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SECTOR AGROPECUARIO
Material didáctico elaborado por el Ing. Agr. José Manuel Salas Oroño para el curso
de Sociología Agraria de la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la Universidad
Nacional de Tucumán. Tucumán, agosto de 2010.
Como todos los modelos, el conservacionista “fue bueno mientras duró". Durante el
período en que -por el lento desarrollo de la medicina “precientífica”- los índices de
mortalidad fueron muy próximos a los de natalidad dando por resultado el bajo
crecimiento de la población, en tanto la mayor parte de la población mundial estuvo
radicada en el campo autoabasteciéndose de alimentos, y en tanto el comercio
interregional e internacional estuvo poco extendido –por la ineficiencia del transporte
terrestre en carretas, y el marítimo a vela- las cantidades de alimentos producidas
mediante las técnicas conservacionistas resultaron normalmente suficientes para abastecer
las necesidades de la humanidad, a nivel de cada localidad. Ruttan estima que en ese
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largo período el incremento anual de la producción agrícola fue del orden del 1% anual,
aproximadamente igual al crecimiento de la población.
Durante sus casi dos primeros siglos -más o menos entre 1750 y 1945- la
industrialización creció en el marco de la “división internacional del trabajo”, a través de la
cual los países del hemisferio norte –Inglaterra primero, luego Estados Unidos- se
especializaron en la producción industrial y los países del hemisferio sur -como Argentina-
se dedicaron a producir materias primas, agrícolas y mineras, en un proceso conocido
como "expansión agro exportadora", y en el marco de una economía liberal y abierta al
comercio exterior.
Marco nacional
En Argentina mediante sucesivas campañas militares llevadas a cabo entre 1810 y 1879
se desalojó a tehuelches -aonikén, en su lengua- y mapuches de las aproximadamente
cincuenta millones de hectáreas de la llamada "pampa húmeda", en las provincias de
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Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y La Pampa.
Las campañas militares expulsaron a los indios del norte y este de Buenos Aires y las tierras
se privatizaron a través de variados procesos que incluyeron desde la "enfiteusis" de
Rivadavia hasta los premios militares dados por Rosas. Para darnos una idea de los
tamaños de las estancias que se adjudicaron basta tener en cuenta que la unidad de
medida fue la “legua" -de 5 kilómetros por 5 kilómetros- equivalente a 2.500 hectáreas, y que
las adjudicaciones eran normalmente de varias leguas. Hacia 1850 casi 13.000.000 de
hectáreas se repartieron entre menos de 400 estancieros y comerciantes, lo que da un
promedio de más de 30.000 ha para cada uno. El arrastre histórico determinó que la
pampa criolla fuera predominantemente estanciera y latifundista hasta hace poco más de una
década.
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Desde el momento en que a comienzos del siglo XX los barcos frigoríficos posibilitaron
las exportaciones de carnes sin salar de calidades progresivamente superiores, los
estancieros criadores de la pampa criolla se orientaron principalmente a la etapa
reproductiva o de cría de ganado, que por ser menos exigente que el engorde en cuanto
a calidad de pastos pudo hacerse sobre las praderas naturales sin necesidad de
implantar pasturas cultivadas. En 1888, para organizarse en el proceso de importación de
toros para mejorar sus rodeos y también para representar sus intereses económicos y
políticos, los estancieros criadores de la pampa criolla formaron la Sociedad Rural
Argentina.
Sus proyectos apuntaron entonces más hacia la producción para consumo interno, y su
modo de favorecer la cultura agro artesanal consistió en facilitar la inmigración de
familias de campesinos pobres europeos, más o menos a partir de 1850. Esto se hizo
posibilitándoles a través de procesos de colonización el acceso a la propiedad de
medianas extensiones de tierra -frecuentemente de entre 30 y 60 hectáreas- y
proveyendo también, en muchos casos, algunos animales y elementos de trabajo. Así fue
como estas provincias lograron la radicación de decenas de miles de pequeños
agricultores europeos, con lo que el norte pampeano quedó sembrado de "colonias
agrícolas" pobladas de chacareros propietarios. La expresión “pampa gringa” se relaciona
con el origen europeo "puro" de sus pobladores. Con la instalación del ferrocarril se
abarató el transporte y las colonias desarrollaron el cultivo de cereales -combinado con
ganadería, tambo, frutales, huerta, granja y procesamiento artesanal de parte de su
producción-, pasando de 350.000 hectáreas sembradas en 1870 a 4.000.000 en 1900, y
destinando ya una significativa parte a la exportación.
