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DURACIÓN DEL PROCESO, ALCANCE JURISPRUDENCIAL DEL ARTÍCULO 121

DEL CÓDIGO GENERAL DEL PROCESO

Victoria Eugenia Ortiz García*

RESUMEN

En este artículo se buscó examinar los criterios de interpretación que sobre el artículo 121 del
CGP ha desarrollado la Corte Suprema de Justicia y la Corte Constitucional, identificándose
las distintas posturas asumidas frente al término de duración del proceso consagrado en dicho
canon, las sanciones y tipo de nulidades que su inaplicación conlleva; su aplicación con o sin
consideraciones a las particularidades del caso, todo en aras de garantizar el debido proceso
que finalice con una decisión de fondo dentro de un término razonable, sin dilaciones
injustificadas, y exento de toda nulidad. Concluyéndose que al evidenciarse la aplicación del
plazo razonable por parte del operador jurídico, según la complejidad del caso, la conducta
procesal de las partes, y la valoración global del procedimiento, el efecto jurídico de la norma
genera la validez de las decisiones y actuaciones sin que se presenten nulidades de pleno
derecho que invaliden lo actuado.

Palabras clave: Debido proceso, duración del proceso, nulidad procesal, plazo razonable,
situaciones particulares, términos procesales.

*Abogada de la Universidad Autónoma Latinoamericana. Oficial Mayor del Juzgado Segundo Civil del Circuito
de Oralidad de Medellín. Artículo presentado para optar al título de Especialista en Derecho Procesal, en la
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, 2019. Correo electrónico:
eugeniaortizg@gmail.com
Sumario. INTRODUCCIÓN. 1. ARTÍCULO 121 DEL CGP. 1.1 CONTENIDO DEL ARTÍCULO 121 DEL
CGP. 1.2 POSTURAS ASUMIDAS POR LA CORTE CONSTITUCIONAL Y LA CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA FRENTE A LA APLICACIÓN DEL ARTÍCULO 121 DEL CGP RESPECTO A LA DURACIÓN
DEL PROCESO. 2. DIFERENTES CONSECUENCIAS JURÍDICAS EN EL PROCEDIMIENTO, PARA LAS
PARTES Y EL JUEZ, POR EL VENCIMIENTO DEL TÉRMINO DE DURACIÓN REFERIDO EN EL
ARTÍCULO 121 DEL CGP. 2.1 CONSIDERACIONES EXPUESTAS POR CADA UNO DE LOS ÓRGANOS
DE CIERRE FRENTE LA NULIDAD DE LO ACTUADO Y REFERIDO EN EL ARTÍCULO 121 DEL CGP.
3. FACTORES QUE INFLUYEN EN EL INCUMPLIMIENTO DEL TÉRMINO CONSAGRADO EN EL
ARTÍCULO 121 CGP. 3.1 VERIFICACIÓN DE LOS ARGUMENTOS QUE JUSTIFIQUEN EL
VENCIMIENTO EN QUE INCURREN LOS DESPACHOS JUDICIALES RESPECTO AL TÉRMINO
REFERIDO EN EL ARTÍCULOS 121 CGP. 3.2 EL INCUMPLIMIENTO DEL TÉRMINO DE DURACIÓN
DEL PROCESO NO SIEMPRE CONLLEVA A LA VULNERACIÓN AL DEBIDO PROCESO Y
VIOLACIÓN A DERECHOS FUNDAMENTALES. CONCLUSIONES. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

INTRODUCCIÓN

La Ley 1564 de 2012, por medio de la cual se expidió el CGP en sus disposiciones generales,
concretamente en el artículo segundo, hace referencia al acceso a la justicia, disponiendo en
dicho artículo el derecho que le asiste a toda persona a la tutela jurisdiccional efectiva para el
ejercicio de sus derechos con sujeción a un proceso de duración razonable, observancia de los
términos procesales de forma diligente y sanción por el incumplimiento injustificado, lo que
garantiza, entre otras, lo dispuesto en el artículo 29 de la Constitución Política y con ello la
eficacia del sistema normativo; no obstante, y en lo referente al término de duración del
proceso se han generado interpretaciones sobre su aplicación en cada instancia, relacionadas
con los supuestos que se presenten en cada asunto que se adelanta.

Al respecto, el artículo 121 del CGP en armonía con el 90 de la misma obra consagran, el
primero, el término de duración del proceso en cada instancia, la sanción procesal y
disciplinaria ante su infracción; y el segundo, puntualmente el inciso sexto, el momento a
partir del cual se computa el término señalado en el artículo 121 para efectos de la pérdida de
competencia.

Y si bien en su lectura el artículo 121 podría entenderse de una manera clara respecto a cada
situación expuesta sin necesidad de consideraciones particulares en su aplicación por parte de
los juzgados y tribunales, en la práctica, y dadas las circunstancias que se han presentado para
la estricta aplicación del mismo, se ha generado al interior de la Sala Suprema de Justicia y la
Corte Constitucional diferentes postura sobre el alcance de la norma y los supuestos que para
cada caso deben considerarse.

En orden a exponer las apreciaciones que frente a la duración del proceso acorde con la norma
en comento han trazado los mencionados órganos de cierre se hará referencia, entre otras, a los
parámetros fijados en sentencias como la T-341 de 2018 de la Corte Constitucional; las
sentencias de la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil con radicados 8849, 13864
estas del año 2018, y las de radicado 1865 y 88305 ambas del 2019; así mismo se atenderá a
los conceptos que el ordenamiento jurídico consagra sobre las nulidades procesales, las
direcciones del juez en el proceso, y los aspectos necesarios para la construcción del proceso
justo.

Por lo anterior, debe precisarse que el objetivo del presente proyecto va encaminado a una
revisión de los criterios de interpretación y el alcance que la Corte Constitucional y la Corte
Suprema de Justicia, en especial la Sala Civil de ese último órgano de cierre, han asumido
frente a la aplicación del artículo 121 del CGP, y los supuestos que se han presentado en sus
decisiones, algunas menos exegética según la circunstancia particular del caso, otras por el
contrario sin consideraciones a las peculiaridades del caso sino atendiendo la literalidad del
apartado en comento.
Y aunado a lo anterior, contar con argumentos jurisprudenciales ante la ocurrencia a nivel
laboral de posibles circunstancias que se puedan presentar por el vencimiento del término de
duración del proceso, en los asuntos que se tramitan en el lugar de trabajo.

1. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

A partir de la entrada en vigencia a nivel nacional de la Ley 1564 de 2012, por medio de la
cual se expidió el Código General del Proceso, y en aplicación a las disposiciones generales
consagradas en el mismo, concretamente el artículo segundo que hace referencia al acceso a la
justicia, disponiendo en él el derecho que le asiste a toda persona a la tutela jurisdiccional
efectiva para el ejercicio de sus derechos con sujeción a un proceso de duración razonable,
observancia de los términos procesales de forma diligente, y sanción por el incumplimiento
injustificado, garantizando así lo dispuesto en el artículo 29 de la Constitución Política y con
ello la eficacia del sistema normativo, se ha generado una interpretación de la aplicación del
término de duración del proceso en cada instancia según los supuestos del caso en particular.

Al respecto el artículo 121 del CGP en armonía con el 90 de la misma obra consagran, el
primero, el término de duración del proceso en cada instancia, la sanción procesal y
disciplinaria ante su infracción; y el segundo, puntualmente el inciso sexto, el momento a
partir del cual se computa el término señalado en el artículo 121 para efectos de la pérdida de
competencia.

Y si bien en su lectura el artículo 121 podría entenderse de una manera clara respecto a cada
situación expuesta sin necesidad de consideraciones particulares en su aplicación por parte de
los juzgados y tribunales, en la práctica, y dadas las circunstancias que se han presentado para
la estricta aplicación del mismo, se ha generado al interior de la Sala Suprema de Justicia y la
Corte Constitucional diferentes postura sobre el alcance de la norma y los supuestos que para
cada caso deben considerarse.

En orden a exponer las apreciaciones que frente a la duración del proceso acorde con la norma
en comento han trazado los mencionados órganos de cierre se hará referencia, entre otras, a los
parámetros fijados en sentencias como la C-341 de 2018 y C-443 de 2019 ambas de la Corte
Constitucional; la 170, 8849, 13864 estas del 2018; 1865 y 88305 de 2019, ellas de la Corte
Suprema de Justicia; así mismo se atenderá a los conceptos que el ordenamiento jurídico
consagra sobre las nulidades procesales, las direcciones del juez en el proceso, y los aspectos
necesarios para la construcción del proceso justo.

2. ESTADO PRELIMINAR DEL ESTADO DE LA DISCUSIÓN O ESTADO DEL


ARTE EN RELACIÓN CON EL PROBLEMA PLANTEADO

Revisando los antecedes más recientes y relevantes sobre el tema, se han consultados algunas
bases de revistas y publicaciones indexadas como Scielo, Google Académico y Google Books.
De igual manera, consultas en los repositorios de la Universidad de Antioquia y la
Universidad de Medellín. Se visitaron las páginas oficiales en internet de la Corte
Constitucional y Corte Suprema de Justicia. Además, se hizo un rastreo en la biblioteca de la
Rama Judicial seccional Antioquia, concretamente en la ciudad de Medellín. De esa revisión
salieron las obras, providencias entre autos y sentencias que se seleccionaron por criterios de
fecha (2014 en adelante), y la relación del contenido con el tema del presente proyecto.

