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“Año de la Universalización de la Salud”

TEMA: RESUMEN DE LA OBRA MARIO VARGAS LLOSA.


“EL HEROE DISCRETO”

PROFESORA: Silvia Liliana, Rodas Espinoza.


ALUMNA: Katherine Angela, Honocc Bonifacio
SECCION: AC2M17.
AULA: 412.

LIMA _ PERU
2020
CAPITULO I
Felicito Yanaqué, dueño de la empresa de transportes narihuela salió de su casa
como todos los días de lunes a sábado a las 7:30, vivía en el centro de Piura y en
la calle Arequipa había ya estallado el bullicio de la ciudad, los altos veredas
estaban llena de gente yendo a la oficina al mercado o llevando a los niños al
colegio algunas beatas se encaminaban a la catedral. Los vendedores ambulantes
ofrecían chupetes, chifles, empanadas y toda suerte de chucherías, Esta mañana
alguien había pegado a la vieja puerta de madera claveteada su casa a la altura
de la errada de bronce. Un sobre azul en el que decía su nombre del propietario
DON FELIPE YANAQUE. Donde decía que a su empresa de transportes narihuela
le vaya tan bien, pero también es un riesgo, pero no preocupe nuestra
organización se encargara de proteger a transporte narihuela y como a usted y su
digna familia. En vez de firma la carta llevaba la figura de una arañita, Don Felipe
lo leyó un par de veces y le pareció un poco gracioso. Don Felicito recordó una
palabra de su padre antes de morir: nunca te dejes pisotear por nadie hijo eso es
la única herencia vas a tener, Yanaqué se fue a su empresa y por ahí mismo salió
para atrás porque recordó que tenía que ir a la estación de la policía a poner la
denuncia. Don Felicito le entrego la carta al sargento, la leyó muy cuidadosa
mente y le dijo que no lo tomara mucha importancia y que si pasara a mayores la
estación de policía se iba a encargar de inmediato. Molesto e indignado salió
Yanaqué de la estación. Camino y camino hasta encontrarse con una vieja amiga
que le agradeció mucho por las ayudas y consejos, pero Yanaqué le entrego la
carta a Adelaida, al ver la carta la señora, la huele, la saborea y le parece que
nada extraño. Yanaqué y Adelaida se pusieron a recordar aquel día del accidente,
que supuestamente le había escrito en la carta. No se trata de plata, sino que no
debe dejar pisotear en la vida se trata de eso no más comadrita.

CAPITULO II.

Don Ismael Carrera el dueño de la aseguradora le propuso a Rigoberto que


almorzaran juntos y este pensó “una vez más va a pedirme que dé marcha atrás”.
Porque Ismael al igual que sus colegas y subordinados, le pareció mucho su
intempestivo anuncio de que Rigoberto adelantaría su retiro cuando podría
permaneces otros tres años más en la agencia. Tratando de animarse en el
tiempo libre de que dispondría pasar las horas en su pequeño espacio de
civilización, contemplando a sus amados, los libros de arte que están en su
biblioteca, el viaje anual a Europa con Lucrecia a visitar museos, fundaciones,
galerías, etc. Había hecho cálculos para gastar de manera juiciosa y
administrando su casi millón de dólares de ahorros para tener una vida vejez con
Lucrecia y dejaría asegurado su futuro de FONCHITO.
Rigoberto pensó que Ismael lo llevaría a almorzar al club nacional pero apenas
encontró al Mercedes Benz en el lenguaje del edificio. Volviéndose a Rigoberto
explico “nos hará bien respirar un poco de aire del mar los chillidos de las
gaviotas” Rigoberto le dijo al loco de Ismael que si vas a sobornarme con un
almuerzo estaba loco Rigoberto quería jubilarse de todas maneras, aun que le
pusieran una pistola en el pecho. No te la pondré dijo Ismael porque sabía que era
terco como una mula, prontito volverás de rodilla que te ponga en la gerencia, pero
antes te are sufrir un buen rato, te lo advierto, Recordó desde cuando conocía a
Ismael, muchos años había sido muy buen mozo elegante y sociable hasta que se
casó con Clotilde hacia suspirar a solteras y casadas, pero luego de muchos años
se había arruinado físicamente. Se conocieron el primer día que Rigoberto
empozo a trabajar en la aseguradora hace ya treinta largos años. Ismael le tenía
respeto, aunque nunca lo quiso porque don Alejandro hizo trabajar a su hijo único,
ya que era despótico, Rigoberto lo recordaba con admiración un capitán de
empresa, Ismael un continuador aventajado de la obra de su padre. Por suerte ya
estaría de gerente para presenciar la catástrofe. ¿para qué le habría invitado a
almorzar su jefe ya que no era para hablar de su jubilación? Ismael le dijo me voy
casarme con Armida mi empleada, este al escuchar la noticia quedo muy
sorprendido y le advirtió de todos los problemas que se le vendrá después de
dicho matrimonio a Ismael ya que sus hijos tratarían de anular ese matrimonio a
toda costa, pero Don Ismael siguió con su decisión de casarse. Dicha decisión fue
tomada el mismo día que callo en el hospital por un ataque al corazón, estaba muy
débil escucho a sus hijos deseándole la muerte para heredar de una vez. Estaba
muy decepcionado de hijos porque Ismael y Clotilde siempre se desvelaron por
ellos.

