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"EL SECRETO MORTAL DE LOS TEMPLARIOS"

También los templarios deberán arribar a un punto donde terminan por encontrarse con los cátaros y
los gnósticos. Descubren que Cristo es una Entidad solar, nunca encarnado, ni crucificado en la
Tierra. La cruz es un símbolo estelar, conocido por Pitágoras y Platón, quienes declaran que el
"Espíritu está crucificado en los cuatro reinos".
Los gnósticos hacen más explícito el símbolo: Los reinos mineral y vegetal son la vertical
descendente; el reino animal es la horizontal, porque marcha sobre la tierra con su columna
vertebral
en esa posición; el nombre es la vertical ascendente, pues mantiene su columna vertebral erguida.
Así
se ha crucificado el Espíritu en la involución, debiendo elevarse nuevamente hasta la conciencia
divina. Los rosacruces dirían: "Cuando florezca la Rosa en el punto de confluencia de la horizontal
y
la vertical". En el Chacra Manipura, agregaremos.
Es desde aquí donde empieza la transfiguración o mutación. La cruz de los cátaros era un hombre
de
pie, con su brazos abiertos, simbolizando seguramente el espíritu crucificado en su involución
terrestre, y de inspiración gnóstica, por su parecido con algunas figuras de Eon, o de Aion. El
hombre
luchando por retomar a su hogar perdido, elevando la cabeza más allá de las nubes. El Cristo Solar,
el
Arcángel Gabriel y su Hermano de la Luz Increada, Lucifer, o Lucibel, el de la Luz de Venus, el
que
sólo anuncia la venida del Sol y se retira discretamente. Los cátaros y los templarios se declaraban
cristianos de este verdadero cristianismo, profundamente espiritual, griego-hermético, griego-
egipcio,
solar, tan contrario al cristianismo judeo-semítico, lunar, de Roma.
Sin embargo, Robert Ambaláin, escritor de temas masónicos, afirma en su "Vida Secreta de San
Pablo", que el INRI que se ha puesto sobre la cruz significa lo mismo, porque Iebeschah (I), en
hebreo, es tierra; Nour (N), es fuego; Ruah (R), es aire; Iammín (I), es agua. Según este autor masón
de alto grado, por consiguiente decidido partidario del judaismo ortodoxo, Saul-Pablo no era judío,
sino un árabe idumeo, un pagano que hizo uso de sincretismos y utilizó los Misterios de Mithra y
Orfeo para inventar de arriba abajo el cristianismo gnóstico de los comienzos. Mas, hay que
recordarlo, Pablo se ha hecho circuncidar, y ha dicho: "No es judío el que lo es por fuera, sino el
que
lo es por dentro".
A propósito de Ambeláin, conviene aclarar que el anticristianismo de los masones de alto grado,
especialmente en las logias francesas, se alimenta en el judaismo ortodoxo, en la Tora, que los
controla y ordena. Es una "pelea de rabinos", como diría Otto Rahn, y nada tiene que ver con el
Cordón Dorado, ni con una naturaleza solar, antilunar.
También se ha dicho que INRI significaría Igne natura renovatur integra, la naturaleza se renueva
entera por el fuego, lema alquímico que habría agradado también a los cátaros.
Los templarios no reniegan de la cruz, que es uno de los símbolos esenciales; reniegan sólo del
crucificado humano y terrestre, en quien no creen. Por todo lo dicho, Jesús, para ellos, no era el
Cristo
Solar, no podía serlo. Al parecer han descubierto, en las ruinas del Templo de Salomón,
documentos
de importancia decisiva. Louis Charpentier piensa que un Flavio Josefo no adulterado, donde se da
a
conocer la verdadera identidad de Jesús, o Jesua, el hombre crucificado por los romanos.
Robert Ambeláin sostiene, en su otro libro "Jesús, el Secreto Mortal de los Templarios", que Jesús
era
el hijo mayor de Judas de Gamala, jefe de la secta fanática de los celotes, que trata de restaurar el
trono de David para sus descendientes directos, es decir, para el jefe de la secta.
A la muerte de Judas de Gamala, Jesua pasa a reclamar para sí el derecho del trono. Pedro y los
demás
"discípulos" son, en verdad, sus hermanos, según Ambeláin, y miembros de la secta extremista.
