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1

YURBACO

LA CULTURA DE UN PUEBLO INDÍGENA BAJO LA DOMINACIÓN

ESPAÑOLA

(1510-1550)

JAVIER ENRIQUE ALCALÁ ALCALÁ

UNIVERSIDAD DE CARTAGENA

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS

PROGRAMA DE HISTORIA

CARTAGENA

2016
2
3

A la memoria del ancestral pueblo


Yurbaco, que resistió la cultura
occidental por más de tres siglos.
4

Flechera Calamari
De los doscientos soldados imposible ante el asedio,
menos dos, todos murieron. en victoria la derrota
En mil quinientos nueve cambio con heroico ejemplo.
lo atestó Carlos primero.
Los “caribes más feroces.” Increíble es el olvido
de la que murió sin miedo.
En lucha de cuerpo a cuerpo Dando fin a diez soldados
al nauta Juan de la Cosa, invasores de su pueblo.
Muerte de flechas le dieron
lo mismo que a sus soldados. Dice mucho esta injusticia
En Turbaco fue el Suceso. porque evidencia el complejo
menguado, cuando concurren
Arcos, macanas, los indios; lo autóctono y lo extranjero.
los cristianos, cotas, yelmos.
Penachos multicolores Aquí es muy fuerte el contraste
ante armaduras de hierro. del anverso y del reverso:
Pectorales, narigueras, la muerte del nauta hispano
con sables y armas de fuego. enluto el descubrimiento,
¡y de la joven flechera
Una india adolescente no se conserva el recuerdo!
con collares en el cuello,
brazaletes en los brazos, Autor: Teófilo Quintero de Fex
apenas cubierto el sexo,
sin echar un paso atrás,

Ágil, hermosa flechera,


cada herida tuvo un precio
hasta obtener con su vida
que llegaran los renuevos.
5

CONTENIDO

…………………………………………………………………………………………Pág.

AGRADECIMIENTOS --------------------------------------------------------------------------- 8

INTRODUCCIÓN--------------------------------------------------------------------------------- 10

1. YURBACO. LA CULTURA DE UN PUEBLO INDÍGENA A LA LLEGADA

DE LOS ESPAÑOLES EN EL SIGLO XVI. ------------------------------------------------- 22

1.1. Los Yurbacos y los indígenas del Partido de Cartagena. ---------------------------------25

1.2. Los yurbacos: “la gente más feroz de toda la tierra firme”.---------------------------- 28

1.3. ¿Eran en realidad tan feroces? --------------------------------------------------------------41

1.4. Política y religión, caciques y mohanes. Máximas autoridades en Yurbaco. --------49

1.5. Vida cotidiana de los Yurbacos.------------------------------------------------------------55

1.6. ¿Eran los yurbacos Caníbales?------------------------------------------------------------- 70

2. ENTRE UTOPÍAS Y REALIDADES. LA BUROCRACIA CASTELLANA Y LOS

INDÍGENAS DE LA GOBERNACIÓN DE CARTAGENA (1533-1540). -------------73

2.1. Pedro de Heredia “contratéis con los dichos indios de la dicha provincia como hombres

libres como lo son”. ----------------------------------------------------------------------------- 76


6

2.2. Juan de Vadillo “nuestra voluntad es que los dichos indios sea bien tratados y no

reciban de nuestros súbditos molestia ni daño alguno”. ------------------------------------ 86

2.3. Juan de Santa Cruz “tasareis y moderareis según Dios y vuestras conciencias (…) los

tributos que así hubieren de pagar”. ----------------------------------------------------------- 92

2.4. ¿Cuál era la raíz del problema?------------------------------------------------------------ 96

3. LA CULTURA DE LOS INDÍGENAS DE CARTAGENA FRENTE AL

SOMETIMIENTO ESPAÑOL (1533-1550). ----------------------------------------------101

3.1. Los españoles y la destrucción del mundo indígena prehispánico. ----------------104

3.2. Los indígenas empiezan a asimilar el orden social español.------------------------108

3.2.1. Diplomáticos, guías y soldados en las expediciones.------------------------------112

3.2.2. Los indígenas en la ciudad de Cartagena. ------------------------------------------115

3.3. Los indígenas ante la encomienda (1540-1550). ------------------------------------119

3.4. La población negra y los indígenas de Cartagena. --------------------------------- 122

3.5. Los indígenas ante la religión y educación occidental.-----------------------------124

4 LOS YURBACOS Y LA ACULTURACIÓN ESPAÑOLA. (1533-1550). ------135

4.1. “La gente más feroz de tierra firme.” Se derrumba el mito.---------------------- 136

4.2. El territorio Yurbaco en los proyectos españoles.--------------------------------- 146


7

4.3. Los yurbacos ante la encomienda.--------------------------------------------------- 150

4.4. De Yurbaco a Turbaco: la fundación de un pueblo de indios.--------------------- 157

5. CONSIDERACIONES FINALES -------------------------------------------------------161

BIBLIOGRAFÍA ----------------------------------------------------------------------------- 169


8

AGRADECIMIENTOS

Más que unas líneas de simple formalidad que hay que escribir para la entrega de este trabajo, me es
un deber dar las gracias a muchas personas que influyeron de forma positiva en mi formación
académica, o que me ayudaron de muchas maneras cumplir la meta de hacer esta investigación. Un
objetivo que me propuse cumplir algunos años atrás, cuando apenas empezaba a contemplar la
posibilidad de ingresar como estudiante a la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad de
Cartagena, en el Programa de Historia. Ahora que he culminado esta investigación no me queda
más que dar gracias.

Primero quiero expresar mi agradecimiento al Creador, por la vida, y por todas las cosas que nos
proporciona a lo largo de nuestra existencia; pues, pienso que esta es la base fundamental; sin esto,
no podemos lograr ningún propósito que nos propongamos.

También darles las gracias a mis padres: Delis Alcalá y Guillermo Alcalá, que por su esfuerzo y
dedicación me sacaron adelante en la vida, dándome los mejores regalos que le pueden
proporcionar los padres a un hijo, a saber: la buena educación en el hogar, el colocarme a estudiar
en planteles educativos y el hacerme comprender desde muy temprana edad que la educación es
indispensable para superarse en la vida. Sin estas invaluables ayudas lo más probable es que nunca
fuera conseguido este logro.

De igual forma, le expreso mis agradecimientos a todo el personal docente que durante cuatro años
estuvieron acompañándome en mi formación como investigador en la disciplina de Historia. Entre
éstos, me gustaría resaltar la orientación y guía de la profesora Muriel Vanegas Beltrán, quien como
tutora de esta investigación me ayudó a enmarcar el presente trabajo en la corriente historiográfica y
antropológica de la Etnohistoria. Muy agradecido a esta profesora por sus concejos académicos,
correcciones, puntos de vista, enfoques; en fin, tanta instrucción valiosa que hoy se ven reflejadas
en este trabajo y que me ha servido en gran manera en mi formación como investigador de la
disciplina de Historia.

También, darle especial agradecimiento al Profesor Jorge Sandoval Duque, por su constante apoyo
y confianza en este proyecto de investigación desde hace algunos años atrás, cuando apenas las
ideas se empezaban a formularse en la mente, y ni siquiera estaba en el papel escrito; por su ánimo
y motivación que me sirvió para seguir adelante con esta investigación. Hoy que ya se ha
consolidado, no me queda más que sentirme agradecido.

Por último, me gustaría darles las gracias a esas personas que conocí aquella tarde de febrero del
2011. Desde ese entonces fuimos compañeros de clase durante cuatro años en las aulas de la
Universidad de Cartagena; estoy agradecido por su compañía, pues ellos me enriquecieron mucho
como persona y como profesional. Tengo muchos recuerdos con ellos cuando compartíamos puntos
de vista en las clases, horas de conversaciones en las aulas, pero también en los pasillos y en la
plaza de la universidad. Algunas conversaciones eran académicas y otras no tanto. Fueron ratos de
9

esparcimiento, a veces desacuerdos, discusiones y risas. Todo eso que hace parte de la vida
universitaria y que sin duda contribuye a nuestro crecimiento como persona.

A todos muchas gracias por permitir que los encontrara en este camino de la vida y por regalarme
tantos momentos y tantas cosas buenas.
10

INTRODUCCIÓN

Esta investigación se enmarca en la tradición etnohistórica, la cual busca mostrar la importancia de


las comunidades indígenas en la construcción de la cultura latinoamericana. Este tipo de trabajos
generalmente se realizan con base a escritura jeroglífica, códices, crónicas, cartas de relaciones,
estudios arqueológicos, entre otros elementos, orientados con trabajos académicos que han
generado algunos investigadores.
Etnohistoria es un término que se acuña a principios del siglo XX y sólo cincuenta años después su
uso es generalizado. Su origen se da por la necesidad de redimensionar temporalmente los estudios
antropológicos que a principios del año 1900 negaban toda factibilidad de reconstrucción histórica
para las sociedades primitivas1.
En Estados Unidos la etnohistoria surge para 1946 debido a las reclamaciones de los indígenas
norteamericanos al gobierno, estos pedían indemnizaciones por las tierras que les habían quitado.
Los etnógrafos enfrentaron la necesidad de investigar en diversos archivos con objeto de recoger
toda clase de evidencias y reivindicar la causa de su pueblo. Así, había nacido la etnohistoria
norteamericana para designar a la nueva técnica de investigación antropológica e histórica enfocada
a la interpretación y rescate de documentos antiguos para resolver reclamaciones agrarias de los
nativos2. Desde entonces empezaron a surgir científicos sociales por toda Latinoamérica cuyo
interés era el estudio histórico de la cultura de los pueblos indígenas en el pasado y las
repercusiones que había tenido esta con la llegada de los europeos a finales del siglo XV y
comienzos del XVI.
Para el caso de México, a mediados de los años cincuenta, se crea la especialidad de Etnohistoria
dentro de la licenciatura en Etnología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, gracias al
impulso académico de Rigoberto Jiménez Moreno y José Miranda, carrera de la que se independizó
en 1960 al contar con un propio plan de estudios. La etnohistoria comienza entonces a ser
considerada punto de unión entre diversos enfoques disciplinarios3.
En México, unos de los historiadores más destacados en etnohistoria son Enrique Florescano, Serge
Gruzinski y Charles Gibson. Para el caso de Florescano, aunque sus investigaciones abarcan
prácticamente toda la historia de México, entre sus trabajos más notables se encuentran los que
tratan el período colonial mesoamericano. Aquí se destaca el libro titulado Origen y desarrollo de
los problemas agrarios de México, 1500-18214. En este texto el autor muestra cuál fue el impacto
económico y social con la llegada y colonización de los españoles sobre los indígenas de

1
Betty Luisa Zanolli Fabila, “Etnohistoria: nuevos retos y perspectivas en los albores del siglo XXI” ,
http://www.revistaelbuho.com/articolo.php?act=articolo&id_articolo=344&id_categoria=20, 29 septiembre
2014.
2
ibíd.
3
ibíd.
4
Enrique Florescano, Origen y desarrollo de los problemas agrarios de México, 1500-1821, México D.F,
Editorial Era, 1976. P. 158.
11

Mesoamérica y revela cuáles fueron las correlaciones entre estas dos culturas destacando siempre la
génesis y el desarrollo del agro en ese territorio.
Serge Gruzinski, en su texto La colonización de lo imaginario. Sociedades indígenas y
occidentalización en el México español. Siglos XVI al XVIII5, trabaja la colonización de México y la
reacción de los indígenas frente a la conquista española, también da énfasis al tránsito del uso de la
escritura pictográfica a la alfabética lineal y cómo esto produjo un cambio en los conceptos de
memoria, identidad y tradición indígena.
Charles Gibson fue uno de fundadores de la etnohistoria en México, en su libro Los aztecas bajo el
dominio español (1519-1810)6, hace un estudio sobre esta cultura de Centroamérica que sirve de
modelo para cualquier estudio etnohistórico que se pretenda hacer sobre comunidades indígenas de
tiempos coloniales. En este texto el autor se enfoca en los cambios y continuidades que
experimentaron los aztecas y analiza varios aspectos de su cultura, tales como la familia, economía,
religión, gobierno, entre otros, en tiempos prehispánicos y cómo esto se va modificando con la
llegada de los españoles y durante todo el período Colonial.
Entre los estudios sobre los incas se destacan John Murra y Alberto Flores Galindo. Murra fue un
antropólogo que dedicó gran parte de su carrera profesional al estudio de la etnología histórica de
este imperio indígena de los Andes peruanos, y de otros pueblos del mismo país, así como de
Ecuador y Bolivia; mediante la utilización de fuentes y métodos históricos. En el transcurso de su
quehacer científico editó una serie de documentos de gran importancia e interés para los
historiadores que hoy son base de muchos estudios etnohistóricos de las comunidades que habitaron
el actual Perú. Sus investigaciones estuvieron enfocadas en conocer la cultura y los sistemas
económicos del Perú prehispánico7 y entre sus obras se destacan The Economic Organization of the
Inca State y Formaciones económicas y políticas del mundo andino8.
Alberto Flores Galindo con su obra Buscando un inca: identidad y utopía en los Andes9, intenta
demostrar que el pasado indígena ha influido en la estructura actual de los pueblos andinos del Perú,
y que desde tiempos coloniales hasta la actualidad el hombre andino se resiste a cambiar sus modos
tradicionales ante la modernización capitalista. Para defender su tesis se ubica en el pasado desde la
conquista del Tahuantinsuyo en el siglo XVI, explicando cómo se desarrolló la conquista y también
analiza las posteriores rebeliones indígenas que se dieron en el siglo XVIII y cómo estas se
prestaron para crear mitos de resistencia hasta tiempos actuales.
Algo que sería bueno resaltar son las revistas digitales como medio de difusión de trabajos
etnohistóricos. En estas, muchos historiadores han publicado trabajos interesantes en los cuales dan

5
Serge Gruzinski, La colonización de lo imaginario: Sociedades indígenas y occidentalización en el México
español: siglos XVI-XVII, México D.F, Fondo de Cultura Económica, 1991, 311 P.
6
Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español (1519-1810), México D.F, Editorial Siglo XXI, 1986,
531 P.
7
Martha Urdaneta León (traductora), “Entrevista con John Murra”,
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/bolmuseo/1986/bol17/boc3.htm, 6 de octubre
de 2014.
8
John Murra, The economic organization of the Inca state, Chicago, University of Chicago, 1956. 640 p. John
Murra, Formaciones económicas y políticas del mundo andino, Texas, Universidad de Texas, 1975, 339 P.
9
Alberto Flores Galindo, Buscando un inca: identidad y utopía en los Andes, Lima, Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes, 1993, 433 P.
12

énfasis a los pueblos prehispánicos que habitaron la actual Latinoamérica y el impacto causado por
la llegada de los europeos al Nuevo Mundo.

La revista Memoria Americana - Cuadernos de Etnohistoria, publicada por la Facultad de Filosofía


y Letras de la Universidad de Buenos Aires y la Sociedad Argentina de Antropología, es un ejemplo
de ello. Esta revista publica semestralmente artículos originales de investigaciones en el campo de
la etnohistoria, la antropología histórica y la historia colonial de América Latina. En los trabajos se
destacan a las sociedades indígenas en etapas previas y posteriores a la conquista, los cambios,
transformaciones y continuidades en sus formas de organización social, política y económica, los
procesos de conformación de las sociedades coloniales en Hispanoamérica; los conflictos,
rebeliones y disputas que enfrentaron a distintos actores sociales en diferentes coyunturas políticas
y económicas, las instituciones sociales, políticas, económicas y religiosas del mundo colonial y del
período republicano independiente10.

Ahora bien, para el caso nacional encontramos que el tema indígena y colonial estudiado con rigor
científico toma más fuerza para los años sesenta con la corriente historiográfica de La Nueva
Historia Colombiana. Y se le da más énfasis cuando se acerca 1992, en el quinto centenario del
Descubrimiento de América.

En Colombia los procesos de institucionalización de los saberes asociados con las ciencias sociales
y humanas van a cobrar gran importancia en la primera mitad del siglo XX, cuando las
circunstancias propiciaron la conformación de un grupo de profesionales en las ciencias sociales.
Dos instituciones fueron las pioneras en difundir estos estudios, las cuales fueron la Escuela Normal
Superior y el Instituto Etnológico Nacional, fundados en la década de los años cuarenta del Siglo
XX11. En éstas, las ciencias que más tuvieron dinamismo fueron la antropología y la etnología12.

Para esta misma época se crea el Instituto Indigenista de Colombia, fundado por Juan Friede. Esta
no fue una institución oficial, sino más bien un grupo de amigos con distintas tendencias
ideológicas e intereses. El objetivo de este instituto era oponerse a la parcializaciones de los
resguardos y rescatar la dignidad del indígena colombiano, escribir y preparar publicaciones y

10
Ingrid de Jong (Directora), Memoria Americana - Cuadernos de Etnohistoria,
http://www.seccionetnohistoria.com.ar/etnohistoria_memoam.htm, 6 de octubre 2014.
11
La Escuela Normal Superior tuvo una corta duración (1936-1851) al igual que el Instituto Etnológico
Nacional que estaba inscrita en esta primera. Estas escuelas lograron dejar huellas en el pensamiento social
del país por los proyectos y trabajos intelectuales que desde allí se generaron. Por estas instituciones que
pasaron científicos sociales de la talla Jaime Jaramillo Uribe, los antropólogos Virginia Gutiérrez, Alicia
Dussan, Aquiles Escalante, los arqueólogos Eliecer Silva Celis y Luz Duque Gomes, entre otros. Aquí
comenzó su obra Gerardo Reichel Dolmatoff, uno de los arqueólogos que más ha hecho contribuciones a la
etnología y arqueología en Colombia. En estas instituciones se contó con profesores de la talla de Paul Rivet,
José Agustín Blanco, Gregorio Hernández de Alba, Gabriel Gerardo Jaramillo, José Istiliano Acosta, Luis
Eduardo Nieto Arteta, Félix Restrepo entre otros. Martha, Cecilia Herrera “como la seda de un estandarte
contra el viento: un tributo a los pioneros de la Escuela Normal Superior y del Instituto Etnológico Nacional”
en Carl Henryk Langebaek y Clara Isabel Botero (compiladores), Arqueología y Etnología en Colombia. La
creación de una tradición científica, Bogotá, Universidad de los Andes, 2009, P. 57.
12
Ibíd. Pp. 95-97.
13

conferencias con la temática indígena. Solo en 1948 el instituto pasó a ser parte del a Universidad
Nacional de Colombia.

En Colombia se puede destacar a Juan Friede, quien le apasionaba la historia de este país, pero no la
historia heroica, dominante para mediados del siglo XX, sino la de los indígenas, los vencidos y
olvidados, tratando de dar una visión no oficial de la historia. En 1943 publicó, con el apoyo del
Instituto Indigenista de Colombia, el libro Los indios del Alto Magdalena. Vida, luchas y
exterminio, 1609-1931, al que siguieron Comunidades indígenas del Macizo Colombiano (1944) y
uno de los más conocidos: El indio en lucha por la tierra. Historia de los resguardos del Macizo
Central colombiano (1944), trabajo con el que definitivamente Friede introdujo el tema indigenista
en la historia social, hasta ese momento prácticamente inadvertido. Otras obras de Friede, hoy
consideradas clásicas son Los Andakí 1538-1947. Historia de la aculturación de una tribu selvática
(1953), Los Quimbayas bajo la dominación española (1963), Problemas sociales de los Arhuacos:
Tierras, gobierno, misiones (1963) y Los Chibchas bajo la dominación española (1974)13.

De igual forma, la publicación digital para el caso de Colombia ha sido de gran provecho para la
difusión de estudios etnohistóricos. La Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango se ha esmerado por
publicar las investigaciones de diversos historiadores y antropólogos enmarcados en la tradición
etnohistórica. Alguno de los trabajos que se pueden consultar en línea son los de Héctor Llanos y
Roberto Pineda titulado “Etnohistoria del bajo Caquetá -Putumayo” publicado originalmente en
1972 por el Boletín del Museo del Oro Volumen I, “Regionalización de indígenas Chocó datos
etnohistóricos, lingüísticos y asentamientos actuales, de Mauricio Pardo Rojas, “Los últimos
indígenas Chimilas”, de Gustaf Bolinder, “Homosexualismo prehispánico en Colombia:
reflexiones alrededor de la evidencia etnohistórica y arqueológica”, de Hugo A. Sotomayor
Tiubin; “Etnohistoria de las comunidades andinas prehispánicas del sur de Colombia” de María
Victoria Uribe, entre otras14.

Al referirse a Turbaco, como caso local, la historiografía es escasa. Aquí se pueden destacar dos
trabajos que tratan el tema indígena del pueblo de Turbaco: el de Gregorio Hernández de Alba y el
de Alberto Zabaleta Lombana. El trabajo titulado Etnología de Calamari, Turbaco, Tolú, Urabá,
Cenu, Utibara, Yapel, Mompox, Malebueta, Lalameque, de Hernández de Alba, pionero en la
arqueología y antropología de Colombia. Es un manuscrito inédito que se encuentra en la sección de
libros raros y manuscritos de la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá. El autor muestra un
análisis cultural de los indígenas que habitaron el actual norte del departamento de Bolívar, Sucre y
Córdoba. Hernández trata de entender la naturaleza y cultura de estos aborígenes a la llegada de los
españoles en el siglo XVI con base a compilaciones de documentos y las crónicas de indias.

13
José Eduardo Rueda Enciso, “Juan Friede,”
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biografias/friejuan.htm, 1 de octubre 2014.
José Eduardo Rueda Enciso “Juan Friede. Primer historiador de la problemática indígena”
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/julio1999/115juan.htm, 3 de octubre de 2013.
14
Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango, http://www.banrepcultural.org/taxonomy/term/7819, 30 de agosto de
2014.
14

El libro Turbaco en la historia15 de Alberto Zabaleta Lombana fue publicado para el año de 1992,
enmarcado en el quinto centenario del descubrimiento de América. Este texto consta de 11 capítulos
todos muy breves, los cuales tratan de abarcar una temporalidad de 500 años aproximadamente
(1510 -1989). En los tres primeros capítulos, que es la parte que se relaciona con esta investigación,
trata de abarcar el período de 1510 -1574 en los que hace una descripción social de la tribu que
habitó ese territorio por esos años. Hace una pequeña reseña biográfica de Diego de Nicuesa, Juan
de la Cosa, la india Catalina, Pedro de Heredia, es decir, los españoles que llegaron a Yurbaco en
1510 y 1533. Ofrece algunos datos que redactaron en sus crónicas estos españoles respecto a la
batalla que libraron estas personas contra los yurbacos. Por último, transcribe textualmente un
documento de 1534 donde se piensa tomar al pueblo de Turbaco como zona de cultivo de caña de
azúcar y otro que se refiere a la encomienda española impuesta a los indígenas yurbacos en 154916.

Hay que resaltar que el trabajo de Alberto Zabaleta Lombana es muy importante, pues hasta donde
se conoce, fue un historiador que trató de rescatar y conservar la historia del municipio de Turbaco,
si Zabaleta no se hubiera dedicado a realizar este trabajo investigativo se fueran perdido muchos
datos interesantes de la historia de este municipio. Hay que señalar que el autor hace muy pocas
interpretaciones de las fuentes que expone, quizás porque su propósito era solo mostrar la
participación de Turbaco atreves de la historia en diferentes sucesos trascendentales de la historia
tradicional colombiana; tal vez por eso en la mayoría de sus páginas solo se limita a explicar el
contexto en el que suceden los hechos históricos, como Turbaco es participe en estos y expone las
fuentes que se refieren a este pueblo, pocas veces se le da una interpretación a estas.

Otras publicaciones sobre Turbaco son las de Denis Rodríguez Ramírez y la de Julibeth Beatriz
Pimienta Medina. En 2008, Denis Rodríguez Ramírez saca a la luz Turbaco la historia de mi
pueblo17. Esta publicación no es más que un recuento o una reedición de Turbaco en la historia, de
Zabaleta Lombana. La diferencia es que este utiliza un lenguaje más sencillo y moderno, pues su
público receptor son los niños y jóvenes del municipio de Turbaco que cursan la educación básica y
secundaria. Lo único nuevo que aporta es una explicación del porqué las calles principales llevan
sus nombres, para esto no aporta fuentes, al parecer fueron testimonios de los habitantes de estas
calles. En la parte final tienen un capítulo dedicado a crucigramas, dibujos lúdicos, unas
evaluaciones, quizás para atraer la atención de los niños y así hacer más amena su lectura. La única
referencia bibliográfica que aporta es de dos fuentes secundarias: Turbaco en la historia y el
Diccionario de mitos y leyendas.

Por su parte, Julibeth Beatriz Pimienta Medina hace una investigación la cual le sirve como trabajo
de grado para obtener el título de historiadora de la Universidad de Cartagena. En este documento
titulado Turbaco a fines de la primera república, 181518 la autora muestra la importancia que tuvo
Turbaco en el proceso de independencia, en especial para la época de la reconquista por parte de

15
Alberto Zabaleta Lombana, Turbaco en la historia: homenaje al pueblo de Turbaco en el V centenario del
descubrimiento de América, Cartagena, Academia de Historia de Cartagena, 1992. 172 p.
16
Ibíd. Pp. 13-34.
17
Denis Rodríguez Ramírez, Turbaco la Historia de mi pueblo, Cartagena, (no muestra editor), 2008, 99. P
18
Julibeth Beatriz Medina Pimienta, Turbaco a fines de la primera república 1815, Cartagena, universidad de
Cartagena, monografía de pregrado en historia, 2012, 74 P.
15

Pablo Murillo. Aquí Pimienta Medina muestra el papel que jugó este municipio como base de
operaciones para los ejércitos realistas y patriotas y su participación en todo ese proceso.

Aunque la historiografía que se refiere a Turbaco es escasa, la que se refiere a este municipio de
manera indirecta no lo es. Hay que tener en cuenta que Turbaco es un municipio muy cerca de
Cartagena de Indias, una ciudad sobre la que muchos historiadores han escrito. En las páginas de
estas publicaciones muchas hacen referencia a Turbaco, pues por ser dos poblaciones cercanas, han
tenido muchos sucesos históricos relevantes en común a través del tiempo. A continuación, se hará
referencia a alguna de ellas, dos hechas por locales y dos hechas por autoras españolas: los trabajos
de Eduardo Lemaitre, Miguel Camacho Sánchez, Carmen Gómez Pérez y María del Carmen
Borrego Plá.

Eduardo Lemaitre publicó Historia General de Cartagena de Indias 19 en cuatro tomos. En el tomo
I, Lemaitre da especial énfasis en los orígenes de Cartagena y trata de explicar la cultura indígena
de los calamaries, y el posterior impacto que generó la presencia europea en esta tribu indígena
ancestral que habitó la actual Cartagena. Este trabajo de Lemaitre se relaciona con la investigación
propuesta, porque hace alusión a las dos batallas que le dieron renombre al pueblo de Turbaco: la de
1510, donde estos indígenas vencieron a los españoles, en la cual murió el cartógrafo Juan de la
Cosa, y la batalla de 1533, donde a Pedro de Heredia le tocó pelear por casi un día entero para
vencer a este pueblo.

Una de las hipótesis de Lemaitre sobre los pobladores encontrados por los españoles en esta
comarca, refiriéndose a Cartagena y sus pueblos cercanos al momento de la conquista, es que estos
pueblos hacían parte de la tribu o cultura de los Mokaná, una de las cuatro que junto con chimillas,
malibúes y zenúes poblaron la Costa Atlántica de la actual República de Colombia y todos
pertenecían a una raza que se ha dado en llamar Caribe20. Claro está, una hipótesis que hay que
confrontar con la de otros historiadores y las fuentes primarias que se refieren a esta región para
esta época.

Otro texto que se relaciona con este tema de investigación es Karmairi crónica de Cartagena de
indias21, de Miguel Camacho Sánchez, publicado en el año 2003. En este texto el autor, al igual que
Eduardo Lemaitre en el primer tomo de su obra, da especial énfasis en los orígenes de Cartagena y
trata de explicar la cultura indígena de los calamaríes y las confrontaciones que tuvieron con los
españoles, no solo con los calamaríes, sino también con los yurbacos.

Miguel Camacho Sánchez es uno de los historiadores que afirma que los indígenas denominados
Caribe, lo que incluye los yurbacos, no practicaban la antropofagia. Para defender su tesis se vale de
las crónicas de Gonzalo Fernández de Oviedo, fray Bartolomé de las Casas y de Martínez
Fernández de Enciso. Otro argumento que utiliza este autor que estos indígenas no eran caníbales.
Camacho afirma que la antropofagia no es más que la implantación de un mito europeo mucho más

19
Eduardo Lemaitre, Historia General de Cartagena Tomo I, Bogotá, Banco de la República, 1983. 216 P.
20
Ibíd. , P6
21
Miguel Camacho Sánchez, Karmairi crónica de Cartagena de indias, Cartagena de Indias, Ediciones
Pluma de Monpox, 2003, 301 P
16

antiguo al descubrimiento del Nuevo Mundo por los españoles, éste era popularmente conocido y se
encuentra en los escritos de Marco Polo. Este navegante afirmaba que en las Indias Orientales
existieron islas cuyos habitantes eran caníbales. Cristóbal Colón, un lector de Marco Polo, dedujo
que las Indias que el descubrió no eran más que las islas que el mismo Marco Polo refirió en sus
obras22.

Carmen Gómez Pérez y María del Carmen Borrego Plá investigan la Cartagena del siglo XVI
usando como fuente principal los documentos del Archivo de Sevilla. Estas historiadoras hacen una
investigación profunda sobre Cartagena y su Gobernación en el primer siglo de la colonia española.
Gómez Pérez publica su trabajo de investigación en el año 1984 con el nombre de Pedro de
Heredia y Cartagena de Indias, el cual fue el fruto de su tesis doctoral en Historia de la Universidad
de Sevilla. Este trabajo es interesante porque aunque su objetivo principal es centrase en los tres
períodos de gobernación de Pedro de Heredia en Cartagena de Indias, nos da también un análisis de
una cantidad de datos y sucesos históricos que marcaron la historia, no solo de Cartagena, sino
también del territorio que está sujeto a esta, mostrándonos un contexto general de la situación de los
pueblos indígenas que estaban bajo el poder español en ese período.

En el mismo sentido, Borrego Plá publica su tesis doctoral en el año 1983 titulada Cartagena de
Indias en el siglo XVI, aquí el autor muestra una investigación que busca revelar muchos aspectos
de la Gobernación de Cartagena en el siglo XVI, y da un análisis de la población prehispánica de
Cartagena, el proceso de conquista, los conquistadores, los indígenas conquistados, la configuración
social y política de la ciudad y de la provincia, acontecimientos trascendentales de la Gobernación,
es decir, muchos aspectos de la Cartagena del siglo XVI. Así que en este trabajo se puede observar
un cuadro amplio de los acontecimientos y situaciones en que se encontraba la Gobernación para el
siglo XVI. Esto sin duda es una buena herramienta para comprender el contexto en que se
desenvuelven las poblaciones indígenas de Cartagena, en especial el pueblo Yurbaco que es el eje
central de este trabajo.

Otros dos textos que será pertinente referenciar son los trabajos de Armando Luis Arrieta Barbosa y
Hermes Tovar Pinzón. Estos, aunque no se refieren a Cartagena o Yurbaco en específico, sí tratan el
tema indígena de la costa Caribe para comienzo de la conquista y la colonia.

Arrieta Barbosa en su texto estudia la zona que él denomina el Partido de Cartagena, la cual está
geográficamente demarcada por el canal del Dique, el río Magdalena y el mar Caribe, en donde se
encuentran los indígenas yurbacos. En este estudio el autor va más allá de las crónicas de indias o la
documentación existente sobre este territorio que data del siglo XVI. El autor busca el origen
prehispánico de los pueblos del Partido de Cartagena basándose en estudios arqueológicos hechos
en esta región, como los realizados por Reichel Dolmatoff en las excavaciones que se hicieron en
Puerto Hormiga; los estudios de la arqueología de Tubará, realizados por Carlos Angulo Valdés y
los estudios hechos por Augusto Oyuela Caycedo sobre San Jacinto, en el actual departamento de
Bolívar.

22
Ibíd. Pp. 61-63.
17

El autor de igual manera hace una descripción de los indígenas de este territorio al momento de la
llegada de los españoles y la posterior respuesta de estos pueblos al contacto con ellos. Explica
también por qué algunos pueblos de este territorio, aunque estaban tan cerca el uno del otro
(algunos a tan solo 3 o 4 kilómetros), respondieron de manera muy diferente ante la llegada de los
españoles. Unos reaccionaron de una forma muy bélica y como resultado de esto se dieron batallas
y masacres, mientras que otros fueron muy amigables y se ofrecieron de buena gana a ser vasallos
del rey de Castilla y ayudar a los españoles en su empresa de descubrimiento y conquista.

Por último, sería oportuno hacer referencia al artículo de Hermes Tovar Pinzón, “El Caribe
colombiano en siglo XVI”23. Este artículo es importante porque da una visión más general de la
conquista de la Costa Caribe. Haciendo un análisis de la crónica de Gonzalo Fernández de Oviedo,
uno de los cronistas que conoció personalmente el territorio cartagenero. Aquí Tovar da una
explicación del contexto económico y político de la empresa de conquista española en la cual
comienzan las expediciones en el Caribe colombiano,24 a la vez que subraya sobre el propósito y la
forma en que están escritas las Crónicas de Indias, y revela las fuentes primarias que aportan
muchos datos sobre el proceso de conquista y colonia del Caribe colombiano25. También es de suma
importancia destacar la interpretación que hace de la naturaleza de estos pueblos en la que dedica
una parte al pueblo de Turbaco y a los procesos que se dan en el Caribe colombiano en los que el
reino de Castilla busca integrar a los indígenas de ese territorio a su sistema económico, político y
cultural26.

Aquí cabe resaltar que estos trabajos citados tiene algo en común y es que todos utilizan las mismas
fuentes: las Crónicas de Indias, y la documentación compilada sobre el siglo XVI hasta ahora. La
diferencia es que todos trabajan temas un poco diferentes. Por ejemplo, Alberto Zabaleta Lombana
trata el tema de los indígenas yurbacos, mientras que Eduardo Lemaitre y Miguel Camacho Sánchez
tratan el tema de Calamary. Por su parte, Armando Luis Arrieta Barbosa trabaja sobre los indígenas
del Partido de Cartagena que él los denomina con el término Mokaná. A su vez, Hermes Tovar
Pinzón hace un sondeo general de los indígenas de la costa Caribe colombiana. Y Carmen Gómez
Pérez con María del Carmen Borrego Plá se enfocan en el desenvolvimiento de los españoles
conquistadores y colonizadores de Cartagena en el siglo XVI.

Teniendo en cuenta toda la tradición histórica y etnohistórica expuesta anteriormente a nivel


latinoamericano, nacional y local, que busca mostrar la importancia de las comunidades indígenas
en la construcción de la cultura latinoamericana y todas estas investigaciones centradas en la
Cartagena de siglo XVI, este documento busca insertarse en esa línea de trabajos que hablan del
territorio que hoy se conoce como Caribe Colombiano aproximadamente cinco siglos atrás. Esta
investigación está enfocada en estudiar el impacto del descubrimiento y conquista española sobre la

23
Hermes Tovar Pinzón “el Caribe colombiano en el siglo XVI” en relaciones y visitas de los andes tomo II,
Bogotá, Colcultura, 1993, Pp. 17-73.
24
Ibíd., Pp.17-24.
25
Ibíd., Pp. 24-28.
26
Ibíd., Pp. 28-75.
18

cultura de los pueblos indígenas cercanos a Cartagena de Indias, dando especial énfasis al pueblo
indígena Yurbaco en el período de 1510-1550.

Se ha escogido esta delimitación de tiempo porque en 1510 es el año en que se intenta por primera
vez instalar un sistema burocrático europeo en la región cartagenera, y en este Yurbaco adquiere
gran protagonismo. Aunque después de este año este territorio pasa a ser aparentemente olvidado
por los conquistadores por más de veinte años, se puede notar que siempre pasaban o llegaban
españoles estas costas a aventurar o saquear los poblados costeros de esta región.

Ya para el año de 1533 es fundada la Gobernación de Cartagena por Pedro de Heredia y con esto
comienza plenamente el proceso de descubrimiento y conquista en la región. Esta investigación
finaliza en el año de 1550, cuando se crea la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada en la
ciudad de Santafé de Bogotá. Con este a acontecimiento, según varios historiadores, es donde
termina la conquista y comienza la colonia, ya que esta institución que tendría bajo su jurisdicción
los territorios que hoy se conocen como Colombia decreta que se remplace la empresa
conquistadora por la colonizadora27.

Hacer esta investigación en este espacio de tiempo permitirá conocer cómo se desenvolvieron los
pueblos indígenas del Partido de Cartagena en el proceso de la llegada de los españoles a este
territorio, cómo reaccionaron ante las expediciones de los conquistadores, cuáles fueron las
estrategias de los indígenas ante los grandes cambios que efectuó la llegada de europeos a su región,
la fundación de poblados españoles y el cataclismo social, cultural, político, que fue el producto del
encuentro de estas dos culturas a comienzo del siglo XVI.

Esta investigación está estructurada en cuatro capítulos. En el primero se mostrarán algunos rasgos
de la cultura de los indígenas del Partido de Cartagena a la llegada de los españoles en el siglo XVI,
dando especial énfasis en el pueblo indígena Yurbaco. Se analizarán algunos detalles culturales que
quedaron registrados en la documentación del siglo XVI referente a prácticas guerreras, religión,
organización política y vida cotidiana de estas comunidades.
En el segundo capítulo se examinarán las dinámicas que se dieron entre españoles e indígenas en el
período de conquista en el Partido de Cartagena. Se hará un análisis de las tres primeras
gobernaciones que rigieron a Cartagena en el tiempo en que todavía no se había organizado a los
indígenas bajo el régimen de encomiendas; esto sucede durante el período que va de 1533 a 1540.
El estudio de estas tres gobernaciones se hará con base a lo que se estipulaba desde Castilla para
con el indígena, como esto se aplicaba en la Gobernación de Cartagena y el resultado final que ese
proceso tenía en los pueblos indígenas.
En el tercer capítulo se estudiarán las modificaciones culturales que sufrieron los pueblos indígenas
del Partido de Cartagena desde 1533 a 1540 y seguidamente, se observará cómo influyó en los
indígenas cercanos a Cartagena el que fueran sometidos al régimen de encomienda en el período
que va de 1540 a 1550.

27
Juan Friede, Documentos Inéditos para la Historia de Colombia. T I, Bogotá, Academia Colombiana de
Historia, 1955, (de ahora en adelante DIHI) Documento. (doc.) 10 P. 7.
19

El cuarto y último capítulo se centra en Yurbaco. Aquí se observarán las circunstancias que se
dieron para que este pueblo fuera conquistado en 1533 y cómo fueron sus relaciones con los
españoles hasta 1550, cuando ya era un pueblo encomendado a la Real Corona.
Respecto a las fuentes que se utilizarán para esta investigación, una parte se pueden encontrar en
internet y otras están compiladas y reposan en los estantes de la Biblioteca Bartolomé Calvo de
Cartagena de Indias. Mediante el análisis de éstas, en especial de las que hablan de Yurbaco, se
llevó a cabo este trabajo de investigación. Esta documentación se puede clasificar en compilaciones
de documentos, crónicas de indias, estudios “etnográficos” y diarios de viajeros.
 Compilación de documentos: En la actualidad se puede analizar información documental que
se ha conservado del siglo XVI. Estos documentos fueron escritos por funcionarios reales que
vinieron de España a las costas del actual Caribe colombiano, o de castellanos que enviaban
documentos desde Castilla al Nuevo Mundo. Entre estos personajes figuraban los reyes de
Castilla, gobernadores, regidores, alcaldes, escribanos, soldados, sacerdotes y científicos.
Estos funcionarios reales se mantenían informados y ejercían su empresa de descubrimiento y
conquista, al menos en teoría, como lo estipulaba el rey de Castilla. Para lograr este objetivo
debían mantener comunicación mediante documentos que circulaban de Castilla al Nuevo
Mundo y viceversa, como lo eran cartas, cédulas reales, probanzas, licencias, informes, censos,
etc. Aunque su objetivo principal era dirigir, ejecutar y registrar lo que sucedía en América en
el proceso de la conquista y colonización, muchas veces se daban detalles de las creencias,
costumbres, indumentaria, modo de vida, prácticas de los aborígenes y las relaciones entre
españoles e indígenas. También se puede notar cómo todo esto iba cambiando a medida que el
descubrimiento y conquista del territorio se iba consolidando.
Todo este proceso captaba la atención de los españoles y plasmaban esta información en sus
escritos. Gracias a ello, se puede analizar y tener cierta comprensión de cómo era la cultura de
estos aborígenes a la llegada de los europeos, la influencia a la que fueron sometidos y su
reacción ante la cultura traída de Europa. En la actualidad, esta documentación ha sido
compilada por diversos historiadores, entre estos figuran Juan Friede, Hermes Tovar pinzón y
José Urueta28. Estos tres compiladores tomaron cientos de documentos del Archivo General de
Indias ubicado en la ciudad de Sevilla, España. Gracias a sus trabajos hoy se puede disponer de
estos documentos compilados en varios tomos y que son base fundamental del presente trabajo.
 Crónicas de Indias: Otra fuente que arroja luz sobre este asunto son las Crónicas de Indias. En
realidad, el cargo de cronista de Indias se crea por primera vez en 1526 y el primer
nombramiento recae en fray Antonio de Guevara, que ya era cronista de Castilla. No se tienen
noticias de que en función de este cargo escribiese obra alguna, por ello el verdadero primer
cronista de Indias fue Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez, nombrado a tal efecto en 1532.
Pero le siguen otros cronistas como Francisco López de Gómara, Bernal Díaz del Castillo, fray

28
Juan Friede, Documentos inéditos para la historia de Colombia: coleccionados en el Archivo General de
Indias de Sevilla, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1956, Diez tomos. Juan Friede, Fuentes
documentales para la historia del nuevo reino de Granada, Banco Popular, Bogotá, 1976, diez tomos.
Hermes Tovar pinzón, Relaciones y Visitas de los Andes, T.II, Bogotá, Colcultura, 1993. José Urueta,
Documentos Para la Historia de Cartagena, Cartagena, Biblio Bazaar, 2010. Tomo I.
20

Bartolomé de las Casas, fray Pedro de Aguado, Joan de Castellanos, entre otros.29. Las obras
escritas por estos personajes son para muchos de un gran interés ya que el cronista tenía acceso
a la documentación oficial y podía, igualmente, exigir informes particulares que considerase
convenientes a fin de redactar su crónica con el objetivo de escribir “todo” lo que pasaba en Las
Indias.
 Estudios “Etnográficos”: Otras obras escritas por españoles en el siglo XVI que no entran en
la categoría de Crónicas de Indias, pero que son de importancia, son ciertos estudios que
hicieron algunos europeos sobre los indígenas de la actual costa Caribe colombiana. Aunque la
antropología no existía como disciplina en el siglo XVI, algunos personajes que vivieron en ese
siglo se interesaron en comprender la cultura de los indígenas y darse cuenta de que muchos de
estos cumplen con las características propias de la etnología actual. Entre estos escritos se
encuentran:
Historia del Nuevo mundo de Girolamo Benzoni30. Este es el relato de un joven milanés que a sus
veintidós años inicia un viaje a América en 1541 y regresa a Italia en 1556. Este relato es un libro
divulgativo que intenta dar un recuento de la historia del descubrimiento y conquista de
Iberoamérica, de su geografía y naturaleza, muchas veces apoyándose en las obras de Fernández de
Oviedo y Fernández de Enciso, entre otros.
Lo interesante de este trabajo es que es una obra sumamente ilustrativa y la gran originalidad que
muestra cuando se refiere a la peripecia personal del autor. Con referencia a esto, se puede observar
que el autor afirma estar por 44 días en Cartagena de Indias en el año 1545. Aquí Benzoni da una
descripción de la bahía y el puerto de Cartagena a su llegada, su apreciación del estado de la ciudad
mientras se adentra en la bahía de Cartagena y también cuenta una anécdota que tiene con unos
indígenas comerciantes de esta ciudad31.
Suma de geografía, de Martín Fernández de Enciso32. Este geógrafo hace un estudio de la geografía
humana y física del mundo conocido hasta comienzos del siglo XVI y la publica en 1517 en
España. Este trabajo es importante porque Enciso estuvo en las costas de Cartagena y sus
alrededores antes de que se fundara la Gobernación y aquí muestra muchos datos culturales sobre
los indígenas de esta región.
Sumario de la natural historia de las Indias, de Gonzalo Fernández de Oviedo33. Además de la
crónica que escribe sobre la conquista y colonia sobre el Nuevo Mundo para comienzos del siglo

29
fray Pedro Aguado, recopilación historial, Bogotá, Imprenta de la empresa nacional de publicaciones, 1975,
tomo IV, Joan de Castellanos, Elegías de Varones Ilustres de Indias, Madrid, Imprenta de la Publicidad,
1847, 567 P., Fray Pedro Simón noticias historiales de la conquista de la tierra firme en las indias
occidentales Tomo III y IV, Bogotá, Bogotá, Casa Editorial de Medardo Rivas, 1892. Gonzalo Fernández de
Oviedo y Valdés, Historia General y Natural de las Indias de las islas y tierra-firme del mar océano, T.I,
Madrid, imprenta de la Real Academia de Historia, 1852. Alfonso Zamora, Historia de la provincia de San
Antonio del Nuevo reino de Granada Tomo I, Bogotá, Editorial A. B. C. 1945, 449 p.
30
Girolamo Benzoni, Historia del Nuevo Mundo, Madrid, Alianza editorial, 1989, 350 p
31
Ibíd., Pp. 175-176
32
Martín Fernández de Enciso, Suma de geografía, Madrid, Editor Estades, 1958, 286 P.
33
Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario de la Natural Historia de las Indias, México, Fondo de Cultura
Económica, 1996, 278 P.
21

XVI, escribe también esta obra que busca describir la naturaleza descubierta en las costas de Nueva
Andalucía. Aporta muchos datos sobre la fauna, flora y costumbres de los aborígenes del siglo XVI.
Noticias historiales de la conquista de la tierra firme en las Indias occidentales, tomo III capítulos
XVIII al XIX, de fray Pedro Simón.34Aunque su texto es una crónica de indias, en las que habla de
los sucesos ocurridos en el período de conquista y colonia de las costas caribeñas de la actual
Colombia y Venezuela, en una parte de su relato histórico hace un paréntesis para explicar las
costumbres, creencias y modos de vida de los indígenas que habitaron los actuales departamentos
de Bolívar, Córdoba y Sucre.
Breve noticia histórica de los usos y religión de los habitantes de pueblo de calamar, de Juan José
Nieto. Aquí el autor se enfoca en la cultura precolombina de los calamaríes. Para la elaboración de
este ensayo, Nieto afirma que se basó en una crónica que lastimosamente mucha gente no conoce,
cuyo autor fue fray Alfonso de la Cruz Paredes, lo cual al parecer por un error de impresión se
escribió mal y se trata más bien de fray Alfonso Paredes García de la Cruz, el fundador de claustro
agustino del cerro de la Popa a comienzos del siglo XVII. Este religioso a su vez, escribió su
crónica con base a un tipo de Popol Vuh antiguo de los indígenas calamaríes que existía para
comienzos del siglo XVII35. Teniendo en cuenta esto, Juan José Nieto elabora un breve ensayo
etnográfico de esos indígenas y lo utiliza como introducción en su novela titulada Ingermias o la
hija de Calamar.

 Diarios de viajeros: Otra fuente con la que se cuenta son los testimonios de algunos viajeros
que pasaron por estos territorios durante el siglo XIX36. Estos relatos son valiosos porque
fueron escritos en un periodo en que en Turbaco todavía coacervaba alguna población indígena.
Por lo tanto, estos viajeros tuvieron contacto con los indígenas de Turbaco e informaron de
ciertas prácticas culturales de esos nativos que se venían trasmitiendo por tradición oral a través
de los años. En sus diarios de viajes apuntaron esta información y gracias a ello hoy se puede
tener cierta noción de la cultura indígena de esta comunidad para la primera mitad del siglo

34
Pedro Simón (fray), op. cit, T III, capitulo XVIII al XIX.
35
Juan José Nieto, “Breve noticia histórica de los usos y religión de los habitantes de pueblo de calamar” en
Huellas Vol. 28 barranquilla, universidad del norte,1990, pág. 53 -54
36
August, Le Moyne, Viajes y Estancias En América Del Sur y La Nueva Granada, Santiago de Cuba,
Jamaica y el istmo de Panamá, Biblioteca popular de cultura colombiana, Bogotá, 1945, 432 p. Charles
Safray, Un Viaje a la Nueva Granada, Bogotá, Biblioteca de cultura popular colombiana, 1948. 270 p.
Alexander Von Humboldt, Vistas de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América,
Editorial CSIC - CSIC Press, 2010, 376 p.
22

Capítulo 1

Yurbaco

La cultura de un pueblo indígena a la llegada de los españoles en

el siglo XVI

“Son belicosos y usan arcos y flechas; tiran todas las flechas con la hierba de la mala y pelean las
mujeres tan bien como los hombres. Yo tuve presa a una moza de hasta dieciocho o veinte años,
que se afirmaba por todos que había muerto ocho hombres cristianos antes que fuese presa en la
batalla en que la prendieron”.

Descripción que hace el geógrafo Martín Fernández de Enciso


de los habitantes de Yurbaco, 1519
23

En el mes de enero del año 2011 comienza la remodelación de la plaza del municipio de Turbaco37.
El director de esta obra, José María Padilla Ramos, comunicaba que el objetivo de la remodelación
era lograr una integración espacial, visual y funcional del camellón con la plaza, que antes era
dividido por una vía. Con esto se buscaba unir los dos partes de la plaza. Con este trabajo se
pretendía lograr un espacio más confortable y seguro para el establecimiento y recreación de los
turbaqueros de todas las edades y géneros. Se buscaba jerarquizar la plaza principal como elemento
arquitectónico y urbanístico de amueblamiento urbano de ese municipio. Todo esto mediante la
homogenización de ejes visuales y peatonales, la cual adornarían esculturas alusivas a la braveza de
los indígenas yurbacos.

Las obras quedaron listas a finales de noviembre de 2011. El espacio que debía ocupar el
monumento principal de la plaza ya no era ocupado por el monolítico conocido popularmente como
La piedra de Juan de la Cosa. Esta escultura que había sido creada por el artista español Jesús Otero,
y que había sido donada por el gobierno español a Colombia en 1949 llevaba ocupando el centro de
la plaza principal de Turbaco por casi 60 años, desde que por razones históricas se decidió colocarlo
en este municipio en el año 195438.

El monumento de Juan de la Cosa había sido desplazado, no por la figura del libertador Simón
Bolívar, pues este no ocupaba el centro de la plaza del municipio como es común en muchas
poblaciones de Colombia; tampoco era ocupado por otro personaje republicano o español ilustre de
la historia. La piedra de Juan de la Cosa fue desplazada por tres figuras que representan a indígenas
caribes con arcos, flechas y hachas en las manos en posición de guerra39. Ahora la plaza principal de
Turbaco pasaría a llamarse Plaza Cacique Yurbaco; Recordando así a la comunidad turbaquera y a
todo visitante que llegara a este lugar, que hace más de quinientos años, como dice en parte el
himno de este municipio:

“De la cosa, Nicuesa y Oviedo


no encontraron en Turbaco su misión
porque hombres de flechas macanas
defendieron su heredad con pundonor
y aunque Heredia también lo asolara
este pueblo entre cenizas revivió
las mujeres y hombres turbaqueros
rehicieron lo que el odio destruyó”40.

37
En la actualidad Turbaco es un municipio colombiano en el departamento de Bolívar con 63.450 habitantes.
Está ubicado a 10 kilómetros de Cartagena de Indias. Otro nombre dado a este pueblo es Yurbaco, pero este
suele referirse solamente a la población indígena que vivió en este municipio. En este trabajo usaremos el
termino Yurbaco para referirnos al ancestral pueblo indígena, y Turbaco para referirnos al actual municipio.
38
Alberto Zabaleta Lombana. Turbaco en la Historia. Cartagena Colombia.1992. p. 22.
39
José María Padilla Ramos, remodelación de la plaza de Turbaco,
http://www.youtube.com/watch?v=S8reyMe96g4, 27 enero 2014.
40
Magola Paz de Polo, Himno del municipio de Turbaco,http://gloris-ecotravel.blogspot.com/2010/08/himno-
de-turbaco.html, 27 enero 2014.
24

Los monumentos hacen parte de los elementos que buscan conservar el imaginario colectivo de una
sociedad. En este caso, el indígena Yurbaco hace parte de ese imaginario que busca conservar este
municipio, donde como mito fundacional de este pueblo no se ha establecido a ningún fundador
europeo como Juan de la Cosa, Diego de Nicuesa, Rodrigo de Bastidas o Pedro de Heredia. Éstos,
aunque fueron unos de los primeros españoles en llegar a este territorio nunca pudieron dominar
totalmente a esta comunidad. Aunque poco a poco y a través de los años las personas con valores
occidentales se fueron apropiando de su territorio, no pudieron doblegar su cultura totalmente por lo
menos en casi 400 años. (Ver imagen 1 y 2).

Ahora bien, si nos remontamos a los comienzos de la conquista del territorio que hoy se conoce
como Colombia por parte de los españoles a inicio del siglo XVI, uno de los grupos indígenas más
notables fue el pueblo Yurbaco, esto se dio gracias a su resistencia ante la conquista y a su carácter
bélico. A este respecto, el rey Carlos I de España, en una carta fechada en Valladolid el 26 de junio
de 1523 encarga a Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez la misión de pacificar, conquistar y
fundar una ciudad en el lugar que hoy se conoce como Cartagena de Indias o cerca de este. Aquí el
rey de España se refiere a los indígenas yurbacos como “los indios Caribe flecheros (...) Disque es
la gente más feroz de toda la tierra firme”41. Es más, “su fama belicosa se extendió por todo lo
descubierto, con tal asombro de valentía, que si pasaban por aquellas costas algunos bajeles,
miraban la tierra como sepultura de soldados españoles”42.

Imagen 1 y 2.

