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McKay, A. (2002). Defining and Measuring Inequality.

Overseas Development Institute and


University of Nottingham.

file:///C:/Users/DUBER%20G/Downloads/Dialnet-
AmartyaSenYElEstudioDeLaDesigualdadEconomicaYLaPob-4934948.pdf

https://scholar.harvard.edu/files/vrios/files/201508_mexicoinequality.pdf?m=1453513192

Caracterización de la desigualdad de género en el mercado


laboral en Colombia, periodo 1991-2015

Characterization of gender inequality in the labor market in


Colombia, period 1991-2015
Deisy Tatiana Porras Díaz1
Laura Liliana Rodríguez Solano 2

Resumen
Con la investigación aquí planteada se busca caracterizar la desigualdad de género
en el mercado laboral en Colombia para los años 1991-2015. Con los planteamientos

1
Estudiante de último semestre de Economía en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
(Uptc). Correo electrónico: deisy.porras02@uptc.edu.co
2
Estudiante de último semestre de Economía en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Colombia (Uptc). Adscrita al semillero de investigación MODEAL. Correo electrónico:
laura.rodriguez11@uptc.edu.co
2
hechos en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODS), posteriormente
reemplazados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la igualdad en trato
y oportunidades entre hombres y mujeres, se impuso como objetivo de todos los
gobiernos suscritos a estos acuerdos. Dado lo anterior, la caracterización de las
condiciones de igualdad de género en Colombia a nivel de mercado laboral, permite
hacer una evaluación de cuáles son las fallas en las políticas de gobierno y que
aspectos son susceptibles de mejoramiento en esta área.
Para elaborar dicha caracterización se realiza una investigación en cuanto a
antecedentes, evolución en el tiempo, impacto de la entrada en vigencia de la
constitución de 1991 y factores socio-culturales.

Palabras clave: Desigualdad, género, mercado laboral.


Clasificación JEL: D63, J01, D69, J16.

Abstract
The research proposed here seeks to characterize gender inequality in the labor
market in Colombia for the years 1991-2015. With the proposals made in the
Millennium Development Goals (SDGs), later replaced by the Sustainable
Development Goals (SDGs), equality in treatment and opportunities between men
and women was imposed as the objective of all governments that subscribe to these
agreements. . Given the above, the characterization of the conditions of gender
equality in Colombia at the labor market level allows for an assessment of what the
failures in government policies are and what aspects are likely to be improved in this
area.
In order to elaborate this characterization, an investigation is made in terms of
antecedents, evolution over time, impact of the entry into force of the 1991
constitution and socio-cultural factors..

Keywords: Inequality, gender, labor market.


JEL classification: D63, J01, D69, J16.

