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4.1 Introducción
En el presente tema se expondrá la forma en que los actuarios judiciales deben
practicar las notificaciones en materia civil federal y mercantil. En relació n con la
materia civil, ademá s de identificar a las personas a las que se deben notificar las
resoluciones judiciales que se dictan en los diversos procedimientos civiles
federales (juicios ordinarios y ejecutivos, medios preparatorios de juicio y
jurisdicciones voluntarias), se explicará la forma en que debe proceder el actuario
judicial al practicar los distintos tipos de notificaciones, como son las personales,
por instructivo y por rotuló n. En materia mercantil, se detallará la manera en que
deben practicarse los distintos tipos de notificaciones y se explicará
detalladamente la forma en que el actuario judicial debe diligenciar el auto de
exeqü endo, pues tal diligencia es de especial trascendencia. Finalmente, al abordar
la materia concursal se establecerá cuá les son las resoluciones que conforme a la
ley o a la jurisprudencia deben notificarse personalmente. Cabe precisar que en
ambas materias (civil y mercantil) se explicará la forma en que deben practicarse
los embargos.
4.3.4 Terceristas
Se trata de sujetos ajenos al conflicto y al litigio pero que, sin embargo, sufren
personalmente alguno de sus efectos. Por tanto, promueven un juicio dentro un
proceso existente. Dicho juicio recibe el nombre de tercería. De este modo, los
terceristas se insertan en las relaciones procesales preexistentes persiguiendo un
interés propio y, en algunos casos, diferente al del actor y demandado.[5]
Por regla general, en las legislaciones civiles las tercerías son de dos tipos, a saber:
a) excluyentes de dominio; y, b) excluyentes de preferencia.
Una tercería excluyente de dominio es aquella promovida por una persona, en su
calidad de propietario o poseedor de una cosa, por sufrir los efectos del embargo
trabado en ella en un litigio en el que no es parte procesal, con el propó sito de que
se levante dicho embargo. Por otro lado, la tercería excluyente de preferencia se da
cuando un sujeto extrañ o a las partes procesales originales, se presenta en el
proceso en el que se embargaron bienes, alegando tener un mejor derecho a ser
pagado con el producto de la ejecució n de dichos bienes. En este caso el tercerista
alega tener mejor derecho que el actor para ser pagado con dicho producto.[6]
En el Có digo Federal de Procedimientos Civiles no está prevista la tercería
excluyente de preferencia. Esto es así, pues no está regulado que una persona que
alegue tener un mejor derecho a ser pagado, se inserte en el proceso en el que se
embargaron bienes. No obstante, en dicho ordenamiento legal se protege el
derecho de tales acreedores preferentes, pues los artículos 472 y 473 establecen
que aquéllos podrá n comparecer al remate a efecto de hacer valer sus derechos. En
efecto, los mencionados preceptos estatuyen:
“ARTÍCULO 472. No podrá procederse al remate de bienes raíces, sin que
previamente se haya pedido, al Registro Pú blico correspondiente, un certificado
total de los gravá menes que pesen sobre ellos, hasta la fecha en que se ordenó la
venta, ni sin que se haya citado a los acreedores que aparezcan en dicho
certificado.Si en autos obrare ya otro certificado, só lo se pedirá , al Registro, el
relativo al periodo o periodos que aquél no abarque.”
“ARTÍCULO 473. Los acreedores citados conforme al artículo anterior y los
que se presenten con certificados del Registro posteriores, tendrán derecho
de intervenir en el acto del remate, pudiendo hacer, al tribunal, las
observaciones que estimen oportunas para garantizar sus derechos, y apelar
del auto en que se finque el remate; pero sin que su intervenció n pueda dar lugar a
que se mande suspender la almoneda.”
Por otra parte, la tercería excluyente de dominio está prevista en el artículo 430
primer pá rrafo del Có digo Federal de Procedimientos Civiles. Este precepto
estatuye:
“ARTÍCULO 430.- Cuando, en una ejecució n, se afecten intereses de tercero que
tenga una controversia, con el ejecutante o el ejecutado, que pueda influir en los
intereses de éstos que han motivado la ejecució n, o que surja a virtud de ésta, la
oposició n del tercero se substanciará en forma de juicio, autó nomo o en tercería,
segú n que se haya o no pronunciado sentencia que defina los derechos de
aquéllos.”
Del texto del citado precepto, en relació n con la jurisprudencia que enseguida se
cita, se desprende que la tercería excluyente de dominio en todo caso se tramita
dentro de un juicio principal, aunque el tercerista también podrá promover otro
juicio autó nomamente después de que se dicte sentencia. Con respecto a lo antes
expuesto, conviene transcribir la siguiente jurisprudencia:
“TERCERÍAS EXCLUYENTES TIENEN NATURALEZA DE JUICIO Y NO DE
INCIDENTE.- De los artículos 1362 y 1368 del Có digo de Comercio se desprende
que las tercerías excluyentes, tanto material como formalmente, tienen la
naturaleza de juicio y no de incidente. En efecto, en la tercería excluyente se ventila
una acció n distinta a la que se debate en el juicio principal, es decir, la materia de la
controversia en la tercería es distinta a la del juicio preexistente, lo cual
materialmente le da la calidad de un juicio con sustantividad propia. El tercero es
ajeno a la controversia principal y, al ejercer la nueva acció n debe acreditar tener
un interés propio y distinto al de quienes son parte en el juicio principal, esta
nueva acció n se ventila por cuerda separada a través de un procedimiento propio
en el que el tercerista tiene los derechos, cargas y obligaciones que en todo juicio
tienen las partes y no suspende el curso del juicio preexistente, todo esto evidencia
que las tercerías excluyentes son formalmente juicios. En esas condiciones, la
resolució n que se emite en una tercería excluyente, una vez que causa ejecutoria,
no puede ser modificada o anulada por la que se dicte en el juicio que le da origen.
