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ESPECIALIZACIÓN
DOCENCIA EN
EDUCACIÓN SUPERIOR
2020
1
INTRODUCCIÓN A LA
DOCENCIA UNIVERSITARIA
Módulo I
DOCENTE
MG. GERALDINE SAN MARTÍN DE CÁCERES
MG. HUGO VILLALBA VILLALBA
2020
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Especialización Docencia en Educación Superior
Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas
Introducción a la Docencia Universitaria
Contenido
PROGRAMA DE ESTUDIOS.................................................................................................. 3
1. LA UNIVERSIDAD – TEORÍAS Y MODELOS.................................................................. 6
¿QUÉ SE HACE EN LA UNIVERSIDAD?............................................................................... 6
MISIÓN DE LA UNIVERSIDAD............................................................................................. 8
MISIÓN Y RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD......................................... 9
MISIÓN Y VISIÓN DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA......................................................... 9
EL CONTEXTO- HISTÓRICO DE LA UNIVERSIDAD......................................................... 12
RELACIÓN ENTRE UNIVERSIDAD- SOCIEDAD................................................................ 15
TEORÍAS Y MODELOS EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR................................................... 17
UN NUEVO CONTEXTO PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR............................................ 20
CAMBIO DEL MODELO EDUCATIVO- DE LA ENSEÑANZA AL APRENDIZAJE............. 22
LA UNIVERSIDAD DEL FUTURO....................................................................................... 23
LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN EL PARAGUAY: PROBLEMAS, DESAFÍOS Y
TENDENCIAS....................................................................................................................... 25
2. EL DERECHO A LA EDUCACIÓN.................................................................................. 44
EL DERECHO HUMANO A LA EDUCACIÓN...................................................................... 44
EL DERECHO A UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD PARA TODOS..................................... 46
EL EJERCICIO DEL DERECHO A LA EDUCACIÓN............................................................ 47
CALIDAD DE LA EDUCACIÓN COHERENTE CON UN ENFOQUE DE DERECHO........... 47
3. OBLIGACIONES QUE TIENEN LOS GOBIERNOS PARA ASEGURAR LOS DERECHOS
HUMANOS A LA EDUCACION........................................................................................... 58
4. LA EDUCACIÓN UN BIEN PÚBLICO............................................................................ 64
5. LA EDUCACIÓN COMO FACTOR DE DESARROLLO.................................................. 66
5.1. LA REVISIÓN DEL CONCEPTO DE DESARROLLO..................................................... 67
5.2. DESARROLLO SOSTENIBLE Y DESARROLLO HUMANO.......................................... 68
5.3. VINCULACIÓN CONCEPTUAL ENTRE DESARROLLO Y EDUCACIÓN..................... 70
5.4. LA INVERSIÓN EN CAPITAL HUMANO...................................................................... 71
6. LA COMPETENCIA DEL DOCENTE UNIVERSITARIO................................................. 76
LAS COMPETENCIAS DEL DOCENTE DE EDUCACION SUPERIOR................................. 86
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PROGRAMA DE ESTUDIOS
I. IDENTIFICACIÓN
II. DESCRIPCIÓN/FUNDAMENTACIÓN
Reconocer las posibilidades, riesgos y limitaciones del uso de las TICs en el contexto
universitario.
Utilizar las TICs, sus medios, recursos así como sus estrategias de aprendizaje y
enseñanza en el aula universitaria.
Reconocer la educación como un derecho humano fundamental.
Identificar las competencias del docente para facilitar los procesos enseñanza/
aprendizaje.
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UNIDADES TEMAS
La Universidad: teorías y modelos
1.1. Visión y misión de la universidad.
1.2. El contexto: historia, problemas actuales y fines de la Universidad.
1.3. Las relaciones entre universidad y sociedad.
1.4. Teorías y modelos en la educación superior.
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· Modelo científico: humboldtiano
· Modelo profesionalista: napoleónico.
· Modelos y concepciones modernas Siglo XX- XXI.
1.5. La educación superior en el Paraguay: problemas, desafíos y
tendencias.
Las TIC’s en la Educación Superior
2.1. TIC’s y redes de aprendizaje.
· Web 2.0 y sociedad del conocimiento.
· Redes de aprendizaje
· Entornos personales de aprendizaje (PLE).
· TIC’s en el aula universitaria.
2.2. Recursos y aplicaciones digitales.
2
· Bibliotecas virtuales.
· Repositorios de contenido.
· OCW
2.3. El aula virtual.
· Fundamentos pedagógicos.
· Interfaz y sistema de comunicación.
2.4. Actividades pedagógicas on-line.
El Derecho a la Educación
3.1. La educación como un derecho humano, bien público y factor de
desarrollo.
3.2. La regulación de la educación paraguaya.
3
· Constitución Nacional.
· Ley General de Educación.
· Estatuto Docente.
3.3. Ley de Educación Superior.
Competencias del Docente Universitario
4.1. La persona del docente universitario.
4.2. Las competencias profesionales del docente universitario.
4 4.3. Algunos factores que intervienen en la relación didáctica.
4.4. La docencia como actividad profesional.
4.5. La formación del docente.
4.6. Valores, actitudes y normas en la tarea docente.
V.Estrategias Metodológicas
Para el uso de las TIC’s, los estudiantes recibirán el apoyo de un tutor especialista en
nuevas tecnologías. Las tutorías pueden ser en laboratorio o en plataforma virtual, de
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El proceso será evaluado a través de la participación en las actividades propuestas por los
profesores y la propuesta evaluativa del Prácticum.
Prácticum 50%
VII. Bibliografía
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La educación, después de los últimos veinte años, juega un rol de primer plano,
notablemente en un contexto de abertura de mercados, de mundialización y en el
advenimiento de una sociedad del saber.
En ese contexto, el sector universitario se encuentra en primer plano para responder a las
exigencias y desafíos de una sociedad en constante cambio.
Clark (1998) precisa que "todas las universidades se encuentran confrontadas a un creciente
abismo entre la demanda y su capacidad de respuesta: demanda de acceso, necesidades del
mercado de empleo, grandes expectativas por parte del gobierno y la industria". Los
cambios son rápidos, sostenidos por el progreso científico y tecnológico que modelan las
formas de la actividad económica y social. La universidad debe entonces, por una parte,
hacer frente a los cambios que la afectan en lo interno y, por otra, aportar las soluciones a
las nuevas formas de la actividad económica, tecnológica, social, política y cultural.
Estas dimensiones subentienden los nuevos desafíos que hay que afrontar y que obligan a la
universidad, además de repensar sus funciones, su misión e incluso sus finalidades, a
adaptarse y desarrollarlas estrategias relacionadas con su gobierno, con la regionalización,
la integración de las nuevas tecnologías de información y de comunicación (NTIC), y las
relaciones con la industria. Sin embargo, los cambios han afectado a la universidad a lo
largo de toda su evolución.
Las funciones y las tareas de la universidad han ido incrementándose con el transcurso del
tiempo. Cuando Newman escribió sobre las funciones de la Universidad, ofreció una
definición de la misma:
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Sin embargo, es un hecho incontrovertible que las funciones actuales de la universidad van
mucho más allá de la docencia.
Jaspers, que también ha publicado un libro sobre la Idea de la Universidad, considera que
la Universidad moderna tiene cuatro funciones principales: investigación, enseñanza,
educación profesional y la transmisión de una clase particular de cultura (Jaspers, 1965;
publicado originalmente en 1923). Y al hacer un recuento de las labores que se llevan a
cabo en la universidad moderna, Pelikan señala: el avance del conocimiento a través de la
investigación; la extensión del conocimiento a través de la enseñanza a nivel de licenciatura
y de posgrado; el entrenamiento que comprende tanto conocimientos como habilidades en
las escuelas profesionales de la universidad; la preservación del conocimiento en
bibliotecas, galerías y museos; y la difusión del conocimiento a través de publicaciones
académicas. Agrega Pelikan: una Universidad puede hacer muchas otras cosas, y puede
hacer todas ellas simultáneamente. También hay cosas adicionales que una Universidad
debe hacer como parte de sus obligaciones con la sociedad, las cuales cambiarán de una
sociedad a otra, o de un momento histórico a otro, y de una universidad a otra; pero las
enunciadas anteriormente son las cosas que debe estar haciendo, si quiere ser una
Universidad (Pelikan, 1992, p. 76).
Esta opinión desde luego no es unánime, porque una de las características principales de la
Universidad es la pluralidad de opiniones. La Universidad representa tantas cosas a tanta
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gente diferente que por necesidad está parcialmente en guerra con ella misma (Kerr, 1963,
p.9).
MISIÓN DE LA UNIVERSIDAD
Con la llegada de las nuevas tecnologías y la sociedad del saber, las funciones, como por
ejemplo la misión de la universidad, fueron modificadas. De ahora en adelante éstas estarán
estrechamente relacionadas con la economía. He ahí la razón de una distinción entre la
investigación fundamental y la investigación aplicada. Las investigaciones son
consideradas en relación a las soluciones llevadas a la práctica, las aplicaciones industriales
y las consecuencias directas en el medio sociocultural.
Sin embargo, actualmente, muchas tensiones aparecen cuando se discute sobre el papel o
función de la universidad. Se espera de ella que cumpla con las siguientes tareas: 1)
mantener el conocimiento de la humanidad 2) generar nuevos conocimientos 3) trasmitir
esos conocimientos 4) formar los profesionales necesarios para la sociedad 5) formar al
hombre en sentido amplio, desarrollando su criticidad y humanidad 6) conocer el lugar
donde se localiza, sus problemas y necesidades y 7) divulgar el resultado de sus
investigaciones a la sociedad. (Giusti y Valdés, 2005)
No obstante algunos académicos que concentran sus estudios sobre la Educación Superior,
defienden la idea de que la misión fundamental de la universidad debe centrarse en tres
aspectos: generar conocimiento, preservar conocimiento y trasmitir conocimiento, los
cuales a su vez contribuyen a la creación, legitimación y distribución de conocimientos,
como también lo remarca Pérez Lindo (2005)
MISIÓN
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ámbito de las ciencias, las técnicas y las artes, buscando ser fermento en la cultura del valor
del hombre, de la vida y de la sociedad que aporta el mensaje de Jesucristo (Estatutos,
2008, art. 1-2).
OBJETIVOS
En cuanto católica, tiene como objetivo garantizar de forma institucional una presencia
cristiana en la educación superior, frente a los grandes problemas de la sociedad y de la
cultura. En su tarea de servicio a la Verdad, la Universidad Católica se compromete a
integrar con el saber científico, no solo el diálogo entre la fe y razón, sino una preocupación
por las implicancias éticas y morales de los métodos y de los descubrimientos, colaborando
de esa manera en la promoción del desarrollo del hombre y de la sociedad en el Paraguay.
PRINCIPIOS
1. VERDAD Y AMOR:
La actividad universitaria ha de regirse por la búsqueda de la verdad, y su adhesión
y compromiso con la misma, fundamental para el desarrollo del saber a través de la
investigación, el estudio y la docencia. Esta búsqueda, adhesión y compromiso fiel a
la verdad y el amor es el fundamento sobre el que se sustenta el derecho a la libertad
y toda actividad humana. La búsqueda de Cristo es la búsqueda de la verdad.
2. LIBERTAD:
Se reconoce el derecho a la libertad como valor inherente a la dignidad de la
persona humana. Esto se concreta en el ámbito de la universidad mediante la
libertad de investigación, docencia, actuación y opinión de todos los miembros de la
comunidad, siempre que no se vulneren los derechos fundamentales de otros y que
se mantenga fiel a la identidad, misión y visión de la Universidad. Los valores del
Reino de Dios nos hacen libres.
3. JUSTICIA:
Como estilo de vida que promueve la solidaridad y la responsabilidad con la
sociedad y el medio ambiente en la búsqueda del bien común. Esto supone que
como Universidad contribuiremos desde nuestro accionar a promover la justicia,
tanto la justicia distributiva, que asegura la repartición equitativa de derechos y
deberes, obligaciones y ventajas, entre los miembros de la comunidad, como la
justicia conmutativa, que se refiere a la equivalencia entre la prestación y la
contraprestación.
4. RESPONSABILIDAD SOCIAL Y COMPROMISO SOLIDARIO:
La Universidad entiende su labor en estrecha relación con el desarrollo social y
considera como una de sus principales funciones institucionales la contribución a
este desde sus diferentes ámbitos de actividad. Por tanto, la universidad se
compromete a luchar en contra de la exclusión social, y a fomentar estos valores en
el seno de la comunidad universitaria, así como en la sociedad en general. La
universidad colaborará eficientemente con otras instituciones para este fin.
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En la Edad Media, sobre todo a partir del siglo XI, se produce una intensa urbanización y
se crean muchas más ciudades que durante la época romana. Este proceso de urbanización
tiene unas consecuencias importantísimas para Occidente. Las ciudades son sitios donde la
gente compra y vende. Se trata de una incipiente economía capitalista. Todas las ciudades
tienen señor, pero de alguna manera los habitantes del burgo logran hacerse oír y respetar,
produciéndose así un cambio cultural.
La juventud perteneciente a las clases media y baja reclamaba saber, y recorría grandes
distancias para buscar maestros que saciaran esas ansias. La nobleza, sin embargo, se
abstuvo de ese requerimiento. En libros escritos en latín, idioma universal, y sin ningún tipo
de subvención, los estudiantes leían y discutían a veces de manera apasionada sobre los
conocimientos de la época, en lugares llamados “studiumgenerale”.
El método de estudio utilizado era el escolástico, que consistía en tomar las afirmaciones
bíblicas y tratar de demostrarlas de manera racional, con apoyo en el argumento de
autoridad. Los máximos representantes de la escolástica fueron, San Alberto Magno y
Santo Tomás, ambos de la orden de los dominicos, y Escoto perteneciente a los
franciscanos. Su formación tendía a formar intelectuales útiles a la comunidad cristiana.
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Así, las facultades consideradas mayores fueron las de Teología, Medicina y Derecho, y las
destinadas al estudio del arte o la filosofía eran consideradas facultades menores.
El Islam también realizó un gran aporte. Fueron los árabes, los que después de iniciar su
dominación en España tradujeron al latín, al igual que los judíos, los textos filosóficos
griegos y helenísticos. La biblioteca de Córdoba llegó a contar con 400.000 textos. La
palabra 'universidad' es un término latino, “universitas”, que significa un todo, una
integridad, aplicado a cualquier tipo de organización o persona jurídica que poseyera un fin
lícito. En esa época de existencia de gremios o corporaciones, los intelectuales también
habían constituido uno en defensa de sus intereses.
Las primeras universidades europeas, principalmente las de Bolonia, París y Oxford, datan
de la Edad Media. La Universidad de Bolonia fue un referente en materia de Derecho con
el estudio de las leyes romanas. Esta universidad, la primera del mundo, surgió bajo el
impulso de Irnerio y sus discípulos. Irnerio, profesor de gramática en Bolonia, a fin de
respaldar la autoridad papal se dirigió a Roma para buscar sustento a su teoría de la
preeminencia del poder religioso. El poder del emperador era sostenido por los maestros de
la escuela de Rávena.
En la biblioteca de la ciudad de Pisa, Irnerio descubrió un manuscrito que contenía parte del
Digesto, opiniones de los jurisconsultos romanos que habían sido recopiladas por el
emperador Justiniano. El estudio del Digesto se constituyó en su pasión, siendo famosa la
escuela que se formó a partir de entonces: la de los glosadores, que iluminó a la naciente
universidad de Bolonia. En esa universidad no sólo se formaban italianos, sino miembros
de países de toda Europa que vueltos a sus lugares de origen ya graduados, sentaron las
bases para el nacimiento de nuevas universidades.
Además del estudio de las leyes, en Bolonia podía estudiarse medicina, teología,
matemáticas, astronomía, filosofía y farmacia.
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La mayoría de las universidades de América Latina fueron por largo tiempo instituciones
eclesiásticas. Morin precisa a ese nivel que "la universidad de América Latina dependió
durante un largo tiempo de poderes externos, con un título quela definía como real y
pontificia".
Otras universidades eran en un principio, un lugar para los eruditos que deseaban recibir
una enseñanza que iba más allá de la dispensada por las instituciones que estaban bajo la
tutela religiosa. De manera general, las principales materias enseñadas durante siglos
fueron las humanidades, la jurisprudencia y la teología (OCDE, 1998).
El desarrollo del comercio en el siglo XV, orienta la función y la misión dela universidad
hacia la profesionalización, respondiendo de esa manera a las exigencias de la sociedad. En
el siglo XVI, se conocen varias formas de enseñanza superior que se mantienen hasta hoy
en día.