INTRODUCCION
La desigualdad, según Terceiro (2006), es la dispersión de una distribución, tanto
si se trata de la renta, del consumo, de la salud o de cualquier otro indicador o atributo
del bienestar de la población. (Terceiro, 2006, Pg. 1)
En este sentido, de acuerdo con la CEPAL, la desigualdad en distintos ámbitos es
una característica histórica y estructural de las sociedades latinoamericanas y
caribeñas, que se ha mantenido y reproducido, inclusive en periodos de crecimiento y
prosperidad económica. Dichas desigualdades generan barreras muy marcadas que
dificultan a las personas a ascender socialmente, alcancen mayores niveles de
bienestar que sus progenitores o aspiren a que sus descendientes tengan mejores
condiciones de vida. (CEPAL, 2016, Pg. 15)
El trabajo para el mercado es la principal vía por la cual las personas pueden
obtener recursos y con ello autonomía económica. Esta condición es la que determina
en buena medida su estatus socioeconómico y su grado de independencia, libertad y
autonomía. Desde el enfoque de género, la participación económica y el trabajo
remunerado no pueden analizarse sin su contraparte complementaria: el trabajo
doméstico o el trabajo reproductivo, que es no remunerado. La contribución
económica de las mujeres a las sociedades a través del trabajo remunerado y del no
remunerado, y la necesidad de aplicar medidas orientadas a crear condiciones de
mayor igualdad entre mujeres y hombres, son temas que se han posicionado en la
agenda internacional.
Uno de los tipos de desigualdad que más preocupa en la actualidad es la de género
porque, según la Organización de Naciones Unidas, las mujeres en el mundo
representan la mitad de la población, y, por lo tanto, la mitad del potencial mundial.
Es por eso que su trato desigual provoca un estancamiento social, en términos como
salud, educación y pobreza. (ONU, 2015)
Es por eso que este artículo se centra en esta temática y se organiza de la siguiente
forma: la presente introducción como primera sección, seguida del estado del arte de
la temática, continuando con el marco teórico, siguiendo con la sección de
desigualdad de género en el mercado laboral y finalizando con la sección de
conclusiones.
1. ESTADO DEL ARTE
Rodríguez habla del concepto de trabajo doméstico, este se ha venido
revitalizando a lo largo de las últimas décadas con la economía del cuidado, sin
embargo, sus primeras nociones vienen desde la economía marxista. En este concepto
se incluyen las actividades que se realizan de forma cotidiana que aseguran la
supervivencia de las personas de una sociedad (Rodríguez, 2015, pg. 36). Incluye
cuidado de la casa, la preparación de los alimentos, compra de víveres, atender las
necesidades de las personas que dependen de una persona, por ejemplo, niños,
personas mayores y/o en discapacidad. Según estas nociones, este tipo de trabajos es
importante en la economía porque asegura que la fuerza de trabajo se reproduzca en
buenos ambientes, los cuales fomentan la productividad. Empero, se critica
fuertemente que sean las mujeres las que generalmente se dediquen a este tipo de
trabajos y por ende dejen de lado su inclusión en el mercado laboral remunerado, más
que los hombres. Así las cosas, cuando se produce una negociación en el interior de
los hogares sobre cómo se dividen esas tareas de cuidado es cuando sale una oferta
laboral de dichos núcleos hacia el mercado remunerado.
Por otro lado, Bard y Artazo afirman que el feminismo Latinoamericano está
fuertemente influenciado por los saberes que se arraigaron durante la colonización,
por tanto, se debe reconocer que hay esta influencia y dar alternativas propis, distintas
a las que ya hay en otras partes del mundo. Por ejemplo, dejar de lado la idea que
impusieron los colonizadores de que el cuerpo de la mujer era un simple instrumento
de sumisión y reproducción para los hombres, cosa que sigue dándose hoy en día con
el turismo sexual. De igual manera, la teoría feminista latinoamericana debe incluir
los sentires y saberes de las indígenas, no solamente de las mujeres profesionales y
académicas. (Bard y Artazo, 2017)
Vázquez, Arredondo y De la Garza, (2016) dicen que hay factores
socioeconómicos y culturales que frenan el desarrollo de la mujer en el ámbito del
mercado laboral, entre ellos está la función procreadora, la falta de preparación
educativa, la falta de derechos económicos, etc. Siendo la función procreativa la que
más limita a la mujer a alcanzar un desarrollo pleno de participación en los distintos
renglones de la sociedad.
Exponen que la participación de la mujer en la economía tuvo su explosión y
expansión desde la década de los a los 90, debido a la reducción del tamaño de las
familias por la baja en la fecundidad, por ejemplo, en Colombia el mercado laboral
femenino pasó del 39.91% al 57.98%, en chile, de un 29.86% a un 43.22%, en
México de un 25.77% a un 44.23% y en Perú de un 38.16% a un 60.77%. Por tanto
los autores concluyen que ha sufrido una mejora significativa de la inclusión laboral
de las mujeres que el resto de Latinoamérica. (Vázquez, Arredondo y De la Garza,
2016)
Sin embargo, en este estudio se encontraron datos que apoyan que existe una
brecha en los salarios entre hombres y mujeres, según citan al BID en 2014, en la
región el género masculino gana un 17% más que el género femenino. La razón de
esto son estereotipos formados acerca de los roles de género, además que siguen
siendo las mujeres las encargadas del hogar, lo cual provoca que limiten sus horas de
trabajo formal, eligiendo empleos informales o el autoempleo, en ocasiones
simplemente eligen la dependencia económica.
En Colombia, según Becerra, Gallardo y Becerra, (2018), desde el año 2006 el
país prácticamente se ha quedado estancado en los progresos como acceso a la salud
y empoderamiento político, sin embargo, en 2014 mejoró en sectores como equidad
de los salarios, por ejemplo. Esto es una situación preocupante teniendo en cuenta que
la población femenina representa un 51% del total de la población del país, y, para
poner un ejemplo, solo el 12% de los cargos que se eligen por voto popular son
ocupados por mujeres. Esta problemática se evidencia también en el mercado laboral,
donde a pesar de tener mayores años de educación, les es más difícil acceder a un
empleo de acuerdo a sus competencias. Sumado a esto, hay que tener en cuenta que
son mayoritariamente las mujeres las que ejercen las labores de cuidado y
