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Leonard Bloomfield, cuya influencia en los Estados Unidos es comparable a la de Saussure en

Europa, no permanece ajeno a esta tradición. En su gran libro de 1933, Language, Bloomfield
explica el uso y la adquisición del lenguaje en términos del esquema estímulo-respuesta. Aunque
reconoce que debe haber alguna estructura mental que permita captar los datos lingüísticos del
entorno, la idea dominante y más o menos explícita es que el lenguaje viene «de afuera». En esta
misma línea, por ejemplo, Charles F. Hockett publica en 1958 el muy difundido Curso de lingüística
moderna; allí se establece que el lenguaje es «el bien más valioso de la raza humana» (1958, p. 11).
3 El concepto de «bien» sugiere nuevamente un objeto externo.
Al igual que Sapir, Bloomfield afirma que el lenguaje cumple con el objetivo primordial de organizar el
mundo a través de una especie de economía conceptual. Por ejemplo, uno, dos, tres, etc. son series
de palabras que se aprendieron a decir en un orden fijo como un sustituto del proceso de contar.
Mediante este sustituto las personas ponen a los objetos en relación uno a-uno con las palabras-
números. También al igual que Sapir, Bloomfield considera que la comunidad de habla (un grupo de
personas que usan el mismo sistema de signos lingüísticos para comunicarse) determina el proceso
de adquisición de la lengua por parte del niño.
Ya en la década de 1930, Bloomfield cree que la pregunta de cómo los seres humanos adquirimos el
lenguaje «es, sin duda, el mayor desafío intelectual que cada uno de nosotros [i.e., de los lingüistas]
está obligado a enfrentar» (1933, p. 29). Aunque reconoce que la lingüística no ha llegado a explicar
cómo se da la adquisición del lenguaje, Bloomfield plantea que el proceso debe darse en términos
bastante parecidos a los que se explican a continuación.
1. Bajo los sucesivos estímulos, el niño asimila y repite los sonidos del habla. Esto parece una
capacidad heredada. 4 Supóngase que el niño produce un sonido representable como gol.
Las vibraciones sonoras llegan a los tímpanos del niño mientras repite el sonido. Esto se
transforma en un hábito porque toda vez que un sonido similar llegue a sus oídos, el niño
efectuará la misma repetición.
4. Bloomfield admite que el lenguaje tiene algo de «capacidad heredada». Así y todo, lejos está de
ser un racionalista. La oposición entre empiristas y racionalistas constituye una cuestión de grado.
Un empirista como Bloomfield no niega que existe una capacidad heredada, pero nunca aceptará
que esa capacidad heredada pueda representarse en términos de «estructuras mentales» altamente
desarrolladas.
2. La madre dice gol delante del niño, refiriéndose a la pelota con la que juega su hijo. En este
caso, gol equivale a pelota. De esta forma, el niño comienza a «imitar». 3. La madre ha dicho
gol al mostrarle la pelota a su hijito. Hay tres estímulos que se dan juntos: a) la visión de la
pelota (el «gol»), b) el contacto visual (o aun físico) con la pelota y c) el hecho de oír el sonido
gol. De este modo, el niño adquiere otro hábito: los tres estímulos anteriores le hacen decir
go . «Ahora el niño tiene el uso de una palabra» (Bloomfield, 1933, p. 30).
4. El chico puede adquirir el hábito de pedir la pelota (el «gol») después de que lo bañan.
Entonces, después de un baño, el chico grita ¡go, go, go! La madre interpreta que el hijito
«está pidiendo la pelota». Según Bloomfield, el niño ha arribado aquí a la etapa del habla
desplazada o abstracta: es capaz de nombrar un objeto que no está presente.
5. El habla del niño se perfecciona por medio de los resultados del habla desplazada . Gracias
a su emisión de go, go, go , el chico obtiene la pelota. El esquema de estímulo-respuesta le
sirve a Bloomfield para explicar de qué manera puntual el chico va aprendiendo la lengua de
su comunidad: si, después de estar expuesto al estímulo S de ver la pelota, el chico pronuncia
go, go, go con una nitidez suficiente (respuesta r ) como para que sus mayores lo entiendan,
obtendrá la respuesta R que quiere: que le den la pelota. Si, por el contrario, pronuncia de
manera imperfecta, sus mayores no reconocerán en la respuesta r el estímulo s como para
darle la pelota. El niño ingresa en un proceso donde los intentos de habla «correctos» se
fortalecen o refuerzan en la repetición y las opciones fallidas tienden a desaparecer. Este
proceso tiene un carácter permanente.
De este modo, cuando el niño aprende el vínculo entre el estímulo externo (en este caso, ver la
pelota) y la respuesta verbal (decir gol ), también aprende la conexión que hay entre el estímulo
externo que se producirá en el destinatario (que la madre oiga gol ) y la respuesta física que
obtendrá del otro (la madre puede darle la pelota). En conclusión, el niño incorpora las siguientes
relaciones de estímulo respuesta: S  [ r …… s ]  R

Aquí, S representa el estímulo externo, que es objeto de estudio de la fisiología o la psicología. Con r
se señala la respuesta verbal promovida por S . Mediante s se representa el estímulo auditivo
generado en el oyente por la respuesta verbal del hablante. Por último, R indica la acción física que
es, al menos en gran parte, consecuencia de la respuesta verbal r . Objeto de estudio de la
lingüística será la dimensión verbal de este proceso: [ r …… s ].