Jesua
es un personaje enigmático, esencialmente un agitador político, como lo comprueba su ataque a los
mercaderes en el templo, los que no pagaban tributos al legítimo descendiente de la casa de
DavidLos romanos no crucificaron por razones religiosas. Eran paganos, y los dioses paganos,
como me
decía una vez Nehru, "viven y dejan vivir". Para los romanos contaban únicamente los agitadores
políticos, que alteraban su pax. A Jesua lo crucificaron cabeza arriba, porque le consideraban un
malhechor, un extremista y asaltante de caminos, un "guerrillero"; como se diría hoy, quien, por la
fuerza —porque él "no ha venido a traer la paz, sino la guerra"— trataba de recuperar algo que
afirmaba pertenecerle. Sobre la cruz, la autoridad romana imperial hace poner un cartel, escrito en
varias lenguas, con la siguiente leyenda: "Rey de los Judíos". No son los fariseos quienes le
condenan;
en verdad son ellos quienes se lavan las manos. No estaban con él, ni aceptaban los métodos
celotes,
que les creaban problemas innecesarios con la autoridad romana, tampoco le reconocían como a su
Rey, menos aún como el Mesías. Además, los judíos no crucificaban, lapidaban.
Para Otto Rahn la disputa de Jesús con los fariseos es una querella de rabinos con interpretaciones
contrapuestas, con tácticas distintas. Lo que aparece como seguro para los diferentes,escritores y
comentaristas citados es que Jesua, el hombre, es un nacionalista judío, que no concebía otra
humanidad más amplia que la judía de sus tiempos, su secta y sus propios intereses, intentando
cumplir con sus designios "sionistas", como se diría hoy. Sin duda, ese Jesua era un jefe extraño,
diferente a su padre, Judas de Gamala; conocía y practicaba una suerte de magia para realizar sus
ambiciones políticas y las de sus seguidores.
Quizás la aprendiera en Egipto. El mal ladrón, crucificado con él, que le reprocha su fracaso, sería
un
celóte aprehendido también en el Huerto de los Olivos, donde Pedro hace uso de la espada; porque
los
celotes andaban siempre armados. El "mal ladrón" le echa en cara a su jefe la inefectividad de su
magia, que los ha llevado al suplicio infamante de la cruz. Ambeláin dice que los dos "ladrones"
serían en verdad mercenarios pagados para hacer de guardia de corps de Jesua. Sus nombres son
Demás y Cystas. Dos sicarios.
En el momento de, morir, Jesua lanza una terrible imprecación, proyectada con todas las fuerzas
oscuras y tremendas del que se encuentra en los confines de la vida corporal, la que se extiende
hasta
nuestros días, y que ha sido interpretada y falseada de muchas maneras, pero que sólo los rabinos
kabalistas, de la Kábala hebrea, la conocerán en su exacto sentido.
El Emperador Julián, el "Apóstata", sabía todo esto. Desgraciadamente hace destruir en Samaría, en
el
año 362, la tumba de Jesua. Después de eso no habrá ya dificultad para la elaboración del mito de la
resurrección y ascensión corporal al cielo, al Pleroma gnóstico, como el Profeta Enoc y como Elias.
HAY DOS PERSONAS DISTINTAS EN LOS EVANGELIOS
Los Manuscritos del Mar Muerto habrían venido a proyectar nueva luz sobre una confusión de
veinte
siglos. Louis Charpentier hace notar la contradicción profunda que se nota en los Evangelios, donde
dos personas distintas están hablando todo el tiempo. Una es el agitador lleno de espíritu de
vindicta,
pidiendo que le traigan a sus enemigos y los asesinen en su presencia. Dice: "Quién no esté
conmigo
está en contra de mí". Y otra, un personaje desconocido, que habla palabras de amor y sabiduría,
semejantes a las de Buda, a las de los sabios bakhti de India.
En todos los Evangelios, excepto en el de Juan, donde únicamente se manifiesta la segunda persona,
aparece esta desconcertante contradicción. Es por eso, se dice, y subrayo se dice, que cátaros y
templarios creen únicamente en el Evangelio de San Juan. Ambeláin, sin embargo, afirma que se ha
confundido a cátaros y valdeístas.
