Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
LIBERALISMO
FRENTE A ABSOLUTISMO.
En diciembre de 1788 fallecía Carlos III y le sucedía en el trono su hijo Carlos IV (1788-1808).
Los acontecimientos que se produjeron durante su reinado conducirían a la Guerra de la
independencia contra la invasión de las fuerzas napoleónicas, y a la crisis del Antiguo Régimen
en España, poniendo en cuestión a la monarquía absoluta y al régimen señorial e iniciando un
proceso hacia un modelo liberal y representativo.
El reinado de Carlos IV fue en sus inicios una continuidad del de su padre, mantuvo incluso a
sus ministros Floridablanca o el conde de Aranda en los que el rey delegó el poder dando
lugar a una etapa que se conoce como del despotismo ministerial. Esta situación cambió con
el ascenso político de Manuel Godoy que, aunque actuaba como primer ministro, acabó
recordando a los valimientos del S. XVII.
Manuel Godoy, oficial de la guardia real, se convirtió en primer ministro gracias a su amistad
íntima con la reina Mª Luisa de Parma. Su ascenso fue meteórico hasta convertirse en el
auténtico gobernante de España.
Su acción de gobierno estuvo condicionada por su política hacia la Francia revolucionaria que
conoció dos fases:
La crisis de 1808
Godoy comprendió las verdaderas intenciones de Napoleón y decidió trasladar a la familia Real
fuera de Madrid. Cuando se encontraban en el palacio de Aranjuez se produjo un complot
organizado por los partidarios del Príncipe de Asturias (el futuro Fernando VII), que
aprovechando el descontento popular desencadenaron el Motín de Aranjuez, el 17 de marzo
de 1808.
La consecuencia fue el cese de Godoy y la abdicación del rey en su hijo Fernando VII.
Los problemas entre Fernando VII y su padre Carlos IV, fueron aprovechados hábilmente por
Napoleón que fue requerido como mediador en el conflicto. Padre e hijo se reunieron con
Napoleón en la localidad vasco-francesa de Bayona donde fueron confinados. En una decisión
servil y bochornosa, Fernando devolvió el trono a su padre Carlos IV, quién, a su vez, cede sus
derechos a Napoleón que se convierte legalmente en rey de España.
La presencia de tropas francesas acantonadas en España era mal vista por la población
española y provocaba un profundo malestar y frecuentes altercados. La ausencia de los reyes,
a los que se consideraba secuestrados por Napoleón, fue soliviantando los ánimos. En la
mañana del 2 de mayo de 1808, cuando los últimos miembros de la familia Real iban a ser
conducidos a Bayona estalló un levantamiento popular que se fue extendiendo por las calles
de Madrid dando lugar una dura reacción de las tropas francesas dirigidas por el mariscal
Murat.
Los sucesos de Madrid provocaron que la hostilidad hacia las tropas napoleónicas se
propagase a otras localidades. Ante el desconcierto inicial y el vacío de poder fueron las
autoridades locales las que asumieron el liderazgo de la sublevación. Fue un bando de los
alcaldes de Móstoles, llamando a la insurrección contra la ocupación francesa la declaración
oficial de hostilidades y el comienzo de la Guerra de la Independencia.
Está considerada como una guerra patriótica de liberación puesto que fue una guerra de
resistencia popular ante lo que se consideraba una invasión extranjera. El conflicto no se
entiende, por tanto, únicamente como el enfrentamiento entre dos ejércitos, el español y el
napoleónico sino como la sublevación de toda una nación contra las fuerzas que pretendían
subyugarla. No obstante, esta visión es demasiado simplista pues el conflicto tuvo también un
trasfondo ideológico, dentro de la coyuntura política que vivía el país, que enfrentó a los
partidarios de la tradición absolutista contra aquellos que reclamaban un nuevo régimen
representativo y de libertades que pusiese fin a la monarquía absoluta. Dentro de estos
últimos, muchos colaborarían con el nuevo régimen impuesto por Napoleón y serían conocidos
como afrancesados, mientras otros considerarían a Napoleón como un nuevo tirano y llevarían
su lucha tanto hacía un cambio de régimen como a liberarla del invasor. Estos serían conocidos
como liberales. Por lo tanto la guerra fue también el germen de una Revolución política, de la
que se mantuvo al margen la mayor parte de la población.
