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Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá

Estudiante David Andrés Niño Moros


Profesor Vicente Raga
SFM Descartes

INFORME DE LECTURA #1
EL CONCEPTO DE LO MENTAL Y EL ERROR DE DESCARTES

G. Ryle, en El Concepto de lo Mental, simplifica de entrada la propuesta cartesiana al exponer


los principios de la misma, a saber, la res extensa y la res cogitans, de forma superficial y sin
interés por su profundidad argumentativa. Pues vemos que califica escuetamente el cuerpo como
algo perteneciente al espacio y, por tanto, ligado a las leyes y procesos físico/mecánicos de este,
así como a la observación y la comprobación pública. Y, por otro lado, la mente, como todo lo
opuesto, esto es, algo que no se encuentra en el terreno físico ni le afectan sus procesos o leyes,
de modo que no es observable públicamente, sino que se tiene conciencia privada de ella.
El propósito de G. Ryle al querer establecer la naturaleza y la localización de estos principios
es una empresa desviada, ya que los juzga de incorrectos creyendo que se trata de dos vidas o
existencias contrapuestas una de la otra, creando así, él mismo, un problema ontológico, cuando
se trata es de aspectos, propiedades y funciones que, si bien tienen diferencias, siguen
perteneciendo y siendo participes de una misma existencia, una misma res. De lo contrario, si no
fuese así, y tal como Ryle afirma, no habría comunicación entre estas y se emprendería ahora una
búsqueda eterna por un tercer término que las conecte. Pero, precisamente, vemos que no es así
porque las facultades de la res extensa afectan e influyen en la res cogitans, y viceversa. Aún así,
basar el contra argumento en la creencia de que existen dos tipos de existencias requeriría cuanto
menos una explicación o interpretación detallada del status de lo mental y de por qué este siendo,
según él, pura existencia temporal de la conciencia, tiene repercusiones en el ámbito de lo
corporal, cosa que G. Ryle no hace.
Despojar a las mentes de sitios comunes y aislarlas en el tiempo, en su privacidad, es una
proposición irreal, pues omite experiencias de conciencia colectiva que se tiñen gracias a ópticas
culturales específicas y hábitos comunes —desde una experiencia religiosa compleja, que sitúa
las mentes en contextos y condiciones particulares para reproducir un tipo de vivencia espiritual
en la que los individuos coinciden de forma directa, hasta la simple conciencia de respirar, que
por ser un hecho cotidiano traza una experiencia ordinaria de la cual los individuos no divergen
¿acaso los religiosos no creen y afirman lo mismo, es decir, tienen estados mentales similares?
¿cómo negar que sé lo que otra conciencia siente y entiende al respirar, si es un hecho ordinario
que no da cabida a experiencias descabelladamente opuestas? Hay que aceptar que la res
cogitans reposa sobre un lecho común en la que las conciencias se pueden encontrar y tienen
acceso directo una a otras, por lo que no resulta ser tan privada como la hace ver G. Ryle.
Así pues, la crítica al error categorial parece estar basada en el prejuicio de que hay que hablar
de la mente como algo extraño que no pertenece a la misma realidad que la res extensa, sólo por
no compartir ciertas facultades y efectos. El hecho de describir estas diferencias con un lenguaje
negativo, es decir, hablar de la mente como algo no-corporal (hecho que estuvo limitado en parte
por las posibilidades y los avances intelectuales de la época), no implica que se trate de “un
fantasma dentro del cuerpo humano”. Si bien Descartes no hace el mejor uso de las categorías de
lo mental y lo corpóreo, G. Ryle no puede llevarlo al extremo.
Por otro lado, rescatando el texto de A. Damasio, El Error de Descartes, existe la visión que
entiende la filosofía cartesiana del pensamiento y la conciencia del pensamiento como “sustratos
reales del ser”, es decir, una una actividad que ve su origen y relación con el cuerpo mas sigue
conservando su distancia. La separación innecesaria entre la cosa y el pensamiento sólo puede
dar como conclusión que la <<cosa pensante>> se compone de dos partes, una mecánica y una
intelectual.

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