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A continuación, encontraras unas lecturas que le van a orientar en temas vistos en clases y otros
pendientes de desarrollar, deben leerlos y con base en estos responder los cuestionarios o
estrategia de evaluación sugerida.
Alcanzan diez minutos en un curso de metodología de la opinión pública para saber que la pregunta
es sesgada. Es muy simple: son dos preguntas en una; asume un término que se deriva del otro. Lo
cual no necesariamente es cierto. Si se tratara de una encuesta, pues es una pregunta inútil ya que
arrojaría resultados ambiguos. Pero es un plebiscito, y decir “No” significa rechazar una paz
duradera y estable, de ahí el truco. Es que ninguna persona de bien y en su sano juicio estaría en
contra de tal valor supremo. El plebiscito no solo pregunta. También proporciona la respuesta. Ya
sabemos que así es la política, pero el problema es que “así” también se trivializa el propio valor
supremo que se persigue—la paz. Al gobierno colombiano le cuesta tomar distancia del descarnado
electoralismo de corto plazo. Ya ocurrió en 2014 y en 2015, cuando identificaba al voto oficialista
con la paz y al del opositor, con la guerra. Un acuerdo con las FARC debe ser un acto basado en
consensos amplios y cuasi permanentes, nunca el producto de una—por definición transitoria—
mayoría electoral. Del lado de la oposición no lo han hecho mejor. Ni mucho menos, considerando la
repetición de perogrulladas. Que las FARC son terroristas, narcotraficantes, delincuentes,
marionetas de Fidel Castro y otros lugares comunes. Todas verdades pero que no ocultan ni
invalidan la necesidad de un acuerdo de paz. Precisamente porque, dada esta larga guerra sin
vencedores ni vencidos, el Estado colombiano no controla la totalidad de su territorio.
Terminar el conflicto es condición necesaria para que Colombia concluya su proceso de unificación
e institucionalización estatal
A consecuencia de ello, porciones del territorio colombiano no tienen, ni jamás han tenido,
presencia estatal. En vastas zonas de su geografía es “otro” el que recauda impuestos, administra
justicia y controla los instrumentos de la coerción; o algo parecido a todo ello. Terminar el conflicto
con ese “otro”, los bandidos, es condición necesaria para que Colombia concluya su proceso de
unificación e institucionalización estatal. Nada menos, sin mapa no hay “Estado” en sentido estricto
del término. La oposición no solo se opone a rajatabla. Con similar convicción han personalizado su
desacuerdo en la figura del presidente Santos, con lo cual se auto descalifican para el debate serio.
Es que el encono personal metido en la discusión enceguece, y ante la ceguera de los dirigentes la
sociedad desconfía. Como resultado, la otrora fuertemente cohesionada—y endogámica—elite
política colombiana aparece hoy dividida. Sería una completa ironía que las FARC logren con la paz
aquello que fueron incapaces de conseguir por medio de la guerra. La oposición haría un servicio al
país, y a sí misma, obviando el resentimiento personal y ocupándose de lo importante: el texto del
acuerdo. Eso han hecho los organismos de derechos humanos, con espíritu crítico y objetividad al
mismo tiempo. Es el ejemplo de Human Rights Watch, conocedores de la realidad colombiana desde
hace décadas, identificando incongruencias entre el acuerdo y el derecho internacional, en
particular en relación al castigo y reparación de los crímenes de guerra. Otras organizaciones
también han señalado las indefiniciones del acuerdo en temas de narcotráfico. Existe evidencia dura
que las plantaciones de coca se han expandido vertiginosamente desde el inicio de las
conversaciones de paz. Si las FARC terminan convertidos en Guerreros Unidos, el acuerdo será un
boleto sin escalas de la vieja Colombia al México actual, ambas tragedias de derechos humanos.