Fuente: Elaboración propia del autor.

41
Juan Friede, Documentos Inéditos para la Historia de Colombia. T I, Bogotá, Academia Colombiana de
Historia, 1955, (de ahora en adelante DIHI) Documento. (doc.) 10 p. 73.
42
Alfonso Zamora, op. Cit., p.204.
25

Debido a la relevancia que se le ha dado a estos indígenas en la actualidad, al erigir como


monumentos principales en la plaza del municipio de Turbaco estatuas alusivas a ellos, y a la
importancia que adquirió este pueblo indígena en los albores de la conquista, en este capítulo se
analizarán las siguientes preguntas: ¿Cuál era el contexto geográfico de los yurbacos a la llegada de
los españoles? También se analizarán algunos de sus rasgos culturales43 distintivos por ejemplo:
¿Por qué se conocía a los yurbacos como “la gente más feroz de toda la tierra firme”? ¿Cuál era su
sistema político y religioso? ¿Cuáles eran sus prácticas cotidianas?

1.1. Los yurbacos y los indígenas del Partido de Cartagena.

Algunos historiadores como Alberto Zabaleta Lombana y Miguel Camacho Sánchez, infieren que
los Yurbacos eran la misma etnia Calamary que construyeron una gran aldea en el altiplano de Plan
Parejo, hoy municipio de Turbaco. Uno de los atractivos de este lugar para que se construyera la
aldea donde se encontraba el cacique principal de la zona, era las bondades del clima, lo fértil de su
suelo y las abundantes fuentes de agua que brotaban por todas partes en esa fértil colina44.

La versión de otro historiador que trata este tema, aunque se enfoca más en la historia de Cartagena
de Indias, es Eduardo Lemaitre. Éste dice en su Historia general de Cartagena que los pobladores
encontrados por los españoles en esta comarca al momento de la conquista hacían parte de la tribu o
cultura de los Mokaná, una de las cuatro, que junto con chimilas, malibúes y zenúes poblaron la
Costa Caribe de la actual república de Colombia y todos pertenecían a una raza que se ha dado en
llamar Caribe45.

María del Carmen Borrego Plá, afirma que a la llegada de los españoles tres grupos indígenas
poblaban la antigua Gobernación de Cartagena: los caribes, los turbacos y los zenúes. Según esta
historiadora, los caribes estaban centrados en la bahía de Cartagena. Sus parcialidades más
importantes eran Calpixque, Bohaire, Caricox, Matarapa, Cenapote, Calamar, Tocaná, Guapato,
Turipaná y Mahates. Los yurbacos que habitaban desde la punta de Galerazamba hacia el este, hasta
la región del actual municipio de Turbaco. Y los zenúes que se ubicaban al sur de la provincia de
Cartagena desde el actual municipio de San Jacinto hasta gran parte de los actuales departamentos
de Sucre, Córdoba y norte de Antioquia46.

De otro lado, Carmen Gómez Pérez argumenta en su libro Pedro de Heredia y Cartagena de Indias,
que al comienzo de la conquista en el territorio que hoy se conoce como Colombia habitaban dos
grandes grupos indígenas: los andinos y los caribes, los cuales se encontraban en disputa por el

43
En este trabajo se tendrá presente el concepto de cultura empleado por el antropólogo americano Marvin
Harris, quien define cultura como el conjunto aprendido de tradiciones y estilos de vida, socialmente
adquiridos, de los miembros de una sociedad, incluyendo sus modos pautados y repetitivos de pensar, sentir y
actuar. Marvin Harris, Antropología Cultural, Madrid, Alianza Editorial S. A., 1998, p. 4.

44
Alberto Zabaleta Lombana, op. cit., p. 7.
45
Eduardo Lemaitre, op. cit., p 3.
46
María del Carmen Borrego Plá, op. cit., p. 48.
26

territorio. Entre los caribes que habitaban Cartagena se destacaban los mahates, turbacos,
malambos, urabáes, entre otros. Agrega que los turbacos habitaban desde la punta de Galerazamba
hacia el este y, al igual que fray Pedro Simón, comparte que los turbacos eran los mismos Mokaná
que llegaron a Cartagena en canoas desde las costas de la actual Venezuela47.

Otra versión respeto a la clasificación de los Yurbaco en el espacio geográfico caribeño la da Juan
José Nieto. Este sobresaliente caudillo costeño del siglo XIX, sostiene que los calamaríes y los
yurbacos eran pueblos diferentes e independientes el uno del otro. En su ensayo titulado Breve
noticia histórica de los usos costumbres y religión de los habitantes del pueblo de Calamar48,
afirma que los calamaríes eran entre todas las parcialidades de indígenas de la parte norte de lo que
hoy es el departamento de Bolívar, la más numerosa, fuerte y civilizada. Los calamaríes tenían
alianzas con sus poblaciones vecinas: Carex (en tierra bomba), Matarapa, Cocón, Cuspique y
Bobaire (en isla Barú). Con el único pueblo cerca que no tenía alianzas era con el pueblo de los
Yurbacos, por ser estos inquietos valientes y de genio indomable.

¿A qué se debe que haya diferentes conceptos respecto a estos pueblos en cuanto a su clasificación,
organización y alianzas políticas? La respuesta puede estar en estudios más recientes que se han
hecho sobre los indígenas de esta región. Armando Luis Arrieta Barbosa, en su libro que estudia a
los Mokaná, argumenta que los indígenas habitaban la zona geográficamente demarcada por el
Canal del Dique, el Río Magdalena y el Mar Caribe que él llama Partido de Cartagena. A diferencia
de otros grupos indígenas del norte del Caribe colombiano como los taironas, zenúes y los malibúes
propiamente dichos, nunca constituyeron una etnia, ni lograron tampoco avances significativos en el
terreno de la unificación política y religiosa. Más bien, se mantuvieron como un conglomerado
social racial y culturalmente heterogéneo, demográficamente disperso y desprovisto de verdaderos
centros de poder49. (Véase mapa 1 y 2).

Entre los factores que contribuyeron a esta heterogeneidad cultural en el Partido de Cartagena se
encuentran las distintas migraciones de pueblos indígenas que venían de centro y Suramérica en
tiempos prehispánicos a esta región y las influencias de pueblos vecinos. Frente a esto, los
indígenas de la parte de la ribera de Río Magdalena recibían gran influencia cultural de los
Malibúes, Chimilas y Taironas. Los que se ubicaban a orillas del mar Caribe y la parte central del
Partido Cartagena, como era el caso de los Yurbacos, recibían influencia cultural de los tolúes y
zenúes50. Esta, por ser un área cultural donde se concentraban tantos pueblos tan disimiles
culturalmente, a veces a algunos historiadores se les hizo difícil su clasificación.

47
Carmen Gómez Pérez, op. cit., Pp. 213-215.
48
Juan José Nieto, op. cit., p. 53 -59.
48
Ibíd., p. 53 -54.
49
Armando Luis Arrieta Barbosa, Los Mokaná. Impacto de la conquista y de la colonización temprana sobre
una cultura indígena de transición 1533-1610, Bogotá, Tercer Milenio Editores, 2003, Pp. 40, 52-53.
50
Ibíd.
27

Mapa 1.

Fuente: Armando Luis Arrieta Barbosa, o p. cit. pp. 40, 52-53.


28

Mapa 2.

Fuente: Armando Luis Arrieta Barbosa, o p. cit., Pp. 40, 52-53. URUETA José, Op. Cit. Pp. 74-76.

1.2. Los Yurbacos: “la gente más feroz de toda la tierra firme”.

“En vano los buscaban: nunca se supo qué había sido de los cuerpos de los setenta
españoles muertos en aquella jornada, sólo el de Juan de la Cosa fue hallado por
su amigo Ojeda. Recorría éste los alrededores del pueblo (Yurbaco), cuando dio
una voz de dolorosa sorpresa llamando á sus compañeros. Acorrieron los que
estaban más cercanos y encontraron al Capitán hincado al pie de un árbol mirando
con espanto el desfigurado cadáver del piloto que habían atado los indios á un
tronco, no se sabe con qué intención: presentaban á la vista de los que habían sido
sus compañeros, desnudo, hinchado, corrompido ya y cubierto de asquerosos
insectos... Fue tal la impresión que produjo aquel espectáculo en los soldados, que
una vez que le hubieron enterrado lo mejor posible, y rezado sobre él las oraciones
29

del caso, todos á una pidieron licencia para volverse prontamente á los navíos,
pues esta tierra les horrorizaba, y aseguraban que preferirían morirse de hambre
en otra parte, más bien que hacerse ricos entre aquellos salvajes”51.

De esta manera describe Soledad Acosta de Samper en su novela histórica Un hidalgo conquistador
el estado tan deplorable en que se encontró el cadáver de Juan de la Cosa. El hallazgo lo hizo
Alonzo de Ojeda, acompañado de Diego de Nicuesa y sus hombres, cuando éstos, llenos de ira y
con sed de venganza, subieron desde Calamary hasta la colina de los yurbacos con el propósito de
vengar la muerte de los casi cien españoles que habían muerto a manos de estos indígenas el 28 de
febrero de 1510. Ahora bien ¿qué sucesos llevaron a que este navegante encontrara la muerte de
esta manera tan macabra?

Todo empezó en 1508, cuando el rey Fernando el Católico de Castilla ordenó el poblamiento de
Tierra Firme. Esto se haría mediante dos empresas o gobernaciones. El territorio continental
comprendido entre el Cabo de la Vela y el Cabo Gracias a Dios, cuyo punto limítrofe fue el Golfo
de Urabá, abarcarían estas dos entidades. A Alonzo de Ojeda se le encomendó la porción oriental
llamada Nueva Andalucía, mientras que a Diego de Nicuesa la occidental, con el nombre de Castilla
de Oro. El objetivo de estos expedicionarios en este territorio consistía en construir fuertes y
explotar minas de oro. La empresa sería privada, la Corona recibiría como tributo la décima parte de
las ganancias y luego el quinto y ejercería una supervisión detallada sobre lo que ocurriera 52. (Ver
mapa 3)

Con este propósito llega Ojeda y sus hombres a las costas de Calamary (hoy centro histórico de
Cartagena de Indias). Una vez desembarcados en el puerto, Ojeda trata de persuadir mediante sus
intérpretes a los indígenas de Calamary y pueblos cercanos a la costa ir a su encuentro.
Congregados los indígenas de algunos pueblos costeros con algunos frailes, soldados e intérpretes
comandados por Ojeda, los españoles alcanzan a notar que la actitud de los indígenas no era la más
amistosa; pero a pesar de esto, el objetivo de los españoles era hacer amistad con los indígenas. La
estrategia que utilizan es el trueque de objetos traídos de Castilla por el oro indígena53.

Además de tratar de trucar abalorios por oro, los españoles leen el Requerimiento: un documento
que trata de justificar la presencia española en aquellas tierras y sus futuras acciones54. Aquí los
españoles les decían a los indígenas, por medio de los intérpretes, que Dios les había dado esas
tierras a los reyes de Castilla, por lo tanto, le debían obediencia. Además, debían dejar “sus

51
Soledad Acosta de Samper, episodios histórico–novelescos. un hidalgo conquistador, Bogotá, imprenta la
luz. 1907, p 248.
52
Carl Henrik Langebaek Rueda, Jorge Orlando Melo, Historia de Colombia: el establecimiento de la
dominación española, Bogotá, Presidencia de la República, 1998, p 93. Antonio Vascano, Ensayo biográfico
Juan de la Cosa, Valladolid, Editorial Maxtor, 109 p
53
Pedro Simón (fray) TIII, op cit., p 354.
54
Para saber lo que dice de forma inédita el Requerimiento véase José Urueta, op. cit., P. 23.
30

idolatrías, supersticiones, pecados nefandos y otras ofensas de Dios” y convertirse al cristianismo,


de lo contrario serían exterminados55.

Mapa 3

Fuente: Elaboración propia del autor.

La respuesta no se hizo esperar, los indígenas ya cansados por los saqueos y secuestros que venían
padeciendo hacía una década atrás, quizás creyeron que en esta ocasión, al igual que las anteriores,
ésta era otra campaña de los invasores para saquear sus pueblos y llevarse cautivos a sus
coterráneos para venderlos como esclavos. Por esta razón, los indígenas respondieron con flechas
envenenadas a Ojeada y sus hombres56.

Luego de este primer encuentro los indígenas son esparcidos, muchos huyen de sus pueblos. Ojeda
decide emprender acciones “en los pueblos de la costa en contorno del puerto, procurando
reducirlos por bien o por mal con la mayor fuerza de la gente”, pero a Juan de la Cosa lo envía en
una expedición tierra adentro “con casi doscientos soldados, los más de los chapetones que trajo de
Castilla, y entre ellos Diego de Ordás, tomó Juan de la Cosa la vuelta del pueblo de Turbaco”57.

En el recorrido de Ojeda por las costas se destacan sus acciones en un pueblo denominado por los
españoles de las Ollas, que se ubicaba en las cercanías de Calamary. Según Oviedo, cuando los
españoles llegan a la plaza del pueblo se encuentran un grupo de aproximadamente cien indígenas
con los que tienen un enfrentamiento bélico. El cacique de las Ollas, junto a un grupo de indígenas,

55
Pedro Simón (fray) TIII, op cit., p 354.
56
Ibíd.
57
Ibíd., 355
31

hombres y mujeres, se atrinchera en un bohío grande que se ubicaba en el centro de la plaza del
poblado. Cabe resaltar que este bohío debió de ser de gran magnitud, ya que dentro de él estaban
aproximadamente cien indígenas reguardados58.

El cacique de las Ollas tenía muy presente que en expediciones españolas pasadas uno de los
objetivos de los extranjeros era el oro, por eso, mientras los españoles están en la plaza del pueblo
en frente del bohío grande donde están resguardados los indígenas, estos deciden lanzar artefactos
de oro a fuera como señuelos para que los españoles se acerquen al bohío y los tomen. Los
españoles interpretan este gesto como una muestra de paz, por lo tanto se acercan confiados al
bohío a tomar el oro. Para sorpresa de los españoles, los indígenas de las Ollas responden con un
sinnúmero de flechas envenenadas causándoles la muerte a algunos de estos. En respuesta, los
españoles atacan el bohío disparando con sus armas de fuego y ballestas59.

Los españoles resaltan la valentía de una indígena adolecente que quizás no alcanzaba los veinte
años de edad quien, en medio de la confusión, salió del bohío que estaba en medio de la plaza de las
Ollas y con gran determinación irrumpe entre los españoles, combatiendo con estos. De aquel
suceso se dice que esta adolecente en su intrepidez logra herir a cuatro españoles antes que la
tomaran prisionera. Otras versiones dicen que no solo hirió a cuatro, sino más bien que mató a diez
españoles antes que la neutralizaran60. Al final de la batalla, los españoles enciende el bohío donde
estaban resguardados los indígenas, la mayoría de estos salen huyendo, pero algunos mueren
incinerados en el bohío61.

Al mismo tiempo, Juan de la Cosa con más de cien hombres van subiendo la colina en la que está
ubicado Yurbaco. En cuanto a los sucesos alusivos a la batalla de los yurbacos con de la Cosa y sus
hombres, hay dos versiones: la de fray Pedro Simón y la de Gonzalo Fernández de Oviedo.

Según fray Pedro Simón, los españoles llegan a Yurbaco y encuentran a los indígenas armados y
preparados para el combate, pues los yurbacos ya sabían de antemano por medio de espías que
tenían en las costas, que los españoles se dirigían a su territorio. Cuando los europeos están frente a
frente con los indígenas a la entrada del pueblo, los españoles deciden leer el Requerimiento, acto
que es interrumpido por un ataque de innumerables flechas. De esta manera empieza la refriega en
la que mueren todos los españoles, a excepción de Diego de Ordaz, que herido en una pierna
traspasada por una flecha, lleva la noticia de la desventura a Ojeda que se encuentra en las costas de
Calamary62.

La otra versión la registra Oviedo en su Historia de las indias. Aquí, el militar y conquistador
afirma que cuando Ojeda llega al territorio de Yurbaco, logran tener una batalla con algunos
indígenas, entre estos Catacapa, que era el cacique principal de Yurbaco para esa época. Pero los

58
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… P. 422.

59
Ibíd.
60
Martin Fernández De Enciso, op. cit., P. 267. Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… P. 422.
Pedro Simón (fray) TIII, op cit., p 356.
61
Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… P. 422.
62
Pedro Simón (fray) TIII, op cit. Pp. 355-356.
32

yurbacos no prevalecen ante los españoles y son esparcidos por los montes aledaños del pueblo. En
esta batalla los españoles logran capturar aproximadamente a 100 indígenas, la mayoría mujeres y
entre ocho mil y nueve mil castellanos en oro. El pueblo queda abandonado, lo que hace que los
españoles se confíen, empiecen a saquear las chozas abandonadas y se congreguen en la plaza del
pueblo. Aquí prenden una fogata, preparan alimentos, y tienden hamacas para pasar la noche63.

En el momento menos esperado, los españoles se ven rodeados de centenares de indígenas que
empezaron a flecharlos, aquí el descuido de los españoles fue fatal, ya que esto condujo a la muerte
de casi todos los expedicionarios en Yurbaco, lo que incluía a Juan de la Cosa. Tal como lo dijo
Oviedo:

Desto se dio mucha culpa al capitán Johan de la Cosa, é no se ovo como hombre de
experiençia ni de prudençia alguna; porque el buen soldado nunca ha de dexar las
armas en tiempo sospechosso ni sin tener segura la paz, quanto mas que debiera
mirar que los maridos y padres de aquellas mugeres, cuyas casas e haçiendas se
tomaban, no avia muchas horas que lo poseían, ni en tan breve tiempo se avian de
desacordar de su injuria, como no se desacordaron64.

Al día siguiente de la muerte de Juan de la Cosa, Diego de Nicuesa y sus hombres llegan a
Calamary de paso, pues su destino era fundar la Gobernación de Castilla de Oro. Ante la trágica
noticia, Nicuesa decide ayudar a Ojeda y vengar la muerte del cartógrafo. Según Simón, son
aproximadamente 100 hombres los que acompañan a Nicuesa y Ojeda a Yurbaco. Pero Oviedo
afirma que más bien fueron “treçientos hombres, los çiento é çinqüenta rodeleros é sessenta
ballesteros, é otros quarenta con sus coseletes é picas, é otros quarenta empavesados”65.

Los españoles llegan muy temprano a Yurbaco el 30 de febrero de 1510. Según Simón, los
indígenas estaban confiados y descuidados, muchos de ellos todavía dentro de sus bohíos dormidos.
Los españoles rodean sigilosamente el pueblo y empiezan a quemar las casas66. En su crónica,
Simón destaca que cuando los indígenas salían de sus casas encendidas se encontraban con los
españoles armados afuera de ellas. Según los soldados, era tanto la obstinación de los yurbacos que
preferían morir abrasados por las llamas de sus casas junto con sus familias, a morir a filo de espada
o con las armas de fuego de los españoles. En esta refriega se destacan ocho indios atrincherados en
un bohío, desde allí se defendían con gran destreza de los españoles usando sus flechas, logrando
traspasar por el pecho a un español con una de ellas. Ante esto, Ojeda manda a poner fuego al bohío
donde se refugiaban estos indígenas incinerándolos dentro67.

De otra parte, Oviedo afirma en su relato que a la llegada de los españoles a Yurbaco los indígenas
no estaban descuidados, sino más bien estaban vigilantes y expectantes a la llegada de los

63
Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… P. 422.
64
Ibíd.
65
Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… P. 424. Pedro Simón (fray) TIII, op cit., p 357.
66
Ibíd.
67
Ibíd. P 358.
33

españoles. Porque cuando llegan los españoles a Yurbaco se encuentran con el cacique Catacapa y a
su mando más de quinientos indígenas para defender su pueblo68.

Al final, el pueblo queda arrasado por el fuego. Decenas de indígenas incinerados dentro de las
cenizas de sus casas. En medio de tan lúgubre escena, los españoles empezaron a husmear entre los
despojos de la batalla las piezas de oro que pendían de los cadáveres calcinados de los indígenas69.
El rancheo fue detenido cuando se toparon de repente con la terrible escena que se describe al
comienzo de este subtitulo.

Fray Pedro Simón la describe de esta manera: “hallaron los ocho soldados vivos amarrados, y los
cuerpos muertos, y entre ellos á Juan de la Cosa, feísimo y espantable por el mucho veneno de las
muchas flechas de que murió, que no cansó poco temor en los soldados y fue causa para no
detenerse mucho en el rancheo”, al final se obtuvieron catorce mil pesos de buen oro en el
rancheo70.

Sin duda, este hecho fue uno de los sucesos que más esparció el rumor de la ferocidad de los
yurbacos en la sociedad castellana de comienzos del siglo XVI. La razón es que Juan de la Cosa no
era un personaje ordinario. Este navegante y cartógrafo había participado en siete de los primeros
viajes a América, fue el dueño y piloto de la legendaria embarcación llamada Santa María, en la que
Cristóbal Colón y sus hombres llegaron por primera vez a territorio americano el 12 de octubre de
1492. También dibujó el mapa que tradicionalmente se conoce como el más antiguo conservado en
el que aparece el continente americano71.

También se dice que a los reyes de Castilla los conmocionó mucho esa pérdida, pues se vieron
privados, con profunda pena, de los consejos de este cosmógrafo, que en aquella época gozaba de
excelente reputación, no sólo en España sino en Portugal y otras naciones. En registros históricos
castellanos se puede comprobar que la noticia de la muerte de Juan de la Cosa, causó en España
profundo dolor. Le hicieron honras fúnebres y muchos elogios72.

Por estas razones, es lógico pensar que la muerte de este personaje fue una noticia importante en
Castilla y la América conquistada. Debió causar un gran revuelo, no solo su muerte, sino también le
dio la fama a los autores de la misma: el pueblo Yurbaco y todos los indígenas que habitaban las
costas de Calamary y sus alrededores. La forma en que encontraron su cadáver: atado en un tronco,
desnudo, hinchado por el veneno de las flechas; con tantas flechas incrustadas que se asemejaba a
un erizo73, fue el principal suceso que les dio a estos indígenas la popularidad de ser la gente más
feroz de toda la América conquistada hasta ese entonces (Ver imagen 3 y 4 ).

68
Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… P. 424
69
Ibíd.
70
Ibíd.
71
Lemaitre, op. cit., P. 57.
72
Antonio Vascano, Ensayo bibliográfico del célebre navegante y consumado cosmógrafo Juan de la Cosa y
descripción e historia de su famosa carta geográfica, Madrid, Maxtor, 2003, P. 30.
73
Hay diferentes versiones del hallazgo del cadáver de Juan de la Cosa en el pueblo Yurbaco. Fernández de
Oviedo apunta a que su cuerpo quedó tendido en el centro de la plaza del pueblo junto a una pila de cadáveres
de españoles; Navarrete dice que el cadáver no fue hallado simplemente porque los indígenas se lo comieron;
34

El rumor de la ferocidad de los Yurbacos fue inevitable, se esparció y trascendió tanto que el rey
Carlos I de España, trece años después de la desgracia de Juan del Cosa, se refiere a esto en una
carta fechada en Valladolid el 26 de junio de 1523. En este escrito el Rey encarga a Gonzalo
Fernández de Oviedo y Valdez la misión de pacificar, conquistar y fundar una ciudad en el lugar
que hoy se conoce como Cartagena de Indias o cerca de la zona. Aquí el rey de España se refiere a
los indígenas de Yurbaco como “los indios Caribe flecheros (...) Disque es la gente más feroz de
toda la tierra firme”74. Esta empresa nunca se lleva a cabo por el temor que Oviedo tenía a esta
región, donde los indígenas tenían fama de ser bien aguerridos75.

Luego de 23 años de la desventura de Juan de la Cosa, le tocó a Pedro de Heredia encararse con
estos indígenas que tenían la fama de feroces. En las crónicas y cartas de la época Heredia dio
varias interpretaciones del carácter de estos indígenas. Luego de su primera expedición por el
territorio que llegaría a ser su gobernación, Heredia afirman que los pueblos que allí se hallaban
eran comunidades muy territoriales, que vivían en constantes guerras. Pero tratando el caso
particular del pueblo Yurbaco, parece ser que este dominaba sobre los otros pueblos vecinos76.

Una de las razones por la que se puede afirmar que Yurbaco era el que tenía hegemonía política
sobre los pueblos aledaños, es que cuando los ibéricos llegaron a las costas de Calamary en 1533
algunos habitantes de este pueblo llevaron a los europeos hasta Yurbaco. Esto lo hicieron quizás
con la fe de que los yurbacos por ser el pueblo más fuerte, vencieran a los extranjeros. Fray Pedro
Simón apunta en sus noticias historiales:

No había bien declarado Catalina (la interprete indígena natural de Oca,


adoctrinada en la cultura occidental en la isla La Española) estos intentos ( de ser
amigos de los nativos) a Corinche (el indígena guía que se tomó de las costas de
Calamary) cuando se determinó cubriendo con obediente y amigable respuesta su
malicia, guiándoles por el pueblo de Turbaco, indios como hemos visto de los más
valientes de estas provincias donde tenía seguro el viejo perecerían los nuestros ya
que no todos, gran parte de ellos como en la de Juan de la Cosa y Ojeda.77

la versión más aceptada es la de Fray Bartolomé de las Casas y Fray Pedro Simón, estos afirman que de la
Cosa fue hallado desnudo y deforme amarrado en un árbol con el cuerpo lleno de flechas. Antonio Vascano,
op cit., P. 29.
74
DIHC, T.I, doc. 10, p. 73.
75
DIHC, T.VIII, doc. 1830, p. 143.
76
DIHC, T. III, doc. 467, Pp. 20-25.
77
Fray Pedro Simón, op. cit., T IV. P 8.
35

Imagen 3

Fuente: Elaboración propia del autor.


36

Imagen 4.

Grabado tomado del volmen 02 de The sea: its stirring stor y of adventure, peril y eroism. (El mar:
su conmovedora historia de Aventura, peligro y heroísmo). Libro publicado en 1877 por la
Universidad de Oxford- Reino Unido.

Aquí el plan de los habitantes de Calamary demuestra que aún después de 23 años de la batalla de
Juan de la Cosa, estaba muy presente en los indígenas de la región. Pero la estrategia del viejo
Corinche no tuvo mucho éxito, pues Heredia y su hueste lograron vencer al pueblo Yurbaco.

Siempre que se hacía referencia sobre este pueblo, lo describían como: “a tierra adentro pueblo de
muy grande que se decía Turvaco (…) tenía dos o tres arcas de árboles (cursivas del autor)”78.

78
DIHC. T. III, doc. 467, p.23-24; Lucas Fernández de Piedrahita, Historia general de las conquistas del
Nvevo Reyno de Granada, Madrid, J.B. Verdussen, 1688, p. 82. De la arquitectura de defensa de estos
pueblos se dice que “Todos los mas de los pueblos que se han dicho están çercados de muros de árboles muy
gruesos é llenos de espinas las ramas é troncos dellos, é muy espesos e juntos, é son plantados é puestos á
mano, con tanto intervalo uno de otro, quando los plantan, quanto saben por experiencia que cresçiendo
pueden después con el tiempo engrossar: é después que han cresçido todo lo que pueden, quedan tan
apretados, que entre un árbol é otro no puede caber un hombre. Y en cada çerca hay dos órdenes de árboles ó
37

Sobre este lugar es el único del que se dice que estaba protegido con tres cercas de madera o
arboles. De otros pueblos de indígenas solo se menciona que tenían una cerca o dos, lo que da a
entender que aunque fuera grande y el más poderoso de la región, sus vecinos los atacaban con
intensidad, quizás para quitarle su supremacía79. En contraposición, a los indígenas de Yurbaco les
fue necesario ponerle tres cercas de defensa, lo que a los ojos de españoles hacía ver a este pueblo
inexpugnable (Ver imagen 5).

Luego de la sangrienta batalla que duró varias horas, por fin Heredia y sus hombres lograron entrar
al centro de Yurbaco, aquí notan que:

Avía en aquel pueblo de Taragoaco çiertas casas suntuosas é mucho mayores que las
otras80, que deiçan ser de indios señores caiçques prinçipales; é delante de cada una
estaba una estacada á manera de çeto, y en cada estaca una cabeça de un hombre,
que deçian ser de enemigos indios que avian muerto en sus batallas. Y era muy grande
el numero destas cabeças, (…) assi entre aquellos indios ponen tales ysinias de
cabeças de hombre por trofeos é adornamiento de sus casas: é aquel tienen por más
honrado, que más cabeças ha cortado é tiene puestas, por mostrar su ferocidad é
señorío.81

Este hecho sin duda debió causar una gran impresión en los españoles respecto al carácter de este
pueblo, lo drástico del trato que ellos les daban a las personas que consideraban sus enemigos y
debió darles una idea de lo difícil que sería diezmar su ferocidad.

rengles, como muro é contramuro, y entre la una çerca é la otra queda un vallejon ó barbacana de çinco ó seys
pies de ancho (de 1.5 a 2 metros más o menos), todo á la redonda. É tienen sus puertas é contrapuertas donde
les conviene; é desta forma están murados é muy fuertes aquellos pueblos” entre estos pueblos a los españoles
les llamo en especial un pueblo de nombre Dá que sobresalía entre los demás pueblos por lo tan bien hechas
que estaban sus cercas de árboles y puertas. Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… op. cit., Pp.
446,450.
79
Heredia en su primera expedición por las tierras de la futura Gobernación de Cartagena pudo darse cuenta
de la rivalidad que había entre estos pueblos y sus constantes enfrentamientos. Afirma que “los pueblos son
grandes y tienen grandes divisiones unos con otros, porque en allegado que llegamos a pueblos luego nos
rogaban que les fuésemos a ayudar diciendo que tenían guerras con otros” DIHC. T. III, doc. 467, p.25.
80
Respecto a la construcción de casas indígenas Oviedo nos dice : “éstas llaman en Tierra Firme bohío; y las
unas y las otras son de muy buenas maderas, y las paredes de cañas atadas con bejucos, que son unas venas o
correas redondas, que nacen colgadas de grandes árboles y abrazadas con ellos, y las hay tan gruesas y
delgadas como las quieren, y algunas veces las hienden y hacen tales como las han menestar para atar las
maderas y ligazones de la casa; y las paredes son de cañas, juntas unas con otras, hincadas en tierra cuatro o
cinco dedos en hondo, y alcanzan arriba, y hácese una pared de ellas buena y de buena vista, y encima son las
dichas casas cubiertas de paja o yerba larga, y muy buena y bien puesta, y dura mucho, y no se llueven las
casas, antes es tan buen cubrir para seguridad del agua como la teja.” Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés,
Sumario... op. cit., P.134.

81
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia... op. cit., p.434. DIHC. T. III, doc. 467, p. 24.
38

Otra característica de estas comunidades, en especial Yurbaco, era su destreza en la batalla. Como
muy bien lo atestiguan los primeros ibéricos que tuvieron contacto con ellos, se afirmaba que:

Sus guerras eran sin cesar unas provincias y pueblos con otros porque el enemigo
de la paz al que servían no les dejaba descansar un pueblo sin que estuvieran
derramando sangre humana (...), aún hasta las mujeres como dejamos dicho, pues
al lado de sus padres y maridos salían a hacer mayor riza que ellos en sus
enemigos salían a las guasábaras.82

Martín Fernández de Enciso dice acerca del pueblo de Yurbaco: “Son belicosos y usan arcos y
flechas; tiran todas las flechas con hierva de la mala83 y pelean las mujeres tan bien como los
hombres. Yo tuve presa a una moza de fasta dieciocho o veinte años que se afirmaba por todos que
habían muerto ocho hombres cristianos antes que fuera presa en la batalla en la que perdieron”84.

Aquí es de notar que tanto los hombres como las mujeres peleaban con mucha valentía, adornados
con plumas y los cuerpos pintados85. En el texto citado anteriormente, Fernández de Enciso destaca
la destreza de una joven indígena de la tribu Yurbaco de aproximadamente 20 años. Esta mujer fue
una diestra y hábil guerrera, claro está, el que las mujeres pelearan en las batallas no era un caso
exclusivo de Yurbaco, tal como se pudo observar en caso de la indígena guerrera de las Ollas,
también se mencionan casos similares en Canapote86.

82
Pedro Simón (fray), op. cit., P 9. Respecto a la vestimenta de estos indígenas a la hora de la guerra
Fernández de Oviedo nos dice: “ llevan caracoles grandes que suenan mucho, a manera de bocinas, y también
atambores y muchos penachos muy lindos y algunas armaduras de oro, en especial unas piezas redondas,
grandes, en los pechos y brazales, y otras piezas en las cabezas(..) y de ninguna manera tanto como en la
guerra se precian de parecer gentiles y hombres de ir lo más bien aderezados que ellos pueden de joyas de oro
y plumajes (…) de aquellos caracoles hacen unas cuentesicicas blancas y de muchas maneras y otras
coloradas y otras negras y otras moradas, y canutos de lo mismo, y hacen brazaletes, mezclados con olivetas y
cuentas de oro, que se ponen en las muñecas y encima de los tobillos y debajo de las rodillas(…) y llaman a
estos sartales y cosas de esta manera, chaquira. De más de esto traen zarcillos de oro en las orejas y en las
narices.” Gonzalo Fernández de Oviedo., Sumario…, op. cit p. 141.
83
“la yerba de que aqustos indios usan la hacen, según algunos indios (le habían) dicho, de unas manzanillas
olorosas y de ciertas hormigas grandes (…) y de víboras y alacranes y otras ponzoñas que aquellos mesclan, y
la hacen negra que parece cera-pez muy negra.” Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario…op. cit., P. 114.
84
Martin Fernández de Enciso, op. cit., P. 267.
85
Para pelear, estos indígenas se pintaban el cuerpo de negro y rojo, los cuales se obtenían de dos plantas: la
jagua y el achiote. En el combate, además de los caciques, habían otras personas denominadas tequina, lo cual
significaba destreza o experiencia en la guerra, por esto eran guías en las batalla. El título tequina no solo se
designaba a un hábil guerrero, pero si había un indígena diestro en otro arte como la pesca, elaboración de red
o arcos, caza, etc. También se le denominaba tequina. Ibíd., p. 123-124.
86
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… op. cit., p.422.
39

Imagen 5.

Fuente: Elaboración propia del autor.

Estos hechos que refieren Fernández de Enciso y Fernández de Oviedo hacen inferir que tanto
hombres como mujeres de los pueblos guerreros del Partido de Cartagena, entre estos Yurbaco,
desde niños debían de ser entrenados en el arte de la guerra con el objetivo de defender su territorio
de los pueblos vecinos. De no ser así ¿cómo se puede explicar la destreza de estas jóvenes en el
combate? Este entrenamiento que en principio era necesario para contrarrestar pueblos enemigos
con los que tenían constantes enfrentamientos, se vio reflejado en las batallas de conquista que estos
aborígenes tuvieron con los europeos (Ver imagen 6).
40

Imagen 6.

Fuente: Elaboración propia del autor.


41

En una carta que Heredia dirige al rey de España, expresa respecto a estas mujeres guerreras de los
pueblos del Partido de Cartagena que “había indios que servían de mujeres para todo y había
mujeres que no conocían varón, que andaban con sus arcos y flechas e iban a la guerra y tenían
mujeres que les servían en casa”87.

Oviedo en su crónica revela un dato interesante sobre estas mujeres guerreras; menciona cierta
conversación que Pedro de Heredia tuvo con una de estas mujeres en el pueblo de Zamba
(Galerazamba):

“En aquella tierra acostumbran las mugeres, que no quieren casarse, traer arco é
flechas como los indios, é van á la guerra con ellos é guardan castidad, é pueden
matar sin pena á qualquier indio que les pida el cuerpo ó su virginidad. Destas
tales mugeres vino una á ver al gobernador é á los cristianos, la qual traia un arco
é sus flechas en compañía de los indios, é pregúntesele por la lengua que porqué
andaba assi é no como las otras mugeres, é traia armas como los hombres.
Respondió que con hombres avia de haçer obras de hombre, é conversando con
mujeres avia de vivir como ellas; é porque su padre al tiempo que murió, le avia
mandado que guardasse castidad, é que por a vérselo mandado su padre ella era
muy contenta de cumplirlo,é que nunca avia conosçido varón ni violado su
castidad:y era ya muger vieja,pero muy diestra en su arco é flechas,tanto que
ningun indio maçebo le haçia Ventaja”.88

Aquí se puede observar que no todas las mujeres de estos pueblos eran guerreras, porque todo
parece indicar, según el análisis de Heredia, que habían mujeres que no andaban con arcos y
flechas, pero que algunas sí andaban armadas como si fueran indígenas varones. Por eso se le
pregunta a una de estas indígenas que, “porque andaba assi é no como las otras mugeres, é traia
armas como los hombres…” lo que da a entender que habían otras mujeres que no eran guerreras.

Aunque la respuesta que da esta indígena es personal, dice que se debe a un voto de castidad que
hizo a su padre antes de morir. Lo cierto es que cuando los ibéricos las observaban, llegaban a la
conclusión que las mujeres de guerra de estos pueblos tenían actitudes masculinas, en cuanto a
vestimenta y comportamiento. Además, observaban que estas indígenas no conocían varón, al
contrario, tenían mujeres en sus casas que les servían, pues parece ser que las indígenas guerreras,

87
DIHC, T. III, doc.1588, p. 213. Cuando Heredia llega a los pueblos de Matarap y Cospique el 9 de mayo de
1533, a tan solo 10 km. de Calamary (en la actualidad zona industrial de Mamonal), junto a la bahía se dice
que “allí se hallaron dos indios que traían los cabellos lardos como las indias” entonces “quiso saber la causa;
é respondiéronles que aquellos eran sodomitas é pacientes, y en sus borracheras usaban con ellos como con
mugeres en aquel nefando crimen: é porandaban como mugeres é servían en cosas que las mugeres
acostumbran exercitarse. Y el gobernador les dixo que por qué consentían tan grande maldad, é replicaron que
porque los servían é molían el mahiz , que comen é de que hacen çierto vino. La excusa es liviana y la maldad
abominable: é mintieron, que no lo hacen sino de péssimos pecadores de semejaute delicto. É preguntáronles
si se usaba aquello en otras pintes ó lugares, é dixeron que sí.” Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés,
Historia… op .cit., P 447.
88
Ibid, P. 437.
42

según los españoles, tenían tendencias lésbicas; de igual manera, “había indios que servían de
mujeres para todo”, que asumían roles femeninos.

Con esto se puede asegurar que toda la práctica guerrera era exclusiva de mujeres que no conocían
varón o que tenían actitudes masculinas, pues como ya se citó, en las batallas con los españoles se
dice que las mujeres “al lado de sus padres y maridos salían a hacer mayor riza que ellos en sus
enemigos.”

Es posible que la participación en la guerra fuera exclusiva de hombres y de este tipo de mujeres
guerreras que no tenían compañeros masculinos. Pero en casos extremos como las batallas con
pueblos muy fuertes y las que se dieron con los ibéricos, era necesario que no solo estos guerreros
participaran en la batalla, si no todo el pueblo, lo que incluía a mujeres que no eran guerreras
entraran en la batalla para defender su comunidad.

Otra posibilidad es que aunque en la práctica guerrera entre las indígenas fuera más común, en las
indígenas que asumían roles masculinos también había la posibilidad que mujeres con roles
femeninos desearan ser entrenadas en la guerra, ya fuera por iniciativa propia o porque sus padres
así lo quisieran.

1.3. ¿Eran en realidad tan feroces?

Todos estos rasgos culturales expuestos anteriormente: pueblos cercados con árboles espinosos,
cabezas clavadas en estacas a la entrada de los pueblos y a la entrada de la casas de los caciques,
constantes enfrentamientos entre un pueblo y otro, gran destreza tanto de mujeres como hombres en
la batalla, la fama que tenía estos pueblos de haber vencido un sinnúmero de castellanos que se
acercaban a aventurar o a tratar de conquistar su territorio; todo esto era observado por los
españoles y a la conclusión que llegaban es que todas estas comunidades eran feroces, incluso como
se dijo del pueblo Yurbaco “la gente más feroz de toda la tierra firme”. (Ver imagen 7 y 8).

De igual forma, fray Pedro Simón afirma en su crónica: “Sus guerras eran sin cesar una provincia y
pueblos con otros porque el enemigo de la paz, a quien servían no les dejaba descansar un punto sin
que anduviesen derramando sangre humana”89. Esto no necesariamente debe llevar a pensar al
lector que Yurbaco o todos los pueblos indígenas del Partido de Cartagena eran sociedades
iracundas e irracionales que se inclinaban a prácticas más instintivas, dejando de lado el
establecimiento de relaciones de sociedad. Aunque toda esta descripción sí demuestra que la guerra
era algo fundamental en estos pueblos, eso no es prueba de que estos indígenas fueran incapaces de
actuar por vías pacíficas. Hay que tener en cuenta que no siempre los indígenas de esta zona fueron
considerados feroces y guerreros.

89
Pedro Simón (fray), op. cit. TIII p. 371.
43

Imagen 7.

Fuente: Elaboración propia del autor.


44

Imagen 8.

Fuente: Elaboración propia del autor.


45

Aquí en esta parte es útil citar el estudio hecho por Tzvetan Todorov titulado La conquista de
América: el problema del otro;90 en este el autor resalta la importancia de tener cuidado de no caer
en el la ingenuidad de creer los juicios que hacían los europeos al observar ciertas prácticas
culturales en los nativos americanos. Como ejemplo el autor muestra el concepto cambiante que
tuvo Cristóbal Colón de los indígenas al observarlos y tratar con ellos en sus diferentes viajes a las
Antillas. Esto queda evidenciado en las cartas que éste dirigía a la metrópolis o en sus diarios de
viajes y que llega a ser objeto de estudio de este investigador91. Colón, en su primer viaje afirmaba
que los indígenas de las Antillas no tenían codicia de lo ajeno, que eran “la mejor gente del mundo,
y la más mansa y de tan buenos corazones”, pero al pasar cierto tiempo los califica de “ladrones,
salvajes llenos de crueldad”.

El primer calificativo lo hace con base a la buena disposición de los indígenas al rescatar el oro por
abalorios que los europeos traían, donde ellos “daban todo por nada”. A Colón le parece que a veces
rallaban en la tontería, quizás, porque olvidaba que los valores son convencionales, que el oro no es
más valioso que los abalorios en sí. No tiene en cuenta que la supremacía del oro sobre otros
objetos era superior en el sistema económico de intercambio europeo, pero no debía ser lo mismo
en el mundo indígena92.

El segundo calificativo es hecho al observar que los indígenas muchas veces tomaban las
pertenencias de los españoles cuando estos se quedaban en sus aldeas, les daban el calificativo de
ladrones, sin tener en cuenta que era una costumbre en la que los indígenas que pertenecían en una
misma aldea podían utilizar los bienes de sus vecinos. De igual manera, cuando estos no adoraban o
no mostraban respeto por las imágenes religiosas europeas entonces los indígenas pasaban a “ser
salvajes llenos de crueldad y enemigos de los europeos”93.

Este es un claro ejemplo para mostrar lo miope que era la observación que hacían algunos europeos
al describir las prácticas culturales de los indígenas. Muchas veces, en este caso Colón hacía juicios
sobre los indígenas al observar de una manera superficial sus prácticas y con una carga y punto de
vista europeos llegaban a ciertas conclusiones. Por esta razón, los indígenas pasaban de ser la gente
más mansa a la más salvaje, o de ser la gente más buena e ingenua a los más crueles y ladrones.

De forma parecida sucede con los indígenas del Partido de Cartagena, en especial los indígenas de
Yurbaco. Cuando los europeos observan todos estos rasgos descritos anteriormente y aún más, los
informes de españoles muertos de esta región a comienzos del siglo XVI, los ibéricos “miraban
(esta) tierra como sepultura de soldados españoles.”94 Así, llegaron a la conclusión que estos eran
sin duda los indígenas más feroces de tierra firme. Pero si se analiza detalladamente la información
a este respecto, se puede concluir que este calificativo de “gente feroz” se tiene que ajustar. En esta
ocasión se analizarán al menos cuatro acontecimientos.

90
Tzvetan Todorov, La conquista de América: el problema del otro, México, Siglo Veintiuno Editores, 1987,
197 P.
91
Ibíd., p. 41-58.
92
Ibíd., P. 46-47.
93
Ibíd., P. 48.
94
Alfonso Zamora, op. cit., P. 204.
46

El primer acontecimiento fue la llegada de Cristóbal Guerra a las costas de Cartagena, este es un
caso que fue documentado por fray Bartolomé de las Casas95. Al llegar Cristóbal Guerra a las playas
de Calamary, quien sale a su encuentro es el cacique de esta población con otros indígenas. Guerra
por medio de señas le indica al cacique que le daría cosas de Castilla a cambio de oro. Pero este es
prendido por el ibérico y hecho prisionero en uno de los navíos. Los españoles le comunican al
pueblo que la única manera que podía dejar libre al cacique era a cambio de un cesto lleno de oro de
los que se usaban en Castilla para llenar uvas.

Los indígenas al ver que su cacique estaba secuestrado anduvieron por todo Calamary buscando oro
pero lo que hallaban era poco. Los españoles no bajaban el precio de rescate, a menos que el cesto
estuviera lleno. Así que los indígenas angustiados y con lágrimas fueron buscando en todo rincón de
sus chozas e incluso a los pueblos vecinos para conseguir el precio estipulado del rescate y lograr
que el cacique fuera liberado. Tardaron más de un día para conseguir la demanda de los españoles.
Sin embargo, una vez pagado el rescate, aunque no completo, Guerra deja libre al cacique en una
canoa y le da un hacha por satisfacción, pero el cacique es dejado en libertad solo y se quedan con
los indígenas que llevaron la última cantidad de oro como precio del rescate96.

Este caso es interesante, pues los indígenas de Cartagena, que después fueron llamados los más
feroces, en esta ocasión no actuaron de forma bélica; al contrario, los indígenas de Calamary como
“no habían experimentado por allí las obras de los nuestros –dice Fray Bartolomé de las Casas –
veníanse a los navíos como gentes simples y confiadas”97. También es de notar que en ningún
momento se dice que los indígenas de Calamary, como tampoco los de los pueblos aledaños, hayan
actuado con ferocidad en contra de los españoles.

Este caso también evidencia la buena relación del pueblo Calamary con los otros pueblos. Aunque
se afirmara que sus guerras eran sin cesar porque el enemigo de la paz al que servían no les dejaba
descansar, sin que estuvieran derramando sangre humana 98, se puede ver que entre estos pueblos
existían ciertas alianzas, esto se hace evidente cuando los indígenas de Calamary acuden a los
pueblos vecinos para que estos los ayudaran a cumplir con el pago de rescate99.

También se puede notar cierta relación política donde la autoridad del cacique de Calamary estaba
sobre los caciques de los otros pueblos y era bien vista o aceptada de buena gana por esas
comunidades, porque este suceso, donde el cacique de Calamary fue secuestrado por los españoles,
hubiera sido una excelente oportunidad para librarse del dominio político que este cacique tenía

95
Fray Bartolomé de las Casas afirmó que este caso se lo conto después de 30 años que sucediera una persona
que fue testigo ocular del hecho, este testigo viajo con Alonso Niño y Cristóbal Guerra a las costas de
Cartagena para 1502. Bartolomé de las Casas (Fray) TI, op. cit., p. 681.
96
Ibíd., Pp. 681-682.
97
Ibíd., P.681.
98
Pedro Simón (fray), op. cit., T III P. 271.
99
Juan José Nieto afirma que los indígenas de Calamary que “a excepción de los indios de Turbaco que eran
inquietos valientes y de genio indomable el cacique de Calamar tenia alianzas con los otros pueblos de Carex,
Matarapa, Cocón, Cuspique, situados al margen de la bahía y Bohaire.” Juan José Nieto, op. cit., P. 53 quizás
de estos pueblos fue de donde los indígenas de Calamary consiguieron el resto del oro para pagar el rescate.
47

sobre ellos al no ayudar al pueblo Calamary con el pago de rescate. Pero se puede notar que lo que
sucedió fue todo lo contrario, los indígenas de todos estos pueblos contribuyeron para lograr la
liberación del cacique.

Otra evidencia nos la da Oviedo cuando afirma que logró tener tratos pacíficos con los indígenas de
la isla Carex antes que se fundara la ciudad de Cartagena, pues afirma:

“Carex fue un cacique de los que un tiempo uvo en aquella isla, y el más poderoso;
porque quando yo trataba con aquellos indios, en los rescates que tengo dicho
(cursivas del autor), aquel cacique Carex era muy hombre, y el que más temido é
más señor era allí en aquel tiempo, y el más rico, é sin él avia otros tres. Este tenía
la costa toda de la isleta por la banda de Sur enteramente, y de la otra parte ó banda
del Norte estaban tres caçiques, que eran el caçique Quiripa, más al Este; é más
baxo al Poniente estaba el caçique Guacaliçes; é más al Occidente en a misma isleta
era el quarto caiçque Cuspique”100.

Aquí se aprecia que Oviedo logró tener cierto trato con los indígenas de la isla Codego, logró
rescatar o intercambiar con los naturales de esta isla baratijas por oro u objetos preciosos en más de
una ocasión. Oviedo conocía bien los pueblos que la componían y reconocía que aunque Carex era
el cacique mayor de la isla, esto no impidió que este lograra tratar con aquellos indios. En ese
entonces los habitantes de Codego no actuaban de forma guerrera contra los españoles.

Otro suceso es cuando Pedro de Heredia llega a un pueblo indígena del Partido de Cartagena
llamado Choguapo y logra tener un trato pacífico con estos. Luego los indios para mostrar su
amistad con los españoles le traen a Heredia algunas provisiones, entre estas “truxeron muchas
gallinas de las de Castilla, no porque estas eran naturales de aquella tierra, pero que ya tenían casta
é muchas dellas después que los chripstianos han praticado aquellas costas”101. Si los indígenas de
esta región eran tan guerreros e iracundos como se afirmaba en algunas crónicas y cartas, entonces
¿por qué se podían encontrar gallinas europeas en estos pueblos? Pues como afirmó el mismo
Oviedo, estas eran una evidencia que los ibéricos, aunque no se mencione explícitamente en alguna
documentación existente, lograron tener tratos pacíficos con estos pueblos indígenas. Muchos
españoles pudieron intercambiar objetos y animales con los indígenas, estos a su vez les daban oro,
alimentos, mantas, etc.102.

100
Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia... op. cit., p. 429-430.
101
Ibíd., p. 438.
102
Respecto al trato pacífico de españoles e indígenas antes de establecida la Gobernación de Cartagena en
1533, encontramos que para 1510 Martin Fernández de Enciso estuvo por las costas de Cartagena; aquí nota
que los indígenas de esta región almacenaban maíz y agua en grandes tinajas para fermentarlo, de este
producto los indígenas tomaban una taza grande en las mañanas y con eso se sustentan toda el día en sus
labores. Con base a esto, Enciso afirma que “los cristianos que están en aquella tierra usan lo mismo y dicen
que es la mejor cosa que allá hay; y se sufrirá uno trabajando un día sin comer si bebe dos de ello.” Este dato
es interesante y un poco contradictorio si se tiene en cuenta que para esta época los indígenas de Cartagena
estaban muy reacios a tener tratos pacíficos con los españoles. A pesar de esto, Fernández de Enciso afirman
que para 1510 en Cartagena había españoles establecidos allí, asimilando prácticas culturales de los indígenas
48

Por último, hay que tener en cuenta que de los aproximadamente cincuenta pueblos del Partido de
Cartagena que visitó Pedro de Heredia antes de fundar la ciudad de Cartagena, tan solo cinco de
estos actuaron de forma bélica contra las huestes de Heredia, entre estos Yurbaco, Canapote,
Tubará, Timiriguaco y Codego; otros siete pueblos, aunque se mostraron en actitud de guerra no se
enfrentaron con los españoles, pero los otros treinta y ocho pueblos aproximadamente huyeron del
lugar o aceptaron tributar. De acuerdo con esta información, se puede concluir que el calificativo de
“la gente más feroz de tierra firme” hay que replantearlo, pues del 100% de los pueblos que según
Oviedo visitó Heredia en su primera expedición por el Partido de Cartagena entre el mes de enero y
mayo de 1533, solo el 10% actuaron de forma bélica ante la llegada de los españoles103.

Teniendo en cuenta todo lo analizado hasta ahora, se puede concluir que Yurbaco hacía parte de ese
conjunto de pueblos que a comienzos del siglo XVI se ubicaban en el norte del actual departamento
de Bolívar. Estas comunidades nunca constituyeron una etnia, ni lograron tampoco avances
significativos en el terreno de la unificación política y religiosa. Más bien, se mantuvieron como un
conglomerado social, racial y culturalmente heterogéneo, demográficamente disperso y desprovisto
de verdaderos centros de poder104.

Referente a sus prácticas guerreras y sus estrategias para defenderse de otros pueblos, Yurbaco a la
llegada de los españoles en el siglo XVI era un pueblo indígena grande que estaba rodeado por tres
cercas de árboles y predominaba sobre los demás pueblos de la región. Ubicado en el altozano de la
colina de Turbaco, se caracterizaba porque tanto sus mujeres como sus hombres estaban bien
entrenados en el arte de la guerra, lo cual era necesario para defender su territorio y hegemonía ante
los otros pueblos que lo rodeaban.

Ahora bien, aunque la guerra era algo primordial entre estos pueblos, eso no quiere decir que eran
personas iracundas no dispuestas a ningún acuerdo y que todo lo arreglaban con la guerra, pues
como ya se notó entre estos pueblos hubo ciertas alianzas.