Ademá s el artículo 1369, del mencionado ordenamiento, les da la calidad de
juicios, sin que pueda estimarse que por la vinculació n de la tercería con el juicio
que la motiva se trate de un incidente, pues tal vinculació n constituye una
característica propia de las tercerías excluyentes, las cuales tienen su origen en la
afectació n judicial sobre bienes de la parte demandada, respecto de los cuales el
tercerista alega tener mejores derechos.”[7]
De la citada jurisprudencia se desprende, en lo que aquí interesa, que las tercerías
constituyen juicios con sustantividad propia. Esto determina que el tercerista tiene
los derechos, cargas y obligaciones que en todo juicio tienen las partes y, ademá s,
que la resolució n que se emite en una tercería excluyente, una vez que causa
ejecutoria, no puede ser modificada o anulada por la que se dicte en el juicio que le
dio origen. En tales condiciones, si bien el tercerista se incorpora en el proceso
principal; sin embargo, se mantiene ajeno a todo lo que en él se discute y, por
tanto, no le alcanzan los efectos propios de la sentencia que allí se emita.[8]
En congruencia con lo antes expuesto, a los terceristas únicamente se deben
notificar las resoluciones pronunciadas en la tercería, en tanto que, como se
vio, aquéllos se mantienen ajenos a todo lo que se discuta en el proceso civil
principal.
Cabe destacar que los terceristas, al igual que los terceros llamados a juicio,
pueden intervenir en éste por sí o por conducto de su representante o apoderado,
segú n sea el caso. Para ello, es necesario que el juez dicte un acuerdo en el que
tenga por designado al representante o apoderado del tercerista. Una vez hecho lo
anterior, basta con que la diligencia se entienda con aquéllos, para estimar que la
notificació n quedó legalmente hecha.
4.3.5 Ministerio Público de la Federación
Hay juicios y procedimientos civiles en los que el Ministerio Pú blico de la
Federació n tiene el cará cter de parte. Su intervenció n en tales juicios y
procedimientos tiene diversas finalidades, tales como vigilar la observancia de la
ley, la pronta y regular administració n de justicia, así como la tutela de los
derechos del Estado y de las personas morales e incapaces.[9]
El Có digo Federal de Procedimientos Civiles establece, en forma expresa, los juicios
y procedimientos en los que debe intervenir la representació n social. En efecto, el
pá rrafo tercero del artículo 4 de dicho ordenamiento legal, dispone:
“ARTÍCULO 4º.-…-La intervenció n que, en diversos casos, ordena la ley que se dé al
Ministerio Pú blico, no tendrá lugar cuando, en el procedimiento, intervenga ya el
Procurador General de la Repú blica o uno de sus Agentes, con cualquier cará cter o
representació n.”
En relació n con el citado precepto, los artículos 510, 511, 530 y 532 del Có digo
Federal de Procedimientos Civiles, estatuyen:
“ARTÍCULO 510. En los juicios de sucesió n, si la Federació n es heredera o legataria
en concurrencia con los particulares, el juez de los autos remitirá , al de Distrito,
copia de la clá usula respectiva y demá s constancias conducentes, a efecto de que
haga las declaraciones que correspondan.”
“ARTÍCULO 511. En el caso a que se refiere el artículo anterior, el juicio, cuando
haya controversia, se substanciará entre el Ministerio Público Federal y el
albacea, conforme a las reglas del Libro Segundo. Aceptada la herencia o el legado,
y resuelta, en su caso, la controversia, en favor de la Federació n, conocerá del juicio
sucesorio el juez de Distrito que corresponda.”
“ARTÍCULO 530. La jurisdicció n voluntaria comprende todos los actos en que, por
disposició n de la Ley o por solicitud de los interesados, se requiere la intervenció n
del juez, sin que esté promovida ni se promueva cuestió n alguna entre partes
determinadas.”
“ARTÍCULO 532. Se oirá precisamente al Ministerio Público Federal:
I. Cuando la solicitud promovida afecte los intereses de la Federació n;
II. Cuando se refiera a la persona o bienes de menores o incapacitados;
III. Cuando tenga relació n con los derechos o bienes de un ausente; y
IV. Cuando lo dispusieren las leyes.”
En tales condiciones, las resoluciones que se pronuncien en los juicios y
procedimientos civiles en los que intervenga el Ministerio Pú blico de la
Federació n, se notificará n a sus agentes, conforme a las reglas previstas en el
Có digo Federal de Procedimientos Civiles, que má s adelante se expondrá n.
