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CAPÍTULO V

LA LIBERTAD CONSTITUCIONAL

149. CONCEPTO Y VALORACIÓN DE LA LIBERTAD

La libertad, y la idea que ella representa en el pensamiento de


cada individuo, constituye el concepto que con mayor frecuencia
aparece citado en el curso de la historia de la humanidad. Los docu-
mentos jurídicos, los discursos sociales, las obras doctrinarias, men-
cionan continuamente la palabra libertad. Todos los sistemas políti-
cos, tanto personalistas como transpersonálistas, proclaman que su
objetivo es la libertad, aunque los contenidos que se le asignan re-1
sulten a veces inconciliables. Las leyes, las constituciones, los actos
de gobierno, las revoluciones, las conquistas más importantes del
espíritu humano y los más absurdos atentados contra la dignidad
humana se gestaron y se producen invocando la libertad.
Explicando este fenómeno, Malinowski destaca que: "Los filóso-
fos y pensadores políticos, teólogos ypsicólogos, estudiosos de la histo-
ria y la moral, han usado esta palabra con un alcance de sentidos harto
amplio. Esto se debió en gran parte al hecho de que la palabra libertad,
por razones muy definidas, tiene una seducción sentimental y un peso
retórico que hace muy cómodo su uso en la arenga, en el sermón mo-
ral, en la exhortación poética y en el debate metaffsico" (360).
La libertad, como expresión de la necesidad espiritual y física más
elemental del hombre, trasciende el marco individual para
proyectarse en la esencia de la organización política global, y consti-
tuir la razón de ser de un Estado de Derecho en el proceso del movi-
miento constitucionalista.
Son innumerables las definiciones del concepto de libertad. Va-
rían en función del enfoque que adoptemos y de los valores que

(360) BRONISLAW MALINOWSKI, Libertad y Civilización, p. 36, Buenos Aires


1948.
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consideremos. Así, se nos presentan la libertad política y la libertad


civil; la libertad individual y la libertad social; la libertad como dere-
cho personalísimo y la libertad institucional; la libertad natural y la
libertad jurídica.
La libertad es enunciada en todos los documentos humanistas
que fueron hitos del movimiento constitucionalista. En el Pacto Polí-
tico Civil acordado en las Cortes del Reino de León en 1188; en la
Carta Magna inglesa de 1215; en las Partidas de Alfonso X; en la De-
claración de Derechos de Virginia de 1776; en la Declaración de la
Independencia de los Estados Unidos de 1776; en la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa de 1789; en to-
dos los documentos jurídicos de nuestra historia constitucional; y
en todos los tratados, convenciones y declaraciones internacionales
referentes a los derechos del ser humano.
Echeverría señalaba que "la libertad es el derecho que cada hom-
bre tiene para emplear sin traba alguna sus facultades en el
conseguimiento de su bienestar, y para elegir los medios que puedan
servirle a este objeto", añadiendo que "el libre ejercicio de las faculta-
des individuales no debe causar extorsión ni violencia a los derechos
de otro. No hagas a otro lo que no quieras te sea hecho; la libertad
humana no tiene otros lfmites"(361).
Alberdi escribía que "la libertad es el póder de que cada hombre
está dotado por su naturaleza para ejercer todas las facultades de su
ser. Es la libertad social. Pero la condición de vida de la libertad de
cada hombre es la libertad de los demás"(362).También sostenía que
"la libertad es el respeto del hombre al hombre. La libertad es poder,
autoridad. Respetar la libertad de cada hombre es respetar el poder, la
autoridad de cada hombre. Respetarla autoridad unida o colectiva de
todos los hombres que forman una sociedad es respetar la libertad de
cada uno. El que no sabe obedecer no sabe ser libre "(363).
Sarmiento destacaba que "la libertad moderna consiste en ha-
cer, decir o pensar, lo que el hombre en toda su perfección, con todas
las tradiciones de gobierno regular, bajo las reglas de la moral, la
religión ylas leyes, debe hacer, decir ypensar siempre, en todo tiem-
po y lugar"(364).

(361) ESTEBAN ECHEVERRÍA, Dogma Socialista, p. 165, Universidad Nacional


de La Plata 1940.
(362) JUAN BAUTISTA ALBERDI, Obras Selectas, t. XVII, p. 230.
(363) JUAN BAUTISTA ALBERDI, ob. cit., t. XVII, p. 115.
(364) DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO, Obras, t. 46, p. 22.
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Estrada, con referencia a la libertad civil, escribió que ella era "la
ausencia de toda traba exterior que pudiera oponerse al cumplimien-
to del deber moral de parte del individuo" (365).
Alfredo Palacios, tras analizar el pensamiento de Echeverría, se-
ñalaba que "la libertad no es un don que se recibe como beneficio gra-
tuito, sino un deber que se cumple. Hemos de saber que la libertad que
sólo da derechos, es absurda y peligrosa. La libertad está preñada de
deberes, y para conquistar el orden, hay que establecer el equilibrio
entre la autoridad y la libertad" (366).
Para Sánchez Viamonte "la libertad es hoy un concepto jurídico
institucional, pero ha empezado por ser un sentimiento, y antes, una
sensación; la que experimenta un ser humano a quien se libera, o que se
sustrae por sí mismo de los lazos materiales que lo tenían sujeto "(367).
Estas definiciones, como muchas más, pueden merecer el recha-
zo o la aceptación de los analistas. El rechazo por parte de quienes
niegan la existencia del derecho natural considerando que la liber-
tad es un don concedido por el Estado. La aceptación, por los parti-
darios del jusnaturalismo, para quienes el fundamento de la libertad
reside en los derechos naturales del ser humano que son propios dé
su naturaleza y no de una concesión estatal. A esta última conceP -
ción responde el art. lo de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos: "todos los seres humanos nacen libres e iguales en digni-
dad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben
comportarse fraternalmente los unos con los otros".
A pesar de las dificultades que se presentan para definir el con-
cepto de libertad, y a pesar de los más variados significados que se le
asignan a ese vocablo, le asiste la razón a Linares Quintana cuando
nos enseña que libertad es una palabra tan antigua como la historia
del hombre, y que la propia historia de la humanidad puede ser sin-
tetizada como la historia de la lucha eterna del hombre por la liber-
tad: "Nacido para ser libre, combate sin tregua a través de los siglos
para obtener la libertad primero; para conservarla, luego; y, cuando la
ha perdido, para recuperarla; iniciando así un nuevo ciclo, en una
serie que se repite al infinito en el decurso de los siglos, sin que nunca
la conquista sea definitiva, como si la Voluntad Divina fuera que, por

