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LoMis primeras experiencias como docente comenzaron en el año 2017, Cuando hice una

suplencia como profesora de informática. Fue una de las 4 que más me marcaron. Por primera vez
tenía que enfrentarme al miedo de estar delante de un grupo, como docente. Si bien yo fui
catequista y tenía experiencia frente a grupos, ser docente era todo un desafío. Planificar una
clase, darla y para variar, un área que no era justamente para la cual me estaba formando, me
llenaba de dudas. Me invadía el miedo a equivocarme, a no saber qué hacer si alguna situación se
me iba de las manos. Además, no sólo estaba frente a un grupo; tenía 12 divisiones distintas.
(Cuatro de cada grado, 1°, 2° y 5°). En ese momento estaba en tercer año del profesorado, pero sin
embargo aún no había realizado prácticas docentes. Por ende era literalmente, mi primer
experiencia como docente. Me gustaba mucho trabajar de manera interdisciplinaria con las otras
áreas, en especial prácticas del lenguaje y matemática, con los más pequeños. Trabajamos leyendo
cuentos, haciendo procesos de escritura, trabajábamos con canciones (entre ellas las de María
Elena Walsh, ya que con sus docentes estaban trabajando con dicha autora), etc. Con los más
grandes trabajamos en un proyecto de Ciber bullying, a través de un power point armado por
ellos, y escucharlos también era muy enriquecedor. Parecían tener las cosas más claras que
algunos adultos. En esa escuela disfrute cada uno de los tres meses que trabajé. Además tuve
colegas que me enseñaron y aconsejaron mucho. Una de ellas, en mis horas libres, me invitaba a
ayudarla y participar de sus clases (2° grado), y fue una de las colegas que más cosas me enseñó.

Durante el año pasado (2019), luego de tanto esperar, hice mis primeras prácticas docentes. La
verdad es que me costó mucho menos estar frente a un grupo. Me tocó segundo grado, Y también
fue todo un desafío, porque siempre creí que prefería trabajar en segundo ciclo. La verdad es que
esta primera etapa de prácticas me hizo cambiar de opinión.

Una vez finalizado Este primer período, comencé a trabajar como docente de primaria, en el
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Ahí fue Cuando tomé mis primeros cargos en acto público,
y tuve mis primeras capacitaciones docentes, que me dieron muchas herramientas. Desde agosto
hasta febrero del 2020, pasé por 7 escuelas, de las cuales 2 eran de jornada completa y las otras 5
de jornada simple. Siete realidades distintas que me hicieron abrir los ojos del corazón y confirmar
la importancia de nuestro rol docente, que creo que va más allá de enseñar un contenido; se trata
de acompañar, guiar y contener desde mi lugar a cada uno de mis alumnos. Cuando era más chica,
y decidí elegir esta profesión, el acompañamiento de mis docentes fue uno de los motivos. Porque
ellos cumplieron un rol fundamental en mi paso por la escuela primaria y estoy segura que quiero
brindar lo mismo a las próximas generaciones. Además, tengo la convicción de que no solamente
es importante el acompañamiento a los alumnos en el nivel primario, sino en todos los niveles
educativos. Porque al día de hoy en un nivel terciario, lo sigo viviendo.

En el segundo cuatrimestre empezamos mucho mejor con mi pareja pedagógica. Encontramos


nuevas formas de organizarnos, ya que en el primer cuatrimestre, al ser todo nuevo se nos hizo un
poco difícil. En esta segunda instancia, al momento de planificar fue mucho más sencillo.

De todas las suplencia realizadas en CABA, destaco tres que fueron las que más disfruté. Una de
ellas es la cuarta suplencia que realicé. Me tocó un cuarto grado y fue una de las más significativas
y una de las más largas. Me tocó un grupo hermoso. Se notaba el compromiso de la docente titular
a simple vista. Desde un primer momento, se acercó a la escuela para brindarme los contenidos
que tenía planificados y se tomó el tiempo de explicarme cómo trabajaba con los chicos. En esta
escuela aprendí muchísimo, y descubrí el rol fundamental que cumplían los directivos a nivel
pedagógico. Se notaba un gran trabajo en equipo. Un plantel de directivos muy presente, siempre
dispuestos y atentos a las necesidades de los alumnos y los docentes.