Como aspecto preliminar, debe precisarse que los objetivos del presente proyecto van
encaminados a una revisión de los criterios de interpretación y el alcance que la Corte
Constitucional y la Corte Suprema de Justicia, en especial la Sala Civil de ese último órgano
de cierre, han asumido frente a la aplicación del artículo 121 del CGP, y los supuestos que se
han presentado en sus decisiones, algunas menos exegética, según la circunstancia particular
del caso, otras por el contrario sin consideraciones a las peculiaridades del caso sino
atendiendo la literalidad del apartado en comento.

Por lo anterior, la lectura se centró en algunos de los pronunciamientos que los altos tribunales
mencionados ha efectuado en sus providencias, y el rastreo de obras de autores se hizo con la
finalidad de atender sus exposiciones sobre el debido proceso puntualmente la duración
razonable del mismo, las nulidades procesales, las sanciones procesales y disciplinarias ante el
agotamiento del término contenido en el tan mencionado artículo.

Así se observa que en el texto de Rojas Gómez (2017, p. 239) se aborda el alcance de las
garantías procesales fundamentales, partiendo de la afirmación que la regulación del
comportamiento de los individuos en sociedad y el reconocimiento de sus derechos no sería
dable si no fuera por la presencia de una forma de garantizar su observancia, de controlar la
infracción de las normas, de realizar los derechos y de evitar su deterioro o transgresión. Para
ello, una de las garantías procesales fundamentales del debido proceso es la duración
razonable del mismo, considerando que uno de las más notables funciones de aquel es la
pronta solución de la problemática que se revisa, y que su duración no puede ser perpetua, con
lo cual la duración debe ser planteado de forma que asegure su culminación en un plazo
razonable y sin dilaciones indebidas. En tal sentido, y con el propósito de alcanzar cierto
grado de precisión es conveniente advertir que la duración razonable del proceso envuelve
situaciones como: la obligación del Estado a través de los juzgados y tribunales de desatar los
litigios a la mayor brevedad según las característica particulares de cada caso sometido a
examen jurisdiccional; los recursos necesarios para atender y solucionar oportunamente dichos
casos; la adecuada administración de los recursos del sistema judicial; evitar toda dilación
injustificada del curso del litigio; y el diseño de un método institucional idóneo que asegure
por igual a todos los asociados la decisión oportuna de sus intereses.
Por su parte Bernal Guerrero, O. A.; Restrepo Pardo, I. A.; Rueda Fonseca, M. del S.; Torres
Cortés, D. A.; Velasco Amado, C. J.; Yates Cortés, S. (2015, p. 156) analizan la búsqueda de
la celeridad en el Código General del Proceso, indicando que aquel fue pensado como una
herramienta tendiente a adoptar un estatuto procesal integral acorde con el contexto social
colombiano, y a fin de alcanzar ese objetivo, era necesario corregir las prácticas que
dificultaban la agilidad del proceso, entendido como la garantía de obtener una decisión en
tiempo razonable y con ello afianzar las disposiciones constitucionales consagradas en el
artículo 29 referentes al debido proceso en las actuaciones judiciales.

Canosa Torrado. (2017, p. 77) señala que el fundamento de las nulidades procesales se
encuentra en el artículo 29 de la Constitución Nacional, y que al referirse al principio de la
especificidad o taxatividad de las causales que invaliden en todo o en parte el proceso en lo
civil, es en el artículo 133 del CGP donde se consagran las anulabilidades procesales, no
obstante, no en todos los casos dichas sanciones están contenidas en ese articulado, al
encontrarse disposiciones especiales en el mismo texto que puntualmente señalan, caso
concreto el inciso 6° del artículo 121, la nulidad de pleno derecho de la actuación que realice
el juez que hay perdido competencia para dictar la providencia respectiva. En cuanto a los
grados de las nulidades, aquel consagrado en el tan mencionado artículo 121, se consideraría
como insaneable, porque es una sanción para el juez con carácter absoluto, y porque la norma
contempla la pérdida de competencia para seguir conocimiento del proceso, y en tal sentido
sería insaneable la nulidad por vencimiento del término para dictar sentencia.

De otra parte, tal como lo expresó la Corte Constitucional (T-341/2018), la observancia de los
plazos judiciales se erige como un elemento indispensable para lograr entre otras la
convivencia pacífica y el orden justo, lo que así ha sido consagrado en la Constitución Política
como fines esenciales del Estado; puntualmente el artículo 29 de la Carta indica sobre el
derecho fundamental que le asiste a toda persona a un debido proceso público sin dilaciones
injustificadas, por lo tanto, el cumplimiento de los términos judiciales es factor esencial para
garantizar la no vulneración de aquél. Así mismo el artículo 228 Ibídem señala, en relación
con la administración de justicia, que los términos procesales se atenderán con diligencia y su
incumplimiento será sancionado.

Que el legislador al fijar los términos consagrados en el artículo 121 del CGP, los configuró
como preclusivos para adelantar etapas y proferir decisiones en los trámites judiciales, sin
embargo dicho ejercicio está orientado por el principio de racionalidad, por lo tanto, indicó la
Corte Constitucional en la providencia referida, que se presume la fijación de las etapas
procesales por la consideración del articulado constitucional, siendo guiado por criterios de
oportunidad, convivencia que justifican los motivos para determinar que un asunto se prevé,
como el caso del mencionado artículo, en un año y no en un lapso diferente.

Sin embargo, la Corte Constitucional en dicha providencia expuso que la idea del derecho al
debido proceso sin dilaciones injustificadas y la prestación del servicio público de la
administración de justicia con la observancia diligente de los términos procesales, so pena de
sancionar su incumplimiento, fijando la construcción de una línea jurisprudencial nacional e
interamericana referente a la mora judicial que parte del supuesto de que no todo
incumplimiento de los términos procesales vulnera los derechos fundamentales, ya que para
que ello ocurra es necesario verificar la superación del plazo razonable y la inexistencia de un
motivo válido que lo justifique; análisis que se adelantó considerando (i) la complejidad del
caso, (ii) la conducta procesal de las partes, (iii) la valoración global del procedimiento, y (iv)
los intereses que se debaten en el trámite.

En la misma sentencia, se realiza el análisis del fenómeno de la mora judicial y el plazo


razonable teniendo en cuenta la realidad judicial del país en aras a lograr un equilibrio que
avale los valores, principios y derechos involucrados, en el que la diligencia del funcionario en
el cumplimiento de sus deberes no implique el sacrificio de la celeridad y oportunidad de la
justicia.
Por su parte, el Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil (STC-1865/19), expresó que
uno de los derechos susceptibles de amparo, es el plazo razonable, con el fin de obtener de los
jueces una solución oportuna en los procesos que tramitan, exigiendo de ellos una respuesta
acertada y eficaz a la problemática que zanjan, comparando tal situación con la frase de
Seneca: nada más parecido a la injusticia que la justicia tardía. Y que acorde con ello,
retomando lo indicado en el artículo 229 de la Constitución Nacional en cuanto al derecho que
le asiste a toda persona para acceder a la administración de justicia, que tal posibilidad no es
solo para asistir a los estrados sino para que indefectiblemente la autoridad judicial en sus
actuaciones tenga una estricta sujeción a las normas legales y al decidirlo, positiva o
negativamente, lo haga en un término sensato y justo.

Que por ello, la ley establece plazos en los que los funcionarios han de resolver los pleitos
sometidos a su conocimiento, al igual que las consecuencias de su inobservancia.

De otra parte, y como lo expresó la Corte Suprema de Justicia, Sala Casación Laboral, (STL
3703/19), sobre la importancia de la seguridad jurídica, en especial en instituciones como la
cosa juzgada, el principio constitucional de la independencia y autonomía de los jueces; que
respecto a las reglas de interpretación del derecho en lo referente a los valores y principios,
indican que la actuación de uno no supone la terminación del otro, sino que debe procurarse
un balance para que acorde con el grado de aplicación no se afecte el núcleo esencial. En la
misma sentencia precisa el ponente que la tutela judicial contra providencias judiciales no
puede ser un pretexto para abolir la independencia de los jueces, tal y como lo indica el
artículo 228 de la Constitución Nacional. Que por ello, y para el caso de las situaciones de
mora judicial, puntualmente la referida en el artículo 121 del CGP, para la procedencia del
mecanismo residual de la tutela, son aquellas que tengan que ver con la carencia de defensa
como resultado de un comportamiento negligente de la autoridad accionada, ya que el amparo
constitucional no procede cuando la morosidad obedece a circunstancias objetivas y
razonables tales como la fuerza mayor, el caso fortuito o la culpa del tercero, siendo carga del
accionante demostrar los hechos en que se fundamentan sus afirmación sobre el
quebrantamiento de sus derechos constitucionales.

Se resalta en la misma providencia que cuando el operador judicial bajo cuyo cargo está la
dirección del proceso, es el encargado de organizar sus labores tales como dictar providencias,
no siendo lo común que el juez de tutela determine cierta decisión o la realización de alguna
diligencia sin atender la cantidad de expedientes o su orden de llegada. Que en cuanto a la
pérdida de competencia para decidir de fondo, y basándose en el transcurso del tiempo, a fin
de garantizarle a las partes dentro del asunto un acceso eficaz a la administración de justicia, la
obligación recae en el funcionario al punto que aunado a la pérdida de su competencia, la
norma le adjudica tal situación como criterio obligatorio de calificación, lo que conlleva una
consecuencia de carácter subjetivo del juez de conocimiento con resultados adversos, sin
atender las circunstancias particulares que originaron la mora.

Se expone igualmente de las consecuencias indeseables que genera la falta de competencia de


manera desmedida, conllevando aún más a la congestión de los juzgados que sigan en turno.
Itera sobre el objeto de las nulidades como una media de última ratio debido a los efectos
adversos que ella genera para los usuarios de la administración de justicia trayendo con sí
mayor demora en resolver los procesos, siendo indispensable la búsqueda de medidas de
saneamiento que contrarresten una perjudicial medida procesal.