(365) JOSÉ MANUEL ESTRADA, Curso de Derecho Constitucional, t. I, p. 15, Bue-


nos Aires 1927.
(366)ALFREDO PALACIOS, El delito de opinión y la tradición argentina, p. 163,
Buenos Aires 1939.
(367) CARLOS SÁNCHEZ VIAMONTE, Manual de Derecho Constitucional. p. 119,
Kapelusz, Buenos Aires 1958.
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ese medio, la llama de la libertad se mantenga perennemente encen-


dida en el alma humana" (366).
La libertad es una idea global comprensiva de la actividad huma-
na que se desenvuelve en el ámbito privado y social. Es, sustan-
cialmente, un concepto individual que se traduce en una fuerza, en
una energía que dispone el hombre para crear y ejecutar sus ideas
con absoluta independencia. Para colmar sus aspiraciones y el logro
de su personalidad de acuerdo con las metas establecidas en su pen-
samiento.
Ese concepto individual se proyecta sobre la vida social generan-
do las libertades civiles y políticas que, al desenvolverse en un mar-
co de convivencia, están sujetas a una reglamentación razonable
emanada del poder político. El concepto individual de libertad se tra-
duce así en un valor jurídico social que la organización política debe
preservar y coordinar.
Ese valor jurídico social presupone un orden normativo y una
seguridad. Un orden normativo que diseñe los amplios espacios para
el desarrollo armónico de las libertades individuales, y una seguri-
dad jurídica traducida en las garantías tutelares de la actividad del
ser humano.
Si bien es cierto que libertad es una palabra tan antigua como la
historia del hombre, también es cierto que su trascendencia cultural
con un significado universal, aunque a veces difuso, se concreta a
partir del siglo XVIII, con el desarrollo del movimiento constitu-
cionalista.
La libertad individual generó la libertad política, y ésta, a su vez,
la libertad social en sus más variadas expresiones. El arte, la filosofía,
la música, la poesía, la educación y otras manifestaciones de la creati-
vidad del hombre comenzaron a estar intensamente impregnadas por
el concepto de libertad, desembocando en un cauce progresista que
supera cualquier tipo de trabas que se pretendan implantar y que con-
duce a situaciones enriquecedoras del espíritu humano.
La idea primaria que representa el concepto de libertad, se tra-
duce en una oposición (369). En dos polos antagónicos que son la
libertad como energía o fuerza para alcanzar un objetivo y las difi-
cultades o trabas para su concreción.

(368)SEGUNDO V. LINARES QUINTANA, Tratado de la Ciencia del Derecho Cons-


titucional, t. ni, p. 30, ob. cit.
(369) MANUEL Río, La libertad, p. 20, Academia Nacional de Derecho y Cien-
cias Sociales de Buenos Aires, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires 1969.
LA LIBERTAD CONSTITUCIONAL 443

Esa dificultad, como elemento negativo de la libertad, se mani-


fiesta en tres órdenes diferentes:
1) en la violencia o fuerza, física o espiritual, que impide alcan-
zar el objetivo;
2) en la sumisión o esclavitud del hombre frente a los impulsos
externos o frente a su propia ineptitud espiritual para superar
las pasiones que anulan su libertad;
3) en la necesidad que conduce al hombre a abandonar las me-
tas elevadas que se pudo haber fijado en función de su digni-
dad natural.
El elemento negativo, al excluir la libertad, permite la tipificación
de esta última, también en tres órdenes diferentes:
1) la libertad como exención de la violencia o como energía que
supera las trabas impuestas por la violencia;
2) la libertad como exención de la sumisión mediante un acto
volitivo interno o mediante la compulsión sobre la acción ex-
terna;
3) la libertad como exención de la necesidad que se exterioriza
cuando el hombre tiene conciencia de ella y despliega su ener-
gía espiritual para superarla.
En cada una de estas tres hipótesis, la libertad, además de exte-
riorizarse en un acto voluntario, se traduce en conductas impregna-
das por el deseo del ser humano por alcanzar un objetivo trascen-
dente; de superar las barreras interiores o exteriores de la violencia,
la sumisión o la necesidad por él conocidas mediante el despliegue
de una actividad física o intelectual que le permite alcanzar los obje-
tivos trascendentes que establece su naturaleza o su raciocinio.
Filosóficamente, la libertad es una idea representativa de las as-
piraciones individuales del ser humano, que se refleja en una pre-
sunta potestad para hacer o conseguir un resultado determinado.
Pero ese significado no es el concepto jurídico que tiene relevancia
en el derecho constitucional. La libertad jurídica no es simplemente
esa concepción metafísica, aunque con frecuencia ella es utilizada
para caracterizar el concepto jurídico de la libertad.
La libertad jurídica trasciende el marco subjetivo del individuo y
está integrada por todo el conjunto de atributos naturales o positi-
vos que la ley le asigna al hombre en función de la idea política do-
minante. La libertad es, así, el conjunto de atributos que la ley le
confiere o reconoce a una entidad que alcanza la jerarquía de perso-
444 GREGORIO BADENI

na, y que se hacen efectivos en las relaciones sociales mediante su


corporización en derechos.
La libertad es el atributo de la persona, y el derecho es el procedi-
miento e institución establecido por la ley positiva para hacer efecti-
va esa libertad jurídicamente. Así, la persona es titular de libertades
jurídicas que se traducen en derechos dentro del ámbito de la convi-
vencia social.
La libertad filosófica es un ideal individual que puede tener acep-
tación colectiva. La libertad jurídica es la tipificación legal de aquella
libertad individual. El derecho es el instrumento para la concreción