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alfalfado a la estancia y trasladarse a implantar alfalfa a otro pajonal.
Tipos de productores.
En este período -con modalidades propias en cada una de las tres zonas aparecen tres
tipos de productores que, con sus vinculaciones y conflictos, dejarán huellas
profundas en la historia agraria pampeana. Por una parte los latifundistas, aquellos
estancieros principalmente radicados en la pampa criolla que continuaron dedicándose a
la cría vacuna sobre muy grandes extensiones de pastos naturales. Estos, tanto para la
importación de toros ingleses como para presionar conjuntamente sobre los gobiernos, en
1888 formaron la Sociedad Rural Argentina (SRA).
Un tercer tipo está representado por los chacareros de las pampas del sur, que
tuvieron mayores dificultades por el alto precio que debían pagar por el alquiler de las
tierras, y por la inestabilidad que les daba el ser trasladados cada tres años a nuevas
parcelas, lo que les impidió ahorrar y capitalizarse. Las luchas para enfrentar estas
situaciones llevaron a los arrendatarios a organizarse en la Federación Agraria Argentina
(FAA), surgida a partir del célebre "Grito de Alcorta" de 1912.
La división internacional del trabajo que enmarcó al modelo fronterizo tuvo su propia
crisis, manifestada en la creciente desocupación urbana de los países agrícolas,
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particularmente en Argentina, debido a que el crecimiento poblacional no estuvo
acompañado por crecimiento de empleo industrial. Además, a nivel mundial, los
intercambios comerciales se redujeron como consecuencia de la segunda guerra
mundial, y también porque los países industriales, terminada la guerra, empezaron a
autoabastecerse de alimentos. La articulación de estos procesos marcó el fin del modelo
fronterizo, o de expansión de fronteras agrícolas, o agro exportador, en nuestro país.
La extensión rural, como encargada de trasladar los conocimientos técnicos desde los
centros de investigación agrícola hasta los productores, no tuvo casi significación en este
período en el área pampeana, en la que los generadores y dueños de los
conocimientos agrícolas eran los gringos inmigrantes y los conocimientos ganaderos eran
parte de las tradiciones de los gauchos reducidos a peonaje.
El marco mundial
Se ha dicho antes que casi hasta el fin de la segunda guerra mundial, la
industrialización se desenvolvió en el marco de la división internacional del trabajo. El
surgimiento de trabas al comercio internacional, primero económicas relacionadas con “el
quiebre de Wall Street” (la bolsa de comercio norteamericana) en 1929, y luego bélicas,
con la segunda guerra mundial entre 1939 y 1945. A partir de entonces se instalaron
tendencias al autoabastecimiento que determinaron el proceso de “industrialización por
sustitución de importaciones”, que llevó a Argentina y otros países latinoamericanos a
industrializarse y funcionar -en parte- como economías cerradas, exportando menos y
auto proveyéndose de gran parte de los productos de origen industrial.
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La manera como terminó la segunda guerra mundial fue un determinante central para los
cincuenta años siguientes. La caída de Berlín ocurre mediante del ataque convergente de
los ejércitos norteamericano e inglés por un lado y el ejército soviético por el otro.
El marco nacional
En busca de una posición independiente de esas opciones opuestas, muchos países
latinoamericanos desarrollaron políticas que algunos denominaron “populistas” y otros
“socialdemócratas” donde en la economía coexistieron el capital privado con el capital
estatal mediante una fuerte regulación gubernamental de la economía, tal como ocurrió
con los gobiernos de origen peronista y radical de este período en Argentina. Las
industrias se instalaron entonces en países del hemisferio sur pero con un conjunto de
políticas económicas que dieron un perfil propio a este período. Estas características
fueron:
3.- El objetivo central de dar trabajo en las ciudades y lograr el pleno empleo,
para atender las necesidades planteadas por el crecimiento poblacional, la incapacidad
del campo para dar más trabajo, y la consecuente migración rural- urbana.