3. OBJETIVO DEL TRABAJO

3.1 OBJETIVO GENERAL

Examinar los criterios de interpretación y el alcance que sobre el artículo 121 del CGP
exponen la Corte Suprema de Justicia y la Corte Constitucional.
3.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS

 Delimitar las distintas posturas que tienen tanto la Corte Constitucional como la Corte
Suprema de Justicia frente al término de duración del proceso consagrado en el artículo
121 del CGP.

 Señalar las consecuencias jurídicas que en el proceso acarrearía el vencimiento


referido en el artículo 121 del CGP, y cómo cada órgano lo considera.

 Analizar las consideraciones expuestas tanto por la Corte Constitucional como por la
Corte Suprema de Justicia respecto a los factores que influyen en el incumplimiento de
los términos judiciales que consagra el artículo 121 del CGP.

4. TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

1. ARTÍCULO 121 DEL CGP

1.1 CONTENIDO DEL ARTÍCULO 121 DEL CGP


1.2 POSTURAS ASUMIDAS POR LA CORTE CONSTITUCIONAL Y LA CORTE
SUPREMA DE JUSTICIA FRENTE A LA APLICACIÓN DEL ARTÍCULO 121 DEL CGP
RESPECTO A LA DURACIÓN DEL PROCESO

2. DIFERENTES CONSECUENCIAS JURÍDICAS EN EL PROCEDIMIENTO, PARA LAS


PARTES Y EL JUEZ, POR EL VENCIMIENTO DEL TÉRMINO DE DURACIÓN
REFERIDO EN EL ARTÍCULO 121 CGP

2.1 CONSIDERACIONES EXPUESTAS POR CADA UNO DE LOS ÓRGANOS DE


CIERRE FRENTE LA NULIDAD DE LO ACTUADO Y REFERIDA EN EL ARTÍCULO
121 CGP

3. VERIFICACIÓN DE LOS ARGUMENTOS QUE JUSTIFIQUEN EL VENCIMIENTO


EN QUE INCURREN LOS DESPACHOS JUDICIALES RESPECTO AL TÉRMINO
REFERIDO EN EL ARTÍCULOS 121 CGP

3.1 EL INCUMPLIMIENTO DEL TÉRMINO DE DURACIÓN DEL PROCESO NO


SIEMPRE CONLLEVA A LA VULNERACIÓN AL DEBIDO PROCESO Y VIOLACIÓN A
DERECHOS FUNDAMENTALES

CONCLUSIONES

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
1. ARTÍCULO 121 DEL CGP

1.1 CONTENIDO DEL ARTÍCULO 121 DEL CGP

La disposición normativa en comento indica frente a la duración del proceso que, salvo
interrupción o suspensión del mismo por causa legal, no podrá transcurrir un lapso superior a un (1)
año para dictar sentencia de primera o única instancia, contado a partir de la notificación del auto
admisorio de la demanda o mandamiento ejecutivo a la parte demandada o ejecutada. Del mismo
modo, el plazo para resolver la segunda instancia, no podrá ser superior a seis (6) meses, contados a
partir de la recepción del expediente en la secretaría del juzgado o tribunal.

Vencido el respectivo término previsto en el inciso anterior sin haberse dictado la providencia
correspondiente, el funcionario perderá automáticamente competencia para conocer del
proceso, por lo cual, al día siguiente, deberá informarlo a la Sala Administrativa del Consejo
Superior de la Judicatura y remitir el expediente al juez o magistrado que le sigue en turno,
quien asumirá competencia y proferirá la providencia dentro del término máximo de seis (6)
meses. La remisión del expediente se hará directamente sin necesidad de reparto ni
participación de las oficinas de apoyo judicial. El juez o magistrado que recibe el proceso
deberá informar a la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura sobre la
recepción del expediente y la emisión de la sentencia.

La Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura, por razones de congestión,


podrá previamente indicar a los jueces de determinados municipios o circuitos judiciales que
la remisión de expedientes deba efectuarse al propio Consejo Superior de la Judicatura, o a un
juez determinado.
Cuando en el lugar no haya otro juez de la misma categoría y especialidad, el proceso pasará
al juez que designe la sala de gobierno del tribunal superior respectivo.

Excepcionalmente el juez o magistrado podrá prorrogar por una sola vez el término para
resolver la instancia respectiva, hasta por seis (6) meses más, con explicación de la necesidad
de hacerlo, mediante auto que no admite recurso.

Será nula de pleno derecho la actuación posterior que realice el juez que haya perdido
competencia para emitir la respectiva providencia.

Para la observancia de los términos señalados en el presente artículo, el juez o magistrado


ejercerá los poderes de ordenación e instrucción, disciplinarios y correccionales establecidos
en la ley.

El vencimiento de los términos a que se refiere este artículo, deberá ser tenido en cuenta como
criterio obligatorio de calificación de desempeño de los distintos funcionarios judiciales.

Señala el mismo artículo en el parágrafo, que lo previsto en este artículo también se aplicará a
las autoridades administrativas cuando ejerzan funciones jurisdiccionales. Cuando la
autoridad administrativa pierda competencia, deberá remitirlo inmediatamente a la autoridad
judicial desplazada.

Es necesario que la disposición antes transcrita se armonice para su aplicación con el inciso
sexto del artículo 90 del CGP, este referente a la admisión, inadmisión y rechazo de la
demanda; apartado aquel que precisa, en todo caso, dentro de los treinta (30) días siguientes a
la fecha de la presentación de la demanda, deberá notificarse al demandante o ejecutante el
auto admisorio o el mandamiento de pago, según fuere el caso, o el auto que rechace la
demanda. Si vencido dicho término no ha sido notificado el auto respectivo, el término
señalado en el artículo 121 para efectos de la pérdida de competencia se computará desde el
día siguiente a la fecha de presentación de la demanda.

Con relación a dicha concatenación entre los artículos 90 y 121 del CGP, en la emisión de
Diálogos con la Justicia de la Rama Judicial República de Colombia. Tema: artículo 121
Código General del Proceso “nulidad de pleno derecho en el vencimiento del trámite
procesal”. (2019). Bogotá. Rama Judicial República de Colombia. Recuperado de:
https://www.ramajudicial.gov.co/web/guest/-/ver-en-directo-dialogos-con-la-justicia-tema-art-
121-codigo-general-del-proceso-%E2%80%9C-nulidad-de-pleno-derecho-en-vencimiento-
del-tramite-procesal%E2%80%9D. [Consulta 25/03/2019] se expuso por el moderador y
algunos panelistas que la finalidad del término fijado en el tan mencionado artículo 121 era la
satisfacción del público con respecto a las expectativas de la decisión de fondo en cada
instancia, y que la actividad judicial fuera medida y limitada en un lapso razonable fijado en
un año prorrogable hasta por seis meses, o según fuera la instancia, seis meses para resolver
por jueces colegiados.

Respecto a lo consagrado en el mencionado artículo 121 en avenencia con la finalidad del


Código General del Proceso, la Corte Suprema de Justicia, Sala Casación Civil (STC
14870/17) indicó que el lapso referido en el canon en comento pugna por el respeto y garantía
de principios trascendentales como los de oralidad, concentración, celeridad, transparencia,
contradicción e inmediación; que aunado a ello, y en concordancia con las reglas 106 y 107
del mismo estatuto adjetivo, en la metodología a seguir se busca el desarrollo de los litigios,
dirigida puntualmente a lograr que aquéllos, además de tener una duración razonable que
comprenda solamente una audiencia inicial y, si es el caso, una de instrucción y juzgamiento.
1.2 POSTURAS ASUMIDAS POR LA CORTE CONSTITUCIONAL Y LA CORTE
SUPREMA DE JUSTICIA FRENTE A LA APLICACIÓN DEL ARTÍCULO 121 DEL CGP
RESPECTO A LA DURACIÓN DEL PROCESO

En sentencia T-115 de 2018 la Corte Constitucional comentó, y frente al debido proceso, la


necesidad de un proceso público sin dilaciones injustificadas, con la oportunidad de refutar y
contradecir las decisiones, en donde se garantice el derecho defensa y la posibilidad de
presentarse controversia respecto a las pruebas, so pena de vulnerar los derechos
fundamentales de los sujetos procesales y de alterar las reglas mínimas de convivencia social
basadas en los postulados del Estado Social de Derecho.

Como lo expresó la Corte Constitucional (T-341/2018), la observancia de los plazos judiciales


se erige como un elemento indispensable para lograr entre otras la convivencia pacífica y el
orden justo, lo que así ha sido consagrado en la Constitución Política como fines esenciales del
Estado; puntualmente el artículo 29 de la Carta indica sobre el derecho fundamental que le
asiste a toda persona a un debido proceso público sin dilaciones injustificadas; por lo tanto, el
cumplimiento de los términos judiciales es factor esencial para garantizar la no vulneración de
aquél. Así mismo el artículo 228 Ibídem señala, en relación con la administración de justicia,
que los términos procesales se atenderán con diligencia y su incumplimiento será sancionado.