En cuanto a su relación con los españoles se puede concluir que en sus primeros contactos con
europeos no actuaban de forma bélica, al contrario, muchos españoles lograron tener tratos
pacíficos con estos pueblos, entre estos figuran Alonso Niño, Cristóbal Guerra, Gonzalo Fernández
de Oviedo y Pedro de Heredia. Solo cuando los tratos pacíficos empezaron a ser remplazados por
torturas, secuestros y masacres, fue necesario que estos pueblos comenzaran a defenderse. Esto dio
paso a los sucesos donde “fue derrotado Alonso de Ojeda y murió Juan de la Cosa y se perdieron
tantos otros capitanes en estas partes y mucha más gente”105. Lo que fue dando a los indígenas del
Partido de Cartagena la fama de la gente más feroz de toda la tierra firme.

de ese territorio. En este caso se hace referencia a que los españoles establecidos en las costas de Cartagena, al
igual que los indígenas, tomaban chicha en las mañanas antes de iniciar sus labores. Martín Fernández de
Enciso, op. cit., P. 267.
103
Armando Luis Arrieta Barbosa, op. cit., Pp. 62-63.
104
Ibíd., Pp. 40, 52-53.
105
DIHC. T. III, doc. 629, p. 147.
49

En vez de resaltar la belicosidad de estos indígenas cuando tenían contacto con los ibéricos
causándole la muerte a muchos de estos, más bien se debería resaltar que actuaron con lógica. Esto
fue lo que quizás quiso decir De las Casas en su Historia de las Indias al final del capítulo que hace
referencia a la llegada de los ibéricos a las costas de Cartagena en 1510 y posterior batalla con los
yurbacos. Aquí dejó varias preguntas sueltas con el propósito de hacer razonar sobre este asunto al
lector de su obra:

“¿qué injurias hicieron los vecinos del pueblo de Calamar a Hojeda y a Juan de la
Cosa y a los que consigo llevaron? ¿Qué haciendas les usurparon? ¿Qué
testimonios les levantaron o qué culpas otras contra ellos cometieron estando en
sus tierras o casas pacíficos? ¿Fue alguna culpa suya, los del pueblo de Turbaco
matar a Juan de la Cosa y a los demás yendo a hacer ellos lo que habían hecho los
españoles a los del pueblo de Calamar? (…) ¿Hubiera gente o nación alguna en el
mundo razonable, que por autoridad de la ley y razón natural, que no hiciera otro
tanto?”106.

1.4. Política y religión, caciques y mohanes. Máximas autoridades en Yurbaco.

A diferencia de los pueblos indígenas de Mesoamérica y Suramérica que contaban con un


emperador que tenía dominio sobre vastos territorios a la llegada de los españoles en el siglo XVI,
los indígenas del Partido de Cartagena estaban organizados en pueblos regidos por poderes locales.
Aquí, cada una de estas autoridades era autónoma e independiente de otros pueblos. El cacique
ejercía la autoridad en su comunidad, claro está, los pueblos no tenían un solo cacique,
generalmente en cada pueblo había un cacique principal y otros secundarios. Otros pueblos
contaban con dos, tres, cuatro, cinco y más.107
Algunos pueblos estaban bajo la dependencia de otro señor o jefe más poderoso108. Por ejemplo,
Juan José Nieto dice que el pueblo de Calamary era uno de los pueblos más desarrollados, fuerte y
numeroso, aunque de carácter pacífico. Tenía bajo su dependencia varios pueblos vecinos. Esta
dependencia al parecer no se logró por fuerza bélica, sino más bien por la diplomacia109. De otro
lado, estaba Yurbaco que seguía el mismo patrón en cuanto a organización política de los pueblos
del Partido de Cartagena. Los españoles al llegar a Yurbaco les fue fácil identificar al cacique
principal, e incluso para 1510 se conoce que el nombre del cacique principal era Catacapa110. Este
dirigía un ejército de quinientos indios guerreros para hacerle frente a Diego de Nicuesa al
momento de su incursión en este pueblo.111

106
Bartolomé de las Casas (Fray), op. cit., T II, P. 334.
107
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… P. 439.
108
Según los cronistas Los pueblos que estaban avasallados eran: los caciques Dulió y duhoa en la población
de Bobaire ; en la isla Barú, el cacique Canbayo, señor de Mahates; Cipacúa, cacique de Oca; Carex, señor de
Codego. etc. Eduardo Lemaitre op. cit., P. 45.
109
Entre estos pueblos estaban: Matarapa Cocón, Cuspique, Bobaire. Juan José Nieto, op. cit., Pp.53 -54.
110
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia…op. cit., p. 422.
111
Ibíd. P.424.
50

Aunque los yurbacos, según las fuentes, no tenían alianzas políticas como lo tenía el pueblo de
Calamary112 con sus pueblos vecinos, sé tenía cierto dominio sobre los otros pueblos cercanos.
Yurbaco era respetado no por sus alianzas diplomáticas sino por su carácter bélico. Prueba de la
supremacía política de Yurbaco ante los otros pueblos del Partido de Cartagena es que justo antes
que Heredia y sus hombres empezaran la segunda batalla contra los yurbacos, el conquistador
español tenía muy claro lo beneficioso que les sería ganar este enfrentamiento. Para animar a sus
hombres les decía que al acabar con Yurbaco estarían seguros en esas tierras porque habían
derrotado al pueblo más fuerte y temido de la región113.

Y así fue. Tiempo después, Heredia afirmó en una carta que envió a la metrópolis explicando sus
primeras incursiones en estas tierras. Respecto a los yurbacos, estos “indios comarcanos (los del
Partido de Cartagena) los temían (a los ibéricos) viendo que habían desbaratado y muerto al pueblo
de Tarnaco (…) es gente muy belicosa y que todos los comarcanos le temían (cursivas del autor).114
Era de esperarse que los indígenas del Partido de Cartagena le temieran a los ibéricos después que
los yurbacos fueran derrotados; pues si los españoles habían vencido al pueblo más grande y mejor
protegido de la región, el que parecía invencible, entonces, ¿quién podía contrarrestar a estos
españoles?

La religión era otro factor que daba supremacía a un pueblo en tiempos prehispánicos. En cuanto a
las creencias religiosas de los indígenas del Partido de Cartagena, se encuentra lo siguiente:

“Desde Acla hasta los calamares que hoy es la ciudad de Cartagena (los indígenas
de esta zona) decían que su origen había sido de un hombre llamado Melchion y de
una mujer llamada Maneca y que esta tenía solo una teta donde se recogía la leche
de ambas y la daba con más fuerza y abundancia a sus hijos, razón bastante por
donde salían tan valientes”115.

Respecto a las creencias específicas de los calamaríes Juan José Nieto dice que: “este pueblo
adoraba al sol pero presentaba un culto especial a la luna, porque conocía alguna parte de la
influencia de este astro en la naturaleza, razón por la cual había una demostración de regocijo cada
luna nueva”116.

El uso de ídolos era común. Por ejemplo, en los pueblos del Partido de Cartagena como Cipacúa, se
sabe que para 1533 había un templo en el cual se adoraba un puerco espín de oro macizo que pesaba
cinco arrobas y media (62 kg. aprox.). Y en otro pueblo de nombre Carnapacúa, se les rendía culto a
ocho patos de oro fino que pesaban cuarenta mil ducados (144 kg. aprox.) y así, cuando Pedro de
Heredia hacía sus excursiones por estos pueblos era común encontrar ídolos, en especial de oro, en
los templos117.

112
Juan José Nieto. op. cit., P. 53.
113
Pedro Simon (fray), T IV... op. cit., 11.
114
DIHC. T. III, doc.1588, P. 212.
115
Pedro Simón (Fray), T IV, op. cit., P.60.
116
Juan José Nieto, op. cit., p. 53.
117
Pedro Simón (fray), op. cit., P.62. Alonzo de Zamora (fray), op. cit., P. 208.
51

En los pueblos del Partido de Cartagena quienes controlaban el poder religioso eran los mohanes o
piaches, y cada pueblo tenía por lo menos uno. Estos indígenas eran tenidos en muy alta estima
entre los habitantes de un pueblo. Oviedo en su crónica afirma que “este piache es entre aquella
gente muy reverençiado é obedeçido, como suelen los christianos acatar á un cardenal y mucho
más, porque los indios tienen á estos por santos é por personas divinas que no pueden errar” 118.
Tiempo después, en una carta anónima de comienzo del siglo XVII donde se buscaba dar una visión
general de los indígenas que habitaban en las cercanías de Cartagena, apunta algo interesante sobre
la religión indígena y de estos sacerdotes:

“Tiene(n) un género de sacerdotes que llaman Mayhan que los españoles llaman
corrutamente Mohan. Es entre los yndios muy reberençiado como entre nosotros
los crlerigos (…)quando en tiempo seco ho demasiadamente lluviozo ruegan todos
al Mayhan que ruegue al Ytaylas que llueva o que çierre las aguas o que les de
mayz según que de cualquera de estas cosas tienen nessesidad, y si después aunque
lo prometa el Yteylac no lo hace, no le falta una escuza como de buen maestro de
ynbinciones(…) entienden estos también en curarle sus enfermedades (…) tenían
estos Mayhanes debajo de su mano la voluntad del pueblo en tal manera que ellos
les dezian que pelase peleaban y si lo contrario uzaban y no lo susedia como ellos
querían o el les dezia no faltaba una ligitima escusa”119.

En estas citas se pude observar cómo los mohanes tenían gran influencia en los pueblos indígenas.
Al igual que el cacique, el mohán era una figura con autoridad, respetada y con la facultad de
influir en las vidas personales de los aborígenes y en las decisiones colectivas que estos pudieran
tomar. Dominaban la parte religiosa al mostrarse como intercesores entre las fuerzas espirituales
superiores y los seres humanos. Además de esto, se les atribuían poderes curativos y de prever el
futuro. Al ser personas que dominaban el futuro, la salud y la comunicación con fuerzas
espirituales superiores, es fácil comprender por qué su poder sobre el pueblo era muy grande, hasta
el punto de tomar parte en decisiones tan importantes como si era factible de ir o no a la guerra,
pues "tenían al pueblo bajo su mano”.

El poder religioso, al igual que el político, lo podían ejercer solo en el pueblo al que partencia el
mohán, pero también habían casos en que este poder trascendía a varios pueblos, esto dependía de
la fama y el prestigio del mismo. Estos mohanes ejercían sus oficios en lugares de adoración
específicos, lo cuales no se encontraban necesariamente dentro de los centros urbanos indígenas, tal
como lo hacía el ordenamiento español (un pueblo con una plaza central en la cual estaban los
edificios donde se ejercía la política, la justica y la religión). Algunos de estos centros de adoración
se encontraban a varios kilómetros de los poblados, quizás sobre un cerro, una quebrada, un volcán,
una cueva u otro lugar significativo para los nativos.

117
Gonzalo Fernández de Oviedo, historia… op cit., p 450.
118
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia…op. cit., p. 450.
119
Hermes Tovar pinzón, Relaciones...op. cit., p.301.
52

En la documentación que data de esta época encontramos un mohán que habitaba en la isla de
Tierra Bomba; este era “un gran hechicero llamado Carón (…) que era conocido y estimado como
el más famoso Mohán y hechicero que aquella tierra”120.

El pueblo indígena de Tubará en tiempos prehispánicos tenía un lugar de adoración a diez


kilómetros de su centro urbano, ubicado en un cerro que hoy se conoce como el Morro. Allí los
indígenas dejaron como evidencia unos petroglifos sobre el lecho del arroyo Camajoru y presentan
una signología zoomorfa y antropomorfa. Estos petroglifos fueron tallados por indígenas de la
región sobre enormes piedras.121

Aún a finales del siglo XVI, en la cima del cerro de la Popa se encontraba un importante centro de
adoración indígena donde se adoraba a una deidad llamada Buziraco. Este sitio de adoración era
muy popular no solo por los indígenas de Calamary, sino también por los indígenas de los pueblos
cercanos a ésta. A finales del siglo XVI El mohán que servía como intercesor entre esta deidad y
los indígenas era Luis Andrea, un mestizo hijo de español y una nativa de Tubará. Este mohán era
tan popular que se dice que era uno de los más famosos mohanes de su tiempo y a quien más
consultaban los indígenas para curar sus enfermedades.122

Los yurbacos seguían el mismo patrón cultural de los pueblos aquí citados en lo referente a lo
religioso. Aunque en la documentación del siglo XVI no se conservó mucho respecto a las
prácticas religiosas de Yurbaco en particular, sí se encuentra referencia a este asunto en algunos
personajes que visitaron Turbaco en la primera mitad del siglo XIX. Estos, lograron relacionarse
con indígenas yurbacos y obtuvieron información referente a sus prácticas religiosas y lugares de
adoración de tiempos remotos. Aunque es cierto que desde el siglo XVI hasta el XIX hay un gran
lapso de tiempo como para tomar como totalmente certeros estos testimonios, lo cierto es que
pueden arrojar cierta luz sobre algunas prácticas culturales de esta comunidad indígena.

Uno de estos personajes es Auguste Le Moyne, un diplomático, entomólogo, dibujante y escritor


francés que estuvo en Turbaco del 14 al 16 de octubre de 1828. Atraído por la descripción que
hiciera Alexander Von Humboldt de los volcanes123 de Turbaco, en Vue des Cordillères et
monuments des peuples indigènes de l'Amérique (Vista de la Cordillera y monumentos de los
pueblos indígenas de América), publicado en 1810; decide viajar y conocer esta curiosidad de la
naturaleza personalmente. En una parte de su diario Le Moyne apunta:

“Cuando los españoles llegaron por primera vez (a Yurbaco), existía, según
parece, en las inmediaciones de esos volcanes de aire, un templo que los indios
habían consagrado a aquella de sus divinidades dispensadora de la salud y al que,
cuando estaban atacados de determinadas enfermedades, acudían en peregrinación
Para curarse. Los sacerdotes que oficiaban en el templo Habían hecho construir a

120
Pedro Simon (Fray), op. cit., T IV, P. 19.
121
Armando Arrieta Barbosa, Ruth Hernández Arévalo, Los inicios de Barranquilla: poblamiento en el Bajo
Magdalena (siglos XVI al XVIII), Barranquilla, Ediciones Uninorte, 2006, p.116.
122
Ibíd. III, Pp. 369-370.
123
En la actualidad los volcanes de lodo están a 10 kilómetros del casco urbano del municipio de Turbaco, en
una zona rural cerca del camino que conduce al corregimiento de Cañaveral.
53

su alrededor chozas para albergar a los enfermos; éstos, 1levados al pie de los
montículos formados por las materias fangosas expelidas por los volcanes. Se
metían en ellas hasta el cuello, mientras los sacerdotes invocaban con sus
plegarias la intervención caritativa de la divinidad”.124

Todo apunta a que la historia de Yurbaco como un antiguo centro de peregrinación espiritual en
tiempos prehispánicos estaba muy difundida en el siglo XIX. Esto se dice porque cuarenta años
después de la visita de Le Moyne a los volcanes de Turbaco llega otro francés a este pueblo de
nombre Charles Safray, médico de profesión. Al igual que Le Moyne, Safray visita los volcanes y
da una versión más detallada de estos volcanes en tiempos prehispánicos. El testimonio lo obtiene
de Fachimachi, un indígena que afirmaba ser descendiente de los caciques de Yurbaco. Safray
logra ganarse la amistad y confianza de este indígena. En la conversación que tiene con éste, le son
referidas las prácticas religiosas de los yurbacos que para esa época ya se habían perdido por la
influencia de la cultura occidental, pero que él aún conservaba en su memoria, quizás, por tradición
oral.

Safray dice que Turbaco debió su importancia a la vecindad de un templo erigido a dos leguas de
allí cerca de los volcanes. Fachimachi comenta respecto a este lugar de adoración que:

“El templo de los volcanes estaba consagrado a Cemi, el Espíritu de las curas, sus
doce sacerdotes llevaban como insignia un ancho cinturón de oro y una diadema
del mismo metal, pendían de sus narices unas medias lunas de filigrana y del cuello
unas placas de oro que representaban una especie de rana de relieve. Alrededor de
la eminencia que forman las bocas de los volcanes se había construido varias
chozas, donde eran recibidos los enfermos que iban en peregrinación al templo. Se
les conducía a un montón de barro, producido por los desprendimientos
volcánicos, sepultábanlos allí, dejando solamente la cabeza fuera; y el sacerdote
pronunciaba entonces las sagradas palabras para invocar la protección del
Espíritu”.125

Al igual que el templo erigido en el cerro de la Popa dedicado a Buziraco, al cual acudían los
indígenas de diversos pueblos para recibir curación; aquí se encuentra una referencia a otro lugar
de adoración indígena en la jurisdicción de Yurbaco. La deidad que se adoraba aquí era Cemi, el
espíritu de las curas, al cual acudían muchos indígenas para que se les sanara de sus enfermedades.
No se puede afirmar que para la época en que Fachimachi dio a conocer este testimonio (mediados
del siglo XIX) aún se conservara algo de este templo o de estos rituales, pero digno de notar es que
a pesar de que ya habían pasado varios siglos de que Yurbaco fuera un pueblo culturalmente sólido,
aun los indígenas que se encontraban en esta región todavía conservaran en su memoria
información en cuanto a ese lugar de adoración indígena, la indumentaria del sacerdote, sus rituales
y otros elementos que hacían parte de sus prácticas religiosas. Ver imagen 9

124
Auguste Le Moyne, op. cit, p. 356.
125
Charles Safray, op. cit., P. 39.
54

En síntesis, Yurbaco a la llegada de los españoles contaba con dos poderes que lo regían y hacían
que sobresaliera sobre los otros pueblos. Por un lado estaba el cacique principal y los caciques
secundarios; estos dirigían mujeres y hombres guerreros que avasallaban a otros pueblos vecinos.
Por otro lado contaban con al menos un mohán que dirigía un importante templo cerca de los
volcanes, consagrado a una diosa llamada Cemi. Esto hacía que muchos indígenas acudieran al
templo con el objetivo de curarse de sus enfermedades.

Hasta ahora se ha mencionado los rasgos culturales más sobresalientes que algunos ibéricos
resaltaban en sus escritos en el siglo XVI sobre los indígenas del Partido de Cartagena, en especial
de Yurbaco. Curiosidades que contrastaban con la cultura occidental europea y que era digna de
contar o de tener en cuenta en sus crónicas y cartas; entre estas, su carácter bélico, prácticas
guerreras, política y religión. Pero entre estos relatos también se puede notar prácticas cotidianas o
curiosidades de su diario vivir que no les pasó desapercibido a los europeos e igual las conservaron
sus documentos y crónicas.

Imagen 9.

Fuente: elaboración propia del autor.


55

1.5. Vida cotidiana de los Yurbacos.

Aunque la práctica guerrera era sobresaliente entre estos pueblos, en tiempos de paz sus
ocupaciones más sobresalientes eran tres: La caza, la pesca, la agricultura y el trueque de elementos
con personas de su mismo pueblo.126

Caza y agricultura. Respecto a la caza, los animales más comunes que se cazaban para alimento
eran los puercos saínos y ciervos. Estos los cazaban con “cepos y otros armadijos de redes, donde
(caían) y a veces montean y ojanlos, y con cantidad de gente los atajan y reducen a lugar que los
pueden, con seatas y varas arrojadas”.127 La pesca era una práctica muy generalizada en los pueblos
costeros. Esta se efectuaba con anzuelos o redes de algodón.128 Aunque Yurbaco no limitaba con el
mar, es posible que estos indígenas bajaran de la colina en la que se encartonaba su aldea hasta las
costas o a la ciénaga de Tesca (hoy Ciénaga de la Virgen) a pescar o a las playas de Calamary.129
(Ver imagen 10).

En cuanto a la agricultura, se dice que los indígenas conocían bien el tiempo para sus cultivos,130 la
agricultura se basaba en dos plantas básicas: la yuca y el maíz. En cuanto al maíz, desde que se
sembraba hasta que se cosechaba, pasaban cuatro meses. Antes de sembrarlo, primero se tumbaba
el monte y se quemaba. La siembra era sencilla: un indígena con un palo largo escarbaba la tierra y
depositaba tres o cuatro granos de maíz y así lo hacía una y otra vez hasta que sembraban todo el
campo preparado para este propósito. La yuca lleva un procedimiento igual al del maíz, pero para
este caso lo que se sembraba en lugar de semillas eran pequeños tallos de la planta de yuca
(cangles) en los agujeros. Cuando las plantas crecían, y más aún cuando daban fruto, era necesario
ponerle guardias al cultivo para que ahuyentaran las guacamayas, loros, puercos saínos y toda
suerte de animales que pudiera hacer daño al cultivo.131

Los principales productos del maíz eran los bollos o envueltos.132 También depositaban agua y
maíz en grades tinajas y con este hacían vino (chicha), era la bebida por excelencia para las fiestas

126
Hermes Tovar Pinzón, Relaciones y visitas, op. cit., Pp. 418- 420.
127
Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario…, op cit., P.117. Otros animales que se cazaban eran los pavos,
paujiles, iguanas, hicoteas, guartinajas. Los pericos, guacamayas y catalnicas, también se cazaban, pero no
para comer; de estos, utilizaban sus plumas para hacer sus penachos que adornaban sus cabezas en las
ocasiones especiales como la guerra y las fiestas.
128
Ibíd.
129
En las cartas que Heredia describe por primera vez las tierras que incursionaba por lo que hoy se connoce
como Cartagena y sus alrededores menciona a indígenas en sus barcas pescando en el mar o en la laguna de
Tesca (ciénaga de la virgen) y cuando pasaba de un pueblo a otro era común ver a los indígenas atendiendo
sus labranzas. DIHC. T. VI., No 1588, p. 214. Hermes Tovar Pinzón, Relaciones…op. cit., P. 367-370.
130
Pedro Simón (Fray) T III, op. cit. P. 368.
131
Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario…Op. Cit., p.92-93.
132
Para prepararlos las indígenas molían el maíz en una piedra algo cóncava con otra redonda a fuerza de
brazo, mientras iban moliendo, le iban echando agua de poco a poco para que saliera la masa, ésta la
envolvían en la cascara del mismo maíz, y lo asaban o cocían en agua. Este producto era conocido como pan
de maíz. Ibíd.
56

y ocasiones especiales.133 De la yuca también se sacaban varios productos, esta se comía asada a las
brasas, o se molía para hacer cazabe, y del sumo de esta se preparaba licor y vinagre. 134 (Ver
imagen 11 y 12).

Imagen 10

Fuente: Girolamo Benzoni. Historia del nuevo Mundo. Alianza editorial Madrid, Madrid, 1989, p
70.

133
Respecto a la elaboración de al chicha Oviedo afirma: “y porque no se pase de la memoria qué cosa es
aquella chicha o vino que beben, y cómo se hace, digo que toman el grano del maíz según en la cantidad que
quieren hacer la chicha, y pónenlo en remojo, y está así hasta que comienza a brotar, y se hincha, y nacen
unos cogollicos por aquella parte que el grano estuvo pegado en la mazorca que se crió, y desque está así
sazonado, cuécenlo en agua, y después que ha dado ciertos hervores, sacan la caldera o la olla en que se
cuece, del fuego, y repósase, y aquel día no está para beber; pero el segundo se comienza a asentar y a beber,
y el tercero está bueno, porque está de todo punto asentado, y el cuarto día muy mejor, y pasado el quinto día
se comienza a acedar, y el sexto más, y el séptimo no está para beber; y de esta causa siempre hacen la
cantidad que basta hasta que se dañe; pero en el tiempo que ello está I bueno” también era costumbre de estos
indígenas tomarse una taza de chicha al levantarse, y solo con esto se iban a sus labores diarias, esto los
mantenía sin hambre la mayor parte del día. Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario…op. cit., p.133. Martin
Fernández De Enciso, op. cit., p. 267.
134
Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario…op. cit., p.96.
57

Imagen 11

Fuente: Girolamo Benzoni. Historia del nuevo Mundo, alianza editorial Madrid, Madrid, 1989, Pp.
153, 155.
58

Imagen 12

Fuente: elaboración propia del autor.

Comercio. Otra actividad predominante en la vida cotidiana de estos indígenas era el trueque entre
un pueblo y el otro. En relación con los indígenas de la región cartagenera se decía que “en su
momento más próspero (ósea en tiempos prehispánicos) hacían buenos y grandes mercados de
cereal, frutas, algodón, penachos, joyas, oro, distintos tipos de perlas, esmeraldas, esclavos y otras
cosas, tomando cada uno aquello que necesitaba, sin codicia ni avaricia alguna diciendo ‘toma esto
y dame lo otro’ ”.135

135
Girolamo Benzoni, op cit., p 176.
59

El cazabe era un producto de gran distribución en tiempos prehispánicos. Este se conservaba por
más de un año después de preparado, siempre y cuando no le cayera agua. Por lo tanto, era un
producto que se prestaba para trueque entre varios pueblos indígenas. De este producto se dice que
“se navegaba con él por aquellas partes y islas y tierra firme”. Pero este no fue el único producto
que se comerciaba. En tiempos prehispánicos los indígenas también eran tratantes en ropa de
algodón y de cualquier otra cosa que pudieran usar como trueque. Como ya se mencionó, en esta
región no había yacimientos de oro, sin embrago, en la indumentaria usada para la guerra y algunos
utensilios cotidianos era común ver algunos detalles tallados o decorados con oro. Respecto a este
asunto, Juan de Castellanos apunta en su historia:

“A los principios hubo gran tesoro


que por el natural se poseía,
porque todos traían joyas de oro,
aunque la tierra estos no lo cría;
más resçatabanlo para decoro
y aumento de su mucha gallardía
de lugares que son poco distantes
de auríferos veneros abundantes”.136

¿De dónde lo obtenían? Castellanos dice que los indígenas obtenían el oro de yacimientos
auríferos que estaban en lugares poco distantes de Cartagena de Indias; pero Fernández de Enciso
es más específico al decir que “en esta tierra de Cartagena hay en poder de los indios mucho cobre
y oro aunque no tanto y dicen ellos que veinte leguas de aquella tierra facia el Sudeste hay mucho
oro y que va allá el que quiere por ello”.137 Lo que da a entender que eran costumbre de estos
indígenas del Partido de Cartagena viajar por varios kilómetros con el fin de comerciar productos
hasta la región del Zenú para obtener oro para sus indumentarias, rituales, utensilios domésticos,
etc. De igual manera, los indígenas de la región del Zenú llegaban hasta los pueblos de la región de
Cartagena con el fin de comerciar. Respecto a este asunto, fray Pedro Simón dice que en la costas
de Cartagena era donde “podían haber pescado, a cuyo rescate y de las hamacas que hacían de
algodón, venía gran suma de indios de la tierra adentro con buenas sumas de oro, que era el que
tenían en estas provincias, porque en ellas no se han hallado hasta hoy minerales de él”.138

Pero los indígenas del Partido de Cartagena no solo tenían trato comercial con los indígenas
zenúes. Gonzalo Fernández de Oviedo da testimonio que cuando servía como escribano en Castilla
de Oro para el año de 1515, afirmaba que en la región de Cartagena “en poder de los indios caribes
flecheros hay unos perrillos pequeños, gozques, que tienen en casa” los indígenas los usaban como
compañía y eran tan apreciados que se comerciaban en tiempos prehispánicos. Oviedo asevera: “he
visto en el Darién, (algunos de estos perros) traídos de la costa de Cartagena, de tierra de caribes,
por rescates, dando algún anzuelo en trueco de ellos”, demostrando así que los indígenas de

136
Joan de Castellanos, op. cit., 365.
137
Martin Fernández De Enciso, op. cit., p. 267.
138
Fray Pedro Simón, T III, op. cit. p 371.
60

Cartagena no solo tenían tratos comerciales con los zenúes sino también con los indígenas del
Darién.139

Estas citas dejan claro que no todo eran guerras y enfrentamientos bélicos entre los indígenas del
actual Caribe colombiano. Muestra que había un fluido intercambio comercial entre los indígenas
del Partido de Cartagena y los de la región del Zenú y los del Darién, en donde el principal
producto de comercio de los zenúes era el oro y otros productos para alimentación e indumentaria.
Este era el motivo que hacía que los indígenas de estas regiones se desplazaran largas distancias
con el fin de obtener oro y otros productos indispensables para el diario vivir.

Aunque las actividades cotidianas como el comercio, elaboración de labranzas y granjerías,


predominaban la mayor parte del tiempo en los pueblos indígenas, a veces eran modificadas con
fiestas. La rutina se cambiaba por alguna unión marital, el haber ganado una guerra contra algún
pueblo, o por el contrario, haber pactado la paz con el enemigo. Entonces los indígenas se daban al
festejo.

Uniones maritales y otras celebraciones. Algo que los españoles pudieron percibir de estos pueblos
era que la virginidad no era algo importante a la hora de un indígena tomar esposa, como sí lo era
en la sociedad castellana del siglo XVI. Sobre este asunto se decía que “no se reparaba mucho en
que la novia estuviese doncella; antes los casamientos de más estima eran los que se hacían con
mozas que habían sido públicas, porque de este trato se usaba mucho, en que se ejercitaban casi
todas las doncellas”.140 En el período que las indígenas no estuvieran casadas podían tener
relaciones sexuales y quedar embarazadas, pero en estos casos muchas tomaban “una yerba con
que luego mueven y lanzan la preñez”. Según Oviedo, la razón que daban algunas de estas
indígenas para abortar era que “las viejas han de parir, que ellas no quieren estar ocupadas para
dejar sus placeres, ni empreñarse, para que pariendo se les aflojen las tetas, de las cuales mucho se
precian”.141 Aunque la promiscuidad sexual fuera bien vista en las mujeres solteras, una vez estas
se casaban, deberían guardar fidelidad a su pareja, porque “después de casadas se advertía tanto en
el adulterio, que no pagaban menos que con la vida ambos adúlteros”.142

Cuando una pareja indígena decidía unirse formalmente, el acontecimiento era motivo de
celebración y convocaba a muchos indígenas del pueblo. Sobre este asunto, Simón decía que los
casamientos entre los indígenas había poca ceremonia. En su tradición, el indígena varón le debía
dar una hamaca como obsequio a la novia y la novia a su vez le debía dar dos hamacas al novio.
Luego de esto si se daba la unión formal de la pareja, procediendo luego a “la borrachera en la casa
del novio (habiéndole ya entregado la esposa), á que acudían todos los de la parentela de ambas
partes y los que querían del pueblo, estando prevenidas muchas múcuras de chicha y totumas en
qué bebería”.143 En el trascurso de la fiesta, en una totuma:

139
Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario… op. cit., p 163.
140
Fray Pedro Simón, op. cit. T III p 371.
141
Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario… op. cit., p 122.
142
Fray Pedro simón, op cit, T III, P. 371.
143
Ibíd. P 370.
61

“Había de poner el novio en la borrachera algunos granos ó puntas de oro hasta


valor de una docena de castellanos, que acabada de llenar de chicha, daba al
suegro. Esto se hacía tres veces, con intervalo de quince días, con que acababa el
brindis hasta haber parido la novia, porque entonces volvía á resucitar, en alegría
del primer hijo. Esto era con todas las que se casaban, aunque fuesen muchas”.144

Otros motivos para festejar eran el triunfo en la guerra, el pacto de paz con algún pueblo, una buena
cosecha, o cualquier otro motivo que regocijara al pueblo de forma colectiva. Estas celebraciones
se hacían generalmente de noche, alrededor de una fogata y con bebidas embriagantes. Según
Oviedo, eran llamadas por algunos indígenas con el nombre de areitos, las cuales se efectuaban de
la siguiente manera:

“Cuando quieren haber placer y cantar, júntase mucha compañía de hombres y


mujeres, y tómanse de las manos mezclados, y guía uno, y dícenle que sea él el
tequina, id est, el maestro; y este que ha de guiar, ahora sea hombre, ahora sea
mujer, da ciertos pasos adelante y ciertos atrás, a manera propia de contrapás, y
andan en torno de esta manera, y dice cantando en voz baja o algo moderada lo
que se le antoja, y concierta la medida de lo que dice con los pasos que anda
dando; y como él lo dice, respóndele la multitud de todos los que en el contrapás o
areito andan lo mismo, y con los mismos pasos y orden juntamente en tono más
alto; y dúrales tres y cuatro y más horas, y aun desde un día hasta otro, y en este
medio tiempo andan otras personas detrás de ellos dándoles a beber un vino que
ellos llaman chicha; (…) y beben tanto, que muchas veces se tornan tan beodos,
que quedan sin sentido”.145

Honras fúnebres. Mientras Heredia hacía sus primeras expediciones por los pueblos del Partido de
Cartagena, pudo ver diferentes formas en que los indígenas hacían sus honras fúnebres.
Generalmente los muertos eran enterrados en sus mismas casas. Otra forma era colocar los huesos
en grandes urnas hechas con barro y las enterraban, ya fuera adentro o a la entrada de sus casa.
También colocaban las momias de sus familiares, pintadas de colores en hamacas dentro de sus
viviendas. Para el caso de los caciques, algunos pueblos preparaban un pequeño bohío especial para
que fuera su tumba, allí lo enterraban y tenían la puerta del bohío asegurada y adornada con huesos
y cadáveres de difuntos por fuera.146 Pero en forma general, se puede observar que estas honras
fúnebres se hacían de dos formas predominantes: Una consistía en disecar el cadáver, la otra era
enterrar los difuntos junto con sus pertenencias. (Ver imagen 13)
La manera de disecar a un difunto, en especial a los caciques, era mediante el fuego. Para hacerlo
tomaban el cuerpo del cacique y lo sentaban en una piedra o leño. En torno de él, muy cerca, le
prendían fuego sin que la braza ni la llama tocara la carne del difunto; este fuego se mantenía
encendido de continuo hasta que toda la grasa y humedad se saliera del cuerpo por las uñas de los
pies y manos. El fuego se mantenía encendido hasta que la piel se juntaba con los huesos, y toda la

144
Ibíd. P 371.
145
Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario… op. cit., p 132.
146
Gonzalo Fernández de Oviedo, historia… op. cit., p 449.
62

carne se consumía. Una vez terminado este proceso, “lo ponen en una parte que en su casa tienen
apartada, junto al cuerpo de su padre, que de la misma manera está puesto; y así, viendo la cantidad
y número de los muertos, se conocía qué tantos señores ha habido en aquel estado, y cuál fue hijo
del otro”.147

Imagen 13.

Fuente: elaboración propia del autor.

Este modo de conservación de los difuntos hacía posible que se preservara la memoria histórica en
los pueblos. Los cuerpos disecados de los caciques eran colocados en orden cronológico. Como
estas comunidades no conocían la escritura, las autoridades del pueblo hacían que sus habitantes

147
Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario… op. cit., p 132.
63

aprendieran y trasmitieran de forma oral de una generación a otra las hazañas y el modo en que
murieron los caciques que estaban disecados.
Muchas veces la colección de momias en orden cronológico en que estaban puestos los cuerpos de
los caciques se encontraba incompleta; esto se daba cuando un cacique era muerto en una batalla
lejos de su nación, o tal vez si moría en el mar y no podían recuperar su cadáver. Cuando esto
sucedía, entonces para mantener vivo su pasado, los indígenas acudían a la trasmisión oral por
medio de canciones. Los indígenas mayores se encargaban de hacer que “sus hijos aprendan y sepan
muy de coro la manera de la muerte de los que murieron de forma que no pudieron ser allí puestos”.
Luego, en los areitos se expresaba mediante cantos aprendidos las hazañas, vida y modo de muerte,
del cacique del cual se había perdido el cuerpo, pero también de los que estaba disecado.148
El otro modo de honrar a los difuntos era enterrándolos con su pertenencias. Cuando algún cacique
o señor principal moría, era enterrado con sus posesiones más valiosas. Se le colocaba alimentos
dentro en las tumbas para que lo utilizaran en la otra vida, así como herramientas para labrar la
tierra. En algunas ocasiones los caciques eran enterrados con familiares, domésticos, criados y
mujeres de su casa que le servían de continúo.149
Según Oviedo, los indígenas que servían al cacique estaban dispuestos a morir y ser enterrados con
su amo, porque tenían la creencia que si lo hacían de esta manera podían servir a su cacique en el
otro mundo de la misma manera que lo hacían cuando estaba vivos. Pero si no lo hacían y con el
tiempo morían por causa naturales, entonces su espíritu se volvía aire o podría reencarnar en algún
animal.150
En cierta ocasión, cuando Oviedo estuvo por la región del Darién para 1515, tuvo preso al cacique
de un pueblo llamado Guaturo, ubicado en la serranía del Darién, al sur de Santa María la Antigua.
Oviedo tiene una conversación con el indígena y mediante esta se puede hacer una idea del por qué
los indígenas hacían los enterramientos en la forma que lo hacían. Oviedo inquiere al indígena
sobre “ciertas sepulturas que estaban dentro de una casa suya, cuyas eran; y dijo que de unos indios
que se habían muerto cuando el cacique su padre murió”.151
El objetivo de Oviedo era obtener oro en estas sepulturas, pero no encontró el preciado metal, sino
más bien “hallase dentro de ellas el maíz y macana”. Entonces Oviedo pregunta al cacique y a otros
indígenas presentes en el momento, el por qué enterraban a los indígenas con estos objetos. Ellos
“dijeron que aquellos que allí habían sido enterrados eran labradores, personas que sabían sembrar
y coger muy bien el pan, y eran sus criados y de su padre, y que porque no muriesen sus ánimas
con los cuerpos, se habían muerto cuando murió su padre, y tenían aquel maíz y macanas para lo
sembrar en el cielo”.152
En este caso se puede notar con más claridad por qué se enterraban a indígenas con ciertos
elementos. Aquí estos indígenas eran labradores del cacique, por lo tanto eran enterrados con las
herramientas propias de su oficio para que estas les sirvieran después de la muerte. También
muestra que estos indígenas fueron muertos y enterrados en el mismo tiempo que murió el cacique
al que le servían. Respecto a esto, el cacique que es interrogado por Oviedo dice que los indígenas
148
ibíd. Pp. 132, 134.
149
ibíd. p.128.
150
Ibíd.
151
Ibid. P. 130.
152
Ibid.
64

se mataron junto con su padre, el antiguo cacique, con el propósito que se salvara su alma, pues
sino lo hacían así, como ya se analizó anteriormente, entonces su alma se volvería aire.
En forma general, se puede observar que estos dos tratos predominantes que se les daban a los
difuntos indígenas de la Gobernación de Cartagena en tiempos prehispánicos, estaban motivados
por dos fuerzas mentales predominantes: Un profundo sentido religioso y el afán y deseo de
conservar su pasado.
Se dice que estaban motivadas por un sentido religioso por que el hecho de enterrar a los indígenas
con sus herramientas de trabajo, sirvientes, mujeres o cosas más preciadas, demostraba que los
indígenas creían en una vida después de la muerte. Por eso, al enterrar a sus muertos le colocaban
pertenencias, o los enterraban con sus sirvientes para que estos les sirvieran en su viaje a la otra
vida.
Pero también se puede observar que estas honras fúnebres estaban motivadas con el propósito de
conservar su memoria histórica, pues, a carencia de escritura, los indígenas se idearon un sistema
de conservación del pasado mediante la disección de sus caciques. Así, cuando las nuevas
generaciones llegaran podían apreciar de forma directa los restos de los antiguos caciques de su
pueblo.
Aquí la trasmisión oral jugó un papel impórtate al pasar de una generación a otra el legado
histórico de un pueblo. Mediante los cantos aprendidos y la difusión de éstos en los areitos, se
podían conservar en la memoria de la comunidad las vivencias y hazañas de estos caciques,
personajes que pasaban de ser gobernantes de sus pueblos a ser monumentos históricos, gracias a la
disección a la que eran sometidos.
Ahora bien, ¿qué se puede decir del pueblo de Yurbaco en particular en cuanto a las honras
fúnebres? La documentación del siglo XVI que se ha conservado y analizado para este análisis no
arroja información del trato que les daban los indígenas yurbacos a sus difuntos, pero sí se puede
encontrar alguna información en ciertos hallazgos arqueológicos que se han hecho de estos
indígenas en la zona geográfica que habitaban. ¿Qué pueden decir estos objetos sobre este asunto?
Para el año de 1860 estuvo en Turbaco el médico francés Carles Safray. Este personaje logró
observar ciertos elementos hallados en algunas tumbas indígenas, lo que demuestra que los
yurbacos, al igual que el resto de los indígenas del Partido de Cartagena de tiempos prehispánicos,
enterraban a sus difuntos con sus pertenencias para que estas les fueran útiles en la otra vida.
Algo que le llamó atención a Safray fue una gran colección de objetos indígenas que tenía el cura
de Turbaco en su casa. En esta colección se dice habían “objetos preciosos sacados de las tumbas
indias de los alrededores: había allí una colección de vasijas de barro de curiosas formas”.153 Pero
quizás lo que más llama la atención en esta colección es que había utensilios religiosos y parte de la
indumentaria que utilizaban los sacerdotes indígenas del templo de Yurbaco dedicado a Cemi, la
diosa de las curas, que se encontraba en las orillas de los volcanes. Safray describe estos elementos
de la siguiente manera:
“(Había) un cinturón de oro de unas tres pulgadas de ancho, trabajado con todo
gusto como arte; dos placas o medallas del mismo metal precioso, muy tenues, de
unas cuatro pulgadas de diámetro, y con una tosca imagen que representaba una

153
Charles Safray, op. cit., p 40.
65

rana; una media luna de oro para adornar las narices, y una especie de cetro
hueco, maravillosamente trabajado”.154

A Safray le gustaron tanto estos utensilios de los sacerdotes de Yurbaco, que decide dibujarlo y
anexarlo en la publicación de su diario de viaje por la Nueva Granada. (Ver imagen 14) Pero ante
todo, este testimonio del viajero francés también demuestra que los indígenas yurbacos
acostumbraban a enterrar a los difuntos con sus pertenencias, en este caso se muestra los objetos
encontrados en la tumba de un sacerdote indígena de este pueblo. También es digno de resaltar que
estos objetos concuerdan muy bien con el testimonio de Fachimachi cuando describió los rituales e
indumentaria de los sacerdotes del templo de Cemi.
Imagen 14.

Fuente: Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango, “Imágenes de viajeros”.


http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/imagenes-viajeros, 26 julio 2014.

154
Ibíd.
66

Este no es el único hallazgo que se ha encontrado en el terrario del municipio de Turbaco. Entre la
gente de este municipio se pueden escuchar diferentes testimonios de descubrimientos de tumbas
indígenas en diferentes lugares del pueblo. Por ejemplo, algunos habitantes de Turbaco dicen que
para cuando estaban haciendo el acueducto de Turbaco, a mediados del siglo XX, en varias partes
del municipio encontraron restos humanos indígenas junto con sus utensilios. Lo mismo pasó en el
barrio Alfonzo López Pumarejo, cundo este apenas se empezaba a poblar. De igual forma, en una
vivienda de la calle segunda del barrio El Rosario, a comienzos del siglo XXI encontraron unos
restos indígenas que estaban bien conservados. De esto llama la atención que entre las pertenencias
con las que se había sepultado al indígena había una vasija y algo parecido a un cuerno.155

En los años cuarenta del siglo XX el historiador Alberto Zabaleta Lombana encontró en su casa
ubicada en la calle del Coco de Turbaco una tumba indígena en donde había curiosos objetos como
hachas y vasijas al lado de restos óseos. Estos utensilios al parecer el indígena los utilizaba en su
diario vivir. (Imagen 15 y 16).
De igual forma, en la casa del señor Heriberto Torres Martínez, al final de la calle Santa Catalina,
se conservan utensilios que fueron hallados en tumbas indígenas que estaban ubicadas en las
actuales calle del Tronco y calle Santa Catalina. Afortunadamente estos objetos arqueológicos han
sido conservados por Alberto Zabaleta Puello, hijo de Zabaleta Lombana, y los familiares de
Heriberto Torres, los cuales hoy representan un verdadero patrimonio histórico del municipio de
Turbaco. (Ver imagen 17).
Otro ejemplo sobresaliente de esto, es la tumba indígena hallada el 11 de agosto del 2015 por la
empresa de acueducto Acualco, en la calle tercera del barrio El Rosario de Turbaco. Los empleados
del acueducto encontraron una urna funeraria que contenía los restos óseos y otros objetos con los
que había sido enterrado un indígena, pero luego del descubrimiento, y a pesar de la sugerencia de
algunos vecinos del sector de conservar el hallazgo, uno de los trabajadores de dicha empresa
destruyó en cuestión de segundos los elementos arqueológicos que se habían encontrado.156
Este hallazgo del 11 de agosto del 2015, además de demostrar que el pueblo Yurbaco enterraba a
sus difuntos con sus pertenencias, concuerda con una apreciación que hace Gonzalo Fernández de
Oviedo en la se refiere a una forma en particular en la que los indígenas que habitaron la región
cercana a Cartagena enterraban sus difuntos que en parte dice: “En otros pueblos muchos hallaron
los muertos dentro de los buhíos proprios enterrados, é otros en hamacas y muy embíxados; é
desque despiden los huessos de la carne é quedan limpios, embíxanlos é meten los huessos é
cabeças assi embixados en ollas é tinaxas, é assi los guardan en casa ó de fuera junto á la casa.”157
Si se tiene en cuenta el hallazgo arqueológico de 2015 y se compara con el testimonio de Oviedo a
mediados del siglo XVI, se puede decir que cabe la posibilidad de que los restos hallados fueran de
un indígena quien después de muerto pudo haber sido sometido a la disección mediante fuego,
luego de este proceso los huesos fueron embijados o pintados con achote, metidos en urna de

155
El periódico de Turbaco,
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1126707277345548&set=o.51357596992&type=1&theater,
15 de agosto del 2015.
156
ibíd.
157
Gonzalo Fernández de Oviedo, historia… op. cit., p 449.
67

cerámica con algunos elementos de su indumentaria. Luego de esto, la urna fue enterrada en el
suelo de la vivienda en la que el difunto vivía o cerca de esta. (Ver imagen 18).

Imagen 15.

Fuente: Cortesía de Alberto Zabaleta Puello.


68

Imagen 16.

Fuente: Cortesía de Ricardo Zabaleta.


69

Imagen 17.

Fuente: Cortesía de la familia Torres Castillo.


70

Imagen 18.

Fuente: Brianna Bolaños, Dina de Reyes, El periódico de Turbaco.


https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10153085578495735&set=o.51357596992&type=1&t
heater,

15 de agosto de 2015.

1.6. ¿Eran los yurbacos Caníbales?


Si se pone fe al testimonio de algunos cronistas y conquistadores, sería indiscutible afirmar la
antropofagia entre los indígenas de la región de Cartagena. En varios apartes se da referencia a esta
práctica entre los indígenas que habitaron la actual Colombia, en especial los indígenas de la Costa
Caribe.158 Pero esta versión contrasta con el punto de vista de algunos investigadores que han
tratado el tema de la antropofagia en los indígenas caribes que habitaron este territorio.

158
Entre los testimonios de algunos cronistas del siglo XVI que afirman la antropofagia entre los indígenas se
encuentran los siguientes: “porque allí comen carne humana é son sodomitas abominables, como porque son
ydólatras é tienen otros-muchos vicios”. Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… op .cit parte II, T
I, p. 421. En una carta Heredia afirma que en algunos pueblos de la rivera del rio Grande se “han hecho
castigos en otros pueblos, tan recios, porque hallamos una provincia que se comían unos a otros a donde yo
ahorque a ciertos que tenían por oficio de carniceros de hombres para comer.” 158 DIHC. T. III., doc. 467, p.
25. “los caribes flecheros que son los de Cartagena y la mayor parte de aquella costa, comen carne humana, y
no matan esclavos ni quieren a vida ninguno de sus contrarios extraños, y todos los que matan se los comen y
71

A este respecto, Miguel Camacho Sánchez es uno de los historiadores que afirma que los indígenas
denominados Caribe, lo que incluye a los yurbacos, no practicaban la antropofagia. Para defender
su tesis afirma que el canibalismo no es más que la implantación de una leyenda europea mucho
más antigua al descubrimiento del Nuevo Mundo por los españoles. Esta leyenda era popularmente
conocida y se encuentra en los escritos de navegantes como Marco Polo. Este viajero afirmaba que
en Las Indias orientales existían islas cuyos habitantes eran caníbales. Cristóbal Colón, un lector de
Marco Polo, dedujo que Las Indias que descubrió no eran más que las islas que el mismo Marco
Polo refirió en sus obras y que los aborígenes de las Antillas y tierra firme no eran más que los
caníbales de esos escritos antiguos.
Otro personaje que afirma que los indígenas del Partido de Cartagena no eran antropófagos es fray
Bartolomé de las Casas. Este cronista afirma que la antropofagia en estos aborígenes no fue más
que una calumnia impuesta por Cristóbal Guerra159 para salir de la cárcel; pues había sido preso por
haber tomado por esclavos a los indígenas de Calamary y así incumplió una capitulación en la que
se le prohibía esclavizar a los nuevos súbditos de la reina Isabel II de Castilla. La antropofagia era
una práctica tan abominable a los ojos de las autoridades de Castilla que conllevó a que el 30 de
octubre de 1503 la reina Isabel expidiera la provisión para poder cautivar y esclavizar a los caribes
rebeldes.160

En el mismo sentido, Fray Pedro Simón afirmaba en una parte de su relato, que cuando estas
comunidades indígenas salían a la guerra, ya fuera contra indígenas o españoles, sus “armas eran de
yerba (hierba venenosa) porque como no comían la carne de los que mataban no les importaba que
quedase infectada” (cursivas del autor). Y en el resto de su relato no afirma que estos indígenas
comieran carne humana, sino más bien carne de animales y productos agrícolas.161 Si se toma en
cuenta estas dos teorías sobre este asunto, no se puede afirmar con certeza cuál de las dos es cierta
o falsa.

Pero algo que sería bueno resaltar con respecto a este tema, es que a mediados del siglo XVI y
comienzos del siglo XVII se escriben dos documentos claves que buscan mostrar la cultura de los
indígenas del Partido de Cartagena y cómo esta en algunos casos chocaba o armonizaba con la
cultura que imponían los europeos.162 Aquí se destaca cómo los indígenas comenzaban a apropiarse

las mujeres que toman sírvanse de ellas, y los hijos que paren (si por caso algún caribe se echa con las tales)
cómanselos después; y los muchachos que toman de los extraños, capanlos y engordanlos y comenselos.
Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario…op. cit., p. 123.

159
Cristóbal Guerra fue un Navegante español. Realizó tres viajes a América con su hermano Juan. En el
primero, en la expedición de Pedro Alonso Niño (1499-1500), arribó a las islas Margarita y a la costa de las
Perlas, donde regresó en 1500-1501. Murió en el curso de su tercer viaje a Cartagena (1503-1504).
160
Bartolomé de las Casas (Fray), op. cit., tomo II, Pp.77-78.
161
Un dato curioso que aporta Oviedo sobre este asunto de antropofagia es que los indígenas de Yurbaco y
sus alrededores cuando pactaban la paz lo hacían mediante un ritual en el que bebían la sangre de algunas
víctimas que habían caído en la batalla. Gonzalo Fernández de Oviedo, historia… op. cit. p 434.
162
El primero es una carta escrita en 1571 en la que se describe la gobernación de Cartagena. El segundo
documento es el capítulos del XVIII al XI de las noticias historiales de fray Pedro Simón que Salió a la luz
72

de ciertas prácticas europeas como era la vestimenta, el modo de cultivar, lo que se cultivaba, la
alimentación, etc. Pero a lo que más se le daba énfasis era el choque religioso. A los indígenas les
costaba mucho dejar sus prácticas religiosas ancestrales, las que los españoles tildaban de
“idolatrías al diablo y a demonios.”

Es curioso notar que en esta documentación no se mencione que los europeos tuvieron problemas
con la práctica del canibalismo, como sí lo tuvieron con otros rasgos culturales prehispánicos. Esto
lleva a pensar que si los indígenas del Partido Cartagena eran en realidad caníbales, siguieran los
problemas por esta práctica, o que al menos se siguieran mencionando en la documentación
referente a los nativos, como sí pasó con las prácticas religiosas. Por lo tanto, es posible que la
práctica de antropofagia no fuera más que una estrategia de los primeros españoles que llegaron a
estas tierras para poder justificar la esclavización de estos indígenas.

Hasta aquí se ha podido analizar un cuadro amplio del carácter, organización política, religiosa,
espacial, geográfica, es decir, muchos rasgos de la cultura de los yurbacos a la llegada de los
españoles en el siglo XVI. Una cultura prehispánica que desde 1501 estaba destinada a modificarse
cuando Rodrigo de Bastidas surcara en sus naves por primera vez el puerto de Calamary.

Desde entonces era cuestión de tiempo que se comenzara el proceso de incorporación de un nuevo
espacio al conjunto de la economía mundial. Hasta finales del siglo XV el cataclismo de la
conquista solo había llegado hasta las Antillas. Cuando estas islas fueron agotadas, entonces
comenzó a planearse la apertura de una frontera más allá de las Antillas, la cual constituiría para los
españoles una nueva fuente de oportunidades: metales, indios esclavos, entre otras cosas. Esto
desencadenó la llegada a las costas, de lo que hoy se conoce como Caribe colombiano de
castellanos, que con la fachada de buscar la gloria de su majestad o de expandir la fe católica
ocultaban su principal interés: el lucro personal, conseguir prestigio o el salir de la miseria. Esto
generó un choque de culturas y como consecuencia modificó, y en muchos casos desapareció la
cultura prehispánica de un sinnúmero de pueblos indígenas que en la actualidad solo se pueden
conocer por la poca documentación conservada que estos dejaron.

por primera vez en Cuenca en 1627. Hermes Tovar pinzón, Relaciones… op. cit., Pp. 413-430 Pedro Simón
(Fray), op. cit., P. 59-67.
73

Capítulo 2

Entre utopías y realidades.

La burocracia castellana y los indígenas de la Gobernación de

Cartagena

(1533-1540)

“Y así se despuebla toda esta tierra, que no hay en ella sino muy poquitos pueblos de indios
que estén de paz, y aún éstos cada día, viendo las opresiones de los cristianos y sus malos
tratamientos cuando por sus pueblos van, cada día se rebelan, que ni los unos ni los otros
pueden oír el nombre de cristianos más que de demonios o basiliscos.”