1
de la libertad en las relaciones sociales.
La institucionalización de la libertad conduce necesariamente a
forjar el derecho como instrumento que garantiza su efectividad. El
ordenamiento jurídico, al consagrar la libertad y su caracterización,
ofrece al individuo una amplia gama de posibles comportamientos
normativos para cristalizar aquella libertad.
Tales comportamientos reciben el nombre de derechos subjeti-
vos, mediante cuyo ejercicio la persona podrá disfrutar de los bene-
ficios de la libertad jurídica. La libertad es la esencia, y los derechos
subjetivos los medios legales para tornarla efectiva en la conviven-
cia social.
La libertad jurídica, que puede no coincidir plenamente con la
libertad filosófica, determina los atributos normativos de una per-
sona y le confiere los instrumentos, que son los derechos subjetivos,
para el ejercicio de esa libertad en sus relaciones con otras personas
y con la organización política global.
Esto nos conduce a descartar aquellas definiciones de la libertad
que la limitan a la idea de un hacer o dejar de hacer. La libertad es un
atributo que distingue a la persona y que se expresa en su potestad
de exigir un comportamiento determinado del Estado y demás par-
ticulares mediante el ejercicio de los derechos subjetivos.
La esfera de la autonomía individual es la libertad, y la potestad
para hacerla efectiva es el derecho a la libertad. Pero esa autonomía
y esa potestad no son las que concibe aisladamente en su seno el
individuo, sino aquellas que aparecen reconocidas y consagradas en
las normas jurídicas que, a los fines de su legitimidad, deberán refle-
jar fielmente la idea política dominante y el concepto de libertad que
de ella emana.
La libertad, tal como la concibe el individuo en su ámbito perso-
nal, puede ser absoluta e incontrolable, o estar sujeta a limitaciories
LA LIBERTAD CONSTITUCIONAL 445

subjetivas carentes de generalidad. De existir tales limitaciones, ellas


estarán impuestas por las normas morales a las que se subordina el
individuo. Pero la libertad constitucional, en su condición de libertad
jurídica, no presenta tales características.
La libertad jurídica es esencialmente limitada y controlable, por
cuanto se manifiesta en la convivencia social organizada. Sin un or-
den y sin límites para la libertad, es imposible que exista la libertad
constitucional. La relación armónica entre los individuos, y la rela-
ción armónica entre ellos y la organización política global, impone
necesariamente restricciones para la libertad, que son expresadas
en las normas jurídicas que la regulan.
En toda sociedad políticamente organizada la libertad aparece
limitada por el orden que ella establece. Pero en un sistema demo-
crático constitucional esas limitaciones a la libertad deben ser razo-
nables, respondiendo a la necesidad de salvaguardar los intereses
individuales y los intereses de la comunidad. Es por ello que las limi-
taciones a la libertad no pueden conducir a su total desconocimien-
to, y que sus regulaciones deben ser razonables y objeto de una in-
terpretación restrictiva.
Si la libertad jurídica fuera absoluta, tal como puede ser concebi-
da por algún pensamiento filosófico, sería imposible concretar una
vida social en libertad. Por tal razón, la libertad constitucional está
condicionada a la adecuación del individuo al orden jurídico de la
sociedad global. Sin esa subordinación al ordenamiento jurídico, no
puede expresarse una sociedad organizada y la libertad constitucio-
nal no será tal. En este caso no habrá libertad, sino libertinaje.
En el ordenamiento constitucional no existen las libertades ab-
solutas. Ni siquiera la libertad de vivir, institucionalizada en el dere-
cho a la vida, reviste carácter absoluto. Todas las libertades indivi-
duales, aunque importen el reconocimiento de libertades naturales
del hombre, así como también todas las libertades sociales estable-
cidas por la ley, están sujetas a reglamentaciones que, como tales,
son restricciones razonables a ellas, impuestas para armonizar los
intereses individuales y satisfacer el bien común que motiva la crea-
ción de la organización política global.
La relación entre la libertad constitucional y sus limitaciones,
impuestas por el orden social, permite precisar sus contenidos. Se
trata de una libertad jurídica y no extrajurídica. Es una libertad rele-
vante, en cuanto tiene previstos efectos jurídicos. Es una libertad
lícita, en cuanto no se concibe jurídicamente la presencia de una li-
bertad ilícita y sí los efectos antijurídicos de un comportamiento hu-
mano que es su causa eficiente.
446 GLIEG011.10 BADENI

Son varias las disposiciones constitucionales que, de manera ex-


plícita o implícita, permiten la calificación jurídica del concepto de
libertad. De ellas, el art. 19 de la Ley Fundamental es el que le otorga
su precisión básica. Dispone que nadie puede ser obligado a hacer lo
que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe. Se trata de
un principio general que está acompañado por las hipótesis en las
cuales se limita la libertad individual, y si bien ellas aluden a las ac-
ciones privadas de las personas, un enfoque interpretativo sistemá-
tico permite su aplicación extensiva a áreas extrañas a los llamados
derechos personalísimos. Tales límites, al margen de los legales, es-
tán conformados por el orden público, la moral pública y el deber de
no ocasionar daños innecesarios a terceros en resguardo de su dig-
nidad.

