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LA VIDA SEXUAL EN EL MATRIMONIO MODERNO

Buenos Aires, época actual.

Personajes
Ema, 45 años
Hilario, 50 años

Escena 1: EL AFFAIRE DE LA ENFERMERA

Cuarto de hotel de tres estrellas.


Ema, sentada muy rígida en la cama, llora cubrièndose la cara. Todavía tiene alguna
prenda que denuncia su oficio, enfermera. En una mesita, desordenado, está el
estetoscopio.
El Dr Amor, su amante, intenta consolarla.

AMOR: Ema…

EMA: Basta, basta.

AMOR: Ema, por favor. No te pongas así.

EMA: Nunca vas a dejarla, Hilario.

HILARIO: Ya lo hablamos esto. Vos sabés que no es fácil. Nada es fácil y Ruth María
está loca. Está mal, de verdad. Ya sé que no te importa si Ruth María está bien o no de
la cabeza. Pero si ella se suicida, que es lo que es capaz de hacer, sería todavía mucho
más difícil vernos. ¿Te diste cuenta de eso?

EMA: Ojalá se mate.

HILARIO: Como es ella, dejaría una carta. Me incriminaría; habría una investigación.
No sería tan simple vernos. ¿Dónde quedaría la reputación del Dr Amor? No me
buscarían ni los viejos cochambrosos para que les ponga un mísero marcapasos. En el
hospital no quieren a un médico sospechado de uxoricidio.

EMA consternada: …

HILARIO: Cuando un hombre mata a la esposa. Uxoricidio, en la U. Deberías mirar de


vez en cuando el diccionario.
EMA: Creí que ustedes le llamaban a eso guerra santa. No importa nada de tu mujer, ni
de vos, ni de cómo se mueren cada uno. ¿Sabés que te merecés? Reconciliarte con ella y
vivir a su lado hasta que seas viejo y sesentón, con la canción de Los Beatles. Y que te
pudras así.

HILARIO bajo: Yo no estoy peleado con Ruth María.

EMA: Qué dijiste.

HILARIO: Dejáme que te ausculte el pecho. Vos estás nerviosa.

EMA: Dijiste que no estás peleado con ella. Entonces es verdad que la querés.

HILARIO: Yo no dije eso. Sacáte la ropa, Ema. Sé buena.

EMA: ¡No quiero! Sos un ser asqueroso. Cuando pienso en vos y tu mujer, haciendo el
amor en la cama, revolcándose frenéticamente, tengo una excitación tal que debo
tocarme para aliv…

HILARIO fuera del papel: No, eso es muy fuerte.

EMA también fuera del papel: Por qué?

HILARIO: La enfermera se enloquece de celos, no de excitación sexual.

EMA: Pero hay gente que se calienta con los celos, Hilario. Acordáte de tu prima Pochi
que…

HILARIO: Esa gente está loca. Vos decí lo que estaba en el texto.

EMA: Okey, dame el pie.

HILARIO en el papel: Sacáte la ropa, Ema. Sé buena.

EMA: ¡No quiero! Sos un ser asqueroso. Cuando pienso en vos y tu mujer, haciendo el
amor en la cama, revolcándose frenéticamente, creo que voy a morir de los celos y de…

HILARIO: No podemos revolcarnos. Ruthcita tiene artritis. Vení, Ema. Vos sos la
mujer de mi vida…

EMA: No quiero que me toques.

HILARIO: ¿A qué vinimos acá, después de todo? No me digas que venimos a jugar al
dominó. Hace tres meses que no pego un ojo buscando como un loco los horarios para
verte, para encontrarte, aunque sea un ratito. Cuando empezamos a venir, vos ya te
habìas sacado la ropa interior en el taxi y despuès te me tirabas encima que parecía más
una sofocación que un acto de amor y ahora me venís con que no querés hacer el amor.
EMA: Vos me dijiste que te estabas separando. Yo sabía que era un truco. Ustedes
siempre dicen que se están separando. Son incapaces de encontrar una idea original.