La evolución en el campo
Este estilo de intervención económica se extendió también al campo, participando
intensamente el gobierno nacional mediante el peso de la ley en sus negociaciones y
conflictos, tanto entre estancieros y chacareros arrendatarios como entre patrones y
peones y entre agricultores e industriales. El gobierno fijó tanto el precio de los
arrendamientos -haciéndolos más bajos- como la duración de los contratos -haciéndolos
más largos-, mejoró los salarios y condiciones de trabajo de los obreros rurales y fijó los
precios a los que las agroindustrias debían comprar la materia prima a los agricultores,
todo esto a través de una vasta red de organismos reguladores y de control.
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como proveedor de mano de obra -la expulsada por la creciente motorización agrícola-
para emplearse en las fábricas urbanas. Por su parte, las industrias urbanas debían
proveer al campo de maquinarias, insumos y artículos de consumo familiar.
El E stado no se limitó a mediar en las negociaciones y conflictos del agro, sino que
intervino directamente en acciones de apoyo y promoción, participando mayoritariamente
en el crédito agrario, la comercialización interna y externa de la producción, y la asistencia
técnica. El Banco Hipotecario dio créditos especiales a los chacareros para que
compraran las tierras que arrendaban, con lo que estabilizó la situación de una gran parte -
posiblemente la mitad- de estos. El Banco Nación y los bancos provinciales dieron
créditos para la mecanización de los chacareros. Las Juntas Nacionales de Granos, de
Carnes, etc. aseguraron los precios internos y la comercialización externa de la
producción. El INTA, desde 1956, apoyó con investigación, experimentación y extensión
agrícola a los productores, con un particular estilo de extensión “educativa” que priorizó la
atención de los agricultores familiares. Vernon Ruttan denominó a este modelo “de
impacto urbano industrial”, y usó la denominación de difusionismo para los estilos de
extensión rural que se implementaron en su interior.
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Con las nuevas leyes de arrendamiento –a largos plazos y con regulación estatal de los
alquileres de tierras- surgieron nuevos conflictos entre los arrendatarios que querían
quedarse y los estancieros que querían expulsarlos, y esto determinó el fin de la expansión
agrícola vía arrendamientos. Sumado esto a las ya mencionadas dificultades para la
expansión empresarial, en este largo período denominado del "estancamiento del agro
pampeano" no se creció ni en el área sembrada ni en la producción exportable,
manteniéndose ambas en valores próximos a las 20 millones de hectáreas sembradas y a
25 millones de toneladas de cereales y oleaginosas. Argentina dejó de ser “el granero del
mundo” simplemente porque industrializaba y consumía su producción, mejorando su
nivel de vida.
Los comienzos del INTA: La Extensión Rural como educación modernizadora hacia
las familias rurales.
A mediados de este período fueron predominantes los análisis que atribuyeron la lentitud
en el crecimiento de la economía argentina al “estancamiento pampeano”, y en ese
contexto el estado nacional decidió la formación del INTA –Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria- en 1956. Las dos actividades centrales que se le asignaron
fueron:
2.- La Extensión Rural, cuyo objetivo fue impulsar la reactivación del campo logrando que
los agricultores conozcan y apliquen las técnicas generadas en el proceso de
investigación. Estas actividades se realizaron en “Agencias de Extensión Rural” (AER). En
la actualidad, entre estaciones experimentales y agencias de extensión de diverso tipo, el
INTA cuenta con 290 unidades operativas en el campo argentino.
Pese a la influencia de esta visión, desde el INTA no se pudo dejar de advertir que eran
justamente los productores familiares –y particularmente los capitalizados, los
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chacareros pampeanos- los “actores dinámicos” del agro en ese período. Efectivamente,
ante las políticas proteccionistas los minoritarios empresarios agrícolas del período se
auto describían como “desalentados” por la escasa rentabilidad. Respecto de los
latifundistas –los estancieros- se interpretaban que al lograr sus objetivos de lujo,
prestigio y poderío local con enormes extensiones sometidas a tecnologías extensivas de
muy bajos rendimientos por hectárea, pero casi sin costos ni riesgos, no estaban
motivados hacia el cambio tecnológico. Los que movilizaban el agro, aquellos a los que
se podía ver comprando máquinas y vendiendo granos, eran principalmente los
chacareros –los “actores dinámicos”-, y el INTA consideró que con ellos se debía trabajar.
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etapas definitorias en la llamada “guerra fría” que llevaron a los contendientes a “jugarse
el todo por el todo”. El ejército norteamericano, después de una prolongada invasión, fue
finalmente derrotado en Vietnam; y en Asia, África y América Latina crecían los
movimientos emancipatorios y liberadores –que incluyeron a organizaciones guerrileras -
contrarios al imperialismo norteamericano y sus aliados. Surgieron en ese contexto las
acciones del gobierno norteamericano destinadas a asegurar sus áreas de dominio en
América Latina, erradicando violentamente los intentos de evolución –o revolución- hacia
el socialismo.
