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PRÁCTICA 6 DE PSICOLOGÍA:

En un contexto fatalista de una sociedad consumista y materialista, que no permite la


posibilidad de un consumo ético, y donde los trabajos basura predominan, a pesar de la
exigencia de especialización; la presentación de los productos es más importante que el propio
producto. Este efecto, que quedará reflejado en las mass media, es comprensible si tenemos
en cuenta el marco de postmodernidad en el que la sociedad mundial se ha visto sumergida en
los últimos años. Una situación que ha colocado a la población, especialmente la más joven, en
su límite.

Las últimas generaciones, criadas en la histeria de la sociedad mediática, han sido testigos de
cómo las estructuras sociales que sus antepasados habían erigido para ellos, se han ido
demoliendo poco a poco con la llegada de internet. El descubrimiento de la red ha provocado
una agitación mundial, una revolución que ha llegado hasta nuestras aulas. Sin embargo, a
pesar de que haya cambiado la forma que tenemos de comunicarnos y hasta de aprender,
todavía sigue siendo necesaria la figura de un maestro que modele y genere nuevas
perspectivas críticas, un carácter intelectual y de síntesis constructivo y creativo; función que
internet es incapaz de cumplir, al no adecuarse a las características psicosociológicas del
receptor ni desarrollar un proceso bidireccional, sino de mera recepción. Esto da como
resultado una sociedad mediatizada en la que no se le exige al sujeto ninguna implicación
cognitiva, ni esfuerzo alguno; en definitiva una sociedad sobresaturada de información.

Esta sociedad ha provocado a su vez que el medio deje de cumplir objetivos para el poder,
para empezar a poseer sus propios objetivos; es decir, finalmente el medio se convierte en el
mensaje. Este mensaje inexistente, vacío se convertirá en una fábrica para matar el
aburrimiento, como afirma Howard Beale.

Todo ello, sumado al hecho de que todo el mundo reacciona emocionalmente de manera
similar a los mismos programas independientemente de variables como la edad o el estatus
social, ha provocado una división del público en grandes bloques homogéneos en función de
las claves psicológicas que guían la percepción de los mensajes por parte de los sujetos.

Sin embargo, los mensajes han dejado de interesar, el contenido ha desparecido para dar paso
a un sinfín de manipulaciones de los presentadores, utilizados por las cadenas para conseguir
un mayor número de audiencia y más patrocinadores. De esta manera la simpatía y el carisma
del presentador o personajes, junto al contexto emotivo en el que se insertan los mensajes,
tienen un mayor peso que los mensajes en sí mismos. En definitiva, la audiencia ya no pide ser
educada con contenidos, sino ser morbosamente distraída.

Mairena Sáenz Serrano 2ºA.

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