Si las FARC terminan convertidos en Guerreros Unidos, el acuerdo será un boleto sin escalas de la
vieja Colombia al México actual, ambas tragedias de derechos humanos
Son preocupaciones que tironean al comprometido observador. En parte ocurre que la Justicia
Transicional, disciplina cuyo objetivo es normar la terminación de estos conflictos, a menudo es una
noción oximorónica. Es decir, para que haya transición, muchas veces hay que aceptar menos
justicia. Es razonable, estos acuerdos son fundamentalmente soluciones políticas. Son negociadas,
esto es, y negociar siempre supone partir la diferencia. Ningún guerrillero dejaría las armas para
terminar en la cárcel de por vida. El meollo de la justicia transicional es que, inevitablemente, toda
solución es de segundo orden. El acuerdo es casi un hecho consumado, hay que reconocerlo. Habrá
una gran fiesta en Cartagena, con la presencia de deseables e indeseables, muchos demócratas y
varios dictadores que le darán un gran barniz de legitimidad internacional. Nadie podrá estar en
desacuerdo. La paz, sin embargo, es otra cosa. Es hoy una promesa, la promesa de intentar algo
nuevo. Es como Obama en relación a Cuba, cuando dijo que el futuro era incierto pero el pasado
con el embargo comercial era un fracaso muy conocido. Tal vez no funcione, pero no es mala idea
intentarlo.
Las guerras siempre cobran vidas inocentes, las guerras no son hechas por quienes las planean, son
hechas por quienes las padecen, las guerras y la violencia en general son las últimas medidas de un
amplio arsenal que tiene el Estado para garantizar el orden.
Vivimos en tiempos donde Colombia vuelve a hablar de guerra, sea contra la amenaza del ELN, o
sea por las constantes insinuaciones de un conflicto con Venezuela, y para enmascararlo se ha
vendido de todas las formas, como una amenaza propiamente terrorista, como un conflicto
ideológico que amenaza (sea la derecha o la izquierda) con la propagación de un pensamiento que
sería (según el bando escogido) nocivo para la sociedad, o incluso como un “mal necesario” que
garantizará la paz (o en realidad la pacificación a través del exterminio del contrario).
Entonces, ¿Dónde quedó la democracia?, ¿Dónde quedaron los tratados, leyes, y acuerdos que
hablaban de paz?, ¿Nada se aprendió de los años de derramamiento de sangre (que no han
terminado) sobre la imperiosa necesidad de anteponer la paz a la sed de venganza?
Entonces estamos de acuerdo en que está en manos del Estado mantener para sí el uso de la fuerza,
así como garantizar la aplicación de la Ley, pero esos principios simples no son completamente
inflexibles, si todo se tratara de crear una ley, aplicarla y así “pacificar” al país, no existiría la política,
pero la creación, aprobación, y aplicación de las leyes, la garantía de que evitarán grandes conflictos,
pasan transversalmente por la política.
El gran problema hoy es el “cómo” lograr paz, y después de crear por tantos años herramientas
institucionales, movilizaciones sociales y de padecer su ausencia, parecería que lo más importante
para los colombianos debería ser eso, pero el debate político al respecto hoy está muy lejos de
concentrarse en la paz.
Me temo que no nos salvará el discurso de “amigos y enemigos de la paz”, tampoco el fabuloso “son
ellos o nosotros”. Claro que las Fuerzas Armadas deben seguir adelante protegiendo al país de un
grupo insurgente, y claro que el país debe seguir pendiente de la tragedia que ocurre en Venezuela
y que seguirá enviando miles de venezolanos víctimas de ese régimen fuera de su país, pero quizás
es hora de hacernos las preguntas correctas, sobre el “cómo” hacer de todo esto algo más humano,
y exigirlo a nuestros políticos.
“Una forma de gobierno es un sistema elegido por un estado para constituirlo como centro del
poder político sobre una sociedad. Cumple una función identificadora de la actividad política y
puede ser analizado considerando tres factores: los actores, el conjunto de funciones y las
instituciones involucradas.”
