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La ética protestante y el "espíritu" del capitalismo

DATOS: es un libro escrito por Max Weber, un economista y sociólogo alemán, entre 1904 y 1905,
como una serie de ensayos. Más tarde se publicó como libro.
RESUMEN: Este libro no debe verse como un estudio detallado del protestantismo, sino, por un
lado, como un estudio de la significación del modo de vida protestante para la cultura y en
especial de cómo influyó en la constitución del espíritu capitalista. Por otro lado, como una
introducción a trabajos posteriores en los que desarrolla más profundamente temas sólo
esbozados en este libro o presentados en él como programa. Cuando se refiere al protestantismo,
hace hincapié (explícitamente) en una rama de él: el calvinismo, por ser la tendencia que Weber
considera más influyente para el modo de vida y la moral burguesas. No obstante, trata con
extensión de muchas otras corrientes (luteranismo, pietismo, metodismo, las sectas baptistas, y
varios subtipos dentro de cada una) tanto en sí mismas como en sus semejanzas y diferencias con
el calvinismo. Define el espíritu del capitalismo como aquellos hábitos e ideas que favorecen el
comportamiento racional para alcanzar el éxito económico según una maximización del
rendimiento y una minimización de todo gasto innecesario. Este espíritu nació bajo una forma
religiosa, según la cual se considera el éxito como marca de la elección divina y glorificación a Dios,
pero luego fue progresivamente desprendiéndose de esa motivación religiosa en un continuo
proceso de secularización.
Weber no se coloca en las antípodas de Marx (al modo de Durkheim) sino que acepta la
importante influencia que la economía tiene para la cultura y para la religión. Lo que critica
duramente es el unilateralismo de reducir lo social a causas económicas, tanto como el opuesto de
reducirlo a causas espirituales. Su posición frente al materialismo histórico de Marx, así como de
su opuesto el historicismo espiritualista cultural de Sombart, fue no sólo el rechazo declarado de
ambos historicismos en tanto tales, sino también de la utilización de la materia y espíritu como
agentes subordinantes y subordinados en el orden que fuera. También rechazó la reducción del
materialismo a una periodización de la historia científico-tecnológica en períodos vinculados a
específicos modos de producción necesarios para su desarrollo.
Las categorías metodológicas de lo material y lo espiritual como las entendía Marx se hallan en
Weber no sólo intercomunicadas bidireccionalmente en vez de unidireccionalmente, sino que
además poseen múltiples desarrollos independientes y ninguno es reductible
epifenoménicamente al otro. Frente a incorrectas interpretaciones de su obra debió aclarar que
en ningún caso pretendió con esta reemplazar "una interpretación causal, unilateralmente
materialista de la cultura y de la historia, por otra espiritualista igualmente unilateral. Ambas son
igualmente posibles. Pero con ambas se haría el mismo flaco servicio a la verdad histórica si se
pretendiera con ellas, no iniciar la investigación, sino darla por concluida". Se trata más bien de
estudiar las innumerables influencias recíprocas entre los múltiples aspectos y factores de la
sociedad, es decir que, por ejemplo, en lo que toca al tema del presente libro, se reconoce tanto
una influencia de la religión sobre la economía (estudiada en esta obra) como de la economía
sobre la religión (estudiada por ejemplo por los marxistas).
Confesión religiosa y estratificación social.
Weber comienza el texto con la exposición de un fenómeno, que en base a estudios estadísticos
propios, en la Alemania de principios del s. XX, en dicho país los protestantes participan en la
posesión del capital mucho más que los católicos, demostrando así el carácter fundamentalmente
protestante de la posesión de capital y del empresariado, así como de las capas cualificadas
superiores delos trabajadores.
La participación de los protestantes en la posesión de capital y en la dirección y en los niveles
superiores del trabajo de las grandes empresas comerciales e industriales modernas es muy fuerte
en términos relativos, ya que hay que atribuirlo en parte a razones históricas que tiene sus raíces
en el pasado y en relación a las cuales la pertenencia a una confesión no aparece como causa de
fenómenos económicos, sino como consecuencia de ellos. La participación en aquellas funciones
económicas presupone posesión de capital y educación costosa.