En el correr del siglo XVII, las ciencias puras toman un lugar importante. Es a partir de ahí
que la universidad se transforma en un lugar de encuentro, de correspondencia y de
confrontación de científicos (Harayama, 1997). La ciencia estaba considerada al servicio
del Estado y, en consecuencia, al servicio del bienestar social; de ahí la legitimidad de
subvencionarlas universidades por el Estado. Por otro lado, los americanos formados en las
universidades europeas permitieron la creación de la "gradúate school" basada en la
investigación y el aprendizaje de alto nivel.
En el siglo XX, particularmente en las últimas décadas, varias corrientes han puesto el
acento en la contribución de la enseñanza al desarrollo de la inteligencia de un individuo y
a su capacidad de juicio para su realización personal.
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Otras corrientes conciben, por un lado, la universidad en la contribución que ésta realiza al
desarrollo personal por intermedio de la enseñanza de una cultura general, tal como ya la
concebía Newman a fines del siglo XIX (Newman, 1968), es decir que la filosofía sirve de
base a la literatura y a la ciencia y, por otro lado, en su misión de transmisión de
conocimientos. De hecho, a lo largo de toda su historia, la universidad ha tenido que hacer
frente a múltiples orientaciones y cambios frecuentes que seguían de cerca la evolución de
la sociedad.
La educación universitaria, desde sus orígenes, tiene entre sus cometidos la creación,
transmisión y difusión del conocimiento. Si el conocimiento, ocupa hoy día un lugar central
en los procesos que configuran la sociedad contemporánea, las instituciones que trabajan
con y sobre el conocimiento participan también de esa centralidad. Esta consideración ha
llevado a un nuevo análisis de las relaciones entre las instituciones de educación superior y
la sociedad y a fortalecer la relevancia del papel estratégico de la educación superior”.
Por consiguiente, y dado que tiene que hacer frente a imponentes desafíos, la propia
educación superior ha de emprender la transformación y la renovación más radicales que
jamás haya tenido por delante, de forma que la sociedad contemporánea, que en la
actualidad vive una profunda crisis de valores, pueda trascender las consideraciones
meramente económicas y asumir dimensiones de moralidad y espiritualidad más
arraigadas“.
De modo similar, una universidad funcional y operacional, que forma mano de obra
especializada para el mercado de trabajo, expresa una sociedad que toma el mercado como
ratio última de la vida social. En contrapartida, una universidad que considera el saber
según el prisma del derecho del ciudadano, que impide la masificación y valoriza
la democratización, expresa una sociedad en la cual los valores democráticos de la
ciudadanía son el imperativo político y ético de la vida universitaria.
A principios del siglo XIX las universidades pasan del modelo medieval a la universidad
moderna, bajo tres modelos con organizaciones diferentes, como respuesta a las
demandas sociales, las cuales se caracterizaron por dos hechos: Surgimiento de una
sociedad con un nuevo modelo de organización social Estado-Nación liberal y; una
sociedad que demanda una producción bajo un desarrollo industrial.
Es así que a nivel mundial (Mora, 2004) se pueden agrupar en tres tipos:
Modelo Anglosajón, la mayoría de las instituciones son privadas, tal que el modelo
se extendió hacia las de Estados Unidos de América, en los cuales el objetivo fue la
formación de las personas, con la hipótesis de que las personas bien formadas en un
sentido amplio serían capaces de servir a las empresas, al Estado y la sociedad.
A partir del Siglo XX, muchas instituciones realizaron una combinación de los modelos,
aunque en algunas predomina el modelo original, en particular, en América Latina y
España, predomina el Napoleónico bajo las siguientes características.
Los docentes como actores principales del proceso educativo, procuraban que los
alumnos aprendieran el máximo de conocimientos específicos de la profesión, lo
necesario para la vida laboral, sobre todo cuando muchos de ellos no regresan a la
universidad una vez que han sido titulados. En particular, la universidad propicia la
habilitación académica y profesional necesaria, esto último en el mediano plazo será
responsabilidad de las instituciones y de los gremios de profesionales, tal que el
modelo de universidad tendrá que cambiar.
formación de los dirigentes del Estado y las Empresas. Tal que muchas instituciones
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sólo se están convirtiendo en centros de transmisión del conocimiento, de la ciencia,
tecnología, socio humanístico, ante la falta de flexibilidad y la baja respuesta a las
nuevas demandas de la sociedad del conocimiento. En términos de estructura a nivel
internacional entre el 3-5% de la Población Económica Activa (PEA) se ocupa en el
sector primario, 6-15% en el sector de transformación y el resto en el terciario.
Ante esto, es necesario identificar una definición de modelo que permita satisfacer las
necesidades, a partir de sus cualidades y atributos. En particular, para la ciencia este puede
expresarse como:
Los elementos teóricos configuran cada uno de ellos un modelo factible de ser
representado.
Cada modelo no está exento de riesgos de abuso del lenguaje. Es decir, se abre la
posibilidad y necesidad de distinguir los sentidos, precisar su modo de empleo y
proponer mejores aplicaciones.
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El contexto al que ha de responder la educación superior está cambiando, y es necesario
que también se modifique el modelo de formación si se quiere dar respuesta a las
necesidades de este nuevo contexto.
Esa globalización, y, por tanto, la de sus requerimientos formativos, afecta de manera muy
directa al funcionamiento de las instituciones universitarias, que deberán dar respuesta a
unas necesidades de formación que ya no son las específicas de un entorno inmediato.
Un tercer aspecto que hay que resaltar de la sociedad global es la competencia global de
instituciones de educación superior. En dicho sentido, uno de los cambios más «peligrosos»
para la actual estructura de las universidades tradicionales es la posibilidad de que éstas
pierdan su privilegio nacional de ser expedidoras de títulos académicos (y en consecuencia
de los profesionales, tal como ocurre en muchos países). Si eso sucediera y es verosímil que
antes o después suceda, las universidades tendrían que competir a un nivel inimaginable en
estos momentos.
Rapidez de los flujos de información en una nueva dimensión del espacio y del
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tiempo.
Si las universidades han sido importantes en la era industrial, su papel en la sociedad del
conocimiento puede ser mucho más importante, siempre que sepan responder con
flexibilidad a las nuevas demandas de esa sociedad del conocimiento. La universidad se
vislumbra como una generadora de conocimiento, aunque no la única, y como una empresa
al servicio de las necesidades de formación y de desarrollo tecnológico del entorno dentro
de la sociedad del conocimiento.
LA UNIVERSIDAD UNIVERSAL
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La universidad del futuro se vislumbra como una institución que suministrará formación a
la gran mayoría de la población a lo largo de toda la vida. Una universidad como ésta,
extendida a una gran parte de la población, a través de toda su vida, y accesible en todo
lugar, no es igual ni puede funcionar del mismo modo que la vieja, todavía muy reciente, a
la que sólo ingresaban los pocos jóvenes que disponían de recursos elevados y que
provenían de los estratos sociales y culturales más altos de la sociedad. La universidad
universal debe plantearse nuevos objetivos y nuevos modos de funcionamiento, que no se
corresponden con los que han estado vigentes desde la Edad Media hasta hace muy poco
(Mora, 2001).
Por otro lado, los conocimientos se convierten en obsoletos en muy breve período de
tiempo. Los modelos pedagógicos tradicionales, en los que un profesor trataba de enseñar
el estado del arte de una profesión, ya no sirven.
Hay que crear un entorno de aprendizaje continuo alrededor de los estudiantes que les
capacite para seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida, y que les permita permanecer
receptivos a los cambios conceptuales, científicos y tecnológicos que vayan apareciendo
durante su actividad laboral.
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“Para eso:
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pasado.
o Los profesores deben ser sometidos a concursos periódicos. Si los
diplomas de graduación y de pos-graduación necesitan de revalidación, los
profesores no pueden mantener sus cargos con base en concursos antiguos.
La coherencia exige que los profesores universitarios presten nuevos
concursos, en plazos que permitan demostrar la actualidad de su
conocimiento.
o Flexibilidad en el tiempo de duración de los cursos. Si, por un lado, un
alumno no debe jamás llegar al término definitivo de su curso, por otro, es
imposible definir, en términos de un período fijo, el tiempo necesario para la
obtención de los conocimientos básicos para la práctica de una profesión.
Las universidades del siglo XXI no pueden más fijar la duración de sus
cursos. Los alumnos podrán someterse a concursos que determinen su
habilitación para la práctica de la profesión, de acuerdo con su propia
capacidad y con el tiempo que les sea necesario.
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De manera alguna puede asegurarse que la reforma emprendida haya alcanzado los niveles
de logros esperados. La magnitud del rezago y la gravedad de la crisis económica y
política, frenaron el ritmo y el alcance de los cambios. Sin embargo, el avance alcanzado en
lo educativo constituye un hecho sin precedente en la historia paraguaya, quizás con la
única excepción de la reforma emprendida en la década de los veinte bajo la orientación de
Ramón I. Cardozo.
En ese orden, la nueva educación paraguaya, cuya gestación tuvo como fuente inspiradora
la democracia y la búsqueda de una mayor equidad social, conforma el pilar más firme de
sustentación del esfuerzo que se viene realizando en vista a la esperada transformación de
la anquilosada y devastada sociedad recibida del régimen dictatorial.
Son varias las razones que permiten explicar la notoria desaceleración que experimenta la
reforma Educativa, aquí presentamos tres factores de relevancia:
Estos inconvenientes brindan una explicación en cuanto a la lentitud y gradualidad con que
ha ido avanzando la reforma educativa. Iniciada esta en 1993, recién en el año 2002 se puso
en ejecución la reforma de la enseñanza media, en tanto que el de la educación superior ni
siquiera cuenta con un calendario específico.
La creciente demanda por acceso a la educación superior que se viene dando por la
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sostenida masificación, el caótico y permisivo crecimiento del número de universidades
privadas, el sub-financiamiento, la débil actividad en el campo de la investigación, etc.,
están fortaleciendo una tendencia de precarización sumamente grave en la esfera
universitaria.
Frente a tan crítica coyuntura, resalta la casi inexistente voluntad de cambio que permee los
estamentos directivos del principal centro universitario del país, cuya reforma depende en
gran medida la nueva estructuración del sistema universitario paraguayo. Con la excepción
de las esporádicas y a veces convulsivas presiones de los movimientos estudiantiles
universitarios y aislados requerimientos de cambios promovidos desde el cuerpo docente, el
establecimiento universitario ha optado por la pasividad. Todo pareciera indicar que la
única preocupación de quienes la vienen dirigiendo es la de asegurar la auto-reproducción
del sistema tradicional.
La reforma educativa es un hecho, con los efectos y limitaciones ocasionados por carencias
que fueron previsibles en su momento, sin embargo, a pesar de los inconvenientes, en
especial en el campo docente, los logros alcanzados justifican suficientemente la decisión
que se asumió de poner en ejecución el plan, en el marco de muy serias restricciones que se
dieron en su inicio.
CONSIDERACIONES GENERALES
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El panorama Latinoamericano
En América Latina "la universidad está asediada", haciéndose eco de la magnitud de las
críticas suscitadas por su deficiente desempeño, escasos resultados y la lentitud para
adecuarse a los acelerados cambios que se vienen dando en el campo del conocimiento
científico y tecnológico.
Otro elemento decisivo está dado por el largo ciclo de la dictadura que imperó en el país
y que sometió a la universidad a una ininterrumpida subordinación a intereses políticos-
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partidarios. Tanto del gobierno como de los grupos políticos dominantes. El hecho es
que los regímenes autoritarios invariablemente visualizaron a la universidad como un
escenario de permanente conflicto y, en muchos momentos como focos peligrosos de
subversión. En consecuencia, se la mantuvo sometida al poder político y, por lo tanto,
aislada y con escasas posibilidades para articularse funcionalmente a la sociedad
nacional y, menos aún, a los centros académicos más innovadores del exterior.
Sin embargo, es evidente que la crisis actual requiere mucho más que el mejoramiento
de estas funciones o su mera actualización. El problema radica en que el mismo sentido
de estas actividades y la amplitud de su ejecución exigen un vasto esfuerzo de
reconstrucción conceptual de la institución universitaria, así como el carácter y
contenido de sus funciones. El análisis del funcionamiento de la universidad tradicional,
que además de su retraso conlleva pesados lastres de crónicos limitaciones e
insuficiencias, permite encuadrar el horizonte de cambio en el marco histórico en cual
deberá promoverse el proceso de su transformación. Un primer encuadre de especial
relevancia está dado por tres importantes procesos:
1.- La ininterrumpida tendencia de masificación de la educación paraguaya en general,
incluida la universidad; otro, la transición democrática, que cambió radicalmente el
escenario institucional que prevaleció durante el largo periodo dictatorial y que
condiciono férreamente el desenvolvimiento educativo y, en tercer término, el programa
de reforma, que ya cubre tanto la Educación escolar Básica como la Enseñanza Media.
a. La masificación
A diferencia del acelerado ritmo de crecimiento del sistema universitario en la
región, el caso paraguayo representa una excepción en cuanto a su dinámica de
expansión. Hasta comienzos de la década de los noventa, el sistema
universitario se caracterizó por su lentitud, lo que se reflejó en el nivel de la
matrícula, cantidad de docentes y números de universidades.
Desde su fundación, a fines del siglo XIX, hasta mediados del siglo XX, la
educación superior universitaria estaba reducida a una única universidad, recién
en 1960 se produjo la apertura de otra universidad, de carácter privado y
auspiciada por la Iglesia Católica.
Si bien ya en las décadas de los sesenta y los setenta pudieron percibirse los primeros
indicios de lo que posteriormente conformarían una dinámica de masivo
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crecimiento, es recién a partir de la década de los noventa cuando se produjo el
salto
cuantitativo. Entre 1990 y el 2000 se crearon quince universidades y la matrícula
aumentó de 25.989 a 59.836 (junio 2002).
Los efectos de esta explosiva ampliación del sistema de educación superior fueron
múltiples y muy visibles. Por un lado, se quebró la hegemonía que mantenía
históricamente la Universidad Nacional como efecto directo de un sostenido
crecimiento del sector universitario de gestión privada, tanto en términos de
matrícula como de la cantidad de instituciones.
En segundo lugar, la expansión permitió una acelerada diferenciación de 3 carreras,
en especial en las ramas jurídicas, administrativas e informática. En tercer término,
el crecimiento institucional facilitó el acceso de sectores que al insertarse en el
sector privado evitaban el obstáculo impuesto por la principal universidad pública a
través del sistema de examen de ingreso. Como es sabido, tal medida fue la primera
valla de contención que impuso la Universidad Nacional cuando comenzó a
intensificarse la masificación hacia la década de los cincuenta.
32
experimental 2002-2004)
d. La crisis de la universidad tradicional
En América Latina, el papel y la evolución de la educación universitaria cuenta con
una larga trayectoria debido a su estrecha relación con el desenvolvimiento de las
sociedades nacionales.
En ese orden, tema como la participación de los estudiantes en el gobierno
universitario, la estructura académica, el currículum, los conflictos generados por
los movimientos estudiantiles, la autonomía universitaria, la calidad de la
educación, la intromisión de la política, etc., aparecieron en diferentes contextos
sociales, políticos e ideológicos, configurando situaciones muy diferenciadas, tanto
en términos de la magnitud de la crisis como de los resultados.
En esencia, tales problemas surgieron como consecuencia del desbalance que fue
creándose entre las necesidades y exigencias de la sociedad, las que fueron
generándose en el mismo interior del sistema educativo con el avance de la reforma
educativa y las respuestas provenientes de la universidad. En cada tiempo y
circunstancia, el centro de interés -y, consiguientemente, de los conflictos y
opciones- en la medida que no fueron resueltos se reiteraron cíclicamente. Lo que
distingue a una u otra coyuntura es la particular salida que se le ha podido dar a la
crisis en cada caso.
En consecuencia, el análisis que sigue se centra en el largo período de crisis que
viene soportando la universidad paraguaya, afectada por procesos estructurales de
alcance más general y también por factores propios del contexto histórico nacional.
En ese orden, la visualización y seguimiento de la situación se plantean a través de
la observación de lo que ha pasado en cada una de las funcionales que han servido
de sustentación y guía a la universidad tradicional.
e. La formación profesional (docencia-enseñanza)
Esta función, consiste en la preparación de personas que irán a ocupar diversas
posiciones sociales y económicas en la sociedad, cumple el papel de asegurar la
reproducción del sistema social. En esencia, es una tarea de docencia. La crítica que
hoy recae sobre la calidad de la formación profesional, casi única tarea que cumple
un apreciable número de universidades latinoamericanas, y en la que esta incluida la
paraguaya, no es benigna. Si bien en Paraguay no existen estudios que hayan tratado
de ofrecer evidencias más sistemáticas y empíricas sobre la cuestión, son pocos los
que dudan sobre el bajo nivel de calidad de la enseñanza impartida en las diferentes
carreras y, por consiguiente, de la escasa competencia profesional de los egresados
universitarios.
Los movimientos estudiantiles universitarios mantienen esta objeción sobre el
desempeño de la universidad como un punto central de sus reivindicaciones "La
Universidad enseña poco", sostiene.