Desde Brasil los planteos tercermundistas del educador Paulo Freire calificaron de
“bancario”, “mecanicista” y hasta “domesticador” a este estilo de extensión. Se consideró
que partía del prejuicio de que los únicos conocimientos válidos eran los que surgían de
la investigación formal, desvalorizando así la herencia cultural campesina, y que, con esta
visión, lo que los extensionistas estaban haciendo era trasladarlos “mecánicamente” y
“depositarlos” en la mente supuestamente vacía del agricultor, sin tomar en cuenta ni
experiencia, ni sus necesidades, ni sus propósitos.
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familias rurales pobres y explotadas, y por esta vía tendían a “domesticarlas” logrando
que aceptaran como naturales e inevitables las injusticias sociales imperantes.
Partiendo de la base de que los conocimientos se construyen grupal y participativamente y
como respuesta a los problemas más sentidos, Paulo Freire propuso la articulación de dos
tipos de acciones educativas a realizar en conjunto entre técnicos y grupos de pobladores
rurales:
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consecuencia de la apertura económica, con sus crecientes importaciones de
productos industriales de consumo, máquinas e insumos agrícolas y hasta armamentos,
fue la aceleración del proceso de endeudamiento externo, de tan significativas
consecuencias posteriores.
La evolución agrícola.
Con un dólar "libre" -consecuencia del decreciente control del estado sobre los
cambios- con maquinarias e insumos importados a bajo costo y con bajas retenciones, en
el campo resultó económicamente más conveniente la producción para exportación que
para consumo interno. Los precios de las materias primas exportables o "commodities"
como los granos y las carnes, subieron significativamente. Con importaciones -de
maquinarias, de nuevas semillas y de agroquímicos- libres de aranceles, los costos de las
más modernas tecnologías se redujeron, y la actividad agroexportadora pasó a "ser
negocio", y de gran atracción, para los terratenientes o estancieros, lo que fue
transformando a muchos en productores de tipo empresarial. Los productores de tipo
empresarial, que como se dijo tuvieron restricciones para proliferar en el período anterior
encontraron en el marco de la apertura económica condiciones propicias para su
expansión.
Vernon Ruttan denomina a este modelo de desarrollo "de insumos de alto rédito" y a su
estrategia para aumentar la productividad la describe como: “Poner a disposición de los
agricultores de los países en desarrollo los insumos más modernos, aquellos capaces de
aumentar la productividad y la rentabilidad". La expresión "Revolución Verde" hace
referencia al conjunto de nuevas tecnologías desarrolladas desde mediados de la década
del 1960 en EEUU, y que recién ingresan masivamente a los países del sur -como los de
América Latina- cuando declina el proteccionismo y se ingresa primero a la apertura
económica y más adelante a la globalización.
3.- El empleo de una tecnología que aún siendo diseñada para extensiones
relativamente grandes -centenares y hasta miles de hectáreas- en comparación con
los tamaños de finca de los chacareros, era similar a la empleada por estos:
labranza convencional (con la introducción del la “labranza vertical” con
cinceles), uso de variedades o híbridos, y herbicidas selectivos.
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familias rurales, a un estilo “transferencista” que tuvo por principal destinatario al nuevo
sector empresarial en expansión.
Pero fue la apertura económica lo que delineó el nuevo modelo de extensión, al volver
a estimular las exportaciones agrícolas –por la eliminación de las retenciones-, al dar
lugar a la nueva tecnología de la llamada “revolución verde”– por el ingreso masivo de
maquinarias e insumos importados-, y al favorecer la aparición de nuevos actores, los
mencionados al describir la “primera expansión empresarial”. Los “actores dinámicos” del
período 1976 – 1989 fueron las grandes empresas agrícolas de capital fijo, y en menor
medida las PyMEs y el segmento más capitalizado de los chacareros.
El modelo de extensión “transferencista” de este período tuvo sus propios “para qué
transferir”, “a quienes transferir”, “que transferir” y “como” hacerlo. El “para qué” tuvo
como prioridad aumentar las exportaciones, muy especialmente las de granos.