Se indicó igualmente en dicha providencia, que el legislador al fijar los términos consagrados
en el artículo 121 del CGP, los configuró como preclusivos para adelantar etapas y proferir
decisiones en los trámites judiciales, sin embargo dicho ejercicio está orientado por el
principio de racionalidad, por lo tanto se presume que la fijación de las etapas procesales, por
la consideración del articulado constitucional, está guiado por criterios de oportunidad,
convivencia que justifican los motivos para determinar que un asunto se prevé, como el caso
del mencionado artículo, en un año y no en un lapso diferente.
Sin embargo, el Alto Tribunal Constitucional (T-341/2018), expuso que la idea del derecho al
debido proceso sin dilaciones injustificadas y la prestación del servicio público de la
administración de justicia con la observancia diligente de los términos procesales, so pena de
sancionar su incumplimiento, fijando la construcción de una línea jurisprudencial nacional e
interamericana referente a la mora judicial que parte del supuesto de que no todo
incumplimiento de los términos procesales vulnera los derechos fundamentales, ya que para
que ello ocurra es necesario verificar la superación del plazo razonable y la inexistencia de un
motivo válido que lo justifique; análisis que se adelantó considerando (i) la complejidad del
caso, (ii) la conducta procesal de las partes, (iii) la valoración global del procedimiento, y (iv)
los intereses que se debaten en el trámite.

En la misma sentencia, se realiza el análisis del fenómeno de la mora judicial y el plazo


razonable teniendo en cuenta la realidad judicial del país en aras a lograr un equilibrio que
avale los valores, principios y derechos involucrados, en el que la diligencia del funcionario en
el cumplimiento de sus deberes no implique el sacrificio de la calidad en sus decisiones.

La misma Corte Constitucional (T-186/2017), hace referencia a la mora judicial, abordando la


misma como un fenómeno multicausal, muchas veces estructural, que impide el disfrute
efectivo del derecho de acceso a la administración de justicia, y que se presenta como
resultado de acumulaciones procesales que superan la capacidad humana de los funcionarios a
cuyo cargo se encuentra la solución de los procesos.

Se expuso igualmente en la mencionada providencia que dicho fenómeno es contrario a los


derechos fundamentales y al debido proceso, y se observa cuando: (i) se presenta un
incumplimiento de los términos señalados en la ley para adelantar alguna actuación judicial;
(ii) no existe un motivo razonable que justifique dicha demora, como lo es la congestión
judicial o el volumen de trabajo; y (iii) la tardanza es imputable a la omisión en el
cumplimiento de las funciones por parte de una autoridad judicial.

No obstante, lo anterior, el derecho de acceso a la administración de justicia y el debido


proceso sin dilaciones injustificadas no siempre es imputable a la negligencia del funcionario
judicial, sino que se encuentra justificado en la falta de capacidad logística y humana.

Por su parte, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil (STC-1865/19), expresó que
uno de los derechos susceptibles de amparo es el plazo razonable, con el fin de obtener de los
jueces una solución oportuna en los procesos que tramitan, exigiendo de ellos una respuesta
acertada y eficaz a la problemática que zanjan, comparando tal situación con la frase de
Seneca: nada más parecido a la injusticia que la justicia tardía. Y que acorde con ello,
retomando lo indicado en el artículo 229 de la Constitución Nacional, en cuanto al derecho
que le asiste a toda persona para acceder a la administración de justicia, que tal posibilidad no
es solo para asistir a los estrados sino para que indefectiblemente la autoridad judicial en sus
actuaciones tenga una estricta sujeción a las normas legales y al decidirlo, positiva o
negativamente, lo haga en un término sensato y justo.

Es de resaltar, y acorde con lo manifestado por la Corte Constitucional en la sentencia T-267


de 2015, que el debido proceso se ha definido como “una serie de garantías que tienen por fin
sujetar las actuaciones de las autoridades judiciales y administrativas a reglas específicas de
orden sustantivo y procedimental”, ello en aras de la protección de los derechos e intereses de

las personas en ellas inmersas.

Que por ello, la ley establece plazos en los que los funcionarios han de resolver los pleitos
sometidos a su conocimiento, al igual que las consecuencias de su inobservancia.
De otra parte, la Corte Suprema de Justicia, Sala Casación Laboral (STL 3703/19), expuso
sobre la importancia de la seguridad jurídica, en especial en instituciones como la cosa
juzgada, el principio constitucional de la independencia y autonomía de los jueces; indicando
que, respecto a las reglas de interpretación del derecho en lo referente a los valores y
principios, la utilización de unos no supone la terminación de los otros, sino que debe
procurarse un balance para que acorde con el grado de aplicación no se afecte el núcleo
esencial del mismo.

En la misma sentencia precisa el ponente que la tutela judicial contra providencias judiciales
no puede ser un pretexto para abolir la independencia de los jueces, tal y como lo indica el
artículo 228 de la Constitución Nacional.

Que por ello, y para el caso de las situaciones de mora judicial, puntualmente la referida en el
artículo 121 del CGP, la procedencia del mecanismo residual de la tutela, sería aquellas que
tengan que ver con la carencia de defensa como resultado de un comportamiento negligente de
la autoridad accionada, ya que el amparo constitucional no procede cuando la morosidad
obedece a circunstancias objetivas y razonables tales como la fuerza mayor, el caso fortuito o
la culpa del tercero; siendo carga del accionante demostrar los hechos en que se fundamentan
sus afirmación sobre el quebrantamiento de sus derechos constitucionales.

Se resalta en la misma providencia, STL 3703/19, que cuando el operador judicial, bajo cuyo
cargo está la dirección del proceso, es el encargado de organizar sus labores tales como dictar
providencias, no es común que el juez de tutela determine cierta decisión o la realización de
alguna diligencia sin atender la cantidad de expedientes o su orden de llegada. Que en cuanto
a la pérdida de competencia para decidir de fondo, y basándose en el transcurso del tiempo, a
fin de garantizarle a las partes dentro del asunto un acceso eficaz a la administración de
justicia, la obligación recae en el funcionario al punto, que aunado a la pérdida de su
competencia, la norma le adjudica tal situación como criterio obligatorio de calificación, lo
que conlleva una consecuencia de carácter subjetivo del juez de conocimiento con resultados
adversos, sin atender las circunstancias particulares que originaron la mora.

2. DIFERENTES CONSECUENCIAS JURÍDICAS EN EL PROCEDIMIENTO, PARA LAS


PARTES Y EL JUEZ, POR EL VENCIMIENTO DEL TÉRMINO DE DURACIÓN
REFERIDO EN EL ARTÍCULO 121 CGP

Canosa Torrado (2017, p. 77) señala que el fundamento de las nulidades procesales se
encuentra en el artículo 29 de la Constitución Nacional, y que al referirse al principio de la
especificidad o taxatividad de las causales que invaliden en todo o en parte el proceso en lo
civil, es en el artículo 133 del CGP donde se consagran las anulabilidades procesales; no
obstante no en todos los casos dichas sanciones están contenidas en ese articulado al
encontrarse disposiciones especiales en el mismo texto que puntualmente señalan, caso
concreto el inciso 6° del artículo 121, la nulidad de pleno derecho de la actuación que realice
el juez que hay perdido competencia para dictar la providencia respectiva.

Como indicó Pérez Vásquez (2016, p. 733) las nulidades en el contexto del proceso pueden ser de
orden constitucional y de orden legal; las primeras por encontrarse con una consagración expresa
en la Constitución Política enfocada a proteger el derecho al debido proceso, cerciorando que el
procedimiento para la obtención de pruebas se haga conforme lo disponen las reglas; las nulidades
procesales repercuten necesariamente en el proceso por cuanto con su reconocimiento la actuación
se invalida, dejando vano el vicio que la constituyó, y el trámite procesal que se había afectado
recobra su normalidad.

En el mismo apartado resaltaba el autor que esas nulidades constitucionales por su carácter
procesal, pero de rango superior, orientan a las nulidades de tipo legal, que encuentran su
fundamento en lo constitucional a fin de garantizar siempre el debido proceso, pero el hecho de ser
el constituyente quien la consagra le imprime una diferenciación.

Por su parte la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil (Auto 640529 de 2018)
indicó que en la legislación procesal civil colombiana los principios que rigen las nulidades
son los de especificidad, protección y convalidación.

En efecto, acorde con lo indicado también por la Corte Suprema de Justicia pero en sentencia
STC 13864 de 2018, las nulidades se entienden como la sanción que impone el legislador a un
acto procesal que ha transgredido las garantías judiciales de los ajusticiados, y se rigen por los
parámetros de taxatividad, trascendencia, protección o salvación del acto, convalidación o
saneamiento, legitimación y preclusión.

En cuanto a los grados de las nulidades, aquel consagrado en el tan mencionado artículo 121,
se consideraría como insaneable, porque es una sanción para el juez con carácter absoluto, y
porque la norma contempla la pérdida de competencia para seguir conociendo del proceso, y
en tal sentido sería insaneable la nulidad por vencimiento del término para dictar sentencia.

En Auto 465089 de 2015 la Corte Suprema de Justicia indico que el fallo dictado por un
juzgador carente de competencia funcional para tal efecto, y desde la entrada en vigencia del
CGP se torna en una decisión nula, insubsanable, al establecerse que la competencia por tal
factor es improrrogable, tal y como lo dispone el inciso 1º del artículo 16 del referido estatuto
adjetivo.
Ahora, y frente a las consecuencias en la infracción del término consagrado en el artículo 121
del CGP, (Cortes Losada & Pérez Abril, 2019, p.76) señalan que en la justicia colombiana la
nulidad se concibe como el acto mediante el cual pierde validez lo actuado al interior del
trámite procesal, lo que se genera por diferentes causas, las que, de manera taxativa se
encuentran compiladas en el artículo 133 del CGP, determinándose, y a partir de ellas, cuando
el proceso es nulo, en todo o en parte.

Independiente de los casos que limita el mencionado artículo 133, existe un eje rector que es el
artículo 29 de La Constitución Política de Colombia, donde se establece, entre otros que el
debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas; que nadie
podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o
tribunal competente, y con observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio.

