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La evolución

del género 'Homo'

Antonio Rosas

~ CSIC [}\]
UfAU'A
CoIec:d6n ¿Que sabemos de?

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COMITt EDITORIAl

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M.w.ci ... lUlo< ~ PIo..- lOotl s-..o M"""'.I...on~MI.u.. Q/liero dedica r este libro a quieres fu eron mis directores de
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..... ..-00 e- Gco<t.I<u

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""000'- .Ioooc PlJIu on v.•.
lesis, el profesor Emilia"o Aguirre y la doctora Pilar Ju lia
Pere:; perez. Ambos me aportaro" mI impagable caudal de
col/ocimimto y COl/jiallza, a veces ell riempos bien dificiles.
Desde aquí les ri"do mi graritlld.

.-- I! CSIC I ct]


Oiset'to ¡rjlico de cubieru!; C.r105 ~ Giudke
f.oIoIr1olia de cubierüo: ~akmee I Thlnkstock

e Antonio Rosas. 2016


e CSIC.. 2016
e lO5 UbIos de '" catal1l~, 2016

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_ ~ !..,~ 978-84.()O.Wlll-4
_ (COIINJo.): 9 78-84-9091·2C)9..()
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cRtnCA y ,o.1'OYO. GRACiAS .... A :-rroslO G ARCI....
T AIlERNERO POR U. LECfURA CRÍll CA y AMARLE DEI.
TEXTO Y SU "'"UDA CON LAS FIGURAS. A LOS CO.\!-
I'ONENT ES DEL GRUPO l>E P ALEOANTRO I'OI.OGIA
MN CN-CS IC POR SU DISPOS ICIÓN AL TNAllNO
y A ECHAR UNA MAr-oO. A B LANCA R OSAS I'OR SU
PERMANENTE IM I'ULSO. A B EATRIZ H ERNÁND EZ,
DEL CS IC , y A A RANT/..A CHIVrn;, DE CATARATA,
!'OR SU PACIENCIA Y CO!'! .... AKí'..A.
Prólogo

Con la pregunta "¿qué sabemos de la evolución del género


Hamo?" finalizábam os Los primeros homillillos. Paleontología
Im ll/a lla, libro publicado en esta misma colección. Y con esta
pregunta comenzamos este nuevo texto en el que abordamos
la gran documentación paleontológica y los complejos pro-
blemas biológicos asociados al origen y diversifi cación de las
distintas especies humanas que actualmente clasificamos en
el género Homo.
Hasta mu y recientemente, "ser humano" significaba
pCrlenecer a nuestra especie Hamo sapiens. Otras formas si-
milares, mas antiguas y arcaicas, tales como Homo ereclIIs o
los ncandertales. aun siendo incluidas en el genero Hamo,
eran vistas con cierta distancia y carentes de los atribUlos ba-
sicos. que de forma explícita o simplememe asumidos, aso-
ciábamos al conceptO de humano. La evolución humana se
percibia -y aún hoy muchos la siguen asumiendo- como
una secuencia lineal y ascendeme de especies. Así, inspirados
en una larga tradición en biología comparada, los cambios
evolutivos en el género Hamo se emendían como un proceso
anagcnético (unilineal) en tres fases sucesivas. La condición
más primitiva del género la definía la especie Homo habitú, de


1
cara muy prominente y cerebro aún reducido (:::1700 cm J de un nuevo discurso antropológico basado en el conocimiento
volumen encefálico). La fase intermedia venia defi nida por empírico y serio de la palcontologia humana.
Homo ereClIIS, caracterizad3 por un mayor encéfalo (::::1.000 Pero, ademas, la definición de 10 humano encuentra
cm) y una amplia distribución geográfica. Y, fin almente, en nuevas dificuhades. Actualmente existe un imcrcsantc debate
la fase fi nal aparecería la especie actual, Homo sapiens, con un en torno a la identificación del origen del género Homo y de
g ran volumen encefáli co ('::: 1.400 cm 3), una cara muy redu- quiénes fueron sus primeros representantes. Así, mientras al-
cid3 y una sofi sticada culrura malería!' ¡Para algunos elzénit gunos especialistas retrasan hasta los 2,8 millones de años (ma)
de la evolución! las primeras evidencias de H OII/o, para otros, entre los que me
Hoy en dí3 13 situación es algo más compleja y la res- incluyo, la especie basal del género, la denominada H. habilis,
puesta a la pregunta ¿qué significa ser humano? ya no resulta debería ser excluida del género, cuyo origen seria mucho más
tan inmediata. El avance de la ciencia ha puesto de nuc\'O reciente. En paralelo, la producción de herramientas ha sido,
en entredicho conceptOS que teníamos casi por absolutos. desde que fu era propuesta por Darwin, uno de los rasgos mas
Hoy sabemos que hace apenas 100.000 años coexistiero n simomaticos y esenciales de lo humano. Hoy conocemos he-
en cJ planeta Tierra al menos cinco linajes (especies) huma- rramientas, así como las marcas de su uso dejadas sobre los
nos, cada uno con su acervo cuhural propio. Durante algún restos de animales, enconU'adas en yacimientos con antigüe-
tiempo, los humanos anatómicamente modernos (nosotros: dades que rondan los 3,3 ma y que se remontan a tiempos
H. sapie/lS) habitábamos el África subsahariana; los neander- muy anteriores al o rigen de Homo. Obviamente, otras criaru-
tales (H. IIeallderthale/lSis), centrados en Europa, poblaban el ras fueron los artífices dc estos urcnsilios, que asociamos con
extremo occidental de Eurasia; los pequeños H. floresiensis, alb'Una especie de A1IJlraJopirhecl/s. Por toscos que puedan ser
CU }'O cuerpo conserva remini scencia s muy arcaicas, vivian csos utensilios son, defacto, herramientas concebidas y elabo-
en la isla de Aores (Indonesia); las ultimas pobl3ciones de radas por homininos no humanos. Como vemos, la siruació n
H. erectIIs perduraban en 13 isla de Java y quizá también en el es apasionantememc comple ja y merece la pcna detenerse a
continente asiático; y un nuevo linaje humano -los llamados indagar en este capital asunto.
" denisovanos"-, dcscubiert'O recientemente en las cuevas de Por lo comun, la noción clásica de humanidad --con-
Denisova (Sibcria) e identificado a partir de su ADN fósil , junto de todos los seres humanos actuales y la manifcsUlción
habitó extensas areas de Asia. En resumen, nada menos que de sus capacidades- encierra el carácter de "ser única" . De
cinco linajes humanos coexistiendo, cuya simple enumer..l- forma implicita se admite que humanidad solo hay una . Visto
ción detrae un buen pedazo de arrogancia a nuestro ego de desde el presente, por muy dispares que pud ieran parecer los
"especie elegida". grupos raciales o sus etnias, hoy reconocemos en todos ellos
¿Cómo impacta sobre la noción de humanidad el hecho una comunalidad de rasgos y cualidades que los agrupan bajo
de haber existido diferentes especies humanas? ¿Qué signifi- una misma entidad que llamamos H. sapiens. rrente a con-
cado puede tener este hecho sobre la comprensión de nuestra cepciones racistas, admitimos que todos los seres humanos
naturaleza? En buena medida, creo que carecemos de los con- tcnemos un mismo estatus evolutivo y jurídico. Sin emba r-
ceptos formales q ue nos permitan pensar con solidez en este go, venimos de nombrar cinco linajes humanos diferentes.
asunto. Nos enfrentamos colectivamente al reto de articular ¿Debemos acaso hablar de cinco humanidades diferentes?

10 11
Ame la pregunta de qué es el hombre, la ciencia nos pone CAPíTuLO 1
hoy frente a una cuestión previa: ¿de qué hombre hablamos? Defin ición de Horno
¿Hablamos de los humanos anatómicamente modernos: H. sa-
piens? ¿Nos referimos a H. floresiensis? ¿O acaso hablamos de
los neandertales? N uestra humanidad "sapiens", siendo he-
terogénea en sí misma, podría ser solo un subconjunto de lo
potencialmente humano.
Propongo al lector una reflexión conjunta, no necesaria-
mente siempre explici ta, sobre la base de los datos que nos
aporta el registro paleoantropológico y los debates que este
va suscitando. Avancemos en un terreno poco explorado y
juntos delimitemos con mayor amplirud y claridad lo que
significa ser humano. No aspiro a que al final de este libro
lleguemos a una solución universal de algo rcconocidamente
complicado. Pero sí a terminar con un concepto más amplio Prelimin ares
y fundado, incorporando elementos de diversidad que solo la
paleontología puede aportar gracias a su profu nda dimensión Paradójicamente, uno de los aspectos menos conocidos en el
temporal . Para responder a estas cuestiones daremos un re- ámbito de la evolución humana es, precisamente, todo lo con-
paso al reg istro fósil y nos preguntamos qué es y cómo evo- cerniente a la definición y el origen del género Homo. Hoy se
luciona el genero Homo. Por definición, el género humano. admite que las poblaciones más antiguas de Homo emergieron
en África, descendientes de una especie de Al/Stralopithecl/s
aun por determinar. El momento de su aparición sigue sien-
do, sin embargo, motivo de debate y su resolución depende
del concepto de género que establezcamos. Así, unos autores
fi jan el origen de Homo en el intervalo entre hace 3 y 2 ma,
mien tras que otros lo sitúan en un momento posterior, hace
alrededor de 1,9 ma (figura 1). 1000 el debate que rodea al
origen de Homo se fragua, en sus términos modernos, en la
decisiva década de los años setenta del siglo XX, cuando tras
la descripción de H. habilis en 1964, se acometen los debates
sobre cual era la diversidad y cual el comportamiento que
caracteriza las primeras formas humanas. Dos facto res con-
fluyeron. Por un lado, el hallazgo en Olduvai (Tanzania) y
Koobi Fora (Kenia) de significativos fósiles humanos y de
grandes acumulaciones de huesos de herbívoros asociados a

12 13

instrumentos líticos. Y, por OtrO, la datación con técnicas ra- Desentrañar estos asuntos no es tarea fácil por lo mu·
diomérricas de los yacimientos Plio-Pleistocenos del este de cho que se ha escrito y por la complejidad de los fenóme-
África, situando en la frontera de los 2 ma de años el origen nos implicados. Cuando tratamos de Hamo se nos presentan
de las fo rmas humanas. dos aspectos bien diferenciados, aunque relacionados. Por un
lado, lo que concierne a la clasificación zoológica del géne·
FIGURA 1 ro; es decir, cuáles son sus rasgos fisicos distinti\,os y cuándo
Periodo de tiempo durante el que t rascurre la evolución del género aparecen. y por otro, lo referente a los rasgos esenciales de su
Hamo. Cuadro cronoestratlgrSflco del Cuatemarlo donde se pueden conducta humana. Aunque en la práctica representan ámbi·

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situar los periodos geológicos, las epocas paleom agnéUcas, la curva
de paleotemperaturas y los diferentes modos técnicos de talla.

-- -- - --
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tos profesionales distintos (los primeros son estudiados por
paleontólogos y los segundos por arqueólogos) , ambos están
íntimamente ligados, como lo atestiguan los dife rentes mo·
delos generales que se han propuesto para explicar el origen
del hombrc. Antes de sumergirnos en los próximos capitulas
.1 en los datos aportados por el registro fós il y avanzar en el
J tiempo de la evolución de este género, daremos un repaso
u' breve a los modelos más influ yentes que se han propuesto
..11I para comprender la singularidad humana. Históricamente, la
"1 busqueda de los orígenes de HOl1w ha estado encuadrada en
la defini ción de los limites morfológicos y de comportamien·
:11 to que diferencian humanos y simios, cuyo mejor ejemplo es
" el modelo que presentó Darwin en 187 1. Tal forma de acmar,
"
..."e O
lO
sin embargo, encierra problemas lógico·formales que los da-
toS paleontológicos se han encargado de desvelar. Lo vere-
" ~
mos a continuación.
: ~I
.. O
",
J El modelo de Darwin

:~ En su libro The Descem 01 "1a", a"d Se/eerio" i" Relo.tio" ro

:~ Sex , Charles Darwin sentó las bases para comprender el uni·


verso de lo hum ano como parte del mundo natural. Las mis·
:1
. '"
mas leyes que han regido al mundo vivo desde sus inicios han
servido para fraguar el origen y la evolución del hombre. En
,,1 su cnsayo, el genial naturalista plantea la hipótesis de que el
", "*"' ser humano emerge en su naturaleza y fo rma a través de un

14 15
proceso evolutivo de descendencia con modificación. La idea La nueva subsistencia sobre el suelo se resolvió mediante
principal es que el hombre comparte con el resto de los ani- la adquisición de la locomoción bipeda. Este hecho liberó las
males una misma naturaleza y, por ello, es más sencillo pensar manos y brazos de las labores locomotoras, posibilitando la
que todas las especies proceden de un mismo origen más que singular configuración fis ica de la mano y su coordinación;
de creaciones indepcndientes. La diferencia que media entre el libre uso de brazos y manos es en parte causa y en pane
el alma del hombre y la de los animales superiores es una efecto de la postura erguida. En paralelo, la locomoción bi-
cuestión de grado. Todo es un efecto de gradación. peda conlleva una plí!yade de pequeños cambios distribuidos
Entre las causas del cambio, Darwin identifi ca varias, por lodo el organismo. Por ejemplo, el tránsito de la mano y
y destaca: 1) la selección natural, 2) los efectos hereditarios brazo de tareas locomotoras a manipulativas lranslirió al pie
del uso y 3) la acción recíproca de unas parles sobre otras y la pierna nuevas necesidades morfofuncionales de despla-
(lo que hoy llamamos integración). Distingue, además, los zamiento y apoyo. El gran motor de todo estc proceso debió
cambios ocasionados por la selección sexual e identifica un de residir cn la vcntaja selectiva aponada por la manipulación
grupo de rasgos cuya explicación queda bajo los efectos poco y el transporte de utensilios que inducinan una intcnsifica-
definidos de la domesticación; en el caso humano, la auto- ción de las funci oncs cerebrales y el consiguiente incremento
domesticacíón. En apoyo a esta idea, muy recientemente se del volumen encefálico. Una mayor inteligencia subyacia a
ha planteado que la modificación provocada en el desarrollo lodos estos cambios de compon am icmo y la comunicación
embrionario de ciertos animales domésticos lleva aparejado aseguraba que estos fueran trasmitidos de generación en ge-
una pléyade de consecuencias que afectan desde la forma del neración. Darwin destaca ellcguaje articulado como el agente
cráneo al tamaño de la dentición. En definitiva, la tesis de principal del progreso humano. La doml""Sticación del fuego
Darwin se resume diciendo que el hombre desciende de una juega también un papel viml tras el lenguaje y la fabricación
fo rma inferior. Y para explicar el proceso plantea un modelo dc armas y herramicmas.
sobre sus causas y efectos que podemos condensar del modo Los cambios en el tamaño de los caninos se produjeron
siguiente. como consecuencia del uso preponderante de utensilios para
En su leona de la evolución humana, Darwin planteaba dcfenderse Y. por lo lanto, del cada vez menor uso de los
el "bajar de los árboles" y la aparición del bipedismo como eminos para esta función. Darwin introduce como hipótesis bá-
la cla\'c del inicio del proceso. Para explicar los cambios en sica fundamCnla l dc su modelo un cambio de vida cn los pri-
la locomoción, propone que en algún momento de un tiem- meros miembros del linaje humano para convertirse en caza-
po no cxcesivamente remoto, un miembro de la serie de los dores terrestres. Para lograr este fi n, sc establece una división
Primates empezó a vivir menos en las ramas de los árboles y del trabajo, imprcscindible para la especialización y la com-
más sobre el suelo. Los motivos de ese cambio pueden ser, plejidad, de la que surge en el modelo de Darwin un fuerte
bien por un cambio en la forma de subsistencia, bien por un componente machista al dotar de una superioridad mental al
cambio en las condiciones ambientales. Veremos más adelan- sexo masculino como consecuencia del permanente estímulo
te cómo la formación de las sabanas africanas ha pasado a ser deriv·.Ido de sus tareas cazadoras. Un elemento a destacar es
el elemento básico de ese cambio en las condicio nes fis icas que, para Darwin, la primada de la caza no cmerge como una
del medio. deducción lógica de causas y consecuencias, sino como

16 17
una hipótesis derivada de la creencia de que el registro prehis- únicas y distimivas de los seres humanos. Y todas ellas juntas
tórico conocido en su epoca, herramientas liticas y restos de fueron vistas como un paquete integrado de rasgos fisicos y
osamentas, procedia de actividadl"S cincgcucas. Desde un pri- de comportamiento que fue interpretado a la luz de una teo-
mer momento, Darwin plan tcó que las primeras herramientas, ria evolutiva.
ese inicio de la culrura, estaban inevitablemente unidas a la ad- Desde el enu nciado de Darwin. la insustituible aporta-
quisición de carne a través de la caza. El posterior desarrollo cion del registro paleontológico ha ido proporcionando una
del modelo fijó el fe nómeno de la caza como el rasgo más diag- secuencia cronológica para los diferentes aspectos implicados
nóstico para distinguir lo que es humano de lo que no lo es. en el modelo. Cada rasgo, o conjunto de ellos, ha aparecido en
Recapitulando, los rasgos básicos del modelo son: el un momento concreto a lo largo de una secuencia cronológi-
abandono de la vida arbórea , la adquisición del bipedismo y ca. En una primera aproxi mación. sabemos que el bipedismo
la liberación de las manos, la fabr icación de armas y herra- apareció, en efecto. en la misma base del proceso de homi-
mientas encaminadas a la adqu isición de carne med iante la ninización, hoy esti mada en unos 6 ma. El descubrimiento y
caza, la reducción del tamaño de los caninos y la expansión comprensión de los AlIsf ra/opitheclIs a partir de los años cua-
del cerebro. Todos estos rasgos constituian un sistema inte- renta del siglo XX puso de manifiesto que el uso generalizado
grado de causas y efectos reci procas (hoy lo llamamos com- y, sobre todo, la fabricación de utensilios sucede unos 3 ma
plejo adaptativo) con consecuencias en la amltomia y en el más tarde, mienrms que el inicio de la expansión vol umétrica
comportamiento. Y como implicación, los rasgos más propios del encCfalo es un fenó meno muy tardío quc tiene lugar hace
del linaje humano habrian aparecido lOdos más o menos al unos 2 ma, ¡trascurridos 4 ma desde las primeras pruebas de
unísono. Y he aquí donde aparece un problema lógico-formal. una locomoción bípeda terrestre! La comparación de taxones
terminales, o separados durante largo tiempo, genera la im-
presión de complejos adaptativos.
Un error conceptual Una vez se encuentran las formas de transición, estoS
complejos de caracteres integrados se revelan como una se-
Nos hemos detenido en la propuesta original de oarwin por cuencia de ca mbios espaciada en el tiempo y, por tanto, no ne-
varias razones, entre otras porque ilustra muy bien un pro- cesariamente vinculados por relaciones de causa-efecto. Así.
ceso intelectual de la biología comparada que afl'Cta abierta- a la hora de delimitar las caracteristicas. tanto fisicas como
mente al caso del origen de H omo. Me refiero al error concep- socioculturales quc definen lo que llamamos humano, en no
tual de establecer una eausación sincrónica entre los rasgos pocas ocasiones se nos solapan los rasgos correspondientes
que encontramos unidos en una especie o laxón determi- a dos categorías taxonómicas. A saber, las que corresponden
nado. Dicho error consiste en asumir que las constelaciones al hccho de ser HOII/ini"i y las que corresponden al hecho de
de caracteres observados constitu yen en realidad complejos ser H amo. En cllibro Los pn'meros 1101"'·'l"/OS. Po/eomo/agio Im-
adaptativos integrados. Darwin y sus contemporáneos com- mana explore con cierto detalle los rasgos básicos de la tribu
pararon las especies vivas más próximas entre si, a saber, los Homillilli. Ahora tratamos de delimitar qué componentes de
seres humanos y los simios y el resto de los Primates, y de esta las teorias de la e\'olución humana corresponden a cada even-
comparación aislaron lo que se vela como las características to cvolutivo (o si queremos, a cada categoria taxonómica o

19
ciado). En nuestro caso, cuáles sirven al origen de los homini- sean cazados o carroñeados) y vegetales. Este comportamien-
nos y cuales al de Homo. Esta \'ez la transformación se restrin- tO se estructura alrededor de una división sexual del trabajo:
ge al transito evolutivo desde una especie de A uslralopithcC/ls, los hombres obtienen proteínas animales, las mujeres reco-
bípedo y de caninos reducidos, a una forma y comportamien- gen plantas. Del cazador terrestre eminentemente masculino
to propiamente humano. El nuevo modelo debe descontar el como la esencia de la humanización, el nuevo modelo pasa
primer paquete adaptati\'o " bipedismo-rcducción de cani- a consignar a la sociedad cazadora-recolectora socialmente
nos" surgido en una fase inicial de la evolución de los homi- organizada el papel hegemónico. El binomio campamento
ninos (hoy en día localizado en tomo al género II rdipithew s y base/compartir alimentos sintetiza la aparición del compor-
OtrOS homininos miocenos). tamiento dc los primeros humanos. Aunque la caza deja de
ser el elemento clave de la emergencia humana, sin embargo,
su presencia sigue conservando buena parte del paradigma
Una teoría para la emergencia darwinista.
del comportamiento humano Como reacción al modelo de Isaac surge una corrien-
te crítica que no ve a los primitivos Homo como seres tan
Hacia fi nales de los años setenta del siglo pasado se acomete sofisticados. De la mano de Lewis Binfo rd, un movimiento
una remodelación profunda del modelo de Darwin . El ha- alternativo niega el comportamiento cazador y plantea el
llazgo de acumulaciones de huesos e instrumentos líticos en carroñeo como ú.nica estrategia de subsistencia de aquellos
Olduvai y Koobi Fora en edades próximas a Jos 1,8 ma su- primeros humanos. Los primitivos Homo pasan a ser vistos
puso un im portantísimo acicate para la investigación de los como el más marginal de los carroñeros de las sabanas Plio-
primeros humanos. En arqueología prehistórica, la conduela Pleistocenas. Para dar explicación a las acumulaciones de
pasó a ser el objeto de analisis, en comraposición a la clásica huesos e instrumentos líticos halladas en diferentes puntos
tipificación de las culturas prehistóricas media nte el in\'f:nta- del este de África, este autor las compara con las procedentes
rio de sus objetos materiales. En este contexto, el influyente de cubiles de carnívoros y con los residuos de campamentos de
prehistoriador Glynn Isaac tomó como refe rencia para la ex- cazadores-recolectores. Su conclusión fue categórica: son los
plicación del registro arqueológ ico Plio-Pleistoccno el com- carnívoros los agentes acumuladores. Los humanos sencilla-
portamiento de las sociedades cazadoras-recolectoras actua- mente rebañaban a duras penas lo que dejaban sin consumir
les. Los elementos característicos que entran en el modelo los grandes predadores.
son: la caza (o el carroñeo) y la recolección como fenómeno Como reacción a estas criticas, Isaac tuVO que modular
socialmente estructurddo a través de la cooperación y la di- sus enunciados, quizá por un exceso de actualismo, reducien-
visión sexual del trabajo, la presencia de campamentos base do la base del modelo a la existencia de lugares centrales de
y, sobre todo, el hecho de compartir los alimentos -pieza aprovisionamiento. La hipótesis de que los humanos eran los
clave que pasa a ser la esencia de lo humano--. Desde un principales agentes en la formación de los yacimientos siguió
punto de vista arqueológico, el elemento central pasa a ser el firme, pero las implicaciones socioeconómicas del plantea-
establecimiento de lugares de referencia pam las actividades miento se vieron mermadas. El compartir la comida y la di-
cotidianas, a los que se aportan los alimentos cárnicos (ya visión sexual del trabajo quedaron si acaso en un segundo

20
plano. Pero lo que sí quedó claro es que los tejidos animales Como hemos visto, en lom o esta cuestión se estableció
empezaron a formar partc sustancial de la dieta humana. A en los años ochenta un intenso debale sobre si las proteínas
partir de ese momento se establece un larguisimo dcbate que y gr'Jsas animales se obtenían mediante el carroñeo pasivo.
dura hasta nuesrros dias sobre los modos de conseguir la carne. al acecho de lo que leones o leopardos pudieran dejar dispo-
nible, o mediante una caza activa que procuraba un acceso
primario a los cuerpos completos de las presas.
¿Caza o carroñeo? Recuerdo. de estudiante, en mis primeros conlactos con
profesionales del estudio de la evolución humana, sus aca-
La presencia de instrumentos de piedra junto a huesos de gran- loradas discusiones sobre si los primeros representantes del
des animales con marcas de carniceria ha llevado a pensar que genero Homo practicaban la caza o el carroñeo. Todo, apa-
los primeros representantes del género Homo incorporaron a rentemente, giraba en torno a ese ser o no ser cazador, que
su dieta carne y grasas animales, inaugurando un comporta- encerraba un componente de gradación cualitativa, en el que
miento ecológico nuevo en la evolución de los homininos. El la caza se asociaba a una clara superioridad; bien eran acti-
inicio del consumo de carne y, en general, de tejidos animales, vos cazadores que accedían los primeros al animal, bien eran
incluida la nuU"itiva médula ósea o [Uetano, en la dieta habitual pasivos carroñeros dependientes de las sobras de los grandes
de los homíninos es un acontecimiento de primer orden en la felin os, lo que determinaba un acceso secundario a los restos
evolución humana. Se trataría de la diferenciación de un nuevo de los animales. Y, la \'erdad, yo no entendía por qué esto re-
nicho ecológico. El consumo de tejidos animales, carne y grasa sultaba tan trascendente. Sin duda, algo mas se debía de es-
encierra una gran trascendencia en la evolución de los homi- conder detrás de aquellas discusiones sobre caza o carroñeo.
ninos por tres razones. La primera, ya comentada, es el paula- Pronto aprendí que las raíces de tal debate habia que buscar-
tino cambio de dieta y con ella el cambio de nicho l'Cológico. las, como tantas otras veces, en el paradigma propuesto por
En segundo lugar, este cambio de dieta encierro importantes el propio Darwin.
consecuencias metabólicas a las que el cuerpo debe responder. El yacimiento l-"LK Zinj en Olduvai ha sido una pieza
Por ejemplo, el mayor valor nutritivo de la dicta carnivora lleva capital en esta discusión. Manuel Domínguez-Rodrigo, di-
asociado un potencial acortamiento de la longitud de los intes- rector científico del equipo español que rrabaja en Olduvai
tinos. Como implicación inmediata, se produce un reajuste en (Tanzania), ha mantenido una larga y fru ctífera discusión
la forma del tórax y abdomen y, mas importante, la reducción con el l'Quipo de Roben Blumenschine, quienes han desarro-
del sistema digestivo supone un importante ahorro energcti- llado en ese mismo enclave una aproximación metodológica
ca que puede desviarse para otros menesteres o rgánicos. Por denominada arqueología del paisaje. El primero defendiendo
ejemplo, el incremento del encéfalo. Y, finalmente, el cambio un acceso primario a la explotación de las carcasas de los her-
de dieta tiene implicaciones etológicas que se derivan del cómo bívoros, el segundo un carroñeo pasivo a carcasas ya descar-
se consiguen estas tejidos animales. ¿Cómo unos homininos nadas por grandeS félidos. Pienso que los elementos y prue-
corporalmente indefensos compilen en la sabana con leones, bas ensambladas a lo largo de décadas de experimentación y
félidos dientes de sable, leopardos, chacales y hienas para apro- análisis metódico del registro zooarqueológico no dejan lugar
piarse de forma regular de presas? iNo es nada fácil! a duda de que los llamados primeros Homo practicaban la

22 23

caza como modo de subsistencia. Las evidencias recogidas de proteinas carnicas (de nuevo el paradigma darwinisla) y la
en las ultimas décadas han dejado claro que estos homininos encefalizaciÓn. Para otros, sin embargo, el ser humano t.'S el
transicionalcs tenían ya la habil idad de consegui r carne y que resultado de la evolución de su cerebro. Es este órgano el que,
eS[a fue un constituyente fu ndamental de su dicta. Sin em- ya sea por su volumen o por su reorganización, determina lo
bargo, imensas investigaciones de campo y observación de que llamamos humano.
ecosistemas naturales han puesto de manifiesto que la duali- Ordenar estas ideas en un marco operativo pasa nect.'Sa-
dad simplificada caza-carroñeo se inscribe en unas dinllmicas riamente por la comprensión del registro fósil. Yen este m ar~
mucho m.as complejas en las que se pueden distinguir varian- ca y a modo de anticipación podemos decir que, a dia de hoy,
(es y gradientes entre diferentes modalidades de acceder al el debate de lo que reconocemos como Homo se establece a
consu mo de los grandes animales. través de tres puntos clave. El primero, la discusión sobre si
los taxones H. habilis y H. rudolfcl/Sis deben ser incluidos en
el género Hamo. El segundo, saber qué restos fósiles concre-
Caracteres de Homo toS forman parte del hipodigma de cada uno de estos dos
taxones. intirnamente ligado a este se encuadra el debate so-
Para finalizar el capítulo, haremos una primera incursión a bre la diversidad de especies entre los homininos gráciles del
los diferenles aspectos fi sicos y comportamentales que se han Plioceno final .Y tercero, la asignación taxonómica de algunos
propuesto para delimitar el origen de Hamo. Como resultado fósiles aislados comprendidos entre los 3 y los 2 ma .
de una comparación de la especie humana actual y los simios, Vayamos pues al siguiente capilU lo y [('atemos de dar
y una vez descontado el binomio " bipedismo-reducción dc respuesta estas preguntas.
caninos ", tres aspectos parecen condicionar el surgimiento
de una nueva organización que llamamos Homo. Por un lado, í
los cambios fisicos que modifican su forma, en especial cll'a- MARCAS DE CORTE Y OTRAS PRUEBAS DEL CONSUMO DE CARNE
maño del cerebro, la dentición y las proporciones corporales. El consumo de carne y otros tejidos animales pasa por poder acce-
Por a tTo lado, los cambios de su ciclo biológico. Y por ultimo, der el Interior del cuerpo de 1" presas. A lal efecto. (:¡Ida an imal se
las modificaciones de su comportamiento y cuhura. Tales ras- va le de unas mei'ies y unas nerramlentas. ya sean estas naturales
gos a menudo son percibidos como un complejo integrado de (dientes, picos. garras). o culturales (cuchillos y mazas). El uso de
rasgos (complejo adap[ativo) que solo el estudio del registro tales herramientas en el ejercicio de acceder y consumir las carca-
fósil puede aclarar. Por ejemplo, la mayor parte de los ras- sas de los animales deja sobre las superfk:les de los huesos m arcas
gos que caracterizan nuestro singular ciclo biológico se fue C8ractelÍ$licas que permiten a los expertos deducir algunas pautas
configurando en la evolución tardía de las especies de Homo. de comportamiento.
' Ic ndremos ocasión de ver que incluso ejemplares tan apa- La zOO8rqueo!ogía es una disciplina ciertamente bonita que
rentemente humanos como el niño de Narikotome aún con- se dedica al conocimiento del comporta m iento y pautas de con.
servan pautas de crecim.ienlo claramente primitivas. Segun sumo alimenticio de los humanos prehistóricos y 11,1 compareclón
BiIl Kimbclla emergencia de Homo sucede alrededor de tres con la de otros predadores (león. leopardo. cá nidos. aves rapaces,
hechos: la fabrica ción de herramientas de piedra , el consumo ele.).