33
Especialización Docencia en Educación Superior
Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas
Introducción a la Docencia Universitaria
35
trabajo fue ampliándose aceleradamente. Conforme fue acentuándose esta tendencia
de desajuste, el sentido de la relación entre la dinámica universitaria y las demandas
sociales fue mermando el grado de pertinencia de la enseñanza superior
universitaria. Como era de esperar, la masificación contribuyó a acelerar el
desajuste y a insertar en el escenario universitario uno de los problemas más álgidos
de la crisis que afecta a la educación superior.
Un efecto colateral al indicado fue el credencialismo, entendido como tal la
necesidad de contar con un título, independientemente de su valor como indicador
de un determinado grado de competencia. La disputo en el mercado laboral por el
acceso a una ocupación se mediatiza por la tenencia de un título universitario, lo
que, a su vez, induce a un crecimiento distorsionado de la oferta.
Finalmente, otro efecto negativo de la masificación universitaria, no desliga de la
situación antes descripta, es la devaluación educativa. Esto es, la pérdida del valor
que experimenta los grados adquiridos a causa del desfasaje entre oferta y demanda
de educación superior, el debilitamiento de la calidad de la educación recibida,
factores que incidieron fuertemente en consolidar la práctica del clientísmo.
h. La extensión universitaria
En su sentido originario, el concepto de extensión respondió al propósito de abrir o
transmitir a la sociedad el acervo cultural y de conocimientos de la universidad. En
su origen, uno de los fundamentos de esta idea fue quebrar el elitismo de la
universidad tradicional.
De lo que se trataba era de dejar fluir las corrientes del saber y la cultura hacia
sectores excluidos de la sociedad. De hecho, un planteamiento de esta naturaleza en
un estadio de desarrollo de los países en el que la universidad monopolizaba tanto el
conocimiento como otras manifestaciones culturales, era de una enorme
significación, sobre todo por su sentido de equidad. Sin embargo, la contribución de
la universidad en este campo se ha caracterizado por su intermitencia y, sobre todo,
por su exigua trascendencia.
En el caso de Paraguay, que ha tenido autoritarismo como un serio lastre por más de
medio siglo, la extensión subsistió más bien como una formulación de deseos,
expresados en las sucesivas leyes universitarias promulgadas, pero con pocas
manifestaciones en la práctica.
La realidad actual ofrece un panorama muy distinto al que ha constituido
históricamente el escenario de la universidad tradicional. Un factor relevante que
marca esta diferencia es que en la sociedad contemporánea la universidad ya no
constituye el único actor que concentra los conocimientos, los avance de las
ciencias y la reflexión intelectual. Numerosos centros compiten con ella,
responsabilizándose de las funciones que por un largo ciclo histórico fueron de su
exclusivo patrimonio.
36
Especialización Docencia en Educación Superior
Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas
Introducción a la Docencia Universitaria
Hoy día, una gran parte de los más relevantes aportes de la investigación
científica son prodigados por las empresas privadas y, en lo que a cultura
popular se refiere, macro-empresas productoras que controlan el campo artístico
y cultural saturan la sociedad con los más variados bienes culturales.
Investigadores y analistas de la educación superior hablan de una nueva forma
de producción de conocimiento que se caracteriza por su flexibilidad, por no
concentrarse en la universidad, por la transdiciplinariedad y el trabajo de equipo
(Modelo Innovador). Esta nueva forma se contrasta con el Modelo Tradicional,
donde la generación de conocimientos todavía se concentra en disciplinas
individuales y en el marco institucional de los centros de educación superior.
No es menos significativo el cambio que se viene produciendo en la universidad
paraguaya con relación al papel relevante que desempeño la universidad
tradicional en la formación de líderes, el tratamiento de los grandes temas
nacionales y el de servir como escenario de formación y acción de la
inteligencia nacional. Lo que se observa es que tal atributo, por diferentes
razones contextuales, entre ellas la intolerancia del autoritarismo hacia la
actividad del pensamiento, prácticamente ha desaparecido del escenario
universitario, con muy escasa excepciones.
En cambio, lo que aparece cada vez con mayor nitidez y legitimación es el sesgo
que se advierte en el surgimiento de un enfoque de carácter marcadamente
tecnocrático y que se sustenta en la idea de la relevancia de ubicar a la
educación superior como instrumento central de la modernización del sistema
productivo.
Sin embargo, los riesgos de un cambio de naturaleza, a nombre de un proceso de
modernización, son visibles y no son pocos los que reclaman la necesidad de no
permitir la extinción de una de las cualidades más positivas que tuvo la
universidad tradicional.
En tanto que no desaparezca la capacidad creativa y la responsabilidad social
que constituyen la razón de ser de la Universidad, la idea de extenderse hacia la
sociedad, de transferir lo que ha recibido como legado del pasado o de lo que ha
producido por su propia capacidad de innovación, no puede ser considerada
como una misión obsoleta o desfasada. Sin embargo, lo que carece ya de
vigencia es la forma en que fue concebida y tratada de aplicar por la universidad
tradicional. Temas como la Paz, la Multiculturalidad, la Igualdad de Género, la
vigencia de los Derechos Humanos fundamentales, la preservación del Medio
Ambiente, la Protección de la Infancia y la niñez son, entre otros aspectos
humanos, valores sobre cuya imposición y vigencia, la universidad actual debe
asumir un compromiso directo e indeclinable.
37
Educación Superior
Un punto de partida insoslayable es el de reconocer que la Educación Superior
Universitaria carece de ciertas condiciones que se dieron en los primeros dos
niveles del sistema educativo. Tales factores fueron de carácter interno, mientras
que otros tuvieron su origen en el contexto exterior. El escenario de la
Educación Superior presenta diferencias significativas y, por lo tanto,
limitaciones y obstáculos a los que cabe atribuir un carácter de mayor
especificad.
El primero, el fuerte arraigo con que ha subsistido a través del tiempo el principio
de autonomía universitaria. La misma ha sido visualizada como la separación
absoluta que debe mediar entre la universidad y el Estado como la máxima garantía
de su normal desempeño académico e institucional.
Por lo demás, este aislamiento reconoce un solo plano de excepción: la
responsabilidad del Estado de proveer a la universidad pública de los recursos
necesarios para su funcionamiento.
Segundo, la resistencia en aceptar cualquier grado de injerencia del Ministerio de
Educación y Cultura, con el argumento de que tal vínculo representa una amenaza
directa de intromisión, principalmente político-partidaria, en el ámbito universitario.
Estos patrones ideológicos, profundamente arraigados en la universidad tradicional,
requieren de una cuidadosa y decidida revisión dado que, de mantenerse en sus
términos habituales, poco es lo que podría adelantarse en el sentido de configurar
nuevas formas de relación entre institución universitaria y el Estado. En lo que
sigue, se enumeran un conjunto de principios que son considerados fundamentales
para generar, además, un paradigma compartido de la universidad que necesita la
sociedad paraguaya en este tramo de su historia, y además que permita contribuir al
surgimiento y consolidación de una fuerza de cambio capaz de romper la rígida
estructura en la que aun se sustenta la universidad tradicional.
1.-Integralidad de la reforma.
La crisis de la universidad tradicional envuelve la totalidad de sus dimensiones tanto
en el orden organizativo como académico, curricular y financiero. Por consiguiente,
el proceso de su transformación exige una estrategia de acción global que incida
sobre su estructura y funcionamiento como una totalidad. El gran desafío es, por
consiguiente, estructurar y poner en marcha una política integral de reforma de la
educación superior y no simplemente un cambio de la ley de universidades.
2.- Prioridad de la reforma de la educación pública
La reforma de la universidad pública, aun centrada y representada por la
Universidad Nacional de Asunción, debe ser considerada como primera prioridad.
Son varias las razones que avalan este criterio.
Por una parte, y aun cuando en la actualidad están en funcionamiento otras
universidades públicas, institucionalmente el peso todavía dominante de su oferta
curricular, su cobertura de matrícula y su tradición histórica la ubican en una
posición de alta significación e incidencia en todo proceso de reforma del sistema
universitario. Por otra, no debe omitirse el hecho de que es en esta universidad
38
donde radica la mayor resistencia al cambio, lo que afecta al sistema universitario
en su totalidad. En otro término, no existe posibilidad de una efectiva reforma de la
Educación Superior universitaria sin una previa transformación de la Universidad
Nacional de Asunción.
3.- El Sistema Educativo nacional como referente fundamental
El reconocimiento de que el nivel terciario, sea el universitario como el no
universitario, es parte integral del sistema educativo nacional es el principal
fundamento de la reforma del sistema universitario. Este principio, avalado por la
Constitución Nacional y por la Ley General de Educación, marca el sentido de
integridad que debe caracterizar al conjunto del sistema educativo. A la vez, es lo
que permite que la educación - considerada como una totalidad- además de brindar
la oportunidad a cada ciudadano de contar con la oportunidad de lograr las
competencias para desarrollar plenamente su vida, se inserte positivamente en el
esfuerzo de un desarrollo humanizado de la sociedad.
4.- La relación universidad, estado y sociedad
Las transformaciones ocurridas en el mundo del conocimiento, la revolución
científica y tecnológica, la globalización y la excepcional expansión de los medios
masivos de comunicación han generado un contexto marcadamente diferente al que
rodeó a la universidad tradicional. Es la razón por la que cualquier reforma de la
educación superior que se emprenda va a requerir una reformulación de las
relaciones entre la universidad y el Estado. Es decir, exigirá definir cual deberá ser
el papel que le corresponderá desempeñar al Estado en cuanto a funcionamiento del
sistema educativo terciario. De igual manera, a la Universidad en concordancia con
el Estado, le cabe la responsabilidad de acordar la naturaleza y alcance que en la
actualidad deberá darse a la autonomía universitaria. Igual exigencia se plantea con
relación a la sociedad, y, en este plano, la función que en este nuevo escenario le
corresponderá al mercado.
5.- Calidad
El mejoramiento de la calidad de la educación superior constituye el principal
desafío de la universidad paraguaya. Ello supone no solamente la tarea de superar el
rezago organizativo e institucional, claramente visible cualquiera sea el parámetro
de comparación que se adopte, sino, además, la de incorporar nuevas dimensiones
del conocimiento humano que ya forma parte del acervo de la cultura
contemporánea.
Desde una perspectiva más global, el mejoramiento de la calidad de la educación
superior supone, además de un gran esfuerzo de actualización curricular y
diversificación, la incorporación de nuevas tecnologías de enseñanza y organización
académica.
6.- Pertinencia
El concepto de la pertinencia social de la universidad ocupa uno de los lugares
centrales en la tarea de reformar la educación superior universitaria.
La pertinencia se entiende como "el papel desempeñado por la enseñanza superior
como sistema, y por cada una de sus instituciones con respecto a la sociedad, y
también desde el punto de vista de lo que la sociedad espera de la educación
39
superior". La pertinencia debe, pues, abarcar cuestiones como la democratización
del acceso y mayores oportunidades de participación en la educación superior
durante distintas fases de la vida, los vínculos con el mundo del trabajo y las
responsabilidades de la educación superior con respecto al sistema educativo
conjunto. Completando el alcance del concepto, la pertinencia tiene igualmente
relación con "la participación de la comunidad de la educación superior en la
búsqueda de soluciones a problemas humanos apremiantes como la demografía, los
derechos humanos, el afianzamiento de la paz, el pluralismo y la equidad social, por
citar algunas de las principales "preocupaciones de la sociedad contemporánea.
Como resultado claro, el concepto de pertinencia debe ser encarado en estrecha
relación entre universidad, estado y sociedad, y la tradicional función de la
extensión universitaria.
7.-Equidad
En la esfera educativa, el tema de la equidad parte de una interrogante esencial:
¿Cómo inciden las políticas educativas sobre la equidad?. Un primer punto de
importancia es el reconocimiento de dos escenarios diferentes que inciden sobre la
equidad: uno, de orden interior al sistema educativo y que tiene que ver con el
acceso (la educación para todos), las condiciones para el mantenimiento en el
sistema educativo, participación de una educación de calidad, etc. ;Otro, que
corresponde al entorno del sistema educativo y donde intervienen factores que
restringen, de una u otra manera, la participación de la población en este nivel
educativo, sea por razones económicas, raciales o lingüísticas, etc.
De acuerdo a estas consideraciones, es interesante resaltar que entre una y otra
esfera se produce interacción que afecta las condiciones de equidad. En otros
términos, la misma sociedad influye sobre el sistema educativo, generando
situaciones de inequidad y, a su vez, el sistema educativo puede funcionar en un
sentido que no hace sino afianzar el cuadro de desigualdad que prevalece en la
sociedad. En tal caso, la educación estaría favoreciendo la simple reproducción de
las estructuras in equitativas de la sociedad. Este es precisamente el papel que ha
venido cumpliendo históricamente la educación universitaria paraguaya, que ha
mantenido un perfil marcadamente elitista.
La acelerada expansión de la matrícula terciaria, universitaria y no universitaria,
durante el último cuarto de siglo, parecería confirmar la existencia de un proceso de
democratización de la educación superior. Tal sería el caso si quienes están
accediendo a los institutos terciarios y a las universidades estuvieran recibiendo una
educación de similar calidad.
Hoy día se tiene espectro de instituciones universitarias en uno de cuyos extremos
se ubican unas pocas que garantizan un nivel académico relativamente aceptable o
de cierto grado de excelencia y, en el extremo opuesto, un numeroso grupo
caracterizado por una precariedad académica que nada tiene que ver con lo que
40
tendría que representar esta categoría de institución educativa.
La transformación hacia una universidad más equitativa pasa tanto por las normas
jurídicos-legales como por las políticas de desarrollo institucional de las
universidades.
8.- La Educación Superior como sistema
La comprensión de la naturaleza interna de la institución universitaria representa un
punto de partida fundamental para la reformulación de la política dirigida a dicho
sector del sistema educativo, pero esto no debe excluir el entendimiento del papel
que desempeña el sistema como totalidad.
Esta perspectiva sistemática abre dos líneas de intervención que determina el grado
de pertinencia de la educación superior. Por una parte, la forma que un sistema de
educación superior, caracterizada por su segmentación, como es el caso paraguayo,
incide en cuanto al grado de diferenciación de la oferta educativa. En otros
términos, en qué medida un sistema altamente heterogéneo en cuantos a sus niveles
de calidad reduce su capacidad de contribuir a la equidad de acceso de la demanda,
y más bien agudiza las condiciones de desigualdad social.
No es menos relevante la importancia que reviste para la reforma universitaria
definir lo que se pretende alcanzar del sistema universitario, tanto en el marco del
sistema educativo total, así como en relación a las metas de transformación y
desarrollo del país. A esta exigencia responde la formulación de un proyecto
educativo nacional, del cual no puede quedar excluida la educación superior
universitaria.
9.- Pedagogía del cambio
El sentido de la pedagogía universitaria es el del cambio. Además de los argumentos
conceptuales que avalan esta orientación pedagógica, las condiciones del entorno
social y cultural imponen el afianzamiento de un esfuerzo firme y sostenido de
innovación.
El grave atraso institucional ubica a la universidad paraguaya entre aquellas que
comparten los niveles más bajos de calidad académica. Carente de una tradición
crítica, y funcionando por largas décadas en un contexto autoritario que le impuso
serias limitaciones, la perspectiva de generar procesos y posibilidades de cambio
para encarar su transformación no fue precisamente una opción viable para el
sistema universitario paraguayo.
El predominio de una cultura conservadora y de condiciones disuasivas para el
análisis, el debate y la emisión de juicios libres y críticos impregnaron
profundamente la pedagogía universitaria. Aunque menos visible en el ámbito de las
disciplinas científicas, en las de carácter humanístico el efecto de las múltiples
formas de censura ha sido distorsionante e inmovilizador.
En esta constatación muestra la escasa incidencia que ha tenido el principio de
autonomía proclamado por las sucesivas leyes universitarias que tuvieron vigencia
en el país. A la vez, permite constatar que la libertad académica, para que se
constituya en un impulso creativo e innovador, requiere de una política que avance
más allá de la mera enunciación en los estatutos o la legislación. La política de
transformación de la educación superior debe brindar la mayor atención a este
41
punto, más aún considerando el exiguo margen de aportes que hasta ahora ha
evidenciado el sistema universitario. Una superficial comparación con otros grupos
e instituciones que operan en el marco de la sociedad civil revela la mayor
eficiencia de estas organizaciones, en particular en el campo de los estudios
sociales.