Los cátaros no eran cristianos, según él, sino maniqueos, gnósticos. No creen en la "Unidad del
Verbo
Encarnado", que es confirmada en el Evangelio de San Juan. Como hemos dicho, este Evangelio ha
sido considerado apócrifo, más de una vez. Atribuido a Juan el Evangelista, vendría a ser un
conjunto
de textos gnósticos, alterados luego. Apoyándose en los Manuscritos del Mar Muerto, Charpentier
insiste en que los Evangelios han
mezclado dos personas diferentes, que existieron en aquellos tiempos, Jesua, el celóte, descendiente
de David, y un Maestro esenio, de esa interesante secta mística, quizás no judía, semejante a los
yogas
de India, a los filósofos vedantinos, a los devotos bakhtis y a los sufis, de Persia, con un espíritu
más
semejante a la iniciación hiperbórea de los orígenes y con indudables contactos con la sabiduría aria
hindú.
Según Serge Hutin, en sus estudios gnósticos, el término esenio viene de la raíz hebrea chase y
significa "fiel". El esenisrno se desarrolla a partir del año 150 antes de nuestra Era, junto a las
orillas
del Mar Muerto, en los límites del desierto de Judea. Su comunidad principal se encontró en
Khirbet,
donde se han descubierto los famosos textos denominados del Mar Muerto. La secta dura hasta
junio
del año 68 de nuestra Era, fecha del arribo de la Décima Legión romana, enviada a sofocar la
revuelta
judía.
La secta de Qumram habla de un misterioso Maestro de la Justicia, quien, un siglo antes del Cristo
de
los Evangelios, les ha revelado el verdadero sentido oculto de las Escrituras y ha sido condenado al
suplicio y muerto por los judíos defensores de la ortodoxia. Los esenios dicen ser los "hijos de la
luz",
los solos elegidos de Dios, en lucha contra los "hijos de las tinieblas". Son dualistas, por
consiguiente.
Desaparecen en el año 70, pero se habrán asimilado con algunas sectas gnósticas, con el
cristianismo
de Juan y puede que con ciertas órdenes benedictinas. Plinio el Viejo dice de ellos: "Forman una
verdadera comunidad monástica hebrea, practican la comunidad de bienes, el ascetismo y la
disciplina
contemplativa. Forman un pueblo sin mujeres, sin amor, sin dinero, un pueblo eterno, donde nadie
nace". Rechazaban el matrimonio y los sacrificios de sangre, era un grupo herético, excluido del
Templo de Jerusalem por los ortodoxos. Y Flavio Josefo agrega: "Su doctrina exalta el
desprendimiento del cuerpo.
El cuerpo es mortal y debe disolverse; pero las almas son inmortales, venidas de las puras regiones
del
éter, se encuentran encarceladas en los límites corporales y son atraídas por un centro natural a
formar
ese nudo. Cuando se liberan de los lazos de la carne, salen como de una larga esclavitud y se elevan
felices en el espacio". Pareciérase estar oyendo hablar de los cátaros.
El esoterismo esenio unió enseñanzas pitagóricas a viejos textos israelitas y tradiciones
indiscutiblemente brahamánicas y budistas.
Los manuscritos del Mar Muerto se refieren al Misterioso personaje, el "Maestro de la Justicia",
"quien está muy alto y del cual no se puede, o no se debe hablar". Ahora bien, este Maestro no ha
sido
crucificado por los romanos, pero sí, al parecer, lapidado por los judíos. De este modo se explicaría
esa acusación de deicidio, sostenida por casi dos mil años.
Pero hay otra contradicción, aún más interesante para nosotros: la de un Jesús mago-tántrico con ese
personaje místico y bondadoso que pide: ''Dejad que los niños vengan a mí".
Poco antes del descubrimiento de los Manuscritos del Mar Muerto, se han encontrado en el Alto
Egipto otros documentos preciosos, entre ellos el Evangelio de Tomás, que se conocía sólo por las
citas de Clemente de Alejandría y de Orígenes, al comienzo del Siglo III, referencias que nos llegan
en traducciones y no en los originales de estos autores, que se han extraviado.
En el libro de Robert Ambeláin, "La Vie Secrete de Saint-Paul" (La Vida Secreta de San Pablo), se
reproduce, fotografiada, la siguiente página de este Evangelio: "Dice Jesús: "Dos han reposado en
un
mismo lecho, uno morirá, otro vivirá". Y Salomé, (María-Salomé) dice: "¿Quién eres tú, hombre, de
quién procedes tú, para haber entrado en mi lecho y haber comido de mi mesa?". Y Jesús le dice:
"Yo
soy aquél que ha sido producido de Aquel que me es igual; me han investido con lo que es de mi
Padre". Y Salomé: "Yo soy tu discípula".
