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Facultad de Ingeniería
Catedra: Cambio Climático y RSE
Docente: Ing.Amb. Leandro Rozo Martínez M.Sc.
Para medir la huella de carbono, primeramente hay que determinar qué tipo de estudio se quiere
realizar. La decisión que se tome condicionará los resultados del estudio, proporcionando
diferentes tipos de información. En cualquier caso, se debe procurar que la información sea
rigurosa para obtener unos resultados relevantes, coherentes, precisos y transparentes.
Dependiendo del enfoque que se quiera dar al estudio, se realizará un cálculo de huella de
carbono organizativo o de producto (figura 1). En cuanto esto esté establecido, todo el estudio
se basará o bien en la organización o bien en uno (o varios) de sus productos.
Si se quiere calcular la huella de carbono con una visión global de toda la actividad de la
organización, se realizará la huella de carbono organizativa.
En cambio, en el supuesto de que se quiera tener una visión global de un determinado producto,
se elegirá la huella de carbono de producto.
La metodología de cálculo de cada una de estas huellas asegurará la consistencia del estudio y
facilitará la comparación de este con otros estudios del sector comparables.
En la huella de organización, se tienen en cuenta las entradas y las salidas de material y energía
que han tenido lugar en la organización (empresa, cooperativa, fundación, asociación,
ayuntamiento, gobierno, etc.) durante un tiempo determinado. De este modo, pueden compararse
varios años de una misma organización y se pueden establecer unos objetivos de reducción de las
emisiones de los gases de efecto invernadero, viendo la evolución de los resultados a lo largo del
tiempo.
Los estudios son realizados contabilizando las emisiones de GEI anuales de la compañía.
Normalmente este periodo coincidirá con el año natural inmediatamente anterior al año en el que
se realice el cálculo, puesto que serán los datos más recientes con los que contará la compañía.
Por lo tanto, si se quiere obtener una huella de carbono histórica para ver su evolución, se debe
realizar una huella de carbono corporativa anualmente.
Una vez definida la unidad de estudio, presenta la misma importancia delimitar correctamente el
sistema objeto de estudio. Los límites del sistema determinarán qué unidades de procesos se
incluirán en el estudio. Este es el paso previo que hay que realizar antes de la recopilación de
datos para el inventario, que permitirá obtener correcta y ordenadamente los datos de las entradas
al sistema y sus emisiones de GEI correspondientes.
Hay que diferenciar entre los límites del sistema organizacionales y los límites del sistema
operacionales (figura 3) durante el cálculo de la huella de carbono de organización.
Los límites organizacionales permiten definir hasta dónde llega la organización, mientras que los
límites operacionales hacen referencia a los gases y a los alcances que se incluyen en el estudio.
Los alcances del estudio son una clasificación que ayuda a la transparencia del estudio y facilita su
comprensión.
Estos se clasifican en tres tipos distintos de alcances, que mantienen diferentes relaciones con la
empresa.
En la siguiente figura, se puede observar de manera esquemática la diferencia entre los límites del
sistema organizacionales y operacionales, que a continuación se describen con más detalle.
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Definir los límites organizacionales implica establecer qué queda dentro de la organización y qué
queda fuera. A la hora de establecer los límites organizacionales del sistema, existen dos tipos de
enfoques diferentes que cabe tener en cuenta de acuerdo con el Greenhouse Gas Protocol. Cada
organización tiene la libertad de elegir el procedimiento que considere más adecuado: o bien el
enfoque de control o bien un enfoque relacionado con la participación del capital, lo que en
inglés se denomina equity share approach. Si la compañía que realiza el estudio es responsable de
todas las operaciones, el resultado será el mismo independientemente del enfoque del cálculo que
realice. Por otro lado, en aquellas empresas en las que las operaciones no dependan totalmente
de esta, los resultados obtenidos serán diferentes si se tienen en cuenta los límites
organizacionales o los operacionales.
En el caso de aquellas empresas que tienen el control sobre sus operaciones, serán
responsables del 100 % de las emisiones de GEI que emitan durante estas.
No se tienen en cuenta las emisiones provenientes de aquellas operaciones sobre las que la
empresa estudiada tenga un interés pero no el control, como podría ser el caso de sus
proveedores. Cuando se habla de que una empresa utiliza el enfoque de control, puede referirse a
un control financiero o a un control operacional. En la mayor parte de los casos, las
operaciones industriales son directamente controladas por las empresas y no varían dependiendo
de qué criterio se utilice, ya sea control financiero u operacional. Aun así pueden encontrarse
excepciones. Es el caso de grandes multinacionales petroleras en las que las estructuras de
dirección y gobierno son complicadas. Un grupo puede poseer menos del 50 % de una compañía
pero tener el control operacional. Por otro lado, en algunas situaciones un grupo puede contener
una participación mayoritaria en una empresa sin ser capaz de ejercer un control operacional,
cuando por ejemplo un socio minoritario tiene poder de vetar a nivel del consejo. Así pues, a la
hora de comunicar los resultados, hay que tener en cuenta quién retiene el poder de la compañía
habitualmente para repercutir las emisiones de GEI correctamente.
