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El interés por el análisis de los libros de texto para la enseñanza de la historia en Argentina
está presente desde los años 90. Estos estudios y análisis suelen referirse al tratamiento de
los contenidos y enfoques y no a la utilización práctica por parte de los docentes y
estudiantes en las aulas (Ossana, 1993; Privitellio, 1998; Reta, y Pescader, 2002; Amézola,
2004; Romero, 2004).
Una de las razones que señala De Amézola (2015) para explicar esta diferencia y distancia
entre currículum editorial y oficial es el achicamiento sostenido del mercado de libros de
textos escolares a partir de los años 80, más notorio luego de la crisis del año 2001. El autor
retoma una entrevista realizada a varios editores por Jorge Saab en el año 1997 en la cual
justamente se pone énfasis en la necesidad de las editoriales de ser precavidas frente a la
inclusión de ciertos temas en sus textos en razón de las ventas (vale aclarar que el mercado
editorial en Argentina está desregulado y depende mayormente de las compras
individuales). De este modo, suele ser el sector con mayor poder adquisitivo el que
continúa comprando libros escolares.
1
Parte de este desarrollo se encuentra en Cuesta, V. (2019) Formación inicial de profesores en enseñanza de
la historia en Argentina y Brasil. UNLP. Recuperado de: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?
a=d&c=libros&d=Jpm789. Acceso: 16/04/20.
Lectura/s y escritura/s en la enseñanza de la Historia
caso, la última dictadura militar es reinterpretada por los textos escolares sobre la base de
cuatro temas: represión, política económica, Malvinas y organismos de derechos humanos.
Respecto al primer tema, los libros de texto describen la represión, la desaparición forzosa,
el secuestro, el asesinato y la tortura, pero no caracterizan a los desaparecidos como
militantes políticos. Se pone énfasis en las políticas financieras neoliberales de la dictadura
y sus efectos negativos sobre la industria nacional y el rol del Estado en materia de política
social. La guerra de Malvinas es interpretada como hecho irresponsable del gobierno
militar. Y en cuanto a los organismos de derechos humanos, poco se explica acerca del
accionar político y las diferencias que estos tuvieron y mantienen entre sí. En este sentido,
el autor coincide con Mariano Nagy (2013) en que pese a las buenas intenciones de los
documentos curriculares, los libros de texto continúan sosteniendo una posición mitrista o
hibridizan los aportes de la historiografía más renovada.
Según De Amézola:
Puede afirmarse que la historia nacionalista que predominó en las aulas hasta
hace veinte años se debilitó desde entonces en los diseños curriculares y que los
nuevos textos escolares presentaron novedades significativas en relación a lo
que se publicaban antes de la reforma educativa [se refiere a la iniciada en
1993]. De acuerdo con los cambios curriculares, los textos incorporaron el
estudio; la formación de clases sociales; la ampliación del concepto de fuente
histórica con la inclusión de buena cantidad de ellas y de actividades para
resolución de los alumnos (2015, p. 223).
Para responder estos interrogantes, primero revisan teóricamente los aportes de la didáctica
de la historia alemana, y se detienen en particular en el análisis de la conciencia histórica.
En cuanto al estudio de los libros de texto, González y Massone (2004) siguen los
postulados de Jörn Rüsen (1997) quien entiende que estos deberían incorporar en sus
narrativas elementos que permitan elaborar una conciencia histórica que dimensione las
relaciones pasado-presente-futuro y en la cual se puedan observar las competencias
perceptiva, interpretativa y orientativa que la caracterizan.
Lectura/s y escritura/s en la enseñanza de la Historia
Luego de analizar manuales publicados entre 1988 y 2003, las investigadoras concluyen
que en la mayoría de los casos, no se “proponen relaciones de temporalidad complejas por
cuanto omiten las referencias al presente” (González y Massone, 2004, p. 74). Y aunque
estos textos formulan la idea de construcción del conocimiento sobre el pasado, no se
ofrecen conexiones con el presente de los jóvenes ni se los interroga sobre la relación entre
su experiencia temporal y la social e histórica. Como conclusión, las autoras presentan una
agenda de trabajo para el análisis de los libros de texto que incluye principalmente la
necesidad de realizar investigaciones empíricas que den cuenta de cómo profesores y
estudiantes leen, utilizan y se apropian de las narrativas de los libros de texto y qué usos y
funciones les asignan a los mismos.
En síntesis, podemos sostener que en Argentina como el estudio de los libros de texto
escolares para la enseñanza de la historia se inicia en los años 80, pero en la última década
se observan lecturas y análisis más elaborados, que ponen en juego diferentes perspectivas
y enfoques. Sin embargo, no encontramos en la literatura que hemos revisado líneas de
investigación que articulen perspectivas etnográficas y aborden el uso, circulación,
manipulación, lectura, lugar, de los libros de texto en el aula.
Bibliografía:
Nagy, M. (2013). Una educación para el desierto argentino. Los pueblos indígenas en los
planes de estudio y en los textos escolares actuales. Espacios en Blanco. Revista de
Educación, 23, 187-223.
Osanna, E. (1993). Los libros de texto para la enseñanza de la historia: entre la cientificidad
y las demandas político-ideológicas. Propuesta Educativa, 8, 29-35.
Privitellio, L. (1998). Los otros en la historia escolar. Las ‘naciones extranjeras’ en los
manuales de Historia Argentina entre 1956 y 1989. Entrepasados. Revista de Historia,
8(15), 53-73.
Reta, M. y Pescader, C. (2002). Representaciones del pasado reciente. Análisis de los textos
escolares de nivel medio. Clío & Asociados. La historia enseñada, 6, 50-70.
Rüsen, J. (1997). El libro de texto ideal. Reflexiones en torno a los medios para guiar las
clases de historia. Iber Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia, 79-93.