24
Entre las evldenelM mas dariits que quedan sobre los hue- CAPiTULO 2
sos como consecuencia de su consumo tras el uso de herramientas Origen del género Horno
prehistóricas destacan las llamadas marus de corte. se triitl a de
pequeños surcos resultantes del contacto del filo de los cuchillos
ele piedra (lascas ~ otras herramientas) al de5(;amiitr o descuartizar
un animal. Estas m areas de corte tienen una morfologfa bIen deR-
nlda que hiit sido perfectamen te tlplfleada con ayuda del microsco-
pio electrónico. Otru huellas delectables sobre los huesos son las
mareas de percusión resultado de la 8OCIóo de romper los huesos a
fin de btriiter su nutritIva médula o tuétano. En el caso de los c:arni-
VOtOS, er estudio de las mareas de ffiOfdedura '1 su distribución en
los diferentes huesos del cuerpo es tam bién objeto de estudio de la
zGOarqueologia.

Complementarlo a lo anterior está la bperlmentaclón '1 ob-


servaelón dIrecta en con textos lales como las saban.as african u En la actualidad se reconocen al menos 10 especies dentro
para el estudio de la Interacción de leones '1 hienas. 'f cómo distin- del género Hamo, la última de las cuales corresponde a Hamo
guir sus huellas de actividad de las dejadas poi' el comportamIento "oledi, descrita en septiembre de 20 15. Tal noción de diversi-
de ros homlnlnos. dad choca con otros planteamientos y, de hecho, su mero re-
L ~ conocimiento implica problemas y consecuencias de calado.
El reconocimiento de un mayor o menor número de especies
depende en buena medida de los conceptos de especie y de
genero con los que trabajemos y sera en este capitulo donde
indaguemos con mayor detenimieOlo en la categoría taxonó-
mica de género. En funci ón del sustrato teórico considerado,
la organización taxonómica de 10 que entendemos por huma-
no ha experimentado fu ertes vaivenes a lo largo de los casi dos
siglos de investigaciones paleoantropológicas. Como veremos
en los sucesivos capitulas, ante fenómenos concretos yequi-
pados con unas herramientas conceptuales detenninadas, los
especialistas han optado por interpretaciones alternativas que
encuentran su meior expresión en el modo de agrupar y de-
notar las agrupaciones de rósiles. Quiza el mejor ejemplo de
lo que decimos se aprecie en el contraste entre la proliferación
de los míticos nombres genéricos tales como Pi,hccam!t0plIs
o Sinamhroplls, usados para denotar conjuntos de fósiles

27
humanos pleistocenos, y su posterior reducción radical bajo ecológico propiamente hu mano viene definido por su dimen-
la poderosa influe ncia de la tcoria neodarwinista. Sírva nos in- sión cull ural, con la fabr icación de insrrumentos como parte
daga r brevemente en este caso para, desde sus fundamentos, esencial de su capacidad adaptativa; y este nicho cultural es
infil trarnos en el mundo de los primiti\'os Hamo. tan amplio que no permite la diversificación de especies en
exclusión competitiva dentro de él. La hipótesis de la especie
unica (para cada momento) reposa sobre la idea de una gran
La hipótesis de la especie única amplitu d del nicho ecológico cultural hum ano. Mas en con-
cretO, la intervención de herramientas habria ensanchado de
Con anterioridad a la Teoría Sintclica de la Evolución, la ta- tal modo el nicho alimenticio en la base de HOII/a que habría
xonomía de los antepasados del hombre había caído en una impedido la diferenciación de otros nichos. En definitiva, solo
proliferación desmedida de raxones. El registro fósil humano habría espacio, aunque muy amplio, para una un ica especie
fue reordenado de forma radical por Ernst Mayr en t 950, hu mana en cada momento.
quien, entre otras cosas, introdujo el concepto biológico de En estrecha relación con lo anterior, una larguísima
especie y sobre el cual propuso con gran éxi to una reorde- tradición científica en paleoantrOpologia vincula la evolución
nación taxonómica. Mayr propuso que más allá de la espe- humana con los cambios ambientales. Concernientes al origen
cie humana actual (Hamo sapiem ) se deberia reconocer una de Hall/O, el enfriamiento general del planeta a lo largo del Plio-
unica especie antecesora : H. erectus (aglutinando un colectivo Pleistoceno y la creciente aridez en Africa enrre hace 3 y 1,5 ma,
de fósiles y nombres que veremos en el siguiente capítulo), con la aparición de paisajes abiertos dominados por un sustratO
descendiente de una forma primitiva de Australapitheclls. Se herbacco, constituyen el escenario sobre el que se representan
reinstau ra así la ida de una evolución lineal }' se cercena [Oda los primeros pasos de la evolución humana. La expansión de
posible idea de diversidad taxonómica en el mundo de lo hu- las sabanas herbáceas habría proporcionado las presiones selec-
mano. Con el neodanvinismo, la evolución lineal volvió a ser tivas que habrían favorecido los rasgos propios de los primeros
el paradigma ofi cial de la fi logenia human:L Y con él aparece Hamo, como parte de una faun a adaptada a los paisajes aridos.
el concepto de la especie unica, que sostiene que para cada De manera dirccd onal, la lransición enrre los austrnlopitecinos
momento cronológico solo existió una especie humana. De y Hamo se habria caracterizado por una nueva estrategia para
forma in tuitiva, al fi n y al cabo, en el mundo de hoy solo vi- adquirir y usar la energía en ambientes abiertos gracias a una
vimos nosotros y una conexión lineal hacia atrás en el tiempo batería de instrumentos. Este cambio se relacionó -segun al-
con una sucesión gradual de poblaciones predecesoras tam- guno$- con un profundo cambio ctológico basado en un in-
poco resulta una idea descabellada. cremento en la adquisición de carne y la manufacnlm de uten-
El fondo teórico de esta concepción es en realidad de silios destinados a la extracción de los tejidos animales.
fundamento ecológico. Las especies están adapladas a un ni- Una síntesis de los datos paleoambientales recuperados
cho ecológico especifico y es precisamente esta adecuación lo en las ultimas décadas dibuja un cuadro algo distinto, mucho
que define su carácter de especie. Por talllo, las especies hu- más di námico, con fluctu aciones en la aridez y la hu medad,
manas deben responder a la adaplación a su nicho ecológico. con una mayor heterogeneid:ld el1 el paisaje a diferentes es-
Así, segUn los partidarios de la Ica ria neodarwinista, el nicho calas espacio-temporales y una cambiante disponibilidad de

2. 2.
recursos. Consecuentemente, el conjunto de las presiones se- verdadero hacedor de esos utensilios. La recompensa llegó
lectivas es bien distinto al derivado de la imagen más clasica, con el hallazgo de un lote de restos que incluían un cráneo
y el fenómeno de la impredictibilidad ecológica emerge como fragmentado más g rácil que el de los australopitecinos, mola-
causa mayor. La variabilidad de htibitalS proporciona un ele- res relativamente pequeños y mandíbulas con incisivos rela-
vado número de posibilidades de espcciación y una versati- tivamente grandes, huesos de la mano y del pie, camlogados
lidad adaptativa en los ongenes de Homo en clara oposición como OH 7 (Oldllvai homillid) procedentes de la capa J de
a los presupuestos neodarwinislas. Diferenciació n de nicho, O lduvai . Pensaron los Lcakey que estos restos correspo ndían
compartimentación estaciona! de los recursos, respuesta po- al artifice de las herramiemas, al verdadero Homo. Con la
blacional distinta según el régimen c1imatico, uso diferencial de ayuda de PhilJip "Ib bias estimaron una capacidad encefálica
hábitalS, son algunas de las variables ecológicas consideradas. de 680 cm]. sustancialmente mayor a la de los austTa lopite-
Sin duda los nuevos datos paleoccológicos han venido cinos, con 10 que Leakcy, Tobias y Napier describieron en
¡I dar sustento a la diversidad que se puso de manifiestO en 1964 a la nueva especie Homo Jmbilis, cuyo nombre aludía
los primeros cinco años de la dccada de los setenta del siglo a su supuesta habilídad para fabricar todas aquellas herra-
XX, después del dl-scubrimicnto de H. habi/is. El hallazgo del miemas previamente encontradas. Este hallazgo supuso un
crá neo ER 1470, con sus casi 2 ma de antigüedad, sienta las antes y un después en la paleoantropologia. Entre otras cosas
bases para romper el modelo lineal. Aparecen en el registro desplazó cJ epicentro de la evolució n humana hacia el este
fósil africano dos fo rmas contemporaneas de cerebro grande, de Africa . Hasta entonces los abundantes hallazgos de restos
con diferente conformación facial y dental. La mencionada de H. erecrus en Java y en China hacían de Asia el hipotético
y la representada por el cráneo ER 18 13. Y en 1975 aparece centro de origen.
ER 3733, lo que demuestra la presencia de [rcs formas dis- La nueva especie respondía a tres de los cuatro criterios
tintitas en el tránsitO Plio-Pleistoceno (según límite clásico de bilsicos considerados en la época para poder ser adscrita al
1,8 ma). ¡Una auténtica revolución! La hipótesis de la especie género HOII/o, claramente inspirados en el modelo danvinis-
única quedaba en entredicho. Veamos a continuación los da- ta: 1) postura erguida, 2) locomoción bípeda y 3) destreza
lOS de este apasionante proceso para lo cual retomo algunos manual suficiente como para fabricar instrumentos. Tuvieron
párrafos del libro Los primeros lIomilliuos. Puleo",ología hllma- que prescindir del criterio de poseer un gran cerebro dado cJ
l/a necesarios para no perder el hilo argumental. pequeño encéfalo de H. habilis (aunque sí lo suficientemente
grande como para poder ser el hacedor de los primitivos úti-
les de piedra de Olduvai). La comunidad científica recibió la
Se empiezan a romper las costuras: propuesta con escepticismo, en gran medida porque la edad
el hallazgo de Horno habilis de los fósiles, con 1,75 ma, retrasaba de golpe la antigüedad
conocida de Homo en un millón de años. Además, los 680
En la decada de los sesenta, los míticos Louis y Mary Leakey cm l de capacidad encefálica quedaban por debajo de los es-
lIe\'aban muchos años excavando en los sedimentos de la gar- tándares establecidos para pertenecer a Hamo; H. habilis no
ganta de Olduvai (1anzania), donde ya habian encontrado había superado el llamado rubicón cerebral (700-800 cml:
herramientas de piedra muy antiguas. Estaban buscando al el límite entre los cerebros más grandes de los simios y los

30 31
cerebros mas pequeños de los seres humanos). Conocidos e Olduvai (que posteriormente ha pasado a reconocerse como
ilusrres paleoamrópologos como Le Gros Clark consideraron el grupo de ER 18 13 dado el mejor cstado de conservación y
desde el primer momento que eStos fós iles de Oldu\'ai eran representatividad de este fósil). El nombre 1-10 11/0 rudolfemis,
demasiado parecidos a AUSlralopirheclIs como para ser inclui- defi nido sobre la base del fam oso ER 1470, se comenzó a
dos en 1-101110; una idea que ha tomado renovadas fuer/.a s en usar para acomodar toda esa variación de primitivos Homo
los últimos años. En el extremo contrario, Otros autores no que no cabia en H. habilÍJ SellS /l striClO (s.s.). Actualmente, esta
\'eían diferencias suficientes como para excluir a los nue\'os especie está bien representada en Koobi Fora, Chemeron y
fósiles del amplio taxón HOII/o erectIIs. La radicalidad de las Omo, entre los 2,06 y 1,78 ma de antigüedad, aunque algu-
posturas no hada sino poner de manifiesto el carácter inter- nos autores lo llevan hasta los 2,3-2,5 ma como la mandíbula
ca lar de la anatomia de los homínidos recién descubiertos. Ya UR 501 de Malawi, hallada en asociación con útiles de piedra.
pesar de la controversia, durante los años setenta del siglo pa- En Sudáfrica se han identifi cado restos de primitivos I-Iomo
sado, todos los restos no megadontos procedentes de la capa I en tres yacimientos. Los fósiles más destacados son el craneo
y parte inferior de la capa n de Oldu\'ai se describieron como parcial SK 847 del miembro I de Swartkrans, el cráneo Stw 53
H. /wbilis. procedente de Sterkfontain (propUl.'Sto como ejemplar tipo
de H. gamcngensis, una especie supuestamente disti nta a la
de los Homo esteafricanos). Finalmente, en Drimolen se han
l as costuras se rompen definitiva mente identificado algunos dientes aislados. En conjumo, la eviden-
cia paleontológica consiste, según un conteo elaborado en
El debate sobre la clasificación de lo que parecían ser unas 2013, en unos 200 fragmentos csqueleticos corrcspondientes
fo rmas intermedias fue adquiriendo nue\·os tintes de inten- a unos 40 individuos, distribuidos solo en el este y sur de
sidad en esos mismos anos. La crecieme mu estra de fósiles Africa, desde Etiopia hasta Sudáfrica.
de edad sim ilar procedentes de las nuevas exploraciones em-
prendidas por Richard Lcakey en la región keniata de Koobi
Para. al este del lago Turkana, hadan dificil subsumir toda l a va riación de los primeros Horno
la variación detecrada en una única especie. El hallazgo de
uno de los iconos de la paleontología humana, el cráneo ER Como vemos, la diversidad taxonómica es amplia y para evi-
1470, con cara grande y plana, y con dentición de gran tama- tar confusiones con los nombres en muchas ocasiones se usa
no asociada a un volumen encefál ico por encima de los 750 el termino colectivo de early Homo, que traducimos como
J
cm , empezaba a romper las costuras de la variabilidad de " primeros Homo", para denominar las formas más antiguas
una única especie. atribuibles a este genero en un intervalo entre 2,8-1 ,4 ma . Por
Algunos autores, entre los que deslaca Bcrnard Wood. lo general, esta expresión incluye también a los primeros H.
propusieron que la variaciÓn detect'ada en Koobi !-o ra debía ereclIIslergasler, por lo que a veces se usa la expresión " prime-
organizarse en dos especies distintas de primitivos 1-1011/0. El ros Homo no-erecrus". Tales ex presiones no hacen sino mos-
nombre HOII/o /wbi/is (desde entonces llamado H. habiJú sellS/l trar una cierta diversidad en la base del taxón, de modo que
srriclo) se reservó para las formas similares al holotipo OH 7 de hace unos 2 ma se habían diferenciado al menos dos formas

32 33
raciales de primeros Hamo no-ercctus, a los que ocasional· Stcrkfontein se ha atribuido a Hamo y ha servido para carac·
mente se les denomina !Jabilinos. terizar fo rmas antiguas del este de África. Si cae la atribución
Hamo rudolfemis es la especie más antigua que presenta de 5tw 53 al género Hamo pueden caer muchos Olros como
las camcteristicas del género. Está datada entre 2,4·1,6 ma . El una fila de fic has de dominó.
cráneo mejor conocido es ER 1470, con una antigüedad de Llegados a este pun to debemos hacer un receso. Hemos
1,9 ma. Su arcada dental es corta y aplanada en su extremo visto, con una cierta perspectiva historiográfi ca, los avatares
anterior¡ su cara es alta y sobre [Odo plana. El encHalo pre- del descubrimiento y el marasmo en clasificación de los fó-
senta un claro incremento con valores en torno a los 750 cm J . siles de homininos procedentes de ese tiempo enigmático de
Hamo habilis es una especie mas tardía aunque de cara transición en la frontera de los 2 ma. Sin embargo, la ciencia
más primitiva y paladar más prominente. Actualmente se no cesa de indagar y nuevos intentos de esclarecer eSle fe-
identifica en Olduvai, oeste del Turkana, Omo y Sudáfrica, nómeno se han puesto en marcha . Entre ellos, los esfuerlOs
con una edad comprendida entre los 2, 1-1 ,44 ma. Sus restos para conseguir una definición más formal de 10 que es un
más conocidos son el esqueleto parcial O H 62 Y el cráneo genero taxonómico y de cómo se acomodan nuestros fósiles
ER 1813. El mas reciente data de 1,44 millones de años (ER a tal concepto.
42 703). El peso corporal se estima en unos 44 kg (30·57 kg)
con una estatura entre 11 8 y 150 cm. El volumen encefálico
oscila en el intervalo de 510·675 cmJ . Breve digresión teórica
En ambas especies se aprecia un significativo incremen-
to del volumen encefalico respecto a las especies del genero Desde que Linneo estableció el sistema de nomenclatura bi-
AlIsl raJopilhecm, aunque presentan claras diferencias entre si nomial para la clasificación jerárquica de los seres vivos, los
en cI tamaño y fo rma de la cara, además del aparato dental. naturalistas organizamos el mundo vivo a través de dos ca-
H. mdolfemis muestra una dentición primitiva con una ana- tegorías básicas: el género y la especie. El ejemplo mas co-
tomía postcraneal similar a H. sapiens, mientras que H. habilis nocido de ese binomio quizá sea el que denomina al animal
s.s. exhibe una reducción de los molares, aunque conserva un humano: Hamo sapiens. Se reconoce, no sin controversia, que
esqueleto postcraneal más simiesco. la noción de especie (sapiens, en nuestro ejemplo) recoge un
La dificultad en la aplicación estricta de los criterios del contenido biológ ico real al denotar las entidades en las que la
código de nomenclatura zoológica ha llevado a u na agrupadón naturaleza empaqueta la biodi versidad . La categona de géne·
informal, distinguiéndose dos grupos. El grupo de ER 18 13, ro, sin embargo, no goza del estatus de entidad real y, a dife-
asimilable a H. habi/is s.s., y el grupo de ER 1470, asimilable rencia del concepto de especie, la noción de género no tiene
a H. mdDlfmsis. La asignación de los restos a cada grupo se relevancia en teona evolutiva . En una primera aproximación,
hace por similitud anatómica fósil a fósil. En este ejercicio los el género es simplemente la menor de las categorias inclusivas
criterios y el estado de conservación hacen fluctuante esta del sistema ¡inneano para la agrupación de especies. Esta es
asignación, de tal modo que conviene estar muy atcntos a que al menos la posición de sal ida . Actualmente la clasificació n
fósil y a qué autor en concreto nos estamos refiriendo ya que biológica de los grupos taxonómicos persigue su ordenación
puede cambiar la filiación. A modo de ilustración, Stw 53 de narural, es decir, busca agrupar a los organismos según sus

34 35
relaciones fil ogenéticas. La regla mas bilsica para tal fi n es el vinculados con un UACj" Pero ¿cuál es el criterio para de-
denominado criterio de monofilia : las especies agrupadas de- terminar un ciado como un género? En nuestro ejemplo, ¿te-
ben proceder todas de una raiz común. Por tanto, un género nemos uno o dos géneros? Podemos incluir solo las especies
es un conjunto completo de las especies que comparten un vinculadas por UAC 1 o ampliar el grupo a las especies y sus
antepasado común relativamente reciente. correspondien tes VAC u ' en una cascada que no tiene límites
De este modo, dado que los géneros solo existen en tanto bien defi nidos.
a una rclación monofil ética de las especies que lo constituyen, Para resolver este problema, se enuncia que el limite para
su definici ón práctica será el conjunto de sinapomorfias (ca- separar dos conjuntos de especies en dos géneros lo impone
racteres derivados compartidos) que relacionan a estas espe- la existencia de un cieno vacio morfo l6gico y ecológico entre
cies con su antepasado común más reciente (al menos una). ambos, más allá de una simple división en nichos ecológicos
El problema empírico se reduce a encontrar y reconstruir el especifi cas. Es decir, las especies de un género ocupan una
ciado (rama del árbol evolutivo) que comparte al menos una zona adaptativa diferente a las especies de otro genero. Se
de estas sinapomorfias. incorpora así la noción de grado --como organización adap-
tativa- en la definición de género. Un género sería por tan-
FIGUAA 2 lO un ciado y un grado. Sin embargo, acabamos de ver que,
Esquema sintét ico que ilustra la Indefinición y dificultad a la hora mientras que la defini ción de los ciados tiene detrás un méto-
de establecer la delimitación de los géneros taxonómicos. do objetivable (sistemática cladística), la definición de grado
Género encierra un componente subjetivo. C uando estos problemas
?
los llevamos al género Homo nos encontramos dos posturas me-
Género Género
~
? todológicas que determinan definiciones bien diferentes de
Género lo que entendemos por Homo, y muy en especial a la hora
?
de definir su origen. Encontraremos aquellos que ven el ori-
gen del genero Homo en momentos claramente anteriores a
hace 2 ma y aquellos que encuentran su origen en torno a
esa época. Esta dicotom ia coim:ide fielmente a una diferente
actitud metodológica . De una parte, la estrategia de búsque-
da de abajo-arriba (borlOlIl-up) que persigue la identificación
de las sinapormorfias de Homo desde la base del linaje. Y de
Otra parte, lo que se ha denominado estrategias de arriba-
abajo (lop-dow,,), que busca hacia atrás en el tiempo eviden-
Sin embargo, con este modo de actuar surge una nueva cias en el registro arqueo paleontológico de las adaptaciones
dificultad (figura 2). Podemos encontrar un conjunto de es- específicas de la especie H. sapicns (tomada como el referente
pecies agrupadas por un último antepasado común (UAC 1) que define al género). 'Tal y como vemos, la aproximación
y otro grupo de especies próximas agrupadas por OtrO UAC2' de arriba-abajo ilustra a las claras el problema de la defini-
Simultáneamente, estos dos ciados pueden estar a su vez ción de unos límites morfológicos y adaptativos. A medida

36 37
que profundi zamos en las raíces evolutivas, los rasgos de la Otros datos proceden del oeste del lago T urkana (Kenia) con
especie terminal (H. sapie1lS) se desdibujan. Dónde defin ir los 2,5 ma y de Hadar con 2,3 ma. Ya comentamos que de esa
límites de lo que llamamos humano, es decir, Hall/O. misma edad se conocen marcas de carnicería . No obstante,
es bastante verosímil el posible uso, mucho tiempo antes, de
materiales liticos. Sin ir más lejos, se acaban de publicar in~
Mod elo de un origen antiguo de Homo dustri as de hace 3,3 ma, consisfentes en lascas, martillos y
yunques de piedra, procedentes del yacimiento de Lomekwi 3,
Las poblaciones más a ntiguas de este linaje emergieron en próximo al lago Turkana, cuyo hacedor debe corresponder
Áfr íca a partir de una especie anceslTal aún desconocida en- a una especie de AlIslralopilheclls, posiblemente AII. afarensis.
lTe hace 3 y 2 ma. Este intervalo temporal presenta un registro Las herramientas mas primitivas se han clasificado como 01-
fósil escaso y disperso que alberga, según los partidarios de duvayenses (o modo técnico 1). Hablaremos de la evolución
este modelo, la evidencia paleontológica del origen de /-lomo. de las industrias en el capítulo 4.
El tiempo de los " primeros /-lomo" coincide con la Según estos cri terios, Jos primeros representantes del
máxima diversidad de homínidos que se alcanzó hace unos género Hamo tuvieron que aparecer alrededor de hace unos
2 ma. Encontramos en el registro las formas robustas, a los 2,5 ma . Durame ese tiempo, algunos miembros del grupo de
AlIsrraJopitlleclIs sediba y quizá a AIt. garhi, junto con las pri- los auslTalopitecinos comenzaron a desarrollar un cerebro
meras fo rmas de /-lomo. Hace entre 3 y 2,5 ma se produjo un algo más grande y a disminuir el tamaño de su dentición. De
incremento en la aridez y una expansión de las plantas de entre estos, una especie se constituyó en el primer antepasado
metabolismo C4 en el este de África . Desde esta perspectiva, propiamente humano, el cual dio origen a nuevas especies de
el linaje Hamo está enraizado en la misma radiación adaptati- características más evolucionadas, que juntas clasificamos en
va de las especies australopitecinas posteriores a los 3 ma. Se el género Hamo. En la acrualidad, el fós il más antiguo es el
basa en una transición de corte gradual y niega por tanto un maxilar AL 666~ 1 de J-I adar (E(Íopía), con una antigüedad
cambio adaptativo brusco. En defi nitiva, las especies basales de 2,3 ma, encontnl.do en un estrato con instrumentos liticos.
del d ado /-10/1/0 serán muy similares a los australopitecinos Rasgos como el prognatismo moderado y la forma estrecha
más generalizados. del primer molar, entre alTos, justifican esta atribución. Un
Colectivamente, los rasgos anatómicos (sinapormorfias) hueso temporal procedente de Chemcron, en Kenia. podria
usados para caracterizar a las primeras especies del género ser induso anterior. Es esta línea, muy recientemente, un frag-
HOlllo reposan en: 1) la expansión craneal; 2) la reducción mento de mandibula procedente de Ledi-Geraru (Etiopía) y
de la cara y el paladar, y 3) la forma de la dentición y dismi- una antigüedad de 2,8 ma se ha clasificado también como
nución del tamaño de los molares. Más allá de la anatomía, Hamo.
en la definición de Hamo se induye como caracteris(Íca im- Hoy en día se acepta que AlIsrralopitheclIs es el sustrato
portante la capacidad para fabricar herramientas, aunque es del que emergió el genero Hamo. Tres candidatos han sido
posible, como ya comentamos, que algunos australopitecinos propuestos. AfI. afriwllus ha entrado históricamente en todas
también tuvieran esta capacidad. Las pied ras talladas más an- las qui nielas y ha sido visto como el candidato siempre dis-
tiguas conocidas proceden de Gana (Etiopía) y dalan de 2,6 ma. ponible por su posición cronológica y su aspecto grácil. Su