En el caso del enfoque de control sobre los límites organizacionales, se pueden encontrar dos
tipos:
• El control financiero en una empresa normalmente existe si la compañía tiene derecho sobre la
mayoría de los beneficios procedentes de la operación.
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Del mismo modo, una compañía considera que controla financieramente una operación si retiene
la mayoría de los riesgos y beneficios de la mayoría de la propiedad de los activos de la operación.
Según esto, una compañía puede obtener el control financiero de una operación a pesar de tener
menos de un 50 % de interés.
• Una empresa retiene el control operacional si esta cuenta con una autoridad total para introducir
e implementar nuevas políticas en la operación.
Este criterio es coherente con la práctica actual de cálculo de huella de carbono en muchas
empresas que comunican sus emisiones. Bajo el enfoque de control operacional, una empresa
representa el 100 % de las emisiones que emiten aquellas operaciones o filiales sobre las que
tiene un control operativo. En este caso hay que destacar que, a pesar de contar con un control
operacional, no significa que la compañía tenga autoridad total para realizar cualquier decisión
relacionada con la operación en cuestión.
Por ejemplo, en el supuesto de que se deban realizar grandes inversiones económicas, sería
necesaria la aprobación de todos los socios de la empresa para llevar adelante la propuesta.
Royal Dutch/Shell es un grupo de compañías petroleras y energéticas que ha optado por reportar
sus emisiones de GEI basándose en el control operacional. Es decir, comunica el 100 % de las
emisiones de todas las empresas bajo su control operacional con independencia de su
participación en el capital social de las empresas. De este modo, Royal Dutch/Shell puede
asegurar que la presentación de los informes de emisiones de GEI está en línea con su política
operacional, generando datos congruentes, fiables y que cumplen con sus estándares de calidad
(The GHG Protocol, 2004).
BP es un ejemplo de compañía que presenta los resultados del cálculo de la huella de carbono
basándose en un enfoque de participación en el capital, equity share. Es decir, incluye en su
análisis todas aquellas operaciones en las que BP tiene un interés, pero no necesariamente tiene
su control. A la hora de determinar el alcance de los informes, BP busca conseguir unos resultados
que vayan alineados con sus procedimientos contables.
Así pues, los límites equity share de BP tienen en cuenta las operaciones que se llevan a cabo
desde BP y sus subsidiarias, negocios conjuntos con otras compañías y empresas asociadas. Las
inversiones en activos fijos, es decir, en las que BP ha limitado su influencia, no están incluidas en
el análisis. En las instalaciones en las que BP tiene un interés pero no su control operativo, los
datos de las emisiones de GEI se obtienen directamente de la compañía operadora utilizando una
metodología congruente con las directrices de BP.
Las emisiones de GEI en las que la compañía tiene participación se estiman de acuerdo con los
requerimientos ambientales de la compañía. BP presenta informes en los que muestra la evolución
de sus emisiones de GEI desde el año 2000. En la siguiente figura, podemos ver los resultados del
cálculo de la huella de carbono de BP realizada durante el año 2013 (véase la figura 4) (The GHG
Protocol, 2004).
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El GHG Protocol Corporate Standard, uno de los estándares de cálculo de huella de carbono más
utilizados a nivel empresarial, no hace ninguna recomendación explícita sobre qué tipo de enfoque
se ha de seguir a la hora de calcular la huella de carbono de organización. Considera que,
dependiendo de los objetivos de cada compañía en el momento de calcular sus emisiones,
requerirá un tipo de enfoque diferente, ya sea el de equity share o uno de los dos enfoques de
control. No obstante, sí que recomienda que las compañías hagan el ejercicio de calcular sus
emisiones según los dos enfoques principales aquí presentados de manera separada. Hay que
tener en cuenta que utilizando un enfoque equity share se consiguen reportar todas aquellas
emisiones que derivan del beneficio económico de una determinada actividad. Por el contrario,
bajo un enfoque de control no siempre quedan reflejadas el total de las emisiones de las
actividades empresariales de la compañía. Aun así, cuenta con la ventaja de que una empresa
extrae el máximo beneficio de la propiedad de todas las emisiones sobre las que puede influir y
reducir directamente. También se debe considerar que si se tienen en cuenta los costes de
administración a la hora de realizar un estudio de huella de carbono, suele resultar más costoso el
enfoque equity share debido a la mayor dificultad que presenta la recopilación de datos en este
caso. Es más probable que las empresas tengan fácil acceso a los datos operacionales y que, por
lo tanto, se respeten unos estándares básicos de calidad durante la recopilación de estos. Al
mismo tiempo, las compañías pueden encontrar dificultades a la hora de demostrar cómo de
completo es el estudio cuando se adopta un enfoque de control, puesto que es complicado
encontrar registros coincidentes para verificar las operaciones que están incluidas en los límites de
la organización.