mantenimiento del hogar, lo cual, según los autores equivale al 42% de las horas de
trabajo totales. Los autores también resaltan el aumento de la violencia de género
entre los años 2006 a 2010, en donde se pasó de un 191% a un 246% de denuncias
por maltrato. (Becerra, Gallardo y Becerra, 2018, pg. 4).
Mayerly Garzón Fernández, en su repositorio “Equidad de género para las mujeres
en Colombia” publicado en Creative Commons, nos presenta los avances en cuanto a
políticas públicas dirigidas a impulsar cambios en la sociedad, que permitan el
empoderamiento de la mujer en Colombia. La autora, hace referencia a la importancia
de la creación de La Consejería para la Equidad de Género, dado que, cumple con el
propósito de “formular, aplicar y actualizar estrategias, planes y programas
Nacionales Integrales para la prevención y erradicación de todas las formas de
violencia contra la mujer” (Garzón, s.f).
A lo largo del texto presenta, de igual manera, los antecedentes que respecto al
tema existe para el caso colombiano, las políticas públicas y estrategias de desarrollo
e impulso de las mismas que se han creado en Colombia, complementa sus aportes
haciendo una comparación de las políticas públicas dirigidas a la igualdad de género
trabajadas en México y Chile.
Por su parte Andrea Bohórquez Carrillo, en su trabajo “Caracterización del mercado
laboral femenino en Colombia frente al neoliberalismo: una mirada al sector rural”
publicado en el año 2015, nos presenta las condiciones de acceso al trabajo para las
mujeres enfatizando en aquellas que se encuentran en la parte rural del país.
Respecto al papel de la mujer rural en el mercado laboral colombiano señala que
“aunque las mujeres tengan a cargo mayor número de tareas, sumado al trabajo
doméstico, se sigue evidenciando una diferencia en el ingreso y la feminización de la
pobreza, …, la distancia promedio de la línea de pobreza para las mujeres en el sector
rural es del 53%” (Bohórquez, 2015). De igual manera, hace una revisión de las
políticas encaminadas a garantizar la equidad de género, las políticas de empleo que
actualmente existen en Colombia y por último el papel de la entrada del
neoliberalismo al país, en cuanto al acceso a la educación, el empleo femenino y su
actuar en las áreas rurales.
Alison Vásconez Rodríguez, en su informe de la CEPAL, titulado “Crecimiento
económico y desigualdad de género: análisis de panel para cinco países de América
Latina” publicado en 2017, realiza un análisis de la condición de acceso al mercado
laboral de las mujeres en cinco países de América Latina: Argentina, Ecuador, Perú,
Brasil y Uruguay, en donde, se analizan factores como la oferta laboral, participación
femenina en el mercado, características de la incursión en el mercado laboral de las
mujeres, estructuras de mercado, políticas públicas, brecha salarial y crecimiento
económico. El autor en su análisis resalta que, la desigualdad de género, más allá de
afectar a la fuerza laboral femenina, termina teniendo un fuerte efecto negativo en la
economía en general, dado que se pierden fuerza laboral en los procesos productivos.
2. MARCO TEORICO
Desigualdad
Para comprender el concepto de desigualdad, o acercarnos a una posible
definición, es necesario primero aclarar a que hace referencia el concepto de
igualdad. Aunque no es posible dar una definición exacta de lo que la igualdad es,
dado el número de áreas en la que opera, una definición ampliamente aceptada es la
noción de igualdad básica, de la cual Waldron (como se citó en Alegre, Montero y
Monti, 2015) señala, rechaza que dentro del conjunto de los seres humanos pueda
trazarse una distinción que asigne un mayor valor a algunos que a otros.
Por su parte, la desigualdad, en su carácter multidimensional, no se puede definir
desde una sola corriente, ya que comprende una discusión que parte desde la moral, la
teoría y la práctica. Una disputa muy nombrada y frontal es aquella surgida entre las
corrientes igualitarias y libertarias, quienes desde sus ideales buscan dar una
explicación a lo que igualdad y por consiguiente desigualdad se refiere.
Respecto a la visión libertaria Amartya Sen (1995) señala que, “los libertarios
creen que es importante que la gente disfrute de libertad”, con lo que anteponen la
libertad, sobre la igualdad, sin embargo, el concepto de igualdad sigue presente, en el
término libertad igual, que hace referencia a la igualdad de libertades, por lo que Sen
(1995) se pregunta “¿Quién, cuánto, cómo está distribuida, que tipo de igualdad?”, a
lo que concluye que sin importar la base teórica que busque explicar esta concepción,
todos parten de una noción de igualdad, que es explicada de acuerdo a los intereses de
quien la expone y por tanto el quien, cuanto y como no pueden ser explicados como
un todo más allá de la idea unificadora de igualdad.
Las nociones de igualdad y libertad parten de orillas opuestas, como se puede
apreciar, y terminan chocando en un punto de inflexión, en donde no es posible llegar
a un acuerdo común. La exigencia de plena libertad por parte de los libertarios,
requiere que no exista igualdad, ya que las libertades generan desigualdades. Es por
ello que muchas de las desigualdades se justifican en la búsqueda de la igualdad, al
buscar la igualdad en un medio, se crean desigualdades en otros ámbitos.
Dado lo anterior, la “igualdad considerada como “base” se plantea como una
defensa razonada de las desigualdades resultantes en los ámbitos más lejanos” (Sen,
1995), por lo que ofrecer una definición de desigualdad, no es posible sin partir del
concepto de igualdad y, aun así, una definición precisa no es posible. La desigualdad
es una condición que yace en la sociedad y cuyo origen tiene múltiples ejes, que
impiden la creación de una definición global que cobije todas las áreas.
Tipos de desigualdad
La desigualdad en su multidimensional, se presenta en diferentes formas y
campos, en donde los orígenes y repercusiones sobre la sociedad son diferentes y por
tanto requieren un trato especial según el caso. Pese a ello, organismos como la
CEPAL y autores como Amartya Sen han agrupado las desigualdades en categorías o
ejes, que han permitido a los gobiernos y estudiosos del tema profundizar en ello,
buscando una explicación y medidas acordes.
La CEPAL (2018), agrupa las desigualdades en 5 ejes: estratificación
socioeconómica, desigualdad de género, ciclo de vida, desigualdades étnico-raciales y
desigualdades territoriales.
Respecto al primer eje de desigualdad, la estratificación socioeconómica, “una de
