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Las complejidades que plantea la constitución subjetiva.

Nadie más indefenso que un recién nacido, ni


más desamparado e imposibilitado de autoabastecerse en sus necesidades básicas. Sin embargo, como
hemos visto, la supervivencia del cuerpo biológico no es condición suficiente para las posibilidades de
constitución subjetiva.
Todo aquello de que carece el infante, lo compensa y lo proporciona la madre”. Esta observación vuelve a
hacer hincapié sobre la imposibilidad estructural del recién nacido de sobrevivir sin la asistencia de Otro. Lo
escribimos con mayúsculas porque se trata de Otro peculiar, significativo, y no de cualquier otro; Otro que
no garantiza el éxito de su función por el lazo biológico con el bebé, sino por su posicionamiento con
respecto a él. De allí que lo diferenciemos de “otros” utilizando la mayúscula, para remarcar su carácter
estructurante, único y singular.
Es la posibilidad de que sobre ese cuerpo biológico se introduzca otro tipo de “energía” la que obliga a ese
psiquismo incipiente a hacer algo con ella, a intentar aliviar la tensión y el displacer que ese exceso de
cantidades produce en su interior. Un “interior” que aún no tiene los recursos para decidir qué hace con
ello. Esta energía tiene que ver con la sexualidad, con la libido y la pulsión. Cuando hablamos de
sexualidad, lo hacemos en el sentido psicoanalítico, diferenciándola de la genitalidad y haciendo referencia
a un peculiar tipo de energía libidinal que el Otro inscribe en el cachorro y que será condición de
posibilidad de constitución.
FUNCIÓN MATERNA
El Otro, como condición y como posibilidad. Este Otro que nutre, asiste, arrulla, mima, toca, abriga, habla,
imagina a su bebé, acompaña el cuidado de sus necesidades básicas como sólo otro ser humano con una
subjetividad constituida puede hacerlo. En esta asistencia de lo autoconservativo, el “Otro” introduce algo
radicalmente distinto de lo biológico, que será el motor de la complejización psíquica. Los primeros tiempos
en la vida de un niño dependen de estos contactos con su madre o con quien ejerza esa función, y
transcurren a partir de ellos.
Pero tampoco se trata de un contacto cualquiera sino de la instauración de la sexualidad, que no se define
como genitalidad sino como cantidades, como tensiones que se instauran y que no son de orden biológico,
se trata del placer, de la pulsión. En el momento de asistir al alivio de tensiones de orden biológico, por
ejemplo, el amamantamiento, se introducen nuevas tensiones que son de otro orden.
Esta pulsión es efecto de la intromisión sexualizante del otro. La función materna no sólo libidiniza a su
cachorro, sino que también le ofrece recursos que le permitan ligar estas cantidades; de otro modo, el
sujeto quedaría librado solamente al embate pulsional. Le aporta sentidos, significados, una imagen de ese
niño que será, un proyecto, un anhelo, una filiación... Violencia legítima y fundante para el sujeto en el cual
la función materna codifica y violenta significaciones sobre el infans. Es la madre la que decide si el niño
tiene frío, hambre.
FUNCIÓN PATERNA
La función paterna es imprescindible en la constitución subjetiva del niño. Al igual que la materna, es una
función simbólica y no biológica. La función paterna es la encargada de efectivizar la separación entre la
madre y el bebé. El padre es el representante de la ley y cumplirá una función de corte en aquella relación
originaria. Será el primer agente de “los otros” y, como tal, brindará emblemas y atributos extrafamiliares
que introducirán la oferta de objetos sustitutivos para que la separación de ese primer vínculo no signifique
la pérdida de todo referente. Propiciará la salida al campo social introduciendo objetos (ideas, emblemas,
instituciones) que anticipan el mundo exogámico e inscriben a ese niño en un campo filiante.
La función paterna garantiza que el discurso materno no emane de un poder abusivo, sino que se
sostenga en un discurso social . En los orígenes de la constitución, la que violenta significaciones sobre el
infans es la función materna, que interpreta que allí hay un llamado, un mensaje, y crea un significado y lo
violenta de acuerdo con su propio deseo, con su propio marco de referencia sociocultural y con la propia
elaboración de su historia infantil.
CAMPO SOCIAL
El sujeto puede constituirse sólo a partir de que lo social se inscribe en él y él se inscribe en lo social. El
individuo social se constituye en la medida en que las cosas y los individuos sean para él significativos,
pasibles de ser cargados libidinalmente. Esto tiene que ver con el proceso de la sublimación, que él
considera como el proceso de socialización de la psique, con la sustitución de objetos privados cargados
libidinalmente por objetos públicos que sean soportes de placer para el sujeto. la sublimación es el proceso
a través del cual la psique es forzada a reemplazar sus objetos 'privados o propios' de carga libidinal
(comprendida su propia imagen) por objetos que son y valen en y por su institución social, y convertirlos en
'causas', 'medios' o 'soportes' de placer para sí mismo”.
La sublimación, en tanto destino de la pulsión, implica un modo de sustitución, de pasaje de una forma de
satisfacción a otra.

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