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CÓMO REZAR EL SANTO ROSARIO

Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios


nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Dios mío, Ven en mi auxilio.

Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN: Jesús, mi Señor y Redentor. Yo me arrepiento de


todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo
corazón porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo
firmemente no volver a pecar, y confío en que por Tu infinita
misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de
llevar a la vida eterna. Amén.
REZO DE LOS CINCO MISTERIOS: Se meditan según el día de la semana.
–          Se enuncia el misterio

–          Un padrenuestro, Diez avemarías y Gloria.


–          Oh mi buen Jesús, perdona nuestras pecados, líbranos del fuego
del infierno y lleva todas las almas al cielo especialmente las más
necesitadas de tu infinita misericordia.
–          El Rosario de María nos libre de todo mal, alabemos noche y día a
la Reina celestial y contigo Madre mía a la Santísima Trinidad. 
Al final del Rosario se reza un padrenuestro, un avemaría y el gloria por las
intenciones del Santo Padre.
LA SALVE A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza
nuestra. Dios te salve. A Tí clamamos los desterrados hijos de Eva, a Tí
suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora
Abogada Nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de
este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh, clemente, oh
piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para
que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor
Jesucristo. Amén

Rezar las Letanías Lauretanas para venerar a la Santísima Virgen María.


Oración Final: Contigo voy Virgen pura y en tu poder voy confiado,
pues yendo de ti amparado mi alma volverá segura. Dulce Madre
no te alejes, tu vista de nosotros no apartes, ven con nosotros a
todas partes y solos nunca nos dejes, y ya que nos amas tanto
como verdadera Madre has que nos bendiga, el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo. Amén. 
 

LOS MISTERIOS GOZOSOS   (lunes y sábados)


1- La Anunciación. (Lucas 1, 30-32, 38)
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas
a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de
David, su padre… Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según
tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue. 
2- La Visitación (de María a su prima Santa Isabel) (Lucas 1, 39-
43)
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a
una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que,
en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel
quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre
las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi
Señor venga a mí?

3- El Nacimiento de Jesús (Lucas 2, 6-11)


Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del
alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó
en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. Había en la misma
comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche
su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en
su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una
gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de
David, un salvador, que es el Cristo Señor.

4- La Presentación (Lc 2, 22-25, 34-35)


Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés,
llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley
del Señor: ‘Todo varón primogénito será consagrado al Señor’ y para ofrecer en
sacrificio -un par de tórtolas o dos pichones-, conforme a lo que se dice en la Ley
del Señor. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este
hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el
Espíritu Santo…  Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto
para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción ¡y a
ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que queden al descubierto
las intenciones de muchos corazones.»

5- El Niño Perdido y Hallado en el Templo (Lc 2, 41-47)


Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo
doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los
días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo
que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los
parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su
busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado
en medio de los maestros, escuchándoles y  preguntándoles; todos los que le oían,
estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. 
 

LOS MISTERIOS LUMINOSOS (jueves)


1- Su bautismo en el Jordán (Mt 3, 13, 16-17)
Entonces Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser
bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de
ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!». Pero Jesús le
respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo
que es justo». Y Juan se lo permitió. Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua.
En ese momento se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como
una paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi
Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección».

2- Su autorrevelación en las bodas del Caná   (Jn 2,1-5)


 

Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la
madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos.

Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús
su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer?
Todavía no ha llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él
os diga.»

3- Su Anuncio del Reino de Dios, invitando a la conversión (Mc 1,


15, 21; 2,3-11; Lc 7, 47-48)
«El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la
Buena Noticia».

Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no


podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar
donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el
paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados
te son perdonados». Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su
interior: «¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede
perdonar los pecados, sino sólo Dios?». Jesús, advirtiendo en seguida que
pensaban así, les dijo: «¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al
paralítico: «Tus pecados te son perdonados», o «Levántate, toma tu camilla y
camina»? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el
poder de perdonar los pecados –dijo al paralítico– yo te lo mando, levántate, toma
tu camilla y vete a tu casa».

Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha
mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.»

Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados.»

4- Su Transfiguración (Mt 17, 1-3, 5)


Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los
llevó aparte a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro
resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De
pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús… Todavía estaba
hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz
que decía desde la nube: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi
predilección: escúchenlo».

5- Institución de la Eucaristía, expresión sacramental del


misterio pascual. (Jn, 13, 1; Mt 26, 26-29)
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de
pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el
mundo, los amó hasta el extremo.

Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus
discípulos, diciendo: «Tomen y coman, esto es mi Cuerpo». Después tomó una
copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: «Beban todos de ella, porque esta es
mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión
de los pecados. Les aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la
vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre». 
 