4.3.6 Sujetos que sin ser parte en el juicio, intervienen en éste
Hay personas que intervienen en los procesos civiles y que no logran acceder a la
categoría de parte procesal en el litigio, respecto del cual son indiferentes e
independientes.[10] Se trata de sujetos a los que no les afecta el resultado del
juicio y que intervienen en éste con motivo del desahogo de una prueba o como
auxiliares en la administració n de justicia.[11] Entre estos sujetos se encuentran
los testigos, los peritos y los terceros tenedores de documentos que interesan a las
partes.
Al respecto, debe decirse que los actuarios judiciales deben notificar a los testigos,
peritos y terceros tenedores de documentos que interesan a las partes, las
determinaciones judiciales en las que se les cite, se les requiera o en las que se
adopte una determinació n que los titulares de los ó rganos jurisdiccionales estimen
necesario hacer de su conocimiento.
[1] PALLARES, Eduardo. Diccionario de Derecho Procesal Civil, Ed. Porrúa, México, 1994, 21ª edición, Pág. 99.
[2] Tesis Aislada XVIII.2o.7 K, de Tribunales Colegiados de Circuito, visible en el Tomo IX, Mayo de 1999, pág.
1067, Novena Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. núm. reg. 194000.
[3] CHIOVENDA, Giuseppe. Instituciones de Derecho Procesal Civil, Ed. Oxford, México, 1999, Primera Edición,
pág, 327.
[4] GÓMEZ LARA, Cipriano. Derecho Procesal Civil. Editorial Harla, México 1991, Quinta Edición, pág. 330
[5] Para el concepto de tercerista se siguen las ideas expuestas por ALVARADO VELLOSO, Adolfo, en su libro
Introducción al Estudio del Derecho Procesal, Segunda Parte, Ed. Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, Argentina,
Primera edición, pág. 195 y siguiente.
[6] Aquí se siguen las ideas expuestas por GÓMEZ LARA, Cipriano. Ob. Cit., pág. 330.
[7] Jurisprudencia número 1ª/J.59/2004, sustentada por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Unión, visible en la pág. 83, del tomo XX, Septiembre de 2004, Novena Época del Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta. IUS 2004, núm. reg. 180440.
[8] ALVARADO VELLOSO, Adolfo. Introducción al Estudio del Derecho Procesal, Segunda Parte, Ed. Rubinzal-
Culzoni, Buenos Aires, Argentina, Primera edición, pág. 196.
[9] ROCCO, Hugo. Derecho Procesal Civil, Ed. Jurídica Universitaria, México, 1998, Primera Edición, pág. 318 y sig.
[10] ALVARADO VELLOSO, Adolfo. Introducción al Estudio del Derecho Procesal, Segunda Parte, Ed. Rubinzal-
Culzoni, Buenos Aires, Argentina, Primera edición, pág. 184.
[11] CARNELUTTI, Francesco. Instituciones de Derecho Procesal Civil, Ed. Oxford, México 1999, Primera Edición,
pág. 245.
[12] ALVARADO VELLOSO, Adolfo. Introducción al Estudio del Derecho Procesal, Segunda Parte, Ed. Rubinzal-
Culzoni, Buenos Aires, Argentina, Primera edición, pág. 184.
4.5.1.1 Procedencia
El artículo 309 del Có digo Federal de Procedimientos Civiles, estatuye:
“ARTÍCULO 309. Las notificaciones será n personales: I. Para emplazar a juicio al
demandado, y en todo caso en que se trate de la primera notificació n en el
negocio.- II. Cuando dejare de actuarse durante má s de seis meses, por cualquier
motivo; en este caso, si se ignora el domicilio de una parte, se le hará la notificació n
por edictos; III. Cuando el tribunal estime que se trata de un caso urgente, o que,
por alguna circunstancia, deben ser personales, y así lo ordene expresamente, y IV.
En todo caso, al Procurador de la Repú blica y Agentes del Ministerio Pú blico
Federal, y cuando la ley expresamente lo disponga.”
De la disposició n legal transcrita se desprende que las notificaciones
invariablemente se hará n personalmente:
a) Tratá ndose del auto que ordena emplazar a juicio al demandado;
b) En los casos en que se trate de la primera notificació n en el juicio;
c) Cuando se trate de la resolució n que se dicte en un juicio en el que se haya
dejado de actuar por má s de seis meses;
d) En el supuesto de que así lo ordene el titular del ó rgano jurisdiccional;
e) Cuando vayan dirigidas al Procurador General de la Repú blica y a los
agentes del Ministerio Pú blico de la Federació n;
f) En los casos en que la ley lo ordene en forma expresa.
En relació n con el supuesto precisado en el apartado a), resulta conveniente
transcribir los artículos 305 y 306 del Có digo Federal de Procedimientos Civiles;
dicen:
“ARTÍCULO 305.- Todos los litigantes, en el primer escrito o en la primera
diligencia judicial en que intervengan, deben designar casa ubicada en la població n
en que tenga su sede el tribunal, para que se les hagan las notificaciones que deban
ser personales. Igualmente deben señ alar la casa en que ha de hacerse la primera
notificació n a la persona o personas contra quienes promuevan, o a las que les
interese que se notifique, por la intervenció n que deban tener en el asunto. No es
necesario señ alar el domicilio de los funcionarios pú blicos. Estos siempre será n
notificados en su residencia oficial.”
