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En el Islam, desde los primeros tiempos, se da por lícita la toma del botín del enemigo. De éste, se había
de dar una parte al Califa, otra parte al Profeta, una parte a los Infantes y dos partes a los Caballeros.
Especificando, ‘comed de lo que habéis cogido en el botín, lo lícito, lo bueno y temed a Dios.’ Respecto a
los rehenes, se especifica. ‘No es propio de un Profeta hacer prisioneros, hasta que haya cubierto la tierra
con los cadáveres de los incrédulos.’
En la India, la costumbre ancestral es la de incinerar el cadáver ritualmente, en una pira. Posteriormente,
el cráneo es abierto, al ser extraído de los rescoldos, para que el alma del muerto no quede aprisionada
entre los restos craneales. Este pequeño rito, evidencia el concepto materialista que del alma se tiene,
entre los hinduistas, puesto que necesita de una abertura para escapar. Aún cuando se considere que la
materia de la cual está compuesta el alma, sea muy sutil y su volumen infinitesimal. Posteriormente, las
cenizas se guardan; o son arrojadas a los ríos sagrados, según creencias divergentes.
Sobre los rehenes, se especifica: ‘No es propio de un Profeta hacer prisioneros, hasta que haya cubierto la
tierra con los cadáveres de los incrédulos.’
Las religiones, en general, no alientan la violencia, pero la justifican.
Enseñan que no se perjudica a un mártir, por enviarlo al reino de los cielos.
Pues, quien muera luchando en defensa de sus creencias, conquista la
posición de mártir.
Los grupos de poder religioso saben muy bien lo que hacen, cuando
pretenden monopolizar la enseñanza básica, con la educación para la
ciudadanía incluida. Pero, la evolución existe. Lo que parece igual que en el
pasado, hace tiempo que perdió su esencia vital. Permanecen las cáscaras
huecas, demoliéndose.