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Las señales de los tiempos

Por medio de los profetas, el Señor ha revelado muchas señales pertenecientes a


esta dispensación con el objeto de ayudar al Israel de los últimos días a prepararse
para su segunda venida y los grandes acontecimientos que la precederán. En enero
de 1831 el Señor declaró por intermedio del profeta José Smith: “Si estáis
preparados, no temeréis” (D. y C. 38:30).
Las señales de los tiempos en nuestra época son los acontecimientos que se
profetizaron tendrían lugar en los últimos días antes de la segunda venida de Cristo.
“Las señales son los acontecimientos o sucesos que indican los acontecimientos
presentes y predicen los futuros. Son los presagios, prodigios, maravillas y
fenómenos de ocurrencia anormal. El tiempo significa la época, era, período, o
dispensación en que ocurrirán. Por tanto, las señales de los tiempos para nuestra
época o dispensación son los acontecimientos maravillosos —de distinta índole,
extensión, o magnitud de los acontecimientos de tiempos pasados— que indican la
dispensación del cumplimiento de los tiempos y predicen el segando advenimiento
de nuestro Señor.” (Bruce R. McConkie, Mormon Doctrine, págs. 715-716.)
“Muchos acontecimientos han ocurrido durante los últimos ciento treinta y seis
años que han impresionado a los miembros fieles de la Iglesia con la idea de que
está cerca la venida del Señor. El evangelio se ha restaurado. La Iglesia se ha
organizado completamente. El sacerdocio se le ha conferido al hombre. Se han
revelado las dispensaciones que tuvieron lugar desde el principio y se han dado sus
llaves y autoridades a la Iglesia, El recogimiento de Israel en la tierra de Sión está
en marcha. Los judíos están regresando a Jerusalén. El evangelio se predica en
todo el mundo como testigo a todas las naciones. Se construyen templos, y allí se
lleva a cabo la obra de las ordenanzas por los muertos y por los vivos. El corazón
de los hijos se vuelve hacia sus padres, y los hijos tratan de conseguir información
sobre sus muertos. Se han revelado los convenios que el Señor prometió hacer con
Israel en los últimos días y miles de los recogidos de Israel han entrado en ellos. De
ese modo la obra del Señor avanza y todos esos acontecimientos son señales de la
próxima venida de nuestro Señor.” (Joseph Fielding Smith, en Conference Report,
abril de 1966, págs. 12-13.)
“Antes de que esta tierra se convierta en un lugar digno del Santo [de Israel], se
debe limpiar y purificar. Se debe destruir a los inicuos; la paz debe reemplazar a la
guerra; y la malvada imaginación que mora en el corazón del hombre debe dar
paso a deseos de rectitud. ¿Cómo pasará todo eso? De dos maneras: (1) Por
medio de plagas y pestilencias, guerras y desolación. Los inicuos exterminarán a
los inicuos como sucedió con los nefitas y lamanitas cuando se extinguió la nación
nefita. Las plagas barrerán la tierra de la misma forma en que la peste negra arrasó
Asia y Europa en el siglo catorce. Los cadáveres de los muertos se apilarán en
número sin fin para descomponerse, podrirse y llenar la tierra de hedor. (2) Luego,
cuando El llegue, la viña será quemada. Los malvados que hayan quedado serán
consumidos.” (Bruce R. McConkie, The Millennial Messiah, pág. 378.)
“Todo lo que hemos oído y experimentado hasta ahora es apenas un prefacio del
sermón que se nos va a predicar. Cuando cese el testimonio de los élderes, y el
Señor les diga: ‘Venid, porque desde ahora seré yo quien predique mis propios
sermones a las naciones de la tierra’, todo lo que sabemos ahora apenas se le
podrá llamar un prefacio del sermón que se predicará con sangre y fuego,
tempestades, terremotos, granizo, lluvias, truenos y relámpagos, y una espantosa
destrucción. ¿Qué importancia tiene la destrucción de unos pocos vehículos?
Vosotros escucharéis de magníficas ciudades, que idolatra la gente de la
actualidad, hundirse en la tierra enterrando a sus habitantes.