Fragmento de una carta de fray Tomás del Toro, enviada al rey de Castilla informando del
estado de la provincia de Cartagena. 31 de mayo de 1531.
74

En 1493 el Papa Alejandro VI concedió a los reyes católicos el dominio de todas las tierras
descubiertas o que se descubrieren al occidente de un meridiano distante a cien leguas de los
Azores. Esto llevaría a establecer asentamientos castellanos en América con el “noble propósito” de
culturizar al mundo indígena.163

¿En qué se basó el Papa para conceder dicha autoridad a los reyes de Castilla sobre el territorio
americano? Para entender este asunto, se debe tener presente la simbiótica alianza entre los reyes de
Castilla y la Iglesia Católica, la cual les sirvió para robustecer mutuamente su poder y prestigio. En
la tradición de los estados cristianos, el Rey heredó de la Edad Media en Castilla y en Portugal, el
deber de defender y proteger a la Iglesia. Esta a su vez, daba legitimidad a la monarquía y a toda la
estructura de poder.164

En este contexto fue que Colón llegó al Nuevo Mundo el 12 de octubre de 1492. El Papa se sintió
con el deber de cristianizar el mundo recién descubierto por los europeos, pero al verse incapaz de
organizar y financiar la propagación de la fe en América y en otros lugares donde la expansión
europea tomaba cuerpo, transfirió tal tarea a los reyes de Castilla y Portugal. Les concedió una
autoridad inmensa sobre el clero de ambos imperios como patronos de la Iglesia en las colonias y
vicarios del Papa en materias de disciplina eclesiástica. De aquí el nombre del sistema resultante:
Real Patronato en Indias o Patronato Regio.165

Desde 1492 los ibéricos deberían justificar las acciones que llevarían a cabo en el Nuevo Mundo.
Esta justificación se encuentra claramente en El Requerimiento. Este era un documento elaborado
para ser usado cuando los españoles se encontraran por primera vez con los pueblos indígenas. Aquí
se les explicaba a los nativos americanos por qué incursionaban en sus tierras. En el Requerimiento
los castellanos le exponían a los nativos que el mundo era de Dios y que este, mediante su hijo
cuando estuvo en la tierra, dio a un hombre, el Papa, la autoridad sobre toda la tierra habitada. El
Papa (en este caso el Papa Alejandro VI) dio autoridad a los reyes de Castilla para que llevaran la
civilización y la religión católica a los indígenas.166 ‘Dios’ le había encomendado dos propósitos a
la Corona castellana respecto a los nativos americanos: llevarles la civilización y religión católica.
De esta tarea se deberían encargar la Corana, mediante sus funcionarios gubernamentales. Y
mediante el Patronato Regio, la Iglesia Católica entraría en asociación con la Corona para tener
parte en esta misión.

Teniendo en cuenta lo expuesto, en este capítulo se analizará cómo los reyes católicos de Castilla,
mediante los funcionarios que delegaron para que trajeran la cultura europea a América, intentaron
incorporar al sistema social europeo en el mudo indígena y como esto los afectó; delimitándolo al
espacio geográfico del Partido de Cartagena, antes que se estableciera el régimen de encomiendas.
Respecto a este período se encontró que los ibéricos se centraron en dos focos principales: las

163
José Urueta op. cit., .P.17.
164
Guillermo Céspedes del Castillo, América Hispánica 1492-1898, Madrid, Marcial Pons Historia, 2009 p
233.
165
Guillermo Céspedes del Castillo, op. cit. p 234.
166
José Urueta, op. cit., P. 23.
75

llanuras del norte de la Gobernación, donde estaba la capital, Cartagena de Indias y la zona sur del
Zenú, de donde se sacaría la mayor parte del oro en los primeros años de esta provincia.

En el período de 1533 a 1540, que el tiempo en que los indígenas de la Gobernación no están bajo
el régimen de encomiendas, encontramos tres figuras principales que influirán mediante sus
decisiones de manera significativa en el mundo indígena:

 Los reyes de Castilla. Estos eran los principales ideólogos de una utopía en la que los
indígenas y españoles vivieran en armonía como súbitos de la Corona castellana.
 El gobernador. Este debía velar porque lo que estipulara los reyes de Castilla se llevara a cabo
en América, además le correspondía tener en sujeción a los demás servidores gubernamentales
de la Corona, como lo eran alcaldes, regidores, tenientes de gobernador, alguaciles, tesoreros y
pobladores en general.
 El obispo. Este debía dirigir a todos los clérigos asignados a servir como sacerdotes y
doctrineros ya fuera en la ciudad de Cartagena, en las villas o en los pueblos de indígenas.

Este capítulo estará divido en cuatro partes. En las tres primeras se analizarán las tres primeras
administraciones de la ciudad de Cartagena, en las cuales los indígenas todavía no estaban sujetos al
régimen de encomiendas. Estas son las gobernaciones de Pedro de Heredia, Juan de Vadillo y Juan
de Santa Cruz. (Ver gráfico 1) En cada una de estas se dará atención a lo que se estipulaba desde
Castilla con respecto al mundo indígena, cómo esto era aplicado en la Gobernación de Cartagena y
el efecto que tenía en la población indígena de esta Gobernación, dándole mayor énfasis al Partido
de Cartagena. En la cuarta parte se hará un análisis de los sucesos ocurridos en Cartagena para este
período, teniendo en cuenta los estudios de algunos historiadores que trabajan esta región y
temporalidad en sus investigaciones.
76

Grafico 1.

Fuente: Elaboración propia del autor.

2.1. Pedro de Heredia “contratéis con los dichos indios de la dicha provincia como hombres
libres como lo son”.

El 5 de agosto de 1532 Pedro de Heredia firma capitulación con los reyes de Castilla para el
gobierno de Cartagena. En esta se le encomienda la tarea de “poblar y conquistar por la costa desde
el Río Grande que está en frente de la Gobernación de Santa Marta (Río Magdalena) y Cartagena
hasta el Río Grande que está en el golfo de Urabá”.167 Esta sería la tercera gobernación fundada con
éxito en tierra firme, siendo así vecina de las Gobernaciones de Santa Marta y Panamá, y más
adelante de la Gobernación de Popayán. (Ver mapa 4).

¿Qué clausulas debía cumplir Heredia en esta empresa que estaba a punto de emprender? Una de las
cosas principales que resalta el documento es la labor de sujetar al servicio de la Corona a los
indígenas de Cartagena y enseñarles la fe católica. Para esto Heredia podía disponer de los
sacerdotes que fueran necesarios. De otro lado, debía hacer una fortaleza para que sirviera de

167
DIHC. T.II, doc. 377. P. 278.
77

protección a los españoles que fueran a vivir a ese lugar.168 Ahora bien, con respecto al trato que se
le debía dar al indígena, el Rey apunta algo que sería bueno resaltar:

“para qué con más voluntad los dichos indios vengan a la amistad con
los españoles (…) damos licencia y facultad para qué venidos los indios
de paz y contratación para qué vos y las personas que tuvieras en la
dicha fortaleza y los demás que con vos quisiereis, contratéis con los
dichos indios de la dicha provincia como hombres libres como lo son y
rescatar con ellos todo el oro y plata y piedras preciosas y perlas y joyas
y otros metales y mantenimientos y ropas de algodón y canoas y todo
género de cosas que ellos tienen o tuvieren, dándole por ellos lo que con
ellos contratéis por manera que todo sea a su voluntad, con tanto que no
podáis rescatar ni rescatéis indios algunos por esclavos”.169

En esta capitulación, el trato que se le debía dar al indígena en la provincia quedaba claro. El que
los españoles se asentaran en este territorio, no le daba el derecho de actuar de un modo que
perjudicara al indígena de esta región. Aunque sí podían tener tratos con ellos en cuanto al trueque
de mercancías, los españoles debían tener en cuenta que eran hombres libres y que todo se hiciera
conforme a la voluntad de los nativos. Jamás debían tomarse a los indígenas como esclavos.170 El
objetivo principal con el que se hacía esto era para que los indígenas se hicieran amigos de los
españoles.

Entonces según esta capitulación debería quedar atrás todos los asaltos, robos y secuestros que
venían padeciendo los indígenas desde comienzos del siglo XVI, específicamente desde 1503
cuando la reina Isabel mediante la real provisión del 30 de octubre declaró que los indígenas de esta
región eran caníbales, razón por la cual se dio licencia a que cualquier español pudiera llegar a esta
región y tomar indígenas para venderlos como esclavos.171

Con la autoridad que le confería la capitulación firmada el 5 de agosto de 1532, llega Heredia a
Cartagena a comienzos de 1533 con el fin de ejecutar su empresa conquistadora. Se establece en el
pueblo indígena de Calamary (hoy el actual centro de Cartagena de Indias). De allí comienza a
hacer expediciones por todo el territorio que se le da por licencia en la capitulación.

168
Ibíd.
169
Ibíd. P. 279.
170
la única posibilidad de que la Corona aceptara que a los nativos se les tomara cómo esclavos era que éstos
después que los españoles intentara por vías pacíficas de hacerse amigos de algún pueblo indígena estos
“repudiasen la doctrina cristiana y no diesen la obediencia que deben” pero antes se debía hacer un informe
sobre el asunto en específico y enviarlo al Concejo de indias en la isla la Española y que estas analicen el
caso. Hasta que esta institución no diera la orden no se podía tomar ningún indio como esclavo. Ibid. P. 281.
171
Eduardo Lemaitre, op. cit. P. 12.
78

Mapa 4.

Fuente: Elaboración propia del autor.


79

Después de aproximadamente un año y medio de estar establecido en Cartagena, Pedro de Heredia


rindió cuenta a los reyes de Castilla de cómo marchaban los asuntos en su Gobernación. Envía una
carta a la metrópolis con fecha de 1 junio de 1534. En esta el conquistador expone los beneficios de
haber fundado la ciudad y expresa la actitud que tienen los indios de esa provincia con los europeos
que en parte dice:

“Que habrá año y medio poco más o menos tiempo, que yo, el dicho Pedro de
Heredia, vine a estas provincias de Cartagena con navíos cargados de gente y
caballos y bastimentos para conquistar y pacificar, y en ella hice un pueblo de
cristianos que se llama la ciudad de Cartagena, y en ella una fortaleza. Y si saben
que en poblar y tener paz este puerto de Cartagena ha sido muy servido, porque
antes los navíos que pasaban por esta costa no osan entrar en los puertos de ella,
porque los indios les venían a flechar los navíos por lo cual muchos navíos, se
perdían y padecían muchos trabajos de hambre y de sed y tiempos contrarios, no
pudiendo hacer menos, y si saben que después que la poblé, en todos los puertos de
esta costa surgen los navíos, y los indios les dan agua y maíz y lo que han de
menester”.172

Hasta aquí todo parece ir bien, si se relaciona esta información que Heredia da los reyes de Castilla
con la capitulación que le da licencia para estar al frente de la Gobernación de Cartagena; pues tal
como capituló aproximadamente dos años atrás, ya ha hecho la fortaleza en Cartagena en la cual
viven algunos españoles, además le dice al rey de Castilla que es de gran beneficio sus logros en
estas tierras. Él recuerda al Rey que “saben, creen, vieron, y oyeron decir que estas costas en los
pueblos que yo he hecho de paz han muerto los indios tres o cuatro capitanes con muchos
españoles que a ella han venido, en que serían más de setecientos hombres.” Si se tiene en cuenta
esta información de Heredia, es fácil comprender que, antes de fundada Cartagena, “su fama
belicosa (la del indígena de esta región) se extendió por todo lo descubierto, con tal asombro de
valentía, que si pasaban por aquellas costas algunos bajeles, miraban la tierra como sepultura de
soldados españoles”.173

Respecto al trato con los indígenas, Heredia también informó que ha tuvo éxito. No solo ha logrado
pacificar a “los indios Caribe flecheros (...) Disque es la gente más feroz de toda la tierra firme”,174
pues agrega que los españoles e indígenas tienen buenas relaciones. Esto quedó demostrado con
la hospitalidad que muestran los nativos a los españoles, cuando estos llegan a los puertos de
Cartagena.

Ahora bien, en la segunda expedición de Heredia que va al sur de la provincia, sucede algo que
cambiaría las dinámicas de la conquista de este territorio de una forma trascendental. En una carta
enviada por Alonso de Saavedra, tesorero de Cartagena, el 26 de mayo de 1535, se le comunica al
rey de Castilla que después de una campaña algo difícil a la sierra de Abreva por no encontrar
suficientes pueblos de indios en esta zona para sustentarse, dieron con el camino que conduce a la

172
DIHC. T III, doc. 629. P 147.
173
Alfonso Zamora, op. cit., Pp.174-148.
174
DIHC. T III, doc. 10. P.73.
80

comarca del Zenú. Al llegar a esta región, el contador informa: “y así mismo supimos de los indios
que se tomaron allí que mucha cantidad de montones de tierra que había alrededor del pueblo eran
todos sepulturas175 y que todas tenían oro, de lo cual se sacaron diez mil pesos y dende arriba”.176
(Ver imagen 18 y mapa 5).

Esta carta hace referencia a la llegada de Heredia en 1534 a la región indígena del Zenú. Pedro de
Heredia partió de la recién fundada ciudad de Cartagena y condujo una expedición hasta Finzenú,177
aunque halló un pueblo relativamente pequeño, pudo percibir en esa zona vestigios que atestiguaban
un esplendor pasado. A los expedicionarios de Heredia los sorprendió este lugar por su privilegiada
ubicación en una extensa sabana sembrada de bosques, por la majestad de la cacica que lo
gobernaba, por la habilidad de los orfebres que lo habitaban y por el esplendor del templo que se
erguía como el centro de la vida de aquella gente,178 porque Finzenú era ante todo un centro
ceremonial conocido en amplias regiones del Caribe.179

Los soldados de Heredia se dedicaron en un primer momento a descolgar las campanas de oro de
los árboles y a recoger las piezas de orfebrería indígena que hallaron en el templo y en las casas del
poblado. Una vez recogido todo el oro visible, se inició el saqueo de los tumultos funerarios. Esta
necrópolis sinuanas podía contener piezas de orfebrería elaboradas por distintas comunidades
durante muchos siglos. La orfebrería Zenú fue producida desde antes de los comienzos de la era
cristiana hasta la época de la conquista española.180

175
En la región del Zenú el difunto era enterrado con sus pertenencias. Los ajuares funerarios variaban de
acuerdo con la posición social del individuo e incluían copas muy decoradas, vasijas, instrumentos musicales
y adornos personales. Sobre el entierro se plantaba un árbol. Este, junto con la redondez del túmulo y las
mujeres de arcilla que acompañaban al muerto, simbolizaba la fertilidad y la nueva vida. De sus ramas
colgaban campanas que soñaban con el viento. Áreas culturales del Banco de la República. “El renacer de los
difuntos”. http://www.banrepcultural.org/cartagena/museo-del-oro-zenu-3, 17 de junio 2014.
176
DIHC. T. III, doc. 720, p 265.
177
Al sur de Cartagena se extendía el territorio de los zenúes, el cual se dividía en tres señoríos: Finzenú,
Panzenú y Zenufana, que dominaban las hoyas de los ríos Sinú, San Jorge, bajo Cauca y Nechí. Esta división
del territorio se había originado tiempo atrás, cuando gobernaron durante mucho tiempo tres señores, de los
cuales el más importante era Zenufana. Este señor tenía el control del área donde se pobló Zaragoza y parte de
las riberas del río Cauca, hasta las sabanas de Aburra, que eran las tierras más ricas. En el Finzenú, ubicado
treinta leguas al sur de Cartagena, en la hoya del río Sinú, gobernaba su hermana, a quien Zenufana quería
que todos los vasallos le rindieran gran pleitesía. Por este motivo ordenó que los señores más importantes de
los tres señoríos hicieran sus sepulturas en Finzenú, que adquirió gran importancia como centro ceremonial.
Por su parte, Panzenú gobernaba en la hoya del río San Jorge, cuya área inundable fue adecuada con extensos
sistemas de drenaje en los primeros siglos de nuestra era, los cuales permitían el permanente aprovechamiento
de los suelos para la agricultura, así como la supervivencia de una rica fauna acuática. La tradición instaurada
por estos gobernantes se continuó hasta la llegada de los españoles, de tal forma que el territorio de Finzenú
seguía siendo gobernado por una mujer, que mantenía una gran preeminencia política y religiosa y en cuyo
territorio se sepultaba a los dirigentes más importantes de los zenúes. Marta. Herrera Ángel, “Los señores del
Zenú”. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/agosto1993/agosto3.htm,17 de junio
2014.
178
Para conocer una descripción inédita del templo del Finzenú hecha por un miembro de la expedición de
Heredia véase DIHC. T VI, p. 216.
179
Ana María Falchetti, “El ocaso del gran Zenú,” en Haroldo Calvo Stevenson, dolfo Roca Meisel A
(editores) Cartagena de Indias en el siglo XVI, Cartagena, Banco de la Republica, 2009 P .73.
180
Ibid. p .74.
81

El rumor en todos los territorios americanos conquistados, e incluso en Europa, hizo que la
provincia de Cartagena fuera un atractivo para que las personas adquirieran riquezas. Cientos de
personas llegaron a Cartagena con la esperanza de aprovechar la bonanza aurífera de las tumbas del
Zenú, pero a la mayoría no les fue muy bien, el mismo Heredia comunicaba al Rey que este rumor
“ ha sido causa el venir tanta gente de esos reinos (…) son muertos de dos mil hombres para arriba
en esta provincia más de doscientos y todos los demás que mueren de necesidad de comida y de
más de estos destruyen estas provincias(…) y robarla sin que nadie sea parte para remediarla”.181

Aunque la Corona de Castilla se dispuso que “no pudiese venir acá (a Cartagena) nadie que no
trajese cincuenta mil maravedíes de hacienda”, fue difícil hacer cumplir esto porque muchos
castellanos se registraban en la casa de contratación afirmando que tenían la hacienda requerida
para el viaje, pero al llegar a Cartagena no era así. Eso hacía que estos españoles pasaran necesidad
en Cartagena e incluso algunos encontraron la muerte.182

A la hora de tomar la decisión de venir a América a probar fortuna, los españoles debían poner un
una balanza, por un lado los beneficios de encontrar en Cartagena: riquezas, honra y poder; y en el
otro lado: pasar necesidades e incluso encontrar la muerte. El rumor de la bonanza aurífera de las
tumbas del Zenú había calado mucho en algunos españoles y era tanto el deseo de algunos de venir
a cumplir “el sueño americano” que cientos de españoles se inclinaban por traspasar lo estipulado
por la Corona y se arriesgaban a venir a Cartagena sin la cantidad de hacienda requerida para
emprender esta empresa. Todo lo expuesto también lleva a afirmar que la utopía que la Corona
castellana se había propuesto en un principio para la Gobernación de Cartagena estaba muy lejos de
cumplirse, y que a Pedro de Heredia se le estaba saliendo el asunto de las manos.

Pero así como Pedro de Heredia tenía encomendada la importante tarea de sojuzgar la provincia de
Cartagena, existía otra figura importante en este proceso de conquista de Cartagena. Se trataba de
fray Tomás del Toro, el primer obispo de la Gobernación, cuya función principal era la de proteger
y evangelizar a los nativos de esta provincia. ¿Qué versión podría ofrecer este personaje sobre el
modo como se estaba llevando la conquista del territorio Gobernación de Cartagena?

El 3 de octubre de 1533, el rey de Castilla nombra obispo de Cartagena a fray Tomás del Toro,
sacerdote de la orden de Santo Domingo, debido al buen informe que el Rey tenía de este. El 21 de
mayo de 1534 los oficiales de Cartagena reciben una carta del Rey donde se les explicaba las
funciones que el dominico tendrá en Cartagena, las cuales se resumen en dos puntos claros: proveer
de clérigos a las iglesias de la provincia y hacer entender a los indígenas de este territorio la
importancia del culto divino e instruirlos y convertirlos. Además se les anuncia que tanto los
oficiales de la ciudad como sus pobladores deberían proveer lo necesario para la sustentación de los
clérigos mediante diezmos, y si estos fueran escasos, entonces que se sustentaran de los pueblos de
indígenas.183

181
DIHC. T.III, doc. 719, p 261.
182
Ibid.p.262.
183
DIHC. T.III, doc. 610, p. 139.
82

Imagen 18.

Fuente: Áreas culturales del Banco de la República, Museo del oro Zenú.
http://www.banrepcultural.org/cartagena/museo-del-oro-zenu-3, 26 de julio de 2014
83

Mapa 5.
84

Fuente: Elaboración propia del autor.

Un día después de que se expidiera la carta a los oficiales de Cartagena, el Rey le dirige una carta a
fray Tomás del Toro en la que le pide: “con todo secreto como mejor os pareciese vos informéis y
sepáis del estado en que ha estado y están las cosas en dicha provincia especialmente en la
conversión de los indios y el recaudo de la hacienda de la Corona”. Para esto, el sacerdote podía
recurrir a informes de personas y hacer uso de los libros y escrituras que tuvieran los funcionarios
de la ciudad tocante a la hacienda real.184

Aproximadamente un año después que el Rey le hace esta petición a fray Tomás del Toro, cuando
este ya logra establecerse en Cartagena, escribe dos cartas al rey de Castilla. Aquí se describe el
estado de la provincia que llevaba tan solo tres años de fundada. Una carta la hace explicando cómo
estaban los asuntos en la ciudad de Cartagena y en la otra se centra en el estado de la región del
Zenú. En ambas cartas el dominico escribe con una fuerte carga emocional. Informa al Rey que
“hasta ahora he sabido y por dicho de muchos a oído que la mayor parte de esta Sierra y los indios
muy escandalizados a causa de las crueldades y malos tratamientos de los cristianos”. ¿A qué
crueldades se refiere el sacerdote? En la carta que se centra en la región de la ciudad de Cartagena
informa:

“matando y partiendo por medio niños ahorcando indios, cortando manos y asando
algunos indios e indias (…) no han cesado los cristianos hasta ahora de traer
indios e indias , niños y niñas cuantas puedan haber por todas las partes donde
andan, vendiéndolas aquí a mercaderes los cuales los llevan y envían a Santo
Domingo para volverlos a vender sin ser esclavos (…) los cristianos que en esta
parte residen no han conocido ni sabido que cosa es autoridad espiritual, porque
han vivido sin signo de obediencia sin freno de razón”.185

Además de estos comportamientos que atentaban directamente contra la integridad del indígena, el
obispo menciona una serie de acciones que iban en contra de la moral cristiana que impregnaba la
sociedad española de esa época. Entre estas están el adulterio, la usura y el uso de indígenas con
propósitos sexuales. Pues era común que los españoles tomaran indígenas de los pueblos para tener
relaciones sexuales con ellas, e incluso algunas “sin ser bautizadas” que era una de las faltas que
más hacía notar el obispo de Cartagena en su cartas.186

184
DIHC.T III, doc. 628, p .145.
185
DIHC. T.III, doc. 722, Pp. 277, 282.
186
Ibíd. p 282. Respecto a este asunto, el obispo apunta a un caso en específico: “Ha acaecido éste muy de
espantar, que un cristiano, queriendo forzar a una india por bautizar, la metió en un arcabuco para tener parte
con ella, y ella, por defenderse de él, lo mató ahogándolo, y así lo hallaron otro día los cristianos, sacados los
ojos y comida su natura de animales o de aves, por justo juicio de Dios.” Ibíd. P. 283 de igual forma en una
probanza hecha en Acla contra Pedro de Heredia se dice que “el dicho Pedro de Heredia, gobernador, en la
entrada tomaba muchas indias y las bautizaba para echarse con ellas, y después se iban por allí a los montes
con el agua del Espíritu santo.” En el mismo sentido la reina de Castilla en la carta que comisiona a Juan de
Vadillo a que residencia a Heredia dice: “Sepáis que nos somas informados que Pedro de Heredia (…) ha
Hecho bautizar algunas indias para tener acceso carnal con ellas y que también lo ha tenido con otras indias
85

Mientras el obispo está en Cartagena, se le informa que el daño a los indígenas de la región del
Zenú es muy grande, porque tanto los cristianos que han llegado a esta región como los negros
esclavos, que eran los encargados de saquear las tumbas, se habían dedicado a comerles el medio de
vida de los indígenas al no tener otra opción debido a que los alimentos que se llevan a vender a la
provincia eran extremadamente escasos y caros. Razón por la cual los indígenas zenúes habían
abandonado los pueblos huyendo de los cristianos. Por este motivo el obispo le informa al Rey
que:187

“tiene determinación de irse juntamente con el gobernador Pedro de Heredia al río


del Cenú, para ver la disposición que hay para hacer pueblos e iglesias, y ver por
vista de ojos el recaudo que tiene la hacienda de Vuestra Majestad, para hacerle
entera relación, no solamente de oídas sino de vista, que será más cierta y
verdadera”.188

Efectivamente así lo hace. El obispo llega a región del Zenú y comienza a determinar cómo andan
los asuntos en ese lugar. Para esto, el obispo toma algunos testigos de entre los hombres que
acompañaron a Heredia en sus expediciones. Menciona a Juan Alonso de Palomino y a Pedro de
Valdivieso, a los cuales los hace jurar y decir toda la verdad con respecto a los hechos de Heredia
en el Zenú. Con estos testimonios y la propia observación de él mismo de los asuntos, construye su
informe. Lo cual queda registrado en una carta redactada a finales de diciembre de1535, cuyo
destinatario es el rey de Castilla.189 Algunos puntos que resalta el obispo son:

 Los indígenas de los pueblos zenúes están muriendo de hambre porque los españoles, en
vez de comprar provisiones que vienen de la isla La Española, lo que hacen es saquear las
cementeras de los pueblos de indios para sustento de ellos y de sus negros esclavos.
 Pedro de Heredia tiene secuestrados a dos caciques zenúes desde hace más de un año. Esto,
por no darle información al gobernador donde están las minas de las cueles obtienen el oro
que se encuentran en las sepulturas.
 Heredia no da el quinto real de todo el oro que consigue el Zenú; razón por la cual el Rey
debería mandar a funcionarios reales al Zenú que vigile este asunto.190
 Al igual que al norte de la provincia en la región del los españoles, también secuestran
indios con el propósito de venderlos como esclavos a mercaderes que llegan a las costas de
la provincia de Cartagena.191

que no eran cristianas, y ha estado amancebando con ellas y las tiene y ha tenido consigo en su casa, diciendo
que son lenguas (…)” DIHC.T.III, doc. 693, p. 232.T.IV, doc. 856, p.109.
187
Ibíd. P. 281.
188
Ibid. P 282.
189
DIHC. T IV, doc. 805, Pp 34-35.
190
Esta información contrasta con una carta que Heredia manda al Rey en la que da relación la cantidad de
oro que ha sacado de las tumbas del Zenú y el quinto real que paga a la corona. En parte dice “y aquí digo,
que si ahora o de algún tiempo se hallare otra más con verdad de lo que digo, Vuestra majestad me mande a
cortar la cabeza por traidor, porque desde aquí yo me condeno como hombre que miente a su Rey y señor. Y
para esto a vuestra majestad le suplico haga guardar esta carta.” DIHC. T. IV, doc. 173, p 10.
191
Estos cuatro puntos son un resumen de la información de la carta de fray Tomas del Toro que se encuentra
en DIHC. T. IV, doc. 805, Pp. 37-44.
86

¿A qué se debe tanto desorden en esta provincia recién fundada? Aunque Heredia había
comunicado al rey de Castilla que el desorden en la provincia se debía a que el rumor de las
sepulturas del Zenú “ ha sido causa el venir tanta gente de esos reinos ( y que por esta razón
muchos) son muertos de dos mil hombres para arriba en esta provincia más de doscientos y todos
los demás que mueren de necesidad de comida y de más de estos destruyen estas provincias(… y
)nadie sea parte para remediarla”,192 lo cierto es que él también contribuyó a que esta situación
crítica se diera.

Todo apunta a que Heredia olvidó las cláusulas de la capitulación que había firmado con la Corona
el 5 de agosto de 1532 al descubrir las tumbas de oro del Zenú. La documentación analizada en esta
investigación demuestra que lo más importante para el gobernador era el lucro personal.

En una carta que mandan los oficiales de Cartagena al rey informan que Heredia con el afán de
acaparar la riqueza aurífera del Zenú, engañaba a mucha de la gente que llegaba a Cartagena,
diciendo que las tierras del Perú estaban muy cercas, lo que obviamente era totalmente falso. Así,
mucha gente gastaban lo que traía comprando provisiones para el viaje y emprendían la travesía,
mientas que él se quedaba en la región del Zenú.193 Otra estrategia de Heredia era monopolizar la
región del Zenú restringiendo las licencias para explotación del oro solo para sus allegados.194

Al monopolizar la región del Zenú para él y para sus allegados, los cientos de pobladores que
llegaron a Cartagena no encontraron otra opción para sobrevivir que la de recurrir a saqueos,
muertes, hurtos, robos, secuestros, esclavitud, desplazamientos y más, cuando muchos de estos
venían siquiera con la cantidad mínima de recursos para sobrevivir en Cartagena. En fin, la llegada
de los españoles a Cartagena en los tres primeros años de esta provincia generó una suerte de
sucesos que perjudicaron y cambiaron por completo el orden social de los indígenas de esta región.
Tal como se refirió fray Tomás del Toro en su carta:

“porque ellos están perdidos y mueren de hambre y así para sustentarse roban las
haciendas y comidas de los indios, y así ellos como los indios perecen de hambre
en tanta manera, que muchos cristianos son muertos por los caminos y en los
arcabucos, y le dicen que no hay quien pueda sufrir el mal olor de los cuerpos
muertos”.195

En vista de tanto desorden en la Gobernación de Cartagena, en 1536 la Corona toma la decisión de


enviar a este territorio a Juan de Vadillo, Oidor de la audiencia de Santo Domingo con el fin de
residenciar a Heredia y actuar mientras tanto como gobernador interino. ¿Trajo algún beneficio a las
comunidades indígenas esta decisión?

2.2. Juan de Vadillo. “Nuestra voluntad es que los dichos indios sean bien tratados y no
reciban de nuestros súbditos molestia ni daño alguno”.

192
DIHC. T.III, doc. 719 p. 261.
.
193
DIHC. T III doc. 720, p.266.
194
DIHC. T VI, doc 982, Pp. 223-225.
195
DIHC. T.III, doc. 722, p.277.
87

En una carta firmada en Madrid el 15 de mayo de 1536 la reina Juana I de Castilla envía algunas
directrices que Vadillo debía cumplir al llegar a Cartagena. En esta, la Reina resalta tres
preocupaciones principales: “la mala orden que ha habido en la dicha provincia, especialmente el
tratamiento y conversión de los naturales de ella (…) y en la ejecución de nuestra justicia, como en
fraude y mal recaudo de nuestra hacienda”.196

Para remediar el desorden en la provincia se le da a Vadillo una real cédula con fecha de 14 de julio
de 1536 para que inicie proceso contra Pedro, Alonzo y Antonio de Heredia y con todas las
personas implicadas en el desacato de las directrices de la Corona con respecto a Cartagena.197 En lo
que tenía que ver con la escasez de alimento, la Corona ordena mandar de la isla de Jamaica a
Cartagena hasta 500 vacas que pertenecen a la Corona para repartirlas entre los pobladores y
conquistadores que más estén padeciendo necesidad.198 Y para evitar los fraudes cometidos en lo
que tenía que ver con el quinto real se le da otra real cédula en la que se ordena que los oficiales de
Cartagena trasladen su residencia cerca de las sepulturas de los indígenas del Zenú para evitar
fraudes.199

En gran parte de los documentos que Juana I de Castilla envía a Vadillo deja ver su preocupación
por los indígenas de la Gobernación de Cartagena. Aquí da instrucciones sobre la tasación de
tributos, el trato de los encomenderos a los indígenas, e inquiere si se estaba llevando a cabo la
conversión de los indígenas por parte de los clérigos; lo que resulta algo desconcertante si se tiene
en cuenta que la capitulación de Heredia no tenía como objetivo encomendar a españoles los
pueblos indígenas, más bien debía tratar con las comunidades indígenas como pueblos libres.
Además, la documentación existente no demuestra que para los tres primeros años de fundada la
Gobernación de Cartagena ya existiera encomiendas, como sí se puede confirmar más adelante.
Pero de todas maneras las buenas intenciones de la Corona española para con los indígenas están
presentes. A Vadillo y a fray Tomás del Toro se les dan cédulas reales en las cuales se les da
facultad de colocar dos clérigos en cada pueblo con un salario anual de 50 pesos oro a 450
maravedíes.200 Además, en una parte de las intrusiones a vadillo se le ordena:

“mandareis a juntar donde vos residiereis los caciques y principales de ella, a los
cuales, por lengua de un buen intérprete, avisareis de la causa y fin de porque allá
os enviamos, y la voluntad que de su conversión tenemos, y anímelos a que os
digan y avisen de los agravios y daños que han recibido y de las cosas que deben
proveer y remediar (…) Si supieseis que algunos pueblos de esa provincia estuviera
revelados procurareis por las mejores vías que pudieseis de los pacificar y reducir

196
DIHC. T.IV, doc. 853, p .102.
197
DIHC. T.IV, doc.875, p .121, doc 876, p.123.
198
Ibíd.
199
DIHC. T.IV, doc. 866, p.116.según el Rey los fraudes se dan porque se la informado que “al tiempo que
sacan el oro Cuando llegan a ello lo sacan sin llamar a nuestro veedor y lo esconden, y después dicen que no
han sacado cosa alguna.” Ibíd.
200
DIHC. T.IV, doc. 873,874, p.121.
200
DIHC. T.IV, doc. 853, Pp.104, 105
88

a nuestra obediencia y servicio, y si hallaseis que algunos españoles dieron causa


de su rebelión con algunos malos tratamientos castigarles habéis para que otros no
hagan semejantes cosas ni den ocasiones a tales levantamientos y los indios
sabiendo el castigo, con más voluntad se reduzcan a nuestra obediencia y confíen
que han de ser de aquí en adelante mejor tratados”.201

De igual forma, en otra carta firmada el mismo día, Juana I hace referencia de forma especial a los
dos caciques que Heredia tenía presos por más de un año por motivo de que estos no habían dado
información sobre las minas de donde se obtenía el oro que se encontraban en las tumbas del Zenú:

“como veis es cosa digna de mucha punición y castigo y gran estorbo a la


instrucción de los naturales de esa dicha provincia, y nuestra voluntad es que los
dichos indios sea bien tratados y no reciban de nuestros súbditos molestia ni daño
alguno y yo vos mando que luego que esta veáis ante todas las cosas soltéis a los
dichos caciques de la prisión que estuvieren y los pongáis en su libertad, y echo
esto, informaros habéis de la culpa que el dicho nuestro gobernador ha tenido y
tiene en lo susodicho y haréis en la dicha causa lo que hallareis por justicia y
constándoos que la dicha prisión fue injusta, haréis pagar a los dichos caciques los
daños que por razón de ella se les hubiere recrecido2.202.

Ahora bien ¿cumpliría Vadillo estas disposiciones de la Corona y así remediaría en gran parte los
perjuicios de Heredia en sus tres años de gobernación?

Luego de tres meses de redactadas estas instrucciones de parte de la Corona con respecto a
Cartagena, Vadillo manda una carta el 21de agosto de 1536 a los reyes de Castilla en la que informa
que está ejecutando las ordenes que se han dado. De igual forma, los oficiales de Cartagena,
Rodrigo Duran y Juan Velázquez, envían una carta esta misma fecha confirmando lo mismo.

Tanto Vadillo, Duran y Velázquez afirman que efectivamente Heredia junto con su hermano y
oficiales están presos. Respecto a la petición de la Reina de que algunos funcionarios se vayan a la
región del Zenú para que vigilen personalmente la extracción de oro, Vadillo le pide a la Reina que
considere esta decisión por dos razones: estar en Cartagena es más práctico para mantenerse bien
informados y ejercer su trabajo de marera más cómoda. Además, en el Zenú el alimento es difícil de
conseguir y lo poco que llevan los mercaderes a esta región lo venden a precios excesivos, lo que
dificulta el radicarse en ese lugar. De otro lado, aunque Vadillo fue enviado a Cartagena tratando de
corregir los asuntos, se nota que los problemas con el alimento siguen. La razón principal es que
“en esta gobernación no hay los aprovechamientos que en las otras, ni manera para tener labranzas
ni crianzas para que podamos ser socorridos de ayuda de costas.”

En lo que tiene que ver con la relación español - indígena parece ser que no se han podido cumplir a
cabalidad las directrices de la Corona. En cuanto a los dos caciques presos del Zenú, Vadillo afirmó

202
DIHC. T.IV, doc. 864, P.115.
89

que ha enviado “a un Pedro Romero al Cenú para que soltase a los caciques de él que estaban
presos”.203 Pero referente a reunir a los caciques de los pueblos de la Gobernación de Cartagena con
el objetivo de animarlos a que se convirtieran a la fe católica y a que dijeran los agravios y daños
que habían recibido por parte de los españoles en los últimos tres años con el fin de remediar la
situación, todo pareció indicar que no hubo éxito. En la carta que escriben los oficiales de Cartagena
se expresan dos razones:

“Vuestra Majestad manda a que hagan con los indios naturales de esta ciertas
diligencias, (refiriéndose a reunir a los caciques e informales el propósito que tiene
la Corona para con ellos) las cuales son muy dificultosas, porque en dicha
provincia no es como la Nueva España ni Santo Domingo mi Cuba ni otras islas,
porque aquí no obedecen los caciques, ni son sujetos los indios a ellos, si no como
behetrías”.204

Aquí se observa que sí se intentó hacer esta asamblea con los caciques de los pueblos de la
Gobernación de Cartagena, pero los resultados fueron poco exitosos. La razón tiene que ver con el
pensamiento que tenían los pueblos indígenas con la obediencia y la sujeción. Aquí los oficiales
Durán y Velásquez comparan el orden político indígena con el de las behetrías en Europa, y lo
contrastan con el orden de los indígenas de la Nueva España.

En la Nueva España, entre la población indígena predominante por los Mexicas, estos pueblos
estaban acostumbrados a mostrar obediencia y sujeción, a ser regidos por un emperador en tiempos
prehispánicos. Este ejercía dominio sobre numerosos pueblos indígenas en una vasta región
geográfica. Al llegar los españoles y colocar a los reyes de Castilla como nuevos emperadores sobre
ellos, les era más fácil obedecer las directrices de un rey. En contraste, los indígenas de la
Gobernación de Cartagena, en especial los del Partido de Cartagena, eran pueblos que nunca
constituyeron una etnia, ni lograron tampoco avances significativos en el terreno de la unificación
política y religiosa. Más bien se mantuvieron como un conglomerado social racial y culturalmente
heterogéneo, demográficamente disperso y desprovisto de verdaderos centros de poder.205

A los oficiales Durán y Velásquez, al observar el orden sociopolítico de los indígenas de Cartagena
no encontraron un ejemplo más idóneo que el de las behetrías, para que los reyes de Castilla
entendieran el comportamiento de estos pueblos nativos.

La existencia de los señoríos de behetría constituyó uno de los rasgos más originales de las
estructuras sociopolíticas del norte del reino de Castilla durante los siglos XII, XIII y XIV, en donde

203
DIHC. T.IV, doc. 918, P. 163.
204
DIHC. T.IV, doc. 899, p. 139.
205
Javier Enrique Alcalá Alcalá, “Los Yurbaco “la gente más feroz de toda la tierra firme”” en Alaüla. °2,
Cartagena, Universidad de Cartagena, 2014. P. 30.
205
Máximo Diego Hernando, “Carlos Estepa Díez. Las behetrías castellanas” (comentarios bibliográficos),
en Anuario de Estudios Medievales, Vol. 34, °1, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC), 2004.
Pp. 457- 458.
90

una población y en definitiva sus vecinos, tenían derecho a elegir a su señor y pactar las condiciones
de su encomienda, a cambio de protección.206 En ese entonces, los pueblos ibéricos del norte de
Castilla veían como figura de autoridad a un señor que ellos mismos habían elegido, más que a los
reyes de Castilla. De igual forma, los indígenas de Cartagena estaban más acostumbrados a
obedecer a un mohán o a un cacique local que a la figura de un rey que los españoles le estaban
imponiendo Apenas hacía cuatro años. Por esto lo más posible es si se convocara una reunión, no
tuviera éxito.

El otro problema era el idioma. Cuando Heredia realizó su primera expedición en 1533 por el
territorio que llegó a ser su gobernación, uno de los detalles que logró resaltar fue las diferentes
lenguas que encontró en el Partido de Cartagena. En estos pueblos que prácticamente eran vecinos,
pues la distancia entre algunos de ellos era de dos o tres kilómetros, se encontraron seis lenguas
diferentes. Este detalle tampoco pasó desapercibido por Oviedo en su Historia General y Natural de
las Indias, aquí el cronista también lo referencia. Afirma que en el Partido de Cartagena “hay
muchas lenguas entre aquesta gente e muy diversas unas de otras”. Lo más lógico pensar es que tres
años después de fundada la gobernación, la situación no hubiera cambiado mucho, si se tiene en
cuenta que el objetivo principal de los pobladores de la provincia de Cartagena era el
enriquecimiento con el oro del Zenú y no el enseñar los indígenas su lengua o cultura.

Aunque los oficiales de Cartagena lograran la difícil tarea de persuadir a los caciques a que
asistieran a la reunión programada, el otro impedimento sería la comunicación de los españoles con
estos indígenas, tal como los dicen los oficiales en su carta: “Hay otra dificultad muy grande, que de
cada pueblo hay una lengua que casi no se entienden de los unos pueblos con los otros, y esta
dificultad es tan grande que no puede ser mayor”.207

De otro lado, la Real Audiencia de Santo Domingo, la institución que trató el caso de Heredia, le
informó al Rey en una carta fechada el 30 de mayo de 1537 que sería oportuno enviar a Cartagena
al doctor Juan Velásquez,208 aprovechando que este viajaba para Nicaragua, le sería fácil desviarse a
Cartagena y allí estar veinte días. Su objetivo allí sería tratar el caso Heredia junto con Vadillo y
observar e informar a la Corona cómo estaban los asuntos en Cartagena.209

Juan Velásquez, ya estando en Cartagena el 9 de junio de 1537, redacta una descripción más
próspera de la situación de la provincia de Cartagena. Para demostrar la veracidad de su versión, se
vale de los testimonios de diez vecinos de Cartagena que han estado viviendo allí desde la

207
DIHC. T.IV, doc. 899, p. 139.
208
No debe confundirse este Juan Velázquez con el Juan Velázquez que era funcionario público de la Corona
en Cartagena. en este párrafo se hace referencia es a un juan Velázquez que fue nombrado juez de comisión
para Cartagena por el rey Carlos I mediante el presidente y el oidor de la Real Audiencia de Santo Domingo
de la isla La española.DIHC. T.IV, doc.982, p. 215. Véase también DIHC. T.IV (incide onomástico), p. 362.
209
DIHC. T.IV, doc. 977, p. 209.
91

fundación de la ciudad.210 El testimonio de todos estos vecinos concuerda con la versión de


Velásquez sobre la administración de Vadillo en Cartagena. Aquí se afirma que la situación en
Cartagena ha cambiado mucho, pero para mejorar, si se compara con el gobierno de Heredia. Entre
algunas declaraciones que se dan es este informe están:

 La provincia de Cartagena está muy poblada, llena de gente y todos tienen oro, están
vestidos, bien mantenidos y contentos.
 Se han edificado muchas casas, iglesias, hospital, cárcel, carnicería tanto en Cartagena
como en otras partes de la provincia, como lo son el Urabá y el Zenú.
 Los indígenas del valle de Santiago (desde Galerazamba hasta la actual Barranquilla) y de
la región del Zenú, están en paz y justica y sirven y ayudan a los españoles.
 Vadillo en sus expediciones por la provincia se caracterizó por el buen trato a los indígenas.
Por ejemplo, se menciona de la visita de Vadillo y sus hombres a los pueblos de Zamba y
Mahates en los cuales dio hachas, camisas y otros regalos a los indígenas, incentivando así
a que en guerra estos se hagan amigos de los españoles.

Aquí podemos notar que esta versión dada por Velásquez contrastó mucho con lo que se venía
diciendo sobre la situación social y política de Cartagena. Es claro que el objetivo de la carta fue
mostrar a Vadillo como gobernador ejemplar; tal como afirma Francisco César, uno de los diez
testigos mencionados en la carta: “el dicho Licenciado (Vadillo) no tiene tratos, ni mercancías ni
entiende más de gobernar y hacer justicia y visitar y conversar y regocijar y animar la gente y sabe
que su persona y casa trata muy honradamente teniendo criados y caballos”.211
En todo caso, es difícil creer esta descripción tan buena, si se tiene en cuenta que algunos meses
atrás la situación era muy crítica, tal como se venía informando vez tras vez desde hacía tres años
por los oficiales de Cartagena y el obispo fray Tomás del Toro. Entonces, ¿qué tan veraz era esta
descripción dada por Velázquez y sus diez testigos a la Corona?
Todo apuntaba a que a los reyes de Castilla no les pareció del todo certero el informe de Velásquez.
Al comparar esta carta con otros informes que le llegan sobre Vadillo, los reyes de Castilla tomaron
la decisión de cambiar al gobernador de Cartagena y colocar al licenciado Juan de Santa Cruz. La
razón la expresan en una carta enviada a Santa Cruz el 22 de octubre de 1537.
En esta carta los reyes Carlos y Juana de Castilla informaron que Vadillo, al igual que Heredia
cuando era gobernador, monopolizaba los bienes que hay en la provincia, para que se beneficien
exclusivamente sus parientes, allegados y criados. Entre estos bienes estaban el oro de las sepulturas
del Zenú y el poder contratar con los pueblos de indios que están en paz, perjudicando con esto a la
mayoría de los pobladores de la provincia.212
En otro aparte los reyes informaron que Vadillo había enviado a los capitanes con gente a los
pueblos de Cartagena que estaban en guerra, así como también a los que estaban en paz, a buscar
oro. Además de esto, iban de pueblo en pueblo tomando indígenas por esclavos. Entre estos, se

210
El nombre de estos diez testigos son: Alonzo de Vagines, Gonzalo Sánchez Luengo, francisco de Santa
Cruz, Juan Gómez, Juan de Peñalver, Cristóbal de Aranda, Bartolomé de Porras, Gabriel Pajes, Gonzalo de
Cueva , Alonzo de Cáceres .DIHC. T.IV, doc. 982, Pp. 214-216.
211
Ibíd.P.224.
212
DIHC. T.IV, doc. 1006, P. 258.
92

tomaron más de cuatrocientos nativos, niños y adultos. Los llevaron al puerto de Cartagena para
venderlos. El Rey hizo mención especial de Sipacoa, en donde además de tomar indígenas por
esclavos, quemaron el pueblo.213 Estas acciones hicieron que se perdiera la poca paz y armonía que
se había podido lograr en gran parte de la provincia de Cartagena. En relación a esto, los reyes
informaron:
“Y que cuando los otros pueblos que estaban en paz vieron que había robado y
quemado dicho pueblo (de Sipacoa), se alzaron y fueron huyendo pensando que
harían otro tanto con ellos; y el dicho Capitán paso adelante los robaba y andaba
buscando el oro por los arcabucos, de manera que había sido causa que se alzase
la mayor parte de la dicha provincia”.214

2.3. Juan de Santa Cruz. “Tasareis y moderareis según Dios y vuestras conciencias (…) los
tributos que así hubieren de pagar”.

Hasta ese momento ya habían pasado alrededor de cuatro años en los que la Corona castellana había
intentado que sus designados a conquistar y poblar Cartagena no cometieran fraudes en lo que
concierne al pago de la hacienda real y lograsen vivir en armonía con los nativos; pero como se ha
notado, la empresa de conquista había tenido poco éxito en estos dos asuntos. Lo que los reyes de
Castilla estipulan en las reales cédulas o en las capitulaciones, en vez de cumplirse, lo que logró fue
una aplicación inversa a lo estipulado.
Ahora la reina Juana I pone fe en el licenciado Juan de Santa Cruz a ver si este puede al fin lograr
que los asuntos en Cartagena marchen de acuerdo a lo que esta se estipula desde Castilla. El 22 de
octubre de 1537 se le concede a Santa Cruz la real provisión de ser juez de residencia de Cartagena
y así poder residenciar a Juan de Vadillo.215 Casi un mes después que se le nombrara juez de
residencia, el 17 de noviembre se le dan varios puntos que debe investigar cuando llegara a
Cartagena a ejercer su cargo,216 algunos de estos son:
 Informar si había fraude en los quintos reales.
 ¿Se habían esclavizado y/o vendido indígenas?
 ¿Se extorsionaban a los indígenas en el proceso de sacar oro del Zenú?
 ¿Era Vadillo culpable de lo que se le acusaba?
 ¿Había culpa en Pedro de Heredia?

Pero lo más significativo de este nuevo gobierno en manos de Santa Cruz es el claro cambio que se
estipulaba desde Castilla en lo relacionado con las directrices que tenían que ver con la relación
español-indígena. Los dos gobernadores que le antecedieron a Santa Cruz debían guiarse por la
capitulación dada a Heredia el 5 de agosto de 1532.217 Aquí los españoles podían tener tratos con los
indígenas en cuanto a lo que tenía que ver con el trueque de mercancías. Debían tener en cuenta que
eran hombres libres y que todo se hiciera conforme a la voluntad de los nativos. Jamás debían

213
Ibid. P. 25.
214
DIHC. T.IV, doc. 1006, p. 257.
215
DIHC. T.IV, doc. 1007, p. 260.
216
DIHC. T.IV, doc. 1012, p. 262. Doc.1014. P. 267.
217
DIHC. T.II, doc. 377.
93

tomarse a los indígenas como esclavos, a menos que estos fueran extremadamente bélicos. Lo que
obviamente no se cumplió.
Para 1538 se le hizo llegar una real cédula al obispo de Cartagena fray Gerónimo de Loayza,
sucesor de fray Tomas del Toro, y al juez de residencia Juan de Santa Cruz con fecha de 20 de julio
de 1538, relacionado con la tasación de tributos de los indígenas. Una de las razones que dieron los
reyes de Castilla para encomendar a los pueblos de indios en la provincia de Cartagena y tasar
tributos era evitar el exceso de trueques que estos tenían con los españoles por no estar regulado
este asunto. En la carta se informa que los españoles “les llevan muchas cosas y de más cantidad de
las que deben y buenamente deben pagar, de que se han seguido y siguen muchos inconvenientes en
gran daño de los naturales”, pero una vez los pueblos estén encomendados, entonces el trato debe
ser exclusivamente con el encomendero.
Para solucionar este asunto, Santa Cruz y Loayza debían visitar los pueblos de la gobernación de
Cartagena que estuvieran en paz, constatar el número de pobladores en cada pueblo, la calidad de la
tierra de este e informarse de lo que anteriormente pagaban los indígenas como tributo a sus
caciques en tiempos prehispánicos. Con base a esta información, debían hacerse las tasaciones de
tributos en cada pueblo y debía asignarse a un español que Santa Cruz o Loayza creyere oportuno o
conveniente.
La tasación del tributo y el nombre del encomendero debían quedar estipulados en un documento;
de este se harían tres copias, una debía quedarse con el gobernador, otra con el encomendero y el
otro con el cacique principal del pueblo. Esto se hacía con el objetivo de evitar que otra persona
ajena al encomendero designado se apareciera de manera arbitraria cobrando tributo o contratando
con el pueblo indígena.218
Al parecer estas instrucciones dadas a Santa Cruz y Loayza no se llevaron a cabo con prontitud,
pues ya había pasado un año de que se expidieran y desde la metrópolis se les insistía a los oficiales
de Cartagena que encomendaran a los nativos de la Gobernación de Cartagena. A esto, fray
Gerónimo de Loayza respondía que “todos los pueblos de esta dicha provincia son muy pequeños
porque los más de los indios han dejado los pueblos y entrándose la tierra adentro”.219 Estas
palabras al parecer hacen referencia a los estragos que venían haciendo los castellanos comandados
por los gobernadores de este territorio; los saqueos, robos, incendios, secuestros, etc. Habían hecho
que la mayoría de los indígenas abandonaran sus pueblos y empezaran a desplazarse a otros lugares,
así que la tarea de encomendarlos se tornaba difícil.
Aunque el repartimiento encomendado a Loaiza demoró para hacerse, al final logró efectuándose.
En una carta con fecha de 29 de marzo de 1541, el rey de Castilla le informó a Heredia, siendo este
nuevamente gobernador de Cartagena, y Alonzo de Montalbán, que fray Gerónimo de Loaiza y un
teniente del licenciado Santa Cruz “se juntaron a repartir y repartieron todos los pueblos de indios
que había en esa provincia y dizque los dieron dizque a las personas que ellos quisieron”.220
¿Cuándo y cómo se efectuó este repartimiento?
Aunque en la documentación que se ha conservado, escrita por el mismo Loaiza, no se hace
referencia a un repartimiento de indígenas, sí se puede hallar información sobre este asunto por

218
DIHC. T.V, doc. 1126, Pp. 16-17.
219
DIHC. T.V, doc. 1297, P. 230.
220
DIHC. T.VI, doc. 1558, P. 147.
94

medio de un traslado de 1545, hecho por el escribano Juan de Sardela. Se puede deducir que el
repartimiento de indios se hizo para 1540; éste fue hecho por Loaiza y el teniente del gobernador
Cristóbal Núñez. Aquí se hace referencia a 55 pueblos del Partido de Cartagena que fueron
repartidos entre 44 encomenderos, entre estos se contaban de los cartageneros más prominentes.
Algo que no se específica de manera muy clara en este reparto de encomiendas, es la tasación que
debían pagar los indígenas, en algunos casos fueron marcadas en fanegas de maíz y pesos de oro, en
cantidades que parecen muy elevadas, pero no se puede determinar qué tan difícil era el pago de
este tributo, ya que no se determinaba el volumen de la población tributaria. De algunos pueblos
como Carex, Tesca, Choa, Yurbaco, Mahates, entre otros, se dice que su tasa de tributo se daría
“según la tasación hecha” y no se hizo una aclaración segundaria.221
Esta expresión pareciera comunicar que antes de que Loaiza hiciera la encomienda de pueblos ya se
habían tasado de manera parcial algunos de estos, pero al parecer no se conservaron documentos
que lo aclararan. Otra posibilidad sobre el significado de la expresión “según la tasación hecha”, es
que esta haga alusión a la tasación de tributos en tiempos prehispánicos que el Rey mandó a hacer
antes que se hicieran las encomiendas. Quizás a los españoles les pareció justa la tasación
prehispánica y el tributo no se modificaba; el único cambio sería que le tributo que era destinado al
cacique en tiempos prehispánicos, ahora pasaría a darse al Rey o al encomendero.
Teniendo el conocimiento de este reparto, ahora el Rey pide a Heredia, una vez este recupero su
puesto de gobernador, que si es necesario de volver a repartir los pueblos ya encomendados por
Loaiza, que lo haga. La razón es que Heredia era quien tenía el conocimiento de quienes eran los
conquistadores que habían trabajado duro desde el comienzo de la conquista en 1533, así que el Rey
le dice a Heredia que “dieseis los dichos indios a los conquistadores y pobladores que hubieran
trabajado en la conquista y población de esta tierra”.222 Aunque Heredia tenía la aprobación del Rey
para reorganizar las encomiendas hechas por Loaiza se abstuvo de hacerlo, quizás porque estaba
conforme con el reparto que habían hecho sus antecesores, o tal vez porque el volver a reorganizar
las encomiendas no contribuiría a que se mantuviera la paz y las buenas relaciones entre él y los
encomenderos nombrados por Loaiza. Heredia admitió como legales los repartimientos ya hechos y
se dedicó hacer nuevos repartimientos en la provincia. Entre 1541 y 1543 repartió a los indígenas
del Partido de Mompox, María y Buenavista ¿Qué directrices se deberían seguir en este nuevo
arreglo?
Las directrices por las que deberían seguir los encomenderos son estipuladas por Heredia. Estas
fueron escritas en la villa de Santa Cruz de Mompox el 21 de junio de 1541 y fueron promulgadas
públicamente ante los encomenderos después de una misa.223 Cuando se analizan estas pautas, se
puede hacer una imagen de la situación del indígena en este nuevo arreglo por lo detallada que
estaba regulada la relación encomendero- indígena. El contenido de esta ordenanza se puede
resumir en los siguientes puntos:

“Exclusividad del encomendero para contratar y rescatar con los indígenas del pueblo que se le
encomendara. Con esta medida se esperaba que los indígenas por fin lograran tener sosiego en sus

221
María del Carmen Borrego Plá, Cartagena de Indias... op. cit., Pp. 108-109.
222
DIHC. T.VI, doc. 1558, P. 147.
223
DIHC. T.VI, doc. 1566, Pp. 224-225.
95

pueblos. Anteriormente vimos como españoles iban a los pueblos indígenas para rescatar con ellos,
y en muchas ocasiones a robarles sus cultivos, o para tomarlos como esclavos. La situación se tornó
tan crítica que para el año de 1539, como ya vimos al comienzo de este capítulo, la Gobernación de
Cartagena estaba en peligro de desaparecer. Con esta medida se esperaba que el encomendero
velara porque los indígenas tuvieran una figura protectora que los resguardara de todos esos
perjuicios.

