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En dicha narración se señala que se trataba de una dama que recorría las calles
de los pueblos a altísimas horas de la noche, persiguiendo un solo objetivo; el
localizar a sus hijos extraviados.
Algunos rasgos inherentes a este personaje son, por ejemplo: el largo vestido de
color blanco o su espesa cabellera de tono azabache.
La gente que vivía en Texcoco a inicios del siglo XVI, dijo en varias ocasiones
que el alma de Cihuacóatl se aparecía por las veredas. Pronto, los chamanes de
aquella época, quienes, dicho sea de paso, poseían conocimientos acerca de la
astronomía aseguraban que esta clase de fantasmas, debían ser tomados en
cuenta como parte de los sucesos funestos que estarían a punto de padecer los
aztecas.
Entre los principales promotores de este tipo de historias de terror no debe dejar
de señalarse a Fray Bernardino de Sahagún, pues fue él quien se encargó de
acomodar los elementos de la mitología azteca en esa historia, para que todo
estuviera a favor de España.
Por ejemplo, se cuenta que este hombre les dijo a los indígenas que pronto
llegarían hombres de tierras lejanas que paulatinamente acabarían con la ciudad
de Tenochtitlan, así como con sus gobernantes.
Y es que no solamente fueron varias batallas las que se libraron, sino que los
europeos también trajeron al nuevo continente una serie de epidemias y
enfermedades que eran completamente desconocidas en este territorio y que
ocasionaron que miles de personas murieran sin remedio.
En la actualidad, la gente de los pueblos cree que cuando el reloj marca las 12:00
de la noche, aparece una mujer vestida totalmente de blanco, con la cara tapada
por un velo sumamente delgado.
Historia de la Llorona
Ya en la primera parte dijimos cómo fue que surgió la historia real de la llorona. A
pesar de eso, existen otros cuentos relacionados con este mito, que deben ser
mencionados para que se puedan comprender fielmente cada una de las capas
que conforman a este enigmático personaje.
Esto ocasionó que poco a poco su alma se fuera llenando de celos. No obstante,
lo que terminó con dañar la relación fue que una de sus vecinas le comentó que su
marido estaba planeando dejarla a ella y a sus hijos para desposar a una mujer de
la alta sociedad.
Ella cegada por el odio y la venganza, sin pensarlo dos veces, sacó a sus tres
niños de la cama y dejando su casa, se fue corriendo a la orilla del río. Cuando
llegó ahí, tomó al más pequeño de los infantes en sus brazos y lo sumergió en el
agua hasta que el pequeño cuerpecito dejó de moverse.
Posteriormente hizo lo mismo con sus otros dos hijos. Inmediatamente después de
haberlos ahogado, su mente recobró la lucidez perdida y comprendió impotente
las consecuencias de los actos que había llevado a cabo.
Literalmente se puso a gritar como una loca y el llanto no paró de salir de sus ojos.
Se puso de pie y acto seguido se puso a buscar a sus hijos como si éstos se
hubieran extraviado y no acabado muertos como en realidad pasó.
También hay una historia de la llorona para niños, sólo que en esta se omiten
varias situaciones que ocurren en la leyenda original y únicamente la historia se
centra en el hecho de un fantasma con silueta de mujer que se dedica a espantar
a los pequeños que no cumplen con sus deberes o que simplemente desobedecen
a sus padres. Algo así como el mito del «hombre del costal».
Continuando con las historias de la llorona, he escuchado una que dice que ese
famosísimo espectro se les aparece a los hombres que trasnochan o que engañan
a sus esposas.
En un principio se muestra como una bella mujer que está mojando su linda
cabellera con agua de río. Sin embargo, en el instante en el que detecta que su
víctima está cerca, se gira rápidamente revelando un rostro aterrador en el que
prácticamente ya no hay carne, sino simplemente huesos y algo de piel colgando.
Por si eso fuera poco, la criatura no deja de llorar amargamente hasta que el
sujeto sale despavorido en dirección a su domicilio.
Desde luego, otro de los factores que hacen que la historia de la llorona no haya
perdido ni un ápice de credibilidad es que las personas se siguen asustando con
este personaje, tal y como ocurría en los primeros días en los que surgió
la leyenda.
Sin embargo, invariablemente las velas que había dentro de las casas, se
encendían casi al mismo tiempo, es decir, a la media noche en los días en los que
había luna llena.
La gente saltaba de sus camas gritando, pues aseguraban haber escuchado los
sollozos y gemidos de una mujer. Lo primero que hacían los hombres de la casa,
era salir de sus habitaciones y revisar que las puertas y ventanas estuvieran
correctamente a trancadas, pues podía ser que una pordiosera hubiera entrado a
la morada en busca de alimento.
Uno de los individuos que salieron a explorar, pudo observar lo que a lo lejos
parecía ser una mujer vestida completamente de blanco. Ojo, no de la manera en
la que se atavían las novias el día de su boda, sino que traía una especie de
batón.
Es decir, siempre partía del mismo (lo que hoy es el Zócalo capitalino), pero luego
de unos pocos minutos elegía diferentes calles de la ciudad para continuar su
peregrinar.
Luego de muchos años se supo que quizás el espíritu de aquella dama en algún
momento perteneció a una mujer de la clase alta, quien por descuido ahogó a sus
hijos mientras los estaba bañando en el lago.