CAPITULO III.

Felicito Yanaqué recibió la segunda carta de la araña pocos días después de la


primera, un viernes por la tarde, el día de la semana decide visitar a Mabel (su
amante), esta lo recibe en bata, cariñosa y dichosa como de costumbre, pero
Felicito tenía la cabeza ocupada para poder pensar en la carta, Mabel se dio
cuenta y Felicito le conto lo que había pasado, Mabel se preocupa por aquella
noticia y le sugiere que vaya a la comisaria a denunciar
Después de una larga conversación Felicito decide marcharse, y al abrir la puerta
encuentra un sobre pegado junto al timbre de la casa; decide entrar y leer la carta
junto con Mabel, la cual se puso muy pálido y una lucecita angustiosa titilaba en el
fondo de sus ojos. Felicito entro, encendió la luz del pequeño pasadizo y estirando
la carta para leer lo que el leía, reconoció las letras mayúsculas en tinta azul:
donde decía señor Yanaqué usted ha hecho mal en haber ido a la estación de
policía, pese a las recomendaciones que le hizo la organización pronto tendrá
pruebas de que
somos capaces de responder a sus provocaciones y, sobre todo no volverá a dar
quejas a la policía, si no aténgase a las consecuencias.
Felicito se dirigió a la comisaria Sánchez Cerro, esta vez el guardián no lo dirigió a
la oficina del sargento Litina si no a una oficina más amplia. Ahí estaba el sargento
con un oficial y un capitán. Después de una larga conversación el capitán Silva,
mirándolo con lástima que tal nosotros somos los autores de estos anónimos, los
miserables que queremos extorsionarlos. Felicito se contuvo las ganas de
responderles que sí. En este momento sentía más cólera contra los dos policías
que contra los autores de la carta de la arañita, salió de la comisaria
profundamente deprimido, ya que sentía que si caso no lo tomaban muy enserio:
se dirigió a su casa, ya que dentro su esposa Gertrudis le cuenta que recibió una
carta de su hermana Armida de Lima con la noticia de que se casaría a bueno
habrá que mandarle un regalo entonces Felicito ni siquiera sabía que Gertrudis
tuviera una hermana, después de esta se fue a su cuarto. Desde que miguel y
Tiburcio se fueron a vivir solos, Felicito y su esposa tenían cuartos separados, no
podría ser de otro modo, en un matrimonio que no había resultado de un
enamoramiento si no de una borrachera y un polvo medio a ciego.
Felicito se levantó a las seis de la mañana y como de costumbre hizo su rutina de
ejercicios de Qi Gong, acordándose como de costumbre de su maestro, las cuales
fueron interrumpidas por unos golpes en la puerta y al salir el ciego de la esquina
le dice que corra ya que se estaba quemando su oficina de la avenida Sánchez
Cerro, que llame a los bomberos y vuelva allá.
CAPITULO IV.
Este capítulo trata del matrimonio de Don Ismael y Armida, el cual fue el más
breve y despoblado que Rigoberto y Lucrecia, aun que les deparo más de una
sorpresa recordaban. La ceremonia fue muy rápida, no hubo invitados ni festejos,
el alcalde leyó a trompicones las obligaciones y deberes de los contrayentes y
apenas termino la lectura, los testigos firmaron el registro. Después los invitados
se dirigieron a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de la legua, donde tuvo
lugar el matrimonio católico, después de casarse Ismael se dirigió al aeropuerto
para irse de luna de miel con Armida. Ya que su equipaje estaba en la maletera de
coche, y le exclamo a Rigoberto que mañana no olvide leer la página del
comercio. Allí vera el aviso donde parte a la sociedad limeña de nuestra boda.
Soltó una risotada y les guiño un ojo con picardía. Ahora Rigoberto estaba
preocupa ya que después de esto los hijos buscarían explicaciones y de seguro se
la pedirían a él. Pero como eso ocurrirá mañana, tengamos hoy un día de paz y de
tranquilidad absoluta. No volvamos a hablar de hienas. Cuando Fonchito regreso
del colegio, le informaron de la boda y no pareció darle la menor importancia al
asunto. Los escucho, sonrió por educación y se fue a su cuarto. Rigoberto empezó
a contar a Lucrecia de cómo Armida planeo todo, con astucia, había enamorado a
don Ismael de una manera de deseo sexual de estos dos.

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