La eliminación del tradicionalismo económico aparece como un momento que tuvo que apoyar de
una manera fundamental la inclinación a dudar también de la tradición religiosa y a rebelarse
contra las autoridades tradicionales. La reforma protestante no significo tanto la supresión de la
dominación eclesial sobre la vida cuanto más bien la sustitución de la forma anterior de esa
dominación por otra. Osea la sustitución de una dominación extremadamente cómoda, apenas
perceptible y en muchos aspectos ya solo formal por una reglamentación de toda la conducción de
la vida que invade por completo todas las esferas de la vida privada y pública y que resulta
infinitamente molesta y rigurosa. El dominio de la iglesia católica lo soportan en la actualidad
pueblos de fisionomía economía perfectamente moderna, y también lo soportaron las regiones
más ricas y desarrolladas económicamente que había en la tierra a finales del siglo XV. El dominio
del calvinismo que estaba vigente en el siglo XVI en Ginebra y Escocia, por ejemplo, seria, según
Weber la forma más insoportable de control eclesial del individuo que podría haber.
Aunque la fuerte participación de los protestantes en la posesión de capital y en las posiciones
directrices dentro de la economía moderna puede ser entendida en parte simplemente como
consecuencia de que por término medio su equipamiento patrimonial (heredado históricamente)
es mejor, por otra parte hay fenómenos en el caso de los cuales es indudable que la relación
causal no está presente así. Se mencionan algunos: la diferencia completamente general en
relación al tipo de educación secundaria a la que los padres católicos suelen enviar a sus hijos en
contraposición a los padres protestantes. Hay un porcentaje mucho de protestantes que
provienen de escuelas modernas destinadas especialmente a la preparación para estudios técnicos
y para profesiones industrial-mercantiles (vida burguesa), que de católicos. Los católicos muestran
una inclinación más fuerte a permanecer en el artesanado, se convierten con más frecuencia en
maestro artesanos, mientras que los aprendices protestantes acaban en una medida mayor en
fábricas, donde ocupan niveles superiores. Sin duda, en estos casos la relación causal consiste en
que la peculiaridad espiritual inculcada, y en concreto aquí la dirección de la educación señalada
por la atmosfera religiosa del país y del hogar, ha determinado la elección profesional y los
ulteriores destinos profesionales.
La razón del diferente comportamiento hay que buscarla en la peculiaridad interior duradera y no,
solo, en la situación histórico-política exterior de las confesiones religiosas. Se podría explicar de la
siguiente manera: la mayor extrañeza al mundo del catolicismo, los rasgos ascéticos que presentan
sus ideales supremos, tuvieron que educar a sus seguidores a una indiferencia mayor en relación a
los bienes de este mundo. En cambio, desde el lado protestante se utiliza esta teoría para criticar
aquellos ideales ascéticos de la conducción católica de la vida; desde el lado católico se contesta
con el reproche de “materialismo”, entendido como la consecuencia de la secularización de todos
los contenidos de la vida por el protestantismo. Weber cita a un autor en el texto, explicando esta
tesis antes mencionada de la siguiente manera: “el católico es más tranquilo, provisto de un afán
de lucro menor, prefiere una vida lo más asegurada posible (aun con ingresos menores) a una vida
arriesgada y excitante que eventualmente reporte honores y riquezas (El pueblo decía: o comes
bien o duermes tranquilo). El protestante, en el caso presente, prefiere comer bien, mientras que
el católico prefiere dormir tranquilo”. Se da como ejemplo en el texto, el protestantismo en
Francia, que fue uno de los portadores más importantes del desarrollo industrial y capitalista y ha
seguido siéndolo en la pequeña medida en que la persecución se lo ha permitido.
Weber, designa al calvinismo el “vivero de la economía capitalista”. Aquí se podría considerar
decisiva la superioridad de la cultura económica francesa y holandesa, de la que procedía
fundamentalmente esta diáspora. El calvinismo fue beneficioso para el desarrollo del espíritu
capitalista. Más beneficioso que por ejemplo, el luteranismo.