¿Y cuál es la enseñanza del Maestro? Clemente de Alejandría, en sus "Stromates", (III-IX-66) y
Clemente de Roma, muerto el año 97, en su
"Segunda Epístola a la Iglesia de Corintia", citan del Evangelio de los Egipcios el siguiente párrafo:
Y María-Salomé, pregunta al Señor: "Maestro, ¿cuándo terminará el reino de la Muerte?". Y Jesús,
respondió: "Cuando vosotras mujeres no hagáis más hijos... y cuando los dos sean uno, cuando el
hombre y la mujer se habrán unido, cuando no habrá más hombre ni mujer, entonces terminará el
reino de la Muerte"... Y Salomé, replicó: "¿Yo haré, entonces, bien en no tener hijos?"... Y Jesús,
dijo:
"Come de todos los frutos, pero de aquel de la amargura, el de la maternidad, de ése no comas..."
Estamos en las fuentes mismas del cristianismo, porque estas citas han sido hechas sólo sesenta
años
después de la muerte de Jesús. Es a partir del Siglo IV cuando la Iglesia de Roma trata de hacer
desaparecer de la historia el personaje María-Salomé, la yogini de Jesús, su Enoia, su Áyesha, o
Shakti, con la cual ha practicado la Magia tántrica del Maithu-na, del amor estéril, del Amor sin
amor,
según se desprende de la página del Evangelio de Tomás, reproducida como aparece en Ambeláin.
Y es esta enseñanza de magia tántrica la que siguen luego los cátaros, porque también era la druida
y
la de Hiperbórea. La predican los trovadores occitanos.
Hemos visto ya que María-Salomé, la "seductora", como se la llama en los Evangelios, la
bailarinaKali, quien corta la cabeza de Juan el Bautista, la princesa hija de reyes, termina sus días en
Occitania,
según la leyenda áurea, y es madre de Santiago el Mayor, el despedazado. Es decir, es la Viuda (ha
quedado "viuda" después de la crucifixión) de un amado divino, de un Siddha tántrico, dando a luz
toda una especie iniciática, no de carne mortal; la de los despedazados y vencidos, la de los
seguidores
de Lucifer, el Dios de los Perdedores del Kaliyuga.
Salomé también se llama María. Es Maya-Shakti.
Símbolos que caen sobre otros símbolos, arquetipos encarnados, sobrepuestos autónomamente a las
historias, o a la Historia, por el Inconsciente Colectivo, o por el Cordón Dorado, para hablar mejor.
Por el Inconsciente Colectivo Ario, diría Jung. Aquí hay todo un cristianismo diferente, solar,
esotérico, iniciático. El cristianismo cátaro, quizás, el tantrismo cátaro.
Jesús no ha cumplido con la ley judía, no se ha casado, sólo tiene yoginis, discípulas que lo siguen,
porque él ha venido a destruir ¡a obra de la mujer, como lo dijera ("cabalgando el tigre", agregaría
Julius Evola), a desintegrar la Eva externalizada y a recuperar a Lilith, la Amada Interior, como se
desprende de su respuesta a la pregunta sobre cuándo terminará el reino de la Muerte: Cuando los
dos
vuelvan a ser uno.
Ahora bien, ¿qué ha sucedido? ¿Por qué ha sido crucificado? ¿Traicionó también a su Lilith por una
Eva externalizada? ¿Fracasa en su misión por ello? ¿Se lo reprocha el "Mal Ladrón"? ¿Ha dejado el
camino de la Mano Derecha, de los Señores del Gral, el de los Puros cátaros, y en vez del Maithuna
interior ha ido al lecho y a la mesa de María-Maya-Salomé-Shakti? ¿O es que también él era un
acólito del Dios de los Perdedores del Kaliyuga?
En todo caso, Salomé acompaña a Jesús hasta la cruz, porque "el Amor cubre todas las faltas",
como
dijera el rey tántrico Salomón. Y seguirá luego buscando sus pedazos dispersos más allá de la
tumba,
en la tierra de los trovadores cátaros, de los minnesänger y en la Iberia composteliana, donde pensó
poder reconstruir la verdadera Doctrina Áurea, antes y después tantas veces despedazada.

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