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La ética del cuidado de sí como práctica de libertad: informe

Por: Juan José Rendón Giraldo


Facultad de Derecho
Universidad de Medellín

En el pensamiento Foucaultiano, los procesos de liberación como parte de las


prácticas de libertad significan un crecimiento personal indudable; crecimiento del
ser, del entendimiento y de la razón individual. Las prácticas de libertad suponen
para el hombre, el alcance del conocimiento de forma particular, que permite para
sí, adoptar las formas éticas de relación en cuanto a sí mismo y para con los demás.
En esta búsqueda por el auto-conocimiento y la autodeterminación, en pro del
seguimiento de la libertad individual, deviene el problema del encaje de lo ético en la
vida. Es ahí, precisamente, donde la ética presenta un sustento trascendental en el
campo de la libertad personal; la libertad y la ética convergen en un concepto único
y abstracto, de carácter subjetivo, pretendiendo complementar, conjuntamente, el
cuidado de sí. Así, la libertad, es ética en sí misma y, a su vez, necesaria para la
eticidad del hombre y la vida en torno a la reflexión moral en general.

Entendiendo la libertad, de la forma en que se explicó anteriormente y, de la forma


en que se seguirá desarrollando, es necesario considerar el cuidado de sí, como
fundamento de la misma. Cuidar de sí, ocuparse de sí, es y ha sido, desde la
antigüedad, la apropiación concreta de los saberes inherentes al ser, que amplían la
perspectiva genérica sobre los deseos, las emociones y los apetitos del hombre
para consigo mismo y la sociedad; en una concepción de dominación, donde el
hombre se libera de los factores mundanos propios que le caracterizan, en pro de
conseguir la plenitud, la felicidad y la superación. Es entonces, la libertad como
reflexión ética, un concepto que abarca el cuidado de sí como forma de
pensamiento, en la cual el hombre erige para sí (abstrayendo de su
autoconocimiento), la mejor y más óptima forma de reacción y actuación frente al
mundo y sus situaciones inconmensurables; esta forma de reacción y acción del
hombre, se concreta, aunque diversa en estructura, sosteniendo un fundamento
clave: el “Logos”, entendido como una regla de conducta interna e individual, que
determina el cómo debe conducirse el sujeto. Pero es el “Logos”, a su vez, una
parte del sujeto e, incluso, en ocasiones, el sujeto mismo.

La libertad, la ética y la política, encuentran su fundamento, únicamente, en el


contexto del hombre libre que, por su “logos”, actúa determinado, tras el análisis
propio de sus prácticas de libertad. En el mundo social, como en el político, el
hombre, al no ser esclavo de sus apetitos e instintos primitivos, decide moral y
éticamente; en cuanto su actuación está enmarcada, no bajo el preceptos de
dominación, sino de actos de liberación precedentes. Toda acción política del
hombre, en cuando incida en el marco colectivo, será también respuesta y ejemplo
del “logos” característico, que establece los procesos de decisión. Es así como el
hombre, al cuidar de sí, cuida de los otros; en esta práctica ética, la actuación
individual, en razón de ser ética en sí, incide también de manera moral en el
colectivo; sea en las relaciones sociales ordinarias, sea en las relaciones de poder.

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