- las tropas napoleónicas eran numerosas, bien equipadas y con experiencia bélica.
Estaban formadas por un conglomerado de nacionalidades: franceses, italianos,
polacos, mamelucos…
- Los españoles, con su ejército regular disperso y mal equipado, convirtieron la guerra
en un conflicto nacional con la participación de fuerzas irregulares y la creación de
partidas de guerrilleros que hostigaban continuamente a las fuerzas de ocupación.
- Los británicos y portugueses cuya participación fue decisiva. Dirigidos por el Duque de
Wellington, se aliaron con las fuerzas españolas y precipitaron la derrota de Napoleón
en la Península Ibérica, en lo que ellos denominan como Peninsular war.
Desarrollo de la Guerra
La guerra tuvo varias fases según se iba inclinando de uno u otro lado el conflicto:
1. Los territorios controlados por los franceses en los que reina José I Bonaparte, al que
su hermano Napoleón había cedido el trono español. Protegido por las fuerzas de
ocupación y reconocido por algunos sectores de la sociedad española que serán
acusados de colaboracionistas o afrancesados.
El nuevo estado es una monarquía que se rige por el Estatuto de Bayona, una
pseudoconstitución (carta otorgada) redactada por orden de Napoleón en junio de
1808, que ponía fin al régimen absolutista y establecía un régimen liberal moderado
que no fue aceptado por la mayoría de los españoles.
Las Juntas locales o provinciales dieron paso a una Junta Suprema Central que centralizó el
poder y la organización de las operaciones militares de resistencia. La ocupación de
prácticamente toda España por las fuerzas napoleónicas obligó a la Junta Central a refugiarse
en Cádiz. Allí se decidió crear un Consejo de Regencia que funcionase como máxima autoridad
en ausencia de Fernando VII al que se reconocía como legítimo rey de España. Para dar
legitimidad al traspaso de poderes desde la Junta Central al Consejo de Regencia, los liberales
pidieron la convocatoria de Cortes que por las circunstancias que vivía el país tenían un
carácter extraordinario.
Pese a la oposición del Consejo de Regencia las Cortes quedaron convocadas y los liberales
acabaron imponiendo sus tesis al conseguir que los diputados fueran elegidos por sufragio (por
votación) y en asamblea única y no por estamentos como las Cortes absolutistas. La apertura
de las Cortes se produjo el 24 de septiembre de 1810 en la Isla de León (actualmente San
Fernando, cerca de Cádiz). Para que las Cortes fuesen representativas hubo diputados de
distintos puntos de España y de América y el resto se cubrió con diputados gaditanos. Los
diputados procedían del bajo clero (30 %), profesiones liberales (abogados, comerciantes) y
militares. Hubo escasa representación de la nobleza o del campesinado.
Los diputados no estaban agrupados por partidos políticos pero sí podían distinguirse tres
grupos ideológicos:
Las primeras medidas adoptadas por las Cortes estuvieron encaminadas a imponer un sistema
liberal (revolución liberal). Los cambios propuestos tenían un trasfondo político y social con el
que se pretendía acabar con el régimen absolutista (también conocido como Antiguo
Régimen) y con sus fundamentos jurídicos: el régimen señorial y la sociedad estamental.
Las Cortes establecieron:
- Se reconocía a Fernando VII, como legítimo rey de España pero se limitaban sus
poderes y determinaban que la soberanía (el poder y la capacidad de decisión)
residían en la nación representada por las Cortes.
- División de poderes dejando a las Cortes el poder legislativo (la capacidad de
elaborar y aprobar las leyes)
- La abolición de las instituciones feudales y del régimen señorial (señoríos
jurisdiccionales, mayorazgos, tribunales de sangre, pruebas de nobleza para
acceder a cargos públicos…).