Con grandes marejadas el mar se saldrá de sus límites, sumergiendo poderosas
ciudades. El hambre se extenderá por toda la tierra, y las naciones se levantarán
una contra otra, los reinos contra los reinos y los estados contra los estados, en
nuestro propio país y en tierras extranjeras; y se destruirán
los unos a los otros, sin importarles la sangre y la vida de sus semejantes, de su
familia o de sus propias vidas.” (Brigham Young, Discourses of Brigham Young,
págs. 111-112.)
“De acuerdo con el orden natural de las cosas, las señales de los tiempos no
terminarán hasta que el Señor venga. Aquellas que encierran el caos, la conmoción
y el infortunio de las naciones continuarán en el futuro con una fuerza aun más
destructiva. El corazón de las personas desfallecerá de miedo mucho más que
hasta ahora. Las guerras serán peores. Los lapsos de armisticio y paz serán menos
estables. Mirándolo desde la perspectiva de los años, todas las cosas del mundo se
degenerarán. Habrá más desacuerdos. Habrá muchos más apóstatas de la Iglesia,
más santos y patriotas débiles, que serán conquistados para la causa del
adversario. Los que apoyan el reino debido a los panes y a los peces encontrarán
otro pan para comer. Mientras los santos fieles serán cada vez mejores, y se
aferrarán con más firmeza a las normas del cielo, el mundo empeorará cada vez
más y se unirá al plan de acción y a los propósitos de Lucifer.” (McConkie,
Millennial Messiah, pág. 404.)
“La venida del Hijo del Hombre no acontecerá, no puede acontecer, sino hasta que
sean derramados los juicios que se han anunciado para esta época, y estos juicios
ya han comenzado. S. Pablo dice: ‘Porque todos vosotros sois hijos de luz … no
estáis en tinieblas, para que aquel día os sobrecoja como ladrón’. No tiene pensado
el Señor Todopoderoso venir a la tierra y desmoronarla y reducirla a polvo sin
revelarlo antes a sus siervos los profetas.
“Judá ha de volver, Jerusalén ha de ser reedificada, junto con el templo, y debe salir
agua de debajo del templo y han de ser sanadas las aguas del Mar Muerto. Se
precisará algún tiempo para reedificar las murallas de la ciudad, el templo, etc., y
todo esto debe hacerse antes que el Hijo del Hombre aparezca. Habrá guerras y
rumores de guerras, señales arriba en los cielos y abajo en la tierra, el sol se
tornará en tinieblas y la luna en sangre, habrá terremotos en diversos lugares, los
mares se saldrán de sus límites y entonces aparecerá en el cielo la gran señal del
Hijo del Hombre. ¿Pero qué hará el mundo? Dirán que es un planeta o un cometa,
etc. Pero el Hijo del Hombre vendrá como la señal de la venida del Hijo del Hombre,
que será como la luz de la mañana que aparece en el oriente.” (José Smith,
Enseñanzas del profeta José Smith, págs. 347-348.)
1. Una apostasía general precedería la segunda venida de Cristo (véanse 2
Tesalonicenses 2:1-4; Isaías 29:10, 13).
2. El evangelio sería restaurado (véanse Daniel 2:44; Apocalipsis 14:6; Hechos
3:19-21).
3. El Israel esparcido sería recogido a su lugar de origen (véanse décimo Artículo
de Fe; Jeremías 16:14-16; Amos 9:8-15; 2 Nefi 25:15-17; Jeremías 31:6-14; 1 Nefi
22:11-22).
4. La iniquidad será desenfrenada (véanse 2 Timoteo 3:1-7; Mateo 24:37-39; José
Smith—Mateo 30).
5. Ocurrirán grandes desastres (véanse Apocalipsis 8:7-13; 16:1-16; D. y C. 88:87;
Apocalipsis 6:12-13; D. y C. 45:26, 33, 40-42; José Smith— Mateo 29, 32-33).
6. Habrá guerras y rumores de guerra (véanse José Smith—Mateo 28; Ezequiel 38-
39; D. y C. 45:26; Apocalipsis 9:1-19).
7. Caerá Babilonia, la iglesia grande y abominable (véanse Apocalipsis 18:1-18; D.
y C. 29:21; 1 Nefi 22:23; D. y C. 88:94, 105).
8. Se establecerá Sión (véanse Moisés 7:62-64; D. y C. 45:64-71; 3 Nefi 20:18, 22;
décimo Artículo de Fe).