“ARTÍCULO 306.- Cuando un litigante no cumpla con lo prevenido en la primera
parte del artículo anterior, las notificaciones personales se le hará n conforme a las
reglas para las notificaciones que no deban ser personales.- Si faltare a la segunda
parte del mismo artículo, no se hará notificació n alguna a la persona o personas
contra quienes promueva o a las que le interese que sean notificadas, mientras no
se subsane la omisió n; a menos que las personas indicadas ocurran
espontá neamente al tribunal, a notificarse.”
De las disposiciones transcritas se desprende que en el escrito en el que se formule
una demanda, el actor debe señalar el domicilio del demandado y de todas las
personas que deban intervenir en el juicio, por tener interés en el mismo. En
caso de que el actor omita señ alar los domicilios correspondientes, no se hará
notificació n alguna al demandado ni a las personas que deban intervenir en el
juicio, es decir, no se practicará el emplazamiento.
Por otra parte, segú n se dijo en el apartado b), la primera notificació n en el juicio
siempre se hará personalmente. Tal forma de proceder se explica pues la
notificació n personal garantiza que el sujeto con quien se entiende queda enterado
de que ante determinado ó rgano jurisdiccional federal está radicado un juicio al
que debe comparecer.
En el inciso c), se estableció que la resolució n que se dicte en un juicio en el que se
hubiere dejado de actuar por má s de seis meses, debe notificarse en forma
personal. Esto se explica porque durante esos seis meses pueden acaecer diversos
hechos que pueden incidir en el juicio. Así, por ejemplo, pudo haber cambiado el
titular del ó rgano jurisdiccional y una de las partes en el juicio considera que el
nuevo titular está impedido para conocer de éste y, por tanto, interpone
recusació n; o pudo haber muerto alguna de las partes, etcétera.
Por otra parte, en el inciso d), se apuntó que el titular del ó rgano jurisdiccional
tiene la facultad de ordenar que una resolució n se notifique personalmente. Luego,
aun cuando la resolució n no encuadre en alguno de los supuestos previstos en el
citado artículo 309 del Có digo Federal de Procedimientos Civiles (que establece las
resoluciones que en forma obligada deben notificarse personalmente), si el titular
del ó rgano jurisdiccional ordena que aquélla se notifique en forma personal, el
actuario judicial debe cumplir con esa orden.
Es muy importante precisar que la facultad contenida en la fracció n III del artículo
309 del Có digo Federal de Procedimientos Civiles, está conferida ú nica y
exclusivamente a la autoridad que conoce del juicio o proceso civil. En este
sentido, es el titular del órgano jurisdiccional el que debe determinar si una
resolución debe notificarse personalmente a alguna de las partes en el juicio.
Siendo así, es inconcuso que el actuario judicial, en ningún caso podrá, motu
proprio, determinar que una resolución que no se ubique en alguno de los
supuestos previstos en el citado precepto legal, se notifique en forma
personal.
En el inciso e), se estableció que siempre se notificará en forma personal al
Procurador General de la Repú blica o a los agentes del Ministerio Pú blico de la
Federació n. Esta forma de proceder genera la certeza de que la representació n
social conoce las determinaciones que se dictan en los procesos civiles en los que
interviene.
Finalmente, en el inciso f), se sostuvo que las resoluciones deben notificarse
personalmente en los casos en que la ley lo ordene en forma expresa. Así, por
ejemplo, el artículo 152 del Có digo Federal de Procedimientos Civiles, estatuye:
“ARTÍCULO 152. Rendidos los dictá menes, dentro de los tres días siguientes del
ú ltimamente presentado, los examinará el tribunal, y, si discordaren en alguno o
algunos de los puntos esenciales sobre que debe versar el parecer pericial,
mandará , de oficio, que, por notificació n personal, se hagan del conocimiento del
perito tercero, entregá ndole las copias de ellos, y previniéndole que, dentro del
término que le señ ale, rinda el suyo. Si el término fijado no bastare, el tribunal
podrá acordar, a petició n del perito, que se le amplíe.- El perito tercero no está
obligado a adoptar alguna de las opiniones de los otros peritos.”
Por otra parte, ademá s de los supuestos antes explicados, los actuarios judiciales
deben estar atentos a la jurisprudencia que sustente la Suprema Corte de Justicia
de la Nació n y los tribunales colegiados de Circuito. Se afirma lo anterior, pues
puede suceder que una resolució n que no encuadre en alguno de los supuestos
previstos en el artículo 309 del Có digo Federal de Procedimientos Civiles, deba
notificarse personalmente, en términos de la jurisprudencia. Como ejemplo de lo
anterior, enseguida se cita una jurisprudencia que se estima es aplicable, por
analogía, a los procesos civiles federales.
