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INTELIGENCIA EMOCIONAL: CONSTRUCCIÓN Y ADAPTACIÓN DE UN

TEST PARA MEDIRLA

UNA PROPUESTA TEÓRICA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UN TEST DE


INTELIGENCIA EMOCIONAL (CIE-TEST):

Pese a la reciente aparición del término Inteligencia Emocional, en el momento


presente, no existe en nuestra noción ninguna batería de este estilo. La
situación más próxima las darían Cooper y Sawaf (1997), quienes elaboraron
un cuestionario de Inteligencia Emocional aplicado en la empresa. Ellos
distinguen cuatro núcleos principales del constructo: Alfabetización emocional,
Competencia emocional, Profundidad emocional, y Alquimia emocional. Sin
embargo, el esquema que presentaron, no se rige a un esquema teórico
psicológico, sino que representa la sistematización de muchos años de
asesoría y consultoría empresarial. Ellos mismos advierten que la elaboración
de su propuesta no tiene fundamentos psicológicos ni filosóficos, sino que
representa un esquema lógico de trabajo en las organizaciones.

En la dimensión psicológica, específicamente en la tradición cognitiva de las


relaciones sociopersonales, Sternberg y Wagner (1991) diseñaron varias
pruebas que tratan de medir lo que ellos llaman la Inteligencia Práctica,
definiéndola como un tipo de inteligencia relacionada con un éxito general en la
vida, en lugar de centrarse en el desempeño intelectual y académico. Por otro
lado, Epstein y Meier (1989) han desarrollado una prueba para lo que ellos
denominan “Pensamiento Constructivo”, con la que se puede predecir el éxito
social y productivo en la vida. Según estos autores, su prueba determina
atributos tales como felicidad en las relaciones sociales, éxito laboral e incluso
salud física y emocional. Sus datos indican que la prueba es mucho más
predictiva del éxito real en la vida que las pruebas tradicionales del C.I.
Pelechano (1983, 1984a y b, 1986) ha elaborado toda un batería de pruebas
que miden mecanismos cognitivos intervinientes en la resolución de problemas
interpersonales en niños, adolescentes y ancianos. Bethencourt (1997) elaboró
también una batería de habilidades interpersonales para adultos que miden
constructos cognitivos específicos como, por ejemplo, el Pensamiento
Planificador Medios-Fines.

Pese al desarrollo de estos instrumentos, conceptualmente surgiría una


confusión que creo deberíamos tratar de aclarar. En primer lugar, denunciar la
implacable influencia de la tradición cognitiva en la investigación sociopersonal,
es decir, se tratan a los mecanismos de resolución de problemas en lo social
como mecanismo cognitivos, sin considerar que pudiesen operar mecanismos
de otra índole (Goleman, 1996). Y en segundo lugar, se considera o supone
generalmente un mecanismo isoprocesual entre solución de problemas
impersonales y solución de problemas intra-interpersonales, a pesar de que ya
desde 1920 autores como Thorndike hacían mención a diferentes tipo de
inteligencia con diferentes mecanismos procesuales (Thorndike, 1920).

Ahora, en cuanto al problema de definir el constructo como Habilidad


Emocional o como Inteligencia Emocional, encontramos que a pesar de la
diversidad del tipo de contenidos que las definen y asemejan, existiría una serie
de elementos que las diferencian:

1. La insistencia en la determinación situacional y estratégica: Nos


referimos a que en las habilidades, cada autor restringe su significado a
las actividades de intervención de su programa, es decir, al desarrollo de
patrones observables de conducta con considerable apreciación social
(Bethencourt, 1997). Sin embargo, un concepto de inteligencia supone
un patrón estratégico que utiliza habilidades para desarrollar más
habilidades, es decir, un constructo generativo y organizador.
2. Frecuente uso de la expresión competencia y éxito social: Así por
ejemplo, Argyris (1965) define la habilidad social como algo que consiste
en aquellas conductas que contribuyen a la efectividad de una persona
dentro de un grupo de individuos. Sin embargo, el concepto de la
competencia social es hasta la fecha bastante confuso y ha sido
interpretado indiscriminadamente en la tradición psicométrica, educativa,
terapéutica, psicoanalítica y de la personalidad de dos formas generales:
1) Como reconocimiento, éxito y prestigio social e institucional, así como
el desarrollo y cumplimiento efectivo de tareas productivas necesarias.
2) Como prestigio y reconocimiento personal, en términos de eficacia y
axiología interpersonal, ayuda a los demás, etc. (Pelechano, 1996). Tal
como se aprecia, elaborar conceptos de habilidades en lo social, lleva
imperiosamente a la imposibilidad de integrar tales conceptos en una
explicación coherente de relaciones sociales especificas (Wagner,
1994). En ese sentido, definir una Inteligencia del tipo social como es la
emocional, permitiría sistematizar y correlacionar componentes
específicos de la misma; pudiéndose, además, elaborar
heteromorfismos procesuales para cada uno de esos componentes sin
alterar el constructo general.