150. LIBERTAD Y SISTEMAS POIITICOS


Las tipificaciones clásicas de los sistemas políticos, basadas
sustancialmente sobre los aspectos formales de la organización po-
lítica global o sobre la estructuración de los gobiernos, han sido sus-
tituidas por las tipologías modernas donde el elemento fundamen-
tal para su caracterización reside en los alcances efectivos atribuidos
a la libertad. El concepto ontológico de la libertad cobra cuerpo en
un valor jurídico personalista sobre la base del cual se practica el
análisis comparativo de los sistemas políticos.
Así, para Kelsen, la diferencia sustancial entre la democracia y la
autocracia resulta de la idea de la libertad política. Esa libertad polí-
tica está presente cuando el individuo que está sujeto a un ordena-
miento jurídico participa, como regla general, en su proceso creativo.
La democracia significa que la voluntad representada en el orden
legal del Estado coincide con la voluntad de los gobernados por ser
determinante del contenido de aquélla. En la autocracia, en cambio,
los gobernados son excluidos del proceso creativo del ordenamien-
to jurídico, de modo que su contenido no coincidirá con la voluntad
de los particulares y, como consecuencia, con el concepto de liber-
tad (370), -
En su enfoque sociológico de los sistemas políticos, Aron distin-
gue los regímenes de partidos políticos múltiples o pluralistas de los
regímenes de partido único o monopolístico. Expresa que la antíte-
sis entre ambos sistemas se manifiesta notoriamente en cuatro

(370) HANS KELSEN, Teoría General del Estado, p. 408, Editorial Labor, Barce-
lona 1934.
LA LIBERTAD CONSTITUCIONAL 453

des específicas que hacen a la dignidad de la persona humana, y que


se les brinde la seguridad instrumental de que ningún gobierno o
grupo social, por más mayoritario que sea, podrá violar impune-
mente sus libertades.

152. LAS LIBERTADES EN LA CONSTITUCIÓN NACIONAL

La vigencia de la libertad y el establecimiento de un sistema polí-


tico personalista, son objetivos claramente enunciados por la Cons-
titución Nacional. Al procurar su institucionalización, los constitu-
yentes de 1853160 procedieron a reiterar los grandes fines de la or-
ganización política global que fueron expuestos en los antecedentes
constitucionales a partir de 1810.
Así, el Cabildo de Buenos Aires, cuando designó a la Junta de
Gobierno el 25 de mayo de 1810, delimitó sus facultades y deberes
en función de los principios republicanos que resguardan la libertad
de los hombres. El acta correspondiente, en su art. 6., disponía que
la Junta debía velar por el orden y la tranquilidad pública, garanti-
zando la seguridad individual de todos los vecinos y siendo respon-
sable por el incumplimiento de tal obligación.
En el reglamento de la Junta Conservadora del 22 de octubre de
1811 se proclamaba la vigencia de la legislación existente en cuanto
no se opusiera al derecho supremo de la libertad civil de los pueblos
americanos (art. 1, sec. 1); que la libertad civil y la seguridad de todos
los ciudadanos constituían el objeto del ejercicio de su autoridad por
la Junta Conservadora (art. 2., sec. 2); que el poder judicial era res-
ponsable por los atentados que se cometieran contra la libertad y
seguridad de los individuos (art. 3., sec. 3).
El Estatuto Provisional del 22 de noviembre de 1811 establecía
que el gobierno no conoce otro principio que el bien general, la liber-
tad y la felicidad de los pueblos americanos, añadiendo que la me-
nor infracción del articulado del Reglamento configuraba un atenta-
do contra la libertad civil (art. go).
El Decreto de Seguridad Individual del 23 de noviembre de 1811
disponía que todo ciudadano tiene un derecho sagrado a la protec-
ción de su vida, de su honor, de su libertad y de sus propiedades, y
que la posesión de este derecho, centro de la libertad civil y principio
de todas las instituciones sociales, constituye la llamada seguridad

El Estatuto Provisional del 5 de mayo de 1815 proclamaba que


los derechos de los habitantes del Estado son la vida, la libertad, la
454 GREGORIO UDEN!

igualdad, la propiedad y la seguridad (art. lo), Definía a la libertad


como la facultad de obrar cada uno a su arbitrio, siempre que no
viole las leyes ni dañe los derechos de °ni:5 (art. 20), Asimismo, en el
art. I, capítulo I, sección 7, aparece expuesto el contenido del actual
art. 19 de la Constitución Nacional, al disponer que las acciones pri-
vadas de los hombres que de ningún modo ofenden al orden públi-
co ni perjudican a un tercero, están sólo reservadas a Dios y exentas
de la autoridad de los magistrados, y que ningún habitante del Esta-
do será obligado a hacer lo que no manda la ley clara y expresamen-
te, ni privado de lo que ella del mismo modo no prohíbe.
La Constitución sancionada por el Congreso de Tucumán el 22 de
abril de 1819, disponía que los miembros del Estado deben ser pro-
tegidos en el goce de los derechos de su Vida, reputación, libertad,
seguridad y propiedad, y que nadie podía ser privado de alguno de
ellos sino conforme a las leyes (art. 109). El art. 112 establecía que las
acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofenden al
orden público ni perjudican a un tercero están sólo reservadas a Dios
y exentas de la autoridad de los magistrados, y el art. 113 agregaba
que ningún habitante del Estado sería obligado a hacer lo que no
mandara la ley ni privado de lo que ella no prohibiera.
La Constitución de 1826 también decía que todos los habitantes
del Estado debían ser protegidos en el goce de su vida, reputación,
libertad, seguridad y propiedad, y que nadie podía ser privado de
ellos sino conforme a las leyes (art. 159); que la libertad de publicar
sus ideas por la prensa es un derecho tan apreciable al hombre como
esencial para la conservación de la libertad civil (art. 161); que las
acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofenden al
orden público ni perjudican a un tercero están sólo reservadas a Dios
y exentas de la autoridad de los magistrados (art. 162); que ningún
habitante del Estado sería obligado a hacer lo que no mandaba la ley
ni privado de lo que ella no prohibía (art. 163),
Los artífices de la Constitución Nacional, en la sesión del 1° de
diciembre de 1852 expresaron: "La palabra más simpática para la
democracia argentina es la libertad. En la guerra extranjera como en
Ja guerra civil, siempre el pabellón azul y blanco llevó escrita esa pala-
bra mágica. Pero nuestras instituciones y nuestros hábitos heredados
no nos habían permitido comprender que no hay cosa más práctica
que la libertad, y que para ser libre es indispensable que los hombres se
doblen sumisos al despotismo santo de la ley. En busca de esa libertad
que les huía, han andado los pueblos argentinos desde que son inde-
pendientes. Estaban ciegos por falta de educación social, y no vieron
que en las luchas domésticas era sangre hermana la que corría, y que
LA LIBERTAD CONSTITUCIONAL 455