10.- Viabilidad
La urgencia de formular una propuesta de transformación de la educación superior
en el Paraguay radica en la necesidad de sustraerla del estancamiento en que se
encuentra y del reconocimiento del papel fundamental que le corresponde en la
formación a nivel superior, la dinamización de la economía del país y el logro de
condiciones sociales más equitativas, por citar solo algunas de sus
responsabilidades. El principal cuidado que deberá tenerse en esta tarea de esbozar
un plan que ofrezca las mínimas seguridades de viabilidad y de una ejecución que
permita la posibilidad de contar sin una capacidad de evaluación de su desarrollo y
las condiciones que permitan abrir posibilidades de rectificación de su estrategia y
programas, conforme lo exija la realidad.
11.- Participación y consenso
La formulación de una propuesta de reforma de la educación superior requiere de
una amplia participación de la comunidad académica y de los diversos sectores
involucrados con la cuestión educativa y el desarrollo nacional. Su fuerza y
principal sustento deben descansar, a más de la pertinencia de los objetivos y la
excelencia del plan de reforma, en el mayor margen de consenso que se logre
obtener tanto a nivel público como privado.
Reconociendo la importancia del aporte de los núcleos de especialistas y de los
administradores educativos que operan a este nivel, la viabilidad de la reforma
depende, dado su grado de complejidad y de la magnitud de los cambios, de la
comprensión y el sentido de pertenencia que suscita tanto en la dirigencia nacional
como en la ciudadanía en general. La diferencia de la reforma de la educación
superior con relación a la de la educación básica y media, es que esta implica
cambios institucionales, económicos y políticos que afectan otras esferas, además de
la que corresponden estrictamente al campo educativo. Una iniciativa que pudiera
contribuir positivamente a facilitar el plan de la reforma es la de impulsar un pacto
educativo que comprometa a la dirigencia política nacional a respetar y apoyar la
propuesta de transformación legitima y participativamente consensuada.
12.- Heterogeneidad de la demanda
La nueva universidad no puede desentenderse de un fenómeno cuyo inicio ha sido
el incremento de la participación de la población joven en la educación superior. Es
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Introducción a la Docencia Universitaria
conocido que desde los años sesenta, el incremento de la matricula se constituyó en uno de
los procesos que llevaría a modificar profundamente la dinámica universitaria. Pero,
además, varios estudios realizados entre las décadas de los sesenta y setenta, mostraron que
tal expansión se dio, fundamentalmente, a partir de la incorporación de jóvenes
provenientes de los estratos medios y altos. Lo que pudo constatarse es que lo que se dio
fue, además de ampliarse las oportunidades para los hijos provenientes de familias de
estratos alto y medio, una masiva incorporación de las mujeres en el sistema educativo
superior. Tanto es así que a mediados de los años setenta, en un conjunto de países -
incluido el Paraguay - la mitad de la matrícula universitaria estaba constituida por mujeres.
Todo indica que sé está en presencia de una segunda ola que se acerca a la educación
superior desde los estratos más populares. Esta situación, además de la segmentación del
sistema educativo medio, plantea el problema de un mayor grado de hetereogeneización de
las cohortes que irán ingresando en el nivel terciario universitario. La universidad no deberá
desentenderse de una realidad que impone una diferencia en el punto de inicio de quienes
comienzas sus estudios universitarios y que, por proceder de centros educativos medios de
inferior calidad, ven disminuidas sus chances de permanecer en el sistema, o aspirar a una
educación de mayor calidad.
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2. EL DERECHO A LA EDUCACIÓN
EJES TEMÁTICOS:
OBJETIVOS
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Introducción a la Docencia Universitaria
Tener acceso a la escuela es un primer paso para ejercer el derecho a la educación. Pero su
pleno ejercicio exige que ésta sea de calidad, promoviendo el pleno desarrollo de las
múltiples potencialidades de cada persona, a través de aprendizajes socialmente relevantes
y experiencias educativas pertinentes a las necesidades y características de los individuos, y
de los contextos en los que se desenvuelven.
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Introducción a la Docencia Universitaria
cultura. Estos factores son dinámicos y cambiantes por lo que la definición de una
educación de calidad también varía en diferentes períodos, de una sociedad a otra y de unos
grupos o individuos a otros.
En este sentido, la calidad de la educación implica hacer un juicio de valor sobre cómo se
comporta el sistema, desde la más alta jerarquía hasta el nivel de lo que los estudiantes
aprenden en el aula- respecto a lo que los países consideran que son los fines que éste debe
alcanzar. Desde esta perspectiva y sobre la base de considerar la educación como derecho
humano fundamental de todas las personas, la OREALC/UNESCO incorpora en el
concepto de calidad de la educación cinco dimensiones esenciales y estrechamente
relacionadas entre sí, al punto que la ausencia de alguna de ellas determinaría una
concepción equivocada de lo que cabría entender por calidad de la educación. Estas cinco
dimensiones son equidad, relevancia, pertinencia, eficacia y eficiencia.
2.3.1. Equidad
Las tensiones entre calidad y equidad son objeto de controversia en numerosos países
del mundo. Es posible identificar tres posiciones ideológicas que tienen consecuencias
distintas en la equidad educativa (Marchesi y Martín, 1998). Desde una posición más
liberal, se piensa que no es posible lograr un alto nivel de excelencia con todos porque
se corre el riesgo de bajar las expectativas de calidad y ofrecer una educación peor a
todos.
En ideologías más igualitarias, se considera que los centros universitarios deben tender
a la igualdad, por lo que se refuerzan los elementos compensatorios para conseguir una
mayor igualdad de oportunidades, dando pie a una alta regulación y centralización por
parte del Estado.
48
capacidades, alcancen los máximos niveles de desarrollo y aprendizaje posibles; es
decir, cuando todos los estudiantes, y no sólo quienes pertenecen a las clases y culturas
dominantes, desarrollen las competencias necesarias para ejercer la ciudadanía,
insertarse en la actual sociedad del conocimiento, acceder a un empleo digno y ejercer
su libertad. De este modo, la equidad se convierte en una dimensión esencial para
evaluar la calidad de la educación.
Asegurar el pleno ejercicio del derecho a una educación de calidad para todos exige
garantizar el derecho a la igualdad de oportunidades, es decir, proporcionar más a quien
más lo necesita y dar cada uno las ayudas y recursos que requiere para estar en igualdad
de condiciones de aprovechar las oportunidades educativas. No basta con brindar
oportunidades. Es preciso generar las condiciones para que éstas sean aprovechadas por
cualquier persona, de modo que puedan participar, aprender y desarrollarse plenamente
(Blanco, 2006). Este aspecto es de vital importancia porque, desde ciertos enfoques, se
considera que la única obligación de los sistemas educativos es ofrecer igualdad de
oportunidades y, a partir de ahí, todo queda en manos de los alumnos, es decir de los
“méritos” y “esfuerzos” que realicen. Sin embargo, cabe preguntarse si esto es real y
justo en sistemas educativos tan fragmentados y desiguales como los de América Latina
y El Caribe.
A este respecto, se puede hablar de tres niveles distintos y vinculados entre sí:
49
Equidad de acceso, cuando las oportunidades de acceder a los diferentes niveles
educativos, o a algún o programa, son las mismas para todos, sin distinción de ninguna
naturaleza. El pleno acceso de toda la población a la educación y la continuidad de estudios
requieren que el Estado asegure escuelas disponibles, accesibles y asequibles para todos.
Equidad en los recursos y en la calidad de los procesos educativos. Aquí se debe exigir un
trato diferenciado, pero no discriminatorio, respecto a los recursos financieros, materiales,
humanos, tecnológicos y pedagógicos, según las distintas necesidades de personas o
grupos, con el fin de lograr resultados de aprendizaje equiparables. Como afirma Lasch
(1996), mientras que todos no tengan el mismo acceso a los medios para adquirir
competencias, la teórica igualdad de derechos no conferirá dignidad a las personas.
La equidad en los recursos y en los procesos requiere, entre otras cosas, currículos amplios
y flexibles que sean pertinente para todos los estudiantes; recursos y apoyos adicionales
para todos aquellos que, por diferentes causas, los necesitan para avanzar en su
aprendizaje.; la asignación de los docentes más competentes, materiales educativos
pertinentes; y una distribución equitativa de los recursos humanos, financieros y materiales.
Equidad en los resultados de aprendizaje. Se aspira a que todos los estudiantes, sea cual
sea su origen social y cultural o la zona geográfica en que habiten, alcancen aprendizajes
equiparables, según sus posibilidades. Es decir, que las diferencias en los resultados no
reproduzcan las desigualdades de origen de los estudiantes ni condicionen sus opciones de
futuro. La equidad en los resultados también está relacionada con los años de estudio
cursados por los estudiantes.
2.3.2. Relevancia
Una de las finalidades de la educación, junto con el desarrollo integral de las personas, es
fomentar el respeto de los derechos y libertades fundamentales, por lo que la
educación será relevante si los estudiantes tienen la oportunidad de conocerlos y
vivenciarlos. Esto significa aprender no sólo conocimientos y habilidades, sino sobre todo
valores, actitudes y comportamientos. Un ambiente respetuoso de los derechos y un
currículo que contemple el aprendizaje de los mismos son dos condiciones sine qua non
para una educación de calidad (Muñoz, 2004).
La decisión sobre qué aprendizajes son más relevantes debería realizarse considerando de
qué manera contribuyen a alcanzar los fines de la educación, buscando un equilibrio entre
las demandas sociales, las del desarrollo personal y las derivadas del proyecto social y
cultural que se desea promover mediante la educación escolar (Coll y Martín, 2006). Dar
respuesta a este conjunto de exigencias puede conducir a una sobrecarga curricular que
atentaría contra la calidad de la educación. Hay que hacer opciones porque no todo lo que
es importante puede ni debe enseñarse en la escuela. Los mismos autores plantean una
distinción que, sin estar exenta de dificultades, puede servir de ayuda para seleccionar qué
es lo más relevante que debieran aprender los estudiantes: los aprendizajes básicos
imprescindibles y los aprendizajes básicos deseables.
52
exclusión social. Los aprendizajes básicos deseables, por su parte, son aquellos que, aun
siendo importantes para el desarrollo personal y social del alumnado, no lo condicionan
negativamente en caso de no producirse, y podrían ser adquiridos sin grandes dificultades
más allá del término de la educación obligatoria.
Una vez identificados estos dos tipos de aprendizaje hay que decidir cuáles deben incluirse
en la educación obligatoria, o en otros niveles educativos, y con qué nivel de profundidad.
La idea de esta distinción, según los autores, es prestar una mayor atención a aquellas
competencias que, de no alcanzarse, puede tener consecuencias importantes para los futuros
aprendizajes, sirviendo también de referencia para la evaluación y definición de estándares
de rendimiento escolar y para la evaluación y acreditación de los aprendizajes. Pero hay
que tener especial cuidado en que la educación no se reduzca a los aprendizajes
imprescindibles, porque esto limitaría las oportunidades de desarrollo de los estudiantes y,
en consecuencia, su derecho a una educación de calidad.
Otro debate fundamental relacionado con la relevancia tiene que ver con la forma de
expresar los aprendizajes básicos: ¿por contenidos, competencias, o estándares? Es posible
observar una tendencia creciente a definir los currículos por competencias e incluso, en
algunos casos, a establecer simplemente estándares de aprendizaje. Al respecto, es
importante señalar que tanto los contenidos como las competencias y estándares definen, de
distinta manera, los resultados esperados de aprendizaje, aunque los estándares definen,
además, niveles de logro respecto de dichos aprendizajes.
Cecilia Braslavsky (2001) entiende por competencias aquellas habilidades vinculadas con
el desempeño autónomo, el conocimiento aplicado y aplicable, el conocimiento en acción,
y el conocimiento resultante del saber hacer y saber explicar lo que se hace. La
53
clave y por contenidos fundamentales, asociados al dominio de las mismas, puede resultar
una vía de gran utilidad a la hora de definir los aprendizajes básicos en los diferentes
niveles educativos (Coll y Martín, 2006).
En cuanto a la idea de sustituir el currículo por estándares, los múltiples estudios realizados
sobre las repercusiones de estas políticas han matizado las posiciones, destacando las
insuficiencias e incluso los riesgos de actuaciones muy radicales. La necesidad de “alinear”
currículo y estándares, haciendo coherentes y complementarias ambas líneas de actuación,
es hoy un principio aceptado por amplios sectores educativos (Coll y Martín, 2006). Los
estándares son un instrumento fundamental para la revisión, mejora y actualización del
currículo, pero no debieran ser una alternativa sino un complemento al mismo.
2.3.3. Pertinencia
La pertinencia de la educación nos remite a la necesidad de que ésta sea significativa para
personas de distintos estratos sociales y culturas, y con diferentes capacidades e intereses,
de forma que puedan apropiarse de los contenidos de la cultura mundial y local, y
construirse como sujetos en la sociedad, desarrollando su autonomía, autogobierno, su
libertad y su propia identidad. La pertinencia, en coherencia con un enfoque de derechos,
significa que el centro de la educación es el estudiante, por lo que es ineludible considerar
su propia idiosincrasia en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Para que haya pertinencia la educación tiene que ser flexible y adaptarse a las necesidades y
características de los alumnos y de los diversos contextos sociales y culturales. La
“adaptabilidad” es uno de los parámetros establecidos en el ámbito
internacional para asegurar el derecho a una educación de calidad para todos, junto con la
accesibilidad, la disponibilidad y la aceptabilidad (Naciones Unidas, 2003).
En el plano curricular, la pertinencia requiere diseños abiertos y flexibles que puedan ser
enriquecidos o adaptados en diferentes niveles, en función de las necesidades educativas,
aptitudes e intereses de los alumnos y de las características y exigencias de los contextos en
los que se desarrollan y aprenden.
En buena lógica, los diferentes niveles de toma de decisiones deberían permitir el desarrollo
de un currículo a la medida de cada alumno y alumna, pero no pareciera que esto haya sido
garantía suficiente para lograr una mayor pertinencia en los aprendizajes, debido, entre
otros factores, a una cultura de la homogeneización muy instalada en la enseñanza.
La decisión clave es cuánto ha de ser el margen de apertura para dar cabida a lo diverso, sin
que ello sea una sobrecarga para los alumnos y docentes, máxime cuando los aprendizajes
básicos que se establecen en los currículos nacionales suelen ser más un techo que un piso
mínimo. Al respecto, es importante señalar que la respuesta a la diversidad no debe
54
reducirse solamente al espacio de diversificación u optatividad, sino que el currículo común
(nacional) también debe considerar la atención a la diversidad, incorporando aprendizajes
orientados a la comprensión de las diferencias, al respeto mutuo, y al conocimiento de
distintas culturas y religiones, entre otros aspectos.
Si bien el diseño curricular es un elemento importante para que la educación sea más
pertinente, es en las prácticas pedagógicas donde adquiere mayor significación. Una
educación pertinente es aquella que tiene al alumno como centro, adecuando la enseñanza a
sus características y necesidades, partiendo de lo que “es”, “sabe” y “siente”.
Lograr que el aprendizaje sea pertinente para todos exige una transformación profunda de
las prácticas educativas, transitando desde una pedagogía de la homogeneidad hacia una
pedagogía de la diversidad, aprovechando ésta como una oportunidad para enriquecer los
procesos de enseñanza y aprendizaje, y optimizar el desarrollo personal y social.
“Desarrollar una pedagogía de la diversidad es lo que necesitan los tiempos modernos, si la
escuela quiere alzar valores morales fuertes contra las discriminaciones de todo tipo que
nos acechan” (Ferreiro, 1998).
Esta afirmación choca contra una cultura instalada de la homogeneidad, en la que se trata a
todos los alumnos como si fueran iguales, considerando las diferencias como algo anómalo
que se aleja de la norma establecida y, por tanto, que deben ser objeto de programas
diferenciados.
Además de las tres dimensiones anteriormente señaladas, la eficacia y la eficiencia son los
otros dos atributos básicos de una educación de calidad para todos que han de representar
las preocupaciones centrales de toda política pública en el terreno de la educación.
55
La eficacia se pregunta por la medida y proporción en que se logran alcanzar los objetivos
de la educación establecidos y garantizados en un enfoque de derechos; es decir, en qué
medida se es eficaz en el logro de aspectos que traducen en términos concretos el derecho a
una educación de calidad para toda la población, en cuanto a la equidad en la distribución
de los aprendizajes, su relevancia y su pertinencia. Por ejemplo, en qué medida los niños
logran acceder a la escuela; se atienden las necesidades educativas de los adultos; los
estudiantes concluyen la educación obligatoria; las personas logran los aprendizajes que
corresponde lograr en cada etapa educativa; los recursos y procesos educativos están
asignados y organizados de manera que se favorezcan aprendizajes relevantes y pertinentes;
y estas metas educativas son alcanzadas por todos y no se reproducen diferencias sociales
de partida que se traducen en una inequitativa distribución de oportunidades y capacidades.