El “a quienes transferir” ya no fue a las familias rurales en tanto familias sino a “los
productores” y, dentro de ellos, a los calificados como “viables” por tener capacidad
económica para adquirir y aplicar las máquinas e insumos importados. Estos fueron los ya
mencionados “actores dinámicos” del período: grandes empresas, algunas PyMes, y los
chacareros más capitalizados. Esto no significó que se desatendiera deliberadamente a
los minifundistas, pero sí que perdieron prioridad y que, cuando se trabajó con ellos fue
tratándolos como productores empresariales y no como familias.
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ingenieros agrónomos y profesionales afines para el asesoramiento y el control técnico en
las empresas agrícolas, y como tales se transforman en importantes destinatarios de los
mensajes del INTA. Al mismo tiempo en las técnicas de comunicación del INTA crece el
uso de medios masivos –como prensa, radio y televisión- en detrimento de las relaciones
“cara a cara”.
Marco mundial
La llamada "guerra fría" puede considerarse concluida con la crisis del comunismo y el
desmembramiento de la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia, cuyo momento
emblemático se consideró la caída del muro de Berlín en 1989. La consecuencia más
inmediata fue el indiscutible dominio militar del mundo por parte de EEUU, ya sin ejércitos
capaces de oponérsele, y bajo ese único dominio el rápido desarrollo del complejo
proceso de globalización o mundialización.
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llamados "inviables", que son aquellos cuyo trabajo y cuyas producciones dejaron de
tener utilidad y valor en el mundo de la globalización financiera. Y esto vale tanto para los
países como para las regiones y las personas. Según algunos analistas la globalización
genera una nueva división internacional, que ya no es la del trabajo agrícola y el trabajo
industrial, sino la que se genera entre globalizadores y globalizados.
En estos enfoques, los “globalizadores" son los dueños del mundo virtual o inmaterial que
incluye el capital financiero, la información estratégica, las comunicaciones masivas, las
grandes redes de comercialización, la generación y el control de las nuevas
tecnologías, y pretenden hoy extender sus derechos de propiedad sobre recursos
materiales estratégicos para el futuro cercano, como el petróleo, eventualmente el agua
potable, y los genomas vegetales, animales y hasta humanos.
Los "globalizados" son los que, aparentemente sin tener otra opción, deben poner su
trabajo, su equipamiento y sus recursos naturales al servicio del capital financiero -tal
como ocurre con la expansión sojera argentina- en condiciones en las que se generan
desequilibrios ecológicos, económicos y sociales que hacen crecer la exclusión y la futura
"'inviabilidad". Los globalizados son los pueblos que están severamente condicionados
por la deuda externa o la amenaza militar, los que pueden resultar aislados por un
bloqueo económico, en caso de no pagar sus deudas, o pueden ser blanco de una
“guerra preventiva” –como Afganistán, como Irak- en caso de ser categorizados como
“terroristas".
El marco nacional
En este marco mundial las economías cerradas, socialdemócratas, de industrialización por
sustitución de importaciones, dejaron de tener sustento. Bajo fuerte presión de
organismos como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización
Mundial de Comercio, el nuevo modo de organización económica fue el neoliberalismo,
que combinó cinco políticas básicas:
5. Ajuste: o drástica reducción de los gastos del estado, incluidos los servicios de
salud, educación, asistencia técnica, financiamiento, seguridad, etc.
Estas cinco políticas surgen del núcleo central del “pensamiento único” neoliberal. Se
afirma que el dinamismo económico de los países solo surge cuando el estado no
interfiere con sus políticas intervencionistas o proteccionistas -con aranceles al comercio
externo y controles a los precios internos- en los mecanismos de formación de precios, en
la libre oferta y demanda, considerada ya a nivel global o planetario. La apertura
económica y las desregulaciones apuntan a bloquear estas intervenciones estatales y a
afianzar el imperio del mercado.
El neoliberalismo interpreta también que el daño del estado no solo opera al interferir en
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el mercado, sino que además sus empresas de servicios públicos –luz, agua,
teléfonos, combustibles, transportes, investigación, previsión y asistencia social, etc.- son
siempre deficitarias y obligan por una parte a aplicar altos impuestos a las actividades
económicas reduciendo su competitividad internacional, y por otra parte a imprimir
moneda sin respaldo para pagar los sueldos de los numerosos empleados públicos, con
lo que generan procesos inflacionarios.