Finalmente, en el esquema de Holland Industries (véase la figura 5), se pueden distinguir las
diferentes repercusiones de las emisiones en la suma final de emisiones de GEI dependiendo del
tipo de enfoque que se utilice. Holland Industries es un grupo que controla varias empresas
dedicadas a la producción y comercialización de químicos. Durante el proceso de cálculo de la
huella de carbono, el grupo dudó entre realizar un enfoque de control o de equity share; en el
gráfico, podemos ver las diferencias que esto supondría.
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Una vez que la compañía ha determinado cuáles son los límites organizacionales de las
operaciones que controla para realizar el cálculo de la huella de carbono, hay que establecer los
límites operacionales del sistema. Este proceso incluye identificar las emisiones asociadas con las
operaciones, clasificándolas entre emisiones directas o indirectas y decidiendo qué tener en cuenta
dentro de los límites del sistema objeto de estudio. Lo que es clasificado según emisiones directas
o indirectas tendrá relación directa con el enfoque que se haya establecido previamente en los
límites organizacionales del sistema (puede verse más claramente en la figura 3).
Establecer correctamente los límites operacionales del sistema ayudará a la compañía a gestionar
eficazmente los riesgos y las oportunidades que se encuentren durante su cadena de valor. Como
se ha introducido anteriormente, esto se realiza mediante la clasificación de las emisiones directas
e indirectas en tres alcances diferentes que separan las emisiones contabilizadas según su origen.
Son las emisiones de las que la compañía es totalmente responsable, provienen de fuentes
controladas por la empresa. Las emisiones de GEI que suelen contabilizarse en el alcance 1
provienen de varios tipos de actividades realizadas por la compañía, entre las que podemos
encontrar las emisiones provenientes de:
• Generación de electricidad, calor o vapor como resultado de la quema de combustibles fósiles.
• Procesamiento químico o físico resultado de la manufactura de materiales, como, por ejemplo, el
cemento, el aluminio, el amonio o la gestión de residuos.
• El transporte de productos, materiales o personal que sea resultado de la quema de combustibles
fósiles directamente responsabilidad de la compañía. No tenemos en cuenta aquí el transporte
aéreo o ferroviario que no dependa exclusivamente de esta.
• Escapes intencionados o inintencionados de gases, como escapes en general o refrigeración y
equipos de aire acondicionado.
Durante la contabilización de las emisiones que se deben incluir en el alcance 1, no se deducirán
aquellas emisiones asociadas con la venta de electricidad de la empresa. Del mismo modo que
una siderúrgica no sustrae de su cálculo las emisiones producidas gracias a la producción de
retales metálicos que después vende, lo mismo sucede con las emisiones de la electricidad extra
que produzca la compañía.
Son las emisiones que tienen origen fuera de la empresa a partir de recursos externos y que, por lo
tanto, la empresa no controla de manera directa. Suelen formar parte de esta categoría las
emisiones generadas a partir del consumo eléctrico. Para la mayoría de las compañías, el
consumo de electricidad radica en la mayor oportunidad de reducir el impacto ambiental de su
compañía.
Las empresas pueden reducir su consumo eléctrico invirtiendo en medidas de eficiencia energética
y conservación de energía. Adicionalmente, para reducir el peso del alcance 2 al total de emisiones
de GEI, la compañía puede adoptar un cambio a fuentes de energía más sostenibles y, por lo
tanto, con un menor impacto ambiental.
El cálculo de las emisiones de GEI de alcance 3 son voluntarias y, por eso, depende de la empresa
encargada de realizar el estudio si incluirlas o no en el cálculo. Corresponden a aquellas emisiones
que son consecuencia de las actividades que proceden de fuentes que no son propiedad de la
compañía o que no puede controlar. Dependiendo del peso de las emisiones que pertenezcan a
este grupo, el cálculo de las emisiones ofrece a la empresa una oportunidad de ser innovadora en
la gestión de los gases de efecto invernadero. Una empresa puede beneficiarse de un aumento de
la eficiencia de toda la cadena de valor.
El análisis de las emisiones de GEI a lo largo de toda la cadena puede revelar el potencial para
una mejora de la eficiencia y una reducción de los costes. También puede ser que la manera más
eficaz de reducción de emisión de gases se encuentre entre las emisiones indirectas, por lo tanto
la contabilización de estas puede ayudar a identificar dónde asignar los recursos de manera que se
maximice la reducción de GEI y el retorno de las inversiones hechas.
Dicho esto, dado que las empresas suelen guardar confidencialidad sobre qué categorías deciden
incluir en la presentación de los informes, el alcance 3 suele resultar un impedimento a la hora de
realizar comparaciones entre diferentes compañías, puesto que no sabemos las emisiones que
han sido incluidas en cada categoría. A continuación, en la tabla 1, se puede ver una lista de
aquellas emisiones que normalmente son incluidas en el alcance 3. Aun así, hay que tener en
cuenta que algunas de estas actividades pueden pertenecer al alcance 1 si son propiedad o están
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controladas por la empresa. Para averiguarlo, hay que recurrir a los límites organizacionales que
hayan sido establecidos previamente.