Este contrato debía quedarle bien claro a los indígenas del pueblo encomendado y legalmente
establecido por escrito. La tasación del tributo y el nombre del encomendero debían quedar
estipulados en un documento.224 A los indígenas se les debía hacer entender que iban a ser “vasallos
de Su Majestad y los mandaba a tener en justicias, y que no les iban a hacer malos tratamientos y
dar a conocer a quién están encomendados y que otros ni irían a sus pueblos ni han de rescatar ni
contratar más que con aquel con quien estuvieran encomendados”.

Libertad para que los indígenas viajaran por tierra o por agua para que rescataran entre ellos
mismos. El propósito de esta medida era no alterar demasiado las relaciones de amistad o de
comercio que estos pueblos indígenas pudieran tener entre sí desde tiempos prehispánicos, por eso
se estableció que “ellos rescaten con ellos mismos tal como lo hacían antes que los españoles
llegaran a sus tierras.” Por lo tanto, si un indígena quería salir a comerciar a otros pueblos el
encomendero no debía impedírselo. Y si un indígena llegaba a un pueblo encomendado a un
español con el propósito de rescatar, este no debía impedirlo tampoco.

Buen trato a los indígenas. Quizás es en este punto que más se detalló en la ordenanza de la
encomienda. El buen trato implicaba varias cosas, entre estas estaban:

 El indígena debía tener bien claro a quién le iba a dar el tributo, cuándo y cuánto.
 Si un indígena era tomado del pueblo por una persona que no fuera el encomendero y en
contra de la voluntad del indígena, de eso se debía informar al gobernador para que hiciera
justicia.
 Si un español quería que un indígena lo guiara por algún camino, el español debía pagarle
por su servicio, quizás dándole cuentas, cuchillos u otra cosa con que el indígena quede
contento.
 Los indígenas podían cargar con cosas, pero solo tenían derecho el encomendero y si lo
hacía debía hacerlo de una forma moderada.
 El indígena podía ser utilizado en labores como construir o “aderezar” la casa del
encomendero que estaría hecha en el pueblo indígena, de igual forma se podían utilizar a
los nativos en la elaboración de rozas, pero para esto el encomendero debía proporcionar al
indígena las herramientas necesarias como hachas y machetes.
 No se podía separar a un indígena de su esposa o viceversa, con el objetivo de beneficiarse
de sus servicios fuera del pueblo indígena, a menos que fuera por cuatro u ocho días. El que
no lo hiciera se le quitaría la encomienda, y si lo hace por segunda vez era desterrado de la
provincia.

224
DIHC. T.V, doc. 1126, Pp. 16-17.
96

 No se podía pedir a los indígenas más de lo que estaba tasado con ellos, ni siquiera si los
indígenas así lo quisieran, si lo hacían se le quitaba la mitad de sus bienes al encomendero y
si incurrían por segunda vez, entones perderían todos sus bienes y sería desterrado de la
provincia.
 Si alguien quería rescatar con los indígenas lo podía hacer, pero solo con licencia del
gobernador, y especificar qué se iba a rescatar para poder cobrar el impuesto de ello.
 Cuando le trajeran el maíz al encomendero, de este mismo debían comer los indígenas.
 Se le debía dar cada año a los indígenas un bonete, un par de arahreles, dos camisas y un
par de cuchillos.
 El tributo no lo podía cobrar una sola persona, este asunto debía ser informado al
gobernador para que mandara una persona de confianza y un veedor real.
 En cada pueblo encomendado debía haber una o dos personas que velaran por los indios
para que no se les hiciera daño, estas personas no deberían entrar a los bohíos de los
indígenas ni tocar sus hijos ni sus cosas, a menos que tuvieran el consentimiento de los
indígenas. Estas personas podían hacer granjerías, cría de aves y ganado, siempre y cuando
esto no le hiciera daño a los indígenas.
 El encomendero que tuviera a su cargo un pueblo numeroso del cual cobrara más de 150
pesos anuales de tributo, debía tener en el pueblo una casa, armas, y al menos un caballo
para defensa del pueblo, si esto lo ameritaba.
 Si el encomendero se ausentaba del pueblo por más de 4 meses perdería la encomienda.
Licencia para que los indígenas capturaran negros sublevados. Al parecer era frecuente que
algunos negros esclavos se escaparan de sus amos y se refugiaran en los pueblos de indios o en los
montes. Esta medida se daba para que los indígenas ayudaran en la captura de estos. Si así lo hacían
se les daba un incentivo de 10 pesos para el indígena que hiciera la captura y 10 pesos más para el
encomendero del pueblo a donde pertenecía el indio que hiciera la captura.
Con estas medidas la Corona española esperaba que los perjuicios, que se evidenciaban en robos,
violaciones, asesinatos, rescates abusivos, causados a los indígenas en los primeros siete años de
establecida la Gobernación de Cartagena, cesaran. Se esperaba que la medida de encomendar a los
indígenas de Cartagena tuviera beneficios y que, sobre todo, no siguiera menguando la población
indígena. La reina Juana I de Castilla tenía confianza en que la encomienda fuera una medida
exitosa en Cartagena, argumentaba que “por experiencia ha parecido que, después que los indios de
nuestra audiencia que reside en la ciudad de Méjico por nuestro mandado entendieron en la tasación
de los tributos de la Nueva España, han cesado en gran parte los dichos daños e inconvenientes”.225

2.4. ¿Cuál era la raíz del problema?


Hasta aquí se ha analizado los siete primeros años de dominación española en el territorio de
Cartagena, período en el que los indígenas de esta región estuvieron bajo el dominio de tres
gobernadores impuestos por la corona de Castilla. Siete años caracterizados por contantes

225
DIHC. T.V, doc. 1126, p. 17.
97

desórdenes y perjuicios a los pueblos indígenas, en un período que todavía no se había establecido
el régimen de encomiendas.
¿A qué se debió tanto caos en estos primeros años de descubrimiento y conquista? En líneas
generales, se puede concluir que toda esta desorganización en los primeros años de Cartagena se dio
por las diferencias de propósitos que tenían las personas implicadas en la empresa de conquista de
Cartagena. Estas se pueden dividir en tres grupos de personas:
Primero estaban los reyes de Castilla. La política de estos consistía en el constante poblamiento. Al
contrario de lo que hacían algunas naciones del momento, como ocurría con las factorías
portuguesas en el África atlántica, que sólo eran centros para la recepción de mercancías, los reyes
de Castilla veían la fundación de las ciudades como algo fundamental en el proceso de conquista
indígena. Estas se convertirían en el núcleo básico del dominio territorial, centro del poder político,
administrativo, comercial y religioso, de todos los nuevos súbditos del Rey que estuvieran en la
provincia en la cual estaba la ciudad. Con este propósito se le dio la capitulación a Heredia para que
consiguiera este objetivo en Cartagena.226
De otro lado, estaban los conquistadores y pobladores, a los que se les encomendaba realizar la
utopía de los reyes castellanos en América. En esta parte sería oportuno referenciar algunas
investigaciones hechas por ciertos investigadores, cuyo objetivo es estudiar las personas que
vinieron de Castilla a poblar Cartagena a comienzos del siglo XVI. De esta manera, se puede
entender las acciones de estos en la recién fundada provincia.

En un estudio hecho por Carmen Gómez Pérez sobre las personas que llegaron a Cartagena desde
1533, se puede encontrar que la mayoría ya habían cumplido los veinte años, pero tampoco eran
personas muy mayores, pues más del 70% de los hombres enrolados aún no habían sobrepasado los
treinta años. Es muy posible que para la mayor parte de ellos Cartagena fue su primera experiencia
americana.227

Respecto a su origen social, más del 80% eran “gente del común”, el 10 % restante estaba
compuesto de familias destacadas: hidalgos, licenciados, militares, bachilleres, personas con cargo
en la corte y escribanos. Ni hidalgos ni plebeyos se destacaron en el número de las personas que
llegaban en las primeras justes a conquistar y colonizar Cartagena; más bien eran los trabajadores
de la tierra, los dueños de alguna pequeña parcela, los que ejercían modestos oficios en las ciudades
españolas. En definitiva, todos aquellos para los que la aventura americana podía representar un
cambio importante en sus vidas, casi con toda seguridad nunca iban a producirse en la Península.228

A buena parte de estos hombres lo que los motivó a moverse de España, atravesar el vasto océano
Atlántico en un peligroso viaje de varias semanas hasta llegar Cartagena y radicarse allí, fue la

226
María del Carmen Borrego Plá “La trayectoria urbana de Cartagena de indias hasta 1586”. En Haroldo
Calvo Stevenson, Meisel Adolfo Roca (editores) Cartagena de Indias en el siglo XVI, Cartagena, Banco de la
Republica, 2009 P. 183.

Carmen Gómez Pérez, “Los beneméritos de la tierra. Oro, conquista y poder en Cartagena de Indias. 1532-
227

1560”, En Haroldo Calvo Stevenson, Adolfo Meisel Roca (editores) Cartagena de Indias en el siglo XVI,
Cartagena, Banco de la Republica, 2009, Pp. 142- 143.
228
Ibíd.p150.
98

ilusión de adquirir honra para sí y sus descendientes, para ganar hacienda y riquezas. Hallar honra,
poder y oro, fue lo que motivó a estos españoles, en su mayoría jóvenes entre los 20 y 30 años, a
comenzar una nueva vida donde la pureza de sangre, como era propio en una Europa que apenas
empezaba a abandonar una mentalidad medieval, no fuera un impedimento para el acenso social y
ser personas dignas de honra.
En contraste, la ideología de los clérigos enviados a América a comienzos del siglo XVI difería
mucho de sus pobladores. Se puede decir que estos curas hacían parte de esa clase de sacerdotes que
vivieron en Castilla a finales de la Edad Media. Esta fue en Europa una época de frecuentes intentos
de renovación religiosa y de restauración de una vida cristiana pura, desembarazada de ceremonias,
tradiciones e intereses económicos y políticos del todo ajenos a lo que fue la Iglesia primitiva. La
aspiración de los renovadores consistía en una Iglesia basada exclusivamente en las enseñanzas de
Cristo y en el ejemplo que dieron sus primeros discípulos.229

Esa tendencia fue intensa en el seno de las órdenes mendicantes en Castilla durante el siglo XV;
grupos de estrictos observantes llevaron vidas de ascética pobreza, de severa autodisciplina y
desarrollaron un fuerte sentimiento de sumisión evangélica. Fue, por tanto, posible elegir entre ellos
el tipo más adecuado para la sobrehumana tarea de iniciar la evangelización del Nuevo Mundo: el
hombre generoso, sacrificado, entusiasta, idealista y ansioso de perfección. La bula Omnímoda
permitió en 1522 a estos frailes asumir tareas pastorales y sacramentales que normalmente estaban
confiadas al clero secular en las parroquias.230

Algo que dejan claro estas tres ideologías es que cuando a un español se le presentaba la
oportunidad de influir en el mundo americano, ya fuera reglamentando el orden de este territorio y
sus habitantes mediante la burocracia desde Castilla, o viajando al mismo continente; los planes,
proyectos y utopías que pensaban con respecto a América eran muy diferentes los unos de los otros,
se puede decir que esta era la raíz principal de los problemas.

Cuando los reyes de Castilla hacían la capitulación con Heredia estaban pensando que en este
territorio se podía fundar una ciudad que fuera el núcleo básico de dominio territorial, centro del
poder político, administrativo comercial y religioso; una ciudad en cabeza de un gobernador, con
muchos pobladores españoles. Aquí, uno de los principales objetivos era logar paz y armonía con
los indígenas, los nuevos súbditos del rey; y así expandir los límites del reino de Castilla. Este era el
propósito que expresaban constantemente los reyes de Castilla en las capitulaciones acordadas con
los gobernadores en instrucciones, cédulas reales, etc, el cual le hacían llegar no solo a Heredia,
sino también a los gobernadores que le sucedieron, como lo fueron Vadillo, Santa Cruz y a los otros
funcionarios reales que servían en Cartagena.

Una figura importante en este proyecto de expansión de Castilla fueron los clérigos en cabeza del
obispo. Los reyes confiaban mucho en su labor y en los informes que estos mandaban a la
metrópolis. Las decisiones que los reyes de Castilla tomaban muchas veces eran influenciadas por
los informes que estos daban. La documentación muestra que se tomaban muy en serio el papel de

229
Guillermo Céspedes del Castillo, op. cit., p 235.
230
ibíd.
99

“Protector de indios,” título que se les daba a estos funcionarios reales que veían en América un
nuevo territorio para evangelizar y expandir la fe católica.

Pero el común de los españoles que vinieron a América no tenían como principal objetivo logar paz
y armonía con los indígenas o expandir la fe católica, más bien utilizaron esto como fachada para
ocultar su principal interés: el lucro personal o el salir de la miseria mediante la búsqueda de oro.
Para lograr este objetivo, los gobernadores analizados en este capítulo estuvieron dispuestos a hacer
cualquier cosa, violando muchas veces de una manera muy evidente las directrices enviadas desde
Castilla, razón por la cual eran residenciados por gobernadores interinos.

También hay que tener en cuenta que el oro, como ya se ha analizado, se encontraría
fundamentalmente en tumbas indígenas prehispánicas en la región del Zenú. Su volumen estaría
muy lejos del producido en otros territorios, como Potosí en Nueva España, así que el privilegio de
obtenerlo no sería de muchos.

Ya se ha dicho que los gobernadores Heredia y Vadillo monopolizaron las tumbas del Zenú para
ellos y sus allegados. Entonces, ¿Qué podían hacer los cientos de españoles, en su mayoría jóvenes
entre los 20 y 30 años, que llegaron a estas tierras con el propósito de cumplir su sueño americano?
Y como si eso fuera poco, hay que agregar que las provisiones que se traían de Castilla no eran
eternas, así que a lo único que se podía acudir era los cultivos de los nativos, los cuales no eran
proporcionales al número de españoles radicados en la Gobernación de Cartagena. La única vía
legal a la que podían recurrir era la de contratar con los indios como hombres libres y rescatar
mantenimientos, ropa, oro y piedras preciosas.231 En una situación tan difícil y tan lejos de su tierra
natal, en lo último que podían pensar era acudir a vías legales, expandir el reino de Castilla o tener
buenas relaciones con los indígenas. Tal como lo describe María del Carmen Borrego Plá:

“Era entonces cuando el hambre se instalaba en la cotidianidad de unos hombres


que iban descomponiéndose paulatinamente como seres sociales. El hambre, que
acorralaba no solo la fuerza sino también la personalidad moral y los sentidos,
permitía que aflorasen ideas y acciones que, en condiciones normales, la razón y
los perfiles culturales hubiesen impedido. La llegada del español, pues, se habría
convertido en una especie de “vendaval” que obviamente habría alterado toda la
existencia prehispánica (…) después de su larga y azarosa andadura, sin
posibilidad de un premio duradero. Y cuando el tórrido clima comenzó a estropear
las pocas reservas alimenticias que quedaban y la sed atenazó las bocas, brazos y
mentes se enervaron. Estos conquistadores creyeron que tenían derecho a forzar,
robar, maltratar e incluso asesinar, llegado el caso, a estos indios, para que les
diesen sus propios alimentos. Y dichas actuaciones, desgraciadamente, se hicieron
“algo normal”.232

231
DIHC. T.II, doc. 377. P. 278.
232
María del Carme Borrego Plá, “Encomienda y población indígena en la Provincia de Cartagena a fines del
siglo XVI y comienzos del XVII”, en Haroldo Calvo Stevenson, Adolfo Meisel Roca (editores) Cartagena de
Indias en el siglo XVI, Cartagena, Banco de la Republica, 2009, Pp. 247-248.
100

Cometer perjuicios a los indígenas se volvió algo “normal” en los primeros siete años de la
Gobernación de Cartagena. Por esta razón se estableció el régimen de encomiendas para el año de
1540 en Cartagena, con el propósito enmendar los daños causados a los indígenas. Desde entonces
un indígena pasaría a ser legalmente vasallo de la Corona, en condición de libertad. Era un ser con
cuerpo y alma, pero a esta había que potenciarla, acercarla a Dios y a la cultura española. El
encomendero se comprometía a vestirlos, cuidarlos en las enfermedades, encargarse de sus
medicinas y cristianizarles. Esto último a cargo de un doctrinero que viviría igualmente a expensas
del encomendero. Como contraprestación, el indígena le entregaría la tributación que, como vasallo,
debería haber recibido el rey.233

En conclusión, aunque el proyecto de la Corona de Castilla para la provincia de Cartagena estaba


cargado de buenas intenciones, a saber, convertir esta región en un territorio para operaciones
comerciales; garantizar a los españoles el intercambio comercial con los indígenas, reconociéndoles
a estos su condición de hombres libres, esta utopía estaba muy lejos de cumplirse. El resultado de
enviar a españoles a esta región tuvo un efecto totalmente adverso, porque los intereses particulares
de las personas encomendadas a esta empresa, o la situación crítica en la que se encontraban,
distaban mucho del propósito de la Corona castellana.

233
Ibíd.
101

Capítulo 3

La cultura de los indígenas de Cartagena frente al


sometimiento español

(1533-1550)

“En la doctrina cristiana se tiene cuidado cada día de fiesta; luego por la semana se dice
una misa para los indios e indias y negros, y después de comer se juntan en la iglesia; de
que Dios ha sido servido que se hayan hecho algunos cristianos y no pocos. En mi casa
tengo media docena de muchachos a quien hago enseñar a leer con esperanza de que
alguno saldrá con algo, aunque la de esta tierra es gente muy inhábil y para poco.”

Fragmento de una carta que el Gobernador de Cartagena manda al rey refiriendo


algunos detalles de la doctrina de indios.

23 de diciembre de 1546.
102

Hasta ahora se han analizado algunos rasgos culturales de los pueblos del Partido de Cartagena en el
siglo XVI, las repercusiones sociales que causó la fundación de la Gobernación de Cartagena y las
posteriores expediciones españolas por ese territorio desde 1533 a 1540. Pero todavía queda una
pregunta por responder, la cual será la columna vertebral de este tercer capítulo: ¿Fue significativo
el grado de aculturación de los indígenas del Partido de Cartagena en el período de conquista y
colonia española? Para dar respuesta a este asunto se va a dividir este capítulo en tres partes.
Primero se examinará el tiempo que va de 1533-1540, el cual, como ya se ha analizado, es el
período en el que los indígenas del Partido de Cartagena no estaban sometidos bajo el régimen de
encomiendas. De segundo, se analizará el período que va de 1540 a 1550, aquí se verá qué tanto
influyó en la cultura indígena el que se les sometiera al régimen de encomiendas a los indígenas del
Partido de Cartagena. (Ver gráfica 2).

¿Se puede afirmar que hubo un grado significativo de aculturación en el período de 1533 a 1540? Si
se analiza la situación política que regía a los indígenas de este territorio, lo más lógico concluir es
que la aculturación de estos indígenas, si es que la hubo, pudo ser casi nula. Hay que tener en
presente que la capitulación por la cual se debían regir los tres primeros gobernadores de Cartagena
era la entregada a Heredia el 5 de agosto de 1532. En esta Juana I de Castilla le ordenaba al
gobernador: “contratéis con los dichos indios de la dicha provincia como hombres libres como lo
son”.234 Por tanto, el que los españoles se asentaran en este territorio, no le daba el derecho de
actuar de un modo que perjudicara al indígena de esta región. Aunque sí podían tener tratos con
ellos en cuanto al trueque de mercancías, los españoles debían tener en cuenta que eran hombres
libres y que todo se hiciera conforme a la voluntad de los nativos.

Teniendo en cuenta esto, el indígena en este período no era considerado vasallo del rey de Castilla;
era libre. Por eso no se encontraba en una situación en la que fuera inminente su aculturación. No
estaba bajo el régimen de encomiendas. Por esta razón, en el período que va de 1533 a 1540 los
pueblos indígenas no estaban bajo la potestad de un encomendero que debiera acercarlos a Dios y a
la cultura española, a vestirlos, cuidarlos en las enfermedades, encargarse de sus medicinas y
cristianizarles; como sí fue evidente de 1540 en adelante.235

Ahora bien, aunque los españoles no se les hubiera impuesto la obligación legal por parte de los
reyes de Castilla de aculturar a los indígenas en todo aspecto de su vida, si se les pedía que los
instruyeran en la fe católica, pero como veremos más adelante, esto no se llevó a cabo de forma
significativa en el período de 1540-1540.236 En el capítulo 2 se pudo apreciar cómo los españoles
pasaban en varias ocasiones por los pueblos indígenas, no solo a contratar con ellos como hombres
libres, sino también a robarles el oro que ellos no tenían para hacer trueques, robar sus reservas de
alientos, saquear sus cultivos, sus casas, violar a sus mujeres, secuestrarlos, tomarlos para venderlos
como esclavos, entre otros propósitos. Esta situación se hizo tan crítica que para el año 1539 casi se
llega a la extinción total de muchos pueblos indígenas de la Gobernación de Cartagena. A esto se le
suma otros factores que empeoraron más la supervivencia de estos.

234
DIHC. T.II, doc. 377. P. 278.
235
María del Carme Borrego Plá, “Encomienda y población... op. cit., Pp. 247-248.
236
Armando Luis Arrieta Barbosa. op. cit., P.113.
103

Gráfico 2.

Fuente: Elaboración propia del autor.

En una carta de los oficiales de Cartagena, firmada el 20 de abril de 1539, informan al concejo en
Sevilla que la situación de los indígenas se ha agravado porque a los nativos “sucedióles una
enfermedad de sarampión y viruelas que han tenido muchos trabajos”. Además de esto, también
indican que “más que con alguna seca que hogaño han tenido, que a ocho meses que no llueve, no
han crecido maizales, que les ha sido mucho daño”.237

Ante esta crítica situación, los oficiales de Cartagena proponían una solución a los reyes de Castilla:

“Por qué en la capitulación que Vuestra Majestad hizo con Pedro de Heredia
manda a que no se encomienden ni sirvan los indios de esta provincia ni puedan
ser esclavos por veinte años, y por las informaciones que enviamos informamos a
Vuestra Majestad el gran inconveniente que de esto redunda y que a los mismos
indios viene en perjuicio y se impide la población y aun pacificación de la tierra,
porque no habiendo indio de repartimiento ni de encomienda, ningún indio ni
poblador podrá hacer cría de ganados ni estancias en la tierra (…) por que
estando encomendados tienen quien mire por ellos y los cristianos, teniendo indios

237
DIHC. T.V, doc. 1265. P.148.
104

de encomienda son aprovechados y hacen noblecimientos y labranzas y crías de


ganado en la tierra”.238

Los oficiales de Cartagena optaron por pedir un cambio en la legislación que concernía a las
relaciones del español con el indígena: La encomienda. Según los oficiales, esta medida sería
beneficiosa porque esta traería orden en el territorio conquistado. Mediante esta legislación se
esperaría que los indígenas, a través de la guía de los españoles, se dedicaran a labranzas y cría de
ganado y se le instruyera en la fe católica. De esta manera se podría fin a los atropellos que se
venían perpetuando contra los indígenas desde que se había fundado la Gobernación de Cartagena,
pero la solución no llegaría sino hasta 1540 cuando fray Jerónimo de Loaiza hiciera la primera
repartición de pueblos indígenas en encomienda.239 Mientras llegaba el tiempo para que esto se
diera ¿qué actitud habían tomado los indígenas de la Gobernación de Cartagena ante las acciones de
los españoles?

3.1. Los españoles y la destrucción del mundo indígena prehispánico.

La reacción de los indígenas ante las acciones de los españoles en su territorio fue diversa. Una de
las que más se evidencian en la documentación existente fue el que muchos de los indígenas
decidieron abandonar sus pueblos y refugiarse en los montes ante el atropello que los españoles
accionaban contra ellos. Este abandono de los pueblos por parte de los indígenas fue evidente
durante las tres primeras gobernaciones de Cartagena.

Como ejemplo de esto está el testimonio de Fray Tomás del Toro, redactado el 31 de mayo de 1535,
donde explicó que debido a las crueldades de los españoles en sus expediciones durante la primera
gobernación de Pedro de Heredia, los indígenas abandonaban sus pueblos. En parte dice: “Y así se
despuebla toda esta tierra, que no hay en ella sino muy poquitos pueblos de indios que estén de paz,
y aún éstos cada día, viendo las opresiones de los cristianos y sus malos tratamientos cuando por sus
pueblos van”.240

Tiempo después se encontró el caso expuesto por los reyes de Castilla en una carta dirigida a Juan
de Santa Cruz el 22 de octubre de 1537. Aquí se exponía que Vadillo, segundo gobernador de
Cartagena, incendió el pueblo de Sipacoa en una de sus expediciones por el Partido de Cartagena.
Ante esto, cuando “los otros pueblos que estaban en paz vieron que había robado y quemado dicho
pueblo (de Sipacoa), se alzaron y fueron huyendo pensando que harían otro tanto con ellos”.241

En el mismo sentido, cuando Juan de Santa Cruz, tercer gobernador de Cartagena, ejercía funciones,
el Rey le manda a una carta con fecha de 19 de septiembre 1539 a este. Aquí le comunicaba ciertas
quejas que los habitantes de las ciudades y villas de Cartagena le habían hecho llegar, en parte se
informaba que:

238
DIHC. T.V, doc. 1284. P.217.
239
María del Carmen Borrego Plá, Cartagena de Indias... op. cit., Pp. 108-109.
240
DIHC. T.III, doc. 722, Pp. 277.
241
DIHC. T.IV, doc. 1006, p. 257.
105

“Los jueces que a esa provincia han ido y van no llevan otra intención sino de
aprovecharse el tiempo que allí estuvieren, han destruido y destruyen toda esta
tierra con enviar capitanes y gente la tierra adentro de paz, so color que los envían a
rescatar con los indios, los culés dichos capitanes y gentes están por los dichos
pueblos que así hay en paz y se andan por ellos destruyéndolos y robándoles,
tomándoles el oro que tiene por fuerza sin les dar cosa alguna por rescate y
haciéndoles muchos otros malos tratamientos para que les den oro, a cuya causa los
dichos indios de paz se han ido y van de los dichos pueblos huyendo a los montes
con sus mujeres e hijos y por los campos y montes donde andan huyendo de la
dicha gente” ( cursivas del autor ).242

La Gobernación de Cartagena estaba en riesgo de despoblarse porque “a causa de los malos


tratamientos que se han hecho a los indios en haber cantidad de ellos por esclavos han despoblado
muchos pueblos”.243 Este despoblamiento de las comunidades indígenas también había empezado a
repercutir en la población española, porque a pesar que las condiciones de vida no eran las más
óptimas en Cartagena, algunos españoles tenían fe en que la situación mejorara. Guardaban la
esperanza que desde Castilla llegara una nueva legislación en la cual se permitiera encomendar al
indígena. Esto traería cierto alivio a los habitantes españoles, pero si los pueblos estaban
desapareciendo, entonces ¿qué se les iba a encomendar cuando llegara el momento para ello? Como
muy bien lo expresó el rey de Castilla a Santa Cruz: “Porque los conquistadores que la ayudaron a
conquistar (el territorio de la Gobernación de Cartagena), viendo que los dichos pueblos que han
pacificado y conquistados que tiene la esperanza que les ha de encomendar, se despueblan y se van
de esta provincia”.244

Pero no todos los indígenas de estos pueblos optaron por la huida a los montes; otros en vez de huir,
quizás los habitantes de pueblos más numerosos, o los pueblos donde habitaban lo que ellos
llamaban “los indios de guerra”, se enfrentaban de forma bélica a los españoles. El resultado de esto
era que “como los indios ven que aunque sean de guerra y maten cristianos y a que los tomen y se
haga justicia de algunos, los otros no quedan esclavos, muchos indios a veces contra la voluntad de
sus caciques se atreven a hacer guerra y flechar y matar a los cristianos”.245

Esta cita es interesante porque aquí no se muestra un indígena del todo derrotado por el español, el
cual no teína más remedio que huir a los montes. Aunque la situación era crítica, el indígena
muchas veces se enfrentaba a los españoles. Aquí se muestra que como castigo por ser belicosos, o
“indios de guerra”, los españoles se sentían con la autoridad de hacerlos esclavos; cosa que era
“justa” pues estaba dentro del a legislación castellana. La única posibilidad de que la Corona
aceptara que a los nativos se les tomara como esclavos era que estos, después que los españoles
intentaran por vías pacíficas de hacerse amigos de algún pueblo indígena, “repudiasen la doctrina
cristiana y no diesen la obediencia que deben”. Pero antes se debía hacer un informe sobre el asunto

242
DIHC. T.V, doc. 1307, Pp. 242-243.
243
DIHC. T.V, doc. 1265. P.148.
244
DIHC. T.V, doc. 1307, Pp. 243.
245
DIHC. T.V, doc. 1284, P.148.
106

en específico y enviarlo al Concejo de Indias en la isla La Española y que estas analizaran el caso.
Hasta que esta institución no diera la orden, no se podía tomar ningún indio como esclavo.246

No se sabe si este procedimiento se hizo cada vez que se tomaban indígenas en los pueblos para
venderlos como esclavos, pero lo que se puede notar es que aquí se expone algo muy lógico, y es
que aunque se “tomen y se haga justicia de algunos, los otros no quedan esclavos”. O sea que
aunque a algunos indígenas de guerra se les dé el “trato justo” de hacerlos esclavos como pago a su
rebeldía, era poco probable que se lograran tomar a todos los indígenas de un pueblo, puesto que
muchos se escapaban o quedaban libres. Como consecuencia, cuando iban los españoles de nuevo
por sus tierras, los que quedaban libres tomaban venganza, pues “muchos indios a veces contra la
voluntad de sus caciques se atreven a hacer guerra y flechar y matar a los cristianos”.247

Otros indígenas no optaron por buscar refugio en los montes o por enfrentar a los españoles, sino
más bien hicieron todo lo contrario; muchos nativos se asentaron en los nuevos focos de poder
político y social establecidos por los españoles desde 1533. Así se hizo ver en las cartas que se
enviaban a la metrópolis. Todo parecía mostrar que fueron muchos los indígenas que decidieron
radicarse en la ciudad de Cartagena o cerca de esta.

Para 1539, cuando la situación era más crítica para los indígenas por las razones que ya se
mencionaron, la situación se les puso difícil a los habitantes españoles de Cartagena de Indias por
este asunto. El 20 de abril de ese año, los oficiales de Cartagena informaron al Rey sobre los
indígenas que “es gran compasión verlos venir a esta ciudad a comer maíz y pan y de verdad que
los vecinos de ella, de esa pobreza que tienen les ayudan, y pluga a Dios, Nuestro Señor”.248

Claro está, como es de esperar, la razón por la cual los indígenas estaban pasando por esta situación
tan grave, no les sería atribuida a los españoles, sino más bien a los mismos indígenas. En una carta
que manda el cabildo de Cartagena a Castilla el 21 de abril de 1539 dicen que los indígenas “por no
tener providencias para saber guardar sus maíces de unos tiempos para otro y por no tener un buen
gobierno para entre sí, para hacer rosas y labranzas”, son las razones principales por las cuales
estaban pasando esa situación tan crítica a finales de la tercera década del siglo XVI. Por eso se
muestra cierto desprecio hacia el indígena dándole calificativos de “gente tan bestia”, que no tienen
siquiera la facultad mental de poner a producir el terreno para proveerse su propio alimento. Por lo
tanto, andaban de mendigos en las poblaciones españolas.249

Pero de ser así ¿cómo explicar la abundancia de alimentos que poseían estos poblados a la llegada
de los castellanos a esas costas en 1533? Para ese entonces Heredia le informaba al Rey que si por
algo se destacaba la región de Cartagena era por la abundancia de alimentos que tenían estos
pueblos.250 De hecho, fray Pedro Simón afirma de estos indígenas que aunque no tenían un

246
DIHC. T.II, doc. 377, P. 281.
247
DIHC. T.V, doc. 1284, P. 148.
248
DIHC. T.V, doc. 1265, P. 217.
249
DIHC. T.V, doc. 1285, P. 219.
250
DIHC. T.IV, doc. 467, P. 24.
107

conocimiento profundo de sus orígenes históricos, sí lo tenían de “las diferencias de tiempos para
sus labranzas, sementeras y cosechas de maíz, yucas, batatas y otras raíces de su comida
ordinaria”.251 En el mismo sentido, Oviedo, quien logró tener trato con estos indígenas antes de
fundada la Gobernación de Cartagena, describió detalladamente el tiempo que los indígenas se
tomaban en sus cultivos y la forma en que los hacían, desde el momento de la siembra hasta la
cosecha.252 Entonces, no era que los indígenas fueran como bestias irracionales incapaces de
producir su propio alimento. En la documentación que se ha conservado se prueba todo lo contrario;
sino más bien que con la llegada de los europeos a su territorio se desestructuró todo un orden
social, político y económico establecido desde tiempos prehispánicos.

La escena en Cartagena de Indias debió ser lastimera para el año de 1539. Ver a centenares de
indígenas de diferentes pueblos aledaños llegar la ciudad de Cartagena caminando entre las casas de
caña, madera y paja que conformaban el joven centro de poder español; observar a estos nativos
caminar por sus calles arenosas, muchos de ellos demacrados y hambrientos, con sus mujeres y
niños, con el cuerpo plagado de viruelas y sarampión. Quizás muchos de los españoles radicados en
la ciudad que habían conocido estos pueblos antes de que se fundara Cartagena seis años atrás,
cuando Heredia empezó sus expediciones por este territorio, les tocó ver estas escenas tan
deplorables,253 y al verlas recordaron que muchos de estos indígenas vivían en una condición muy
diferente a la llegada de los europeos a comienzos de enero de 1533. Para aquel entonces los nativos
solían estar ocupados en sus cultivos de maíz y yuca, otros en la caza y pesca,254 o simplemente
andando por los caminos con las espaldas llenas de telas, casabe, oro u otros productos con los que
solían hacer trueques de pueblo en pueblo.255

También es posible que vinieran a sus mentes escenas de indígenas; mujeres y hombres guerreros
con una actitud altiva, con arcos y flechas en las manos, con los cuerpos pintados de negro y rojo
gracias la jagua y el achiote con el que se pitaban; luciendo en la cabeza penachos muy llamativos
elaborados con plumas de guacamayas, loros y otras aves exóticas. Muchos de ellos vestidos con
armaduras de oro hechas con piezas redondas grandes que iban en los pechos, brazos y muslos;
adornados con brazaletes mezclados con olivetas encima de los tobillos, debajo de las rodillas y en
las muñecas cuentas de oro. Quizás recordaron en esos momentos tan críticos la escena de
centenares de indígenas de pie en frente de ellos, con un gesto poco amigable, con zarcillos de oro
en las orejas y en las narices, dispuestos a defender a toda costa sus territorios. De pie a lo lejos y en

251
Pedro Simón (fray) TIII op. cit., P.367.
252
Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario…op. cit., Pp.92-93.
253
Entre la mayoría de los funcionarios reales de Cartagena en los primeros años de la Gobernación estaban
las personas que participaron con Pedro de Heredia en la conquista de los pueblos que harían parte de la
Jurisdicción de Cartagena. Por ejemplo, el cabildo de la ciudad de Cartagena en su primer decenio conto con
numerosos regidores miembros de las huestes de Heredia o vecinos que habían colaborado en la conquista y
pasificación del territorio como Alonzo López de Ayala, Alonzo de Saavedra, Diego León del Castillo, etc.
María del Carmen Borrego Plá, op. cit., P. 299.
254
En las cartas que Heredia describe por primera vez las tierras que incursionaba por lo que hoy conocemos
como Cartagena y sus alrededores menciona a indígenas en sus barcas pescando en el mar o en la ciénega de
Tesca (ciénaga de la virgen) y cuando pasaba de un pueblo a otro era común ver a los indígenas atendiendo
sus labranzas. DIHC. T. VI., No 1588, p. 214. Hermes Tovar Pinzón, Relaciones…op. cit., Pp. 367-370
255
Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario…op. cit., Pp.92-93,96.
108

silencio esperando que llegaran los españoles, silencio que era roto al escuchar sus bocinas hechas
de caracoles y el retumbar de tambores y gritos que indicaban tanto a españoles e indígenas que
había llegado la hora del combate.256

Pero tan solo seis años después, estas escenas que eran comunes ya habían pasado a la historia, el
contraste no podía ser mayor. Para el año de 1539 se seguían viendo decenas de indígenas, pero
solo que ya no eran indígenas altivos y bien adornados, sino más bien se veían nativos con aspecto
demacrado, tristes, hambrientos y enfermos, llegando a Cartagena de Indias o la Villa Rica de
Madrid en el Zenú con sus mujeres e hijos, buscando algo de alimento para no morir de hambre. En
Cartagena solo se escuchaba informes de indígenas huyendo por los montes y de pueblos
quemados. En el puerto de Cartagena se podían ver españoles llegando con decenas de nativos
encadenados; hombres, niños, mujeres con bebés en los brazos, con el propósito de llevarlos a La
Española como esclavos.257 Por los caminos era habitual toparse con cadáveres de indígenas
muertos de hambre, por el sarampión, viruela o colgados por el cuello en los árboles.258

Hacer este análisis en este punto es necesario porque así se puede comprender el impacto que tuvo
en la cultura de estos indígenas la llegada del español a Cartagena. Aunque según la legislación
castellana, el único trato del español era el de rescatar con ellos, lo cierto es que las expediciones
castellanas no solo desaparecieron un sinnúmero de vidas y pueblos indígenas, sino que también
junto con ello se destruyó o desestructuró todo un orden social y político con prácticas cotidianas
prehispánicas como la pesca, la siembra, el trueque de mercancías, areitos, etc. Una organización
política cimentada en caciques y sacerdotes locales. Cuando estos “civilizadores de occidente”
hacían sus correrías por estos poblados sus acciones pueden ser comparadas a un vendaval que iba
dejando a su paso una estela de humo, sangre y dolor. El resultado final era el desplazamiento y
extinción de muchas comunidades indígenas.259.

3.2. Los indígenas empiezan a asimilar el orden social español.

Pero no todo fue perjuicios para los indígenas de Cartagena en estos primeros seis años de
conquista. La conformación social que imperaba en tiempos prehispánicos estaba siendo
resquebrajada rápidamente. Ante esto, los indígenas tenían dos opciones: la primera era huir,
enfrentarse al invasor, refugiarse en las ciudades y villas españolas recién fundadas para pedir
alimentos, como ya se ha podido ver. La segunda era sacarle el mejor partido a los cambios que se

256
Fernández de Oviedo, Sumario…op. cit., Pp. 123-124, 141.
257
Con relación a esto e Juan de Vadillo logra vender entre mayo y junio de 1536, 179 indígenas que
pertenecían a diferentes pueblos del Partido de Cartagena; entre estos habían hombres, mujeres con bebes
recién nacidos, jóvenes y niños. Carmen Gómez Pérez, Pedro de Heredia… op. cit., Pp. 232-233.
258
Una de las formas en la que los españoles trataban e intimidar a los indígenas en sus pueblos era ahorcando
a algunos en los arboles con el propósito de hacer que estos dijeran donde tenían oro o de donde lo
conseguían; haciendo alusión a esto el Rey le informa a Santa Cruz. “y si no les dan la cantidad que ellos
requieren les ponen grandes temores Y miedos para que les den todo el oro que les piden, echando a los indios
sogas a los pescuezos y colgándolos de los arboles a fin de les poner miedo y temores para que les den todo el
oro que les piden.” DIHC. T.V, doc. 1307, Pp. 243.
259
Hermes, Tovar Pinzón Relaciones…op. cit., P. 38.
109

daban con la llegada del español. No todos los indígenas se inclinaron por la primera opción. Otros,
al contrario, comprendieron la situación y le sacaron provecho desde los mismos comienzos de la
conquista alineándose con las pautas impuestas por los españoles.

Como muestra de esto se puede encontrar que en el primer semestre de 1533 los indígenas de
Cartagena comprendieron que era mejor llevarse bien con los europeos que enfrentarlos en guerra o
huir de ellos. En la primera expedición de Heredia, entre enero y abril de 1533, Heredia visitó
aproximadamente 50 pueblos indígenas; entre estos solo cinco pueblos enfrentaron a Heredia, el
resto optaron por huir o aceptaron tributar.260 En una carta que Heredia mandó a la metrópolis
resume su primera expedición de esta manera:

“Hallamos a cada legua o a cada dos leguas pueblos muy grandes, muy gran
muestra de oro en ellos, porque no habíamos indio que no trajese oro en cantidad.
Fuimos al río (Río Magdalena) andaríamos por el haciendo entradas y salidas (…)
todos los mas pueblos cuando llegábamos nos tenían aparejada tanta comida que
aunque fuéramos mil hombres nos pudiera sobrar, pidámosles oro y dabannoslos
en cada pueblo lo que ellos querían”261

Aquí queda claro que para muchos pueblos indígenas era mejor ganarse el favor de los españoles
mediante regalos como oro y comida, que enfrentarlos en guerra. Pero en esta misma carta
menciona un detalle muy importante, el cual Heredia aprovecharía de manera sobresaliente para
dominar a los pueblos del Partido de Cartagena. En ese mismo informe Heredia comenta: “no hay
pueblo ninguno que no tenga guerra con otro, que como los pueblos son grandes y tiene grandes
divisiones unos con otros, porque en allegado que llegamos a pueblos luego nos rogaban que les
fuéramos a ayudar diciendo que tenían guerra con otros”.262

Aprovechar la división que había entre estas comunidades fue muy esencial para conquistar la
región donde se ubicaría Cartagena de Indias. Este fragmento del informe escrito por Heredia al
Rey está refiriéndose al momento cuando logró observar la rivalidad que había entre Mahates y
Cipacúa. Respecto a esto, Zamora dice: “Mahates con los Cipacuas; de que se valió Heredia, para
coger el fructo de vn Reyno dividido, y ofreció sus Soldados al Cazique Cambayo (quien era el
cacique principal de Mahates en esa época), para que sugetára al Cipacua”. Esta unión entre
españoles y Mahates fue crucial para la conquista de Cipacua, pero también fue importante para la
conquista del norte del Partido de Cartagena. Este grupo de españoles e indígenas armados
incendiaron el pueblo de Oca (como también se le conocía a Galerazamba), que era vasallo de
Cipacúa. Después pasan a la ofensiva a Tubará. Luego de una sobresaliente batalla, el ejército,
conformado por indígenas de Mahates y españoles, venció al pueblo de Tubará, uno de los más
fuertes y numerosos en esa época.

260
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… op. cit., Pp. 448-452. Pedro Simón (fray), op. cit., T
IV, Pp. 7-23.
261
DIHC. T. III., doc. 467, P. 20.
262
Ibid, P. 24.
110

El éxito de esta alianza entre españoles y los mahates hizo que el cacique de Cipacúa decidiera
pactar la paz con los mahates, y por ende, con los españoles. Por medio de los intérpretes de
Heredia; Cipacúa, mahates y los españoles llegan a un acuerdo de paz, y como muestra de la
intención de ser amigos de los españoles el cacique de Cipacúa le ofrece ciertos regalos a Heredia,
entre estos oro y comida.

Una de las estrategias que llama la atención es el uso de mujeres indígenas jóvenes para ganarse el
favor de los españoles. El cacique de Cipacúa ofreció, además de alimento y oro, jovencitas a los
españoles cuando estos pactaron la paz con ellos. Así refirió Simón lo “Que le sucedió a Don Pedro
de Heredia y sus soldados en el pueblo de Cipacúa, donde estando alojados en cierta labranza no
lejos del pueblo, después de haberles enviado el cacique cuatrocientas viejas cargadas de diferentes
comidas, le envió más de cien mozas, todas de tan buen parecer, graciosas, hermosas y risueñas,
que fueron ocasión á que le pusiesen los nuestros por nombre el pueblo de las Hermosas”.263

Después que Heredia terminó su primera jornada por los pueblos del Partido de Cartagena; se
encontró que muchos indígenas de poblaciones cercanas decidieron hacerse amigos de los
españoles. El 17 de abril de 1533 llega Heredia y sus hombres a las cercanías de Calamary y se
encuentra con una calurosa bienvenida de parte de los indígenas de Tesca (en las orillas de la actual
Ciénaga de la Virgen). Oviedo dice que “le resçíbieron con una çierta manera de música de unos
pifaros é sonajas que pareçian bien al oydo”. Una vez establecido en Calamary, Heredia concertó
con los indígenas de esta población y los de Tesca que se quedaran viviendo cerca de los
españoles.264 (Ver mapa 6 y 7).

Heredia se quedó en Calamary por casi un mes hasta que el 9 de mayo decide salir a visitar algunos
pueblos que se encontraba a diez kilómetros de Calamary cerca de la bahía, entre estos Maparapa y
Cospique. En estos días que Heredia permaneció en Calamary se dice que muchos indígenas de los
pueblos del Partido de Cartagena “yban cada dia (a Calamary donde estaban establecidos los
españoles) é se ofresçian por amigos, é venían á rescatar hachas, é traian oro por ellas”.265 Luego de
fundada Cartagena de Indias el 1 de junio de 1533, muchos indígenas empiezan a visitar
constantemente la ciudad, otros deciden radicarse cerca de esta.

263
Pedro Simón (fray), op. cit., T III, P. 371.
264
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… Op. Cit., p. 447.
265
Ibíd.
111

Mapa 6 y 7.

Fuente: Elaboración propia del autor.


112

Estos relatos que datan del primer semestre de 1533, previos a la fundación de Cartagena de Indias,
muestran de manera clara que los indígenas del Partido de Cartagena desde el comienzo de las
expediciones de Heredia buscaron hacerse amigos de los españoles. No todos huyeron de sus
poblaciones u optaron por acciones bélicas; si no al contrario, muchos indígenas al ver a los
españoles llegar a sus pueblos les ofrecían alimentos, oro o hacían alianzas militares con estos, les
preparaban fiestas, trucaban oro por objetos traídos de Castilla; inclusive, como lo demuestra el
cacique de Cipacúa, otra estrategia del indígena fue entregar a sus mujeres jóvenes a los españoles
para ganar el favor de estos.

3.2.1. Diplomáticos, guías, intérpretes y soldados en las expediciones. Son varios los indígenas
que se volvieron pieza clave en las expediciones castellanas que se hacían a nuevos territorios,
quizás la más famosas de esta es Catalina, la indígena natural de Galerazamba que fue llevada por
Diego de Nicuesa cuando todavía era una adolecente a Santo Domingo, donde aprendió el idioma
castellano. Esta indígena fue pieza clave en las expediciones de Heredia, pues sirvió de intérprete y
diplomática entre castellanos e indígenas en las primeras expediciones españolas por el Partido de
Cartagena en 1533.266

Los indígenas intérpretes eran indispensables en una región como la del Partido de Cartagena,
debido a la diversidad de lenguajes que había en el territorio donde se fundó la ciudad principal. El
mismo Heredia afirmaba al Rey que en los muchos pueblos que había entre Cartagena y el río
Magdalena, aunque la distancia entre ellos era de dos o tres kilómetros, se encontraron seis lenguas
diferentes.267

Por esta razón, era imprescindible el uso de “lenguas” o interpretes para lograr la paz sin el uso de
la coacción. Con respecto a esto, la india Catalina, quien logró comunicase con varios pueblos de la
ribera de la bahía y con los del Valle de Santiago, no pudo hacerlo con los de Yurbaco, pues al
parecer esta indígena no entendía su lengua.268

Cuando Heredia iba llegando al río Magdalena llegó a un pueblo de nombre Mangoa, hasta aquí los
intérpretes que llevaba le eran útiles, después se encontró con idiomas diferentes. Afortunadamente
para Heredia, el cacique de este pueblo le proporciona alimentos, oro y “lenguas para adelante, é les
mandó que á los de otro pueblo dixessen que Hiçiessen buen tractamientos a los chripstianos porque
eran buenos”. De esta manera, Heredia pudo pasar al siguiente pueblo: Calapa.269

Con el tiempo estos indígenas se volvieron tan importantes, que incluso una campaña a nuevas
tierras se truncaba o atrasaba por la carencia de estos. Así quedó demostrado en una carta el 10 de
marzo de 1542, en la que el Rey le pide a Vadillo que devuelva a los indígenas intérpretes que se

266
Juan de Castellanos, op. cit., P. 368.
267
DIHC. T.IV, doc. 899, p. 139.
268
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… op. cit., P. 432.
269
Ibíd., op. cit., P. 441.
113

había llevado a Santo Domingo, ya que estos eran indispensables en las expediciones españolas que
se estarán haciendo al sur de la provincia.270

De otro lado, están los indígenas que, aunque no eran interpretes, servían como diplomáticos.
Oviedo destaca en especial el que un indígena de Canapote, otro llamado Apo y su hijo Eco, que
Heredia encontró pescando cerca de Galerazamba, decidieran acompañar a Heredia a los pueblos
del Valle de Santiago para ayudarles como guías y a tener buenas relaciones con los demás
indígenas.271 De igual forma, se hace mención de Carón, “conocido y estimado por (ser) el más
famoso Mohán y hechicero de aquella tierra”, quien después de la derrota de Carex, fue pieza clave
gracias a su fama y prestigio en conseguir la paz entre los españoles y los indígenas de los pueblos
que estaban cerca de la bahía de Cartagena.272

Catalina, además de intérprete, fue una excelente mediadora entre los españoles e indígenas del
Valle de Santiago. El impacto que causó en los indígenas de Zamba, su tierra natal, fue favorable
para los españoles. Se dice que Catalina les decía a dos indígenas que se hallaban a las afueras de
Zamba que las intenciones de los españoles eran:

“Buenas para ellos, y á ser sus hermanos y parientes y defenderlos de quien los
quisiese ofender, para que con paz y gusto pudiesen gozar sus tierras, casas y
haciendas, y que tomasen ejemplo en el tratamiento que á ella le hacían, siendo de
su mismo pueblo (…) para que sin costa de sangre recibiesen á los españoles
valentísimos para quien les resiste, de cuya compañía se podían prometer muchos
bienes, como lo habían empezado á experimentar los pueblos de Bahaire y toda
aquella costa”.273

Dos razones exponía Catalina para que los indígenas pusieran fe en los españoles: el buen trato que
había recibido los indígenas del borde de la bahía de Cartagena por lograr aceptar la paz con los
españoles, y ella misma era un ejemplo; pues aunque era indígena como ellos, los españoles le
habían dado buen trato como si fuera gente de su misma nación. Los indígenas de Zamba al ver a
Catalina vestida como toda una española, inmediatamente pusieron fe en los españoles, dándoles
oro y alimentos. La presencia de Catalina no solo fue favorable para los españoles en Zamba, en
varios pueblos como fueron ‘Tocama, Macaguapo, Guaspates, Turipana y el Cacique Cambayo,
señor del pueblo de Mahates’ lograron relaciones pacíficas con los castellanos, gracias a esta
indígena diplomática.274

Otro ejemplo es el joven indígena que le sirve a Heredia como guía para llegar al Finzenú donde se
encontraban las tumbas auríferas más ricas de la Gobernación de Cartagena. Este indígena fue
hallado en un caserío del que se retiraron precipitadamente los habitantes al sentir la presencia de
los españoles, pero en el cual lograron sorprender al anciano cacique y a un jovencito que no quiso

270
DIHC. T.IV, doc. VI, p. 187.
271
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… op. cit., P. 435.
272
Pedro Simon (fray) T IV, op. cit., Pp. 15-16.
273
Ibid. p. 18.
274
Ibid., Pp. 18-19.
114

abandonar a su padre. Este dio a los Españoles una plancha de oro, estos lo cuestionaron sobre el
lugar de donde lo traía; el anciano dijo que del Finzenú. Heredia quiso llevarlo como guía, pero se
excusó con su edad y achaques, ofreciendo que iría en su lugar el hijo, pero rogándoles
encarecidamente que no le privaran por mucho tiempo por que este era todo el respaldo con el que
contaba. Así, gracias a la guía de este muchacho indígena, los españoles hallaron una zona de
explotación aurífera que cambiaría el giro de la conquista de una manera trascendental. En cuanto al
muchacho más nunca regresó de esa expedición, así que no pudo volver a rencontrarse con su
padre.275

Otro aspecto en el que los indígenas trataron de alinearse socialmente con los españoles fue
mediante el prestar servicio como soldados en las expediciones. En el capítulo1 se vio cómo en las
diferentes crónicas y cartas que se mandaban a Castilla se exalta el espíritu guerrero de los
indígenas del Partido de Cartagena y su excelente desempeño en el combate. No sería de extrañar
que después que se lograra conquistar a estos pueblos, los españoles empezaran a usar a los
indígenas en las expediciones hacia nuevas tierras o para defender la ciudad de posibles ataques
indígenas o de potencias extranjeras. Como ejemplo de esto, se puede destacar que tan solo unos
días de fundada Cartagena, indígenas de Tesca y un cacique con más de 50 indios, del cual no
especifica el pueblo al que pertenecía, acompañaron a Heredia a Yurbaco para prestar servicios
militares por si la situación lo ameritaba.276

Aproximadamente dos años después de este suceso, el gobernador de Panamá, Francisco de


Barrionuevo, informó a los reyes de Castilla que Heredia en sus disputas por el Darién con la
Gobernación de Panamá había perturbado la paz alcanzada por Barrionuevo en su empresa
colonizadora. Afirmó que “Pedro de Heredia con gente de mar y por tierra y así mismo con Indios
de Cartagena Flecheros (cursivas del autor) diciendo “mueran” y mató a tres españoles a
lanzadas”.277 De forma similar, en las expediciones españolas a las zonas auríferas de Antioquia se
llevaban indígenas flecheros para que prestaran servicios militares en las excursiones.278

Es oportuno resaltar que el uso de indígenas como soldados no fue exclusivo en las expediciones,
estos también se usaban para defender la misma ciudad de Cartagena. A medida que la ciudad fue
adquiriendo importancia como puerto, crecía también como atractivo para ataques de piratas y
corsarios franceses e ingleses. Cartagena como no contaba con un ejército formal en sus primeros
años de existencia, la defensa la asumían los mismos vecinos de la ciudad. Aquí los jefes de las
improvisadas tropas eran los que tenían puestos de responsabilidad y después de 1540 los
encomenderos, ya que estos eran los poseedores de armas y caballos. El papel de soldados le
correspondía al resto de vecinos, indígenas comarcanos y negros esclavos. Referente a esto, en 1560
se Informó al Rey que para defender la ciudad de un ataque de piratas franceses al mando de Martín

275
Joaquín Acosta, Compendio histórico del descubrimiento y colonización de la Nueva Granada: en el siglo
décimo sexto, Beau, París, 1848, p122.
276
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia… Op. Cit., P. 458.
277
DIHC. T.III, doc.676, p. 220.
278
Carmen Gómez Pérez, op. cit., p 226.
115

Coté, al lado de españoles pelearon más de seiscientos indígenas flecheros,279 de igual forma en el
ataque de Francis Drake a la ciudad los indígenas comarcanos cumplieron un papel importante.280

3.2.2. Los indígenas en la ciudad de Cartagena.

Otra forma en que los indígenas buscaron integrarse al orden social castellano, además de prestar
servicios en las expediciones españolas, fue integrarse a la vida cotidiana en los focos de poder
español, como lo era la ciudad de Cartagena. Entre los oficios que prestaron los que más se resaltan
son: constructores de casas, el de cargueros y comerciantes.