Tal como lo expresó la Corte Constitucional:

El derecho al debido proceso como el conjunto de garantías previstas en el ordenamiento jurídico,


a través de las cuales se busca la protección del individuo incurso en una actuación judicial o
administrativa, para que durante su trámite se respeten sus derechos y se logre la aplicación
correcta de la justicia (Corte Constitucional, Sentencia T-341 de 2014).

Acorde con lo anterior, y ante la inobservancia del término de duración del proceso
consagrado en el artículo 121 del CGP, la causal de nulidad que por tal razón se genera resulta
más acorde a los postulados, garantías y derechos que establece la legislación interna en la
Constitución Política. Indicándose igualmente que otra de las consecuencias resultantes de las
actuaciones por fuera del lapso que en dicha disposición se cita es la falta de competencia.

Se enfatizan igualmente que más allá del soporte, netamente legislativo o interno de la
Constitución Política, en el evento de que el Juez o Magistrado no cumpla con los términos del
artículo 121 del CGP, se establecerán para las actuaciones que se dicten con posterioridad, la
nulidad, y la pérdida de competencia; en lo que radica las apreciaciones, para este caso de los
altos tribunales, es si los actos judiciales que se generen con posterioridad al término del
referido artículo, generan nulidad sanable o insaneable.

Frente a la pérdida de la competencia al fenecer el plazo que consagra la norma en comento,


artículo 121 del CGP, y con ello la nulidad de toda actuación posterior, en providencia como
el Auto 648545 de 2018 la Corte Suprema de Justicia, Sala Civil, expresó que tal potestad no
decae automáticamente y, en concreto, no se colman los presupuestos para que ello suceda,
cuando ninguna de las partes alega dicha pérdida, el incumplimiento del plazo se justifica,
según la particularidad a fin de convalidar lo actuado.

Adicional a lo anterior, y en los eventos en que el fallador no tenga en cuenta el plazo


razonable, para su efectiva aplicación debe alguna de las partes solicitar al juez la aplicación
del mismo, o puede aquel decretar la nulidad de oficio, pues de lo contrario lo actuado tendría
validez.

2.1 CONSIDERACIONES EXPUESTAS POR CADA UNO DE LOS ÓRGANOS DE


CIERRE FRENTE LA NULIDAD DE LO ACTUADO Y REFERIDA EN EL ARTÍCULO
121 CGP

Al realizar la lectura de algunas sentencias de los altos tribunales, estos han desarrollado en
torno a las nulidades que se generan con ocasión de la inobservancia del término consagrado
en el artículo 121 del CGP, situaciones contrastantes, que incluso pueden generar mayores
dilaciones en la decisión de fondo y con ello la inequidad e inseguridad jurídica.

Como cuestión previa debe puntualizarse que la expresión nulidad de pleno derecho la ha
definido la Corte Constitucional como “los efectos jurídicos que se producen por la sola
ocurrencia de determinados hechos, automáticamente, sin que importe lo que la voluntad
humana (aun la judicial) pueda considerar al respecto.” (C-093/98).
Advertido lo anterior, expresó la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil (STC-
21350/17), que en situaciones donde se alega la nulidad una vez dictada la sentencia, debe
antes considerarse el criterio hermenéutico de prevalencia del derecho sustancial referido en el
artículo 228 de la Constitución Política en armonía con el canon 11 del CPG, que prescribe
que el objeto de los procedimientos es la efectividad de los derechos reconocidos por la ley
sustancial.

Enfatizando igualmente ese tribunal de cierre que el derecho procesal es de medio y no de fin,
y la finalidad de los procedimientos es la efectividad de los derechos sustanciales; y que la
rigurosidad en ocasiones desconoce principios generales como el debido proceso.

En la misma sentencia, STC-21350/17, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil,


indica que las dudas que se generen de la interpretación del Código General del Proceso,
deben aclararse mediante la aplicación de los principios generales del derecho procesal, para
que así se cumpla la garantía constitucional del debido proceso, se respete el derecho de
defensa y se mantenga la igualdad de las partes. Y que las causas de la extensión en los
términos también son consecuencia del despliegue de actuaciones que por su misma
envergadura son necesarios para la plena definición de fondo, no pudiendo calificarse como
arbitraria o falta de fundamento jurídico la explicación que el operador jurídico pueda ofrecer
al vencérsele el término de duración del proceso.

Con lo cual y una vez proferida una sentencia con fuera del lapso de la instancia, no es
razonable retrotraer lo actuado por la aplicación de una disposición normativa cuya finalidad
es buscar la obtención de la decisión de mérito, quedando con ello satisfechos los fines
prácticos de la administración judicial.

Por su parte y como lo expresó la Corte Constitucional en la sentencia C-537 de 2016 “Las
nulidades podrán alegarse en cualquiera de las instancias antes de que se dicte sentencia o con
posteridad a esta, si ocurrieren en ella…”

Por su parte la Corte Suprema de Justicia (SC-21712/17) y frente al momento de alegarse la


nulidad, menciona que aquella que no se hace antes de la sentencia no puede hacerse después de
proferida esta, ya que la actuación se convalida. Luego, y cumplido el acto del fallo, sin
violación del derecho de defensa, se le presta al justiciable el acceso y la finalidad que del
Estado reclama, avalando una providencia de mérito que aunque demorada, definió la litis,
antes que darle más relevancia a una invalidación que justamente busca la obtención del fallo
de fondo en el grado de conocimiento respectivo.

Contraria a la anterior postura, La Corte Suprema de Justicia (STC-8849/18), basada en el


plazo razonable, afirma que la nulidad de pleno derecho que consagra el artículo 121 del CGP,
se genera por el simple hecho del vencimiento del término o de la prorroga establecida; lo
anterior dado que no opera el saneamiento referido en el artículo 136 del mismo código, al ser
una nulidad sustancial.

En la misma providencia preciso el órgano de cierre que ese tipo de nulidad, al operar de pleno
derecho, surte efectos sin necesidad de reconocimiento, de suerte que no puede recobrar
fuerza, ni siquiera por el paso del tiempo o la inacción de las partes, de allí que se excluya la
aplicación del principio de invalidación o saneamiento.

Afirmó la Corte Suprema de Justicia (STC-8849/18) que en otras palabras, una interpretación
finalística de la codificación actual, de configurarse la eventualidad contemplada en el tantas
veces mencionado artículo 121, lleva a concluir como inoperante el saneamiento regulado en
el artículo 136 de la obra en cita, aun a pesar de que los intervinientes hubieran actuado con
posterioridad al vicio, guardando soterrado silencio o lo hubiesen convalido expresamente,
porque esto contradice el querer del legislador, dirigido a imponer al estamento jurisdiccional
la obligación de dictar sentencia en un lapso perentorio, al margen de las circunstancias que
rodeen el litigio e, incluso, de las vicisitudes propias de la administración de justicia, desde su
punto de vista institucional.

La Corte Suprema de Justicia, al mencionar en la referida sentencia el parágrafo del artículo


136 del CGP, expone que en él se consagran como insaneables los vicios provenientes de la
contradicción de las providencias del superior, el revivir un proceso legalmente concluido o
pretermitir íntegramente la respectiva instancia; y que la interpretación que hace la Sala no
contradice tal previsión legal, ya que el empleo de la nulidad de pleno derecho, propia del
derecho sustancial, lleva con sí un vicio invalidatorio de orden procesal, en donde los cánones
121 y 136 citados, guardan armonía.

No obstante y lo anotado en precedencia, en septiembre del año en curso se profirió por parte
de la Corte Constitucional la sentencia C-443 de 2019, en la cual se declaró la inexequibilidad
de la expresión de pleno derecho contenida en el artículo 121del CGP, así mismo, declaró la
exequibilidad condicionada del resto de dicho inciso, en el entendido que la nulidad prevista
en el mismo debe ser alegada antes de dictarse sentencia, y que es saneable en los términos de
los artículos 132 y subsiguientes del Código General del Proceso.

En la misma providencia se declaró la exequibilidad condicionada del inciso segundo del


artículo 121 del CGP, en el sentido que la pérdida de competencia del funcionario judicial
correspondiente sólo ocurre previa solicitud de parte, sin perjuicio de su deber de informar al
Consejo Superior de la Judicatura al día siguiente del término para fallar, sobre la
circunstancia de haber transcurrido dicho término sin que se haya proferido sentencia.

También declaró la exequibilidad condicionada del inciso octavo del mismo artículo 121, en
cuanto al vencimiento de los plazos allí contemplados, lo que no implica una descalificación
automática en la evaluación de desempeño del funcionario judicial.

Como fundamentos para dicha decisión, C-443 de 2019, la Corte Constitucional concluyó que
esa medida, nulidad de pleno derecho, desconocía los principios constitucionales de justicia
oportuna, celeridad en los trámites e incluso oposición al mismo régimen de nulidades,
concebido con el objetivo de promover la celeridad en los trámites judiciales; así mismo
expuso que el efecto jurídico de la norma no es la simplificación del proceso sino, al contrario,
la apertura de un nuevo debate sobre la validez de las decisiones y actuaciones adelantadas por
el juez que ha perdido la competencia; lo que incluso llegaba al escenario de la acción de
tutela, obligando a repetir actuaciones adelantadas previamente, a resolver de nuevo lo ya
decidido, y a asignarle a un nuevo juez el proceso judicial.
3. VERIFICACIÓN DE LOS ARGUMENTOS QUE JUSTIFIQUEN EL VENCIMIENTO
EN QUE INCURREN LOS DESPACHOS JUDICIALES RESPECTO AL TÉRMINO
REFERIDO EN EL ARTÍCULOS 121 CGP

Entre los argumentos que se exponen en la sentencia T-341 de 2018 por parte de la Corte
Constitucional, a fin de justificar los motivos de vencimiento de los términos consagrados en
el artículo 121 del CGP, sin perder el concepto del derecho al debido proceso sin dilaciones
injustificadas, y con ello la efectiva prestación del servicio público a la administración de
justicia, el alto Tribunal argumentó que en eventos, como a continuación se detallan, no se

lesiona el derecho fundamental a un plazo razonable , sólo que tales particularidades validan la
superación del plazo consagrado en el canon en comento.