HILARIO: No te lo dije así.

EMA: No: me dijiste: Estoy muy mal con mi mujer.

HILARIO: Te dije: Me enamoré de vos, viéndote inyectar en la Guardia. Con la jeringa


en alto, los ojos frunciditos como una china. Vení, dame un beso.

EMA: No quiero que me toques más.

HILARIO abatido: Ema, hoy se me murió un paciente.

EMA: Oh.

HILARIO: Quedó en la operación. Era un tipo grande para los stent; yo sabía que el
riesgo existía y les avisé. A él y a la familia, les avisé. Los conocía del Jockey Club, el
tipo siempre le dejaba montar el pony a Juan Ignacio…

EMA: Era el tipo gordo que estaba internado en la 12?

HILARIO: Ese. Era un buen tipo; la primera vez que te vio dijo que tenías un culo que
era para asesinarlo.

EMA: Tu misma ralea.

HILARIO: Un día de estos, me clavo un bisturí en la garganta.

EMA: …

HILARIO: Si vos me dejás, yo me abro la garganta con un bisturí.

EMA: En tu casa, todos tienen inclinaciones suicidas?

HILARIO: Vos sos la única mujer con la que yo he sentido algo, Ema. Podés entender
eso?

Ema llora desconsolada, él la acaricia empieza a sacarle la blusa. La besa con pasión.
Entonces, encuentra un cardenal en la parte alta del pecho de ella.

HILARIO: ¿Y esto qué es?

EMA: ¿Qué?

HILARIO: Esto, un golpe no es. Esto es un mordiscón.

EMA: ¿Adónde?
HILARIO: Vos sos tarada? Acá, arriba de la teta. Vos estuviste con otro.

EMA intenta verse el moretón: No me lo veo.

HILARIO: Qué puta que sos. Mi viejo siempre me decía: Las mujeres se dividen en
putas y en muy putas. Santas, ni tu madre.

EMA: Sabés que debe ser? La señora de la 15, que está por la nefritis. No se puede
levantar y cuando la ayudo a levantarse de la cama, a incorporarse, ella se me agarra de
acá y capaz me dejó una marca.

HILARIO: Me estás tomando el pelo? Esto es un mordiscón que te dio algún fulano.

EMA: Dejáte de embromar. Es un moretón.

HILARIO: Hice siete años de Medicina y después la especialidad: Cardiología, cuatro


años. Los congresos, las residencias en el extranjero. Y la imbécil me dice que es un
moretón y en cambio es una infidelidad.

EMA: Pero no sos forense. Sos cardiólogo.

HILARIO: Vos me juraste que me querías. Que yo era el único en tu vida. Que habías
dejado todo tu pasado atrás.

EMA: …?

HILARIO: Tenés mala fama en el hospital. Pero yo te defendía a muerte. Ema López no
es una prostituta, todas las enfermeras son así. Sensuales, quiero decir. Porque son la
imagen de la salud. Y los enfermos se aferran a la imagen de la salud.

EMA: Gracias, Hilario.

HILARIO: Pero ahora empiezo a creer que de verdad les cobrabas setenta pesos a los
viejos para hacerles la del mono por abajo de la sábana. ¡Setenta pesos a los viejitos
moribundos, vos no tenés alma!

EMA: Me cansaste. Todo este discurso de la moral que hay que tener. Sí, ¿sabés?
Estuve con mi ex, anoche. Cobró el medio aguinaldo y me dijo: Peque, acá, y se señaló
el bolsillo de adelante, tengo la cuota de la hipoteca. ¿Y qué querés que haga? ¿Sabés
cuál es mi sueldo en el hospital? Acaso vos me ayudás?

HILARIO: Te acostaste con el borracho ese?

EMA: Lo hace muy bien. No se acalambra como vos.

HILARIO: ¡Yo no me acalambro! Son espasmos de placer.