Delimitado teóricamente las premisas de las cuales partimos, mencionaremos


que en nuestra investigación hemos pretendido elaborar un test que trate de
evaluar una de las posibles dimensiones de la Inteligencia Social dentro del
momento evolutivo universitario: La Inteligencia Emocional.

El motivo de la creación de esta prueba, exclusiva para estudiantes


universitarios, tiene su justificación en las características de esta población y en
la condiciones estructurales, educo-administrativas y sociales que estarían
generando múltiples conflictos en sus relaciones sociopersonales.
Considerando las circunstancias y dificultades que atraviesan, la resolución
inadecuada de las mismas estarían limitando el desarrollo personal y
productivo de nuestros jóvenes. En ese aspecto, existen múltiples
investigaciones que enfatizan en las inadecuadas resoluciones de conflictos a
nivel emocional como factores predisponentes de malestares fisiológicos y
sociales, degradando la calidad de vida y desarrollo socio-afectivo de sus
afectados (Solomon, 1993; Russek y Schwartz,1996).

Bajo esas condiciones, para crear y adaptar un test que cubrieran dimensiones
conocidas de la Inteligencia Emocional en nuestra población objetivo,
intentamos desarrollar una propuesta teórica que sistematice constructos que
permitan explicar las dinámicas de sus relaciones.

Si bien es cierto que existen supuestos normativos que definen la vida


universitaria bajo unas determinadas condiciones sociales, en la literatura
científica, tales aspectos no se sistematizan ni se conceptúan, formando así, un
vacío gnoseológico sobre las características sociorelacionales de tan
importante población (Vara, 1998).

Es entonces, cuando la necesidad de construir sistemas teóricos sobre un


campo poblacional que menos ha recibido la influencia de la ciencia y
tecnología psicológica, nos lleva a realizar una Investigación Narrativa (Vara,
1997) que centrara su atención en las vivencias cotidianas de nuestros jóvenes
universitarios. Sobre este criterio, tuvimos contacto con ellos más de 7 meses,
conociendo diariamente la forma particular de definir, afrontar y solucionar sus
particulares problemas sociopersonales. El fruto de este proceso participativo,
fue la elaboración de 18 escalas (en un principio eran 20, pero por criterio de
jueces culminaron en 18) que cubrían dimensiones conocidas del constructo
mencionado.

Tras las críticas de estos elementos, se propone una definición comprensiva


del constructo general Inteligencia Emocional:

“La Inteligencia Emocional, es un tipo de Inteligencia Social que engloba las


habilidades de poder conocer, discriminar, controlar y evaluar adecuadamente
nuestras emociones y las de los demás, así como el utilizar la información y
energía que nos proporcionan para guiar nuestros pensamientos, acciones,
lograr metas y solucionar problemas de índole relacional, con consecuencias
axiológicamente adecuadas para el desarrollo personal y colectivo” (Vara,
1998).

Dentro de la defensa de una concepción pluralista de la inteligencia, definimos


constitutivamente a la Inteligencia Emocional, como la interacción de tres
inteligencias especificas:

1. La Inteligencia Intrapersonal. La defino como la capacidad


estratégica de poder conocer, discriminar (autoconocimiento
emocional) y controlar las propias emociones de tal manera que
permitan utilizar esa información y energía para desarrollar
procesos productivos y alcanzar metas (intencionalidad,
insatisfacción productiva, poder personal), así como evitar
estados prolongados de ansiedad, irritabilidad, etc.(salud
emocional) y sentir un bienestar axiológico (integridad,
compromiso emocional) y educo-laboral (calidad de vida,
desarrollo óptimo).
2. la Inteligencia Interpersonal, Sería la capacidad estratégica de
poder identificar, conocer y discriminar las emociones en los
demás (conocimiento emocional de los otros); expresar honesta y
adecuadamente nuestras emociones (honestidad emocional);
poder comportarse axiológicamente con los demás (conexiones
interpersonales) de tal manera que permita formar redes sociales
beneficiosas para la cooperación, el desarrollo y la satisfacción
personal-colectivo (calidad de relaciones interpersonales).
3. las Competencias Especiales de la Inteligencia Emocional. Como
su nombre lo indica, son capacidades especiales de escaso
estudio científico, que según mi hipótesis, se desarrollan sobre la
base de la Inteligencia Intrapersonal. Estas competencias regulan
nuestras emociones al servicio de una meta de tal forma que nos
permite creer en nuestras capacidades (autoconfianza); visualizar
las cosas desde ángulos divergentes, con optimismo y motivación
(perspectiva); en la solución de un problema, ahorrar energía con
soluciones espontaneas (intuición práctica); encontrar o crear
nuevas respuestas y alternativas (creatividad emocional); así
como recuperarnos rápidamente después del fracaso o de la
frustración, aprendiendo de ellos (capacidad de renovación).
(Vara, 1998).