Durante la toma de datos de emisiones de GEI de una organización, suele ser aconsejable
centrarse en aquellas actividades generadoras de un gran porcentaje de las emisiones de GEI.
Sobre todo en el caso del alcance 3, para agilizar el cálculo pueden omitirse actividades que
generen emisiones de GEI con porcentajes muy inferiores. En el caso de este alcance, es
complicado proporcionar unas directrices generales que seguir sobre qué emisiones habrían de
incluirse en esta categoría. No obstante, el estándar que proporciona The GHG Protocol ofrece una
serie de pasos que hay que seguir.
1) Describir la cadena de valor para proporcionar una descripción general de los pasos que sigue y
de las actividades que están involucradas en ella. Aquí es donde las compañías deben decidir qué
emisiones más o menos quieren incluir en el cálculo (véase la figura 6). La consideración del
inventario, los objetivos de la compañía y la importancia de las diferentes emisiones incluidas en el
alcance 3 determinarán esta decisión.
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4) Está aceptado que la disponibilidad y la fiabilidad de los datos del inventario del alcance 3 son
más limitadas, motivo por el cual la calidad de los datos será menor. Las estimaciones realizadas
en esta categoría están aceptadas mientras esta se realice con transparencia y los datos que se
obtengan de ella se utilicen para dar soporte. La verificación de emisiones de alcance 3 suele ser
complicada y solo se considera si la exactitud de los datos es fiable.
En la figura 6 se muestra en la figura un esquema general de los límites operacionales del cálculo
de huella de carbono organizativa de Samsung. Como se puede observar, en su estudio de huella
de carbono de organización contabilizan los tres tipos diferentes de alcances por el total de
emisiones de GEI durante el año 2012.
El inventario de datos del que se dispone para realizar el cálculo corresponde a los datos de
actividad de la organización que generan emisiones de GEI (por ejemplo, la cantidad de agua
utilizada anualmente en una organización o la cantidad de algodón utilizado para producir unos
vaqueros).
Por otro lado, debe quedar muy claro a qué año pertenecen los datos de actividad. Hay que incluir
todas las actividades o los procesos que tienen lugar en la organización para que el estudio sea
riguroso. Como se ha mencionado anteriormente, es importante utilizar fuentes de información
primarias dentro de lo posible. En el caso de las emisiones de alcance 3 suele ser conveniente que
los proveedores informen de sus emisiones para contabilizarlas junto con nuestro cálculo. Pero ¿y
si los proveedores no disponen de estos datos? Entonces se deberá recopilar la información de las
entradas y salidas de su actividad para poder estimar la aportación de emisiones correspondiente a
su producción y suministro (lo que veremos posteriormente como factor de emisión) y se tendrá
que recurrir a las fuentes de datos secundarios, es decir, información bibliográfica.
Para garantizar una correcta gestión de la calidad del inventario utilizado en el estudio, la ISO
14064 exige reportar las emisiones de alcance 1 y 2 al estudio de huella de carbono. Las
emisiones de alcance 3 se pueden calcular de manera opcional. Los estándares de análisis de
huella de carbono de organización, como por ejemplo el GHG Protocol y la ISO 14069:2013,
recomiendan realizar una verificación del inventario, es decir, una valoración objetiva de la
precisión y la integridad de los datos. Este proceso se lleva a cabo por parte de una tercera parte
no involucrada, esto es, externa.
Los factores de emisión representan la cantidad de GEI que es emitida por cada parámetro
estudiado, es decir, para cada actividad del proceso. Los factores de emisión de la huella de
carbono se expresan en kg de CO2 equivalentes por la unidad que disponga la actividad que
estamos calculando. Por ejemplo, en el caso de la cantidad de algodón utilizada para la fabricación
de unos vaqueros, su factor de emisión se representará en kg de CO2 equivalentes por kg de
algodón utilizado. O en el caso de consumo de diesel anual de una organización, su factor de
emisión se expresará en kg de CO2 equivalentes por litro de diesel. Por ejemplo, 1 kWh de
electricidad del mix eléctrico en la península ibérica tiene una emisión de 267 g CO2/kWh).
Para obtener estos factores de emisión se debe realizar una búsqueda exhaustiva en la mayoría
de los casos, y en algunos incluso se debe pagar por la obtención de estos, puesto que la
información podría pertenecer a bases de datos de carácter privado. Por otra parte, una vez se
haya elegido una herramienta de cálculo (se verá más adelante), esta suele incorporar una base
de datos que puede ayudar en la obtención de los factores de emisión. También hay que remarcar
que estos factores de emisión pueden variar en función de la fuente de información, la cual podría
llegar a modificar considerablemente los resultados.
En la mayoría de los casos, cuando las organizaciones deben hacer el cálculo, se remite a los
factores de emisión predefinidos en las diferentes herramientas de cálculo de huella de carbono
corporativa disponibles.