sus manifestaciones más claras y evidentes es la desigualdad de ingresos, que
constituye a la vez, la causa y el efecto de otras desigualdades como la educación, la
salud y el mercado de trabajo” (CEPAL, 2016). Por este motivo, este eje es
considerado básico y de interés prioritario, ya que posee un efecto domino dentro de
las sociedades.
Las desigualdades del ciclo de vida, están asociadas a las condiciones en que un
individuo atraviesa por las diferentes etapas de la vida (infancia, adolescencia, adultez
y vejez) y que condicionan las oportunidades de acceder a las dinámicas de una
sociedad con mayor o menor desventaja. Las desigualdades étnico-raciales y
territoriales, “tienen un peso determinante en la estructuración de las relaciones
sociales y en las posibilidades de ejercicio de los derechos en América Latina”
(CEPAL, 2016).
La desigualdad de género, tema central del presente escrito; es un tema importante
y central dentro de la agenda de la CEPAL, dado que, por la persistencia de este
fenómeno, el libre desarrollo y crecimiento personal y profesional de las mujeres se
ven truncado, y es que “las desigualdades de género están asentadas en una división
sexual del trabajo que asigna a las mujeres la responsabilidad primaria por el
mantenimiento del hogar y el cuidado de los hijos y otros dependientes”
(CEPAL,2016), estigma que limita el actuar de las mujeres en igualdad de
condiciones con sus pares hombres.
Por su parte Sen (1995), les agrupa en dos características; por un lado, están las
características de ambiente natural y social, dentro de las cuales se encuentra:
diferentes dotes de riqueza y compromisos heredados, diversas oportunidades a las
que se tiene acceso y los factores epidemiológicos de las regiones donde se vive; y en
un segundo grupo están las características personales, las cuales agrupan: edad, sexo
y capacidades físicas y mentales.
Las características personales son importantes para Sen al momento de evaluar la
desigualdad, al “comparar las ventajas o desventajas respectivas de los individuos,
podemos clasificarlas con respecto a muchas variables diferentes, como, por ejemplo,
su respectivo ingreso, patrimonio, utilidades, recursos, libertades, derechos, calidad
de vida, etc.” (Sen, 1995).
Sen realiza este tipo de clasificación de las desigualdades, debido a la diversidad
humana, que conlleva a que las condiciones personales y del ámbito natural y social
sean diversas y específicas para cada grupo poblacional, que impone en forma inicial
las condiciones de igualdad y desigualdad con que ingresan a la sociedad los
individuos.
Medición de la desigualdad
La medición de la desigualdad es una tarea compleja y sobre la cual existen
numerosos reparos, ya que contar con datos y métodos precisos es prácticamente
imposible. Tanto los individuos como las sociedades en conjunto cambian a lo largo
del tiempo, en ocasiones periodos muy cortos que crean sesgos sobre los datos y
restan credibilidad a los mismos.
Pese a ello, la medición de la desigualdad es importante y esencial para los
gobiernos, ya que de estos resultados depende el rumbo de las políticas que se
implementen en fin de mejorar el bienestar dela sociedad. La medición de la
desigualdad vía ingresos, gasto y bajo el coeficiente de Gini, son los métodos más
expandidos, en especial el coeficiente de Gini.
Medición de la desigualad vía ingresos: par ellos se toma el ingreso de todos y
cada uno de los sujetos de estudio, se determina a que grupo de ingresos pertenece
(alto, medio, bajo). A través de este método se busca conocer en qué grupo de
individuos se encuentra el mayor ingreso. En una sociedad con niveles de desigualdad
baja, se espera que la diferencia entre el ingreso de los niveles sociales altos y los
menos favorecidos no sea elevada. Por el contrario, en países con elevadas tasas de
desigualdad, lo común es que el ingreso se concentre en altos porcentajes en el grupo
de los más favorecidos de la sociedad, que a su vez comprende el menor porcentaje
poblacional.
Medición de la desigualdad vía gasto de los hogares: al ser las fuentes de ingresos
diversas y difíciles de medir, resulta más conveniente medir la desigualdad a través
del gasto. Con esta medición se busca conocer la distribución del gasto dentro de la
sociedad. El nivel de gasto de igual manera permite medir con cierta precisión el
aumento o disminución en el nivel de ingresos. La medición vía gasto tiene mayor
precisión que la medición vía ingresos.
Medición de la desigualdad a través del coeficiente de Gini: es el método de
medición más frecuente de desigualdad, “mide el nivel de concentración que existe en
la distribución de los ingresos en la población a partir de valores entre 0 y 1”
(Galindo, Mariana y Viridiana Ríos, 2015). En donde cero indica una perfecta
equidad y uno hacer referencia a una concentración total del ingreso en un individuo.
Empleo y mercado laboral
Según la Organización Internacional del trabajo se da un escenario de pleno
empleo cuando: hay trabajo para todas las personas que quieren trabajar y están en
busca de ese trabajo; el empleo es tan productivo cómo es posible; hay libertad de
elegir el empleo deseado. Cuando no se cumple a cabalidad el primer enunciado se
llama desempleo y cuando los siguientes dos enunciados no se satisfacen se llama
subempleo. (Enríquez y Galindo, 2015)
En este sentido, Enríquez y Galindo (2015), dicen que hay dos tipos de empleo:
informal y formal, siendo el primero un tipo de empleo donde los trabajadores no
tienen relación laboral reconocida y no pueden hacer cumplir sus derechos laborales a
pesar de recibir un pago por su trabajo. En cuanto al segundo tipo de empleo
(Formal), en este si hay una relación laboral reconocida por las partes y se hacen
cumplir los derechos laborales, entendidos estos como seguridad social, beneficios no
salariales de liquidación o finiquito al término de la relación de trabajo. (Enríquez y
Galindo, 2015, Pg. 2)
Por este sentido, existen dos fuerzas que interactúan en la situación laboral de una
sociedad, la oferta y la demanda de trabajo. A la relación de estas fuerzas se le
denomina mercado laboral. Siguiendo a los Servicios Públicos de Empleo de España
(SEPE), se dice que en si lo que se interrelaciona es los agentes que ofrecen trabajo y
los agentes que están dispuestos a ocupar esos puestos. Al existir características
especiales en dicho mercado, este suele estar regulado por el Estado por medio de