- Se establece la igualdad jurídica que supone la supresión de estamentos.
- Supresión de los gremios y eliminación de la Mesta.
- Se reconoce la libertad económica que permite a los propietarios para vender,
arrendar y cercar libremente sus tierras.
- Supresión del tribunal de la Inquisición.
Como objetivo final las Cortes deciden elaborar una Constitución para plasmar los cambios y
como nuevo marco jurídico de convivencia.
La Constitución de 1812
Se trata de una Constitución extensa organizada en 10 Títulos y 384 artículos y entre cuyos
principios fundamentales destacan:
4. Igualdad de todos los ciudadanos ante la ley (Igualdad jurídica) para lo que se
establecía un fuero único (código de leyes) y se abolían los privilegios feudales de
nobleza y clero.
5. Se reconocían los derechos individuales (libertad de expresión, garantías penales,
etc.).
6. Como concesión al clero y a los absolutistas se imponía la religión católica como oficial
y única.
Pese a que las medidas adoptadas por las Cortes de Cádiz y la propia Constitución a penas
llegaron a aplicarse por la guerra y por que fueron derogadas en 1814 por Fernando VII, la
Constitución de 1812 fue un referente del liberalismo y de constituciones posteriores de la
historia de España (sobre todo durante el siglo XIX) y de otros países como Portugal, Piamonte
o las repúblicas iberoamericanas.
Las Cortes deseaban que el rey regresase cuanto antes a Madrid para jurar la nueva
constitución, sin embargo, Fernando VII, retrasó deliberadamente su regreso a España para
manifestar su rebeldía hacia las Cortes y para tantear los apoyos con los que contaba para
restaurar el absolutismo. Por su parte, las Cortes extraordinarias de Cádiz se disuelven y se
convocan nuevas Cortes en Madrid donde obtienen la mayoría parlamentaria los absolutistas
y los liberales moderados.
Fernando VII entra, por fin, en España el 24 de marzo de 1814 por la frontera de Gerona y se
ve apoyado por la multitud y por una parte del ejército. Unos días después, el 12 de abril, un
grupo de 69 diputados absolutistas encabezados por Rosales y Villamil, envían un manifiesto al
rey (conocido como el Manifiesto de los Persas) solicitándole la restauración del régimen
absolutista.
Comienza una campaña de represión contra los liberales que se ven obligados a exiliarse o a
pasar a la clandestinidad formando sociedades secretas.
También muchos militares y guerrilleros que habían luchado y ascendido durante la Guerra de
Independencia ahora se sentían relegados. Abanderando la causa liberal intentarán por medio
de la fuerza y de pronunciamientos militares restituir la Constitución.
Los pronunciamientos militares (intentos de golpe de Estado dirigidos por militares que se
posicionan políticamente), suponen la intervención del ejército en los asuntos políticos
iniciando una práctica que se extenderá durante todo el siglo XIX. Entre 1814 y 1820 se
produjeron varios pronunciamientos de signo liberal: Mina (1814), Díaz Porlier en La Coruña
(1815), el general Luis Lacy en Cataluña (1817). Todos ellos fracasados hasta el triunfo de la
sublevación dirigida por el comandante Rafael del Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla), el 1
de enero de 1820, al mando de un ejército que iba a ser embarcado para sofocar la rebelión de
las colonias americanas.
El nuevo régimen puso en marcha un sistema de gestión compartida entre las Cortes y el rey
pero pronto surgieron los problemas:
- Fernando VII utilizó su capacidad de veto para boicotear la labor legislativa de las
Cortes.
- Gravísimos problemas económicos debidos a los desastres de la Guerra de
Independencia y a que la emancipación de las colonias americanas redujo la llegada
de la plata americana (los caudales de Indias). Además el aumento del gasto público
obligó a subir los impuestos pues las monarquías absolutistas europeas le negaron
los préstamos a España. Esta medida, muy impopular, creó desafección hacia el
régimen liberal.