Las seis formas de gobierno que rigen nuestra vida social y política, vivamos donde vivamos, lo
hacemos sujetos a leyes y normas. Te explicamos de donde provienen.
El ser humano está hecho para vivir en sociedad, es decir, asociarse con los demás para llegar a fines
de manera colectiva. Sin embargo, a la práctica estas interacciones no siempre benefician del mismo
modo a todas las partes involucradas. Existen normas y leyes que pueden decantar la balanza de la
justicia hacia la posición de algunas personas, privilegiadas de manera arbitraria, que utilizan su poder
para imponer su voluntad a los demás.
En el día a día, estos resquicios por los que ciertos intereses particulares se cuelan en la agenda
política de un país o región se evidencia en el hecho de que no se conoce aún un sistema político que,
aplicado aquí y ahora, cree condiciones de democracia absoluta y pura. En vez de eso
existen diferentes formas de gobierno, cada una con sus particulares, con sus fortalezas y
debilidades. A continuación veremos cómo son esas formas de gobierno y de qué manera influyen
en nuestras vidas y en nuestra manera de concebir la vida social.
¿Qué es la autocracia?
La autocracia es un sistema político en la que todo el poder es ostentado por una persona o entidad.
Etimológica proviene de la palabra griega autokrateia, en la que “autos” significa “uno mismo” y
“krateia”, poder.
En estas formas de gobierno todas las decisiones y valoraciones de los resultados de una estrategia
política son realizadas no por la población, sino por una persona o grupo reducido de personas que
ostentan todo el poder sin que nadie más pueda discutir o regular estas acciones.
La autocracia puede ser dividida en regímenes totalitarios y regímenes autoritarios. Los primeros son
aquellos en las que el Estado tiene un poder de control absoluto sobre todo lo que ocurre a nivel
político en la región, mientras que en los totalitarios se permite la existencia de una variedad limitada
de partidos políticos (solo aquellos cuyas ideas fundamentales no choquen con los intereses de la
élite).
¿Qué es la democracia?
Este término proviene también del griego, aunque en este caso en vez de “autos” se utiliza la palabra
“demos”, que significa “pueblo”. Esto es, en esta forma de gobierno, a diferencia de la autocracia,
todos los habitantes de la zona que constituye sujeto soberano son capaces de participar por igual
en la vida política. Sin embargo, a la práctica el debate sobre qué tipo de sistema político concreto
genera las condiciones más puras de democracia no está claro, como veremos.
1. República parlamentaria
La república es una forma de gobierno basada en el principio de la soberanía popular, la cual no tiene
excepciones. Como parte de las ideas republicanas, en ella se da por supuesto que todas las personas
nacen iguales ante la ley y que no existen los derechos hereditarios que puedan quebrantar eso.
La república parlamentaria, por ejemplo, además de no contar con la figura de un rey o reina, se basa
en un sistema parlamentario en el que hay una distinción entre Jefe de Estado y Jefe de Gobierno.
De esta forma se establece una clara diferencia entre poder legislativo y poder ejecutivo.
2. República presidencialista
En la república presidencialista tampoco hay rey o reina y también hay parlamento. Sin embargo, en
este caso, el jefe de Estado es elegido directamente por los votantes, y no por los miembros del
congreso o parlamento, y actúa también como Jefe de Gobierno, quedando relativamente unidos los
poderes legislativo y ejecutivo.
3. República unipartidista
La forma de gobierno de la república unipartidista se basa en la existencia de un único partido político
capaz de acceder al poder y, a la vez, en la celebración de elecciones en las que puede votar o en las
que puede presentarse todo el mundo (como independientes). El carácter democrático de este
sistema está cuestionado, si bien a la vez tampoco encaja exactamente con el concepto de dictadura,
ya que en esta última o no existen elecciones o están muy limitadas.