Respecto del Calvinismo, es una secta que tenía como dogma la idea de “predestinación”. Es
decir, Dios había decidido al comienzo quien estaba salvado y quien estaba condenado. Por
ende, esto generaba en los creyentes calvinistas una sensación de inaudita “soledad interior”. A
raíz de esto, los pastores desarrollan recomendaciones prácticas que limitan el dogma de la
predestinación: les decían que tenían que actuar como si estuviesen salvados, y dedicarse de
manera persistente a su profesión, de forma racional y sistemática, esto es un signo de la
Salvación (promueven acciones racionales con arreglo a fines en el campo económico).
El “espíritu” del capitalismo.
Weber dice que si se podría encontrar un objeto para esta denominación, solo podría ser un
“individuo histórico”, es decir un complejo de nexos en la realidad histórica que desde el punto de
vista de su significado cultural reunimos conceptualmente en un todo. Pero como este concepto
histórico se refiere por su contenido a un fenómeno que en su peculiaridad es muy significativo, ha
de ser compuesto paulatinamente a partir de sus elementos individuales tomados de la realidad
histórica. En el texto se esboza unas frases de Benjamín franklin por las cuales trata de explicar
que es el espíritu capitalista, y de donde Weber rescata sobre todo la idea de la obligación del
individuo en relación al interés por ampliar su capital, al que se considera un fin en sí mismo. Es
esencial que aquí no se predique simplemente una técnica de vida, sino una ética peculiar cuya
infracción no es tratada solo como una estupidez, sino como una especie de olvido del deber.
Todas las máximas morales de Franklin han sido entendidas en sentido utilitarista: la honradez es
útil porque proporciona crédito; también la puntualidad, la laboriosidad y la moderación y por eso
son virtudes: de donde se derivaría, entre otras cosas, que donde la apariencia de honradez
prestara el mismo servicio habría de bastar con ella y un plus innecesario de esta virtud habría de
resultar rechazable a los ojos de Franklin en tanto que un derecho improductivo. Tomando todo
esto, Weber llega a la conclusión de que para Franklin las virtudes solo son tales en la medida en
que son útiles al individuo en concreto.
El ser humano queda referido al lucro en tanto que objetivo de su vida; el lucro ya no está referido
al ser humano en tanto que medio para el objetivo de satisfacer sus necesidades materiales de
vida. Esta inversión del estado de cosas “natural”, es un motivo conductor del capitalismo con la
misma fuerza con que es ajena al ser humano no tocado por el halito del capitalismo. Si sucede de
una manera legal, ganar dinero es dentro del orden económico moderno el resultado y la
expresión de la habilidad en la profesión, y esta habilidad es la verdadera alfa y omega de la moral,
según Franklin. Entonces, se podría decir que la idea de “deber profesional”, la idea de una
obligación que el individuo siente en relación a su actividad “profesional” con independencia de en
qué consista y con independencia de que esta aparezca a la vista de algunos como una mera
explotación de su fuerza de trabajo, esta idea es característica de la ética social de la cultura
capitalista y tiene en cierto sentido un significado constitutivo para ella.
Entonces, el capitalismo de nuestros días, que ha llegado a dominar la vida económica, educa a los
individuos económicos que necesita (empresarios y trabajadores) y los crea mediante la selección
económica. “La falta más absoluta de escrúpulos cuando se trata de imponer el propio interés en
la ganancia de dinero es una característica peculiar de aquellos países cuyo desenvolvimiento
burgués capitalista aparece “retrasado” en relación a la medida de la evolución del capitalismo en
Occidente. Cualquier fabricante sabe que es justamente la falta de conscienziosità de los
trabajadores de países como Italia (a diferencia de Alemania por ejemplo) uno de los obstáculos
principales de su evolución capitalista, y aún de todo progreso en general”. Estas probidad y
escrúpulo en un capitalismo exitoso provienen de la rigurosidad y vigilancia de los preceptos
inculcados por el protestantismo en la vida de cada cual. La diferencia entre católicos y
protestantes no está tampoco, según él, en la intensidad del “impulso adquisitivo” por parte de los
segundos, ni en su desarrollo, puesto que una intensidad desenfrenada, sin escrúpulos, es
perjudicial al espíritu capitalista.
El adversario con el que en primera línea tuvo que luchar el “espíritu capitalista” fue aquella forma
de sentir y comportarse a la que se puede denominar tradicionalismo. También aquí hay que
suspender todo intento de dar una definición concluyente; en vez de ello Weber aclara sobre el
significado de la palabra mediante algunos casos especiales.