cada combatiente caído dejaba en el despoblado territorio un vacío


que debía llenar indispensablemente la barbarie" (381).
En su concepción filosófica, la Constitución de 1853/60 respon-
dió a los factores políticos, sociales, económicos e históricos que
generaron el surgimiento de la comunidad nacional, así como tam-
bién al contenido de la idea política dominante que estuvo presente
desde el mismo momento del surgimiento de la Nación. Fue expre-
sión cabal de las necesidades y aspiraciones del país dentro del mar-
co de sus posibilidades reales.
Ese criterio, aplicado para la formulación de las normas constitu-
cionales, respondió a una metodología que estuvo presente en el
informe elaborado en el ario 1860 por la Convención de la Provincia
de Buenos Aires encargada de revisar el texto constitucional de 1853,
donde se destacó: "La comisión no ha desconocido, al adoptar esta
regla de criterio, que cada pueblo tiene su modo de ser; sus principios
fundamentales de gobierno encarnados en sus costumbres, anteceden-
tes históricos, sus instituciones de hecho que no están escritas y que
tienen toda la fuerza de la ley aceptada; y por consecuencia, que cada
pueblo tiene en sí mismo su Constitución, y que no es posible organi-
zar bien una nación en teoría, prescindiendo totalmente de las leyes
del tiempo y del espacio. Pero ha reconocido también, que no obstante
estas verdades prácticas, el legislador debe propender a levantar los
hechos a la altura de la razón, poniendo a la ley de parte de ésta, en vez
de capitular con los hechos que no tienen razón de ser" (382).
Para disipar las dudas sobre la idea política dominante en la Cons-
titución, es útil y necesario el conocimiento de las perspectivas de
los hombres que la redactaron para comprender el significado de la
libertad, de sus valores y de las instituciones en que se materializa.
Esas instituciones fueron elaboradas por hombres que rechaza-
ron la instrumentación de soluciones transitorias, por hombres su-
mamente idóneos que, con motivo de su intensa actuación política y
de las experiencias recogidas durante décadas de opresión y autori-
tarismo, tenían un cabal conocimiento de la realidad e ideas claras
sobre las necesidades del país a los fines de su organización, por
hombres que supieron interpretar y plasmar jurídicamente la vo-
luntad del pueblo y el objeto al cual respondió la fundación de la
Nación Argentina.

(381) Congreso General Constituyente de la Confederación Argentina


1852-54, p. 13, ob. cit.
(382) Diario de Sesiones de la Convención del Estado de Buenos Aires,
p. 92, Buenos Aires 1860.
456 GREGORIO BADEN I

La redacción de la Ley Fundamental revela que fueron debida-


mente aplicadas las técnicas más modernas de formulación consti-
tucional, en la búsqueda de la perdurabilidad de sus normas que
permitiera, dentro de su cauce, el nacimiento y desarrollo de institu-
ciones sociales y políticas que en ese momento concreto no era po-
sible prever. Se consiguió forjar los instrumentos para evitar la ines-
tabilidad política y para que las normas constitucionales no queda-
ran a la zaga del dinamismo social.
Para consolidar la unidad nacional que no se había podido con-
cretar durante más de cuarenta arios, uno de los principales objeti-
vos de los constituyentes fue el gobierno enérgico. Otro de sus obje-
tivos fue la instauración de un gobierno con poderes limitados, lo
cual se tradujo en una fórmula muy sencilla: el gobierno debía ser
fuerte para consolidar la unidad nacional y la democracia constitu-
cional, pero esa fuerza jamás debía superar los límites establecidos
por el reconocimiento de la libertad del hombre.
Otro de los propósitos fue la creación de un gobierno represen-
tativo, de un gobierno ejercido por personas idóneas, por personas
que supieran superar los intereses sectoriales recogiendo y plasman-
do en soluciones concretas, basadas sobre el bien común, las in-
quietudes y demandas de la población.
Los constituyentes querían un gobierno fuerte, un gobierno que
respetara la libertad y que fuese ampliamente representativo de los
ideales que forjaron el surgimiento de la Nación. Todo ello en un
marco racional y realista que posibilitara la subsistencia del sistema
sin necesidad de tener que apartarse del texto constitucional.
Los fundadores del sistema constitucional no abrigaron la inge-
nua ilusión de que la Constitución se pudiera defender a sí misma.
Las leyes son creadas, cumplidas y violadas por los hombres. Por el
contrario, se esmeraron por difundir la educación cívica y por crear
un conjunto de instituciones básicas, una maquinaria que, pese a ser
manejada por seres imperfectos, egoístas y ambiciosos, pudiera fun-
cionar correctamente para proyectar los intereses generales ligados
con el florecimiento cultural, el desarrollo económico y la vigencia
de la libertad.
Esas técnicas reflejaban el pesimismo, o quizás el realismo, so-
bre la actuación que cabe esperar de los hombres en la vida política.
Sin embargo, su aplicación permitió el desenvolvimiento de un sis-
tema vigoroso, lo suficientemente eficaz para asegurar la defensa
del país y concretar la estabilidad interna. Esa estabilidad, si bien no
fue su única virtud, permitió la proyección del país en el seno de las
LA LIBERTAD CONSTITUCIONAL 437