4, Monarquía parlamentaria
En esta forma de gobierno hay un rey o reina que ejerce como Jefe de Estado, pero su poder está
muy limitado tanto por el poder legislativo como por el poder ejecutivo. En muchos países, el tipo de
monarquía parlamentaria que se utiliza confiere al monarca un papel puramente simbólico, creado
fundamentalmente para dar imagen de unidad o para actuar en casos de emergencia nacional.
5. Monarquía absoluta
En las monarquías absolutas el rey o reina tiene un poder absoluto o casi absoluto para imponer su
voluntad al resto de los ciudadanos. Todas las herramientas de imposición de normas creadas para
regular la vida social están situadas bajo el poder del monarca, que las puede modificar y no se
somete a su control.
Tradicionalmente, las monarquías absolutas se han mantenido legitimadas bajo la idea de que el rey
o reina son elegidos por fuerzas divinas para guiar al pueblo.
6. Dictadura
En las dictaduras se da la figura de dictador, que tiene un control total sobre lo que ocurre sobre la
región, y que normalmente ostenta este poder mediante el uso de la violencia y las armas. En cierto
sentido, la dictadura es la forma de gobierno en la que alguien tiene la capacidad de dirigir el país tal
y como podría dirigir su casa una persona soltera.
Además, al contrario de lo que ocurre en la monarquía absoluta, no se intenta mantener una imagen
pública positiva ante los ciudadanos, simplemente se manda sobre ellos utilizando el terror y las
amenazas mediante normas basadas en el castigo.
VIDEOS: https://www.youtube.com/watch?v=uJrFVF4paF8
https://www.youtube.com/watch?v=RLX3CVJAgZc
https://www.youtube.com/watch?v=8fSN0OQU5-U
PODER
El poder puede expresarse de diferentes formas: puede ser político, militar, económico, pero
también cultural. Según el tipo de poder, los lugares simbólicos en los cuales se ejerce cambian.
Cualquiera que sea su naturaleza, la problemática de la limitación del poder siempre estuvo al día.
I. El gobierno
A. El poder legítimo
Hoy en día, casi todas nuestras sociedades evolucionan bajo el mando de gobiernos legítimos
democráticamente elegidos cuya acción se determina y se limita por leyes y constituciones. Pero
todavía no es el caso en el mundo entero en la medida en que siguen existiendo territorios bajo
dictaduras.
B. El poder por la fuerza: la dictadura
Una dictadura se puede definir como un régimen en el cual no se respeta la separación de los tres
poderes, el legislativo, ejecutivo y judicial. Estos tres poderes pueden concentrarse en las manos de
uno o varios individuos. Unos ejemplos de dictaduras durante el siglo veinte son la de Franco en
España o la de Hitler en Alemania. El poder dictatorial es muy a menudo sinónimo de fuerte poder
militar.
II. El contra poder político
A. La separación del poder legislativo, ejecutivo y judicial
La primera manera de luchar contra el abuso de poder es la separación del poder legislativo,
ejecutivo y judicial, lo que dificulta la influencia, incluso la corrupción de estas tres células al mismo
tiempo.
B. Los medios de comunicación: el cuarto poder
En nuestras sociedades donde la libertad de expresión es un derecho fundamental del individuo, los
medios de comunicación constituyen una herramienta eficaz para luchar y denunciar los abusos de
poder.
III. Otras formas de poder
A. El poder económico
El ámbito económico es una importante fuente de poder porque un país que exporta muchos
productos o servicios domina los países que los importan. Por ejemplo, les puede amenazar de parar
el abastecimiento en recursos naturales como el gas o el petróleo (ejemplo de Rusia).
B. El poder cultural
También llamado “softpower”, el poder cultural puede ser tan potente como el poder político o
económico. Se trata más de persuadir que de convencer. Pasa por el idioma a través del uso
internacional del inglés, la comida, las películas, la manera de vestirse, incluso de pensar. La
creciente importancia de naciones como China, La India o Brasil van limitando el poder cultural de
los Estados Unidos que gozaban de un monopolio hasta el final del siglo veinte. Conclusión: Cada
tipo de poder tiene su propio lugar donde se ejerce, tanto como su propios contra poderes para
limitar los abusos.