“MEDIOS DE APREMIO. EL APERCIBIMIENTO DE SU IMPOSICIÓN Y LA
OBLIGACIÓN A CUMPLIMENTAR DEBEN NOTIFICARSE PERSONALMENTE.- Por
lo que ve a los medios de apremio, doctrinariamente se considera que su
aplicabilidad está sujeta a las siguientes condiciones: 1a. La existencia de una
determinació n, justa y fundada en derecho, que deba ser cumplida por las partes, o
por alguna de las personas involucradas en el litigio. 2a. La comunicació n
oportuna, mediante notificació n personal al obligado con el apercibimiento de que,
de no obedecerla, se le aplicará una medida de apremio precisa y concreta. 3a. Que
conste o se desprenda de autos la oposició n o negativa injustificada del obligado a
obedecer el mandamiento judicial, es decir, que el incumplimiento sea realmente
un acto u omisió n ilícitos. 4a. Una razó n grave, a juicio del juzgador, para decretar
el medio de apremio. De las anteriores condiciones, debe destacarse la segunda,
consistente en que se comunique mediante notificació n personal, a quien se exija,
el cumplimiento de la determinació n judicial, el requerimiento o disposició n
judicial a cumplimentar, así como el apercibimiento de la aplicació n de la medida
de apremio para el caso de incumplimiento. La finalidad de tal exigencia consiste
en dejar constancia fehaciente de que la persona vinculada pudo conocer, con toda
oportunidad, tanto la obligació n que le impuso el juzgador como el apercibimiento
de la imposició n de una concreta medida de apremio, en caso de no dar
cumplimiento, a fin de que pueda impugnarla si la considera lesiva de su derecho y
quiere evitarla, o bien, para que pueda preparar lo necesario para proceder al
cumplimiento, o que quede clara su resistencia al cumplimiento. Ademá s, existe un
fundamento directo para la procedencia de la notificació n personal, que es el
artículo 114, fracció n V del Có digo de Procedimientos Civiles para el Distrito
Federal, conforme al cual será notificado personalmente en el domicilio de los
litigantes, el requerimiento de un acto a la parte que deba cumplirlo, toda vez que
en los casos en comento se contiene un requerimiento. Tal situació n se justifica,
ademá s, porque para estar en aptitud de cumplir un requerimiento, éste debe
conocerse con anterioridad a la fecha en que deba cumplirse, pues de lo contrario
pueden presentarse mú ltiples situaciones que impidan al requerido el
cumplimiento, como por ejemplo, que el obligado tuviera en lugar distinto el objeto
o documento cuya exhibició n se exigiera; que se encontraran en posesió n de
persona distinta, a la que en el momento de la diligencia no fuera posible localizar;
que el directamente obligado no se encuentre al momento de la diligencia,
etcétera; casos todos en que no se puede atribuir incumplimiento culpable, si no se
proporcionó la posibilidad de preparar el cumplimiento.”[1]
Ahora bien, del aná lisis de las disposiciones del Có digo Federal de Procedimientos
Civiles, que regulan la forma en que deben practicarse las notificaciones
personales, se advierte que la notificació n del auto en el que se admite a trá mite la
demanda y se ordena emplazar al demandado, está sujeta a reglas especiales. Se
afirma lo anterior, pues el procedimiento conforme al cual debe notificarse dicho
auto, establece la obligació n de dejar citatorio en caso de que el actuario judicial no
encuentre al demandado en la primera bú squeda. Cabe precisar que tratá ndose de
resoluciones que también deban notificarse personalmente (distintas del auto por
el que se ordena emplazar al demandado), el mencionado có digo adjetivo civil no
establece la obligació n de dejar citatorio en caso de que en la primera bú squeda no
se encuentre al interesado. De lo anterior se desprende que la diferencia entre la
notificació n del auto por el que se ordena emplazar al demandado, y la notificació n
de las resoluciones distintas de dicho auto que también deben notificarse
personalmente, radica en que al notificar estas ú ltimas no es necesario dejar
citatorio a efecto de que el interesado espere al actuario judicial en determinada
fecha y hora.
En tales condiciones, en primer término se expondrá n las reglas a las que los
actuarios judiciales deben ajustarse al practicar la notificació n del auto que admite
a trá mite la demanda y ordena emplazar a juicio al demandado y, posteriormente,
se explicará el procedimiento que debe seguirse para notificar personalmente las
resoluciones distintas de dicho proveído.
4.5.2.1 Procedencia
El artículo 315 del Có digo Federal de Procedimientos Civiles, estatuye:
“ARTÍCULO 315. Cuando hubiere que citar a juicio a alguna persona que haya
desaparecido, no tenga domicilio fijo o se ignore dó nde se encuentra, la
notificació n se hará por edictos, que contendrá n una relació n sucinta de la
demanda, y se publicará n por tres veces, de siete en siete días, en el Diario Oficial y
en uno de los perió dicos diarios de mayor circulació n en la Repú blica, haciéndosele
saber que debe presentarse dentro del término de treinta días, contados del
siguiente al de la ú ltima publicació n. Se fijará , ademá s, en la puerta del tribunal,
una copia íntegra de la resolució n, por todo el tiempo del emplazamiento. Si,
pasado este término, no comparece por sí, por apoderado o por gestor que pueda
representarla, se seguirá el juicio en rebeldía, haciéndosele las ulteriores
notificaciones por rotuló n, que se fijará en la puerta del juzgado, y deberá
contener, en síntesis, la determinació n judicial que ha de notificarse.”