Existen actualmente diferentes herramientas de cálculo que acompañan a algunas de las guías o
estándares, tal y como es el caso del Registro de huella de carbono, o los acuerdos voluntarios de
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la OCCC. Estas herramientas facilitan el proceso, puesto que solo se deben introducir los datos de
inventario y los factores de emisión y se obtiene directamente el resultado.
Donde:
La interpretación de resultados debe ser comprensible para el lector y hay que utilizar métodos de
comunicación que se adapten a cada tipo de receptor. En el caso del cálculo de la huella de
carbono de organización, resulta más difícil comprender lo que se ha hecho si no se tiene
experiencia previa en el sector.
Una manera habitual de expresar los resultados es mediante porcentajes. Es decir, se expresa la
contribución de una actividad respecto a las emisiones de GEI totales estudiadas. Un ejemplo de
esto lo podemos encontrar en el cálculo de la huella de carbono de organización de la compañía
Starbucks durante 2014. Como se puede observar en la figura 8, se han tenido en cuenta los
alcances 1 y 2, cuantificando las emisiones desde sus tiendas de venta directa, hasta las
operaciones de manufactura mayores. El estándar utilizado para seguir una metodología ha sido el
GHG Protocol. Los resultados obtenidos muestran que el 80 % de las emisiones de GEI provienen
de la energía utilizada en tiendas, oficinas y plantas manufactureras. Debido a esto, la estrategia
ambiental seleccionada por parte de la compañía se centra en la conservación energética y la
obtención de energía procedente de fuentes renovables.
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Los resultados también pueden expresarse en valores absolutos, es decir, emisiones totales de
GEI expresadas en unidades de CO2 equivalentes (ya sean toneladas, kg o cualquier otra unidad
másica).
Una vez calculada la huella, previamente a la publicación de los resultados quedará realizar la
validación de los resultados. El proceso de verificación de los resultados obtenidos debe
realizarse idealmente por una entidad externa o por alguien no relacionado con el proceso de
estudio directamente.
Los resultados obtenidos serán útiles para descubrir las principales fuentes de emisión de GEI de
la empresa o producto de estudio y poder actuar en consecuencia.
De este modo podremos dirigir acciones y estrategias para disminuir la huella de carbono total
producida. La huella de carbono también permite tomar decisiones argumentadas para reducir los
costes directamente sobre las partes del proceso que hagan que este sea más eficiente
energéticamente, ahorrando energía que beneficiará tanto a la situación económica de la empresa
como al medio ambiente.
La huella de carbono nació como herramienta de cálculo y gestión de carbono para las empresas,
pero las ventajas que ofrece van más allá, proporcionando estrategias de diferenciación de
mercado.
Dependiendo de los objetivos que haya establecido la compañía antes de realizar el cálculo, este
apartado se gestionará de una manera o de otra. Si el objetivo es el de mejorar la eficiencia de las
actividades de la empresa y disminuir las emisiones, podrá hacerse mediante un comunicado
interno. Si, por otro lado, también quiere conseguirse una mejora de la imagen corporativa, se
deberá comunicar al consumidor. Esto puede realizarse mediante un informe anual, información en
la página web o incluso la obtención de una ecoetiqueta que acredite las ventajas ambientales de
nuestro producto o servicio.
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Explicados los pasos para realizar el cálculo de una huella de carbono, se debe recordar que la
estandarización del estudio es de gran importancia para facilitar la comparación de resultados y su
rápida comprensión. Por eso existen diferentes referentes y normas, así como varios estándares
capaces de guiar el cálculo, tanto si la empresa quiere realizar el cálculo por sí misma o como si lo
contrata a una empresa especializada.
Los resultados de su huella de carbono corporativa del año 2014 están incluidos en su Informe
Anual y RSC del año 2014. Meliá Hotels forma parte del Ranking Carbon Disclosure Project (CDP),
con el que, mediante sus políticas de reducción de impacto ambiental, ha contribuido a
implementar el Plan estratégico de reducción de emisiones del 9,5 %. El resultado de los hoteles
Meliá sobre el ranquin del Informe CDP Iberia 125 ha mejorado respecto a los últimos años.
Dentro del análisis de impactos de Meliá Hotels Internacional, incluyen un pequeño apartado donde
se muestran los resultados del cálculo de la huella de carbono corporativa 2014 (véa la figura 10),
realizada siguiendo las guías y adoptando los factores de emisión necesarios provenientes del
estándar GHG Protocol.
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La comparación de datos de emisión de gases respecto al 2013 muestra una ligera reducción de
emisiones de GEI, posiblemente debido a la implantación de proyectos como, por ejemplo, la firma
del contrato con Endesa para que el suministro eléctrico de Meliá provenga de fuentes renovables,
cambios de iluminación LED, mejoras de eficiencia, implantación de sistemas de gas natural en los
hoteles y optimización de los sistemas de gestión de demanda en nueve hoteles.
En este caso, se tiene en cuenta todo el ciclo de vida del producto estudiado y no los datos de
inventario (consumos, emisiones) de un año en particular. Si, por ejemplo, se realiza la huella de
carbono de un coche, el cálculo incluirá su fabricación, comercialización, uso y fin de vida. Por lo
tanto, la huella acumulará emisiones que tienen lugar en momentos diferentes (por ejemplo, para la
fabricación pueden ser datos del año en curso, pero el uso se alargará en los próximos 15 o 20
años).