El esquema estímulo-respuesta también rige los intercambios de habla y es notablemente complejo.


Aunque se pueda saber mucho acerca del hablante y de los estímulos, no es posible predecir «qué
va a decir». Por ejemplo, no sabemos si, cuando Jill quiere una manzana, le dirá a Jack ¿Me
alcanzarías la manzana? , Dame la manzana, Me gustaría comer una manzana, Tengo hambre , etc.
Esta enorme variación encuentra dos teorías acerca de la conducta humana:

1. Por un lado, el mentalismo aparece como la teoría más antigua. Plantea que la diversidad
de la conducta humana proviene de la participación de algún factor no físico, llamado
espíritu, voluntad o mente, que está en todo ser humano desde su nacimiento. Este factor
no físico es lo que permite, según el mentalismo, que las personas puedan adquirir y
desarrollar conductas. Bloomfield descarta este enfoque: «Como la mente o voluntad no
sigue los patrones de causa-efecto del mundo material, no pueden predecirse las
acciones» (Bloomfield, 1933, p. 33).
2. En cambio, el mecanicismo (al que adhiere Bloomfield) plantea que la diversidad de la
conducta humana (incluyendo el habla) se debe exclusivamente a que el cuerpo humano
es un sistema físico químico altamente complejo. Las acciones humanas son parte de
secuencias de causa-efecto idénticas a las de otros procesos del mundo material. En este
sentido, el sistema nervioso hace posible que un estímulo tan «simple» como la captación
de las ondas de luz de una manzana roja (estímulo S ) produzca una larga cadena de
consecuencias (respuestas r y R ). El modelo mecanicista implica la noción lógica de
causa-efecto; por lo tanto, es mucho más explicativo que el mentalista.
https://ebookcentral.proquest.com/lib/biblioupcsp/reader.action?docID=3201300&query=
%22LEONARD+BLOOMFIELD%22
Para Leonard Bloomfield el estructuralismo es analítico y descriptivo. El Parte de la oración
como máxima unidad de análisis y llega al fonema como unidad mínima.
Para el caso que nos ocupa, una de las expresiones más tempranas del análisis del discurso,
en el contexto de estructuralismo lingüístico norteamericano, aparece en la década de los
cincuenta con el trabajo de Zellig Harris que conocemos como lingüística distribucional a partir
de la publicación de su artículo "Discourse Analysis". 22 Sin entrar en pormenores, digamos
que es un método formal -de las formas como dice el propio Harris: "es posible que no
sepamos exactamente qué dice el texto pero podemos determinar cómo lo dice",
acercamiento que soslaya las relaciones funcionales que tiene el discurso con el contexto del
que forma parte, según Teun van Dijk.
El hecho de lengua lo describe mediante criterios de distribución: por ocurrencia de las partes
y por las relaciones que unas guardan con las otras. La distribución de un elemento será
definida como la suma de todos los contextos de ese elemento. Cabe remarcar que el análisis
distríbucional se basa en la posibilidad de segmentar la cadena hablada para poder identificar
las regularidades de ocurrencia de las partes con relación a las demás partes del discurso. En
esta línea de ideas, el discurso es un dominio más amplio que la frase. Sin embargo, si bien
Harris reconoce que el análisis del discurso necesariamente remite a factores
extralingüísticos, el análisis del discurso no se ocupará del significado, pues en su opinión la
lingüística descriptiva no está provista de las herramientas para encarar el estudio de la
situación social. Para Harris, no existe la oposición saussureana lengua / habla, por tanto, no
hay una lingüística de la lengua ni una lingüística del habla; el sistema es producto de la
descripción, no de una construcción mental.
A los perros le gustan los gatos,
A las mujeres le gustan los gatos.

Diremos que en estas cadenas los segmentos los perros y a las mujeres son miembros de la
misma clase de equivalencia es decir, ocupan el mismo contexto dentro de un texto. La
identificación de las clases de equivalencia nos permite reconstruir una representación de la
estructura del discurso, pero a la vez nos permite ver al texto en sus dos ejes: horizontal -las
frases y sus relaciones de equivalencia-, y vertical, sus relaciones paradigmáticas.
Para Bloomfield, lo que
realmente importa en
la lengua no es el
modo como ésta
suene, sino su función
de conectar el estímulo
del hablante con la
reacción del oyente. A
través de los fonemas
se llega a esta
conexión. Su
‘fonémica” no estámuy
alejada de la Escuela
de Praga, aunque sí es
cierto que
laterminología utilizada
es algodistinta.

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