Comienza por los trabajadores: weber dice que uno de los medios que usa el empresario moderno
para obtener de “sus” trabajadores el máximo rendimiento es poner el sueldo en relación al ritmo
del trabajo. Es decir, él explica en el texto que el hombre trabaja para ganar lo necesario para
poder subsistir, entonces el empresario aumenta el sueldo del trabajador; pero la subida de
sueltos tuvo a menudo como consecuencia no que se obtuviera un rendimiento de trabajo mayor
en el mismo periodo de tiempo, sino menor, pues los trabajadores respondieron a esta subida no
aumentado la prestación diaria, sino reduciéndola (ejemplo: un hombre ganaba primero un marco
por cada cahiz de grano segado y segaba cada día dos cahices y medios, por lo que ganaba 2,5
marcos al día, segó tras la subida del sueldo en 25 peniques por cahiz no tres cahices para ganar
3,75 marcos, sino solo dos cahices al día, pues así podía ganar lo mismo que antes y de este modo,
se daba por satisfecho. Es decir, ganar más dinero no le atrajo tanto como trabajar menos, se
planteó únicamente cuando tenía que trabajar para ganar el sueldo que venía recibiendo hasta el
momento y que cubría sus necesidades “tradicionales”). Con esto Weber dice que el ser humano
no quiere ganar dinero y más dinero, sino simplemente vivir, vivir como está acostumbrado a vivir.
Allí donde el capitalismo moderno comenzó su obra de incremento de la “Productividad” del
trabajo humano mediante el incremento de su intensidad, topo con la resistencia infinitamente
tenaz de este motivo conductor del trabajo económico capitalista. Se intentó de esta manera el
medio opuesto: forzar a los trabajadores mediante la bajada de los salarios a que rindieran más
que hasta entonces si querían conservar su sueldo anterior. El capitalismo recorrió este camino
una y otra vez desde sus comienzos y durante siglos se consideró un artículo de fe que los sueldos
bajos son “productivos, es decir que incrementan el rendimiento en el trabajo. Pero la efectividad
de este medio tiene límites; el capitalismo precisa para su desarrollo de la existencia de
excedentes de población a los que pueda contratar a bajo precio en el mercado de trabajo.
Considerado de una manera puramente cuantitativa, el rendimiento del trabajo desciende cuando
el sueldo es fisiológicamente insuficiente y este sueldo significa a la larga “una selección de los
menos hábiles”. El sueldo base fracasa también como base del desarrollo capitalista donde hay
que elaborar productos que requieren algún tipo de trabajo cualificado o el empleo de máquinas
costosas y que es fácil averiar, o una cantidad considerable de atención e iniciativa.
Un segundo caso, es el de los empresarios: Weber cita a Sombart, y su exposición sobre el origen
del capitalismo, que ha presentado como los 2 grandes motivos conductores entre los que se ha
movido la histórica económica al “cubrimiento de las necesidades” y al “lucro”, según fuera
determinante para el modo y dirección de la actividad económica la dimensión de las necesidades
personales o el fan de ganancia y la posibilidad de obtener ganancias. Weber dice que a primera
vista, lo que Sombart denomina sistema de la economía de cubrimiento de las necesidades parece
coincidir con lo que aquí se vio como tradicionalismo económico (el trabajo para cubrir las
necesidades de la vida y un poco más, sin ansia de capital acumulándose, típico de sistema pre
capitalista).
La forma capitalista de una economía y el espíritu en que es conducida suelen encontrarse en la
relación de adecuación pero no en la de una dependencia reciproca legal. Y si, no obstante, aquí
usamos provisionalmente la expresión espíritu del capitalismo para referirnos a aquella
mentalidad que aspira a la ganancia legitima mediante el ejercicio sistemático y racional de una
profesión esto sucede por la razón histórica de aunque aquella mentalidad ha encontrado su
forma más adecuada en la empresa capitalista moderna y, a su vez, la empresa capitalista ha
encontrado en aquella mentalidad su fuerza impulsora espiritual más adecuada.
