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QUE ES EL ABUSO O USO EXCESIVO DE LA FUERZA PUBLICA EN LA

PROTESTA SOCIAL-

Es el comportamiento abusivo e infractor de los miembros de la policía y sus


actuaciones pueden acarrear graves violaciones a los derechos humanos.

Es el uso de mayor fuerza de la necesaria según la evaluación que daría a


una situación particular un policía altamente calificado.
El papel de la Fuerza Pública en las movilizaciones pacíficas es el de garantizar el
ejercicio de los derechos y libertades públicas tanto de los/as manifestantes como
de aquellos que no participan de la manifestación social. Ahora bien, pese a que
existen protocolos internos sobre la forma en que deben actuar los funcionarios de
la policía en escenarios de protesta social, estos no son ampliamente conocidos y
muchas veces se alega la “reserva” como forma de ocultar los procedimientos.
Esto, a su vez, facilita el incumplimiento de los protocolos internos.
En la ejecución de las funciones policiales en el marco de la protesta social y en general en
diferentes situaciones donde se haga uso de la fuerza policial. Se deben respetar los principios de
legalidad, necesidad y proporcionalidad; dependiendo de cuanto se respeten estos tres principios
es posible evaluar y cualificar una acción como respetuosa del uso de la fuerza o como abuso y –o
extralimitación de la fuerza policial.

Principios básicos

Necesidad, legalidad y proporcionalidad son los principios básicos plasmados en dos documentos

principales sobre el tema: los Principios Básicos sobre el uso de la fuerza de la ONU en 1990 y el

Código de conducta de funcionarios encargados de hacer cumplir la ley.

 Legalidad: supone que el beneficio del uso de la fuerza se encuentre velado por ley,
porque es una garantía de claridad, de previsibilidad y de conocer aquellos supuestos en los
cuales puede ejercerse la fuerza.

 Proporcionalidad: supone que existe una relación armoniosa entre el riesgo que se


presenta y las diferentes alternativas para hacer uso de la fuerza porque, evidentemente, el uso
de esta puede ser letal o no letal. Dentro de cada una de esas categorías hay varias
subcategorías.

 Necesidad: supone que únicamente se use la fuerza cuando no haya otra alternativa.

La fuerza debe cesar cuando el sospechoso está controlado y la amenaza removida. El


entrenamiento debe ser guiado por estos criterios.102 Claro que uno de los problemas
inexpurgables es cómo determinar con claridad si se cumple o no este uso “razonable” en
situaciones concretas, tanto las que pueden observar investigadores en campo como aquellas que
se analizan en investigaciones judiciales.

También se puede considerar que el uso policial de la fuerza es excesivo, o ilegal, a partir del
resultado de una queja o juicio por maltrato policial.

Finalmente puede preguntarse la opinión de los propios ciudadanos involucrados en encuentros


con uso de la fuerza por parte de la policía. La importancia de este punto de vista reside en que si
la ciudadanía siente como excesivo el uso de la fuerza, esto tendrá como consecuencia el
deterioro de las relaciones más allá de que bajo otra mirada el uso de la fuerza pudo haber sido
considerado como necesario o razonable. El problema con esta última forma de evaluar como
excesivo el uso de la fuerza, es que la gran mayoría de las personas consideran que ésta fue usada
de manera excesiva.

Por supuesto, se permite a los agentes el uso de la fuerza, si una


situación lo justifica. Sin embargo, se espera que los policías hagan una
secuencia en el uso  de la fuerza, lo que significa que sólo deben utilizar
la cantidad de fuerza que se justifica en una situación dada y que sea
necesaria para impedir que un sospechoso  escape o evitar que las
personas resulten heridas o muertas. Si un agente usa la fuerza en
exceso de lo que sea necesario para obtener la custodia de un
sospechoso o para prevenir lesiones o muertes, entonces, el agente
puede ser culpable de usar fuerza excesiva. Algunos ejemplos comunes
de la fuerza excesiva incluyen:

Algunos miembros de la Policía Nacional de Colombia usaron fuerza


excesiva contra los manifestantes que participaron en las protestas del
año pasado, incluidas golpizas y detenciones,

“Cuando el empleo de las armas de fuego sea inevitable, los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley: a) Ejercerán moderación y actuarán en proporción a la gravedad del delito y al
objetivo legítimo que se persiga., b) Reducirán al mínimo los daños y lesiones y respetarán y
protegerán la vida humana., c) Procederán de modo que se presten lo antes posible asistencia y
servicios médicos a las personas heridas o afectadas., d) Procurarán notificar lo sucedido, a la
menor brevedad posible, a los parientes o amigos íntimos de las personas heridas o afectadas.” 16

“Actuar dentro de los límites y conforme a los procedimientos que permiten preservar tanto la
seguridad pública como los derechos fundamentales de la persona humana”20 .