naciones del mundo corno modelo digno de admiración y respeto, y


fue la fuente de un legítimo orgullo para varias generaciones.
La extensión de los derechos políticos, la demanda de participa-
ción política, el requerimiento de responsabilidades en los gober-
nantes y los gobernados, fueron elementos debidamente valorados
por los constituyentes, quienes, con agudeza, encontraron las solu-
ciones correctas. De tal modo, y superando el marco jurídico, la Cons-
titución fue concebida como un instrumento de gobierno, corno un
auténtico símbolo de la nacionalidad y como una garantía eficaz para
la libertad y dignidad del hombre; corno un modelo de conducta cí-
vica que permitiera consolidar a la comunidad nacional y le sirviera
de guía cada vez que, por dolorosas circunstancias, se apartara del
recto camino indicado por ella.
La Constitución fue concebida esencialmente para cristalizar el
espíritu nacional y para proyectarlo, sin límites temporales, en un
marco de libertad y responsabilidad.
Destacando este aspecto, Joaquín V. González señaló que "no debe
olvidarse que es la Constitución un legado de sacrificios y de glorias
consagrado por nuestros mayores a nosotros ya los siglos por venir,-
que ella dio cuerpo y espíritu a nuestra patria hasta entonces informe,
y que como se ama ala tierra nativa y al hogar de las virtudes tradicio-
nales, debe amarse la carta que nos engrandece y nos convierte en for-
taleza inaccesible a la anarquía y el despotismo" (383) , agregando que
"la Constitución Nacional es uno de los instrumentos de gobierno más
completos, más orgánicos, más jurídicos, sin ser por eso estrecho ni
inmóvil, que hayan consumado los legisladores de cualquier país y
época" (384). En igual sentido, resaltando la proyección y aplicabilidad
de la Ley Fundamental, Linares Quintana expresa que "La Constitu-
ción Argentina es una de las más sabias, humanas, prudentes y perfec-
taS constituciones del mundo "(385).
La Constitución Nacional de 1853/60 fue una síntesis admirable
de los objetivos perseguidos con motivo de la fundación de la Na-
ción Argentina, empresa en la cual participaron activamente varias
generaciones de argentinos y destacadas personalidades. Mariano
Moreno, los integrantes de la generación de 1837, Dorrego,
Etcheverría, Alberdi, Urquiza, Fray Mamerto Esquiú, Sarmiento,

(383) JOAQUÍN V. GONZÁLEZ, Manual dala Constitución Argentina, p. 29, ob. cit.
(384) ToAQuiN V. GONZÁLEZ, Estudios Constitucionales, t. I, p. 14, ob. cit.
385) SEGUNDO V. LINARES QUINTANA, La Nación Argentina hecha ley, p. 43,
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, Buenos
Aires 1971.
458 GREGORIO BADENI

Mitre, Mariano Fragueiro, Mármol, Juan María Gutiérrez, Gorostiaga,


Vélez Sarsfield, Carlos Tejedor, Valentín Alsina, Facundo Zuviría, to-
dos ellos y muchos más, en distintos momentos y por diferentes
medios, colaboraron en la formación de la Ley Suprema, armoni-
zando los ideales existentes para forjar no una obra teórica emana-
da de las especulaciones de un gabinete, sino la real expresión de la
historia, el sentimiento y las expectativas de un pueblo en función de
la libertad del hombre.
Refiriéndose a la libertad constitucional, en la Convención Na-
cional Constituyente de 1957, Alfredo L. Palacios destacó: "La Cons-
titución ha servido de guía, ha sido el ideal permanente de los hom-
bres que luchamos por la libertad y la hemos invocado en el Parla-
mento, en la cátedra, en la tribuna popular, sosteniendo que mientras
haya una Constitución como la nuestra, habrá una luz que señalará el
camino"(386).
La formulación constitucional de 1853/60 respondió cabalmen-
te a la doctrina del movimiento constitucionalista, concebido como
un movimiento de verdadera superación humana (387) en el curso
de la historia de la lucha del hombre por su libertad y su dignidad.
Respondió a una concepción democrática de la vida social que, tras
superar el enfrentamiento que mantuvo con ciertas ideas tradicio-
nales, impregnadas por las formas sociales y políticas autoritarias
del pasado, otorgó carácter prioritario al reconocimiento y a la pro-
tección de la libertad y la dignidad del hombre, forjando la instru-
mentación de un conjunto de recaudas y técnicas destinados a con-
trolar y evitar el ejercicio abusivo del poder. Respondió a una idea
política dominante que se impuso progresivamente, generando un
firme proceso de perfeccionamiento social mediante la identifica-
ción del pueblo con los valores e ideales de libertad expresados en la
Constitución Nacional.
El fundamento de la estructura constitucional y la finalidad su-
prema de las normas que la integran, reside en el reconocimiento y
protección de la libertad humana. En el texto constitucional, y en
cada una de sus disposiciones, aparece claramente establecida la
preocupación por encausar la vida política y social hacia el amparo
de la libertad y dignidad.