EMA: Por favor, Hilario. No soy enfermera diplomada desde ayer.

HILARIO: ¡Te acostaste con un tipo por unos pesos roñosos! ¿No te alcanza con purgar
a los viejitos? Uno me dijo que como no le daban los sencillos los parientes, te pagó con
la alianza de matrimonio con su difunta…

EMA: No era un tipo, era mi marido. Marido, porque todavía no me divorcié. Y no veo
cuál es el apuro en divorciarme, si no tengo en vista nada…

HILARIO: Vos crees que los tipos cotizan en bolsa. Dice el viejito que vos te le subiste
encima y le apoyaste las tetas acá, así. Me parece que se murió del enfisema o porque
vos lo aplastaste con ese culo enorme que tenés, pobrecito…

EMA: ¿Vos te creés los delirios de todo el mundo?

HILARIO: Ema, terminemos en paz la relacion,. Quedemos como amigos, como


profesionales. Si nos vemos en un pasillo de cirugía, en radio, lo que sea, nos saludamos
con un Hola y punto. El tiempo traerá consuelo y…

EMA: Que le había puesto las tetas cómo?

HILARIO: Qué?

EMA: Cómo dice el viejito que le hice?

HILARIO: Te le montaste así y le quedaron las tetas tuyas acá en la cara…

Ella hace lo que se supone que le hizo al viejito. El la abraza, se besan


apasionadamente.
Oscuridad.

HILARIO: Estemos a mano, Ema…

EMA: Perdóname, Hilario.

HILARIO: Te perdono, te perdono lo de tu marido y lo de todos los gerontes del tercer


piso, todo, todo, Ema. Ema, no me vayas a dejar nunca.

EMA: No, Hilario. Nunca.

Escena 2: DESAVENIENCIAS MARITALES DE LA DOCTORA FINKELSTEIN

Consultorio de la doctora Finkelstein. De vez en cuando, ella saca una petaquita de su


bolsillo y bebe.
Un sillón de mimbre, un diván. Un cuadro de Freud.
En el diván, tirado sin zapatos, Hilario.
HILARIO: No sueño más, doctora Finkelstein. Nada, hace tres semanas que nada. Y la
verdad es que me pregunto si tengo que seguir viniendo porque se supone que ustedes
analizan los sueños, no? Mis sueños anteriores eran estúpidos, pero al menos existían.
Yo sé que usted se rió cuando le conté el de la cebra que corría por la larga sabana. O
cuando soñé con el pony que se encabritaba y no se dejaba montar por el paisano. Todos
sueños equinos, hasta el del unicornio era un sueño equino. ¿Por qué un unicornio qué
es? Un caballo cornudo. Y eso que yo nunca fui a un hipódromo. Mi hermano, Néstor,
me dice, Hilario andá al hipódromo y jugále la sesión a un burro, en lugar de darle la
plata a la psicóloga esa que te roba. El dice que usted me roba porque nunca sacamos
nada en claro. No dijo la psicóloga que te roba, en esa ocasión. Dijo la yegua ésa. Otra
vez imágenes equinas. Y cuando le contaba a usted mis sueños equinos, usted me dijo,
son, es el deseo sexual. Usted siempre me dice el deseo sexual acá, el deseo sexual allá,
el impulso sexual por acullá… Yo debo estar caliente todo el día hasta la desesperación,
si tengo que soñar con toda la tropilla esa…

EMA impaciente, fuera del papel: Es muy largo el texto ese, Hilario. Te ponés mucho
texto; querés ser el protagonista en todo.

HILARIO fuera: Habíamos quedado que lo decía así.

EMA: No; estás morcilleando. Sos un mal actor.

HILARIO: Yo?

EMA: Por eso te echaron del elenco estable del Teatro San Martín.

HILARIO: A mí no me echaron, Ema, me fui. Vos seguro que te acostabas con los
utileros.