Desde el 21 de noviembre de 2019, miles de


colombianos han salido a las calles como parte de
un paro nacional para protestar por cuestiones que
van desde propuestas de reforma tributaria hasta el
asesinato de defensores de derechos humanos. Si
bien en general las protestas se desarrollaron de
manera pacífica, algunos manifestantes cometieron
actos de violencia, incluyendo agresiones con piedras
a policías, saqueos y quema de bienes públicos y
privados, sobre todo en Bogotá y Cali. En varios
casos, la policía empleó la fuerza de manera excesiva
contra los manifestantes, inclu casos de golpizas y
uso indebido de armas “menos letales” durante
operaciones antidisturbios.
USO EXCESIVO DE LA FUERZA PUBLICA EN PROTESTAS

Colombia: el uso adecuado de la fuerza en protestas sociales

En general, en muchos Estados se comprende que los cuerpos policiales son los
competentes y encargados del manejo de situaciones de disturbios,
manifestaciones y protestas. En esta misma línea la postura del Sistema
Interamericano de Derechos Humanos es reticente ante la participación de las
fuerzas militares en estos contextos.

Con todo, a nivel global, no existe una prohibición para que las fuerzas militares
lleven a cabo este tipo de tareas. Actualmente hay situaciones en los que este
personal está más involucrado en operaciones de control del orden público no solo
en áreas rurales sino también urbanas. Ante esto, es necesario comprender las
reglas que rigen su conducta en estos contextos.

En Colombia, la Policía Nacional no es la única institución con competencias para


el mantenimiento del orden público en contextos de protesta social,
manifestaciones y disturbios. Las fuerzas armadas pueden apoyar esta labor por
medio de la 'asistencia militar'. 

Esta figura, consagrada en el artículo 170 Código de Policía (Ley 1801 de 2016),
aplica ante "graves alteraciones de la seguridad y la convivencia o para afrontar
calamidades públicas" y es mecanismo es de naturaleza temporal y excepcional.

Es importante precisar que en situaciones de conflicto armado los militares están


sujetos a la normativa del Derecho Internacional Humanitario (DIH), pero cuando
estas fuerzas son llamadas a apoyar a la Policía Nacional en el restablecimiento
del orden en medio de protestas sociales desbordadas, no se aplica este
ordenamiento jurídico.

De esta manera, el uso de la fuerza y aún menos las armas de fuego operan como
primera medida de control o reacción, así se trate de un evento que se transforme
en un disturbio con altos niveles de violencia.

Tanto la Policía Nacional como las fuerzas militares que realizan tareas en medio
de manifestaciones sociales están sujetos a las reglas de uso de la fuerza
delimitadas por los principios de legalidad, necesidad, precaución y
proporcionalidad. Es de advertir que estos principios tienen vigencia incluso en el
supuesto de que hubiese presencia de miembros de grupos armados en medio de
una manifestación.

Al respecto, en 2015 el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) indicó que "si
una manifestación civil contra las autoridades que tiene lugar en una situación de
conflicto armado se torna violenta, el recurso a la fuerza en respuesta a ella se
regiría por las normas del mantenimiento del orden." (Ver documento). 

Para el caso colombiano, estas normas serían el Derecho Internacional de los


Derechos Humanos, la Constitución Política, el código de Policía Nacional y los
reglamentos de la Policía Nacional para el uso de la fuerza.

Con referencia a la presencia de combatientes dentro de la multitud de los civiles


que promueven los disturbios, en el mismo documento de 2015, el CICR  afirmó
que "podrían ser objeto de ataques directos conforme a las normas del DIH sobre
la conducción de hostilidades. Sin embargo, su mera presencia, o el hecho de que
esos combatientes hubiesen lanzado ataques desde la multitud, no transformarían
a los civiles que promueven los disturbios en participantes directos en las
hostilidades."

A la hora de llevar a cabo una operación para el control de una protesta social
siempre se debe tener presente que las armas de fuego sólo pueden ser utilizadas
de manera excepcional y como último recurso.

En este sentido, los Principios Básicos sobre el empleo de la fuerza y armas de


fuego por los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley establecen que,
éstos "no emplearán armas de fuego salvo en defensa propia o de otras personas,
en caso de peligro inminente de muerte o lesiones graves, o con el propósito de
evitar la comisión de un delito particularmente grave que entrañe una seria
amenaza para la vida, o con el objeto de detener a una persona que represente
ese peligro y oponga resistencia a su autoridad, o para impedir su fuga, y sólo en
caso de que resulten insuficientes medidas menos extremas para lograr dichos
objetivos."