Este resulta el paso previo que hay que realizar antes de la recopilación de datos para el
inventario, que permitirá obtener correcta y ordenadamente los datos referentes a las actividades
de la empresa relacionadas con el producto, y de sus correspondientes emisiones de GEI de los
procesos que estén relacionados con él. Hay que tener en cuenta las emisiones de todo el ciclo de
vida del producto que se analiza (véase la figura 11).
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Seguidamente se puede ver un esquema general de las diferentes etapas del ciclo de vida o la
cadena de valor de un producto y de las actividades o categorías que se tienen en cuenta para
cada estadio. En la figura 13, siguiendo las mismas etapas del ciclo de vida que en el esquema
general, se muestra el diagrama de ciclo de vida de unos vaqueros Levi’s. Las etapas que pueden
distinguirse se adaptan a los diferentes procesos necesarios para la fabricación textil, incluyen la
producción del algodón como recurso natural, la fabricación del tejido como procesado de los
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materiales, la fabricación de los vaqueros como producción, la distribución y el transporte, el uso de
los vaqueros y, finalmente, o bien su reciclaje, y vuelven a entrar en la cadena de valor, o bien su
disposición final, que sale del sistema.
Durante el cálculo de la huella de carbono de producto, se valora el impacto ambiental de cada una
de estas fases en el cambio climático. Durante el proceso del estudio, se identifican y se describen
todas las etapas del ciclo de vida de los productos, desde la extracción y pretratamiento de las
materias primas, la producción, la distribución, el uso final del producto, hasta su posible
reutilización, reciclaje o residuo del producto. En el caso del cálculo de la huella de carbono de
producto, las fases del ciclo de vida que se incorporan o no en el cálculo corresponden a los
alcances que se incluirían en el cálculo de la huella de carbono de organización. En las fases del
ciclo de vida de un producto, se tienen en cuenta varios factores que repercutirán a la hora de
realizar el cálculo y que se resumen a continuación.
Las emisiones totales correspondientes a los recursos naturales utilizados estarán directamente
relacionadas con la cantidad del recurso natural que sea utilizado; si una parte del material
proviene de fuentes recicladas, estas tendrán un menor impacto ambiental sobre las emisiones
totales relacionadas con el producto. Otros factores que se tienen en cuenta son la renovabilidad,
la reciclabilidad, la biodegradabilidad, la toxicidad, la durabilidad y el agotamiento del material de
las reservas mundiales. Si un material se está agotando, como se podría considerar el caso del
petróleo, cada vez requerirá una mayor cantidad de energía para proceder a su extracción, lo que
supondrá un mayor número de emisiones de GEI.
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Por ejemplo, generalmente los metales tienen un mayor impacto ambiental que la madera, debido
a que el proceso de la minería corresponde a una utilización de energía muy elevada. También se
reduce el impacto de esta fase si se recurre a la utilización de componentes recuperados o
reciclados, puesto que estos tienen un menor impacto ambiental frente a la extracción de materias
primas vírgenes.
3.Diseño y producción. La energía suele ser una de las entradas que mayores emisiones de GEI
produce. Por eso es muy importante mejorar la eficiencia energética y la eficiencia del material
tecnológico involucrado en el proceso de producción para reducir al máximo posible las emisiones
de GEI, a la vez que también se reduce el consumo energético que resulta en un ahorro de costes.
Del mismo modo, también se produce una reducción de los gases de efecto invernadero por la
reducción del uso de materias primas optimizando su consumo. También pueden reducirse las
emisiones cambiando las fuentes de electricidad por fuentes de energía más renovables.
4.Envase. Esta es una de las fases en las que, dependiendo del enfoque de la marca estudiada,
puede resultar difícil conciliar el diseño con un envase que sea responsable con el medio ambiente.
No es el caso del embalaje más industrial al que se pueden aplicar medidas efectivas de reducción
de material y, por lo tanto, reducción de emisiones. Estrategias aplicadas a este estadio incluyen la
estandarización de las medidas de las cajas de embalaje, minimizar al máximo posible la relación
entre el volumen del embalaje y el volumen del producto para optimizar el transporte, la utilización
de materiales reciclados y reciclables, y la utilización de la mínima diversidad de materiales posible
para facilitar su reciclaje.
5.Distribución. En este estadio se incluye el transporte del producto, ya sea terrestre, aéreo o
marítimo. Cada tipo de transporte tendrá unas repercusiones diferentes en las emisiones totales de
GEI a la atmósfera. Una manera de reducir las emisiones de GEI producidas por el transporte es la
de promocionar el consumo de proximidad y evitar la deslocalización del proceso de producción en
lugares lejanos, como Asia o África. En el supuesto de que esto no sea posible, la utilización de
vehículos lo más eficientes posible y la utilización de rutas de transporte determinadas también
disminuirá el número de emisiones de gases producidas durante esta fase.