EMA: Sabés cuál es tu problema, Hilario? Que cuando estás en un papel, después no
podés salir de él. Y si me querés hacer una escándalo porque en mi pasado prodigué con
cierta generosidad algún que otro favor sexual, te pido que ahorremos plata y en lugar
de alquilar un consultorio a los obsecuentes de la Asociación Psicoanalítica, me hacés el
escándalo en casa y punto.

HILARIO se recompone, sin ánimo: … Yo debo estar caliente todo el día hasta la
desesperación, si tengo que soñar con toda la tropilla esa…

EMA. Es que sus sueños hablan de deseos insatisfechos, Hilario.

HILARIO: Pero no es lo normal. Mire si uno se pusiera a satisfacer todo lo que le viene
en mente. Yo tirado acá, usted ahí… Usted es casada, doctora?

EMA: Creo que es una pregunta personal.

HILARIO: Sí, claro que es personal Se la estoy preguntando a usted porque hace dos
años que me atiende y conoce todas mis intimidades. Cierto que yo acá no pisaba ni
loco si no me mandaban de la empresa; a mí nunca se me ocurrió un motor John Deere
me podía caer en la cabeza. Por eso lo quise detener con las manos. Yo nunca pensé que
un motor John Deere era una blanca palomita, eso lo informó el de Personal, que me
tiene bronca porque siempre lo tratamos de cornudo… Y puso eso de la omnipotencia
de querer parar un motor John Deere con los brazos. Pero no puso que las grúas no
funcionan y se le escapan los motores por el aire. Porque que yo sepa, los motores no
vuelan. Por eso, dígame, usted es casada?

EMA: Estoy separada.

HILARIO: Ah. Yo la hacía casada, con una familia feliz…

EMA: No sé de qué me habla.

HILARIO: Eso, las mejillas siempre coloradas, arrebatadas como si viniera de hacer el
amor con su marido… directo desde la cama a…

EMA: Mi marido me dejó hace dos fines de semana.

HILARIO: …

EMA: Mi marido me dejó por otra mujer.

HILARIO: Cómo alguien puede dejarla a usted?

EMA: La otra era una mujer fálica.

HILARIO: Con los ojos que usted tiene…

EMA: Yo estoy segura que ella se lo monta al hijo de puta por atrás.

HILARIO: Yo nunca tuve una mujer como usted. Bueno, yo nunca tuve una mujer,
usted ya lo sabe. Qué sé yo, siempre me pareció que las mujeres son para los otros, los
que las saben tratar, porque si no uno se llena de problemas…

EMA: A él le gustaban las cosas por atrás. Un día le encontré una colección de revistas
gay.

HILARIO: A mí me hubiera gustado criar caballos toda la vida. Por ahí, hacía una plata,
un poquito y mantenía casa y mujer. Pero fue Néstor, mi hermano mayor, que me dijo
que fuera con él a la ciudad, y nos metimos en John Deere…

EMA: Dice que estaba haciendo un collage de arte plástico con las revistas gays.

HILARIO: Veinte años en John Deere.

EMA: Con estos antecedentes, una diría: le gustan los hombres, los muchachos. Pero
no, nada màs que para contradecir a la teoría, él me deja por una mujer grande como un
camiòn, ¿sabe qué hace ella?
HILARIO: De seis a cuatro, todos los días. Turnos rotativos. De Longchamps a Retiro,
una hora. Con mi hermano Néstor nos levantábamos a las cinco, hacíamos el mate
cocido..

EMA: Maneja un colectivo. Maneja el 60, Ramal oeste. Cuando lo supe, le tiré con
cuanto objeto había en la casa. Le grité Toma un trago largo: ¿No te gustaba cómo te la
mamaba yo, acaso? ¿No me digás que no te gustaba cuando te ataba a la cama? ¿O
cuando te daba con el latiguillo en las nalgas? Y te daba y te daba y después te lamía las
heridas… ¿No te gustaba, eh? ¿No te gustaba?