Del citado precepto se desprende que la notificación por edictos procede cuando
deba citarse a juicio a alguna persona que se encuentre en alguno de los siguientes
supuestos: a) que haya desaparecido; b) que no tenga domicilio fijo; y, c) que
se ignore dónde puede ser encontrada. En relació n con tales supuestos,
conviene transcribir el siguiente criterio:
“EDICTOS, REQUISITOS PREVIOS A LA NOTIFICACIÓN POR.- Previamente a la
notificació n que se realice por medio de edictos, debe probarse en forma
fehaciente que se ignora el domicilio del demandado, pero tal ignorancia debe ser
general, entendiéndose por ello que se desconozca dicho domicilio tanto por el
actor como por las personas de quiénes se pudiera obtener informació n; asimismo
debe comprobarse que la bú squeda por la policía del lugar en que tuvo su ú ltimo
domicilio, fue infructuosa, no bastando para ello la simple afirmació n de esa
institució n, sino la relació n razonada que contenga las investigaciones que se
realizaron para que quede establecido en forma clara que efectivamente el
desconocimiento es general.”[9]
De la tesis transcrita se desprende que previamente a la prá ctica de la notificació n
por medio de edictos, debe probarse en forma fehaciente que se ignora el domicilio
del demandado. Al respecto, debe decirse que tal ignorancia debe entenderse en
el sentido de que aun después de haberse hecho una investigación para
localizar el domicilio del demandado o de la persona que deba citarse a
juicio, dicho domicilio siga sin conocerse.
En relació n con lo anterior, Chiovenda sostiene que ante la imposibilidad de
localizar al demandado o a la persona que deba intervenir en el juicio, los edictos
son una forma de notificar que permite que se integre la relació n jurídico procesal
entre actor y demandado. Ello, pues si las notificaciones por edictos se hacen con
las formalidades de ley, la relació n jurídico procesal alcanza al demandado, aun
cuando éste, por no haber atendido los edictos, desconozca que hay una demanda
promovida en su contra.[10]
4.5.3.1 Procedencia
El artículo 316 del Có digo Federal de Procedimientos Civiles, estatuye:
“ARTÍCULO 316. Las notificaciones que no deban ser personales se hará n en el
tribunal, si vienen las personas que han de recibirlas a má s tardar el día siguiente
al en que se dicten las resoluciones que han de notificarse, sin perjuicio de hacerlo,
dentro de igual tiempo, por rotuló n, que se fijará en la puerta del juzgado.- De toda
notificació n por rotuló n se agregará , a los autos, un tanto de aquél, asentá ndose la
razó n correspondiente.”
De la disposició n transcrita se desprende que las notificaciones que no deban
hacerse en forma personal, se practicará n mediante rotuló n. Luego, la notificación
por rotulón procede respecto de resoluciones que no se ubiquen en alguno
de los supuestos previstos en el artículo 309 del Código Federal de
Procedimientos Civiles (que establece las resoluciones que deben notificarse en
forma personal).
Por otra parte, los artículos 305 y 306 del referido ordenamiento legal, estatuyen:
“ARTÍCULO 305. Todos los litigantes, en el primer escrito o en la primera
diligencia judicial en que intervengan, deben designar casa ubicada en la
población en que tenga su sede el tribunal, para que se les hagan las
notificaciones que deban ser personales. Igualmente deben señ alar la casa en
que ha de hacerse la primera notificació n a la persona o personas contra quienes
promuevan, o a las que les interese que se notifique, por la intervenció n que deban
tener en el asunto. No es necesario señ alar el domicilio de los funcionarios
pú blicos. Estos siempre será n notificados en su residencia oficial.”
“ARTÍCULO 306. Cuando un litigante no cumpla con lo prevenido en la
primera parte del artículo anterior, las notificaciones personales se le harán
conforme a las reglas para las notificaciones que no deban ser personales.- Si
faltare a la segunda parte del mismo artículo, no se hará notificació n alguna a la
persona o personas contra quienes promueva o a las que le interese que sean
notificadas, mientras no se subsane la omisió n; a menos que las personas indicadas
ocurran espontá neamente al tribunal, a notificarse.”
De la anterior transcripció n se desprende que los litigantes, en el primer escrito
que presenten ante el ó rgano jurisdiccional o en la primera diligencia en que
intervengan, deben señ alar domicilio para recibir notificaciones. Dicho domicilio
debe estar ubicado en la població n en la que resida el ó rgano jurisdiccional
correspondiente. En caso de que no se cumpla con tal obligació n, las notificaciones
personales se practicará n conforme a las reglas de las notificaciones que no deban
ser personales, es decir, se practicará n por rotuló n.
Por otra parte, el artículo 315 del Có digo Federal de Procedimientos Civiles, dice:
“ARTÍCULO 315. Cuando hubiere que citar a juicio a alguna persona que haya
desaparecido, no tenga domicilio fijo o se ignore dó nde se encuentra, la
notificació n se hará por edictos, que contendrá n una relació n sucinta de la
demanda, y se publicará n por tres veces, de siete en siete días, en el “Diario Oficial”
y en uno de los perió dicos diarios de mayor circulació n en la Repú blica,
haciéndosele saber que debe presentarse dentro del término de treinta días,
contados del siguiente al de la ú ltima publicació n. Se fijará , ademá s, en la puerta
del tribunal, una copia íntegra de la resolució n, por todo el tiempo del
emplazamiento. Si, pasado este término, no comparece por sí, por apoderado
o por gestor que pueda representarla, se seguirá el juicio en rebeldía,
haciéndosele las ulteriores notificaciones por rotulón, que se fijará en la
puerta del juzgado, y deberá contener, en síntesis, la determinación judicial
que ha de notificarse.”