herramientas como el derecho laboral, los convenios colectivos y los contratos. .
(Servicios Públicos de Empleo de España, S.f, Pg. 1)
Teniendo en cuenta lo anterior, la misma entidad antes señalada define el salario
mínimo como “la retribución mínima que señala el Gobierno de forma anual
conforme al Estatuto de los Trabajadores. Se aplica a todas las actividades sin
distinción y se determina por ley o por convenio como la tarifa más baja que se le
permite a un empresario pagar a su personal asalariado.” (Servicios Públicos de
Empleo de España, S.f, Pg. 1)
El mismo SEPE afirma que hay una diferencia ente el coste salarial, el cual
comprende todas las remuneraciones que recibe el trabajador (salario base,
complementos salariales, horas extraordinarias y pagos atrasados) en términos brutos,
es decir, antes de la seguridad social, y el coste laboral que incluye el costo laboral
más componentes como pagas extraordinarias, pagos a planes de ahorro, pagos por
incentivos y pagos compensatorios. (Servicios Públicos de Empleo de España, S.f,
Pg. 1)
Medición del empleo en Colombia
La medición del empleo en Colombia la realiza el Departamento Administrativo
Nacional de Estadística (DANE) y lo hace a través de la Encuesta Continua de
Hogares, la cual se realiza con una periodicidad semanal para las trece ciudades y
áreas metropolitanas, y mensual para el total nacional, cabecera y resto (DANE, S,f,
Pg. 1).
Por medio de esta encuesta se puede conocer el tamaño y la estructura de la fuerza
laboral del país. Es así como se determinan algunas variables sociodemográficas
como sexo, educación, estado civil, tasa de desempleo, tasa de ocupación, tasa de
subempleo, rama de la actividad, profesión e ingresos, entre otras. (DANE, S,f, Pg.
1).
Variables que influyen en el cálculo del empleo en Colombia
Población en edad de trabajar: Según el DANE y la OMT este sector está
constituido por las personas de 12 años y más pertenecientes a las zonas urbanas y 10
años y más que habitan las zonas rurales. Esta categoría se divide a su vez en
población económicamente activa y población económicamente inactiva.
Porcentaje de personas en edad de trabajar: es la relación porcentual entre el
número de personas que componen la población en edad de trabajar frente a la
población total del país (DANE, S,f, Pg. 2).
Población económicamente activa: el DANE afirma que también se le llama
fuerza laboral y que está conformada por personas en edad de trabajar que
efectivamente trabajan o están buscando empleo.
Población económicamente inactiva: comprende a las personas en edad de trabajar
que en la semana de referencia no participan de la producción de bienes y servicios
porque no necesitan, no pueden, o no les interesa tener una actividad remunerada. En
esta categoría se encuentran amas de casa, estudiantes, pensionados, jubilados,
rentistas, inválidos (entendidos como los incapacitados de forma permanente para
trabajar) y personas a las que no les llama la atención o no creen que valga la pena
trabajar (DANE, S,f, Pg. 1).
Población ocupada: son las personas que durante el periodo de referencia se
encontraban trabajando por lo menos una hora remunerada en dinero o especie en la
semana de referencia, o las personas que no trabajaron durante dicha semana pero si
tenían trabajo, o trabajadores familiares sin remuneración que trabajaron en la semana
de referencia por lo menos una hora (DANE, S,f, Pg. 1).
Tasa de ocupación: es la relación porcentual entre la población ocupada y el
número de personas que integran la población en edad de trabajar (DANE, S,f, Pg. 2).
Población desempleada: en esta categoría se pueden clasificar a los individuos en
cesantes que es la persona que habiendo trabajado antes por lo menos durante dos
semanas consecutivas se encuentra desocupada, buscando empleo; y aspirante que es
la persona que busca trabajo por primera vez. (DANE, S,f, Pg. 2).
Tasa de desempleo: es la relación porcentual entre el número de personas que
están buscando trabajo y el número de personas que integran la fuerza laboral.
(DANE, S,f, Pg. 2).
Tasa global de participación: es la relación porcentual entre la población
económicamente activa y la población en edad de trabajar. Este indicador muestra la
presión de la población sobre el mercado laboral. (DANE, S,f, Pg. 2).
Comportamiento del desempleo en Colombia en el último año
Según Bohórquez, del diario La República (2019), en el año 2018 se registró una
tasa de desempleo de 9.7%, que significó un incremento de 3 puntos porcentuales con
respecto a la presentada en el año anterior. De igual forma, se reportó que las 13
ciudades y áreas metropolitanas medidas tuvieron una tasa de desempleo del 10.8%, 2
puntos porcentuales por encima del registro del año 2017. En estas mismas regiones
del país se registró en diciembre de 2018 una tasa de participación de 66.4% y una
tasa de ocupación de 59.3%. Dichas cifras en el mismo mes del año 2017 se ubicaron
en 66.6% y 60.1% respectivamente. Es importante mencionar que fueron Quibdó, con
17.8%, Cúcuta con 16.3% y Armenia, con 15.6% las ciudades del país que más tasa
de desempleo presentaron en el periodo de tiempo ya señalado. (Bohórquez, 2019)
El papel de la mujer en el mercado de trabajo
Coomeva (2017), dice que Latinoamérica se ubica como la tercera región con
mayor tasa de desempleo para las mujeres con un 9% en 2013 (Coomeva, 2017).
Colombia, por su parte en febrero de 2019 tenia, según la revista Dinero, un 16.9% de
desempleo en el sector femenino, mientras que en los hombres el desempleo fue de
9.8%, lo cual no se debe desconocer pues la mujer es población mayoritaria en el
país. (Dinero, 2019).
La revista Dinero expone varias razones para que se dé esta brecha. Una de ellas
es que los empresarios se resisten a contratar mujeres por factores como la
maternidad, púes los costos q conlleva este estado son muy altos, por ejemplo al
necesitar que otra persona cubra la vacante dejada temporalmente. Pero no solo es el
parto lo que desincentiva la vinculación laboral, sino también las responsabilidades
del hogar como el cuidado de los hijos y los quehaceres domésticos, que representan
un aumento de las actividades diarias de las mujeres y que pueden ser vistas como
factores que disminuyen la productividad. De igual manera, la falta de confianza en
las capacidades de las mujeres es otro factor que aumenta la brecha, pues muchas
ofertas están es diseñadas para hombres porque los empleadores tienen la concepción