Llora desconsolada.
Hilario se acerca y la consuela.

HILARIO: Doctora, ¿se da cuenta? Somos dos almas desconsoladas que se hallaron
en…

EMA: …?

HILARIO: La amo, Ema.

EMA recompuesta: Me permite, Hilario? Acá, la obra social me pide el informe


trimestral para la oficina de personal y dice evolución del ataque de pánico…

HILARIO: En mis sueños, usted era la mula en celo…

EMA; Le suplico, Hilario. Vuelva al diván, por favor.

HILARIO: Era la mula en celo, la burra, la potra, la cebra, la doña pony, la unicornia
que hociqueaba excitada delante de mí y me pedía; Mas, Hilario, más. Alcanzáme,
Hilario.

EMA: Acá hay que pedir la supervisión psquiátrica del departamento de la Unión
Obrera Metalúrgica. No sé con quién trató usted aallí, creo que es Simonetti el que…

HILARIO: Si no viene conmigo hoy, vuelvo a la fábrica y me dejo aplastar por el


próximo motor John Deere que se les caiga del guinche.

EMA: Hilario, usted está confundido… Lo que usted llama amor es transferencia, un
sentimiento propio del paciente en el análisis, durante el progreso hacia la cura…

HILARIA: Una grupa así de ancha tiene usted en mis sueños. Unas ancas prietas, duras,
y un ansia de yegua recién parida…

EMA acalorada: Me pueden hacer una demanda por mala praxis, Hilario.

HILARIO: No tema, yo sé amansar a los animales…


Ema se sienta en la falda de Hilario.

HILARIO goloso: Usted es una yegüita arisca a la que hay que quitarle las cosquillas
para ponerle las bridas…

Golpes en la puerta. Ema se levanta sobresaltada.

EMA: Mi marido!

HILARIO: Quién?

Mira por la mirilla.

EMA: Mi marido. ¡Es mi marido!

HILARIO: No le abra, no se lo merece.

EMA: Si me vé así me mata.

HILARIO: Déjelo que se vaya.

EMA: No…, no puedo.

HILARIO: No se fue con otra mujer? Dejelo que se vaya con la otra mujer.

EMA: Va a matarnos, Hilario.

EMA se pone contra la puerta: Venga, ayúdeme a sostener la puerta para que él no la
derribe. Si entra, nos matará seguro.

Mientras acomoda a Hilario encima suyo

HILARIO: Pêro yo soy su paciente, ¿por qué él pensaría que nosotros dos…?

EMA besándolo y lanzados al amor: Porque él no existe, Hilario….

Escena 3: CONSEJOS DEL RABINO GOLDIN

Salita acogedora, con una mesa familiar y un mantel de hule con dibujitos. Dos tazas de
té humeantes sobre la mesa, la tetera de porcelana, un plato con delicatessen.

HILARIO con barba larga de utilería: Me dijo Jacobo que viniera a hablar contigo. El
está muy preocupado por ti. Dice que lo has amenazado, que has hecho contra él
amenazas terribles, que le vas a envenenar la comida. Dice que el otro le serviste un
vaso de agua con matarratas adentro…

EMA: Rebe, le suplico, no me haga hablar.


HILARIO: Ema, si no quieres hablar, debes estar muy mal.

EMA: Rebe, por la memoria de mi padre, que en el seno de Abraham esté, no quiero
hablar…

HILARIO: Ema, tu marido dice que cuando vuelve de negocio tiene que amordazarte
para que no hables tanto y ahora no quieres hablar. Qué tengo que pensar?

EMA: El me amordaza para que no grite cuando me hace el amor y oigan los chicos.

HILARIO: Está bien, Ema, es lo mismo. Unos maridos amordazan por una cosa, otros
maridos amordazan por otra cosa, Dios no lo ve mal. Pero vengo aquí porque Jacobo me
dijo que te hable y ahora te quedas silenciosa. Acaso estás muy enferma? La fiebre te
hace callar? Estás haciendo dieta para adelgazar, Ema? Mirame a los ojos y dime la
verdad: ¿estás haciendo dieta?