Los ejemplos indican que bajo esta dimensión no sólo se deben tener en cuenta los
resultados de aprendizaje en las materias fundamentales del currículo, sino también la
eficacia de la gestión curricular en su sentido más amplio y de la gestión de la convivencia
escolar, aspectos estrechamente relacionados con la equidad, relevancia y pertinencia de los
aprendizajes. A este respecto, el desafío para los sistemas educativos es cómo plantear los
objetivos de políticas que se desprenden de un enfoque de derechos en términos de logros
que puedan ser verificados.
La eficiencia, por su parte, se pregunta por el costo con que dichos objetivos son
alcanzados. La eficiencia compromete un atributo central de la acción pública, cual es el
que ésta se ejecute honrando los recursos que la sociedad destina para tal fin, por lo que la
obligación de ser eficiente toca a la garantía de un derecho ciudadano clave. Por lo tanto, la
eficiencia es definida con relación al financiamiento destinado a la educación, la
responsabilidad en el uso de éste, y los modelos de gestión institucional y de los recursos.
Desde esta perspectiva, la eficiencia no es un imperativo economicista, sino una obligación
derivada del respeto a la condición y derechos ciudadanos de todas las personas.
Asegurar el rol del Estado como garante y regulador del derecho universal a una
educación de calidad.
Garantizar el derecho de las personas a aprender a lo largo de la vida.
Avanzar desde enfoques homogéneos y estandarizados hacia políticas educativas
integrales que consideren la diversidad con cohesión social.
Enfatizar las políticas destinadas a garantizar la inclusión.
Asegurar una distribución equitativa de recursos para una escuela pública gratuita y de
calidad para todos.
56
Mejorar el balance en la asignación de tareas y responsabilidades entre los diferentes
niveles de gestión, fortaleciendo el protagonismo de los actores locales.
Implementar políticas integrales para el fortalecimiento de la profesión docente.
Diseñar y desarrollar currículos relevantes y pertinentes para todo el alumnado.
Fortalecer políticas que tengan como centro la transformación de las escuelas para que
sean más inclusivas y logren mayores aprendizajes.
Llevar a cabo políticas integrales de evaluación educativa orientada a la mejora
progresiva de la calidad de la educación y del funcionamiento de los sistemas
educativos.
¿Cuáles son las provisiones de la ley de derechos humanos que garantiza a cada persona
el derecho a la educación?
"Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en
lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será
obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los
estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos. La
educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el
fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales;
favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los
grupos étnicos o religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones
Unidas para el mantenimiento de la paz. Los padres tendrán derecho preferente a escoger
el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos…"
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Introducción a la Docencia Universitaria
"Los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la
discriminación contra la mujer, a fin de asegurarle la igualdad de derechos con el hombre
en la esfera de la educación... Las mismas condiciones de orientación en materia de
carreras y capacitación profesional, acceso a los estudios y obtención de diplomas en las
instituciones de enseñanza de todas las categorías, tanto en zonas rurales como urbanas...
Acceso a los mismos programas de estudios, a los mismos exámenes, a personal docente
del mismo nivel profesional y a locales... La eliminación de todo concepto estereotipado de
los papeles masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza...
Las mismas oportunidades para la obtención de becas y otras subvenciones para cursar
estudios... Las mismas oportunidades de acceso a los programas de educación
permanente, incluidos los programas de alfabetización funcional y de adultos... La
reducción de la tasa de abandono femenino de los estudios y la organización de programas
para aquellas jóvenes y mujeres que hayan dejado los estudios prematuramente... Los
Estados Partes tendrán en cuenta los problemas especiales a que hace frente la mujer
rural y el importante papel que desempeña en la supervivencia económica de su familia,
incluido su trabajo en los sectores no monetarios de la economía, y tomarán todas las
medidas apropiadas para asegurar la aplicación de las disposiciones de la presente
Convención a la mujer en las zonas rurales... Obtener todos los tipos de educación y de
formación, académica y no académica, incluidos los relacionados con la alfabetización
funcional..."
59
CONVENCIÓN PARA LA ELIMINACIÓN DE TODA FORMAS DE DISCRIMINACIÓN
CONTRA LA MUJER, ART. 10 Y 14
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Especialización Docencia en Educación Superior
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Introducción a la Docencia Universitaria
igualdad ante la ley, sin distinción de raza, color y origen nacional o étnico... El derecho a
la educación y la formación profesional..."
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Especialización Docencia en Educación Superior
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Introducción a la Docencia Universitaria
"Los Estados Partes reconocen el derecho del niño a la educación y, a fin de que se pueda
ejercer progresivamente y en condiciones de igualdad de oportunidades... Implantar la
enseñanza primaria obligatoria y gratuita para todos... Fomentar el desarrollo, en sus
distintas formas, de la enseñanza secundaria, incluida la enseñanza general y profesional,
hacer que todos los niños dispongan de ella y tengan acceso a ella y adoptar medidas
apropiadas tales como la implantación de la enseñanza gratuita y la concesión de
asistencia financiera en caso de necesidad... Hacer la enseñanza superior accesible a
todos... Hacer que todos los niños dispongan de información y orientación en cuestiones
educacionales y profesionales... Adoptar medidas para fomentar la asistencia regular a las
escuelas... Los Estados Partes convienen en que la educación del niño deberá estar
encaminada... Desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del
niño hasta el máximo de sus posibilidades... Inculcar al niño el respeto de los derechos
humanos y las libertades fundamentales... Inculcar al niño el respeto de sus padres, de su
propia identidad cultural, de su idioma y sus valores, de los valores nacionales del país..."
Los Estados Partes se comprometen a... Derogar todas las disposiciones legislativas y
administrativas y abandonar todas las prácticas administrativas que entrañen
discriminaciones en la esfera de la enseñanza... Adoptar las medidas necesarias, inclusive
disposiciones legislativas, para que no se haga discriminación alguna en la admisión de
los alumnos en los establecimientos de enseñanza... formular, desarrollar y aplicar una
política nacional encaminada a promover, por métodos adecuados a las circunstancias y
las prácticas nacionales, la igualdad de posibilidades y de trato en la esfera de la
enseñanza... Hacer obligatoria y gratuita la enseñanza primaria, generalizar y hacer
accesible a todos la enseñanza secundaria en sus diversas formas; hacer accesible a
todos... En que la educación debe tender al pleno desenvolvimiento de la personalidad
humana y a reforzar el respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales,
y que debe fomentar la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones..
En que debe reconocerse a los miembros de las minorías nacionales el derecho a ejercer
actividades docentes que les sean propias, entre ellas la de establecer y mantener escuelas
y, según la política de cada Estado en materia de educación, emplear y enseñar su propio
idioma"
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"La Educación... deberá ser reconocida como un proceso por medio del cual los
seres humanos y las sociedades pueden alcanzar su entero potencial. La
educación...promueve el derecho sustentable y mejora la capacidad de las personas para
manejar temas como medio ambiente y desarrollo.... Los gobiernos deberían tomar pasos
activos para eliminar el analfabetismo.... y expandir la participación de la mujer en todos
los ámbitos... tanto en instituciones educacionales, como para promover la meta universal
del acceso a una educación primaria y secundaria..."
"Nos comprometemos a promover y a lograr los objetivos del acceso universal y equitativo
63
a una educación de calidad... Formularemos y fortaleceremos estrategias nacionales con
plazos precisos para erradicar el analfabetismo y universalizar la educación básica, que
comprende la educación en la primera infancia, la educación primaria y la educación para
analfabetos en todas las comunidades, en especial y si ello es posible mediante la
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"...La educación es un derecho fundamental para todas las personas, mujeres, hombres, de
todas las edades y en todo el mundo... Cada persona—niño, niña, joven y adulto debe
beneficiarse de las oportunidades educacionales diseñadas para satisfacer sus necesidades
básico...desarrollar sus plenas capacidades, vivir y trabajar en dignidad... mejorar la
calidad de sus vidas, tomar decisiones..."
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Introducción a la Docencia Universitaria
En una coyuntura compleja como la actual, en el que confluyen la escasez de los recursos
públicos con una creciente y apresurada globalización de los servicios, la discusión del
carácter de la educación superior como bien y responsabilidad públicos cobra un sentido
fundamental.
En términos económicos un bien público se define como un servicio u objeto que puede ser
consumido por algún o algunos individuos sin reducir las oportunidades de otros en
cuanto a su consumo o disfrute. El único rasgo distintivo de lo público es la inclusión de
todos, en tanto que el único rasgo característico de lo privado es su posibilidad de excluir a
alguien con algún criterio, bien sea religioso, étnico, socioeconómico o intelectual.
En principio, un bien público solo puede ser provisto por una entidad cuya naturaleza haga
imposible la exclusión de individuos por cuestiones de raza, sexo, idioma, religión,
posición social, recursos disponibles o filiación política. Por consiguiente, los bienes
públicos son provistos por el Estado.
"Para la Unesco, la educación es un bien público y un derecho humano del que nadie puede
estar excluido", se expresó en un comunicado, donde recomiendan a los parlamentarios
"considerar las voces de los diferentes actores sociales y los compromisos suscritos por
Chile a nivel internacional en el ámbito educativo".
"Concebir la educación como derecho y no como un mero servicio o una mercancía, exige
un rol garante del Estado para asegurar una educación obligatoria y gratuita a todos los
ciudadanos porque los derechos no se compran ni se transan", agregó.
A través de una declaración pública, la entidad afirma que "asegurar a todos los ciudadanos
una educación de calidad y fomentar la integración de estudiantes provenientes de distintos
contextos sociales y culturales es una poderosa herramienta para el desarrollo humano de
los países y la cohesión social, fundamentos de una sociedad más justa y democrática".
De acuerdo con lo planteado por la Unesco, la educación pública "es la única que puede
asegurar el derecho a una educación sin exclusiones, sin perjuicio de que existan otras
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opciones para que los padres puedan ejercer el derecho a elegir la educación que quieren
para sus hijos".
Sin embargo, continúa, "la libertad de enseñanza debe guiarse por los principios de no
discriminación, igualdad de oportunidades y la efectiva participación de todos en la
sociedad, siendo obligación de los Estados asegurar que la libertad de enseñanza no
conduzca a la desigualdad de oportunidades de determinados grupos dentro de la
sociedad".
En el marco del Foro sobre Universidades y Competitividad que tuvo lugar en el Aula
Magna de la Universidad Católica, el rector de esta casa de estudio, Dr. Michel Gibaud, se
refirió al sentido de ser de la educación superior: “es un bien público y no un bien sujeto a
intereses particulares”.
El planteo de una reforma educativa tiene que mirar el bien común de nuestra patria, no los
intereses privados de algunos grupos o de algunas universidades”, señalo el Dr. Michel
Gibaud, rector de la Universidad Católica en la inauguración del taller “Educación
Superior como pilar de la competitividad”.
"La educación superior es un bien público y de ella depende el futuro de jóvenes que
mañana podrán competir con otros en la sociedad o no", agregó el rector.
Indicó además que la sociedad está asistiendo a una serie de críticas sobre el nivel de la
educación en todos los niveles. “La cosa no está funcionando, y lo vemos en los resultados
mediocres que existen”, indicó Gibaud.
“Esta es una preocupación de la Universidad Católica, que siempre estará abierta al estudio
sobre la educación superior, como parte de su misión de responder a los desafíos que se
plantean en nuestra sociedad”, concluyó.
Algunas objeciones a la situación actual observadas por González Erico, que pueden
constituirse en objetivos de la reforma, son: la falta de actualización de los contenidos y
prácticas que no responden a los avances en ciencia y tecnología, la escasa respuesta a la
demanda del sistema productivo y del mercado laboral, y la poca participación en el debate
sobre el desarrollo nacional.
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Entre los nudos que una nueva ley debe desatar, el parlamentario citó: la naturaleza y
alcance de la autonomía universitaria, límite y articulación entre educación pública y
privada, una base fundacional que diga si la educación superior es un bien social o bien de
mercado
Asimismo hace falta reflexionar sobre si se realiza o no la gestión bajo una lógica de
mercado, sobre el financiamiento de la educación superior, la rendición de cuentas, la
responsabilidad social universitaria y el control del sistema de educación superior, entre
otros.
Con el objetivo de identificar los pasos para el logro de una reforma universitaria se realizó
el miércoles 24, en el Aula Magna de la Universidad Católica, una jornada de trabajo sobre
Educación Superior, convocada por el Ministerio de Educación y Cultura y el Grupo
Impulsor de la Competitividad.
Los últimos años de los sesenta y primeros de los setenta, significaron a nivel mundial el
apogeo y al mismo tiempo el término de un largo período, que tuvo su inicio en los finales
de la II Guerra Mundial, y que estuvo caracterizado, en los países industrializados, por un
rápido desarrollo económico.
Sobre la base de las características de su crecimiento, esos países definieron un modelo que
trasladaron mecánicamente a la periferia del sistema económico mundial. Dicho modelo
estaba basado en dos premisas esenciales: que los obstáculos para el crecimiento había que
buscarlos en las propias sociedades subdesarrolladas, dado que los países del centro eran el
motor para el desarrollo en tanto podían suplir las bajas tasas internas de formación de
capital; y que el desarrollo era un problema exclusivamente económico, por lo que había
que alcanzar los objetivos de producción y eficiencia a cualquier costo, ya que los
desequilibrios se corregirían de modo natural una vez superada la fase de despegue.
Este modelo entró en crisis en los primeros años de la década de los setenta por varias
razones, entre las que cabe destacar las siguientes:
68
Aunque en muchos de los países en vías de desarrollo se produjo un crecimiento económico
real, no hubo un proceso de convergencia entre el centro y la periferia. Las desigualdades
entre países dentro del sistema internacional se agudizaron y se consolidaron mecanismos
de exclusión de numerosos de ellos.
Aunque el crecimiento fue notable, su rentabilidad fue absorbida en parte por el incremento
de la población y en parte por las clases o capas sociales más favorecidas. Pero también se
generaron, además de una fuerte dualidad social y bajas condiciones de vida, efectos
perversos como el despoblamiento rural, las grandes migraciones a los centros urbanos
donde se instalaron cordones de pobreza crónica, el desempleo, la miseria, así como una
gran vulnerabilidad política y una cultura del éxito a cualquier costo, que promovieron la
corrupción y la desidia administrativa.
La suma de todas estas cuestiones provocó una crisis del modelo liberal de desarrollo que
afectó a todos los ámbitos: internacional, nacional, regional e individual, y a todos los
sectores: político, económico, social y cultural.
La revisión de este modelo, iniciado en los años setenta, fue consecuencia de la dinámica
Norte-Sur en las relaciones internacionales y del surgimiento de una corriente de
pensamiento que rechazó la posibilidad de un crecimiento puramente económico.
Sobre esta base se generaron otras propuestas, como las teorías estructurales del desarrollo
y la teoría de la dependencia, que aportaron una fuerte crítica al modelo liberal al destacar
la vulnerabilidad política, financiera y comercial de los países subdesarrollados, y la
necesidad de una transformación de las relaciones Norte-Sur.
Los años ochenta permitieron contemplar el renacimiento del liberalismo económico, con
su estrategia de reducción del Estado y de la desregulación, que parece desatender las
enseñanzas históricas. De nuevo se observan políticas económicas que ponen énfasis en el
crecimiento económico, aunque sea a costa de la equidad y el incremento de las
desigualdades sociales. Según muchos especialistas, los «planes de ajuste», las «terapias de
choque», las privatizaciones masivas y la flexibilización de los mercados de trabajo, se
basan en políticas monetarias y de oferta que han desplazado radicalmente a las políticas
fiscales y de demanda, sin que se conceda su justo valor al coste social de esas políticas, lo
que amenaza, por otra parte, la estabilidad democrática de los países.
Pero también estos años han permitido ver cómo el modelo de crecimiento cuantitativo es
revisado como consecuencia de sus efectos sobre la contaminación y el agotamiento de los
recursos naturales no renovables. En ese sentido, va a producirse una ruptura del dilema o
de la dicotomía entre desarrollo y medio ambiente, acuñándose un nuevo concepto:
«desarrollo sostenible», es decir, aquel que satisface las necesidades actuales sin
comprometer la capacidad de las generaciones futuras.
Con este nuevo modelo se busca un desarrollo sistémico, tanto a nivel nacional como
internacional. Un desarrollo en el que ninguna parte de la sociedad crece en detrimento de
las demás, ya que el progreso de una parte no es real si no es respaldado por el progreso de
las demás partes. Su plasmación legal se encuentra en los derechos humanos llamados de
tercera generación, como un nuevo derecho a una vida sostenible y productiva, en armonía
con la naturaleza; el derecho a un entorno de calidad y la exigencia de un código ético de
comportamiento.
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Desde un punto de vista conceptual el paso siguiente consiste en añadir un nuevo factor al
proceso de definición. Una vez considerada la necesidad de establecer una armonía entre el
crecimiento económico y la naturaleza se produce un nuevo avance al considerar que el
centro de cualquier política de desarrollo debe ser el propio hombre, y su principal regla la
inversión en las personas, en el capital humano. Surge, de esta manera, una nueva
conceptualización: el desarrollo humano, que supone una integración de todas las
concepciones anteriores.
