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¿Cómo debe actuar un policía que

observa un delito en flagrancia?


El abogado penalista Leandro Corti explicó las nociones básicas del protocolo sobre el
empleo de la fuerza y de armas de fuego por los funcionarios de seguridad.

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El caso del muchacho de 17 años que asaltó a una mujer en barrio


Guadalupe y murió tras ser baleado por la espalda por un policía reavivó
el debate público y volvió a poner el foco en cómo debe actuar el
personal de las fuerzas de seguridad al detectar un delito en flagrancia,
es decir, aquel hecho que se está cometiendo en ese preciso momento. 

Será la investigación judicial la que determine si la muerte del


adolescente es el desenlace de una maniobra lícita por parte del policía
o si se trató de un caso de "gatillo fácil", pero, en principio, existe un
marco general para poder analizar este tipo de situaciones. 

Este surgió en 1990 y fue adoptado por el Octavo Congreso de las


Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente, tras numerosas sesiones en las que participaron, entre
otros protagonistas, efectivos policiales. 

Allí surgieron pautas o principios de actuación y se resolvió cuál es el


marco en el que se tiene que llevar adelante el empleo de fuerza física y
armas de fuego por parte de los funcionarios policiales. Este conjunto
de reglas básicas de actuación tienen como eje fundamental las
nociones de necesidad y sobre todo de proporcionalidad en el uso de
esa fuerza y el arma reglamentaria que portan los funcionarios
policiales.

Por El Cuarto Poder, el abogado penalista y exministro de Seguridad


de la provincia durante la gestión de Antonio Bonfatti, Leando Corti,
explicó en primer lugar que para que el uso de la fuerza y/o el
arma sea proporcional se tiene que dar en función de la necesidad:
"Dentro de los medios que pueda tener a su alcance el funcionario
policial, siempre tiene que optar por el medio menos lesivo que
resulte idóneo para esa acción". 
"De aquí, se puede inferir que la utilización del arma
reglamentaria es medida de extrema necesidad, es la última medida
a la que debe recurrir el funcionario", remarcó. 

A partir de las pautas de la O.N.U., el protocolo funciona con una lógica


de progresividad en el uso de estos medios, en donde primero se tiene
que dar la voz de alto, luego el disparo intimidatorio, después el
disparo a zonas no vitales y como medida de última instancia
el disparo que pueda resultar letal.

La otra cuestión que integra el concepto de proporcionalidad en el uso


de la fuerza esta dada porque "no se pueden sacrificar bienes de
significativo valor para defender bienes de escaso valor": "No se puede
matar a alguien que se está llevando una naranja de una quinta",
ejemplificó Corti.

Debe haber, por parte del policía, una consideración de los intereses en


pugna. Si bien todos los bienes son defendibles pero la idea de
proporcionalidad siempre implica evaluar cual es el medio menos lesivo
y hacer una ponderación de lo que está en juego.  

Tiro por la espalda


"Ese es un elemento muy fuerte para presumir que no concurre la
racionalidad en el medio que se utiliza para repeler el ataque", dijo el
letrado sobre el disparo que recibió el adolescente y que terminó
provocándole la muerte minutos después en el hospital J.M. Cullen.

"El disparo por la espalda, en principio, da buenas razones para presumir


que se puede llegar a tratar de un caso de gatillo fácil, donde hay una
desproporción sumamente significativa", concluyó Leandro Corti.

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