Las causales referidas y que llegan a justificar el vencimiento del plazo que consagra el
artículo 121 del CGP, habían sido inicialmente abordados por la misma Corte Constitucional
pero en sentencia T-186 de 2017, y tienen que ver con: (i) la complejidad del caso, (ii) la
conducta procesal de las partes, (iii) la valoración global del procedimiento y (iv) los intereses
que se debaten en el trámite. 

Luego, el problema de la mora judicial según lo referido en las providencias citadas, y acorde
con la óptica de la Corte Constitucional, debe observarse teniendo en cuenta la realidad
judicial del país, que para infortunio de la celeridad pretendida por el legislador se encuentra
con situaciones que no son ajenas para quienes día a día trajinan en el litigio y con el actuar
de los juzgados.

Abordando cada uno de los puntos antes expuestos, la complejidad del caso está ligada a las
situaciones concretas del litigio que se pretende desatar, el análisis mismo que debe hacer el o
la titular de la dependencia para llegar a una decisión justa y con aplicación de las normas
sustanciales, observancia de los ritos procesales y análisis probatorio, debiendo en muchos
casos, y a fin de evitar la inobservancia del plazo referido en el artículo 121 del CGP,
sacrificar la calidad de lo resuelto.
Compromiso que tiene que ver más con la falta de tiempo que con la capacidad de ilustración
del fallador, quien a efectos, y en muchas ocasiones, de tomar una decisión justa y juiciosa
debe oficiosamente procurar contrarrestar la pobreza probatoria allegada por las partes, lo que
hace, que se supere el término de vencimiento del proceso, aunado a que como ese caso se
presentan otros más, que desbordan la capacidad humana del fallador para decidir de fondo.

Ligado a la complejidad del caso, se encuentra el principio de lealtad procesal, que en


sentencias como la STC 13156 de 2019 de la Corte Suprema de Justicia, expuso la necesidad
de imponer responsabilidades tanto del operador jurídico como de quienes hacen uso de la
administración de justicia.

Responsabilidad que deben asumir las personas involucradas tanto en los despacho judiciales,
como los usuarios del servicios y sus mandatarios judiciales, cuando es del caso; ello por
cuanto del actuar debido, leal y sin mañas, puede garantizarse el ejercicio efectivo de los
derechos de las personas, entre ellas el término de vencimiento del proceso.

La Corte Constitucional en sentencia T-341 de 2018 indicó, que en términos del artículo 209
de la Constitución Política, las obligaciones de los actores involucrados en el acaecer de las
decisiones judiciales, se traducen en los principios de eficacia y economía que deben guiar la
actuación estatal, la que se encuentra limitada en los recursos que deben utilizarse, por eso la
importancia de su uso eficiente; ya que el uso desmedido, fraudulento o abusivo de los medios
de defensa judicial trae como consecuencia que las partes no estén en el mismo plano de
igualdad procesal, lo que puede impedir el uso pleno de las facultades judicial, además de
desgastes innecesarios del operador jurídico.

3.1 EL INCUMPLIMIENTO DEL TÉRMINO DE DURACIÓN DEL PROCESO NO


SIEMPRE CONLLEVA A LA VULNERACIÓN AL DEBIDO PROCESO Y VIOLACIÓN A
DERECHOS FUNDAMENTALES

En sentencia 86839 de 2019 la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral expresó
que deben analizarse las razones subjetivas que conllevan, por parte del operador judicial, al
incumplimiento del tiempo estipulado en el artículo 121 del CGP, así como la congestión
judicial que agobia a la Rama Judicial en el país, situación que no puede atribuírsele al
funcionario.

Por su parte la Corte Constitucional en Auto 301 de 2019, puntualizó que el principio de
primacía del derecho sustancia sobre lo formal, no puede concebirse como una simple
finalidad abstracta, sino que debe reflejarse en las decisiones de los jueces frente a las
actuaciones de las partes, y que en ejercicio de lo consagrado en el artículo 11 del CGP, en
la interpretación de la ley procesal los operadores jurídicos deben tener en cuenta que el
objeto de los procedimientos es la efectividad de las normas sustanciales, con lo cual,
deben abstenerse de incurrir en formalidades innecesarias o ceñidas a tal rigurosidad que
obstaculicen los procesos a su cargo y las decisiones de fondo.

Respecto al concepto de plazo razonable, como garantía al debido proceso y para el caso del
lapso que consagra el artículo 121 del CGP, en Auto 05001 22 03 2018 00476 de 2018, el
Tribunal Superior de Medellín, Sala Unitaria de Decisión concluyó que aquel puede ser
presentado como un criterio de análisis de cada caso particular cuando de aplicar los efectos
de la pérdida de competencia se trata, no debiendo caerse en el error de comprender la
temática desde una visión automatizada, sin considerar criterios que permitan advertir
justificaciones válidas desde la razonabilidad del plazo ante un posible desconocimiento del
término consagrado en el artículo 121.

Y que si bien no puede desconocerse que en virtud de la libertad de configuración legislativa


se permite que la ley establezca términos que atan al juez para efectos de evitar dilaciones
injustificadas, siendo además imprescindibles cuando de garantizar el acceso a la justicia se
trata, el análisis debe partir de criterios como la complejidad del asunto, actividad procesal del
interesado y conducta de la autoridad judicial.

En la misma providencia, Auto radicado bajo el consecutivo 05001 22 03 2018 00476 de


2018, el Tribunal Superior de Medellín, Sala Unitaria de Decisión, reafirmó que además deben
revisarse las vicisitudes propias del proceso jurisdiccional, tales como la interrupción o
suspensión del proceso por causa legal o, la conducta de la partes que evidencie un uso
desmedido, abusivo o dilatorio de los medios de defensa judicial durante el trámite de la
instancia correspondiente, todo lo cual puede influir en el término de duración del proceso,
desligándose con ello necesariamente de posturas cerradas frente a la aplicación de la norma
en comento.

Se expone igualmente de las consecuencias indeseables que genera la falta de competencia de


manera desmedida, conllevando aún más a la congestión de los juzgados que sigan en turno.
Itera sobre el objeto de las nulidades como una media de última ratio debido a los efectos
adversos que ella genera para los usuarios de la administración de justicia trayendo con sí
mayor demora en resolver los procesos, siendo indispensable la búsqueda de medidas de
saneamiento que contrarresten una perjudicial medida procesal.
CONCLUSIÓN.

Al respecto se mencionada “Es por ello que en la sede de acción de tutela debe considerarse
que el juez ordinario no incurre en defecto orgánico al aceptar que el término previsto en el
artículo 121 del Código General del Proceso, para dictar sentencia de primera o de segunda
instancia, si bien implica un mandato legal que debe ser atendido, en todo caso un
incumplimiento meramente objetivo del mismo no puede implicar, a priori, la pérdida de la
competencia del respectivo funcionario judicial y, por lo tanto la configuración de la causal de
nulidad de pleno derecho de las providencias dictadas por fuera del término fijado en dicha
norma, no opera de manera automática.” (T-341/2018).

Luego, y solo en esa medida, tendrá lugar la convalidación de la actuación judicial


extemporánea en los términos del artículo 121
del CGP, cuando lo que se pretenda sea la efectividad de los derechos
reconocidos por la ley sustancial.
Menciona también la Corte Constitucional, y por el contrario cuándo no podrá la actuación
extemporánea del funcional ser convalidada y, con lo cual, dará lugar a la pérdida de
competencia, esto dependiendo el caso concreto y cuando se observe la concurrencia de los
siguientes supuestos: (i) Que la pérdida de competencia se alegue por cualquiera de las partes
antes de que se profiera sentencia de primera o de segunda instancia. (ii) Que el
incumplimiento del plazo fijado no se encuentre justificado por causa legal de interrupción o
suspensión del proceso. (iii) Que no se haya prorrogado la competencia por parte de la
autoridad judicial a cargo del trámite para resolver la instancia respectiva, de la manera
prevista en el inciso quinto del artículo 121 del CGP. (iv) Que la conducta de las partes no
evidencie un uso desmedido, abusivo o dilatorio de los medios de defensa judicial durante el
trámite de la instancia correspondiente, que hayan incidido en el término de duración del
proceso. (v) Que la sentencia de primera o de segunda instancia, según corresponda, no se
haya proferido en un plazo razonable.
Estos aspectos que comportan el concepto de
pleno derecho resultan determinantes a la hora
de hacer el análisis sobre el artículo 121 del C.G.P,
toda vez que permite establecer una diferencia
sustancial entre el momento procesal cuando
nacen unos determinados efectos jurídicos y
cuando se declaran por medio de autoridad com
-
petente los mentados efectos.
Bajo ese panorama cuando se incumplen

lo

Del anterior recuento la Corte concluye que el principio de prevalencia del derecho sustancial sobre
las formas refiere a que (i) la norma adjetiva debe buscar la garantía del derecho sustancial y, por
ende, no se puede convertir en una barrera de efectividad de éste; (ii) la regulación procesal debe
propender por la realización de los derechos sustanciales al suministrar una vía para la solución de
controversias sobre los mismos; y, (iii) el derecho adjetivo al cumplir una función instrumental que no
es un fin en sí mismo, debe ceñirse y estar al servicio del derecho sustancial el cual se debe privilegiar

para proteger las garantías fundamentales CONCLUSIÓN

Finaliza la exposición la CortePor todo lo anterior, la hipótesis de


invalidación no puede ser analizada al margen de la doctrina que
aboga por la conservación de los actos procesales y reclama por la
sanción de los supuestos de insalvable transgresión del derecho
fundamental al debido proceso.