EMA: Rebe, no soy feliz con Jacobo.

HILARIO: Cómo puede ser? Un hombre tan piadoso, todos los sábados en la sinagoga
haciendo sus donaciones…

EMA: No soy feliz con él, Rebe. El es tan respetuoso de la ley de Dios. A veces pienso
que hasta tiene alma de cristiano.

HILARIO: Mira, no blasfemes. Yo circuncidé a Abramcito, a tu Jacobito, a tu…

EMA: Sí, pero Jacobo no me hace feliz en la cama.

Silencio atroz.

EMA: Ya se lo dije.

HILARIO: Dame otra masita de azúcar. Qué rica.

Silencio.

EMA: Rebe, cuánto hace que usted está casado con doña Rebecca?

HILARIO: Sesenta años de casados.

EMA: Ella es feliz con usted.

HILARIO: Más té también, por favor, Ema.

EMA: Y usted fue feliz con ella? En la cama, quiero decir. Teniendo relaciones
sexuales.
HILARIO: Con Rebecca?

EMA: Sí.

HILARIO: Con Rebecca, mi esposa?

EMA: Sí.

HILARIO: Tienes crema para el té?

EMA: Porque a lo mejor con ella pasó la misma crisis que tengo yo. Al principio, con
Jacobo era todo fuego, pasión. Claro, teníamos veinte años. No era una gran perfomance
sexual, las posiciones básicas, casi sin caricias previas… Vio que es más fácil satisfacer
a una chica de veinte años que a una de cuarenta y cinco. Y mire que yo no le estoy
hablando del orgasmo, Rebe. Le hablo de estar bien.

HILARIO: La crema en el té es buena para la acidez estomacal. Te cura la acidez


estomacal.

EMA: Pero ahora yo ya estoy un poco grande. Y usted vio lo pesado que está Jacobo,
que no quiere perder peso. Pero él insiste con ponerse en la posición del misionero.
Tiene la idea fija con el misionero. Me pregunto si será algún tipo de trauma judío
querer tanto hacerme el misionero. Pero la realidad es que yo no puedo más. Sabe,
Rebe, lo que es tener encima ciento diez kilos fregándo y fregando sobre su cuerpo…?

HILARIO congelado: …

EMA: No sabe. Y por otra parte, yo le dije Jacobo, con la rodilla como estás, batsa de
hacer el misionero. Te van a terminar amputando la pierna.

HILARIO: También Asha Beker, ¿te acuerdas de Asha Beker que era viejito cuando vos
lo conociste? El también perdió la pierna con los nazis. El pobre Asha estaba
defendiendo el Ghetto de Varsovia y viene una ráfaga de metralla de los nazis y…

EMA: Le pedí que me practique el sexo oral.

HILARIO; Pobre Asha Beker…

EMA: Le indiqué por dónde tiene que lamer. Le hice un dibujito en un papel y después
le expliqué, digamos, de forma práctica. No es tan difícil, no es un plano para construir
un cohete espacial. Pero no me la quiere chupar. Usted, Rebe, le hacía el sexo oral a su
esposa?

HILARIO: ¡A Rebecca!

EMA: Le dije, Jacobo, me pongo acá en la mesa, así tenés más luz y te guiás mejor con
el plano.
Hilario aparta de sí la taza, el plato con galletas, todo.
Está asustado.
Ema se sube a la mesa, se alza un poco la falda.

EMA: A ver si me explico de qué se trata, Rebe. Acérquese. Porque esto ya se venía
haciendo desde la época de Adán…

Oscuridad.

Escena 4: Q.E.P.D la pobre Martha


Velatorio, un ataúd. A un costado, una lámpara de pie. Una mesita baja con una
cafetera, una botella de oporto.
Hilario está sentado en una silla, le habla al ataúd.