En una economía tradicionalista si consideramos el espíritu que animaba a los empresarios: la
actitud tradicional ante la vida, la cuantía tradicional del beneficio, la medida tradicional del
trabajo el modo tradicional de llevar los negocios, de relacionarse con los trabajadores y con el
circulo de clientes, así como el modo tradicional de obtener clientes y de vender dominaban la
empresa, estaba a la base del “ethos” (costumbre, conducta) de este círculo de empresarios.
La cuestión de las fuerzas impulsoras de la expansión del capitalismo moderno no es en primera
línea una cuestión de la procedencia de las provisiones de dinero utilizables de manera capitalista,
sino sobre todo del desarrollo del espíritu capitalista. Donde este empieza a vivir y es capaz de
surtir efecto, se agencia las provisiones de dinero en tanto que medio para operar, y no al revés.
Sombart ha designado como motivo fundamental de la economía moderna el “racionalismo
económico”. Sin duda con razón si se entiende por ello aquella ampliación de la productividad del
trabajo que mediante la organización de proceso de producción desde puntos de vista científicos
anula su vinculación a los límites “orgánicos” de la persona humana, dados naturalmente. Este
proceso de racionalización en el ámbito de la técnica y de la economía condiciona también una
parte importante de los “ideales de vida”, dice Weber, de la sociedad burguesa moderna: el
trabajo al servicio de una configuración racional del aprovisionamiento de bienes materiales de la
humanidad siempre ha sido considerado por los representantes del “espíritu capitalista” uno de
los objetivos directos del trabajo de su vida. Entonces, parece que los más sencillo seria
comprender el desarrollo del “espíritu capitalista” como fenómeno parcial en el desarrollo global
del racionalismo y derivarlo de su posición en relación a los problemas último de la vida. Aquí el
protestantismo solo entraría históricamente en consideración en tanto que habría desempeñado
una función como “fruto temprano” de las visiones puramente racionalistas de la vida. De todas
maneras Weber niega que la racionalización del Derecho privado haya sido algo fundamental en el
auge del capitalismo, por ejemplo. Tampoco la filosofía laica y racionalista (s. XVIII) “floreció de
modo exclusivo ni siquiera dominante en los países económicamente más adelantados”. El
racionalismo “no es en modo alguno campo abonado para que florezca esa relación del hombre
con su “profesión”, en el sentido misional, que requiere el capitalismo”. “La dedicación abnegada…
al trabajo profesional… era y sigue siendo uno de los elementos característicos de nuestra
civilización capitalista”.
Ascetismo y espíritu capitalista:
En este apartado Weber estudia los vínculos de las ideas religiosas fundamentales del
protestantismo ascético con las máximas de la vida económica cotidiana.
El ascetismo (en el protestantismo lo sacan al mundo, en el catolicismo lo dejan en conventos y
monasterios) es la disciplina religiosa, ética; la relación creyente- Dios. Según Weber hay algo de
esta relación que incide en el capitalismo, estimula, promueve, relaciones racionales
instrumentales en el campo de la economía. De esto deviene la llamada VOCACION- PROFESION:
para el protestante tener un rendimiento eficiente en la profesión, agrada a Dios, es un deber
religioso. Desarrollo racional de la profesión es una forma de glorificar a Dios, cumplir de
manera sistemática, metódica, calculada, para agradar a Dios; esto no lo tienen los católicos.
Weber, dice en el texto, citando a Baxter; que a diferencia de Calvino (que no veía en la riqueza de
los clérigos un obstáculo a su actividad, sino al contrario un incremento muy deseable de su
prestigio, por lo que les permitía que invirtieran su fortuna lucrativamente siempre que evitaran el
escandalo) el ascetismo parece dirigido contra todo afán de adquirir bienes temporales. En el
texto se muestra que lo reprobable desde el punto de vista ético es el descanso en la posesión, el
disfrute de la riqueza con sus consecuencias: el ocio, el deseo carnal, sobre todo el alejamiento de
la aspiración a la vida “santa”. Y la posesión es sospechosa solo porque trae consigo el peligro de
este descanso.
