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Otras masas de agua helada que están sufriendo los efectos del
calentamiento son los polos. El Polo Norte, entendido como la gran masa de
hielo que flota en el Océano Ártico, está disminuyendo rápidamente tanto
en extensión como en grosor. Este efecto, además de amenazar
gravemente la supervivencia de especies como el oso polar, implican que
gran parte de los rayos solares que actualmente son devueltos a la
atmósfera al actuar la capa blanca como un espejo, si el Polo Norte se
derrite, sean absorbidos por el mar. Como dato, diremos que el hielo refleja
el 90% de la radiación solar recibida mientras que el agua de mar sólo
refleja el 10% absorbiendo el resto. La desaparición de esta masa de agua
desequilibraría todo el sistema de corrientes que recorre el globo. En verano
de 2008, por primera vez en los últimos millones de años, se abrió un canal
entre el Océano Atlántico y el Pacífico a través del Polo Norte. Este verano
de 2009 ha tenido ya lugar la primera expedición comercial entre estos dos
océanos por el nuevo paso del norte. Esto no hará sino acelerar aun más las
cosas.
Otro efecto poco conocido del cambio climático es que los hábitats de los
animales y las estaciones se modifican. Se dan casos de especies que tienen
a sus crías cuando las plantas de las que deberían alimentarse ya han dado
hace tiempo sus frutos debido al adelantamiento de la estación cálida. Esta
descoordinación estacional está teniendo consecuencias catastróficas para
muchas especies animales. La desaparición de los humedales como el Coto
Doñana, las Tablas de Daimiel o las Lagunas de Ruidera debido a la
sobreexplotación de acuíferos por parte del hombre, a la más escasa
pluviometría y a la prolongación de la estación cálida forma parte de uno de
los peligros más inminentes que, de no cambiar la situación,
presenciaremos en los próximos 10 a 20 años.
Pero los cambios en el clima no son perjudiciales para todas las especies
animales. Existen algunas que ven ampliado su campo de acción. Por
desgracia se trata de especies de mosquitos, escarabajos o garrapatas
portadores de enfermedades hasta latitudes donde no habían llegado nunca
y donde no tienen ni depredadores ni defensas. Así, especies típicas del
África Subsahariana son cada vez más frecuentes en el Sur de Europa
(mosquito tigre, mosca tse-tse, etc). Además uno de los efectos de la
subida de las temperaturas es que el número de heladas nocturnas en
invierno desciende drásticamente. El problema es que uno de los efectos
que estas heladas tenían era que mataban a gran parte de las larvas de
este tipo de especies con lo que su población quedaba controlada. Al
disminuir o desaparecer las heladas la población de estas especies al llegar
la primavera y el verano se ve multiplicada.
Este es sólo un breve resumen de los problemas que los científicos están
observando en el planeta debido al incremento de los gases de efecto
invernadero en la atmósfera. Desde hace ya varios años son cada vez más
las naciones del planeta que se están planteando soluciones para atajar o al
menos frenar este cambio climático. El llamado Protocolo de Kioto que
estableció a los países firmantes el compromiso de reducir sus emisiones de
CO2 tomando como referente las de 1990 fue un primer gran paso. Este
Protocolo finaliza su período de aplicación en 2012 y probablemente será
sustituido por los compromisos que se alcancen en Copenhague en
diciembre de 2009. Todo parece indicar que de forma generalizada se
tratará de reducir (siempre con respecto a 1990) las emisiones de gases de
efecto invernadero (principalmente CO2) al menos en un 20% para el año
2020.