(386) Diario de Sesiones de la Convención Nacional Constituyente de


1957, t. I., p. 316.
(387) ALBERTO RODRÍGUEZ VARELA, Significación Jurídica y Proyección
Institucional de la Declaración de la Independencia, p. 103, Academia Nacional
de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, Buenos Aires 1967.
LA LIBERTAD CONSTITUCIONAL 459

Así, en el Preámbulo de la Constitución se declara que su estable-


cimiento responde al propósito de asegurar los beneficios de la li-
bertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hom-
bres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino.
En la primera parte de la Constitución, genéricamente llamada
dogmática, aparecen expuestas enunciativamente las libertades del
hombre y los derechos establecidos para hacerlas efectivas. Espe-
cialmente, cabe recordar el principio general contenido en su art. 19,
según el cual las acciones privadas de los hombres que de ningún
modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un
tercero, están sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los
magistrados, y que ningún habitante de la Nación será obligado a
hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohibe.
Asimismo, el art. 28 de la Constitución limita la potestad regla-
mentaria de las libertades, disponiendo que los principios, garantías
y derechos reconocidos en los anteriores artículos no podrán ser
alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio.
Finalmente, y como cláusula residual, el art. 33 incorporado en
1860 sobre la base de la enmienda IX de la Constitución de los Esta-
dos Unidos, prescribe que las declaraciones, derechos y garantías
que enumera la Constitución no serán entendidos como negación
de otros derechos y garantías no enumerados, pero que nacen del
principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de
gobierno.
Con dicha cláusula adquieren jerarquía constitucional todas las
especies de la libertad natural del hombre y todas aquellas que con-
forman la esencia de un sistema gubernamental republicano, estén
o no enunciadas explícitamente en el texto constitucional o en sus
normas reglamentarias. Tanto las libertades ya existentes, como las
libertades en embrión que nacerán como consecuencia del dinamis-
mo social.

153. RELATIVIDAD DE LAS LIBERTADES CONSTITUCIONALES


La libertad, si bien constituye un valor supremo del hombre y de
la sociedad, no es absoluta, sino solamente relativa. En un sistema
democrático constitucional no existen las libertades absolutas. To-
das ellas están sujetas a una serie de limitaciones que, al margen de
las impuestas por los factores externos provenientes del espacio fi-
sico en donde el hombre desarrolla sus actividades, son estableci-
das para posibilitar una convivencia armónica y el cumplimiento de
460 GREGORIO BADEN1

los grandes fines que motivaron la creación de la organización polí-


tica global.
La libertad constitucional es esencialmente limitada, pero sien-
do también el hombre esencialmente libre, tales límites, para su ejer-
cicio a través de los derechos subjetivos, deben ser impuestos por
ley en función del principio de legalidad y su interpretación debe ser
restrictiva. No toda limitación legal resulta aceptable, sino solamen-
te aquélla que esté dotada de razonabilidad.
Además, por aplicación del principio de igualdad, las limitacio-
nes a la libertad deben ser iguales para todos los hombres en igual-
dad de circunstancias.
Así, la legalidad, la razonabilidad y la igualdad condicionan la va-
lidez de las limitaciones establecidas a la libertad en un sistema
constitucionalista.
La libertad originaria del individuo sólo puede ser concebida en
forma absoluta cuando su vida se desarrolla de manera aislada res-
pecto de sus semejantes y se abstiene de Participar en la vida social.
Pero el hombre es un ser social por naturaleza que, además de vivir,
necesita convivir. La relación social resulta ineludible.
Apartándonos del análisis sobre las diversas concepciones filo-
sóficas que precisan la naturaleza y fundamentación de la libertad,
en la práctica resulta totalmente imposible imaginar al hombre en
un mundo donde estuviera completamente aislado y reducido a sus
propias fuerzas físicas. Semejante situación resulta inconcebible
como consecuencia de la naturaleza del ser humano que, además de
vivir corporalmente, necesita convivir espiritualmente entablando
relaciones sociales.
El ser humano, como unidad corporal y espiritual indivisible, en-
cuentra en la libertad la herramienta que lo eleva por encima de los
valores materiales, proyectándolo hacia un universo infinito donde
todo tipo de creación intelectual es imaginable. Sin embargo, en el
marco de la convivencia social, esa libertad no puede ser absoluta,
sino limitada con el propósito de armonizar su ejercicio por parte de
todos los integrantes de la sociedad y con los intereses de la organi-
zación política.
La libertad originaria y natural del individuo es institucionalizada
por la ley reglamentando su ejercicio en la vida social. Ello permite la
coexistencia de las libertades individuales en una relación armónica
que hace a la esencia de la vida en sociedad.
En un sistema constitucional, la inexistencia de libertades abso-
lutas y el reconocimiento de libertades relativas se impone para ase-
LA LIBERTAD CONSTITUCIONAL 461