Por otra parte, este modelo de desarrollo exige un replanteamiento de las relaciones entre lo
económico y lo social, cuyo pretendido antagonismo debe ser metódicamente puesto en tela
de juicio no sólo por razones éticas, sino también prácticas, ya que el coste directo e
indirecto de las tensiones y desórdenes sociales es superior a las inversiones preventivas.
En ese sentido, el desarrollo humano necesita un compromiso político en torno a valores y
criterios compartidos. Su objetivo puede resumirse, según algunos especialistas, en la
llamada «trilogía del bienestar», que promueve la estabilidad política, el crecimiento
sustentable y las políticas sociales orientadas a la igualdad de oportunidades.
Desde que en los inicios de los años sesenta se acuñara el término «capital humano» como
la capacidad productiva del individuo incrementada por factores como la educación, la
teoría económica ha buscado evidencia empírica sobre la relación entre educación y
crecimiento económico.
Los resultados logrados por las investigaciones son ambiguos. Los que niegan cualquier
tipo de relación se apoyan en ejemplos como el sueco o la paradigmática primera
revolución industrial británica para aducir que el desarrollo se produjo sin necesitar apenas
de la educación formal. En el extremo opuesto se sitúan los que enfatizan el caso alemán en
el siglo XIX o el modelo japonés más reciente, caracterizados ambos por el impulso
decidido a la educación como elemento clave para el desarrollo económico.
Ello es así porque la relación entre educación y desarrollo es compleja y se ve afectada por
muchos factores, tanto endógenos como exógenos. Su importancia no se ha podido verificar
ni medir con exactitud, pero, como ya se señaló previamente, existe un notable grado de
acuerdo en resaltar, como ya lo hiciera la Conferencia Mundial sobre Educación de 1990,
que la educación es condición indispensable, aunque no suficiente, para el desarrollo
económico, social y cultural.
Por lo tanto, para que la educación pueda cumplir ese papel clave, es necesario vincularla a
las políticas de desarrollo. Es imprescindible tomar decisiones sobre el desarrollo socio-
económico que se desea impulsar, sobre el tipo de sociedad que se quiere construir y,
consecuentemente, sobre qué educación promover. La educación puede ser hoy la llave
para un nuevo tipo de desarrollo, basado en una concepción revisada del lugar que ocupa el
hombre en la naturaleza, y en un fuerte sentido de la solidaridad.
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Estos recursos o capacidades son evidentemente valiosos para las personas que los poseen
porque los posicionan en mejores condiciones de competencia en el mercado de trabajo
respecto a sus competidores, además de estar asociados con alta tasa de retorno que supone
una educación mayor.
Los conocimientos, las aptitudes y la experiencia de los seres humanos, que los hacen
económicamente productivos y por lo tanto, asociado directamente con su capacidad de
generar riqueza. El capital humano se puede incrementar invirtiendo en educación, atención
de la salud y capacitación laboral.
Existen varios criterios que los gobiernos pueden considerar para invertir fondos públicos
en educación: una población con mejor educación contribuirá a un desarrollo más rápido y
mejorará los índices de productividad ya que estará mayormente capacitada para
desempeñar el trabajo que tenga encomendado; se tendrá en lo público una mejor
convivencia social, un mejor y mayor cuidado tanto de la infraestructura pública como de la
privada, disminuirán los índices de criminalidad al contar con ciudadanos más
responsables, mayor éticamente formados y con mejores expectativas de ingreso a empleos;
73
disminuirá el gasto en salud ya que las personas tendrán una mayor conciencia de sí
mismos y de su cuidado, es decir, se tendrá una actitud de salud preventiva más que
correctiva.
Las empresas invierten en la capacitación de sus empleados porque esperan cubrir el costo
correspondiente a través de un trabajo mejor realizado y obtener ganancias adicionales al
aumentar la productividad, entendida como la producción de bienes y servicios por unidad
de insumo, por ejemplo, por unidad de trabajo (productividad del trabajo), por unidad de
energía (como unidad de energía utilizada) o por unidad de todos los recursos productivos
sumados, medidos estos factores en el tiempo.
Las situaciones negativas que pueden presentarse en la formación del capital humano son:
- En el caso de que la calidad de la educación sea deficiente o que los conocimientos y las
aptitudes adquiridos en la escuela no coincidan con las demandas del mercado, ocasionara
que los egresados no sean contratados y que la inversión en capital humano no sea
eficiente, dando por resultado menos capital humano y menores beneficios, para los
individuos, las empresas y la sociedad.
- Puede suceder que por presiones sociales, sindicales o como política de alguna
institución, se otorguen salarios similares a trabajadores con distintos niveles de
educación y aptitudes, con el objetivo de mantener una relativa igualdad en las
remuneraciones; esto sucedía en los países con economía centralizada. En estos
casos, el costo beneficio y oportunidad de la educación se reducen enormemente y
no sería atractivo para el gobierno, las empresas, ni para los individuos, invertir en
educación.
Los beneficios y la riqueza que genera el capital humano y su ritmo de aumento son
determinantes en el nivel y la velocidad del desarrollo económico de un país, básicamente
porque el capital humano es el principal factor que determina la capacidad de una nación
para producir (productividad) y adoptar innovaciones tecnológicas y científicas, y dejar de
74
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depender de los desarrollos externos, que además de los costos de exportación, se presentan
cuadros de obsolescencia y de pertinencia de su uso.
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“El verdadero discípulo no es el que toma de sus maestro las cosas, sino los modos. Y a
su vez, y esto es lo característico, deja en el espíritu del maestro modos y cosas suyas
esenciales. Por lo que el gran profesor no solo lo es por su aptitud de crear discípulos
verdaderos sino por otra cosa más importante, dejarse renovar por ellos” Gregorio
Marañón en el homenaje a un discípulo suyo, 1930
A partir de los años 90, se ha iniciado un importante debate sobre la necesidad de llevar a
cabo profundas transformaciones cuantitativas y cualitativas en la Educación Superior
como respuesta a las nuevas demandas económicas, sociales y educativas.
Race (1998) plantea cuatro factores que interactúan y están provocando un cambio
acelerado en el planteamiento de la formación superior:
En la actualidad la Universidad desarrolla una tarea formativa de alto nivel que requiere,
para resultar efectiva, tanto de condiciones institucionales como de capacitación del
personal. La misión formativa de cada institución universitaria se concreta y operativiza en
su oferta curricular y la calidad de la formación, por su parte, dependerá, en buena medida,
de la actuación de los diversos dispositivos puestos en marcha a tal efecto, pero
especialmente de la actuación del profesorado.
Hoy parece fuera de toda duda que la buena enseñanza exige el dominio de diversas
competencias por parte de los docentes de cada Facultad o Carrera. A partir de los
dominios conceptuales, bibliográficos, metodológicos e instrumentales que posee un
profesor universitario en su campo disciplinar, es necesario que en el ejercicio de la
docencia construya un conjunto de competencias específicas relativas a la enseñanza y el
76
aprendizaje para desempeñar exitosamente su rol como docente.
Estos conocimientos y habilidades son lo que se denominan Competencias Docentes y
entre ellas se distinguen las siguientes: La capacidad para: planificar el proceso de
enseñanza y de aprendizaje; seleccionar y presentar los contenidos disciplinares; ofrecer
informaciones y explicaciones comprensibles; motivación para alfabetizarse
tecnológicamente (en las TIC); gestionar metodologías para el trabajo didáctico y las tareas
del aprendizaje; relacionarse constructivamente con los estudiantes; realizar tutorías y
efectuar un acompañamiento a los estudiantes; reflexionar e investigar sobre la enseñanza
en la universidad; implicarse en los fines, visión, misión y PEI institucional.
Según Rodríguez Espinar (2003) algunos analistas aseguran no cambios, sino mutaciones
que harán irreconocible la universidad del siglo XXI. Asimismo, en un contexto que parece
dominado por la máquina tecnológica emerge, una vez más, la figura del profesor/a
universitario como columna central del nuevo edificio, si bien éste deberá, como otros
muchos profesionales, reconstruir una identidad profesional que se adapte a los nuevos
papeles y funciones que desarrollará en los nuevos escenarios de actuación.
Por otra parte, Barnett (2002) argumenta que la universidad se enfrenta a la súper
complejidad, en la que se ven continuamente desafiados los propios marcos de
comprensión, acción y autoidentidad. Es decir, la educación superior tiene que tender a la
acción. Una educación superior que se limitara al dominio del conocer, dejaría a los
graduados en situación de vulnerabilidad en el ámbito de la acción. Además, desarrollar la
autoidentidad de los estudiantes tendría como resultado una estrategia pedagógica
insuficiente.
Desde esa perspectiva, Fielden (2001) afirma que el docente debe poseer competencias
como:
- Identificar y comprender las diferentes formas (vías) que existen para que los
estudiantes aprendan.
- Poseer conocimientos, habilidades y actitudes relacionadas con el diagnóstico y la
evaluación del alumnado, a fin de ayudarle en su aprendizaje.
- Tener un compromiso científico con la disciplina, manteniendo los estándares
profesionales y estando al corriente de los avances del conocimiento.
- Conocer las aplicaciones de las TIC al campo disciplinar, desde la perspectiva tanto
de las fuentes documentales, como de la metodología de enseñanza.
- Ser sensible ante las señales externas sobre las necesidades laborales y profesionales
de los graduados.
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77
- Dominar los nuevos avances en el proceso de enseñanza-aprendizaje para poder
manejar la doble vía, presencial y a distancia, usando materiales similares.
- Tomar en consideración los puntos de vista y las aspiraciones de los usuarios de la
enseñanza superior, especialmente de los estudiantes.
- Comprender el impacto que factores como la internacionalización y la
multiculturalidad tendrán en el currículo de formación.
- Poseer la habilidad para enseñar a un amplio y diverso colectivo de estudiantes, con
diferentes orígenes socioeconómicos y culturales, y a lo largo de horarios amplios
y discontinuos.
- Ser capaz de impartir docencia tanto a grupos numerosos, como a pequeños grupos
(seminarios) sin menoscabar la calidad de la enseñanza.
- Desarrollar un conjunto de estrategias para afrontar diferentes situaciones personales
y profesionales.
Sin duda, no es viable exigir que todas estas competencias se den en una persona, sino que
será necesaria la configuración de equipos de trabajo en los que pueda darse la
especialización en algunas de estas competencias. Dadas estos requerimientos, es preciso
conceptualizar y reflexionar sobre los alcances y las condiciones que exige pensar en
competencias.
En tal sentido, y dado el uso extensivo de las competencias tanto en el presente como en el
futuro inmediato, es necesario ahondar primero en su conceptualización. Cabe aclarar que
el concepto competencia ha aparecido en los años setenta, especialmente a partir de los
trabajos de McClelland (1958, 1973, 1985, 1987) en la Universidad de Harvard. Sin
embargo, en la literatura se hace referencia a algunos trabajos anteriores a los de este autor,
que constituyen documentos interesantes para comprender mejor el origen del término. No
obstante, el discurso sobre las competencias ha ido evolucionando de acuerdo a los distintos
ámbitos de intervención.
Considerando los fines de este trabajo, “el concepto de competencia que se introduce
crecientemente en las propuestas educativas de esta época, representa un modelo derivado
del antiguo –y ahora superado– concepto de calificación, y remite a saberes, habilidades,
actitudes individuales anteriormente no tomados en cuenta, para el desempeño laboral. El
sistema educativo orientado por el concepto de competencias es un sistema que puede hacer
frente a los desafíos de competitividad (competencia/competitividad) contenidos en una
nueva organización mundial del trabajo (Sepúlveda, 2002, p. 15).
Según Eraut (2006), a fines del siglo XX surgieron nuevos factores que incidieron en el
empleo de los discursos sobre competencias en educación. En primer lugar, surgió un fuerte
78
movimiento en los países anglosajones para acreditar aprendizajes previos o realizados
fuera de las instituciones de educación superior. Un segundo factor fue el movimiento para
la responsabilización del aprendizaje y la eficiencia de las universidades. El tercer factor
fue el de la expansión de los enfoques sobre competencias en la formación.
En consecuencia, es posible analizar las diversas acepciones que proponen los diferentes
expertos para definir las competencias, pero teniendo en cuenta los objetivos de este
trabajo, se han seleccionado los que presentan una visión integral y aplicable al contexto de
formación.
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Por lo tanto, describir una competencia demanda, en cierta medida, representar tres
elementos complementarios:
En términos generales, las configuraciones de análisis adquieren nuevos matices y los ejes
del debate se centran tanto en lo que debería saber llevar a cabo un graduado de una
determinada titulación, como en la formación en sí misma.
Otro planteo para tener en cuenta lo ofrece Barnett (2001), quien dice que el concepto de
competencia es discutido porque lleva a considerar dos versiones que rivalizan en el ámbito
académico: una es la forma interna o académica construida en torno de la idea del dominio
de la disciplina por parte del estudiante, y la otra -muy difundida hoy- es la concepción
operacional, que reproduce esencialmente el interés de la sociedad en el desempeño. De la
cultura cognitiva al desempeño económico, las diversas definiciones de competencia son un
microcosmos de las cambiantes definiciones de sociedad.
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las competencias, dado que viene de fuera de la educación superior, resulta conveniente
para la consulta y el diálogo con los representantes de la sociedad que no están
directamente involucrados en la vida académica y puede contribuir también, a la reflexión
requerida tanto para el desarrollo de nuevas titulaciones como de sistemas permanentes de
actualización de los ya existentes, impactando directamente en el rol del docente
universitario.
Para definir la acción profesional de un docente universitario hoy, hay que plantear que se
trata de “un proceso de ayuda, de mediación, de intervención directa y sistemática,
diferenciada, dinámica y abierta, en continua reconstrucción” (González Soto, 1996, p. 89).
En una línea similar, Chikering (1989) identifica siete notas que definen una docencia de
calidad:
Para Rué (2007) las grandes líneas de acción orientadas hacia la mejora de la
profesionalización docente deberían subrayar los aspectos siguientes: la calidad de las
experiencias generadas y de las propuestas presentadas; reforzar los argumentos del cambio
en términos de la calidad de la práctica de la enseñanza, así como reforzar y dar apoyo a las
distintas iniciativas que consoliden actuaciones profesionales, desde aportar información,
favorecer grupos y redes, explorar nuevas iniciativas docentes, etc. En síntesis, la
profesionalidad del profesor universitario se basa en la reflexión sobre su propia tarea.
Contar con un referente de actuación y desarrollar un trabajo colaborativo en la formación,
pueden garantizar un trabajo evaluativo sobre la identidad académica del mismo que tienda
a la innovación y mejora de la calidad de su quehacer.
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Para Zabalza (2003) quien que ha estudiado en profundidad el tema de las competencias
docentes, afirma que muchas veces se hurga en las carencias y problemas sin brindar
alternativas de mejoras; y, por lo tanto, ofrece diez cuestiones sobre las que indagar y en
torno a las cuales analizar la actuación del profesor y establecer indicadores de calidad.
Rodríguez Espinar (2003) sostiene que el buen docente universitario ha de dar muestras
de competencia, es decir:
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enseñanza, a fin de poder no sólo estar al día (up-to-date) de los temas relevantes, sino
ofrecer los criterios de validación del conocimiento que se difunde.
- Ser reflexivo, e investigar e indagar sobre su propia práctica docente. Debería
establecer la conexión entre la generación de dos tipos de conocimiento: el disciplinar y
el pedagógico (proceso de enseñanza-aprendizaje).
Ser tutor del proceso de aprendizaje del estudiante, y establecer las relaciones y la
comunicación interpersonal que reclama la función de tutor.
DESAFÍOS E INTERROGANTES
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Las nuevas reformas educativas proponen un gran cambio de mentalidad en cuanto a las
teorías didácticas subyacentes y si bien estos propósitos son deseables, constituyen un gran
reto para el profesor y en muchas oportunidades pueden presentar también una fuente de
preocupación que limite las posibilidades de innovación.
Las situaciones que se han planteado pretenden abrir la mirada profesional para evitar en la
medida de lo posible, la referencia a programas de estudio estáticos o metodología de
enseñanza-aprendizaje que no promuevan la activa participación del 13 alumno.
Las competencias representan un tema a considerar para gran parte de las universidades y la
relativa juventud en la incorporación en los diseños curriculares y en la formación docente
hace que su construcción todavía requiera nuevos ajustes. No obstante, la universidad
necesita ir adelantándose a las demandas de la sociedad de conocimiento, tratando de dar
respuesta a esta sociedad del aprendizaje, sin dejar de lado su libertad académica y su
autonomía institucional.
