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Positivismo

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No se debe confundir con Positivismo lógico.

Henri de Saint-Simon.

Auguste Comte.

John Stuart Mill.

Aristóteles y la filosofía.
El positivismo o filosofía positiva es una corriente filosófica que afirma que el
único conocimiento auténtico es el conocimiento científico y que tal conocimiento
solo puede surgir del método científico, siendo el ejemplo ideal las ciencias
físicas que triunfan claramente en el dominio de la naturaleza y en las
aplicaciones técnicas que de ella se derivan.

Como consecuencia de esta postura, los positivistas critican la metafísica como


pseudociencia por buscar lo que está más allá de la ciencia. Una línea de crítica
fue a partir de lo que se llamó las «trampas del lenguaje», lo que supuso un
interés en el estudio del lenguaje tanto en su dimensión formal, empirismo lógico,
como en cuanto lenguaje natural, estudiando los «juegos del lenguaje», y dio lugar
a la filosofía analítica.

El positivismo deriva del empirismo y de la epistemología que surge a inicios del


siglo XIX de la mano de los pensadores franceses Henri de Saint-Simon y Auguste
Comte, y el británico John Stuart Mill. Se extiende y desarrolla por el resto de
Europa en la segunda mitad del siglo XIX. Desde un positivismo extremo1 hasta un
positivismo casi idealista, el siglo XIX y comienzos del XX ofrecen un riquísimo
panorama de autores y escuelas todas bajo denominación positivista. El rasgo común
que caracteriza a todos ellos es la aceptación del conocimiento científico como
única forma de conocimiento legítimo y el rechazo a la metafísica como
pseudociencia.

El positivismo surgió como manera de legitimar el estudio científico naturalista


del ser humano, tanto individual como colectivamente. Según distintas versiones, la
necesidad de estudiar científicamente al ser humano nace debido a la experiencia
sin parangón que fue la Revolución francesa, que obligó por primera vez a ver a la
sociedad y al individuo como objetos.

La aplicación de la filosofía positiva a las diferentes ciencias y objetos de


investigación, así como la rigidez en que se consideren los principios empiristas,
dieron lugar a muy diversos tipos de empirismos y positivismos.23

Índice
1 Características
2 Reacción
3 Corrientes positivistas
4 Véase también
5 Referencias
6 Bibliografía
Características
Estas corrientes tienen como características diferenciadoras la defensa de un
monismo metodológico (teoría que afirma que hay un solo método aplicable en todas
las ciencias). La explicación científica ha de tener la misma forma en cualquier
ciencia si se aspira a ser ciencia, específicamente el método de estudio de las
ciencias físico-naturales. A su vez, el objetivo del conocimiento para el
positivismo es explicar causalmente los fenómenos por medio de leyes generales y
universales, lo que le lleva a considerar a la razón como medio para otros fines
(razón instrumental). La forma que tiene de conocer es inductiva, despreciando la
creación de teorías a partir de principios que no han sido percibidos
objetivamente. En metodología histórica, el positivismo prima fundamentalmente las
pruebas documentadas, minusvalorando las interpretaciones generales, por lo que los
trabajos de esta naturaleza suelen tener excesiva acumulación documental y escasa
síntesis interpretativa.

Auguste Comte formuló a mediados del siglo XIX la idea de la creación de la


sociología como ciencia que tiene a la sociedad como su objeto de estudio. La
sociología sería un conocimiento libre de todas las relaciones con la filosofía y
basada en datos empíricos en igual medida que las ciencias naturales.

Una de sus propuestas más destacadas es la de la investigación empírica para la


comprensión de los fenómenos sociales, de la estructura y el cambio social (razón
por la que se le considera padre de la sociología como disciplina científica).
Comte presenta a la historia humana en tres fases:

Fase teológica o mágica: corresponde a la infancia de la humanidad; en esta época


las personas dan explicaciones mágicas de los fenómenos naturales. También creen
que ciertos fenómenos son causados por seres sobrenaturales o dioses.
Fase metafísica o filosófica: en este estadio el hombre deja de creer en seres
sobrenaturales y ahora comienza a creer en ideas. Por lo que las explicaciones son
racionales, se busca el porqué de las cosas, y se sustituye a los dioses por
entidades abstractas y términos metafísicos.
Fase científica o positiva: es la definitiva. En esta etapa, según Comte la mente
humana renuncia a la búsqueda de ideas absolutas y en vez de esto, ahora se dedica
a estudiar las leyes de los fenómenos. El conocimiento se basa en la observación y
la experimentación, y se expresa con el recurso de la matemática. Se busca el
conocimiento de las Leyes de la Naturaleza para su dominio técnico.
Además afirma que no es posible alcanzar un conocimiento de realidades que estén
más allá de lo dado, de lo positivo, y niega que la filosofía pueda dar información
acerca del mundo: esta tarea corresponde exclusivamente a las ciencias.