Si bien, se decía aun como decía Benjamín Franklin, que el tiempo es dinero, la frase valía hasta
cierto punto en sentido espiritual: el tiempo es infinitamente valioso, pues toda hora perdida esta
sustraída al trabajo al servicio de la gloria de Dios. De ahí que la templacion inactiva carezca de
valor y pueda llegar a ser directamente reprobable, al menos si sucede a costa del trabajo
profesional. Esto era así, porque la contemplación place a Dios menos que la realización de su
voluntad en la profesión. Acorde a lo que venimos viendo, en la obra de Baxter se extiende una
predicación sobre el trabajo duro, continuo, corporal o espiritual. Aquí hay dos motivos operando:
el trabajo es el medio ascético acreditado que en la iglesia de occidente ha sido valorado siempre.
Es la prevención específica contra todas las tentaciones que el puritanismo reúne en el concepto
de “vida sucia”. Pero además, el trabajo es sobre todo el fin en sí mismo de la vida, prescripto por
Dios.
Según Santo tomas de Aquino, el trabajo es necesario solo naturali ratione para mantener la vida
del individuo y de la colectividad. Donde se abandona este objetivo, el precepto deja de estar en
vigor. La providencia divina tiene lista para cual una profesión (calling) que ha de conocer y en la
que ha de trabajar, y esta profesión no es (como en el luteranismo) un destino al que hay que
acomodarse y con el que hay que conformarse, sino una orden de Dios al individuo para que actué
en su honor.
Para Lutero, apunta Weber, la integración de los seres humanos a los estados y profesiones dadas
se convirtió en una emanación directa de la voluntad divina y, por tanto, la permanencia del
individuo en la posición y en los límites que Dios le ha señalado se convirtió en un deber religioso.
Partiendo de las ideas de Lutero, no fue posible adquirir principios éticos para la configuración del
mundo y por ello hubo que tomar a este tal como era y solo se puede hacer un deber religioso de
esto.
La concepción puritana matiza de otra manera el carácter providencial del entrelazamiento de los
intereses económicos privados. Cual sea el objetivo providencial de la articulación profesional se
conoce en sus frutos, en conformidad con el esquina puritano de interpretación pragmática.
A la vida de quien no tiene profesión le falta el carácter- metódico que es exigido por el ascetismo
intramundano. También de acuerdo con la ética cual fuera la vida profesional del ser humano ha
de ser una ejercitación coherente de la virtud ascética, una confirmación de su estado de gracia en
su conciencia que repercute en el esmero. Lo que Dios exige no es el trabajo en sí mismo, sino el
trabajo profesional racional. La ida puritana de profesión pone siempre énfasis sobre este carácter
metódico del ascetismo profesional, y no (como Lutero) sobre la aceptación del destino asignado
por Dios. Aunque la utilidad de la profesión y su correspondiente agrado a Dios tiene que ver en
primera línea con patrones éticos y a continuación con la importancia de los bienes a producir
para la “colectividad”, a continuación sigue como tercer punto de vista, que es en la practica el
más importante, el provecho económico privado. Pues cuando aquel Dios al que el puritano ve
operante en todas las situaciones de la vida muestra a uno de los suyos una oportunidad de
ganancia, ha tenido sus razones. La riqueza es sospechosa solo en tanto que tentación al descanso
holgazán y al disfrute pecaminoso de la vida, y el afán de lucro es dudosa solo cuando sucede para
poder vivir más tarde alegre y sin preocupaciones. Como ejercicio del deber profesional es lícito e
incluso necesario desde el punto de vista ético.
Tal como vimos, el ascetismo se dirige con todas sus fuerzas contra una cosa: el disfrute natural de
la existencia y de las alegrías que esta ofrece. La sociedad monárquico- feudal protegió a las
personas “deseosas de divertirse” contra la emergente moral burguesa y contra el conventículo
ascético hostil a la autoridad, igual que hoy en día la sociedad capitalista suele proteger a las
personas “deseosas de trabajar” contra la moral de clase de los trabajadores y contra los
sindicatos hostiles a la autoridad. Frete a ello, los puritanos defendían su peculiaridad más
decisiva: el principio de la conducción ascética de la vida.