Conforme al citado precepto, procede notificar por edictos en los casos en que la
persona que se busque haya desaparecido, no tenga domicilio o se ignore dó nde se
encuentra. La notificació n por edictos, segú n se ha dicho, consiste en la publicació n
de la resolució n que se notifica en el Diario Oficial de la Federació n y en uno de los
perió dicos diarios de mayor circulació n nacional. La resolució n se publicará tres
veces, con un intervalo de siete días entre cada una de las publicaciones. Ademá s,
durante el tiempo requerido para hacer las referidas publicaciones, se debe fijar en
la puerta del ó rgano jurisdiccional copia íntegra de la resolució n. La persona
buscada debe presentarse al ó rgano jurisdiccional dentro de treinta días, contados
del siguiente al de la publicació n del ú ltimo edicto. Si pasado ese término, la
persona buscada no comparece (por sí, por apoderado o gestor) al ó rgano
jurisdiccional, el juicio se seguirá en rebeldía y las notificaciones subsecuentes que
deban hacerse a la persona a la que se notificó mediante edictos, se practicará n
mediante rotuló n.
De lo hasta aquí expuesto se desprende que procede notificar por rotuló n: a) las
resoluciones que no deban notificarse en forma personal; b) las resoluciones
que debiéndose notificar en forma personal, no puedan notificarse de ese
modo con motivo de que el litigante no señaló domicilio dentro de la
residencia del órgano jurisdiccional para recibir notificaciones; y, c) las
resoluciones que deban notificarse al demandado que fue declarado en
rebeldía con motivo de que no compareció al órgano jurisdiccional dentro
del término de treinta días contados a partir del siguiente al de la
publicación del último edicto.
[1] Jurisprudencia número I.4º.C.J/4, sustentada por el Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer
Circuito, visible en la pág. 157, del Tomo III, Enero de 1996, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta.
IUS 2004, núm. reg. 203524.
[4] 4.5.1.2.2.2 Notificació n de la demanda cuando el interesado no espera al actuario judicial en la fecha y hora
fijadas en el citatorio, pero la diligencia se entiende con algú n pariente o trabajador del propio interesado.
[6] Tesis sustentada por el Primer Tribunal Colegiado del Noveno Circuito, visible en la pág. 244, del Tomo IX,
Marzo de 1992, Octava Época del Semanario Judicial de la Federación. IUS 2004, núm. reg. 220214.
[7] Tesis aislada sustentada por el Primer Tribunal Colegiado en Materia de Trabajo del Primer Circuito, visible
en la página 596, del Tomo II, Segunda Parte-2, Julio a Diciembre de 1988 del Semanario Judicial de la
Federación. IUS 2004, núm. reg. 230707.
[1] DE SANTO, Víctor. Notificaciones Procesales, Ed. Universidad, Buenos Aires, Argentina 2002, pág. 69.
[2] Tales como que: 1) nadie ocurre al llamado del actuario judicial; 2) el interesado o la persona distinta de éste
con quien se entiende la diligencia, se niegan a recibir copia autorizada de la resolución que se pretende notificar;
y, c) No se encuentra al interesado a quien se pretendía notificar personalmente, pero la diligencia se entiende
con otra persona. En los supuestos previstos en los incisos 1) y 2), el instructivo de notificación se fija en la puerta
principal de la casa o despacho del interesado. En el supuesto previsto en el inciso 3), el instructivo de notificación
se deja en poder de la persona con quien se entendió la diligencia.
[1] LUIS MARINO, Alberto. Notificaciones Procesales, Ed. ASTREA, Buenos Aires, Argentina 2000, Segunda
Edición, pág. 370.
[2] Jurisprudencia P./J. 30/94, sustentada por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la
pág. 235, del Tomo VI, Octava Época del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1995. IUS 2004,
núm. reg. 205424.
[3] Jurisprudencia P./J. 5/94, sustentada por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la
pág. 236, del Tomo VI, Octava Época del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1995. IUS 2004,
núm. reg. 205483.
[4] Jurisprudencia P./J. 20/2004, sustentada por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en
la pág. 5, del Tomo XIX, Mayo de 2004, Novena Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. IUS
2004, núm. reg. 181523.
[5] Sobre el particular, el tratadista argentino Víctor De Santo sostiene que “en atención a que el factor de la
nulidad de la notificación debe buscarse en la existencia de un defecto cuya gravedad redunde en impedimento
del destinatario de cumplir oportunamente los actos procesales vinculados a la resolución que se notifica, no hay
invalidez cuando resulta que la parte ha tenido conocimiento de la resolución, pues lo relevante es el
conocimiento efectivamente obtenido por la interesada y no el modo o vía como accedió a él.” DE SANTO, Víctor.