Otra de las experiencias que destaco, es la suplencia que me tocó realizar en la que durante 8 años
fue mi escuela. (Salita de 5, y luego de 1° a 7°). Fue muy hermoso volver a entrar al lugar donde
había pasado toda mi infancia; donde jugué, aprendí, y sentí toda la contención y el cariño de mis
docentes. Me removió mucho sentimientos. Me reencontré con algunas de las maestras, mías y de
mis hermanos. Estar esta vez desde el otro lado, acompañar como alguna vez lo hicieron conmigo.
Pensar y sentir como me sentí en esa época. Me sentía feliz de poder estar al fin dando tan solo un
poco de todo lo que había recibido. También me sentía muy feliz y orgullosa de decir “yo soy ex
alumna de esta escuela”. Me tocó un grupo difícil, pero recordé que nosotros también éramos un
grupo difícil, y sin embargo las docentes nos acompañaron en cada situación. Decidí ejercer mi rol
desde un lugar responsable, dando lo mejor de mí, aunque sean es sólo esos tres días. El
reencuentro con algunas de mis maestras me marcó mucho. Porque muchos me dijeron que
estaban orgullosos de verme ahí. De saber que estaba llegando a la meta y que ni se me ocurra
abandonar a mitad de camino. Que sabían que iba a ser muy buena docente. Eso me llenó de
fuerzas para seguir mirando adelante.

Y por último, otra de las experiencias más lindas fue cuando me tocó volver a la escuela en la que
tuve cuarto grado meses antes; los chicos me vieron llegar a la escuela por la ventana, y cuando
entré recibí una demostración de cariño tan grande que me di cuenta que mi pasó por ahí no
había sido en vano. Esa vez, llegué a la escuela para encontrarme con un primer grado. Nunca
había trabajado con los más chiquitos. Volví a sentir miedo y dudas. Era un grado con pocos nenes,
pero intenso. Al principio costó, pero luego nos fuimos conociendo. Tuve que aprender a poner
límites y a su vez a ser comprensiva. Junto conmigo, trabajaba una docente del programa
MAESTRO + MAESTRO, que se encarga de acompañar a los niños y a los maestros en el proceso de
lectoescritura de los chicos de primero y segundo grado. Dábamos las clases conjuntamente, y
también aprendí mucho de ella, ya que trabajar y acompañar a los niños en este proceso siempre
me gustó.

Todo este tiempo trabajando en la escuela, me hizo confirmar una vez más que no me equivoqué
en la profesión que elegí. También me fui dando cuenta qué clase de docente quiero ser y cuáles
son las cosas que no quiero repetir. Porque de más está aclarar que me crucé con todo tipo de
docentes. Pero guardo mi corazón todo aquello que me sumó en mi experiencia como docente. Lo
bueno lo tendré en cuenta, y lo no tan bueno, también, pero como aprendizaje.

Este año me toca transitar mi último año de la carrera, pero sé que este no es el final del recorrido.
Aún queda mucho por aprender. Aún queda mucho por acompañar. Pero sobre todo aprender a
empatizar con el otro. Saber escuchar sus necesidades con los oídos del corazón. Elijo seguir
formándome, capacitándome, creciendo como persona, y dando lo mejor de mí, sea donde sea
que la vida me lleve, para hacer de la escuela un lugar de experiencias hermosas, llena de
aprendizajes y enseñanzas… para que todo aquel que la transite, sepa que no está solo y la pueda
recordar con cariño.

Jessica Soledad Alen.


Profesorado de educación primaria. Instituto San Luis Gonzaga. Tapiales. 2020

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