3.- El empleo de una tecnología que normalmente está atada a una muy gran escala -
del orden de decenas de miles de hectáreas- y es cualitativamente distinta de la
empleada por los chacareros. En el caso del cultivo más extendido en esta modalidad,
la soja, la tecnología combina la transgénesis con el uso de un herbicida total
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– glifosato- y el empleo de las grandes maquinarias de la siembra directa
con perspectivas de ser cada vez más orientada en el futuro cercano por el
control satelital, y la ausencia total de rotaciones, La "agriculturización" de las
pampas -con la ganadería vacuna confinada en pistas de engorde (o "feed lot”) y
lotes menores de pasturas con suplementación de granos- fue la primera etapa.
Con la autorización ministerial para el empleo de soja transgénica en 1996, que
facilitó la siembra directa o labranza reducida, comenzó una segunda etapa -en la
que nos encontramos, con casi el 70 % del área sembrada dedicada a soja- a
la que se suele denominar “sojización".
Con ese tipo de ideas fue que el gobierno nacional de la década del 90 pretendió la
privatización del área de extensión del INTA, intentando prescindir de su personal y
vender sus instalaciones y equipos. Este intento se encontró con una cerrada oposición,
tanto en los extensionistas, que defendían la validez de su trabajo y no querían perderlo,
como de los productores rurales no incluidos en el modelo de “agricultura financiera”
antes descrito. Los representantes de estos agricultores, predominantemente pequeños y
medianos, desde el retorno de la democracia en 1983/84 formaban parte de la conducción
del INTA a través de los “Consejos Regionales”, y desde esas posiciones desarrollaron
como contrapropuesta a la privatización el diseño de un nuevo estilo de extensión.
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El Programa Cambio Rural
Para las PyMEs y los productores familiares se diseñó el proyecto “Cambio Rural”,
también denominado “Programa de reconversión productiva para la pequeña y mediana
empresa rural”, que fue lo más representativo de la extensión rural de la época. Se
trataba de promover la formación de grupos medianos –de ocho a diez productores- que
se actualizaran tecnológicamente compartiendo el asesoramiento técnico de profesionales
formados y coordinados por el INTA. Para facilitar la formación de los grupos el estado
nacional a través del INTA pagaba durante los primeros años de funcionamiento del grupo
la totalidad de los honorarios de ese “promotor asesor” del programa –elegido por los
agricultores- al que entrenaba previamente. En los siguientes años, se pretendió que el
grupo de productores participara en proporciones crecientes del pago del técnico, con la
intención de que al llegar al quinto año ya fuera totalmente pagado por los productores y
el INTA se limitara a la actualización tecnológica del profesional.
Cada agencia de extensión cuenta desde entonces con un “agente de proyecto” del
programa cuya función es controlar la calidad del accionar de los “promotores asesores” y
promover su capacitación y el intercambio de sus experiencias. Llegaron así a formarse –
en todo el país- unos 700 grupos con más de 7.000 productores, que emplearon a casi
500 ingenieros agrónomos y técnicos agrícolas.
El Proyecto Minifundio
Un tercer componente de este diseño fue el “Proyecto minifundio”, destinado a los más
pequeños productores familiares, y atendido directamente por las agencias de extensión
radicadas e n regiones de concentración de minifundios. El apoyo técnico a la
diversificación, al procesamiento artesanal de la producción y a la autoproducción de
alimentos son algunas de sus líneas de acción. Se pusieron en marcha 132 proyectos que
incluyeron a 14.600 familias minifundistas.
Prohuerta
El cuarto componente es el Programa “Prohuerta”, que provee a familias carenciadas
asesoramiento técnico e insumos –principalmente semillas- para promover posibilidades
de autoproducción de alimentos en los sectores sociales más pobres, tanto rurales como
suburbanos. En la actualidad el programa atiende a 550.000 huertas que aportan a la
alimentación de 3.500.000 personas, con modalidad de producción orgánica.
Además, los agentes de extensión del INTA apoyan con asesoramiento técnico al
Programa Social Agropecuario -del Ministerio de Agricultura de la Nación- que atiende
con asistencia técnica, crédito y promoción de la organización grupal a numerosas
familias minifundistas.
El marco mundial
El fin de la guerra fría o de la competencia entre capitalismo y comunismo no dio lugar ni al
fin de las ideologías ni al fin de la historia, como llegaron a suponer algunos analistas.
