Sunteți pe pagina 1din 2

Defensa del Saber

Emilio del Barco

Para avanzar, llegando a nuevas conclusiones, ha de dudarse de todo lo


establecido. Basar, el avance de los nuevos conocimientos, en viejas creencias,
ahormadas en doctrinas estrictas, es poner límites al conocimiento. Ciencia y
creencia no son incompatibles, pero sí valores heterogéneos, que no pueden ser
sumados, ni mezclados. En ciencia, todo ha de ser demostrado. En el mundo
de las creencias, cualquier afirmación puede ser adoptada, como premisa y
pieza básica de una doctrina, sin necesidad de prueba. Cuando se mezclan
convicciones políticas, con creencias religiosas, el resultado acaba siendo el mejor
fertilizante, para obtener buenas cosechas, en el macabro cultivo de los campos
de mártires. Los políticos conquistadores, convierten sus convicciones en una
nueva religión.

El Hombre es su propio artífice. En él se halla el origen, fin y causa de su formación.


Todo su ser está, al tiempo, condicionado y es condicionante. Su norma de vida y
circunstancias, dan base a la realización como individuo. Su propia acción lo
conduce hacia el perfeccionamiento de ciertas habilidades y la pérdida de otras
capacidades. Las reglas y prioridades que se vayan adoptando, sucesivamente,
condicionan el futuro del individuo. Y, a través de éste, el de la Humanidad.

Los héroes que, para serlo, matan, son asesinos con excusa. Sin paliativos ni
justificación. A la gente se la ayuda con alimentos, trasvase de conocimientos,
ingenieros, médicos, no con bombas y militares. Cuando consideramos los muertos
de Argelia, Bosnia, Palestina, Nueva York, Afganistán, Irak,...estamos hablando de la
misma guerra.: La de los intolerantes fanáticos, que se arrogan el derecho divino a
matar. Quienes no tengan sus mismas convicciones, deben morir. Por mirar a la
misma cara de Dios, desde un ángulo diferente.

Los militares son una clase humana, por sí. ¿Por qué se parecerán, tanto, entre sí,
numerosos generales del mundo? Aplicando la democracia que ellos mejor conocen:
A mayor número de soldados, superior imposición de criterios. La ley de la fuerza,
pura y dura.

Las guerras santas, o sea, aquellas guerras libradas a favor de la religión propia,
sea ésta cual fuere, lo justifican todo. Los jefes religiosos bendicen a sus tropas,
como representantes del Bien absoluto. Las contrarias, son las Fuerzas del Mal. A
mí, que me conquisten con charlas de Gandhi, o las obras de la Madre Teresa de
Calcuta. Ellos sí fueron luchadores por la paz. Hay formas de aportar justicia, sin
matar. El mundo de las creencias, si es dirigido por personas excluyentes, fanáticas,
puede ser el arma más destructiva de que jamás disponga la Humanidad. No se
mata con bombas, sino con ideas. Las ideas ponen a la Muerte en movimiento. Si
algo hay que pedir, a los políticos sensatos que aún nos queden, es que sean
respetuosos con el ser humano, primero. Y, luego, con las ideas. La felicidad
humana tendrá que ser más valorada que el sacrificio de los pueblos, en el altar de
las ideas inconmovibles. Falsamente inamovibles. Hasta que se hacen prescindibles.

Emilio del Barco. 11/06/09 mailto:emiliodelbarco@hotmail.es

S-ar putea să vă placă și