38 39
hegemonía llegó a su fin con el descubrimiento de AIl. afaren- hace más similar a Homo) en el contexto del mantenimiento
S1s y su hipotetico lugar en cI tronco basal de los linajes evo- de un bauplan australopitecino. En el cráneo también se apre-
luüvos de Hamo y Pam1lt}¡apllS, desbancando así de la ascen- cia este patrón, el cambio en la construcción su praorbitaria
dencia de Hamo a los ausrralopitecos graciles de Sudáfrica, y el espaciado de las lineas temporales sucede antes que el
no sin el disgusto de Ph. Tobias defensor de esta última hi-
j incremento de la expansión cerebral. Todas estas evidencias
pótesis. Más recientemente han sido propueslOS dos nuevos generan cierta confusión y 10 cierto es que, hoy por hoy, el
candidatos: AII.garhi y AII. sediba. Argumentos circunstancia- origen del género Hall/O sigue siendo un misterio.
les sobre su idónea posición geográfica y cronológica se es-
grimieron para la candidatura de ;lu. gorllj. Actualmente, los
restos de Bouri han perdido vigencia y son vistos por algunos Modelo de un origen reciente de Horno
autores como el extr emo final de una secuencia anagenética
que incluye: AII. anamclIsis-AIl. afarcnsis-AII. garhi. El último Desde una visión de "ciado mas grado", B. Wood y M.
candidato propuesto como antecesor di recto de Hamo corres- Collard propusieron en 1999 una reevaluación de los crite-
ponde a ;111. sediha. La estructura grácil de su cara dentición
j rios que definen la categoria taxonómica de género, enca-
y cráneo se esgrimen como signos de una estrecha relación minada a una definición mas precisa de lo que significa ser
filetica con el genero Hamo. Por orro lado, el descubrimiento Homo. Dos principios inspiraron su propuesta . Por un lado, la
de K ellj'OIl/}¡roplls platj'ops, de edad más antigua y morfología consideración de que un género debe ser un grupo monofilé-
sim ilar a H. mdolfemis, hizo pensar en una posible rclación de tico (ciado), es decir, todas sus especies deben proceder de un
amepasado-descendiente entre ambas especies. Así, H. mdal- único antepasado común reciente. Por OtrO, que las especies
¡cmis pasaría a ser K. mdolfC/lsis. Tal hipótesis no ha encon- de un género deben compartir un mismo régimen adaptativo
trado muchos seguidores y, como vimos, K euj'wuhroplls se (grado), es decir, que deben compartir una misma forma de
subsume en Allstralopi,hcclls. enfrentarse al mundo, procurarse un sustento y sacar adelan-
El proceso de transición evolutiva entre un hominino de te a la prole. Un género eS por tantO, un ciado (monofilia) y
j

cerebro y cuerpo pequeilos, quiza con cierta ada ptación ar- un grado (coherencia adaptativa). La búsqueda del origen del
bórea -tipo AI/. africlJIllIslsediba-, a un hominino de mayor genero Hamo consiste en la búsqueda de una entidad que sea
tamaño corpoml y encefálico. con bipedismo terrestre obliga- un ciado y un grado. De este modo, la rele\'ancia de ser o no
do, sigue escapando a una buena comprensión. Tal dificultad integrante de un genero estriba en que con ello acotamos un
reside en parte en que (:tI proceso ruvo lugar en forma de espacio ecológico adaptativo. En opinión de estos autores, la
mosaico. Un fósil en mosaico es el que presenta una combi- inclusión de las especies H. IIabilis y H. mdolfcmis en el género
nación de caracteres de distinta naturaleza. Lo más común es Hamo hace que no se cumplan ninguno de los dos requisi-
hacer referencia a una combinación de caracteres primitivos tOs. Por ejemplo, según sus resultados filogenéti cos, H.llabilis
y derivados. En este caso, primiuvo se refiere a similares a aparece en un nodo evolutivo no resuelto (politomía) jun-
II11s1ralopitlleclIs mientras que los derivados ha cen alu sió n to con los parántropos. Lo mismo ocurre con H. rudolfclISis,
a una simil itud con especies de Hall/O posteriores (H . creer liS, cuya megadontia postcanina en ocasiones lo agrega al ciado
H. sapiem). Por ejemplo, la pelvis de AIl. sediha se modifica (se de los parántropos y denota, en opinión de estos autOres, un

40 41
régi men adaptativo similar a estos. Ademas, no parece que laberinto del oído interno; 3) habilidad cognitiva, como se
H . /¡ahilu este en el mismo grado que H. sapi'em, la especie reneja en el volwnen encefálico y otros datos; 4) destreza ma-
tipo del género. Si un género es un ciado y un grado, hay ra- nual, vista a travCs de proporciom."S de los dedos y morfología
zones suficientes para excluir de Homo a estas especies. En la de la muñeca; 5) dieta, inferida a traves de desgasre dentario
actualidad, algunos aurores aceptamos esta propuesta y ten- y, más discutible, la forma de la dentición; y 6) ciclo biológico,
demos a considerar a la especie H. Itabilis como perteneciente evaluado a través del desarrollo de dientes y huesos. Veamos
a un género distinto (fi gura 3). que los datos justifican las dos maneras de entender a los lla-
mados primeros Homo, teniendo ademas en cuenta que la de-
FIGURA 3 finici ón de un grado evolutivo puede resultar problemática
Esquema filogenético de los homlninos. En primer plano se resaltan ya que el conju nto de rasgos que puedan definirlo puede que
las especies indiscutiblemente adscritas al genero Horno.
haya evolucionado en mosaico.

El baupl an de Homo

...
Solo el grupo del ER 1813 tiene asociados elementos poslcra-
•l ' ncales. De los dos esqueletos parciales conocidos, ER 3735
l',

_.
(1,91-1 ,88 ma) es fragmentario y no esta asociado a ninguno

1~.'=
• de los subgrupos. El caso de OH 62 es algo más claro; des-
cubieno por Donald johanson en Olduvai, su historia y las
ci rcunstancias de su descubrimiento sirvieron de base para
-..- la publicación del libro El hijo de Lucy. Se rrata de restos cra-
neales y maxilares, del brazo derecho. femur y libia fragm en-
tarios asignados a un mismo individuo, de talla mu y peq ue-
ña. El descubrimiento de OH 62 puso de man ifiesto que las
proporciones corporales de H. " abilis se asemejaban más a las
de los auslrnlopÍlecinos que a las de especies posteriores de
Para definir un grado (zona adaptativa) se pueden usar Homo, con unos brazos relatjva mente largos en relación con
diferentes criterios, todos ellos extraidos directamente de los las piernas, cambiando para siempre la imagen que tcníamos
fósiles, a lrnves de las relaciones entre la forma d e los huesos de los primeros HOII/o. Además, el estudio de la distribución
y dienres, y funciones biológicas concretas (locomoción, late- de cargas mecánicas en el húmero y el fé mur señala que
ralidad manual, etc. ) . En lJ'e los criterios usados se incluyen: O H 62 no se asemeja a los valores humanos. mientrali que res-
1) tamaño y forma del cuerpo, con tenida en la proporciones tos asignados a 1-1. erectuslergaslcr caen dentro de los interva-
de las longitudes de los huesos largos; 2) postura y locomo- los de confianza establecidos para humanos modernos. Unos
ción, recogida en la morfologia de las extremidades y en el y otros datos han llevado a pensar que H. Itabilis, aunque

'2
bípedo en sus desplazamientos sobre el suelo, conservaria un se extienden a las primeras fo rmas de Hamo, que se concep-
frecuente comportamiento arbóreo, mientras que H. ereclIIsI lUalizan siguiendo dos escuelas bien dife renciadas: la que in-
ergasler ya seria definitivamente un bípedo terrestre obligado cluye en el género Homo a las primeras evidencias de un cam-
con el que asistimos a la exploración de una nueva estrategia bio en la dentición y esqueleto facial, acompañado de un
adaptati\'a. La formación del plan corporal de Homo conlleva incremento en el volumen encefálico (>5001600 cm)) y la
además una reorganización de la cintura escapular, con una que ve a los llamados primeros Homo construidos aún sobre
rccolocación de la escápula hacia una posición más inferior y un modelo corporal similar al de los australopitecinos, por 10
dorsal, así como una clavícula de oricntación más horizontal. que son excluidos del género humano. Estos últimos autores,
Todo esto tlcva a una reorientación del hombro, quc pasa de entre los que me incluyo, precisan de un taxón nuevo (aún
mirar más cranealmente (hacia arriba) a mirar más hacia el por nombrar; ¿qué tal sonaría HabilipúheclIS?) para incluir
lateral. Aparentemente estos cambios se dan por vez primer esta combinación de rasgos, De manera informal, se le ha de-
en H. ergasler. nominado "formas tra nsicionales".
El estudio del laberinto del oido interno, donde se locali- Lo que sí es evidente es que el cráneo de los llama-
zan los receptores que controlan el movimiento y el equilibrio dos primeros Hamo está cambiando y el cerebro ha experi-
postural, es una fuente de información para reconstruir los mentado ya una clara señal de incremento. El grupo de T im
hábitos locomotores. T iene la ventaja añadida de que se loca- White ha definido tres grados evolutivos: el que corresponde a
lizan en el cráneo (hueso temporal) , directa men te asociado a A rdipithectls, el de AlIStralopitlzeclIs y el de Hamo. Sin embargo,
la información taxonómica. Según la interpretación de Fred si aceptamos la propuesta de Wood, vemos que habría que in-
Spoor, el oído interno de H. habilis se ajusta al de un prima- cluir un grado entre AuslralopithectlS y Hamo, correspondien-
te de hábitos arboricolas.1a les hechos parecen avalar que te a ese género aún no nombrado y que incluiría lo que hoy
H. habilis mantenía un comportamiento arbóreo frecuente entendemos por H. habilis en su sentido amplio. El grado de
por lo que no deberia ser incluido en el genero Homo. Otros los "homínidos transicionales" estaría definido, entre otrOs as-
datos parecen corroborar esta hipótesis. Así, por ejemplo, la pectos, por un le\'e pero significativo incremento del encéfa-
mano OH 7 presenta fa langes cU(\'adas, lo que puede indicar lo, con elaboración de cultura material, consumo de carne y
reminiscencias arboricol3s, si bien el pulgar parece indicar persistencia de hábitos arborícolas. Ciertamente la situación no
pinza de precisión. La disminuciÓn en el tamaño de las fa lan- está clara. Se plantean por tanto dos alternativas a la hora de
ges de la mano habria tcnido lugar relativamemc tarde en la establecer el inicio del genero Ho" w: o bien se incluyen H. "abi-
e\'olución de los homíninos, con el inicio en la manipulación lis s.s. y H. nuJoJfensis, o bien se establece el inicio en H. ercclllsl
de herramientas. ergaster, excluyendo las especies antes mencionadas. En este
En otro orden de cosas, el rápido crecim ien to de los último caso, el género Homo queda restringido a las formas que
dientes en representantes de H. /"/IdoJfemis y H. habilis cra si- comparten un origen africano desde hace unos 1,8 ma, con un
milar al de simios africanos, a diferencia del desarrollo dental claro incremento del encéfalo por encima de los 800 cm 3 y una
pausado propio de los humanos modernos. explotación similar de los recursos alimenticios. H. ergaster es la
Como \'emos, las discusiones correspondientes a Allstra- especie más antigua que cumple estOS requisitos y es conside-
lopithecus en relación con su posible comportamiento arboricola rada, por lo tanto, la especie basal del género.

44 45

Dónde situar a Homo naledi intencionada, realizada por los propios congéneres de H. I/a -
ledi. Pienso que es pronto para decantarse en este sentido y
Se trata de la última especie incorporada al genero Homo. esperaremos a mejores datos para tomar una postura.
M arkus Bastir y Daniel Garcia, colegas del Museo Nacional
de Cicncias Naturales dc Madrid, han participado en su des-
cripción original y quiza por eso siento una especial simpatia Un nuevo m odo: la evolución reticulada
por esta nueva especie humana.
Hamo "aledi ha sido descrita a partir de los r(."Stos de al La presencia en el rcgislro fósi l (.'Steafricano de tres formas de
menos t 5 individuos encontrados en la cámam Dinaledi de early Hamo, unido a AIl. sebida, ciertamente similar en algunos
la cueva Rising Star, cerca de Johannesburgo (Sudáfrica) . ca racteres a Homo, y la recie ntemente descubierta especie
Sin duda, es una forma en mosaico. Presenta caracteres de H. llaJedl~ poncn de manifiesto que en torno a los 2 ma se pro-
AlIltralopirheclIs tales como el reducido tamaño del encHalo dujo un fenómeno de intensa diversificación taxonómica cuyo
(465-560 cm J ) , la analOmia de la pelvis, las falanges proximales pat'rón nos sitúa conceprualmenle en las antipodas de la hipó-
de las manos curvadas, y configuración de la cinntra escapular tesis de la especie unica. Las inesperadas combinaciones de ca-
y la caja torácica. A la vez, presenta caracteres compartidos con racteres - los mosaicos de rdsgos- evocan claramente un pe-
otras especies atribuidas a Hamo (y aqui hay un problema por riodo de experimentación morfológica en el que los organismos
lo que acabamos de discutir). Entre estos rasgos se encuentran ensayan en diferentes direcciones los difercnK"S aparatos mor-
la forma del craneo, mandíbula y dentición, el miembro infe- fofuncionales (locomotor, manipulador, masticatorio, etc.).
rior (en l"Special pie y lobillo) , la muñeca y las fa langes d istales, La plasticidad de los programas genéticos (quii'.3 su inl'S-
y las vértebras. Además, prcsenra caracteres únicos q ue no pre- rabilidad en periodos de transición) pennite la integración y
senta ninguna Olra l"Spccie. Por ejemplo, el tubérculo del tellliO" disociación de variables biológicas fijas en otros momentos del
pes a"seri"lIs (localizado en la rodilla, zona medial de la tibia). proceso evolutivo y puede dar lugar a combinaciones transito-
Su posición fil ogenética es incierta, aunque si parece rias de rasgos. Esta combinación morfogenetica, unida al fenó-
plausible que H. "aled; fo rme parte de las formas de transi- meno de la vicarianza -segregación de áreas en un momento
ción colectivamente conocidas como carly Hamo. Según esta especialmente cambiante-- y posiblemente la hibridación entre
apreciación se ha estimado que CStOS rcstos podrían tener una especies próximas (veremos este fenómeno cuando hablemos
antigüedad de unos 2 ma. Sin embargo, en ausencia de una de los neandertales) dio lugar a una reticula emre poblaciones y
datación radiométrica fi able, su antigüedad está aún por de- especies distintas pero genéticamente muy próximas, con eleva-
terminar y no se puede descartar que, aunque su o rigen sea da variabilidad inrracspccífica, algunas en estadios que podria-
remoto, los restos de Dinaledi no correspo ndan a una pobla- mos llamar de semicspccie y en conjunto fonnand o superespe-
ción relicta que hubiera sobrevivido en el tiempo hasta un cies. Su representación abandona el esquema clásico de árbol
momento indeterminado. Otros enigmas tafonómicos rodean para convertirse en una red o reticula. Obvia me me, ante este
este descubrimiento tales como el origen de la acumulación tipo de escenarios evolutivos Jos criterios que hemos discutido
de los fósiles. Por ejemplo, los descubridores de estos restos para la clasificación taxonómica deben ser revisados y adapta-
han planteado que se trate de una acumulación de cadaveres dos. Una tarea nueva para la paleontología humana .

4. 47
CAPfruLO 3 l os Inicios de l taxón Horno erectus
Homo erectus y la transformación
del ciclo biológico Hablar de f-f . ereclIIS y citar al médico y anatomista holandcs
Eugene Dubois es de obligado cumplimiento. Su apasionante
historia está propiamente recogida en diferentes textos, por
10 que aquí recordaremos solo algunos detalles. Dubois es un
ejemplo de muchas cosas: de coraje y empeño, de predicción
y suerte. Y además de amargura. En los años sesenta del si-
glo XIX, tras el impacto de la obra de Darwin, se generó un
ambiente intelectual en el que la busqueda del eslabón perdi-
do ~se concepto erróneo del que ya se ha hablado en otras
ocasiones- formaba parte de las ansias del conocimiento.
El gran biólogo aleman Ernst Haeckcl publicó en 1865 la
Historia de la creación, una obra en lOmo a la cual se postulaba
Ya hemos comentado cómo el concep to de evolución lineal la existencia de un ser prchumano, aún por descubrir, inter-
ha ejercido una poderosa influencia en nuestra manera medio entre los sim ios y el hombre que debió de haber vivido
de entender la filoge ni a humana . En especial, el modelo en los trópicos. Dubois, imbuido en estos postulados, se pre-
convencional para describir la evo lución del género Homo guntó: ¿y por qué no buscar a ese ser en las islas orien tales ho-
ha estado dominado por una exp licación gradual y ana- landesas, hoy Indonesia? Y ni COrto ni perezoso alli se plantó.
genetica del cambio. Si recordamos, en el modelo lineal enrolado como oricial médico en el ejército colonial holandés.
Homo habria evolucionad o a traves de tres fa ses sucesi- Tras una búsqueda sin resultados paleontológicos en la isla
vas. La condición basal la encarna H. habilú. Una larga de Sumatra, en 1890 se tr'dsladó a Java, donde tuvo la inmensa
fase intermedia vendria definida por la espec ie H. erecllI s. forruna de conrirmar, en su opinión, una de las grandes teo-
Fina lm ente, las diferentes variedades de la es pecie H. sa- rías científicas del momento. al encontrar los restos fósiles de
piem represe ntarían la fa se final. En las formulaciones más un primate que describiría como mitad simio, mitad humano.
extremas de este modelo secuencial, los neandertales ocu- En 1894 publicó la parle superior de un cráneo (calata) y un
parían también una posición en la secuencia, ubicá ndolos fémur hallados en Trinil, a orillas del río Solo, bajo el nombre
como una fa se inmediatamente anterior a H omo sapiem. de Pi,/¡ecamhropus ereClIlS (hombre-mono erguido). Su his-
Por tanto, H. erecws ha representado histór icamente una toria continuó, de nuevo en Europa, entre el reconocimien-
fase intermedia de la evolución human a, qu e ha incluido to académ ico de su pais natal y su amarga cruzada personal
los fósiles anteriores a H. sapiem y neandertales y cuya en el terreno científico de la época, al \'er que la mayoria de
analOmí a caía fuera del espectro australopitecino, en su la comunidad académica rechazaba sus interpretaciones. El
sentid o más amplio. Com o tal, H. eree/ lis constitu ye un anatomista holandés osó en defender la idea de que un esla-
cajón de sas tre; un taxón que ha ido (e irá) adquiriendo bón perdido que habitaba las selvas de Java había alcanzado
d iferentes definiciones y contenidos. ya la ex pansión cerebral necesaria para ser considerado un

48 49
antepasado humano. Cuando, en realidad, como bien sabia el informal de pilecantropinos para reconocer de forma taci ta la
establishment, al verdadero an tepasado humano lo il ustraban diversidad interna de H. ereelllS.
los restos de la cantera inglesa de Piltdown . iNo cabe mayor
ingratirud! El primer cientifico que se lanzó a la busqucda
activa de un registro paleontológico que ilustrara la evolución ¿Qué entendemos por Horno erectus?
humana, agraciado por el destino con el hallazgo de auténti-
cos fósiles, fue ninguneado por una comunidad académica En un principio las características definitorias de H. ereetl/J
defensora de una fal sa evidencia . Aquella que mostraba a un son básicamente craneales -los restos faciales y postcranca-
antecesor de cerebro humano y mandibula de simio y que el les son escasos-, aunque su estrucrura corporal está adqui-
tiempo desmotaría que se trataba de un simple y cruel enga- riendo cada vez mayor relevancia en su caracterización. H. cree-
ño. ¡El fraude de Piltdown! En su afán de demostrar al mundo tIIS es un hominino claramente reconocible como un humano
que sus fósiles eran verdaderos miembros de la saga humana, que conserva algunos caracteres primitivos. En especial, des-
Dubois pasó años ingratos, ant(.'S de que se descubriera el en- taca la conju nción de una bóveda craneal baja, con el hueso
gaño de Piltdown: la gran vergüenza del gremio de la paleon- frontal mu y inclinado, en consonancia con un volumen ence-
tologia humana. Desde aquí nuesl.ro modesto reconocimiento fálico, aunque muy variable, muy por debajo de los valores de
al sabio holandés. H. sapiem. El cráneo muestra una marcada hipertrofia de las
Tras estos avatares se sucedieron una serie de hallazgos estructuras óseas, con paredes craneales muy gruesas, así
en Java, China y Sudáfrica; fósiles que a pesar de compartir como un robusto toro occipital. El hueso temporal también
un esquema morfológico común, recibirian distintos nom- presenta rebordes óseos muy gruesos. El toro supraorbitario
bres genéricos: Pitheca1/lhropm, Sillam"ropm, Nlegalllhropm , es prominente, continuo en las poblaciones asiáticas; configu-
'/idalllhropm. Ya hemos visto que fue Ernts Mayr, uno de los ración muy diagnóstica de esta especie. Podriamos incluir en
padres de la Teoría Sintética, quien propuso agrupar todos esta lista de rasgos un buen numero de detalles anatómicos
estos términos bajo el nombre de Homo erecfIIs. No tardaron que aparecen con frecuencia en H. ereetlls, como bien recogió
en sumarse al nuevo laxón los norteafricanos Atlamhropm en 1990 Ph ilip Righ unire en su libro Tlle ct'Olutioll o/ Homo
mallritolliem de Ternifine (Argelia) y el Homo leakey, crea- ereerm , pero, en esencia, los rasgos enunciados recogen bien
do pard clasificar al robusto OH 9 de Olduvai, y cuyo argu- la estructura del cráneo. Dicho esto, urge el señalar su amplia
mento para la drastica agrupación. además de su si militud variación y tendremos ocasión de ver cómo la alometría es
anatómica, se basaba en el principio de exclusión ecológica, uno de los fa ctores que pueden expucar la diversidad entre y
que afirmaba la imposibilidad de que varias especies ocupa- dentro de las mueStras.
ran simultáneamente un mismo nicho ecológico. El descubri- En los años noventa, con la impetuosa entrada de la cla-
miento posterior de la coexistencia de australopitecinos y de distica en la paleontología humana, se acometió una defini-
varias especies de Homo en el este de Africa, y de H. sapiem ción más fo rmal de la especie J-I. erecttls. Un articulo de Peter
y neandertales en el Próximo Oriente rcsquebmjó el criterio Andrews adquirió cierta notoriedad ya que identificaba unas
de exclusión ecológica, como bien ha resaltado lan Tattersall. hipotéticas autoapomorfias, en especial en el hueso temporal,
Actualmente, en ocasiones aun se conserva el término que dotaban a H. erectIIs de un carácter distintivo de ciado

50 51
(frente a la noción previa de fase e"olutiva) y permitían dis· Turkana (\VI: 15000), un esqueleto muy completo de 1.5 ma.
tinguir a las formas asi:íticas como los representantes de un De edad similar son las huellas de pisadas de IIlerer.
ramal evolutivo con carÍlCter propio. El trabajo se publicó a
raíz de una reunión científica celebrada en Frá ncfon donde,
gracias a Leo Gabunia, algunos de los asistentes tuvimos la Los primeros pltecantrop lnos: Homo ergaster
oportunidad de contemplar, en primicia, la primera mandí-
bula humana recuperada en el, por entonces, desconocido ya- Coetáneos con los primeros Homo (tratados en el capirulo
cimiento de Dmanisi. La dislinción de un ciado asiático, sin anterior), aparecen en el registro fósil esteafricano unos ho-
embargo, dejaba a los ereCfI/S africanos desprovistos de iden- mininos con características fi sicas propias de lo que inruitiva-
tidad. Pronto B. \'(lood recurrió al uso de un taxón distinto mente podemos entender por humanos. Sus dicnles se han
para ellos, sobre la base de su mayo r antigüedad y su aspecto reducido, su esqueleto facial se ha reorganizado con una dis-
mas grácil, y el no mbre H. ergaswr entró en el tablero de juego minución del prognatismo (aunque sus caras siguen siendo
para denotar a los primeros erectus africanos (en particular, g randes), sobre los ojos se desarrolla un toro supraorbitario
los procedentes del este y oeste del lago Turkana). De este bien definido y en sus poblaciones comienzan a aparecer in-
modo, es común distinguir entre dos espacies. dividuos con cerebros sustancialmente mayores a los de sus
Por un lado, H . ereCIIIS, una especie muy variable en ta- precedentes paleontológicos, superando la barrera de los
maño y for ma, con un claro incremento en el tamaño del 850 cm J • Hay pruebas sólidas de que esta nueva arquitecru-
cuerpo y el volumen encefálico respecto a los llamados pri- ra cefalica esta bien consolidada hace t ,78 ma, como así lo
meros Homo. Estatura estimada entre 148- t 60 cm, con unos demuestra el cráneo ER 3733. No obstante, un resto de occi-
46-68 kg de peso. El volumen encefálico es muy variable y pital (ER 2598) de edad 1,87 ma se considera la prueba más
abarca desde los 650 a los 1.200 cm) (promedio, +950 cm 3). antigua de H. erectus en África (aproximadamente contem-
Los yacimientos mas conocidos son los de Trinil, Sangiran y poráneo a los cráneos ER 1470 Y ER 1813). Los restos de es-
Sambungmacan en )a\'a. En China encontramos los restos de queletO postcraneal asociado a restos craneales son escasos, lo
Gongwangling con t , I5 ma y algo posteriores en el tiempo que dificulta una caracterización del cuerpo. La imagen que
los de Zhoukoudian, Na njing y Hexian datados entre 0,58 y tenemos de la forma corporal de H. ergaster deriva fundamen-
0,2 ma . talmente del niño del Tu rkana. que fue interpretado como la
Por o tro, H. ergaster, también llamado H. ereclIIs africano, prueba más antigua y sólida de la construcción de un cuerpo
es la especie más antigua unán imememe aceptada como re- con proporciones modernas, tanto en las longitudes de los
presentante de HOII/o. Muestra una marcada reducción del miembros como en la arquitectura pélvico-femoral (veremos
tamaño de la dentición y. muy en especial, un significali\"O después algunos matices).
incremento en relación con los primeros Homo del tamaño Por tanto, algo sucedió hace alrededor de 2 ma cuando
corpo ral ( 160-1 80 cm de estatu ra) y del volumen encefáli- un nuevo esquema corporal, más esbelto, con piernas largas
co, que en algunos casos supera la barrera de los 850 cm J . y brazos relativamente carlOS, evolucionó, aparenlcmcnte,
Entre los fós iles más conocid os se encuenlTan el cra neo en África. H. ergaster es el primer representante de este nue-
ER 3733 ( 1,78 ma) y la mandíbula ER 992. el famoso niño del vo bauplan, para algunos lo que define al verdadero genero

52 53
/-lomo. Me anticipo a decir que la evidencia más anligua de la primera especie del genero corresponde a H. ercct/U, enton-
este patrón morfológico fuera de África es de La misma ami- ces cabe la posibilidad de que el origen del género no fuese
güedad, originando serias dudils de cuál pudiera ser la fuente África, como sostiene el modelo más extend.ido. Así, la visión
de origen . Antes de seguir, y para no dar lugar a confusiones, canónica sostiene que H. ergaster se originó en África y fue el
recordemos que son muchos los autores que piensan que las primer hom inino que se adentró en los confines de Eurnsia y
formas asiáticas y las africanas corresponden a la misma es- se expandió por las regiones tropicales de Asia, dando origen
pecie, por lo que la distinción entre H. ergaSler y H. ercclI/s a H. ereCl/I!. La hipótesis alternativa plan lea que H. ergasler se
podría ser una simple cuestión nominal. originó en algún área del Asia occidental a partir de una po-
blación de Hamo arcaico que se dispersó fuera de África ames
de hace 1,8 ma. Algunos de estos primerisimos erecms asiáti-
El origen de Homo ergaster cos volvieron a África en una migración om--of-Asia (fuera de
Asia) . Otros pronto se dispersaron hacia el extremo orienle
El modelo convencional establece que el patrón biológico alcanzando la isla de Java. Un atractivo modelo de compro-
erectIIs habría evolucionado supuestamente en las sabanas del miso, bien discutido por el paleontólogo Jordi Agustí , plaOlea
este de Áfri ca, en fechas previas a los 1,89 ma, desde H. IIabilis que desde un puntO de vista ecológico y biogeográfico, África
o una forma afino H. ergasler fue la primera especie de homí- se eXlendía hasla el valle del río Jordan en el Próximo Oriente
nido que abandonó los limites del continente africano, siendo como una continuación del rift tectónico eSleafricano. Vislo
la raíz evolutiva de todas las especies posteriores de Hamo. Su así , lodo es África, y las especies antiguas de Hamo podrían
origen filogeneti co, sin embargo, no es bien conocido, siendo lener un origen geográfico común. Extenderemos esta discu-
mucho más clara su vinculación con las especies de Hamo sión más adelanle.
posteriores que con las especies cronológicamente anteriores.
Anatómicamente, se aprecia la aparición súbita en el registro
de un claro incremento en el tamaño corporal y algunos ras- l a pri mera salida de África
gos muestran una amplia distancia morfológica entre H. IIabi-
lis y /-l. ereCfIIS, lo que ha llevado a cuestionar el modelo lineal La evidencia y repano cronocorológico del registro fósil ha-
sim ple de antepasado-descendiente. En paralelo, los restos cen del modelo om-of-Africa (fuera de África) un buen mo-
más recientes asignados a H. lIabilis datan de 1,44 ma, lo que delo (figura 4). Hemos comprobado que el registro de ho-
supone un considerable solapamiento espacio-temporal con mininos es razonablemente continuo en África duranle el
/-l. c:rgasler. Además, las ocupaciones humanas más antiguas Mioceno y Plioceno, y es en el Pleistoceno cuando empiezan
de Hamo extrafricanos proceden del Cáucaso, en el yacimien- a hacer acto de presencia las primeras pruebas de homini-
to de Dmanisi, Georgia, con edades superiores a los 1,8 ma. nos fuera del continente africano. La salida de África -fuese
La presencia de erectinos fuera de África en edades quien fuese la especie- supuso la primera vez que los huma-
equivalentes a las africanas más antiguas ha llevado incluso a nos ocuparon áreas clim áticas bicn diferentes a las habitadas
plantear el lugar de origen de estas formas. Y por extensión, de forma secular en su historia evolutiva: la colonización de
si aceptamos que Hamo no tiene su origen en H. /¡abilis, y que los ecosistemas templados y eventualmente frias, y con ellos

