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Un nuevo filme de índole histórico, más precisamente bélico, llegó a las salas de
cines del país. Se trata de Alexander, del director Oliver Stone, quien a manera de biografía,
narra y explica la vida y, de manera especial, la obra conquistadora de Alejandro de
Macedonia. Si bien, el filme no ha generado polémica y debate en demasía, como otras
películas de mismo género; es relevante destacar como personajes y aspectos de la historia
antigua grecorromana están presentes, en nuestro tiempo, en la mente de muchos cineastas
y directores y, por cierto, del público común.
Alejandro Magno es, sin duda, uno de los personajes más sorprendentes y más
estudiado por la historiografía universal. Su figura, su obra y su fuerte y extraña
personalidad unida a un carisma peculiar, lo transformaron en un verdadero mito y
arquetipo para la civilización cristiano-occidental, en un militar victorioso, en un unificador
de pueblos y en un héroe viviente para el mundo clásico.
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Doctor en Historia por la Universidad de Pisa (Italia). Profesor de Historia Antigua, Universidad de
Concepción.
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quienes vivieron, aproximadamente, cuatro siglos después del conquistador macedónico.
De aquí surgen entonces, las diversas interpretaciones en torno a Alejandro. En efecto, la
cultura latina y griega ofrecen visiones opuestas, pero constantes de la figura del héroe
macedónico; mientras los griegos lo celebraban como campeón del helenismo, los romanos
buscaban de manera denodada redimensionarlo o de representarlo como el prototipo del
tirano. En el fondo, la representación y reinterpretación del insigne macedónico en calidad
de político–soberano, militar–conquistador y como persona, constituyó una antinomia,
canalizada en dos vertientes: el buen–mal Alejandro. En esta doble corriente; la positiva y
de admiración lo concibe como un ser digno de emulación por sus triunfos militares, gran
conquistador, buen soberano, por su valentía y carisma personal y dotado de valores
morales. En contraposición, la corriente negativa de hostilidad, lo retrata por su
personalismo, ambición, autocracia y tiranía, además, de una valorización degenerativa en
el plano moral–virtuoso.
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II.– Un imperio mundial: Por la magnitud y lo extenso del territorio, desde la península
balcánica hasta la India. Ya Droysen, en su clásica obra Alejandro Magno, a mediados del
siglo XIX, señalaba que: “Alejandro creó la primera unidad universal que encontramos en
la historia”. ¿Cómo se presenta esta realidad? Uno de los propósitos claros de la
expedición alejandrina a Asia fue recuperar la libertad de las poleis griegas en la costa del
Asia Menor. Después de la victoria sobre Dario III en la batalla de Gaugamela en el 331 a.
de C., Alejandro viene proclamado rey de Asia y envió a los griegos una magnilocuente
proclama, sentenciando que todas las tiranías habían sido abolidas e inaugurando un
período de autonomía. De esta manera, a partir del 330 a. de C. fue rey del imperio persa,
de Macedonia, y las poleis de la costa asiática liberadas entraron a formar parte de su
imperio. En el fondo, Alejandro en la titulatura e ideología oficial llegó a ser un ilimitado
basileus universal, conquistador y rey del mundo.
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concreción de su imperio mixto. Más aun, el conquistador tuvo en mente el proyecto de un
traslado de hombres de Asia a Europa y viceversa, procurando una mestización ecuménica.
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quien utiliza por primera vez la palabra cosmopolites como “ciudadano del mundo” (VI, 63,
72)