Dentro de esta, desde la perspectiva de Leopold Von Ranke, se dice que el


historiador es imparcial, ya que es capaz de superar fobias, predilecciones o
emociones.

De acuerdo al positivismo clásico: basta con reunir cierta cantidad de hechos


documentados para que surja la ciencia de la historia.

El positivismo asume la cuantificación para que los historiadores puedan estar


seguros de sus afirmaciones mediante la medición de los historiadores, aunque
cuando ésta se convierte en la única solución aparece el problema de negar la
veracidad a todo lo que no esté cuantificado o probado.

Reacción
Esta sección es un extracto de Antipositivismo
El antipositivismo (también conocido como no positivismo, negativismo, sociología
interpretativa o interpretivismo) es el punto de vista en las ciencias sociales
según el cual los académicos deben necesariamente rechazar el empirismo y el método
científico en el desarrollo de teorías sociales e investigación.

El antipositivismo es una reacción al positivismo. Se critica la incapacidad que


posee el método de las ciencias físico-naturales para conocer los objetos de
estudio de las ciencias sociales (la sociedad, el hombre, la cultura) ya que poseen
propiedades como la intencionalidad, la autorreflexividad y la creación de
significado, que son dejados de lado por la epistemología positivista. También se
critica la búsqueda de leyes generales y universales, pues deja de lado los
elementos que no pueden ser generalizados; defiende el conocimiento de
conocimientos más precisos, pero menos generalizables; y plantea la necesidad de
conocer las causas internas de los fenómenos, en vez de la explicación externa de
estos, en busca de la comprensión en lugar de explicación.

El antipositivismo se relaciona con diversos debates históricos en la filosofía y


la sociología de la ciencia. En la práctica moderna, sin embargo, el
antipositivismo se podría equiparar con métodos de investigación cualitativos,
mientras que la investigación positivista es más cuantitativa. Los positivistas
suelen utilizar experimentos y encuestas estadísticas como métodos de
investigación, mientras que antipositivistas utilizan métodos de investigación que
se basan más en las entrevistas no estructuradas o la observación participante. En
la actualidad, métodos positivistas y no positivistas se combinan a menudo.4
Durante el siglo XIX, a partir de los estudios de Bertrand Russell y otros, el
filósofo Ludwig Wittgenstein elabora el texto Tractatus Logico-Philosophicus, que
sirve de inspiración para el surgimiento del Círculo de Viena, grupo de
intelectuales que tuvo como objetivo el alejar definitivamente a la ciencia de la
metafísica, a partir del desarrollo de la lógica de Russell. Esta propuesta plantea
un método basado en la experimentación, observación y recolección objetiva de datos
a fin de buscar explicaciones a las causas que originan los fenómenos.

Corrientes positivistas
Entre las corrientes positivistas se puede mentar el positivismo ideológico,
empiriocriticismo, positivismo metodológico o conceptual, positivismo analítico,
positivismo sociológico, positivismo realista y neopositivismo (empirismo lógico o
neopositivismo lógico). Los enfoques sociológicos en filosofía de la ciencia y
epistemología han sido tradicionalmente los principales críticos del positivismo,
aunque ambas posturas no son necesariamente contradictorias.

En el campo del derecho, el denominado positivismo jurídico o iuspositivismo no


guarda relación en su origen con el positivismo filosófico, sino con el concepto de
derecho positivo (la consideración del derecho como creación del ser humano).

En el campo de la psicología se puede mentar el conductismo o psicología


conductista, como pioneros en la aplicación de la metodología científica al estudio
de la conducta humana. Actualmente, en la psicología conviven múltiples escuelas,
muchas de las cuales se basan en el positivismo para el estudio del ser humano.
Entre dichas escuelas o enfoques destaca el cognitivo-conductual. Cabe mencionar el
avance de la neurociencia, que aborda temáticas mentales que antes parecían
inescrutables desde un punto de vista naturalista.