.. 55
el ta mbién eventual desarrollo de una nueva diversificación Europa (capírulo 4). Pero también veremos el debate e interes
de formas y culturas. por clarificar la primera negada de los humanos a Australia y
por supuesto a las Américas. O la mu y posterior expansión
FIGURA 4 de los humanos por la Polinesia (capitu lo 6). Desde un punto
Mapa de la primera gran dispersión de Homo mas allá de vista ecológico son también objeto de estudio la recolo-
de los confines de África. nización del bosque lluvioso o de las zonas árticas. Y, en la
actualidad, la humanidad esta a las puertas de otra gran ex-
pansión, esta vez más allá de los confines del globo terráqueo,
que permite atisbar procesos evolutivos de naruraleza inedita.

los homininos de Dmanisi

Las pruebas mas antiguas de presencia humana fu era de


Africa corresponden a las herramientas encOnlradas en
Dmanisi, al suroeste de T inis (Georgia) , yacimiento que me-
rece un tra(amien to especial dada su poderosa inOuencia en
la paleontología humana actual. En los sedimentos sobre los
que se asien ta una población medieval está apareciendo un
conjunto muy singular de fós iles de animales. industria lítica
y restos humanos pleistocenos. Los "estigios más antiguos de
Como todos los grandes hitos del fenómcno humano. el ocupación humana corresponden a unas primitivas herra-
inicio de la ocupación y colonización de las diferentes regio- mientas datadas en 1.85 ma, mientras que los restos de ho-
nes del planeta des pierta en nosotros un fu erte interes. Los mi ninos y de mamíferos son ligeramente mas recientes, con
hominoideos y los homínidos tienen su origen en Africa, el 1,77 ma. Mucho se ha escrito sobre la anatomía de los cinco
continente útero de la e\'olueión humana, desde dond e se cráneos, cuatro ma ndíbulas y los diversos elemen tos postcra-
han bombeado poblaciones y es pecies semilla de posterio- ncales. l....a perplej idad es quiza la resultante de la combina-
res ex pansiones. Este proceso se aprecia tambien con los ción de rasgos en los fósi les de Dmanisi: unos similares a los
simios del Mioceno y lo veremos en diferentes momentos primeros ereetinos de Africa, a ltos mas propios de los habi-
y a diferentes escalas espaciOlcmporales. En pri mer lugar linos; además de no"edades nunca antes " istas en el regislTo
hablaremos de la primera colonización de Eurasia, esa gran fósi l como la extraña mandíbula 0 2600, fin almente asociada
masa continental del Viejo Mundo. de la qu e Europa es una al cn'm eo 5. Y todo esto en conjunción con un sorprendente-
pequeña y excéntrica penínsul a. Los pormenores de dic ho mente rcducido volumen encefálico en torno a los 600 cm J .
éxodo se subdividen, con personalidad propia. en la ocupa- Lo incomprendido de este mosaico de CarilClereS se plasma
ción asiática en sentido estricto y en la primera ocupación de bien en la secuencia de atribuciones taxonómicas por las que

56 57
ha ido viajando la colección desde su primer hallazgo. Demos En diciembre de 20 12 tuve la oportunidad, juma a mi
un breve repaso para ilustrar el fenómeno. colega I\>larkus Bastir, de \'iajar a Georgia y estudiar la colec-
La primera mandíbula descubierta fue asignada a H. er- ción de Dmanisi, a la par que visitar el yacimiento en un día
gaster por Leo Gabunia, lo que desató una primera reacción de intensa ncvada. Puedo dl'Cir que fue una de las experiencias
contraria ya que rompía los moldes geográficos de esta es- profl'Sionales más emocionantes que he tenido. Aquellos fós i-
pecie. Algunos pensaron que en real idad se trataba de un tí- les, y en especial el cráneo 5 (04500), son el ejemplo ideal para
pico H. erecflIs próximo al millón de años. Juma con j. M . ilustrar 10 que llamamos evolución en mosaico: la presencia
Bermúdez de Castro publiqué en 1998 un articulo en el que conjunta de caracteres primitivos y derivados; los unos asocia-
defendíamos su clara afin idad con H. ergaster, de acuerdo con dos a unas especies, los otros asociados a otras. Tal conjunción
la atribución de los paleontólogos georgianos. (OS la base de la propuesta de agrupación en una única especie.

El descubrimiento de nuevos fósiles abrió el abanico de Esta hipótesis recupera la vieja idea de que Homo evolucionó a
opciones. Algunos opinaron que se trataba de una especie an- través de un único linaje. El inmaduro D2700 juega un papel
terior a H. ereclIIs, mientras que otros pensaron que en Dmanisi clave en todo esto ya que, en efecto, su aspecto general recuer-
había más de una especie representada. El descubrimiento de da vivamente a las formas habilinas y sirve de apoyo, también,
la mandíbula D2600, de gran tamaño y constitución muy sin- a la hipótesis de una salida de África de homininos pre-erectus.
gu lar, dio pie a la propuesta de la nueva especie, H. georgiclIs; Visto así, Dmanisi es un cruce evolutivo de caminos que enlaza
propuesta que quedó autodescartada al comprobarse que di- formas dispersas en el espacio y en el tiempo. Mientras que en
cha mandíbula encajaba con el cráneo 5, encontrado posterior- ou os lugares vemos aspectos parciales de la variación, Dmanisi
meme. Estas evidencias, junto con la dh'crsidad de la mues- nos enseña todo junto. Dicha visión se contrapone a la que
tra, han dado lugar a una última propuesta encabezada por mantiene que hubo una diversificación de fonnas y linajes des-
David Lordkipanidze que rompe con todos los presupuestos de la misma raiz de Homo. Son dos teorias cJasicas bien cono-
ameriores. Estos autores proponen, a la luz de la disparidad cidas que vuelven a confrontarse y que veremos con detalle en
morfológica de la colección de Dmanisi, y habida cuenta de su el capitulo 6. Y, por último, cabe invocar aqui la plasticidad del
homogeneidad tafonómica que avala la contemporaneidad de programa de desarrollo de los primitivos H. ereCfIlS como una
los fósiles, que lo que hasta ahoT'd habíamos diferenciado como de las bases del modo de evolución reticulada. Sea como fu ere,
tres especies: H. Iwbilis, H. rlldolfensis y H. erectus. en realidad lo cierto cs que hace 1,9 ma ya habia homininos habitando
corresponde a la variación de una sola, la que llaman H. ereClIIJ. regiones templadas. Pero ¿cómo y por que un primer grupo
Tal intento de reagrupamiento representa un brusco cambio humano salió de África?
de tendencia desde la subdivisión extrema hasta la asociación
maxima, en un único taxÓn. Ni que decir tiene que tal inicia-
tiva está sujCla a debate y no deja de ser un nuevo reflcjo de la Las causas de la primera salida
perplejidad que produce esta deslumbrante nueva prueba de
. la evolución humana. Personalmente no comparto esta agru- Discutiremos los tres cscenarios propueslOs por Jordi Agusti .
pación, ya que otros detalles anatómicos más finos deben ser Empecemos por el posible cfecto del incremento del encéfal o
también contemplados. en el contexto de un nuevo plan corporal de H . ergaster. Ya

58 5.
vimos que el cerebro alcanza en algunos casos los 850 cm J , españoles han propuesto q ue en el tránsito de hace 1,8 ma
lo q ue podría redundar en una mayor integración social y (antes del limite entre el Pleistoceno inferior y medio) se
exploración de nuevos territorios a la búsqueda de recursos produjo un importante episodio de dispersión de fa una que
alimenticios y materias primas. Además, un incremento de incluía hipopótamos, gr:lOdes hienas, tigres dientes de sable,
peso hasta los 60 kg Y el reajuste del aparato locomotor po- babuinos geladas y homininos. Los predadores y los huma-
drían haber proporcionado las herramientas orgánicas para cl nos habrían seguido a los grandes herbívoros en expansión
exodo. Se puede plantear una red eco morfológica en la que hasta llegar a desbordar los limites del continente negro, con
se enlrelazan el incremento en el tamaño corpo ral, una dieta la "entaja de que en esa época las sabanas aun no se habían
enriquecida en tejidos animales y un aumento en el tamaño transfo rmado en la impenetrable barrera del actual desierto
de las áreas de campeo. Sin embargo, los nuevos cr.incos de del Sahara . La razón de este movimiento de fa unas africa-
Dma nisi con 600-650 cm J desma man este escenario. O los nas hacia Eurasia respondería a una hipotclica extensión de
homininos de Dmanisi no son H . ergaster o el tamaño mayor los ecosistemas africanos hacia el norte, tanto boscosos como
del encéfalo no es el motor de la dispersión. sabanas.
Un segundo escenario, el de exclusió n cultural, se basa La dieta carnívora y sus estralegias para conseguirla fue
en la aparición en África en torno a las fechas de la primera clave en este proceso. Este es un escenario cierUlmente intere-
salida dcJ Modo JJ o tecnología lítica achclense , interpretado sante, que encierra un gran atractivo para los paleo ntólogos y
como una revolución cultural q ue posibilita el acceso a un n'ltumlistas. Sin embargo, al margen de no expl icar por q ué
nuevo universo de recursos alimenticios. En el co mplejo de tendría que expandirse este agregado de especies, el modelo
yacimientos de Kokiselei (Kenia) se localiza el Achelense más se ha criticado aduciendo q ue en ningú n caso se trataría de
antiguo, datado en 1,76 ma. junto a los co nju ntos tambien an- una oleada faun istica, sino de una secuencia de dispersiones
tiguos de Konso (Etiopía) y el recientemente publ icado por el individuales, distanciadas unas de otras centenares de miles
equipo español procedente de Olduvai (FLK west) . de años. Además, la supuesm fa una africana en D man isi se
Las grandes hachas de piedra podríDn haber permitido interpreta, especie a especie, como relictos ¡\ilio- Pliocenos o
cortar la piel y romper los huesos de grandes animales para son fa unas eminentemente euroasiáticas. ¡Poderosos conlraar-
acceder a la médula de sus huesos. 1a l circunstancia habría gumemos! En conjunto, el elemento propiamente africa no
conllevado un incremento en el número de efectivos de la po- solo sería Homo y su dispersión, por tanto, tendría que estar
blación que, según este modelo, habría expulsado hacia otras asociada a alguna de sus características propias. El fa ctor cul-
regio nes a las poblaciones más perifcricas. El desfase tempo- tural, en un semido algo gencrico, es el rasgo más sobresalien-
ral en la aparición del Modo 11 en Europa es uno de los fac- te qu e estaría detrás de los primeros movimientos fu era de
tores principales que inspiran este modelo. El descubrimien- Africa, el cual no debemos ver como una colonización pione-
to de una persistencia de diferentes modos técn icos (Modo ra in tencionada, sino mas bien una extensión gradual de sus
I y lJ) en Áfr ica, junto a la cada vez mayor antigüedad del árcas de búsqueda de alimentos, rastreando recursos vegeta-
Achelense extrafricano, debilitan este modelo. les y an imales, en territorios no habitados previamente.
FinDlmente, tenemos también el escenario de la olea- El poseer unas piernas largas y brazos cortos es distin-
da migratoria de fau na y humanos. Algunos paleontólogos livo de los humanos modernos y supone una combinación

60 61
muy peculiar para un primate, ya que implica una selección disti ntos métodos de datación. Su desaparición oscila entre
en direcciones opuestas en ambas extremidades. En H. erecllIs los 0,3 y los 0 , 1 ma, aunque algunos reconocen incluso fechas
se produce una reorganización de la pelvis y las extrem ida- de lan solo 50.000 años. El registro fósi l de los pitecamro-
des posteriores, que algunos autores asocian a una mejora en pinos asiáticos es variopinto y sus hallazgos están llenos de
la eficacia energética en el andar y en la carrera. La modi- historias y anécdotas recogidas en números textos. Se ha su-
fi cación del brazo obedece en buena medida a un acusado gerido que H. creCl/lS habitó también en Europa, aunque hoy
acortam iento del radio, hipotéticameme asociado a las pro- se manejan otras interpretaciones.
porciones del complejo antebr..lzo-mano relacionadas con la Con anterioridad a los descubrimientos de Olduvai, Asia
manipulación y el agarre. Las falanges de las manos experi- se consideraba el lugar donde se o riginó el hombre, idea en
mentan una clara reducción en Hall/O, mientras que el pulga r gran medida guiada por los hallazgos de Dubois en Java y
se hace más robusto. Las especificidades de la mano humana los res[Os recuperados en la dccada de 1930 en las cuevas de
en el pulgar, las falanges y en la muñeca (articulación radial C hou koutien (hoy Zhoukoudian) próximas a Pekín (China) .
carpo-metacarpo) son compartidas con neandertales y ho mi- Junto a un variado equipo, el canadiense Davison Black en-
ninos del Pleistoceno medio y fin ales del Pleistoceno inferior comró allí los 14 cráneos incompletos, además de \'arias man-
(por ejemplo TD6 en Atapucrca). Sin emba rgo, aún no está díbulas y OLTOS restos, de 10 que se llamó el hombre de Pekín;
claro cuándo se origina esta anatomía, debido fu ndamenwl- una impresionante colección que se perdió duran te la Segunda
men te a la ausencia de registro en un periodo clave entre los Guerra Mundial. Afortunadamente, Franz Weidenreich nos
0,8 y 1,8 ma . Un nuevo fósil procedente de Kaitio (oeste del dejó unas excelentes monografias con las descripciones y es-
T'urkana) con 1,42 ma revela un proceso cstiloidcs en el ter- tudios comparados de los restos de Choukoulien.
cer metacarpo indicando un origen temprano en la evolución Po r aquel tiempo, en los años previos a la Segunda
de HOl/1o. La utilización funda mentalmente manipulativ3 del G uerra Mundial, Ralph von Koenigswald tuvO ocasión de
brazo parece haber surgido con la aparición de H. erccws. encontrar nuevos restos en Sangiran, entre los que destaca-
Con él dejamos arras la función compartida del brazo en lo- ro n unos de mandibula, de un tamaño clarameme superior
comoción y prensión, para hacer un uso predominantememe a los encontrados previamente, descritos bajo el no mbre de
prensil y manipulativo. Megamhropus paleojatxmicus (hombre gigante de la antigua
Java). La interpretación de estos restos no ha sido sencilla;
considerados como una forma primitiva de H. c reClIIS, algunos
La ocupa ción de Asia quisieron ver en ellos la presencia de australopitecos robustos
más allá de los confinl'S de África. Hoy se puede entender
Un longevo linaje H . erectlls habitó en Asia desde hace t ,8 ma, lHegalllhroplls como una varíante alomclrica de H. erecrus. Por
como lo muestran los fósiles de Sangiran Gava) y qu izá los de lo general, los erectus de Asia son mucho más robustos que
Yuanmou y Nihewan (China), hasta los también indonesios los africanos, ¡lUnque hay excepciones. Sus características
de Ngandong y Sambungmacan 03va), de menos de O, I ma, anatómicas más diagnósticas se centran en el cráneo, como
una edad ciertamente tardía. El cuándo se exting ue este linaje dijimos, con un toro supraorbitario continuo, algunos deta-
depende esencialmeme de las fechas que propo rcionan los lles del hueso temporal, asi como el cíngulo en los molares e

.2 '3
incisi\'os en forma de pala. Se distinguen dos grupos de erec- sólida y continua de la domt'Sticación del fuego procede de la
rus en Asia que podrian tener orígenes distimos. Un grupo, de Europa de los anteneandertales. Es muy claro hoy en día que
origen más antiguo, vivió al sur del continente, representado los neandertales eran unos autenticas dominadores del fu ego.
por los fósiles de Indonesia, muy en especial de la isla Java
(Sangiran, Mojokerto, Kedungbrubus) y en las regiones del
sur de China. El otro. más reciente, habitó los ecosistemas Las rarezas de Indonesia: Horno floresiensis
menos boscosos de las regiones templadas de C hina. El ya-
cimiento de Zhoukoudian ha proporcionado el referente más En el año 2004 tuVO luga r un importante descubrimiento
importante de este grupo. en la cueva de Liang Bua, en la isla de Flores, también en
Du rante decadas se ha aceptado que H. ert.'cl/Is fue la Indonesia. Se trata de unos 100 restos óseos qu e incluyen
primera especie que domesticó el fuego, sobre la base de las restos craneales y postcraneales de muy pequeño tamaño y
gruesas capas de cenizas presentes en algunos ni\'eles de con caracteristicas anatómicas únicas que llevaron a sus des-
Zhoukoudian. La domesticación del fuego siempre ha sido cubridores a crear una nueva especie. En asociación directa
un tema del máximo interés al ser considerado un elemen- rambién se hallaron herramiemas líticas de una manufactura
tO fundamental en la evol ución huma na. El fuego permite muy avanzada.
la cocción de los alimentos, haciendo asimilables una gran H. florcsiensis es un hominino asiático de muy pequeño
cantidad de nutrientes a tra\"cs de una digestión exógena al tamaño, con una estamra esti mada en unos 106 cm y un peso
organismo. Emite luz y calor, además de protección fre nte comprendido entre los 25-30 kg. Sorprende su reducido vo-
a grandes depredadores, lo que permite la supervivencia en lumen encefálico de 41 7 cm). Su anatomía es primitiva. Se
momentos y lugares previamente inaccesibles. Y además, pro- ha interpretado que evolucionó como una adaptación a con-
porciona un confort alrededor del cual abre un universo de diciones insulares y se extinguió hace tan solo 13.000 años.
interacciones sociales y la oportunidad de trasmitir ideas y Nuevas daraciones, no obstante, han retasado ligera mente el
conocimientos al amor de la lumbre. tiempo de extinción.
En un congreso realizado en Pekín que indlli:.l una visila Sin embargo, su reciente cronologia se solapa plenamen-
a Zhollkoudian pude discutir de primera mano una reinter- te con las fechas propias de H. sapiclIS, lo que llevó en primera
prclación de las famosas capas de cenizas. Técnicas más so- instancia a su rechazo como una especie diferente, propo-
fisticadas de análisis determinaron que buena parte de esos niéndose como antepasados de las poblaciones Rampasasa,
restos blancuzcos (cenizas) en realidad correspondían a fi- población austromelanesia de cuerpo pequeño, habitantes
lolitos (pequeños depósi tos de silicc que almacenan algunas acmales de la isla. El debate se instauró desde el primer mo-
plamas en sus células) . Ciertamente si hay huesos quemados mento entre los que pensaban que se trataba de un caso de
en el yacimiento, pero no quedó demostrado que el fuego patología y los que vieron en los pequeños hombres de Flores
fuese usado de forma tan intensa como previamente se ase- (los hobbit) el resultado de un fenómeno evolutivo inédito
guraba. Hoy hay indicios indirectos del uso del fuego en al- en la evolución de los homininos: un caso de insularidad. El
gunos pumas del este de África (C hcsowanja}' Olorgcsailie), ejemplo más cercano habría que buscarlo en OrcopitheClls, el
en cdades próximas a 1,5 ma. No obstante, la cvidencia más simio mioceno que habitó los bosq ues que poblaban las islas

64 65
del Mediterráneo. La panoplia de explicaciones es muy diver- desconsideraban el factor e\'olutivo como causa de peculiar
sa, desde la microcefalia hasta ser atribuido a un caso de sin- anatomÍ::J.
drome de Down . En este sentido, una tentación frecuente en
paleoantropología es invocar algún tipo de paw logia cuando
no se sabe encajar una forma fósil en un esquema previamen- Nota breve
te considerado. El primer neandcrtaltarnbién fue interpreta-
do como un caso de enfermedad, llegando a consideraciones Recapitulando, vemos que en los últimos años se ha produci-
algo extravagantes. Esta circunstancia nos da pie a comentar do una tendencia a buscar en Asia mices muy antiguas y a re-
muy brevemente una disciplina llamada Paleopatologia, que considerar la idea del centro de origen. Los descubrimientos
trata del origen, identificación y epidemiología de las enfer- de Dm:misi (Georgia) y los de Liang Bua (isla de "lores) han
medades del pasado. Quiero recordar desde aqui a mi co- alcmado esta idea. Tres fa ctores se esgrimen a favor de un ori-
dircclOra de tesis, la Dra . Pilar Julia Pérez, experta en esta gen asiático de /-lomo: 1) lo abrupto de la aparición del bau -
materia. plan; 2) la presencia en Asia, tanto en Georgia como en Java
En la opinión de quien escribe, los restos de Liang Bua y C hina, de Hamo con edades de 1,8 lOa, lan antiguos como
constitu yen un signilicati\"o revulsivo en el estudio de la evo- los africanos, y 3) la presencia de una especie, H floresiemis,
lución humana. Por tanto, si H.f1orcsi/!/lSis no es un fraude , y si como relicto morfo lógico que arrancaría de una arquitectura
no es un " monstruo", se trata de uno de los descubrimientos corporal más similar a H. habilis que a H. ereClIIs. Este último
más singulares de la historia de la paleontologia humana. En argumemo se puede ver forta lecido por el cráneo inmaduro
principio, ambas ci rcunstancias parecen descartadas, por lo de Dmanisi, cuya anatomía primitiva avalaria un primer
que los restos encontrados en la isla de Flores van a incentivar evento ol/t-of-Afriw de una especie más primitiva que H. erec-
un amplio abanico de lineas de investigación, unas nuevas y tIIs. Por tanto, el origen africano de Hamo esta estrictamente
otras ya c1asicas. Entre estas cabe suponer: la reactivación del vinculado a aceptar un antepasado africano (por ejemplo,
estudio de la evolución del cerebro y su relación con las capa- H. habilis) cuyas raices pueden ser rastreadas en mayores pro-
cidades culturales, el estudio de la adaptabilidad del cuerpo fundidades cronocnrntigráficas en ese continente. Cuestionar
de los homininos bajo condiciones fisicas diversas, la explora- la relación entre ambos grupos de homininos deja abierta la
ción detallada de las pautas de interacción y cocxistencia de puerta a otras posibilidades. El posible origen asiático implica
diferentes especies humanas, etc. En resumen , un poderoso un evento out-of-Asia, es decir, la entrada de estos primeros
motivo para fijar la atención en Asia. representa ntes al continente africano previa a hace 1,87 ma .
Después de redactar estas lineas se ha publicado el des- Todo es posible, pero, aunque las espadas están en alto, el que
cubrimiento en la isla de Flores de restos de homininos de esto escribe sc decanta hoy por hoy por un origen africano de
pequeño tamaño, esencialmente similares a H .j1orcsiemis, con Hamo, enraizado en especies más antiguas. Futuros descubri-
una antigüedad de 700.000 años. Tál hallazgo da una fu erte mientos darán y quitarán razones.
credibilidad a la hipótesis de la existencia de un linaje inde-
pend iente de los homininos en el ámbito de la isla de Flores
y de paso resta mucha fuer¿3 a todas las interpretaciones que

56 .,
CApiTULO 4 Desde una concepción anagenética de la evolución hu-
Los humanos de cerebro grande. mana tendríamos que plantear este capiru]o como una fase de
The muddle in the middle!' tr3nsición intermedia entre los politipicos erecws y los humanos
modernos. Para sostener el modelo lineal, deberíamos encontrar
en el registro paleontológico fonnas que dibujaran una secuen-
cia gradual de cambio entre el cráneo rclativ'<Imente pequeño,
ancho y aplanado de los pitccantropinos y el mas voluminoso
y abombado de los SlIpicm, con las modificaciones singulares
y propias de la cara. Nos preguntamos: ¿responde el registro
fósi l a este modelo? ¿Es H. en.'cllIs la especie antepasada de los
humanos actuales? De ser así, ¿dónde encajan los neandenales?
Para responder a estas cuestiones tendremos que consi-
derar varios aspectos. Por un lado, la delimitación de cómo se
establece el tránsito entre los primitivos H. erectlls y las fonnas
Cualquiera que fuera su origen, los pitecantrop inos se expan- modernas: ncandertales y sapiens, atendiendo a una variedad
dieron por Africa y Asia hace casi 2 ma, colonizando vas- de ámbitos geog ráfi cos distintos. Por otro lado, tendremos que
tos territorios más allá de los trópicos. Segú n hemos visto, tratar la discusión del último antepasado común de estos hom i-
H. erecllIs mantuvo en Asia, y quizá también en Africa, una ninos de cerebro grande, a los que recientemente se ha añadido
suerte de estasis evolutivo durante un dilamdo periodo, con el grupo de los denisovanos (capitulo 5). Y un tercer elemento
escasos cambios en su anatomia. Sin embargo, el registro fós il de interés coincide con el fe nómeno de la primera ocupación
nos informa además de que en el en torno de la emblemática humana de Europa y con esta, el origen}' dispersión del Modo
cifra de hace un millón de años aparecen los pr imeros atisbos tecnico 111 o Achelense. En definitiva, un verdadero cruce de
de una nueva arquitectura del craneo y del cuerpo, con la caminos e\'oluli\'Os donde se \'ienen a resolver las bases de la
emergencia de aquellos caracteres que tradicionalmente he- modernidad hominina . Un auténtico nudo gordiano en mitad
mos asociado a los humanos modernos y a los neandenales; del Pleistoceno. n/e /l/mM/e ill lIJe middle!
homininos que comparten como rasgo significativo el desa-
rrollo de un gran volumen encefálico. EstOS nuevos fenotipos,
y los procesos que les dieron origen, son aún mal comprendi- La persistencia de Horno erectus en África
dos, en buena medida por una secular pobreza de registro pa-
leoantropológico en el tercio final del Pleistoceno inferior y el Vimos en el capímlo anrerior que H. erccfIIslergasler habitaba
Pleistoceno medio. Emiliano Aguirre señalaba como causa de el este de Africa hace 1,8 ma . Si avanzamos en el LÍempo,
este vacío de fósiles una caida en las tasas de sedimentación, gracias a los restos de Olduvai (OH 9) }' Konso podemos
especialmente en Africa , motivada por causas tectónicas. rastrea r su presencia hace 1,4 ma. Con posterioridad a esta
fecha, el registro de H omo!>e hace mucho más escaso. De unu
edad próxima alma, se ha recuperado recientemente un molar
1. iEl 1ío en d medio!