HILARIO: Martha, no voy a poder dormir en nuestra cama esta noche.

Hilario se inclina sobre el ataúd, arregla algo, se sienta, sigue.

HILARIO: Que paren su tic tac todos los relojes de nuestra casa, Martha, y que
desconecten los teléfonos. Le voy a dar un hueso jugoso de carne al perro para que no
ladre, no vuelvo a encender la tele ni la radio. Ojalá tuviera la plata para contratar un
avión que escribiera en el cielo: Murió mi Martha. Ojalá pudiera ponerle cuellos de luto
a todas las palomas mensajeras. Porque vos eras mi norte y mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo, mi domingo de descanso, mi día y mi noche, mi charla y mi
música. Pensé que el amor era eterno, pero estaba equivocado…

Entra Ema, totalmente de luto, pero furiosa.

EMA: Vos te pensás que soy estúpida, Hilario?

HILARIO fuera de papel: ¿Qué?

EMA: Vos tenías que decir dos palabritas y secarte los mocos. No tirarte todo el poema
de Auden encima. W. H. Auden, porque no soy tonta, iletrada, inculta, ¿sabés? YO sé
que es Auden y vos ni lo conocías, si no fue porque yo lo estaba leyendo hace dos
semanas. ¡Yo soy la profesora de letras, no vos! ¡Yo me pudro dando clase a los
subnormales de un segundo año todos los días, no vos! Te vi moscardoneando alrededor
de MI libro, pero no pensé que me ibas a hacer esta traición. ¡Los mejores textos te los
escribís siempre para vos!

HILARIO: Ema, no es así. Son textos míos. Y además, yo sé quién es Auden, lo leí
cuando…

EMA: ¡Qué vas a saber, vos, mequetrefe! Si apenas conocés quién es Belisario Roldán
porque tu mamá te lo hacía aprender de memoria del cuadrito colgado al lado de la
estampita de San Cayetano…!
HILARIO: Ese es Francisco Luis Bernárdez.

EMA: Sos un tarado. Un tarado y un traidor. Salió quinientos pesos que nos dejaran la
sala un ratito con la muerta ésta. Pobre mujer. Me voy a ir al infierno por tu culpa.

HILARIO; Por qué no aprovechamos y seguimos? Despuès en casa tenemos una


conversación seria, si querés, sobre la actuación…

EMA: Quiero improvisar.

HILARIO: No, si ya aprendiste el texto, ¿para qué?

EMA: Quiero improvisar, Hilario.

HILARIO: Está bien.

Ema sale. Entra en el papel.

EMA: Martha, ¡Martha querida!

Ema se tira sobre el cajón y llora desconsoladamente.

HILARIO: Disculpe, señora, ¿la conocía a Martha? ¿Nos hemos visto…?

EMA sin oírlo: Martha, Martha amor mío!

HILARIO: Señora, ¿usted es entrenadora de hockey también? Martha entrenaba en el


Colegio Adoratrices, ¿usted en…?

EMA: Martha era mi amante.

HILARIO: …

EMA: Martha me hacía el amor como ningún hombre me lo ha hecho. Qué digo
hombre, ser, bestia, lo que fuera. Me tocaba y mi piel ardía. Ni siquiera tenía que hacer
uso de los juguetes sexuales que se colgaba del arnés, para hacerme arder. Martha era
una perra en celo.

HILARIO fuera de papel: No seas bruta, Ema. Está la pobre mujer ahí, le estás
faltandoel respeto.

EMA: Ah! Yo le falto el respeto y vos con el paren los relojes y todas esas cursilerías no
le faltás el respeto.

HILARIO: Era poético, es distinto.

EMA: A mí Martha me ponía a mil.