Constructores de casas. Hay que tener en cuenta que durante la primera mitad del siglo XVI
Cartagena de Indias no era más que un pequeño caserío construido en la isla de arena que ocupaba
el ancestral pueblo de Calamary. La reacción de los indígenas de este pueblo al ver llegar a Heredia
y su hueste en enero de 1533 fue de huir y abandonar sus casas, de las cuales se apropiaron los
españoles. Juan de Vadillo entre 1535 y 1537 es de quien hay constancia que hizo el primer intento
de alineación de las calles de Cartagena, se organizaron para que quedasen dispuestos los mismos
bohíos de bajareques que habían formado el pueblo indígena de Calamary281. Así que la Cartagena
de Pedro de Heredia282 no era más que cinco calles que iban de norte a sur y que nacían en la Plaza
del Mar (hoy plaza de la Aduana) y en la Plaza de la Hierba (hoy plaza de los
Coches),283conformadas por casas de palma y bareque, construidas con los mismo materiales con
que los indígenas elaboraban sus bohíos en tiempos prehispánicos.

En esta Cartagena de la primera mitad del siglo XVI tuvieron un gran protagonismo los indígenas
comarcanos como constructores. ¿Quién más que los mismos indígenas para construir o reparar las
casas de palma y bareque donde vivían los españoles? Para este período los indígenas empezaron a
prestar sus servicios en este oficio gracias a la agilidad y conocimiento que tenían en la
construcción de este tipo de viviendas. Durante todo este período era común ver indígenas trayendo
desde los pueblos comarcanos como Turipaná y Matarapa sus materiales de construcción; como lo

279
Juan Friede, Fuentes documentales para la historia del nuevo reino de Granada, (de ahora en adelante
FDHN). Bogotá, Banco Popular, 1976, tomo III, Documento 341, Pp. 84-85.
280
María del Carmen Borrego Plá, op. cit. p 83.
281
María del Carmen Borrego Plá, Sigfrido Vázquez Cienfuegos, Francisco Muriel Parejo, “La trayectoria
urbana de Cartagena de Indias hasta 1586” en Haroldo Calvo Stevenson Adolfo Meisel Roca (Editores),
Cartagena de Indias en el siglo XVI, Banco del a Republica, Cartagena, 2009 P. 188.
282
Entre algunos historiadores que trabajan la Cartagena del siglo XVI se conoce como “la Cartagena de
Pedro de Heredia” a la ciudad que se fundó sobre las casas de los Calamary en 1533 y que desapareció
internamente en un incendio que acaeció en el año e 1552.
283
Al parecer después del incendio de 1552 la ciudad empezó a reconstruirse siguiendo la traza propuesta por
Vadillo entre 1535 y 1537, pero esta vez las casas se construirían con materiales más resistentes; a este
respecto el cabildo de Cartagena ordena el 17 de enero de 1557 que las edificaciones se hicieran en piedras,
adobe, o por lo menos en madera de lata cubierta con barro. José Urueta, op. cit., P. 187.
116

eran las cañas bravas, la madera de lata, palmas, entre otros, hasta Cartagena para construir o
reparar las casas de la joven Cartagena de Indias.284

También sería bueno resaltar que si se conservó la traza prehispánica de Calamary para erigir
Cartagena, tal vez no pasó lo mismo con el estilo de las casas. Los españoles construyeron estas
casas con materiales y mano de obra indígena, pero de acuerdo a sus necesidades, preferencias y en
arquitectura española. Aunque no se tiene un ejemplo de las casas de españoles construidas en
Cartagena, sí lo hay en otra ciudad caribeña. Cuando Oviedo vivió para 1515 en Santa María la
Antigua del Darién, resaltó que las casas en las que vivían los españoles en esa ciudad eran muy
cómodas. De hecho, describe su casa construida en aquella ciudad española:

“Los cristianos hacen ya estas casas con sobrados y ventanas porque tienen
clavazón, y se hacen tablas muy buenas, y tales, que cualquier señor se puede
aposentar largamente a su voluntad en algunas de ellas; y entre las que había en la
ciudad de Santa María del Antigua del Darién, yo hice una que me costó más de
mil y quinientos castellanos, y tal, que a un gran selior pudiera acoger en ella y
muy bien aposentarle, y que me quedara muy bien en qué vivir, con muchos
aposentos altos y bajos, y con un huerto de muchos naranjos dulces y agrios, y
cidros y limones, de lo cual todo ya hay mucha cantidad en los asientos de los
cristianos”.285

Es posible que la Cartagena de Heredia tuviera casas construidas según las comodidades españolas,
pero con materiales indígenas. De ser así, la tarea del indígena no era solo construir viviendas
según sus conocimientos sobre la elaboración de casas, si no también aprender técnicas españolas
en cuanto a arquitectura e ingeniería europeas para poder complacer las exigencias y comodidades
de los españoles que llegaban a vivir en la ciudad de Cartagena.

Comerciantes. En cuanto a lo que comerciaban los indígenas después de la conquista española,


parece ser que los elementos con que comerciaban seguían siendo prácticamente los mismos.
Respecto a este asunto, Girolamo Benzoni, quien estuvo de visita en Cartagena por 44 días en 1545,
pudo observar qué cosas comerciaban los nativos en Cartagena de Indias y dejó registro de ello. En
cuanto a esto dice: “Sus principales mercancías son la sal, el pescado, y la pimienta; las llevan a los
lugares de tierra donde carecen de ellas y donde las truecan con otras cosas”. Al parecer, el trueque
prehispánico seguía siendo muy notable a mediados del siglo XVI entre muchos indígenas, pero no
en todos.

En el capítulo dos se notó cómo una vez descubierto el oro de las tumbas del Zenú, el rumor de esto
se esparció por las Antillas e incluso para Europa. Por esta razón decía Heredia al rey de Castilla en
una carta: “ha sido causa el venir tanta gente de esos reinos”.286 Por lo tanto, Cartagena se

284
Enrique Marco Dorta, Cartagena de Indias la ciudad y sus monumentos, Sevilla, G.E.H.A., 1951, P. 17.
285
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Sumario… Op. Cit., P. 135.
286
DIHC. T.III, doc. 719 p. 261.
117

sobrepobló, pero no solo llegaron expedicionarios o aventureros en busca de oro. Fray Pedro Simón
informó lo que pasó después gracias a este rumor:

“Se arrojasen (a Cartagena) mercaderes de gruesos empleos, de toda ropa, sedas,


granas, perpiñanes, holandas, ruanas, géneros, caballos y de buenas razas, toda
suerte de oficiales mecánicos, y á vuelta de ellos gran número de mujeres de toda
broca, con que en poco tiempo se acrecentó tanto la ciudad, que se hallaba en ella
de cosas de Castilla y de las Indias cuanto pedía el deseo para la vida humana,
pues aun hasta melcocheros, buñueleros, pasteleros y otros de este pelaje le hacían
vecindad, hasta que con sus crecidos caudales les crecían los pensamientos á más
graves oficios”.287

Los mercaderes no solo llegaban a Cartagena de Indias, otros también llegaban a la zona del Zenú,
cerca de las sepulturas en embarcaciones entrando por el río Sinú. Aquí se muestra que esos
comerciantes “vendían cuanto llevaban por crecidísimos precios”.

En este contexto se encontraban los indígenas comarcanos de Cartagena, quienes con tan solo tres
años de establecida la Gobernación, algunos de ellos observaban cómo se iba llenando la ciudad de
Cartagena y otras villas de pobladores europeos. Observaban a los comerciantes que venían con
ellos y fueron aprendiendo las dinámicas comerciales castellanas. Una vez comprendido esto, era
común ver llegar a indígenas a la ciudad de Cartagena con sus mercancías con el propósito de
comerciar.

En una carta firmada el 21 de agosto de 1536, los oficiales de Cartagena informaron al Rey que
algunos indígenas de los diferentes pueblos de la Gobernación llegaban a la ciudad de Cartagena no
con el propósito de mendigar comida, sino por el contrario, muchos llegaban a comerciar las
mercancías que traían de sus pueblos. Los oficiales de Cartagena dijeron sobre este asunto: “están
puestos en vender cualquier cosa de comida que trajesen a esta ciudad como lo hacen cualquier
labrador de estos Reinos”.288.

Al menos desde 1536 los indígenas ya no iban a Cartagena con la misma intención que lo hacían en
tiempos previos a la fundación de Cartagena en el primer semestre de 1533; en donde cambiaban
oro por herramientas, baratijas y abalorios; o simplemente como regalos para ganarse el favor de los
españoles. Las dinámicas económicas y comerciales europeas empezaban a ser comprendidas por
los indígenas, aunque la situación fuera crítica: desplazamiento, robos, secuestros, sequía,
enfermedades, entro otras. Algunos indígenas comprendieron cómo funcionaba la economía
castellana y empezaron a comerciar sus productos como cualquier labrador que llegara del reino de
Castilla para poder sobrevivir.

Un ejemplo de cómo algunos indígenas comerciantes de la Gobernación de Cartagena estaban


aprendiendo las dinámicas europeas al comerciar sus productos en la primera mitad del siglo XVI,

287
Pedro Simon (fray) op. cit., T III p.112.
288
DIHC. T.IV, doc. 899, p. 139.
118

la da Girolamo Benzoni. Este viajero cuenta la siguiente anécdota ocurrida en 1545 en Cartagena de
indias:

“A mí me sucedió que entré en la casa de un indio y le pregunté si tenía un pollo


que venderme. Me dijo que si, preguntándome qué le daría a cambio. Yo le ofrecí
un real, que él me lo cogió de la mano y me preguntó qué iba a hacer con el pollo.
Respondíle que me lo iba a comer; entonces el indio se colocó el real en los dientes
y me dijo: “Cristiano si quieres que te de algo dé comer dame también tu algo que
pueda comer yo, porque lo que das no vale para nada. Si no, quédate con tu real,
que yo me comeré el pollo” con lo que fui a casa de otro, que si me lo dio”.289

¿A qué conclusión se puede llegar con todos estos testimonios citados que datan de los primeros
treinta años de la existencia de la Gobernación de Cartagena? Pues que no todos los indígenas de la
Gobernación de Cartagena estaban aplicando las dinámicas europeas en cuanto al comercio, pero sí
muchos ya estaban comerciando a la manera castellana, tal como lo expresó Benzoni refiriéndose a
su anécdota en Cartagena para el año de 1545 con los indígenas comerciantes de esta ciudad: “a lo
que dan más valor es a las cosas de comer, aunque en el día de hoy la mayoría de esas gentes,
habiendo aprendido de nosotros tienen también en gran valor el resto de los bienes temporales. De
todas maneras, hay quienes no les dan aprecio como ocurría antes”.290

En este punto es bueno resaltar que además de Cartagena, había otro foco de comercio indígena, era
un lugar donde los indígenas de la Gobernación solían comerciar desde tiempos prehispánicos. Este
quedaba a orillas del río Magdalena en las cercanías donde se sitúa el centro de la actual
Barranquilla.291 Heredia llegó a este sitio para el mes de marzo de 1533, en este lugar se decía que
Heredia “no halló allí pueblo sino un varadero de canoas, y estaban allí unos indios mercaderes de
la gobernación de Sancta Marta, que tenían dos canoas llenas de camarones secos que traían por
mercadería, é yban á aquel Río Grande á tractar con aquella mercaderia é con sal é otras cosas”.292

Ocho años después, a inicios en su segundo gobierno, Heredia decidió hacer un viaje por el
territorio de la Gobernación y llega de nuevo en ese lugar. Aquí le vuelve a llamar la atención esta
zona porque sigue siendo un foco de comercio indígena, donde traen sus labranzas y granjerías.
Pero no solo se comercia, sino que también los indígenas de la zona ribereña al río Magdalena,
tanto de la Gobernación de Santa Marta como los de la Gobernación de Cartagena, tienen “deudas y
parientes y amigos y vasallos.” Heredia informa al Rey que estas relaciones de comercio a veces
eran perturbadas por los españoles del lado de la Gobernación de Santa Marta, estos llegaban hasta
esta zona con el propósito de evitar las relaciones comerciales que tenían los indígenas. Además de
esto, se valían de una real cédula para esclavizar a los indígenas de esa región. Un dato que resalta
el gobernador es que a diferencia de los indígenas de otras gobernaciones de América, estos ya

289
Girolamo Benzoni, op. cit., p 176
290
Ibíd.
291
Armando Arrieta Barbosa, Ruth Hernández Arévalo, Los inicios de Barranquilla: poblamiento en el Bajo
Magdalena (siglos XVI al XVIII), Barranquilla, Ediciones Uninorte, 2006, p
292
Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia…op. cit., P. 442.
119

estaban usando medidas españolas establecidas para comerciar y no lo hacían “al ojo”, como era la
forma en que solían comerciar en tiempos prehispánicos.293

Teniendo en cuanta todo lo analizado hasta ahora, ¿qué se puede decir del impacto en la cultura
indígena a la llegada de los españoles a su territorio en el período de 1533 a 1540? Lo principal que
se puede resaltar es que los indígenas tuvieron dos opciones ante la presencia española en sus
tierras. La primera fue de rechazar y tratar de huir de toda influencia española. El impacto de esto se
veía en el abandono de pueblos o enfrentamientos bélicos; lo que sin duda desestructuraba el orden
político y social que traían desde tiempos prehispánicos. Las consecuencias de esto casi siempre
eran la destrucción de sus pueblos y que los tomaran como esclavos.

La otra opción era alinearse con los nuevos pobladores y sacarles el mejor partido a la situación. Así
que los indígenas que se apegaron a esta medida buscaron de cualquier manera hacerse amigos de
los españoles. En los primeros meses esto lo hacían regalando oro y alimentos a los españoles
cuando llegaban a sus pueblos. Una vez establecida la Gobernación, los indígenas empezaron a
asumir varios roles dentro del orden impuesto por los españoles. Y empezaron a laborar en los
oficios de soldados, guías, intérpretes, diplomáticos, constructores, cargueros, comerciantes, o
cualquier otro oficio que los incluyera en el nuevo orden político y social que se traía de Europa.

3.3. Los indígenas ante la encomienda (1540-1550).

A partir de 1540 entró en acción la orden de los reyes de Castilla de encomendar a los indígenas.
Por lo tanto, fray Gerónimo Loaiza y el teniente de gobernador Cristóbal Núñez, repartió en
encomienda 55 pueblos del Partido de Cartagena entre 44 encomenderos.294 Tiempo después, Pedro
de Herida se dedicó a hacer nuevos repartimientos en la provincia. Entre 1541 y 1543 repartió los
indígenas del Partido de Mompox, María y Buenavista.295

Las directrices que debieron seguir los encomenderos en este nuevo arreglo fueron estipuladas por
Heredia. Estas fueron escritas en la villa de Santa Cruz de Mompox el 21 de junio de 1541 y se
promulgaron públicamente ante los encomenderos después de una misa.296 Estas pautas que
regulaban la relación encomendero-indígena se pueden resumir en los siguientes puntos:

 Exclusividad del encomendero para contratar y rescatar con los indígenas del pueblo que se
le encomendara.
 Libertad para que los indígenas viajaran por tierra o por agua para que rescataran entre ellos
mismos.
 Buen trato a los indígenas.

293
DIHC. T.VIII, doc. 1567, p. 179
294
María del Carmen Borrego Plá, Cartagena de Indias... op. cit., Pp. 108-109
295
DIHC. T.VI, doc. 1562, p. 154
296
DIHC. T.VI, doc. 1566, Pp. 224-225
120

 Se daba Licencia para que los indígenas capturaran negros sublevados.297


Teniendo en cuenta todo lo anterior, ¿tuvo un efecto significativo en la cultura de los indígenas del
Partido de Cartagena la medida de encomendarlos?

Si se pone al análisis estas pautas que deberían regir las encomiendas, se puede decir que eran
directrices muy bien establecidas, si se llevaran a la práctica entones la relación encomendero-
indígenas fueran marchado muy bien. Pero, ¿sí se cumplieron a cabalidad estas pautas? A medida
que se va analizando la documentación conservada del tiempo posterior a 21 de junio de 1541, se
encuentra que no se cumplieron, o no siempre se cumplieron a cabalidad.
Apenas había pasado un año de que estas directrices se establecieron y ya había quejas de que no se
estaban cumpliendo. A pesar que en la ordenanza se prohibía cargar a indígenas con productos, a
menos que fuera de forma moderada; todo parece indicar que no se llevó a cabo su cumplimiento.
El 4 de marzo de 1542 el Rey informa lo que ha llegado a saber sobre los encomenderos de
Cartagena: “Yo he sido informado que los españoles que en esta tierra han residido y residen cargan
indios naturales de ellos echándoles cargas y así mercaderías como de bastimentos y vestidos y
otras cosas”. A razón de esto, los reyes de Castilla le piden a los oficiales de la Gobernación que no
consientan este trato que los españoles le dan a los indígenas, debido a que esto los perjudica en
gran manera. Además, les da libertad a que estipularan penas para castigar a los españoles que
siguieran con esta práctica.298
Otro punto en el que se estaba fallando era en la tasación de los tributos. Respecto a esto, cuando se
instituyó el régimen de encomiendas en Cartagena, el 20 de julio de 1538 se estipuló que para
establecer un tributo, se debía visitar al pueblo que se iba a encomendar con el objetivo de constatar
el número de pobladores que tenía, la calidad de la tierra de este e informarse de lo que
anteriormente pagaban los indígenas como tributo a sus caciques en tiempos prehispánicos. Con
base a esta información debían hacerse la tasación de tributo.299 Pero cuatro años después, en una
carta con fecha del 4 de marzo de 1542 se le comunicó al gobernador y al obispo de Cartagena que
los españoles que tomaron posesión de los pueblos que les encomiendan, tazaban a los pueblos sin
ninguna regla, y como consecuencia de esto, los indígenas prefirieron huir de sus pueblos o no
acatar el pago de tributos, porque les parece muy elevado lo que les pedían.
Como solución a este problema, el Rey volvió a establecer, tal como se hizo en México, que
reevaluaran los tributos determinados y para esto se debían tener varios aspectos en cuenta, como la
cantidad de habitantes del pueblo, la calidad de la tierra, cuánto pagaban como tributo a sus
caciques en tiempos prehispánicos y cuánto pagaban en ese momento. Con base a esto, se
establecería el tributo. El español que no lo hiciera de esta manera debía pagar como multa cuatro
veces más de lo que le pedía al pueblo, si lo hacía por segunda vez, entones se le debía quitar la
mitad de sus bienes. Todo se debía dejar sentado por escrito, una copia al encomendero, una al que
cobrara el tributo y otra al cacique, si este no hablaba español, entonces se le debía explicar por
medio de un intérprete.300

297
Estas directrices están detalladas al final del capítulo dos.
298
DIHC. T.VI, doc. 1598, p. 224.
299
DIHC. T.V, doc. 1126, Pp. 16-17.
300
DIHC. T.VI, doc. 1605, p. 229.
121

A pesar de esto, todo apuntaba a que la mayoría de los encomenderos, si no fueron todos, hicieron
caso omiso a estas directrices. Las relaciones entre los encomenderos e indígenas siguieron igual de
mal e incluso empeoraron, pues los indígenas se empezaron a alzar en contra de los encomenderos y
a establecerse en los montes y sierras. La situación se tornó tan crítica que el 28 de septiembre de
1543 para persuadir a los indígenas a que volvieran a sus pueblos, el rey de Castilla les mandó a
informar a estos mediante el obispo fray Francisco de Benavides que se volvieran a establecer en
sus aldeas, que si así lo hacían no se les iba a cobrar tributos hasta en un período de cuatro años.301
Aunque con la documentación que existe no se puede comprobar si esta directriz tuvo algún efecto
en que los indígenas volvieran a sus pueblos, sí queda algo en evidencia; y es que la situación debió
de ser bien compleja para que la Corona estuviera dispuesta a privar a los encomenderos de los
tributos por más de cuatro años.
Ahora bien, el alto cobro de tributos no era el único problema que aquejaba este arreglo español. La
documentación también muestra que algunos indígenas sí estaban de acuerdo con tributar, pero no
lo que se les imponía, si no lo que ellos querían o podían dar. Referente a esto, el cabildo de
Cartagena informó al Rey el 4 de abril de 1544 que algunos indígenas encomendados, “siendo
como son bestias y gente de poca razón y pobres, que la tasación que a ellos les están tasados no la
cumplen porque no la tienen, no se les hacen vejación de ello si no que dan lo que quieren y si
algún provecho de ello tenemos es algún maíz y que nos traen algunas aves y de lo que tiene con su
voluntad”.302
Quizás los españoles al ir a cobrar los tributos a algunos de estos pueblos, percibieron la pobreza en
la que se encontraban algunos de estos y se dieran cuenta de que no era posible que pagaran el
tributo estipulado. Por lo tanto, decidieran que lo mejor era dejar a su conciencia el pago de este,
así lo que decidían dar estos pueblos era algo de maíz de sus cultivos y algunas aves que ellos
mismos criaban o cazaban.

Hay otro problema que se evidencia con los tributos que estaban tazados en maíz y tenían que dar
los pueblos en cabeza de la Corona. Miguel Díaz de Armendáriz, quinto gobernante de Cartagena,
en un informe al Rey redactado el 23 de diciembre de 1546 informó cuál era el problema:

“En lo que toca al maíz y otros servicios que sus indios, de poca importancia
aunque para ellos mucha, suelen dar, hanme hecho tantas exclamaciones y tantos
llantos que me he atrevido a Vuestra Majestad se los dejar, (…) que el maíz que se
coja para Vuestra Majestad de ninguna cosa se aprovecha, porque no es pan que
se detiene para haberse de vender, y ya que se detuviese, no hay quien lo compre
porque no toca navío aquí que este puerto se provea, y si a los indios se deja solo le
sirve para beber y hacer borracheras”.303

Al parecer, cuando iba el calpixque a cobrar el tributo de los pueblos que estaban en cabeza del rey,
al igual que el cabildo, se daba cuenta que estos indígenas les costaba mucho pagar lo que estaba
tazado, ya fuera por no querer darlo o por no tener con qué pagarlo. Pero aquí el gobernador le

301
DIHC. T.VII, doc. 1685, p. 85.
302
DIHC. T.VII, doc. 1730, p.198.
303
DIHC. T.VII, doc. 1798, p.76.
122

planteó algo al rey: Si los indígenas dan maíz, ¿qué provecho le pueden sacar a esto? Pues una vez
el maíz en Cartagena era difícil venderlo, al parecer no era un producto rentable para la venta,
como sí lo era el pan. Por el contario, si se lo dejaban a los indígenas en los pueblos, lo ponían a
fermentar y lo utilizaban para embriagarse.

3.4. La población negra y los indígenas de Cartagena.

Desde el comienzo de la ocupación española del territorio de Cartagena, la población negra estuvo
presente en la conquista. En comparación con el resto de la población, su presencia fue mínima en
la primera mitad del siglo XVI. Esta impactó de forma directa en la población indígena. Los negros
en Cartagena eran propiedad exclusiva de su dueño, eran considerados herramientas de trabajo de
los españoles. Los oficios que estos prestaban variaban según el sexo. Así, las labores que
comúnmente desempeñaban los negros varones eran el de domésticos en las casas, pero otros
podían desempeñarse en las caballerizas, huertas, hatos de ganados o como mayordomos de indios.
De otro lado, las negras eran usadas más que todo en labores domésticas.304

En la primera capitulación de Heredia se le dio licencia para introducir a Cartagena 100 negros, la
mitad varones y la mitad hembras, para usarlos en las granjerías, labranzas y la construcción de una
fortaleza.305 De igual forma, a Rodrigo Durán, capitán de la segunda hueste, se le dio licencia para
llevar a Cartagena 17 esclavos negros, dos de estos para uso personal. A Juan de Vadillo se le dio
licencia para llevar consigo a Cartagena ocho esclavos varones y cuatro hembras para uso personal.
A fray Tomás del Toro se le concedió llevar dos para su servicio. Por último, para el año de 1541 a
Heredia, en su segunda capitulación se le concedió llevar otros 100 esclavos a Cartagena.306 Por lo
tanto, los negros estuvieron en Cartagena desde la génesis del descubrimiento y conquista en 1533.

Cuando Heredia empezó su conquista, estos negros que llevó a Cartagena no fueron usados en
granjerías o en la construcción de fortalezas, ya que este no se dedicó a esa labor en el tiempo que
fue gobernador de la provincia. Los negros fueron utilizados más bien para saquear las tumbas de
los indígenas zenúes. En una de las quejas que manda fray Tomás del Toro a la metrópolis, informó
que tanto cristianos y negros esclavos de Heredia sacaban el oro de las tumbas, lo que trajo
perjuicio a los indígenas, porque por no comprar alimentos que traen los mercaderes de La Española
y de España, por ser estos muy costosos, los españoles tomaban el alimento de los indígenas, lo que
hacía que muchos indígenas murieran de hambre.307

Cuando el alimento se hizo más escaso, Heredia monopolizó, no solo el oro del Zenú para él y sus
allegados, sino que también acaparó los pocos alimentos que habían en esa región para él y sus

304
María del carme Borrego Plá, Cartagena… op. cit., Pp. 425-426.
305
DIHC. T.II, doc. 377. P. 281.
306
María del Carmen Gómez Pérez, Pedro de Heredia… op. cit., Pp. 172-173
307
DIHC. T.IV. Doc. 805, p34
123

esclavos. Esto hizo, según el testimonio de Juan de Vadillo, que más de cien españoles murieran de
hambre.308

Algunos de estos negros que sirvieron a Heredia en el saqueo de tumbas se revelaron en contra de
los españoles después de algún tiempo; el foco de resistencia se encontraba cerca de San Sebastián
de Buenavista.309 Para el año de 1540, la Corona española intentó traerlos de nuevo al orden
español, ya que estos negros “andan haciendo daño a los indios naturales de (la provincia)”. La
solución que se propone es perdonarles los daños que hayan hecho con la intención de que
volvieran al servicio de los españoles.310 Lo más posible es que este foco de resistencia haya
desaparecido, ya que no se tiene más noticias de él, quizás la estrategia de la Corona de perdonarlos
para que volvieran a la paz tuvo efecto, o tal vez fueron diezmados por la vía militar.

Otro foco de resistencia negra en la primera mitad del siglo XVI fue el del palenque que estaba
cerca de pueblo indígena de Tofeme ( hoy corregimiento del municipio de Caimito, Sucre), a orillas
del río San Jorge, ubicado más o menos a 150 kilómetros de la villa de Santiago de Tolú. Este
palenque parece haber sido más grande que el que estaba cerca de San Sebastián de Buenavista, y
existía aproximadamente desde 1536, pero alrededor de 1546 la situación se tornó muy crítica en la
Gobernación, debido a las acciones de los habitantes de esta población insurrecta al orden español.

Quien dio informes de este palenque fue Miguel Díaz de Armendáriz en una carta que mandó a la
metrópolis. En ella dice que “están alzados ciertos negros en esta gobernación, apoderándose de los
indios haciéndoles que le sirvan y tomándoles mujeres y haciendas y haciendo todos los demás
daños a ellos posibles, no sin muertes de algunos cristianos.” Uno de los pueblos más afectados por
las acciones de estos negros sediciosos fue Tofeme. De este se informó que “tomaron entre veinte y
tantas personas entre hombres mujeres y niños y lo robaron todo, así como el oro que entre ellos se
halló como el demás ajuar de hamacas y mantas y piedras de moler que entre ellos se tiene por
principal riqueza y quemaron todos los maizales.” Tofeme no fue el único pueblo afectado por la
acción de los habitantes de este palenque, ya que se informó que por todo el camino que tomaron
hasta llegar a su pueblo capturaron entre 250 y 300 indígenas de los pueblos por los cuales pasaban.
Debido a esto, muchas comunidades indígenas abandonaron sus pueblos para no ser afectados por
las acciones de estos negros.311

¿Qué solución se tomó para acabar con este problema de raíz? En la misma carta Díaz de
Armendáriz informó que para pacificar al dicho palenque, mandó el 24 de julio de 1545 una tropa a
la villa de Tolú a cargo de un capitán de nombre Alonzo López de Ayala, quien fue en Cartagena
uno de los primeros conquistadores, cabildantes y encomendero en esa Gobernación, para que desde
allí accionaran en contra de los insurrectos. Este capitán llevaba a su cargo 25 hombres, algunos de
a caballos, armados con ballestas que fueron compradas exclusivamente para esa campaña
pacificadora. La tropa no podía volverse a Cartagena hasta que se apoderaran o destruyeran a los

308
DIHC. T.IV. Doc. 856, p. 108.
309
María del carme Borrego Plá, Cartagena… op. cit., p. 430
310
DIHC.T.VI, P. 210.
311
DIHC. T.VIII. Doc. 1798, Pp. 68-69.
124

dichos negros.312 Al parecer esta campaña fue todo un éxito, pues en la empresa pacificadora se
logró capturar a 300 cimarrones. Gracias a esto, la provincia de Cartagena logró estar tranquilizada
por cierto lapso de tiempo en lo referente a negros insurrectos.313

De otro lado, había negros que se escapaban de sus amos, pero no formaban palenques, sino más
bien se refugiaban en los pueblos de indios o cerca de estos, algunos perjudicando a los indígenas.
Por esta razón, Pedro de Heredia en las directrices que debieron seguir los encomenderos en este
nuevo arreglo, el 21 de junio de 1541 estipuló un punto en específico que hacía referencia a estos
negros escapados de sus amos, que en parte decía: “Dondequiera que los dichos negros se hallaren
en los pueblos de indios , el cacique los pueda prendan y los prendan y los tengan y los traigan
presos a esta villa a poder de sus dueños, les den sus dueños a los indios diez pesos de oro por su
trabajo, y los diez pesos se den a quien estén encomendados los indios”.314

De otro lado, los negros que vivían en las villas en sujeción a sus dueños, algunas veces presentaron
algunos problemas en las poblaciones de españoles, por lo que el cabildo se vio en la obligación de
estipular normas que rigieran la vida de los esclavos. Haciendo alusión a esto, el cabildo de
Cartagena reglamentó lo siguiente en cuanto a los negros que vivía en Cartagena de indias:

“En esta ciudad avia muchos negros, los quales andaban de noche después de
teñida la queda, y horas no licitas, y hacen muchos hurtos y robos, y de ello puede
redundar otros daños, e inconvenientes, para ello es justo poner remedio; por lo
tanto se mandó que ningún negro podía andar por esta ciudad, después de teñida la
campana de queda (…) y si se hallare solo el tal negro, ó negros que el Alguacil de
esta ciudad, ú, otra Justicia lo prenda y ponga en la carzel de esta ciudad, en la
qual le sean dado cinquenta azotes, y que su amo de tal negro, pague un peso de
oro de pena para el dicho Alguacil, porque tenga cuydado de ello”.315

3.5. Los indígenas ante la religión y educación occidental.

Desde el inicio de la conquista, la Corona española le concedió mucha importancia a la conversión


de los indígenas a la fe católica. De acuerdo con esto, desde comienzos de la Gobernación, tanto a
Heredia como a fray Tomás del Toro se le encomendó instruir al indígena en la fe católica así no
estuvieran encomendados a ningún español. Por ejemplo, en la a capitulación firmada el 5 de agosto
de 1532 se le pidió a Heredia que en el territorio de su gobernación: “tendréis en ella clérigos de
buena vida que los bautice, industrie y enseñe las cosas de nuestra santa fe católica y si conviene en
ella más clérigos los pondréis”.316

De igual forma, en una real cédula dirigida a los oficiales de Cartagena el 21 de mayo de 1534, se
les dijo que una de las funciones de fray Tomás del Toro iba a ser proveer “en las iglesias y templos

312
Ibíd. P. 69.
313
María del carme Borrego Plá, Cartagena… op. cit., p. 430.
314
DIHC. T.VI, doc. 1566, p. 1569
315
José Urueta. op. cit. p. 184
316
T.II, doc. 377. P. 278.
125

de ella clérigos (...) para que entiendan en la administración del culto divino e instrucción y
conversión de los dichos indios”.317 El pago a estos por su labor serían pesos anuales.318 Pero en
ninguna documentación que se haya conservado del período que va de 15333-1540 hay evidencia
que se colocaran iglesias y clérigos en los pueblos de indios de la Gobernación de Cartagena de
forma permanente. Aunque fray Tomás del Toro trabajó con los dominicos Diego Ramírez y fray
Juan de Orduña en los pueblos de Yurbaco, Carex, Bohaire, Mahates, Cipacúa y Malambo, su labor
fue mínima por ser insuficientes estos tres religiosos para atender tan vasto territorio. Además de
esto, no contaban con ninguna garantía financiera para desarrollar su labor.319

Quizás estas fueron las razones por las que no se encuentre mucha evidencia del proceso de
adoctrinamiento del indígena del Partido de Cartagena antes que se organizaran en encomiendas;
pero después que son encomendados a españoles el choque cultural se hace más evidente, más en
los indígenas que vivían o trabajaban en la ciudad de Cartagena, que en los que vivían en sus
pueblos encomendados a españoles.

Respecto a la doctrina de los indígenas que vivían en la ciudad de Cartagena. En cuanto a este
asunto se encuentra que el 15 de septiembre de 1542, se reunieron el teniente del gobernador, el
alcalde, el gobernador, el contador, el cabildo, y otros funcionarios reales y redactaron un
documento en el que concertaron varias normas que se debían cumplir en las misas que se daban en
la catedral de Cartagena de Indias. Un dato interesante que se aportó en este documento es en lo que
tiene que ver con los indígenas y su participación en estos oficios religiosos. En uno de los puntos,
los españoles informaron que a la catedral llegaban los indígenas con sus muertos para realizar allí
las honras fúnebres.320

No se sabe si los indígenas hicieron esto por iniciativa propia o por obligación o persuasión de
algún español a que le estuviera sirviendo el indígena o al que estuviera encomendado. Pero nada
más con el hecho de que algunos indígenas estuvieran dispuestos a llevar a sus difuntos a la iglesia
católica de Cartagena de Indias en vez de llevarlo a su pueblo natal y sepultarlo allí con todos sus
rituales prehispánicos, ya es un dato que muestra que los indígenas estaban asimilando algo de la
cultura occidental; y no solo llevaban al difunto, sino que también pagaban el impuesto a la iglesia
por las honras fúnebres. Aquí los españoles que redactaron el documento ponen de manifiesto que
cuando los españoles llevaban a sus difuntos a la catedral, pagaban el impuesto y esto les daba
derecho a una misa en honor al difunto. En cambio a los indígenas que llegaban con sus muertos y
pagaban el impuesto, no se les daba la misa tal como se hacía con el español. Por lo tanto, en el
documento se pedía que al indígena, al igual que el español, se le diera la misa.

Cuatro años después, Miguel Díaz de Armendáriz, le informó al Rey que en lo que tiene que ver
con la doctrina cristiana a los indígenas que viven cerca de Cartagena o que prestan servicios en
ella, iba por muy buen camino. Se expuso que “cada día de fiesta; luego por la semana se dice una
misa para los indios e indias y negros, y después de comer se juntan en la iglesia”. Esta medida tuvo

317
DIHC, T VII, doc. 1075, p 310.
318
DIHC, T IV, doc. 875, p 13.
319
Armando Luis Arrieta Barbosa. op. cit. p.113
320
DIHC, T VI, doc. 1642, p 302.
126

muy buenos resultados para los españoles. Por tanto, agregan que este arreglo de dar misas para
negros e indígenas, ha causado que “Dios ha sido servido que se hallan hecho algunos cristianos y
no pocos”.321

Es comprensible que algunos indígenas que estaban en constante contacto con españoles en la
ciudad trabajando como soldados, cargueros, comerciantes, sirvientes en las casas de españoles y
estancias de los españoles, constructores y demás, fueran adquiriendo valores religiosos
occidentales. Ahora bien, aunque esto se cumplió de un modo más evidente en los indígenas que se
desempeñaban en la ciudad, todo parece indicar que en los indígenas que permanecían en los
pueblos de indios encomendados, los asuntos de doctrina fueron un poco más complicados.

Respecto a la doctrina de los indígenas que vivían en los pueblos encomendados. Como ya se pudo
observar, desde 1540 muchos pueblos ya estaban encomendados gracias a las diligencias de fray
Gerónimo de Loaiza. Este religioso, además de nombrar encomenderos en los diferentes pueblos
del Partido de Cartagena, se encargó, junto con un grupo de religiosos, a la doctrina de los pueblos
encomendados. Entre los religiosos encargados de esta labor se encuentran fray Bartolomé de
Ojeda, fray Martín de los Ángeles, fray Diego Ramírez y fray Luis de Orduña. Según el padre
Zamora, estos religiosos iban por los pueblos del Partido de Cartagena “destruyendo el que por
tantos años avia tenido el Demonio entre aquellos miserables, que lo adoraban en varias figuras de
animales, en que para engañarlos más, les hablaba, por medio de hechizeros, y mohanes”.322

El trabajo de estos religiosos fue más intenso en los pueblos más grandes y cercanos a Cartagena.
En Barú estuvo adoctrinando Fray Bartolomé de Ojeda; Fray Martín de los Ángeles se encargó de la
Isla de Carex, Fray Luis de Orduña en Yurbaco y Fray Diego Ramírez en Zipacua. Al parecer, estos
sacerdotes católicos hacían sus trabajos conjuntamente con los encomenderos. Para que la doctrina
fuera eficaz, los religiosos disponían en los pueblos de “unos Oratorios con pequeñas viviendas, en
que cuydaban de la enseñança”.323

La labor de estos misioneros al parecer tuvo algún resultado positivo para los españoles. Esto se
dice porque mientras estuvo Loaiza como obispo de Cartagena, entre los años de 1533 y 1534, él
mismo logró reducir a muchos indígenas con su enseñanza y persuadió a algunos indígenas de
Mahates, Barú y Yurbaco a que se bautizaran. También se resalta la obra de fray Martín de los
Ángeles, quien adoctrinó en Isla Fuerte (Tierra Bomba). La labor de este religioso en esta isla tuvo
como resultado la conversión del cacique Carex. Este cacique, quien después de ser uno de los más
grandes enemigos de Heredia, tuvo tan estrecha amistad con este, que Heredia le dio la tarea de
guardar todo el oro que había sacado de la conquista.324

Ahora bien, lo anterior demuestra que en la parte religiosa los españoles se dedicaron a la tarea de
adoctrinar a los pueblos indígenas después de 1540 cuando se establecieron las encomiendas.
Aunque estos españoles lograron algunos avances en el tema, a saber, la conversión de algunos
caciques e indígenas y el establecimientos de capillas católicas y viviendas para religiosos en

321
DIHC, T VIII, doc. 1798, p 81.
322
Alonso de Zamora, op. cit., TI, Pp. 209-210.
323
Ibid, Pp. 210-211
324
Ibid, p. 210
127

algunos pueblos principales del Partido de Cartagena, lo cierto es que en la mayoría de los informes
que se enviaron entre Cartagena y Castilla referentes a este asunto, demuestran que en líneas
generales el oficio de doctrinar a los indígenas, las cosas no marchaban muy bien.

El 4 de abril de 1544 el obispo de Cartagena le informa al Rey que en los pueblos la doctrina de los
indios no se estaba efectuando del todo; las cosas en este asunto marchaban tan mal que “de
cuarenta mil indios que me dicen que hay en esta gobernación no creo que se salvan dos y ninguno
ha venido después que hay aquí cristianos a serlo de su voluntad, si no son los más niños que andan
entre nosotros.” Por esa razón, sugiere que para solucionar este problema el Rey debe mandar a
españoles para que se fueran a vivir entre los indígenas en sus pueblos; estos se sustentarían con el
maíz que dieran los indios y además se pagaría algo para que compraran carne u otras cosas que
necesitaran. A cada uno de estos hombres se le colocaría a disposición entre a veinte o treinta indios
para que los administrara y allí les enseñarían a practicar la fe cristiana.325

Quizás el resultado de esta carta se dio seis meses después, cuando el Rey da orden al juez de
residencia de La Española que enviara clérigos a Cartagena de los monasterios de San Francisco y
Santo domingo que habían en esa isla, con el propósito que estos enseñen a los indígenas la fe
católica, ya que “los indios de Cartagena mueren sin lumbre de conocimiento de fe”.326

Mientras el obispo de Cartagena y el Rey buscaban solución a este asunto, en los pueblos
encomendados los indígenas seguían con sus prácticas religiosas prehispánicas. Respecto a esto, se
mandó una real cédula al obispo de Cartagena para que destruyera todo lugar que los indígenas
utilicen para sus religiones. El rey de Castilla expone al obispo que le ha informado que en los
pueblos indígenas de la Gobernación de Cartagena:

“Hay unas casas y lugares señalados donde disque piaches hablan con el demonio
ordinariamente y le consultan sus cosas y que así mismo hacen ciertas borracheras,
en las cuales cometen muchos pecados y hacen muchas ceremonias con que Nuestro
Señor es muy deservido (…) conviene que las dichas casas y lugares donde así los
dichos indios hablan con el demonio se prohíban y cesen los indios las
borracheras”.327

Para ponerle fin a estos problemas, la Corona decidió mandar más clérigos a Cartagena para el
adoctrinamiento de los indígenas de esa gobernación. Por eso el 3 de octubre de 1544 se ordenó al
licenciado Cerrato, juez de la Española, que mandara a Cartagena algunos frailes de la orden de
Santo Domingo y de la orden de San Francisco para que estos adoctrinen a los indígenas de esa
gobernación, a razón de la escases de sacerdotes en la provincia, y así poner fin a las prácticas
religiosas prehispánicas que se ven en la Gobernación de Cartagena328. Como era de esperarse estos
religiosos llegaron a Cartagena y empezaron su oficio de doctrina, pero las acciones de estos se
comienza a ver en la documentación, después de cinco años de emitida la cedula de mandar a estos
religiosos desde la Española a Cartagena.

325
DIHC, T VI, doc. 1725, p. 195.
326
DIHC, T VII, doc. 1742, p 234.
327
DIHC, T VIII, doc. 1859, p 212.
328
Carmen Gómez Pérez, Pedro de Heredia...op. cit., P. 235
128

La documentación muestra que pese al esfuerzo de la Corona para que los indígenas se conviertan
al cristianismo en los pueblos encomendados, los resultados son negativos. Esto se dice porque en
el año 1548 el Deán de Cartagena visitó los pueblos encomendados de esta ciudad y este informó a
la metrópolis que todavía no se había avanzado en la aculturación religiosa de los indígenas, pues
había gran necesidad de adoctrinar a los indios.

Uno de los problemas que siguió en el arreglo de adoctrinar a indígenas por parte de sacerdotes, era
el bajo salario que se les pagaba, y lo atrasado que se les daba. De otro lado, estos dominicos fueron
adquiriendo mala fama en la provincia. De los franciscanos se afirmaba que solo tenían como
objetivo “tener de comer.” Y no adoctrinar a los indígenas. Y de los dominicos se decía que eran
codiciosos de oro y de tener haciendas y posesiones, así que le daban más interés a estos asuntos
que a su labor de adoctrinar a los indígenas. Además, habían cobrado la fama de “tener a las indias
de servicio de las puertas adentro de su dormitorio”. Para acabar esas especulaciones se pedía que
se escogiera un “vecino honrado del pueblo” para que este atendiera a las indias que hacían el pan a
los dominicos y que un indio varón le llevase los panes a estos, y así no habría necesidad que las
indígenas se quedaran con los religiosos en sus casas.329

Pero un caso en especial que demuestra lo difícil que era para los españoles de persuadir a los
indígenas de los pueblos encomendados a que dejaran sus religiones ancestrales y se convirtieran al
cristianismo se dio en 1550. A finales de 1549, los dominicos pidieron al cabildo un solar para
construir un convento. El cabildo les cedió un terreno en la parte oriental de la plaza de la Hierba.
Para 1550 llegó a Cartagena fray José de Robles con el objetivo de hacer el monasterio. En enero de
1549 comenzó la construcción de este con colaboración de los indígenas comarcanos a Cartagena y
con los indígenas de los pueblos en cabeza de la Corona.

Luego de esto, fray José de Robles se dedicó de lleno a una campaña de predicación y
adoctrinamiento de los indígenas de la Gobernación de Cartagena. Al parecer la campaña
evangelizadora había sido un éxito porque el informe que se presentó luego de esta campaña fue de
1.700 indígenas bautizados entre hombre, mujeres, jóvenes y niños. Pero al pasar el tiempo se dice
que estos indígenas ya bautizados “se fueron a idolatrar y a enviciarse como antes; los cuales todos
andan desnudos como siempre anduvieron.” Fue de tan poco provecho para los dirigentes de
Cartagena lo que se obtuvo de esta campaña, que entre los indígenas que se estuvieron
evangelizando se decía que “no hay ninguno que se sepa persignar”.330

Para mediados del siglo XVI se informó que alrededor de Cartagena de Indias los españoles habían
establecido muchas estancias, en las cuales se había sembrado granjerías y árboles frutales, tanto de
origen europeo como de origen americano, y que ya estaban dando fruto. En estas granjerías,
Heredia había prohibido que se establecieran indígenas. En vista de lo poco que se había logrado en

329
FDHN. TI. Doc.54., Pp. 172-173
330
Ibid. P. 172. Antonio Vidal Ortega, “Avatares y desaventuras del convento de San José de la orden
predicadora en Cartagena de Indias.” En: Hugues Sánchez Mejía, Leovedis Martínez Durán. (editores).
Historia, identidades, cultura popular y música tradicional en el caribe colombiano, Ediciones Unicesar,
Valledupar, 2004, p. 20.
129

la doctrina y conversión de estos, ahora el Deán de Cartagena sugiere al Rey que se podría remediar
esta situación:

“Mandando que en las estancias se pueblen de indios casados, los cuales vivan en
ellas con sus mujeres, de lo cual resultara gran servicio a Dios y a Vuestra
Majestad, porque serán instruidos en las cosas de nuestra Santa Fe por estar entre
cristianos y vendrán a ser bautizados, y no tendrán lugar de enviciarse ni hacer
borracheras ni llamar al demonio, como lo hacen en sus pueblos cada día, y
tendrán muy mejor que comer que en sus pueblos”.331

Pero esta sugerencia del Deán al parecer no se tuvo muy en cuenta, porque muy pocos indígenas
trabajaron en estas estancias después de 1546. Esto se sabe porque en un informe de 1560 se
publicó que 436 indígenas trabajaban directamente con los españoles en la ciudad de Cartagena. De
estos, la mayoría estaban ocupados en las casas de los españoles en servicios domésticos en la
ciudad. Solo cinco varones casados, a cargo de Constanza, la esposa de Pedro de Heredia, y dos
matrimonios a cargo de un español de nombre Diego De León; trabajaban en hatos de ganados, y
apenas tres matrimonios indígenas trabajaban en las estancias a cargo de Diego De León.332

Ahora bien, además de poner curas en los pueblos indígenas como estrategia para aculturar a los
indígenas, la Corona optó por otra estrategia para lograr ese objetivo. Esta consistía en educar los
indígenas más jóvenes en la religión y cultura occidental.

La educación de los indígenas del Partido de Cartagena en la primera mitad del siglo XVI. Si por
algo se interesó la Corona Española fue en conocer las prácticas sociales prehispánicas de los
indígenas con el objetivo causarles el menor perjuicio posible al someterlos la burocracia castellana.
Anteriormente se vio cómo desde la metrópolis siempre se mandó a los oficiales de Cartagena en
diversas ocasiones a que averiguaran los tributos que se daban a los caciques en tiempos
prehispánicos, su modo de vida, las dinámicas comerciales, entre otras, y con base a esto, estipular
normas que no perjudicaran al indígena.

Pero hay que enfatizar que los españoles estaban dispuestos a tolerar ciertas prácticas culturales
prehispánicas, siempre y cuando estas no chocaran con el orden social y la religión que se traía de
Europa. Si esto era así, entonces la Corona buscaría aculturar al indígena, y un medio eficaz para
lograr esto sería la educación en escuelas.

Algo que tenían muy claro los españoles, luego de observar el comportamiento indígena en tiempos
prehispánicos, era que los caciques ejercían una gran influencia en los habitantes de los pueblos en
que ejercían sus poderes, y por lógica un cacique educado en la cultura occidental influiría en sus
súbditos valores occidentales. Esto haría que los nuevos súbditos del Rey fueran adquiriendo
valores occidentales. Pero educar a indígenas adultos sería muy difícil, si se tiene en cuanta su
educación y cultura prehispánicas que se les había inculcado desde niños.

331
Ibíd. Pp. 173-174.
332
María del Carmen Borrego Pla, Cartagena... op. cit., Pp. 421-422.
130

Aquí una buena estrategia para los españoles sería educar a niños indígenas, en especial a los hijos
de los caciques de los pueblos, ya que algo que tenían muy claro los españoles era que la sucesión
de un cacique al otro se hacía de padre a hijo. Respecto a esto, Oviedo informa en su Sumario de la
Natural Historia de las Indias dice: “El primero hijo que han, siendo varón, aquel sucede en el
estado, y faltándole hijos, heredan las hijas mayores, y aquéllas casan ellos con sus principales
vasallos. Pero si del hijo mayor quedaron hijas, y no hijos, no heredan aquéllas, sino los hijos
varones de la segunda hija, porque aquélla ya saben que es forzosamente de su generación”.333
Teniendo en cuanta esto, se puede entender por qué los españoles darían más énfasis en la
educación de los hijos jóvenes de caciques, ya que si se educaba bien a los niños indígenas con
valores occidentales, en especial a hijos de caciques, lo más posible sería que las nuevas
generaciones de indígenas de los pueblos de la Gobernación de Cartagena tuvieran una cultura
occidental al ser influidos por sus caciques educados con valores occidentales.