68 .9
en Cornelia-UilZock, Sudafricd, atribuido a car/y Homo. De edad preestableddos. En este caso nuestro protagonista es el crá-
similar se han descubierto en Daka (Etiopía) y Buia (Eritrea) neo hallado en Broken Hill (Rodesia), hoy Kabwe (Zambia),
sendos cráneos, objeto de cierta controversia, que vienen a relle- al que se le denominó H. rodhesiemú, en la acrualidad data ~
nar en parte el mencionado vacio. Se acepta, por lo general, que do como del Pleistoceno medio. Su descubrimiento en 1921
Daka y Buia avalan la hipótesis de un linaje de poblaciones pite- llevó a identificar similitudes con los neandenales, pero fue
cantropinas en Nrica, sin apenas cambio anatómico, quizá con mucho después con el rt.'surgimiemo del interés por el origen
cierta reducción de la dentición a partir de ha(.'C 1,4 ma. A1b'Unos de la especie H. sapicns, cuando este ejemplar vino a ocupar
rasgos, tales como los parietales abombados con la múxima an- una posición central en el debate sobre la evolución humana.
chura del cráneo localizada alta en la bóveda (y no baja como en Al debate se unieron los restos más o menos contemporá-
H. ertXIIIS) han llevado, sin embargo, a pensar que podria tratarse neos de Boda (Etiopía) . Elandsfomein (Sudáfrica) y NdUlu
de un nuevo esquema eorporal derivado en la dirección slIpie1l5. (Tanzania), así como los europeos de Mauer (Alemania),
Su tamaño encefálico de unos \ .000 cmJ es aún reducido, si- Arago (Francia), Perralona (G recia) y la Sima de los Huesos
guiendo una ecuación simple: un millón de antigüedad, un litro (Atapucrca, Esp:lña). Se trata fundame ntalmente de cráneos
de (.'U pacidad. Fuera de África, descontando los fósiles del lejano que combinan un aspecto muy robusto del esqueleto facial y
Oriente, se conocen los restos de Kocoba.s ('Turquia) de 1,3-1,1 prominentes toros supraorbitarios, aunque diferenciados en
ma, atribuidos a H. t!n'CfIIs. De similar cronologia se encuentran dos segmentos a diferencia de H. erecrl/S, con bóvedas cra-
en l!spai'la el molar de leche humano hallado en Orce (Granada) neales claramente expandidas. Además, la reorientadón de
y los restos de la Sima del Elefante (Atapucrca, Burgos), cuya la apertura nasal y la posición del canal incisivo sugieren que
interpretación posponemos a otro apartado. la cara tiene una posición más vertical que la de H . ereClIIS.
y si avanzamos en el tiempo, en cllimite entre el Pleis- Veamos el contexto.
toceno inferior y medio (0.78 ma) encontramos en África Para comprender con claridad los problemas que plan-
algunos restos mandibulares en las capas altas de Olduvai y teamos en este capitu lo tenemos que empo.ar a representar
en el lago Baringo. En el norte de Africa, muy en especial en nuestro imaginario las formas humanas más recientes:
cn "I'ernifine, son muy fam osas sus tres mandíbulas original- neandertalcs y humanos modernos. El origen de estas espe-
mente descritas bajo el nombre de I II llIIlIhropm. ¿Son los cies hum:mas se imbrica necesariamente con la discusión so-
mendonados restos representantes tard íos del linaje de los bre el destino fi nal de los distintos grupos de pitecanrropinos.
pitecanrropinos africanos? ¿O acaso son los primeros repre- La especie humana actual, H. sapiem, de reconocido origen
sentantes de una nueva espede humana ? africano, y los neandertalcs, H. lIeallderthalensis, de origen eu-
roasiatico, han alcanzado en su evolución un gran volumen
encefálico, su perior a los 1.400 cmJ , razón por la cual aqui
Evidencia de especiación en el Pleistoceno medio les llamamos homininos de cerebro grande. La presencia en
el Pleistoceno medio (780-1 30 kilo-años, ka; 1 ka son 1.000
Como en tantas ocasiones en p:lleoantropologia, el plantea- años) de homininos con enccful os que en promedio alcanzan
mienro de un problema arranca de la entrada en escena de un los 1.200 cmJ , clara mente por encima de los 970 cmJ de la
nuevo fós il al que hay que buscar un acomodo en los esquemas media de H. ereclIIs. lIe\'ó a proponer un modelo de gradación

70 71
entre ambos extremos. Sin embargo, la cnvergadura dcl cam- y, por lanto, ambos pertenecian a ese nuevo grado evolutivo,
bio, quizá unida a la coexistcncia con fo rmas daramentc según algunos, o a esa nueva especie, según otros. Por simili-
erCCIIIS persistentes en el tiempo, dio pie a proponer que la tud morfológica, al nue\'o grupo se le añadieron otrOS rcstos
evolución de los primitivos H. ergaSler dio origen a una nucva contemporaneos IantOafricanos como europeos, entre los que
especie. Así, más que una simple transformación anagenélica tiene especial rele\'ancia la mandibula de Mauer, descubierta
habría acontecido entre los hom ininos del Pleistoceno medio en unas canteras próximas a Heidelberg (Alemania). La ra-
un auténtico proceso de espcciaeión, quizá por cladogéncsis, zón de su relevancia estriba en que este fósil fue clasifi cado en
y muy probablemente en África orienta l. 1906 con el nombre de H. heidelbergensis. Por exigencias del
Los casos de Kadwe, Boda, Petralona, etc., nos muestran, código de nomenclatura zoológica, cuando un fósi l previa-
por tanto, a unos homininos de cercbro aumemado, arqui- mente asignado a un nombre taxonómico es reagrupado con
tectura faci al modificada y reducción dc la dcmición; rasgos ou os fósiles para forma r un nuevo con junto, debe prevalecer
que en términos generales compan en con los mencionados el nombre más antiguo para denotar al nue\'o laxón. Por esta
sapiem y neanden ales. La lógica c\'olutiva establece que los razón, todos esos fósiles afroeuropeos fueron formalmente
rasgos compartidos son, si no ha)' homoplasia, heredudos de incluidos en H. heidelbergemis.
un antepasado común. Por tamo, estas sim ilitud es dan pie a Así, el primer modelo formulado puede expresarse de
plantear que ambos grupos humanos: sapiells y nea ndenales, forma sintética del siguieme modo. Hace unos 600 ka, des-
descienden de un antepasado común . Los datos del rcgistTo cendiellles de H. crgaster dieron origen en África a la nueva
fósil nos llevan además a pensar que su UAC debió de existir especie H. heidelbergellsis. Esta nueva especie se dispersó tanto
en algún momento del Pleistoceno medio. Siguiendo esta ló- dentro como fuera de África, alcanzando Europa occidental y
gica, se puede plantcar que de este UAC surgieron, al menos, quizá tambicn el este de Asia. Los restos de Dali y Jinniushan
dos lineas e\'oluti\'as: una línea dio origen a los humanos mo- en China pod rían ser sus representantes asiáticos, como
dernos y la otra e\·olucionó hacia los neandertalcs. ¿Cuando también los del valle de Narmada (India). Posteriormcnte
y dónde vivió csa nueva especie de antepasado comú n de hu- la nueva especie evolucionó de forma autónoma en dife ren-
manos modernos y neandertales? Como \'cremos, la manera tes conti nentes, dando origen tiempo después al linaje de
de interpretar los caracteres compartidos entre lo:s homininos H. sapieus en África. Entre tanto, los H. heide/bergensis que
de cerebro grande ha dado pie a la propuesta de diferentes llegaron a Eu ropa comenzaron a diferenciarse en los ante-
modelos y alternati\'as taxonómicas. pasados de los neanderrales, debido a unas condicioncs de
aislamiento. Además, este modelo podria explicar Otro fe nó-
meno interesantc: el claro desfa se cronológico en la aparición
El antepasado común (UAC) sapiens·nean derta l del Achelensc en Europa, en un tiempo muy posterior a sus
primeras apariciones en África y en el Próximo Oriente, asi
Un ami lisis comparado de los fós iles afrocuropeos del como en Ubeidiya (Israel) donde hace 1,3 ma ya se delecLU
. Pleistoceno medio, muy en especial la comparación de los la presencia de bifaces propios del Modo 11 (cuadro I::/origell
craneos de Kabwe (Zambia) y Petralona (G recia), llevó a de/ l lche/eme), realizados, eso si, por una especie m(Js arcai-
pensar que ambos comparúan un mismo esq u e m ~l analómico ca. En Europa, solo apa recian e\·idencias claras dc estc modo

72 73
lecnico a partir de hace 600-500 ka. La posible llegada de po- deberían fo rmar el linaje sapiem. Esta lógica, además, conlle-
bladores africa nos de aspecto más e\'olucionado, portadores va una implicación mayor: el UAC sapiells-neandertal debería
de esta tecnología, parecia dar una explicación cohcrenle al ser más antiguo.
registro arqueopa1eontológico conocido.
El modelo evolutivo fu e parcialmente cuestionado sobre
la base de los fósiles recuperados en la Sima de los Huesos de Homo antecessor
Atapuerca. Oesde el a ño 1984, una impresiona nte muestra
de fósiles mesoplcistocenos ha sido rescatada, siguiendo 1;1 El 6 de julio de 1994 (uvo lugar en el nivel T06 del yaci-
estela de los hallazgos previos realizados en 1976 por T rino miento de la Gran Oolina ( rO) de Atapuerca el inicio de un
rlb rres, primer descubridor de fós iles humanos en Atapucrca. descubrimiento de relevancia internacional, una colecci6n de
No entra remos aquí en mayores delalJes dada la amplia bi- fósi les humanos de una amigüedad inesperada)' de vital tras-
bliogra fi a al respecto. Nos detendremos tan solo en los as- cendencia. Aunque afonunado, el hallazgo, sin embargo, no
pectos relevantes para la discusión del modelo evolutivo. Los fu e fortu ito. Unos breves antecedentes nos ayudaran a enten-
fós iles de la Sima de los Huesos, cuya antigüedad la podemos der el porqué. A primeros de los años noventa se estableció
fec har hacia la mi tad del Pleistoceno medio, muestran ya ai- en la :arqueología prehistórica eu ropea un imenso debate en
gunas de las especializaciones de la anatomía de los neander- torno a los conceptos de cronología corta/cronología larga.
tales. Sobre la base de compartir ciertos caracteres derivados El hallazgo de una serie de yacimientos en el Macizo Cen u-al
se podía afirm ar, y así lo hicimos algunos, que los homininos francés y en la cueva de Le Vallonel, al sur de Francia, lIe"a-
de la Sima de los Huesos eran los antepasados d e los nea n- ron a pensar que la ocupación humana en Europa se remon-
dertales. Previamente, Marie Antoinette y Henry de Lumley taba al Pleistoceno inferior, propuesta que rompía los cáno-
habían defin ido como an teneandertalcs a las poblaciones nes de lo conocido. Como respuesta, una revisión crítica de
mesopleistocenas de Europa reprl'Sentadas, muy en especial, la evidencia arqueológica llevó a algunos autores holandeses
por los fós iles de Arago descubiertos por ellos. Oc este modo, e ingleses a descartar tal hipÓICSis, afi rmando que no hubo
si las poblaciones del Pleistoceno medio de Europa esraban ocupación humana en Europa antes de los 500 ka. La fecha
en el origen de las peculiaridades de la anatomía neander- del medio millón de años ha representado un umbral crítico
tal, eso significaba un grado de especialización q ue los ex- en la interpretación de la prehistoria de Europa, ya que se ar-
cluía del origen propia mente sapiens. Además, si incluíamos gumentaba que la caza mayor sistemática, bien representada
en el grupo de los ameneandertales la mandíbula de l'v' auer, en Boxgro\·e (Inglaterra) y Arago (Francia), era la clan! para
las exigencias del código de nomenclarura nos reservaba el la colonii'.adón del continente, en especial en sus regiones
[a xón 1-1. Ileidelbergensis (se/lS1I sfricto) exclusivamente a los septentrionales. Se asumía una supuesta incapacidad de los
europeos del Pleistoceno medio, antepasados de los nean- homininos previos a los 500 ka par..¡ sobrevivir a las condicio-
dertales. Según eSla nueva propuesta, el grupo afrocu ropeo, nes invernales imperames, con una comida muy escasa y días
.supucslamenrc UAC de neandertales y sapiens, quedaba di- mu y con os, con mu y poco tiempo pa ra localizar y procesar la
vidido en dos gru pos evolutivamente diferenciados. 1....05 unos comida. El debate norte-sur se simplificó diciendo que no ha-
formaban en Europa cl lillaje neanden al, los Otros en Africa bria posibilidad de encontrar vestigios de ocupación humana

74 75
asociada a JHimomys savi"i, una rata de agua cuya evolución y junto a estos caracteres plesiomórficos, la configuración
dental era considerada un magnífico marcador biocronoló- de la cara media resultaba inMita en ho mininos de C'S ta anti-
gico. güedad. Una depresión po r debajo de los pómulos conocida
En este contexto, el hallazgo de industria lítica en los ni- como fosa canina, junto a la disposición de los planos coro-
veles inferio res de Gran D olina asociados a esta especie de nales de la cara (pirifo rme y malar) bien separados hablaban
micromamifero corroboraba la hipótesis de una ocupación por vez p rimera de la foOlladón de una nariz prominente,
de cronología larga en Europa (al menos en el sur del conti- proyectada más allá del plano de los pómulos. Una configu-
nente). Fue este caldo d e cultivo material e intelectual el que ración facia l que se ajustaba a la perfecci ón al modelo teórico
motivó una de las empresas más apasionantes de la im'es- de una cara humana generalizada. Este conjunto de rdsgos
tigación prehistórica, en la que el diseño arriesgado de una resultó ser único entre los homininos,lo que dio paso a la d e-
excavación y un golpe de suene jamás imaginado han dado nominació n de una nueva especie. La conju nció n de factores
un vuelco total a la Prehistoria europea y mundial. Me refiero anatómicos, su posición fil ogenética y el hecho se representar
a la p rospección y posterior excavación en ex tensió n de la en cse mo mento al hom inino más amiguo de Europa confa-
G ran D olina, diseñada esencialmente por el gen io arqu eo- bularon juntos para inducir a u n inspirado J. M. Bermúdez de
lógico Eudald Ca rbo nen. Y en la realización de un sondeo C astro a p ro poner el nomb re allteccssor: el que llega primero.
de apenas 6 m 2 a lo la rgo de la serie cstratig ráfica de este y más allá de las cuestiones taxonómicas, esclarecer la posi-
yacimienw se hallaron en el nivel T D6los primeros restos dc ción de los restos de TD6 en el árbol de la evolución humana
lo que d espués vino a llamarse H. al/leceS$or: dientes aislados resulmba mucho más excitante.
d e ind ividuos de varias edades, un fragmcnto de mandíbula, La conclusión resultó ser trascendente. Realmente, los
algunos restos craneales y postcraneales muy fragmemados rasgos señalados le otorgaban la posibilidad de que H. alllecessor
y, de un valor especial, el maxilar d e un indi vidu o inmadu- fuera la especie predecesora de las formas modernas (figu ra
ro. La antigüedad estimada fue revolucionaria al lralarSe d e 5). Los miembros del equipo investigador de Atapuerca, del
fósi les del Pleistoceno inferior, deducida por su procedencia que por entonces formaba parte activa, propusimos la hipóte-
de estratos situados por debajo de la im'ersión magnética sis de que H . amcccssor fuera el UAC de sapicns-neandertales.
M aruyama-Brunhcs, establecida alrededor de hace 780 ka. ' Ial consideración dio lugar a la reformulación del modelo
Posteriores am'l.lisis han p recisado con tecnicas radiomélTicas evolutivo anterior. Varios postulados nos guian en el razona-
u na edad próxima a los 900 ka. miento.
Si H. a1ltecessor, u na de cu yas poblaciones esta represen-
tada en TD6, España, Europa, es el UAC de neandertales y
Ana tomía d e Horno antecessor H. sapicns, y si el origen de la especie H. sapiens está en África
(como \'eremos po r los datos de ADN mitocondrial), cnto n-
Los estudios realizados con estos materiales permi tieron es- ces cabe suponer que sus all1cpasados también arrancan de
.tableeer que se [rataba de homininos con un volumen de en- allí. Por lo ranto, se establece una inferencia: H. allfeccssorlUVO
cé f:llo en torno al litro. La dentición p resentaba rasgos por lo que su rgir en África. Algunas d e sus poblacio nes permane-
general primiti\'os, similares al g rupo de los pitecantropinos. cieron alli y con el tiempo dieron origen a las formas sapicns.

76 77
Orras poblaciones, en algún momento del Pleistoceno inferior, El nuevo modelo propuso que el origen del UAC tuvo
salieron de Áfri ca y se extendieron por Eurasia occidental, las lugar hace más de un millón de 3110S y su anatomía corres-
que con elliempo dieron origen a los neandertales. Como ve- ponde a H. a1llecessor (no a la de H. hddc/bergemis s./.) . Como
mos, esta revisión del modelo coincide con el ant'erior en que en el modelo anterior, y por remachar la idea, este UAC, aho-
el antepasado común sapien.s-neandertales surg ió en África ra H . ameassor, dio origen a dos linajes evolutivos, unos que
de la evolución de H. crgaster. La dife rencia fundam ental ra- permanecieron y otras que salieron dc África. El linaje de /-1.
dica en la cronología, al proponer que la divergencia evolutiva sapims arranca de las poblaciones de fI. ameassor que per-
de las for mas de cerebro grande es algo más antigua . manecieron en África. Estas dieron origen al linaje africano
en el que distinguimos una secuencia local anagenética de-
FIGURA 5 finida por fI. ,hodesiellsis (los previamente considerados H.
Relaciones f llogenéticas del género Homo propuesta por el equipo heide/bergcmis exclusivamente africanos), quien da fin almente
Investigador de Atapuerca en 1996 tras el descubrimiento y lugar a fI. sapicm. El linaje de los neandertales tendría su ori-
descripción de la nueva especie H. antecesso,. Pueae apreciarse
gen en algunas poblaciones de H. amcassor que abandonaron
la posición de est a especie como último antepasado común de los
linajes de H. sapiens y H. neandertha lensls. África y llegaron a ocupar Eurasia occidental. Una vez en te-
rritorio euroasiático, evolucionó y dio origen primero a los
JL ,, _ _~_ .. io JL ......
preneanderta les - llamados /-1. heide/bergclIsis S.s.- y estos a
o., los neandertales, llamados H . llca"der!l/a!e" sis.

La primera ocupación hum ana en Eu ropa

El significado y la resolución del modelo que acabamos de


ver se emparejan con el fenómeno de la primera ocupación
humana en Europa, ya esbozado previamente. Desde la ex-
tinción de los hominoideos en el Mioceno superior, Europa
ha sido un ámbito biogt.'Ográfico vacío de primates (a excep-

,,, ción del genero Macaca y una esporádica aunque significativa


presencia de 77Jeropilhecm) hasta la primera llegada y ocu-
,
,,, pación de humanos. La entrada de poblaciones de homini-

,,,
nos en Europa se produce, aparentemente, con un desfase
(emporal relativamente amplio respecto al momento de la
,
, "
primera dispersión de homininos fuera de África. Europa es
una pequeño peninsula localizada en el exrremo occidental
del gran continente que llamamos Asia. Siendo parte de una
, masa con tinental continua podria pensarse que los homininos

78 7.
se dispersasen por todo el espacio, al menos en las latitudes especial en los densos bosques boreales. Otros factores tales
propicias para la ocupación. Como ya dijimos, hace casi 2 ma como la disponibilidad de ungulados y la competencia de car-
los homin inos habían alcanzado el Cáucaso meridional y muy nivoros tambicn podrian haber infl uido. El escenario que se
poco tiempo después los enContramos en C hina e Indonesia. nos dibuja apu nta mas a dispersiones biológicas alimentadas
Si n embargo, las evidencias mas antiguas en Europa occiden- por heterogéneas corrientes migratorias, quizá de proceden-
tal son significativamente más tardías. El hallazgo de H. a,,- cia dispar, que a una colonización estable basada en la adapta-
lecessor retrasó esa fecha al Pleistoceno inferior, alrededor de ción biocullUral a las condiciones locales de un deme -con-
los 0,9 ma. junto de poblaciones con personalidad propia- especifico.
El tiempo de desfase entre la primera salida de Africa En este cambio de paradigma merece la pena recordar ta m-
y la primera llegada a Europa se ha reducido considerable- bién que los hallazgos realizados en Pakefi eld y Happisburg
mente en la última década gracias a nuevos descubrimientos. (Inglaterra), donde se ha recuperado una colección de piezas
Entre estos destaca la mandibula recuperada en el nivel T E9 de industria litica (700 ka) y una serie de pisadas humanas
de la Si ma del Elefante (TE), también en Atapuerca, datado dcjadas hace 850 ka en la arena de un a playa, han retrasado
en torno a hace 1,2 ma. Los hallazgos de industria lítica en tambicn considerablemente la ocupación humana del norte
Fuen te Nueva y Barra nco León (Guadix Baza, G ranada) y del continente europeo. La antigüedad de estos restos apaga
un molar deciduo de hominino en este ultimo, de edad algo para siempre cualqu ier rescoldo de la hipótesis de una crono-
anterior, dibujan tambien un sólido panorama de una larga logía corra.
ocupación humana en Europa, llegando a cuestionar si el Sea como fuere. lo cierto es que nuestra comprensión
desfase cronológico de la primera llegada a Europa no sera de las primeras ocupaciones humanas en Europa esta aún
en realidad un mero artefacto del registro que, con trabajo y plagada de incertidumbres. Las cuestiones abiertas son va-
fO rlUllil, quedará corregido en breve. Aunque el registro ar- rias, empeza ndo por aclarar el número de poblaciones, de-
qUl'Opaleolllológico del Pleistoceno inferior es aún escaso en mes o especies diferen tes que se dispersaron por Europa
Europa, lo cierto es que los descubrim ien tos realizados en Es- a lo largo del Pleistoceno inferior y Pleistoceno med io, asi
paña durante los últimos 30 años han cambiado radical men- como la posible conti nuidad genética entre las hipotéticas
te nuestra perspectiva. Si n 'a de ejemplo los d e Atapuerca, sucesivas oleadas migratorias. Y por último, el origen geo-
Guadix Baza, Valparadis (Barcelona), La BoeUa (Tarragona), gráfico de las primeras ocupaciones, así como las vías de
Cueva Victoria (Murcia) , cte. acceso al conti ne nre, constit'uyen un permanente tema de
De man tenerse como válido el mencionado desfase en debate. En concreto, el debate entre el "paso por el estre-
la ocupación de Europa, habría posiblemente que buscar ra- cho" de Gibraha r como alternativa a una ruta en dirección
zones de indole ecológica para explicar el fenómeno. Dicho estc-oeste es recurrente. La presencia de Thcropi,heclIs en
desfase cronológico o dccalage podría obedecer a la preferen- Cueva Victoria. con una cronología que ronda I ma, ha ser-
cia de hábitat. Por ejemplo, es factible que los homininos de vido para reactivar la hipótesis de un acceso di recto desde el
Dmanisi y Ubeidiya estuvieran mejor adaptados a los ecosis- norte de Áfricil a traves de Gibraltar. En todo este contexto,
temas abiertos de pradera; la auscncia de este lipo de paisajes un hecho relevan te radica en la aparición en el registro de
en Eu ropa habria dificuhados la expansión hominina, muy en distintos modos de [ecnología litica.

80 '1
La aparición tardía del Modo 11 en Europa H. alllccessor como UAC sapicns-neandenal. Congruente con
esta última idea, otra posibilidad para explicar la ausencia de
Trddicio nalmente. las primeras ocupaciones de Europa se han Modo U durante el Pleistoceno inferior y Pleistoceno medio,
dividido en dos fases sucesivas, separadas por e l umbral cro.- escasamente contemplada, sería que los primeros humanos
nológico de los 600-500 ka. Las mas antiguas del Pleistoceno llegados a Europa hubiesen "olvidado" su Achclense (de
Inferi or se manifiesta n a través de industrias olduvayenses o forma analoga a como el mundo clásico fu e "olvidado" en
de M odo 1. f"lediado el Pleistoceno medio, se generalizan por Occidente durante la Alta Edad M.edia) .
Europa de forma clara y casi explosiva las industrias tipicas
achelenses o de Modo 11, representados por los icónicos bifa- ,.......
ces. Los poblado res anteriores a la aparición de las industrias Modelos de sustitución del Modo técnico I (OIduvayense) por el Modo
achelcnses estan represe ntadas fisicamente por H. a/JIccessor técnico 11 (Achelense) en Europa en torno al tránsito Pleistoceno
inferior-Pleistoceno medio. A la izquierda se encuentra una escala
junto con los restos d(.. scubienos en la Sima del Elefante y
de paleotemperaturas como referente temporal. Se representan
Barranco León, de mayor antigüedad. Las poblaciones ache- las pautas de llegada de estos modos técnicos y los patrones de
lenses, en sentido amplio, estan anatómicamente representa- sustitución (o evolución local) por la llegada de nuevos contingentes
das por los homininos del Pleistoceno medio (ameneander- poblaclonales.
tales) , con ejemplos claros en Boxgro"e, Arago o la Sima de
los I-Iuesos.
V 1
t
Para Aguirre, la clara similitud fisica de los homininos
euroafricanos en el Pleistoceno medio fue argumento sufi-
ciente para proponer una llegada a Europa de contingentes
. ... I
africanos durante ese periodo; una idea compartida y ex- lo....
tendida después por un buen numero de inn..'Sligadores. En
esencia, la llegada a Europa de H. hcidelbergcnsú (s. l.), hace-
dores de una avanzada tecnologia achelense (figura 6). Las
ocupaciones anteriores, de tecnologia olduvayense, corres-
ponderian a pobladores mas primitivos y de o rigen incier-
to (africano o euroasiático), producto de alguna o algunas
oleadas anteriores. Este modelo pretende explicar el desfa se
Modelo 3 . Establll(!a(l ~ contJnukl&ll
temporal de la llegada del Achdense a Europa respecto a su &~!ica
remOlO origen africano. Siendo esta hipótesis bien factible, lo
cierto es que las primeras apariciones del M odo JI en Europa El debate actual
se han retrasado considerablemente en cltiempo, gracias a al-
gunos hallazgos, en especial los realizados en La Boclla (véase Dos factores de índole científica han venido a modificar el
cuadro al final del capítulo). Además, tal interpretación niega modelo de H. alllecessor como UAC sapiens-neandenal. Por
la continuidad genctica local co ntemplada en el modelo de un lado, el descubrimiento, ya comentado, de fósiles europeos

82 83
de edad claramente superior al milló n de años, en especial en los homínidos del nivel 1'06 superior de Gran Oolina perle-
Atapuerca, circunstancia que hace cuestionarse si estos fósi- necen a un grupo de poblaciones o demes, hasta ahora desco-
les son de la misma especie a la representada en Gmn Dolina nocido, q ue ocuparon tierras de Eurasia desde hace más de
(TD6). De ser así, su papel como UAC se hunde en el tiem- I ma . Posteriormente, la evaluación de nucvos restos yanáli-
po, acaso en exceso. Por el conrrario, si la po blación de la sis detallados de la dentición llevaron a Bermúdez de Castro
Sima del Elefante es de a lTa especie, la explicación del fe nó- a considerar el escenario asiático y a contemplar dos ámbiros
meno requiere de mayor complejidad. Por otro lado, con el geográlicos: África y Eurasia, en los cuales se han producido
siglo XXI ha irrumpido en la paleontología humana una d is- fe nómenos evolu tivos independientes, sustentados, en buena
ciplina revolucionaria: la pa1eogenética. Gracias a sus téc- medida, por la coincidencia de la configuración de la cara
nicas, hoy conocemos gcnomas completos de ind ivid uos media de los restos de TD6 con la de los fósiles chinos de
neandertales (y de Olras espec ies humanas f6sil es) : ra l avan- C houkoudian, Nan jing, Dali, etc. Sin embargo, el toro su-
ce ha permi tido una comparación directa de las secuencias praorbitario de estos últimos es claramente del tipo asiático.
genéticas de las dos especies de cerebro g rand e, hipotética- En mi opinió n, este cambio de paradigma se inscribe en un
mente descendientes dc un UAC, con la posi bilidad de ha- ambiente intelectual más amplio que conlleva un desplaza-
cer estimaciones di rcClaS del tiempo de divergencia (usand o miento del epicentro de la evolución humana al continente
los principios del reloj molecular) . Los tiempos de divergen- asiático. Ya comentamos el posible origen de Homo en aquel
cia estimados del tiempo en el que vivió el UAC dan edades continente y ahora tratamos de la primera colonización de
comprendidas entre 400 y 700 ka. Tales fec has dan mas apo- Europa. Las razones que están llevando a este cambio son
yo a los partidarios de un UAC sapiws-neandertal de origen diversas, pero el descubrimiento de fósiles muy antiguos en
afroeuropeo encarnado en H. hctdelbergcmis (s.I.). Sin embar- Eurasia, en especial los de Omanisi, juega un papel importan-
go, la inestabilidad de las estimaciones del (iempo de diver- te. Sin embargo) estoy convencido de que la presencia econó-
gencia y las elevadas fec has que proporcionan algunas de mica de C hina en la escena internacional influye (ambien en
ellas no descarta en absoluto, más bien le da fuer..:a, el mode- el nuevo paradigma.
lo de H. amecessor como UAC sapiclIs-neandertal.
En la acrualidad estamos viviendo un cambio de para-
digma en lo que concierte al origen de las primeras ocupacio- Resumen de los escenarios evolutivos
nes humanas de Europa. El paradigma disico establecía en
África el origen de todos y cada uno de los grandes aconteci- Para fin alizar) podemos resumir los escenarios propuestos
mientos evolutivos de la historia de los homínidos. Los nue- para explicar las primeras ocupaciones de Europa. El más
vos datos han llevado a diferentes autores a plantear un ori- simple consiste en considerar tan solo una linea de evolució n
gen asiático para las poblaciones que llegaron a Europa. Un local que abarcase desde la primera entrada de una población
ejemplo cla ro de este movi miento imeJectual 10 observamos humana en suelo europeo hasta la aparición del grupo huma-
en la interpretación de H.lIl1tcccssor. Agu irre fue el primero en no europeo aborigen por excelencia: los neandertalcs. Desde
resaltar la sim ilitud de la cara de amecessor con algunos restos un punto de vista científico, esta pod ría constiruir la hipótesis
asiáticos, interprelando un origen oriental del gr upo. Para él, nula a contr<lstar. O ITO escenario, más extendido, considera

