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FALACIAS DE ATINENCIA

Cuando un argumento descansa en premisas que no son pertinentes para su conclusión y


por lo tanto, no pueden establecer de manera apropiada su verdad, la falacia cometida es
de atinencia. “inatinencia” quizás describe mejor el problema, pero las premisas con
frecuencia son psicológicamente atinentes para la conclusión, y esto explica la aparente
corrección y persuasividad.
En forma tradicional, se han dado nombre latinos a muchas falacias, alguno de ellos como -
“ad hominem” – han llegado a formar parte de lenguajes como el inglés o el español.

El argumento por la ignorancia: argumento ad ignorantiam

El error que se comente cuando se argumenta que una proposición es verdadera sobre la
base de que no se ha probado su falsedad o, a la inversa, de que es falsa porque no se ha
probado su verdad. Al reflexionar un poco, podemos percatarnos de que existen muchas
proposiciones falsas cuya falsedad aún no se han probado y de que existen muchas
proposiciones verdaderas cuya verdad no se ha demostrado; así, nuestra ignorancia sobre
cómo probar o refutar una proposición no establece su verdad ni su falsedad. Esta
apelación falaz a la ignorancia aparece en forma más común en la investigación científica
mal entendida donde consideran de modo equivocado como falsas las proposiciones cuya
verdad no puede establecerse al igual que en el mundo de la seudociencia.

Ejemplos:

Si se permite al Doctor Frankestein producir sus monstruos biológicos… ¿cómo podemos


estar seguros de lo que sucederá alguna vez que las pequeñas bestias escapen de su
laboratorio?
“Todos tenemos que admitir que los malos espíritus existen porque no se ha demostrado
su no existencia”
"Nadie puede probar que no haya una influencia de los astros en nuestra vida; por lo tanto,
las predicciones de la astrología son verdaderas" Extraído del libro: PIÑERO, Albert.
"Logomàquines" Barcelona: RAPE, 1999
Esquema implícito: Se niega (se afirma) p,
No tenemos pruebas que p se verdadero (falso).
Por lo tanto, p es falso (verdadero).

La apelación inapropiada a la autoridad: argumento ad verecundiam


Cuando intentamos resolver un problema o cuestión complicada, es del todo razonable
orientarse por el juicio de un experto reconocido que haya estudiado con cuidado la
materia. Cuando argumentamos que una conclusión determinada es correcta sobre la base
de que un experto ha arribado a esa opinión, no cometemos una falacia. De hecho, tal
recurso a la autoridad es necesario para la mayoría de nosotros en casi todos los ámbitos.
Por supuesto, el juicio de un experto no es una prueba conclusiva. Los expertos con
frecuencia están en desacuerdo y aun cuando estén de acuerdo pueden equivocarse, pero
una opinión experta seguramente es una forma razonable de apoyar una conclusión.
La falacia ocurre cuando se hace una apelación a personas que no tienen credenciales
legítimos de autoridad en la materia en discusión.
Ejemplo: “Los cánones religiosos son infalibles porque Einsten, fervientemente católico,
también lo admitía”.

Argumento Ad hominem

La frase “ad hominem” se traduce como “contra el hombre”


Nombra un ataque falaz dirigido no contra la conclusión que uno desea negar, sino contra
la persona que la afirma o defiende. Esta falacia tiene dos formas principales, porque hay
dos maneras diferentes en las cuales se pueden dirigir el ataque.

El argumento ad hominem abusivo


Es las disputas violentas o contenciosas es muy común menospreciar el carácter de los
interlocutores, negar su inteligencia o racionalidad, cuestionar su integridad y así
sucesivamente. Pero el carácter personal de un individuo es lógicamente irrelevante para
la verdad o falsedad de lo que dice la persona, o para la corrección o incorreción del
argumento que sostiene esa persona.

Ejemplo 1: “Ud. no tiene derecho a criticar mi trabajo porque es un corrupto”.

Ejemplo 2: “Él no tiene derecho a reclamar nada porque es un vendedor de drogas.