Todo lo planteado anteriormente fue lo que hizo que el 3 de mayo de 1538 se ordenara que en
Cartagena “junto a la iglesia de la catedral (…) se haga una casa grande como escuela donde los
hijos de los caciques de la comarca después que fuera hecha residan y sean enseñados en las cosas
de la fe y costumbres de cristianos (…) que los indios ayuden en la elaboración de esta”.334

La documentación que se ha examinado en este análisis no confirma que se haya construido dicha
escuela para los hijos de los caciques inmediatamente después de 1538, pero sí muestra el interés
que tenían los funcionarios reales en educar a las nuevas generaciones en la cultura occidental.
Referente a esto, Miguel Díaz de Armendáris le informó al Rey en 23 de diciembre de 1546 que
además de esforzarse por hacer que los indígenas y esclavos negros que desempeñaban sus labores
en la ciudad de Cartagena se les hiciera misa los fines de semana y los días festivos, se había
esforzado por que los jóvenes indígenas aprendieran la cultura occidental, pues afirmaba: “en mi
casa tengo media docena de muchachos, a quien hago enseñar a leer con esperanza que algún día
saldrá con algo”. De esta tareas se encargaba el Deán de Cartagena, de quien dice que anqué no
tenía buen salario “se emplea en lo posible en toda virtud y religión y con sus letras aprovecha lo
que puede”. 335

Pero, aunque Armendáriz se esforzó por educar ciertos niños en la cultura y lengua española en su
casa, todo parecía indicar que las cosas siguieron igual de mal para los españoles en cuanto a la
doctrina. En 1551 el Deán de Cartagena informó que en 1548 visitó los pueblos de la Gobernación
de Cartagena y pudo notar que “gran necesidad que había y hay de adoctrinar a los indios” y como
solución no propone una escuela en Cartagena para los hijos de los caciques como se había
planteado en 1538, sino más bien:

“Que en cada pueblo haya una casa de doctrina a donde los indios estén
aposentados de noche y de día a manera de frailes , y que tomen los hijos a los
caciques y los principales y los pongan en la dichas casa de doctrina, y de esta

333
Gonzalo Fernández de Oviedo, Sumario… op. cit. p. 121.
334
DIHC. T. IV. Doc.1090. p. 317.
335
DIHC, T VIII, doc. 1798, p 67.
131

manera estará pacifica la tierra y no se alzaran los indios y los hijos serán
aprovechados, pero han de ser maestros de ellos frailes franciscanos”.336

De las dos propuestas, la que más tuvo aceptación en primera medida fue la de 1538, donde se
pedía hacer una escuela en la ciudad para la doctrina de los indígenas en la que los hijos de los
caciques fueran llevados para su educación. Aunque no se sabe con certeza si se construyó un
inmueble en Cartagena de Indias con el propósito de usarlo como escuela, lo cierto es que algunos
niños indígenas se educaban en Cartagena, quizás en las casas de los frailes. La documentación
muestra los efectos que tuvo esta educación en los indígenas que eran puestos a estudiar allí y en
sus familiares.

Juan Velázquez, que fue residente de Cartagena desde 1533 y veedor de la ciudad, en una carta que
mandó al Rey informó que con el pretexto de adoctrinar a los indígenas en la cultura española, el
vicario de la ciudad sacaba mucha gente de los pueblos comarcanos; pero no con el objetivo
principal de educarlos, sino más bien utilizarlos en labores personales. A las jóvenes las utilizaban
para moler maíz y a los jóvenes para que atendieran una estancia que estos religiosos tenían
aproximadamente dos kilómetros y medio de la ciudad. Además, informa que tenían a los
indígenas, tanto a jóvenes en la ciudad como a los que residían en los pueblos, sometidos a una
disciplina rígida. Respecto a esto se decía que “(los frailes) tenían sus cepos donde los metían a la
menor cosa que hacían, y no por pocos días si ellos no buscan remedio para se soltar . Y los azotan,
así a los susodichos como a los demás que en sus pueblos están, sin mucha piedad y traen
alguaciles con vara de justicia por toda la tierra”.337

Esta situación, la de indígenas trabajando en la ciudad de Cartagena, tanto jóvenes como adultos,
llegó a perturbar el orden establecido por la burocracia castellana en los pueblos encomendados.
Esto se afirma porque muchos indígenas en vez de estar atendiendo sus sementeras en los pueblos
para sustento de los suyos y pagar el tributo a los encomenderos; se encontraban más bien era
ofreciendo oficios personales a los españoles en la ciudad.

Haciendo alusión a esto, Juan Velázquez informó que los indígenas de los pueblos en cabeza de la
Corona estaban siendo utilizados por los religiosos en la construcción de la casa de los dominicos
en la Plaza de la Hierba. Se decía que esto era una casa muy grande, incluso más grande que la
iglesia catedral y contaba con corredores y sombrados. Por estar ocupados los indígenas en esta
construcción desde ya hacía casi dos años, por ese trabajo los habían “vejado tanto que de
ocupados dejaron muchos de hacer sus comidas y labranzas”.338

Otro asunto que perjudicaba las labores de los indígenas de los pueblos cercanos a Cartagena, era
que por tener a sus hijos con los dominicos para que estos los educaran, los padres de estos jóvenes
tenían que hacer largos viajes desde sus pueblos hasta la ciudad de Cartagena para llevarles víveres
y otras cosas que necesitaban los jóvenes en la ciudad. Con respecto a esto Velásquez informa:

336
FDHN. T. I. Doc. 54, p. 172
337
FDHN. T. I. Doc. 73 Pp. 218-219.
338
Ibíd. p. 172.
132

“Los dichos padres y parientes de los dichos muchachos han de volver por mas
comida para los hijos y en esto se les pasa el tiempo que suelen hacer sus cosas y
labranzas para sí y para ellos, especialmente que unos viene de catorce leguas,
otros de diez, otros de quince, otros de veinte, otros de más; de lo cual reciben gran
trabajo. Y así por los caminos topa hombre gente de ellos, unos que van , otros que
vienen, las madres llorando por sus hijos , y de ellos adolecen de calenturas y
cámaras de sangre, y otros de llagas están malos, otros cojos de espinas que se
meten en los pies, y los hijos que tienen recogidos comienzan a estar malos, unos
de ruin comer y otros de ruin cama y de ruin vida están dolientes, y les han dado
calenturas y las mismas cámaras de sangre (de sus padres)”.339

Es posible que estas fueran unas de las razones por las que desde España y los mismos funcionarios
reales de Cartagena empezaron a pensar que el modelo de educar a los jóvenes indígenas de los
pueblos aledaños en la ciudad de Cartagena no era la mejor opción para el bienestar de los nativos.
Entonces tomaron la decisión de que esta educación se les diera desde varios puntos distribuidos
estratégicamente por toda la provincia y así quedara más fácil a los jóvenes acudir a la doctrina, y
los padres de estos estar pendientes de lo que necesitaban sus hijos.

El nuevo arreglo no se vendría a consolidarse si no hasta 1555, cuando el 28 de febrero de ese año
Fray Juan Velázquez, el Deán Juan Pérez de Materano y el vicario de San José Bartolomé de Ojeda
presentaron ante Juan de Maldonado, gobernador de Cartagena de la época, el nuevo proyecto para
la educación del indígena en la cultura occidental; que básicamente consistía en construir escuelas
en los pueblos de los encomenderos y en los de la Corona que fueran más grandes y que estuvieran
ubicados en un punto estratégico. A estas escuelas acudirían los indígenas de los pueblos más
pequeños que estuvieran cerca a los más grandes donde se erigirían los centros de educación. Con
base a esto, las escuelas estarían en los pueblos de Yurbaco, Carnapacua, Tubará, Cipacua la
Grande, Paluato, Mahates y Malambo. Además de la escuela, se construiría en cada pueblo una
iglesia y se seguía insistiendo en dar especial atención a la educación de los hijos de los caciques.340

Teniendo en cuenta lo analizado hasta este momento, se puede afirmar que los indígenas de los
pueblos comarcanos de Cartagena en los diez primeros años que estuvieron encomendados a los
españoles (154-1550); aunque se intentó integrarlos al orden social y cultural traído de España, los
resultados no fueron sobresalientes.

Quizás entre los indígenas que más hubo un efecto de aculturación, fue en los que desde un
comienzo se radicaron e integraron a los centros urbanos españoles como la ciudad de Cartagena.
Estos indígenas por trabajar hombro a hombro con los españoles fueron aprendiendo, no solo
prácticas y oficios españoles, si no también algunos rasgos culturales de ellos. Entre éstos, lo más
sobresalientes fue que algunos empezaron a aprender la lengua castellana y reemplazaron sus

339
Ibíd. Pp. 28-219
340
A. Mezanza (fray). “ordenanzas para la doctrina y la enseñanza a los indios del a provincia de Cartagena”.
En: Boletín de Historia y Antigüedades Nº 483-484, Bogotá. 1955, Pp. 69-73
133

nombres indígenas por nombres españoles. También abandonaron el característico trueque


prehispánico y empezaron a vender y medir sus productos a la manera europea. Otros aprendieron
técnicas y habilidades en cuanto a construcción y diseños de viviendas españolas. Muchos asistían a
las misas y se hicieron cristianos.

En cuanto a esto último, no se sabe con certeza si estos indígenas cristianizados seguían enterrando
a sus muertos en sus casas con sus pertenencias valiosas, o disecando sus difuntos con fuego, pero
un punto interesante es que comenzaron a llevar a sus muertos a las iglesias católicas de la ciudad
de Cartagena como parte de los rituales que tenían que ver con las honras fúnebres que daban a sus
difuntos. También, algunos niños indígenas era común verlos andar entre los españoles de la ciudad
de Cartagena. Sin duda, esta nueva generación de indígenas ya iba a tener bien marcada prácticas
culturales occidentales, ya que crecieron viendo las dinámicas sociales del centro del poder español.

En cuanto a los indígenas que se ocupaban de labranzas y rozas se puede observar que el cultivo
principal de estos indígenas era el maíz y la yuca, pero a la llegada del español tuvieron que
aprender a labrar nuevas granjerías como pepinos, melones, calabazas, berenjenas, naranjas limas,
limones, entre otros. En tiempos prehispánicos los indígenas del Partido de Cartagena eran más que
todo cazadores, pero con la llegada del español también llegó la ganadería. A los indígenas les tocó
aprender la avicultura, la cría de ganado porcino y vacuno. A mediados del siglo XVI, se decía que
los indígenas no comían carne de res, pero que luego de ver a los españoles comerla, estos
empezaron a comerla también.341 Otro cambio de los indígenas que se relacionaban asiduamente
con los españoles que fue evidente a mediados del siglo XVI, fue lo que tenía que ver con la
indumentaria. Sobre este punto se nota que en tiempos prehispánicos el “vestido de ambos era el
que les dio la naturaleza, toda descubierta; sólo se ponían en las partes honestas, ellos, canutillos de
oro fino con que las cubrían”.342 Pero a mediados del siglo XVI ya se decía lo siguiente de las
indígenas:

“Sirven en casas de sus encomenderos andan vestidas a lo menos de naguas o


faldillas de tela de algodón que se trae del Nuevo Reino de Granada y los indios
q(ue) más co(n) los españoles comunican camisetas y zaragüelles ( Calzones
anchos con muchos pliegues que se usaban antiguamente en algunas regiones de
España) (…) algunos traen camisa de ruan y jubones(prenda rígida que cubría
desde los hombros hasta la cintura, muy popular en la España del siglo XV y
XVI)”.343

Pero para el caso de los indígenas que seguían viviendo en sus pueblos y se relacionaban muy poco
con los españoles, la aculturación fue menos evidente. Aunque se les quería instruir en la fe católica
y se les bautizaba, estos seguían en sus prácticas religiosas prehispánica con sus mohanes. Caso
notable es el famoso sacerdote que a finales del siglo XVI tenía su templo en la sima del actual

341
Juan de castellanos, op cit., p 367
342
Pedro Simon (fray), op. cit., T III. P. 370
343
Hermes Tovar Pinzón, op. cit., P. 304
134

cerro de la Popa en Cartagena, al cual los indígenas de los pueblos cercanos acudían en masa para
curarse o adivinar el futuro.344

En tiempos prehispánicos, una de las características de estos pueblos eran sus prácticas guerreas, tal
como decía Heredia al Rey en su primera carta que se refiere a la conquista de la región
cartagenera: “Muéstrese la gente de esta tierra ser belicosa y tener guerras unos con otros y
enemistades unos pueblos con otros”. Razón por la cual estos pueblos se fortificaban con árboles
para defensa de pueblos enemigos.345 Pero las cosas no cambiaron mucho en este asunto. En 1546,
cuando ya estos pueblos estaban encomendados a españoles, el gobernador de Cartagena se quejaba
de las guerras en la que estos pueblos aún seguían. El gobernador afirmaba que “se han muerto
algunos con las guerras que entre ellos tienen. Para las cuales ejecutar, hacen sus ayuntamientos de
ocho a diez o quince días, en los cuales solo se ocupan en beber.” Un ejemplo en particular de esto
fue:

“Dos pueblos de Vuestra Majestad que eran el uno llamado Paluapo y el otro
Cipagua, del contador que ocho indios principales que habían ocupádoce en beber
para este efecto algunos días, toparon con más de cuarenta indios del otro con
quien están enemigos, que habían hecho lo mismo para para el mismo efecto, y de
los muchos se escogieron otros ocho e hicieron ir a los demás, y en menos espacio
de veinte pasos se pusieron a flecharse los unos a los otros, de donde ninguno salió
vivo, que fue de arto daño de entrambos dos pueblos”.346

Por otra parte, entre los indígenas de los pueblos encomenderos, tampoco era evidente que sus
habitantes se aprendieran el idioma castellano. Un ejemplo claro era que en la tasación hecha por
Gaspar de Robles, contador de los pueblos de Yurbaco y Guayepo en 1549, fue necesario llevar un
intérprete para poder comunicarse con los caciques de estas dos comunidades.347

Por último, en cuanto a la vestimenta se decía que los indígenas que vivían348 en los pueblos de
encomiendas para mediados del siglo XVI, andaban desnudos o casi desnudos, como en tiempos
prehispánicos. Solo de 1556 en adelante fue que se impuso que los indígenas de los pueblos usaran
camisas y faldillas. Según Juan de Castellanos, esta costumbre les fue impuesta a los indígenas
cuando Melchor Pérez do Artiaga, quien como censor andaba visitando las villas y lugares de la
Gobernación de Cartagena, gracias a él los indígenas empezaron a cubrir su desnudez.349

344
Pedro Simon (fray), op. cit., T III. Pp. 369-370.
345
DIHC. T IV. doc. 467. P. 23.
346
DIHC, T VIII, doc. 1798, p. 76.
347
DIHC. T.X, doc.2283, Pp. 154-145. Doc. 229, Pp. 216-219.
348
Hermes Tovar Pinzón, op. cit., P. 304.
349
Juan de castellanos, op cit., p 368
135

Capítulo 4

Los yurbacos y la aculturación española

(1533-1550)

“Estando Yo, el dicho contador, el dicho día , mes y año en el pueblo llamado Turbaco, de que es
cacique Ponin, que solía ser este pueblo del contador Rodrigo Durán, mi antecesor, le pregunte a
este cacique a quién servía él y los indios de ese dicho pueblo y respondió por las lenguas que al
contador habían servido y que ahora servían a su mujer, y yo les dije que ya eran de Su Majestad y
que como vasallos suyos han de ser bien tratados y que ellos han de servir y tributar Su Majestad y
no a otro”.

Fragmento del informe que Gaspar Alonzo de Robles da la Rey de su visita a Yurbaco.
(8 de diciembre de 1549)
136

Hasta ahora se ha analizado el devenir de los pueblos indígenas cercanos a la ciudad de Cartagena,
donde se pudo observar cómo la llegada de los españoles al territorio de Cartagena influyó en las
comunidades indígenas. Se dio énfasis a cómo las diferentes personas que estuvieron a cargo de la
Gobernación de Cartagena durante la primera mitad del siglo XVI influyeron en el orden social,
político y cultural de los indígenas de la región. Ahora que se tiene un panorama claro de cómo se
llevó el proceso de conquista, se dará paso a dar atención a Yurbaco. ¿Cómo influyó en el orden
social de Yurbaco el proceso de conquista y española en la primera mitad del siglo XVI?
Este interrogante será el eje central de este último capítulo. Y para darle respuesta se dividirá en
cuatro partes para llegar a una compresión eficaz en este asunto. Primero se analizará el proceso
mediante el cual Yurbaco pasó de ser el pueblo con la fama del más feroz de toda tierra firme, a un
pueblo que aceptó la amistad de los españoles. Segundo, se analizará el provecho que sacaron los
españoles del territorio Yurbaco en la primera mitad de siglo XVI, gracias a sus ventajas naturales.
Tercero, se dará atención al proceso en que Yurbaco fue sometido al régimen de encomienda. Y por
último, se revisará cuándo y cómo Yurbaco pasó de pueblo indígena con rasgos notablemente
prehispánicos, a Turbaco, un pueblo de indios bajo el orden español.

4.1. “La gente más feroz de tierra firme.” Se derrumba el mito.

Era uno de los últimos días del mes de enero de 1533, Pedro de Heredia y sus hombres se
encontraban bajo el inclemente sol tropical de medio día, exhaustos por la batalla que había
comenzado alrededor de las diez de la mañana. En el ambiente se sentía un olor a sangre fresca, y
aun se podían escuchar los lamentos y clamores de dolor en medio del poblado. Todavía excitados
por la batalla, sudorosos y agitados; pero eso sí, con los cinco sentidos más agudos que nunca,
alertas ante cualquier señal de peligro, se encontraban los españoles rodeados de cadáveres de
indígenas en medio de casas de palma y bareque que componían Yurbaco, uno de los pueblos más
grades hasta ese entonces descubierto en la región.350

Afortunadamente, a los españoles les había llegado un pequeño receso en la batalla, el cual
aprovecharon para tomar algo de agua, saquear las cosas que había de valor en las chozas
abandonadas y contar el número de víctimas que había dejado la guasábara. El número de indígenas
caídos en combate ya se contaban por decenas; mientras que entre los españoles apenas había 30
heridos. Una vez terminado el rancheo, Heredia decidió prenderle fuego al pueblo.351 “É como las
casas ó buhíos, por ser de leña é paja, arden de grado, assi por muchas partes acudiendo un viento
fresco, començaron á cresçer las llamas”.352

En esos momentos, es posible que a Heredia se le viniera a la mente los tantos relatos que se daban
de la victoria de estos indígenas sobre Ojeda y sus hombres tan solo 23 años atrás. Se encontraban
en el lugar donde había muerto el célebre cartógrafo, pero donde también había nacido la tan
difundida leyenda de los indígenas más feroces y aguerridos del Nuevo Mundo. Era allí de donde se

350
Para dar a entender la magnitud del pueblo Heredia dice de este que “era el pueblo tal que había dos horas
que andábamos peleando con ellos y no habíamos llegado a la mitad del pueblo.” DIHC. T. IV, doc. 467, p.
24.
351
Ibíd.
352
Gonzalo Fernández de Oviedo, historia… op. cit., p. 432. Pedro Simon (fray), TV. op., cit., p.11.
137

decía que los indígenas habían matado “tres o cuatro capitanes con muchos españoles que a ella han
venido, en que serían más de setecientos hombres”.353 Esta era una leyenda que había calado tanto
en los españoles, que incluso sirvió para que Golazo Fernández de Oviedo, gracias al temor que
sentía por esta región, desistiera de emprender la empresa conquistadora que se le encomendó para
Cartagena el 26 de junio de 1523.354Teniendo en cuenta todo esto, lo menos que podían estar tanto
Heredia y sus hombres era confiados.

Mientras los soldados descansan y el pueblo ardía en llamas, Heredia pide a su tropa que estuvieran
alerta y ordenó que lo mejor que podían hacer es agruparse todos en un lugar plano que estaba al
lado del pueblo, en donde habían unas labranzas viejas; allí sería más fácil organizarse y utilizar de
forma ordenada los caballos que eran “los nervios de la guerra” contra los yurbacos. Apenas se
habían puesto los españoles en el lugar indicado “cuando se descubrieron infinitos, que descendían
con poderosa mano de apariencias y armas, de levantados penachos de rica plumería, con sus
acostumbradas señales de rompimiento, que eran crecidas voces y ruidos de caracoles y
cornetas;”355 los yurbacos “como gente desesperada é injuriada, viendo arder sus casas é bienes, é
procurando la vengança de sus ofensores, movidos con ardid venían delante más de çient hombres a
manera de coredores, y entraron en la roca de los maiçales”.356 La segunda batalla había
comenzado. Fray Pedro Simón destacó la fuerte disposición de los yurbacos a defender su tierra a
costa de sus vidas sin importar que fueran perdiendo en la batalla:

“(los españoles continuaban) cegando á cercén piernas y molledos, que sembrados


por los campos piernas y brazos mezclados con los sesos de cabezas rotas, hacían
un lastimoso espectáculo ver perecer tantos bárbaros sin querer admitir las voces
que les daban los nuestros, que dejasen aquella tan costosa porfía y se diesen de
paz, que era lo que deseaban; á que no querían advertir, poniendo todo su fin en
defender su tierra, aunque viendo eran tantos los muertos y flaquear
conocidamente la mano de los vivos”.357

Como podemos ver, aquí a los indígenas son vencidos. El mismo Heredia explicó en una carta
escrita al poco tiempo de los sucesos la razón de su éxito en la segunda batalla:

“Y mientras el pueblo ardía nos retiramos a unas la branzas a rehacernos, a donde


estando que estábamos vienen indios a dar con nosotros; tornamos allí a pelear
con ellos. Como los tomamos fuera de la fuerza del pueblo, desbarátanoslos luego.
Tornámonos recoger para hacernos otra vez y todos juntos acordamos de ir a dar
otra vez en el pueblo. Cuando fuimos, no hallamos ya a nadie porque todos eran
idos huyendo. Tómanosles hasta en cantidad de treinta o cuarenta indias”.358

353
DIHC. T III, doc. 629. P 147.
354
DIHC. T I, doc.10. P.73.
355
Gonzalo Fernández de Oviedo, historia… op. cit., p. 432. Pedro Simon (fray), TV. op., cit., p.11.
356
Ibíd., p. 432
357
Pedro Simón (fray), TV. Op. Cit., p.12. Juan de Castellanos, op. cit., p 370.
358
DIHC. T. III, doc. 467, p. 24.
138

Yurbaco había sido vencido por Heredia y sus hombres. Al final de la batalla, solo quedó un pueblo
arrasado por el fuego. En las cementeras viejas donde fue la última batalla, se podía ver decenas de
cadáveres indígenas, se contemplaba “cubierto el campo de cuerpos muertos y heridos, regado de
sangre, rodando los ricos penachos fundados sobre planchas de oro”.359 De otro lado, en el frente
español ni un solo hombre había muerto, apenas hubo 30 heridos.360 La fama que tenían los
yurbacos de ser la gente más feroz de tierra firme había llegado a su fin.

Heredia tenía muy presente que el vencer a los yurbacos le traería grandes ventajas, esto lo hizo ver
mientras combatía. En medio de la batalla para animar a sus hombres Heredia, les dijo:

“Bien advertís, caballeros y amigos, cuan nos importa en esta ocasión hacer mérito
de la sangre española que han criado nuestras venas, pues sobre la virtud valiente
que debemos mostrar en todo trance, en éste se requiere mayor, porque de
conseguir esta victoria contra estos valientes indios, que lo son más que cuantos
hay en estas provincias, quedaremos seguros en ellas, estimándonos los demás por
quien somos, que pues hemos vencido á quien ellos temen, no les estará bien no
entregarnos los cerriles cuellos, en nombre de nuestros Reyes Católicos”.361

Heredia sabía que el mejor beneficio que podía obtener en esta batalla, más que el oro que pudiera
conseguir, era la carga psicológica que tendría en los demás pueblos indígenas, después que los
españoles vencieran a los Yurbacos. Era consiente que el mito de gente feroz que descansaba sobre
Yurbaco desde que estos vencieran a Ojeda y sus hombres el 28 de febrero de 1510, no solo había
hecho mella en los españoles, sino también sobre los indígenas del Partido de Cartagena. Por esta
razón animaba a sus hombres a pelear con gran valor, y de lograr la victoria quedarían seguros en
estas tierras, pues habrían vencido no solo a un pueblo indígena ordinario, sino al pueblo que los
demás pueblos indígenas le temían.

En cuanto a esto, Heredia no estaba para nada equivocado. En una carta que se mandó a la
metrópolis, después de un tiempo de la batalla, confirmó a los reyes de Castilla que “de allí en
adelante los indios comarcanos le temían (a los españoles) viendo que han bien desbaratado y
muerto al pueblo de Tarnaco”.362 Luego de vencidos los yurbacos en la batalla, los españoles se
dieron al pillaje del pueblo y obtuvieron poco oro, porque los indígenas sabiendo el gran interés que
359
Pedro Simón (fray), TV. Op. Cit., p.10.
360
Estos treinta heridos fueron el resultado de la primera batalla, al parecer en la segunda batalla no hubieron
heridos españoles. luego de la primera batalla en el receso que hubo, el Gobernador mandó a recoger su gente,
entre estos habían treinta heridos. Luego de cauterizarles las heridas con fuego, los remitió al puerto con una
escuadra de soldados, una vez llegados a Calamary se trataron sus heridas provocadas por las flechas
lavándolas con agua de mar y se les dio a beber agua de membrillos. de estos sólo murió un español de
nombre Juan del Junco Montañés; al resto les quedo, por la fuerza del veneno, una mortal amarillez en todo el
cuerpo. Murieron cuatro caballos de los mejores, más por la gran fuerza del veneno que por lo penetrante de
las heridas. Ibid.
361
Pedro Simón (fray), TV. Op. Cit., p.11.
362
DIHC. T. IV, doc. 1588, p. 215.
139

tenían los españoles en este metal, lo habían escondido para que estos no se lo llevaran. Lo que se
tomó fue el oro que había en los sarcillos, narigueras, y colleres de los indígenas. Además se
tomaron presos 25 mujeres, algunos muchachos y un indígena adulto.

En este punto es lógico hacerse una pregunta: ¿Por qué logró Heredia imponerse militarmente ante
Yurbaco con aproximamiento 50 hombres ante centenares de indígenas, si tan solo 23 años antes
este pueblo logró una aplastante derrota sobre Ojeda y Juan de la Cosa, una persona considerada un
“excelentísimo y valiente capitán”? (ver imagen 19)

Imagen 19.

Fuente: Elaboración propia del autor.

Aquí hay varios aspectos que considerar. La batalla en la que Ojeda fue vencido el 28 de febrero de
1510, murieron 70 españoles, entre ellos Juan de la Cosa,363 e inició con un ataque sorpresa por
parte de los indígenas. Era de noche, los españoles se encontraban descansando, por lo tanto no
estaban preparados para combatir en ese momento, lo que les dio una gran ventaja a los indígenas.
Los españoles aturdidos en la oscuridad no sabían de dónde provenían las flechas; esto hizo que la
derrota fuera inminente. Pero 23 años después, las circunstancias eran diferentes, Heredia tenía en
cuenta de no caer en el fatal error de descuidarse como lo hicieron sus coterráneos en 1510. Heredia
y sus hombres estaban más preparados y alertas. Además, la batalla fue a plena luz del día.

363
Hermes Tovar Pinzón, Op. Cit., p. 32.
140

Es cierto que Yurbaco contaba con grandes ventajas ante otros pueblos indígenas de la región, y
esto lo confirma la hegemonía que tenía sobre sus pueblos vecinos. El ser un pueblo grade, rodeado
por tres cercas de árboles no era suficiente para contrarrestar a los españoles. Tampoco lo fue el uso
de flechas envenenadas, o el tener indígenas, tanto hombres como mujeres, diestrísimos y valientes
en la guerra. Yurbaco, eran un pueblo “neolítico”, por lo tanto, no conocía las herramientas de
metal; debido a esto sus armas más sofisticadas estaban hechas de madera y piedra, mientras que los
españoles contaban con lanzas metálicas, espadas, ballestas, armas de fuego, lo que les daría una
grandísima ventaja en el combate.

Otro punto a tener presente es que los españoles se protegían muy bien sus cuerpos de las flechas
envenenadas. Las armaduras metálicas hubieran sido una excelente protección para las flechas de
los indígenas, pero si a los españoles se les ocurrían usar estas armaduras en la zona tropical
caribeña, lo más probable es que se asaran vivos por el calor y la humedad. Esta es la razón por la
cual los españoles en las batallas con los indígenas caribes se protegían con prendas de vestir que
cubrían todo el cuerpo hasta la rodilla o con mantas; ambas prendas elaboradas con algodón
acolchadas, de tres dedos de ancho. Incluso, a los caballos les ponían prendas similares para
protegerlos de las flechas envenenadas. Oviedo afirmó que en las batallas con los indígenas
flecheros “andan los hombres (españoles) en ellas como en albardados é feos y de mala vista; pero
son útiles é mejores”.364

En el otro bando estaban los indígenas, quienes además de enfrentarse a las armas superiores de
españoles, que ya era una gran ventaja; la indumentaria para pelear no les favorecía en el combate.
La mayoría de los indígenas combatían casi desnudos, y si poseían algún atuendo como pectorales
de oro o prendas hechas en plumas de aves, esto no estaba diseñado para la protección en la batalla,
sino más bien para resaltar su valentía y espíritu guerrero.

La carga psicológica también debió ser un punto a favor de los españoles. Los indígenas no
conocían muy bien cómo funcionaban las armas de fuego, lo que debió impresionarlos al ver la
eficacia de estas en el combate. De igual manera debió de ser los perros que acompañaban a los
castellanos en sus expediciones, al igual que los caballos, los cuales jugaron un papel decisivo en la
batalla, pero también representaban un arma psicológica. Los indígenas no conocían los caballos,
incluso se admiraban al oírlos relinchar y pensaban que esos sonidos eran un lenguaje entre el
animal y su dueño.365 Si se admiraban solo con la presencia y el relinche de estos ¿cuánto más debió
de ser su admiración al verlos en medio de la batalla?366

El agotamiento que tenían estas comunidades indígenas también debió influir en su inminente
derrota. Hay que recordar que desde 1503 la reina Isabel II de España, “por despacho fechado en

364
Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia…op. cit., p. 432.
365
Ibíd., p. 440.
366
Es de notar que en la batalla solo muera un castellano y cuatro caballos. Pedro Simón (fray), TV. Op. Cit.,
p.10. Esto nos lleva inferir que los indígenas atacaban con sus armas tanto a caballos como a españoles, lo que
les dio una desventaja en la batalla, pues si fueran conocido que el caballo no era más que un animal
dominado por el jinete que lo monta, fueran centrado sus fuerzas en atacar solo a las personas y no a las
bestias en las que iban montados los castellanos, lo que fuera dado más ventaja.
141

Segovia á 30 de Octubre de 1503, dio licencia para cautivar á los Caribes y venderlos como
esclavos así en las Indias como en España”.367 Por lo tanto, después de más de dos décadas, cuando
llegó Heredia a ese territorio, estas poblaciones indígenas ya habían perdido gran parte de la
agresividad que los había caracterizado años anteriores, debido posiblemente a las continuas
expediciones que los españoles hacían en esta zona con el objetivo de conseguir indios y botín.368

Respecto a lo anterior, Eduardo Lemaitre aseveró que cuando Heredia se encontró con los Yurbacos
en enero de 1533, estos ya no eran los mismos de dos décadas atrás; diezmados sin duda por la
viruela y demás enfermedades traídas al Nuevo Mundo por los españoles, y desmoralizados por una
civilización superior a ellos en tecnología guerrera, su persistencia en luchar en esta acción, aunque
heroica, iba a ser menos eficaz. De otro lado, ya los españoles llevaban más de treinta años
conquistando pueblos indígenas en territorio americano, lo que sin duda había hecho que
perfeccionaran sus estrategias invasoras.369 (Ver imagen 20).

Al día siguiente de la batalla de Yurbaco, Heredia decide mandar desde Canapote una indígena de
edad avanzada a Yurbaco, de las que había tomado presa en la batalla. El mensaje consistía en
decirles a los yurbacos que volvieran a sus casas y cultivos, que vivieran algunos a Calamary para
devolver el resto de los 25 prisioneros que había capturado en la batalla, pero si reusaban, volvería a
subir a Yurbaco y acabaría con todos los indígenas que habían quedado de ese pueblo. Pero la
respuesta a este mensaje nunca llegó, ni tampoco vino nadie a reclamar a los prisioneros. Al tercer
día de la batalla envía otra indígena con el mensaje, pero esta tampoco volvió con respuesta.

Luego de unos cuantos días, Heredia insiste en someter a este pueblo por vías pacíficas. Como
muestra de esto Heredia envía otro indio que había tomado como botín en la batalla para que dijera
a los demás indígenas de Yurbaco que regresaran a sus pueblo, reedificaran sus casas y fuesen
amigos de los españoles, a cambio les daría regalos, pero de lo contrario, volvería a su pueblo y
acabaría con los indígenas que habían sobrevivido a la batalla. Aunque el mensajero prometió
volver a Calamary con respuesta, esta nunca llegó.370

Airado, Heredia, por no poder persuadir a los yurbacos a que se hicieran amigos de los españoles,
en el mes de febrero de 1533 mandó a llevar al resto de prisioneros a Jamaica para cambiarlos por
cazabe y carne.371 El gobernador decide dejar ese asunto así y parte a una expedición que va por
todo el Valle de Santiago hasta el río Magdalena en la región geografía donde hoy está la ciudad de
Barraquilla. Esta expedición le tomó casi tres meses. De regreso, se establece dos meses en Calamar
y funda la ciudad de Cartagena de Indias el 1 de junio de 1533.372

367
José Urueta, op. cit., p 73.
368
Carmen Gómez Pérez Op. cit., p. 225.
369
Eduardo Lemaitre, op. cit. P 88.
370
Gonzalo Fernández de Oviedo, historia…op. cit., p. 432.
371
Ibíd. p. 435.
372
Respecto a este intento pacifico de logar paz con los yurbacos Heredia informa al Rey en una carta:
“tómanosles hasta en cantidad de treinta o cuarenta indias, las cuales yo solté la mayor parte de ellas una a
una, haciéndoles entender como nosotros no veníamos a hacerles mal, y si alguno le habíamos hecho era
142

Imagen 20.

Fuente: Elaboración propia del autor.

porque ellos nos habían comenzado a flechar a notros, rogándoles que fueran nuestros amigos, pero tampoco
quisieron venir.” DIHC. T.III, doc. 467, p. 20.
143

Después de estos intentos fallidos de buscar amistad, los yurbacos quedan aparentemente olvidados
por los españoles; pero Yurbaco estaba ubicado en una de las regiones naturalmente más ricas de la
región, de hecho si por dos cosas se hizo famoso este pueblo fue por la valentía de sus gentes, por
su exuberante vegetación y por la abundancia de aguas de manantiales.373 Referente a esto, cuando
el pueblo ardía en llamas, una de las cosas que más le causaba dolor a los españoles era que se
perdieran junto con el incendio los “muchos géneros de árboles de frutas de la tierra” que habían en
los alrededores del pueblo.374 En el mismo sentido, Oviedo, quien estuvo por estos territorios,
reconocía que toda la tierra “desde el pueblo de Taragoaco adelante, es muy buena para ganados, de
hermosas savánas ó vegas y montes y boscajes claros: y esto es en un valle bien luengo, por el qual
va un gentil arroyo de muy buena agua de fuentes”.375 Además, Yurbaco estaba muy cerca de la
bahía, así que esta localidad se podía visionar como una futura población que le fuera de gran
utilidad a Cartagena. Teniendo en cuenta todos estos puntos, se puede comprender la insistencia de
Heredia por ganarse el favor de los indígenas después de la batalla en que estos perdieron. También
es fácil comprender que Heredia siguiera insistiendo en hacerse amigo de los yurbacos.

Cuando Heredia regresó de su expedición por el Partido de Cartagena, nota que muchos de las
indígenas de pueblos comarcanos deciden hacerse amigos de los españoles, y para demostrarlo
llevan regalos a los españoles o elementos de oro con el fin de hacer trueque. Así que para ratificar
la paz con los pueblos indígenas comarcanos el 9 de mayo de 1533 Heredia decidió visitar los
pueblos de la ribera de la bahía como lo eran Cospique y Matarap. Luego de doce días de esta
visita, al llegar Heredia nuevamente a Calamary, se encontró con la sorpresa que entre los indígenas
que llegaban a ese sitio a buscar el favor de los españoles, habían varios indígenas de Yurbaco,376
esto incentivó a Heredia para que nuevamente intente ratificar la paz con los yurbacos.

Había pasado casi cinco meses de la batalla de Yurbaco y la ciudad de Cartagena apenas tenía cinco
días de fundada, cuando el gobernador decide otra vez llegar a esta población; esta vez va
acompañado de algunos indígenas de Tesca y un cacique con más de 50 indígenas del que no
especifica el pueblo al que pertenecían, para que les sirvieran de respaldo si los yurbacos volvían a
optar por la vía guerrera en el trato con los españoles. Este grupo de personas llega a Yurbaco
alrededor de la una de la tarde del 6 de junio de 1533, y aunque habían pasado casi 5 meses desde la
última batalla, el pueblo todavía se hallaba quemado y desolado.

Todo parece indicar que los habitantes del pueblo estaban divididos en cuanto a si se iban a hacer
amigos de los españoles o no. Algunos yurbacos se mostraban reacios a recibirlos, pero otro grupo
se mostró más pacífico e incluso dieron alimentos a la inesperada visita. Estos indígenas quizás se
hallaban desconcertados con la presencia de Heredia en su territorio, pues si ya les había saqueado,
quemado el pueblo y matado una gran cantidad de hombres; entonces ¿qué estarían buscando de

373
Lucas Fernández de Piedrahita, op. cit., p. 82.
374
DIHC. T.VI, doc. 1588, p. 215.
375
Gonzalo Fernández de Oviedo, historia…Op. cit., p. 449.
376
Ibíd., p. 478.
144

nuevo en sus tierras? ¿Estarían los españoles interesados en el oro escondido en la batalla que
habían tenido en el mes de enero?377

Esta incertidumbre no duraría mucho. Pronto los indígenas notarían que a Heredia le interesaba el
pueblo era por la ventaja geográfica que le proporcionaba su ubicación y sus prodigios naturales.
Sin duda, Heredia, viendo las bondades del clima de la colina en la que estaba asentado Yurbaco, y
que el peligro ya no era inminente, decidió quedarse a dormir esa noche en el pueblo. Él y sus más
de 50 hombres duermen en unos nuevos bohíos que los indígenas habían hecho al lado del pueblo
devastado.

En la mañana del 7 de junio de 1533, los indígenas tuvieron la intención de darle oro a Heredia para
ratificar la paz con los españoles pero este lo rechazó y les dijo que en otra ocasión que pasara por
allí y tuvieran más oro, lo recibiría con mucho gusto. Además, les dio instrucciones a los yurbacos
que volvieran a construir el pueblo donde lo tenían primero, que no tuviesen temor de los
españoles.378 Desde ese día, 6 de junio de 1533, no se hallaron más informes de enfrentamientos
entre yurbacos y españoles; sino más bien se dice que Heredia tomó este pueblo como sitio de
descanso y abastecimiento de alimentos para él y sus hombres cada vez que hacía expediciones
cerca a Cartagena.379

Así termina el capítulo que habla de la conquista de Yurbaco por parte de los españoles. Lo más
posible es que desde ese momento en adelante, los Yurbaco, al igual que los demás indígenas
comarcanos, siguieran siendo amigos de los españoles. Quizás entre los indígenas que participaban
en las expediciones castellanas como intérpretes, diplomáticos, guerreros, constructores de casas en
la joven Cartagena de Indias, se encontraran algunos indígenas de este pueblo, o que hubiera
indígenas yurbacos entre los que iban a comerciar productos en Cartagena o mendigar a la ciudad.
Pero lo que sí se puede afirmar con certeza es que estos pueblos no tomaron las armas en contra de
los españoles de forma colectiva. La documentación conservada al respecto no hace alusión a eso,
sino más bien a que los pueblos cercanos a Cartagena, una vez fueron conquistados en el primer
semestre de 1533, permanecieron en paz con los españoles.380 ¿Cómo se puede saber esto?

En las cartas que se mandaron a Castilla posterior al descubrimiento, cuando se hace alusión a los
indígenas comarcanos a la ciudad, nunca se mencionó que estuvieran en guerra, sino más bien todo

377
Ibíd., p. 458.
378
Ibíd., Pp. 448-450.
379
Ibíd.
380
Aunque los indígenas de comarcanos a Cartagena de Indias no se sublevaron de forma colectiva, si
encontramos que hubo al menos dos sublevaciones de pueblos un poco retirados de la ciudad. El primero de
estos fue Mahates, que entre 1535 y 1537 se alzaron en contra de los españoles debido a malos tratamientos.
Al parecer Vadillo los logro pacificar en 1537. Carmen Gómez Pérez, Pedro de Heredia…, op. cit. p.253. el
otro alzamiento se dio en los pueblos indígenas cerca de Mompox entre 1541 y 1542. la causa de la rebelión
eran malos tratamientos por parte de españoles y el excesivo cobro de tributos. En una carta que manda fray
Gerónimo de Loaiza a la metrópolis en la que anuncia su partida al Perú como nuevo obispo de esas tierras,
informa sobre la situación de los indígenas de la provincia de Mompox: “dicha provincia se ha alzado no sé si
por los excesivos tributos o malos tratos han muerto más de treinta cristianos y muchos negros. A los indios
por tomarles oro lejos de hacerles los debidos requerimientos.” DIHC. TVII, anexo, p. 335.
145

lo contrario. Como prueba de esto, se encuentra que para el año de 1538 llega a los oficiales de
Cartagena una carta con fecha de 8 de octubre. Aquí la reina Juana I de Castilla pide hacer una
Fortaleza en Cartagena para que sirva de defensa contra posibles ataques de indígenas enemigos o
piratas. Además en ella se debería hacer un lugar para fundir el oro que se trajera de las
expediciones del interior de la provincia. Para esto se debería utilizar la mano de obra de indígenas
de pueblos cercanos; la obra se financiaría con dineros de la Hacienda Real.381

La respuesta a esta petición de la reina es redactada el 13 de octubre de ese mismo año. Los
oficiales argumentan que para hacer esa fortaleza se necesitaría piedras, y de estas no hay en
Cartagena ni en sus alrededores, las más cercas estrían es en la isla Carex, sería muy difícil de
traerlas a la ciudad para construir dicha fortaleza. Además explican que para defender la ciudad de
ataques piratas se necesitaría más de una fortaleza, otras estructuras de defensas y murallas. Los
oficiales dicen a la Reina que para defender la ciudad de posibles ataques piráticos están los mismos
vecinos. Respecto a los indígenas enemigos dicen que no son un peligro porque todos los pueblos
comarcanos ya están en paz, así que el peligro de parte de indígenas rebeldes que fueran a atacar la
ciudad no existía en Cartagena de Indias.382.

Al parecer, Cartagena no tenían ningún peligro de ser atacada por indígenas comarcanos, excepto
por un solo pueblo: Bahaire. El 21 de abril de 1539 Juan de Santa Cruz informó al Rey que no es
posible cumplir con la capitulación que ordenaba que por ninguna razón se debían tomar indígenas
por esclavos, al menos con un solo pueblo que al parecer era el único asentamiento indígena que no
se había podido diezmar desde tiempos prehispánicos en el las cercanías de Cartagena. Santa Cruz
así lo refirió:

“Aquí hay un pueblo de cinco leguas de esta ciudad que lo llaman Barú, que es una
ciénaga que no se puede andar si no con canoas, el cual ni Pedro de Heredia todo el
tiempo que estuvo, ni el licenciado Vadillo nunca pudieron hacer de paz, porque
están a su salvo que todas las veces que allá han ido cristianos les han muerto
cristianos con las flechas (…) Si alguna vez le han logrado quemar bohíos; toda su
habitación es en los montes. Y ahora después que yo envíe la gente salieron en
ciertas canoas a robar un barco que iba por la mar”.383.

Según estas dos fuentes: donde los oficiales de Cartagena dicen que no es necesario hacer una
fortaleza en Cartagena para protegerse de indígenas enemigos y donde se afirma que el único
pueblo que no se había podido traer a las paz desde tiempos prehispánicos era Bohaire o Barú; se
puede determinar que lo más posible es que, a excepción de Barú, todos los pueblos indígenas
cercanos a Cartagena, lo que incluye a Yurbaco, una vez fueron conquistados, no se volvieron a
revelar contra el poder español de forma colectiva. Si no más bien, como ya se ha visto, muchos
indígenas buscan alinearse con el orden español o por el contrario, huir de sus pueblos y así seguir

381
DIHC. T.V, doc. 1159, p. 36.
382
DIHC. T.V, doc. 1160, p. 37.
383
DIHC. T.V, doc. 1285, Pp. 219.
146

con su vida alejados de la influencia española; pero no se muestra enfrentamientos entre indignas
comarcanos y españoles.

4.2. El territorio Yurbaco en los proyectos españoles.

Después del 6 de junio de 1533 no se encuentra más información sobre los yurbacos hasta que este
pueblo es encomendado en 1540, la razón de esto quizás sea la relativa paz de la que gozó este
pueblo después de que lograra hacer las paces con los españoles. Pero aunque no se haga mención
de los indígenas, sí se hace referencia al aprovechamiento que los españoles intentaban dar al
territorio de este pueblo. En la documentación que se utilizó en esta investigación, se encuentran
dos proyectos que se destinarían a hacerlos en Yurbaco, gracias a sus ventajas naturales. Estos dos
proyectos son el acueducto de Cartagena y un ingenio de Azúcar.

El ingenio de Yurbaco. Aunque el principal interés de los españoles que llegan a Cartagena en los
primeros años de fundada la Gobernación era la explotación del oro del Zenú, se puede notar que
algunos de ellos decidieron incentivar la agricultura en el territorio de Cartagena. Y La licencia
dada a Heredia en 1532 daba la facultad para ello. Esta capitulación en parte decía: “en la dicha
tierra tengáis en ella todas las granjerías, así de ganados y labranzas (…) y así mismo que el primer
ingenio de azúcar que hiciereis en la dicha provincia sea libre por vuestra vida”.384 Pero en la
primera gobernación de Heredia (15533-1536) las granjerías y la ganadería fueron nulas. Heredia
tuvo como principal objetivo hacer expediciones por su provincia y el saqueo del oro del Zenú,
dejando a un lado la elaboración de granjerías y estancias. Esto se dice porque para 1536 cuando el
obispo fray Tomás del Toro inspeccionó el territorio de la Gobernación de Cartagena apuntó en una
carta: “en toda esta provincia no hay ni ganado ni labranzas ni otras maneras de ganar diezmos a los
curas”.385

Aunque en el primer período de Heredia como gobernador no se hizo el ingenio, la Corona seguía
insistiendo en que este se hiciera en la Gobernación de Cartagena. El Rey al darse cuenta que el
licenciado Juan de Santa Cruz tenía experiencia en la elaboración de ingenios y que este mismo ya
le había hecho la petición de hacer uno en Cartagena antes de llegar como gobernador interino, el
Rey mandó una real cedula con fecha de 7 de diciembre de 1537 en la que le pidió a Santa Cruz que
empezara esta empresa. Para esto el Rey le dio toda la libertad para que llevara a Cartagena cañas y
cualquier otra cosa que necesitara para el ingenio y efectivamente así lo hizo Santa Cruz.386

Dos años después de emitida esta orden, el Rey volvió a tocar el tema; aquí comunica al obispo de
Cartagena que Santa Cruz “fue a esa provincia muchas cañas de azúcar, las cuales ha plantado en el
arroyo y sitio que dice de Turvaco, para que se riegue del dicho arroyo hasta en cantidad de dos

384
DIHC.T. II, doc. 377. P. 280.
385
DIHC.T.IV, doc. 805. P.84.
386
DIHC.T.IV, doc.1021. P.272.
147

anegadas (un poco más de una hectárea) de tierra y sitio para hacer el dicho ingenio”. Esta cita deja
claro que el ingenio fue construido después de 1537 por Santa Cruz en territorio de Yurbaco, pero
no estaba establecido plenamente; lo sabemos porque el propósito del comunicado a Loaiza es que
se le ratifique a Santa cruz el lugar y la demarcación de terreno y solares para que se agrande los
cultivos de caña de azúcar, y para decir que debía tenerlo acabado dentro de tres años.387

Esta petición del Rey nuca se llevó a cabo; porque poco tiempo después de que Loaiza recibiera la
carta, parte al Perú a ocupar su nuevo cargo como obispo de aquella gobernación. Así que no se le
confirmó a Santa cruz la delimitación de los solares y el terreno que debería ocupar el ingenio, por
no tener la aprobación del obispo, ni tampoco se le pone el plazo para que lo termine. Esto se sabe
porque así lo expresó el 6 de julio de 1543 en una carta el príncipe Felipe de Castilla, quien después
sería el rey Felipe II. En este documento el príncipe pidió a fray Francisco de Benavides, obispo de
Cartagena de esa época, que hiciera cumplir lo que Loaiza no hizo por su traslado al Perú.388

Este caso del ingenio de Yurbaco no ha pasado desapercibido por dos historiadores que han
estudiado la Cartagena de comienzos del siglo XVI. Algunos de estos muestran el ingenio hecho
por Santa Cruz en territorio Yurbaco como una de las efemérides más sobresaliente de la historia
colonial, no solo de Colombia, sino también de América continental. Al asegurar que este no fue
solo el primer ingenio hecho en suelo turbaquero, sino que fue el primero en el país y en tierra firme
americana. Así lo confirmó Roberto Arrázola en su libro Secretos de la historia de Cartagena.389 Y
Alberto Zabaleta Lombana afirmó que el ingenio hecho por Santa Cruz fue el “primero en tierra
firme. El pueblo de Turbaco tuvo ese privilegio en terrenos aledaños al arroyo de Turbaco. Hoy
arroyo de Matute”.390

El canal de Turbaco. Otro aprovechamiento que se quiso hacer de Yurbaco fue el de utilizar sus
aguas manantiales para hacer un acueducto. Este llevaría las aguas del arroyo de Matute hasta la
ciudad de Cartagena. Aunque la obra se empezó y fue avanzada en gran manera nunca fue
terminada; la razón es que los dineros que se destinaban a la construcción del acueducto siempre
terminaban usándose en otros proyectos para la ciudad; en especial para la construcción de murallas
y fuertes de defensa contra piratas y corsarios.

Enrique Marco Dorta, en su tesis doctoral que es publicada en 1951 con el título Cartagena de
Indias La ciudad y sus monumentos, es quien trata este tema a fondo. Su estudio está basado en el
desarrollo urbano y de las construcciones civiles, militares y religiosas de Cartagena durante los tres
siglos de colonia en Cartagena de Indias. En una parte de su investigación pone énfasis en el
proyecto del acueducto de Turbaco.

Algo que hay que tener en cuenta es que uno de los principales problemas de la ciudad de Cartagena
era la falta de agua potable, esto era consecuencia de haber fundado la ciudad en un lugar donde no

387
DIHC.T.V, doc.1022. p 246.
388
DIHC.T.VII, doc.1669. p 40.
389
Roberto Arrázola, Secretos de la historia de Cartagena, Tipografía Hernández LTDA., Cartagena de
Indias, 1967, P 39.
390
Alberto Zabaleta Lombana, op cit., p 58
148

había fuentes naturales de agua dulce como ríos o arroyos. Esta carencia de agua fue una de las
principales razones por las que Juan de Vadillo pretendiera mudar la ciudad un lugar más
conveniente para sus habitantes; pero las excelentes condiciones geográficas que tenía la bahía
visionaban a la joven ciudad como puerto español seguro contra ataques de piratas o naciones
enemigas de España, e hizo que prevaleciera su primitivo emplazamiento en la isla Calamary.

Una de las soluciones que propusieron los funcionarios reales de Cartagena desde 1537 fue traer
agua del arroyo Yurbaco, por ser esta la fuente de agua dulce más cerca de la ciudad para que
abasteciera a los cartageneros. Pero el proyecto no vendría a tenerse en cuanta si no 28 años
después, cuando desde la metrópolis se envió una real cédula al gobernador para que decidiera si
era conveniente hacer la construcción del dicho canal, para abastecer a Cartagena de Indias de
agua.391

Desde 1576 por orden de Pedro Fernández del Busto, gobernador de esa época, el dinero para la
ejecución del proyecto se empezó a recolectar, cobrando ciertos derechos sobre los esclavos y
mercaderías. Pero no fue sino hasta 1577 cuando el cosmógrafo de la real armada Alonzo Álvarez
empezó a dar orden de ejecutar el proyecto del acueducto.392

La obra fue truncada por dos razones. Primero porque Álvarez tuvo que irse para España por orden
del General de la armada así que las obras se paralizaron. Y la otra razón es que los comerciantes se
habían quejado de los impuestos estipulados por Fernández del Busto y por ello estos se habían
prohibido. En consecuencia, se da en una real cédula con fecha de 24 de enero de 1578, en donde
dice que “la obra avía cesado estando ya echo lo más costoso della y comprados muchos materiales
teniendo buenos oficiales diestros en el particular de la dicha obra” la estructura del acueducto de
Turbaco se describía como una construcción “de cal y canto y arcos grandes que es cosa muy que
ver y obra muy grande”.

Aunque lastimosamente no se conservó la obra del acueducto colonial de Turbaco- Cartagena. Es


posible hacerse una idea de cómo pudo haber sido, observando cómo es un acueducto hecho para la
mismos años, pero en otro lugar de América.

Esta referencia se hace precisamente al acueducto del padre Tembleque en la Nueva España. Esta
obra de ingeniería se empezó a proyectar en la Nueva España desde 1541. Para este año existía un
plan para la edificación del acueducto que unía a los pueblos de Otumba, en la jurisdicción de
México, y Zempoala en la jurisdicción de Hidalgo, a cargo de fray Jacobo de Testera. Sin embargo,
por causas desconocidas, este plan no se llevó a cabo, aunque fue retomada en 1553, bajo la
conducción de fray Francisco de Tembleque, quien lo habría de llevar a su puerto final.393

391
María del Carmen Borrego Plá, Cartagena… op. cit., p24.
392
Enrique Marco Dorta, op. cit., p 40.
393
Criterio la verdad Impresa, “Libro reúne proceso de construcción de acueducto del padre Tembleque”,
http://www.criteriohidalgo.com/letras/noticias/libro-reune-proceso-de-construccion-de-acueducto-del-padre-t
30 de diciembre del 2015.
149

La construcción de la obra tomó 17 años y finalizó en 1572. Dejó de funcionar en 1674, y cuatro
años después fue sometido a una reparación. Sin embargo, a mediados del siglo XIX el agua había
dejado de correr por sus conductos. En la actualidad la estructura del acueducto del padre
Tembleque se conserva en México y es considerada monumento nacional. Si el acueducto de
Turbaco-Cartagena se fuera culminado y conservado, quizás luciría similar al acueducto del padre
Tembleque que fue construido para la misma época que el de Cartagena. (Ver imagen 21).

Imagen 21.

