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Es conocido por tanto que en las etapas finales de la vida es más frecuente la
presencia de enfermedad, siendo raro encontrar algún anciano que esté libre de algún
proceso mórbido de tipo crónico. Los estudios en la población encuentran que se
encuentra enfermedad de forma objetiva en el 80-90 % de la población anciana. Los
porcentajes son mucho menores si se pregunta directamente al mayor si padece
algún tipo de enfermedad, dado que algunos de estos procesos crónicos de gran
frecuencia en estas edades se asumen como normales o se confunden erróneamente
con el propio envejecer (cataratas, artrosis, diabetes, etc.)
En todo caso es necesario resaltar que aún con la presencia tan frecuente de
enfermedad, el proceso de envejecimiento es muy heterogéneo y variable entre
diferentes individuos. Nos encontraremos con individuos que llegan con un excelente estado de estado de salud a
los noventa años o más y han envejecido con éxito, aún con algún pequeño desajuste. En el extremo contrario
podremos encontrar enfermos que en la sexta o séptima décadas de su vida presentan graves deterioros
causados por diferentes enfermedades, encontrándose en una situación de envejecimiento patológico o
acelerado. Es lo que hemos referido en capítulos anteriores como la diferencia entre la edad biológica real de
nuestro organismo y la edad cronológica que nos marca la edad.
Las enfermedades en los ancianos pueden presentarse de una forma atípica muy diferente del cuadro
clínico clásico que se describe en los adultos jóvenes. Pueden faltar los síntomas más típicos como la
fiebre o el dolor o la sintomatología presente puede ser muy vaga e inespecífica. En el próximo apartado
describimos más ampliamente este aspecto.
Sin embargo aún no existe un consenso absoluto sobre cuales son las características de riesgo que definen esta
situación. Probablemente esto ocurre debido a que son varias dimensiones las que pueden influir para poner a
nuestro paciente en situación de fragilidad:
El reconocimiento de estos pacientes y la intervención precoz sobre ellos que incida sobre su alto riesgo de
dependencia supone uno de los grandes pilares de la geriatría. Sobre este objetivo es donde esta especialidad se
ha mostrado extremadamente eficaz.