equivocada de que las mujeres no son capaces de suplir ciertos roles que
tradicionalmente son del género masculino, sobre todo en las actividades que
requieren esfuerzo físico. (Dinero, 2019)
Sin embargo, la misma revista Dinero dice que, según el DANE, Colombia es uno
de los países de la región donde la participación de mujeres en cargos de alto nivel es
más alta. Factores como la educación de posgrado, es parcialmente la realización de
Magísteres contribuye mucho en que las mujeres puedan cerrar la brecha. (Dinero,
2019)
3. DESIGUALDAD DE GÉNERO EN EL MERCADO LABORAL
La desigualdad de género como temática de estudio ha tomado una notoria
importancia a partir del siglo pasado, a causa de la paulatina y generalizada liberación
de la mujer de roles asociados en estricto al hogar.
Para hablar de desigualdad de género, es debido primero aclarar el concepto de
“igualdad de género”, el cual hace referencia a “la existencia de una igualdad de
oportunidades y derechos entre las mujeres y los hombres en las esferas privada y
pública que les brinde y garantice la posibilidad de realizarla vida que deseen”
(UNESCO, 2014), dado lo anterior, desigualdad de género se definiría como todo
acto que rompa con alguno de los criterios expuestos en dicho concepto.
La mujer y el mercado laboral en la historia
La desigualdad de las condiciones entre el hombre y la mujer a lo largo de la
historia de la humanidad es palpable en el hecho de que “Las mujeres no han sido
consideradas como sujetos históricos” (Padilla y Rodríguez, 2013), pese a hacer parte
de la sociedad los registros de mujeres en la historia recaen en un papel pasivo, en
donde, la participación activa se resume en un grupo de mujeres que por las
condiciones de su nacimiento tuvieron acceso al conocimiento y el poder, no por esto,
siendo reconocidas como es debido.
En la edad media, la participación de la mujer en la economía y otros sectores tuvo
altas y bajas. Como señala López (1998), en su estudio bibliográfico, en el siglo XII y
comienzos del XIV, era notables su intervención en empleos urbanos, dominaban
industrias como la seda, el lino y otras, sin aparente discriminación con respecto al
hombre (párr. 26). Situación que cambia en la segunda mitad del siglo XIV, en donde
según el mismo autor (López, 1998), gremios y gobiernos urbanos impusieron
severas restricciones que excluyeron a las mujeres de trabajos bien remunerados
(párr. 27). Dadas estas prohibiciones, la mujer se vio obligada a concentrarse en el
hogar y perder su poder adquisitivo, siendo el hombre el responsable de la percepción
de capital.
La mujer trabajadora como preceptora de salario se vio con notoriedad por primera
vez en el siglo XIX bajo la revolución industrial, sin embargo, “seguía su
concentración en ciertos empleos mal pagados, no cualificados, que constituían el
reflejo de la prioridad de su misión maternal y de su misión domestica respecto a
cualquier identificación ocupacional a largo plazo” (W. Scott, 1993). La gran parte de
la población femenina que ejercía un empleo, correspondía a jóvenes solteras, que
una vez casadas abandonaban sus trabajos y se dedicaban a cuidar del hogar.
La primera guerra mundial, fue un momento de la historia en donde la mujer como
mano de obra más que un acto de permisividad, fue un requerimiento necesario para
las economías, dado que, “esta guerra movilizó enormes ejércitos: unos 65 millones
de soldados entre todos los contendientes. Provocó que la retaguardia quedara
huérfana de mano de obra y hubo que recurrir a la mujer para mantener la
producción” (Padilla y Rodríguez, 2013). Los hombres quienes ocupaban en su
mayoría los puestos de trabajo se vieron obligados a partir al campo de batalla,
dejando con ello sus familias y puestos de trabajo, la mujer excluida del deber de
guerra, tomo los puestos en las industrias viendo así, tal vez la primera participación
masiva y efectiva de las mujeres en el campo laboral.
Con la llegada de los años 60, se dio paso a procesos y cambios en el contexto
social, “protagonizado por movimientos sociales (feminismo, ecologismo,
pacifismo…) que demandan trasformaciones y cambios, que afectan a los pilares
institucionales existentes” (Mora, 2012), es así, como las mujeres empiezan una lucha
por sus derechos, independencia y visibilización, misma que bajo condiciones más
favorable continua en la actualidad.
La desigualdad de género en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
En los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), propuestos en la Agenda 2030 y
quienes a su vez sustituyen los Objetivos de Desarrollo del Milenio, como quinto
objetivo se plasma el Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las
mujeres y niñas. En este se menciona que “La igualdad entre los géneros no es solo
un derecho fundamental humano, sino la base necesaria para conseguir un mundo
pacifico, próspero y sostenible” (CEPAL, 2016).
La lucha por la igualdad de género se mantiene como un objetivo primordial para
los estados, dado que, aun cuando se han dado mejores respecto al tema, continúa
siendo una constante dentro de las sociedades, limitando el libre actuar de las mujeres
y niñas dentro de la sociedad. Dichos objetivos a su vez, conllevan una serie de
metas, que los gobiernos a través de políticas internas deben buscar cumplir, y son:
1). Poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las
mujeres y niñas en todo el mundo; 2). Eliminar todas las formas de
violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos públicos y
privado, incluidas la trata y la explotación sexual y otros tipos de
explotación; 3). Eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio
infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina; 4). Reconocer
y valorara los ciudadanos y el trabajo doméstico no remunerados
mediante servicios públicos, infraestructuras y políticas de protección
social, y promoviendo la responsabilidad compartida en el hogar y la
familia, según proceda en cada país; 5). Asegurar la participación plena y
efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a
todos los niveles decisorios en la vida política, económica y publica; 6).
Asegurar el acceso universal a la salud sexual y reproductiva y los
derechos reproductivos según lo acordado con conformidad con el
Programa de Acción de la Conferencia Internacional Sobre la Población y
el Desarrollo, la Plataforma de Acción de Beijín y los documentos finales
de sus conferencias de examen (CEPAL, 2016, P.17).