6.Uso y mantenimiento. Esta fase presenta una importancia muy diferenciada dependiendo del
producto de estudio. En el caso del iPhone 6, se observa que la utilización representa un 11 % de
la contribución total de emisiones de GEI, muy por detrás de las emisiones generadas por la
producción del dispositivo, correspondientes a un 85 % (véase la figura 14). En cambio, en el
siguiente ejemplo se muestra la huella de carbono de unos vaqueros Levi’s, y se observa que la
mayoría de las emisiones son producidas por el lavado, secado, planchado y uso de los vaqueros
(véase la figura 15). En este último caso, se vería un ejemplo en el que la gran mayoría de las
emisiones de GEI no dependen directamente de la compañía.
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En términos más generalizados, las estrategias que pueden utilizarse para reducir las emisiones de
gases durante esta etapa son la mejora de la comunicación ambiental de utilización para un
producto, el potencial de actualización de un producto para transformarlo en una pieza atemporal,
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la multifuncionalidad de un producto, la reducción de la generación de residuos durante su
utilización, la mejora de la reutilización de un producto o la facilitación de las tareas que necesite
de mantenimiento.
¿Sabías que…?
• Mejorar los resultados económicos al mismo tiempo que se reduce el uso de los recursos.
• Identificar y crear nuevas oportunidades de crecimiento económico e impulsar la innovación y la
competitividad en la Unión Europea.
• Garantizar la seguridad del suministro de recursos naturales esenciales.
• Luchar contra el cambio climático y limitar los impactos medioambientales procedentes del uso de
los recursos.
Se sabe que los recursos terrestres son finitos y que se extraen más recursos de los que el planeta
puede producir y se tiran más residuos de los que el planeta puede absorber. Hay que aprender a
reutilizarlos para hacer un consumo sostenible y eficiente (ver figura 16).
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A la hora de recopilar los datos del inventario para el ciclo de vida de todo el producto, es
importante tener en cuenta los parámetros ya mencionados anteriormente en el cálculo de huella
de organización. Es decir, se debe contar con fuentes lo más fiables y rigurosas posible para que
los resultados sean exactos.
Por eso hay que disponer, en la medida de lo posible, de fuentes primarias, es decir, obtener los
datos directamente del fabricante. Aun así, en algunas etapas puede resultar muy complicado
conseguir valores estrictos, como es el caso de la etapa del uso o la gestión final de vida, que
corresponde al usuario y, por lo tanto, será una estimación.
En este caso hemos visto el mapa de procesos de la producción de unos vaqueros Levi’s Strauss
& CO. (figura 13). La compañía realiza un análisis del ciclo de vida de unos vaqueros desde el año
2007, en el que se incluye el estudio de su huella de carbono. En la figura 17 podemos ver el mapa
de los procesos que han tenido en cuenta durante el cálculo. Podemos diferenciar las distintas
etapas de producción de unos vaqueros (la unidad funcional del estudio) y las diferentes entradas
que hay en cada una. Podemos diferenciar las etapas de producción de la materia prima, la
producción de los químicos necesarios para la producción y la energía necesaria para esta, un
preproceso de producción, la propia producción de los vaqueros, su empaquetado, la gestión al por
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menor, la utilización de los vaqueros y la gestión de final de vida. Después, dentro de cada etapa,
encontramos las diferentes entradas y salidas de estas, por ejemplo durante la fase de utilización
se llevan a cabo los procesos de llevar los vaqueros, su lavado, secado, planchado y las
reparaciones que sean necesarias.
Una vez hemos diseñado y contabilizado todos los procesos del ciclo de vida del producto
estudiado, podremos pasar a la recopilación de datos necesarios para realizar el cálculo de huella
de carbono. Como se ha mencionado anteriormente, las fuentes primarias de esta información
resultarán las más fiables con datos exactos. Si esto no es posible, se podrá recurrir a
estimaciones de estas obtenidas de fuentes bibliográficas contrastadas y rigurosas, lo que se
denominan fuentes de información secundarias.
A la hora de realizar el cálculo, es posible utilizar software específico que permite facilitar el
proceso. En este caso, el software permite introducir los datos de inventario y se obtiene
directamente el resultado. Los softwares más conocidos son Sima Pro y Gabi Software.
Ya sea mediante el uso de software específico o sin él, la lógica del cálculo es la que sigue:
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Donde:
• PC es la huella de carbono, medida en unidades de CO2 equivalentes.
• DA son los datos de actividad, que vendrán expresados en diferentes unidades según se trate de
distancias, cantidades, volúmenes, etc.
• FE es el factor de emisión, es decir, la relación entre la cantidad de contaminante emitido a la
atmósfera y la unidad de actividad. Suele expresarse en CO2eq/unidad de actividad.
• GWP (global warming potential) es la medida relativa de cuánto calor puede ser atrapado por un
determinado GEI, lo que también denominamos potencial de calentamiento global (PCG).