Esta Corte ha tenido la oportunidad de recabar en la relevancia de los mentados axiomas al momento
de decidir en materia de nulidades procesales y considerar su naturaleza restringida, residual y
necesariamente fundada, para estructurar criterio orientador conforme al cual «La regla, pues, es la
eficacia y prevalencia del procedimiento; la excepción, en cambio, la posibilidad de su
invalidación».

No obstante lo anterior, se debe advertir, que


frente a la problemática expuesta, se considera
que la postura de no saneamiento de la nulidad
que refiere el artículo 121 del C.G.P., resulta
más acorde a los postulados, garantías y derechos que establece la
legislación interna en la
Constitución Política y a los reconocidos por el
derecho internacional que igualmente resultan
vinculantes a través del bloque de constitucio, ANÁLISIS

Ciertamente, si
se presentare la nulidad de lo actuado fuera del
término razonable, se evidencia la protección de
los derechos de las personas, pues en ese caso

1.3 ANÁLISIS
Así se observa que en el texto de Rojas Gómez (2017, p. 239) se aborda el alcance de las
garantías procesales fundamentales, partiendo de la afirmación que la regulación del
comportamiento de los individuos en sociedad y el reconocimiento de sus derechos no sería
dable si no fuera por la presencia de una forma de garantizar su observancia, de controlar la
infracción de las normas, de realizar los derechos y de evitar su deterioro o transgresión.

Para ello, una de las garantías procesales fundamentales del debido proceso es la duración
razonable del mismo, considerando que uno de las más notables funciones de aquel es la
pronta solución de la problemática que se revisa, y que su duración no puede ser perpetua, con
lo cual la duración debe ser planteado de forma que asegure su culminación en un plazo
razonable y sin dilaciones indebidas.

En tal sentido, y con el propósito de alcanzar cierto grado de precisión es conveniente advertir
que la duración razonable del proceso envuelve situaciones como: la obligación del Estado a
través de los juzgados y tribunales de desatar los litigios a la mayor brevedad según las
característica particulares de cada caso sometido a examen jurisdiccional, así lo esbozó la
Corte Suprema de Justicia en Auto 656574 de 2019. Los recursos necesarios para atender y
solucionar oportunamente dichos casos; la adecuada administración de los recursos del
sistema judicial; evitar toda dilación injustificada del curso del litigio; y el diseño de un
método institucional idóneo que asegure por igual a todos los asociados la decisión oportuna
de sus intereses.

Por su parte Bernal Guerrero, O. A.; Restrepo Pardo, I. A.; Rueda Fonseca, M. del S.; Torres
Cortés, D. A.; Velasco Amado, C. J.; Yates Cortés, S. (2015, p. 156) analizan la búsqueda de
la celeridad en el Código General del Proceso, indicando que aquel fue pensado como una
herramienta tendiente a adoptar un estatuto procesal integral acorde con el contexto social
colombiano, y a fin de alcanzar ese objetivo, era necesario corregir las prácticas que
dificultaban la agilidad del proceso, entendido como la garantía de obtener una decisión en
tiempo razonable y con ello afianzar las disposiciones constitucionales consagradas en el
artículo 29 referentes al debido proceso en las actuaciones judiciales.

Canosa Torrado (2017, p. 77) señala que el fundamento de las nulidades procesales se
encuentra en el artículo 29 de la Constitución Nacional, y que al referirse al principio de la
especificidad o taxatividad de las causales que invaliden en todo o en parte el proceso en lo
civil, es en el artículo 133 del CGP donde se consagran las anulabilidades procesales, no
obstante, no en todos los casos dichas sanciones están contenidas en ese articulado, al
encontrarse disposiciones especiales en el mismo texto que puntualmente señalan, caso
concreto el inciso 6° del artículo 121, la nulidad de pleno derecho de la actuación que realice
el juez que hay perdido competencia para dictar la providencia respectiva.

En cuanto a los grados de las nulidades, aquel consagrado en el tan mencionado artículo 121,
se consideraría como insaneable, porque es una sanción para el juez con carácter absoluto, y
porque la norma contempla la pérdida de competencia para seguir conocimiento del proceso, y
en tal sentido sería insaneable la nulidad por vencimiento del término para dictar sentencia.

De otra parte, tal como lo expresó la Corte Constitucional (T-341/2018), la observancia de los
plazos judiciales se erige como un elemento indispensable para lograr entre otras la
convivencia pacífica y el orden justo, lo que así ha sido consagrado en la Constitución Política
como fines esenciales del Estado; puntualmente el artículo 29 de la Carta indica sobre el
derecho fundamental que le asiste a toda persona a un debido proceso público sin dilaciones
injustificadas, por lo tanto, el cumplimiento de los términos judiciales es factor esencial para
garantizar la no vulneración de aquél. Así mismo el artículo 228 Ibídem señala, en relación
con la administración de justicia, que los términos procesales se atenderán con diligencia y su
incumplimiento será sancionado.

Que el legislador al fijar los términos consagrados en el artículo 121 del CGP, los configuró
como preclusivos para adelantar etapas y proferir decisiones en los trámites judiciales, sin
embargo dicho ejercicio está orientado por el principio de racionalidad, por lo tanto, indicó la
Corte Constitucional en la providencia referida, que se presume la fijación de las etapas
procesales por la consideración del articulado constitucional, siendo guiado por criterios de
oportunidad, convivencia que justifican los motivos para determinar que un asunto se prevé,
como el caso del mencionado artículo, en un año y no en un lapso diferente.

Sin embargo, la Corte Constitucional (T-341/2018), expuso que la idea del derecho al debido
proceso sin dilaciones injustificadas y la prestación del servicio público de la administración
de justicia con la observancia diligente de los términos procesales, so pena de sancionar su
incumplimiento, fijando la construcción de una línea jurisprudencial nacional e interamericana
referente a la mora judicial que parte del supuesto de que no todo incumplimiento de los
términos procesales vulnera los derechos fundamentales, ya que para que ello ocurra es
necesario verificar la superación del plazo razonable y la inexistencia de un motivo válido que
lo justifique; análisis que se adelantó considerando (i) la complejidad del caso, (ii) la conducta
procesal de las partes, (iii) la valoración global del procedimiento, y (iv) los intereses que se
debaten en el trámite.

En la misma sentencia, se realiza el análisis del fenómeno de la mora judicial y el plazo


razonable teniendo en cuenta la realidad judicial del país en aras a lograr un equilibrio que
avale los valores, principios y derechos involucrados, en el que la diligencia del funcionario en
el cumplimiento de sus deberes no implique el sacrificio de la celeridad y oportunidad de la
justicia.
Con relación a la celeridad y la oportunidad de la justicia ha expresado la Corte Constitucional
(T-647/2013), que es esencial la aplicación del principio de celeridad en la administración de
justicia, lo que directamente se desprende del artículo 228 de la Constitución, e indirectamente
del artículo 209 de la misma obra; la celebridad como principio debe caracterizar la actuación

judicial, siendo así manifiesta la voluntad del constituyente.

La misma Corte Constitucional (T-186/2017) hace referencia a la mora judicial, abordando la


misma como un fenómeno multicausal, muchas veces estructural, que impide el disfrute
efectivo del derecho de acceso a la administración de justicia, y que se presenta como
resultado de acumulaciones procesales estructurales que superan la capacidad humana de los
funcionarios a cuyo cargo se encuentra la solución de los procesos.

Se expuso igualmente en la mencionada providencia que dicho fenómeno es contrario a los


derechos fundamentales y debido proceso, y se observa cuando: (i) se presenta un
incumplimiento de los términos señalados en la ley para adelantar alguna actuación judicial;
(ii) no existe un motivo razonable que justifique dicha demora, como lo es la congestión
judicial o el volumen de trabajo; y (iii) la tardanza es imputable a la omisión en el
cumplimiento de las funciones por parte de una autoridad judicial.

No obstante lo anterior, el derecho de acceso a la administración de justicia y el debido


proceso sin dilaciones injustificadas no siempre es imputable a la negligencia del funcionario
judicial, sino que se encuentra justificado en la falta de capacidad logística y humana

Por su parte, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil (STC-1865/19), expresó que
uno de los derechos susceptibles de amparo es el plazo razonable, con el fin de obtener de los
jueces una solución oportuna en los procesos que tramitan, exigiendo de ellos una respuesta
acertada y eficaz a la problemática que zanjan, comparando tal situación con la frase de
Seneca: nada más parecido a la injusticia que la justicia tardía. Y que acorde con ello,
retomando lo indicado en el artículo 229 de la Constitución Nacional en cuanto al derecho que
le asiste a toda persona para acceder a la administración de justicia, que tal posibilidad no es
solo para asistir a los estrados sino para que indefectiblemente la autoridad judicial en sus
actuaciones tenga una estricta sujeción a las normas legales y al decidirlo, positiva o
negativamente, lo haga en un término sensato y justo.

Que por ello, la ley establece plazos en los que los funcionarios han de resolver los pleitos
sometidos a su conocimiento, al igual que las consecuencias de su inobservancia.

De otra parte, la Corte Suprema de Justicia, Sala Casación Laboral (STL 3703/19), expuso
sobre la importancia de la seguridad jurídica, en especial en instituciones como la cosa
juzgada, el principio constitucional de la independencia y autonomía de los jueces; indicando
que, respecto a las reglas de interpretación del derecho en lo referente a los valores y
principios, la utilización de unos no supone la terminación de los otros, sino que debe
procurarse un balance para que acorde con el grado de aplicación no se afecte el núcleo
esencial del mismo.

