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El DSM-IV hace una descripción de las conductas que realiza una personas
para ser clasificada como teniendo un trastorno obsesivo compulsivo; pero
no aporta ninguna teoría de cómo se produce o cómo se mantiene y por
tanto no sirve para el tratamiento psicológico. Para la intervención
psicológica es preciso conocer qué es lo que mantiene los comportamientos
y sentimientos problemáticos. El mantenimiento está asociado a la evitación
de la ansiedad que produce un pensamiento que la persona teme, como
ocurre en todos los trastornos de ansiedad,. la evitación experiencial es la
causa de que se mantenga.
La conclusión es evidente: se ha producido una asociación entre la pregunta y los números, y nos
aparece la respuesta de pensar en los números sin poderlo evitar. Los pensamientos son libres y vienen
a nuestra cabeza asociados a elementos que no controlamos: por ejemplo, cuando nos preguntan
“¿cuáles son los números?”, y tienen la característica peculiar de no irse cuando queremos echarlos.
El pensamiento nos prepara para la acción; por eso, algunas veces pensar
en hacer algo nos puede llevar a creer que efectivamente lo vamos a hacer.
Por eso, si nos apareciese un pensamiento muy amenazante como “puedo
matar a alguien” o “puedo pegar una enfermedad a mi hijo pequeño”,
podemos estar tentados de suprimirlo a toda costa, encontrándonos ante el
proceso descrito de aumentar su frecuencia.
El problema es que los rituales son una forma muy poco eficaz de eliminar
la ansiedad y ellos mismos se convierten en fuente de malestar, porque
finalmente sienten que no pueden evitar hacerlos.