiendo mal? La ciencia no progresa porque esos enunciados
primeros son, en el trabajo intelectual, lo mismo que la luz para la
vista, por eso se los llama lumen intelligibile.

En cambio, el objeto formal quo, considera los objetos no como son en


sí mismos, sino en cuanto conceptualmente construidos, elaborados,
pensados. Esta presencia de las cosas en nosotros por el mero hecho
de haber sido conocidas se llama existencia intencional.

Por esto es que hay una doble inteligibilidad:

a) Una inteligibilidad de base, es común a toda inteligencia que


piensa.
b) Una inteligibilidad especial, que es la que provoca el saber
especializado en alguna temática.

Pero, lo importante es saber que la inteligibilidad de una ciencia no es


la misma para todas ellas. Hay tres niveles de profundización según la
ciencia que se trate. Para explicar los dos primeros niveles, Aristóteles
decía que ambos se diferencian como la curva y el ñato.

1- “Ñato” hace referencia a nariz, la cual implica una cara y un


organismo. Entonces, decir que los objetos naturales son como
“ñatos”, para Aristóteles significa decir que sus definiciones
incluyen necesariamente la materia. No hablamos de ‘ésta
materia sensible individual’, que corresponde a la nariz de uno
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sólo y nunca a la de otro. Sino que hablamos de una materia
sensible común. La materia que implica hablar de una nariz. Para
que exista una nariz, necesariamente hacemos alusión a la
materia en el género de la definición. Si hablo de ‘repollo’ y digo
que es un ente existente, digo algo pero muy imprecisamente
porque, en realidad, vale tanto para el repollo como para todo
ente. No alcanza para significar claramente al repollo. Si agrego
que el repollo es un existente creado, añado una nota nueva,
pero sigo en una gran imprecisión. En cambio, si afirmo que
‘repollo’ es un existente creado y corpóreo de tal manera y que
florece en tal época, me voy acercando a la definición propia.
Aquí ya tengo en cuenta la materia, parte de la esencia de un
repollo, pero es la materia sensible en común, la que tiene
necesariamente todo repollo y no la materia sensible individual
también necesaria para éste repollo. Lo mismo sucede con el
concepto ‘animal’. La misma corporeidad que incluye
necesariamente vale para el gato como para el hombre, aunque
las diferencia sean claras y notorias.
2- “Curvo” se refiere a un cierto tipo de línea. Se trata de una
realidad geométrica en cuya definición no entra si es de bronce,
de piedra o tela. Esto es porque la materia que incluyen estos
seres en su definición, es una materia inteligible o matemática.
3- Ahora bien, cuando hablo de ‘existente’, ‘lo creado’, ‘lo
contingente’ ‘el ente que tiene en sí consistencia’, todos estos
conceptos no implican necesariamente materia. Advirtamos que
todas estas notas convienen con el ser angélico que no es
material sino solamente espiritual. Estos conceptos que excluyen
positivamente toda materia, tanto la común como la inteligible, se
definen a un nivel más alto de inteligibilidad que llamamos
“tercer grado de abstracción” o “abstracción metafísica”. Mejor
aún es llamar a este nivel de inteligibilidad ‘separatio’, en alusión
directa a la separación de la materia con el cual conocemos en
este nivel. Los anteriores niveles son el primer y el segundo grado
de abstracción, respectivamente. Abstraer significa ‘traer desde’.

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Estos niveles de profundidad en cuanto a la inteligibilidad es mejor
denominarlos de otra manera en vez de grado de abstracción. La razón
es la siguiente y es evitar el posible error de entender que leyendo con
mucha intensidad en lo material podemos llegar a lo que carece
absolutamente de materia, pues, para que esto se realice válidamente
necesitamos de un salto de orden y no de más profundidad. Santo
Tomás, los nominaba así:

A) Abstractio totius (abstracción total) Nivel de todas las ciencias por


ser el estadío de lo universal. Lo que queda retenido en el
concepto universal es una forma natural.
B) Abstractio formæ (abstracción de la forma o formal) Nivel de las
matemáticas. Lo que queda retenido es una forma matemática de
un ente matemático.
C) Separatio (separación) Nivel de la Metafísica. Lo que queda
retenido es una forma metafísica, que como lo dice la misma
palabra, es una forma que está más allá del orden natural o físico
y esto se da por ser realidades que existen totalmente separadas
de la materia.

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