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Desde que el país entró en cuarentena nacional para tratar de contener la propagación del
coronavirus, los grupos armados han aprovechado el repliegue para hacer de las suyas.
Aunque las denuncias reportadas todos los días en medios de comunicación empezaron a
prender las alertas, este martes se conoció un informe de la Unidad de Investigación y
Acusación de la Jurisdicción Especial de Paz que da cuenta de lo que viene pasando y que
se ha eclipsado por la pandemia.
Los hallazgos que hizo esa dependencia del sistema integral de verdad, justicia, reparación
y no repetición en medio del confinamiento obligatorio, están enmarcados en cuatro vías: 1)
Hay una disminución de las acciones bélicas del ELN, pero el Clan del Golfo y las
disidencias de las Farc aumentaron los enfrentamientos armados. 2) Cada 64 horas asesinan
a un líder social. 3) Crecieron significativamente las amenazas a la población y los métodos
ilegales de control social y 4) La cuarentena ha sido aprovechada para asesinar a
desmovilizados.
¿Uribe es la clave para la paz con el ELN?
"De acuerdo con los informes publicados por la Policía Nacional, la gran mayoría de
indicadores de seguridad en todo el país han mejorado. Sin embargo, en ciertos territorios
de interés para la JEP, se han prolongado, y a la vez se han creado nuevas situaciones
riesgo (...) Por ejemplo, en el piedemonte de la cordillera Occidental y el norte del Cauca y,
en el Catatumbo, la guerra no ha cesado debido a los persistentes enfrentamientos armados
entre las disidencias de las Farc y el Ejército", detalla el documento.
Si bien es cierto que las denuncias que más eco han tenido estas semanas provienen del
suroccidente del país, lo cierto es que son propias de los territorios más afectados por el
conflicto. Es decir, la violencia no le cedió terreno a la pandemia sino que por el contrario
trata de aprovechar la coyuntura nacional para ganar más.
ELN hará un cese el fuego unilateral desde el 1 de abril
El Bagre, Segovia y Vigía del Fuerte en Antioquia; Argelia, El Tambo y Morales en Cauca;
Bojayá y Riosucio en Chocó y; Ábrego y San Calixto en Norte de Santander, son las zonas
donde este órgano de la JEP solicita enfocar los esfuerzos para evitar que la violencia
escale más.
Por ahora, en Bojayá, las disputas bélicas por el territorio son pan de cada día. Por lo
menos, 400 indígenas se han desplazado de ese territorio en lo que va del mes, de acuerdo
con un informe de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones
Unidas (OCHA) en Colombia. En Guaviare, existe un alto riesgo de cooptación criminal de
las Juntas de Acción Comunal, por parte de las disidencias. Y en Nariño, a través de
panfletos, los grupos armados organizados buscan controlar a sangre y fuego las libertades
individuales y el espacio público.