Con relación a este concepto, Le Boterf(2001) destaca que una persona competente actúa
eligiendo y movilizando un equipamiento doble de recursos:
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1
Para Zabalza (2003) quien ha estudiado en profundidad el tema de las competencias
docentes, afirma que muchas veces se hurga en las carencias y problemas sin brindar
alternativas de mejoras; y, por lo tanto, ofrece diez cuestiones sobre las que indagar y en
torno a las cuales analizar la actuación del profesor y establecer indicadores de calidad:
I. Planificar el proceso de enseñanza-aprendizaje
Los docentes planean el desarrollo del programa que guiará el aprendizaje del estudiante.
Se parte de la idea de que el aprendizaje debe ser funcional ya que debe poder ser aplicado
en una situación concreta para resolver un problema determinado. Esta aplicación de lo
aprendido, el abordaje de nuevas situaciones, es lo permitirá nuevos aprendizajes, en otro
momento, en ausencia del docente.
Las tareas representan la unidad más pequeña de una actividad (o función), derivada de la
unidad de competencia, se ordenan en la secuencia lógica requerida para cumplir con la
función, se expresan a partir de un verbo de acción que refleje un comportamiento
observable, mostrando el principio y el fin de una acción , Se redactan como una oración,
siguiendo la regla de iniciar con un verbo en infinitivo preferiblemente; a continuación
1
Zabalza Miguel A. “Competencias docentes del profesorado universitaria. Calidad y desarrollo profesional”.
Narcea, España. 2003
No existe consenso sobre los tipos de componentes de un perfil de egreso; sin embargo, los
principales componentes son los siguientes:
B. Aprendizajes Esperados
El producto de este análisis será el listado de los aprendizajes esperados asociados a las
tareas que corresponden a un área de competencia del perfil profesional.
Las necesidades de Formación General que integren el perfil de egreso también serán parte
de este análisis, pudiendo ser incorporadas posteriormente dentro de los módulos técnicos,
o bien, constituyendo módulos de formación general.
Los aprendizajes esperados tendrán la forma de una oración corta, que comienza con uno o
más verbos que expresan el aprendizaje en acción
Ejemplo:
CONTENIDOS
89
- Clasificación de suelos
- Especificaciones técnicas (excavaciones
y movimientos de tierra)
- Equipos de seguridad personal
Contenidos
- Geometría (figuras planas, Teorema de
conceptuales,
Pitágoras)
teóricos que se
Saber - Herramientas básicas de trazado
refieren a hechos
- Reglamento sobre condiciones
conceptos, ideas,
sanitarias y ambientales básicas en los
principios
lugares de trabajo
- Normas sobre accidentes del trabajo y
enfermedades profesionales (ley
16.744)
Contenidos - Interpretación de planos
procedimentales, - Puntos de referencia (PR), cotas
Saber prácticos que se - Uso de instrumentos topográficos
Hacer refieren a destrezas, - Alineado, aplomado.
habilidades, - Técnicas de trazado
técnicas, estrategias. - Niveles (fijar, demarcar, trasladar
Contenidos
Actitudinales - Respeto a las norma laborales
Saber ser Formativos se - Valor de la salud personal y colectiva
refieren a normas, - Trabajo en equipo
actitudes y valores
Muchos profesores piensan que en la enseñanza lo importante son los contenidos y que la
forma de enseñarlos se aprende con la práctica, otros consideran que lo importante es la
metodología, hacer las clases atractivas y llevaderas, que los alumnos hablen, discutan
entre sí, hagan trabajos porque los contenidos son lo menos importante, pues ya tendrían
tiempo de ampliarlos cuando acaben su carrera.
Ambas posturas son erróneas, la formación universitaria debe ser de alto nivel y debe dejar
bien sentadas las bases para los futuros aprendizajes. Eso sólo se logra con una adecuada
selección de contenidos, que habrán de ser, en todo caso amplios y suficientes para
garantizar la formación de profesionales actualizados y de alto nivel.
Tradicionalmente se ha considerado que un buen profesor es aquel que sabe explicar bien
su materia. Se trata de una competencia que tiene que ver con la capacidad para gestionar
didácticamente la información y/o las destrezas que pretende transmitir a sus estudiantes.
Los docentes convertimos las ideas o conocimientos en mensajes didácticos. Esto es lo que
sucede cuando damos clase, o cuando preparamos un material didáctico que vayan a
utilizar nuestros estudiantes directamente. Convertimos la idea o conocimiento a transmitir
en un mensaje que hacemos llegar a nuestros alumnos con el propósito de que ellos
realicen la misma operación, pero a la inversa (que reciben el mensaje y lo transformen en
una idea lo más semejante posible a aquella que les queríamos transmitir).
En algunos casos conocemos bien el tema y tenemos un repertorio de signos suficiente para
convertirlo en mensaje pero falla el proceso de transmisión, la conversión del mensaje en
señales. Eso sucede cuando tenemos mala o poca voz en auditorios grandes, mala letra y no
se nos entiende, cuando tenemos algún problema de dicción, cuando los materiales que
hemos elaborado están defectuosos y no transmiten bien el mensaje, etc. Lo que falla es la
transmisión del mensaje.
Cuando nuestro mensaje llega al alumno, el proceso se inicia de nuevo; pero, en este caso,
en el orden inverso. El primer problema que puede tener el alumno es la dificultad en la
recepción por algún problema de tipo visual, auditivo o de atención o bien, puede ser que
las condiciones del ambiente hagan difícil la recepción (distancias excesivas, mucho ruido
o luminosidad, etc.).
En otras ocasiones, es la propia emisión del mensaje la que produce los problemas de
recepción (profesores que hablan muy rápido o que escriben en el pizarrón a toda velocidad
o que van pasando sus transparencias o diapositivas sin dar tiempo a seguirlas, etc.).
Los alumnos también manifiestan que no logran seguir a sus profesores porque no les
entienden, porque utilizan palabras o signos o referencias que no figuran en sus repertorios.
La consecuencia es que al haber recibido mal las señales, el resto del proceso se va a
complicar para el alumno.
Los conocimientos previos de los alumnos y su capacidad para operar con ellos constituyen
un elemento clave en esta fase del proceso.
La incorporación de las nuevas tecnologías deberían constituir una nueva oportunidad para
transformar la docencia universitaria, para hacer posible nuevas modalidades de
enseñanza-aprendizaje , sobre todo la enseñanza a distancia o semipresencial, pero
requieren igualmente de nuevas competencias en profesores (a parte del dominio de las
En esta competencia podemos integrar las diversas tomas de decisiones de los profesores
para gestionar el desarrollo de las actividades docentes. Bajo la denominación de
metodología se puede encuadrar un conjunto muy dispar de actuaciones que van desde la
organización de los espacios hasta la formación de grupos o el desarrollo de seminarios
prácticos.
A pesar de esa indefinición, que ha hecho que algunos prefieran hablar de estrategias
instructivas más que de metodología, creo que la capacidad metodológica forma parte de
esos conocimientos y destrezas básicos que todo profesor debe poseer.
Sin embargo, los modernos planteamientos didácticos que parten de fundamentos más
ecológicos y más centrados en los procesos de aprendizaje, están volviendo a otorgar una
gran importancia a las condiciones ambientales en que se desarrolla la interacción
didáctica. La calidad de los espacios acaba teniendo una influencia notable en el nivel de
identificación personal no sólo con el espacio en sí mismo sino con la propia institución a la
que pertenece, en las alternativas metodológicas que el profesor pueda utilizar, en el nivel
de implicación de los estudiantes, en el nivel de satisfacción de los profesores y alumnos
(incluido el aspecto de bienestar-malestar que pueden provocar sus condiciones
arquitectónicas y de mobiliario).
Cabría señalar también que la única posibilidad de transformar las actuales metodologías
didácticas basadas preponderantemente en la lección magistral ( y en general los modelos
docentes centrados en la acción del profesor) pasa por un tipo de organización diferente de
los espacios y los recursos, de forma que lleguen a constituir auténticos ambientes de
92
aprendizaje en los que los alumnos puedan desarrollar un estilo de aprendizaje más
autónomo, más diversificado y con referentes situacionales que faciliten tanto la
comprensión de los nuevos aprendizajes como su posterior evocación.
Por otra parte, el término “método” constituye un constructo quizás excesivamente amplio
e internamente heterogéneo. Se ha utilizado como una especie de cajón de sastre en la que
caben muchos componentes: la forma de abordar los contenidos, los estilos de
organización del grupo de alumnos, el tipo de tareas o actividades, el estilo, el estilo de
relación entre las personas, etc. Por otra parte, tampoco podríamos hablar de “buenos” o
“malos” métodos. Todos ellos tienen sus virtualidades y pueden resultar funcionales o no
según sea la naturaleza y el estilo de trabajo a desarrollar. Las características propias de las
disciplinas condicionan notablemente la metodología de acceso a las mismas. Otro tanto
sucede con las diversas modalidades de docencia (clases magistrales, prácticas,
laboratorio, trabajo de campo, etc.): cada una de ellas conlleva exigencias y condiciones
metodológicas muy variadas.
c) Selección y desarrollo de las tareas instructivas: Otro de los aspectos importantes de esta
competencia metodológica tiene que ver con la selección y organización de las tareas que
hacemos los profesores. Dicha actuación didáctica podría ser considerada como una parte
del método, pero quizás convenga tratarla separadamente para permitirnos una
consideración un poco más detenida y minuciosa de la importancia de las tareas en los
proceso de aprendizaje. Las tareas constituyen las unidades de actuación en el proceso de
enseñanza-aprendizaje. Constituyen, además, unidades integradas, estos es, en ellas están
presentes tanto los objetivos formativos (que son los que les dan sentido) como la actuación
de los profesores (que son los que definen la demanda) y la de los alumnos (que son
quienes han de llevar a cabo la actividad demandada). Por eso tienen la enorme ventaja de
que pueden ser analizadas desde una perspectiva global en la que se toman en
consideración los tres vértices del proceso formativo: el proyecto formativo en su conjunto,
los profesores y los alumnos.
- Variedad de las tareas: Uno de los aspectos que suele llamar más la atención en las
clases universitarias es la escasa variedad de actividades que se llevan a cabo. En
ocasiones, llega el profesor al aula, inicia la explicación del tema correspondiente,
continúa en su actividad durante toda la sesión y cuando llega el final se despide y se
va. En definitiva, toda la clase se ha sustanciado en una sola actividad (la explicación
del profesor).Aunque las clases demasiado cortas no dan pie a muchas variaciones,
cambiar de actividad, es, casi siempre, un estímulo a la motivación y ofrece la
posibilidad de introducir nuevas demandas cognitivas a los alumnos.
- Importancia de la demanda cognitiva que incluye cada tarea: Para aprender a enriquecer
la mente con nuevos conocimientos y nuevas capacidades, es preciso que los procesos
didácticos estimulen ese enriquecimiento. Siempre hemos sabido que aprender es algo
más que memorizar grandes cantidades de información. Como suele decirse, saber es
“tener la cabeza bien hecha, no bien llena”.Sin embargo, no es extraño constatar cómo,
a veces, las tareas que se demandan a los alumnos (las actividades a realizar, los
problemas a resolver, los trabajos a presentar, etc.) son muy parecidas entre sí.Se ha
comprobado esto en relación con los exámenes. Algunos análisis llevados a cabo en la
Universidad Complutense detectaron una presencia masiva de preguntas de memoria
(cuestiones que los alumnos podrían resolver “recordando las informaciones precisas).
- Importancia de los productos de la actividad: Lo importante de las tareas es concebirlas
como un proceso cerrado y con sentido. Esto es algo que se plantea que tienen un
desarrollo y que concluyen con un producto. Se diría que este tipo de procesos produce
una mayor satisfacción intelectual y un tipo de aprendizaje más efectivo que aquellos
otros en que al final uno no llega a nada tangible y objetivo, algo que quede
como testimonio de la actividad realizada .Los productos de las actividades posee una
doble funcionalidad: refuerzan la autoestima de sus autores y se convierte en
testimonios de trabajo realizado que pueden ser utilizados como elementos de
documentación y como recursos para aprendizajes más evolucionados .Las tareas, en
definitiva, operativizan los planteamientos más teóricos y globales en los que nos
estemos moviendo en nuestra docencia. En las tareas es donde se descubre el modelo de
enseñanza que desarrollamos.
Existen tres criterios aplicables al análisis de las tareas que llevamos a cabo:
Criterio de validez: si son congruentes con los objetivos formativos que nos
hemos propuesto, esto es, si es previsible que a través de esa actividad
consigamos lo que estamos intentando conseguir.
- Criterio de significación: si la actividad en sí misma es relevante, si tiene
interés y merece la pena hacer lo que en ella se pide.
- Criterio de funcionalidad: si es realizable desde la perspectiva de la
situación y las condiciones en que debe ser realizada y si es compatible con
los componentes del proceso didáctico.
94
Estos aspectos pueden resultar interesantes al analizar nuestra docencia. Es frecuente
escuchar quejas de los estudiantes de que las tareas o trabajos que les mandamos a hacer
son excesivos y se acumulan los de unas materias y otras (funcionalidad) o que se trata de
actividades poco interesantes para ellos (significación) o poco pertinentes para lo que están
estudiantes (validez).
Esta es una competencia transversal puesto que las relaciones interpersonales constituyen
un componente básico de las diferentes competencias.
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VII. TUTORIZAR
Esta competencia forma parte sustancial del perfil profesional del docente universitario.
Resulta muy importante rescatarlo, pues su sentido y proyección práctica están en la
actualidad en entredicho. Estamos ante una palabra de gran actualidad y de uso habitual en
muchos contextos. “Defensor, guía protector” son algunas de las acepciones que se le
atribuyen y tiene algo de las tres: es el profesor que guía desde cerca el desarrollo personal
y la formación del estudiante; es la persona fuerte y experimentada que defiende al
tutorando de la novedad y las incertidumbres del inicio de cualquier proceso profesional; es
el orientador técnicamente competente capaz de guiar por los vericuetos del ejercicio
profesional al que el tutorando se incorpora; y es la persona prudente y amiga que, llegado
el caso, sabrá también defenderla de las presiones y conflictos a los que su propia
inexperiencia le podría conducir con excesiva facilidad.
VIII. EVALUAR
No cabe duda de que se trata de un tipo de razonamiento que «suena» bien y que los
profesores (y más aún los pedagogos) no deberíamos desatender del todo. Tienen razón en
relación a cómo se lleva a cabo realmente la evaluación en las aulas universitarias, pero no
la tienen si consideramos el tema en un nivel más amplio y general. Los alumnos manejan
un concepto equivocado de lo que es la evaluación y del papel que juega en el conjunto del
proceso.
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La evaluación forma parte del currículo universitario. Es decir, forma parte del proyecto
formativo que cada Facultad desarrolla. La formación que la Universidad ofrece posee
algunas características particulares que la diferencian de la formación que se ofrece en otros
centros formativos. La principal de ellas es su carácter netamente profesionalizador y de
acreditación. Se supone que, en cierto sentido, la Universidad garantiza que los alumnos
que superan los estudios completan su formación o cuando menos alcanzan el nivel
suficiente como para poder ejercer la profesión correspondiente a los estudios realizados.
Esta cualidad acreditadora está siendo relativizada en los últimos años. Cada vez son más
las carreras que no habilitan para el ejercicio de la profesión. Nuevos tramos de formación
y/o de certificación, generalmente supervisada por los correspondientes cuerpos
profesionales o por el Estado, se añaden a los estudios universitarios. Quienes acaban sus
carreras han de transitar aún por cursos de especialización o han de realizar diversas
pruebas y oposiciones para poder alcanzar la acreditación suficiente para el ejercicio de la
profesión. Pero, en todo caso, estas nuevas condiciones no restan identidad ni capacidad de
legitimación profesional a los estudios certificados por la Universidad.
Ése es el doble papel que cumple la evaluación en la Universidad. Sin una evaluación bien
hecha, no puede acreditarse una buena formación y el buen funcionamiento de todos los
dispositivos para que ésta se produzca: desde los recursos materiales a los metodológicos,
desde los contenidos de la formación hasta su organización. Resultaría irresponsable que
las Universidades otorgaran títulos profesionales sin evaluaciones pues no tendrían
constancia del nivel real de conocimientos y competencias de los estudiantes que concluyen
sus estudios. Tampoco sabrían si el diseño de sus proyectos formativos ha sido bueno y si,
efectivamente, se han desarrollado en el sentido deseado.
¿De qué estamos hablando cuando hablamos de evaluación? A veces se da por supuesto
que cuando hablamos de evaluación todos estamos en la misma onda y que, por lo tanto, no
se precisan aclaraciones suplementarias. Pero tal suposición no pasa de ser un espejismo.
En cuanto se profundiza en la idea de evaluación de la que se parte o en cómo esa idea se
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lleva a cabo resulta fácil descubrir planteamientos realmente diferentes. En este tema se
cruzan muchas lógicas diferentes (de colectivos afectados, de enfoques, de
posicionamientos personales, etc.).
