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OPINIONES ESPECIALIZADAS

Tras una gran crisis mundial,


mayor es el compromiso

Elaborado por:
Vicente Wong N.
CEO de REYBANPAC
Mayo 2020

L
a globalización de los mercados hizo que la industria bananera mundial
creciera dos y media veces más en volumen de ventas en los últimos 30
años. Esto surgió a comienzo de los años 90 con la apertura de las eco-
nomías y la libre circulación de bienes y servicios a nivel mundial. Esta
etapa trajo cambios muy importantes en la demanda de la industria, entre ellos,
la apertura de los mercados de Europa del Este, el Mediterráneo Oriental y el
norte de África, así como la apertura de los mercados de Irán, Irak, Rusia y China.

Otro cambio significativo fue el avance de las telecomunicaciones y expansión


de la conectividad, que facilitó el comercio a gran escala alrededor del globo. La
aparición de un canal moderno de comercialización en los mercados desarro-
llados ha permitido tener mayor penetración, el famoso supermercadismo por
su potente modelo de ventas, a través de los años ha logrado participaciones
superiores al 70% en las cadenas de distribución en economías desarrolladas.

La transportación por medio de contenedores prácticamente sustituyó a los


barcos reefers y se ha convertido, por su costo y escala, en la preferencia del co-
mercio mundial bananero. A todos estos grandes cambios se suma cuantiosas
inversiones hechas en los países productores para dotarse de nuevas tecnolo-
gías buscando mayor productividad, y recursos que permitan mejores prácti-
cas socio ambientales. Esto ha convertido a la industria bananera en una de las
mayores generadoras de divisas y empleo en las áreas rurales de los países de
América Latina, dentro de los cuales lidera el Ecuador.
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COVID-19, nuevos desafíos para el sector


Cuando el sector bananero ecuatoriano no pasaba de su preocupación por la
aparición de un brote en Colombia del Mal de Panamá Raza 4 y su posible afec-
tación para la subsistencia de la industria, llega este virus silencioso, pero letal-
mente contagioso llamado coronavirus. Este virus, además de su importante
afectación a la salud pública, golpea los cimientos de la globalización y la libre
circulación de las personas, base fundamental del gran crecimiento del consu-
mo en los mercados a nivel mundial. Indudablemente los cambios no se harán
esperar, unos positivos y otros negativos, pero lo que si será un denominador
común es el incremento de costos en bioseguridad, la pérdida de eficiencias en
los procesos y transporte, y un significativo y comprensible ausentismo donde
se requiere de trabajo presencial.

En el corto plazo hemos tenido que reaccionar ante los cierres de mercados y
la pérdida de valor del producto, especialmente en los mercados mayoristas
que son las bases de los hoteles y comercios cerrados por las cuarentenas obli-
gatorias en los diferentes países. El canal retail sufrió en un primer momento
por la alarma del cierre de fronteras y después por la confusión en el transporte
para abastecer las cadenas; en cambio creció por el pánico de abastecerse en
los primeros momentos, para después estabilizarse gracias a la activación de
los canales en líneas para mantener sus tiendas abiertas durante el periodo de
aislamiento.

Lo que es una tremenda interrogante es cómo será el verano para la industria en


donde el ciclo normalmente es bajo por la competencia de la fruta de tempora-
da del hemisferio norte, sin embargo, considerando los problemas que tiene la
agricultura en países desarrollados por la falta de mano de obra de los migran-
tes como producto del aislamiento en sus países y el cierre del tráfico de fronte-
ras podría darse un fenómeno contrario.

En el mediano plazo
Retornar a la normalidad no va a ser fácil, lo que quiere decir que el consumo
en el canal mayorista estará supeditado al restablecimiento de los comercios,
hoteles y turismo, muchos de los cuales presentarán dificultades financieras y
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otros no podrán continuar, lo que traería una consolidación del mercado. Hay
que considerar también que la crisis de empleos en los hogares va afectar al
consumo, lo cual generaría movimientos más lentos de inventario que los pro-
ductores y exportadores tendrán que afrontar para poder colocar y cobrar el
producto a sus clientes, lo que implicaría mayores riesgos en este canal.

En cuanto al canal moderno (supermercados), estos deberán hacer sus evalua-


ciones de riesgos y seguramente diversificarán más sus orígenes para evitar
tener un rompimiento en su cadena de abastecimiento en casos extremos, y
valorarán a aquellos proveedores que pudieron cumplir su demanda durante
la crisis. Así mismo, la trazabilidad del producto seguramente será más estricta.
Los supermercados hoy más que nunca estarán siendo observados en cuanto
a las medidas de seguridad que se toman en su cadena de valor para asegurar
que el personal esté protegido frente al riesgo de contagio.