Notificaciones Procesales. pág. 319.
[6] Tesis aislada sustentada por el Primer Tribunal Colegiado del Noveno Circuito, visible en la página 277, del
Tomo XI, Abril de 1993, Octava Época del Semanario Judicial de la Federación. IUS 2004, núm. reg. 216678.
El campo del derecho no podría estar exento de esta tendencia asociativa y dentro
de él la disciplina procesal, por su cará cter de instrumento para el ejercicio de la
jurisdicció n y el cumplimiento de las sentencias dictadas por sus ó rganos.
Aun cuando cada Estado goza de su propia soberanía, a través de la cual posee la
facultad de someter a la acció n de sus tribunales y leyes a las personas y cosas que
se encuentren dentro de su territorio, en algunos casos resulta necesario ejercer
jurisdicció n má s allá del territorio del Estado por lo que se recurre a la
cooperació n internacional.
La notificació n nos dice Eduardo Pallares “es el medio legal por el cual se da a
conocer a las partes o a un tercero el contenido de una resolució n judicial”; por
citació n se entiende “el llamamiento que se da de orden judicial a una persona,
para que se presente en el juzgado o tribunal en el día y hora que se le designen,
bien a oír una providencia, o a precisar un acto o diligencia judicial.” [1]
El emplazamiento a juicio lo define Pallares como “un acto procesal mediante el
cual se hace saber a una persona que ha sido demandada, se le da a conocer el
contenido de la demanda, y se le previene que la conteste, o comparezca a juicio,
con el apercibimiento de tenerlo por rebelde y sancionarlo como tal si no lo hace”.
El exhorto “es el oficio que libra un juez o tribunal a otro de igual categoría,
pidiéndole que ordene la prá ctica de alguna diligencia judicial… Si el oficio se libra
a una autoridad judicial de inferior categoría, y sobre la cual ejerce jurisdicció n el
juez o tribunal que libra el oficio, toma el nombre de despacho”.
Al documento que contiene peticiones del juzgador de un Estado al de otro Estado,
por vía diplomá tica, o directamente cuando esto sea posible por haber acuerdos
internacionales o por prá ctica internacional, se le denomina “carta rogatoria”. En
otros términos, la “carta rogatoria” es el exhorto internacional.
Las directrices para establecer el vínculo entre los juzgadores (Juez y Magistrados)
de nuestro Estado (Federales, Estatales y Locales) y el cumplimiento de la
determinació n de un juzgador extranjero, se obtendrá n mediante el Derecho
Internacional Privado, asimismo en cumplimiento a la obligació n del artículo 1°
constitucional el jurisconsulto nacional debe verificar que el cumplimiento de la
carta rogatoria no vulnere derechos humanos.
Se estima que en la forma de hacer la carta rogatoria debe regir la ley del país
exhortante, aunque es imprescindible que haya una legalizació n y una traducció n
para que se tenga la certeza en el país de recepció n de que se trata de un
documento autentico y para que esté en condiciones de ejecutarse. Respecto al
sistema a seguir para practicar el acto de notificació n, citació n y emplazamiento,
deberá aplicarse la lex fori, es decir la ley del lugar en el que se va a diligenciar el
exhorto.
“ARTICULO 546.- Para que hagan fe en la Repú blica los documentos pú blicos
extranjeros, deberá n presentarse legalizados por las autoridades consulares
mexicanas competentes conforme a las leyes aplicables. Los que fueren
transmitidos internacionalmente por conducto oficial para surtir efectos legales,
no requerirá n de legalizació n.”
El anterior artículo se refiere a la apostilla de documentos la cual se encuentra
reconocida en la Convenció n de La Haya por la que se suprime la legalización de
los documentos públicos extranjeros.
“ARTICULO 548.- La prá ctica de diligencias en país extranjero para surtir efectos
en juicios que se tramiten ante tribunales nacionales, podrá encomendarse a los
miembros del Servicio Exterior Mexicano por los tribunales que conozcan del
asunto, caso en el cual dichas diligencias deberá n practicarse conforme a las
disposiciones de este Có digo dentro de los límites que permita el derecho
internacional.- En los casos en que así proceda, dichos miembros podrá n solicitar a
las autoridades extranjeras competentes, su cooperació n en la prá ctica de las
diligencias encomendadas.”
Otro principio procesal internacional consiste en que la ley local siempre va a ser la
ley de fondo, las formalidades especiales se llevan a cabo siempre y cuando no
afecten el orden pú blico; lo anterior lo podemos analizar de los artículos que a
continuació n se transcriben
“ARTÍCULO 556.- Los tribunales que remitan al extranjero o reciban de él, exhortos
internacionales, los tramitará n por duplicado y conservará n un ejemplar para
constancia de lo enviado, recibido y actuado.”
[2] Arellano García, Carlos. Derecho Internacional Privado . Ed. Porrúa, México, 1994, 18ª edición, Pág. 992.
[3] Arellano García, Carlos. Derecho Internacional Privado . Ed. Porrúa, México, 1994, 18ª edición, Pág. 992.
[4] Arellano García, Carlos. Derecho Internacional Privado . Ed. Porrúa, México, 1994, 18ª edición, Pág. 992.