En poco tiempo, la globalización agudizó problemas ecológicos, sociales y políticos
permitiendo presagiar además su agravamiento futuro al comprometer agudamente las
diferentes dimensiones de la sostenibílidad, lo que hizo recomenzar la lucha ideológica
en la sociedad mundial.
En 1992 al nivel de las Naciones Unidas (UN) se intentó llegar a acuerdos para la
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preservación ambiental a nivel mundial, a través de la reunión “Cumbre del mundo" en Río
de Janeiro. Si bien los avances logrados por la investigación científica permitían describir
con suficiente fundamento y certidumbre la gravedad de los problemas ambientales y el
ritmo de su empeoramiento, a la hora de plantear las conclusiones y recomendaciones -
fijadas en la "agenda para el siglo XXI"- el gobierno de EEUU retiró su representación de
la reunión, supuestamente para proteger los intereses económicos que serían afectados
por el avance hacia una legislación ambiental mundial. El retiro de la principal potencia
mundial redujo la representatividad y operatividad de las resoluciones de la "cumbre de
Río". De todos modos surgieron de ella avances significativos en la conceptualización y
medición de la sosteniblidad en sus dimensiones económica, ecológica y social.
Por un lado, liderados por Estados Unidos, Gran Bretaña y el capital transnacional, se
afianzan los partidarios de la profundización de la globalización en el marco del
neoliberalismo, considerando como favorable su efecto en el crecimiento económico, en el
desarrollo de las comunicaciones masivas y, más recientemente, en la lucha contra el
terrorismo y su esperado efecto en el mejoramiento de la seguridad mundial. Desde esta
posición, se niega la gravedad de los problemas ambientales o se confía en que la
evolución tecnológica les encontrará repuesta antes de que se tornen críticos. Respecto
de problemas sociales como el desempleo y la exclusión, se confía en el futuro "derrame"
de la riqueza, afirmando que a mediano plazo el crecimiento de las inversiones del capital
globalizado determinará oportunidades de trabajo y progreso par todos.
Los sucesos del año 2001, como la reacción político militar norteamericana ante el
atentado a las torres gemelas con invasiones a Afganistán, Irak y amenazas extendidas a
muchos países, generaron en Europa, Asia y América Latina diversas reacciones de
repudio que socavaron al discurso neoliberal en su pretendido carácter de “pensamiento
único”.
El marco nacional.
Algunos párrafos atrás se mencionaron “los sucesos del 2001” y la nueva estrategia en
la política mundial desarrollada por EEUU a partir del atentado a las torres gemelas.
Para muchos analistas políticos y económicos, un componente de esta nueva estrategia
llegó a Argentina en Diciembre de ese mismo año cuando el gobierno nacional,
presionado para garantizar el pago de la deuda externa, inmovilizó y desvalorizó todos los
fondos privados depositados de diversos modos en los bancos, en lo que se llamó el
“corralito”, el “corralón” y la “pesificación”. El frenaje que produjeron estas medidas en la
economía argentina fue tan fuerte que generó casi inmediatamente procesos de
desabastecimiento, desempleo y pánico social que movilizaron a diferentes sectores de la
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población en “piquetes”, “cacerolazos” y “asambleas” que, bajo la consigna común “que se
vayan todos” expresaban el extremo rechazo a las políticas y los políticos sumisos al
poder financiero transnacional. Cayó el gobierno nacional y, tras meses de duras crisis
económicas y políticas, emergió un nuevo gobierno con discurso y acciones contrarias al
sometimiento financiero.
Como se planteó en párrafos anteriores, los gobiernos surgidos luego de los sucesos del
año 2001 rompieron la continuidad de las pol íticas neoliberales anteriores, empezando por
la apertura económica.
Este decreto chocó con los intereses de los diversos participantes de la “cadena de la soja”,
desde los inversores financieros hasta los terratenientes y chacareros que ced ían sus tierras
en arriendo; desde los proveedores de insumos hasta los contratistas. En conjunto y con el
apoyo coyuntural de sectores opuestos al gobierno, llevaron a cabo acciones de
confrontación directa consistentes principalmente en masivos y prolongados cortes de ruta
en gran parte del país. Llevada la controversia a la C ámara de Senadores de la Nación, ésta
decidió no respaldar el decreto presidenc ial, y retrotrajo las retenciones al nivel en que se
encontraban antes del conflicto.