LOS MISTERIOS DOLOROSOS  (martes y viernes)


1- La Agonía en el Huerto (Lc 22, 39-46)
Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le
siguieron. Llegado al lugar les dijo: «Pedid que no caigáis en tentación.» Y se
apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba diciendo: «Padre,
si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba. Y sumido en
agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de
sangre que caían en tierra. Levantándose de la oración, vino donde los discípulos
y los encontró dormidos por la tristeza; y les dijo: «¿Cómo es que estáis dormidos?
Levantaos y orad para que no caigáis en tentación.»

2- La Flagelación de Nuestro Señor Jesucristo (Jn 18, 33, 19;1)


Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el
Rey de los judíos?»… Pilato entonces tomó a Jesús y mandó azotarle.

3- La Coronación de Espinas (Mt 27, 29-30)


Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, pusieron
una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de él, se burlaban,
diciendo: «Salud, rey de los judíos». Y escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella
le golpeaban la cabeza.

4- Jesucristo, la cruz a cuestas y camino al Calvario.


(Mt, 27, 31; Jn 19, 17; Mc 15, 21)
Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de nuevo sus
vestiduras y lo llevaron a crucificar.

Tomaron, pues, a Jesús, y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado
Calvario, que en hebreo se llama Gólgota.

Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que
regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús.

5- La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor


(Lc 23, 33-34, 44-46; Jn 19, 33-35)
Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno
a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no
saben lo que hacen.» Se repartieron sus vestidos, echando a suertes… Era ya
cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la
tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando
un fuerte grito, dijo: «Padre, ‘en tus manos pongo mi espíritu»’ y, dicho esto,
expiró… Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las
piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al
instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y
él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis.

LOS MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles y domingo)


1- La Resurrección del Señor (Mt 28, 5-6)
El Ángel dijo a las mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el
Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver
el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: «Ha resucitado
de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán». Esto es lo
que tenía que decirles».

2- La Ascensión (Lc 24, 50-51; Mc 16, 20)


Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que,
mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo…

Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su
palabra con los milagros que la acompañaban.

3- La Venida del Espíritu Santo en Pentecostés (Hch 1, 14; 2,1-4)


Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo
espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la
madre de Jesús, y de sus hermanos… Al llegar el día de
Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.
De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga
de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se
encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de
fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de
ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se
pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les
concedía expresarse. 
4- La Asunción de la Virgen Santísima (Lc 1,48-49; Si 24, 24-26;
CIC 974)
Yo soy la Madre del amor hermoso y del temor, del conocimiento y de la santa
esperanza. En mí está toda la gracia del camino y de la verdad; en mí, toda
esperanza de vida y de fuerza. Venid a mí cuantos me anheláis, y saciaos de mis
frutos.

Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque


ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las
generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor
maravillas el Poderoso, Santo es su nombre.

5 –La Coronación de la Virgen Santísima como Reina de Cielos y


Tierra. (Sal. 45, 14-15; Ap 11, 19;12, 1)
Embellecida con corales engarzados en oro y vestida de brocado, es llevada hasta
el rey. Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían; con gozo y alegría
entran al palacio real.

Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus
pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.

ETANÍAS DE LA VIRGEN
   
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.

Dios, Padre celestial, 


ten piedad de nosotros.

Dios, Hijo, Redentor del mundo, 


Dios, Espíritu Santo, 
Santísima Trinidad, un solo Dios,

Santa María, 
ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo, 
Madre de la Iglesia, 
Madre de la divina gracia, 
Madre purísima, 
Madre castísima, 
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada, 
Madre amable, 
Madre admirable, 
Madre del buen consejo, 
Madre del Creador, 
Madre del Salvador, 
Madre de misericordia, 
Virgen prudentísima, 
Virgen digna de veneración, 
Virgen digna de alabanza, 
Virgen poderosa, 
Virgen clemente, 
Virgen fiel, 
Espejo de justicia, 
Trono de la sabiduría, 
Causa de nuestra alegría, 
Vaso espiritual, 
Vaso digno de honor, 
Vaso de insigne devoción, 
Rosa mística, 
Torre de David, 
Torre de marfil, 
Casa de oro, 
Arca de la Alianza, 
Puerta del cielo, 
Estrella de la mañana, 
Salud de los enfermos, 
Refugio de los pecadores, 
Consoladora de los afligidos, 
Auxilio de los cristianos, 
Reina de los Ángeles, 
Reina de los Patriarcas, 
Reina de los Profetas, 
Reina de los Apóstoles, 
Reina de los Mártires, 
Reina de los Confesores, 
Reina de las Vírgenes, 
Reina de todos los Santos, 
Reina concebida sin pecado original, 
Reina asunta a los Cielos, 
Reina del Santísimo Rosario, 
Reina de la familia, 
Reina de la paz.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, 


perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, 


escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, 
ten misericordia de nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. 


Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN. 
Te rogamos nos concedas, 
Señor Dios nuestro, 
gozar de continua salud de alma y cuerpo, 
y por la gloriosa intercesión 
de la bienaventurada siempre Virgen María, 
vernos libres de las tristezas de la vida presente 
y disfrutar de las alegrías eternas. 
Por Cristo nuestro Señor. 
Amén.

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