HILARIO: Sos un animal. Vine porque me dijiste que los velorios te excitaban, pero en
cinco años de matrimonio se nos murieron tres parientes y a vos no se te movió un pelo.
Cuando se murió el tío Nemesio…

EMA: Cómo me iba a calentar con tu tío Nemesio? Estuvo agonizando trece meses, ya
no se podía vivir. Que se moría, que no se moría. Casi nos lleva a todos con él. El
velorio fue alivio, parecía que estábamos en Wimbledon. No sé cómo tu tía no sirvió
cócteles en lugar de café.

HILARIO: Igual, no me gusta que hagas de lesbiana.

Ema comienza a desnudarse. Tiene un luto como el de antes, con mucha ropa interior:
viso, camisa, faja, trusa. Portaligas, medias ligas.

HILARIO: ¿Qué hacés?

EMA: Hagámoslo así por esta vez. Sin tanto teatro.

HILARIO: Pero si falta como veinte minutos de escena.

EMA: No importa, hagásmolo así esta vez. Me quiero ir a casa, estoy con frío.

HILARIO: Tapáte, Ema. Mirá si entran los de la funeraria justo ahora.

EMA: No, dale, lo hacemos y nos vamos.

HILARIO: Vos no me querés más, Ema.

EMA: Eso lo dice el cura párroco, cuando nos prestan el confesionario. Te digo, Hilario,
por ser honesta: la sotana te queda como una patada en el culo. Vení dale, tocáme acá la
cadera que me gusta.

HILARIO: ¡No! ¡Yo no te toco nada! ¡No te toco nada! Tenés cada vez más las maneras
de Ema la ramera aventurera que anda por el puerto. Nunca te saliste del todo de ese
papel.

EMA: Nunca se me curó del todo la neumonía que me agarré por andar despechugada
en la costanera mirando los barquitos. No sé cómo no me violaron.

HILARIO: De dónde sacaste esta ropa?

EMA: Tu tía Demetria.

HILARIO: Vestite que nos vamos.

EMA: No.
HILARIO: Ema, no me hagas esto. En tres minutos entra el tipo a soldar el cajón y te va
a ver en pelotas. Vestite, dale.

EMA: La próxima, el texto lo escribo yo.

HILARIO: Si te cuesta, te lleva un montón de tiempo.

EMA: Mentira.

HILARIO: ¡Vos dijiste que no querés escribir teatro porque se te pega el Lope de Vega
que enseñás en la escuela! Y es cierto. Querés que te diga? Es cierto; la vez que
hacíamos los que nos apartábamos solitos en la orgía, pareció Fuenteovejuna. No tenés
talento para escribir teatro.

EMA: Lo que tengo que escuchar.

HILARIO, acaramelado: Te escribo una Julieta ardiente.

EMA: No.

HILARIO: Una Julieta quinceañera, shakesperiana. Usamos el balconcito del


contrafrente, que está desocupado. Le pedimos la llave maestra a Herminio, que nos
preste…

EMA: Quiero una Julieta pero que hable en verso.

HILARIO: Eh, vos también. Ahora voy a tener que estudiar métrica para poder echarte
un polvo. Okey, vestite, dale.

Hilario, cariñoso, ayuda a vestir a Ema.


Ema se deja ayudar, también lo hace con mucho cariño.

EMA: Después lo hacemos en casa.

Hilario asiente, cariñoso, sale.


En la semipenumbra de la sala, se oye un crujido.
La mujer que estaba dentro del ataúd, se incorpora despacio.

MARTHA: Marcos, ¿estás ahí? Ya se fueron.

Silencio.

MARTHA: Vení, querido, ayudame a bajar. Qué frío, no? Pensé que ibas a salir, les
pegabas, hacías el viudo ofendido… habíamos quedado en eso. Pasa que éstos dos no
nos dieron tiempo. Marquitos, ¿vos oíste hablar de una práctica que se llama, que le
dicen, la turca? Está la mujer tendida boca arriba y el hombre le introduce… Vení, que
te cuento como es. ¿Oíste hablar de la turca alguna vez?
APAGON

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