84 85
dos entradas de humanos diferentes a Europa, prOlagoniza· seaJen<:las cte reducción para conseguIr grandes lascas sobre las
das por dos especies distintas. Una primera entrada de una que posteriormente se fabrican las caracterisUcas -grandes herra-
especie antigua, H. Olllecessor, cuya antigüedad esta en parle m ientas cortantes- (GHC). tales como hendedores, blfaCfl y picos.
por determinar, pero que es reemplazada por una especie dis· cuya dlSlrlbuclón temporal y geogrllllca sl!'\le para Idenllllcar la pre-
tinta y más evolucionada, posiblemente procedente de África, sencia del MocIo 11.
definid a por ser portadora de la tecnología achelensc. Una Un fenómeno aun no eJlpllcado y que ha despertado el Inle-
tercera hi pótesis, aún altamente especulativa, podría conside· res de prehlstoriadores europeos durante décadas es la diferencia
rar hasta tres oleadas migratorias distimas, no necesariamente cronológica entre la aparición del Modo 11 en África y su muy pos-
del mismo origen genetico y geográfico. Una primera entrada terlor aparición en Europa. donde se hace habitual a partir de hace
muy antigua y posiblemente vinculada con la primera salida 500.000 años. La presencIa de esta nueva tecnologia se ha asocl ....
de África, es decir, con parentesco directo con el deme de do con a una migración de la especle H. heldelbefgensis. Reciente-
Dmanisi. Una segunda entrada representada por la especie H. mente, Lits f echas de la primera aparición del Achelense en Europa
atJlecessor. Y, finalm ente, la incursión de H. heidelbergellsis s./. se han Ido retrasando en 105 0,6 ma de Mauer, 105 0,7 ma de la
Todos estos modelos comparten que los neanderlales NoIra (Francia) y especialmente significativa es la presencia de GHC
se originan en Eurasia y que tienen un origen r.elati\'umentc en La Boella, donde se ha encontrado un Modo 11 muy arcaico, retra-
antiguo. Existe, no obstante, también en este punto un mo· sando su presencltl a cast1 ma en la península Ibérica.
delo alternativo que considera un origen reciente (en tom o a El camino de llegada del Achelense al continente europeo,
los 200 ka) para los neandcrtalcs, representado por la especie como también el de otras oleadas ~as. es objeto de dl$CusIón.
H. he/mei, un hipotético UAC sapiel/S·neandertal inventor del la Idea mlls extendida acepta una entrada por el estrecno de Dar·
Modo Ul . danelos, en un recorrido de este a oeste. u l'\8 vez los IIomlnlnos
Pasemos al siguiente capitulo. portadores atravesaron Metalla. Otra opción de paso, permanen-
temente Invocada pero hasta la fecha no demoslrada. es el paso
por el estrecno de Gibraltar. A favor del paso del estrecho durante
El ORIGEN DEL ACHElENSE el Pleistoceno medio se ha esgrimido ItI presen<:la de picos e Ins-
El Modo 11 constitU}'O una de las grandes Innovaciones culturales de trumentos trifaclales en el llamado Achelense meridional, presente
la humanidad. 1n<:luye varios tecnocomplejOS, pero el más extendI- en el norte de África , la península lberlca y el sureste de Fran<:la.
do es el Achelense (identificado por vez primera en Saint·Acl'leul, a dHeren<:la del Achelense centroeuropeo. MI amigo José Ramos,
Fran<:la). l os Instrumentos de Modo 11 más antiguos han sido lo- profesor de la Universidad de Cádll , ha 8.lC8V3do en el abrigo de
callUdos en el yacImiento keniata de Ko4dselel 4 (sitio KM). en la Benzu, en cauta . durante varios años y es un claro defenSOf de este
orilla ocddental ctel Turtulntl, con una edtld asl&nada cte 1.76 ma. mo<IeIo.
la Industria achelense aparece en Asia en torno a hace 1.2·1.4 ma. L
tanto en el COffedor de Levante (Ubeldlya) como en la India (Anir ....
mapakkam e lsampur).
El Achelense se define por una talla blfaclal con la aparld6n
de slmetña bilateral. SOn caracteristlcas de este modo l écnlco las

. 87
CAPíTULO 5 de unos seres humanos primitivos. toscos e intelectualmente
Neandertales, denisova nos inferiores. Nada más lejos de la realidad.
y modelos de evolución Diferentes fu entes de info rmación, incluyendo los es-
tudios anatómicos, los modernos análisis de AD N antiguo,
asi como el estudio de las herramientas y de los hábitos de
conducta, señalan unas capacidades mentales similares a las
de los sapiens contempo ráneos. Cicnamente, su anatomía y
sus genes son distintos íclaro! , pero su identidad no puede
interpretarse como un rasgo de inferioridad . Los neander-
tales son, mas bien, la manifestación de una rad iación evo-
lutiva que ha dado origen a una amplia diversidad en el gé-
nero Homo. La superación de las restricciones ecológicas y
fisiológicas q ue mamuvieron el tamaño del cerebro en limites
reducidos durame las primeras fascs de la evolución Homo
Nota previa propició una nueva diversificación de lina jes humanos y la
apa rició n de nuevas formas d urante el Pleistoceno medio. La
Venimos de hablar del nudo evolutivo que representa el ori- conjunción en estos homininos de caractcristicas anatómicas
gen de los humanos de cerebro grande. Habla remos ahora q ue les hacen únicos en el arbol de la vida y una sofi stica-
de los neandertales, el grupo humano extinlo mas conocido ción cultural próxima a la sus eOl1lemporaneos sapiem incide
y a la vez mas enigmá tico, cuyo universo despicn a un gran de manera recurrellle en lo que algunos han denominado el
interés en las sociedades occidentales. Y esto ('S así porque los enigma neandertal.
neandertales son un referente para la comprensió n de nuestra
naturaleza humana. Al compararnos con ellos ap rendemos de
nosotros mismos. Ideas previas, con una escasa base científi- Definición de lo que entendemos pOr neandertal
ca, dieron lugar al mi lo de la inferio ridad de los neandertales
(intelectual, fi sica, y hasta moral), llegando inclu so a propo- Los neanderta1cs, viejos conocidos en la Prehistoria, habita-
ner que su falla de aptitudes fue la causa de su extinció n. Esta ron Europa y amplias regiones de Asia desde mediados del
idea desfa sada podria resum irse al decir q ue, en la lucha por Pleistoceno medio hasta su extinción hace alrededor de 40 ka
la existencia, la supuesta superioridad del Homo sapiclIs nos (d urante años hemos manejado la fecha de 28 ka, pero esta
habria permitido sobrevivir. Ellos, los neandenales, menos fecha ha sido rebatida muy rccicmemente por los nuevos mé-
preparados, se q uedaron por el camino. Pero nuestro conoci- todos de de datación por radiocarbono) (fig ura 7).
miento del mundo ha cambiado. Los últimos descubrimien- Históricamente se defi niero n a partir de una serie de des-
tos realizados en diferentes yacim ientos, inclu idos algunos cubrim iemos fornlitos realizados en Engis (Bélgica) en 1829
españoles tales como El Sid rón en Asturias, po nen de mani- y en Gibraltar en 1848. Pero fue en 1856, tres años antes de
fi eslO que el gr upo humano neandertal no responde al mito la publicació n de El orige" de las especies de Darwin ( 185 9),

88 8.
cuando en una cue\'a del valle de Neander (Alemania) apare- Simultáneamente, en excavaciones realizadas en se-
cieron unos restos esqueléticos que WilIian King en 1863 cla- dimentos de cronologías más antiguas fu eron recuperados
sificó como una especie disrinta, Homo neolldertholnú, y que restos humanos cuya anatomía presentaba algunos, pero no
darían origen a un mito: "cJ hombre de Neandertal", además todos, los rasgos adscritos a los ncandertales. El estudio de es-
de a una disciplina cienlífica: la paleonlologia humana. Desde tos restos fue configurando una imagen de continuidad evo-
entonces todos los homininos que muestran características si- lutiva entre ambos con juntos de fósiles y fu eron relacionados
milares se clasi ficaron como mies, ente los que podemos citar con una ascendencia genética. Ejemplo de estos son Mauer,
a La Chapelle-aux-Saints, La Ferrassie, L'Horrus, La Quina, Petralona, Arago, Bilzingsleben y, más recientemente, la Sima
Amud, Guanari y tantos Otros. A esta lista debemos anadi r la de los Huesos, como vimos en el capítulo anterior.
magnífica colección de El Sidrón, que viene a llenar una au- Estos dos hechos nos llevan a una doble definición de
sencia secular de restos de esta especie en la península Ibérica lIe01rderwl. Algunos autores entienden que son todos los
(si excluimos algunas excepciones de interés, así como los miembros/poblaciones del linaje evolutivo que dará origen
mencionados de Gibraltar). a los que reconocemos como el hombre de Neander. Por el
contario, otros usan este término para referirse estrictamente
FIGURA 7 a las formas finales, plenamente constituidas. Entre estos se
Escara cronológlca del periodo de existencia de los neandertales. la habla en ocasiones de los lIeal/derrafcs clásicos (las poblacio-
curva de paleotemperaturas permite establecer la cOfrespondencla nes que vivieron en Europa occidental entre hace unos 80

_...... --..... --
con los diferentes térm inos e Intervalos temporales con los que se
describe la evolución de las poblaciones neandertales.
y 40 ka). Para complicar el asunto, tambil!n existe la deno-
minación de neandertalcs del Levanle (por ejemplo, Amud,
<.u_
.... 0· , * - 0' Tabun, Kebara, etc.) , por ser ligeramente distintos en su ana-
o .m ..-
- . tomia a los ya citados de Europa. Tenemos por tantO una sub-
di visión amplia del conce pto " eandertal, además de una
MIS Z

MI S)
cierta ambivalencia : puede limirarse a los asi llamados clásicos
o puede extenderse a todo su linaje evolutivo. En este úllimo
MIS.
caso hablaremos de lIca"dertal como una cronoespecie.
100.000 MISS La mayor similitud fisica la encontramos con la especie
humana actual. Entre los rasgos mas llamativos que compar-
1 ten ambas especies esta el gran tamaño del cerebro. El ta ma-
~
o MIS'
-, no medio del cerebro en la especie humana es de unos 1.350
cmJ (comparese con los 400 cm) del chimpancé), mientras

.. --
,
que el cerebro de algunos neandertales llegó incluso a valores
próximos a los 1.700 cmJ, esta ndo su promedio en tom o a los
1.500 cm J. Desde el punto de vista fil ogenético, H. sapicm y
M1S . -, H. "canderl/lalensis pueden considerarse especies hermanas.
Es decir, son especies que han compartido un antepasado

90 91
común inmediatamente próximo. La estimación de cuando no tan llamativas como las observadas en otros sistemas.
tu\'o lugar la divergencia entre los linajes y la caraCterización Cu riosamente son las huellas de uso dejadas en los dientes
del antepasado común que dio lugar a ambas especit'S son lo que quiza aporte mas identidad al sistema dentario de los
cuestiones de gran interés que acabamos de tratar en el ca- ncandertales. Se han identificado una amplia gama de alte-
pitulo anterior. Con ellas podemos acotar el margen de in- raciones: mell adu ras del esmahe, surcos interproximales y
terpretación de los procesos biológicos y culturales que han eSlrías cu lt urales - huellas dejadas por el roce con instru-
regido la c,"olución de las especies humanas. mentos de pied ra-o A partir del estudio de estas úhimas
conocemos que, además de su lateralidad manual diestra,
en los gru pos neandertales se establecía ya una cierta divi-
Los neandertales clásicos sión sexual del trabajo entre sus individuos.
Su estatu ra, en torno a los 165 cm, parece algo inferi or
Se llama asi a los quc habitaron el territorio e uropeo en el a la de sus inm ediatos antepasados, y su esqueleto post-
interva lo que va desde hace unos 80.000 a ños a los 40.000 craneal presenta un elevado desarrollo de la mu sculatura,
a ños. Su anatomía es claramente recon ocible y todos ellos con una caj a tonicica en forma de "tOnel" y extremidades
present'an una constelación comú n de rasgos derivados o, robu stas y cortas. En relación con esto último, los neande r-
técni ca mente, aUloapomorfia s. Asimismo, destaca la escasa tales tenian los segmentos distales del brazo (el antebrazo)
variación que se detecta en estas poblaciones, lo qu e denota y de la pierna proporcionalmente más cortOs que H.5lIpiells.
una gran homogeneidad y pos iblemente baja s densidades Esto se evide ncia por la relación entre la long itud del hú-
de población. Esta homogeneidad contrasta además con la mero respecto de la ulna y/o radio (indice braquial), y la
alta d iversidad morfológica detectada en las poblaciones in- del fé mur respectO a la tibia (indice crural). C uriosamente,
med iaram ente anteriores del Pleistoce no medio. El cráneo esa menor longi tud de los segmentos d istales parece encajar
es grande, alargado y aplanado, con ca racterísticas mu y pe- con la regla de Allen: los mamiferos de climas frias redu-
culiares en sus diferentes huesos. En cl tcmporal se concen- cen estos segmen tos de las extremidades pa ra disminuir su
tran un buen nú mero de rasgos diagnósticos. El occipiral, ex posición a las bajas temperaturas en pu ntOS más alejados
por su parte, ta mbien muestra una anatomia muy caracte- del centro de Col la r del organismo, que a su vez se hace mas
rística, con un toro occipital bilobulado, una Característica grande/esféri co para mantener mejor la temperatura (regla
fosa suprainica y el chigllo1/ o mono occi pital. El esqueleto de Bergman n).
facial recoge quizá las modificaciones mas llamativas, con 1....1 S poblaciones humanas acruales presentan un claro
la apa rición de un a cara que se proyecta hacia delante en gradiente desde los rrópicos a los polos, respondiendo a la
su regi ón centTal, el llamado prognatismo mediofacial , dan- enunciada regla de Allen. Los ncandertales ocupan una po-
do lugar a una amplia cavidad nasal en cuyo interior se sición extrema en las proporciones braquial y crural, mayor
manifiestan rasgos tambien ú nicos. La mandíbula muestra aun que las poblaciones árticas, por lo que se les ha asociado
un gran número de caracteres diagnósti cos, siendo el más a un patrón hipcrá,.¡ico. Sin embargo, hay otras posibles expli-
tipico el fa moso espacio rctromolar. Los dientes presen- caciones que también pueden dar cuenta de la pecu liar fo rma
tan especializ aciones también reconocibles au nque quiz:i del cuerpo ncandl.!rml. Por ejemplo, un reciente estudio de

92 93
epigenctica neandenal (regulación geneuca mediante inte- En la dccada de los ochenta del siglo XX, el adapmcionis-
racciones químicas sin cambios en la molécula de ADN) re- mo extremo imperante derivó hacia interprcwciones basadas
veI::J que hay di ferencias en la regulación del grupo HOXD en principios biomccánicos. Apoyados en una caractcrisuca
-un conju nto de genes que intervienen en el desarrollo presente en un buen numero de restos neandertales, como es el
de las extremidades-, lo que puede dar una explicación al elev'.ldo desgaste de los dientl.'S anteriores (incish'os y caninos),
hecho de que los nea ndertales te nían los segmentos d istales algunos autores desarrollaron el modelo tÚ la boca como herro-
de brazos y piernas acortados en comparación con H. sa- miema para la realización de actividades paramasucatorias. Se
piem. En esta linea, el estudio de mas de 17.000 genes del trata de un modelo de inspiración emognifica, especialmente
exorna ncandertal (la parte del genomu que codifica pa ra basado en los pueblos inuit (esquimales), quienes acostumbra-
prOlcinas) ha confir mado la relación entre caracteres fisicos ban a curtir las pieles con la boca. En ultima instancia, l'SIaS
y su base genética, pero curiosamente los unicos cambios actividades ejercerlan una prl"Sión selectiva sobre las estruc-
ineq uivocamente neandenales se localiza n en las c urvatu- turas óseas de la cam a fi n de rl'Sistir el elevado estrés masti-
ras de la es palda, con una apare nte red ucción de la lordo- catorio. Esta y Otras interpretaciones fueron propuestas pam
sis lum bar, un aspecto para nada contem plado en el modelo dar cuenta de 1:1 singularidad morfológica de eSIOS homininos.
climático. Nuevas gencmciones de paleoan tropólogos pusieron a prueba
estas hipótesis con el uso de nuevas técnicas tanto materiales
como analíticas. El resultado de este proceso cicntifico ha sido
Modelos de adaptación el comprob..'I.r, una a una, que estas propuestas no resisten un
escrutinio riguroso. Paradójicamente, la cuantificación de la
H. nealldertIJalemis vivió en Europa durante un periodo de efic.lcia biomcc:inica del apamlo masticador de los neander-
fue rtes oscilaciones climáticas, con fases de intenso fr io, tales concluye que su configuración seria claramente desven-
cua ndo los casquetes pola res llegaron a cubrir buena pa rte tajosa para las funciones propuestas. Algo similar sucede con
de las islas bri tán icas y el nOrte del contine nte. Este fue la configuración de la cavidad nasal en relación con la función
el contexto paleoecológico eleg ido para tratar de expli car lermorrcguladora, circunstancias que llevaron a una severa crí-
ese fenómeno único que hemos llamado prognatis mo me- tica al paradigma adaptacionista. -IOdos estos as¡x"'Ctos estan
diofacial. La hi pótes is pla nteada por Clark Howell, uno más desarrollados en el libro Los "ea"tÚrtales.
de los palcoa ntropólogos mas influyentes, y segu ida por
muchos, afirma que estas condiciones cl imá ticas ex tremas
impondrian fue rtes presiones selectivas sobr e la función El modelo de acreclón
res piratoria al inhalar aires gélidos y muy secos. Ante estas
exigencias, un alarga miento de la cara para distan ci ar al Estas crÍlicas dieron paso a una visión algo más aleatoria
cerebro del aire a ba jas temperaturas resulla ría más adap- del proceso de " ea"dertalizacioll, acorde con los principios
tativo. Sus proporciones corporales, como hemos visto, se de la genctica de poblaciones. Así, las condiciones glaciales
aj ustarian también a es te modelo de adaptación a co ndi cio- en las que vivían los neandertales (en su sentido amplio)
nes c1 im:iticas muy fr ías. habrian propiciado el aislamiento y la fragmentación de sus

94 95
poblaciom.'S, circunsmllcias idóneas para que se produjeran Cultura y sociedades neandertales
fenómenos de deriva genética y el llamado efecto de fundado-
res (cuellos de botella). El resultado, en definitiva, sería la fija- Es evidente que los neandenales habían desarrollado una so-
ción de mutaciones genéticas por simple erecto del azar y, por fisticada cultura material, diversificada en numerosas tradicio-
lo tanto) sin la necesidad de que esms estuvier<ln guiadas por nes [ecnicas del Modo ]JI, siendo la cultura musleriense la más
presiones seleclivas. Este modelo, llamado de acreción, plantea extendida. Hay que señalar que en muchos aspectos la cultura
que las car.lcteristicas que definen a los neandertales, aquellas material de los neandertales era indistinguible de la que desarro-
que hemos reconocido en los clásicos, aparecen de rorma suce- llaron los humanos anatÓmicamente modernos (H omo sapicns)
siva y paulatina, de modo que se van sumando (por aereción) :l de su época. Hace 100.000 años) en el Próximo Oriente, ambas
la anatomía del organismo. Según eS (a hipótesis, los direrentes especies humanas compartían un acervo material esencialmen-
r.lsgos derivados (apomorfias) no necesariamente responden a te identico. ~n.lIlt o es asi que, como ya vimos, se ha llegado a
un plan integrado de especialización del organismo, sino más plantear la hipótesis de que ambas t'Spccies humanas habrian
bien a la fijaci ón aleatoria de determinadas varianres genéticas. compartido un antepasado común muy reciente, invemor del
Sobre (.'Ste modelo general, sus seguidores no descartan que Iv lodo IIl) del que habrían derivado ambas especies. No deja de
alguno de los cambios experimentados si estuviesen regidos ser O(TO misterio la convergencia en ambos linajes de un mismo
por presiones selectivas. modo técnico tan similar. C ualquiera que sea su explicación,
lo que está ruera de toda duda es que en ambos casos la con-
secución de un gran cerebro está asociada a la emergencia de
El modelo estructura lista lo que podemos llamar "cualidades" humanas, esas que hasta
hace bien poco asociubamos solo a nuestra propia especie. Un
Para completar el cuadro de las posibles interpretaciones del ejemplo paradigmático es la capacidad de habla, cuyo origen
proceso evolutivo del linaje neandertal) O(TOS autores hemos ha sido objeto de un largo debate. Para algunos autores clasi-
propuesto un modelo en el que los cambios morfológicos cos, los neandertall'S carecerían de esm cualidad l"SCncialmente
arectarían de forma sistémica al organismo como un (Oda humana. Para orros, sin embargo, el sofisticado universo cultu-
y no serian de naturaleza alearoria. En última instancia) la ral de estas poblaciones llevaba inevitablemente a deducir una
singular anatQmia de los neandertales pudiera residir en un comunicación oral entre sus miembros. En cierto modo) esra
modelo disrimo de crecimien to y desarrollo embrionario. El predicción ha venido a refor,.~arse con el descubrimiento palco-
llamativo incremento del encéfalo podría tener una serie de genctico de que la secuencia del gen rOXP2, el único directa-
consecuencias en cascada sobre el resto del cuerpo desde los mente relacionado con el habla, es idcntica en ambas especies
esradios más tempranos del embrión. humanas, lo que se imerpretó como nueva evidencia de sus ca-
Como vemos, el imerés cominuado en el estudio de los pacidades lingüísticas. Y como t'Ste) otros muchos aspectos nos
neandertales ha generado un amplio espectro de imcrprcta- revelan la sofisticación de su universo cultural.
.d ones. Esto no hace sino ilustrar la enorme dificultad que aún Casi a modo de inventario decir que los neandenales
tiene la ciencia para interpretar las formas biológ icas: algo tan fueron los primeros humanos que enterra ron a sus muertos.
ramiliar y a la vez tan complejo. Sabemos también que en algunos grupos, por ejemplo en el

96 97
primer nea ndertal resultó ser de 27 sustituciones (cambios un primer borrador de la secuencia complelll de las cadenas
en la secuencia de bases químicas que forman la cadena de de ADN nuclear de esta especie fósil. ¡Casi nada!
ADN y que se presenta como una secuencia de letras A; r, C Conviene destacar, sin embargo, que la filosofia base que
y G). A modo de comparación, las diferencias entre el prome- inspiraba este proyecto era saber que rJ.sgos gencticos nos carac-
dio hum ano y el de chimpancés son de unas 55 sustituciones, terizan a los humanos como especie. Es decir, que rasgos nos ha-
mientras que entre humanos modernos el promedio es de 8. (:C!l propia e inequivocamente S(¡piem. Se partía del conocimiento

Estos primeros datos hablaban a fa vor de una clara dife- de las diferencias entre el genoma humano y el del chimpance, la
rencia a nivel de especie. Mediante modelos de eoalcscencia especie v1wa evolut:ivamente más próxima y, por tamo, la referen-
(reconstrucción hacia el pasado de la genealogía de las va- cia más cercana. Pero, como sabemos, el linaje de los chimpancCs
riaciones genéticas que llevan hasta una secuencia ances tral se diferenció hace unos 6 Ola, una distancia demasiado grande
común) se estimó que tal cantidad de ca mbio se habría ori- para poder afin ar la especificidad sapiens. ¿Cómo aconar eslaS
ginado desde la divergencia con un UAC comun que vivió diferencias? El talento de Svante Pa.¡¡bo propuso una solución.
hace entre 550-690 ka. Tras este primer éx ito, nuevos ensa- Los ne'J.nderta[es son la especie más próxima a nosotros y, ade-
yos lograron en ailos subsiguienles el análi sis de fragmentos más, no son muy antiguos, de modo que la conservación de su
de ADNmt de má s de una docena de indi vidu os, incl ui- ADN nuclear podria ser aprn . Si conociéramos su genoma y lo
dos los de La Chapelle-aux-Saims, lvlezma iskaya ( Rusia), comparáramos con el nuestro, los cambios genéticos que aparez-
El Sidrón, Vindija (Croada), etc. Más aún, en un alarde can solo en nuestra especie nos pondrán en la pista de lo que nos
tecnico, se obtuvo la secuencia completa del cromosoma hace estrictamente humanos.Y manos a la obra.
mitocond rial de seis de estos ind ividu os, confirmando las Con un derroche de ingenio, de herramientas bioinformá-
diferencias neandertales-sapiem prev iamente e ncontradas. ticas y de tecnología punta, en el año 2010 se publicó el pri-
La baja variación detectada en los mitogenomas neand erta- mer borrador genómko neandertal generado básicamente con
les permitió lambien ded ucir un bajo nú mero de efectivos treS mut'Stras procedemes del yacimiento croata de Vindija,
e n las poblaciones de estos hominjnos, a la vez que recalcu- complementado con otros tres neandermles, procedentes de
lar el tiempo de divergencia entre los linajes neandertales y l\-\ezmaiskaya, Feldhofer y de la cueva de El Sidrón. El borra-
sapiem en unos 660 ka . dor tiene una cobertura genómica de 1.5x, lo que implica que,
en promedio, cada nuclC'Ótido esu'! representado por una o dos
secuencias, y representa cerca del 80 por ciento del genoma
AON nuclear antiguo (algunas regiont'S cromosómicas no sc pudieron secuenciar) .
La contaminación con ADN moderno ha sido estimada, a par-
Las nuevas técnicas de análisis masivo de ADN abrieron la tir de diferentes marcadores genéticos, entre el O Y el 0,5 por
puerta a una nueva era, pasando de la paleogenctica (estudio ciento. Este es un aspecto importante ya que la comaminación
de palcogcnes) a la paleogenómica (estudio de paleogeno- con ADN moderno, procedelllc principalmente de la manipu-
mas compleLOs) . Y con esta se acometió el proyecto mas so- lación por los propios excavadores y cientificos, ha supuesto
bresalieme realizado hasta la fecha , conocido como Gel/oma un problema grave. Hoy en día, la conmminación con ADN
N eandertal, cuyo inmenso objetivo no era otro que determinar milocondrial moderno es fáci lmente identificable, dado que las

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secuencias milOcondriak:s difieren sustancialmente de las de biológica, basada en los postulados de Mayr, afirma que una
humanos modernos. Sin embargo, al rrabajar con ADN nu- especie es el conjunto de poblaciones de individuos ¡nterfe-
clear, CU Y'dS diferencias entre ambas L'Spccies es precisamente el cundos y aislados genclicamente de orras poblacio nes. Si esta
problema, es imprescindible evitar en lo posible contaminantes definici ón es aplicada de la manera más estricta, entonces los
potenciales. El mejor modo de supcmr l..'Ste problema es acruar humanos actuales y los neandertales no pueden ser de espe-
en el momento de la excavación mediante protocolos adecua- cies distintas, ya que no están totalmente aisladas genctica-
dos)' asi minimizar toda la fuente inicial de rransferencia. mente, como así lo prueba el intercambio de su ADN y el
Los datos iniciales ofrecieron cifras incrcibles tales como haber dejado descendientes fértiles.
que unicamente 83 genes difcrian entre ambas especies. Se Sin embargo, las cosas en la naturaleza no son tan rígidas,
trata de genes con funciones dispart.'S y algunas todavía poco al menos en lo que a las especies se refiere. Conocemos mu-
conocidas. Señalamos aqui solo unos ejemplos ilustrativos. La chos ejemplos de especies claramente distintas y reconocibles
liSia incluye el gen SPAGI 7, que juega un papel imporlante (lobos y coyOtes) que ocasionalmente se hibridan en Iibermd
en el movimiento del esperma; el T l'F I, que es un factor de (por no hablar de los muchos casos de cruces en caUlivcrio,
rnmscripción q ue activa otros genes; el gen RPTN, que in- por ejemplo leo nes y tigres, cebras y caballos, cte.) . El aisla-
lerviene en las glándulas sudoriparas, la raiz de los cabellos miento genérico se produce de Jacto, no necesariamente por
y las papilas de la lengua. Otros genes con signos de haber imposibilidad. Ocasionalmente, el cruce entre individuos de
experimentado ca mbios evolutivos en uno u otro linaje son el especies próximas es posible y ocurre con frecuencia , lo que
gen TRPM 1, que codifica para una protcina implicada en la no anula que sean especies biológicas diferentes. Ademas.
pigmentación; el gen AUTS2, que codifica para una protcina hay evidencias genéticas indirecms (fu erte selección contra
que se expresa en el cerebro durante el desarrollo neuronal genes neandertalcs relacionados con una reducida fertilidad
e implicada en casos de autismo; el N RG3 , implicado en es- masculina) q ue hablan de una compatibilidad reproductiva
quizofrenia; el gen THADA, que se ha asociado a diabetes de limitada; prueba de ello puede ser la ausencia de introgrcsión
tipo 11 en algunos esrudios, y el gen RUNX2, que interviene de AONmt ncandertal en humanos modernos.
en la osificación esquelética y que está implicado en un tras-
torno conocido como displasia cleidocrancal. En conjunto,
los genes señalados corresponden a aspectos fisiológicos, me- Los denisovanos
tabólicos, morfológicos y cognitivos que parecen presemar
diferencias entre nosotros y los neandcrtales. El ano 20 10 presenció además del genoma neandertal otro
hito de gran alcance. En la cueva de Denisova, en los mo ntes
Altai (Siberia, Rusia) se hallaron una serie de restos huma-
¿Dos especies? nos de muy escasa entidad anatómica, una pequeña falange
y un molar de g ran ta maño. l a les restos, en principio asocia-
.EI descubrimiento de hibridación entre neandertales y sapicns dos a un entorno supuestamente neandertal, fuero n escudri-
ha reactivado la pregunta clásica de si podemos hablar, en Il ados como potenciales ponadores de ADN antiguo. Y en
realidad, de dos especies diferentes. L'l definició n de especie efe cto, su contenido en secuencias genéticas endógenas era