• FU es la unidad funcional del estudio, es decir, la medida de la función del sistema estudiado
que aporta una referencia sobre cuáles son las entradas y las salidas relacionadas con el estudio.
En el caso de la huella de carbono de producto, puede ser necesario realizar una asignación de
emisiones, lo que se conoce más como allocation. Esta asignación de emisiones consiste en
realizar una diferenciación del proceso de estudio para asignarle las emisiones que realmente
corresponden a la producción del producto (la unidad funcional). Es decir, si en una empresa textil
se fabrican camisas, vestidos y pantalones y se quiere calcular la huella de carbono de un vestido
(producto), cuando obtengamos el dato de consumo eléctrico, del lavado, deberemos contabilizar
la energía que se utiliza para los vestidos y excluir la que es utilizada para las camisas y los
pantalones. Del mismo modo, si en la cadena de producción de los vaqueros Levi’s se utiliza un
subproducto, como podrían ser los retales restantes de los vaqueros para realizar monederos, las
emisiones de estos también se restarán, puesto que cuentan como subproducto y se asignarían al
ciclo de vida del nuevo producto que se produce a partir del subproducto. Es decir, se debe excluir
la huella de carbono de las emisiones que estén destinadas a la producción de subproductos u
otros productos diferentes del producto objeto de estudio.
Una vez se haya realizado el cálculo, se debe proceder al análisis de los resultados. La ventaja de
realizar un cálculo de huella de carbono de producto es que la representación y comprensión de
los resultados puede ser más sencilla, debido a que la utilización de un objeto como unidad
funcional resulta más visual que la actividad total anual de una empresa. A continuación, podemos
ver un par de ejemplos visuales sobre esto (figuras 18 y 19); al comparar las emisiones de GEI con
otras actividades, se comprende mucho mejor la medida de estas.
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Del mismo modo que en el caso del cálculo de la huella de carbono de organización, los resultados
también pueden expresarse en toneladas de dióxido de carbono equivalentes o en porcentajes. A
continuación, se presentan los dos métodos.
En primer lugar, encontramos la huella de carbono producida por una Coca-Cola en diferente tipo
de envase: según la tabla (figura 20), la lata de aluminio es la que resulta más beneficiosa para el
medio ambiente.
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Este es el caso de Nike, que en el siguiente gráfico compara el impacto ambiental en varias
categorías (hay que fijarse en la categoría GHG, greenhouse gas emissions) de tres calzados
deportivos diferentes (véase la figura 22).
En el gráfico se muestran los valores absolutos del producto Pegasus 25 y, respecto a este, se
muestran las reducciones que se han llevado a cabo en cada una de las categorías mostradas en
los productos más recientes, como, por ejemplo, el producto Pegasus 30 y Flyknit lunar 2,
mostrando cuál de los productos que se ofrecen tiene un menor impacto
ambiental.
Tal y como se ha hecho durante la realización del cálculo de huella de carbono de organización,
una vez realizados todos los cálculos faltará la validación de los resultados. El proceso de
verificación de los resultados obtenidos debe realizarse idealmente por una entidad externa o por
alguien no relacionado con el proceso de estudio directamente.
Los resultados serán útiles para descubrir en qué áreas una actuación resultaría más eficaz para
reducir las emisiones de GEI. Esto puede encontrarse entre las actividades de las que la empresa
es responsable y entre las que no controla, como es el consumo de los productos. La huella de
carbono también permite tomar decisiones argumentadas para reducir los costes directamente
sobre las partes del proceso que hagan que este sea más eficiente energéticamente, ahorrando
energía que beneficiará tanto a la situación económica de la empresa como al medio ambiente. El
cálculo de la huella de carbono nos ofrece una visión general del impacto ambiental de un producto
a lo largo de su ciclo de vida y permite aplicar estrategias de reducción de este impacto para
reducir costes, emisiones de GEI y ofrecer la oportunidad de desarrollar un proceso de
ecoinnovación del producto para mejorar en el sector.
Los parámetros que se utilizarán durante la comunicación de los resultados serán los mismos
utilizados en la huella de carbono de organización. Hay que adaptar la comunicación de los
resultados obtenidos al público receptor de la información (ver el apartado 3.8 de interpretación de
resultados). Por eso estos serán diferentes dependiendo de si se trata del consumidor o de las
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partes implicadas de la empresa, que sí entenderán un lenguaje más técnico relacionado con el
proceso de producción del producto. También hay que tener en cuenta en esta sección la
información que quiere darse. La mayoría de las compañías limitan mucho la información que
facilitan, sobre todo en la etapa del inventario, puesto que guardan confidencialidad sobre estos
datos.
• PAS 2050 (BSI/DEFRA/Carbon Trust - UK): basada en las normas ISO 14040 e ISO 14044 de
análisis de ciclo de vida.
• GHG Protocol - Product Standard (WRI/WBCSD).
• ISO 14067: cálculo de la huella de carbono de productos.
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Bibliografía
Referencias bibliográficas
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cortoplazo: cómo afectaría una recuperación económica a las emisiones de GEI de las empresas
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consulta: septiembre de 2015.