Evaluar no es conocer algo, ni tener una opinión sobre algo y decirla en alto. Evaluar es un
proceso que desarrollamos en tanto que profesionales de la enseñanza. Proceso que tiene
sus reglas y condiciones y que, por tanto, queda lejos de un mero conocimiento incidental,
de una simple intuición o de la expresión de una opinión. Esta indefinición se proyecta con
frecuencia cuando nos referimos a la evaluación: «se trata de ver cómo van las cosas», se
dice a veces, o de «hacer un seguimiento del proceso completo de enseñanza-aprendizaje».
Dicho así parecería que ya estamos haciendo evaluación cuando hacemos un comentario
sobre cómo vemos a nuestros alumnos, o cuando expresamos nuestra opinión global sobre
la marcha de la clase.
Los alumnos no se quejan de haber sido injustamente evaluados (al menos el 50% de los
que responden niegan esa experiencia) pero, analizando las respuestas del cuestionario,
puede verse que las alternativas seleccionadas como respuesta reflejan bien opiniones
negativas (el porcentaje medio de negatividad con respecto a la evaluación, según señala el
autor del estudio, es del 82,15), bien opciones menos valiosas de la evaluación (al menos si
las analizamos desde lo que podría ser una «teoría» general de la evaluación). Lo que se
hace en las aulas podría ser descrito como vicios de la evaluación o, cuando menos, como
opciones menos valiosas de la misma. Por ejemplo: la existencia de un solo examen final
(92% de las respuestas); el predominio de preguntas memorísticas (68%); la falta de
consideración de otras opciones evaluatorias u otro tipo de técnicas que no sea el examen
convencional (el 83% señalan que la estrategia habitual de evaluación es el examen
escrito); la atención preferente a los resultados de las preguntas o problemas en detrimento
de los procesos a través de los cuales se ha llegado a ellas (77%); la percepción del examen
como algo autorreferido y poco relacionado con el «conocimiento real de la disciplina»
(70% que podrían suspender de haber un nuevo examen) y con el «ejercicio profesional»
(77%).
ü
Raramente emplean la evaluación para ayudarles a superar las dificultades en el
aprendizaje, para promover el diálogo con ellos, o para incorporar reajustes al proceso
de enseñanza seguido hasta ese momento.
Pese a los discursos y doctrinas pedagógicas que explican (la evaluación como
ayuda para el aprendizaje, como búsqueda de información que sirva para mejorar el
proceso,
etc.), las evaluaciones siguen teniendo como objetivo fundamental la selección
(diferenciar a los que más saben de los que saben menos).
Utilizan sobre todo los exámenes finales (normalmente escritos) y/o los trabajos. Las
otras modalidades posibles de evaluación (entrevista, autoevaluación, cuaderno-diario,
observación, coevaluación, casos prácticos, etc.) apenas existen.
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ü
Propician una cultura estudiantil en la que se valora más el aprobar que el saber. El
desafío fundamental del alumno es identificar cuál es el camino más fácil y seguro para
aprobar.
A la vista de la situación, los autores se plantean, no sin razón, que este tipo de datos deben
constituir un material capaz de provocar la reflexión y de llevar a preguntarse qué está
pasando y qué pasos es preciso andar para que la situación cambie de signo.
Los informes dejan claro que la técnica de evaluación por antonomasia es el examen
escrito en sus diversas modalidades (preguntas largas, cortas, tipo test, temas a
desarrollar, etc.).
Sin embargo, también aparecen como alternativas con creciente presencia en las
diversas Facultades (algunas de ellas con mucha tradición al respecto) otras técnicas
de evaluación como la «elaboración de trabajos», «exposición de temas en clase»,
«exámenes orales», «pruebas prácticas y/o de laboratorio», etc.
102
grupos. Este problema ha llevado a algunos Centros al establecimiento de un
Reglamento Interno en el que se señalan algunos criterios básicos que deben
orientar las evaluaciones (desde explicitar en los programas los criterios que se
utilizarán, arbitrar mecanismos de coordinación en las fechas, marcar los
procedimientos de revisión de exámenes o de solicitud de Tribunal, etc.). Otros
problemas prácticos tienen que ver con la proliferación de trabajos pedidos por los
profesores en algunas carreras, con frecuencia solapándose en el tiempo y haciendo
imposible profundizar en ninguno de ellos. Como problema importante, ha sido
mencionado también el de la proliferación de exámenes, sobre todo en el actual
modelo cuatrimestral que muchas carreras han asumido. Al final, tantos exámenes
no hacen sino perjudicar el ritmo normal de la docencia e interferir con las
actividades de aprendizaje programadas (los alumnos reservan sus mejores energías
para preparar los exámenes a costa de dejar otros compromisos menos urgentes).
También es un problema para algunas Facultades saber cómo podrían acreditar a los
alumnos experiencias y aprendizajes realizados fuera del marco de las disciplinas
convencionales o, incluso, fuera de la propia institución.
Los informes dan pie, por otro lado, a detectar (más en lo que no se dice que en lo que se
menciona) importantes carencias en cuanto a la práctica evaluadora real:
103
rendimiento general en las carreras, lo cual posibilitaría, por otra parte, introducir
reajustes institucionales en aquellas disciplinas que constituyen año tras año bolsas de
fracaso. Permitiría analizar qué es lo que está pasando e incorporar los mecanismos
pertinentes para resolver la situación (clases complementarias, revisión de los sistemas
docentes o de evaluación empleados, ampliación del tiempo dedicado a la disciplina,
etc.)
Aunque pueda sonar raro uno de los problemas importantes de que adolecen los análisis y
trabajos sobre docencia universitaria es que se han convertido en un reducto especializado y
casi exclusivo de pedagogos y psicólogos. Como si los demás profesores universitarios no
tuvieran nada que decir al respecto (porque no forma parte de sus intereses, porque está mal
visto en sus respectivos grupos científicos dedicar esfuerzos a esa cosa menor que es la
docencia, porque se trata de un discurso tan complejo que sólo los especialistas pueden
acceder a él, etc.).
Contaminación del propio campo de estudio con la percepción peyorativa que se tiende a
aplicar a la pedagogía y psicología como campos científicos; «¡cosa de pedagogos!» suelen
decir algunos cuando se les plantean cuestiones relativas a la calidad de la docencia.
Ésta es una competencia claramente transversal. Todas las otras se ven afectadas por la
integración de los profesores en la organización y por la disposición (actitud) y aptitud
(técnica) para trabajar coordinadamente con los colegas. Ese sería el contenido de la décima
competencia: saber y querer trabajar juntos en un contexto institucional determinado.
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Esta cualidad profesional es una exigencia básica para cualquier definición de un puesto de
trabajo y del perfil profesional que se requiere. Nos referimos aquí al trabajo cooperativo
como una cualidad moral (la solidaridad, el apoyo mutuo, la disponibilidad para la
colaboración, etc.) Esta perspectiva es, sin duda, muy importante, pero trasciende el sentido
más pragmático de una competencia profesional. La cooperación, el trabajo en equipo, la
colegialidad como cultura aparecen aquí vinculados al ejercicio profesional y a la
consecución efectiva de los fines de la institución. Es importante vincular trabajo colectivo
e identificación con la institución, porque ambas dimensiones constituyen dos condiciones
básicas y contingentes para que una institución como la Universidad pueda cumplir
efectivamente su misión formadora. Este aspecto de la colegialidad, al que ya he tenido la
oportunidad de referirme en otros capítulos como un referente básico para la calidad de la
docencia, constituye sin embargo uno de los puntos débiles de las Universidades. Aspecto
deficitario en un doble sentido, en cuanto a la escasa disposición a superar el
individualismo para enfocar el trabajo con un sentido más colectivo y de integración, y en
cuanto a la resistencia a identificarse con el espíritu o misión de la institución en que se
actúa. No existe ese sentimiento de pertenencia como cualidad que favorece la
identificación y la simbiosis con lo común.
En ninguno de ambos aspectos (la colegialidad y la identificación) tiene que existir una
anulación de la propia individualidad. La originalidad de lo singular es una plusvalía del
patrimonio colectivo de las instituciones. No se trata, por tanto, de que todos hayamos de
pensar o actuar de la misma manera o que nos hayamos de sumergir forzadamente en el
magma indiferenciado de prescripciones minuciosas destinadas a homogeneizar el
funcionamiento de la institución. Perdería muchísimo la Universidad con ello. Lo
importante es que cada profesor esté en condiciones de equilibrar sus cualidades personales
y su pertenencia a un grupo que desarrolla un proyecto, que para ser eficaz precisa estar
bien integrado.
La teoría más clásica de las organizaciones insiste en que para que éstas consigan sus fines
es preciso que se produzcan dos tipos de condiciones complementarias: la diferenciación y
la coordinación racional de las funciones.
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De todas formas, también es cierto que esa restricción de la libertad individual en aras de la
coordinación no puede ser ilimitada. La coordinación habrá de alcanzarse (y en ello
radicará la capacidad de liderazgo y gestión de los coordinadores) sin perder de vista las
necesidades, intereses y expectativas de los individuos. Sacrificar los individuos a la
coordinación (lo que los ingleses han denominado contrivedcollegiality) es generar una
dinámica forzada y superficial que dificulta la identificación con la institución y no
garantiza una cooperación real en las acciones colectivas. Quizás se consiga el asentimiento
formal con las medidas que se adopten, pero no el compromiso personal con los aspectos
más cualitativos y que les dan sentido.
107
universitario, ya pertenezca a uno u otro ámbito profesional, el nivel de identificación con
ese ámbito suele ser muy fuerte. Es una identidad que se construye sobre los conocimientos
que le sirven de base y no tanto sobre las actuaciones concretas que desarrolla (y, menos
aún, sobre la institución donde dicha práctica se lleva acabo). En todo caso, no es fácil
lograr un fuerte sentimiento de pertenencia y fidelidad institucional entre el profesorado
universitario. En primer lugar, porque en aras de la fuerte asunción del principio de
«discrecionalidad» en criterios y prácticas, nos resulta difícil aceptar que nadie tenga nada
que decimos sobre cómo han de funcionar las cosas. Vivimos tan intensamente nuestra
capacidad para decidir autónomamente y según nuestro propio criterio, que nos resulta muy
difícil aceptar restricciones por una mejor coordinación.
En segundo lugar, porque nuestro compromiso se centra sobre todo en el espacio científico
o cultural propio de nuestra especialidad (zona sustantiva de la identidad profesional) y sólo
de forma marginal en el ámbito de actuación docente. Muchos profesores trabajan muy
duramente en todo lo que significa preparar sus publicaciones, lecturas y actividades
profesionales no docentes. Es decir, su pertenencia y su fidelidad se establecen
prioritariamente en torno a su crecimiento personal y profesional y no en torno a la
institución. Se ofrecen menos a puestos de liderazgo institucional, están menos
preocupados por que la institución cumpla eficazmente sus objetivos y esté en condiciones
de competir con éxito.
Por esa razón, el sentido de esta competencia resulta importante para el desarrollo de la
institución universitaria en su conjunto. En los últimos años, hemos podido ver cómo las
empresas y las instituciones de todo tipo tratan de potenciar este aspecto como una
importante condición del buen funcionamiento y la eficacia en el cumplimiento de sus
objetivos. La cultura empresarial japonesa suele insistir mucho en las virtualidades de esta
religación mutua entre institución e individuos. Por eso, las organizaciones universitarias
suele poner en marcha dispositivos de diverso signo para reforzar la identificación y el
sentimiento de pertenencia: rituales, uniformes, consolidación de las tradiciones, símbolos
externos de identificación de la «imagen institucional», atribución de derechos de
afiliación, potenciación de grupos de excelencia (deportivos, de investigación, culturales,
etc.) que actúen como ejes de aglutinación. Pero, ni siquiera así se consigue con facilidad
trascender esa tendencia al individualismo. Por eso se hacen precisas presiones y estímulos
que favorezcan la coordinación. Y también toda una estrategia de refuerzos personales y de
marketing que refuerce la identificación con la institución y el compromiso con su
«misión».
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Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas
Introducción a la Docencia Universitaria
«El desarrollo del equipo presupone la existencia de una tendencia a la apertura en las
comunicaciones entre los miembros del grupo y a la cooperación, la cual presupone a la
vez: que cada miembro tenga conocimiento suficiente de los papeles que desempeñan
los demás miembros del grupo, que todos estén capacitados para solucionar problemas y
tomar decisiones, que entre ellos se dé una cultura similar, que tengan la habilidad de dar
y tomar feedback».
Es interesante esta lectura empresarial del trabajo en equipo puesto que destaca algunos de
los contenidos básicos de la competencia: el conocimiento global de la institución y del
trabajo que sus miembros desarrollan (primera ruptura de la reducción individualista a la
propia tarea, el propio horario, el propio espacio); la dinámica horizontal del trabajo
(cuanto más se construyan y se diseminen las soluciones en una estrategia top-down, tanto
más descomprometidos se sienten los miembros de la organización); la capacidad para
afrontar problemas (los escenarios muy especializados dificultan la posibilidad de cooperar
pues uno, salvo en su propio terreno de especialización, se ve incompetente y sin nada que
poder aportar); el permanente intercambio de feedback o retroalimentación (los miembros
de la organización no sienten que lo que tú haces es sólo cosa tuya y depende sólo de ti sino
que te hacen llegar sus opiniones y sugerencias) .
Es en este marco donde se puede desarrollar mejor la competencia colegial. Todo eso se
puede comenzar a trabajar desde la formación inicial de los futuros profesionales (se trata
de una competencia que forma parte de casi todos los perfiles profesionales) y constituye
uno de los asuntos a abordar en la formación permanente. Puede constituir, igualmente, uno
de los puntos importantes de los planes estratégicos de las Universidades.
Dos asuntos suelen aparecer como problemas típicos de las Universidades en este esfuerzo
por alcanzar metas institucionales de colegialidad y coordinación: el tiempo y la diversidad
de roles.
El tiempo de estar juntos, compartir o debatir, es un bien escaso en las Universidades. Las
personas estamos agobiadas de trabajo, compromisos y preocupaciones y no disponemos de
tiempo para construir ese espacio común de encuentro que posibilite el conocimiento mutuo
(personal y profesional) ni para observar lo que los otros hacen; las salas de profesores han
dejado paso a las cafeterías y, así, los encuentros son puramente sociales y «en tránsito».
Los momentos de reuniones se hacen escasos y muy condicionados por la necesidad de
resolver cuestiones casi siempre administrativas. Los Departamentos, que deberían
constituir ese espacio de coordinación, trabajo colectivo y apoyo mutuo tampoco han
asumido de manera plena esa función (Zabalza, 2000).
Algunas otras consideraciones se han hecho también en relación a las condiciones que
deben reunir los grupos si queremos que los profesores universitarios pasen de una cultura
basada en la «discrecionalidad personal» a otra basada en la colegialidad. Nias (1987)
concreta esas condiciones en las siguientes:
Los grupos de trabajo han de ser lo suficientemente amplios como para propiciar la
diversidad de puntos de vista, y lo suficientemente restringidos como para hacer posible
que todos puedan participar y ser oídos. Los miembros del grupo deben estar dispuestos a
apoyarse mutuamente pero también a enfrentarse y discrepar.
Deben estar dispuestos a aceptar la responsabilidad de sus propias ideas y de las posiciones
que adoptan. Las relaciones deben plantearse en términos de igualdad aunque suele ser
beneficioso para los grupos contar con un líder dispuesto a proteger y estimular la libre
exposición de ideas de todos los miembros del grupo.
La duración del grupo debe ser lo suficientemente prolongada y las reuniones lo
suficientemente frecuentes para dar opción a que se vayan afrontando los retos y se vayan
produciendo los cambios.
Los conflictos inherentes al desarrollo del grupo no deben ser afrontados como síntomas
patológicos sino como fenómenos naturales cuya resolución puede favorecer el crecimiento
personal y el del propio grupo.
En definitiva, la capacidad para trabajar en equipo y la disposición a identificarse con los
objetivos de la institución de la que se forma parte constituyen las dos caras de la moneda
de esta competencia del perfil profesional de los docentes. Es difícil saber cuánto de esta
competencia depende de la particular forma de ser de cada uno, cuánto depende de la
formación recibida y de las habilidades desarrolladas y cuánto, en fin, de la propia
experiencia o del ambiente en que se esté trabajando. Por eso es tan difícil de definir y más
aún de articular como un proceso de desarrollo personal e institucional.
No ganamos nada con aceptar que se trata de un reto difícil (utópico dicen algunos) y no
hacer nada por modificar la situación. Lo más interesante en el ámbito de la pedagogía
universitaria es constatar qué gran cantidad de experiencias innovadoras en este ámbito de
la colegialidad se están poniendo en marcha por todo el mundo. Y cómo se van destruyendo
mitos y generando nuevas expectativas sobre nuestra disposición a trabajar más
colegialmente.
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