El llamado “conflicto del gobierno con el campo”, que tuvo tantas consecuencias pol íticas
posteriores, puede analizarse como descriptivo de las crisis actuales vin culadas con la
oposición entre la globalización neoliberal (en este caso el libre comercio o el imperio del
mercado global) y la resistencia a la misma mediante acciones del Estado que p retendan
organizar las actividades econ ómicas. También resulta explicativo de c ómo y por qué
gobiernos latinoamericanos que pretenden pol íticas autónomas respecto del capital
transnacional no pueden entrar en aquellos reductos donde se concentran los m ás
poderosos intereses, como los de las com modities y, en otro ámbito los medios de
comunicación masivos.
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contienda, es haber logrado hacerse denominar “el campo”, y aún los “hombres de campo”,
con todo el potencial simbólico de esas denominaciones. Se podría también pensar que “el
campo” es todo el campo y no solo lo que está sembrado con soja, y que los “hombres de
campo” son las 300.000 familias rurales argentinas y no las solo 50.000 vinculadas a la
“cadena de la soja”.
Ruttan considera que fue el mercado lo que orientó hacia la mecanización en EEUU,
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donde las tierras eran baratas y los salarios altos, y hacia las técnicas intensivas en mano
de obra en Japón, donde las tierras eran muy caras y los salarios bajos. Pero también
llega a la conclusión de que los precios del mercado, en países dependientes y orientados a
la exportación, no son suficientes para orientar la investigación agrícola hacia la
generación de tecnologías apropiadas y que debe recurrirse a diversos mecanismos de
"innovación inducida" –con planificación y control estatal- para lograrlas. Inclusive el qué
tecnologías desarrollar, para qué y para quienes, no puede quedar en estos países librado
totalmente a la iniciativa de los investigadores, por cuanto estos resultan frecuentemente
atraídos por la comunidad científica de los países lideres a través de ventajas
económicas, como la financiación de sus investigaciones, y también académicas, como el
reconocimiento de sus aportes, lo que los impulsa a orientar su trabajo en consonancia
con las finalidades de los grandes grupos económicos como por ejemplo los proveedores
de insumos importados.
Otros aportes, compatibles con los análisis de V. Ruttan, avanzan respecto a las
propuestas técnicas propias de "la resistencia a la globalización", tales que sean capaces
de mejorar la sostenibilidad ecológica y social de la producción agropecuaria. Líderes de
estos planteos son los países de la Unión Europea, con especial énfasis en la protección
ambiental y también interesantes avances en lo que respecta a la sostenibilidad
económica y social.
Desde los países del Tercer Mundo -en América Latina, Asia y África- también han
surgido propuestas de tecnologías apropiadas para atender la problemática ambiental y
social de sus regiones. En general, tanto las propuestas europeas como las del Tercer
Mundo tienen como ejes principales las diversas vertientes de la agroecología.
Según Miguel Altieri la agroecología apunta a una "agricultura que sea ambientalmente
sana, que sea diversificada y rompa el monocultivo, para que así no dependa de
insumos agrotóxicos externos que son caros y ecológicamente peligrosos. Para la
construcción de esta nueva agricultura también se busca la viabilidad económica y la
justicia social. Por esta razón, la agroecología debe complementarse con políticas
agrarias que busquen la seguridad alimentaria, la conservación de los recursos naturales
y la eliminación de la pobreza rural, lo que nosotros denominamos una agricultura
sustentable.” En otro trabajo, el mismo autor agrega: “la agroecología necesariamente
requiere de campos pequeños esparcidos en un mosaico estructural de cultivos
adyacentes y tierra no cultivada que proporcione refugio y alimentación alternativa a los
enemigos naturales de las plagas".
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Ante el diseño de un nuevo modelo de extensión en INTA.
A partir del 2002 se revierte la política privatizadora de la década del 90 y se plantea la
recreación de un estado con capacidad de intervención y control. Libre ya de la amenaza
privatizadora el INTA evalúa sus experiencias anteriores y discute respecto a como
adecuar su estilo de extensión a la problemática de la realidad rural actual y el replanteo
de objetivos nacionales. Pese a encontrarse en un momento de profundos análisis y
naturales controversias, los extensionistas deben dar diariamente respuesta a la
diversidad de situaciones que enfrentan con los diferentes tipos de productores en cada
región, y aparentemente lo hacen adecuando sus experiencias anteriores más exitosas
a las posibilidades actuales.
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