- La división de los propios liberales entre:
o moderados o doceañistas partidarios de dar más poder al rey.
o Exaltados o veinteañistas defensores de que el rey solo tuviese el poder
ejecutivo.
Por su parte los absolutistas conspiraron en diversas ocasiones contra el gobierno liberal:
También Fernando VII buscó la ayuda de las monarquías absolutistas europeas que formaban
la Santa Alianza. Reunidas en el Congreso de Verona de 1822, decidieron intervenir en España
enviando un ejército que restaurase el absolutismo. Las fuerzas absolutistas procedentes de
Francia conocidos como los Cien Mil Hijos de San Luís y dirigidos por el Duque de Angulema,
entraron en España en abril de 1823 y en octubre de ese año Fernando VII restaura, otra vez,
el absolutismo.
Se deroga nuevamente la Constitución de 1812 y las medidas adoptadas por el Trienio Liberal
aunque reduciendo ciertos privilegios de la nobleza o dejando en suspenso el tribunal de la
Inquisición.
El periodo estuvo caracterizado por la división entre los absolutistas de la que surgieron dos
grupos:
El final del reinado se complicó con la cuestión sucesoria. En 1830 el rey Fernando VII, se
encontraba enfermo y su esposa María Cristina de Borbón estaba embarazada de su primer
hijo. En España regía una ley de sucesión conocida como Ley Sálica, introducida por los
Borbones, que primaba en la línea de sucesión a los varones emparentados con el rey (hijos,
hermanos) sobre las mujeres. El rey decidió derogar dicha ley promulgando una Pragmática
Sanción, para asegurar el trono a su descendiente aunque fuera niña. Ese mismo año nacía la
princesa Isabel (futura Isabel II), que fue proclamada heredera legal, quedando el hermano del
rey, Carlos María Isidro, segundo en el orden sucesorio.
El hermano del rey no aceptó esta modificación legal y contó con el apoyo de los sectores más
tradicionalistas y radicales del absolutismo conocidos como carlistas. Para hacerles frente
Fernando VII se apoyó en los monárquicos moderados, desterró a su hermano don Carlos a
Portugal y nombró a Cea Bermúdez como Jefe de Gobierno para defender y reforzar los
derechos de su hija Isabel.
Durante el reinado de Fernando VII las colonias españolas en América iniciaron un proceso de
insurrección que condujo a su independencia.
Las causas
El proceso de independencia
La guerra de emancipación fue un conflicto entre los dos grupos dominantes: los criollos,
partidarios de la independencia y apoyados por Inglaterra y EEUU y los españoles peninsulares
o gachupines fieles a la corona.
Indios, mestizos y negros quedaron prácticamente al margen del conflicto salvo en México.
Entre 1815 y 1824 el proceso emancipador se extendió por toda América bajo el liderazgo de
Simón Bolívar, desde Venezuela y del general San Martín, desde Argentina. Las derrotas
españolas en las batallas Chacabuco (1817) , Boyacá (1819) y Carabobo (1821) permitieron la
independencia de Chile, Venezuela, Colombia y Ecuador. México se independizó en 1820 y la
conclusión definitiva del conflicto se produjo en 1824 con la derrota de las fuerzas españolas
en Ayacucho y la independencia del virreinato del Perú.
Consecuencias de la independencia
- España perdía su imperio colonial salvo Cuba, Puerto Rico y Filipinas, quedando
relegada a potencia de segundo orden.
- Se pierde el comercio americano y, lo que es más importante, las remesas de
metales preciosos (en especial plata) y los tributos llegados desde las colonias y
conocidos como Caudales de Indias, que dejaron a la Hacienda española al borde de
la quiebra.
- Las nuevas repúblicas americanas también fracasaron en su intención de crear un
proyecto unitario como el norteamericano y se fragmentaron en 15 repúblicas
muchas veces enfrentadas entre sí.
- Se mantuvo la marginación de la población indígena e india, quedando el control
político en los criollos.