El argumento ad hominem circunstancial


Se basa en la irrelevancia que existe entre las creencias que se defienden y las circunstancias
de sus defensores. Un oponente debe aceptar (o rechazar) alguna conclusión, se argumenta
falazmente, tan sólo debido a su empleo, nacionalidad o a otras circunstancias. Esto puede
sugerir, de manera infortunada, que un clérigo tiene que aceptar una proposición
determinada porque su negación sería incompatible con las sagradas Escrituras. Un
candidato político, se puede alegar, debe apoyar una determinada política puesta que es la
que explícitamente defiende la plataforma de su partido.
Ejemplo 1: “¿Paco dice que las condiciones de trabajo son peligrosas? ¡Qué va a decir ese,
si es un comunista”
Ejemplo 2: Una persona imputa a un cazador ser un desalmado por cazar animales
indefensos; y este le refuta el argumento recordándole al otro que su modo de subsistir
incluye el sacrificio de animales, cuya carne consume.

Accidente y Accidente Inverso


Cuando aplicamos una generalización a casos individuales, de manera impropia,
cometemos la falacia de accidente.
Cuando lo hacemos a la inversa, sea por falta de cuidado o con intención, y aplicamos un
principio que es verdadero en un caso particular como si lo fuera en general, cometemos la
falacia de accidente inverso.

Causa Falsa
La naturaleza de la conexión entre causa y efecto, y como podemos determinar si se
presenta o no tal conexión, son problemas centrales de la lógica inductiva y del método
científico.
La verdad muy común, y con frecuencia la más engañosa de esta falacia, es el error de
concluir que un evento es causado por otro simplemente porque sigue al primero.
Por ejemplo:
“El día anterior a que cayeras enfermo con tifoidea, comiste queso seguro que esto te hizo
mal”
Esta es una falacia de este tipo, pues la tifoidea no se encuba en un día.

Falacia ad baculum (Se apela al bastón)

La expresión ad baculum significa al bastón y se refiere al intento de apelar a la fuerza, en


lugar de dar razones, para establecer una verdad o inducir una conducta. La denominación
es irónica, puesto que no existe tal argumento: se reemplaza la razón por el miedo. Su
empleo exige dos requisitos: carecer de argumentos y disfrutar de algún poder. Representa,
con el insulto, la expresión extrema de la renuncia al uso de cualquier razonamiento.
Se comete esta falacia cuando para provocar la aceptación de una conclusión se utilizan
amenazas de fuerza, o de la fuerza. También, cuando se recurre a insultos o palabras
amenazadoras para que la persona se sienta “obligada” a aceptar una conclusión.
Por ejemplo:
"Los incrédulos en el fondo saben que Dios existe. Si siguen rechazándolo y se rehúsan a
aceptarlo, ya les llegará el castigo merecido cuando mueran y vayan al infierno por toda la
eternidad."
Argumentum Ad Populum (Llamado al pueblo)

Se trata de una simple variedad de la falacia ad verecundiam. En ella el lugar de la autoridad


reverenda lo ocupa la opinión más extendida, a la que se apela como si se tratara de la
archi-esencia de la verdad.
Se basa en la supuesta autoridad del pueblo, de una mayoría o, simplemente del auditorio,
para sostener la verdad de un argumento, como si la razón dependiera del número de los
que la apoyan: no es posible que tantos se equivoquen, dicen. El recurso es evidentemente
falaz, porque de lo que dicen muchos lo único seguro es que lo dicen muchos, y lo más
probable es que se trate de un interés, un prejuicio o una pasión colectiva.
Se comete esta falacia al dirigir un llamado emocional al pueblo con la finalidad de ganar su
asentimiento popular para una conclusión, despertando las pasiones y el entusiasmo de la
multitud. Las propagandas comerciales, entre otros, son ejemplos típicos de argumentum
ad populum.
Ejemplo: “XYZ, los jabones de fragancia exquisita son usados por nueve de cada diez
estrellas del cine. Apúrese en adquirirlos”. Según este argumento, lo que pretende es
vender los jabones XYZ basándose en que son usados por la mayoría de estrellas de cine. Es
falaz porque la conclusión no está implicada por la premisa.

Fuente: Irving-M-Copi-Carl-Kohen-Introduccion-a-La-Logica

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