Por su parte, el CICR enfatizó en el citado informe que cuando las fuerzas
armadas llevan a cabo o apoyan operaciones de mantenimiento del orden, es
preciso que estén debidamente "equipadas y capacitadas para hacerlo de
conformidad con las normas que rigen el uso de la fuerza en operaciones de
mantenimiento del orden. Esto exigirá, entre otras cosas, que tengan a disposición
medios menos letales que las armas de fuego y que las tropas estén
adecuadamente entrenadas en su uso".

Es importante tener en cuenta que los procesos de entrenamiento sobre uso de la


fuerza deben contar con componentes teóricos sobre los Derechos Humanos y
también módulos prácticos sobre la manera de hacer frente a través de la debida
planeación de los retos que presentan contextos de alteración del orden público.
USO DE LA FUERZA POR PARTE DE LOS CUERPOS DE SEGURIDAD DEL
ESTADO
De acuerdo con los Principios Básicos de las Naciones Unidas sobre el Empleo de
la Fuerza y de Armas de Fuego por los Funcionarios Encargados de Hacer
Cumplir la Ley, las fuerzas de seguridad deben cerciorarse de que el uso de la
fuerza siempre se apegue a los requisitos de necesidad y proporcionalidad. Esto
implica que solamente pueden recurrir a la fuerza en última instancia, cuando
otros métodos menos violentos (incluyendo el diálogo y la negociación) resulten
ineficaces y siempre con estricta proporción al objetivo que se busca, de manera
que se minimice el riesgo de lesiones o de muerte.
Por el daño grave que puede causar a personas con problemas respiratorios, los
gases lacrimógenos pueden ser utilizados únicamente para dispersar a una
multitud en áreas donde haya una oportunidad para escapar, no en lugares
cerrados. Antes de utilizarlos, las autoridades deben emitir alertas claras y permitir
a las personas tiempo suficiente para retirarse.

Defender el derecho a la protesta social en Colombia

La protesta social ha sido un motor de cambio y transformación de las sociedades


a lo largo de la historia. A través de la organización social y la acción colectiva
manifestada en el espacio público, la humanidad ha conquistado importantes
derechos como el voto universal, el matrimonio igualitario y la jornada laboral de
ocho horas. De igual forma, la protesta social ha permitido la transformación del
sistema electoral, la abolición legal de la esclavitud, el fin de regímenes
dictatoriales y la conquista de derechos económicos, sociales y culturales. En este
sentido, la protesta social se ha convertido en un mecanismo efectivo de
participación ciudadana en los asuntos públicos, para impulsar transformaciones
políticas significativas y para entablar una relación de diálogo con el poder
representativo electo.

No obstante, las múltiples expresiones de la acción colectiva organizada —


marchas, plantones, huelgas, mítines, entre otras— han sido reprimidas de
manera sistemática en Colombia, a través de medios legales e ilegales. Las
formas de represión más recurrentes son: la estigmatización, la imposición de
restricciones de carácter legal, el uso excesivo e indiscriminado de la fuerza por
parte de los organismos de seguridad estatales, las detenciones arbitrarias e,
incluso, las ejecuciones sumarias o extrajudiciales.
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El Gobierno Nacional oficializó el protocolo para atender la protesta social en el


país, el cual es una hoja de ruta para tratar las manifestaciones que se
convoquen por diferentes sectores sociales.
 
Dentro de los lineamientos que se desprenden del documento que conoció RCN
Radio, se establece que la fuerza pública tendrá un papel protagónico en el
cumplimento de lo dispuesto en el protocolo, mediante funciones que están
enmarcadas en 12 puntos esenciales.
 
En uno de los aspectos más relevantes establece que el uso de la fuerza será
considerado como el último recurso de la intervención de la Policía Nacional y
que “la actuación de la fuerza pública deberá ser desarrollada en todo momento
mediante personal y equipos identificados de manera clara y visible”.
 
En lo que respecta al Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD), el protocolo
señala que deberá estar ubicado de tal manera que su actuación pueda
hacerse de forma oportuna, pero sin afectar el desarrollo de la protesta
pacífica.
 
“En desarrollo de los servicios de acompañamiento, prevención e intervención de
manifestaciones públicas, el personal del grupo especializado será ubicado en
puntos estratégicos apartados de los lugares de la movilización o
concentración”, dice el documento.
 