La desigualdad de género dentro del entorno cultural


La búsqueda de la igualdad de género por parte de conglomerados de mujeres, se
ha enfrentado históricamente a barreras de toda índole, por un lado, se argumenta que
“la defensa de los derechos individuales de las mujeres no implica la negación de los
derechos colectivos de los pueblos” (Rodríguez, 2009). Dicho lo anterior, se da paso
a la barrera de mayor peso y la crítica más resonada hacia quienes trabajan en pro de
la igualdad de género para mujeres y niñas, la interferencia cultura, y es que las
tradiciones culturales comprenden en si una barrera natural hacia cualquier avance en
esta o una área diferente.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre otros, pueden ser de carácter
mundial, sin embargo, no se puede obligar a un estado, que guarda culturas
milenarias, a que las aplique sin que esto genere un choque cultural. Un ejemplo de
ellos, son las comunidades indígenas, que se encuentran protegidas por la ONU y
aunque se encuentran dentro de las fronteras de un estado, tienen autonomía propia.
Estas comunidades no se encuentran obligadas a acatar esta serie de normas y aun
cuando dentro de sus tradiciones se encuentren arraigadas costumbres que denigran la
cualidad de mujer, se encuentran protegidos por un régimen especial, que les
permiten preservar y prolongar estas actitudes, como parte de la memoria inmaterial
de la humanidad.
Pese a los notorios avances en el campo de la desigualdad de género, las tasas de
pobreza, la carga laboral global, la participación laboral, las oportunidades ligadas al
mérito y la percepción salarial, entre otros, sigue siendo mayor para los hombres que
para las mujeres. Y una de las razones para ello, recae en la propia naturaleza de su
condición de mujer que da paso a “los prejuicios de los empleadores en relación a que
las mujeres, por su condición de madres resultan más caras por su posibilidad de
embarazarse y tener más ausencias al trabajo por su responsabilidad en el cuidado de
los miembros del hogar” (OEA, CMI, 2011).
La mujer y el mercado laboral en Colombia
En Colombia, según la constitución política de 1991, en su Artículo 43, establece
que “toda mujer y hombre tienen iguales derechos y oportunidades, la mujer no podrá
ser sometida a ninguna clase de discriminación (…)”. En este mismo documento está
consignado en el Artículo 13 que “El Estado Promoverá las condiciones para que la
igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de los grupos discriminados
o marginados”. (Constitución Política Colombiana, 1991). Sin embargo, la mujer ha
estado desde siempre siendo víctima de una brecha con respecto a los hombres, que,
aunque se ha disminuido en los últimos años, sigue estando presente en la realidad
nacional, visible en distintos ámbitos.
Según la Escuela Nacional Sindical, citada por el diario El Tiempo (2019) dio a
conocer cifras en las que las mujeres representan el 51% de la población en edad de
trabajar, pero la tasa de ocupación solo es del 47%, y su desempleo es del 12.7%,
según esta entidad es 3 puntos por encima del promedio nacional aproximadamente y
5.3 puntos por encima de los hombres. (El Tiempo, 2019)
La siguiente grafica (Figura 1) muestra el comportamiento de la tasa de desempleo
de hombres, de mujeres y el total nacional durante el periodo 1999-2015, elaborada
con datos del Banco Mundial, teniendo en cuenta que, en el eje de las abscisas, se
encuentra el periodo medido en años y en el eje de las ordenadas, esta la tasa de
desempleo, medida en porcentaje.
Desempleo por género 1999-2015
30
25
20
tasa de desempleo

15
10
5
0
9] 0] 1] 2] 3] 4] 5] 6] 7] 8] 9] 0] 1] 2] 3] 4] 5]
1 99 200 200 200 200 200 200 200 200 200 200 201 201 201 201 201 201
R R R R R R R R R R R R R R R R R
[Y [Y [Y [Y [Y [Y [Y [Y [Y [Y [Y [Y [Y [Y [Y [Y [Y
9 9 0 0 0 1 0 2 0 3 0 4 0 5 0 6 0 7 0 8 0 9 1 0 1 1 1 2 1 3 1 4 1 5
19 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20 20