El ascetismo si bien estaba en contra del disfrute de los bienes culturales (teatro, etc.) puramente
estéticos o recreativos, y tenían siempre un límite característico para su licitud: no pueden costar
nada. El ser humano es solo administrador de los bienes que la gracia de Dios le ha concedido, ha
de dar cuenta de cada talento que le haya confiado, y es sospechoso gastar algo de ello para un fin
que no sirva a la gloria de Dios, sino al propio disfrute. El ascetismo protestante intramundano,
dirigió toda su energía contra el disfrute natural de las propiedades, freno el consumo y en
especial el lujo. Por el contrario, descargo psicológicamente a la adquisición de bienes de los
obstáculos de la ética tradicionalista, rompió las cadenas del afán de lucro al legalizarlo y
considerarlo querido por Dios. El ascetismo no quería imponer a los propietarios la mortificación
sino el uso de sus propiedades para cosas necesarias y útiles de manera práctica. Hay una
inclinación a impulsar el comportamiento ascético, es decir, control, disciplina de vida según
principios o ideas (ahorro, trabajo permanente y sistemática, no consumo ostentoso). Vida
austera, disciplinada, ordenada, sujeto con control de su vida y pensamiento, todo esto debe ser
aplicado al trabajo. El trabajo es entendido como devoción.
En relación a la protección de la riqueza en la economía privada, el ascetismo combatió la
deshonestidad igual que la codicia puramente instintiva, pues esta era lo que el rechazaba: el afán
de lucro con el objetivo final de ser rico.
Hasta donde se extendió el poder de la concepción puritana de la vida, esta beneficio en todos los
cosas a la tendencia a la conducción burguesa, económicamente racional de la vida; fue su
portador más esencial y sobre todo el único coherente. Sin duda, estos ideales puritanos de vida
fracasaron cuando fueron sometidos a la dura prueba de las “tentaciones” de la riqueza, bien
conocidas por los puritanos. Una vez que la dirección económica racional desplego por completo
su efecto aquí, en la sede de la vida estrictamente regulada y del consumo refrenado, o la
propiedad adquirida fue víctima directamente del ennoblecimiento o la disciplina conventual
amenazo con quebrarse y hubo de tener lugar una de las numerosas “reformas” conventuales.
El paulatino desarrollo en occidente de esta forma de vida y de esta forma de organización hace
que con el tiempo comience a visualizarse un ennoblecimiento de la propiedad así como también
un resquebrajamiento de la disciplina ascética como consecuencia de un efecto secularizador. La
doctrina religiosa comienza a secarse, a perderse; y la idea de productividad aparece fomentada
como la aspiración al reino de Dios en un intento por mantener el contenido religioso
Conclusión con lo de clases:
Lo que Weber quiere plantear en el texto de la ética protestante es que un sistema religioso
novedoso, produce efectos en el sistema económico (Para Marx este planteo no sería posible) El
cambio de ideas produce cambios en el sistema económico, ya que el capitalismo moderno es un
resultado multicausal. Hay factores relaciones con la subjetividad de empresarios y trabajadores.
Hay un llamado de Dios a cada uno para que cumpla su vocación/profesión, esto era cumplir con
Dios (según Lutero), porque la idea era difundir la religión en la población. En un principio la
sociedad estaba dividida entre quienes tomaban votos y los que no los tomaban, por lo que esto
lleva al proceso de sacar la religión de sacerdotes y monjes, y llevarla a que sea materia de la vida
mundana, que cada creyente la administre. En el protestantismo se ve, que como al ser iglesias
más débiles que las católicas, las personas tienen autoadministración de la religión. La religión sale
de la iglesia, monasterios, etc., para penetrar en la vida laboral de los ciudadanos.
Lutero, luego de la reforma protestante, habla de la profesión. El protestantismo luterano es muy
conservador respecto de la religión. En cambio Calvino, habla de la doctrina de la predestinación,
como antes se dijo, es decir que ya está predefinido quien se salva y quién no. Él dice que la vida
de un creyente en condiciones de predestinación es insoportable si el creyente peca, es
insoportable psicológicamente (la persona no sabe si se salva, y además peca, da como resultado
la angustia). La gente trata de comportarse bien porque no sabe cuál es “su final”. Dios puede ser
agradado con obra, según Calvino, Dios mira a las personas, no le es indiferente su obrar, por ende
el agrado de Dios es un alivio a la angustia de no saber acerca de la propia salvación. A partir de
esto, la gente se vuelve excesivamente productora, porque cree que Dios los mira. Esto trae
aparejado que la vida cotidiana y mundana esta santificada.