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especialmente allo, qu izá debido a su procedencia de regio- no identificado, del que se estima pudo haber di\'crgido de los
nes fría s, más aptas para su cons('fvación. Pero cuál no fue otros linajes hace más de I ma. -lanto la edad como el ámbito
la sorpresa, la secuencia de ADNmt extraída correspondía a geográfico nos lleva cuando menos a sospechar que este nu jo
un linaje humano hasta la fecha desconocido, que compartía génico proceda de H. erccllIs, pero tal extremo está aun por
similitud genetica con los neandenales, pero con suficiente confirmar. Sin duda, en los próximos años recibiremos nue-
personalidad propia. Los individuos del nuevo linaje recibie- vas noticias al respecto.
ron el nombre de dellisovtJ1/o!, sin atribución binomiallinnea- Quizá sea este un buen lugar para señalar un hallazgo
na al desconocerse su anatomía casi por completo. reciente y que no encuentra una clara explicación en nuestro
El análisis de su AD nuclear clarifi có algo más su po- modelo actual de la evolución humana. Batiendo un a nue-
sidón e\'olutiva, definiéndose como un grupo hermano de los va marca en la carrera del AD antiguo se ha podido se-
neandcrtales al compartir con estos un mayor numero de ras- cuenciar pane del ADNmt de un hominino de la Sima de los
gos genéticos. El genoma denisovano permite estimar que el Huesos, retrotrayendo el récord de an tigüedad del ADN fós il
UAC de sapiclIS, den isovanos y neandermlcs deb ió de vÍ\'ir humano a unos 400.000 años. Pues bien, dadas las similitu-
hace unos 600 ka. }' que los lina jes de denisovanos y nean- des morfo lógicas con los neander tales, hasta el pu nto de ser
dertalcs debieron divergir posteriormen te, hace unos 400 ka. considerados sus amepasados más directos, el ADN mt de la
T ras (,.'S le espectacular descubrimiento, apenas dos años des- Sima de los Huesos presenta mayor similitud con el de los
pués se generó, con una mayor sofisticación de las técnicas denisovanos.
de secuenciación, un nuevo patrón del genoma denisovano.
y además, la secuenciación mucho más complera del genoma
(54 x) de un neandenal extraído de un hueso del pie descu- Un nuevo modelo para la evolución humana reciente
bierto itambién! en la cue\'a de Denisova llevó a recalcular
los tiempos de di\'ergencia que acabamos de comentar, re- Para situar el genoma neandertal en el contexto evolutivo
juveneciéndolos considerablememe. En este baile inccsanre humano se han secuenciado además cinco genomas huma-
de fechas y estimaciones podemos simplificar la situación di- nos compleros: un individuo sudafricano del grupo San, un
ciendo que, a día de hoy, las secuencias de ADN humano y africano de la tribu Yoruba, un chino Han, un francés y un
neandertal divergieron en promedio hace unos 600 ka. nativo de Papua-Nue\'a Guinea. El análisis conjunto de estos
Entre los aspectos palcobiológicos que se ha podido de- genomas ha permitido obsen 'ar que algunas regiones cro-
terminar en torno al mundo de los denisovanos destaca la mosómicas de cerca de 100.000 nucJeótidos de longirud y
detección de dos señales de nujo génico. Por una parte, se han presentes en al menos 10 de los 23 cromosomas proceden
idemificado secuencias genéticas de origen neandertal en los de los neandertales. Estas regiones, que implican entre un I
cromosomas denisovanos. lal circunstancia no es de extra ñar y un 4 por ciento del total del genoma son idénticas en nean-
habida cuenta de su íntima proxi midad geográ fi ca. Restos de dertales y humanos modernos no africanos, pero diferentes
.ambos linajes -neandertales y denisovanos- se han hallado en africanos. Esto sugiere que hubo cruzamientos (o nujo
en una misma cueva, la de Denisova. Más enigmático resuha génico) entre neandermlcs y humanos modernos, probable-
el aporte de genes procedentes de un grupo humano arcaico mente cuando estos estaban saliendo de Africa, hace unos

104 10 5
60 ka. El intercambio de genes o hibridación debió de ser en antcp3sada de los europeos y los asiáticos actuales se cruzó
el Próximo Oriente o el Oriente Medio, porque el fenómeno con los neandertales en su migración fuera de África. El nue-
afectó por igual a los gcnomas de Europa, Asia y Ocea nía. vo análisis desvela que la dirccción del fl ujo genético también
Además, el genoma neandertal presenta Olras regiones cro- se produjo desde los humanos modernos hacia las poblacio-
mosómicas que presumiblemente deriva rian de cruzamientos nes neandenales. Tal hallazgo da una nueva vuelta de tuerca
con homínidos mas arcaicos, como H . ercctlls u H . amecessor. al modelo: el nuevo evento de hibridación es distinto al ya
Un fenómeno similar se ha identificado en la introgre- conocido de hace 60.000 años y corresponde a otro evento
sión de un 4-6 por ciento de secuencias génicds denisovanas ocurrido bastante antes, hace mas de 100.000 años. Y lo más
en poblaciones melanesias. Tal información dibuja un esce- importante, se infiere que hace algo mas de 100 ka tuVO lugar
nario complejo. Primero el cru....amiento de los ncanderlales una primera salida de humanos anatómicamente modernos
con los antepasados de las poblaciom.'S no-subsaharianas. fuera de África en plena armonía con el registro arqucopa-
Descendientes de estas poblaciont.'S que fueron la raiz de los lcontológico. Retomaremos este asunto en el capitulo 6.
humanos del sudeste asiático, se cruzaron con los deniso\"dnos.
Este modelo de la evolución humana es muy novedoso y no se
ajusta a ninguno de los dos modelos tradicionalmente plantea- Un ca mbio de paradigma en el universo neandertal
dos: el modelo o/ll..oJ-AJrica y el mullirregional, que vercmos en
el siguiente capitulo . El nuevo esquema planteado por la nueva Lejos de los arquetipos generados a principios del siglo XX,
palcogenómica se acerca mucho mas al llamado modelo de asi- en los que los neanden a\cs eran la imagen viva del primitivis-
milación, defendido, entre otros, por Erik Trink.aus. mo, la ciencia ha ido esclareciendo algunos aspectos de su na-
En apoyo de esta hipótesis, un reciente estudio paleo- turaleza. Quiza lo más evidente ha sido comprender cómo su
genético ha descubierto que poblaciones humanas anatómi- anatomía, amaño creída propia de lo primitivo, es por el con-
camente modernas se hibridaron hace mas de 100 . 000 años trario altamenle evolucionada . Hemos aprend ido que el ser
con un linaje de neandertales cuyos descendientes se han distinto a nOSOtros no significa ser primitivo, aunque lo sea en
encontrado en la cueva de Denisova, en Sibcria. Este anti- aspectos concretos. Los neandertalcs fueron genles altamente
guo intercambio genctico tambicn tU\"O lugar posiblemente cvolucionadas, pero en una dirección distinta. Y ¿que decir
en Oriente Medio. La presencia en un área mu y p róxima de de su gran cerebro? Ellos lambién desarrollaron un alto coe-
Israel de neandertales en Tabun y de humanos modernos en ficie nte de encefalización, pero en modo distinto al nuestro.
Skhul y Qafzeh, todos ellos de edades similares, avala esta po- El comportamiento y las capacidades cognitivas es uno
sibilidad. Curiosamente, la hibridación de la que hablamos no de los aspectos más tratados a la hora de interpretar las di fe-
afectó a las poblaciones neandertales europeas. El a nálisis del rencias entre los neandertales y los H. sapiens. En la base de
cromosoma 21 de restos procedenH.'S de El Sidrón en Iberia esta percepción está el debate sobre el lenguaje. El habla es
y Vindija en los Balcanes pu so de manifi<.'Sto que los nean- una de las fa cultades más hasicas del ser humano y un ins-
dcn ales europeos no eran ponadores de genes de H . sapicns. trum ento casi imprescindible de la capacidad cognoscitiva;
Hemos visto que el estu dio del Genoma Neal/derraf des- es decir, una herramienta del pensamiento. El debate sobre el
veló que hace alrededor de 60.000 años la població n humana origen del habla se ha polorizado en dos extremos. Los que

106 107
han considerado que las especies mas antiguas y primitivas subsistencia y de movilidad diferenciados. Apoyados en estos
del género Hamo (por ejemplo, H. habilis) ya tendrían esta datos se ha sugerido que ambos patrones de componamiento
capacidad. Yen el otro extremo. los que han considerado que y estrategias de subsistencia muestran una mayor capacidad
el lenguaje articulado y simbólico seria un atributo evoluti- de prevenir el futuro por los humanos anatómicamente mo-
vamente muy reciente y propio de H. sapiellS. En esta última dernos, en contraposición a una percepción más inmediata de
opinión se inscribe el ver a los neandertales como homini- la realidad por parte de los neandertales. A la larga, esto ha-
nos desprovistOs de la capacidad del habla. Sin embargo. bria conferido a los humanos anatómicamente modernos una
las evidencias a fa" or de su capacidad de hablar han sido di- vemaja decisi,'a sobre H. 1Iea1lderlhale1lsis, cuyos grupos eran
"ersas, desde la base anatómica de la fonación (basicráneo y más pequeños y aislados. Estas diferencias enunciadas con-
laringe), anatOmía del hueso hioides y capacidad de audición trastan, sin embargo, con las rccientes evidencias que apun-
necesaria para el habla, hasta la complejidad social inferida tan al manejo de conceptos abstractos por su parte. Dicha
de su cultura material. Recientemente se ha añadido un dato afirmación se sustenta en el descubrimiento de elementos de
genético, al des"elarse que companían con nuestra especie la ornamentación corporal, ya sea con aderezos fisicos a modo
mutación del gen FOXJ'2 (im plicado específicamente en el de collares, colgantes y plumas, ya sea en la ornamentación
desarrollo de la capacidad de hablar). La inferencia mas plau- directa del cuerpo mediante pii:,'ll1entos. En íntima conexión con
sible es que los neandenales, como los humanos modernos, esto último se hallan las abundantes pruebas de praClicas de
también poseían habilidades para el habla . Una implicación enterramiento, quizá asociadas con rituales funera rios cuya
interesante de estas conclusiones indica que el conjunto de las evidcncia se atestigua por la presencia de supuestas ofrendas.
adaptaciones que determinan la capacidad de hablar debían Un cierto sentido de lo trascendente se daba en aquellos ho-
de haber concurrido plenamente en el antepasado común de mininos, lo que implica el desarrollo de instancias metafisicas
sapiens-neandertales. en el sistema psiquico neandertal. Por tanto, muchas, si no
Pero siguiendo con la búsqueda de similitudes y dife- lodas las cualidades que nos hemos arrogado como propias r
rencias entre las dos especies hermanas sobre las que nos nos confieren ese caráctcr de humano, las encontramos ya en
centramos nos preguntamos: ¿en qué se diferencia la psico- los grupos del Paleolítico medio europeo.
biología de ambas especies? Una de las respuestas mejor ar-
gumentadas hasta la fecha procede de los estudios realizados
en los yacimientos del Próximo Oriente. de Tabun, Amud y Su extinción
Kebara, que han mostrado restos neandenales, y los de Skhul
y Qafzeh, con restos de hombres anatómicamente moder- El estudio del deterioro permanente de la biodivcrsidad mun-
nos. A diferencia de lo que ocurre en Europa, neandertales y dial en los últimos años nos ha hecho aprender que la desapa-
modernos usaban el mismo utillaje lítico y depredaban sobre rición de las especies responde, por lo general, a una conjun-
las mismas presas, lo que permite un estudio comparado en ción fatal de factores. Desde eSte puntO de vista, la misteriosa
condiciones óptimas. Análisis de marcadores estacionales extinción de los neandertales "iene precedida quizá de un fal-
en los dientes de gacela evidencia n que, a pesar de las coinci- so problema. Se considera en igmática su desaparición cuan-
dencias mencionadas, ambos grupos siguieron estrategias de do la comparamos con nuestra su pervivencia como especie:

108 109
¿por qué ellos se extinguieron y nosoLTos no? Detrás de esta irían perdiendo a gran \'elocidad los medios ecológicos a los
pregu nta se ad ivina implíci ta una respuesta basada en argu- que est.'lban mejor adaptados. A los elementos comentados
memos de superioridad : nOSOtros esmmos mejor adaptados debemos añadir los argumentos genéticos que se han ido des-
que ellos. velando en los últimos años, en especial el reducido número
Es un hecho cierto que su extinción coincidió en el tiem- de efectivos en sus poblaciones. Dicha baja densidad de po-
po con la entrada en Europa de los llamados cromañones blación dio lugar a una bajada en la intensidad de selección
( /-1. sapiws del Paleolítico superior), hace alrededor de 40 ka. purificadora y la consiguiente acumulación de mutaciones. El
No obstante, 13 influencia de estos últimos en la desaparición reducido (¡¡maño de los grupos neandertales, y posiblemente
de los primeros pasa por diferentes interpremcioncs, desde su gran dispersión en el paisaje, propiciaba episodios de en-
aq uellas que proponen un escenario de rápida y drástica co- dogamia, evidenciados por el bajo índice de heterozigosidad .
lonización y connictOs violemos, hasta otras más graduales en Tales factores deterioraron muy posiblemente el vigor bioló-
el marco de la competencia ecológica intercspecifica. Así, la gico de la especie. Por tanto, un esquema multifactorial en el
pugna por determinados recursos fun damentales y limitados que intervienen factores como la degradación del habital, la
(trófi cos, de refugio, terri torios ... ) habria sido desventajosa competencia ecológica }' el desgaste genético del linaie pu\!de
para las poblaciones nativas, dada la mejor dotación cognitiva explicar mejor su desaparición . Ningún elemento de inferio-
y cultural de los recién llegados. Completando el amplio aba- ridad debería ser esgrimido.
nico de posibilidades. también se ha sugerido que los colonos
venidos de África podrian ser portadores de nuevas enferme-
dades que su sistema inmunológico fu era incapaz de afron- Nota final
tar. Un elemento en contra de estos argum entos radica en el
hecho, a veces probado, de que la llegada de los H. sapiclIs a Cualquiera que sea la causa qu e dio origen a la forma nean-
Eu ropa tuvo lugar. en la mayor parte de las ocasiones, en te- dertal, sí es elaro que esta les permitió vivir sin mayor apuro
rritorios que ya estaban vacios. Es decir, al menos en Europa, durante un largo periodo de tiempo hasta que terminaron por
sapiclIs y neandertales se vieron muy poco las caras. desaparecer. La posibilidad de que la organización de su en-
Ante los puntos dcbiles de este paradib'llla, recientemen- céfalo y su psicobiología gestionasen una relación con el uni-
te se ha inLToducido la idea de que la inestabilidad y los cam- verso basada en percepciones distintas a las nuestras nos abre
bios climáticos que tuvieron lugar hace unos 40 ka años en los caminos de exploración hasta ahora nunca iniciados. Los
episodios más frí os del \'\' ürm influ yeron poderosamente en neandertales son la mejor vara donde medir nuestra propia
su supervivencia. C uriosamente esta hipótesis plantea que los singularidad, y lejos de desanimarnos por la magnitud de las
neandertalcs serian una especie adaptada al bosque y que el incógnitas, debe empujarnos a la investigación, a sabiendas
brusco enfriamiemo y I:ls fuertes oscilaciones rermicas cam- de que cualqu ier avance en el estudio de nuestra prehistoria
biaron los biomas pleistOcenos, resultando en una extensión tiene importantes implicaciones en el conocimiento humano.
de las estepas fria s y áridas en deLTimento de la s masas bos-
cosas. En este medio con mucho menos arbolado, los croma-
ñones serían más efici entes mientras que los gr upos nati\'os

110 111
CAPITULO 6 herramienta conceptual muy usada entre los esrudiosos de
Génesis y diversificación de Horno sapiens este episodio de la evolución humana.

la ana tomía moderna

La especie humana es ahameme politípica, con un elevado


número dc efecti\'os y amplios márgenes de variación, resu l-
tad o de procesos poblacionales y adaptativos surgidos en la
ocupación de un amplio espectro de ambientes en los cinco
continentes. Del estudio de la d istribución de la variación fe-
notípica y genética en la geografia se desprende un buen nú-
mero de da(Os sobre el o rigen y evolución de nuestra especie.
Simultaneamente, esta g ran diversidad dificulta una defini-
Visto desde el presente, r como único representame vivo de los ción precisa de lo que entendemos por anatómicamente mo-
hom ininos, la especie H Olllo sapiclIS, la au todenominada espe- derno. En una primera aproximación acotamos la definición
cie sabia, solemos asumirla como algo dado y reconocible. Sin diciendo que un fósil pertenece :1 este grupo cuando se puede
embargo, cuando nos detenemos a precisar su definición y su argumentar con solvencia su mayor similitud morfológica a los
origen las cosas ya no rt'Sulran tan nhidas, como en tantos otros humanos actuales que a otraS formas extintas. La pregunta es,
fenómenos. De hecho, en los años ochenta y noven ta del siglo entonces, ¿cuales son los rasgos diagnósticos de los humanos
XX tuvo lugar una fa se de intensa im'estigación para aCOlar actuales? Tras no pocas discusiones, e incorporando a la defi-
la extensión del termino H. sapims (Linneo, 1758) . Como ve- nición el componente de variación detectado en poblaciones
remos enseguida, la vchememe contraposición de los modelos extintas pero relativamente recientes en el tiempo (por ejem-
construidos para explicar la géncsis de los humanos aClUak'S plo, las del Paleolítico superior) , podemos extraer unos cuantos
hizo especialmente necesario el poder d istinguir, en la práctica, rasgos. En la cabeza destaca un neurocráneo grande y globular,
aquellos fósiles que pudieran ser incluidos en nUCStrd especie con la fre nte vertical y una clara expansión de los parietales.
de los que no. En este ejercicio, y en pan e para liberarse de las Los arcos superciliares están muy reducidos y divididos en dos
araduras formales de los nombres binomiales, sc ha acuñado el porciones laterales. La cara moderna es reducida y situada por
termino de hl/lllallOS a ll(l(Óm;CQllleflfe modernos (HA/vi) para debajo de las órbims, con fosa canina. La mandíbula presema
referirnos :1 aquellos individuos y poblaciones que presentan tambicn \'arios rasgos, pero la presencia de un mentón pro-
un esqueleto esencialmente similar al de los humanos aCIDa- nunciado se encuentra entre los caracteres mas diagnósticos.
les. En contraposición se usa la expresión humanos arcaicos, La anatomía de los canales semicirculares del oíd o interno es
.queriendo con ello denotar caracteristicas esqueléticas primi- d istintiva. Por su parte, el esqueleto postcraneal muestra seña-
tivas distintas a las nuestras (por ejcmplo, los neandenalcs) . les confusas, en buena medida resultado de una falm de regislro
De cs[e modo, la contraposición arcaico-moderno es una en el Pleistoceno medio africano que pernlita acotar cuándo

112
aparecen estos rasgos. Se ha señalado como moderna una fo r- FIGtJRo\ 8
ma del cuerpo relativamente esbelta, con una pelvis estrecha Diferentes modelos propuestos para explicar el origen de la diversidad
y con la rama superior del pubis gruesa. JUntO a este patrón, humana actual. Por sus Implicaciones, la elección de uno u otro de
estos modelos ti ene Importantes consecuencias en la comprensión
algunos rasgos aislados del esqueleto pn."Scntan estados primiti-
general de la evolución del genero Horno.
\ 'OS del carácter para los homininos, a veces interpretados como
casos de reversión evolutiva .

AsIa """"
Asia Europa

¿Dónde y cuándo surge Horno sap;ens y su diversid ad?

Uno de los debates más intensos de la palcoantropologia ha gi-


rado en lOrno al origen de la especie humana actual y a la apa-
rición, en terminas más clásicos, de los grandes grupos raciales.
Dicho debate se ha centrado en la contraposición de dos mo-
delos rivales, hoy ya clásicos: el modelo multirregional (Mj\·t)
y el modelo del origen africano reciente (MOAR) (figura 8) .
C iertamente, tras intensas discusiones, la convincente informa-
..- "".,
".... ... """"
.... Europa
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ÁfRICA.

......, ,,,'"
• • otaON

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ción geneuca acumulada a favor de un origen africano reciente > , •
de H. sapiclls hizo perder presencia al ¡\11M y, aparentemente,
el debate había sido ganado por los st.1,'1lidores del MOAR. Sin
embargo, las nuevas pruebas de hibridación entre linajes arcai-
cos y modernos derivadas de la paJeogenómica han despertado
un resurgimiento de los planteam ientos multirregionalistas, o
al menos alguna de sus variantes. En este contexto, es muy
necesario resallar que MM y MOAR representan los extremos El modelo ¡\·L\·1 o en candelabro, cuyo mayor defensor ha
de un amplio gradiente de posibilidades de explicación de la sido Milford Wolpoff, sostiene que la especie humana y su di-
gcnesis y diversificación de H. sapiens. Cabe añadir a los ya versidad actual, en t.'SJ)Ccial los grandes grupos raciales, tienen
mencionados, el del origen africano reciente con hibridación y un origen muy antiguo. La poblaciones de H. sapiclIs evolucio-
el llamado modelo de asim ilación (¡\ rlA), al que ya hemos he- naron de forma gradual y paulatina en los difere ntes grandes
cho referencia al hablar de la hibridación entre H. sapiem y H. ambitos geográficos del Viejo Mundo. Partiendo de los prime-
nCllndcrtliaJemú. Las variables que matizan uno u a tTo de estos ros colonos del Pleistoceno inferior normalmente identificados
modelos son: 1) la mayor o menor proporción de componente como H. ereclIIs, estaS poblaciones fu eron transformandose en
genetico africano en nuestro origen , y 2) la cantidad de ADN la anatOmia que conocemos hoy. Un doble proceso rrata de ex-
procedente de linajes arcaicos incorpo mdo a nuesrro genoma. plicar el fenómeno. Por un lado, la identidad especifi ca sapiem
Veamos cómo se organizan. se babria mantenido mediante fl ujo génico sostenido entre

ti. 115
poblaciones. V. por otro. la adapración de las di\'crsas pobla- subconju nto de la variación observada en África, juma a los
ciones a los divcrsos ambientes locales. lo que resul tana en la nuevos testimonios fósiles, ha reconducido el planteamien-
diversidad fenoúpiea conocida. to más extremo del MM . Desde la propuesta original de
El MM mantiene el concepto clásico dc evolución lineal los mencionados modelos, las cosas han cambiado mucho
(o anagenclica) al que incorpora el nujo génico y la adapta- y las posiciones de los autores han ido matizá ndose dando
ción local a cada gran región contincma l del Viejo Mundo. lugar al crecimiento de posturas menos extremas y modelos
En clara contraposición, el MOAR sostiene que la espccie mixtos. Cabe destacar entre estos últimos los dos siguien-
H. sapiem se habria diferenciado exclusivameme en África, tes. Una vari ante del MOAR es la que acepta un cierto y
a tra\'es de un proceso de especiación (quizá c1adogené- ocasional intercambio genético entre las formas modernas
lico), en un tiempo relativameme recieme (hacc no más en migración y las forma s indígenas arcaicas residentes,
de 200 ka). Son varios los autores qu e defi enden \'ariam es por lo que recibe el nombre de MOAR con hibri dación.
de este modelo pero quizá ha sido Chris Stri nger quien ha Finalme nte, el modelo de asimilación propuesto por Fred
condensado el núcleo de los argume ntos. La nueva especie, Smith y Erik T rinkau s acepta un origen african o para
tiempo después, ex perimentó diferent es pulsos de expan- los hu manos modernos pero, a diferencia de los modelos
sión migratoria, uno de los cuales term inó por coloniza r 1\o\OA R, el modelo de asim ilación (MA) niega el reempla-
la s restantes areas del planeta. Esta es la base por la que el zamicn to y lo sustituye por el fenómeno de la asimilación.
modelo ha recibido otrOS nombres como olll-of-Africa o Eva Es decir, las variantes humanas actu ales serian una suerte
negra (atendiendo a la coalescencia del ADN mt huma no de combinado moderno-arca ico, en dife rente grado segun
actual en un a hipotética mujer afr icana que vivió hace unos las regiones, resultado de un intenso nujo génico y mestizaje.
160 ka). El orige n de los grandes grupos humanos tendria, Como vemos, el papel del componente genético afri -
según el MOAR, un origen muy reciente. en com ra posición cano y la magnitud de la hibridación son los elementos cla-
a lo defendido por el MM . Ademas, en la expresión más \-e del proceso. En estricta relación con esto, para los más
extrema del ,M OAR sostiene que las poblaciones arcaicas próximos a los modelos MOAR, H. sapiem es una especie
habri an sido sustituidas por los humanos anatómica mente claramente discernible, de origen reciente y distima a ocras
modernos emergidos en África a medida que estos se cx- especies humanas. Para los más afine s al MM., H. sapiem
pand ian por Eurasia y el resto de África. Esta formulación abarca a todas las fo rmas hum anas, desde los primeros
niega, por tamo, cualquier posible hibridación arcai cos- ereclllslergasler hasta los modernos y, por ta mo, estos auto-
modernos. Puede entenderse en este contexto el impor- res no reconocen la existencia de todas esas especies de las
tante papel que juega y han jugado los neandertales para que hemos venido hablando en capítulos anteriores. Aunque
esclarecer en que modo y bajo qué procesos se re sueh'e la parezca paradój ico, no tenemos un consenso general de lo
evolución humana reciente . que constituye H. sapiem. Veremos a continuación el apoyo
Los nuevos datos de hibridación sapiem-ncandertal de estos modelos a la luz de las distintas fuentes de datos,
S4poncn un autem ico reto al modelo MOAR. Del mis- entra las que se incl uyen las evidencias genética s (actuales
mo modo, la ac umu lación de datos que evidencia que la y fósiles), la paleontológica, la arqueológica y también la
variación genéti ca no afr icana se puede co nsi demr un lingüí stica.