En el largo plazo
Si hay algo que se dice, es que el consumidor ha aprovechado la cuarentena
forzada para mejorar sus hábitos de consumos optando por productos frescos y
nutritivos. Por otro lado, crece y se torna constante la preocu-
pación de trabajar con empresas que demuestren
responsabilidad social con la comunidad, cuidado
por el planeta y por la salud de sus trabajadores.

La cadena de valor deberá fortalecer los departa-


mentos de salud para dar aún mayor atención a
su gente y monitorear su estado de salud perma-
nentemente. La trazabilidad de los alimentos será
un pasaporte de ingresos a los mercados. Se in-
tensificarán los canales de venta digitales y el uso
de herramientas inteligentes para poder atender
a los mercados, lo cual traerá la creación de nue-
vos empaques y presentaciones.
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Finalmente, como resultado de esta experiencia, los productores, exportadores


y todos los miembros de la cadena deberán de tener mejores planes de gestión
de riesgos y continuidad de negocios para convertirse en actores confiables de
la cadena. Si hay algo que debemos de aprender a futuro es que los errores co-
metidos por falta de una mayor previsión no pueden volver a cometerse, y esto
significará inversiones o diversificación de proveedores nacionales de servicios
para garantizar el normal funcionamiento de la cadena.

El reto es grande, pero el compromiso es mayor


Es indudable que tendremos un consumidor más preocupado por la seguridad
personal y del producto, más conocedor de quién lo produce y cómo se lo ma-
neja a través de la cadena de valor. Las plataformas digitales y las ventas en
líneas continuarán siendo de gran ayuda para evitar aglomeraciones y prevenir
nuevos brotes mientras no se consiga una vacuna definitiva.

Los problemas de falta de empleo como consecuencia de la crisis sin duda afec-
tarán la capacidad de consumo de las familias y esto impactará en la demanda
en los mercados en el corto plazo. En el mediano plazo dada la ingente cantidad
de dinero inyectadas en las economías desarrolladas se podrá ver un crecimien-
to de esas economías y un despertar del consumo.

La crisis económica de los países en el corto plazo perjudicará a los negocios y al mer-
cado de mayoristas, muchos de ellos no podrán subsistir, lo que resultará en la con-
solidación y redistribución de los canales, especialmente en economía emergentes.

Del lado del productor y exportador estamos conscientes que la salud es lo pri-
mero, pero hay que reconocer los impactos en costos operacionales debido al
uso de protocolos de protección para evitar posibles contagios. El ausentismo
de personal es una realidad en el campo, puertos, patios, transporte, sumado a
las ineficiencias en el rendimiento de plantas y empacadoras a fin de mantener
las necesarias normas de seguridad.

El Ecuador, a diferencia de otros países productores, no tiene moneda propia y


su economía se ha venido encareciendo y burocratizando en los últimos años,
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lo cual ha afectado la competitividad del sector. Es por esto que es necesario


que pasemos de un modelo de producción extensivo a un modelo intensivo
tecnológicamente, que nos permita enfocarnos más en productividad para me-
jorar nuestra competitividad.

El sector bananero ecuatoriano ha aprendido que no es hora de trabajar cada


quien por su lado y que un trabajo colaborativo de sus gremios a nivel público-
privado es el camino idóneo para conseguir cambios significativos en el largo
plazo. Tarea pendiente queda en buscar una sinergia a nivel latinoamericano
para una participación activa en los diferentes mercados internacionales en te-
mas de impacto a nivel comercial, social, ambiental, normas de seguridad, etc.
El intercambio de información y el trabajo coordinado nos llevará a tener un
mejor equilibrio en las relaciones de mercado y producción.

Pero a pesar de las grandes dificultades, el sector bananero ecuatoriano está


decido, no solo a mantener la cadena funcionando como ya lo hace, sino a con-
tinuar siendo un referente de la industria, capaz de adaptarse a los cambios y
seguir desarrollándose en todos los ámbitos del negocio con un profundo sen-
tido de responsabilidad social y ambiental. Nuestra determinación radica en el
compromiso que tenemos con nuestro país y con las miles de familias alrededor
de toda la cadena productiva del banano, para aportar a su desarrollo a través
de la generación de divisas y una mejor calidad de vida. Nos impulsa también
la misión de abastecer al mundo de una de las frutas más ricas y nutritivas; y en
Reybanpac nos sentimos orgullos de alimentar sanamente a los hogares con ba-
nano de la más alta calidad y con altos estándares de seguridad y responsabilidad.

El banano ecuatoriano se ha caracterizado a lo largo de los años por ser un pro-


ducto social y muy resiliente ante las crisis, hoy no será la excepción. Nuestra
visión es clara y caminamos hacia ella.

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