Más allá de las diferencias, entre las doctrinas protestantes, se forma la llamada CULTURA
PROTESTANTE, que empuja a una determinada dirección, independientemente de que se apoye a
Lutero o Calvino. La cultura protestante logra gran desarrollo del capitalismo y la economía.
Apuntan a un determinado desarrollo económico mediante el ejercicio de la religión.
Esta raíz religiosa que se logró con el protestantismo, se va deteriorando como fe religiosa a lo
largo del tiempo (“secado de raíces”). Con el transcurso del tiempo la raíz religiosa se va secando,
si bien los comportamientos se mantienen, ya no con tanto fervor como antes, porque el mundo
va perdiendo religión, y es reemplazada por la mentalidad cultural con un fundamento diferente:
ser exitoso económicamente, individualismo industrial moderno. Esto se ve como ejemplo en
Estados Unidos, que tenía una mentalidad industrial previa al capitalismo (se muestra claramente
en las máximas de Franklin que Weber cita). Las máximas de Franklin tienen que ver con el éxito
personal como contenido de la vida, es decir el tipo ideal de cómo debería ser un joven capitalista.
Todo esto en el texto, es otra forma de explicar que usa Weber para demostrar que las ideas
influyen en el capitalismo (ideas llegan antes que lo material, la idea racionalista).
Ahora, ¿Cuál es el tipo ideal del capitalismo para Weber? El capitalismo moderno occidental,
tienen algo más que el ánimo de lucro y de explotar a otros, tiene algunas características
novedosas:
1- Tiene una ración religiosa, es decir, se hace por la fe.
2- Las fuentes de ganancias son respetadas (se podría hablar actualmente de sostenibilidad).
Fuente de respeto y no se destruye porque sabe que va a dar riquezas indefinidamente en
tanto no se la destruya. (ej.: si hay una maquina se la mejora y se la cuida).
3- Se modera la ganancia por los 2 elementos anteriores. Se tiene la idea de que el negocio
va a durar mucho y la ganancia se va a obtener con el tiempo, a largo plazo.
Todo esto se relación con el concepto de racionalización: hay elementos de la racionalización que
no había en la antigüedad y no estaba tampoco en oriente, y por esto weber habla de capitalismo
occidental moderno. Tales elementos como: partida doble (registro de ingresos y egresos). Esto
permite transparencia del estado del negocio y cálculo del futuro del negocio. Es una forma
ingeniosa y exacta de prevenir el futuro.
Weber sostiene que si bien Marx tenía razón en la descripción del capitalismo, un fenómeno se da
de forma paralela en varios aspectos. Es decir, el capitalismo no es tan determinante como decía
Marx. Weber dice que se da racionalización en todos los ámbitos, se vincula, y no es solo la
economía lo que domina.
La sociedad moderna racional se da por múltiples causas:
- racionalización del sistema jurídico.
- Racionalización en la burocracia.
- Racionalización en la ciencia.
- Racionalización en la economía (la modernidad en Marx se plantea solo desde el ámbito
económico).
- Racionalización en la música.
- Racionalización en el estado (cuando el estado se burocratiza, usa el mismo procedimiento
de los capitalistas. Osea, toma gente sin medio de producción, y les da instrumentos y
medios de administración comprándoles su fuerza de trabajo. Es un resultado análogo a lo
que pasa con Marx.
Entonces lo que Weber quiere demostrar con la Ética protestante, además de desarrollar la
influencia de la religión en el sistema capitalista, es que las ideas subjetivas de los individuos se
influyen en el ámbito económico, desde este punto se lo puede tomar como una contraposición a
Marx, quien creía que lo subjetivo no estaba para nada relacionado con lo económico. Weber se
opone a las interpretaciones burdas del marxismo y materiales históricas que consideran la
religión como un reflejo de lo económico. Lo que hace Weber es ampliar y complementar las
explicaciones de Marx en el capitalismo. Marx se concentra en el desarrollo de “ciertas” fuerzas
productivas solamente, ligadas a la industria y economía en el surgimiento capitalista; mientras
que Weber aísla de los múltiples factores del capitalismo, un favor en particular: la religión, y
explica su incidencia en el capitalismo, y explica como la religión se suma a los factores que había
estudiado Marx.

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