Véase también
Cientificismo
Fisicalismo
Neopositivismo
Referencias
Puesto que no podemos ir más allá de lo fenoménico, tomemos lo fenoménico como
realidad; la realidad queda determinada por aquello que se puede contar, medir o
pesar, porque no hay otro contenido de conocimiento posible.
José Ferrater Mora llega a distinguir hasta siete empirismos diferentes: «(1) El
empirismo llamado por antonomasia "sensible". Cuando se destaca el papel que
desempeñan las sensaciones en el conocimiento se usa el nombre "sensacionismo". (2)
El empirismo "inteligible". Según el mismo, los llamados "objetos ideales" —
números, proposiciones, conceptos, etc.— son objeto de la experiencia,
entendiéndose esta en un sentido amplio. Algunos fenomenólogos han hablado en este
sentido de un empirismo (o positivismo) total contra el empirismo (o positivismo)
sensible. (3) El empirismo moderado o empirismo crítico, que admite el origen
empírico del conocimiento, es decir, que admite que todo conocimiento se funda en
la experiencia sensible, pero que requiere ser examinado y controlado por algún
esquema o cuadro conceptual. (4) El empirismo radical, expresión debida a William
James, para quien inclusive las relaciones son "experimentales". Según escribe
James en Essays in Radical Empiricism (II, 1), "con el fin de que un empirismo sea
radical es menester que no admita en sus construcciones ningún elemento que no sea
directamente experimentado, ni excluya de ellas ningún elemento que sea
directamente experimentado". (5) El empirismo "total", que ha defendido S.
Alexander (Space, Time, and Deity, libro I, cap. 6), al adherirse a la máxima de
Hume según la cual hay que buscar siempre la base empírica de nuestras ideas, pero
corrigiéndola, si es menester, para combatir cualquier posible inadmisible
prejuicio en favor de ciertas impresiones. Para Alexander "un empirismo cabal
acepta su fórmula [la de Hume], pero como no tiene ningún prejuicio en favor de las
existencias separadas o distintas que atraen nuestra atención, insiste en que en el
curso de las inspecciones efectuadas por la experiencia, ningún elemento debe ser
omitido del inventario". Ni siquiera hay que hacer como Hume y detenerse en las
condiciones sustantivas (o sustantivistas) del yo, olvidando sus condiciones
transitivas, ya que ello tiene por consecuencia olvidar "la esencial continuidad de
la mente". (6) El empirismo llamado "integral", que ha sido defendido por Risieri
Frondizi. (7) El empirismo "dialéctico" de que a veces ha hablado el autor de la
presente obra y que consiste, grosso modo, en usar ciertos conceptos como
conceptos-límites, esto es como no denotativos de ninguna realidad y a la vez en
tratar estos conceptos como a la vez contrapuestos y complementarios. (8) El
empirismo lógico.» (Ferrater Mora, José. Diccionario de filosofía.)
Daniel Kalpokas. Pragmatismo, empirismo y representaciones. Una propuesta acerca
del papel epistémico de la experiencia (UBA-UNC-CONICET) Anal. filos. v. 28 n. 2,
Ciudad Autónoma de Buenos Aires nov. 2008 «Las vinculaciones entre el pragmatismo y
el empirismo han sido siempre complejas, ambivalentes y estrechas. En efecto, si
bien puede decirse que el pragmatismo clásico constituye una filosofía de raigambre
empirista, no es menos cierto que todos los autores pragmatistas desarrollaron una
crítica novedosa del viejo empirismo británico. Ya sea que se trate del "realismo
crítico del sentido" de Peirce,1 del empirismo radical de James o del
instrumentalismo de Dewey, en todos estos casos se evidencia la recepción crítica
que del empirismo efectuaron los clásicos del pragmatismo. En nuestros días, con el
giro lingüístico de por medio, la situación ha cambiado sensiblemente. Luego de los
ataques de Quine a los dos dogmas del empirismo -la distinción analítico-sintético
y el reduccionismo- sumados a la crítica de Davidson al dualismo esquema-contenido
(el supuesto tercer dogma), poco parece haber quedado de una filosofía que pueda
tildarse de "empirista". En términos de historia de la filosofía, la novedad con la
que nos encontramos aquí es la de un pragmatismo profundamente divorciado del
empirismo o, en el caso de Rorty, un pragmatismo claramente anti-empirista. Pues
bien, situándome en el seno del pragmatismo contemporáneo, quisiera abordar las
vinculaciones entre estas dos corrientes filosóficas -el empirismo y el
pragmatismo- a partir de un problema que ha resultado central en la epistemología
contemporánea, a saber, el de si la experiencia constituye, en algún sentido, una
instancia de legitimación de nuestras creencias. En la primera sección de este
trabajo discuto la tesis rortyana según la cual la experiencia únicamente causa
creencias, pero no las justifica (I). En la segunda sección, en cambio, presento
las líneas generales de una concepción alternativa que, evitando una recaída en el
llamado "mito de lo dado", pretende devolverle a la noción de "experiencia" su
significado epistemológico (II).»
Antipositivism on Museum of Learning

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