Teóricamente, estos tres componentes estarían muy relacionados, pues


operarían en dominios estratégicos similares (conocimiento, control y
consecuencias). Sin embargo, a pesar de ello, serían también específicos
porque estarían distribuidos heterogéneamente en esos dominios. En cuanto a
los subcomponentes, serían también heteroprocesuales, pues se postula que
estos, están afectados por las dinámicas socioregionales del tipo de Escuela
Profesional y Estructura Universitaria. (Los detalles teóricos al respecto pueden
solicitarse al autor de estas líneas, ya que el esquema teórico aun esta en
proceso de publicación. Por la naturaleza psicométrica del presente artículo, la
propuesta se ve reducida a lo mencionado solamente). En el gráfico Nº 01
presentamos los 3 núcleos constitutivos con sus sub-componentes hasta ahora
identificados en jóvenes universitarios para la Inteligencia Emocional.

Trabajo Final De Licenciatura en Psicopedagogía. Marzo de 2001

Autora: María Eugenia Nieva

Director: Danilo S. Donolo

MEDICIÓN DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. Elaboración de un


instrumento para estudiantes universitarios

Varios hechos de implicancias sociales muy marcadas han puesto en


escena la importancia de los componentes emocionales de la personalidad de
los sujetos en la resolución de las cuestiones de la vida cotidiana.

La escuela como institución y sus miembros como individualidades no


escapan de esta consideración general, por lo que este trabajo, en un ámbito
más limitado, el de la universidad; y en una consideración más especificada de
la Inteligencia Emocional, la que tiene que ver con las respuestas a cuestiones
relacionadas con el estudio y el rendimiento académico de los estudiantes
universitarios, intenta aportar algunas consideraciones interesantes.

El objetivo principal del proyecto es la elaboración de un instrumento


técnicamente habilitado para distinguir entre aquellos alumnos con superiores o
aceptables niveles de madurez emocional, de aquellos que no han alcanzado
ese control; y por otro lado un objetivo complementario es indagar en que
medida el pertenecer a uno u otro grupo afecta o compromete el rendimiento
en las materias iniciales de las carreras universitarias.

Destacando la metodología utilizada, los aspectos teóricos circunscriptos


al tema del proyecto están dados por las últimas contribuciones de Goleman
(1996) en su libro Inteligencia Emocional, las cuales resumen y actualizan las
cuestiones que prefiguramos interesantes sobre este componente de
personalidad, los aspectos emocionales, y también se consideraron las
propuestas de Martineaud, S. y D. Engelhart, Torrabadella, P. y Brockert, S. y
G. Braun.

Los aspectos técnicos para elaborar un instrumento de medición de


Inteligencia Emocional estuvieron especificados en el manual para los tests
psicológicos y educacionales propuestos por la Asociación de Psicólogos
Americanos (APA, 1976) y las normas éticas para la utilización de tales
instrumentos (APA, 1990). En igual sentido aportó el trabajo de Murat (1985)
sobre medición y evaluación del comportamiento humano.

Una vez elaborado y aplicado el cuestionario inicial en base a cuatro


temáticas de la Inteligencia Emocional, (Amigos, Estudio, Contexto Familiar y
Pareja), a la muestra previamente definida (246 alumnos), los procedimientos
utilizados para el análisis de los datos fueron variando de acuerdo a los
objetivos perseguidos. Se establecieron criterios de pertinencia y de
discriminación de los ítems y se tuvieron en cuenta diferentes técnicas de
análisis estadístico a partir de la utilización del programa SPSS, tales como
Técnica Partición en Mitades y la Fórmula de Spearman-Brown, Comparación
de Medias entre variables, Coeficiente de Correlación Lineal de Pearson y
Prueba de Chi Cuadrado entre variables.
A modo de conclusión final, es posible afirmar que si bien este trabajo de
investigación dio lugar a la elaboración de un instrumento técnicamente
habilitado para distinguir entre aquellos alumnos con superiores o aceptables
niveles de madurez emocional, de aquellos con un dominio menos elevado de
la Inteligencia Emocional, y si de hecho podemos convenir que de acuerdo al
estado emocional de una persona, ésta encontrará que le es más o menos fácil
reunir la energía necesaria para enfrentar experiencias de aprendizaje formal
y/o no formal, el problema reside en que el rendimiento académico no está
relacionado estrechamente con aspectos de la vida tales como ajuste personal,
éxito en el trabajo y otras capacidades que se requieren para enfrentar las
situaciones cotidianas. Esto significa que el rendimiento académico del alumno
no depende exclusivamente de que el mismo se encuentre más o menos
adaptado a un dominio controlado de la Inteligencia Emocional, sino que habrá
que buscar otros factores intervinientes en su desempeño que den respuestas
más abarcadoras, ya que el estado emocional de la persona no deja de ser
sólo uno aspecto más de la personalidad del estudiante.

Referencias

Goleman, D. 1996 La Inteligencia emocional.

Brockert, S. y G. Braun 1997 Los test de la Inteligencia emocional.

Martineaud, S. y D. Engelhart 1997 El test de Inteligencia emocional.

Torrabadella, P. 1997 Cómo desarrollar la Inteligencia emocional.

APA 1976 Normas sobre test educativos y psicológicos y sus manuales. TEA.
Madrid.

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