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Aunque parezca extraño, hay trabajos que se desarrollan en un entorno idílico, en los
que los empleados sienten que forman parte de un proyecto común, justamente
remunerados y que tienen la fuerza de devolver las autoestimas perdidas.
La Fageda consigue a través del trabajo que 120 personas, de las que el 70% cuenta
con alguna discapacidad física o trastornos mentales severos, dejen de ser elementos
pasivos para convertirse en personas que contribuyen activamente a la sociedad.
Trabajar es la clave para rehabilitar a este colectivo que hace años tan sólo podía
contar las horas dentro de un hospital psiquiátrico.
Y fue precisamente un especialista en esta materia, Cristóbal Colón, quien abrió los
ojos para crear un pequeño mundo en el que los locos no existen y son personas que
trabajan en la fabricación de unos yogures de granja, que ocupan el tercer puesto de
los productos lácteos más vendidos en Cataluña. «Los terceros ya es muchísimo, no
somos los primeros ni debemos serlo porque somos un producto complementario»,
dice.
Pero es la calidad del producto la que hace que La Fageda alcance esa posición,
pegada a las dos multinacionales por excelencia de este tipo de
productos, Danone y Nestlé. En cualquier supermercado dentro de Cataluña se
pueden encontrar los productos lácteos de esta cooperativa pero tan sólo se puede
saber a través de su envase dónde están hechos y sus ingredientes, para después
abrirlos y probarlos.
Quien hace estos yogures es uno de los mejores secretos de La Fageda. «Pero no
porque lo queramos esconder», deja claro su fundador, sino porque explicitar que los
fabricantes son personas con discapacidad sería ir en contra de su filosofía.
Para Cristóbal Colón las personas con discapacidad no existen. Son personas con
capacidades diferentes que dentro de un entorno adecuado y en el que se sientan
cómodos pueden desarrollarlas.
El objetivo por lo tanto de esta cooperativa es que los clientes compren su producto por
la calidad y no por solidaridad con las personas que los fabrican. «El yogur es bueno
porque es bueno y, aunque cada vez más gente sabe que lo hace un colectivo
especial, queremos que sigan comprando por la calidad del producto. La gente tiene
que comprar nuestros productos porque los hacemos bien, y efectivamente, los
hacemos bien», dice orgulloso Cristóbal.
Todos los empleados forman parte de un proyecto del que se sienten satisfechos
mientras crean los productos, cuando saben que se venden porque gustan y cuando
reciben su salario.
Hay trabajos que dignifican.
Dos años más tarde llegó la compra de la finca agrícola que hoy es sede de La Fageda
con el propósito de centrar las actividades empresariales en el ámbito agropecuario.
Para la compañía existían dos razones claves para este cambio: la primera, que este
sector forma parte de la propia cultura de la comarca; y la segunda, que el trabajo con
la naturaleza y los seres vivos otorgaría un significado a la empresa social que
empezaba a fraguarse.
Sin embargo, reconoce que el proyecto podría ir mucho mejor en un futuro si ahondan
en la fase de la planificación y no se deja el trabajo a la intuición. Los comienzos fueron
un poco intuitivos y estuvieron bien, pero cuando la empresa ya se encuentra en un
estado de madurez los estudios a largo plazo de la estrategia son necesarios porque la
rentabilidad siempre ha sido uno de los objetivos de su fundador. Si un trabajo es
rentable es un trabajo con sentido y que infunde respeto en los demás.
En el año 2005 la facturación alcanzó los 6,09 millones de euros, que se ingresan
prácticamente en su totalidad de la venta de los productos y servicios que ofrece La
Fageda De la totalidad del presupuesto, el 25% va dirigido a los salarios de los
empleados, y el 50% a las materias primas. Su resultado antes de impuestos fue de
156.715 euros, a lo que habría que restar lo destinado a pagar esos impuestos para
conocer el resultado neto de la cooperativa. Pero cuentan con una buena gestión del
gasto, donde no aparece ningún coste por publicidad.
Las ayudas también se hacen notar como imprescindibles para poder sacar adelante
proyectos como éste. Desde hace años, la Obra Social de Caja Madrid ofrece su
ayuda y compromiso a esta cooperativa catalana, junto con la Fundación Féliz Llobet
Nicolau para llevar a cabo sus inversiones más importantes.
La Fundación Accenture y TNS también han permitido a La Fageda contar con
herramientas punteras en materia de gestión e información que sin ambas nunca
hubieran estado a su alcance. La Obra Social Caixa Sabadell, FUNDOSA,
la Fundación La Caixa y la Obra Social Caixa Girona han colaborado en diferentes
proyectos e inversiones, tanto de la cooperativa como de sus fundaciones
asistenciales.
Los años pasan y Cristóbal Colón reconoce que La Fageda no ha hecho bien la
planificación del negocio. La empresa necesita de un análisis más profundo. «Ha sido
todo muy intuitivo y eso hay que mejorarlo para tener mejores resultados en los estilos
directivos», dice.
El objetivo ahora es fichar a empresarios que busquen dentro de una compañía algo
más que simplemente obtener beneficios, que tengan una visión más social pero que
conozcan el funcionamiento empresarial para que aporten profesionalidad al proyecto.
Muchos empresarios están cansados de aguantar a un jefe cuyas ideas no comparten
o de pertenecer a una empresa de la que no se sienten parte; a este tipo de colectivo
va dirigida La Fageda para sus próximos 25 años.
En esa nueva etapa se mantendrá lo que la cooperativa sí ha sabido hacer muy bien:
entender que las personas con capacidades diferentes son capaces de desarrollarlas
dentro de un sistema adecuado y en el que se sientan seguros y confiados de sí
mismos.
2006. Premio Randstad Fundación a la Acción Social 2005 junto con Iberia, Renfe i
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