gurar la subsistencia de las libertades. Ello es así, porque la libertad


absoluta reconocida a algunos individuos desemboca en la absoluta
negación de la libertad para otros individuos.
La limitación de la libertad, paradójicamente es el medio para
asegurar la libertad de todos los individuos, forjando una conviven-
cia armónica donde las potestades naturales de cada uno no pueden
proyectarse hasta el extremo de desconocer las libertades de los
demás miembros de la sociedad, ni de impedir el desenvolvimiento
y bienestar de la comunidad. Pero, el carácter relativo de la libertad
no es absoluto, pues está sujeto a ciertos límites. Si el relativismo
fuera absoluto e ilimitado, la presencia de la libertad sería una sim-
ple expresión de deseos subordinada a la voluntad del gobernante
de turno.
Las limitaciones a la libertad que, en rigor y jurídicamente, son
limitaciones a los derechos del hombre, jamás pueden desembocar
en la negación de la esencia de aquélla. La Constitución prevé una
libertad limitada y condiciona la validez de esos límites a la igualdad,
razonabilidad y al debido procedimiento legal. Las regulaciones a la
libertad tampoco son absolutas, sino razonables en función del bien
común. Ellas emanan de la ley en forma negativa o positiva. Son
negativas cuando imponen una obligación de no hacer, y son positi-
vas cuando establecen un deber de actuar en forma determinada.
Esas limitaciones a la libertad, traducidas legalmente en obliga-
ciones de hacer o de no hacer, son deberes jurídicos impuestos a los
individuos que restringen su libertad para posibilitar el ejercicio de
las libertades por todos los individuos y para crear las condiciones
necesarias que permiten el desarrollo y progreso social.
Las limitaciones a la libertad, configuradas por las obligaciones
de hacer y de no hacer que establece la ley, son consecuencia del
orden que presupone toda sociedad políticamente organizada. Una
organización constituida para el logro de fines personalistas excluye
la hipótesis de la libertad absoluta, porque el orden que ella configu-
ra se concreta en la imposición de obligaciones a las cuales debe
adecuarse "el comportamiento del hombre.
Toda libertad, traducida en un derecho, tiene su obligación co-
rrelativa. Para que la libertad sea efectiva a través del ejercicio de los
derechos, es necesario que jurídicamente se prevean los deberes
frente a ella. Esos deberes son los que permiten una convivencia
armónica en libertad y la concreción de los grandes fines que moti-
van la creación de la organización política global.
De todos modos, en un sistema personalista, como lo es una de-
mocracia constitucional, la regla general es la plena vigencia de la
462 GREGORIO BADENI

libertad, con las razonables limitaciones impuestas por los deberes


jurídicos que la sociedad establece para sus integrantes.
Tales principios aparecen correctamente enunciados en la Cons-
titución Nacional. Ella reconoce, en forma expresa o implícita, todas
las libertades del ser humano a través de su institucionalización en
derechos. Pero esas libertades no son absolutas, ya que el propio
art. 14 de la Ley Fundamental se encarga de disponer que los dere-
chos constitucionales deben ser puestos en funcionamiento confor-
me a las leyes que reglamenten su ejercicio.
A su vez, la cláusula del art. 14, al admitir las limitaciones por vía
de la reglamentación, está sujeta a la previsión del art. 28, que esta-
blece que los principios, garantías y derechos reconocidos por la
Constitución no pueden ser alterados por las leyes que reglamenten
su ejercicio. Esto significa que la reglamentación no puede tener un
alcance tal que en la práctica se traduzca en el aniquilamiento de la
libertad o en su desnaturalización. También significa que la regla-
mentación debe ser razonable, respetando la esencia del art. 19 de la
Ley Fundamental, y que no puede ser fuente de desigualdades que,
como tales, siempre serán arbitrarias.
La relatividad de las libertades constitucionales, en forma
mediata, siempre debe tener sustento legal. Pero, de manera inme-
diata, puede ser generada tanto por una ley como por las relaciones
jurídicas lícitas concertadas voluntariamente por los individuos. Ellos
pueden restringir sus libertades e, inclusive, renunciar a algunas de
ellas.
Así, el art. 19 del Código Civil dispone que es viable la renuncia
particular de los derechos conferidos por las leyes, siempre que no
revista carácter general. También el art. 872 de dicho Cuerpo legal
establece que las personas pueden renunciar a los derechos que les
son concedidos. Pero tales renuncias sólo son válidas si recaen so-
bre derechos conferidos en función de un interés particular. En cam-
bio, no producen efectos jurídicos las renuncias de derechos que
tienen un sustento de orden público o que estén vedadas- por la ley.
Se trata de una proyección de la cláusula contenida en el art, 19 de la
Constitución.
La relatividad de las libertades también está expuesta en algunos
de los tratados internacionales que enuncia el art. 75, inc. 22, de la
Ley Fundamental,
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hom-
bre establece que los derechos de las personas no son absolutos.
Están limitados por los derechos de las restantes personas, por la
LA LIBERTAD CONSTITUCIONAL 463

seguridad de todos y por las justas exigencias del bienestar general y


del desenvolvimiento democrático (art. 28). Añade que la conviven-
cia social debe expresarse de manera tal que todos, y cada uno de los
individuos, puedan formar y desenvolver integralmente su perso-
nalidad (art. 29).
La Declaración Universal de Derechos Humanos prescribe que
toda persona tiene deberes respecto de la comunidad. Pero, en el
ejercicio de sus derechos, solamente están sujetas a las limitaciones
impuestas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y
el respeto de los derechos de los demás, y de satisfacer las justas
exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en
una sociedad democrática. Agrega que tales derechos no pueden
ser ejercidos en oposición a los propósitos y principios, esencial-
mente personalistas, de las Naciones Unidas (art. 29).
Similar criterio adopta la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. Dispone que las restricciones a los derechos sólo pueden -
ser aplicadas conforme a las leyes que se dictan por razones de inte-
rés general (art. 30). Esas leyes son las que imponen deberes para
con la familia, la comunidad y la humanidad, determinando que los
derechos de una persona estén limitados por los derechos de los
demás, por la seguridad general y por las justas exigencias del bien
común en una sociedad democrática (art. 32).
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Cul-
turales establece que los derechos que garantiza pueden ser limita-
dos por ley, pero sólo en la medida compatible con la naturaleza de
esos derechos y con el objeto exclusivo de promover el bienestar
general en una sociedad democrática (art. 4°). Además, no son ad-
misibles las restricciones de los derechos humanos reconocidos en
un país por las leyes, convenciones, reglamentos o costumbres, por
la sóla circunstancia de no ser reconocidos por el Pacto o de merecer
un reconocimiento de menor grado al dispensado por el derecho
'interno (art. 5°).

154. PODER DE POLICÍA

La libertad constitucional no es la libertad tal como es concebida


por las diversas corrientes del pensamiento filosófico, sino aquella
que es reconocida y garantizada por la ley constitucional. La Consti-
tución enuncia y reconoce las libertades, establece los derechos para
garantizarlas y fija los límites para su desenvolvimiento en las rela-
ciones sociales.

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