9. Nuestro Padre Celestial nos ha asegurado que se cumplirán todas sus profecías
y promesas pertenecientes a los últimos días (véase D. y C. 1:37-38).
El conocimiento de las señales de los tiempos puede ayudarnos a volvernos al
Señor y prepararnos para su segunda venida.
“Yo profetizaré que las señales de la venida del Hijo del Hombre ya han empezado.
Una pestilencia tras otra desolará la tierra. Pronto tendremos guerras y
derramamiento de sangre. La luna se tornará en sangre. Yo testifico de estas cosas
y de que la venida del Hijo del Hombre está cerca, sí, a vuestras puertas. Si
nuestras almas y nuestros cuerpos no se están preparando para la venida del Hijo
del Hombre, y si después de muertos no seguimos esperándola, nos hallaremos
entre aquellos que estarán deseando que las piedras los cubran.” (Smith,
Enseñanzas, pág. 186.)
“Uno de los más grandes incentivos que alienta y atrae al hombre a vivir en rectitud
es la doctrina de la segunda venida del Mesías. Muchas revelaciones hablan sobre
las señales que precederán el regreso de nuestro Señor; otras sobre los trágicos y
sin embargo gloriosos acontecimientos que acompañarán su regreso a la tierra; y
aún otros enumeran lo bueno y lo malo que les acontecerá a los vivos y a los
muertos en ese momento. Todo ello se encuentra preservado en escrituras
sagradas para que sirva de guía al hombre y éste pueda prepararse para el día del
Señor. El día en que El tomará venganza contra el impío y derramará bendiciones
sobre quienes se alegren al verlo”. (Bruce R. McConkie, Doctrinal New Testament
Commentary, 1:662.)
“Atesorad la palabra del Señor. Poseedla, guardadla y hacedla vuestra viviendo y
creyendo en ella. Por ejemplo: la voz del Señor dice que si una persona tiene fe, se
arrepiente y se bautiza, recibirá al Espíritu Santo. No es suficiente sólo saber lo que
dicen las Escrituras en cuanto a esto; debemos atesorarlo, lo cual quiere decir que
debemos poseerlo de manera tal que se convierta en parte de nosotros mismos, y
como consecuencia, en el ejemplo antes mencionado, recibir finalmente la
compañía del Espíritu. Obviamente las personas que así lo hacen no serán
engañadas en lo que concierne a las señales de los tiempos de la segunda venida
del Mesías.” (McConkie, Doctrinal New Testament Commentary, 1:662.)
“Nuestras almas claman: ‘Dios, apresura el día de la venida de tu Hijo’, aun cuando
sabemos que eso no puede ser. El día ya se ha fijado y la hora se ha establecido.
Se han visto las señales, se ven en la actualidad y se seguirán mostrando en el
futuro. Nuestra obligación es discernir las señales de los tiempos, no sea que
también a nosotros, junto con el resto del mundo, nos tome desprevenidos.”
(McConkie, Millennial Messiah, pág. 405.)
“Circulan entre nosotros muchos escritos que hablan de las calamidades que están
por sobrevenirnos; algunos de éstos han sido publicados como si fuesen necesarios
para prevenir al mundo de los horrores por los que vamos a pasar, y muchos de
ellos provienen de fuentes en las que no se puede tener plena confianza.
“Poseedores del sacerdocio, ¿sabéis que no sería necesario que aparecieran tales
publicaciones de antemano, si solamente estuviésemos familiarizados con lo que
las Escrituras ya nos han dicho con toda claridad?
“Permitidme brindaros la palabra segura de profecía en la cual podéis confiar para
vuestra guía, en lugar de esas fuentes raras que podrían acarrear grandes
implicaciones políticas.
“Leed el capítulo 24 de Mateo, particularmente la versión inspirada tal como se
encuentra en la Perla de Gran Precio. [José Smith—Mateo.] Después leed la
sección 45 de Doctrina y Convenios donde el Señor, no el hombre, ha
documentado las señales de los tiempos.
“A continuación, acudid a las secciones 101 y 133 de Doctrina y Convenios y oíd el
recuento de acontecimientos que paso por paso llevaron a la venida del Salvador.
“Por último, acudid a las promesas que el Señor les hace a aquellos que guardan
los mandamientos cuando estos juicios desciendan sobre los inicuos, tal como se
encuentra escrito en Doctrina y Convenios, sección 38.