116
El origen africano, Homo sapiens ida/tu algunas mandíbulas con un claro mentón. En Border Ca\'e,
con una datación promedio unos 80 ka, aparece también una
En la decada de los setenla del siglo XX, África ya era per- mandíbula con memón. Finalmente, la imagen de <.'s tos pri-
cibida como la cuna de la humanidad más remota aunque, meros J-I. sapiem se ha consolidado con el descubrimiento de
curiosamente, no tenia ningún prOlagonismo en el origen los cri¡ncos de 1·lerto (Etiopía), datados en unos 160 ka . A
de H. sapicflS. El M.M, defendido por autores clás icos como pesar de los rdsgos primitivos del occipital, su gran encéfalo
Hrdlicka, Wcidenreich, Coon o Brace, o el puro modelo lineal (1.450 cm J » su bóveda craneal globular y frente vertical, jun-
que incluía una fase neandertal, dominaba el panorama inte- to a una anchura maxima del cráneo JOC'.llizada en un punto
lectual. Fue la evaluación del nue,,·o regislro paleontológico y elevado de los pariem les, dando un perfil posterior caracterís-
arqueológico, y la impetuosa entrada en escena de los datos tico, pusieron estos crancos en la estela del origen de los hu-
sobre la estructura pobladonal de los genes del cromosoma manos modernos. La combinación de rasgos primitivos y de-
y y muy en especial del ADNm t lo que puso al continente rivados llevó a sus descubridores a defin ir una nueva
negro en el centro de mira (con el modelo de Eva negra). paleosubt.--spede, que llamaron H. sapiws ida/tII . En resumen.
Desde el punto de vista paleonlológico, 1:. datación y la las primeras evidencias de HAM las encontramos en el este
anatomía de los restos de Omo-Kibish (Etiopía) jugó un pri- de Áfric'l helce entre 200 y 150 ka.
mer papel esencial en este proceso, con los 1.435 c m J de vo-
lumen encefáli co de Omo U y la bóveda globular, de frente
vertic •• 1 y el memón prominente de Omo J, que anunciaban Inicios de la modernidad
rasgos c1arameme sapicm, con una amigüedad de i 195.000
años! Otros restos, también asociados al periodo arqueológi- 1·lemos discutido aspectos de la modernidad relacionados
co del Middle SlOne Age (equivalente en su estruCtura al con la estructura del cuerpo. Sin embargo, y de forma in-
Paleolitico medio europeo), contribuyeron a definir la imagen disociable, este termino hace también alusión al comporta-
de esos primeros humanos modernos. Emrc estos destaca- miento humano, con la eclosión de ese conjunto de atribu-
mos Singa (Sudán), Ngaloba r Hmzania), Eliye Springs y lOS que han desencadenado la preponderancia planetaria de
Guombe (Kenia) y Florisbad (Sud3frica). En M arruecos nuestra especie. Quiza sorprenda el hecho que la definiciÓn
hay un buen rcgistro que incluye D jebel Irhoud con unos de modernidad en el comportamiento resulte. en la práctica,
125 ka Yalgo posteriores los de Dar-cs-Soultane yl c mara, del tan difusa como en la anatomía . Entre los rasgos que ayudan a
periodo Ateriense, con una amplia horquilla cronológica entre definir este fenómeno se han señalado \'arios, de los que aquí
127- 134 ka. De edad algo posterior se encuentran varios ya- destacamos: la tecnología litica de láminas, el trabajo sobre
ci mientos en SudMrica, cuyo interés reside en haber propor- hueso, la ornamentación corporal, la práctica de riruales o la
cionado restos óseos, así como ornamentos perso nales (por construcción de amplias redes de intercambio. La emergen-
ejemplo, conchas perforadas), entre los que destacan los de cia de estos rasgos en el reg istro arqueológico llevó a definir
Klasies River M outh, Border Cave y Biombos Cave. El pri- el (enómeno como la Revolución Humana, muy inspirado en
mero conserva varios njveles de fechas sucesivas, siendo los la brusca aparición hace unos 40-3 5 ka de las culturas del
más antiguos de unos 120- 125 ka; algo m:'ls rec ientes son Paleolítico superior en Europa, entre cuyas manifestaciones

ua u.
quizá haya sido el arte rupestre ]¡l que más ha fascinado a los de ai10s podriamos extendernos, ajustado el modelo del UAC,
investigadores. hasta los cráneos de Daka y Buia, todos ellos procedentes de
El desfase entre la aparición de la analOmia moderna en una misma región geográfica. En uno u otro caso, la pregunta
África y la Revolución Humana, manifestada en suelo eu- sobre el modo de e'·olución del linaje sapiens está sobre la
ropeo, llevó a la propuesta de una desconexión causal entre mesa. ¿Es gradual ese proceso?, o ¿surge H. sapict/S a traves
ambos ámbitos, siendo, en opinión de Richard Klcin, la mo- de una cladogéncsis?
dernidad en el comportamiento el resultado de una mutación En el caso de un proceso gradual, los límites de la especie
genetica que afectó al funcionamie nto del cerebro desde hace serán difusos y de dificil demarcación r entonces hablaría-
tan solo SO ka. Esta visión eurocentrista ha sido superada por mos de H. sapie/lS como una cronoespecie, al igual que se ha
el hallazgo de eyidencias muy sólidas de rasgos de moderni- propuesto para el origen de los neandenales. La alternativa
dad en África en edades cada vez más antiguas (por ejemplo, plamea un origen ráp ido y puntuado de la especie, quizá a
[os citados yacimientos de $udáfrica) y por el reconocimiento través de un cuello de botella tras una crisis en las poblacio-
de algunos de estos comportamientos en los grupos humanos nes inmediatameme antecesoras. Sin embargo, más allá de los
de Skhul y Qafzeh que habita ron el Próximo Oriente hace planteamientos teóricos, los datos paleontológicos africanos
100 ka y de los que hablaremos. Por tanto, no es arriesga- dibujan un proceso evolurivo complejo y en mosaico, en el
do sostener que la aparición de la anatomía y etología de H. que no hay cambios armónicos graduales, sino una gran di-
sapie1lS hace al menos 200 ka sea un evento cuando menos versidad de poblaciones, en un mundo pleistoceno muy cam-
coetáneo, si no causalmente relacionado. biante, en el que tanto las selvas tropicales como el propio
Sahara fluctua ron en su extensión produciendo el aislamien-
to genético de las poblaciones y posteriores reencuentros. En
El modo de evolución de Horno sapiens conjunto, una dinámica nada simple que deja a su paso un
reguero de formas compuestas, con diferentes combinacio-
En el capitulo 4 discutimos las variantes sobre la antigüedad nes de caraclcres primitivos y derivados que dificultan su t'a -
y origen geográfico del UAC de los homininos de cerebro xonomia. "Ial di námica podría incluso haberse prolongado en
grande del que surgieron los linajes neandertal y sapicns. Y el tiempo, como así parecen atestiguar los fósiles de ¡\Va Eleru
entre las alternativas con fun damemo figuraba la hipótesis de (Nigeria), (."On una edad de 16- 11 ka, Y los restos de Ishango
que este UAC tuviese un origen africano y que, por tanto, (República Democrática del Congo), de unos 20 ka. A pesar
la especie H. sapiem encuentre sus raices en ese antepasado de su edad relativamente r(.'Ciente, la anatOmía de CStos cráneos
que ,·ivió hace al menos 400 ka. Sobre este escenario, algunos cae fuera de los márgenes de la \'ariabilidad actual africana,
amores establecen una linea de continuidad entre los homini- [o que puede indicar la persistencia de poblaciones arcaicas.
nos del Pleistoceno medio africano (H. heldelbergemis 5.1. u H. En paralelo, la introgresión de material genético de una espe-
rhodesimsis, según los autores), H. sapiem idallll y humanos cie arcaica en poblaciones sapil!tls antiguas, tal como ya hemos
. actuales; lo que podemos llamar el linaje sapiens. Cuando nos visto en el Próximo Oriente con los neandertalcs o el Lejano
fijamos en la base del linaje encontramos los restos de Broken Oriente con los denisovanos, podría dificultar la comprensión
Hin y Boda, o incluso remontándonos hasta llegar al millón del proceso. La propuesta de esta introgrcsión genética arcaica

120 121
africana juma a la detectada enU"e neandertalcs y denisovanos del sospechado. Recien temente se ha desvelado la presencia
nos lleva al corolario de que cuanto mas se invcstiga con cs- de auténticos H.sapiclIs de una antigüedad próxima a los 120 ka
tOS métodos, más hibridación enU"e linajes humanos se detecta, en Daoxian (China), así como las herramientas de piedra en-
aunq ue siempre en niveles muy bajos. contradas al sur de Arabia, atribuidas a una salida temprana
de H. sapiem . Ambas evidencias bien podrian corresponder a
estos primeros H. sapicm q ue dejaron sus genes en el ramal
los primeros Horno sapiens fuera de África de neandertales q ue mig ró hacia el este. Los datos gencticos
actuales son congruentes co n los datos arq ueopaleontol6gi-
Las evidencias mas antiguas aparecen en el Próximo Oriente, cos mas recientes y juntos terminan de encajar en una imagen
en tierras de Israel; si recordamos, el extremo más a l nOrle del mas enfocada .
Rift africano. Destacan los restos humanos rescatados en las Igualmente, los modelos genéticos y arqueológicos pre-
famosas cuevas de Skhul, con una edad próxima a los 100 ka, dicen que un nuevo pulso mig ratorio de humanos modernos
y la cueva de Qafz eh, datados en unos 92 ka . Su :lIlatomia nos africanos tu vo lugar hace alrededo r de 60 ka Y que se ex-
habla de HAM con rasgos prim itivos y esqueleto robusto. Se pandieron primero por Eurasia, reemplazando a Olras for-
ha discutido mucho el significado de esta primer.! oleada mi- mas de ho mininos. y después. paulatinamente, por el resto
grato ria olll-of-Africa acaecida hace unos 100 ka. El consenso dC'l planeta dando origen de lOdos los humanos modernos
actual admite que estas primeras poblaciones modernas res- no subsaharianos. La calvaria -parle superior de la bóveda
ponden a un pulso migratorio limitado, a favo r de un episo- craneana- de la cueva de Manot (Israel), datada en 55 ka,
dio climático húmedo, sin posterior descendencia en Eurasia, es el representa nte más antiguo de este grupo. Su anatomía
considcr'dda por muchos como una migración fa llida . La au- es similar a los africanos actuales, si bien conserva algunos
sencia de pruebas sólidas de modernidad anatómica y cul- rasgos primiti\'os q ue la asemejan a los enco nl.fados en los
lural en el intervalo 100-60 ka ha llevado a pensa r que (.'Sla cráneos europeos del Paleolítico superior antiguo (lo que des-
primera salida no tuvo mayor repercusión, cuya expansión pués llamaremos cromañones). La similitud anatómica entre
no llegó más alla de los li ndes del Próximo O riente y qu izá al el cráneo de Mano t y los de los cromañones más antiguos
este de la península Arábiga, a juzgar por la simil itud de las de Europa fortalece la idea clásica de su procedencia afro-
industrias líticas de tecnología ,,"bia halladas a am bos lados levanti na y. además, ayuda a despejar una incógnita clásica
del estrecho de Bad el-M adcb. 1Odos los dalaS disponibles de la paleontología humana. A saber, curiosamente M anot y
co nvergian en decir que fu e la segunda oleada O/Il-of-Africa , cromañones comparten rasgos similares a los de los neandcr-
la de hace 60 ka predicha por los datos gencticos, la q ue sí tales (por ejemplo, moño occipital). La presencia en algunos
prosperó y se expandió por todo el planeta, difere nciándose de los primeros H. sapicm de Europa (de unos 35 ka) de este
en Eurasia en todas la variedades humanas actuales. tipo de caracteres ha sido largamente interpretada po r los de-
Vimos en el capítulo 5 cómo los nuevos datos genéticos fe nsores del modelo de asimilación como una clara evidencia
parecen coincid ir con las recientes evidencias arq ueopaleon- de hibridación sapiens-neandertal en Eu ropa. Sin embargo,
(ológ icas para plamear q ue aquella primera salida, la repre- la concurrencia de estos rasgos en el craneo de Manot per-
sentada po r Skhul y Qa fzeh, pudo haber tenido más alcance mite deducir q ue estos rasgos podrian ser los propios de las
,
122 123
poblaciones modernas provenientes del Levante y no resul· longitud que los que portamos los humanos de hoy en dia
tado de hibridación en Europa (aunque sigue en el aire la (han sufrido menor segmentación). Tol información permite
posibilidad de que provengan de una hibridación anterior). dotar la hibridación sapicm-neandertal en un tiempo próximo
Un hecho muy relevante asociado a estas primeras po· a hace 52-58 ka; fechas plenamente concordantes con las pre-
blaciones modernas no africanas es que desarrollaron una dicciones del registro arqueopaleonrol6gico.
cultura material del Paleolitieo medio, con técnicas de ralla y En Europa, las primeras muestras de un mundo nuevo
herramientas indistinguibles de las fabricadas por los ncan· comienzan a aparecer en el registro arqueológico hace unos
denales. El episodio se hace aún más complejo cuando aña· 45 ka. T ras centenares dc miles de años durante los cuales
dimos el dato de que los neandertales también habitaban el el extremo occidental de Eurasia estuvo habitado en exclu-
Próximo Oriente de forma continua, desde ese tiempo, como sividad por los neandertales, súbitamen te aparecen los prue·
así lo demuestran los fósiles de Tabun (Israel), hasta bien bas de la llegada a Europa de gentes distintas, equipadas con
entrado el Pleistoceno superior, representados por Kebara, las primeras culturas del Paleolítico superior (Modo IV).
Amud o Dederiyeh, emre otros; solapando con el tiempo de Anatómicamente, son modernos (H. sapie"s), denominados
la segunda salida de H. sapiem fuera de África (véase más por la prehistoria clásica los hombres de crommiólI, en honor
adelante). En este dificil marco gcográfico y prehistórico con· a la cucva franceso de ero-Magnon (Dordoña), donde se
viene distinguir dos grandes eventos culrurales. El mas anti- aceptó de forma general la existencia de esta fo rma huma-
guo corresponde a las culturas del Paleolítico medio (Modo na. La expansión de estas nuevas poblaciones constituirá una
UI), modo técnico compartido por HAAl y neandertales. Y el au téntica revolución ecológica y cultural que, arrancando de
segundo cvento corresponde a la aparición dcl Paleolítico su- culturas proto-Auriñaciense y Auriñaciense. ricas en sofisti-
perior (Modo IV), supuestamente asociado a la emergencia cados útiles en hueso y en arte parietal, transformarán paro
del H. sapicm de la segunda oleada. Queda aún mucho por siempre la biosfera.
investigar para terminar de entender las relaciones cruzadas Su esqueleto era más fuerte que el nuestro -muy debi-
de cultura y anatomia humanas. litado por la vida sedemaria- y el cráneo alojaba un cerebro
ligeramente mayor al nuestro, en relación directa a un cuerpo
también ligeramente mayor. Sus proporciones corporales, a
l a ex pansión por Eurasla diferencia de las de los neandenales, delatan un origen tropi-
cal. Tal y como hemos comentado, se asume que los croma-
A juzgar por los datos cronológicos, la expansión de los hu- ñones tienen su origen en poblaciones africonas que habrian
monos modernos por Eurasia tU\'O que ser rápida. El H. so· llegado a Europa atravesando el Próximo Oriente y entrando
picm más antiguo hallado mas allá del Próx imo Oriente ca· en Europa en dirección este-oeste. Dc ser cierto este modelo,
rresponde a un fémur enconrrado en Ust'-Ishim, con unos los primeros cromañones tendrian que aparecer en el este de
45 ka. Además del dato espaciotemporal, el ADN extraído de Europa, siendo las regiones más occidentales, tales como la
este fósil ha proporcionado información muy relevante. Tal peninsula Ibérica, las últimas en ser pobladas.
y como cabria esperar, su genoma contiene segmentos géni- El patrón espaciOlcmporal de la aparición de los com-
cos neandertolcs aunque, curiosamente, estos son de moyor plejos arqueológicos - industrias Iiticas- permite dibujar un

124 12.
escenario en el que la dispersión del Auriñaciensc a lo largo es quizá el más claro de todos. Olros fósiles, aunque más in ·
del Danubio y la del proto·Auriñaciense por la costa medite- cien os, son los procedentes de Liujiang y Ziyang , en Ch ina.
rránea convergen en un posible origen en Levante, a juzgar Hay una serie de hallazgos en Asia que no encuentran
por su similitud con los hallazgos en Ksar Akil (Ubano). Los un acomodo fácil en los modelos actuales) no siendo claro si
restos anatómicos más antiguos de Europa son el maxilar de son representantes de /-1. sapie/ls o de linajes arcaicos relic-
Ke11l Cavern (Inglaterra) con 44,2-4 1,5 ka Y a la mandíbula tOS de los que por el momento desconocemos su anatom ía.
Pe tera cu Oase (Rumania), de 42·37,8 ka. En este último se Contribuye a esta incertidumbre el conlexto poco claro y da-
ensayó con éxilo la extracción de ADN comprobándose que taciones ambiguas. Así como despucs de los 60 ka podemos
el 6-9 por ciento de su material genético era de origen nean- empezar a ver los primeros represenlantes modernos, los res-
dertal. "Ial porcentaje es el más alto detect"ado en un humano tos asiáticos del final del Pleistoceno medio e inicios del supe-
moderno )', dada la gran longitud de los segmemos cromo- rior mantienen una atribución incierta . Sabemos a raiz de su
sómicos de origen arcaico, se ha inferido que la hibridación huella genética en las poblaciones de Papúa·Nueva G uinea
tuVO lugar entre 4 )' 6 generaciones previas a la del individuo que los denisovanos debieron de lener una amplia distribu-
de Pe tera. Otros restos de este periodo son los de Les Rois ción geográfica en Asia, por lo que sus restos lendrán que
(Frunce), Mladec (Austria), entre otros. ser encontrados en algún momento. Entre los fósiles de atri-
Son estos los humanos que coincidieron en el tiempo con bución taxonómica incierta están los chinos de Zhirendong,
los últimos neandenales, prOlagonizando uno de los aconleci- con unos 100 ka, los de Xujiayao (del MIS 5-4) Y Maba j y la
miemos más relevanles de la prehistoria, la llamada trausiciol/. cueva de Callao en Luzón (Filipinas), datado en unos 67 ka .
Tras las primems ocupaciones de humanos portadores de in- La posibilidad de una dispersión muy temprana de los HAM
dustrias de Modo IV, un rico registro arqueológico y parcial- en lorno a los 100 ka es otra posible vía de explicación a ve-
mente antropológico documenta los posteriores periodos del ces esgrimida, que como hemos comprobado está recibiendo
Palcolitico superior europeo definidos a grandes rasgos por la nuevos apoyos.
secuencia Gravetiensc, Solulrensc y Magdaleniense. Más allá de las tierras continentales del con tinente asiá-
tico, la ocupación de Australia o mejor lo que en su día fue el
Sahul: una gran masa de terreno producto de la unión por ba-
Aust ralasia . De nuevo, el enigma jada del nivel del mar de Australia, Nueva Guinea yTlasmania,
ha sido objeto de una gran atención no exenta de dcbale. Se
La expansión de los humanos anatómicamente modernos trata de un inmenso espacio que no habia sido ocupado por
por los vastos espacios asiáticos mereceria un capítulo apar- homininos hasta la llegada de los HAM., hecho que necesa·
te, pero lo cierto es que sabemos muy poco de sus primeras riamente tuvo que suceder por medio de la navegación. La
fa ses. Cuando en Europa vivían los últimos neanden ales, en presencia humana mas antigua se documenta en hace 53 ka,
Asia se conocen apenas unos cuantOS restos. El humano 010 · mientras que los conocidos restos humanos de Lac Mungo
·derno mas antiguo al este del Jordán se ha documentado en (Australia) tienen una antigüedad cercana a los 41 ka . Un
Laos (Tam Pa Ling), de hace unos 46 ka, en tanto que el dato de gran interés es la no evidencia de un comportamien lo
esqueleto parcial de Tianyuandong, norte de China, de 39-42 ka cultural moderno hasta muy avanzado el Pleistoceno.
,
126 127
Muchos milenios después, ya en epoca histórica, se aco- Una de las evidencias preclO\'is más claras procede de un
mete la colonización del gran universo insular de islas del coprolito huma no encontrado en Orcgón datado en más de
Pacífico: Mclanesia, Polinesia y Micronesia, con fechas que 14,3 ka (el ADN así lo confirma, además de establecer simili-
rondan los 3.000 años. tudes con los nativos acruales). l....a comparación del material
genético de estos con el ADN de los restos prehistóricos tar-
dios ha establecido con cierta solidez que los nati\"Os ameri-
La llegada a las Américas canos dr:scienden de antepasados siberianos que debieron de
habitar Beringia enrre 28-1 6 ka Y comenzaron a expandirse
El cuándo y cómo tuvo lugar la llegada de los humanos al hacia el sur después de hace 17 ka . Este pequeño continen-
contineme americano, como todas las primeras llegadas, te habría funcionado como un refugio de poblaciones, ais-
encierra un especial interes y suele estar envuelta en una ladas durante algún tiempo de sus predecesoras siberianas.
maraña de incertidumbres. La historia establecida durantc Sin embargo, el registro paleoantropológieo americano esta-
décadas y las opiniones contrarias posteriores las podemos blece una diferencia sustancial en la anatomía de los huma-
sintetizar como sigue. Hacia el final del último ciclo glaciar, nos anteriores y posteriores al limite Pleistoceno-Holoceno
el actua l estrecho de Beri ng constilUía una ampli a franja (hace unos 9-8 ka); entre los denomi nados paleoamericanos,
de tierra resuhame de un nivel del mar sensiblemente más gentes que convivieron con mamuts, mastodontes, tapires y
bajo que el actual (el agua estaba almacenada en forma de perezosos gigantes, cuyas características fisicas los asemejan
hielo). Esta amplia franja, conocida como Beringia, permi- más a las gentes de África o Australia, y las poblaciones nati-
tió el asentamiento dc un complejo ecosistema, así como \·as posteriores a ese limite (tanto prehistóricos más recientes
la circulación de fa unas. Con el deshielo fin al del último como acruales), más próximas a los fen otipos siberianos. Este
periodo glaciar ruvo lugar la penetración de los primeros hecho ha llevado a plantear una diferencia genetica enrre am-
humanos procedentes de Asia, hace poco más de 13 ka . bos grupos y ha postulado dos grandes oleadas migratorias.
Estas poblaciones de cazadores desarrollaron una cu ltura La hipótesis alternati\·a plantea que la diferencia anatómica
muy característica conocida como cullllra CIO'Vis, ex ten- enrre ambos grupos habría resultado de un rápido fenómeno
dida por amplias zonas de la aClua l Norteamérica . Hasta de evolución local después de su llegada a tierras americanas.
aquj todo bien, pero el hallazgo del yacimiento dc M onte El reciente hallazgo de un esqueleto humano en Hoyo
Verde, ni más ni menos que al sur de Chile, datado en 14,6 Negro (Yucarán, México), datado en 13-12 ka, puede ayudar
ka, supu so un reto dificil de soporta r para la teoría Clovis. a esclarecer este asunto, al comprobarse que la distintiva ana-
Entre tanto, otras tcorías alte rnativas, mayormen te basadas tom ía del cráneo de los paleoamericanos se encuentra asocia-
en una llegada a América por navegación, eran fuertemente da a ADNmt de composición próxima a los nativos america-
criticadas. Y asi las cosas, el gran debate giraba en torno a nos actuales. Este hallazgo podría sostener que ambos grupos
una posible llegada de hu manos a America antes de la cul- (paleoamericanos y nativos actuales) derivan de una misma
{ura Clovis. En la resolución de este episodio hoy se alian fuente genética poblacional, y que las diferencias morfoló-
los da[Qs arqueológicos con los genéticos, proceden tes de gicas se han producido por una rupida evolución local. Así,
varia s fucntes, tanto actuales como antiguas. un inestable consenso actual establece que los humanos no

12. 129

llegaron a las Americas hasta el final del último máximo gla- Glosario
cial, hace no más de 16,5 ka . ~Ja l paradigma, sin embargo, rue
y es remdo por Otros hallazgos, entre los que se encuentran
los de Pedra Furada en Brasil, supuesmmente anteriores a los
20 ka. Habrá que segu ir ateOlos a los acontecimientos.

La evolución continúa

y llegamos hasta aqui habiendo repasado un elevado numero


de renómenos. El cuerpo humano y su comportamienlo se
han modificado extraordinariamente desde aquellos primeros
homininos arboricolas que comenzaron a explorar el suelo y a
companir los alimentos. Sin embargo, la evolución continúa.
No tenemos espacio para entrar en los detalles del enorme Adaptación: en biología evolutiva, proceso por el que los or-
cambio que supuso la revolución neolitica con la aparición ganismos incrementan la acomodación a su habit'at me-
de la vida sedentaria, el cambio de dicta, el incremento en las diante una mejora en su efi cacia biológica.
poblaciones y la expansión de las enrermedades contagiosas. Apomorffa: en evolución, rorma derivada (evolucionada) de
O Jos ca mbios que afectan (ambien al esquelelo por la prime- un carácter compartida por un grupo de especies. Se
ra revolución industrial y la vida urbana . O los cambios aun pueden distinguir las sinapomorfias, camcteres deriva-
por explorar en nuestros organismos por la revolución tec- dos por todas las especies de un ciado, y las autoapomor-
nológica y las modificaciones geneticas inducidas que están fi as exclusivas de una especie.
llamando a la puerta de nuestra futura evolución. Anagénesis: modo de evolución a traves de una secuencia
Los astros mas cercanos parecen ya al alcance y ejercen linea l y continua de cambio, por lo general gradual.
sobre los seres humanos una poderosa atracción. Una seduc- Cladística : llamada también sistemática fil ogenhica. Filo-
tora llamada a un inedito otll-of-earth; un más allá de la Tierra, sofia de clasificac ión de los seres vivos que busca su
quizá el inicio de una nueva humanidad . agrupaci ón estrictamente por su prox im idad evolu -
ti va.
Bauplan o plan corporal : confi guración básica del cuerpo en
la que se recogen las relaciones topológ icas rundamenta-
les de un grupo de organismos.
Ciado: cada una de las ramas de un árbol fil ogenctico. Se trata
por lanto de un conjunto de especies emparentadas que
comparten un antepasado común que no lo es de ningún
O LTO grupo de especies .


130 131
Homínido: perteneciente a la fa milia Hominidae. En la actua· Relación de siglas
Iidad esta fa milia incluye a los géneros vivos Gorilla, Pall
y Homo y a todos sus antepasados cxclusi\'os (que no lo
son también de otros hominoidoes).
Homi nino: perteneciente a la tribu de los hominini. C ualqu ier
miembro d el grupo zoológico que incluye al ho mbre y a
lodos sus antepasados d irectos, aquellos q ue surgieron
después de su separación de la rama evolutiva del chim·
pa ncé.
Homopla sia: similitud no debida a un origen común. Com·cr·
genda, paralelism o o reversión.
Línaje evolutivo: secuencia de generaciones de una población
o especies en continuidad genética q ue por lo general
experimenta una pau ta d e camb io reconocible.
Plesiomorfia: en evolución, fo rma p rimitiva de un carácter. Se 1 Ka: 1.000 años
pueden distinguir las simplesiomorflas cuan do el rasgo AT (ATA): Arapuerca
es compartido por dos taxones emparentados y coincide o: Dmanisi (en Georgia)
con el presente en el antepasado com ú n de ambos. ER: East Rudolf (en Kenia)
Plioceno: época geológica que abarca desde hace 5,33 ma hasta OH : O/vl/dai Homillid
hace 2,58 ma. Durante este periodo UlVO lugar un cambio KNM: Kenya National Museum . Precede a las siglas ER, WT
climático intenso hacia la aridificación con la aparición d e y otras siglas que identifican yacimientos d e Kenia. Por
los ecosistemas de sabana en el este de África. ejemplo Kl M -E R 1470.
Ple istoceno: época geológica qu e com ienza hace 2,59 millo- ma : millones de años
nes de años y finaliza hace aproximadame nte 12.000 MM: modelo multirregional
años. EsUlvo precedida por el Plioceno y seguida por MA: modelo de asimilación
el Holoceno. El Pleistoceno se d ivide con fi n es op erari· MOAR: modelo del origen africano reciente; también llamado
vos en: Pleistoceno inferior (entre 2,59 ma y 0,78 ma), ow-of·Africa o Eva Negra.
Pleistoceno medio (entre 780 ka Y 120 ka) Y Pleistoceno Stw: Stcrkfo ntain (en Sudáfrica)
superior (entre 120 ka Y 12 ka). S K: Swartkrans (en Sudáfrica)
Teoría S intética de la Evolución: tam bien llam ada neodar",i· UAC: último antepasado comú n
nismo, interp reta a la adaptación ecológicamente media· WT: \X'est T urkana
da como la c1a\'e de la evolución gradual de las especies,
conseguida a través de los camb ios en las frecuencias
génicas de las poblacionales naturales median te una om-
nipresente selección natural.


1.32 133

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1 35


¿Qu6 .....1fIca . . humano?
-muy"""-'''
nIIIcebII ~• ..-
eepede Homo SIIjII8nS. 0tnIII
formaS ........... m6s entJ&ue8 y ........... como Homo
...... o Ice ...I'dertaIII.... 1IIendo lncIuIdaII en .......
10 Homo, enan ...... c:on cIoIIII _ _ y ..... - de Ice
_ _ ~ ••I_ eaocted08" CCJIICIIIIIO de IIIIIIenO.lqten
. . . . . . . . de lec:lencle he .,.-de......,en ..
CCII"lC8PII>B que l8IIIemOe _ por ~ pues liIIIIeMOa
111"""
que heDa ...... cIen mI ..... coeodIIieIOn el_cInCO
...,.. _ cede IN con un -.oculbnl pIOIIiD.
Ante le pNpIIlI de qu6 . . . hombre, le c:IencIe nos pone
fnInt8 • IN CU8IIII6n previa: ¿de qul homIIIe _moa?
¡JJe Ice humanos .net6mlcemente _ Homo se-
p/IJIIa? ¿Noe referhnos • Homo fIoNSIfInS/S? ¿O . . - ha-
blallnDSde Ice nl.~ _ hUmanIdad "IapIere"
padrfleareoio un ~ de lo paIBIdMnenI8-
no. ..... _ _ ._ClI.atIane8,AnIDIIIo ........
.........o_y........... qu6 .. yc6mo-- ..
. . . -Hamo. FIIr drrf.rk:I6r.... ",-1IIIIIenO.

k ..... . . . . . . ...".. de lrwart... cI6n del CSIC,


..._ del . . , de p.11 aoo\1JOIIOIOIIJa del - Na-
_ 1 de CIenCIee _ _ y _ en lIIaIcrIfe por le
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le lMIIucI6n del 11_ _ r:raneoI8CIaI en hornInIdrr8, he
lIIdo rnIemIIro del equipo "'I_dar de Ala...........
tre 1983 Y 2004, ..... 2003 .. ~ de Ice
_ _ alllopol6tfco8 de Ice Neendert8lS1 de El SIdnIn
(AIIUrIeI). Es autor de LDs neenrIIJtUI/IIS Y LDs ptImerOa
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