desempleo mujeres desempleo varones desempleo global

Figura 1. Desempleo por género 1999-2015. Elaboración de autores. Datos: Banco


Mundial.
En el grafico se observa el comportamiento histórico de las variables
referenciadas. Se evidencia que la tendencia es que la tasa de desempleo de la
población femenina es mucho más alta que la masculina, sin mostrarse ningún año en
que la tendencia se revierta, aunque desde el año 2010 la tasa se reduce un poco, lo
cual podría ser explicado por el crecimiento en el sector extractivo que se vivió en ese
periodo en el país y de las políticas de empleo formal que se fomentaron en el último
tiempo, pues la reducción de dicha tasa de desempleo se vio en los varones y de
forma global. De igual manera, es interesante destacar que la tasa de desempleo de las
mujeres siempre está por encima del promedio nacional, evidenciando así de forma
mucho más clara, la amplia brecha que existe en el mercado laboral en términos de
género en Colombia.
En este sentido, según cifras del DANE en el año 2011, citadas por Boada y
Sánchez (2012), las mujeres del país trabajan 10.8 horas más que los hombres, pero
su salario es menor porque en promedio el 90% de su tiempo es dedicado a
actividades no remuneradas, muchas mujeres hacen los oficios del hogar sin recibir
ninguna remuneración, teniendo en cuenta que gastan 2.6 veces más que los hombres
en este trabajo y que en el cuidado de sus descendientes emplean 1.8 veces más que
sus pares hombres. (Boada y Sánchez, 2012, Pg. 11)
Según Barraza (2010) la tasa de ocupación y desempleo por sexo en Colombia
podría estar vinculada con las diferencias estructurales de mano de obra y el proceso
por el cual se selecciona. Así mismo, el autor afirma que podrían existir indicios de
discriminación en el mercado laboral nacional. (Barraza, 2010, Pg. 2)
De acuerdo con el informe de la ONU para Colombia en 2017, el gobierno
nacional impuso una serie de metas con el fin de aumentar la calidad de vida de los
ciudadanos. Entre ellas estaba la reducción a la mitad de las personas que viven en
pobreza y extrema pobreza y aumentar el empleo formal, incluyendo mujeres y
jóvenes ONU, 2017, Pg. 33). Según este mismo informe la tasa de desempleo en
Colombia refleja la dificultas que las mujeres tienen para acceder a un empleo,
además que de la brecha existente de genero por un mayor acceso a trabajos dignos
pasó de 5.1% a 6.2% entre 2007 y 2014. (ONU, 2017, Pg. 36)
En la Guía para la Construcción de Políticas Públicas para el Empoderamiento de
las Mujeres y la Igualdad de Oportunidades (2018) dice que “Si la mujer logra
independencia y autonomía económica podrá también participar en la toma de
decisiones que tengan efecto positivo sobre sus comunidades en términos de
rentabilidad, prosperidad y sostenibilidad social.” (Consejería Presidencial para la
Equidad de la Mujer, 2018, Pg. 9)
En este mismo documento, el Gobierno Nacional dice que para generar políticas
con enfoque de género en el país se debe:
“Reconocer el aporte de las mujeres a las economías locales, lo que
implica: dar valor social y económico al trabajo de cuidado no
remunerado; fomentar la participación de las mujeres en el trabajo
remunerado así como promover estrategias de generación de ingresos;
desarrollar proceso de formación y tecnificación de las mujeres;
fortalecer la construcción de asociatividades entre las mujeres en el
marco de la construcción de estrategias direccionadas a la autonomía
económica; generar estrategias que permitan la conciliación de la vida
familiar y laboral, abogando por aumentar la corresponsabilidad de los
hombres en los espacios domésticos y generar acciones que eliminen
las discriminaciones salariales o que propendan paulatinamente a ello.”
(Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, 2018, Pg. 9)
Según Michelsen (2012), en Colombia no solo existe brecha entre hombres y
mujeres sino también dentro de las mismas mujeres por distintas razones como la
etnia, las diferencias de ubicación geográfica (urbana y rural), grupo etario,
discapacidades, orientación sexual, que a su vez derivan en otras formas de
discriminación e incrementa la vulnerabilidad de los derechos. (Michelsen, 2012, Pg.
49)
En cuanto a las políticas de empleo que se han desarrollado en el país, Bohórquez
(2015) afirma que fue la apertura económica de los años 90 lo que provocó la
flexibilización de las condiciones de empleo del país, generando empoderamiento en
el sector femenino pero sin disminución de las brechas salariales, es decir, las mujeres
tuvieron que aceptar empleos con baja remuneración y jornadas más largas, que
también afectaron al sector masculino, pero el agravante de las mujeres es la carga del
cuidado del hogar. (Bohórquez, 2015, Pg. 16)
Igualmente, Bohórquez (2015) cita a la Oficina en Colombia del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos que, en 2002,
publicó los instrumentos internacionales de protección de los derechos de la mujer
entre los que se resalta el compromiso por garantizar a las mujeres igualdad de
posibilidades y derechos en lo laboral con respecto a los hombres, específicamente se
observan los siguientes derechos: derecho al trabajo, a las mismas oportunidades de
empleo, a elegir libremente la profesión y ascender dentro de la misma, a la misma
remuneración y trato que sus pares hombres, derecho a la seguridad social y a la
protección social y seguridad en el entorno laboral, estando incluso, en la función
reproductiva. (Bohórquez, 2015, Pg. 11)
Hay que resaltar que en el ámbito legislativo el Gobierno Colombiano ha intentado
cerrar la brecha de género. En términos económicos y del mercado laboral, la
legislación colombiana estableció la ley 823 de 2003 donde se dictan las normas de
igualdad de oportunidades para las mujeres, tal como dice el Artículo 1 “La presente
ley tiene por objeto establecer el marco institucional y orientar las políticas y acciones
por parte del Gobierno para garantizar la equidad y la igualdad de oportunidades de
las mujeres, en los ámbitos público y privado” (Congreso de la Republica, 2003)
Con respecto al sector público también hay una ley que promueve la inclusión de
la mujer en cargos de esta índole, denominada la ley de cuotas, o ley 581 de 2000, en
la cual, en su Artículo 1 dice que “se crea los mecanismos para que las autoridades,
en cumplimiento de los mandatos constitucionales, le den a la mujer la adecuada y
efectiva participación a que tiene derecho en todos los niveles de las ramas y demás
órganos del poder público, incluidas las entidades a que se refiere el inciso final del
artículo 115 de la Constitución Política de Colombia, y además promuevan esa
participación en las instancias de decisión de la sociedad civil.” (Congreso de la
Republica, 2000)
Otro esfuerzo que se ha hecho es la Ley 1413 de 2010, en donde se incluye en las
cuentas nacionales la economía del cuidado, como lo dice su Artículo 1 “La presente
ley tiene por objeto incluir la economía del cuidado conformada por el trabajo de
hogar no remunerado en el Sistema de Cuentas Nacionales, con el objeto de medir la
contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país y como
herramienta fundamental para la definición e implementación de políticas públicas.”
(Congreso de la Republica, 2010)
Igualmente, se creó la Ley 1496 del 2011 en donde, según el Artículo 1 de dicha
ley se tiene como objetivo “Garantizar la igualdad salarial y de cualquier forma de
retribución laboral entre mujeres y hombres, fijar los mecanismos que permitan que
dicha igualdad sea real y efectiva tanto en el sector público como en el privado y
establecer los lineamientos generales que permitan erradicar cualquier forma
discriminatoria en materia de retribución laboral” (Congreso de la Republica, 2011).
4. CONCLUSIONES
Del análisis anterior se concluye que….
En Colombia se observa que existe una marcada brecha en el mercado laboral
entre hombres y mujeres y que esta ha persistido en el tiempo. Sin embargo, en
tiempos recientes el gobierno nacional ha encabezado una serie de políticas y
acciones tendientes a alcanzar una menor desigualdad de género en el país, en
distintos ámbitos, entre ellos lo laboral. Empero, el proceso es lento, porque hay
diversos factores, además de lo meramente económico, que afectan la consecución
de la igualdad, entre ellos la cultura, el acceso educativo y el cuidado del hogar, esta
última labor que en nuestra sociedad se evidencia que recae en su gran mayoría en el
género femenino.
Por tanto, aunque los resultados se ven poco a poco, es necesario no desfallecer en
la lucha por la igualdad de género, siendo de especial importancia el sector laboral,
pues es aquí donde las mujeres pueden desenvolver y desarrollar sus capacidades,
además de adquirir independencia de ingresos, lo cual las puede hacer más
empoderadas y discursivas ante el mundo que las rodea.
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