“Hermanos, éstos son algunos escritos de los cuales podéis preocuparos, en vez de
hacerlo por comentarios de aquellos cuya información quizás no sea la de más
confianza y cuyos motivos sean dudosos. (Quisiera decir que la mayoría de tales
autores no se perjudicarían si tuvieran un poco de información auténtica en sus
escritos.)” (Véase Harold B. Lee, “Admoniciones del Sacerdocio de Dios”, Liahona,
sept. de 1973, pág. 33.)
1. Aquellos que honran al Señor y reciben su evangelio estarán esperando su
llegada y las señales que la precederán (véanse D. y C. 45:39; 35:15; 2 Nefi 26:8; 1
Tesalonicenses 5:4-6).
2. El Señor utiliza las señales de los tiempos con el objeto de llamarnos para que
volvamos a El (véase D. y C. 43:24-25).
3. Aquellos que atesoran las Escrituras, las cuales contienen las señales de los
tiempos, no serán engañados; estarán listos para la segunda venida del Salvador
(véanse José Smith—Mateo 37, 46-48; D. y C. 50:45-46).
1. Jesús predice la inminente destrucción de Jerusalén.
Analicen José Smith—Mateo 1:1–20 (véase también Mateo 24:1–5, 9–13, 15–22).
Pida a algunos miembros de la clase que lean los versículos que usted haya
seleccionado.
Unos cuantos días antes de la crucifixión de Jesús, algunos de Sus discípulos lo
acompañaron al Monte de los Olivos. ¿Cuáles fueron las dos preguntas que le
hicieron a Jesús? (Véase José Smith—Mateo 1:4. Explique que la respuesta del
Salvador a la primera pregunta, acerca de la destrucción de Jerusalén, se
encuentra en José Smith—Mateo 1:5–20. La respuesta del Salvador a la segunda
pregunta, acerca de Su segunda venida, se encuentra en José Smith—Mateo 1:21–
55.)
¿Qué profetizó Jesús en cuanto al templo de Jerusalén y en cuanto a la ciudad en
sí? (Véase José Smith—Mateo 1:2–3, 12.) ¿Qué señales profetizó el Salvador que
precederían la destrucción de Jerusalén? (Véase José Smith—Mateo 1:5–10.)
¿Qué dijo Jesús a Sus seguidores que debían hacer para evitar la destrucción?
(Véase José Smith—Mateo 1:11–15.) ¿Por qué era importante que no regresaran a
sus hogares después de huir? (Véase Lucas 9:62; D. y C. 133:14–15.)
Explique que aunque muchos judíos no creyeron que se pudiera destruir su gran
ciudad y templo, las profecías del Señor se cumplieron en el año 70 d. de J.C.
Creyendo que el Mesías vendría y les ayudaría en sus batallas, los judíos se
rebelaron contra los romanos en el año 66 d. de J.C. Cuatro años después, los
romanos habían destruido toda la ciudad. Los que escucharon al Salvador y
huyeron a las montañas fueron salvos; los que no escucharon su consejo fueron
dispersados y destruidos.

2. Jesús describe las señales que precederán Su Segunda Venida.


Lean y analicen los versículos de José Smith—Mateo 1:21–55 que usted haya
seleccionado (véase también Mateo 24:6–8, 14, 23–51). Recuerde a los miembros
de la clase que la segunda pregunta que hicieron los discípulos tenía que ver con la
segunda venida del Salvador y la consecuente destrucción de los inicuos (a veces
denominada “el fin del mundo”). Al analizar las señales y las tribulaciones que
precederán la Segunda Venida, escríbalas en la pizarra.
¿Qué señal de la Segunda Venida se describe en José Smith—Mateo 1:22? ¿Qué
evidencia podemos ver del cumplimiento de esta profecía? ¿Cómo podemos evitar
el ser engañados por falsos profetas? (Véase Mateo 7:15–20; D. y C. 45:57; 46:7–
8.)
¿Qué señal de la Segunda Venida se menciona en José Smith—Mateo 1:23 y 28?
¿Qué evidencia vemos del cumplimiento de esta profecía? El Señor nos enseñó
que no debemos turbarnos por las guerras y los rumores de guerras. ¿Cómo
podemos encontrar la paz en tiempos tan difíciles? (Véase 1 Juan 4:16–18; D. y C.