El Gobierno Nacional también estableció que el cuerpo de la Policía intervendrá
sólo cuando se considere que su actuación es necesaria, atendiendo
el principio de proporcionalidad y la garantía de los derechos de los
manifestantes y de todas las personas.
 
De igual forma se establece que las Fuerzas Militares no podrán intervenir en el
desarrollo de los operativos de control, contención o garantía de la realización de
las movilizaciones sociales terrestres.
 
Otro de los puntos del protocolo señala que “las personas capturadas o
trasladadas por protección  o para procedimiento policivo, deberán ser
trasladadas con dignidad y pleno respeto y garantía a sus derechos o de
acuerdo a los procedimientos establecidos en la Constitución”.
 
Ante los eventos en que se presenten ciudadanos heridos, según el Gobierno, se
coordinará su inmediata atención y se informará a un familiar o ser querido de la
situación presentada, la Policía atenderá y prestará auxilio de manera inmediata a
las personas que resulten lesionadas por el uso de la fuerza.

El Sistema de Información de Agresiones a la Protesta Social (SIAP) es un


instrumento de documentación y sistematización de casos de agresiones a la
protesta social en Colombia creado por la Campaña Defender la Libertad. A
través de un proceso de recolección de información, utilizando la información
proporcionada por las Comisiones de Verificación e Intervención, las
organizaciones sociales y medios de comunicación, se genera un análisis de las
principales agresiones que sufren los y las personas que ejercen el derecho a la
libertad de expresión y la protesta social, por parte de la fuerza pública.

El papel de la Fuerza Pública en las movilizaciones pacíficas es el de garantizar el


ejercicio de los derechos y libertades públicas tanto de los/as manifestantes como
de aquellos que no participan de la manifestación social. Ahora bien, pese a que
existen protocolos internos sobre la forma en que deben actuar los funcionarios de
la policía en escenarios de protesta social, estos no son ampliamente conocidos y
muchas veces se alega la “reserva” como forma de ocultar los procedimientos.
Esto, a su vez, facilita el incumplimiento de los protocolos internos.

La Resolución 1190 de 2018 dispone el siguiente Protocolo para la atención de


protestas que cuentan con un anuncio previo y que son planificadas. Si bien su
aplicación durante el primer año de vigencia de la Resolución 1190 no ha sido
exitoso en la mayoría de los casos, es importante conocerlo y exigir a las
autoridades el cumplimiento de esta norma.

Con la Resolución 1190 se estipulan, de manera clara y precisa, unos


lineamientos en materia de actuación policial que ya estaban consagrados en
otros instrumentos, pero que, al tener poco acceso, no podían ser verifica- dos por
la ciudadanía. Si bien el Protocolo no es una garantía de que no existan
arbitrariedades en la pro- testa social por parte de las autoridades, como se ha
evidenciado a lo largo del primer año de vigencia de la Resolución, sí permite ser
una fuente clara del deber que tienen los agentes de policía. En este sentido, el
Protocolo no solo es una herramienta de consulta, sino que se convierte en la
base legal para denunciar actuaciones arbitrarias, como lo es la presencia del
ESMAD (Escuadrón Móvil Anti Disturbios) en el acompañamiento de las
movilizaciones.
El Protocolo de Protesta Social, contemplado en la Resolución 1190 de 2018, está
sujeto al seguimiento y verificación de su implementación por parte de la
ciudadanía en general y de los actores que contribuyeron a su elaboración. Para
esto, las partes solicitan el acompañamiento del representante de la Oficina del
Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. De otra
parte, como organizaciones sociales y organizaciones defensoras de derechos
humanos también tenemos un rol estratégico en el seguimiento del Protocolo. Por
un lado, es necesario propiciar su difusión ante los actores del movimiento social y
las autoridades públicas (organismos de control y gobierno) que aún no lo
conocen. Por otro lado, se pueden desarrollar mecanismos que permitan evaluar
el debido cumplimiento del Protocolo, los cuales se pueden implementar no solo a
través de las Mesas de Seguimiento, sino a través de múltiples y diversas formas
de control político a las autoridades. Se reitera que este Protocolo es una guía
metodológica que parte de la legislación vigente y jurisprudencia aplicable. En este
sentido, no modifica ninguna norma de rango constitucional, legal o reglamentario
vigente, sino que las desarrolla.

La resolución 1190 de 2018 es una guía metodológica que no modifica ninguna disposición
normativa. Se establece para que todas las dependencias del Ministerio del Interior y demás
entidades públicas, tengan una aproximación conceptual frente a la protesta social y su naturaleza
pacífica

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