Fuente: Fray Francisco Ajofrin, Diario del viaje que por orden de la sagrada congregación de
propaganda fide hizo a la américa septentrional en el siglo XVIII, Madrid, Editorial Maestre Norte,
1959. p. 198.
150

4.3. Los yurbacos ante la encomienda.

De otro lado, sobre los indígenas yurbacos como tal, se vuelve a tener noticias sobre ellos solo hasta
1540, cuando fray Gerónimo de Loaiza encomienda los pueblos del Partido de Cartagena. En ese
entonces Yurbaco pasa a ser encomendado a Rodrigo Durán, quien fuera el capitán de la cuarta y
última hueste que llega a Cartagena. Este también ocupaba los cargos de teniente y contador de la
ciudad cuando es encomendado a Yurbaco.394 Entre 1540 y 1544 a algunos encomenderos se les dio
por vender los pueblos que tenían en encomienda. Esta compra y venta se hacían algunas veces de
un español a otro a cambio de dinero, caballos o negros esclavos; pero Yurbaco permaneció con el
mismo dueño, Rodrigo Durán. La documentación muestra que solo el 7 de enero de 1544 el pueblo
pasó temporalmente a su hijo Cristóbal Durán.395

Aunque en 1540 Loayza y desde 1541 en adelante, Heredia hacen repartimientos de pueblos
indígenas, se puede encontrar que en 1542 desde Castilla se redactan nuevas leyes en cuanto a las
encomiendas. Estas leyes no llegaron a Cartagena sino hasta 1544, cuando Díaz de Armendáriz
llegó a Cartagena como gobernador interino. Estas ordenanzas intentaron suprimir cualquier
privilegio que tuvieran los pobladores de las ciudades americanas sobre los indios encomendados y
buscaba que con el tiempo estos pasaran exclusivamente a la Corona. Estas pautas se pueden
resumir en cuatro puntos:396

 Ningún español podía otorgar encomiendas.


 Una vez muerto el encomendero de un pueblo, este no pasaría como herencia a sus
familiares.
 Ni el gobernador ni los oficiales de la ciudad podían tener encomiendas.
 Se prohibía que los indígenas pagaran tributo con servicios personales o con trabajos.

Como era de esperarse, los encomenderos en Cartagena se opusieron a esta medida. Pero al parecer
Heredia conocía sobre estas leyes y las trató de poner en práctica. Con base en esto, puso varios
pueblos en nombre de la Corona que antes estaban bajo el poder de algunos oficiales. Entre estos se
encontraba Yurbaco; así que Yurbaco pasa a estar en Nombre de la Real Corona desde 1544.397
Pero al parecer esto solo quedó en la documentación, pues los antiguos propietarios siempre
buscaron la manera de seguir aprovechándose de los pueblos indígenas de forma ilegal.

Pero en todo caso, una vez llegado Armendáriz a Cartagena, no permitió que estas nuevas leyes
entraran en vigencia en a ciudad, al menos por dos razones: primero, porque si se había establecido
que los indígenas se encomendaran era por la gran necesidad que tenían los habitantes de la ciudad
de no tener muchos recursos para subsistir en Cartagena, esta fue uno de los principales motivos
por los que se pasó de fallido modelo impuesto desde 1533 a 1540, donde no se permitía que los

394
María del Carmen Borrego Plá, Cartagena de Indias... op. cit., Pp. 108-109.
395
María del Carmen Borrego Plá, Cartagena de Indias… p. 112.
396
Ibíd., op cit., pp. 129-131.
397
Carmen Gómez Pérez, Pedro de Heredia… op. cit., Pp. 249, 398.
151

indígenas se encomendaran al modelo de encomiendas. Otro motivo fue que, aunque según la
documentación, los indígenas estaban encomendados desde 1540, lo cierto es que la mayoría no se
habían encomendado hasta 1544 debido a la mala disposición de los indígenas a aceptar pagar
tributos a los españoles y como represalia muchos indígenas habían abandonado sus pueblos.398
Estas fueron al menos dos razones por las cuales Armendáriz no hizo que entrara en vigor las leyes
nuevas.399

Entre 1544 y 1549, el maltrato a los indígenas seguía; y aunque los oficiales de Cartagena se
opusieran a conceder a los pueblos a la Real Corona, desde Castilla se fueron redactando y haciendo
que se estipularan normas de manera cautelosa que fueran quitando poder a los oficiales que tenían
a su mando pueblos encomendados.

Ante el inminente peligro de perder las encomiendas, algunos oficiales reales optaron por una
estrategia para no perder el poder que ejercían en los pueblos. De forma astuta, algunos oficiales
pasaron las encomiendas a sus familiares y así seguir teniendo parte en los pueblos. Por esta razón,
el rey Carlos I de España estipuló el 6 de agosto de 1546 que los pueblos que los encomenderos
hubieran pasado por herencia a sus esposas e hijos les fueran quitados. La razón era que estas
personas no podían defender al pueblo por la vía militar si alguna vez la situación lo ameritaba. La
única razón para permitir que los pueblos quedaran en manos de un familiar de los antiguos
encomendero, es que estos fueran hijos varones y estuvieren casados, entonces podía tener casa
poblada, caballos y armas para la defensa del pueblo.400

Pero la Corona fue inflexible y en enero de 1547 se estableció la ley que mandaba que los pueblos
se les fueran quitados a los oficiales de Cartagena y pasaran a la Corona. El beneficio de esto sería
que los tributos a los indígenas bajaran y en algunos cosos a la mitad. Pero algunos oficiales de
Cartagena, entre estos Alonzo de Saavedra, tesorero; Rodrigo Durán, contador; Juan Velázquez,
veedor y otros oficiales reales, declaran que tenían granjerías en sus encomiendas; por lo cual
necesitaban tiempo para entregar los pueblos. Por lo tanto, el 7 de marzo de 1547, Alonzo López de
Ayala ordena que en el lapso de dos meses los oficiales deban buscar ubicación a sus ganados fuera
de los pueblos de indígenas. Siete días después, López de Ayala da orden que en los dichos dos
meses lo oficiales no se sirvan de los indígenas encomendados. Por fin el 17 de marzo quedan los
pueblos que estaban en cabeza de los oficiales en nombre de la Real Corona.401

Así, Yurbaco después de estar por 7 años encomendado a Rodrigo Durán y su hijo, pasó entonces a
la Corona. López de Ayala refiere este suceso de la siguiente forma: “Los pueblos de Turbaco y
Cipaaca, que estaban encomendados a Rodrigo Durán contador de su Majestad de esta gobernación,
y Cristóbal Durán, su hijo, lo puso en depósito en nombre de la Corona Real en Pedro de Ayllón
conquistador de esta gobernación.” Aquí Ayllón tenía como objetivo “tener en quietud y paz a los
dichos indios (yurbacos e) industriarlos en las cosas tocante a muestra santa fe.” La retribución de

398
DIHC. T.VII, doc. 1685, p. 85.
399
Armando Luis Arrieta. op. cit. p. 111.
400
DIHC. T. X, doc. 1847, p. 199.
401
DIHC. T. VII, doc. 1869, p 228.
152

este por su trabajo sería la mitad del tributo que dieran los indígenas que no fuera oro, pues el oro y
la otra mitad del tributo serían para el Rey.402

Ahora bien, ¿qué datos se tiene de los indígenas yurbacos mientras estaban bajo el régimen de
encomiendas? Sobre este asunto se cuenta con dos documentos que reflejan el estado de este pueblo
mientras estaba bajo el poder de los españoles encomenderos. El primer documento data del 8 de
diciembre de 1549, redactado por Gaspar de Robles, contador de Cartagena. El segundo es
redactado por Cristóbal de Latovilla en 1552. En ambos documentos se portan datos del estado de
Yurbaco en el período de encomiendas a mediados del siglo XVI.

Informe de Gaspar de Robles contador de Cartagena.403 Como ya se estuvo analizando, la última


vez que se tuvo noticia de los Yurbaco fue en 5 de junio de 1533. Todo parece indicar que después
de esta fecha Yurbaco permaneció pacífico con buenas relaciones con los españoles. Desde 1540 a
1547 Yurbaco pasó a estar bajo el poder de dos encomenderos: Rodrigo Durán, y temporalmente en
ocasiones a su hijo; luego de 7 años en poder de Pedro de Ayllón en representación del Rey. Dos
años después, el domingo 8 de diciembre de 1549 llega a Yurbaco Gaspar de Robles, contador de
Cartagena, con el propósito de “aclarar de qué cosas había de hacer cargo el factor (Luis Bravo)”,
quien estaría remplazando a Pedro de Ayllón, el cual por derecho debería tener a cargo a Yurbaco
en representación de la Corona.

Este documento da algunos detalles muy interesantes. Cuando Robles llegó a Yurbaco se encontró
con un pueblo grande compuesto de cinco barrios, y cada uno a cargo de un cacique. El primer
barrio se llamaba Panpimana, en el cual residía Ponín, quien era el cacique principal de Yurbaco
para esa época. Este tenía a su cargo 14 bohíos poblados de indígenas casados. De los otros barrios
no se da el nombre, pero sí el de los caciques o capitanes que los regían. Estos son Francisco Guana,
con 14 bohíos de indígenas casados; Juanico tenía a su disposición siete bohíos poblados de
indígenas casados; Francisco con ocho, y otros dos caciques de nombres Luna y Moxinga con 11
bohíos de indígenas casados a su disposición. En total, Yurbaco contaba con 54 bohíos con
indígenas casados, sin contar los bohíos en los que pudieran vivir indígenas viudos, ancianos o
solteros.

Esta es la información con la que se cuenta sobre la organización de Yurbaco para mediados del
siglo XVI. El documento no arroja un dato del número de sus habitantes, tampoco si ya había
iglesia construida para esta época o tenían un cura permanente. Pero lo que sí se puede inferir es
que a mediados del siglo XVI Yurbaco aún conservaba en forma significativa su estructura
prehispánica: Pueblo dividido en barrios, y estos bajo la dirección de capitanes o caciques, los
cuales a su vez estaban bajo el mando de un cacique principal.

También es posible que la estructura física de Yurbaco no haya sido modificada de forma
significativa (un pueblo rodeado de cercas de árboles, con una plaza central, en la cual vivían los
caciques y capitanes en casas suntuosas), ya que solo desde el 9 de octubre de 1549 es que se

402
Ibíd., Pp. 228-229.
403
DIHC. T.X, doc.2283, Pp. 154-145.
153

empieza sugerir desde la metrópolis que para que haya mejor aculturación del indígena, se debía
desestructurar el ordenamiento territorial prehispánico de los barrios indígenas en los pueblos y
juntarlos según el orden español. Entonces los pueblos contarían con una plaza central donde se
diera la vida social y el comercio de los nativos. En la dicha plaza estarían presentes, alrededor de
esta, edificios donde rigieren los poderes eclesiásticos, reales, judiciales e indígenas. Es decir,
encomendero, sacerdote católico, cacique y juez.404 Aunque esto se empezó a sugerirse desde 1549;
no fue sino hasta 1559 que se empezaran a dar estos cambios en los pueblos de indígenas del Nuevo
Reino de Granada.405 Por lo tanto, lo más factible era que tanto Yurbaco como los pueblos
indígenas de la Gobernación de Cartagena, o del Nuevo Reino de Granada, conservaran en gran
medida su estructura física prehispánica como mínimo hasta 1560.

Otro dato interesante que da este informe es sobre el idioma. Todo parece indicar que de los
indígenas de Yurbaco, aunque algunos de estos llevaban más de 15 años prestando servicios en la
ciudad de Cartagena, la mayoría todavía no habían aprendido el idioma castellano. Respecto a esto,
Robles informó que para explicar a los indígenas sobre su nueva asignación como pueblo
encomendado al Rey, tuvo que hacerlo mediante un intérprete; y para obtener la información del
número de bohíos que eran habitados por indígenas casados, tanto Ponin como los otros caciques lo
hacían mediante granos de maíz.

También se informó que los Yurbacos, aunque la mayoría no hablaban castellano, algunos
empezaron a escuchar los nombres de los españoles, y a sustituir sus nombres prehispánicos y
colocarse nombres en lengua castellana. Robles así lo informó: “Los indios por estar cerca
Cartagena toman nombres de cristianos y no lo son”. De hecho, tres de los caciques de Yurbaco
para mediados del siglo XVI tenían nombres españoles: Francisco, Francisco Gauana y Juanico. De
igual forma, Gaspar Alonso de Robles iba acompañado de un joven indígena que se había
convertido al cristianismo y servía como criado en su casa ubicada en Cartagena de Indias. Este
joven también servía de intérprete en los pueblos indígenas cuando los visitaba. Aunque era
indígena se conocía con el nombre español de Dieguito.406

Luego de establecer el número de bohíos de indígenas casados, Robles pasa a tasar los tributos que
debería pagar el pueblo a la Corona. El pueblo debería tributar al Rey dos hamacas cada 4 meses.
De igual forma, cada bohío daría dos gallinas, que sumadas serían 108 gallinas cada cuatro meses.
Y cada tres meces darían seis petacas. Además, los yurbacos deberían ir cada año a buscar miel para
darla como tributo; y de lo que cazaran también darían tributo.

Robles describió el territorio donde se asentaba Yurbaco como “un valle con dos arroyos de buena y
harta agua”, refiriéndose así a los dos arroyos que pasan por el casco urbano del actual municipio de
Turbaco, que en la actualidad se conocen con los nombres de Cucumán y Mameyal. Gracias a este

404
DIHC. T.X, doc. 2236, Pp 154-145.
405
Marta Herrera Ángel. “Ordenamiento espacial. de los pueblos de indios: dominación y resistencia. en la
sociedad colonial.”
http://www.insumisos.com/lecturasinsumisas/Ordenamiento%20espacial%20y%20territorial.pdf. 26 de julio
del 2015.
406
DIHC. T.X. doc.2289, p 218.
154

altozano regado por aguas de manantial, Robles sugirió que en este pueblo los españoles tuvieran
sus estancias de ganado y huertas; de la misma forma que ya se venía haciéndose alrededor del
arroyo que está a la subida del pueblo, que hoy se conoce con el nombre de Matute. Aquí los
españoles tenían sus huertas y estancias de ganado desde algunos años atrás. De hecho, en esta
misma zona fue donde se inició el primer ingenio de azúcar, y en 1560 se iniciaría la construcción
del canal de agua de Turbaco.

Una de las cosas que más se pueden notar en el documento de Gaspar de Robles es que cuando
entró al pueblo y logró encontrarse con Ponín, le pregunta que ¿a quién le sirve el pueblo? El
cacique le responde que en tiempos anteriores le servían a Rodrigo Durán, y que en ese momento,
diciembre de 1549, le servían a la esposa de Rodrigo Durán. Esta información contrasta con la
orden dada por el rey Carlos I de castilla en 1546, que en parte decía que las mujeres no podían
tener pueblos en encomienda, porque estas “no son hábiles ni capaces detener indios encomendados
y faltan en ellas razones porque se permitieron las tales encomiendas, pues no defienden la tierra, ni
pueden, ni quieren tener, usar de armas ni caballos para la defensión de ella”.407

Aunque Gaspar de robles no especifica que motivó su visita a Yurbaco, esto quizás sea una razón
por la cual se hizo, pues según la última tasación hecha a Yurbaco, este pueblo había quedado en
manos de la Real Corona, y en representación de esta quedaba Pedro de Ayllón, con el objetivo de
instruir en la fe a los indígenas y hacer que se cumpliera lo relacionado con los tributos que se
debían pagar al Rey.408 Pero dos años después, el cacique Ponin no mencionó que estuviera pagando
tributo a la Real Corona. Además, en ningún momento mencionó a Pedro de Ayllón como persona
encargada del pueblo, o que este pueblo fuera estado encargado a Ayllón en alguna ocasión. Sino
más bien, dice que estaban encomendados a Rodrigo Durán y después a su esposa.

Esto demuestra que muchas veces las normas redactadas en Castilla para la regulación de los
pueblos indígenas en Cartagena, aunque llegaran a la ciudad y se pregonaran, muchas veces solo
quedaba en el papel. Por esta razón, era necesario que se mandaran funcionarios reales a los pueblos
de indígenas a verificar y hacer cumplir las normas reales como fue el caso particular de Gaspar
Alonso de Robles, para el caso de Yurbaco y Guayepo para diciembre de 1549.

En vista de esto, Robles pasó a decir a Ponin, que desde esa fecha en adelante deberían servir
solamente a su Majestad, y no a otro español. En representación de la Corona quedaría en el pueblo
el factor de Cartagena, Luis Bravo. Este tendría a disposición tres bohíos y cuatro indígenas para su
servicio.409 (Ver gráfico 3 y 4).

Pero la situación de Yurbaco no parece haber sido de mucho sosiego a mediados del siglo XVI.
Aunque en este pueblo estaba Luis Bravo velando por la seguridad del pueblo, todo apunta a que no
cumplió bien su responsabilidad. Esto quedó claro en el documento redactado por Juan Velázquez
en 1551.

407
DIHC. T.X, doc.1847, p. 199.
408
DIHC. T. VII, doc. 1869, p. 228.
409
DIHC. T. X., doc. 2282, p. 212.
155

Carta del Cristóbal de Latovilla al Rey.410 En 1549 los dominicos piden al cabildo un solar para
construir un monasterio. El cabildo les cedió un solar en la parte oriental de la plaza de la hierba.
Para 1550 llega a Cartagena fray José de Robles con el objetivo de hacer el monasterio de la orden
de los dominicos, y en enero de 1550 comenzó la construcción de este. La Corona dispuso que para
la construcción de este se dispusiera de la colaboración de los indígenas comarcanos a Cartagena y
con los pueblos en cabeza de la Corona.411 Pero la construcción de este se convirtió en un problema
para los indígenas, pues ya habían pasado dos años de que se iniciara su construcción y todavía no
se terminaba. Respecto a esto, Velásquez informó que “con los indios de vuestra Majestad y de sus
pueblos y en estas obras los han vejado tanto que ocupados dejaron de hacer muchos sus comidas y
labranzas”. Esto perjudicaba en especial al pueblo de Yurbaco, porque de los pueblos de la Corona
que más se tomaban indígenas para trabajar en dicha obra eran de Yurbaco.412

Grafico 3.

Fuente: Elaboración propia del autor

410
FDHN. TI. Doc. 75. Pp. 216-223.
411
FDHN. TI. Doc.54., p. 172, Antonio Vidal Ortega, op cit., p. 20.
412
FDHN. TI. Doc.75. Pp. 217-219.
156

Grafico 4.

Fuente: Elaboración del autor a partir de DIHC. T. X., doc. 2282, Pp. 212-213.
157

Además de esto, otro problema que perjudicaba a los indígenas de la Corona, en especial de
Yurbaco, era en lo referente los hijos de los caciques de esta comunidad. Estos debían ir a
Cartagena a educarse, pero no eran llevados a Cartagena con el propósito de ser instruidos en la
cultura y religión española.

Respecto a esto, Cristóbal de Latovilla informó que con el pretexto de adoctrinar a los indígenas de
los pueblos de la Corona “el dicho vicario a sacado mucha gente, hijos de los caciques y capitanes
de indios principales y los tiene en casa y con ellos muchas indias para moler el maíz que sus padres
y madres las trajesen”. Los indígenas eran usados como trabajadores en las estancias y granjerías de
los religiosos. Además, estaban sometidos a una rígida disciplina donde los metían en cepos por
mucho tiempo por cualquier falta menor que cometieran y los azotaban. Los padres de estos jóvenes
indígenas debían estar constantemente llevándoles provisiones a sus hijos, lo que también
perjudicaba a estos indígenas, porque pasaban mucho tiempo viajando para llevar el sustento a sus
hijos en la ciudad. Respecto a estas provisiones, Velásquez decía que estas provisiones se las
gastaban los frailes con “mozos, así como con otros allegados (…) con lo que no ganan los dichos
fraile nada de fama”.413

Con esto, otra vez queda mostrado que las directrices de la Corona no se cumplían a cabalidad en la
Gobernación de Cartagena. Para el caso de Yurbaco, se aprecia que, aunque Luis Bravo debía velar
por la integridad del indígena de este pueblo, todo parece indicar que este funcionario real no estaba
cumpliendo de forma eficaz con su deber, debido a que la situación de Yurbaco era crítica para
1552, pues Velásquez pide al Rey que remedie lo más antes posible la situación de los indígenas de
la Corona, en especial de Yurbaco, porque de “ los pueblos de Vuestra Majestad especial uno que se
dice Turbaco, que a cuatro leguas de aquí a donde meten más la mano que sería menester”.414

4.4. De Yurbaco a Turbaco: la fundación de un pueblo de indios.

¿Cuándo fue la fundación de Turbaco? Esta es una pregunta que a través de los años ha tenido
varias respuestas por parte de algunos historiadores. Unas personas partiendo del concepto moderno
del verbo fundar, y han intentado encontrar en los hechos históricos un suceso que encaje con dicho
concepto, y con esto demostrar el origen de la actual población turbaquera; creando así identidad y
sentido de pertenencia entre los nativos de esta población. A continuación, se verán algunas
posibles fechas que se han dado de esta efeméride y partiendo de ellas se tratará de llegar a una
conclusión históricamente certera del nacimiento de esta población.

Según la información general del sitio web oficial del municipio de Turbaco, esta población fue
fundada el 8 de diciembre de 1510. Además, afirma que sus fundadores fueron Alonso de Ojeda,

413
Ibíd. Pp. 185-219.
414
Ibíd., p 219.
158

Juan de la Cosa y Diego de Nicuesa.415 Ahora bien, si se tiene en cuenta las acciones de estos tres
europeos en sus incursiones al asentamiento de los indígenas yurbacos, ¿se podrá decir que estos
personajes en realidad fundaron alguna población en ese territorio para el año de 1510?

Si se observa la definición del verbo ‘fundar’, se puede encontrar que según el diccionario de la
Real Academia de la Lengua Española, esta palabra significa literalmente “Edificar materialmente
una ciudad, un colegio, un hospital”;416 y eso no fue lo que hicieron precisamente estos españoles al
pisar el territorio Yurbaco. En la documentación existente no se encuentra que para 1510 estos
personajes hayan edificaron materialmente una ciudad o población ni mucho menos que hayan
colocado su fundamento; sino más bien todo lo contrario; quemaron, asesinaron y saquearon el
asiento inmemorial de los yurbacos, tal como ya se estuvo analizando en el capítulo 1 de este texto.
Entonces ¿de dónde se sacó el 8 de diciembre 1510 como fecha para la fundación de Turbaco?

Una posibilidad es que por ser el 8 de diciembre de 1510 una fecha rememorada por la historia
tradicional, al haber muerto en ese año Juan de la Cosa en manos de los yurbacos, los habitantes de
esta población hayan acogido ese año y ese suceso como mito fundacional de Turbaco. Hay que
reconocer que este relato que muestra cómo un pueblo indígena se defiende del invasor que es
tecnológicamente superior a él, y al final sale victorioso; es un relato muy atractivo para
conmemorarlo, pues en estos hechos históricos se exalta la valentía, osadía y resistencia indígena.
Es posible que el sentimiento heroico que despierta este relato haya influido en que se tomara esa
fecha como fundación de Turbaco, restándole importancia a lo que realmente implica fundar una
población o ciudad. Aquí cabe resaltar que los dos monumentos erigidos en la plaza principal de
este municipio, uno desde el año 1954 y el otro desde 2010, ambos conmemoran los sucesos de
1510, donde murió el cartógrafo Juan de la Cosa.

Otra posibilidad del origen del 8 de diciembre de 1510 como fecha de la fundación de Turbaco, la
aporta el historiador Alberto Zabaleta Lombana en su libro Turbaco en la historia. Aquí Zabaleta
afirmó que esta fecha se originó con la publicación del libro Albergues del libertador en Colombia,
publicado por el Banco de la República en 1980, donde se decía que Turbaco fue fundado por Juan
de la Cosa en 1510.417

En vista de esto, Zabaleta expresó en su libro que Turbaco no fue fundado por ningún español, sino
más bien, fue fundado por los mismos yurbacos desde tiempos inmemoriales. Afirmando que
cuando llegaron los españoles a este territorio ya existía un gran poblado de indígena, por eso no
tuvieron que fundar un pueblo, pues Turbaco ya existía desde antes de los españoles.418 Según
Lombana, Turbaco nace como pueblo a principios de 1400, cuando a este territorio llegaron algunas

415
Alcaldía de Turbaco – Bolívar, http://www.turbacobolivar.gov.co/informacion_general.shtml#arriba.
Consultado el 26 de julio de 2015.
416
Diccionario de la Real Academia Española, http://lema.rae.es/drae/?val=fundar. Consultado el 26 de julio
de 2015.
417
Alberto Zabaleta Lombana., op. cit., p 35. Diego Arango, Albergues del libertador en Colombia, Banco de
la República, bogota.1980. p 63.
418
Alberto Zabaleta Lombana., op. cit., p 36.
159

migraciones de indígenas caribes desde el actual Amazonas brasileño y se asentaron en este


altiplano. A la llegada de Juan de la Cosa en 1510, Turbaco llevaba más de un siglo de existencia.419

Ahora bien, ni la versión de la alcaldía municipal, ni la de Alberto Zabaleta se pueden considerar


como fechas históricas de la fundación de Turbaco. La primera, como ya se dijo, los españoles no lo
fundaron en 1510, sino todo lo contrario, lo devastaron. Y en la segunda Zabaleta se refiere más
bien es al origen del pueblo ancestral de los indígenas Yurbacos, pero esto no se debe confundir con
la fundación del actual Turbaco.

Decir que los yurbacos fundaron Turbaco por ser los primitivos habitantes de ese territorio sería
como afirmar que otras poblaciones de América no tuvieron fundación española si no indígenas.
Entonces Cartagena no hubiera sido fundada por Heredia el 1 de junio de 1533, sino más bien por
los calamaríes desde tiempos prehispánicos. De igual forma, Bogotá hubiera sido fundada por los
Muiscas. Ciudad de México por los Aztecas. Quito por los Incas, en fin. Pero lo cierto es que todas
estas ciudades tuvieron una fundación española, es decir, establecieron poderes gubernamentales,
reordenaron el territorio, trazaron calles, repartieron solares y, en muchos casos, modificaron sus
nombres prehispánicos.

Teniendo en cuenta lo anterior, ¿será que Turbaco tuvo algún proceso de fundación española en la
primera mitad del siglo XVI? Según la documentación analizada para este texto, Turbaco no tuvo
un proceso de fundación en la primera mitad del siglo XVI. Juan José Nieto afirmó que Turbaco fue
erigido en parroquia en 1546 por Gerónimo de Portugal y Cabrales, dato que se puede interpretar
como fundación de este pueblo. Pero lo cierto es que este apunte resulta algo desconcertante, ya que
en la documentación analizada de la primera mitad del siglo XVI en lo relacionado con Yurbaco,
entre los españoles que tuvieron relación con este poblado, se menciona es a Rodrigo Durán con su
hijo y esposa, Pedro de Ayllón y Gaspar Alonzo de Robles, pero en ninguna parte se hace mención
de Gerónimo de Portugal y Cabrales. Este español llega a tener una relación directa con Yurbaco es
en 1610, cuando le es encomendado Turbaco junto a los pueblos de Carex y Bohaire.420

Ahora bien, aunque no se tiene una fecha exacta de la fundación de Turbaco, se puede decir, como
ya se analizó anteriormente, que esta no tuvo lugar sino después de 1560. Después de esta fecha es
que los pueblos indígenas de la Gobernación de Cartagena empezaron a ser organizados según el
orden español, (trazado de calles, establecimiento de una plaza principal, construcción de edificios
gubernamentales, etc.). Antes de ese año, los pueblos se daban en encomienda, lo que hacía
necesario que algún español fundara una casa en el pueblo que estaba bajo su custodia, o tal vez se
construyera alguna capilla para la instrucción de los indígenas. Pero esto se puede tomar como
fundación.

Un dato interesante sobre este asunto se tiene en el primer plano conocido de Cartagena que data de
1570, donde se dibujó la bahía de Cartagena. En este mapa aparece Turbaco, Cocón y Bohaire

419
Aníbal Teherán Tom. En la punta de la lengua: crónicas, reportajes e historias vivas de personajes del
Departamento de Bolívar, Cartagena, Ediciones Pluma de Monpox, 2007, p 175.
420
Julián Bautista Ruiz Rivera, Los indios de Cartagena bajo la administración española en el siglo XVII,
Bogotá, Archivo General de la Nación, 1996, p 29.
160

representados con el dibujo de iglesias católicas, lo que podía dar a entender que para 1570 Turbaco
ya había sido erigido en parroquia. (Ver mapa 8) Con base a esto se puede inferir que Turbaco
pudo haber sido fundado como pueblo bajo el ordenamiento español entre 1560 y 1570. Entonces
esta población ya no se llamaría más Yurbaco, Turvaco, Tarnaco, Yarmaco, Taragoaco o
Turuhuaco, como aparecía en los documentos y crónicas cuando los españoles intentaban darle
nombre a esta población en sus escritos, partiendo del fonema indígena. Desde entonces, esta
población pasaría a llamarse Santa Catalina de Turbaco: un pueblo de indios bajo el poder y el
ordenamiento español.

Mapa 8.

Fuente: Rodolfo Segovia, “Atlas histórico de Cartagena de Indias: Paso a paso, la construcción
civil, militar y religiosa de la ciudad”
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/noviembre2001/cartagena.htm 27 de
agosto del 2015.
161

CONSIDERACIONES FINALES

Esta investigación se puede dividir en tres partes. La primera parte (Capítulo 1) consta de una
descripción etnohistórica de los pueblos que habitaron el Partido de Cartagena. La segunda parte
(Capítulos 2 y 3) manifiesta el efecto que tuvo en la cultura de estos indígenas la llegada de los
europeos a sus tierras a comienzos del siglo XVI. Pero todo esto se hizo resaltando siempre los
acontecimientos de Yurbaco en el proceso de descubrimiento y conquista (Capítulo 4); un pueblo
que se hallaba sumergido en ese universo de poblaciones indígenas con tan marcadas diferencias
culturales, que llamó tanto la atención de los españoles y que les presentó un reto cuando quisieron
someterlos a la cultura occidental traída de Europa.

Un trabajo etnohistórico de los indígenas comarcanos a Cartagena de Indias. Respecto a la


primera parte se puede decir que es un trabajo que tuvo como objetivo estudiar la cultura de los
pueblos indígenas en el período de descubrimiento español a comienzos del siglo XVI. A medida
que este se iba desarrollando, se tenía como propósito dejar en la mente del lector un cuadro amplio
de cómo era el territorio cartagenero antes que los españoles llegaran a estas tierras. Se quiere que,
mientras el lector examinara el primer capítulo se fuera haciendo una imagen de la estructura física
de las comunidades indígenas; lo que incluía la arquitectura de sus pueblos, casas, distribución
espacial, estrategias para proteger sus pueblos, prácticas guerreras, adornos de sus viviendas,
utensilios cotidianos, la forma de sus cultivos, lo que cultivaban, entre otros aspectos. Pero no solo
se quiso dar énfasis a la parte física, sino también a la parte social, religiosa y política.

Hay que resaltar que la escasez de fuentes primarias siempre ha sido un aparente obstáculo para
realizar un análisis de este tipo sobre los indígenas que habitaron la región cartagenera a comienzos
del siglo XVI. Las comunidades que habitaron el territorio estudiado fueron comunidades ágrafas,
por lo tanto no dejaron ningún registro escrito sobre su pasado; como sí los dejaron las grandes
civilizaciones de Mesoamérica y andinas en códices y jeroglíficos. Tampoco hay constancia de que
hubieran indígenas en Cartagena que aprendieran el idioma castellano y mediante este hubieran
dejado testimonio escrito que expresaran sus puntos de vista sobre los sucesos históricos que se
conocen como Descubrimiento y Conquista española; tal como sí lo hubo para el caso del Perú con
Felipe Guamán Poma de Ayala.

Tampoco hubo cronistas que tuvieran como objetivo dejar un testimonio de las comunidades
vencidas, como fue el caso de fray Bernardino de Sahagún para el territorio de Nueva España. Este
religioso actuó como un etnólogo recogiendo de la boca de los propios indígenas todo aquello que
sobreviviera a su cultura, dejando así registro escrito de lo que los indígenas contaban.

Ahora bien, aunque para este trabajo no se contó con este tipo de fuentes, si se pudo utilizar los
testimonios de Gonzalo Fernández de Oviedo y Martín Fernández de Enciso. Estos españoles
dejaron muestras de sus expediciones por el territorio cartagenero antes que empezara en pleno la
conquista de esta zona en enero de 1533. A esto se le suma las cartas de los gobernadores,
sacerdotes, veedores, cabildantes y reyes de Castilla. Que dejaron cierta información sobre los
indígenas estudiados en este texto. Otra ayuda con la que se contó son las crónicas de fray Pedro
Simón, Juan de Castellanos y Bartolomé de las Casas. Estos, aunque no fueron testigos oculares del
162

descubrimiento y conquista del territorio cartagenero,421 sí se esforzaron por escribir su relato con
base a testimonios de testigos envejecidos y documentos públicos y privados a los cuales tenían
acceso.

Aunque todos estos personajes tenían como principal objetivo resaltar las hazañas y desventuras de
los españoles en el proceso de descubrimiento y conquista, algunas veces dejaban ver rasgos
culturales sobresalientes de los indígenas, curiosidades que contrastaban con la cultura occidental
europea y que, según sus criterios, era digna de contar o de tener en cuenta en sus crónicas y cartas.
Entre estas, su carácter bélico, prácticas guerreras, política y religión. Pero entre estos relatos
también se puede notar prácticas cotidianas o curiosidades de su diario vivir que no pasó
desapercibido a los europeos e igual las conservaron sus documentos y crónicas.

Gracias a un examen minucioso de ese océano inmenso de información que resalta las hazañas de
los europeos en territorio americano; se puede notar que se asomaban tímidamente testimonios que
mostraban cuál era el devenir de los indígenas en el vendaval arrasador que hoy se conoce
históricamente como Conquista Española. Este fue un análisis que demandó reunir y analizar todos
estos testimonios fragmentados y esparcidos en crónicas y cartas. Con base a esto, se pudo escribir
el primer capítulo del mismo.

El primer asunto que se trató en el capítulo 1 fue el carácter guerrero de los indígenas de la región
cartagenera. Este quizás fue el detalle que más llamó la atención de los españoles en el
descubrimiento del territorio. Gracias a esto, hoy se puede saber que estos indígenas vivían en
pueblos cercados con árboles espinosos, cabezas clavadas en estacas a la entrada de los pueblos y a
la entrada de la casas de los caciques; que se presentaban constantes enfrentamientos entre un
pueblo y otro; que tenían gran destreza, tanto de mujeres como hombres en la batalla. Además de
esto, la fama que tenía estos pueblos de haber vencido un sinnúmero de castellanos que se
acercaban a aventurar o a tratar de conquistar su territorio, era observado por los españoles, y a la
conclusión que llegaban es que todas estas comunidades eran feroces, incluso como se dijo del
pueblo Yurbaco: “la gente más feroz de toda la tierra firme”.

Pero estas descripciones no llevan a pensar que estos indígenas eran personas iracundas, no
dispuestas a ningún acuerdo y que todo lo arreglaban con la guerra, pues se puede analizar que entre
estos pueblos hubo ciertas alianzas pacíficas. De otro lado, en cuanto a su relación con los
españoles, se puede concluir que en sus primeros contactos con europeos no actuaban de forma
bélica, al contrario, muchos españoles lograron tener tratos pacíficos con estos pueblos, entre estos
figuran Alonso Niño, Cristóbal Guerra, Gonzalo Fernández de Oviedo, Pedro de Heredia, entre
otros. Solo cuando los tratos pacíficos empezaron a ser remplazados por torturas, secuestros y
masacres, fue necesario que estos pueblos comenzaran a defenderse, y esto fue dando a los
indígenas del Partido de Cartagena la fama de gente feroz.

421
Fray Pedro Simón y Juan de Castellanos tuvieron relación directa con Cartagena después del
descubrimiento y conquista, ya que estuvieron en Cartagena a finales de siglo XVI. Por otro lado podemos
tener en cuenta a fray Bartolomé de las Casas, aunque no tuvo relación directa con la región cartagenera, si
dedico una parte de su obra a las incursiones de los españoles en las costas de Calamary en los primeros años
del siglo XVI, usando documentos y testimonios de testigos oculares.
163

En la parte política se puede analizar que a diferencia de los pueblos indígenas de Mesoamérica y
Suramérica, que contaban con un emperador que tenía dominio sobres vastos territorios a la llegada
de los españoles en el siglo XVI, los indígenas del Partido de Cartagena estaban organizados en
pueblos regidos por poderes locales. Aquí, cada una de estas autoridades era autónoma e
independiente de otros pueblos. El cacique ejercía la autoridad en su comunidad; claro está, los
pueblos no tenían un solo cacique, generalmente en cada pueblo había un cacique principal y otros
secundarios; otros pueblos contaban con dos, tres, cuatro, cinco, y más.

También se puede observar que no solo los caciques tenían poder político, puesto que los mohanes
también poseían gran influencia en los pueblos indígenas. Al igual que el cacique, el mohán era una
figura con autoridad, respetada y con la facultad de influir en las vidas personales de los aborígenes
y en las decisiones colectivas que estos pudieran tomar. Dominaban la parte religiosa al mostrarse
como intercesores entre las fuerzas espirituales superiores y los seres humanos. Además de esto, se
les atribuían poderes curativos y de prever el futuro. Al ser personas que dominaban el futuro, la
salud y la comunicación con fuerzas espirituales superiores, se puede comprender la enorme
influencia que estos personajes ejercían en sus pueblos.
La religión era otro rasgo distintivo en tiempos prehispánicos. Se puede analizar que en los pueblos
del Partido de Cartagena quienes contralaban el poder religioso eran los mohanes o piaches, y cada
pueblo tenía por lo menos uno. Estos indígenas eran tenidos en muy alta estima entre los habitantes
de un pueblo. El uso de ídolos era común, tal como se estuvo analizando en los casos de los templos
de Cipacúa, Carnapacúa y el templo erigido en el cerro de La Popa dedicado a Buziraco, al cual
acudían los indígenas de diversos pueblos para recibir curación. Se da especial énfasis a Yurbaco.
Este pueblo contaba con varios mohanes que dirigían un importante templo cerca de los volcanes,
consagrado a una diosa llamada Cemi. Este centro religioso hacía que muchos indígenas acudieran
al templo con el objetivo de curarse de sus enfermedades.
Aunque la práctica guerrera y religiosa era sobresaliente entre estos pueblos, se puede observar que
en tiempos de paz sus ocupaciones más sobresalientes eran tres: la caza, la pesca, la agricultura y el
trueque de elementos con personas de su mismo pueblo u otros. A veces la cotidianidad era
modificada con fiestas, gracias a alguna unión marital, el haber ganado una guerra contra algún
pueblo, o por el contrario, haber pactado la paz con el enemigo. Entonces los indígenas se daban al
festejo.

Algo muy importante para los indígenas era las honras fúnebres que les daban a sus difuntos. En
este texto se puede analizar que generalmente los muertos eran enterrados en sus mismas casas.
Otra forma era colocar los huesos en grandes urnas hechas con cerámica y las enterraban, ya fuera
adentro o a la entrada de su casa. También colocaban las momias de sus familiares, pintadas de
colores en hamacas dentro de sus viviendas. Para el caso de los caciques, algunos pueblos
preparaban un pequeño bohío especial para que fuera su tumba, allí lo enterraban y tenían la puerta
del bohío asegurada y adornada con huesos y cadáveres de difuntos por fuera.

Pero en líneas generales, se puede concluir que estas honras fúnebres se hacían de dos formas
predominantes: enterrar al difunto con sus posesiones más cercanas y la momificación del cuerpo
por medio de fuego. Se puede considerar que estos dos tratos a los difuntos estaban motivados por
164

dos fuerzas mentales predominantes: un profundo sentido religioso y el afán y deseo de conservar
su pasado.
Se dice que estaban motivadas por un sentido religioso por que el hecho de enterrar a los indígenas
con sus herramientas de trabajo, sirvientes, mujeres, o cosas más preciadas, demostraba que los
indígenas creían en una vida después de la muerte. Por eso, para que esta fuera mejor, al enterrar a
sus muertos les colocaba pertenencias, o los enterraban con sus sirvientes, para que estos les
sirvieran en su viaje a la otra vida.
Pero también se puede observar que estas honras fúnebres estaban motivadas con el propósito de
conservar su memoria histórica, pues, a carencia de escritura, los indígenas se idearon un sistema
de conservación del pasado mediante la disección de sus caciques. Así, cuando las nuevas
generaciones llegaran, podían apreciar de forma directa los restos de los antiguos caciques de su
pueblo. Aquí la trasmisión oral jugó un papel impórtate al pasar de una generación a otra el legado
histórico de un pueblo. Mediante los cantos y la difusión de estos en los areitos, se aprendió se
podían conservar en la memoria de la comunidad, las vivencias y hazañas de estos caciques;
personajes que pasaban de ser gobernantes de sus pueblos a ser monumentos históricos, gracias a la
disección a la que eran sometidos.

Esto fue, en forma resumida, lo que se puede observar en cuanto a las prácticas culturales de estos
indígenas en tiempos prehispánicos, una cultura que desde 1501 estaba destinada a modificarse
cuando Rodrigo de Bastidas surcara en sus naves por primera vez el puerto de Calamary, buscando
nuevas tierras para conquistar, cuando las Antillas ya empezaba a agotárseles sus recursos.

Los indígenas de Cartagena ante el descubrimiento y conquista. Con la llegada de los europeos en
enero de 1533 comienza en pleno el descubrimiento y conquista. Los reyes de Castilla esperaban
que los españoles que llegaran a este territorio pudieran establecerse en el territorio indígena, pero
siempre y cuando no intervinieran o alteraran el orden indígena prehispánico. El proyecto de la
Corona de Castilla para la Gobernación de Cartagena estaba cargado de buenas intenciones, a
saber, convertir esta región en un territorio para operaciones comerciales, garantizar a los españoles
el intercambio comercial con los indígenas, reconociéndoles a éstos su condición de hombres
libres. Esta utopía estaba muy lejos de cumplirse. El resultado de enviar a españoles a esta región
tuvo un efecto totalmente adverso, porque los intereses particulares de las personas encomendadas
a esta empresa distaban mucho del propósito de la Corona castellana.

Se puede analizar que la mayoría de los españoles que vinieron a América no tenían como principal
objetivo logar paz y armonía con los indígenas o expandir la fe católica, más bien utilizaron esto
como fachada para ocultar su principal interés: el lucro personal o el salir de la miseria mediante la
búsqueda de oro. Se revisan las administraciones de los tres primeros gobernadores de Cartagena, y
se puede observar que estuvieron dispuestos a hacer cualquier cosa, violando muchas veces de una
manera muy evidente las directrices enviadas desde Castilla, para lograr sus propósitos particulares,
razón por la cual eran residenciados por gobernadores interinos.

También hay que tener en cuenta que el tan ansiado oro, como ya ha analizado, se encontraría
fundamentalmente en tumbas indígenas prehispánicas del Zenú. Los gobernadores Heredia y
Vadillo lo monopolizaron para ellos y sus allegados. ¿Qué podían hacer los cientos de españoles
165

que llegaron a estas tierras con el propósito de cumplir su sueño americano? A lo único que se podía
acudir era a los cultivos de los nativos, los cuales no eran proporcionales al número de españoles
radicados en la Gobernación de Cartagena; lo que trajo, robos, secuestros, asesinatos y saqueos;
acciones que fueron desestructurando y resquebrajando el sistema social y cultural prehispánico.

La reacción de los indígenas ante el cataclismo de la conquista fue diversa. Una de las que más se
evidencian, y que están analizando en este texto, fue el que muchos de los indígenas decidieron
abandonar sus pueblos y refugiarse en los montes ante el atropello que los españoles accionaban
contra ellos. Los indígenas que se sentían más fuertes enfrentaban a los españoles, pero muchas
veces sin ningún éxito. Otros intentaron sacarle el mejor partido a los cambios que se daban con la
llegada del español; comprendieron la situación y le sacaron provecho desde los mismos comienzos
de la conquista.

Muchos indígenas buscaron, de cualquier manera, hacerse amigos de los españoles. En los primeros
meses de conquista los indígenas daban oro y alimentos a los españoles cuando estos llegaban a sus
pueblos. Una vez establecida la Gobernación, los indígenas empezaron a asumir varios roles dentro
del orden impuesto por los españoles y empezaron a laborar en los oficios de soldados, guías,
intérpretes, diplomáticos, constructores, cargueros, comerciantes, o cualquier otro oficio que los
incluyera en el nuevo orden político y social que se traía de Europa.

Para 1540, los indígenas pasan a estar bajo el régimen de encomiendas. Según los oficiales de
Cartagena, esta medida sería beneficiosa porque esta traería orden en el territorio conquistado.
Mediante esta legislación se esperaría que los indígenas a través de la guía de los españoles se
dedicaran a labranzas y cría de ganado, se les instruyera en la fe católica, entre otras cosas, y así
poner fin a los atropellos que se venían perpetuando contra los indígenas desde que se había
fundado la Gobernación en 1533.

En los años siguiente a 1540, no solo se esperaba que la relación español-indígena fuera pacífica,
también se buscaba que los indígenas asimilaran de forma más eficaz la cultura occidental.

Respecto a este asunto, se puede observar que la aculturación no fue homogénea en todos los
indígenas; ésta fue más evidente en los indígenas que tenían un trato directo y constante con los
españoles que vivían en el centro del poder político y social establecido en el territorio de la
Gobernación; pero para el caso de los indígenas que vivían en los pueblos encomendados a
españoles, la aculturación fue más lenta y menos evidente.

Entre los indígenas que se radicaron e integraron a los centros urbanos españoles como la ciudad de
Cartagena, por trabajar con los españoles fueron aprendiendo, no solo prácticas y oficios españoles,
sino también algunos rasgos culturales de ellos. Entre estos, lo más sobresalientes fue que algunos
empezaron a aprender la lengua castellana y remplazaron sus nombres indígenas por nombres
españoles. También abandonaron el característico trueque prehispánico y empezaron a vender y
medir sus productos a la manera europea. Otros aprendieron técnicas y habilidades en cuanto a
construcción y diseños de viviendas españolas. Muchos asistían a las misas y se hicieron cristianos,
166

también empezaron a cambiar su indumentaria prehispánica por vestidos españoles como naguas o
faldillas, zaragüelles, camisas de ruan y jubones.

Pero para el caso de los indígenas que seguían viviendo en sus pueblos y se relacionaban muy poco
con los españoles, la aculturación fue menos evidente. Aunque se les quería instruir en la fe
católica, se les bautizaba y se establecían escuelas para su aculturación, estos seguían en sus
prácticas religiosas prehispánicas con sus mohanes. Seguían en sus enfrentamientos entre un pueblo
y otro, muchos continuaban con su vestimenta prehispánica y hablaban aun su lengua nativa. Así se
cierra esta investigación en lo que tiene que ver con la aculturación indígena entre los pueblos
comarcanos a Cartagena a mediados del siglo XVI.

La cultura Yurbaco bajo la dominación española. Yurbaco entra en los cánones de la historia
occidental gracias a la muerte del cartógrafo Juan de la Cosa en el año de 1510. Este suceso causó
un gran revuelo, dándole la fama de gente feroz y aguerrida, no solo a los yurbacos, sino a todos
indígenas de la región cartagenera.

En el capítulo 1 y 4 se puede observar cómo Pedro de Heredia le tocó corroborar esta fama
personalmente, cuando empezó sus expediciones por primer vez es estas tierras en enero de 1533.
Heredia pudo notar que Yurbaco era el único pueblo que estaba protegido con tres cercas de madera
o árboles. Se topó personalmente con las cabezas de enemigos a la entrada del pueblo clavadas en
estacas. Le llamó especial atención las viviendas de los caciques de Yurbaco, las cuales llamó
“casas suntuosas”; que de igual forma estaban adornadas con cabezas clavadas en estacas. Le tocó
comprobar personalmente la destreza de las mujeres y hombres en la batalla, que para el caso de la
batalla que él tuvo con los yurbacos, duró más de medio día, comprobando así que la leyenda de
gente feroz que se decía de los yurbacos no estaba tan alejada de la realidad.

Pero al final, se puede observar que aunque, Yurbaco era un pueblo enorme, contaba con grandes
ventajas ante otros pueblos indígenas de la región. Estaba rodeado por tres cercas de árboles como
defensa, usaban flechas envenenadas y tenía indígenas, tanto hombres como mujeres, diestrísimos y
valientes en la guerra. Nada de esto les fue suficiente para contrarrestar a los españoles. Al final, las
armas sofisticadas de los hispanos, la carga psicología y el agotamiento impidió que los indígenas
prevalecieran, lo que conllevó la derrota y la conquista, no solo de Yurbaco, sino de todo el
territorio comarcano a Cartagena.

Todo apunta a que luego de la derrota de Yurbaco, este pueblo entendió que lo mejor sería hacerse
amigos de esos españoles, como quedó evidente en la visita que hace Pedro de Heredia a este
poblado el 6 de junio de 1533. Desde entonces no hay más informes de que Yurbaco se revelara de
forma colectiva en contra del poder español.

El interés de los españoles, después de lograr la paz con los yurbacos no era el oro, sino más bien
aprovechar las ventajas naturales que contrastaba de forma sobresaliente con el lugar donde su
fundó Cartagena de Indias. Mientras que la ciudad estaba situada en una isla de arena sin fuentes de
aguas naturales, Yurbaco estaba a tan solo 20 kilómetros de Cartagena, situado en una colina en
medio de un bosque tropical espeso de donde brotaban varios manantiales.
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Así se pudo analizar que Yurbaco, después de ser un pueblo con fama de valiente y guerrero desde
1510, pasó a ser un pueblo que aceptó la amistad con los españoles. Al parecer estos indígenas no
pudieron escoger una decisión más sabia para preservar su integridad física. Tenían dos opciones: la
primera consistía en seguir siendo enemigos de los españoles, lo que conllevaría a que siguieran
encarándose a situaciones de masacres de sus habitantes, violaciones, devastación de su pueblo por
incendios, la muerte de sus familiares, amigos y allegados, el secuestro con miras a venderlos como
esclavos, entre otros vejámenes. Ante esta situación lo menos perjudicial era huir de su territorio
ancestral y comenzar una nueva vida lejos de la influencia europea.

La otra opción era ser amigos de los españoles, pero esto implicaba aceptar sus condiciones, leyes,
política, normas de convivencia y religión. El ser amigos de los españoles era la decisión menos
traumática para su integridad física, pero no para la conservación de su cultura.

Una vez aceptaron la amistad de los españoles fue posible que los actos de coacción contra ellos
disminuyeran o terminaran. Pero inmediatamente después de pactar la paz el 6 de junio de 1533, los
yurbacos pudieron percibir cómo los españoles en los días siguientes empezaron a tomar sus casas
como sitios de descansos y residencias. Pedro de Heredia y sus hombres muchas veces durmieron
en Yurbaco cuando hacían expediciones cerca de Cartagena de Indias. Así que los yurbacos debían
atender a sus nuevos señores proporcionándoles casas cómodas, hamacas donde descansar y
alimentos.

A medida que iba pasando el tiempo, lo yurbacos observaron cómo los españoles se posesionaban
de su territorio. Empezaron a labrar huertas cerca de sus casas para aprovecharse de los manantiales
que pasaban por su territorio. Estos indígenas tuvieron que aprender a cultivar nuevas plantas para
el consumo, ya no solo era cultivar el maíz, la yuca, y el ají como plantas principales, sino que
también tenían que aprender a cultivar los limones, cebollas, ajos, y toda suerte de legumbres
traídas de Europa que pudieran cultivarse en tierras tropicales americanas. Ya los indígenas no solo
usarían la miel de abejas para endulzar sus alimentos, ahora tenían otra opción, producir miel de las
cañas de azúcar traídas por Juan de Vadillo y sembradas en las inmediaciones de Yurbaco. Además
de la caza y la pesca, ahora podían aprender la ganadería porcina vacuna y la avicultura.

Mientras más pasaba el tiempo, debía ser más evidente la aculturación. Muchos indígenas yurbacos
tenían la posibilidad de trabajar en Cartagena de Indias como constructores de casas, cargueros,
comerciantes, prestar servicios en las casas y estancias de los españoles; ser soldados, guías,
traductores y diplomáticos en las expediciones españolas. Por eso no es de extrañar que para 1539
muchos indígenas de los pueblos cercanos a Cartagena ya empezaran a hablar castellano, usar
medidas española para vender sus productos. Algunas mujeres, en especial las que trabajaban en
casas de españoles en Cartagena de Indias, comenzaron a usar faldas largas elaboradas con tela de
algodón; otros empezaran a cambiar sus nombres indígenas por nombres españoles.

Para 1540 los yurbacos tuvieron que aceptar la llegada de una nueva autoridad a su comunidad. Ya
no ejercería poder sobre ellos solamente el cacique principal junto con los caciques secundarios y el
mohán, ahora se establecería en medio de ellos los españoles. Uno de ellos fue el encomendero
Rodrigo Durán, a quien le tendrían que construir en una parte principal del pueblo una casa cómoda,
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según sus preferencias para que se quedara en ella él junto y su familia, las veces que quisiera. A
esta nueva figura de autoridad le deberían rendir obediencia y sumisión tal como un hijo menor de
edad se la muestra a su padre. Debían ofrecerle sirvientas, darle alimentación, atenderles sus
estancias, ganados y tributarle cada tres meses de su caza y cultivos. Todo esto se hacía bajo el
pretexto de ser el encomendero un defensor y guía cultural y espiritual de Yurbaco. Tiempo después
de que Rodrigo Durán, que fuera encomendero de Yurbaco en el período que va de 1540 a 1550, se
encuentra que esta población pasa a estar encargado a cinco encomenderos, entre estos figuran
Rodrigo Durán, y en ocasiones al hijo y la esposa de este, Pedro de Ayllón y Luis Bravo.

Por último, en 1550 se pudo observar que a pesar de todo, Yurbaco fue considerado todavía un
pueblo grande. Este estaba compuesto por cinco barrios y cada uno a cargo de un cacique. El primer
barrio se llamaba Panpimana, en el cual residía Ponin, quien era el cacique principal de Yurbaco
para esa época. Aunque la Corona seguía mandado directrices para que los indígenas vivieran en
paz en sus pueblos bajo la custodia de los encomenderos, de nota que muchas veces los españoles,
tanto encomenderos como religiosos, seguían aprovechándose de los indígenas. De forma muy
ingeniosa seguían manipulando y pasando por alto las directrices enviadas dese la metrópolis para
poder utilizar a los indígenas en sus proyectos e intereses particulares.
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