6:34–36; 45:34–35; 59:23.)
El élder M. Russell Ballard dio el siguiente consejo de esperanza y ánimo:
“Aun cuando las profecías nos dicen que estas cosas sucederán, más y más gente
expresa su temor ante la forma acelerada en que se presentan las calamidades en
todo el mundo… Sí tenemos serias razones para estar profundamente preocupados
por no ver la respuesta inmediata a los problemas que enfrenta la familia humana y
que parecen sin solución, pero a pesar del obscuro panorama, que a la postre será
peor, ¡jamás debemos rendirnos… !
“…El Señor tiene todo en sus manos; Él conoce el fin desde el principio. Él nos ha
dado instrucciones adecuadas para que, si las seguimos, nos encontremos seguros
ante cualquier crisis. Sus propósitos se cumplirán y algún día entenderemos las
razones eternas de todos estos acontecimientos. Por lo tanto, debemos cuidarnos
actualmente de no tener reacciones extremas ni exagerar en preparaciones
excesivas; lo que debemos hacer es guardar los mandamientos de Dios y ¡no
perder jamás las esperanzas!
“Pero ¿dónde encontrar la esperanza en medio de tanta confusión y tantas
catástrofes? Muy sencillo, nuestra única esperanza de encontrar la seguridad
espiritual durante estos tiempos turbulentos es volvernos con los pensamientos y el
corazón a Jesucristo… Armados con la armadura de la fe podemos sobreponernos
a muchas de nuestras dificultades diarias y vencer nuestras debilidades y temores,
sabiendo que si hacemos lo mejor por guardar los mandamientos de Dios, pase lo
que pase, estaremos bien” (Liahona, enero de 1993, págs. 35–36).
¿Qué señales de la Segunda Venida se describen en José Smith—Mateo 1:27 y
31? ¿Cómo se están cumpliendo esas profecías en la actualidad? (La obra misional
se está acelerando, y el Evangelio se está enseñando y aceptando en más y más
lugares alrededor del mundo.) ¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros para
ayudar a cumplir esas profecías?
¿Qué señales de la Segunda Venida se describen en José Smith—Mateo 1:29–30?
¿Qué evidencia ven de que esas profecías se estén cumpliendo? ¿Qué nos han
aconsejado hacer los profetas de los últimos días para prepararnos para los
desastres naturales que precederán la Segunda Venida?
¿Qué señales de la Segunda Venida se mencionan en José Smith—Mateo 1:32–
33?
El Señor les dijo a sus seguidores en Jerusalén: “quedaos en el lugar santo” (José
Smith—Mateo 1:12), y nos ha dado un consejo similar en nuestros días (D. y C.
87:8; 101:22). ¿Cuáles son algunos de los lugares santos en donde debemos
quedarnos? ¿Cómo ayudarán a protegernos esos lugares durante las dificultades
de los últimos días?
El presidente Ezra Taft Benson dijo: “Los hombres y las mujeres santos
permanecen en lugares santos, y entre esos lugares se encuentran nuestros
templos, nuestras capillas, nuestros hogares y las estacas de Sión, que son, como
declara el Señor, ‘para defensa y para refugio contra la tempestad y contra la ira,
cuando sea derramada sin mezcla sobre toda la tierra’ (D. y C. 115:6)” (“Prepare
Yourselves for the Great Day of the Lord”, Brigham Young University 1981 Fireside
and Devotional Speeches, 1981, pág. 68).
Señales
Las señales son acontecimientos o experiencias que demuestran el poder de Dios;
muchas veces son milagrosos. Indican y anuncian acontecimientos grandes, tales
como el nacimiento, la muerte y la segunda venida del Salvador. Nos recuerdan los
convenios que el Señor ha
hecho con nosotros. Las señales también pueden dar testimonio de un llamamiento
divino o indicar la desaprobación del Señor.
Algunas personas afirman que creerían en Dios o en Su obra si recibieran una
señal, pero el Señor ha dicho: “La fe no viene por las señales, mas las señales
siguen a los que creen” (D. y C. 63:9); dichas señales se dan a los que son fieles y
obedientes a fin de fortalecerles en su fe.

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