En la misma sentencia precisa el ponente que la tutela judicial contra providencias judiciales
no puede ser un pretexto para abolir la independencia de los jueces, tal y como lo indica el
artículo 228 de la Constitución Nacional. Que por ello, y para el caso de las situaciones de
mora judicial, puntualmente la referida en el artículo 121 del CGP, para la procedencia del
mecanismo residual de la tutela, son aquellas que tengan que ver con la carencia de defensa
como resultado de un comportamiento negligente de la autoridad accionada, ya que el amparo
constitucional no procede cuando la morosidad obedece a circunstancias objetivas y
razonables tales como la fuerza mayor, el caso fortuito o la culpa del tercero, siendo carga del
accionante demostrar los hechos en que se fundamentan sus afirmación sobre el
quebrantamiento de sus derechos constitucionales.
Se resalta en la misma providencia que cuando el operador judicial bajo cuyo cargo está la
dirección del proceso, es el encargado de organizar sus labores tales como dictar providencias,
no es común que el juez de tutela determine cierta decisión o la realización de alguna
diligencia sin atender la cantidad de expedientes o su orden de llegada. Que en cuanto a la
pérdida de competencia para decidir de fondo, y basándose en el transcurso del tiempo, a fin
de garantizarle a las partes dentro del asunto un acceso eficaz a la administración de justicia, la
obligación recae en el funcionario al punto que aunado a la pérdida de su competencia, la
norma le adjudica tal situación como criterio obligatorio de calificación, lo que conlleva una
consecuencia de carácter subjetivo del juez de conocimiento con resultados adversos, sin
atender las circunstancias particulares que originaron la mora.

Se expone igualmente de las consecuencias indeseables que genera la falta de competencia de


manera desmedida, conllevando aún más a la congestión de los juzgados que sigan en turno.
Itera sobre el objeto de las nulidades como una media de última ratio debido a los efectos
adversos que ella genera para los usuarios de la administración de justicia trayendo con sí
mayor demora en resolver los procesos, siendo indispensable la búsqueda de medidas de
saneamiento que contrarresten una perjudicial medida procesal.

3. OBJETIVO DEL TRABAJO

3.1 OBJETIVO GENERAL

Examinar los criterios de interpretación y el alcance que sobre el artículo 121 del CGP
exponen la Corte Suprema de Justicia y la Corte Constitucional.
3. FACTORES QUE INFLUYEN EN EL INCUMPLIMIENTO DEL TÉRMINO
CONSAGRADO EN EL ARTÍCULO 121 CGP

3.1 VERIFICACIÓN DE LOS ARGUMENTOS QUE JUSTIFIQUEN EL VENCIMIENTO


EN QUE INCURREN LOS DESPACHOS JUDICIALES RESPECTO AL TÉRMINO
REFERIDO EN EL ARTÍCULOS 121 CGP

Entre los argumentos que se exponen en la sentencia T-341 de 2018 por parte de la Corte
Constitucional, a fin de justificar los motivos de vencimiento de los términos consagrados en
el artículo 121 del CGP, sin perder el concepto del derecho al debido proceso sin dilaciones
injustificadas, y con ello la efectiva prestación del servicio público a la administración de
justicia, el alto Tribunal argumentó que en eventos, como a continuación se detallan, no se

lesiona el derecho fundamental a un plazo razonable , sólo que tales particularidades validan la
superación del plazo consagrado en el canon en comento.

Las causales referidas como causales que lleguen a justificar el vencimiento del plazo que
consagra el artículo 121 del CGP, habían sido inicialmente abordados por la misma Corte
Constitucional pero en sentencia T-186 de 2017, y tienen que ver con: (i) la complejidad del
caso, (ii) la conducta procesal de las partes, (iii) la valoración global del procedimiento y (iv)
los intereses que se debaten en el trámite. 

Luego, el problema de la mora judicial según lo referido en las providencias citadas, y acorde
con la óptica de la Corte Constitucional, debe observarse teniendo en cuenta la realidad
judicial del país, que para infortunio de la celeridad pretendida por el legislador se encuentra
con situaciones que no son ajenas para quienes día a día trajinan en el litigio y con el actuar
de los juzgados.

Abordando cada uno de los puntos antes expuestos, la complejidad del caso
está ligada a las situaciones concretas del litigio que se pretende desatar, el
análisis mismo que debe hacer el o la titular de la dependencia para llegar a una
decisión justa y con aplicación de las normas sustanciales, observancia de los
ritos procesales y análisis probatorio, debido a que en muchos casos, y a fin de
evitar la inobservancia del plazo referido en el artículo 121 del CGP, procurando
con ello la celeridad de la decisión que ponga fin a la instancia, se sacrifica la
calidad de lo resuelto; compromiso que tiene que ver más con la falta de
tiempo que con la capacidad de ilustración del fallador, quien a efectos, y en
muchas ocasiones, de tomar una decisión justa y juiciosa debe oficiosamente
procurar contrarrestar la pobreza probatoria allegada por las partes, lo que
hace, que se supere el término de vencimiento del proceso, aunado a que como
ese caso se presentan otros más, que desbordan la capacidad humana del
fallador para decidir de fondo.

Ligado a la complejidad del caso, se encuentra el principio de lealtad procesal,


el cual impone responsabilidades tanto del operador jurídico como de quienes
hacen uso de la administración de justicia.

Responsabilidad que deben asumir las personas involucradas tanto en los


despacho judiciales, como los usuarios del servicios y sus mandatarios
judiciales, cuando es del caso; ello por cuanto del actuar debido, leal y sin
mañas, puede garantizarse el ejercicio efectivo de los derechos de las personas,
entre ellas el término de vencimiento del proceso.

Siguiendo con la exposición de la sentencia T-341 de 2018 la Corte


Constitucional indicó, que en términos del artículo 209 de la Constitución
Política, las obligaciones de los actores involucrados en el acaecer de las
decisiones judiciales, se traducen en los principios de eficacia y economía que
deben guiar la actuación estatal, la que se encuentra limitada en los recursos
que deben utilizarse, por eso la importancia de su uso eficiente.

1. Sin embargo, el derecho de las personas a acudir a la administración de


justicia no se ve limitado únicamente por la escasez de recursos del Estado. El
ejercicio desleal del derecho a acudir ante un juez puede impedir que las demás
partes dentro de un proceso judicial ejerzan sus derechos plenamente. El uso
desmedido, fraudulento o abusivo de los medios de defensa judicial trae como
consecuencia que las partes no se ubiquen dentro de un plano de igualdad
procesal y este desequilibrio puede impedirles a algunos de ellos utilizar
plenamente sus facultades procesales.  En efecto, estas conductas pueden
llegar a producir verdaderas violaciones de los derechos de defensa y al debido
proceso. Por ello, para proteger los derechos de las partes dentro del proceso,
es que nuestro ordenamiento jurídico establece el deber de lealtad procesal en
sus diversas ramas1.

2. La Corte Constitucional ha precisado que el principio de lealtad procesal


es una manifestación de la buena fe en el proceso, por cuanto excluye “las
trampas judiciales, los recursos torcidos, la prueba deformada y las
inmoralidades de todo orden”2, y es “una exigencia constitucional, en tanto
además de los requerimientos comportamentales atados a la buena fe,
conforme el artículo 95 superior, es deber de la persona y del ciudadano, entre
otros, respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios” (numeral 1)  así
como  colaborar para el buen funcionamiento de la administración de la
justicia  (numeral 7)” 3.

3. En ese sentido, la lealtad procesal ha sido entendida como la


responsabilidad de las partes de asumir las cargas procesales que les
corresponden. En razón a ello la Corte ha señalado que se incumple este
principio cuando (i) las actuaciones procesales no se cumplen en un momento
determinado y preclusivo dispuesto en la ley, es decir, cuando se realizan actos
que puedan dilatar las mismas de manera injustificada 4; (ii) se hacen
afirmaciones tendientes a presentar la situación fáctica de forma contraria a la
verdad5; (iii) se presentan demandas temerarias6; o (iv) se hace un uso
desmedido, fraudulento o abusivo de los medios de defensa judicial 7.

4. Conforme con lo expuesto, el principio de lealtad procesal permite que a

1 Numeral 1º del artículo 78 del Código General del Proceso y artículo 18 del Código de Procedimiento Penal.

2 Auto A206 de 2003.

3 Sentencia T-351 de 2016.

4 Sentencia T-297 de 2006.

5 Sentencia T-586 de 1999.

6 Sentencia C-279 de 2013.

7 Sentencia T-1014 de 1999.


través de la administración de justicia el juez corrija y sancione las conductas
que pueden generar violaciones de los derechos de defensa y al debido proceso
de las partes vinculadas a un trámite judicial, a efectos de garantizar la igualdad
procesal.

3.2 EL INCUMPLIMIENTO DEL TÉRMINO DE DURACIÓN DEL PROCESO NO


SIEMPRE CONLLEVA A LA VULNERACIÓN AL DEBIDO PROCESO Y VIOLACIÓN A
DERECHOS FUNDAMENTALES

3.3 ANÁLISIS

CONCLUSIONES

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICAS

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diciembre. MP.P Ariel Salazar Ramírez.

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julio. M.P Aroldo Wilson Quiroz Monsalvo.

Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil (2018). Sentencia radicado 13864, 24 de
octubre. M.P Octavio Augusto Tejeiro Duque.

Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil (2019). Sentencia radicado 1865, 20 de
febrero. M.P Octavio Augusto Tejeiro Duque.

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septiembre. M.P Aroldo Wilson Quiroz Monsalvo.

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