¿QUÉ ES PODER?
El poder, del latín posere, se refiere a la capacidad, la facultad o habilidad para llevar a cabo
determinada acción. Por extensión, se ha utilizado también al tener las condiciones para hacerlo,
entre las que se encuentran la disponibilidad material, el tiempo o el lugar físico.
La palabra poder se refiere, en su uso más habitual, a la autoridad que una o varias personas
disponen para llevar el mando de alguna tarea o trabajo, concretar algo que deseen o imponer un
mandato. Puede que provenga de la primera definición, en la medida que los dos indican la
facultad y la capacidad en la ejecución de algo, pero en este uso se circunscribe a los actos en los
que las personas le otorgan a otras esa facultad.
Justamente en el ámbito jurídico se le denomina poder al documento escrito de índole legal con el
que una persona le otorga a otra la potestad de realizar acciones en su lugar (cuando se ve
imposibilitado por enfermedad o distancia, por ejemplo).
En la política, el poder se reconoció siempre como la potestad rectora y coactiva del Estado,
aunque puede ser entendida mejor como la autoridad que rige los destinos de una nación. En la
mayoría de las repúblicas democráticas, esta autoridad está compuesta por los llamados tres
poderes:
• Poder ejecutivo. Con el presidente y los ministros que ejecutan la acción de gobierno.
• Poder legislativo. Con los legisladores (congresistas, parlamentarios, diputados) que
sancionan con fuerza las leyes y reglamentaciones que tendrán validez.
• Poder judicial. Con los jueces que determinan y sancionan a quienes no respetan esas
leyes.
Diversas ciencias sociales han estudiado las características que tiene el poder en la organización de
las sociedades, destacándose como un pionero Max Weber, a fines del siglo XIX. Para él, el poder
es la imposición por propia voluntad dentro de una relación social y a pesar de cualquier
resistencia posible. Entendió al poder vinculado con la idea de dominación movilizado por algún
fin determinado.
A partir de los estudios surgieron muchos conceptos que acompañan a esa primera noción:
COMPROMISOS
1.Diseñe una sopa de letras que incluya minino veinte conceptos de los encontrados en la
lectura y videos, para esta tarea deben organizar tipo de preguntas y el que va desarrollar la
sopa de letras debe acertar la respuesta para poderla buscar, por ejemplo: Es el cuarto poder
en nuestros tiempos. Respuesta: MEDIOS, COMUNICACIONES, PRENSA ETC, deben hacer
preguntas con respuesta puntual preferiblemente.
E R T Y U I O P L Ñ N
C F G H S D C T H O H
F R T D D F V M I Q A
E R T V B N M C R E W
P P R E N S A Q A Z X
P L M J H I T F D S E
E D R T N S X D C V W
W S D U R F V B H U I
T Y M D S E F G H Y T
Q O U Y H J F D C V G
C W S X D R F V G T H
2.Escriba unos tres párrafos de cinco renglones como minimo donde se pueda plantear la
actualidad de nuestra democracia con respecto a los conceptos de su creación en siglos
pasados.
3. Diseñe cuadros sinópticos de cada uno de los temas expuestos en este taller.
4. Luego de leer estos temas, ¿cree usted que vivimos en una democracia?, escribe sus
argumentos para fortalecer tu respuesta.
Se debe enviar los compromisos requeridos por cada estudiante en el formato que desee.
Fecha máxima de envío: miércoles 29 de abril hasta las 12 :30 M. Cualquier duda con el
representante del grupo.
CORREO: edufisicaeff2020@gmail.com
En el ASUNTO: espacio que aparece al seleccionar redactar un correo, deben colocar primero el
curso y luego el nombre y apellidos, ejemplo: